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COMENTARIO de textos sobre la prosa renacentista

“Quijote” de Cervantes
“En esto, oyeron un gran ruido en el aposento, y que don Quijote decía a voces:
-¡Tente, ladrón, maladrín[1], follón[2]; que aquí te tengo, y no te ha de valer tu cimitarraY parecía
que daba grandes cuchilladas por las paredes. Y dijo Sancho:
– No tienen que pararse a escuchar, sino entren a despartir la pelea, o a ayudar a mi amo; aunque ya
no será menester, porque, sin duda alguna, el gigante está ya muerto, y dando cuenta a Dios de su
pasada y mala vida; que yo vi correr la sangre por el suelo, y la cabeza cortada y caída a un lado, que
es tamañacomo un gran cuero de vino.
-Que me maten- dijo a esta sazón el ventero- si don Quijote, o don diablo, no ha dado alguna
cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino
derramado debe de ser lo que le parece sangre a este buen hombre.
Y con esto, entró en el aposento, y todos tras él, y hallaron a don Quijote en el más extraño traje del
mundo. Estaba en camisa, la cual no era nada cumplida, que por delante le acabase de cubrir los
muslos, y por detrás tenía seis dedos menos; las piernas eran muy largas y flacas, llenas de vello y no
nada limpias; tenía en la cabeza un bonetillo colorado, grasiento, que era del ventero. En el brazo
izquierdo tenía revuelta la manta de la cama, con quien tenía ojeriza Sancho, y él sabía bien el porqué
y en la derecha, desenvainada la espada, con la cual daba cuchilladas a todas partes, diciendo
palabras como si verdaderamente estuviera peleando con algún gigante. Y es lo bueno que no tenía
los ojos abiertos, porque estaba durmiendo y soñando que estaba en batalla con el gigante; que fue
tan intensa la imaginación de la aventura que iba a fenecer, que le hizo soñar que ya había llegado al
reino de Micomicón, y que ya estaba en la pelea con su enemigo. Y había dado tantas cuchilladas en
los cueros, creyendo que las daba en el gigante, que todo el aposento estaba lleno de vino.

[1] malandrín: maligno, perverso, bellaco.


[2] follón: fanfarrón.
[3] cimitarra: sable corto.
[4] despartir: apaciguar.
[5] tamaña: tan grande.
[6] bonetillo: gorro de dormir.
[7] Se refiere a que Sancho tenía ojeriza, manía, a la manta porque en otra aventura
anterior había acabado manteado. Mantear a alguien es lanzar al aire entre varias
personas, con una manta cogida por las orillas, a otra, que al caer sobre la manta
vuelve a ser lanzada repetidas veces hacia arriba.

 
Presentación
El texto corresponde al núcleo inicial del capítulo 35 de la primera parte del  Quijote de Miguel de
Cervantes. Dicho capítulo, tras la aventura que va a ser comentada, se completa con el desenlace de
la novela El curioso impertinente.

Análisis del contenido


En este fragmento se relata el acuchillamiento de los cueros o pellejos de vino como una aventura
más de don Quijote. El tema es la locura del caballero y la constante disposición a la aventura.
Es un fragmento narrativo-descriptivo. Se trata de un breve relato en prosa, protagonizado por don
Quijote. En él se unen perfectamente los elementos de la narración y una pequeña descripción.
Aparecen también componentes típicos del diálogo.
El texto se estructura en dos partes, en las que se va intensificando progresivamente el interés por lo
narrado:
a) La primera parte, desde el comienzo hasta “a este buen hombre”,  ofrece el ambiente externo en
el que la aventura se encuadra y las reacciones de los diversos personajes ante el núcleo del
episodio: la batalla con los cueros de vino.
b) En la segunda parte, último párrafo, se describe la “batalla” que está sosteniendo don Quijote y la
progresiva transformación de todo el entorno para adecuar la realidad a la ficción caballeresca.

Análisis de la forma
En la primera mitad del texto, el ambiente externo se nos ofrece a través de un diálogo, con la
acertada maestría de Cervantes. El narrador, progresivamente, va cediendo su voz a los personajes y
ellos reflejan su peculiar visión de los acontecimientos. Existe, por lo tanto, una alternancia de
emisores que gradúan los diversos puntos de vista. La sucesión es la siguiente: narrador-don Quijote-
narrador-Sancho-narrador-ventero.
Con ello, el texto no necesita aclaraciones del narrador; la realidad se percibe por los pareceres de
los personajes. Este vaivén de perspectivas tiene conexión con una adecuación lingüística precisa en
los tiempos verbales: el narrador se expresa en pasado narrativo (“oyeron, dijo”), mientras que don
Quijote o Sancho utilizan el imperativo (“tente, ha de valer, entren…” y el ventero se sitúa en el
futuro con una perífrasis de posibilidad: “debe de ser”
Existe además una progresión ascendente en la información que los personajes aportan al lector. El
mensaje se va concretando, desde lo ficticio a lo real, mediante una precisa gradación de los
sustantivos. Don Quijote y Sancho se sitúan dentro de la ficción con sustantivos como “ladrón,
malandrín, follón, el gigante, la sangre, la cabeza cortada…”, mientras que el ventero va a recolocar
toda la ficción en el terreno de la realidad, haciendo corresponder la sangre ficticia con el vino y los
cueros de vino con la cabeza cortada del gigante.
Sancho, quien cree que es necesario actuar urgentemente, utiliza para ello una acumulación de
conjunciones (polisíndeton): “y  dando cuenta a Dios de su pasada  y  mala vida; que yo vi correr la
sangre por el suelo,  y  la cabeza cortada  y  caída a un lado…”
Mientras, el narrador cervantino acentúa, oponiendo formas verbales, dos ideas que se hallan en
todo El Quijote: la apariencia y la realidad; la imagen del parecer (“parecía que daba grandes
cuchilladas”) y el ser (“daba cuchilladas”).
La segunda parte del texto es un fragmento de mensajes acumulativos que, marcados de nuevo por
polisíndeton (“  y  con esto entró…  y  todos…  y  hallaron…” se podría estructurar siguiendo la
tradicional división: introducción (primera oración), nudo (resto del texto) y conclusión (última
oración).
El narrador completa  el prisma de perspectivas apuntado en la primera parte, y realiza una doble
función: presenta al protagonista mediante un retrato físico (prosopografía) de carácter
impresionista, siguiendo una doble progresión: se sirve de un pequeño juego narrativo, basándose en
los aspectos físicos que contemplan los espectadores (ventero, Sancho, etc.) e intenta adecuar el
relato a ese juego de elementos que perciben los sentidos.
Su resultado es una descripción que resalta la importancia de lo más llamativo. Se produce una
progresión óptica de mayor a menor, desde la camisa, las piernas y la cabeza, pasando por las
extremidades superiores hasta centrarse en los ojos.
Este fragmento ofrece una gran metáfora, que deja al texto dentro de la más pura ficción
caballeresca. El “más extraño traje del mundo” es la armadura que con minuciosidad construye el
arte de Cervantes para su personaje: cada objeto real se corresponde con un objeto imaginario. Así,
el bonetillo sería el yelmo, la camisa la coraza y la manta que don Quijote lleva enrollada en el brazo
sería el escudo.

Conclusión
El texto resalta, temáticamente, la lucha fantasía-realidad que ofrece El Quijote. En esta elaboración
creadora se aprecia el dominio que Cervantes tenía de la ambientación espacial y cómo una perfecta
gradación de recursos permite mantener o suscitar el interés.

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