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miento, y convencido de ello, estoy seguro que no que imaginaron ser la teoría alguna paradoja artísti-
nos faltará ol poderoso auxilio de su pluma y de su camente adornada, que á pretexto de encomiarla
lira, para conjurar este nublado que avanza de unión de liberales y conservadores, rebajando á los
sombras y de espectros, y que so empeña en ate- partidos radicales, preparaba la victoria de la reacción.
morizar la conciencia libre y racional de nuestra Tomaron á la teoría por obra enmascarada de un par-
España. tido y encaminada á favorecer sus intereses, engen-
'Muy de usted siempre afectísimo amigo, drando la división entre sus contrarios. No se vio
entonces que era esa teoría producto lógico de la psi-
Q. B. S. M.
cología de Rohmer, y su perfecta consecuencia, bien
F. DE P. CANALEJAS. lejana por cierto de favorecer en lo más mínimo á mo-
Madrid, 28 Julio, 1875. vimiento alguno reaccionario, pues es su elemento el
liberal, y los medios y la táctica de éstos son suyos y
se caracteriza principalmente por hacer difícil, si no
imposible, toda medida reaccionaria. Si queremos ex-
plicarnos esta desconfianza, basta recordar las cir-
TEORÍA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS. cunstancias exteriores que rodeaban á esa doctrina en
IV.*
los momentos que se formuló: las violentas contiendas
de los partidos, las apasionadas disputas y la guerra á
LA TEORÍA DE ROHMER. muerte que entonces se hacían las tendencias extre-
En el año de 1842, durante la cruda guerra de los mas. Debe también confesarse que la exposición de la
partidos en el cantón de Zurich y la Suiza toda, ex- doctrina no fue tan serena como desearse podía y que
puso Federico Rohmer en un periódico de aquella lo- no sin cierta exageración se pintaban allí las faltas y
calidad sus doctriüas políticas, forjadas al fuego de les errores de radicales y absolutistas, que sólo pres-
aquellos combates, llenas de vida y de pensamiento, y taban materia á la ironía y á la mofa, desconociéndose
que ejercieron no poca influencia en la prensa y en la su necesidad y sus ventajas.
polémica, aunque no toda l;i que merecían, pues hijas El segundo obstáculo, y no el menor, era la poca
de la ruda lucha de aquellos momentos, el calor de vida que en aquella fecha tenían los partidos en Ale-
las pasiones y el veneno de las discordias ocultaron la mania y la poca costumbre de considerarlos bajo el
trascendencia de sus principios, y estorbaron su pro- punto de vista psicológico. Si el libro hubiera sido es-
paganda, como más tarde hubo de realizarse lo uno crito en 1849, y mejor todavía en 1807, los princi-
con el tiempo, y lo otro con Bluntschli y un hermano pios quo expone habrían sido comprendidos con ma-
del autor, Teodoro Rohmer. Reunió este último las yor facilidad, pues ya el espíritu político estaba en
ideas de su hermano Federico, en un libro bien escrito circunstancias más favorables.
y bien ordenado, donde rivalizan la forma elegante El pensamiento fundamental de la teoría es: que así
con la profundidad del pensamiento, y dióle á la es- como por medio de la naturaleza humana se entiende
tampa en 1844 (1), como quien salva preciosas ideas y define al Kstado, los partidos políticos asimismo, quo
de proceloso mar que amenazaba anegarlas, y las es- impulsan la vida del Estado, sólo pueden ser explica-
parce por el mundo para que se conozcan y estimen y dos, en sus causas naturales, por medio de la vida del
realicen; presentimiento que no fue apasionado, pues hombre. «Para conocer el cuerpo del Estado es nece-
corren por la política, como proverbiales, muchos de sario investigar cuáles son las relaciones fundamenta-
los pensamientos y de los principios que contiene, y les del espíritu humano, y para explicar la vida del
toman de él, hombres eminentes en la ciencia y en el Estado es preciso buscar las leyes del desarrollo de
arte del Gobierno, reglas y criterio, siendo hoy tan ex- aquél.»—El desarrollo del hombre se manifiesta en
tendida su influencia, que no puede decirse que ha las diferentes edades de la vida, que se suceden unas
creado escuela por ser demasiado grande el campo en á otras con distintos espíritus y caracteres. Esta opo-
que impera, no obstante los competidores que aún se sición se muestr* también en el carácter y espíritu de
lo disputan. los partidos, aunque en forma simultánea, y puede
El retraso que en parte sufrió el efecto del libro de sacarse de aquí la consecuencia de que su ley natural
Teodoro Rohmer, á pesar de su brillante estilo y del es la psicológica de las edades.
profundo valor de la doctrina que encerraba, tiene La línea que traza el hombre en el discurso de su
por causa dos principales obstáculos que le hicieron vida es curva, empieza ascendiendo, llega á un punto
tropezar en su camino. El primero lo halló precisa- superior y comienza á descender hasta que concluyo.
mente en el seno de los llamados partidos progresistas La edad primera del hombre es la niñez, que tiene
como dos períodos: la infancia y la puericia. Al al-
* Véase el número 74, página 121.
(1) Friedrich Rohnier's Lehre von den polkischen Parteien. Durch canzar el niño la plenitud sexual, se eleva á la edad
Theodor Rohmer.—Zurich, de la adolescencia, y de ahí pasa á la edad florida, á
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la juventud, donde adquiere el hombre todo su es- tido se encuentran hombres de todas las edades, y no
plendor y virilidad, para ir después decayendo poco á existe, por consiguiente, en cada período de la vida
poco hasta parar en la senectud, la edad mayor del del hombre el predominio de tales ó cuales tendencias
hombre. E,3tas edades tienen por lo ordinario diferen- políticas. Esta es la principal objeción, y proviene de
tes particularidades predominantes. un juicio precipitado de la tejría psicológica.
