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«Desde el inicio de su .

cair~ra -acadé~ica, Eileen


Power, se dedicó a preparar un~hi~toria t:l~;1a,mujer
en la Edad Media. Ambicionaba · producii ;un estu-
dio rriás completo y mejor documentado _, que cuª l-
quiera de los libros existentes sobre el ~te~ a . En
cienos momentos otros temas, sobre todo el,comer-
cio medieval de la lana, ocuparon gran part ~ oe su
tiempo e interés, pero en ningún momento _9~jó tle
recolectar material o de elaborar resúmenes He :80-
cumentación cc;>mprobatoriaP.ara su estudió ,¡,. de las
mujeres medievales. Su Meieval nunneriJs (cof!"
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ventas de mon1asmedievales) y sus edmon _s! s ~fo


The Miracclesgodman of Paris(El buen hoff!i re ele
París) y The Mirticlesof the Blessed Virgz"r/'Mary
(Los milagros de la Virgen Maria)fueron sül:iP,ro-
ductos de esta preocupación, pero un subproducto
de mayor peso y posiblemente;nás _amplió y ,lt ~ac-
tivo fueron las conferencias populares sobr~ el.te-ina
que ella dio en d_iferentes periodos ~n Cambri~ g~,
en la London School·of Economics y en los Estados
Unido s,,. . y en la radio. » · ·'

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Eileen Power
MujeresMedievales ·
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EeO~U~OfrOG
ed1c1onesü
l
título original
Medieval W ornen

© 1975
Cambridge Univer sity Press, Cambridge

traducción
Carlo s Graves

© 1979
Ediciones Encuentro , Madrid
Indice
en cubierta
La Ciudad de las damas de Cristina de Pisan, detalle

CJ1 bierta y diseño


taller gráfico de Ediciones Encuentro

Prólogo 5
1.S.B.N.: 84-7490-026-3
Depósito Legal: M-25909-1979
Impreso en Capítulo Primero:
Unigraf, S. A., Fuenlabrada (Madrid) Ideas medievales acerca de las mujeres 9

Capítulo Segundo :
La Dama

Capítulo Tercero :
La mujer trabajadora en la ciudad y el campo

Capítulo Cuarto: ...


La educación de las mujeres

Capítulo Quinto:
para obtener información sobre las obras publicadas ?_en program a, Los conventos
y p~a propuestas de nuevas publicaciones, dmg1rse a:
- Redacción de Ediciones Encuentro
c/ Urumea, 8 . Madrid-2 , tel. 4 11 03 03 y 4 11 02 52
.. '

Prólogo

Desde el inicio de su carrera académica, Eileen Power, , 1

se dedicó a preparar una historia de la mujer en la Edad


Media. Ambicionaba producir un estudio más completo
y mejor documentado que cualquiera de los libros exis-
tentes sobre el tema . En ciertos momentos, otros temas,
sobre codo el comercio medieval de la lana·, ocuparon
gran parte de su tiempo e interés , pero en ningún mo-
mento dejó de recolectar material o de elaborar resúme-
nes de documentación comprobatoria para su estudio de
las mujeres medievales . Su Medieval nunneries (Con-
ventos de monjas medievales) y sus ediciones de The
goodman of Pans (El buen hombr e de París) y The Mira-
eles of the Blessed Virgin Mary (Los mtfagros de la Ben-
dita Virgen María) fueron subproductos de esta preocu-
pación, pero un subproducto de mayor peso y posible-
mente más amplio y atractivo fueron las conferencias
populares sobre el tema que ella dio en diferentes perío-
dos en Cambridge, en la London School of Economics y
en los Estados Unidos .. . y en la radio. Con la posible ex-
cepción de uri capítulo en The legacy of the Middle Ages
(El legado de la Edad Media), estos ensayos populares no
fueron publicados, no obstante lo cual, hábiéndolos
leído y escuchado y, ocasionalmente, intervenido en su

' .
cor:nposición, siempre jugué con la idea de reunirlos y ficar las fuentes de codas las citas de Eileen Power así
editarlos. lo que me retenía era la esperanza de que un como sus referencias a autoridades en la materia; ~osa
día encontraría el tiempo, o podría inducir a alguien a que pude llevar a cabo casi en un cien por ciento ..
ello, p ara coger la colección de notas y dibujos de Eileen Las ilustraciones han sido seleccionadas por Miss Ann
Y completar su proyecto fundamental. Temía que, a, Boyd de Cup que también ha vigilado el libro a través
m~no~ que el futuro de este último se asegurara, la pu- del proceso de impresión. 1
Recibí ayuda y consejo de un buen núm~ro de amigos
bl1cac1ón de las versiones populares de Eileen Power
y colegas, sobre todo del profesor David Knowles, un
podrían perjudicar sus posibilidades. Afortunadamente,
viejo e íntimo amigo canco de Eileen como mío . El leyó y
el año pasado , la profesora Eleanor Searle, una distin-
comentó el primer borrador y me animó a publicar el
guida mediev alista de la Universidad de California acep-
libro . Murió justamente en el momento en que yo iba a
tó dich a tarea y de esta manera eliminó mi objeción para·
escribirle y pedirle autorización para mencionar su
la publicación inmediata de las conferencias . ' nombre en el prefacio.
He aquí, por lo tanto , el libro. Exceptuando el Capí- M. M. Pastan
tulo III , para el cual Eileen se basó mayoritariamente en
mis investigaciones insertando dentro numerosos pasajes
esc~itos por mí, el libro está -en su mayor parce- cons-
truido con textos escritos por la propia Eileen Power. Sin
embargo, el libro no fue organizado por ella misma. Sus
t~xtos se hallaban en diversas versiones; para hacer el
h?ro tuve _que seleccionar las versiones que parecían com-
binar me¡or y, por así decirlo, coserlas unas con otras .
Sin emb _ar_go, al llev~r a cabo esto, pude preservar los
textos ongmales de Eileen Power con escasas alteraciones
de contenido o lenguaje . Unicamente aquellos pasajes,
en los cuales sus datos parecían distantes de los resulta-
dos de estudios más recientes, me atreví a corregirlos en
el texto o en las notas finales .
. L3:5not:5, por sup~esto, son codas mías al igual que la
b1bhograf1a . Esta uluma, como corresponde a un libro
~opular, es altamente selectiva. No contiene ninguna
lista de documentos de la época (esa lista hubiera inclui-
do la _mayor parte de las colecciones existentes) y se limi-
ta a libros que los lectores no especializados pueden con- 1 El autor del prólogo se refiere , evidentemente , a la edición ingle-
sultar. Mayor pretensión tienen -al menos en inten- sa. En la presente edición de bolsillo española se ha prescindido por
ción- las notas finales. Al compilarlas , traté de identi- razones obvias de las ilustraciones (ndt.) .
• 1
Capítulo Primero

Ideas medievales acerca de las mujeres

--
,,,
·~
''

..... '·
La situación de la mujer se considera, a menudo, como
· un test mediante el cual se puede juzgar la civiliz~ción
de un país o de una época. Ese test es extraordinaria-
mente difícil de aplicar, particularmente en la Edad
Media, debido a la dificultad de determinar qué es 1~que
constituye la posición dé la mujer en cualquier época . La
situación de la mujer es una cosa en teorí :{, otra _en ' los
aspectos legales y otra en la vida diaria . En la Edad
Media, tal como ahora, las diversas manifestaciones de la
posición de la mujer, actuaban unas sobre otras; pero no
coincidían exactamente. La situación real de las mujeres
era una mezclad .e los tres aspectos.
No obstante, vale la pena considerar la primera de
estas manifestaciones ·aisladamente, puesto que la teoría
medieval acerca de las mujeres -dejada como legado a
las generaciones futuras y ensombrecida tanto en la ley
como en la literatura- estaba destinada a tener profun-
dos efectos sociales durante siglos, mucho después de
que las fuerzas que la sostenían hubieran dejado de ser
importantes y cuando las condiciones que la habían
hecho posible ya no existían.
/ Al considerar las ideas medievales características acerca

13
de la mujer, es importante r:saber no sólo en qué consis-
tían dichas ideas sino también cuáles eran las fuentes de cadas fuera de la época que las enunciaba . En parte, de-
las que surgieron. La opinión expresada de una época rivaban del sistema paulino de valores cristianos , de la
,1
depende de las personas y de las clases que la articulan; idea romana de tutelaje y del concepto teutónico de au- '
por este motivo representan -a menudo- la visión de toridad en la familia (el mu nd) , y también tomaban
una minoría pequeña pero con voz. En la temprana algo de la idea árabe de caballero~idad. , . ,
E,dad Med,ia, lo que aparecía ~~mo__ o.pin~ór:i-cont~po- Resumiendo, la actitud medieval caractenstI~a solo
. .- ranea surg1a,..
cle dos_fuentes -"!D glesi~ y_la aristo ~ ia. En pudo surgir en una edad en que los grupos _clencales Y
-· otras palabras,! ~ 19eas sobre la mujer se formaron, de aristocráticos podían imponer su punto de vista sobre la
.I sociedad . Si la opinión pública se hubiese formado de
< una parte, por los clérigos -normalmente célibes- y,
· iba y no de arriba abajo, el dogma prevalente
d~ ?_~ra, por una pequeña casta que tenía medios econ~- a b ªJº arr , . . . , 'd d·r
podría haber sido d1stmto. Podna haber s1 ? aerente
- ~cos para poder considerar a·sus mujeres como un oQf~.::--'
~ de adorno, en tanto que las subordinaban estricta- aún cuando hubiese tenido en cuenta !ª actitud de l?s
miembros más ricos de 1~ clas_esmed1~ ~~ ?anas. Sm
~ enre al primer objeto de su interés: la tierra. Efectiva- embargo, las voces de_la Iglesia y la aristocrana, no obs-
mente, puede decirse con entera verdad que la teoría
tante ser resonantes e impregnarlo todo, no ahogaron ta-
aceptada acerca de la naturaleza y el mundo de las muje-
res se debía a ~ ases me!los familiariz4.das con la gran ta lmen t e algunas otras voces. Sobre tod_9, losh" sectores
. de,
masa del sexo femenino. mayor rango dp- las clases
. .medias urbañas
. se 1neron
·d olf
de manera creciente a parur del siglo_XII, a medi a que
J~ro~~ ~ e7' las que determinaron el concept9
~ ~atr11iioni3?:que-prevaleció nasta bien entrado el siglo
el comercio crecía y las ciudades se d~sarrollaban. !,us
de vista con respecto a la mu¡er denotan una
JQX, Y establecieron el estatuto de la mujer en la ley . puntos . •, d · l
·
meJor c omprensión de la real pos1C1on
. e•1a muJer den l a
Daqo que estaban de acuerdo en colocar a la mujer en
una pos~ura ~e sujeción frente al hombre, _ni el concepto J~' vidá medieval que la aristocracia o 1~!gle~ia. ~- e os
b urgos d ebía tener en cuenta la actividad de la mu¡e ~ en
~ ~at:1i:11on1001 la_ley consideraban a la mujer como -· ---.- . d - 1r
un md1v1duo completo, como lo que Maitland llama · clc omercio, particularmente las mu¡eres casa as que ie-
«un_a ?ersona libre y legal». _El elemento que definía ,su va-b an negocios propios ,.como femmes , soles.d' Los regla- ·-
posic10_n_no era su personalidad sino sµ' sexo,;y P~ !:í ~ º mentos u rbanos d e lasfiemmes soies preten ian, a· me-l '
el a era 1nfe!ior al 'hombre ~PQr_Q_ tra part ·e, fueron reci- d
nu o, P roteger a los maridos, pero dal hacerlo. hab1tua -
:~ <:.l!_
t~ t~ clast s las·g~e desarroll,¡;on -sin apa;ente mente ayudaban a mejorar el status e 1a mu¡er.
10cong!;Iencia- la contradoctrina _de la s~eri ~ idad y la Sin embargo, esta nota urbana, aunque sonara a ?1~-
adoract?n que se _congregaron alrededo~ de I_as _¡iersonas nudo, no podía hacer mucho para reducir el predommio
de !a Virgen en el cielo y de la dama en la tierra, lo que de los temas eclesiásticos o de los caballeros. La burgue-
entregaría al mundo moderno el poderoso ideal de la ca- sía creció en importancia en un _moment_o en el c1;-1al la
ballerosidad visión que prevalecía ya había sido e?caJada en Ciertos
A mbos d~gmas divergentes debían algo a fuerzas 1ubi- moldes. Por ello asumió las ideas «oficiales » con respecto
a las mujeres y el matrimonio como algo dispensado por
14
15
J. 1
(>

· l~ naturaleza . Es evidente que · las id~as burguesas , en la difieren de los ataques amargos -aunque en e1erro
!tteratura, eran con frecuencia más hostiles hacia las mu- modo académicos- de los primeros eclesiásticos . Son
Jeres que las_clericales. Desde luego eran más adversas autént icos dibujos tomados de la vida real , verdaderas
que las del c~digo cortesano que , como veremos pronta- punzadas del zapato que aprieta.
~e~te, usaba el rw ans e J;!_ara _en~ubrir la acept ada infe- Qe__man<:_r!1que 1~ i9._eas medievales acerca de l_a mu j_er ,
nondad de_la mujer . Las clases urbanas, con excepción t~ como fueron formuladas por las dos clases que esta-
de las familias de los grandes mercaderes que podían ban en .E!..e.oder en la 4J ta Edad -Meclie_,
2 ól~ n l~v~-
moverse en círculos aristocráticos, no cultivaban la mem e modificadas (y en 11? :uchos casos para peor) por la
noción cab~leresca del servicio cortesano (Frauendienst) • clase emergente durante los últimos tres siglos de este
En efecto, en el período en que las clases urb anas esta- período. Sin embargo, aún durante este último período ,
ban en la cima de su prosperidad e influencia, es decir , dos grandes cuerpos de opinión seguían sin ser escucha-
finale: del siglo XIII y coplienzos del XIV, vió languidecer dos. Las clases trabajadoras , cuya labor sostenía tanto a la
los mas puros ideales del ·servicio caballeresco y el amor Iglesia como a la aristocracia y que podía haber sobrepa-
cort~sano y resurgir, en las famosas historias rimadas co- sado en núme"ro a la burguesía en las .ciudades, perma-
. nocidas en Francia como fabliau x;;;- un ant ifeminismo se- necían inarriculadas . Y el hombre común , de quien te-
( c_ ular_ tan brutal como el que lc?s
Padres de la Iglesia nemos innumerables rasgos en los registros de los seño-
ríos o de los burgos, raramente emitía una palabra por
habían propuesto . 1
Sin embargo , la mujer de lasfabliaux , pese a lo odiosa encima del silbido de la guadaña o el zumbido del telar.
-~e es, muestra algo de la igualdad práctica que prevale- Como veremos prontamente ,· estos hombres estaban
cto _entre el hombre y la mujer en las clases medias . La acostumbrados a la visión y la compañía de mujeres tra-
1EuJer e~ ometida, pero su sujeción se mantiene dé bajadoras en los campos y talleres ; sin embargo , los do-
manera muy7 mperfecta y ef marido dominado es un mingos iban a sus iglesias y escuch aban a los predicado-
tema sospechosamente f~vo~ito. Es una justicia poéti ca res decirles al mismo tiempo que la mujer era la puerca
1 que el hombre cuya mu1er ideal era una Paciente Gri-
selda se e~concrase de manera bastante frecuente casado
del Infierno y qu e María era la Rein a de los Cielos. En los
días de fiesta, o en sus visitas a los mercados y ferias , se
n la Muier de Bath . Hubo misóginos en todas las épo- reunían en torno a losjongleu rs y se reían con los cant es
as, ~ero _l~ diatribas en contra de la mujer y el matri- gras o f4f?Jiau;<en los !!~..las muje s eran ridiculizadas .
orno, v1s1blesen la literatura de la Baja Edad Media , Unicamente en los momentos de revuelta , cuando re-
1
pentinamente sus propias voces surgían desafiantes , re-
. •Le Vallet aux d ouze .e 1emmes• y «La Femm e qut ..
servait cent cava- husaban ver a Eva como una traidor a de la humanidad ,
l1ers• son dos e·
fi b{ Jemp_1os t1p1co- , s d e fiabl.'wux -antifeminist as . Sobr e las
¡ v:i: uxe~n general ver~ Recueil gé néral et compl et des f abliaux etc.,
,,; ·b. · A . de Momaiglon y G . Reynaud París 1872 -90 · J. Bédier
para . siempre bajo el pie del hombre. En lugar de esto
preguntaban:
Les na zaux 5 a d ' og 'Les Fabliaux •
, • e . , París, 1928, y Pee Nykr Cop e-'
nhague , 1957·
/. ' ' J . B'ed 1er,
, cf. • tam b 1en . «Les Fabhau . , x. en Hzstozre
. ! d e la Cuando Adán cavaba y Eva hilaba
angue et de la lzttérature franfais e, ed. Petit de Tulleville París 1896
t . 11, pp . 89-90 . ' ' ' ¿quién era entonces caballero? , '.

