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ejercerá más dignamente participando, con piedad cada día más ardiente, en la Sagra-
da Eucaristía, alimentándose de ella y adquiriendo un más pr9fundo conocimiento de
ella (Ministeria quedam, VI). El ministerio del acólito se sitúa en el contexto del don
de Cristo, que ha dado a la Iglesia ·el Pan de vida. Es así participación de esta misma
_entrega. La palabra "Cuerpo" tiene tres significados en los ritps litúrgicos. Se trata del
cuerpo de Cristo que es entregado, del cuerpo sacramental ' que está presente Y del
cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia. Así, el acólito, está ll~mado a vivir esta
triple dimensión:
• La de la entrega de sí mismo, de su cuerpo, que sigí;lifica toda su persona, a
ejemplo de Cristo. El servicio asiduo del altar no sólo se realiza en un altar
material, sino en el altar de la vida diaria y del trabajq c0tidiano.
. .
• La de una participación especial, más profunda y corhtemplativa, del misterio
de Cristo presente en las especies eucarísticas. Esta participación le hace minis-
tro idóneo de la Eucaristía en las celebraciones litúrgicas, pero de un modo
especial para llevarla a los enfermos. Se describe este modo de participación
1
por el término "asiduidad", significa constante amor servicialidad ante Jesús
y ante el prójimo. 1'
·
• La de una contribución cualificada para la edificación del Cuerpo místico de
Cristo que es la Iglesia. Así como se propone un amor a la Palabra ele Dios y
·;; . . un amor a Jesús en la Eucaristía, se propone un amor'. profundo y fect1ndo a la
}¡: comunidad ·e n la cual la Palabr_a y _el Sacramento se ha·cE:n presentes.
Si se pone atención al ritual de la institución de acólitos. se descubrirá que esfe
ministerio se presenta como una p9 rticipación especial del misterio Cristo y específica-
mente de la Eucari~tía. Exige una profundización en el amor. Así dicen las oradones de
consagración y de los ritos complementarios:
• Padre misericordioso, que por medio de tu Hijo único, ha~ dado a la Iglesia el
pan de vida, bendice a estos hermanos nuestros, elegidos para el ministerio de
acólitos; que tu gracia, Señor, los haga asiduos en el servicio del altar, para que
distribuyendo con fidelidad el pan de vida a sus hermanos y creciendo siempre
en la fe y en la caridad, contribuyan a la edificación de tu Iglesia. Por Cristo
nuestro Señor, Amén.
• Recibe esta patena con el pan para la celebración de la Eucaristía, y vive de tal
forma que puedas ser.vir dignamente a la mesa del Señor.
Según la homilía del ritual , el ministerio del acólito implica una serie de actitudes
espirituales:
• Van a participar de una manera especial en las celebraciones litúrgicas de la
Iglesia ... van a vivir más intensamente el sacrificio del Señor y procurarán iden-
tificarse cada vez,más plenamente con él. Esfuércense por ir captando el senti-
do más profundo y espiritual de las acciones que realizan. Es todo el sentido
espiritual de · la participación de los misterios, de la veneración de las cosas
sagradas y del cuidado diligente -de las mismas.
Itinerarios formativo 612 Etapa pastoral
• Una verdadera actitud d~ servicio. Dice el ritual que el acólito sirve al diácono
y al presbítero. La fun_ci0n del acólito en torno al altar es un verdadero servi-
cio que debe ser realiza~o con diligencia, sentido común y humildad. Por su
parte los diáconos y presbíteros han de agradecer el servicio que se les presta.
Para tocios· es fundanie~tal que guarden el comportamiento adecuado en el
altar. Penosamente exist~n sacerdotes que se comportan inadecuadamente en
las funciones litúrgicas, P,o r ejemplo, ofendiendo a los a~ólitos y monaguillos o
Itinerarios formativos 613 Etapa pastoral
incluso utilizando malas palabras. Estas costumbres hay que desterrarlas de una
vez para siempre de 1~ vida de los seminaristas de 1~ etapa pastoral. Advertirles
con severidad que estén muy en guardia para no repetir esquemas de compor-
tamiento que lamentablemente se han hecho comunes.
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El cuidado de los pobres y los enfermos. Subrayar el sentido social del ministe-
rio del acólito, que suele ser vivido tan profundamente por los ministros extra-
ordinarios de la Eucaristía; ellos se acercan a los enfermos no sólo para leerles
la Palabra de Dios y darles la Comunión, sino también para atender sus necesi-
dades corporales, cuidando muchísimas veces de su alimentación, de su aten-
ción médica, de la limpieza de sus casas, etc. Ellos son un vivo re(ordatorio de
lo que hacía Jesús· con los enfermos y con los p~bres, a quienes dio un lugar
especial en su ministerio y atendió con toda solicitud. Es un rasgo precioso
para la vida sacerdotal que configura al seminarista con Cristo sen,idor.