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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

Asignatura:
Metodología de investigación

Tema:
La comunicación científica

Participante:
Yaneli Javier Domínguez

Matricula:
2018-04247

Facilitador:
Sofía Sánchez
Unidad II

Desarrolla las siguientes actividades:

1. Investigue sobre el tema del desarrollo del COVID-19,


argumentando sobre lo que se ha investigado. Su ensayo
argumentativo deberá ser mayor de tres páginas sobre el tema
expuesto.

INTRODUCCIÓN
Durante los últimos meses hemos vivido con pasmo un

Cambio profundo en la manera en que nos relacionamos,

Subsistimos, y habitamos y recorremos distintos espacios. La

Velocidad con que se extendió el contagio del nuevo virus a lo largo

Del mundo nos tomó por sorpresa a una inmensa mayoría, que hasta

los primeros meses del año apenas si comprendíamos el fenómeno y

las dimensiones que podría tomar.

Casi con la misma velocidad con que se extendió la presencia del

Virus aparecieron seminarios virtuales, blogs, debates disciplinares

en distintos formatos e incluso libros de reputados académicos del

ámbito internacional. Era clara la necesidad, y el sentido de urgencia,

de comprender lo que ocurría, de evidenciar los dilemas que nos

presentaba, de analizar sus posibles efectos sobre las sociedades

contemporáneas y los caminos más razonables a tomar. Y, así también,

de aprovechar el momento para construir nuevas narrativas radicales


de transformación política y cultural.

Hoy, mientras algunos sectores de nuestra población ponen

en duda la existencia del virus o desestiman su letalidad, la

incertidumbre sobre el devenir de esta pandemia sigue presente

entre muchos de nosotros. Aquellos pensadores que pregonaron

el inicio de un nuevo mundo, desde ensayos y libros publicados

con una velocidad inusitada, fueron bastante castigados tras impulsar las
discusiones de las primeras semanas, por lo que

fue entendido desde algunas mayorías como un irresponsable

impulso mediático o una falta de prudencia intelectual. A la par,

pareciera ser evidente cómo las opiniones sobre la transformación

de nuestras ciudadanías hacia un tipo de vida más solidaria,

generosa y colaborativa han ido menguando. Y cómo, con relativa

frecuencia, se reafirman opiniones pesimistas, tanto por los

presagios sobre las condiciones materiales de vida de las gentes

(que para muchísimos indudablemente empeorarán), como por la

prevalencia de ciudadanías acríticas e indolentes.

Lo que nos deja, aparentemente, con un mismo mundo, en todo

caso más desigual, en el que las disciplinas y recetas predominantes,

con sus respectivas técnicas, darán forma a pequeños nuevos hábitos

y tecnologías que deberemos aceptar.