El hombre joven y el viril están en la mejor de las Todo hombre observa ciertamente el cambio de las
edades, pues se encuentran en el pleno goce de sus edades y el prodominio, en cada una do tales ó cuales
facultades activas, espirituales y corporales; en el pri- propiedades en el cuerpo. Según la teoría psicológica
mero imperan las fuerzas del espíritu y del carácter hay en las edades también tendencias que predominan,
que crean y producen, en el segundo los que conser- mas ella no ha afirmado ni puede afirmar que mar-
van y purifican. Aquél tiene cierta semejanza con el chen siempre en concierto la edad exterior con la
liberal, éste con el conservador.—En la edad primera edad interior, y prueba de que esto acontece, es esa
se prepara el infante liara la virilidad, que es ahora su misma mezcla de edades que en los partidos existen
fin principal, aunque todavía lejano, y predominan en y que gana el cuerpo años muchas veces sin que los
él las fuerzas asimiladoras, y por tanto pasivas del gane el espíritu, pues como decía muy bien Goethe:
alma. Tiene esta edad un mirar atento y excitable,
viva la imaginación y susceptible el espíritu; carece, DasAltei'rnachtnichtkindiseh, wieman schprieht
Es flndet uns nur noch ais wahre kinder (1).
empero, de fuerza creatriz y de entendimiento claro
con que conocer las circunstancias. A esta edad cor- Si á cada período de la vida correspondiera un
responde el radicalismo.—Si en el niño no están to- cambio psíquico, veríamos entonces al hombre empezar
davía desarrolladas las fuerzas específicas del hombre por el radicalismo y terminar en el absolutismo, ejem-
maduro, el anciano por su parte no hace ya uso se- plo raro, aunque sea más común hallar en el joven
guro de ellas, y se muestran de nuevo en esta edad tendencias radicales, que en el anciano, y en éste las
las pasivas y femeniles fuerzas psicológicas, la irrita- conservadoras y absolutistas. Lo que leca estudiar en
bilidad del sentimiento, las rápidas combinaciones y vista de estas anomalías entre la edad dei cuerpo y la
las sutilezas del entendimiento. Los rasgos caracte- del espíritu, es la diferente proporción que á veces
rísticos de esta edad se encuentran también en el ab- ocurre entre las dos. cosa que se explica, si se atiende
solutismo. á que no siempre sigue el espíritu las trasformaciones
No es el Estado mentido artificio ó muerta abstrac- del cuerpo, y que en momentos dados pueden mar-
ción, sino ser vivo, propia y varonil forma del pue- char desparejados y hasta encontrados, ó crecer y
blo, á la manera del hombre en general, y así se desarrollarse el uno mientras el otro permanece en
entiende que sean principalmente liberales y conser- una misma actitud, como cuando observamos la du-
vadores los llamados por naturaleza á dirigir el Esta- ración de una tendencia política al través de todos los
do, pues las fuerzas viriles alcanzan en ellos todo su períodos de la vida del cuerpo, pues en este caso crece
vigor y apogeo, y que radicales y absolutistas tengan el uno en tanto que el otro está inmóvil. Tiene este
respectivamente por la misma naturaleza, lugar se- hecho fácü^explicacion, y basta para su esclareci-
cundario en el Estado. miento una ligera consideración sobre la naturaleza
Esta teoría psicológica trastorna, en verdad, muchas humana.
opiniones en boga que afirmaban, v. gr.: que los libe- Es tan claro como la luz que el hombre está com-
rales son únicamente medio progresistas, y que los puesto como de dos partes, y que consiste la primera
verdaderos y perfectos son los radicales; que éstos son on la igualdad de naturaleza que con todos los hom-
los liberales consecuentes y enérgicos, mientras que bres tiene, por donde se ve que es un ser pertene-
los liberales eran radicales débiles y asustadizos. Del ciente á la especie humana, pues se descubren en él
mismo modo solía decirse que son los absolutistas los lis cualidades, propiedades y atributos que en ella
conservadores decididos, y éstos tímidos ó inconse- existen. Juntamente con esa parte, descubrimos tam-
cuentes absolutistas. En una palabra, la antigua teoría bién otra que sirve para diferenciarle de los demás
justificaba á los partidos extremos, á quienes entre- hombres, no permitiendo se le confunda con ellos,
gaba el gobierno del Estado; la teoría moderna, por el pues esos caracteres que le separan y aislan, hasta
contrario, los subordina á los partidos medios, entre- cierto punto, son propios y peculiares á él solo. Esta
gando al vigoroso liberalismo la dirección del radical, parte la podemos llamar el espíritu individual. En-
demasiado joven é inexperto, y al prudente conserva- contramos por consiguiente la parte común y la parte
dor el refrenamiento del celo de los absolutistas. individual, y si ob-.ervamos todavía con mayor dete-
Se hace observar contra esta teoría, que fundados nimiento, notamos que la primera traza en el tras-
los partidos en las edades, debían formarse reclu-
tando á los individuos que los componen según ¿I nú- (1) Lü mucha edad no nos convierte en niños, como se dice;
mero de sus años, lo que no sucede, pues en cr.da par- nos sorprende siendo todavía verdaderos niños!
