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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA

VICERRECTORADO ACADÉMICO

ESCUELA DE DERECHO

SAN JOAQUÍN DE TURMERO – ESTADO ARAGUA

La victimologia y derecho penal como disciplina jurídica en el contexto


venezolano desde el punto de vista jurídico en la criminología.

ALUMNO

RICHARD RAFAEL JAIMES GARCÍA

C.I.19.028.495

SAN JOAQUÍN DE TURMERO, ABRIL DE 2021


Índice

Resumen ……………………………………………………………….……….…..3

Introducción…………………………………………………………….….…….….4

Noción de la Victima………………………………………………….………….…5

La Victima en el Proceso Penal Venezolano …………………….…….…….….6

Factores Victimológicos …………………………………………….……….


……..7

Consecuencias de la Victimización ………………………………….……….…..6

Conclusiones y Recomendaciones………..…………………………………….14

Referencias bibliográficas………………………………………………………...16

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Resumen

En términos generales, víctima es una "persona que padece daño por


culpa ajena o por causa fortuita". La definición de víctima y sus derechos se
encuentra en los artículos 118 al 123 del Código Orgánico Procesal Penal.
Las víctimas son consideradas bajo una concepción amplia, que incluye a las
víctimas directas e indirectas, individuales y colectivas. Así mismo, la Ley de
Protección a las Víctimas, Testigos y demás Sujetos Procesales promulgada
en octubre de 2006, luego de siete años de vigencia del Código Orgánico
Procesal Penal, establece los principios que rigen la protección de los
derechos e intereses de las víctimas

Por factor victimógeno entendemos todo aquello que favorece la


victimización, o sea las circunstancias, condiciones o situaciones de un
individuo que lo hacen proclive a ser elegido como víctima. Hay diversas
formas de clasificar los factores victimógenos, así, si consideramos a la
víctima como un ente biopsicosocial, los factores pueden ser biológicos,
psicológicos y sociológicos.

Así mismo, los efectos del hecho delictivo producen secuelas que influyen
en el ánimo y, por ende, en el actuar del doliente. La víctima sufre a menudo
un severo impacto psicológico, que incrementa el daño material o físico del
delito, la importancia ante la agresión, o el miedo a que se repita, produce
ansiedad, angustia o abatimiento (Landrove, 1994). Más aún representa la
experiencia individual de la víctima derivada del hecho mismo de haber
padecido el delito y a las diversas consecuencias perjudiciales que eso
conlleva, sean de carácter físico, económico psicológico o social
(Pecharromán, 2013).

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Introducción

El estudio del crimen conlleva y connota toda una serie de aspectos que
forman parte de la esencia del ser humano, como sus pasiones, su manera
de convivir, su forma de imaginar, lo que desea, qué valores le mueven.
Todo ello es válido para entender por qué un individuo o un grupo de ellos
cualesquiera pretende aprovecharse de otro u otros, a través de un
comportamiento que trasgrede y rompe un compromiso tácito en el que la
libertad de uno termina donde empieza la de otro.

Dentro del concepto jurídico la palabra o figura jurídica “víctima”, solo se


refiere a un concepto limitado y esto es en el sentido de que la conducta
generadora de la acción esté tipificada por la ley penal; es decir que la
conducta que un sujeto provoque esté prohibida por la ley para que la
persona en quien recaiga la conducta se le pueda llamar víctima, o sea
víctima de esa conducta de ahí que sea muy criticado el concepto que utiliza
la doctrina jurídica al referirse a las víctimas, ya que la definición jurídica no
incluye el sentido amplio de lo que hoy es el concepto.

El reconocimiento de los derechos de las o personas que son víctima de


un hecho punible, en los marcos del proceso penal donde éste sea juzgado,
constituye uno de los avances más notorios del COPP, en torno con las más
modernas corrientes doctrinales en materia de derecho procesal penal y de
derechos humanos y en consonancia con las obligaciones internacionales de
la República de Venezuela. Por tal razón, en el presente informe, se
pretende abordar la noción de la víctima, y su participación en el proceso
penal Venezolano, así como los factores que influyen en la victimización y las
consecuencias dela misma.

