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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE FILOSOFIA CIENCIAS Y LETRAS DE LA


EDUCACION CARRERA EN PEDAGOGÍA DE LA HISTORIA Y LAS
CIENCIAS SOCIALES

Los Gobernantes

Grupo 3

Guachamin Marlon
Guaita Tania
Pacheco Wilson
Parra Maryuri
Rosales Marco
Sanguña Nicole

CUARTO SEMESTRE, PARALELO “B”

QUITO, MARZO DEL 2021


Introducción

Es bien conocido que, para el gobierno y explotación económica de sus Colonias


de ultramar, España creó una estructura institucional que los especialistas han
denominado Estado Indiano. Este aparato institucional comprendió organismos
centrales, ubicados en la propia metrópoli (Casa de Contratación, Consejo de Indias,
Secretaría del Despacho Universal de Indias), organismos provinciales en América
(Virreinatos, Presidencias, Gobernaciones, Audiencias, Intendencias y otros) y
organismos de carácter local (Ayuntamiento, Corregidores, alcaldes mayores, Tenientes
de Gobernador, etc.). Los organismos de carácter provincial y local fueron trasplantados
de la Península al llamado Nuevo Mundo por aplicación del principio de accesión,
adquiriendo en América fisonomía particular.

Tal implantación de instituciones y de los correspondientes funcionarios se


operó fundamentalmente en el transcurso del proceso de conquista y colonización de los
diversos territorios americanos (conocidos inicialmente con el nombre de las Indias
Occidentales). Una de las primeras instituciones que España implantó en sus territorios
de América fue la figura del Gobernador y Capitán General, especialmente en las
llamadas provincias menores: esto es, aquellos territorios considerados por la Corona
como de poca importancia económica (aunque sí desde el punto de vista estratégico y
geopolítico), razón por la cual no las incluyó ni dentro de las jurisdicciones de los
vicerreinatos ni instaló en ellas reales audiencias.

Particularmente en la etapa de la gran expansión colonial, como expresión


concreta de la tendencia al establecimiento permanente, que se desarrolla entre 1518 y
1570, se crean numerosas provincias al frente de las cuales hay un Gobernador, con o
sin título de Adelantado. Conforme al Derecho Castellano y a la práctica hasta entonces
seguida en las Indias, estos Gobernadores pueden nombrar tanto Tenientes de
Gobernador como Alcaldes Mayores, con funciones delegadas gubernativas y judiciales
los primeros, y propias judiciales los segundo.
Que eran los Gobernantes

Una de las primeras instituciones que España implantó en sus territorios de


América fue la figura del Gobernador y Capitán General, especialmente en las llamadas
provincias menores: esto es, aquellos territorios considerados por la Corona como de
poca importancia económica. Las gobernaciones fueron instaladas en las provincias y
sirvieron para administrar y defender las regiones periféricas.

El gobernador gozaba de atribuciones de gobierno y justicia, tenía autoridad para


encomendar o repartir indígenas y tierras, poseía la jefatura militar y se beneficiaba de
los productos de la región a su cargo. Actualmente, las gobernaciones dependen del
Ministerio de Gobernación y representan en cada departamento del país al Gobierno
central, tienen una función de instancia intermedia entre este, los gobiernos locales y las
poblaciones. Son responsables de articular las políticas, programas y proyectos de las
diferentes dependencias del Gobierno en el departamento.

Hubo tres clases de Tenientes de Gobernador: El Teniente Letrado el Teniente


General y el Teniente Territorial o Particular.

El primero era un abogado o perito en Derecho que actuaba al lado del


Gobernador en calidad de asesor en las materias de gobierno y justicia. El segundo, por
su parte, recibía los poderes que le concedía el Gobernador, aunque por lo común éste le
concedía un mandato amplio. Cuando el Teniente General era letrado, asesoraba a aquél
en el ejercicio de sus atribuciones judiciales y en los asuntos de gobierno.