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curso de su vida ciertos períodos diferentes, que he- del alma humana, descorriendo el espeso velo que la
mos dado en llamar edades, y hace esto sin voluntad oculta, y contemplar en cada individuo la estructura
y obligada por ley que desconoce. El carácter indivi- íntima de su carácter y de su espíritu, como de conti-
dual considerado en general, recorre también ciertos nuo hacemos con la de sus miembros y órganos, de
períodos diferentes, de mucha semejanza con los de la antemano iríamos asignando á cada uno el partido
primera parte (el cuerpo fisiológico en una palabra), político que mejor cuadra á su naturaleza, sin otros
por cuyo motivo decimos que tiene también sus eda- datos, ni más noticias que el espectáculo mismo de
des; mas así como las del cuerpo son necesarias y no su organización.
hay hombre que viviendo toda su edad se vea libre de Así, está d hombre sujeto en la elección de partidos
pasar por la infancia, adolescencia, etc., etc., las eda- á su organización individua', y no es independiente en
des individuales muchas veces no se desarrollan todas ese acto, pues á ello le obliga su misma naturaleza,
en un sólo individuo, y no pasa éste necesariamente cosa que él no ha creado á medida de sus deseos, y
por todos los periodos del espíritu individual. obra tan sólo di'l Creador que así lo dispone en sus
Hay ejemplos numerosos de individuos que se sien- planes divinos, no siendo por consiguiente él respon-
ten en todos los periodos do su vida gobernados por sable de las tendencias políticas de su carácter, que
las propiedades psicológicas que so manifestaron en el vienen preparadas y dispuestas por causas superiores,
tiempo que hubo de desarrollarse su edad primera; para demostrar, jumamente con otras, la necesidad
otros asimismo que desdi} su edad temprana muestran de que existan los partidos, cuyo fundamento, como
lasque sólo en períodos posteriores se determinan. De se acaba de ver, está en la misma naturaleza, en un
suerte que existen hombres que por cuerpo son jóve- derecho natural, y cuya existencia es indispensable
nes, y por espíritu individual niOos; otros que, pre- para el cumplimiento de altos planes y de trascenden-
coces en espíritu individual, son ya hombres no siendo tales fines. Por eso es tan grande la responsabilidad
todavía más que niños, dicienjo por eso en el uso co- que pesa sobre los partidos facciosos, cuando preten-
mún que existen hombres niños, y niños viejos; en den destruir á los que se les oponen; delito enorma
todo lo que observamos que sigue el cuerpo el cam- que ataca criminalmente á la ordenación ética del
bio de sus edades, sin que el espíritu individual siga universo.
siempre las suyas. La historia nos confirma estos he- Esa natural necesidad que impulsa el individuo á
chos: Alcibiades fue un niño; Augusto un viejo desde un partido determinado, no domina, empero, de una
su juventud; Pericles, joven hasta su muerte, y Sci- manera absoluta, en el hombre, ser libre y espontáneo,
pion, siempre un hombre. y es más bien una condición fundamental, modificable
Vemos así, que no siguen necesariamente las evo- mediante otros elementos y otros factores que influyen
luciones del espíritu ó carácter individual á los del también en la formación de los partidos, tales como
cuerpo, no obstante la gran influencia que estas últi- la educación, la experiencia, la meditación, lor estu-
mas pueden ejercer, y que hay circunstancias en que el dios serios y hasta la profesión que se ejerce, que con
carácter individual se conserva inmutable en >T>"dio otros muchos más pueden variar la disposición natu-
de las trasformaciones que sufre el cuerpo, cié la ral del individuo y conducirle á partidos que estaban
misma suerte que en otras progresar y perfeccionar ánto3 en abierta lucha con sus simpatías naturales. No
su vida ótica é intelectual, cuando su cuerpo ya no busquen, sea dicho de paso, por otra parte, pretexto
cambia ó cuando decae y envejece. En una palabra, en esto último algunos sujetos para disculpar la trata
puede mantenerse puro y limpio el carácter individual innoble que con su naturaleza, principios y concien-
mientras está el cuerpo enfermo y descompuesto, sos- cia suelen hacer, pues peores que los facciosos, ante-
teniendo de esa manera una especie de oposición ponen la conveniencia y el lucro personal á Tos inte-
con él. reses del partido y á los de la patria, mereciendo el
Ahora bien: al introducirse el hombro en un par- desprecio y la pública reprobación.
tido haciéndese propios la bandera y los principios de El carácter individual no se da siempre completa-
éste, quien obra no es la edad, que puede ser cual- mente puro y perfecto, de modo que sus tendencias
quiera, sino esa naturaleza individual, que da al estén delineadas con toda claridad, sino que, al con-
hombre cierta predisposición para el uno ó el otro trario, existen muy pocos hombres cuya individuali-
partido, inclinando sus simpatías al que mejor corres- dad sea acabada, pues por lo regular la organización
ponde á la organi/.acion psicológica de su espíritu in- de éstas está llena de lagunas ó imperfecciones, y
dividual, y en esto nos basamos para sostener que se compuesta además de mezclas que la predisponen á
encuentran ya en el hombre predeterminadas sus ideas otras tendencias. Conviene esto para la transición de
políticas, pues hay muchos que nacen liberales por los partidos, y para formar las diferentes subdivisio-
propia naturaleza, y asimismo radicales, conservadores nes que se señalan en toda tendencia general, cuya
y absolutistas. Si nos fuera dado penetrar en la trama jefatura queda encomendada á los que tienen una in-
de los profundos arcanos que se encierran en el seno dividualidad completa, típica, normal, por la cual se
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guían en las ocasiones solemnes las más imperfectas. sacudidas de tendencias tan opuestas, peligrarían su
En todo pueblo político observamos la graduación reposo, su seguridad y su progreso. La violencia de
lenta entre los partidos, y en medio de las diferencias los cambios de Revolución á Reacción y vice-versa,
que los separan existen puntos intermedios que sirven que está exponiendo desde hace un siglo la vida de los
para enlazar, si no unir, las diversas tendencias pre- Estados europeos, se explica por el imperio en esos
dominantes que no tienen esas demarcaciones absolu- grupos de los partidos extremos que han sabido apo-
tas, que en la apariencia muestran. En la votación y derarse de su dirección; y la paz de fiuropa y la de
en los momentos decisivos se forman dos partidos, todo Estado político bien organizado, descansa en que
como sucede en Francia ó Inglaterra, que parecen dirija la política la parte más templada y más varonil
profundamente separados é incompatibles; mas si se de los dos grupos.