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Noción de la víctima

En términos generales, víctima es una "persona que padece daño por


culpa ajena o por causa fortuita" (RAE, 1993, 1340). De acuerdo con esta
definición, no se considera la posibilidad de ser víctima, si se es responsable
de la situación victimizante, sobre este punto no hay acuerdo en la doctrina,
sin embargo, podríamos mencionar aquí los llamados "delitos sin víctima",
como sería por ejemplo, la prostitución, la drogadicción, entre otros.

Por otro lado, una definición amplia de víctima de delito es la que trae la
“Declaración de Principios Fundamentales de justicia para las víctimas del
delito y del abuso de poder”: las personas que, individual o colectivamente,
hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento
emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos
fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la
legislación penal vigente en los estados miembros, incluida la que proscribe
el abuso de poder (ONU, 1985, 3).

Así mismo La Declaración de Principios Fundamentales de Justicia para


las Víctimas del Delito y del Abuso de Poder define a la víctima del abuso de
poder económico y político así: las personas que, individual o
colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales,
sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus
derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones, así
las mismas no lleguen a constituir violaciones del derecho penal nacional,
pero violen normas internacionalmente reconocidas relativas a los derechos
humanos (ONU, 1985, 6). Es importante resaltar que las víctimas de abuso
de poder económico y político, son también víctimas de variados tipos de
delitos, muchos de ellos considerados graves (por ejemplo: homicidios,
raptos, lesiones, torturas). Esta definición se queda corta, ya que se refiere

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sólo a dos tipos determinados de abuso de poder, sin embargo, derivados de
la violación de normas que reconocen derechos humanos.

La víctima en el proceso penal venezolano

La definición de víctima y sus derechos se encuentra en los artículos 118


al 123 del Código Orgánico Procesal Penal. Las víctimas son consideradas
bajo una concepción amplia, que incluye a las víctimas directas e indirectas,
individuales y colectivas. De esta forma, además de la persona directamente
ofendida la definición abarca: 1) El cónyuge o la persona con quien haga vida
marital por más de dos años, hijo o padre adoptivo, parientes dentro del
cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, y al heredero, en los
delitos cuyo resultado sea la incapacidad o la muerte del ofendido; y, en todo
caso, cuando el delito sea cometido en perjuicio de un incapaz o de un
menor de edad; 2) Los socios, accionistas o miembros, respecto de los
delitos que afectan a una persona jurídica, cometidos por quienes la dirigen,
administran o controlan; 3) Las asociaciones, fundaciones y otros entes, en
los delitos que afectan intereses colectivos o difusos, siempre que el objeto
de la agrupación se vincule directamente con esos intereses y se hayan
constituido con anterioridad a la perpetración del delito (artículo 119 COPP ).
De igual forma, se contemplan la categorización de víctimas especialmente
vulnerables, entre las que figuran los ancianos, niños, personas
discapacitados entre otros (artículo 6).

La víctima tiene el derecho de presentar formal querella, sin que ello sea
requisito para participar en el proceso y ejercer los demás derechos: 1) Ser
informada de los resultados del proceso, aun cuando no hubiere intervenido
en él; 2)Solicitar medidas de protección frente a probables atentados en
contra suya o de su familia; 3) Adherirse a la acusación del fiscal o formular
una acusación particular propia contra el imputado en los delitos de acción

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pública; o una acusación privada en los delitos dependientes de instancia de
parte; 4) Ejercer las acciones civiles con el objeto de reclamar la
responsabilidad civil proveniente del hecho punible; 5) Ser notificada de la
resolución del fiscal que ordena el archivo de los recaudos; 6) Ser oída por el
tribunal antes de decidir acerca del sobreseimiento o antes de dictar
cualquier otra decisión que ponga término al proceso o lo suspenda
condicionalmente; 7) Impugnar el sobreseimiento o la sentencia absolutoria
(artículo 120 COPP).

