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Anomalías CósmicasMuy Interesante España|Noviembre 2018

Estructuras inconcebiblemente grandes, galaxias que no deberían estar donde están,


estrellas de brillo exagerado, emisiones de radiación inclasificables... Son muchas aún
las piezas que se resisten a encajar en el puzle de los astrónomos, y aquí te presentamos
ocho de las más desconcertantes.
Miguel Ángel Sabadell
Las fusiones de estrellas de neutrones se cuentan entre los sucesos más violentos
del universo y son una posible fuente de estallidos de rayos gamma.
El universo ha resultado ser perverso: no nos va a dar respuestas sencillas”. De esta
manera tan irónica se expresaba el astrofísico norteamericano John Huchra, que falleció
hace ocho años. Y efectivamente, el cosmos ha demostrado, y sigue demostrando, tener
una casi infinita capacidad para asombrar a todos aquellos que se dedican a estudiarlo.
Nuestra percepción del espacio exterior ha cambiado radicalmente en poco más de
medio siglo. Hemos descubierto que todo surgió de una gran explosión y que el
universo tiene forma de esponja, con grandes acumulaciones de estrellas y grandes
vacíos. Ahí afuera existen galaxias en las que cabrían, holgadamente, cien Vías Lácteas,
donde colosales dinamos cósmicas generan tanta energía como un billón de soles. Un
cosmos del que, en definitiva, sabemos muy poco: incluso desconocemos de qué está
hecho –el 90 % es materia oscura– y no comprendemos cómo es posible que haya
estructuras o fenómenos que no deberían existir, como las que exploramos a
continuación.
Descubierto en 2014, Laniakea es un super cúmulo –agrupación de cúmulos
galácticos– en el que se encuentra nuestro hogar espacial–izquierda–. Este tipo de
estructuras gigantescas, muy intrigantes para los científicos, parecen conectarse a
su vez en una especie de malla que se extiende por todo el universo –abajo,
simulación informática–
1. SUPERCÚMULOS DEMASIADO GRANDES
Desde mediados del siglo XX, los astrónomos han estado descubriendo agrupaciones de
estrellas con el inconcebible tamaño de supercúmulos, es decir, un cúmulo de cúmulos
de galaxias. Su existencia habría pasado totalmente desapercibida si, en la década de los
ochenta, un grupo de siete jóvenes astrónomos no se hubiera tomado la molestia de
estudiar cómo se mueve la Vía Láctea por el espacio. Según sus cálculos, algo en
dirección hacia las constelaciones de Hidra y Centauro hace que nuestra galaxia –y
todas sus vecinas– viaje hacia allí a 600 km/s, o sea, a más de dos millones de
kilómetros por hora. Es el Gran Atractor, una masa de 10.000 billones de soles cuyo
centro se encuentra a entre 150 y 250 millones de años luz de la Tierra.Para acabar de
complicar las cosas, otro grupo de científicos estadounidenses comprobó en 2014 que el
Gran Atractor no es otra cosa que el centro de un supercúmulo gigantesco: Laniakea. Y,
encima, este no es el más grande: un año antes fue descubierta la Gran Muralla de
HérculesCorona Boreal, verdadera bestia con 10.000 millones de años luz de largo,
7.200 millones de ancho y 700 millones de grosor.
Los astrónomos se quedaron con la boca abierta: ¿cómo puede existir una estructura que
ocupe, por su lado más extenso, la novena parte del universo visible? Hasta su hallazgo,
los científicos estaban convencidos de que las superestructuras cósmicas desaparecían
cuando se alcanzaban distancias de mil millones de años luz; nadie esperaba ningún tipo
de organización cósmica por encima de esa distancia. Pues bien, la Gran Muralla de
Hércules-Corona Boreal supera ocho veces ese límite: es tan grande, compleja y alberga
tanta masa que no hay forma de explicar qué hace ahí o cómo pudo formarse tan solo
3.000 millones de años después del big bang. Es, sin duda, la mayor anomalía del
universo.
2. DESCONCERTADOS POR LA SEÑAL DE PERSEO
La astrónoma que descubrió este fenómeno, Esra Bulbul, del Centro de Astrofísica
Harvard-Smithsonian, lo ha dejado bien claro: “A primera vista, lo que hemos
encontrado no se puede explicar con la física conocida”. Junto con un equipo de varios
colegas, Bulbul usó el telescopio espacial de rayos X Chandra para explorar el cúmulo
de Perseo, un enjambre de galaxias a unos 250 millones de años luz de nosotros, uno de
los más masivos del universo. Lo que lo hace especialmente atractivo es que está
inmerso en una enorme atmósfera de plasma sobrecalentado, lleno de iones de hierro,
azufre, silicio... Sabemos que están ahí por las líneas que dejan en el espectro de luz:
cada átomo, cada ion, emite energía en una serie de lugares definidos del espectro que
reciben el nombre de líneas espectrales; son como las huellas dactilares de los
elementos químicos. Para sorpresa de Bulbul, su equipo descubrió en 2014, tras analizar
diecisiete días de datos recolectados por Chandra, “una línea a 3,56 keV –millones de
electronvoltios– que no corresponde a ninguna transición atómica conocida”. Al
principio, Bulbul no se creyó lo que estaba viendo: “Me llevó mucho tiempo
convencerme de que no se trataba de un error”.
La existencia de la señal de Perseo se confirmó más tarde, cuando Bulbul encontró la
misma firma espectral en otros 73 cúmulos de galaxias gracias al satélite XMM-
Newton. Poco más de una semana después, un grupo de astrónomos dirigido por Alexey
Boyarsky, de la Universidad de Leiden (Holanda), la cazó en nuestra vecina galaxia de
Andrómeda. Los teóricos se estaban frotando las manos: ¿estaremos ante una emisión
de la hasta ahora invisible materia oscura?
La Gran Muralla de Hércules-Corona Boreal supera ocho veces el límite teórico al
tamaño de las superestructuras espaciales
Los datos reunidos por la sonda japonesa Hitomi hace pensar que una misteriosa
emisión de rayos X localizada en el cúmulo de Perseo podría provenir de materia
oscura.
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