16 17

,. , '
..~~ - - ~!_~~--- -
felicidad vivida con su marido ames de que la dejase
,lm1ec~sarioes ~ecir que las ~uj ::~s estaban ~omple- viuda, joven, con una familia que mantener ; también
t.!(Il_e?/te desQfgamza?as .=Rara vez oím9s__;¡.
lgo respecto a esto se ve en el tratado educacional «Le livre dl!>trois
la v_~ 1on que _las~uJeres tenían de~ mismas. Como la vertus», que escribió para uso de las mujeres. 2
fv1u¡er de BatJi_ deploraba, todos los libros 'estaban
escritos por hombres: - - - - - - - - -- --

\ Who peyntede the leoun, te/ me who? 2


) By god, 1/womm_enh~dde writen stories Esas fueron las fuentes de las que surgió la opinión
s clerkes han wzth - mne hir oratories,

ti
general de la Edad Media acerca de las mujeres . Eran
They wolde han writen ofmen more wikkednesse socialmente restringidas y el pano rama que reflejaban
Than al/ the mark of Adam may redresse. ténía que ser, por lo tanto , estrecho y uniform e . Sin em-
Es decir: bargo, esa uniformid ad y consistencia no eran tan estric-
tas como puede aparecer a primera vista. Dicho panora-
¿Quién pintó al león, dime quién? ma incluía puntos de vista distintos y estab a sometido a
Dios mío, si las mujeres hubiesen escrito historias conflictos y fluctuaciones. La Iglesia y la aristocracia esta-
Como los eruditos han hecho con sus oratorios ban a menudo en pugna y, a veces, estaban en lucha
Hubiesen escrito de los hombres más maldade~ consigo mismos . Tanto en la circulación de ideas dentro
que rodas las que pueda revestir el signo de Adán . de la Iglesia como en la aristocracia la posición de la mujer
oscilaba entre el cielo y el infierno . En su visión respecto
L~ bras lit~rarias g~!Il..!!iereL son _s:
scasas, e~ ceptuan-
de la mujer, la Igle sia no hacía ningún caso del mandato
d~ 1~ cartas 9~ª1:1~ Elo~ a ~ los desahogos de grandes
. bíbl ico de no dudar entre dos opiniones. Como unJano
~1s~ as y un_os E_ocos~scritos de -wonjas:-doctas. Las 12..oe-
bifroote, contemplaba a la mujer desde cad a sermón y
t~ , c<2!!.1:~ ov_ª-dara C~mdesa Beatriz de Diex y la fa-
tratado sin saber nunca cuál de sus rostros volver hacia
rr_iosaescm~ra de lais conocida como Marih d~ FraQcie, se
ella . ¿Cuál er;a el verdadero paradigma del género feme-
a1ustan de manera muy precisa a la convención poetica
pi[)o , la mujer p ar excellence: Eva, esposa de Adán, o
del ~ ome~to . Basta fine~ del siglo XIV ,no aparece una
esrn tora dispuesta y capaz de clama~ por su sexo:y tomar María , Madre de Cristo? Por una parte , está la imagen
la palab_ra en contra de la denigración de la mujer que
pr~domma . Esa mujer fue la gran Christine de Pisan, a
2 Marie-Josephe Pinet, Christine de Pisan, 1364- 1430, París, 1927 .,,
Oeuvres Poétiqu es de Chn'stine de Pisan, ed. , Maurice Roy , Sociét é
qmen nos referiremos más adelante . Christine fue, por
supue st o, excepcional en muchos sentidos . Era maestra
des Anciens Texces Fran~ais, 3 vols., París, 1880-95 , aunque t scá dedi -
ca.90 a la ol;>ra poéti ca de Chriscine de Pisan contien e el cexco «Epistre
au dieu d' am our s», la prin cip at de sus apologí as femini stas. Cf., el
.
-1

..,_
~n todas las convenciones cortesanas y pudo vivir de su breve artículo de M. Pecic de Tulleville , «Les derni ers Poeces du Mayen
~luma ._Su famoso a~ ue en Le Roman d(Jla Rose está Age» en Hz'stoire de la langue et de la littérature fr anf at'se, ed . Petic de
mfund1d~ ae un elevado j_peali s~ o, pero también revela Tulleville , P1rís, 1896 , c. 11. pp . 89-90; J. Nyss, Chn'stine de Pisan et
ses pri ncipales oeu vres, Bruselas, 1914; R. Rigaud , Les Jdées femi nist es
su e~ pc1onal conocimiento de la vida real. Ese mismo ' l•
sentimi en to e la v1 a real se ve en su descripción de la
de Chn'stine de Pisan, Neuchacel , 1911.
.••.
19
18
de la mujer concebida por hombres tales como Jacques período temprano de l~ historia de ~ _!gksi _a y._fue de
deVitry(a. 1240). 3 hecho originado por ella . Sus !~ íces no esta l2.an en.h.s _pa-
labras de Cristo sino en las d e..San Pablo , y-encomr.ó su
«Entre Adán y Dios , en el Paraíso , sólo había una e_;q,!_esión en l~ 'vidas .y escrit Q.uk.J_QS_J2 rimeros Pad!~~~ e
mujer, y no descansó hasta que consiguió expulsar a la. Iglesia _y su per ~onificac i_óJLrnJ a_éJ..if-l!.y filos_ofía mo -
su marido del Jardín de las Delicias y condenar a násti cas . A medida qu ½..sJ.Irgían y. se_desarrollaban los
Cristo al tormento de la Cruz. » id~ales ascét icosyJ a vida monacal se convertía en el refu-
gro de mucho s_de los m 9 o_!es ~<?mbres en el tumulto de
Por otra parte, hay opiniones sobre la mujer tales la ~c!~d SoIIJ.bJíª=,- ~!!!gi ó_, J.1!.evicabl_emente, _el ~~ peo
como la que muestra un ~anuscrito de la Biblioteca de de la Il!Ujer como_la ~.v_cadora supr _ema _,/anua diaboli,
la Universidad de Cambridge : -- - -. - .f.l_~~_EL de los obstác '! l~s_: n el cami':10 ·d.:!~ salvación .
, En verdad era tan grande , que 01 siquiera el matrimonio
«La mujer debe preferirse al hombre , pues , en ma- podía superarlo por compl~to . -".',igunos escritores ecle-
terial; Adán fue hecho de arcilla y Eva del costado siásticos con sideran al matnmomo entre las más bajas y
de Adán; en lugar : Adán hecho fuera del Para íso y degradantes condicione~ d~ vida h~m_ana. El único ar-
Eva dentro de él; en concepción: una mujer conci - gumento que pudo ·esg~1mir SanJeronm~o a su favor ~ra
bió a Dios, cosa que el hombre no hizo; en apari- que servía para proporc~onar al mundo ~irgenes . La vida
ción : Cristo se apareció a una mujer después de la monástic a ofreció refug10 a algunas mu¡eres, pero el re-
Resurrección, a saber, la. Magdalena ; en exaltación: fugio simplemente, sellaba la degradación de las muje-
una mujer es exaltada por encima de los coros de res e~ general , puesto que llegaba _a lim itar la aproba-
-ángeles, a saber la Virgen Bendita .» San Bernardi- ción total sólo a aquellos que se retiraban por sí mismos
no , inclusive en uno de sus escritos , nos dice : «es del mundo . ·
una enorme gracia el ser mujer: se salvan más mu- - Esta actitud estableció un punto de vista en relación a
jeres que hombres » 4. la mujer que sobrevi vió mucho más que 13:> condic~ones
sociales e intelectuales que lo crearon . Su mfluenc1a no
· Amba s ideas se incorporaron a la tradición de la Igle- fue, por supuesto , co~parable con su l~g3:,1'en ~a doctri-
sia y ejercieron su influencia en la mente medi{'.val. k na oficial de la Iglesia , La gente contmuo casandose y
im¿g en de la mujer co_g1 0 instr ~ ep t_o del dem o_nio, dando en matrimonio, e invocando la bendición de la
una cos~3 la vez in~ rior ypi rversá-, tomó cuerpó en ei· Iglesia para sus uniones . Pero la práctica cotidiana no
podía escapar de manera total a las presiones de la doc-
3 V. g. nos. 62, 67, 70 , 71, en Die E.xempla ... desJakob van Vitry, trina . El clero que predicaba los ideales ascéticos fue, du-
cd . Joseph Greven , Sammlun g den mittelalterlichen Texte, n . 0 9, rante muchos siglos, la única parte educada de la comu-
Heidelberg, 19 14. ,(
4
Citado en E. E. Power, «Th e posi tion ofWom en> en C. G . Crump
nidad y, por lo tanto, la única articulada. El punto de
Y E. F. Jacob (ed .), The Legacy o/ the Middle Ages, Oxford , 1962 , vista monástico tenía necesariamente que filtrarse en los
p. 402. pensamientos y la moral de la sociedad en su conj}-lnto .

20
Tertuliano y San Jerónimo ocuparon su lugar junto a d9ta ~ _ ~ ~ie_!ras y sabemos de mukre _s _ que _poseían
Ovidio en ese «Libro de las esposas perversas » que el tierras de ª cuerdo con todos los titulas recoQqcidos por la
quimo esposo de la Mujer de Bath debía leer en voz alta ley, incluidos los más i!}'lP.Ortª-.ntes.
Pero . en la práctica ,
todas las noches con tan sorprendentes resultados . el matri~!}io feuqª1Jle:vaba -im¡:>líe-ita-umráerta humi-
..Pasando_ru:JaJ.gl.e_siaa la aristocracia está claro que los llación j. _eJa mu .~r como ersona . En tanto que la I _lesia
_ laic.9s, tn general , ª I ~ ~ on compJ.acenciª~g_!?a sÚb~;dinaba a k mu· er a Sl,!_marido,el feudalismo la su-
de la Iglesia respecto a G:sujeción de la mujer. La obe- b~df;;aba -;: su feudo. Todos los matrimonios feudales
diencia im - lícita era parte del ideal de matrimonio que de · conveniencia estaban dictaminados de_acuerdo con
ios fncereses de la tierra. De alguna rnanera ,_una here-
s~ ~x?oníL_e~J~~ix or 2ane de.Jmur abaj_o did á cticos
dera -y , por supuesto, un heredero también- era un
.dmg1dos a la m1,üfr. · Inclusive un marido burgués tan
ooj'e'tount do a la tierra tanto como un villano señorial o
amoroso y sensible como el Menagier de París, compara
el amor de la esposa por su marido a la fidelidad del perro un ~ri_ado.
~or el amo, y declara que todas sus órdenes, justas o in- -De esta manera, · Iglesia y aristocracia se combinaban
JUStas,importantes o fútiles, razonables o no, deben ser para establecer la do~trina de _fa sujeció? de la m~jer,
o~edecidas. El mismo tipo de ideas respecto ª.la c_ondi- una doctrina que pod1a verse ligada a la idea de su !nfe-
cion Y deberes de la esposa se expone en las h1stonas de no.· ridad e5e(lcial. Por otra. parte,
. , tanto la
. Iglesia
. corno -~ª
la «Paciente Griselda » y la J«Dorada Doncella», y está -,?Iistocracia. afirmaban, sm nmgu p s~nt1_gu ~~ . ar~nte
exactamente resumido en el famoso discurso final de· Ca- de incongruencia, la doctr~na opuest~ ~e IJ supe9~ ,;:id~d_
tal'ina en La fiereczfla domada . 5 L~ posas_d_e~o b_edien- de la mujer. El culto a la Virn<;n _eLnüto d_e la cabal ena
tes podían ser corre idas orla fuerza. El Derecho Canó- crecieron junto s y ambos se most~~on floreci~mes_e.ntre
?ico pen:nitía específicamente wP-ear a - las esposas y a -el curso del siglo XII·y finales del siglQXJJI, cuando la cul-
Juzgar por las c"hánsonf aegesfey por las anécdotas rela- ~ra medieva! ~l~gó ·a ~~ ,2unto mjs ª1to . Quizás ambos
tadas por el Caballero de La Tour Landry sobre la educa- - - el- si·-g ño de una reacción -esta vez una reacción
c~ón de las hijas, dichos castigos se practicaban en los eran . , ro-
mántica- en contra de las realidades so~brías de epoc~s
circulos más elevados 6 •
anteriores, más crudas . Así como en el siglo YJX el movi-
. Esta actitud ética y social hacia el matrimonio no se miento romántico sucede a la «época de la razón », y la
vio st:avizada por el conceptó específicamente feudal del revolución que ésta inspiró, así también en la E~ad
matnmonio . Según la ley feud~~~~ a m~jer odfa estar Media la turb11lencia _de. la_Edad _O_gyra_fu.e_sucedida
por un'a época de caballeros y_~Y.ngen.
) k~- ET
el er . Power (ed.), The Goodman o/ Pans, Londres l 92STh
,w , s ale>, eanteT'. ,a I,es, en G eo ff rey Chaucer' Ca . .,,,
bury ,,.. « e -La sucesión encontró sus expresiones más _característi-
w or-,s, ed W Sk 0-1 d 3 Th N , m,,,ete
Bo k ,f B l. · eat, ,uor 190 ; • e ur Brown .Maid ~ O fc d cas en el culto ~da Vi!:gg¡. María. Se extendi? con ~nor-
i ~ T 'lads, ed. A. Quiller-Cou~~ • Oxfo rd, 1910, pp. 295•_30; or '
ª me rapid ~;-y pronto impregnó todas las m~mfestac10nes
Mo t . 1our Landr y, Lzvre pour / educatzon de mes fil/es d ·d
n aig on, París, 1854. ' e · e de la creencia popular . Ya_era enorme en el siglo XI, y co_n-

22
....- - - ------ ... - ---. - - - -
tinuó su preeminencia hasta el final de la Eda~ Media .