La Ley de Protección a las Víctimas, Testigos y demás Sujetos


Procesales promulgada en octubre de 2006, luego de siete años de vigencia
del Código Orgánico Procesal Penal, establece los principios que rigen la
protección de los derechos e intereses de las víctimas y regula las medidas
de protección, en cuanto a su ámbito de aplicación, modalidades y
procedimiento. Para garantizar su puesta en marcha prevé la creación del
Fondo Nacional para la Protección y Asistencia de las Víctimas, adscrito al
Ministerio Público e integrado por recursos del presupuesto nacional, estatal
y municipal, multas impuestas en procesos penales, incautaciones,
confiscaciones o comisos de bienes por narcotráfico o delitos de delincuencia
organizada entre otras (artículos 43 y 44).

Factores victimógenos

Por factor victimógeno entendemos todo aquello que favorece la


victimización, o sea las circunstancias, condiciones o situaciones de un
individuo que lo hacen proclive a ser elegido como víctima. Hay diversas
formas de clasificar los factores victimógenos, así, si consideramos a la
víctima como un ente biopsicosocial, los factores pueden ser biológicos,
psicológicos y sociológicos.

1. factores biológicos

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Es poco lo que se ha investigado en cuanto a factores biológicos de corte
genético en cuestión victimológica, no sabemos las sorpresas que pueda
darnos la genética en el futuro. Lo que sí sabemos es que, para vergüenza
de nuestra especie, hay criminales que escogen a sus víctimas exactamente
por su debilidad biológica, igual que los más feroces depredadores del reino
animal, que eligen al débil, el enfermo, al pequeño, al cachorro, al viejo, a
aquel que no puede defenderse. Independientemente de los casos de
enfermedad e invalidez, de fortaleza o debilidad física, de grupo étnico,
recalcamos dos factores biológicos esenciales en la elección de la víctima:
edad y sexo

 La edad: Es uno de los más claros factores de elección de una


víctima, en sus dos extremos, los niños y los ancianos. Los menores
de edad son buscados no sólo por su inferioridad física, sino también
por su inocencia, candidez e inexperiencia, que es mayor mientras
más pequeños son. En los delitos sexuales, son los jóvenes los más
victimizados: prostitución, estupro, violación, explotación sexual, tráfi
co, incesto, etc.; y ahora vemos la preferencia por menores para el
secuestro, la esclavitud, el narcomenudeo, el reclutamiento como
soldados, y otras formas de abuso laboral y físico. En el otro extremo
tenemos a los ancianos, tan vulnerables, sobre todo si viven solos, en
que son elegidos no sólo por su vulnerabilidad y soledad, sino también
por la acumulación de bienes, la desconfianza a los bancos, la falta de
denuncia (muchas de las victimizaciones son cometidas por parientes)
y de movilidad.
 El sexo En ciertos delitos el sexo es un factor determinante para la
elección de la víctima; aunque en lo general los hombres aparecen
mayormente como víctimas de delitos, en materia sexual las mujeres
tienen casi el monopolio, ya que representan el 90% de los casos (en

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el 10% de víctimas masculinas, se trata en realidad de abuso de
niños). Los estudios de género han sido valiosísimos al revelarnos la
marginación social, económica, política, laboral y aun religiosa contra
las mujeres, que se convierte en verdadera forma de victimización; es
importante profundizar el estudio sobre la relación que hay entre la
victimización sexual y la marginación femenina, que en algunos
lugares es imperdonable.

