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TEMA 2.

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA Y ANTROPOLOGÍA CIENTÍFICA


Objetivos de este tema

La antropología filosófica mantiene una relación el pasado por el hecho de ser filosófica; y una
relación con su presente tanto con la ciencia natural como con la ciencia social.

El estudio se centrará en: una perspectiva negativa que implica una descalificación de las ciencias
humanas (articulación negativa); y una perspectiva positiva (articulación positiva).

LA ARTICULACIÓN NEGATIVA

La descalificación de las ciencias humanas

La pregunta por la relación de la antropología filosófica y las ciencias del ser humano la inicia
Heidegger, en su libro “Kant y el problema de la metafísica”.

Parte del giro antropológico, donde nada puede ser conocido hasta no saber qué es el hombre, desde
una perspectiva científica. Pero las ciencias del hombre son el conjunto de saberes del hombre
reunidos en una especie de antropología general, con lo que la antropología es tan amplia que se
pierde en la indeterminación.

Tras esta afirmación, Heidegger elabora una descalificación de las ciencias humanas porque “nunca
se ha sabido tanto sobre el hombre como ahora, y nunca se ha sabido menos lo que es”. Por tanto,
las ciencias no aportan nada al conocimiento de lo que el hombre es.

Es decir, descalifica a las ciencias del ser humano por su incapacidad para constituir una
antropología y por no aportarnos nada sobre lo que el ser humano es.

Gehlen (El hombre): la Antr.Fº ha de ser empírica, ha de ser científica, pero al mismo tiempo, ha de
ser filosófica porque se sitúa frente a las ciencias particulares. Se trata por tanto de construir una
“ciencia única”, de realizar una “ciencia integradora”, que debe ofrecer una aprehensión total del
hombre: deben dar sentido (e integrar) a los datos particulares y dispersos de las ciencias
particulares.

La crítica a Gehlen es que no se aprecia el carácter filosófico de esta antropología, porque integrar
no es hacer filosofía. No queda claro si las proposiciones de Gehlen son proposiciones filosóficas o
si son meras hipótesis.

Otros autores como Coreth (¿Qué es el hombre?) plantea que cualquier conocimiento científico
sólo puede ser relevante antropológicamente si parte de una preconcepción de lo que es el ser
humano, lo que supone un desconocimiento de las ciencias humanas.

Landsberg (Einführung in die philosophische antropologie) propone una distinción entre


antropología esencial y la antropología de rasgos. Parte de la distinción entre dos conceptos de ser
humano: en primer lugar, un concepto genérico como ser perteneciente a la escala biológica, que es

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un concepto empírico, al que se llega por inducción, que no implica valoración, y es “el concepto de
ser humano como animal perteneciente a la escala biológica”. En segundo lugar, una antropología
esencial, que pregunta por el ser humano en un sentido único y diferente al que usamos al preguntar
por otros seres. Lo importante no es señalar los rasgos diferenciadores, sino decir qué aportan a la
realidad humana.

La función de la antropología filosófica sería la de elaborar este concepto esencial, frente a otras
antropologías que lo serían de rasgos (particulares). Ahora bien, no considera adecuadamente lo que
son ciencias humanas, y su enfoque no difiere de los otros que hemos analizado.

En general, todos ellos consideran la AF como el análisis del ser humano desde un principio
esencial frente a la dispersión de las ciencias humanas. Las ciencias tratan al ser humano como
objeto y no como sujeto, mientras que la AF se propone lo esencial, subjetivo, interior del ser
humano frente a las ciencias que se detienen en aspectos parciales, exteriores u objetivos como
sucesos del mundo.

El problema es si realmente se puede construir una AF a partir de la descalificación de las ciencias.

El desconocimiento de las ciencias humanas lo constatamos en los siguientes ejemplos: Gehlen, que
tiene un desconocimiento de la antropología social al señalar como un problema típico de ella la
selección social; Landmann, para quien la antropología cultural trata de cosas externas al ser
humano; y Landsberg que tiene una consideración limitada de la etnología (los etnólogos no
comprenden el verdadero pensar y sentir de los pueblos estudiados).