penetra un poco en la organización de los dos grandes Veamos ahora la naturaleza especial de los cuatro
partidos que se oponen, hallamos en Francia los cen - partidos y su significación típica y psicológica, que
tros y los extremos, y en Inglaterra los radicales y los no corresponderá exactamente á los que existen en
ultratories, para demostrarnos que no son dos, sino la vida real, porque es esto casi imposible, puesto que
cuatro los que existen, y precisamente los cuatro no- aquí las consideramos en su forma interna y natu-
turales, que se dividen después en los grandes mo- ral, que después de todo, ha de servirnos de alguna
mentos en dos campos respectivos. Por ley natural se luz en medio de la confusión cauólica que á primera
unen dos partidos contra otros dos, pero á veces se vista se descubre.
da el caso de uno solo que lucha contra los tres res-
tantes, caso irracional y que demuestra, ó la injusticia V.
del que está en la práctica del gobierno, ó la ambición
EL RADICALISMO.
de los coaligados; cosa que no queremos pensar, y que
nos hace aceptar lo primero; pues si es censurable el Cuando la vida de la humanidad experimenta un
mal cometido por uno, el que perpetran tres juntos no cambio grande, y so inicia en la historia una nueva
tiene nombre. Generalmente se forman las coalicio- faz, nace el Radicalismo lleno de vigor y do fuerza, y
nes para contrarestar las insensateces de un partido empuja en su caída á las carcomidas instituciones del
extremo, lo que explica la poca duración que en el pasado, que no pueden resistir á las ideas y á las lu-
poder tienen, pues es impotente uno solo para luchar ces de la nueva era que se anuncia, como lo aconte-
contra los otros tres, y sólo en momentos do gran cido en nuestra época en la lucha que tuvo con la de
excitación guardan por el terror la fuerza y el gobier- la Edad Media desde mediados del siglo pasado. En
no, por ley natural patrimonio do los partidos medios, esos períodos tiene el radicalismo la misión de sor el
que ni ocasionan grandes dificultades, ni dan pié á las iniciador del movimiento, y es el precursor de la
coaliciones, aunque existan en la historia ejemplo de nueva era, á la cual prepara convenientemente los es-
éstas en los partidos extremos, y ejemplo también de píritus y extiende por todas partes sus ideas, que sir-
su poca duración y de su poco fruto, por apoyarse en ven para cumplir las grandes trdsformaciones de los
el absurdo y en lo imposible, en el odio común y en pueblos. ^
la negación, pero jamás en sus principios políticos, Receptivo principalmente es el espíritu del niño, y
contradictorios y opuestos entre sí. antes femeniles que varoniles las propiedades que le
La alianza de los partidos extremos produce la adornan. Está abierto su ánimo á todas las direcciones,
unión de los medios, y se manifiesta entonces la po- y contempla las imágenes infinitas de las cosas que
lítica conservadora-liberal ó liberal-conservadora, se- afluyen agrupadas y amontonadas á su vista, con ojo
gún el sentido que predomine, formando un cuerpo sereno y seguro, y forma en seguida, con asombrosa
fuerte, unido y compacto, que así por la superioridad confianza, ideas generales de las rápidas impresiones
intelectual como por la atracción de los elementos que en momento fugaz hirieron sus sentidos. Aprende
templados que en los partidos extremos se encuentran, mucho, pero demasiado aprisa, y casi siempre con la
puede con toda seguridad luchar en las contiendas imaginación, que le hace suponer cosas que no exis-
parlamentarias, predicando y realizando la unión y la ten; juega y se entretiene con sus imágenes y sus en-
concordia, para templar el ardor y la intransigencia sueños, Á los que atribuye vida real, acostumbrado
de los extremos. Todavía es más frecuente la alianza como está á dar vida también á los juguetes que ma-
de radicales y liberales en un campo, y la de conser- neja. Falto de experiencia, no se apercibe de las difi-
• vadores y absolutistas en el otro; y no es antinatu- cultades que se oponen á sus deseos; y si los ve, los
ral ni inconveniente esta separación, pues sirve para da poca importancia y tiende atrevido sus miradas al
el mayor desarrollo de las fuerzas que existen en el porvenir, persuadido y confiado que en él sus espe-
pueblo, siempre que no sean los puntos extremos los ranzas serán cumplidas, y que el ideal que en su alma
que preponderen en cada grupo, porque en tas gran- lleva obtendrá existencia real y efectiva.