2. Factores psicológicos

Los factores victimógenos de orden psicológico han sido poco estudiados,


quizá porque los esfuerzos científicos se han centrado más en el victimario y
en los factores criminógenos, o porque nos hemos dedicado con mayor
empeño en conocer las secuelas psicológicas que deja la victimización, con
fines de atención y tratamiento. Mencionemos brevemente, y más a guisa de
ejemplo, la influencia que pueden tener las esferas básicas de la psique
humana en la elección de la víctima.

a) Esfera cognoscitiva

La esfera cognoscitiva es la parte de la psique encargada de obtener


conocimiento, almacenarlo, seleccionarlo, procesarlo y utilizarlo. Es claro que
problemas o defectos en esta área pueden ser aprovechados por el
delincuente para elegir a su víctima, y que de la correcta utilización de estas
funciones puede depender el salvarse de la victimización. La
sensopercepción, relacionada con los órganos de los sentidos tiene
influencia lógica en la victimización, las fallas sensoriales (olfativas, visuales,
auditivas, gustativas, etc.) nos hacen vulnerables ante ciertos delitos.

Por otro lado, la falta de atención y las fallas en la memoria son fácilmente
aprovechadas por el criminal. La falta de aprendizaje también, en última

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instancia se puede aprender a no ser víctima (y hay la pregunta de si se
puede aprender a ser víctima). Y así agregaríamos la fantasía, la
imaginación, el pensamiento lógico, hasta llegar a la inteligencia, en que se
supone que el malhechor buscará siempre alguien que perciba como menos
inteligente que él. En varios de los delitos, el delincuente busca precisamente
a personas con poca información y experiencia, y no un completo desarrollo
de la esfera cognoscitiva, como hemos mencionado en niños y jóvenes.

b) Esfera afectiva

La esfera afectiva, con sentimientos, emociones, motivaciones,


atracciones y rechazos, es peculiarmente importante en la elección de la
víctima de ciertas ofensas; así como hay una motivación para el crimen, en
varios casos la hay también para ser víctima. Los sentimientos, que
intervienen en toda conducta humana no son ajenos en la victimización, así,
la obediencia, la devoción, el agradecimiento, el respeto, la subordinación,
por parte de la víctima, son tomados por el ofensor para lograr sus fines. Las
emociones son de la mayor significación criminológica y victimológica; su
contenido fisiológico y mental hace que el sujeto difícilmente pueda
gobernarlas. Entre ellas nos interesan dos como ejemplo para nuestro tema:
el amor y el miedo.

El amor deja indefenso al sujeto, ya que idealiza al ser amado, que lo


puede victimizar y manejar fácilmente, logrando los favores sexuales y otros
delitos, lo que es grave sobre todo tratándose el ofendido de un menor de
edad (incesto, estupro, corrupción, pornografía).

El miedo, que es la reina de las emociones, la más dramática e incontrolable


y la más victimógena, ya que el criminal busca aterrorizar a su víctima, para
que se paralice y no se defienda; por esto en el asalto a mano armada tanto
a transeúnte como a bancos y a domicilio, así como en la violación, abundan

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los gritos, las amenazas, los amagos, los insultos; y los asaltantes, así como
los violadores, buscarán las víctimas más fácilmente amedrentables.

c) La esfera volitiva

La esfera volitiva nos da la aptitud para actualizar y realizar las propias


intenciones, a través de concepción, deliberación, decisión y ejecución. La
persona sin voluntad cede más fácilmente a la victimización, el criminal
buscará imponer su voluntad sobre la víctima, por lo que buscará sujetos con
voluntad débil como el abúlico o el veleidoso

3. Factores sociales

Los factores exógenos, aquellos que vienen del exterior del individuo,
pueden ser de la más diversa especie, así desde los fenómenos naturales
(temperatura, lluvia, desastres, etc.) hasta toda la estructura social, desde la
familia hasta el Estado. Mencionaremos sólo algunos para comprender el
tema, pues este apartado es de una gran amplitud.