Qué consecuencias:

El ser humano es considerado, ofreciendo de él una imagen abstracta, desde una doble perspectiva:

- al rechazar las aportaciones de las ciencias, el ser humano queda desconectado del ser
material y exterior que es.
- el ser humano queda fuera de sus condiciones históricas

y desde un doble sentido:

- los conocimientos aportados por la AF no servirían para interpretar los conocimientos sobre
el ser humano.
- la imagen del ser humano queda escindida en: lo exterior objetivo (ciencia) y lo interior
subjetivo (filosofía).

De este modo predomina la ambigüedad sobre el ser humano: el ser humano como ser genérico, en
cuanto posibilidad de la especie; el ser humano primigenio, en el umbral de la historia de la especie;
el ser humano como individuo concreto en su vida sociohistórica.

La AF se refiere normalmente a los tres sentidos sin atender a las condiciones históricas que pueden
diferenciarlos.

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Si se consideran inesenciales las aportaciones de las ciencias humanas y se desconocen, el ser
humano de la AF será abstracto, ahistórico.

Aportación de Jolif: supone un intento de articulación sin descalificación. Rechaza la idea de que la
exterioridad sea inesencial y propone una noción de ciencia humana que complemente a los saberes
científicos. Pero no como una ciencia global de lo humano, superior a las ciencias, pues esto sería
quimérico.

La crítica que se hace a Jolif es que excluye la idea de una ciencia unificada de lo humano y no
clarifica el dominio de la AF. ¿Por qué no es posible una ciencia unificada del humano? Una ciencia
unificada de lo humano es teóricamente pensable, al menos en planos más abstractos que el de las
ciencias. Tampoco podría ser una ciencia en concreto porque el ser humano es un ser que vive su
vida en unas condiciones históricas sociales, de las que toma su autoidentidad y solo son
compartidas por su propio grupo.

Ahora bien, podemos pensar unos principios unificadores que sirvan para pensar lo realizado en las
ciencias sociales y lo realizado en las ciencias biológicas.

No obstante, hay un aspecto positivo latente en estas propuestas: el intento de mostrar el significado
humano de los rasgos estudiados por las ciencias humanas.

Primer modo de articulación positiva: el ser humano como mismidad y proyecto

Toda ciencia funciona como una teoría que selecciona, integra y explica hechos en estos tres
niveles: hecho, teoría que explica el hecho, y paradigma o marco teórico (evolucionismo).

¿En qué ha de centrarse el filósofo? En el paradigma.

Los paradigmas de toda ciencia contienen un preconocimiento sobre el ser humano, sobre ellos
deben pronunciarse tanto la ciencia como la filosofía. A partir de esta idea debe articularse la
relación entre AF y AC.

La relación de un paradigma con los hechos es circular o dialéctica, anterior y posterior a los
hechos. En las ciencias humanas los paradigmas no son enteramente empíricos, en ellos influyen
factores no controlables por el pensamiento científico. No hay hechos cruciales que invaliden un
paradigma, todos los paradigmas explican algo, todos tienen algo de verdad. Esa es la idea que
inspira la noción de una antropología filosófica como antropología integral que integra la verdad de
todos los modelos.

La articulación positiva de las ciencias humanas y la filosofía del ser humano debe partir del
conjunto de las ciencias humanas, pero no es el conjunto de las ciencias, ni el conjunto de principios
interdisciplinares de las ciencias. La AF se sitúa en otro nivel, el nivel filosófico; se nutre, no de
hechos, sino de los ámbitos en los que los hechos tienen sentido y no debe delimitarse
negativamente respecto de la ciencia, pues necesita de los conocimientos de las ciencias.

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La articulación desde el motivo científico

Podemos considerar la articulación positiva entre las ciencias humanas y la AF de dos modos: cada
uno de ellos hace referencia a uno de los intereses de las ciencias humanas. El interés humanista es
el estudio de los humanos en plenitud, dirigidos por un interés práctico de resolución de problemas.
El interés científico es más que conocer al ser humano, trataría de disolverlo, separarlo de sus
posibilidades de decisión.

Bajo este motivo, la ciencia toma a las personas como hechos que actúan en relación con otros
hechos. Esta actitud supone una humillación del orgullo humano

- humillación cosmológica: heliocentrismo. La Tierra no es el centro del mundo.