des oscilaciones que experimentaría el Estaco con las En la revolución francesa .es cuando mejor se ha
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dibujado este rasgo idealista-radical, pues en ninguna bernable, á la manera de máquina automática, incons-
otra época se han creído más sólidas y seguras las ciente é irracional. Y es esto de tanta mayor signifi-
abstracciones del entendimiento humano, porque á cación, así para el buen orden del Estada como para
nadie se le ocurrió poner en tela de juicio las doctri- la justicia humana, única regla que enseña á hacer
nas que fueron preparando aquel gran acontecimiento, prósperos los pueblos, y que es á lo que se endereza
de cuya eticada y realidad sólo dudaban los temero- el verdadero gobierno político, cuanto que de otro
sos de su éxito, sin que públicamente se atrevieran á modo encuentran explicación los sofismas y errores
refutarlas; tan grande y tan imperiosa era la necesi- que corren en los partidos extremos, que de esa igual-
dad que todos sentían de una trasformacion, de un dad exagerada deducen la de la propiedad, trabajo y
cambio radical. Entre los doctrinarios de aquel pe- otras cosas más, en donde es evidente que la igualdad
ríodo fue Kousseau de los más radicales, y el que de derecho en que todos conformamos, ha sido con-
mejor nos caracteriza el tipo idealista revolucionario. vertida en nivelación social y en ley única, que pierde
Por medio de conceptos abstractos creó en su fantasía lo que designa de derecho, y queda sólo lo de igual-
un nuevo Estado con el contrato social, voluntad co- dad, que luego se extiende como norma única á todas
lectiva y otras definiciones á cual más abstractas, y las esferas de la vida.
le presentó en frente del otro antiguo que poco á Así como existe una doctrina radical de la igualdad
poco iba desmoronándose, y cuya destrucción era el quo se distingue de la verdadera por su excesiva exa-
objetivo de todos, aunque no se supiera con qué reem- geración, existe también la de la libertad, extrema y
plazarlo, pues lo que urgía era acabar con él. El pen- radicf.l juntamente, pues no toma en consideración las
samiento abstracto de Rousseau es el mismo que ve- condiciones necesarias que la limitan , y desprende
mos en el abad Sieyes al querer erigir en tipo y norma consecuencias sin cuento de esa regia abstracta y abso-
el tercer estado, construyendo al nuevo orden de co- luta. El vicio radica en el punto de partida, porque, si
sas con leyes exactas y matemáticas, como quien le- funda esa libertad en los solos individuos, exagera su
vanta una pirámide; y por último, esa abstracción, poder y concluye en la anarquía y en la destrucción
elaborada por Rousseau y aplicada por Sieyes, encuen- del Estado; si de la libertad de la sociedad deriva la
tra en el radical Robespierre su órgano y ejecutor. En individual, igual para todos, oprime al individuo con
aquel concepto de la igualdad se hizo abstracción de el peso de lo que llama norma social; y en conclusión,
otra verdad que la completa, de la variedad indivi- es siempre arbitrariedad esa libertad, en el primer
dual, y se convirtió la libertad del individuo en prin- caso, de los individuos, y en el segundo, de la socie-
cipio absoluto y único del Estado, tomando su tipo y dad, quedando la verdadera oscurecida y perdida,
norma en las masas. Igualdad sin libertad as un vacío con aquél la del todo, y con éste la de los individuos.
que nada contiene, y la libertad que desatiende la Otro de los errores que el radical comete es el de
igualdad natural ó que la viola, es la arbitrariedad de la igualdad histórica, en lo que queremos dar á en-
los unos y la esclavitud de los otros. En la Asnmblea tender esa confusión que de ordinario hace entre unos
Constituyente se reconoció la necesidad de estos dos y otros pueblos, unas y otras condiciones históricas,
principios, pero más t,arde fue predominando el par- que imagina él de poca monta si se compara con los
tido radical y dándoles un carácter absoluto, y se lla- principios abstractos y absolutos, que sólo él conoce,
mó libertad al imperio de las muchedumbres, y en de verdad indiscutible, y que se imagina tan ciertos,
nombre de la soberanía popular se esclavizó la liber- como al niño lo que en la escuela aprende, y se
tad del individuo. Hoy todavía existen muchos parti- confía inocentemente á las leyes y constituciones por
dos radicales que conservan las mismas ilusiones, su fantasía elaborados á que atribuye el mágico poder
pues los dos rasgos característicos do este partido de remediar toda clase de males y de contratiempos.
son: no conecer las fuerzas de la vida real y las con- Y es ilusión muy frecuente de los radicales suponer
diciones históricas en que se encuentra; y la creencia que con leyes abstractas puede á su capricho construir
de que los conceptos abstractos que el hombre se ima- un nuevo mundo, diferente del que le rodea y mejor,
gina, rigen efectivamente la vida. pues el valor de sus principios no está limitado á tiem-
En el concepto de la igualdad no saben distinguir po y lugar, porque se fundan en lo absoluto, y esto
los elementos complejos de que se compone la natu- siempre es bueno y aplicable, lo mismo en Tasmania
raleza humana, puesto que hacen predominar á uno que en Cochinchina.