Ensayos sobre la pandemia

Debemos cuidar a nuestros padres y abuelos, a nuestros ancianos, que son los
que construyeron la Italia que tenemos hoy”. Esta era sin duda una de las razones
más poderosas que soportaba y motivaba la que en ese momento parecía una
drástica medida para frenar el virus; esa idea era realmente valiosa. De ser este
recuento de una película, sin duda estaría proyectada en cámara rápida, y cada
decisión, cada decreto y cada movimiento parecerían, en perspectiva, acciones–
reacciones que van y se devuelven una y otra vez. El escenario es una bella
ciudad del norte de Italia: Turín. Geográficamente se limita al occidente por los
Alpes y por el Río Po al oriente. Urbanamente cómoda con trazado regular y
algunas callecitas medievales (estrechas y empedradas) en el centro de la ciudad,
tiene una escala ideal para ser habitada. Cuenta con dos edificios que son
referentes visuales por su altura: la Mole Antonelliana (proyecto del arquitecto
italiano Alessandro Antonelli, finalizada en 1889), que mide 167 metros con 50
centímetros de altura y actualmente alberga el Museo del Cine; y la reciente Torre
Intensa San Paolo (proyecto del arquitecto italiano Renzo Piano, finalizada en
2015), que mide 167 metros con 25 centímetros de altura, tan solo 25 centímetros
menos que la Mole. Al límite sur de la ciudad se encuentra en construcción la
Torre de la Región Piamonte, que al parecer será la primera en sobrepasar la
altura de la Mole. Turín se caracteriza por ser arquitectónicamente sobria, de
pórticos sobre las vías principales que circundan y conectan el centro de la ciudad
para proteger del frío, la lluvia y el sol. En el día es cada vez más visitada y
concurrida, pero tranquila como ciudad, alberga el Palacio Real y está llena de
museos y librerías. Tiene desde callecitas angostas hasta amplias vías de moda al
mejor estilo de Milán (para muchos su “hermana mayor”). Concuerda aún con la
descripción que en 1878 daría Mark Twain en su pequeño libro Ritorno in Italia
[Regreso a Italia]: una ciudad geográficamente bella y llena de librerías. En las
noches puede ser también muy despierta en barrios tradicionales como San
Salvario, en proceso de regeneración urbana con restaurantes, bares, lugares de
fiesta y cafés en cada esquina. Con la particularidad, como en otros sectores
tradicionales de la ciudad, de tener gran parte de sus fachadas de color amarillo
torinese, San Salario es punto estratégico e intermedio entre el centro de la ciudad
y el parque del Valentino a lo largo del cual se despliega el majestuoso Río Po.
Con empresas como la Fiat, entre otras, ha sido una ciudad fundamental en el
crecimiento e industrialización de Italia. No hay duda de que la pandemia, esta
película ¿de “terror”?, es un fenómeno que rápidamente afectó la vida cotidiana de
miles de ciudadanos alrededor del mundo. Pero tal vez vale la pena recordar que
fue Italia el primer país occidental que enfrentaba esta crisis. Y más precisamente
el norte. Las medidas tuvieron que ser tomadas poco a poco, pero con agilidad,
tanteando a ciegas y en medio de la crisis, sin mucho tiempo para la reflexión ni el
análisis; las cifras de infectados, afectados, hospitalizados y muertos comenzó a
subir exponencialmente y en consecuencia las medidas cambiaban semana a
semana. Este frenesí hacía que el día a día se viviera de manera inquietante. No
valía realmente la pena cuestionarse si se trataba de un complot, una distracción,
una estrategia; estaba pasando y había que actuar y reaccionar sobre la marcha.
Se hacía lo que se consideraba correcto hacer. Para entonces dejaron de importar
las inclinaciones y las diferencias políticas que hasta ahora habían estado siempre
tan marcadas. O por lo menos se pausaron: dichas diferencias por este tiempo se
desdibujaron para concentrarse en lograr un único bien común nacional. Ocurrió
muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos todo había cambiado. No hubo tiempo
para prepararse, todo parecía tan drásticamente diferente y cada corazón se
acostumbró a ir dos compases más acelerado. Fue un momento de cambios
indispensables implementados de manera abrupta, otros necesariamente vendrán
de forma progresiva en las fases sucesivas. Una vez identificada la gravedad del
virus, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió como acciones
prioritarias el confinamiento en los hogares y el distanciamiento social con miras a
reducir el contagio. Desde la arquitectura, estas dos acciones intervienen en la
nueva composición y habitabilidad del espacio interior, en la interacción física en el
espacio público y en los desplazamientos en cortas y largas distancias. En su
publicación de 2019 The Power of Cities: Tackling Noncommunicable Diseases
and Road Safety, referida al COVID-19, la OMS plantea dos aspectos importantes
a tener en cuenta en las ciudades a raíz de la crisis. De una parte, la necesidad de
crear ciudades y comunidades sostenibles que fomenten “una mejor planificación
urbana que priorice el acceso a sistemas seguros, mejore el acceso a los espacios
verdes o públicos y mejore la calidad del aire”. Y, de otra parte, “crear calles
peatonales, aptas para bicicletas y dignas de ser recorridas”, con el propósito
principal de conectar las ciudades en condiciones seguras para caminantes y
ciclistas, “(…) garantizar acceso seguro y equitativo a los servicios, y promover la
caminata y el ciclismo para la recreación y el transporte”. Esto implica recrear las
ciudades en términos de conciencia ambiental y de salubridad. Una semana antes
de que el gobierno decretara en el norte de Italia el cierre de escuelas de todo
grado y orden (desde los jardines de los niños más pequeños hasta las
universidades), la idea de un virus que rondaba por Asia se hacía bastante ajena y
lejana. De repente, en el norte de Italia ocurrió lo insólito: se cancelaron los
eventos deportivos (no jugarían la Juventus, el Milán, el Inter, el Atalanta); se
cerraron los museos, se cancelaron los eventos culturales (conciertos, ópera,
teatro y carnavales); incluso el Carnaval de Venecia concluyó dos días antes. La
petición con obligatoriedad era no salir de la casa sino para lo estrictamente
necesario. La medida se llamaba: #IoRestoaCasa [#YoMeQuedoenCasa]. Una
medida sin duda extraña para ese momento, drástica. ¿Exagerada? Sí, se llegó a
pensar. En especial porque al inicio todo indicaba que eran medidas preventivas y
pasajeras. Al no imaginar ni conocer la gravedad de la situación, como en un acto
de supervivencia humana, se guardaba la ilusión de que la siguiente semana, o la
siguiente, las cosas volverían a la normalidad. Era cuestión de paciencia. Se
habilitó una página especial de la región del Piamonte para seguir hora a hora lo
relativo al virus. Los casos se contaban aún en los dedos de una mano. La
propuesta del ministro de Salud parecía haber funcionado, así que se retomó la
idea de reabrir museos, cines, actividades deportivas, artísticas y eventos en
general; además de reabrir escuelas y universidades: primero para una limpieza y
desinfección profunda, que duraría dos días, y luego reiniciar. Pero no fue así:
jardines, escuelas y universidades continuaron cerrados, viajes cancelados,
tiquetes reembolsados, restricción de trenes, aviones y de la movilidad en general.
Después de haber cerrado el norte de Italia y sus confines, las medidas se
extendieron a todo el país. Se cerraron fronteras como una manera de aislarse y
protegerse. Se cerraron las tiendas comerciales, y muchas de ellas decidieron
hacerlo por decisión propia antes de la comunicación oficial. Un gesto que no pasa
desapercibido si se piensa que para la economía italiana el turismo histórico-
cultural y el comercio tienen un peso muy importante. Es un país atractivo por la
moda, las tiendas, los diseñadores, y se veía en la necesidad de cerrar
indefinidamente.

