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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

Asignatura:
Metodología de investigación

Tema:
La comunicación científica

Participante:
Henry veras Benavides

Matricula:
2019 -06336

Facilitador:
Sofia Sánchez
Desarrolla las siguientes actividades:

1. Investigue sobre el tema del desarrollo del COVID-19,


argumentando sobre lo que se ha investigado. Su ensayo
argumentativo deberá ser mayor de tres páginas sobre el
tema expuesto.

Ensayo argumentativo del covi−19


Debemos cuidar a nuestros padres y abuelos, a nuestros ancianos, que son los que
construyeron la Italia que tenemos hoy”. Esta era sin duda una de las razones más
poderosas que soportaba y motivaba la que en ese momento parecía una drástica medida
para frenar el virus; esa idea era realmente valiosa. De ser este recuento de una película,
sin duda estaría proyectada en cámara rápida, y cada decisión, cada decreto y cada
movimiento parecerían, en perspectiva, acciones–reacciones que van y se devuelven una
y otra vez. El escenario es una bella ciudad del norte de Italia: Turín. Geográficamente se
limita al occidente por los Alpes y por el Río Po al oriente. Urbanamente cómoda con
trazado regular y algunas callecitas medievales (estrechas y empedradas) en el centro de
la ciudad, tiene una escala ideal para ser habitada. Cuenta con dos edificios que son
referentes visuales por su altura: la Mole Antonelliana (proyecto del arquitecto italiano
Alessandro Antonelli, finalizada en 1889), que mide 167 metros con 50 centímetros de
altura y actualmente alberga el Museo del Cine; y la reciente Torre Intensa San Paolo
(proyecto del arquitecto italiano Renzo Piano, finalizada en 2015), que mide 167 metros
con 25 centímetros de altura, tan solo 25 centímetros menos que la Mole. Al límite sur de
la ciudad se encuentra en construcción la Torre de la Región Piamonte, que al parecer
será la primera en sobrepasar la altura de la Mole. Turín se caracteriza por ser
arquitectónicamente sobria, de pórticos sobre las vías principales que circundan y
conectan el centro de la ciudad para proteger del frío, la lluvia y el sol. En el día es cada
vez más visitada y concurrida, pero tranquila como ciudad, alberga el Palacio Real y está
llena de museos y librerías. Tiene desde callecitas angostas hasta amplias vías de moda
al mejor estilo de Milán (para muchos su “hermana mayor”). Concuerda aún con la
descripción que en 1878 daría Mark Twain en su pequeño libro Ritorno in Italia [Regreso a
Italia]: una ciudad geográficamente bella y llena de librerías. En las noches puede ser
también muy despierta en barrios tradicionales como San Salvario, en proceso de
regeneración urbana con restaurantes, bares, lugares de fiesta y cafés en cada esquina.
Con la particularidad, como en otros sectores tradicionales de la ciudad, de tener gran
parte de sus fachadas de color amarillo torinese, San Salario es punto estratégico e
intermedio entre el centro de la ciudad y el parque del Valentino a lo largo del cual se
despliega el majestuoso Río Po. Con empresas como la Fiat, entre otras, ha sido una
ciudad fundamental en el crecimiento e industrialización de Italia. No hay duda de que la
pandemia, esta película ¿de “terror”?, es un fenómeno que rápidamente afectó la vida
cotidiana de miles de ciudadanos alrededor del mundo. Pero tal vez vale la pena recordar
que fue Italia el primer país occidental que enfrentaba esta crisis. Y más precisamente el
norte. Las medidas tuvieron que ser tomadas poco a poco, pero con agilidad, tanteando a
ciegas y en medio de la crisis, sin mucho tiempo para la reflexión ni el análisis; las cifras
de infectados, afectados, hospitalizados y muertos comenzó a subir exponencialmente y
en consecuencia las medidas cambiaban semana a semana. Este frenesí hacía que el día
a día se viviera de manera inquietante. No valía realmente la pena cuestionarse si se
trataba de un complot, una distracción, una estrategia; estaba pasando y había que actuar
y reaccionar sobre la marcha. Se hacía lo que se consideraba correcto hacer. Para
entonces dejaron de importar las inclinaciones y las diferencias políticas que hasta ahora
habían estado siempre tan marcadas. O por lo menos se pausaron: dichas diferencias por
este tiempo se desdibujaron para concentrarse en lograr un único bien común nacional.
Ocurrió muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos todo había cambiado. No hubo tiempo
para prepararse, todo parecía tan drásticamente diferente y cada corazón se acostumbró
a ir dos compases más acelerado. Fue un momento de cambios indispensables
implementados de manera abrupta, otros necesariamente vendrán de forma progresiva en
las fases sucesivas. Una vez identificada la gravedad del virus, la Organización Mundial
de la Salud (OMS) definió como acciones prioritarias el confinamiento en los hogares y el
distanciamiento social con miras a reducir el contagio. Desde la arquitectura, estas dos
acciones intervienen en la nueva composición y habitabilidad del espacio interior, en la
interacción física en el espacio público y en los desplazamientos en cortas y largas
distancias. En su publicación de 2019 The Power of Cities: Tackling Noncommunicable
Diseases and Road Safety, referida al COVID-19, la OMS plantea dos aspectos
importantes a tener en cuenta en las ciudades a raíz de la crisis. De una parte, la
necesidad de crear ciudades y comunidades sostenibles que fomenten “una mejor
planificación urbana que priorice el acceso a sistemas seguros, mejore el acceso a los
espacios verdes o públicos y mejore la calidad del aire”. Y, de otra parte, “crear calles
peatonales, aptas para bicicletas y dignas de ser recorridas”, con el propósito principal de
conectar las ciudades en condiciones seguras para caminantes y ciclistas, “(…) garantizar
acceso seguro y equitativo a los servicios, y promover la caminata y el ciclismo para la
recreación y el transporte”. Esto implica recrear las ciudades en términos de conciencia
ambiental y de salubridad. Una semana antes de que el gobierno decretara en el norte de
Italia el cierre de escuelas de todo grado y orden (desde los jardines de los niños más
pequeños hasta las universidades), la idea de un virus que rondaba por Asia se hacía
bastante ajena y lejana. De repente, en el norte de Italia ocurrió lo insólito: se cancelaron
los eventos deportivos (no jugarían la Juventus, el Milán, el Inter, el Atalanta); se cerraron
los museos, se cancelaron los eventos culturales (conciertos, ópera, teatro y carnavales);
incluso el Carnaval de Venecia concluyó dos días antes. La petición con obligatoriedad
era no salir de la casa sino para lo estrictamente necesario. La medida se llamaba:
#IoRestoaCasa [#YoMeQuedoenCasa]. Una medida sin duda extraña para ese momento,
drástica. ¿Exagerada? Sí, se llegó a pensar. En especial porque al inicio todo indicaba
que eran medidas preventivas y pasajeras. Al no imaginar ni conocer la gravedad de la
situación, como en un acto de supervivencia humana, se guardaba la ilusión de que la
siguiente semana, o la siguiente, las cosas volverían a la normalidad. Era cuestión de
paciencia. Se habilitó una página especial de la región del Piamonte para seguir hora a
hora lo relativo al virus. Los casos se contaban aún en los dedos de una mano. La
propuesta del ministro de Salud parecía haber funcionado, así que se retomó la idea de
reabrir museos, cines, actividades deportivas, artísticas y eventos en general; además de
reabrir escuelas y universidades: primero para una limpieza y desinfección profunda, que
duraría dos días, y luego reiniciar. Pero no fue así: jardines, escuelas y universidades
continuaron cerrados, viajes cancelados, tiquetes reembolsados, restricción de trenes,
aviones y de la movilidad en general. Después de haber cerrado el norte de Italia y sus
confines, las medidas se extendieron a todo el país. Se cerraron fronteras como una
manera de aislarse y protegerse. Se cerraron las tiendas comerciales, y muchas de ellas
decidieron hacerlo por decisión propia antes de la comunicación oficial. Un gesto que no
pasa desapercibido si se piensa que para la economía italiana el turismo histórico-cultural
y el comercio tienen un peso muy importante. Es un país atractivo por la moda, las
tiendas, los diseñadores, y se veía en la necesidad de cerrar indefinidamente.

