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1
Como ejemplo ha sido muy citada la tercera definición de baroque en el Dictionnaire de
Trévoux (1771): “en pintura, un cuadro o una figura de gusto barroco, donde las reglas y las
proporciones no son respetadas y todo está representado siguiendo el capricho del artista”
(BAROQUE. adj. de t. g. Terme de Joaillier, qui ne se dit que des perles qui ne sont pas
parfaitement rondes. Gemmæ rudes & impolitæ. Collier de perles baroques. BAROQUE, se dit aussi
au figuré, pour irrégulier, bisarre, inégal. Un esprit baroque. Une expression baroque. Une
figure baroque. Il n’y a point de langue si baroque qui n’ait trouvé des partisans zélés. Mém. de
Trév. ☞ En peinture, un tableau, une figure d’un goût baroque, où les règles des proportions ne
sont pas observées, où tout est représenté suivant le caprice de l’Artiste). Ver Dictionnaire
Universel François et Latin vulgairemente appelle Dictionnaire de Trévoux, tome premier, p. 770, en
http://fr.wikisource.org/wiki/Livre:Dictionnaire_de_Tr%C3%A9voux,_1771,_I.djvu
2
Burckhardt, Jacob, El Cicerone [1854], Barcelona, Iberia, 1966.
3
Kunstgeschichtliche Grundbegriffe,1915.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
arte sin nombres” que desplazara la figura del genio creador como referencia
obligada de las obras y el contexto cultural como factor explicativo de las mismas,
para concentrarse en un análisis de las formas y sus diferentes expresiones
estilísticas. Paralelamente a esta consideración del barroco como una de las
tendencias que atraviesan toda la historia del arte, en Renacimiento y Barroco4,
Wölfflin aportó a la valoración positiva de la producción del s. XVII señalando los
rasgos característicos y autónomos de esas obras:
-búsqueda del movimiento real que deriva en composiciones dinámicas
-intento de sugerir el infinito
-importancia de la luz y sus efectos
-gusto por la teatralidad, por lo escenográfico y fastuoso
-tendencia a mezclar las disciplinas artísticas.
Si bien algunos autores siguieron insistiendo en la definición del barroco
como estilo decadente (por ejemplo Croce), otros muchos avanzaron en la
afirmación de su valor por medio de estudios exhaustivos de autores y obras (es el
caso de Weisbach, Sedlmayr y Mâle).
En la década de 1930 el catalán Eugenio D’Ors recogió la línea tendida por
Wölfflin para hacer una distinción entre el barroco, que identifica el lenguaje
prevalente en un periodo determinado, el s. XVII, y lo barroco como una fase
recurrente de la historia de la cultura y el arte5. Para D’Ors, este último
…era un estado del alma que, atemporal y ahistórico, aparecía en diversas
estaciones de la civilización. Lo barroco era un eón que imitaba los
procedimientos de la naturaleza, mientras que el eón clásico hace lo propio
con los mecanismos del espíritu6.
4
Renaissance und Barock,1888.
5
Du barroque, publicado en francés en 1935, es una conferencia que D’Ors dictó en la abadía de
Pontigny en 1931. Ver D’Ors, Eugenio, Lo barroco, Madrid, Alianza/Tecnos, 2002.
6
Domínguez Michael, Christopher, comentario disponible en
http://www.letraslibres.com/revista/libros/lo-barroco-de-eugenio-d-ors
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
7
Calabrese, Omar, La era neobarroca [1987], Madrid, Cátedra, 1999.
8
A estos se agrega el también cubano José Lezama Lima (1910-1976), ver González Echevarría,
Roberto, La prole de Celestina: continuidades del barroco en las literaturas española e
hispanoamericana, Barcelona, Quimera, 1999.
9
Sarduy, Severo, “El barroco y el neobarroco”, en Fernández Moreno, César (coord.), América
Latina en su literatura, México DF, Siglo XXI, 1972.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
10
Carpentier, Alejo, Concierto barroco [1974] disponible en
http://www.educarchile.cl/Userfiles/P0001%5CFile%5Carticles-106205_Archivo.pdf. En 1988 Paul
Leduc filmó una versión cinematográfica, Barroco, coproducción francesa-mexicana-cubana.
11
Maravall, José Antonio, La cultura del barroco. Análisis de una estructura histórica, Barcelona,
Ariel, 1975.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
12
Ibidem, p. 132.
13
Weisbach, Werner, El Barroco, arte de la Contrarreforma [1ª edición en alemán 1921], Madrid,
Espasa-Calpe, 1942; Francastel, Pierre, La realidad figurativa [1ª edición en francés 1965], Buenos
Aires, EMECE, 1970.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
14
Pérez Sánchez, Alfonso, Pintura barroca en España. 1600-1750, Madrid, Cátedra, 2000, p. 9.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
15
Gruzinski, Serge, La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner (1492-2019),
México, FCE, 1994.
16
El proyecto fue coordinado por María Concepción García Sáiz y Juana Gutiérrez Haces y contó
con financiamiento de Fomento Cultural Banamex (México) y Fundación Carolina (España).
