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Hablar siempre implica responsabilidad

Hablar nunca es barato, cada palabra que pronunciamos esconde consecuencias


incalculables.

No existe en la Biblia tal cosa como la fe muda, la fe siempre habla, pues no hay fe sin confesión.

2ª Corintios 4:13 Escrito está: “Creí, y por eso hablé." Con ese mismo espíritu de fe también
nosotros creemos,  y por eso hablamos.

Cada vez que los discípulos le pidieron al Señor que les aumentara la fe, Él no les enseñó fórmulas
artificiosas o mitos raros;  simplemente les enseñó a confesar la palabra, y esta palabra confesada
produciría fe en ellos. Me parece oír al Señor diciéndoles: “Si quieren fe, háblenle al monte que se
traslade al mar, háblenle al sicómoro que se desarraigue y se plante en el mar, simplemente activen
la fe hablando fe”.

Juan 4:24 Dios es espíritu,  y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

 Las Tres Incorporaciones de Dios.

Si vamos a funcionar adecuadamente y con efectividad en la confesión de fe, es crítico entender que
el verbo o Cristo, es la palabra. Debido a que Dios es espíritu, necesitó incorporarse para que
pudiéramos conocerle y tener algún contacto con El

Pero, ¿Qué significa incorporarse?, sencillamente adquirir un cuerpo.  Si nosotros fuéramos


despojados de nuestro cuerpo, no tendríamos forma posible de expresarnos en este mundo, ya que
por naturaleza somos espíritu, y es solamente gracias a nuestro cuerpo, que podemos expresar todo
lo que somos.

Juan 1:14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó  entre nosotros.  Y hemos contemplado su
gloria,  la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre,  lleno de gracia y de verdad.

supongamos que realizas un viaje de cinco horas sentado al lado de alguien desconocido, y durante
esas cinco horas dicha persona no pronuncia ni una sola palabra;  tú no tendrías manera de saber
que es lo que él piensa, pero si esa persona comienza a hablar, sus pensamientos viajarán a ti a
través de sus palabras, es decir, que la palabra es la incorporación del pensamiento, la palabra viene
a ser el cuerpo del pensamiento.

Ahora bien, Dios se ha incorporado tres veces.

1.-   La primera incorporación de Dios

Dios que es espíritu se incorporó en la palabra o Verbo, cuatro mil años antes de la encarnación.

Génesis 1: 3 Y dijo Dios: “¡Que exista la luz!"  Y la luz llegó a existir.

Juan 1:1 En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.

la palabra es Dios y Dios es la palabra.  El está aquí en su palabra y Él habita en su palabra. La
palabra es vida y una voz en tiempo presente, no envejece. La palabra es Dios hablando, y es Dios
mismo. La palabra de Dios es como su autor: eterna, invariable,  viviente y poderosa. La palabra de
Dios es la emanación de Dios, de su mente y de su voluntad.
En el hebreo antiguo encontramos el término Dabar, que se refiere a la palabra que sale de la boca
de Dios, y  se puede traducir igualmente como palabra o cosa;  esto significa, que cuando Dios
declara que algo ocurra o llegue a existir, esa palabra que él acaba de decir, es exactamente igual a
la cosa que está declarando.

Isaías 55: 10-11 Así como la lluvia y la nieve  descienden del cielo,  y no vuelven allá sin regar
antes la tierra  y hacerla fecundar y germinar  para que dé semilla al que siembra  y pan al
que come, Así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía,  sino que
hará lo que yo deseo  y cumplirá con mis propósitos.

Cuando Dios dijo: “Sea la luz”, esa palabra que El pronunció fue como la luz misma, así que
Dabar puede ser traducido como palabra o cosa.

Hebreos 11:3 Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios,  de
modo que lo visible no provino de lo que se ve.

Salmo 33: 6-9 Por la palabra del Señor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, 
las estrellas. Él recoge en un cántaro el agua de los mares, y junta en vasijas los
océanos. Tema toda la tierra al Señor;  hónrenlo todos los pueblos del mundo; Porque él
habló,  y todo fue creado;   dio una orden,  y todo quedó firme.

2.-La segunda incorporación de Dios

En el libro de Génesis capítulo uno, vemos a Dios incorporándose en la palabra cuando dijo: ¡Sea la
luz!, cuatro mil años más tarde la palabra o verbo se encarnó en una persona como nosotros llamada
Jesucristo.

