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DIRECCIÓN REGIONAL DE EDUCACIÓN PUNO

UNIDAD DE GESTIÓN EDUCATIVA LOCAL CHUCUITO – JULI


INSTITUCIÓN EDUCATIVA SECUNDARIA “JOSÉ MARÍA ARGUEDAS” PIZACOMA

I ES
AGROPECUARIO

PIZACOMA

PLAN LECTOR
2016
“Somos lo que leemos y escribimos”

Lema:
Un Perú que lee:
“Es un país que PROGRESA”

Una Institución Educativa que lee:


“Es una Institución que AVANZA”

Un estudiante que lee:


“Es un estudiante que TRIUNFA”

Apellidos y Nombres: ________________________________________________________


IES: ______________________________________GRADO Y SECCIÓN: _________________
Lugar: _____________________ Fecha:_______________

TERCERA JORNADA: 30/06/2016

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UN JUEZ JUSTO

Un rey argelino llamado Bauakas quiso averiguar si era cierto o no, como le habían dicho,
que en una de sus ciudades vivía un juez justo que podía discernir la verdad en el acto, y
que ningún pillo había podido engañarle nunca. Bauakas cambió su ropa por la de un
mercader y fue a caballo a la ciudad donde vivía el juez.
A la entrada de la ciudad, un lisiado se acercó al rey y le pidió limosna. Bauakas le dio
dinero e iba a seguir su camino, pero el tullido se aferró a su ropaje.
— ¿Qué deseas? -preguntó el rey- ¿No te he dado dinero?
— Me diste una limosna -dijo el lisiado- ahora hazme un favor. Déjame montar contigo
hasta la plaza principal, ya que de otro modo los caballos y camellos pueden pisotearme.
Bauakas sentó al lisiado detrás de él sobre el caballo y lo llevó hasta la plaza. Allí detuvo
su caballo, pero el lisiado no quiso bajarse.
— Hemos llegado a la plaza, ¿por qué no te bajas? -preguntó Bauakas.
— ¿Por qué tengo que hacerlo? -contestó el mendigo-. Este caballo es mío. Si no quieres
devolvérmelo, tendremos que ir a juicio.
Al oír su disputa, la gente se arremolinó alrededor de ellos gritando:
— ¡Id al juez! ¡Él juzgará!
Bauakas y el lisiado fueron al juez. Había más gente ante el tribunal y el juez llamaba a
cada uno por turno. Antes de llegar a Bauakas y al lisiado, escuchó a un estudiante y a un
campesino.
Habían ido al tribunal a causa de una mujer: el campesino decía que era su esposa y el
estudiante decía que era la suya. El juez escuchó a los dos, permaneció en silencio
durante un momento, y luego dijo:
— Dejad a la mujer aquí conmigo y volved mañana.
Cuando se hubieron ido, un carnicero y un mercader de aceite se presentaron ante el juez.
El carnicero estaba manchado de sangre y el mercader de aceite. El carnicero llevaba
unas monedas en la mano y el mercader de aceite se agarraba a la mano del carnicero.
— Estaba comprando aceite a este hombre -dijo el carnicero- y, cuando cogí mi bolsa para
pagarle, me cogió la mano e intentó quitarme todo el dinero. Por eso hemos venido ante ti;
yo sujetando mi bolsa y él sujetando mi mano. Pero el dinero es mío y él es un ladrón.
A continuación habló el mercader de aceite:
— Eso no es verdad -dijo-. El carnicero vino a comprarme aceite y después de llenarle un
jarro, me pidió que le cambiara una pieza de oro. Cuando saqué mi dinero y lo puse en el
mostrador, él lo cogió e intentó huir. Lo agarré de la mano, como ves y lo he traído ante ti.
El juez permaneció en silencio durante un momento, luego dijo:
— Dejad el dinero aquí conmigo y volved mañana.