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
Uno de los hilos conductores que se han propuesto para ligar las variantes
estilísticas y regionales es el realismo como una tendencia que siguió gran parte
de los pintores del siglo. Pero Pérez Sánchez lo critica como un “mito” que opaca
los significados subyacentes en la elección de un tono cotidiano y de modelos del
común para representar temas religiosos. En efecto, según este autor, son
también realistas los italianos, que extraen, por síntesis, un ideal de la observación
de la realidad circundante, los franceses, que realizaban a partir de ella una
elaboración intelectual, y los holandeses y flamencos, para quienes era un fin en sí
misma. El realismo español se distingue de estos porque es el vehículo para
transmitir con facilidad lo trascendente. “La realidad visible adquiere así un valor
transitivo”, explica Pérez Sánchez, y agrega que “responde a una exigencia
hábilmente establecida por la iglesia contrarreformista, verdadero y único cliente
de los artistas”18. Al respecto dice Revenga:
Los sentimientos religiosos impulsaron la sencillez, credibilidad e intensidad
expresiva que caracteriza la pintura de la época, pero no sólo en la elección de
los temas sino sobre todo en relación con la jerarquía de valores que la
inspiraron19
17
Pérez Sánchez, cit., p. 10.
18
Ibidem, pp. 10-11.
19
Revenga Domínguez, Paula, “Los lenguajes pictóricos españoles en tránsito”, cit., p. 492.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
Jusepe Ribera, Trinidad, 1635 (Museo del Jusepe Ribera, San Jerónimo penitente, 1634
Prado). Link. (Museo Thyssen-Bornemsza, Madrid). Link.
20
Pérez Sánchez, cit., p. 11.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
21
Portús, Javier y Miguel Morán, “Aquí fue Troya (de buenas y malas pinturas, de algunos
entendidos y de otros que no lo eran tanto”, en El arte de mirar. La pintura y su público en la
España de Velázquez, Madrid, Istmo, 1997.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
Bautista del Mazo, su yerno. La obra de este último ha llegado a confundirse con
la del maestro. En la segunda mitad, a la muerte de Velázquez, en 1660, los
pintores de la corte de Carlos II serán Claudio Coello (1642-1693) y Juan
Carreño de Miranda (1614-1685). Juan de Valdés Leal (1622-1690), sevillano
que se forma en Córdoba, Francisco Rizi (1614-1685) y Luca Giordano (1634-
1705), también pintan para los círculos de la corte. Tanto Velázquez como los
pintores cortesanos de la segunda mitad del XVII se verán fuertemente influidos
por la obra de P. P. Rubens (1577-1640), que en 1605 llega a Madrid con una
embajada de los Países Bajos, y será uno de los pintores favoritos de Felipe III y
Felipe IV. Coincidente con el poderoso influjo de Rubens, quien aúna en su estilo
las tradiciones del sur y del norte de Europa, puede decirse que en España se
supera definitivamente la tensión entre lo italiano y lo nórdico que pautó el siglo
anterior, al integrar las colecciones reales obras de artistas de ambas
procedencias, y al afirmarse una pintura local con características propias.
La obra de Carreño de Miranda y Coello, así como la de Valdés Leal, parte del
naturalismo tenebrista, cuyos juegos de luz y sombra utilizan, pero se inclina por
los despliegues de color aprendidos a través de Rubens. Las composiciones son
dinámicas, con inclusión de cantidad de personajes en actitudes y gestos
variados, dando lugar a la expresión por sobre la corrección del dibujo. Los temas
se relacionan con la iconografía triunfante del catolicismo contrarreformista,
portadora de mensajes político-religiosos.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
22
Revenga Domínguez, P., Pintura y Sociedad en el Toledo barroco, Toledo, Castilla-La Mancha,
Junta de Comunidades, 2002.
23
Pacheco, Francisco, Arte de la Pintura, su Antigüedad y Grandezas, Sevilla, Simón Faxardo
impresor, 1649. Disponible en google books.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
24
Revenga Domínguez, P., “Los lenguajes…”, cit., p. 496.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
25
Palomero Páramo, Jesús, “Notas sobre el taller de Zurbarán: un envío de lienzos a Portobelo y
Lima en el año 1636”, Extremadura en la evangelización del Nuevo Mundo: actas y estudios,
Madrid, Turner, 1990, p. 314.
26
Serrera, Juan Miguel, “Zurbarán y América”, en Zurbarán, Catálogo de exposición, Ministerio de
Cultura/Banco Bilbao Vizcaya, 1988, p. 70.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.
Francisco de Zurbarán, San Lucas con Crucificado o Autorretrato con Crucificado (Museo del
Prado). Link.
Francisco de Zurbarán,
Juan de Juanes, c. 1568. Inmaculada Concepción, c.
Iglesia de la Compañía de 1630. Link. Bartolomé Murillo, Inmaculada
Jesús, Valencia. Concepción, c. 1660 (Museo
del Prado). Link.
Igual que sucede con la Inmaculada, este será el modelo de muchas pinturas
americanas.
27
Pérez Sánchez, cit. p. 11.
28
Checa, F., cit., p. 285.
29
Pérez Sánchez, cit., p. 12.
30
Portús, Javier y Miguel Morán, “Público, públicos e imágenes”, en El arte de mirar. La pintura y
su público en la España de Velázquez, Madrid, Istmo, 1997.
Penhos, Marta, “La cuestión del Barroco: historicidad y transhistoricidad de una
categoría polisémica. España: de los realismos al barroco triunfante”. Cap. 4 en
Penhos, Marta y Agustina Rodríguez Romero, Los artificios de la pintura. Una
historia de las imágenes en Sudamérica colonial, libro en preparación.