solo de ellos, el derecho común que todos deben dis- Gusta el niño de exagerar las cosas hasta su último
frutar, y rigen por éste á todos los restantes, como si término, y de proseguir con ardoroso celo de conse-
no fuera el hombre más que un ser de derecho y no cuencia en consecuencia lodos los resultados de un
sirviera de fundamento á esta relación externa su principio admitido, sin pensar en el examen de éste,
misma individualidad, de mayor valor y contenido que ni en otro cualquier obstáculo ó dificultad. Es innato
lo que.ahí se maniliesta, y que á toda costa debemos en él el amor á lo extremo y el atribuir vida real á
garantizar, si la sociedad no es una masa informe, go- los ejercicios gimnásticos de su pensamiento, confun-
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diendo la escuela con la realidad y midiendo ésta con ria, y el tradicionalismo hubiera impedido el progreso
aquella. ¡Cuántos pensadores construyen el Estado de en la historia. En no pocas ocasiones ha sabido llamar
esta suerte, como si él fuera un sistema lógico, y no la atención de otros partidos, haciéndoles comprender
el cuerpo vivo de un pusblo vivo! Hay en el niño, las necesidades de los tiempos, obligándoles á corre-
como en el radical, un deseo insaciable de saber y de gir y reformar un mal que no notaban; porque siempre
cultura, y ningún sitio para él tan conveniente como está alerta y mirando hacia adelante, y no perdona lo
la cátedra y la escuela, porque por naturaleza está do- que cree malo, que á todas horas denuncia, haciéndose
tado de un carácter más acomodado al del que estudia, de este modo hasta útil en la oposición. En el gobier-
y se observa que son muy buenos pedagogos, como no, cu?,ndo las circunstancias no son las arriba anun-
Rousseau y Perlalozzi, por ejemplo. Su presencia en ciadas, es inepto, se desacredita pronto y no le guarda
los cuerpos académicos es degrandísima utilidad por el mucho tiempo; su programa es destruir lo malo, y
celo y entusiasmo con que desempeñan sus funciones, existiendo éste, su misión es justa. Destruye, aunque
y no es entonces censurable su radicalismo, sino cuan- no tenga qué reponer; inicia mucho, pero informe y
do confunden sus abstracciones con la política y cuan- nada concreto; necesita de los otros partidos que
do, estando en la tribuna, se imaginan hablar en la cá- hagan lo que el no puede: crear y conservar.
tedra, y llevan allí, no sólo el tono y énfasis de ésta, El radicalismo es casi igual en todas partes: socia-
perdonables entre sus escolares, sino además panaceas lista y democrático, debiendo hacerse ligerasexcepcio-
universales; pues no hay cosa humana habida ó por nes entre un pueblo y el otro, que al unirle con algún
haber, que no sepas ó no curen. Porque su carácter, elemento histórico ó circunstancia particular, le dan
como el del niño, jovial y alegre, no conoce las difi- cierto tinte local, como en Alemania, donde, además
cultades, rechaza lo que le molesta, y odia todo lo de los dos caracteres mencionados, existe un partido
que le estorba; tiene el instinto de una nueva vida, y radical romántico, debido al momento histórico en que
su ideal es siempre lo futuro, que él mismo pinta y el pueblo alemán se encontraba, y que justifica per-
anima con las esperanzas que bullen en su pecho. En fectamente su existencia. En algún país, un fenómeno
política considera al mundo bajo el mismo prisma, político pono el radicalismo en situación extraordina-
cree que ó! anuncia una nueva era, única cosa que le ria, pues lleva su nombre un partido que no lo es, y
embarga el entendimiento y que le impide apreciar los verdaderos radicales salen de la regla común en
las proporciones de las cosas y sus relaciones históri- quede ordinario son comprendidos, y presentan ca-
cas. Como no tiene justa estima de la realidad de racteres tan singulares, que harían muy difícil la expli-
las cosas y sólo le dominan pensamientos nuevos y re- cación do la variedad; allí los hay federales, cantonales,
formadores, quiere cumplir éstos sin conocer aquella, socialistas, autocríticos, comunistas, internacionales,
todo lo emprende sin saber cómo, y le acontece que anárquicos, liquidadores, y por último, fulanistas.—
toma en sus manos grandes cuestiones y grandes em- ¿Quién osará entrar en pormenores y dar razón de
presas, que intenta resolver y cumplir con medios esta inmensa diversidad? De todos modos, mejor es
pequeños. Si sufre un contratiempo, recoge sus alas, callar que hablar poco, habiendo tanto que decir.
é impresionado momentáneamente, se cree perdido;
pero más tarde y en otro dia, nuevas esperanzas vuel- v? VI.
ven á henchir su pecho, excitándolo á nuevos tanteos EL PARTIDO LIBERAL.
y á nuevas empresas. En el legítimo libaralismo se manifiesta la natura-
Cuando una época pugna por desasirse del peso de leza del hombro joven, que, abandonando la escuela,
otra pasada, y le es preciso separar y destruir los obs- penetra en el camino de la vida con pleno conoci-
táculos que obstruyen su camino, el Radicalismo es miento de sus fuerzas y de sí propio. En esta edad tan
entonces necesario. En esta obra de destrucción en- sólo se desarrolla el entendimiento y se conocen las
cuentra sumo placer, y es de verle cómo acomete con cosas como son, y no como la fantasía se las imagina;
implacable violencia al viejo armazón que intenta re- pues de juicio más grave ya, examina el hombre el
sistirle, cómo le empuja, sacude, y hace oscilar; con terreno que pisa y sobre el cual quiere construir sus
qué furor dirige sus golpes, y cuando, derribado el trabajos, ó ios que hace siempre preceder la critica,
edificio, caen estrepitosamente sus muros y sus co- que no es del género de la radical, negadora y que se
lumnas, levantando espesos remolinos de polvo, y sólo complace en la destrucción; antes bien, serena y posi-
se oye griterío y confusión, ebrio de placer, apagan tiva, que empieza por purificar para evitarse el des-
sus carcajadas el lúgubre ayear de los desolados, que, truir, y se asimila lo bueno que en la mala apariencia
juntamente con las ruinas, caen y sucumben. Muchas de una cosa suele ocultarse, guardando la semilla sana
veces, en verdad, es tan impetuoso, que todo lo arrasa, y fecunda, que monda con celo del fruto podrido, que
lo bueno y lo malo, y que numerosos gérmenes perecen arroja, mas no con lo vivo y lo sano, como hace la
en la general devastación; pero sin él no hubiera crítica radical, que con todo concluye aun mismo
habido la trasformacion que en el mundo er< necesa- tiempo.