Que hacían los Gobernantes dentro

Hubo tres clases de Tenientes de Gobernador: El Teniente Letrado el Teniente General


y el Teniente Territorial o Particular. El primero era un abogado o perito en Derecho
que actuaba al lado del Gobernador en calidad de asesor en las materias de gobierno y
justicia. El segundo, por su parte, recibía los poderes que le concedía el Gobernador,
aunque por lo común éste le concedía un mandato amplio. Cuando el Teniente General
era letrado, asesoraba a aquél en el ejercicio de sus atribuciones judiciales y en los
asuntos de gobierno.

Por su parte, los Tenientes de Gobernador particulares o territoriales representaban la


autoridad del Gobernador en las poblaciones o comarcas donde eran puestos por éste.
En general, eran funcionarios que ejercían las atribuciones del Gobernador en virtud de
una delegación siempre revocable.

Los tenientes gobernadores en la época colonial se destacaban por adueñarse de


un territorio y con ello buscar la manera de que quienes la producían, la hicieran una
tierra rica y productiva, además designaban encargados en las aldeas, pueblos y
comunidades.

Los gobernadores ejercieron dentro de sus territorios la máxima autoridad judicial y


política. Con frecuencia, estos gobernadores, fueron a la vez capitanes generales,
estando así investidos también de la suprema autoridad militar.

 Los virreyes: quienes eran gobernadores del distrito en el cual ejercían el mando
directo
 Los presidentes de las Audiencias Pretoriales: quienes gobernaban la provincia
mayor sobre la cual tenía jurisdicción el Tribunal
 Los gobernadores y capitanes generales: quienes presidían una provincia menor
 Los gobernadores subordinados: quienes ejercían su imperio en distritos más
pequeños, bajo la dependencia de los anteriores

La Hacienda

La Hacienda junto con los Ministerios de Gobierno, Guerra y Justicia fueron los
principales órganos para el ejercicio político del Estado Colonial, significó, aparte de
factor de enriquecimiento para el estado colonial, el requisito y premisa de toda la
estructura colonial.

Esta Real Hacienda americana, que no era una hacienda del estado, tendrá sus
propios organismos administrativos estructurados a través del Consejo de Indias y de la
Casa de Contratación, con una enorme plantilla en América desde los virreyes hasta el
último Oficial Real de una caja local sufragánea. En los territorios americanos, y Quito
no será una excepción, pagaban impuestos al Rey los indios, los mestizos y los
españoles, sólo los esclavos estaban exentos al hacerlo sus amos en su lugar
La Real Hacienda estará a la entera disposición del Rey, que no necesitaba dar
explicaciones a nadie del destino

Los ingresos de la real Hacienda en Hispanoamérica consistían mayormente en


impuestos y monopolios. Se gravaba la producción de metales preciosos con una lasa
que variaba entre el 20% y el 10%, el quinto real. La venta del azogue se efectuaba por
parte y cuenta de la Hacienda. La alcabala afectaba al comercio interior, pero con una
cuota más baja que en la Península''. El diezmo eclesiástico en América lo cobraba la
corona, pero estos ingresos eran destinados a la iglesia, así que la Real Hacienda
solamente se quedaba con una parte, los novenos reales. De la población indígena se
cobraba el tributo

Responsables

Intendencias y Real Hacienda

Siguiendo el modelo francés ya experimentado en España se crearon en América


las Intendencias de Ejército y Real Hacienda, dirigidas por unos funcionarios eficaces
(siempre peninsulares) que supervisaran la recaudación de los impuestos de la Hacienda
Real y controlaran los gastos militares. Tenían además funciones policiales en materia
económica y hasta intervenían en pleitos suscitados por apresamientos de contrabando.
Cada Intendente rendía cuentas a su Superintendente virreinal y éste lo hacía al ministro
de Indias en Madrid, pero con el transcurso del tiempo terminaron por depender
directamente de la Secretaría de Hacienda de Madrid.

