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LUJURIA - CAPÍTULO 84 - Página

12 - Wattpad
Sonríe con picardía llevándome a la cama doble con sábanas blancas.

—Espera aquí, necesito unos minutos —susurra.

—Te voy a...

—Unos minutos —me interrumpe con un leve beso.

Entra al baño y a los pocos segundos oigo el sonido de la ducha.

«Vueltas y vueltas»

Me quedo en bóxer sirviendo el trago que me llevo a la cama. El


miembro endurecido se dibuja por encima de la tela mientras bebo el
contenido del vaso.

«Necesito que salga ya o entraré a embestirla en ese jodido baño»

—Rachel...

Los músculos se me contraen acelerándome el pecho cuando sale con


una bata abierta de encaje blanco la cual deja ver el corset que le
llega a mitad del abdomen y las pequeñas bragas del mismo material.

—¿Eso también lo compraste para mí? —pregunto perdido en la imagen


que me ofrece.

Mi ego se eleva cuando asiente encendiendo el estéreo con el


control a distancia.

—Ven —le muestro como me tiene bajando elástico del bóxer.

Pero ella cierra los ojos moviéndose despacio, disfrutando las


notas de la canción que eligió y esta vez la ansiedad me ha dejado
quieto detallando lo que hace.

La caminata lenta me embelesa con el inicio del baile sensual. Es


:
la primera vez que baila directamente para mí siendo nosotros y no
niego que lo quería hace mucho.

Avanza tres pasos tocando la figura de sus caderas, el piercing del


ombligo le brilla en medio del erótico sube y baja que le hace
soltar la bata.

Se toca los labios antes de desplazar las manos por su cuello


acariciando el corset mientras yo paso la yema de los dedos a lo
largo del falo endurecido que reposa en mi abdomen conteniendo las
ganas de agitar la mano sobre él cuando se da la vuelta.

Fijo la vista en el hilo que se pierde en su trasero. Mantiene el


baile y de espaldas suelta el corset jugando con las tiras de las
bragas. Gira nuevamente dibujando las aureolas de lo que más me
gusta.

Duele ansiar tanto, pero lo que hace distrae, ese constante


contoneo que se sincroniza con cada pieza de su cuerpo bailando
mejor que una nórdica y mejor que todas las mujeres que me
ofrecieron ayer.

Mi corazón empieza a desbocarse con los impulsos que me gritan que


vaya por ella, la tome y la folle a lo bruto.

—Ven...

Acaricio el glande manchado de los jugos que no he parado de soltar


y la agitación me hace mirar al techo buscando el control que nunca
ha sido algo propio en mi naturaleza.

Viene a mí hundiendo las rodillas en la cama, iniciando un


recorrido de besos a lo largo de mis piernas hasta llegar a la
ingle que levanto ansioso enredando los dedos en su cabello.

—Solo a mí me bailas, solo a mí me piensas —dejo claro.

Sube apoderándose de mi boca con decisión desatando un jadeo por


parte de los dos mientras las bragas se vuelven nada en mis manos
al romperlas antes de abrirle las piernas sobre mi regazo sin medir
nada a la hora de ensartarla en mi polla.

«¡Joder!» Su canal me aprieta, el sudor me recorre y de la nada


:
todo se va oscureciendo con el balanceo que me va poniendo
violento. Se me va nublando la vista y coacciono sujetando su cara
con una fuerza que ni yo mismo puedo contener.

Intento levantarme queriendo embestirla contra la pared,


pero sus piernas me acorralan apaciguando el impulso.

—Te amo mucho —susurra envolviendo mi muñeca en sus dedos—


Relájate y deja que te lo demuestre.

Paso saliva con el diestro beso que me recalca todo lo que


siente, cosa que me hace sujetarle los pechos reclamándolos
como míos.

—Lo necesito Rachel... Estoy tan...

Su canal sube y baja a lo largo de mi polla con saltos que


la hacen gemir arañando mis hombros.

—¿Qué necesitas? —musita— ¿Esto?

Me cabalga uniendo nuestras bocas, besándome con


lengüetazos y mordidas que me hacen ansiarla más, que hacen
que mi polla crezca en el delicioso coño que nunca dejare
de llenar.

—¿Te complace? —gruño— ¿Te gusta satisfacer a tu marido?

—Si...

Saber que la estoy y me está complaciendo tensa mi


mandíbula. Me tiene al borde desde que la vi con ese
vestido rojo. Mi glande palpita dentro de ella con el
balanceo y sujeto sus caderas negándome al derrame, pero el
que lance movimientos tan expertos desata el desbordamiento
de mis jugos en menos de nada.

Es la primera vez que sucede tan rápido, la espesa humedad


:
me asegura lo largo del derrame y siento que no he soltado
ni un gramo de la carga.

Chupeteo su cuello, sus ojos se oscurecen apoyando las


manos en mis pectorales y es ella la que ahora se mueve con
violencia estrellándose una y otra vez, de arriba abajo, de
un lado a otro haciendo magia con las caderas en tanto sus
fluidos me untan... Me tensa todo otra vez erizándome la
piel, el bamboleo de sus pechos, el que no pierda el
contacto visual...

Disfruto la fricción de su piel con mi piel. La imagen de


su coño recibiendo mi polla, aún estando embarazada la
recibe toda, siempre la ha hecho, pese a lo dura, grande y
gruesa. Monta diestramente en el miembro adornado con las
venas que se hinchan con las ganas.

Quiere resistir, sin embargo, su canal se resiste soltando


las contracciones previas al orgasmo.

La llevo contra la cama negándole la dicha, dejando mi


brazo bajo su nuca y una mínima parte de mi polla dentro de
ella, tortura carnal que la contonea y es mi forma de
hacerle entender lo que siento cada que me pone a esperar.

—Por favor —jadea.

—¿Qué?

—Dame más.

Susurro en su oído todas las perversiones que quiero


hacerle, describo con detalle cómo la voy a llenar, cómo la
voy a despertar todas las mañanas. Eso la hace arañarme y
mordisquearme los labios con la mitad de mi miembro dentro.

Pero lo estipulado juega en mi contra con el roce de su


:
mano en mis bíceps. El anillo de casada me grita que es mi
mujer, que he conseguido lo que otros no pudieron y termino
entrando de un todo con estocadas brutales que ella
disfruta moviéndose abajo cuando le recuerdo porqué somos
lo que somos.

No me importa que sus uñas me abran la piel, por el


contrario, las marcas son el detonador del segundo derrame
el cual se acompasa con su orgasmo y no me aparto, me quedo
sobre ella besándola por largo rato.

La follo las veces que me apetecen despertando el libido de


la Rachel que me gusta, de la que aclama y se me sube
encima en busca de su propio placer. No sé ni cuantas veces
entro y salgo de ella, cuantas veces me monta, cuantas
veces nos besamos.

Solo sé que no hay distancia entre los dos.

Los rayos solares me toman con ella jadeando de medio lado.


El agotamiento nos gana por un momento, pero pese a eso no
dejo de tocarla, de saborearla, yo a ella y ella a mí.
Besos somnolientos, chupetones perezosos.
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