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Los estudios jurídicos que hemos reseñado están en correspondencia con las
normas constitucionales que continuaron rigiendo luego del 1810 en la provincia
rioplatenses, en las que seguía en vigor la real ordenanza de intendentes de 1782, con
las modificaciones de 1783. Ella perduraría en la primera mitad del siglo junto al
reglamento provisorio de diciembre del 1817.
El reglamento provisorio de 1817 fijo una pauta que se habría demostrar mucho
más adelante de lo previsto "hasta que la Constitución determine lo conveniente,
subsistirán todos los códigos legislativos, cédulas reglamentos, y demás disposiciones
generales y particulares del antiguo gobierno español que no estén en oposición, directa
o indirecta, con la libertad e independencia de estas provincias ni con este reglamento y
demás disposiciones que no sean contrarias a él, liberadas desde el 25 de mayo del
1810”. Este texto requiere dos observaciones. Una que las leyes "nacionales" son las
españolas y otra, que esa disposición no es mera consecuencia de la todavía sujeción a
la corona de Castilla.
Luego en 1820 comenzaron ensayos de regímenes representativos en las
provincias. Las intendencias no subsistieron luego de esa crisis y asimismo todos los
cabildos existentes en el territorio del ex virreinato serían suprimidos entre el 1822 y
1834, y sustituidos por las legislaturas. La constitución antigua sería sólo parcialmente
modificada por las medidas de carácter constitucional adoptadas en las distintas
entidades soberanas que, con el nombre de "provincias", reemplazaron la soberanía de
la corona de Castilla. Luego de los fracasados intentos de imponer un texto
constitucional a las provincias unidas del Río de la Plata -1813 1819 1826 1828- hasta
el logro de la Constitución de 1853 la realidad en materia constitucional fue la de la
vigencia de sistemas informales en cada uno de los Estados provinciales
El “caudillismo” aparece entonces como la otra cara del proceso histórico, ajeno a
la obra civilizadora y enfrentado al reino de la legalidad: “la paz perpetua las estructuras
de la guerra y condujo a la aparición de un proceso dual en Hispanoamérica: por un
lado, se dio el constitucionalismo y por otro, el caudillismo".
Tulio Halperín señaló hace un tiempo que el término “caudillismo”, fue “un
calificativo de migratorio aplicado muy liberalmente por ciertos políticos a sus rivales…
la expresión cubre un conjunto de significaciones semejantes al que un siglo antes
cubría la del tirano”
Sucede que al registrarse los datos concernientes al clero que participó en los
acontecimientos de la época, la interpretación habitual es la de ver los hombres de
iglesia sólo como representantes de un culto religioso.
Es por eso que, para el propósito de comprender los móviles de los actores
políticos carece de relevancia el hecho de que muchos de estos hombres de iglesia lo
fueran sin vocación religiosa, al haber sido destinados a la carrera eclesiástica por
cálculos de conveniencia según normas familiares propias de la época.
Las facultades extraordinarias no era una institución que cancelase “las leyes
fundamentales” que regían cada provincia. Esas facultades no eran usurpadas
unilateralmente por el gobernador sino que, las concedía el organismo legislativo
cumpliendo con las formalidades requeridas por el principio del consentimiento: la
institución representativa de la soberanía popular consentía en desprenderse de manera
transitoria de ciertas facultades suyas por motivos atribuidos por lo general a
circunstancia de gravedad, internas o externas, que no podían ser afrontadas en forma
adecuada mediante los procedimientos propios de la división de poderes. Incluso la
última formalidad rigió la concesión de la suma del poder público a Juan Manuel de
rosas en 1835.