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Cuando llegó su turno, Bauakas contó lo que había sucedido. El juez lo escuchó y después
pidió al mendigo que hablara.
— Todo lo que ha dicho es falso -dijo el mendigo-. Él estaba sentado en el suelo y yo iba a
caballo por la ciudad, cuando me pidió que lo llevase. Lo monté en mi caballo y lo llevé a
donde quería ir. Pero, cuando llegamos allí, no quiso bajarse y dijo que el caballo era suyo,
lo cual no es cierto. El juez pensó un momento, luego dijo:
— Dejad el caballo conmigo y volved mañana.
Al día siguiente, fue mucha gente al tribunal a escuchar las sentencias del juez. Primero
vinieron el estudiante y el campesino.
— Toma tu esposa -dijo el juez al estudiante- y el campesino recibirá cincuenta latigazos.
El estudiante tomó a su mujer y el campesino recibió su castigo. Después, el juez llamó al
carnicero.
— El dinero es tuyo -le dijo. Y señalando al mercader de aceite, dijo:
— Dadle cincuenta latigazos.
A continuación llamó a Bauakas y al lisiado.
— ¿Reconocerías tu caballo entre otros veinte? -preguntó a Bauakas.
— Sí -respondió.
— ¿Y tú? -preguntó al mendigo.
— También -dijo el lisiado.
— Ven conmigo -dijo el juez a Bauakas.
Fueron al establo. Bauakas señaló inmediatamente a su caballo entre los otros veinte.
Luego el juez llamó al lisiado al establo y le dijo que señalara el caballo. El mendigo
también reconoció el caballo y lo señaló. El juez volvió a su asiento.
— Coge el caballo, es tuyo -dijo a Bauakas- Dad al mendigo cincuenta latigazos.
Cuando el juez salió del tribunal y se fue a su casa, Bauakas le siguió.
— ¿Qué quieres? -le preguntó el juez-. ¿No estás satisfecho con mi sentencia?
— Estoy satisfecho -dijo Bauakas-. Pero me gustaría saber cómo supiste que la mujer era
del estudiante, el dinero del carnicero y que el caballo era mío y no del mendigo.
— De este modo averigüé lo de la mujer: por la mañana la mandé llamar y le dije: « ¡Por
favor, llena mi tintero!» Ella cogió el tintero, lo lavó rápida y hábilmente y lo llenó de tinta;
por lo tanto, era una tarea a la que ella estaba acostumbrada. Si hubiera sido la mujer del
campesino, no hubiera sabido cómo hacerlo. Esto me demostró que el estudiante estaba
diciendo la verdad.
Y de esta manera supe lo del dinero: lo puse en una taza llena de agua, y por la mañana
miré si había subido a la superficie algo de aceite. Si el dinero hubiera pertenecido al

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mercader de aceite, se hubiera ensuciado con sus manos grasientas. No había aceite en el
agua, por lo tanto, el carnicero decía la verdad.
Fue más difícil descubrir lo del caballo. El tullido lo reconoció entre otros veinte, igual que
tú.
Sin embargo, yo no os llevé al establo para ver cuál de los dos conocía al caballo, sino
para ver cuál de los dos era reconocido por el caballo. Cuando te acercaste, volvió su
cabeza y estiró el cuello hacia ti; pero cuando el lisiado lo tocó, echó hacia atrás sus orejas
y levantó una pata. Por lo tanto supe que tú eras el auténtico dueño del caballo. Entonces,
Bauakas dijo al juez:
— No soy un mercader sino el rey Bauakas. Vine aquí para ver si lo que se decía sobre ti
era verdad. Ahora veo que eres un juez sabio. Pídeme lo que quieras y te lo daré como
recompensa.
— No necesito recompensa, -respondió el juez-. Estoy contento de que mi rey me haya
elogiado.