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No es el liberal tímido, y en voluntad nada ¡e aventaja sus empresas más serenidad y mayor valor, pues co-
el radical; al contrario, es la suya más decidida y más noce el peligro; y la moderación y el miramiento en
constante; es la del hombre formado. Todo lo prueba estos casos no son seguramente cualidades del débil.
y examina, sin miedo y sin ligereza, advertido de la Distingue principalmente ai hombre quo está en el
gravedad de su obra, y con pleno conocimiento de lo goce de su juventud el desarrollo de las fuerzas crea-
que hace, que seguramente no le empece de acome- doras. Por eso busca en esa edad el medio de asegu-
terla, y de destruirla asimismo si el caso lo requiere; rar su vida en el mundo tomando una posición que le
pues el valor y la energía de los radicales no pierden favorezca y que le permita sostenerla con independen-
punto en el carácter del liberal. Ninguna autoridad le cia y libertad. Existen individuos que sienten esa ne-
es tan sagrada para que ciegamente se someta á ella, cesidad durante lodo el trascurso de su vida, y no
él la estudia y la interroga; analiza las circunstancias únicamente en un período de ella, y que están en un
que la rodean, pesa sus pretensiones, y cultiva la que continuo movimiento, efecto de que no han perdido el
encuentra justa; mas no como el radical que diviniza carácter juvenil y que conservan todavía nuevas fuer-
á la que inventa y desprecia las restantes; antes al zas. Es también cualidad del liberal la fuerza organi-
contrario, á la autoridad que estima justa antepone la zadora que corresponbe á esa edad; tanto, que los
obediencia á la autoridad necesaria, porque sin este grandes organizadores en la historia han sido casi
criterio ninguna nación se puede bien gobernar. Tam- siempre liberales ,"ó tenían en su espíritu mucho de
poco se antoja de destruir todo lo que ante él existe, ello. Cuando el radicalismo ha dado al traste con lo
por el mero hecho de que procede del pasado y de que antiguo y tiene preparado el terreno para las institu-
estaba en pié antes de que él se presentara; pues no le ciones nuevas, es misión del partido liberal plantear-
atolondra la ilusión de que empieza con él un mundo las y realizarlas, porque á la Escuela corresponde la
nuevo, ni le dominan las abstracciones escolásticas, ni sistematización, y porque las fuerzas de la política
desea convertir la vida real en ejercicio práctico de creadora se conservan organizando.
reglas y principios concebidos en la imaginación de un Mira también hacia adelante el liberalismo; pero el
cerebro caliente. No existe para él hecho humano que porvenir no está tan lejano de él como del radicalis-
no merezca el examen, ni cosa tan sublime que no mo, que sólo imaginariamente puede alcanzado, y lo
sea perfectible; cree, a) contrario, que lodo es imper- ve con toda claridad y se esfuerza á realizarlo en el
fecto para que de dia en dia pueda ir perfeccionándose, presente, ó en prepararle con toda certeza para lo
y que el progreso es una verdad, por lo mismo que es futuro, enlazando los resultados del pasado con los
necesario que las cosas mejoren; pues si las abstrac- de la actualidad. Es entusiasta por las ideas, que an-
ciones absolutas de los radicales dominaran, que no tepone á todo, pero las verdaderas y fecundas, no los
dominarán, y fuera juntamente hacedero conocer las schemas de abstracciones. Si comparamos las ideas
leyes absolutas de la política de los pueblos, una vez principales que trabajan desde hace un siglo en la for-
establecidas, cesaría todo movimiento de avance y se mación de los Estados, notaremos el progreso que se
caería en la inercia y en lo estacionario; lo que no ha efectuado de ¡os conceptos radicales á los liberales.
ocurre, aun cuando en el poder se intentara realizar El pensamiento de Rousseau, del Estado-Sociedad,
esos sueños, porque se tropieza con dificultades é im- dista mucho del liberal, que piensa en el Estado-
posibles que, después de todo, son los mentís que la Pueblo y que no le convierte en unidad que han for-
realidad de las cosas lanza contra los que así se preci- mado por medio de contratos individuos aislados. La
pitan, para demostrarles que es eila demasiado grande libertad radical era también un concepto abstracto
para caber, en un momento dado, dentro de la capri- fundado en la igualdad y regida por la arbitrariedad
chosa fantasía del hombre. de todos; la libertad liberal radica en la viva persona-
El liberal es antes reformador que revolucionario, lidad, así del individuo, como del pueblo todo. La
porque leme las fuerzas destructoras que se desatan con idea de nacionalidad, con significación positiva, de
las revoluciones, y ensaya primero todos ios medios lo que carecían muchos de los conceptos del siglo
para evitarla. Mas si'todos son inútiles, no ceja de sus pasado, puede servir, comparándola con la de socie-
propósitos, y llegado el caso, no retrocede ante la Re- dad, para demostrar la diferencia tan grande que en-
volución, que, una vez cumplida, trata de encauzar en tre uno y otro existe. Además, la idea primaria del
las sendas del Derecho, haciendo frente á sus extre- liberalismo es todavía superior á la que antecede, pues
mos y á sus desenfrenos. Se le acusa entonces de se eleva sobre eila y funda la que más le entusiasma,
poco valor, porque no admito ios principios como ab- la de humanidad, demostrando que no le basta ser
solutos, y se le cree escóptico y flaco de fuerzas, nación, y que reconoce ser miembro de la humani-
cuando precisamente caracteriza al liberal su energía dad, más grande y más importante que la anterior.