23
··,
.,.,
Grandes peregrin~cio~s a los Santuarios de la Virgen,
(Si no hubiese cogido la manzana
Chartres, Rocamadour, Mont Saint-Michel, Laon, Sois-
hubiese cogido la manzana
sons, Ipswich, Walsingham y muchos lugares más, cru-
zaban por todas artes los aíses de Euro12.a, en tanto nunca Nuestra Señora hubiese
que muchas grandes iglesias -no dedicadas a ella espe- sido Reina de los Cielos
cíficamente- se dotaban de capillas de Nuestra Señora . Bendito sea ese momento
Su nombre se daba a flores silvestres en los campos, a la en que cogió la manzana
clemátide (Virgin 's Bower) y otras, y a los niños ingleses por lo tanto podemos cantar ,
se les hacía observar cómo los «titilantes Mary - buds co- '¡Deo Gracias!')
menzaban a abrir sus ojos dorados ». Sus milagros esta- ~ .
?ª~ en boca de ~odos. Se plasmaban en innumerables Desde luego se puede dem que, a lo largo de la Edad
imagenes y s~-registraban en ~anuscritos y libros, de los Media, los hombres vieron a Cristo como el Niño
~ue la colecc10n Herolt es la mas completa y mejor cono- Divino; por lo tanto no es sorprendente que la devoción
cida. También servían de tema para los autos sacramen- d~ la época se prodigara sobre la Madre que sostenía al
t~les7 • La Iglesia estableció fiestas para conmemorar los ~iño Divino en sus brazos . Pero, a pesar de sus implica-
diversos pasajes de su vida y los sábados quedaron espe- CI?nes maternales y divinas, la devoción a la Madre
cíficamente designados para su culto. · Virgen no se podía distinguir a menudo en sus formas
La misma caída de la humanidad a través de Adán se de a9,uella que el caballero derramaba sobre la señora
convirtió entonces en un motivo de regocijo. Si no hu- ~?rtal, excepto que la veneración de la Virgen se exten-
biese sido por la caída del_hombre, n~ hubiera sido posi- dio más ampliamente y fue compartida por mayor nú-
ble ver a la Virgen entromzada en el cielo. ~ero de gente que las ideas de caballería . Por lo tanto,
hizo seguramente más por elevar el concepto común
Ne hadde the apptf take ben sobre la-mujer 9_
The appzf taken ben, De una manera curiosa y tal vez indiscriminada, el
Ne hadde never our lady culto de la Virgen se extendió inclusive hasta incorporar
A ben hevene quene a _es_a
mujer del Evangelio totalmente foránea a la familia
Blessed be the time div10a: María Magdalena. Pero la mayor ampliación del
That appil take was culto de la Virgen, cosa que inspiró una actitud hacia la
Therefore we moun singen mujer totalmente distinta a la de la Iglesia primitiva fue
'Deo Gracias!' 8 el culto de la dama mundana .
9
7
Se ha afirmado recientemente que el culto a la Virgen no era una
Introducción a The Miracles of the Blessed Virgin Mary ed E E causa sino µna consecuencia de la gran consideración hacia las mujeres
Power, Londres, 1_?2~. Miracles de Notre Dame, ed . Gast~n Paris ; en_los siglos X.JI y X.111:J acques Le Goff, La Civilisation de l'Oc cident
Ulrse Robert , ~oc1ece.des Anc1ens Texte s Fran~aise , París, 1898-1900 . Medzéval, París, 1964, pp , 355-356. Se ha sugerido también que al
Ear/y Englzsh Lyncs, ed. E. K . Chambers y F. Sidgwick Londres agotamiento de la clase caballeresca, incrementado por las Cruzadas ,
1947, ' ' ayudó a elevar la posición de la mujer en las capas altas de la sociedad .
(Nota del editor),

24
25
~-
• r
El ~Ja.dama era la contrapartida romántica del mania y a los del do/ce stzf nuovo de Italia, y donde quie-
culto de la Vi~gen. Había evolucionado entre-el sefuirío ra qÜe fuese recibía la bienvenida del mundo elegante 10 •
f!ledieval Y la aristocra~ia como -parte del ideal de caba- Sus centros eran algunos pequeños y brillantes cortes feu-
llería que se formaron en los siglos XII y Xlli. Esa idea en- dales: Champagne, Blois, Flandes, Bretaña , Borgoña ; y
cuentra clara expresión en el estribillo de las bala.das las cortes de Enrique II de Inglaterra y de sus hijos, «el
francesas del siglo XIV: En ciel un dieu, en terre une dé- joven rey» Enrique y Ricardo Corazón de León, de Luis
esse. Para la caballería la veneración romántica de la VII de Francia, Federico Barbarroja y Pedro II de Aragón.
mujer es una cualidad tan necesaria para ~-!~aballe¡; per- Paf.tLJ St~ ~ e~_!a_propagación d~ 1ª._u,uea_mo.da...fuela
fecto como el culto de Dios; o, como lo expresa Gibbon: que cµmplier QQ grjl.~ndes d;µ:t1as,quienes dieron la bien-
«El caballero era el campeón de Dios y de las damas. venida a los trovadores a la vez que ell~ mis~~ se. c@ -
-Me sonrojo al unir términos tan discordantes» . ~irtieron en famosos exponentes del verdadero ·arte del
Sin embargo, la idea de amor del caballero podía ir a_rnorcortesano. Las grand~s damas __ ~ran tas_principales
aún más lejos . Su manifestación característica no era una benefici arias así como la clientela más importante de la li-
reverencia general hacia la mujer, sino una concepción teratura y el arte inspirad os por el amor cortesano . Los
totalmente original del amor que habría de inspirar a romans d'aventure del siglo XIII que lo encarnaban esta-
mucha de la mejor literatura de la Edad Media y contri- ban obviamente escritos para satisfacer a una audiencia
buir como un tema de los más importantes al renaci- de mujeres, igual que las chansons de gestes estaban es-
miento del siglo XII. Cuando las sombras de la Edad critas para agradar a los hombres .
Umbría finalmente retrocedieron y en el mundo amane- El a.mou:orte'.iano, tal y com_o se entendía en esta socie-
ció nuevamente, surgió un nuevo estilo de vida con un da~tenía una cie~ta marca muy pr~~isa.-En-prim-e7 lugar,
estallido del arte, la enseñanza y la literatura. Esta explo- debía ser imposible entre marido y mujer. «El matrimo-
sión señaló el nacimient o de una sociedad galante. Era nio no es excusa para dejar de amar», era la primera ae- las
una sociedad refinada y un tanto ociosa; se requiere ocio- reglas del amor. Estaba basada en la convicción de que-ª _
sidad para cultivar sentimientos más refinados, sutilezas afecto que enlazaba a las personas casadas -aunque real
jnté'Iectuales y maneras galantes. y ~auoso~ no teñ1a naa -a en común con el sentimiento
L 'amour ~ou!:_ois, que encerraba la filq_sofíg_ck !a vida del amor, que podía y desde lueg o éie!?í~; pcfr lo tanto,
1I de lá sociedad refina a, cobró-form a y -se erigió en siste- uscárse fuera del matrimonio . Las condi ~ion-es que
• • nµ pri~~ramenre en-Provenza. Durante la úlfíma nri-tad regían los matrim .onios feudales son suficientes para ex-
del siglo XII , los trovadores del sur de Francia crearon plicar este dogma que suena tan perverso a los oídos mo- ,.
una poesía lírica de gran belleza ligada con la teoría del dernos . La esencia del amor cortés 'ho consistía en ser
a~or cortesano. En el curso de una carrera breve y bri- algo qué se bu scase y se diese libremente; n2_podía en-
llante, la nueva lírÍc~ y el ideal qúe sustentarairi-aaióse a contrarse en el matrimonio feudal, el cual con frecuencia
través de toda Europa Occidental. Por doquiera que -- - - ---
fuese inspiraba poesía , a los trovadores y juglares de 10 Les Trobad ours, ed. R. Lavaud y R. Nell s, 2 vols., París, 1960-66;
F!_ancia, a los Minnesingers (maestros cantores) de Ale- J. Anglade, Les Trobadours , París, 1908.
1 ,:¡

26 27

_ =,_ ___ .l....t


er.a un arreglo entre los padres ue ;,iJ~ ba_aJ os hijos por platónico , en el sentido aceptado de la palabra, y, en
el interés de la tierra . Los feudos se casan ·pero los efecto tenía mucho en común con la verdadera concep-
h~ y_lasmÜ jeres ama~u: rio- que -!ad ama adora- ción platónica del amor , en ~l :~mido de q_u~h~cía d~ él
da ~ ra siempre uña esp-osa-;- -pero siempre la esposa de una fuente de infinit ~ _pos1b1hd~ d~ _~ P1I,:tuale: . Esta
algún ouo. Esta era una de las reglas del juego . coñce pción d~l amor platón_ico se ve de manera mas clara
Este concepto peculiar del amor tenía otras caracterís- _ en los escritos italianos, en Petrarca y, sobre todo, en
t(cas. En él l~ dama se hallaba en U{}a_posición de supe -
D anre, que la elevó hasta sus alturas más , trascendenta- _
rioridad con relación a su amante , tan indiscutible cómo P otra parte, si tenía algo en comun con el plato-
1es. or · · d
la postura en que_la mujer se mantenía con relación al · tenía más en común con el esco1ast1e1smo, e
~arido. El_amor estaba, por tanto y como se ve, feuda- n1smo, articular con el esco1ast1e1smo ·· ·JUfl ' d reo.
' Era a1go
manera P . , b'
hzi do ; el amante servía a su_ clama tan humildemente 'almente artificial,préczeux, de la cabeza mas 1en
esenc1 'd · l b

----
como el v¡; allo servía a su amo . Debía mantener la iden-
tid; l de ella en ses_teio]i e_ñte al mundo - escon ieñ dola
- - nombre ficticio cuando cantaba
bajo algún
zas. No sólo {~B~C__?
' sus alaban-
mportarse con la mayo1_humildad
d e1amo
del corazón, con reglas ríg1 as, convenciones e a o-
qude roda una jurisprudencia propia . La formalización
ra as y r le deb ía algo a Ov1'd'10 y a1go a1gusto u01versa
1 l' · d
1 disputa . Así como os esco asucos e auan en os b ,
.
1
1

ha~ a ella, mostrando in_finita paciencia ante-las pruebas polr ~ también los poetas y las damas debatían en las
co eg10s,
al~ que los caprichos y desdenes de e lla debían (según
todas las apariencias) someterle, sino qué de~!ª luchar eortes . Espinosos problemas dse presentaban. d Ch
para ser so-
· dos · los dictámenes e Mane e ampagne y
de manera incesante para hacerse merece,dor de ella me- 1uc10na , , · fi
otras gran des damas llegaban hasta
, . los ulumos con ines .
diante el cultivo de todas las virtudes de la caballerosi- A, adualmente, un ardu~ cod1go del arte de amar se
dad . Porque era uñ_ axiQma de la teorí~~ todas las ~ ; 11:vando ;- cabo y se formular ~l!,s Üs re las .- u na-vez
cualidades admirables tenían su raíz en el amor.
codificadas las reglas del -amor, habrían de permanec:r
Laidea de que solo a través del amor puec;l~hacerse el , e~ mucho tiempo después de que el elevado esp1-
hombre virtuoso y noble nutre toda la poesía de los tro- vugen . d 'd
. e las animara hubiera esaparec1 o .
vadores. Pero la excelencia moral no era la única virtud ntu qu , . d 1
Es obvio que una t_eon~ gu~ consideraba el culto e a
surgida del amor el amor era también el fundamento de
la 12-e.r:fección..lite~ar
ia.-El im ante-deb e cantar al tiempo d ama como Próximo al de Dios y que- la concebía .a ella
como fuente _ de_.he_ch_gs gloriosos, como una cnatura
~ue suspira , y el amor y la poesía <!c: b_en ser términos casi románt ica mitad divina, debió hacer algo pa~a c~n-
tntercambiables . -El código en el cual se hallaban resumi- trarrestar la doctrina que _prevalecía ...sobre _la_gif ~no-
dos los principios de la gramática y la métrica provenza-
ridad de J a mujer. El_P!Q~ º de _c~l~c~~ a_las r:!ll!J ~res
les, en el siglo XIV, recibía el nombre de Leyes del Amor. sobre un pedestal se ha? 1ª iniciado y, pe~;emos lo que
Una asociación estrecha de las virtudes sociales con el pensemos del valor último de tal elevaoon_. ~ -menos
amor , y la-eÍ~ d-;;_posición conferida a la mujer como era mejor que hundirlas, como lo~ Padr~s pnmmvos es-
inspirad ora de las mismas , se reflejan en lá concepción y taban inclinados a hacer, e12un abismo sm fondo .
la práctica de /'a iñour courtois. El amor era a menudo Sin embargo, es fácil ex~gerar el alcance en que la ca-
·· 1·
est a f nvo 1dad depurada tenía su reverso en el hecho de
b_allería pu~o elevar la posición real de la mujer en la so- q~~ estimulaba a una mayor violencia en los ataques tra-
c1e~ad med1eva_l en general. La exaltación de la dama era
dicionales contra la mujer.
_:l _ideal exclusivo de un a pequeña casta aristocrática; El declive de / 'amour courtois se puede apreciar mejor
quienes se h~ll aban fuer a de esta casta no tenían parte al comparar la primera y la segund a part e de Le Roman
alguna en la rnfluencia refinante del ideal cortesano . No de fa Rose. La primera parte de esta elaborada alegoría
era pro~esado por hombres de otras clases ni se aplicaba de la búsqueda de los amantes, quizás el poema mis
neces ariamente a mujeres de otr as clases . Los caballeros famoso y de mayor influencia de la Edad Media, fue es-
eran los campeones de Dios y de las damás y la gran ma- crito por Guillermo de Lorris antes de 1240 y conservaba
yoría de las mujeres, que no eran damas, no tenían cam- mucho del antiguo espíritu; pero la segunda parte , ter-
peones . minada por Jean Chopinel de Meun hacia 1280 era un
Aun dentro de la clase en la cual fue promulgado no ataque brillante y brutal contra todo el sexo femenino .
era normalmente más que un revestimiento, una delga- Pero el radio de dicho poema eran can enciclopédico, can
d a capa que cub:ía y escondía modos de comportamien- atrevidas sus especulaciones y tan encantadora su poesía
to total_?1ente diferentes . Probablemente la idea de la que adquirió rápidamente una popularidad que duraría
caballena
. tuvo
• mucha ma's ';nf1uenc1·a en h om b res y 11
más allá de la Edad Media .
muieres
El de epocas posteriores que . en la vi·da me d.1eva1. De entonces en adelante el coro de la literatura antife-
im • amor cortesano
1 ¡· en - sí también 1·u ..- 0- .un papel mas,
minista resuena más fuerte que nunca y la nota cortesana
1 .d portante en a lteratura que el que t 1
uva rea menee en se encuentra ahogada entre otras voces, mayoritariamen-
. : v1 a, ya que no debe olvíaarse cuán estrecho 1 te burguesas. La nota burguesa se escucha con claridad
clfculo para el que dicha literatura_se esc;ibía Por ~ra e
turaleza de las cosas , era al mismo t"tempo ·demasiado ~ na- por primera vez en esas populares anécdotas rimad as que
los franceses llam an fablz'aux, entre las que apenas ha y
r1ascen d 1 d
· · entaAl Y emasiado artifici . ª¡ para el - consumo alguna que no se refiera a los artilugios o la depravación
o_rd mano . . apuntar tan alto como. ¡0 h acia, - daba solo
,
de la mujer. Todas las viejas son bruj as malicio sas, todas
puntua . 1 1mente d en el amplio blanco de 1 os asuntos huma- las esposas traicionan a sus maridos, las mucha shas son
nos, a mun 1 , o sensual
1 medio no le a.tecta b a en absoluto
descaradas o tontas . No obstante, no debe atribuirse de-
A un.
en .os cucu os más elegantes do d _ .
b /' . ' n e umcamente se
·
a limenta a, amour courtois se esfu ,· , . masiada importancia al retrato excesivamente hostil de
Tuvo un efecto . civilizador con res ec:º rap1damente . la mujer que se dibuja en las fabli "aux. En todos los
pero _su se~_sual_idad fundam "éntal 1a ·o : l~ mo~ales, países y en codas las épocas ha existido un caudal de
superficial se ve claramente en m~chl ~ rtfin~1enco anécdotas cuyo meoilo es la perfidia de las mujeres. En
comportamiento para dam as del si 1 os e os libros de este sentido, muchas de las fabfi"aux eran medievales
el modelo del Ars Amaton "ade o!Jic~III
, que tomaban únicamente en lo relativo al entorno . Generalmente las
condensado por Christine de Pis p· tan¡ severamente
an . ma mente qued· 11 Le Roman de la Rose, ed . Ernesc Langlois , 3 vols. , Socié té des
muy. poco d e I amor cortesano· • que permanec10., fue elo
lo Anciens Texce~ Fran~aise, París, 19 14-24 (edición stand ard) ; Le Roman
de la Rose, ed. A. Mary, París, 1947 (versión fran cesa actualiz ada ) .
fl1rceo cortesano, una cuestión m uy d.1strnta. . _ aun:
Mas _