Comprobando mi comprensión:
Prácticamente al comienzo del relato se nos dice que Bauakas cambió su ropa por la
de un mercader.
1. ¿Por qué no quería Bauakas ser reconocido?
a) Quería averiguar si le seguían obedeciendo siendo una persona “normal”.
b) Tenía la intención de aparecer ante el juez disfrazado de mercader.
c) Le gustaba disfrazarse para moverse libremente y gastar bromas a sus súbditos.
d) Quería ver cómo actuaba el juez habitualmente, sin estar influido por la presencia
del rey.
2. ¿Cómo supo el juez que la mujer era la esposa del estudiante?
a) Observando su aspecto y viendo que no parecía la mujer de un campesino.
b) Por el modo en que el estudiante y el campesino contaron sus historias en el
tribunal.
c) Por la manera en que ella reaccionó frente al campesino y al estudiante en el
tribunal.
d) Comprobando su habilidad en el trabajo que habitualmente hacía para su marido.

3. ¿Sobre qué trata este relato en general?


a) Delitos graves.
b) Justicia prudente.
c) Un buen gobernante.
d) Una broma ingeniosa.
4. Para responder a esta pregunta tienes que comparar la ley y la justicia de tu
país con la ley y la justicia que se presentan en esta historia.
En la historia, los castigos se castigan según la ley. ¿De qué manera la ley y la
justicia de tu país son SIMILARES al tipo de ley y justicia presentes en la historia?
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BELLOS CABELLOS Miguel: - Sí, sí, le va a encantar.
Autora: Adela Basch Laura: - Bueno, no sé, ¿usted, cree...?
Miguel: - Se lo aseguro. Señora, relájese y deje su
ESCENA 1 cabeza en mis manos. 
(La escena transcurre en una peluquería. Hay un (Laura cierra los ojos y Miguel empieza a
reloj que marca las once. Entra Laura, mujer de trabajar)
cabellos largos, y la recibe amablemente Miguel,
el peluquero.) ESCENA 2
(El mismo lugar que la escena anterior, pero el
Miguel: - Adelante, tome asiento aquí, por favor. reloj marca las tres. Laura está roncando. Tiene
Laura: - (se sienta) Gracias. Mire, me gustaría la cabeza cubierta con una toalla. Miguel está al
cortarme un poco. lado, de pie.)
Creo que mi pelo está demasiado largo y
sin forma, y tengo ganas de cambiar de Miguel: - (Palmea las manos) Linda siestita, ¿no? 
aspecto. Quisiera un corte nuevo, con Laura: - (Despertando) ¡Ya son las tres! Tengo
algo de original y algo de sugerente. que irme.
Miguel: - ¿Con algo de mi gerente? Pero, señora, Miguel: - ¡Llegó el gran momento! Mire. (Le retira la