- humillación biológica: teoría de la evolución
- humillación psicológica: psicoanálisis. La brecha entre los deseos del cuerpo y los
imperativos de la sociedad.
- humillación estructuralista, prolongada en la
- humillación informática

Cada una de estas ciencias supone una parcela de análisis, pero también de disolución del ser
humano en los hechos de la naturaleza y de la sociedad. (Foucault proclama la muerte del hombre,
disuelto en los distintos objetos de las ciencias humanas).

Así, las ciencias humanas dejan de estudiar al ser humano, para tratar el lenguaje, comportamiento,
economía, cultura, etc.

Hacia el acceso a la AF desde este sentido de las ciencias humanas

El ser humano es lo que dicen las ciencias: el conjunto de sus determinaciones, biológicas, sociales,
psicológicas, etc. Pero, a la vez, también es un proyecto a partir de lo que es, trasciende lo que es
hacia lo que no es.

Es en este punto en el que radica la articulación positiva entre la ciencia y la AF: sólo porque el ser
humano no se reduce a ser lo que es, puede haber ciencia. El lenguaje, lo biológico, la historia, lo
psicológico, son aspectos esenciales y nos ofrecen una realidad esencial del ser humano.

Fuera de estas determinaciones no tiene sentido ningún proyecto humano. La AF debe asumir esta
realidad. No puede ignorar los conocimientos de las ciencias, ahora bien, hay algo que no está
contenido en la explicación de las ciencias humanas: la propia ciencia, la propia explicación.

La articulación desde la vertiente práctica de las ciencias humanas: el ser humano como
proyecto.

El ser humano como proyecto: los problemas del ser humano son problemas en los que laten
preguntas que no se responden en las ciencias humanas.

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Frente al cómo al que las ciencias responden, la filosofía añade el para qué, para el que las ciencias
no tienen respuesta. El cómo cuestiona qué somos, pero la filosofía pregunta quién somos

Por tanto, si la pregunta por el ser humano no termina en las ciencias, hay un dominio de reflexión
sobre el ser humano que va más allá de las ciencias: el dominio de su mismidad, el ser humano es
capaz de asumir sus determinaciones y proyectarlas al futuro.

Desde esta perspectiva hay que entender la riqueza de la AF. La AF es un saber sobre la
indeterminación, trascendencia, mismidad, proyecto, etc. del ser humano; sobre esta idea se
asientan sus tres funciones fundamentales: función crítica, función teórica, y función práctico-
utópica.

Segundo modo de articulación positiva: evolución y evaluación de sentido

La dualidad de las ciencias humanas: por un lado, disuelven al hombre, su sentido; por otro lado,
recuperan el sentido perdido.

La cultura, por tanto, cumple una función: asegurar la reproducción de la vida social. Y, por otro
lado, ofrece un sentido al ser humano, a sus relaciones con la sociedad y otros seres humanos, a sus
proyectos y valores.

Las ciencias humanas son, así, hermenéuticas. Tienen la intención de descubrir el proyecto
inherente a un modo de vida, lenguaje, grupo social o persona individual, como modo de
explicación del sentido de la vida humana.

Reconstrucción del sentido y filosofía: comprensión crítica del sentido

Llegados hasta aquí se puede concebir el nuevo marco de actuación de la filosofía, de acuerdo con
las reglas de la comprensión del sentido. Se llama la apropiación hermenéutica.

La comprensión del sentido tiene dos posibilidades: o se limita a una recopilación de sentidos,
normas y valores, sin juzgarlos ni evaluarlos; o pretende introducir entre ellos un orden.

Ahora bien, puesto que la comprensión de sentido tiene en su base una orientación práctica, porque
su pretensión es juzgar ya que no todo es igual (no todos los sentidos son igualmente válidos). Por
tanto, la recuperación del sentido exige: adoptar un modelo como ideal desde el que juzgar tanto el
sentido apropiado como las posibilidades de conseguir el ideal.

Toda apropiación de sentido requiere una mirada global al ser humano, que no puede ser realizado
sólo por las ciencias, dado que va más allá de la realidad fáctica. En este momento, la antropología
se hace filosófica: verificar, controlar o consolidar la comprensión de sentido del ser humano desde
el que evaluar los demás sentidos.

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