30 31
historias que contaban eran anteriores a la Edad Media, Otro recurso consistía en enumerar la larga lista de
y algunas de las más populares se tomaron del Oriente o todas las mujeres de la Biblia~ de la antigüedad, de Eva
de las vidas de los Padres . Muchas, también, eran cantes en adelante , que provocaron o indujeron al hombre al
gras que sólo pretendían divertir , y no debe exagerarse error, uno de ellos era el libro de las «esposas perversas »,
su significado social. Sin embargo, estos factores, la in- que el quinto marido de 1~ Mujer de Bath insistía en
quina, el intenso menosprecio po~ la mujer que se expre- leerle a ella todas las noches . El matrimonio nunca era
sa en ellas, ej~mplifican lo que divertía a la nueva socie- conden:i-do_, pero .~í podía ser degigraao con lev<;selógfos
_dad burguesa. _ en los escmos y pronunciamientos de grandes hombres
El ataque también tomó otras formas menos entrete- de la ~glesia, desde (quizás) Gregorio Magno hasta Hugo
nidas que las Jabliaux y abiertamente polémicas. Había de San Víctor y el propio Santo Tomás de Aquino . La
poemas didácticos que detallaban los vicios de las muje- posición que la Iglesia asignaba al matrimonio en la es-
res, blastanges des James , epy!tles des James, blasones . cala de las condiciones humanas se halla bien definida
des James, que podrían resumuse en un árido juego de por el codificador más moderado de las doctrinas medi~-
;¡,rrojar barro. A veces son alegorías, como en el caso del vales, Alberto Magno: «La continencia en el macrimon10
cuento de Chicheface, el monstruo mítico que sólo es una b; e"ña condición pero no excelente, ya que es más
podía alimentarse de mujeres que obedeciesen a sus ma- excelente en la viudez y aún más excelente en la virgi-
ridos y que, debido a ello, hacía_doscientos años que no nidad» 13 . Por su parte, la literatura medieval abunda en
comía. Uno de los recursos favomos era el de alabar a la diatribas contra el n;at cimoñio_, t~les como el Miroir de
mujer por todas aquellas virtud~s en las cuales se supo- M.awge cÍe Deschamps y las Quinze joies de Mariage
. nía en general que era más deficiente Yluego contradecir atribuidas a Antonio de la Sale . En particular había una
la alabanza en el último verso de cada estrofa: serie de burlescos salvajes de l'amour courtois, como los
' I
Far tell a woman al/ your counsayle que se pueden · encontrar de manera ocasional entre los
And she can kepe it wonder weyll posteriores maestros cantores de Alemania, en la segun-
She had lever go quick to hell da parte de Le Roman de la Rose misma y en el romance
Than to her neighbour she wld it tell de Antonio de la Sale Le petit ]ehan de Saintré (1459),
Cuius ·contrarium verum est 12 • con su cortés y encantador comienzo y la brutal desilu-
sión de su fi~al ' 4 . También, por supuesto, hubo una
Es decir:
Pues si le cuentas tus secretos a una mujer
13 Albertus Magnus , De Bono, vol. XXVII de su Opera Omnia,
ella los guardará muy bien
Aschendorf , 1951. .,
antes irá pronto al infierno 14 Oeuvres de Eustache Deschamps, vol. IX . ed . G . Reynaud , Socie-
que contárselo a su vecina té des Anciens Texte s. Fran~aise, París, 1894 ; Amoine de la Sale , The
Fifteen Joys of Marriage, trad . y ed ._R. Aldington, Londres, 1926;
cuius contrarium verum est ídem , Little]ohn of Saintré, trad . Irvme Gray, Londres _, _1931 ; F. De-
sonay , Antaine de la ~ale aventureux et pe_dagogue, L1eia, 1940 ; ver .
12
Early English Carols, ed. Richard Leighton Greene, Oxford. también las fuente s citadas en C. S. Lew1s, The All egory of Lave, )j
1935. pp . 265 -66. Oxford , 1936, pp . 14-17 . ~-. j
t
33 ~!r-
..
larga serie de ataques con respecto a los vestidos de la A woman is a worthy thing :
. mujer, un género algo distinto . !hey do the washe and do the wring e;
También es cierto que coda esta misoginia produjo Lullay, Lullay ', she dothe the e syng e
una reacción . Parte de esca reacción entre las mismas And yet she has but care and woe.
~ujere~, pudo llegar muy profundo e inspirar un cambio
violento de codas las formas corrientes de vida. De hecho A woman is a worthy wight:
se ha argumentado que el papel prominente que tuvie- · She serveth a man both daye and nyght;
ron en movimientos heréticos o casi heréticos tales como Therto she putt eth al/ her might
los cátaros, o la Orden de los Iniciados, fue una manifes- And yet she hathe but care and woe 16
tación de la disconformidad de las mujeres con su papel (Soy tan ágil como cualquier gamo
en el mundo . Pero ,la reacción más clara en contra de la
para alabar a la mujer doqui era qu e vaya .
misoginia predominante, así como esa misma misoginia,
; · encuentra en la literat_µríl, en poemas y np raciones de Menospreciar a la mujer sería una vergüenza
alabanza a_la mujer. Biens des James surgió como con- ya que una mujer fue tu dama :
ti-ap.artida de Blastanges des /ames y The Legend o/ Nuestra Señora Bendita lleva el nombre
' Good Women, de Chancer , como reto a· los libros de de todas las mujeres doquiera que vayan .
«esposas perversas». Algunos de los escritos apologéticos
Una mujer es algo valioso :
son tan sensibles a los sentimientos propios de la mujer
ellas lavan y escurren;
que sugieren no sólo un autor feminista sino femenino 15 •
De los poemas que expresan el punto de vista propio de 'Lullay, Lullay', te hace canear
la mujer , aquel gue los lectores ingleses recordarán es aunque sólo tiene cuidados y penas .
«La dorada doncella »; pero hay un ejemplo igualmente Una mujer es algo de peso:
válido en este poema anónimo del siglo XV, que es sirve al hombre tanto de día como de noche·
menos conocido: en ello pone todo su empeño '
I amas light as any roe aunque sólo tiene cuidados y penas).
To preise women wher that I go.
En el siglo XV, la controversia relativa a la mujer tomó
To onpreise women it were a shame un nuevo aspecto ·cuando la corte francesa intentó revivir
Por a woman was thy dame: l9s antiguos y puros ideales del amor cortesano, bajo la
Our Blessed Lady bereth the name influencia del famoso Mirror of Chiva/ry de Boucicault. J
.,
.... 1 O/al/ women wher that they go . de la poetisa Christine de Pisan, la incansable Ca.J?peo-
,,,
15 Geoffrey Chaucer , «The Legend of Good Women • en Works of

Geoffiey Chaucer, ed . A. W . Pollard y otros, londres, 1908, pp. 1581 XXXIII-XXXIV, 1901-5 ; Le Miroiraux Dames , cd . A . Piagec, Neuchacel,
Y ss.; Alain Charcier , Oeuvres, ed. de Chesne Tourangeau , París, 1908 (en la introducción del ediror se critic a su atr ibuci ón a Charcier) .
16 Medieval English j,yncs, ed. R . T . Davies, Londres, 1963,
1617; la Bel/e Dame sans Merci, ed. A. Piaget, Romanía, t ., XXX-XXXI.
n . 0 174.

34
35
j ,,
na de su sexo, y de algunos caballeros del partido bor- malas, pero ¿por qué culparlas a todas? Algunos ángeles
goñón . Una orden para la defensa de la mujer fue fun- fueron orgullosos y cayeron, pero no todos; un apóstol
dada por ellos y una famosa asociación llamada la Court fue traidor , pero no todos. El hombre , nacido de mujer ,
Amoureuse _se inauguró ~n 1400 , en el Día de San Va- debería honrar a su madre . Son los clérigos quienes escri-
lencín, en ho~or de la mujer y para el fomento de la ben libros perversos contra ellas.
poesía . La sociedad se lanzó con el gran ataque a Le A clarkes custume is whan he enditeth
Roman de la Rose que encabezó Christine de Pisan, y of wommen , be it pros e, rhyme or verse
algo más tarde con una controversia literaria similar que Seyn they be wicked, al/ honoure be the reverse.
hizo estragos en relación al poema de Alan Chartier «La
belle dame sans merci 1>. (El hábito del clérigo es embestir
El papel de Christine de Pisan en este asunto es intri- •alas ·mujeres, sea en prosa, rima o verso,
gante, ya que fue la única mujer que llevó la batuta en la diciendo que son perversas, todos los honores
controversia y cuyas contribuciones a ella se han conser- sean a la inversa.)
vado. Casada antes de los quince años, y enviudada sin
recursos a los veinticinco, sostuvo una larga lucha por Dicen que no hay demonio semejante a la mujer; pero
mantener a sus tres hijos con su pluma. Fue , indudable- las mujeres no matan a ningún hombre, no destruyen
mente, como dice un estudioso francés, la primera ciudades, no oprimen pueblos, no traicionan reinos, no
mujer que fue «hombre de letras», sin ningún otro sostén toman tierras ni envenenan y prenden fuego o hacen
que el que obtenía de sus escritos. Parte de su propia contratos falsos. Son amorosas, suaves, ca6tativas, mo-
dura vida de trabajo, objetivos honorables y fuerte con- destas, discretas. Eva pecó, pero fue engañada y Adán
vicción, se introdujeron en su obra, en especial en los fue tan malo como ella. ¿No pudo él cambiar? ¿No de -
dos tratados en prosa La Cité des Dames y Le Livre des bieran todas las mujeres ser honradas por motivo de la
Trois Vertu.s . En el primer libro recopiló -cuentos para Virgen María? ¿Dónde, en los Evangelios, se menciona
ilustrar las virtudes de las mujeres; el segundo era un tra- que las mujeres hayan renegado de Jesús?
tado educativo respecto a los deberes de la mujer en los Tales eran las ideas contradictorias con respecto a la
diferentes estratos de la sociedad. mujer que se formularon en la Edad Media y se entrega-
Igualmente elocuentes son sus poemas en los que se ron como legado a las generaciones futuras . Por un lado,
queja ~el hábito de moda de desestimar a la mujer y ata- estaba la sujeción, P<? E. el otro la adoración ; ambas
ca pa~t1cularmente a Le Roman de la Rose. En Lepistre cumplían un papel en situar a la mujer en la posición
au Dzeu Damour ( que fue traducido al inglés por Hoc- que ocupó en la Edad Media y en dictar o modificar las
cleve) describe la queja de todas las damas gentiles a Cu- condiciones de su existencia en las edades posteriores .
pido en contra de los hombres que ganan su amor con- · Sin embargo , estaríamos en un error si considerásemos
t~ndoles su desdicha y luego se jactan de sus conquistas o cualc;_uierade estas ideas como la fuerza primordial en la
bien abusan de todas las mujeres porque han encontrado determinación de lo que el hombre medio medieval
a una de ellas infiel. Luego dicen que las mujeres son pensaba con respecto a la mujer. Una posición social no
-----
se encuentra nunca creada sólo por nociones teóricas;
más bien se basa en la presión ineludible de los hechos,
el toma y d aca de la vida cotidiana. Y la posición social
qu e estos factore s crearon en la sociedad medieval no fue
ni de superiorid ad ni de inferioridad sino de ruda y vital
igualdad. Porque en la vida diaria, el hombre no podía
prescindir de la mujer, dependía de ella para la comodi-
dad de su hogar y, más que en ninguna otra época de la
historia, confiaba en ella para atender a sus asuntos Capítulo Segundo
cuando se hallaba lejos del hogar. Algo así como camara-
dería se puede encontrar, a veces , inclusive en los escritos La Dama
de algunos eclesiásticos con respecto a la mujer, como
cuando Peter Lombard proclama que Dios no hizo a la
mujer de la cabeza de Adán, puesto que no estaba desti-
nada a ser su soberana, ni de sus pies, pues no estaba
destinada a ser su esclava; sino de su costado, ya que es-
taba destinada a ser su compañera y amiga. Después de
todo eso es lo que se encuentra en el papel que la mujer,
de hecho, realizó en la vida diaria 17 •

17
«Sentenciarum Libri Quacuor • en Petri Lombardi Opera Omnia,
t.11(Migne . Patología Latina, s. 2 t. cxcv11.París, 1855), lib . 11
, dist.
XVIII. «De formatione mulieris • . pp. 1046 ss.; también pp . 687-89.

38

J -
1
La dama de las clases altas tenía im ortancia en más
de ·un aspecto en -el mundo mediev~L__E~ ¡; ;;:-bill ería
era el obj éto de adoracióñ-, la fuente de todo romance y
e[o"bjet o _d~-todo culto ,· q~ ~QJ9_de b;a ord ~nar Qªrª $ r
obedecida de inmediato y para quien se llevaban a cabo
todos-lo s actos a eva lo . En lo relativo a la ley y al edificio
de la sociedad feudal, su importancia primordial era su _
calidad de terrateniente . En cuanto a la familia i~por-
taba como esposa y madre, ejerciendo gran autoridad de
tipo práctico , no sólo en la esfera propia del hogar sino
en una esfera mucho mayor como representante del ma-
rido durante su ausencia.
Y a h emos dicho algo respecto a la posición de la
mujer con relación a la caballería. Los libros qu e se han .
escrito acerca de la mujer medieval (inluidos libros en r---..
inglés tan buenos como Woman kind in Western Euro- ~
pe, de Wright), se refieren casi en su totalidad a su fa-
ceta cortesana y se basan casi por completo en roma,n-
~es 1 • Estos libros hacen acudir fundamentalmente a
nuestra mente la i!Ilagen de la dama en sus complicados

1 Thomas Wright , Woma nkindin Western Europe, Londres, 1869.

41

,•
_ 1a_nces am~ , mitad formales, mitad apasionados; o con elevados castillos franceses y pellizcando el cielo del
oteo en sus entretenÍ!Ilientos, jugando interminables fondo con sus fantásticas torrecillas.
partidas ele ajedrez, haciendo volar su halcón junto al río La dama de caballería era, sin lugar a dudas, una figu-
en largos días de cielo azul, amaestrando a jóvenes escu~ ra hermosa, artificial, pero tal vez nunca fue excepto en
cleros en el arre del amor y de la sociedad galante, como la indolencia de las cortes y grandes castillos de los seño-
la Dame des Belles Cousines enseñó -tan desastrosa- res, la imagen de una persona real .' Es significativo que
mente- al pequeño Jehan de Saintré; o presidiendo su imagen haya sido tomada de los romances , cuando los
torneos en los que del poemas románticos de la Edad Media, como la novela
romántica actual, representan a menudo no la realidad
store of /adies whose bnght eyes sino una evasión de la misma . Con mucha frecuencia, al
Rain influence and judge the pnze parecer, la dama de la Edad Media debe de haber escu-
chado o leído la historia de «Chatelaine de Vergi» o el
(acopio de damas cuyos ojos brillantes «Roman de Tristán » o la «Morte d'Arthur », con un espí-
. llueven influencias y juzgan el premio.) ritu muy semejante 'al de la muchacha trabajadora de
hoy en día que, aislada de la ·aventura, se queda tras-
En los siglos XIV y XV, el ideal gracioso todavía se man-
tiene aunque teñido ya con matices diferentes y más aus- puesta frente a las historias románticas de las revistas.
teros. Lo vemos en el cuento de Froissart, en que dosjó- Pero a veces, desde la vida real, surge en la Edad Media
venes célibes parten hacia Francia llevando cada uno un un en· de coeur que repentinamente muestra una dama
parche negro sobre el ojo que no debe quitarse hasta que de c~ballería muy distinta. El reformista sajón Johann
haya realizado algún acto de honor p;i.rasu dama; o en la Busch ha conservado en su Book of the Reformation of
Orden de la Jarretera de Eduardo III , o en la orden de Monastenes (1470-75) un agudo diálogo éntre la agoni-
«l'escu vert a la dame blanche» de Boucicault, 0 en la zante duquesa de Brunswich y él mismo.
Marte d'Arthur de Malory. Lo vemos también en docu-
mentos iluminados de la época, tales ce>moel famoso ca- «Cuando su confesión con absolución y penitencia
lendario Tres Riches Heures q4e los hermanos Van hubo ·terminado, yo le dije: ¿Creéis, señora, quepa-
Lim?urg hicieron para el duque de Berry, donde altas y saréis al reino de los cielos cuando hayáis muerto?
graCiosas damas de cejas altas y elaboradas cofias cabal- Ella replicó: Lo creo firmemente. Yo dije: Sería ma-
gan primaveralmente o recogen sus guirnaldas de ravilloso. Nacisteis en una fortaleza y fuisteis criada
perenne color en un verano eterno; en castillos y durante muchos años habéis vivido
con vuestro esposo, el señor Duque, siempre en
Foreverwarm and sti/1 to be enjoyed medio de numerosos placeres, con vino y cerveza,
Foreverpanting and forever young carne y venado; y, sin embargo, esperáis volar direc-
tamente al cielo al morir. Ella respondió : Padre
(Por siempre cálidas y aún por disfrutar amado, ¿por qué no habría de ir al cielo, ahora? He
por siempre palpitantes y por siempre jóvenes.) vivido en .este castillo como una anacoreta en su