Al principio los negocios como restaurantes, kioskos, bares, cafés, podían atender hasta
las 6 p. m., luego tuvieron que cerrar por completo. En general, con más esfuerzo para
unos que para otros, los negocios fueron solidarios, aunque por supuesto, cerrar afectaba
altamente tanto la economía individual, como la de todo el país. La idea inicial de algo
pasajero había quedado atrás. Con resignación, pero también con paciencia y
comprensión, la gente empezó a relacionarse desde los balcones y ventanas, a compartir
en la distancia con los vecinos, a agradecer al personal de la salud que se ponía en
primera línea de la batalla, a mandar mensajes visuales de aliento con arcoíris luminosos
que silenciosamente gritaban: #C’eLaFaremo! [#LoLograremos!]. Pasaban los días y los
decesos aumentaban, también los contagios y las salas llenas. Un negocio importante de
deportes empezó a probar y a producir respiradores con la indumentaria de los equipos
de buceo, las fábricas empezaron a producir mascarillas de doble tela con filtro para evitar
que la gente del común usara las que debían usar los operarios de la salud, y las
universidades empezaron a encontrar cómo atender la crisis desde las diferentes
disciplina.
2. Elabora un mapa conceptual sobre las diferentes expresiones
Lingüísticas de la Comunicación Científica.

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