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Concepto. Diferencia entre extinción, cesación y suspensión de los efectos del acto
administrativo.
Actos revocables.
La extinción de los Actos Administrativos es la desaparición o cese de los efectos que dicho acto
debe producir.
Los actos administrativos se extinguen por caducidad, revocación, anulación, renuncia, rescisión.
Se mencionan además como medios de extinción del acto administrativo, la derogación, rescate, la
abrogación y el decaimiento.
Con relación a estos dos últimos (abrogación y decaimiento) no constituye en sí, figuras específicas
de extinción de los actos administrativos, sino que son formas de revocación.
Otros tratadistas utilizan los términos de “abrogación” y “derogación” como sinónimos para
extinguir los actos administrativos de contenido general.
El decaimiento se asimila a la renovación por razones de oportunidad, y cuando llegan a faltar los
presupuestos de hecho que justificaron su emisión, ejemplo: disminución de cualidades físicas o
intelectuales de un funcionario público.
El rescate únicamente se justifica por razones de interés público, y procede en tal caso la
indemnización respectiva, y se aplica con relación a ciertas “concesiones” especialmente de
servicio público. Es una medida de reorganización de servicios en la cual la administración pública
extingue la concesión y se hace cargo directo de la prestación de servicios.
Otro de los medios citados para extinguir los actos administrativos son la caducidad, la rescisión y
la renuncia gozando éstos de autonomía como figura de extinción. Pero ellos constituyen medios
que extinguen relaciones o vínculos, por lo que opera únicamente en los contratos
administrativos.
Derogación y revocación
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
Todo el tema de la revocación de los actos administrativos es delicado por cuanto enfrenta al
principio de la seguridad jurídica, el de la certeza de las relaciones jurídicas y de las situaciones
subjetivas que de ellas nacen.
En cuanto a los efectos que acarrea esta forma de extinción, se reconoce que la revocación por
mérito opera solamente hacia el futuro, mientras que la revocación por ilegalidad produce efectos
inclusive hacia el pasado, ya que es la constatación de un vicio que afecta al acto administrativo
desde su nacimiento.
a) Los actos administrativos generales pueden ser revocados en cualquier momento por la
autoridad competente.
b) El acto administrativo particular no creador de derechos puede ser revocado en todo
momento por la Administración y por cualquier motivo.
c) Los actos administrativos particulares que sean creadores o declarativos de derechos a favor
de particulares no pueden ser revocados a menos que sean absolutamente nulos.
Sobre este punto de la revocación, la doctrina y jurisprudencia francesa, que ahora pasamos a
explicar, clasifican los actos administrativos en actos no creadores de derechos (serían los
reglamentos y los actos inexistentes o cuasi inexistentes: los actos nulos y no conocidos y los actos
nulos y de ningún efecto), y en actos creadores de derechos a favor de particulares (en general los
actos administrativos individuales crean o atribuyen situaciones jurídicas y son, por consiguiente,
generadores de derecho). Esta clasificación tiene su razón en que en los actos administrativos no
creadores de derechos el principio es que pueden ser revocados en cualquier momento, mientras
que en los actos creadores de derechos el principio es que no pueden ser revocados por la
Administración.
Ahora bien, dentro de los actos creadores de derechos, la doctrina francesa diferencia los actos
regulares de los irregulares. Los actos regulares no pueden ser objeto de revocación por la
Administración.
Los actos irregulares, por su parte, pueden y deben ser revocados por la Administración, en razón
de esas mismas irregularidades. El fundamento de la revocación en la doctrina francesa es que un
acto irregular no crea derechos y que la revocación es una sanción a la ilegalidad del acto. En este
sentido, la revocación no es más que un sucedáneo de la anulación contenciosa: es una manera de
obtener de forma más sencilla el mismo resultado que tendría la intervención del juez.
La revocación sólo es posible cuando concurran dos condiciones: que la revocación esté justificada
por la necesidad de reparar una ilegalidad, y no por simples motivos de oportunidad y, que la
revocación se efectúe dentro del lapso en que todavía pueda ser efectuada la anulación
contenciosa.
De acuerdo con la doctrina y jurisprudencia francesa, la razón por la cual es necesario que el acto
administrativo no sea firme para poder ser revocado por la Administración estriba en que
reconocerle a la Administración la facultad de revocar actos administrativos firmes, sería
reconocerle a la Administración un poder superior al poder del juez: la revocación sólo es posible
mientras pueda intentarse un recurso contencioso. En este sentido, todas las causas que
prolongan el plazo de anulación contenciosa (recurso jerárquico, recurso gracioso), prolongan, por
sí mismas, el plazo de revocación. Después de transcurrido el plazo de revocación, la revocación
todavía es posible cuando un recurso contencioso ha sido efectivamente formulado y durante
toda la duración de su instancia, pero solamente dentro de los límites de los alegatos presentados
por el recurrente. Ahora bien, más allá de este límite temporal, la revocación se vuelve irregular y
puede ser anulada. El acto administrativo irregular no revocado en el plazo permitido, deviene
firme, ya que la jurisprudencia francesa ha considerado que la seguridad jurídica es más
importante que la legalidad misma.
Por su parte, en el tema de la revocación de los actos administrativos, la doctrina moderna italiana
es partidaria y justifica la revocabilidad irrestricta (incluso de los actos creadores de derecho),
fundamentándola en la salvaguarda del interés público. Ahora bien, dicha revocabilidad irrestricta
tiene como contrapartida necesaria la indemnización total de los derechos del afectado.
Entiendo que la revocación por oportunidad es un modo de extinguir un acto administrativo que
ha dado lugar a una relación jurídica que se conserva vigente.
Esta revocación debe ser dispuesta por la Administración a través de un nuevo acto dictado en
ejercicio de una potestad que le es propia.
Dicho nuevo acto habrá de tener por objeto satisfacer necesidades actuales del interés público
que derivarán:
a) bien de nuevas circunstancias de hecho distintas de las que motivaron el acto originario.
b) bien de una nueva valoración del interés público comprometido (pese a no haber cambiado las
circunstancias originarias)