42 43
celd a . ¿Q u é gozo s o pl aceres he disfrutado aquí, a duración del matrimonio . Si les nacía un hijo, sus cierras
m ás de habé rmelas arr eglado para mostrar un rostro pasaban a pro2ied _ad del marido de por vida, mediante
aleg ~e a m is sirv ient es y damas de honor? Tengo un una costumbre conocida como la courtesy óf England. El
m a ndo d uro ( com o vos sabéis) que apenas si tiene podía enajenarlas , entonces , por la duración del matri-
cuid ados o in cli naci ones h acia las mujeres. ¿Acaso monio o por la de su vida, según el c~o, aún cuando se
no h e perma n ecid o en este castillo como si fuera requería el consentimiento de ella si él deseaba hacerlo
u n a ce ld a ?» 2 por un período más largo o a perpetuidad. A la muerte _
i C u án a me nudo en la vid a real la dama de caballería . de él -sin embargo- ella podía disfrutar ~e por vida, ~
d e b ió h a ber est ado n o rom ánticamente desdichada sino título de dote, de un tercio de codas las tierras que su
simp lem ent e a burrid a ! ' ~ arido hubier a posddo durante el matrimonio; y el ma-
rido no podía enajenar su propia tierra hasta el punto de
privarla a ella de su derecho de doce, excepto con su
2 aquiescencia; este derecho lo conservaba la mujer aún en
el caso de volverse a casar.
~ Oi otra p arte , g_p_~s~ o~ ~ la dama como terratenien- En todas las etapas de su vida la mujer , considerad ~
te n oscle sp ed imo s del roi:nance y hallamos a una persona como terrateni e nte, era persona importante . De donce-
sum ame nt e rea l. La org aniz ac-iüii.- p olít1ca · y social del Íla poseía , a veces, vastos acres y era un codiciado trofeo
mund o fe u d al se b asaba compl etamen fe n- Ja enencia para el terrateniente ambicioso y una fuente de benefi-
d e t ierr as y la im po rtancia qu e su p~sición como terra- cios para el señor que tenía el derecho de darla en matri -
te n ie n tes da b a a las mujeres en una sociedad de esta na- monio. Como esposa , traía su doce que, mientras durase
t u raleza es ev ident e . No s encontr amos con que, para la el matrimonio , para todos los fine s, pertenecía a su
ley in g lesa co mún , la mujer soltera o viud ~ -lafem 17Z e esposo . Si quedaba viuda, joven y sin hijos, debía ser
so/e- est a b a , en lo relativo a todos los derechos y de- cortejada nuevamente; si era de edad madura tenía su
b ere s privados , no públicos a la p ar del _hombre. Eo.d1a dote que por sí sola ·-en el caso de ser una gran dama-=
poseer ti erras , aún por tenencia militar, y rendí / homena- le daba más influencia y la hacía una persona más cons ·-
je por ello; podía testar o contr ~tar, e_oc!!ademandar y derada en su mundo que muchos hombre s de menor
ser dem andada . Por otr a parte, al ~~r se.,-sus derechos.le rango y con menos posesiones .
':ran ar reb at ados mientras durase el matrimonio. Las No cabe duda de que la importante posición que el
ü eru s qu e poseía por heref!c f_aen e_L~~ nto C cas'ár=" poseer cierras daba a la mujer en la sociedad feudal tenía
se, o que pudiese adquirir más tarde, pasaban de t ome:- - s~s desventajas, p articul armente en el caso de las here-
diato a propie~ad d e su_ e~poso .. por el tiempo de- dg as, ya que tendía continuamente a subordinar super -
son a a las posesiones . La indiferencia que se ob serva a
2
Joh ann es Busch , Liber de Ref ormationem Monasteriorum ed. veces hacia la personalidad del marido , en los matrimo-
Karl Grub e , Ge schicht squellen der Provinz .Sachsen. Halle, ÍBB6, nios feudales de más alto rango, puede resultar chocante
p . 779 .
para los observadores modernos. «No admitamos impe -

44 1 45

~~ --- ~
dim ento algu no al m atrimonio de verdadero feudo »,
pu ed e dec irse q ue est e fue el lema dominante del señor siendo válidos . Y así, la ley inglesa sostenía q~e _una es-
co n hi jo, h ija o prot eg ido por casar . Los matrimonios, a posa podía reclamar su dot ~ si al morir su marido c_onta-
m enu do, se arreg iab an y -much as ve5es- se formaliza- ba ella con nueve años de edad , «fuese la de su marido la
b an cu a nd o los niñ os aún se h allaban ~n la C!Jn i. El rigor edad que fuera, inclusive si alcanzase apenas a los cuatro
de la ley fe ud al , com o Maitland ha señalado, aportaba años » 4 .
un a razó n esp ecial pa ra esas transacciones: «el padre No sólo se arreglaban sin su consentimiento los ma-
apro vec h a ba la primer a oportunidad para casar a su he- trimonios de las niñas jóvenes. Las mujeres adultas
red ero, co n el fin d e evit ar la pérdida del derecho a ca- también podían ser rápidamente casadas, a menos que
sarl o ». Se pu ed en cit ar innumerables ejemplos . En la (como ocurría en pocos casos) pud _iesen comprar a sus se-
g ran fa mili a Berkele y, Mauri cio el tercer señor de Ber- ñores el derecho a casarse con qmen y cuando lo desea-
kele y (n . 1289) fu e casa do por su p adre a la edad de ocho sen. Los reyes, así como la mayor parte de los magnates
a ñ os co n Eva, hij a de Lord Zouch , que tenía aproxima- feudales, ol:icenían considerables ingresos de los d~re-
d am ent e la mi sm a ed ad y que le hizo padre de un hijo chos que pagaban las hered eras y viudas por la autonza-
ant es d e los ca torce años . Mauricio, el cuarto señor (n . ción de elegir sus propios maridos . .
1338 ) ta mbién se casó a los ocho años con la hija de Sin embargo , las dificultades y desvent~Jas de la po-
Hugh D espen ser, de la mism a edad; y el siguiente sesión feudal de tierras por parte de las mu1eres no debe
se ñ o r , T om ás (n . 1366) se casó a los catorce años con ~xagerarse. Los peores abusos del sistema se ~educen .ª los
Marg aret d e Lisle , de aproximadamente siete años de rangos más elevados de la soc_iedad y a l~s pnmeros _siglos
3
ed ad . A veces, un a desafortunada pequeña heredera se de la Edad Media . tas ventaJas que teman Las ~ul:re~ ~.
veía a tad a de m arido en m arido , como un desvalido raíz de su posesión de tierras sobrep~aba~ a las desven-
ap éndice d e su tierra , antes de qu e hubiese alcanzado Jo tajas, en una época en la cual el mammomo era un c??-
qu e ho y llam aríamos una ed ad cas~d~ra. Se suponía 91:I i trato mercanul. en to d o upo · d e soe1·edades , y el
. ~ matn-
un niño era capaz de dar consentimiento a la edad qe monio entre niños era la regla más que la excepc10n.
siete año s, pero el matrimonio era anulable hasta tamo la
niña no hubiese cumplido los doce años o el chico fuese
3
m enor d e carorce . A esta edad, si lo deseaban , podían
disentir de él y es posible encontrar un buen número de La condición superior de la dama medie ~al se eje~pli-
casos de esa naturaleza en los registros de los obispa- fica meJo-r · en su iiñportañcia _como ~sposa ._ Es valido
dos y otr as fuente s . Sin embargo, la presión en contra -de tomar a· la éspos a como· e1·e1emp
· ~
lo upico , .ya que en -la
dich as acciones debía ser muy grand ; , y a menos que se sociedad feudal no había lugar para la mu1er que no se
hiciese un repudio formal , los matrimonios continuaban cásaba. Es verdad que algunas mujere ~ solte~as _hallaron
lugar en las grandes casas de la época, atendiendo a una
3 John Sm ych, The Lives of the Berkeleys, ed . Sir John Maclean,
Londre s, 1883- 8 5.
ock y F . W . Maitland ' The History o/E ng/ish Law, t.
4 F . p o 11 ll, 2. ª
ed ., Cambridge, 1968 , pp . 390- 9 1. ·
46
47

----------- ----
..... ,,.dama de rango m -½_ele vado . Una de dichas casas se re-
formas reconocidas de la caridad medieval era la dota-
trata en el testamento de Ralph de Nevill , Conde de
Westmoreland ( 1424): ción de chicas pobres, así como la reparación de los cami -
nos en mal estado .
«Yo ~o y Y lego a todo escudero mío que cabalga Es obvio que el sistema resulta poco encomiable a ojos
conmigo y h a bita en mi casa en el momento de mi modernos . La cultura actual, poco a poco ha extendido
muerte , 10 m. y a cada valet 40 s., y a cada mozo la duración de la niñez, por lo cual hoy aparece casi trá-
20 s. Y a cada paje 6 s. 8 d .. . Igualmente doy y lego gico el espectáculo de unos niños asumiendo sobre sus
a cada dama de otro grado que se halle por enton- jóvenes espaldas las responsabilidades del matrimonio y
ces ocupada en la crianza de mis hijos 40s. y a toda la maternidad. Pero esto no basta para suponer que la
doncella y mujer que se encuentre a mi servicio por mayoría de los matrimonios feudales resultase mal. El
entonces 20s . » 5 padre que no deseara lo mejor para su hija habría sido
considerado inhumano y, únicamente en los rango~ más
Pero estas damas y mujeres no podían permanecer en elevados, los sentimientos personales podían llegar a
muchos casos solteras y cuidando de sus _seño.rasJ ara las verse totalmente sojuzgados por motivaciones mun-
mu ch ac h as de la clase a lta , la única alternativa al matri ~ danas. Más aún, el que la mayor parte de las parejas ca-
monio era el convento y en la vida monacal much~ -de sadas iniciase su vida en común siendo aún muy jóve-
ellas, como veremos, encontraban una carrera honorable . nes era un elemento a su favor. Accedían el uno al otro
Y _¿qué hay de 1~ @~<2_ hacha bien nacida que no estaba sin tener preferencias muy acentuadas y crecían juntos .
destin ada a un convento de mon1asTHemosvisroque, La actitud medieval hacia el matrimonio entre niños está
co ~ _::egla ge!"}~raJ., se cas11- ao~ Joven, y se casa-
ba ;_se _ca_s conmovedoramente expresada por Cristine de Pisan
ba _con el hombre _elegido para ella por ~u_pad re:E padre cuando evoca su propia vida feliz con un marido con el
cuidadoso esperaba arreglar el matrimonio d--; su hija y cual se casó antes de los quince años y que, a los veinti-
c~arla, . a menudo antes de que cumpliese los catorce cinco, la dejó convertida en viuda inconsolable, con tres
anos . S1 se daba el caso de que muriese cuando ella era hijos.
aún una niña, se encontraba con grandes dificultades Para poder apreciar la importancia de la mujer medie-
para dejarle una dote aceptable en el man'tagium suum val como esposa es preciso observarla en su hogar, no
de su testamento. Una niña insuficientemente dotada como se nos revela en los romances sino en los documen-
po~ía verse expuesta a sufrir esa reoaja en el rnatrtmonio tos y considerar la ·forma de vida que llevaba y sus res-
qµe tanto se temía y contra la que se las defendía.cuida- ponsabilidades domésticas.
dosamente . Aun en los estratos más bajos de la sociedad Y al observar a la dama medieval en su hogar, hay que
se e~pera~n que, cuando entrara en _c~a de ~ ..marigo, la tener conciencia de que, en la Edad Media , el «hogar >
novia tra1ese algo más que su sola persona. Una de las
abarcaba una esfera mucho más amplia que en cualquier
5 época posterior. No sólo eran mayores las tareas dentro
W,J/s and lnv ent on 'es lllu_strative o/ the Northem Counties o/
England, l. ª parce, Surcees Soc1ecy Publicacions, c. u. 1835, pp. 68-74. de la casa sino que, a lo largo de este período, las con-
diciones sociales y físicas de vida, guerras constantes y co-
,.

munic aciones lencas , inevitablemente, arrojaban una . propio oficio como esposa y ser capaz de planificar _l~s
- enorme responsabil Ídad sobre las damas como represen- gastos de manera pru~nte . El presupuesto de una gran
tantes de sus maridos ausentes. -En tant oq ~e el señor se dama, según sugerencia de Christine, debiera dividirse
h allab a lejos , en la corte o en la guerra, ..¿quién cuidaba en cinco partes: 1) limosnas, 2) gastos de la casa, 3) pago
de sus dominios y los entregaba luego con todas las mu- de servidores y ml.ljeres, 4) regalos, y 5) joyas, vestidos y
rallas rep ara das, la cosecha en orden y los pleitos gana- gastos varios según requerimientos . La buena adminis-
dos. a su regreso? Y cuando el señor caía prisionero, tración de una esposa tenía, en ciertos casos, mayor valor
¿quién recolectaba el rescate, estrujando cada penique para el señor que la renca que recibía de sus aparceros.
de !ª h acie nda , molestando a los obispos, en demanda Era función de la mujer distribuir sabiamente los recur-
sos de~ marido de acuerdo al rango de éste .
de indulgencias y vendiendo la vajilla de la familia? O
cuando , acaso, moría el señor ¿quién ejercía como ejecu- Christine de Pisan escribió bastante acerca de cómo
tor de su tes ta mento y criaba a los hi¡os? La respuesta a debía comportarse una dama perfecta; y por muchas
e st as preguntas, en nueve de cada diez casos, es su espo- fuentes _sabemos cómo este ideal de perfección se llevaba
sa. Ella debía estar preparada ¡2ara oc..upaLS.U..b.!g.sr eJ] a cabo en la práctica . Ya hemos visto los casos en que la
cualquier momento, ya se tratase de la Reina regente o esposa debía sér ejecutora de la voluntad del marido,
de una oscura dama de Norfolk como Margaret P~; n. sola o de acuerdo con otros , y esto se daba en todas las
!n teoría existía la romántica, en ~ dor~ y cap.rjr hp...sa clases de la sociedad . A veces, un toque de sentimiento
ama de caballería, coqueteando y haciendo encaje y ju- alegra la seca fraseología de un testamento , como cuando
gando al ajedrez; en la práctica lo que existía más a me- Stephen Thomas of Lee (1417-18), en uno de los prime-
nud? , era una mujer fuem •imente probada, con una ros testamentos
. escritos en inglés en la Court . of Pro bate,
,,
cerviz muy dura para sus enel'Iiigo s-. - - - aconse¡a a su esposa por escrito:
14 Christine de Pisan, en Le Livre des Trois Vertus (c. Ya no te escribo más, pero que la Santísima Trini-
06), _ establece algunas cosas que una señora baronesa dad te guarde ahora, querida y leal esposa . Aquí
fue, Vivía en una hacienda debí a ser capaz~cte hacer. termino y oro por ti; toda mi confianza queda puesta
d enia que ser capaz de reemplazar as u- m:irid o enro do en ti sobre todas las criaturas ; sé que esta voluntad
urante su ausencia, «dado que esos hidalgos, caballeros será realizada y todo lo que dispuse en el hogar, por
. Y escuderos parten de viaje y hacen las guerras, conviene todo el amor que haya existido siempre entre
ª las esposas ser sabias y de gran gobierno y ver claro en hombre y mujer 6 •
todo
. lo q ue h acen, ya que a menu d o habitan
. sus hogares
SIO s~s man 'dos, que se encuentran en la corte o en leja- Las carras también relatan la misma confianza que .
~as tierras ». _Una druJ!a debe ser diestra en las sutilezas los hombres depositaban en el buen sentido y capaci-
e las leyes de tenenciiy la ley feudal, en caso de que los dad de sus esposas. Las Cartas de Paston muestran la ex-
der ec h os d el señor sean puestos en entredicho; qebe· sa-- ·
6
berlo todo acerca del gobierno de la hacienda, de mane- The _Fifty Earliest English W1//s, ed . F. D . Furnivall, Early Engli sh
ra que pueda supervisar al mayordomo, yc omprender su Te xt Soc1ecy, n . 0 78, Londre s, 1882 , pp. 37-41.