El Superintendente reunía semanalmente a la Junta Superior de Real Hacienda


(formada por el regente, el fiscal y un oidor, decano del tribunal de cuentas, y el
contador mayor). En cada provincia el Intendente presidía semanalmente una junta de
Gobierno, formada por los principales funcionarios del erario, para examinar la marcha
administrativa. A nadie se le ocultó lo peligroso de crear estos funcionarios, cuyas
atribuciones colisionaban con las de las autoridades virreinales (el virrey Revillagigedo
de México denunció lo improcedente de su posible implantación en 1746),
gubernativas, militares y hasta jurídicas, por lo que se procedió con pies de plomo,
ensayando los resultados.
La primera intendencia se creó en Cuba el año 1765, haciéndose luego lo mismo
en Louisiana (E.E.U.U) y Venezuela (1776). Más tarde, siguieron las del virreinato del
Río de la Plata (1783), el de Perú (1784), Nueva España (1786), entre otras. Toda
Hispanoamérica, incluida Filipinas, tuvieron intendencias, excepto un virreinato, el
neogranadino, donde el virrey Caballero y Góngora desaconsejó su creación después de
vivir el levantamiento comunero (sólo se fundó la de Cuenca, al sur de Quito). La
reforma logró el milagro de duplicar los ingresos reales. México subió de 3 millones de
pesos en 1700 a 6 en 1765 y a unos 20 millones en la década de los ochenta. La mitad
de sus ingresos procedían de los impuestos en la producción de plata (4,5 millones), el
monopolio de tabaco (4 millones) y el tributo indígena (1 millón). El 30% de su ingreso
iba destinado a sostener la propia estructura fiscal. Los gastos de defensa y
administración se llevaban otro 20%. A fines del siglo XVIII, Perú ingresaba 5 millones
anuales, de los que el 25% procedían de la minería y el 20% del tributo de indios. La
media del virreinato de Buenos Aires era de 3,5 millones de pesos, procedentes
principalmente de aduanas, impuestos sobre minería y tributo de indios. El del Nuevo
Reino de Granada era de 4,7 millones, procedentes de aduanas (1,3 millones) y tabaco
(1 millón). El tributo indígena era únicamente de unos 200.000 pesos. Esta presión
fiscal repercutió desfavorablemente en toda Hispanoamérica en vísperas de la
independencia.

Quiénes eran dentro de la Hacienda

Todos los españoles y sus descendientes pagan impuestos al Rey, quien con tales
ingresos constituye la Real Hacienda americana, verdadero patrimonio real. Indios y
mestizos, por su sola condición de tales, como si de un impuesto de carácter émico se
tratará, también pagan al Rey.

Esta Real Hacienda americana, que no era una hacienda del estado, tendrá sus
propios organismos administrativos estructurados a través del Consejo de Indias y de la
Casa de Contratación, con una enorme plantilla en América desde los virreyes hasta el
último Oficial Real de una caja local sufragánea. La Real Hacienda estará a la entera
disposición del Rey, que no necesitaba dar explicaciones a nadie del destino de los
fondos recaudados.
La meticulosidad en el funcionamiento de la Real Hacienda es la que hace que la
documentación fiscal que se generó a lo largo de toda la época colonial se convierta en
la fuente de primer orden para conocer datos sobre la demografía, la producción minera,
la actividad comercial, etc. El crecimiento desmesurado de esa maquinaria fiscal, con el
crecimiento de los impuestos, la abocaron hacia una absoluta falta de rentabilidad, tema
en el que nadie se atrevía a entrar por el temor de romper el equilibrio entre la planta
fiscal y lo que efectivamente pagaban los súbditos americanos. Ese entendimiento
impidió grandes rebeliones, aunque hubo movimientos contra el Rey y, más
concretamente, contra su Real Hacienda que era la que oprimía a los súbditos
americanos. El sistema fiscal americano, la máquina tributaria constitutiva de la Real
Hacienda, es una buena demostración de las dotes organizativas de los españoles en el
ámbito americano, difícil de mejorar por sus coetáneos. Implicaba el funcionamiento
paralelo y sincronizado del aparato burocrático instalado en Europa y del establecido en
América, uno controlado por la Casa de Contratación y después por el Consejo de
Indias, y el otro supervisado por virreyes y gobernadores, pero efectivamente en manos
de unos funcionarios especializados y profesionales: los Oficiales Reales de Hacienda.

Bibliografía

Flores Tupiza, B. (2012). La epoca colonial en la real audiencia de quito y su


incidencia en los levantamientos indigenas. Quito: Universidad Central del
Ecuador .

Miño, W. (1985). Haciendas y pueblos en la Sierra Ecuatoriana. Quito: FLACSO.

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