El estado civil es importante para la tipificación de algunos delitos


(bigamia, adulterio), en delitos sexuales la mayoría de las víctimas son
solteras (cuenta mucho la edad), en ciertos fraudes también; podemos
proponer que una mujer soltera, viuda o divorciada no tiene marido que la
defienda y por esto sería más victimizable. La familia tiene un peso
específico, así como hay familias criminógenas las hay victimógenas. En
varios delitos la víctima se elige exactamente por ser pariente (incesto,
violencia intrafamiliar, abuso de confianza, parricidio, etc.), y es preocupante
el número de ofensas sexuales y de agresiones que se cometen en el seno
del hogar.

El trabajo u ocupación principal puede ser un factor victimógeno de


importancia, pues hay profesiones particularmente riesgosas, como policía,

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taxista, repartidores de mercancía, traslado de valores, personal
penitenciario, cobradores, escoltas, etc.; es sabido sobre todo en sexuales
seriales la preferencia de determinadas ocupaciones (enfermera, mesera,
estudiante, prostituta). El espacio y el tiempo cuentan notablemente, hay
casos en los que espacio y tiempo son más importantes que la víctima
misma, que pudiera ser aleatoria, al delincuente le interesa mayormente
elegir el cómo y el cuándo que el quién. La posición socioeconómica de la
víctima es factor influyente en muchos delitos, aunque de manera
ambivalente, pues en ciertos crímenes (fraude, robo, asalto, secuestro, etc.)
se buscará a personas pudientes, que tengan buenos recursos o ingresos, y
en otros, por el contrario, se intentará conseguir a un sujeto con limitaciones
económicas o franca pobreza (explotación laboral o sexual, migrantes
indocumentados, venta de órganos, etc.)

Consecuencias de la victimización

Los efectos del hecho delictivo producen secuelas que influyen en el


ánimo y, por ende, en el actuar del doliente. La víctima sufre a menudo un
severo impacto psicológico, que incrementa el daño material o físico del
delito, la importancia ante la agresión, o el miedo a que se repita, produce
ansiedad, angustia o abatimiento (Landrove, 1994). Más aún representa la
experiencia individual de la víctima derivada del hecho mismo de haber
padecido el delito y a las diversas consecuencias perjudiciales que eso
conlleva, sean de carácter físico, económico psicológico o social
(Pecharromán, 2013).

La interpretación armónica de las acepciones precedentes, llevan al


entendimiento de que las personas que han sufrido un suceso traumático a
manos de otro individuo, pierden la confianza en sí mismas y en las que lo
rodean, situación que se ve reflejada en síntomas de indefensión, pérdida d A

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menudo, dichos decaimientos se manifiestan a través de distintas reacciones
físicas como son aumento de ritmo cardíaco, hiperventilación,
estremecimientos, llantos, aturdimiento, potenciación de los sentidos
particulares, respuesta a combatir o huir, insomnio, apetito irregular, estupor,
tensión muscular, náuseas o decrecimiento de la libido, entre otras.

El impacto físico y psicológico que sufre el individuo genera desenlaces


no muy gratos, en primer lugar la víctima podría rehuir las situaciones y los
lugares relacionados directa o indirectamente con el suceso, como podría ser
el no salir a la calle, no tratar con personas desconocidas, delirio de
persecución, hasta llegar a sentir la necesidad de mudarse. Inclusive, puede
afectar negativamente su desempeño laboral, por la falta de seguridad de
ésta, plasmándose en un mayor número de errores y en una inadecuada
realización de sus actividades diarias. Las esferas maritales y familiares
también tienen una alta posibilidad de verse afectadas, debido al malestar
emocional del trauma, sentimientos de culpa, desconfianza respecto a la
gente, formas antisociales y violentas, soledad y, en algunos casos, consumo
de alcohol o de drogas.