Al principio los negocios como restaurantes, kioskos, bares, cafés, podían atender
hasta las 6 p. m., luego tuvieron que cerrar por completo. En general, con más
esfuerzo para unos que para otros, los negocios fueron solidarios, aunque por
supuesto, cerrar afectaba altamente tanto la economía individual, como la de todo
el país. La idea inicial de algo pasajero había quedado atrás. Con resignación,
pero también con paciencia y comprensión, la gente empezó a relacionarse desde
los balcones y ventanas, a compartir en la distancia con los vecinos, a agradecer
al personal de la salud que se ponía en primera línea de la batalla, a mandar
mensajes visuales de aliento con arcoíris luminosos que silenciosamente gritaban:
#C’eLaFaremo! [#LoLograremos!]. Pasaban los días y los decesos aumentaban,
también los contagios y las salas llenas. Un negocio importante de deportes
empezó a probar y a producir respiradores con la indumentaria de los equipos de
buceo, las fábricas empezaron a producir mascarillas de doble tela con filtro para
evitar que la gente del común usara las que debían usar los operarios de la salud,
y las universidades empezaron a encontrar cómo atender la crisis desde las
diferentes disciplina.
2. Elabora un mapa conceptual sobre las diferentes expresiones
Lingüísticas de la Comunicación Científica.

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