y su valor varonil, que empica con toda conciencia El hombre joven profesa amor entrañable á la liber-
para el logro de los fines que le preocupan, y no ciega tad; y libre ya do toda tutela, determina de sus actos
y tormentuosamente como el radical, probando en con entera independencia, eligiendo aquí y allá lo que
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mejor le conviene y acomoda. El liberal asimismo ama carácter y espíritu de un pueblo, y tan unido con este
á la libertad más que á toda otra cosa; tanto, que ser último, que es como el cuerpo de su alma, siendo
libre le parece que es vivir, y sin libertad pierde la causfi de que el Estado de los liberales monárquicos y
vida sus atractivos y su precio. No se imagina, empe- republicanos sea siempre popular, y un todo vivo con
ro, que la libertad se halla fuera de! orden común, miembros vivos y que están en unidad, que á su vez
antes la supone condicionada por las fuerzas natura- garantiza la libertad de todos. Prolijo sería enumerar
les que allí se expresan, porque en esto descansa la todos los progresos que entre nosotros ha introducido
unidad y armonía del todo. Insiste su concepto de el espíritu liberal, en el sistema representativo, en la
libertad particularmente en la del espíritu, pues en- participación de todos en el ejercicio del derecho, en
tiende que sin ella no puede el hombre cumplir su la pública administración, etc., etc., reformas y ade-
destino, y que su ausencia es muy funesta para la vida lantos que aumentan todavía su importancia si se
pública y privada. Convencido de que lodo lo humano tiene en cuenta que aún estamos en los primeros mo-
es relativo, no pide más libertad que la que corres- mentos de su evolución y que falta muebo que hacer.
ponde á la facultad personal de cada hombre, y no En esta empresa ha de verse, en más de una ocasión,
quiere tampoco esas libertades otorgadas, que le ins- cohibido por los obstáculos que se lo presentan, pro-
piran mucho recelo, admitiendo á las solas innatas ó cedentes muchos de las tradiciones del pasado, no
adquiridas con el trabajo y el esfuerzo. Y sabe, por pocos de los errores y las exageraciones, y todos ellos
otra parte, que las fuerzas aumentan cuando se ejer- del apasionamiento ó de ¡a inexperiencia. Hace ya un
citan, por donde comprende que la libertad crece tam- siglo que el mundo está moviéndose entre oscilacio-
bién con la cultura y con el ejercicio de la vida; punto nes á cual más bruscas y que no encuentra su centro
os este de mucha importancia, porque ahí encuentra de gravedad; pero el notorio progreso que se demues-
el fundamento para afirmar que existen grados de tra en la historia, y que nadie puedo negar, nos ga-
libertad y para tener por ilusorias las idea» radicales, rantiza el triunfo completo del principio liberal, pues
que creen tan apto para la libertad á un pueblo inculto á ese fin todo se encamina, y juntamente un floreci-
y supersticioso, como al varonil, que en pensar mucho miento tan grande y portentoso en libertad y civili-
y en obrar está ya muy amaestrado. zación, que sobrepujará á cuantos se han conocido.
Y consiste esto en que, para alcanzar una afirma- Es evidente que no cuadra muy bien cuanto hemos
ción, emplea constantemente el liberal el método psi- dicho de! liberalismo, de su fuerza y energía, á lo que
cológico, con eí cual estudia las propiedades psíquicas suele darse el nombre de liberal; mas es asimismo
de una nación, juntamente con las de sus individuos, evidente que en nuestros liberales existen muchos
y del estado en que se encuentran deduce los facto- elementos radicales de que deben purificarse, pues se
tores que rigen la vida del hombro, sin presuponer distinguen do los partidos extremos antes por su mo •
conceptos como hace el radical, que entonces no le deracion que por su valor. Y es también de notar, que
fuera dado descubrir las leyes verdaderas que gobier- las verdaderas cualidades del liberal se dan en algu-
nan la humana naturaleza, y habíalas de derivar, nos individuos, aunque muy pocos, pero raramente en
como aquél, de principios abstractos, de certeza pro- las grandes agrupaciones: siendo, por otra parte,
blemática cuanto más, y de condición antipolítica laudable y^Signo del mejor encomio, que todo un par-
seguramente. No decide de antemano el liberal la tido haya hecho suyo el tipo ideal del hombre joven y
libertad que á un pueblo conviene, y empieza exami - vigoroso, y que intente alejarse do las maneras é
nando primero el momento psicológico en que se ideas radicales, todavía imperfectas y extemporáneas.
halla, para después darle la que mejor le convenga, y De todas suertes, el hecho mismo es UJI progreso y
en este método busca el punto capital de toda sana demuestra que no en vano le enseña la experiencia y
doctrina política que intente penetrar en los abismos que cada vez adquiere mayor robustez y profundidad.
sin fondo del corazón humano, pues no hay otro ca- Bueno es qua viva advertido de su altísima misión en
mino para conocer sus intrincados secretos y la ma- nuestros tiempos, pues todo se compone de tal mane-
nera de ser cada carácter, tan complejos y varios. Su ra, que como si su bandera fuese la de la civilización
principio en esta cuestión, es el de dar á cada cual lo y no la de un partido, la enarbolan los que antes se
que por propia naturaleza y manera particular le cor- declaraban sus peores enemigos.
responda.
JOSÉ DEL PEROJO.
El concepto que el liberal se forma del Estado tiene
también un carácter psicológico, pues no es el suyo (Concluirá.)
aquel antiguo que supono á Dios gobernando el Estado
por intervención inmediata ó por el clero y el prínci-
pe, sus inspirados representantes, y tampoco le satis-
face la idea radical de que es un sistema abstracto de
leyes, porque entiende que es el organismo iwo del
TOMO v.

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