mi gerente es pelado. ¿Qué quiere, que la toalla de la cabeza)
rape? Laura:  - (Se mira en el espejo horrorizada) ¿Qué
Laura: - Pero no, quiero un corte novedoso, es esto?
con una caída así (hace un gesto con Miguel: - Una hermosa tonalidad amarrojul.
las manos), como suave. Laura: - ¿Amarrojul?
Miguel: - ¿Cómo mi ave? ¿Con una caída Miguel: - Sí, una combinación de amarillo,
como mi ave? Señora, yo rojo y azul. El último
tengo un canario, pero no se anda grito de la moda.
cayendo, vuela muy bien. Laura: - Yo voy a gritar si usted no me saca este
Laura: - Mire, yo lo que quiero es un buen colorinche de la cabeza. ¡Pero qué locura!
corte de pelo. Y que me dé un aspecto Miguel: - ¿Qué lo cura? A esto no lo cura
más juvenil, mimoso. nada. No es una enfermedad, es un
Miguel: - ¿Su mozo? hermoso colorido.
Laura: - No, mimoso. Mi-mo-so. Laura: - Mire, si en cinco minutos su hermoso
Miguel: - Eso, su mozo. Señora, sepa que colorido no se ha ido, usted me las va a
yo soy su peluquero. pagar.
Laura: - (Suspira hondo) Quiero un nuevo Miguel: - Disculpe, acá la que va a pagar es usted.
corte de pelo. ¿Qué me propone? Me tiene que pagar la tintura.
Miguel: - (Pensativo) Hum, veamos. Eso hay Laura: - ¡Pero qué caradura! Si no me saca
que estudiarlo. (Le pone las manos estos colores de mamarracho, no le
sobre la cabeza, le toma los cabellos, pienso pagar.
se los levanta y los deja caer de a Miguel: - Bueno, en un abrir y cerrar de ojos se lo
poco) Hum, ¿cortar? No sé. Espere un podría dejar todo rojo.
momento. (Inclina la cabeza sobre la Laura: - ¡De ninguna manera! Y lo que se va a
de Laura y apoya una oreja sobre su cerrar es esta peluquería.
pelo)  Miguel: - Entonces, se lo podría dejar azulmarillo,
Laura:| - ¡Eh! ¿Qué hace? una deliciosa mezcla de azul y amarillo.
Miguel: - Me estoy concentrando en su cabello, Laura: - ¡Ni loca! ¿Qué se cree? ¿Qué soy la
para escuchar lo que necesita. Acá bandera de Boca?
trabajamos así. Son las últimas Miguel: - Bueno, señora, decídase. No
tendencias internacionales en cuidado puedo estar con usted todo el día.
del cabello. Ahora los peluqueros ¿Qué color quiere? ¿Violeta, verde,
verdaderamente responsables turquesa?
escuchamos al pelo para saber qué es Laura: - ¿Turquesa? ¡Me va a estallar la
lo que pide. (Levanta la cabeza) Y lo cabeza! ¿Quiero que me devuelva
que este cabello necesita, señora, no es ahora mismo el color que tenía
un corte, sino una leve intensificación cuando vine!
de color.
Laura: - ¿Ahora? ¿Le parece?