50 51
...
- t:aordinaria imagen de una dura mujer de negocios en el Es decir :
siglo XV en Inglaterra . A nadie complacía realmente el
hecho de que Margarec Paston maltratara a su hija y, sin . •. verdadera dama sin mancha ni tacha
embargo conservara el único rincón dulce de su duro co- fiel a su príncipe, pero sola vacilante el crimen
razón para su marido. No obstante, era sumamente com- Entra en la casa capitaneando constantemente
Con rectitud varonil, como si fuese su naturaleza
petente y administraba su propiedad para él con enorme
Ana, dama de la casa, hizo su defensa.
éxito, cobrando las rencas, llevando las cuencas y siendo
más lista que los enemigos. Inclusive, parece haber resis- Los Anales de la Guerra de los Cien Años narran los
tido sitiada en su feudo cuando las murallas del mismo actos cle as damas guerreras desde la imr l · ida uana de
fueron echadas abajo por hombres armados 7 • .Flandes d e-quien Froissart dice que tenía «el coraje de
Las experiencias de Margarec Paston muestran un as- un hombre y el corazón de un león», ~)a joven campesi-
pec~o panicular en el que las dam~ _<!_eclas~ ~Fi~r na, cotp.oJuana de Arco.
debian _e~!~r p_!epa:_adas frente_ a una e~en _cia para -Tas romfuÍ:ic~ historias de estas mujeres se hallan
ocupar el _!_u/Lar del :n arido, ya que canco en las guerras aparejad;,is con numerosos testimonios más humildes de
públicas como privadas de la Edad Media, a nadie re- otras mujeres de este cipo que se hallan en documentos
ºS!::P_: ba el ataca:. un castillo ocupado sól~or un ~ darna oficiales. Así los Patent Rolls de 1461 nos cuentan la his-
~uyo ~r~ o º. :enor se e~ ~!aba fuera; _algunas c!_a¿ gas, toria del castillo de Bokenham, reclamado por el rey en
en esca suuacion, demostraron ser adecuadas- defensa· virtud de una investigación real. Los Knywets, marido
ras ._En las guerras escocesas ubo, al menos, dos de esas y mujer, también lo reclamaban y se negaban a entre-
~u¡eres . La Condesa de Buchan, que defendió el ·cas· garlo·. El rey envió entonces a nueve comisionados y un
..... tillo de Berwick frente a Eduardo 1, quien después la recaudador para hacerse con él, esperando sólo el pro-
colgó en una jaula de las murallas para que los soldados cedimiento legal formal, pero cuando traspasaron la
j
.. se burlasen de ella; Y1~famosa Black Agnes, Condesa de guardia exterior, se encontraron con el puente levadizo

"=
..
-~
.., .
'\o- •
•,
Dunbar, que defendió el castillo de Dunbar frente' a
Eduardo m, en 1338.
. ..trewe /adie withaut blek ar blame
levantado y Alicia, la esposa de John Knyvet, apareció
en una pequeña corre sobre el fuerte interior del puente
defendiendo el castillo con arcos, arcabuces, hachas y
Ay hir prince, but anly faltar cryme otras armas de guerra y asistida por William Toby of Old
~

-...
',
!':"':
;¡ ...
lnta that haus wes captane al/ that tyme. Bokenham, caballero, y hasta cincuenta personas arma-
,
.. Richt manfitllie, as it wes rycht wezl/ kind.
Agane thame ali the haus sche did defend a.
das con espadas, alabardas, arcos y flechas. Y se dirigió a
ellos de la siguiente manera: «Señor Twyer, vos sois juez
-t-~- de paz. Pido que conservéis la paz, puesto que no aban-
w 7
The Pastan Letters, ed . James Gairdner , t . 1-III. Londres 1896 Su-·
plemento , Londres , 1901. ' · donaré la posesión de este castillo hasta morir, y si vos
,,- 8
J . H ._Burton, History_o/ Scotland, t . m. Londres, 1867
Th~e Bu1k o/ the Cromc/11o/ Scotland, ed . W. B. TurnbuiJ PRolls
21. rompéis la paz o hacéis la guerra para quitarme el lugar,
,: he de defenderme, pues prefiero morir a tal guisa que
d ~enes, t . 111. Londres, 1858, pp . 34 1-42. '
(
>:'
_,.-: ser muerta cuando mi marido venga a casa, pues me en-
~ ......

- -
.,
'
(

cargó qu e la cuid ase». Las fuerzas de la ley se retiraron tían unas bateas con sal, ya que todas las amas de casa
confundid as 9 . debían hacer una provisión de sal. A excepción de aves Y
No sólo en ocasiones excepcionale s y en ausencia de su animales de caza, una dama rara vez podía ofrecer a su
marido se h allab a un a dam a bajo el peso de la responsa- familia carne fresca durante el invierno. Al maravillar~os
bi lidad A d ecir verd ad, los deberes de madre -de algu- de los ricos condimentos, pimienta, azúcar ·y espee1es
n a m a~er a- pesaba n menos de lo que se podría hab~r con que los platos eran generosamente rociados en la co-
sup u esto. En ge neral las_familias eg ~_gr~':! es Y-~ª tasa mida medieval, debemos recordar los meses de carne
_d e morta lidad infa nt il elevada , pero lEs nmos rec1enna- salada.·
cido s de las clases airas se entre gaban nor~ alm<;?_t e2._!?5 Pero la comida no era lo único que se preparaba en la
amas d e cría . El entr enamiento de un joven escudero, a casa. Una parte de la lencería y ropas que se utilizaban ,
m enud o, lo alejaba a temprana edad . de la compañía al menos, debían hilarse y tejerse allí , aún en una época
mat ern a y, en gener al , se acostumbraba a enviar a los •
chi cos y a las chi cas a las casas de los grandes personajes
en la que , por hallarse en expansión la industria de !as
telas, era posible obtener los artículos con mayor van e-
·•,.;
p ara q u e apr endi esen los hábitos de la buena crianza. dad y a menor precio.
Si bi en es cierto que la educación -por lo tanto- no La labor de la dama en la hacienda no sólo incluía la
era un a tar ea pesada, el manejo doméstico de una gran s~perv1siónde la f abncaéiónd e la comida y ~ ario
casa sí lo era. Al igu al que en todas las épocas anteriores ~ que podían realizarse al momento"-= s~no_ t~ bién el
a la Revo luci ón Indu strial , la administración de una casa prever con tiempo y aprovisionarse de mercadería~-com-
du ra nte la Edad Medi a era cosa mu cho más complicada -pradas en las tiendas y puebl Ós cercanos o adquiridas en
qu e en la actu alid ad . La diferencia era que los sirvientes ·Londres~ alguna otra ciudad , Ó_~ie; en alguna de las
eran b arato s, abundantes y nada exigentes . El proveer grandes ferias anuales de Stourbridge, Boston, Winches-
d e comid a y rop a a los numerosos miembros de las ter,.St. Ives, etc.-Elp escado, vino y especies eran las mer-
gr ande s familias y el abastecer a sus múltiples invitados cancías más importantes. Las Cartas de Pastan y Stonor
suponía, en verdad , una hazaña importante . Y lo que nos permiten vislumbrar a muchas damas surtiéndose en
h acía m ás import ante esta hazaña era el hecho de que , los almacenes, así como a maridos en Londres bo1;Ubar-
en la Ed ad Medi a , la mayor parte de dichas necesidades deados con cartas que les indican traigan a casa «tres
deb ía n satisfacerse con los propios recursos. El pan debía yardas de tela púrpura, a cuatro la yarda, un bonete ?e
coce rse en el horno, siendo además amasado a partir del otra tela a 2 / 4, un paño de color amarillo , cuatro enca¡es
m aí z que habitu almente se plantaba y cultivaba en el de seda, y seis docenas de puntillas », etc ... ~
mismo feudo; la cerveza se preparaba en la cervecería, la .Evidentemente _el manejo .de..una casa.en. aquella. epo.:
mantequilla y el queso en la vaquería. La fabricación de ca requer ía ~-;:- habilidad organizati ~ siderabl~- No
velas, la cura del tocino y el salado de la carne para el in- ~bstante -- el- aprovisi; namiento de comida , bebida _ Y
vierno se prepa raba en la despensa. En las mismas exis- vestuario' dentro de Ta ™ª- no iiñpÜcili aJa...totalidad de
los deb ére;- domésticos ele' una mujer . Dado que un
9 Calendar s of Parenc Rolls, Edw . IV. 146 1-67, HMSO, p . 67. c"anto considerabl~ de los productos requeridos por el

54 55
)

hogar se producían dentro del mismo, es lógico concluir nos y sirvientes, cada cosa puesta en su lugar y sin que
que esto -de por sí- implicaba tareas adicionales. Re- nadie quede omitido. Dame Joan Buckland, por ejem-
sulta evidente a partir de los tratados de la Edad M~dia plo, viu_da de Edgcott en Northants, fallecida en 1450 ,
que una d~a debía supervisar el propio predio y, sobre dejó en su testamento una detallada imagen de la ha-
todo la granJa. La gran dama Christine de Pisan debía cienda. Incluía un inventario de la vajilla y vestidos lega-
sabe~ mucho acerca de la elección de los trabajadores, las dos a la iglesia parroquial y el regalo de una cama de per-
estaciones propicias para las diversas labores, los cultivos calina azul al vicario, con colgaduras, colchón de plumas
adecuados a los distintos terrenos, el cuidado de los ani- y mobiliario para su salón y cocina, a más de un cuenco
~ales, los mejores mercados para los productos de cul- de plata . Otros legados se destinaban a hombres y muje-
tivo. res, muchos de los cuales recibían el amueblado comple-
Los variados deberes y ocupaciones de una noble dama to de una habitación . El ganado lo deja, especialmente,
eQ el hogar no concluían necesariamente con el falleci- para los criados y aparceros .
~iento del marido . Poseemos numerosos ejemplos de
vmdas de nobles y caballeros que , volvieran o no a casar- «En lo relativo a los caballos que posea en el día de
se, continuaron manejando sus hogares. Precisamente mi partida deseo que Richard Clarell tenga lo mejor
fue para una de estas nobles y ricas viudas, Margarita, a mi muerte,Jacobo un tercio,John Cook un cuarto.
Co_ndesa de Lincoln, para la que Roben Grosseteste, Respecto a mis coches de tiro, deseo que quien los
º?1spo de Lincoln, esbozó en 1240 las Reglas para el go- cuide por entonces tenga lo mejor y una buena
bierno de su hacienda, que tan a menudo se citan 10 • vaca . .. item Alyson Swayn, dos vacas y doce ovejas
I?ichas grandes s~ñoras eran habitualmente pías y carita- que poseo y que se la provea bien de ropa y lecho
t1v~ y sus donaciones generosas. Ejemplos notables son según sea necesario a mi partida y bien recompen-
Marre de St. Pol, condesa de Pembroke, quien hizo mu- sada .. . todo lo que reste de mi ganado y mis bienes
chísimo en favor de la Orden de las Minoressesen Ingla- en este señorío que se consuma entre mis aparceros
terra, y Lady Margaret, madre de Enrique vrr, cuya labor en carne_.. . Para mi pastor en Sewell 20 carneros cas-
en pro de la educación aún persiste. trados y 20 s.»
Vamos a terminar nuestro recuento acerca de la dama A cada uno de los aparceros de Edgcott le deja 1 / 2 qr.
--;n el hogar no con el retrato de una de estas gran es se: de trigo y otro canto de cebada, y ordena que el resto de
noras smo con el de una m.J!.ier viuda, dueña de una ha- estos cereales de sus graneros se reparta entre los caseríos
ienda. Perviven -desd el; EdadM edi;=-;¡~ t;s- cercanos . La ropa blanca ha de dividirse tan cuidadosa-
tame_nros notables dictados por viudas, en los que ante mente como el ganado ', y eras varios legados específicos
los o¡_osdel lector se desplie·ga coda la casa con camas y
lo que queda de «muchas sábanas » ha de repartirse entre
colgaJos, platería y mobiliario, tierras y ganado, inquili-
los sirvientes. Luego viene el reparto de sus vestidos y nos
enteramos de que tenía dos túnicas violeta forradas con
10
D • Oschinsky , Walter of Hen/ey and other treatises on Estate piel gris, un vestido negro ornado con armiño, y el resto
Mangement, Oxford, 1971.
de sus trajes y faldas deben repartirse entre sµs sirvientas . '-i;;<t

57 ~:tt
.. r.t..",·
~-
......,
v~!L \' ,
;

La muj er «que se encuentre a mi lado en el momento de posas burguesas medievales que muestran un panorama
mi muerte » tendrá cien chelines, un cuenco y dos cucha- altamente sensible y con una mentalidad amplia en lo
ras y un traje ornado con mink, y su escribiente en que respecta a su lugar en la sociedad. -El más encantador
Londres un trozo de plata dorada. Se indican numerosas de éstos es un libro cuyo autor tituló Le Menagier de
donaciones . Deja veinte chelines a cada una de las cuatro Paris, éscrito por un burgués francés a fines del siglo XIV,
órdenes de frailes existentes en Oxford, Nottingham Y para su joven esposa de apenas quince años. El Mena-
Coventry, para rriisas de réquiem por el alma de su mari- gier es un hombre viejo y la motivación de su escrito es
do y la suya propia, un juego de cucharas de plata a las que , a su muerte, ella volverá probablemente a contraer
monjas de Pinley y Cheshunt, veinte libras para 9ue nupcias . Inicia su tratado -como es costumbre- con
.sean distribuidas entre los pobres de la compañía F_ish- una larga exposición acerca de las observancias religiosas
mongers de Londres y veinte libras para ser repart~das , Yel adecuado comportamiento y actitud de la esposa con
entr e los poblados contiguos a sus dominios. Por_~lumo respecto al marido. A continuación , le sigue una sección
ordena que todas las vasijas de plata que se uuliz~n a relativa a la administración práctica de una casa que re-
diario, a saber veintiséis fuentes y treinta Y dos plaullos trata de cuerpo entero al ama de casa medieval de mane-
se conviertan en monedas y se repartan entre los maridos ra inigualada por ninguna otra pieza literaria . La esposa ·
pobres del campo de alrededor 11 • . del Menagier debe saber de jardinería y del crecimiento
Esto puede dar la impresión de un documento ofi~1al de los frutales, así como de otras tareas más domésticas. ·
.
:t '
frío e impersonal, una simple relación de pertenencias,
la última fuente de la que se podría pretender re~ons-
Debe saber cómo contratar a los trabajadores tempore-
ros, negociar con mercaderes y escoger y manejar sus
• truir una personalidad viva. No obstante, a parur de propios sirvientes. Respecto a este últ imo aspecto, las in-
este testimonio, Dame Joan Buckland emerge con la dicaciones del Menagier son francamente deliciosas y
misma claridad que podría ofrecer alguno de aquellos muchas señoras inexpertas de hoy no harían nada mal en
antiguos retratos _holandeses exhibiendo cada doblez del seguir sus consejos. Tras asegurar a su esposa que dejará
vestido y cada arruga de los ojos ..Y existían muchas mu- bajo su total control la administración -con autoridad
jeres semejantes al frente de las casas nobles y señoríos. para contratar, pagar y despedir al personal de la casa:-
la pteviene en relación con las artimañas de algunas don-
. cellas a la búsqueda de trabajo .
4
Las responsabilidades domésticas y las tareas c!_ e una «Has de saber que muchas de las doncellas que no
muj ~ d'e la nobleza oe l se ñóríá se nalláoañ;.' la par con tienen lugar adecuado se ofrecen y niegan y buscan
las de 1~ ~se,os~ d-~ un burgués .prósperó. · · · de manera urgente amo y amas ; y no contrates a nin-
.- Afortunadamente contamos con varios retratos de es- guna de ellas en tanto no sepas el lugar de su ante- .
rior estancia y envía a alguien de tu gente para que
11
An A bstrae! of Wrlls etc. in the Old Diocese of Lincoln, ed. A. se informe de si hablaba o bebía en exceso, cuánto
Gibbon s, Lincoln, 1888, p . 18 1. tiempo permaneció en el lugar , a qué tipo de traba -