Juan 1: 14, 18 Y el Verbo se hizo hombre y habitó  entre nosotros.  Y hemos contemplado su
gloria,  la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre,  lleno de gracia y de verdad. A
Dios nadie lo ha visto nunca;  el Hijo unigénito,  que es Dios y que vive en unión íntima con el
Padre,  nos lo ha dado a conocer.

El Verbo fue incorporado en una persona viviente, y ésta persona fue Jesucristo hombre. La
declaración de Juan es clara y enfática, pues dice que el Verbo se hizo carne. Quiero objetivar esto
un poco más: no dice que Dios se hizo carne, tampoco dice que el Espíritu Santo se hizo carne, pero
sí dice que el Verbo se hizo carne.

Juan 1:1 En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.

¿Por qué la escritura sagrada declara que el verbo se hizo carne? Sencillamente porque no
era carne, eso significa encarnarse.

El Verbo es la incorporación de Dios.

Su palabra es el único conocimiento verdadero. Jesús no era un filósofo en busca de la verdad, Él es


la verdad;  tampoco era un místico, Él es la realidad; Él no era un reformador, Él es un recreador; Él
no fue un visionario, Él es la luz del mundo.  Nunca razonó, Él sabía y conocía.

Juan 6: 63-68 El Espíritu da vida;  la carne no vale para nada.  Las palabras que les he
hablado son espíritu y son vida. Sin embargo,  hay algunos de ustedes que no creen.  Es que
Jesús conocía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que iba a
traicionarlo.  Así que añadió: Por esto les dije que nadie puede venir a mí, a menos que se lo
haya concedido el Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y
ya no andaban con él.  Así que Jesús les preguntó a los doce: ¿También ustedes quieren
marcharse?

Señor--contestó Simón Pedro--,  ¿a quién iremos?  Tú tienes palabras de vida eterna.

Conocer su palabra es conocerlo a Él

Juan 5:39 Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan
la vida eterna.  ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!

Esta es una confrontación que tuvo Jesús con los fariseos, porque ellos cambiaron a la persona de
Jesús por el libro. Convirtieron a Dios en un conjunto de doctrinas, así que Jesús les dijo: “ustedes
se pasan todo el tiempo escudriñando las escrituras porque a ustedes les parece que en ellas está la
vida eterna, pero la vida eterna soy yo, y esas escrituras solo dan testimonio de mi. Dicho de otra
forma se refieren a mi, anunciaron mi venida, y ahora que yo estoy aquí, ustedes no quieren venir a
mi para que tengan vida, dado  que yo soy la vida”.

Podríamos decir que la Biblia, es como la cáscara y Jesús es la fruta;  cada vez que escudriñamos
las escrituras debemos tocarlo a Él, buscarlo y anhelarlo;  y nunca debemos olvidar que él es
galardonador de los que le buscan.

3.-La tercera incorporación de Dios, es en el cuerpo de Cristo que es la iglesia.

Efesios 1: 22- 23 "Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de
todo a la iglesia". Ésta, que es su cuerpo,  es la plenitud de aquel que lo llena todo por
completo.

La iglesia es el cuerpo de Cristo, destinada a expresarle y manifestarle en el mundo.

Este misterioso cuerpo es orgánico, corporativo, y global. El apóstol Pablo hace una sorprendente
declaración en el libro de Romanos.

Romanos 10:6-8 Pero la justicia que se basa en la fe afirma: “No digas en tu corazón: ‘¿Quién
subirá al cielo?'  (Es decir,  para hacer bajar a Cristo), O'¿Quién bajará al abismo?'  “(Es
decir,  para hacer subir a Cristo de entre los muertos). ¿Qué afirma entonces?  "Cerca de ti
está la palabra, en tu boca y en tu corazón." Esta es la palabra de fe que predicamos:

Lo que Pablo está declarando aquí, es que en un sentido muy real y práctico, Jesús no está en el
cielo ni tampoco en el abismo, sino que él está en la Palabra de fe que tú y yo confesamos; esto
quiere decir, que cuando nosotros confesamos la Palabra de Cristo frente a un determinado
problema, traes literalmente a Cristo al escenario. ¿No es esto asombroso? La Palabra que nosotros
pronunciamos, se convierte en el vehículo en que Jesús viaja al lugar de tu  necesidad, por el
contrario si confesamos incredulidad, pesimismo y negativismo, traemos literalmente el poder de las
tinieblas sobre nuestras circunstancias.

1ª Timoteo 6:12 Pelea la buena batalla de la fe;  haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado
y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos.

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