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Conclusiones y recomendaciones

Resulta evidente, la defensa de los derechos de las víctimas y el


establecimiento de medios para asegurar su ejercicio y protección con
independencia de la condición social, raza, sexo, religión, o preferencias
políticas que éstas tienen, no constituye un hecho del azar. El
reconocimiento y apoyo de la Comunidad Internacional sin lugar a dudas ha
sido determinante en este proceso. La afirmación y proclamación de sus
derechos sólo son el resultado de una cohesionada actividad legislativa en el
orden mundial, que supone, en ejercicio de los principios de equidad y
solidaridad social, la necesidad de respaldar -a los fines de la justicia- un
trato humanitario a la víctima de delito, garantizando en el mundo global el
ejercicio de los derechos que le fueron, le han sido y siempre les serán
inherentes.

Conviene, además, reflexionar sobre el tipo de asistencia y protección que


nuestras instituciones pueden ofrecer a la víctima, cuyo victimario no haya
podido ser aprehendido, pero que igual puede presentar las mismas
necesidades, sufrimientos e inconvenientes derivados de su victimización
primaria. La Defensoría del Pueblo tiene un importante papel que jugar en
este aspecto. Al revisar las atribuciones que el COPP y las leyes que rige a
las instituciones que conforman el Sistema de Administración de Justicia
Penal: Policía de Investigaciones Científicas, Ministerio Público, Judicatura y
otras instancias de la ejecución de la sentencia es fácil concluir que no tienen
atribuciones muy precisas para garantizar a las víctimas sus derechos, ya
que todo lo relacionado con la víctima del delito y de violación de derechos
humanos, las variadas formas convenidas para su participación dentro del

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proceso y las instituciones que deben facilitarle la misma son muy generales
y, no hay consecuencias para los operarios de justicia en caso de
incumplimiento y violación de algunos de los derechos de la víctima. Por
ejemplo, la Policía tiene la obligación de informar al detenido acerca de sus
derechos (COPP, art. 114) y si no lo cumple podrá ser suspendido o
destituido de su cargo (Ley de Policía de Investigaciones Penales: art. 15).

Con respecto a los factores que llevan a la victimidad, existe un término


conocido como La víctima latente, es un concepto que reposa sobre la
concepción de imaginar en ciertos individuos una predisposición general a
ser víctima. En el individuo, según esto, existiría una disposición permanente
e inconsciente que lo haría proclive a la victimidad. Hay que aclarar que al
lado de esta predisposición general, existe lo que se denomina
predisposición especial, o sea, la condición específica a ser víctima por
existir ciertos factores y circunstancias que permiten que el sujeto se haga
víctima de un delito. Esta segunda hipótesis la confirma la realidad; el sujeto
ávido de riquezas es más fácilmente estafado, el viejo es más fácil víctima de
delitos de sangre por su debilidad física, cuando el móvil del autor es el
hurto, etc.

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Referencias bibliográficas

Carmen E. Alguíndigue morles (2009). La víctima en el sistema penal


venezolano. A diez años de vigencia del Código Orgánico Procesal Penal.
XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. VIII
Jornadas de Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Asociación
Latinoamericana de Sociología, Buenos Aires

Código Orgánico Procesal Penal (1998). Gaceta Oficial No. 5.208.


Extraordinario. Caracas.

Landrove Díaz, Gerardo. (1944). Victimología. Madrid: Tirant lo Blanch.

Ley de Protección de Víctimas, Testigos y demás Sujetos Procesales (2006)


Gaceta Oficial Nº 38.536. Caracas, Venezuela.

ONU (1985), Declaración de Principios Fundamentales de Justicia para la


víctima del delito, ONU, Washington.

Pecharromán Lobo, Yolanda. (20013). Victimología: protección de los


derechos y necesidades de las víctimas. La investigación policial y sus
consecuencias jurídicas. Madrid: Dykinson, S.L

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed.,


[versión 23.4 en línea]. Disponible en: https://dle.rae.es Consultado el
04/04/2021.

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Rodriguez, L. (2008) LA ELECCIÓN DE LA VÍCTIMA. EGUZKILORE Número
22. (155 - 168) San Sebastián. Disponible en:
https://www.ehu.eus/documents/1736829/2176658/07+Rodriguez.indd.pdf

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