58 59
J.o se le d esu·na b a, s1· tiene
· hogar o amigos en el lencia en lo que se refiere al cuidado de su salud y felici- .
pu_ebl?, de qué clase de gente y de qué lugar del
dad. En las horas que corresponda deberá ocuparse de
P.a1sv1ene' cuanto
- h ace que estuvo allí y ,por qué se
que se sienten y coman abundantemente con una sola
vmo; de su trabajo en el pasado deduce lo que de
bebida (alimenticia, no intoxicante) . Debe aconsejarles
eU~puedes ésperar en el futuro. Has de saber -ade-
el _comer y beber con entusiasmo. Pero, tan pronto co-
mas- q~e ª menudo las mujeres que vienen desde
lugares distantes han sido acusadas de algunas faltas miencen a contar historias, a discutir o a apoyarse en los
e_n_su lu~ar natal, razón por la cual vienen a servir a co~os, ordenará al mayoral que les haga levantarse y les
smos ale¡ados· •• Y s1· d e 1os imormes
·_r retire de la mesa, pues el vulgo tiene un dicho: «cuando
de sus amos y
am~ conc!uyes que es la muchacha que necesitas, un sirviente se expresa en la mesa sin propiedad y un ca-
avengua d~rectamente de ella y has que John regis- bal!º pa~ea el abrevadero, es hora de retirarles, pues
tre en el Libro de Cuentas el día en que la contra- est ªn sausfechos ». A.l anochecer deberá alimentárseles
tas, su no~bre ~ el de su padre y el de su madre y nuev~mente y luego, en invierno, deben poder entrar en
de cualquier pariente, el sitio en que viven y el lugar calor ¡unto al fuego y relajarse. Entonces, la esposa debe
de nacimiento y sus fiadores ... Recuerda las pala- echar la llave de la casa y enviarles a la cama, «y antes
bras del filósofo .. . que si contratas a una doncella prever que cada uno tenga una palmatoria junto a su
o muchacho de respuestas altivas y orgullosas puedes c~a para que coloque uña vela y deberá ense,ñárseles
estar segura de que cuando se marche te desacredi- sabiamente que la apaguen con la boca o la mano antes
tará si puede, y por el contrario, si es aduladora y li- qe meterse en la cama y no arrojándole una camisa».
sonjera no te fíes de ella, pues estará aliada con _En el caso de contratar camareras de quince a veinte
alguien para engañarte, mas si se sonroja y perma- anos, ya que a esta edad son tontas y no· conocen el
nece silenciosa y avergonzada cuando la corrijes, mundo, deberá hacer que duerman cerca suyo, en una
quiérela como a una hija.» antecámara o en una habitación sin claraboya o ventana
que dé al camino, así como procurar que se acuesten y
Las instrucciones del Menagier a su esposa, relativas a levanten junto con ella y cuidarlas. También, en el caso
cómo llevar a los sirvientes una vez contratados, son igual- de que algún sirviente cayese enfermo, dejando de lado
mente prácticas. Debe mantenerse el orden, evitar las cu~quier otra preocupación deberá cuidarle con amor y
peleas y las malas palabras así como cuidar de la moral. caridad, visitándole y estudiando la manera de conseguir
A cada, servidor o servidora debe asignársele una tarea: su curación 12. ·
las habitaciones bien barridas y sacudidas, los animales De más está decirlo : en los niveles inferiores las ocu-
paciones diarias de una esposa diferían grandemente de
domé_s _ticos bien cuidados. La esposa del Menagier
las de las consortes de bs señores, caballeros o mercade-
t~bien debe supervisar a los trabajadores del campo y
res ricos. La mujer de la clase trabajadora carecía por
vigilar el buen cuidado de los animales .
. S!n embargo, no basta con supervisar el trabajo de ]os
12 E. E. Power, The Goodman of Paris, así como la nota 5 del capí-
sirvientes ; también es preciso que ejerza gran benevo-
tulo 1. ·

60
61
J~ ,
··..i:... .,
completo de la responsabilidad de supervisar grandes
casas o vastas haciendas, de emplear y saber manejar a
numerosos sirvientes y trabajadores. A pesar de esto sus
días se hallaban igualmente ocupados, tanto o más que
en los otros casos, con trabajos y responsabilidades. En
su caso -sin embargo- los trabajos consistían funda-
mentalmente en aquellos en los que podía ganarse el
pan . Nos referiremos ahora a la mujer trabajadora.
Capítulo Tercero
La mujer trabajadora
en la ciudad y el campo

62
1
Al considerar a la tí ica dama del feudo y a la esposa
clásica de la bi:irguesía acomodada era necesario hacer un
recue nroc omplet o deltr a baj Ó de la mujer en el hogar.
, f;nt~ eñr re los señores -como eñ-la-burg ~esfa..1las muie-
res hacían mucho en sus casas, y eg _e concepto «sus casas»
abarqba un_a.amp_lia__ e_s_
frr ;i_ La__~_p_osatenía u ~ f.2_
nocer
la l_abor de su mari oo , de manera 3-1ue p.JJdiese_r.eempla-
zarlo durante su ausencia.Este énfasis camoia un oco al
p~ar desde el hogar al mercado de uabajo -;-cf;To s sefu>-
Úo~ y fa burgue ?i a a Ía-mujer trabajacjor a de_la ciudad y
el campo. No ob~tan re (f medida que desce_Qdemos en
la e~~ajji_Jocial, ~ l .roLdeJa mujer _no_declin --ª- . Por el wn-
tra_g9, su actividad, si está sola, y su importancia en la
,. vid_a familiar, si es casada, es aún mayor a causa_Ae la
modéstia o más bi rn el aQremío e sus mgres os y pose-
;ioi;i~s. En los asuntos mi s elevad os e la so éiédad, -mili-
tar es, diplomáticos , políticos, profesional e s, etc., la
mujer (excepto en ciertos casos muy excepcionales) ape-
nas influía en los aconteci~ientos; no obstante, n lo
a
·~e se refiere la vida económica de las naciones , jugaba
up pap~ ! igualit ario ·un _c_gL _ om b re . Al igu al que los
hombres, debían ofrecerse para ser contratadas o tra-

65
b~a [ 9e alguna manera para poder subsistir n9rmal- lea (1454) 1 . Había que encontrar, por lo tanto, alguna
mente. · salida para el excedente de población femenina. En las
La aparición de la mujer en _~l mercado de trabajo de clases superiores y en las capas más elevadas de la bur-
]a Edad Media se debió a las mismas razones que hoy en guesía esta salida se hallaba en los conventos; en las clases
día ~ es decir, -~ra neces ario para la mujer ~asada ganar di- inferiores en el trabajo.
nero supie~tario y par~- la soitera ganarse la vÍda. Én No cabe duda de que en Inglaterra la proporción de
1 codas las clases de la sociedaa occidenta l el matrimonio los dos sexos era similar, y que allí -tal como en los
es una carrera a la que aspira la mayor parte de las chicas. otros países- las solteras debían mantenerse mediante
Pero en la Edad Media (y a menudo h9y en día), el ma- . .el .!~ bajo . Sin embargo, en este aspecto, el grupo de las
trimonio no implicaba en ningún caso que la mujer se solteras no era excepcional ya que la mayor parte de las
dedicara exclusivamente al hogar y fuese ajena a codo ~spos~ c;k:_1~ clases trabajadoras «laboraban » en las .
tipo de trabajo fuera de casa . Como veremos aquí, Ja es- mismas ocl!paciones urbanas o rurales que sus hermanas
posa de _un artesano casi siempre trabajaba _co~ ~ ~s~ste1;1- solteras o sus maridos.
1:·e de sum arido en su labor, o si no aportaba esforzad!- _
~ente a l os ingre s9s famili ares por m ~dio <:!_ealg1:_natarea _ 2
suplementaria, c-9~o _e.!_hil ~do y el tramado . A vece~, in :.
clusive, podJ~__rn_MJtener u~ g~cio aparte como femme Posiblemente, un buen número de mujeres realiza-
's ale. ban el mismo tipo de labor que antes de la primera
Mas aún, no codas las mujeres odían esperar casarse. guerra: el principal empleo de la mujer lo constituía, en
Por buen número e razones l~ cantidad de mujeres especial para las solteras, el servicio doméstico . No obs-
-entonces como ahora- era superior a la cantidad de tante, es completamente falso (pese a haber sido afirma-
hombre ~ EJitO se_m:bía a (;. mayQI_di fi""c ulta([p~ iar do en algunas oportunidades) que la mujer en la Edad
niños y _E?Sible_r:1!entea la mayor mortal ~ entre los Media fuese -por regla general- un trabajador domés-
...
··' hombres durante las perennes plag as dela Edad Media·
cambien -= debido al m ayor riesgo el.e muere~
en parte .....:..
tico al que no se le pagaba y no un asalariado . Posible-
men~ eran más numerosos los casos en que la esposa, la
repen ~ que ~oman en las uer_ras, eJll is cl1sput:isQ~- hija o quizás alguna sirvienta ayudaban al marido en su
dadal?~s o e? los disturbios generales _del cam O y, en trabajo, que aquellos en que la mujer realizaba una labor
parte, ~º-º f. un gr~n~ rpo de monjes _y un · independiente. Aún las leyes gremiales, que expresa -
cuerpo aun mayor de clerecía secu ar, cuyo número era mente excluían la participación de la mujer en un oficio,
mucho mayor que el de las monjas . No ten-~mo7 esti-
.
~
dística s -fi e ignas de la pob la cióñ total de Inglaterra,
consideraban esta labor no profesional como una cosa
natural y hacían excepciones para las esposas y las hijas .
~ pero en Alemania las ciudades realizaban censos bastan- En 1372, cuando se hizo la Reglamentación para los ven-

,,,.
~ '

,,
te fiables. Así sabemos que por cada mil hombres adul-
tos _había mil cien mujeres en Frankfurt (1383), 1207 1 K. Bücher , Die Frauenfrage im Mittelalter, Tub inga, 19 10,

mu1eres en Nuremberg ( 1449) y 1246 mujeres en Basi- pp . 5-7.


;

11 66 67
'
.,
Y. ,...,.. ,
dedores de cuero y fabricantes de bolsos de Londres gunos hombres de Santander, en España, le habían ro-
. 1 . y
pa ra 1os trncorer_osre ac1onados con esta profesión, las es- bado mercaderías por valor de ochocientas libras esterli-
pos ~s d e los ceñidores de cuero debieron jurar junto a sus nas, obtuvo cartas de marca que la autorizaban a requi-
ma nd os gu ardar la. En una época en la que se descono- sar mercaderías pertenecientes a otros españoles para re-
cían las fáb ricas y en que la manufactura era realizada sarcirse; parece que aprovechó esto para tomar más de lo
por artesanos en sus hogares o en sus talleres era natural que se le adeudaba y los españoles la demandaron 2 •
que recurriesen a la ayuda de sus esposas así ~ornoa la de Aún más interesantes son las operaciones de una tal Rose
aprendices y jornaleros. de Burford, perteneciente a una rica familia londinense
~ Posiblemen_ce , la razó ? Pº! l a cual encontramos a gran de Romaine . Nos la encontramos, en vida de su marido,
numero de vrudas realizando el oficio de su marido en una de las casas de moneda del Tesoro donde Rose,
mu erto, dur ante coda la Edad Me dia .se encÜenttaeñ !a esposa de John d~ Burford , ciudadano y comerciante de
costumbre de que las esposas ayudaranalo s maridos en Londres, recibió cien marcos por una capa pluvial con
su l_:1bor. En algunos ca~os, las normas de lo s gremios es- ornamentación de coral que le fue comprada por la
pec1ficamente las auconzaban a hacerlo. Los maridos, a Reina Isabel para obsequiarla al Papa. Las menciones
menudo, esperaban que sus mujeres continuasen el ne- respecto a su marido son muchas . Era sheriff de Londres
gocio al morir ellos . Es frecuente encontrar testamentos y un comerciante adinerado; y es con ocasión de un gran
en los _que el hombre indica que los aprendices deberán préstamo que él hizo al Rey para ayudarle en las guerras
cump!Ir s~s contraeos con las viudas o en los que dejan a escocesas de 1318, cuando por primera vez tomamos
la esposa rn·strumentos- específicos del oficio. contacto con Rose en relación con los negocios . Poco
Los negocios llevados a cabo por las viudas iban desde después el marido murió y el préstamo , que debía haber
el de comerciante en gran escala, el tráfico de barcos y los sido pagado en derechos de Aduana para lanas y cueros
tratos con la Corona hasta la pequeña labor artesanal 5 del año en curso , aún se adeudaba. Rose -como albacea
requería no pocos C?noci1!:l_ ten !9s_yh~Qilidad par_Ju_nane- testamentaria- tenía la tarea de recuperarlo , y posee-
.,, . jar un ne-gociograndee importante, y las es~osas que así mos no menos de cinco peticiones suyas relativas a este
lo hacían deben haber sido personas compet;~ tes~ - asunto que han subsistido. Finalmente se atrevió a suge-
pace s d e"man ejarse ·aún- eñ me dio e las codíp!icaci~nes rir por sí misma una solución: ¿Querría el rey ordenar
del comercio exterior. Nuestras fuentes abundan en que la deuda le fuese devuelta de los derechos de Adua-
ejemplos de esa clase de mujer. En 1370, Alice, viuda de na que ella debía pagar por su propia lana, la cual estaba
John de Horsford, entró en la Cámara de las guildas de por embarcar desde el puerto de Londres? Esta vez se re-
Londres y reclamó la propiedad de la mitad de un barco quirió su presencia en la Corte, y obtuvo por parce del
llamado Seynte Mariebot of London, que había sido rey el reconocimiento de la suma que se le adeudaba,
confiscado por el alguacil de Billingsgate como propie- tras lo cual dicha cantidad se le asignó en derechos que
dad de otra persona. Ella dio pruebas de su propiedad y
la corte ordenó que le fuese entregado . La viuda de otro 2 Calendar o/ Plea and Memoranda Ro/Is o/ the City o/ London ,
comerciante, Margery Russell de Coventry, a quien al- 1364- 138 1, ed . A. H . Thomas , Londres, 1929, p . 114.
¡=

se le dedujeron de los impu estos de su lana . Que llevaba


a cabo labores de comerc io tambi én se ve en una carta de 3
13 2 3, dirigida por el alcalde y la corporación de la
ciudad de Londres al alcalde y la corporación de Dover, Sin embargo, no debemos p ensar qu~_g abajo de la
en la que se reclamaba a su favor por haber sido reteni- mu·er- ~la Edad Medi i consistía únicamente en ayu _E
do todos sus b ienes en el puerto como pago de una a su~m aridos -w entras viv1an, o en ll_evar a e ~ te l_?s
d eud a ' . p négOcios e ést e asiTm uerte. Muchas.i olteras~man-
Rose de Burfo rd no fu e la únic a mujer que llevó ade- tenían- como -fénaeras y" jornaleras, y bastant casadas __
lante el negoc io de lanas de su marido . Los 100 Ro/Isde f téní~n trabajos _ e_r~pios com- letañi ente distintos a los
1274 m enciona n ent re los grandes comerciantes de lana de-sus mar1 os .
a «viu das de Lon d res qu e realizan grandes negocios de J-~ ~ muchachas eran aprendices de diversos
lana y a rras cosas , como Isabella Buckerel y otras», y al ' oficios, de igua mañe ra rl ·os- chtcu . El-E-Sta.
tu o de
me n os un a m ujer es descrita como Merchant of the Sta- a
~ T 07 que pretendía (en ene lClO e agricultura) limi- I
p le (y consec u ent ement e como expon ador establecido tar la industria a los hombres y mujeres que poseyeran tí
de lan as in g lesas a Calais) entr e las personas que exporta- rentas anu ales superiores a veinte chelines, prohibía que
b a n a Ca lais lana d esde Londre s, bajo el reinado de aquel que no poseyese esta cantidad tomase como apren-
Ed u ard o IV ·•. diz de su oficio a un niño, y el Estatuto se refiere, espe-
A veces las esposas debían responder por grandes cíficamente, a «hijo o hij a» 6 • En el testamento de ciuda-
sumas d e din ero públi co, si es qu e el marido ocupaba un danos londinenses se hallan frecuentemente disposicio-
ca rgo púb lico en el mom ent o de su mu erte. La esposa de nes para que tanto las hijas como los hijo s sean puestos
Roben Baym.rd devuelve un a cuenta de asuntos tempo- . como aprendic es, Así como un caballew_d.e el alta
rales de la sede de D urh am, de la cual su marido era cus- i_eg!. un a suma de di neroa~ hija como d~ e , par a casar-
todio d ur ante la vacancia , se dispon en de algunos datos la o hace_rla mgresar ~n un convm to, .!l, adre ue_ti~ne
so b re viu das qu e debieron respond er al fisco por cuentas ú¿;_ocupa ción urbana dejará dinero f>:!E-_casarla o intro-
de Ad u a na en num erosos pu ertos como albaceas de sus d~cirla en un oficio ; -
m aridos, qu e había n sido receptore s de derechos adua- A veces, las chicas, al igual que los chicos, eran envia-
n e ros ' .
dos a trabajar en edad mu y temprana, ya qu e la explot a-
ción del trabajo infantil no fue de manera alguna inven-
'> lssues o/ th e E.xcheque r, ed . F. Devon , Londre s, 1837, p. 133; to de la Revolución Industrial. Los niños mu y pequeños
Calenda r of Plea and Memo randa Ro/Is of the City of London, 1323·
1364, p . 3; Calendar o/ Wills in the Court of Husting, London, ed. ayud aban a las madr es a clasificar y cardar lan a , qu e se
R . R. Sh a rp e , pa rte 1. Lond res, 1899, p . 238. hilab a en los mismos hogares . Nos viene a la memoria
4
Rot u/ i H undredorum tempore Henry lll , Edward 1, t. I. Londres, cómo en 1724 Defoe alababa a los distritos fabricantes
1818, p . 4 0 3.
~ Son , inclu so, m ejor con ocidos y están mejor docum entad os los de . Y orkshire , po r no existir en ellos casi ningún niño
casos de las viud as qu e m anten ía n propi edad es heredit arias. Cf. Rose
G rah am , Eng/ish Ecclesiastica/ Studies, Londr es, 1929, pp . 361-68. 6 Statutesofth e Realm, t . 11,p . 158.