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Miguel: - Eso es imposible. Aquí usamos Laura: - (Furiosa, se levanta y mientras
tinturas de muy buena calidad, son abre la puerta grita) ¡Le voy a hacer
excelentes y muy persistentes. juicio! ¡Voy a llevar esto a la corte! 
Laura: - ¡Voy a llamar a mi abogado! ¡Esto va a Miguel: - ¡Qué corte ni qué corte! Su cabello no
terminar en sumario! pedía corte... Y encima, se va sin pagar.
Miguel: - ¿En mi Mario? Yo no tengo ningún Mario.
El logro del ogro Chela: Yo no dije “sus-se-sos”, dije “sucesos”,
Adela Basch hechos, acontecimientos, sucesos, lo que sucede en
Personajes: la obra.
 Chela, directora de teatro Porota: ¿Y qué es lo que sucede en la obra?
 Paco, actor Chela: Eso es justamente lo que tenemos que ver
 Porota, actriz antes de empezar a ensayar.
 Coco, actor Paco: ¿Y por qué no empezamos de una buena vez?
(La escena transcurre sobre un escenario. Hay Coco: Sí, empecemos a ensayar.
una mesa cubierta de papeles desordenados y Porota: Yo quiero ensayar.
cuatro sillas). Paco: Yo también, no veo la hora de probarme el
Chela: Coco, Porota, Paco, ¿están listos para vestuario.
empezar a ensayar? Coco: ¿Y dónde está el vestuario?
Coco: Yo sí. Porota: Sí, ¿dónde están los trajes?
Porota: Yo también. Chela: ¿Qué trajes?
Paco: Sí, empecemos. Paco: Los que vamos a usar.
Chela: Primero voy a explicar algunas cuestiones de Coco: Sí, ¿dónde están los trajes?
personajes, de argumento, de texto. Chela: ¿Qué trajes?
Porota: Perdón, ¿qué dijo? Porota: Los trajes que nos vamos a poner para
Chela: De texto. actuar.
Porota: ¿Qué dijo? Chela: Los trajes, todavía no los traje.
Chela: ¿Qué le pasa? ¿Está sorda? Dije: ¡de texto! Porota: ¿Cómo? ¿No trajo los trajes?
Porota: ¿Qué detesta? Paco: ¿Los trajes no trajo?
Chela: ¿Yo? Nada, no detesto nada. Chela: ¡Pero qué trabajo!
Porota: Y por qué dijo “detesto”. Coco: ¿Y por qué no trajo todavía los trajes?
Chela: ¿Qué? Yo no dije “detesto”. Dije “de texto, de Chela: ¡Porque no traje los trajes!
texto”. Porota: ¿Y por qué los trajes no trajo?
Porota: Eso dijo, detesto. ¿Y se puede saber qué Paco: ¿Acaso tiene tanto trabajo que por eso los
detesta? trajes no trajo?
Chela: (Enojada) Lo que yo detesto es... ¡Detesto Coco: ¿Acaso estuvo de viaje y por eso no trajo los
perder el tiempo en hablar y hablar y hablar cuando trajes?
lo que hay que hacer es ensayar! (Se tranquiliza) Porota: ¿Acaso algún plato volador la atrajo, y por
Escúchame por favor, y a ver si me entiende esto. Lo eso los trajes no trajo?
que yo dije cla-ri-to es “unas cuestiones de tex-to”. Chela: (Harta): ¿Acaso...? ¡A casa! (Hace gestos de
Paco: Bueno, bueno, empecemos a ensayar de una echarlos).
vez. ¡Basta! ¡Si siguen así, se vuelven a su casa!
Chela: Sí, pero antes de empezar tenemos que ver ¡Termínenla con los trajes de una buena vez! Porque
algunas cuestiones de personajes, de argumento, si yo no traje los trajes no fue porque me distraje, ni
de... de... del texto de la obra (pronuncia con mayor porque me fui de viaje.
intensidad la “x” y la prolonga unos segundos). Es Coco: ¿Entonces, por qué no los trajo?
una obra fácil de hacer, pero hay que tener mucho Chela: Los trajes no los traje, porque antes de
cuidado con algunos hechos, con sucesos... ponerse los trajes hay que ensayar, y antes de
Coco: ¿Qué pasa con mis sesos? (Se golpea ensayar hay que ver algunas cuestiones de la obra.
suavemente la cabeza y se escucha un fuerte sonido El que quiera los trajes, que primero trabaje, y si no
a hueco). ¡que se raje!
Chela: No pasa nada con sus sesos. Paco: Bueno, empecemos a ver la obra.
Coco: (Grita) Usted dijo que había que tener cuidado Coco: Sí, empecemos de una vez.
con mis sesos. Yo lo escuché bien cla-ri-to. Y no me Porota: ¿Cuáles son las importantes cuestiones
diga que no, porque usted lo que dijo es eso (imita la de... de texto? (Pronuncia la “x” en forma exagerada,
forma en que Chela pronunció antes “clarito”). Y como antes Chela).
discúlpeme si la molesto, pero tengo los sesos bien Chela: En el primer acto lo más importante es el
puestos. logro de...
Paco: ¿Está seguro que los tiene puestos? Coco: ¿Qué ogro?
Coco: Por supuesto, los tengo siempre en su Porota: No sabía que había un ogro.
puesto. Paco: Yo de ogro no actúo.

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Chela: No dije “ogro”. ¡Dije “el logro”!
Coco: Ve, dijo “el ogro”.
Paco: Claro, dijo “el ogro”.
Chela: No, no dije “el ogro”, dije “el logro”.
Porota: Yo creía que en esta obra no había ningún
ogro.
Chela: ¡Bastaaaa! ¡Yo soy el ogro! (Gruñe y ruge
con sonidos muy intensos) ¡Bastaaaa! ¡Fuera de
aquí! ¡Por hoy no ensayamos más!

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