71

•t
~•7~~-
".
.- .

q ue no tra bajase. Sin emb argo , ésta no era una práctica un cuchillo 8 • En 1376 nos encontr amos c9n un divert ido
totalmente nu eva en la épo ca de Defoe y tampoco se ha- document o en el qu e se establece qu e, dado ~~e Agnes
llaba lim itada a Yorkshir e. Aun cuando los gremios.es- Cook estaba contr atad a como aprendiz por Wilh am Kaly
taban en contr a de los aprend ices demasiado jóvenes, la y Johanna recurren a la Corte en petición de que la t~l
existe n cia de abu sos se ve claramente en un alegato por Agnes pued a casarse, si lo desea, y luego pueda conu-
incumplimiento de contr ato del siglo XIV , en el que un nuar como aprendiz o verse libre mediante el pago de
cuchill ero de Londres , un tal William Brewer de Holborn, cuatro marcos, según fuese su deseo 9 . Muchas veces los
y su esp osa Elena, afirman que una chica se había com- aprendices debían jurar solemnemente no casarse, no
prom et ido p ara servirles durante siete años y los había frecuentar las tabernas no contar los secretos de. su amo
abando na do p ara regresar donde sus padres; en el cu~so ni robarle más de seis p'eniques al año dur ante el período
d el jui cio la Corte descubri ó que la niña, en el momento del contrato .
.. de llevarse a cabo el contrato, tenía tres años . El Estatuto
de los Trab ajadores de 1388 (nuevamente en beneficio
~ Estas mu ·eres que habían sido aprendice s podían man-
tene; se JTiediante su oficio si permanecían solteras o
de la agricultura) prohibía que los chicos y chicas que femmes sof;s~~ se las llamaba. No obstante ,J..esulta -
habían trabajado en la labranza hasta los doce años fuesen I nt <:re~ñt~ el heéfi.o-de que no sólo much~ e.j.e.r.:
d espué s de esto trasl adados y colocados como aprendices cían un oficio, sino que muchas casadas continuaban con
1. de algún oficio . Pero , si era aprendiz antes de los doce sus propios trabajosa. espués de casarse, cl!_
evando un ne-
año s, podía continu ar siéndolo 7 • ~cio aist1ruodcl - e sus mari os. Los eglamentos de
~•.t
1,
Encontr amos a chicas ejerciendo de aprendices de
hombr es tanto como de muj eres, aunque generalment e
se ent iende qu e las aprendic es femeninas se hallaban
muchas ciudades me ieva es aseguraban el trato a la es-
posa como soltera, en esos casos. Si se ve envuelta en un •
litigio relativo a su oficio no es cubierta por el marido ;
bajo la tutoría de la esposa del amo . Esto resulta natural por ejemplo , no se le puede responsabilizar a él por las
si recordamos que el aprendiz vivía en casa de su maestro deudas de ella como ocurriría en otros casos. Como ejem-
·-.'. como uno de la famili a , esperándose que fuese útil en plo está la regla de Lincoln:
ge neral y que recibiese educación en lo que respecta a
l.?, .• Cualquier mujer que tenga marido y ejerza un ofi-
r• ,; . mod ales y moral, así como el castigo correspondiente en
caso de mal comportamiento. Al mismo tiempo , se le cio dentro de la ciudad en el cual no intervenga su
• enseñ aba un oficio. Aún más, puesto que la mujer nor- marido, deberá ser con~iderada corñ"omujer sola en
..
'' m almente tr abajaba en la tiend a del marido , podía dar
instrucción tanto técnica como general. En 1364, se
lo relativo a aquellas cosas que pertenezcan a su ofi-
cio. Y si surgiese una querella en contr a de la mujer ,
pedían garantías a Agnes, esposa de un cuchillero londi- ella debe rá responder y hacer su alegato como mujer
nense , de que enseñ aría aJu sema, su aprendiz , y que la sola, aceptando la ley y tomando su defensa en la
1 •
....
,, alimentaría_ y vestiría y no la golpe aría con un palo o con
8 Calendar of Plea and Memoranda Ro/Is of the City of Lond on,
i,,
1323- 1364, p . 274.
7 Statutes of the Realm, t. ll. pp . 57, 338. 9 Ibíd, . 1323-1364, p. 219.

72

.
··~
.:..._ _ .......... ~~•~IJ'l• i
Corte mediante aleg ato o para su de scargo . Y si se t~neros de Lincoln orden aron en 1277 que «nadie del
, la condenar a , deberá remitírsela a prisión ha sta que oficio trabajará en las barras de madera con una mujer,
llegue a un acuerdo con el demand ant e o se le con- excepto la esposa del dueño o la criada de ella» 10 • En
fiscaran bienes y enseres . 1461 hubo una queja en Bristol , ya que los tejedores
ponían a trab ajar o contrat aban a otros a sus mujeres, sus
Normas similares encontramos en Londres y en buen hijas y doncellas , «por lo cual muchos y distintos d_e la
número de otras ciudades. Su intención era la de pro- gente vasalla del rey, hombres apropiados para servrr al
téger a los maridos pero , no obst ante, repr esentab an un rey en sus guerras y en la defensa de esta tierra y con co-
avance notable en la posición de la n:iujer casada frente nocimientos suficientes en el mencionado oficio se en-
a la legalidad común. cuentran vagabudeando y desocup ados y se ven impedi-
dos del laborar para vivir», y a los tejedores se les prohi-
bió emplear mujeres, con excepción de aquell as que se
4
sustentasen por ese medio 11 •
La industri a med ieval se hallaba abierta a la muj er y A veces se esgrimía como razón para prohibir el empleo
ésta -ocupaba u~ lugar en ella que no pued e considerar- de las mujeres el que un oficio , en -particular, podía ser
se d~ !:_~\able en nin_gú~ ~aso:_Casi no existe oficio en demasiado duro para ellas ; sin emb argo, la razón princi-
él que no eñ córúr emos mujeres. Ejercían como carnic e- pal era la misma que avala la hostilidad hacia el trabajo
ras , tenderas, ferreteras , fabricantes de redes , zap ateras, ' femenino hoy en día . El jorntl de las mujeres era más
guanteras, fa jeras, camiseras, fabricantes de cartera s, som- bajo, aun para el mismo · trabajo , y los hombres temían
brereras , desolladoras, encuadernadoras, doradoras, pin- vcrs e menospreciados por el trabajo barato .
1tora s , hiladoras de s eda y bordador as, así como saladora s, Es difícil generalizar con respecto al lugar qu e ocup! -
forjadoras y orfebres, entre otros mucho s oficios. ba fa- mu¡er en os gremios artes anales medi ~ ales. Nos
Este despliegue de trabajos a los que se dedicaba la encontramos co n mujéres que era'ñm. iembros ae los
mujer hace surgtr una preguñt a interesante : ¿Cu ál era la . gremios sociales y religio sos que habitu almente se aso-
actitud de los hombres hacia la coop eración o competen- ciaban con oficios , y como esposas e hijas de artesanos s_e
cia de la labor femenina? y ¿cuál era -en particular- la las encuentra participando en funciones sociales Y reli-
posición que ocupaba la mujer en gremios predominan- giosas relacionadas con gremios de artesanía . Sin em -
temente femeninos? bargo, en algunos escasos oficios, nos encontr amos c~n
Hemos visto a hombres que trabaj aban hombro con la mención explícita de mu je res como miembros en me~ 10
h ombro con las mujeres en much as labores , pero h ay se- de una mayoría masculina, por ejemplo en ·los gremios
ñ ales de celos por la competencia de la lab or femenina de barberos y cirujanos de York y Londres y los tintore-
(distint a de la de la esposa o la hija del artesano) . Así , los
fajeros d e Lon dres decretaron en 1344 que ningún 10 J. Toulmin Smith, English G,lds, Early Engl ish Text Societ y,

hombre del oficio estaba autorizado para poner a traba- Londr es, 1870, p . 180. .
11
The Great Red Book of Bnstol, ed . E. W . Veale , Bnst ol Record
jar a ninguna mujer , aparte de su esposa o hija. Los ba- Society , 1938 , parce 11.pp. 67-69.

74 I 75

,r ..-
manos de mu jeres y las esposas de los ciudadanos de
ros de Bristol. Puede ser , no obstant e, que éstas fueran
mayor categoría de Londres se especializaban en ella .
viudas. Por un a antig u a costum bre londinense , las viudas
Estas sederas tomab _an aprendizas y registraban sus escri-
de los ciudadanos de Londr es eran reconocidas como ciu-
turas a la manera tradicional . Eran suficientemente cons-
dadanas. A partir d e esto es posible deducir que se les
cientes del interés común como para elevar una petición
permitía llevar adelante el oficio de sus maridos corno
a la Corona, primero en 1368 y luego en 1455, contra la
m iembro s de sus cofra días o como si fuesen miembros
competencia de otros hombres, en particular los lom-
d e la mis m a. Los reg istros de Londr es conservan nurne·
bardos. ·
rosas refere ncias de ap rend ices m asculinos que, al rnorir
sus ma est ros , cont inu aro n sirviendo a sus viudas e, in- Sometemos a vuestra gran sabiduría y también ora-
clusive, se contr ataro n nu evam ente con las viudas de mos y rogamos las sederas y trenzadoras de los ofi-
los m aestros. Casi no existe n referenci as de mujeres que cios y ocup aciones del negocio de la seda dentro de
no fuesen viud as a las qu e se admiti era como ciudada- la ciudad de Londres, que son y han sido oficios de
n as libres y po r ta nto como mi embros del gremio ; pero mujeres dentro de la misma ciudad .desde épocas en
el q u e dic h as muj eres existían se deduce de la norma- que ninguna mente recuerda lo contrario , que me-
tiv a q u e pe rmit ía a las f emme s couvertes, que practica- diante los mismos oficios, antes de este tiemp.o,
ba n ofic ios p or sí mism as , tomar a otras mujeres corno muchas mujeres respetabilísimas dentro de la ciudad
apr endi ces. Las ref erencias a aprendic es de los gremios han vivido siendo completamente honorables, y
y a muj eres m aestra s en los registros de Londres son nu- por lo tanto muchas buenas casas se han mantenido
me ro sas, y las orden anzas de diversos grupos (talabar- y muchas damas y otras mujeres en gran cantidad ,
teros, for ja dor es, fundidor es) m encionaban «hermanas » de manera que habrá más de mil que bajo ellas han
d el oficio, aun cuando es mu y prob able que estas aprend ido los mismos oficios y ocupaciones en.com o
mu je res fu ese n las esp osas o viud as de los «hermano s» y pleta virtud bajo el agrado de Dios, y luego por
comp arti era n únic am ent e las activid ades sociales de las tanto han llegado a gran respetabil idad ... n_
cofra d ías 12 •
La impr esión gen era l es, por lo tant o, que la mujer era Sin embargo no hay rastro de un gremio de sederas .
admi tid a como mi embro total de los gremios arc~sanales La única cita de algo que vagamente puede parecerse a
in g leses sólo en mu y raras ocasiones. Incluso los negocios una cofradía de mujeres trabajadoras, que haya apareci-
qu e se h allab an exclusivament e en manos de mujeres, do hasta ahora, está en las Ordenanzas expedidas en
n o h ay evidenci a d e qu e se reconociesen como oficios. Southampton , en 1503, para la reglamentación del em-
Esto es n otable esp ecialm ent e en el caso de la indu stria paquetado de la lana con el fin de ser cargada en los
d e la sed a . Tal labor se h allaba casi por completo en barcos , qu e p arecen h aber sido realizadas por mujeres .
Estas debían escoger a dos de ellas anualmente para ser
12 Calendar of P/ea and Memo randa Ro/Is of the City of London, guardianas de la compañía . Las vacantes debían cubrirse
pp . LIX-LXI. 99 -10 2 , 107. Calendar of Letter Books of the City of
London, ed ., R. R. Sha rp e, Londr es, 1902: vol. o . pp. 51-57, 108-10, 13 Ro/Is of Parliament, vol. V, p . 508 (1463-4).
114; tambi én ibíd ., l. p . 134.

76 77
por nombramiento del Alcalde y la Corporación y las mujeres en gremios, aun en los oficios comerciales. Ob-
mujeres debían «llenar los sacos con sus propias manos y viamente habría sido imposible para Rose the Regrater,
no berrear ni reñir las unas con las otras ». esposa de A varice en Piers Plowman , encontrarse de ma-
La falta de reconoc imiento de las actividades femeni- nera simultánea bajo la jurisdicción de dos gremios:
nas en Inglaterra resalta aún más si se la contrasta con la
situación en Francia , prácticamente en la misma época. My wife was weaver and woollen cloth mad e
El famoso Libro de los Oficios de Etienne Boileau, escri- She spake to the spinners to spinnen it out
to en la segunda mitad del siglo XIII , contiene una lista .. . I bought her barley malt, she brew it to sel!
de cien oficios practicados en la ciudad de París. Al ... Rose the Regraterwas herright name
· menos cinco de éstos se hallaban en manos de artesanas She hath holden huckstery al! her ltfe time 11
exclusivamente, y un buen número de los otros emplea- (Mi esposa era tejedora y hacía ropas de lana
ha .tanto a hombres como a mujeres . Los trabajos que decía a las hilanderas cómo tenían que hilar
/ eran monopolio de la mujer se organizaban exactamente ... yo le traía malta de cebada, ella la preparaba
sobre la misma base que los que llevaban a cabo los para venderla
hombres y, en aquellos que compartían hombres y mu- · ... Rose the Regrater era su nombre correcto
jeres, las segundas estaban incluidas en los mismos tér- ha sido vendedora ambulante toda la vida)
minos y sujetas a las mismas reglamentaciones que los
, primeros 14 . En otras palabras, no sólo era tejedora y cervecera (ofi-
Desde el punto de vista de la mujer, lo que podemos cios ambos con gremios organizados) sino también bu-
llamar industrias secundarias, que se llevaban a cabo en honera o vendedora de comida y bebida al por menor.
el hogar, tenían más 1m ortancia ue los oficios re ula- Las actas de las sesiones de los Tribunales y otros do-
rese¡e rcidos enfos -talleres. La mayor parte de las muj ; - cumentos judiciales relativos a la puesta en vigor de los
res tra a¡a an en as primeras y se hallaban repartidas estatutos de trabajadores mencionan a un buen número
por todo el campo y_las ciudade ?. Se pueden dividir en de mujeres que no sólo realizan trabajos de ggricultura o
d~_g randes clase~ las conectadas con la industria textil y se hallan empleadas como hilanderas, te·edoras o cerve-
las que se relacionaban con la producción o venta de co- ceras sino que también venden grano al por menor, pre-
mida bebida . Por regla general el hom b~ - ; e dedi ~ili a paran y venden .carbón 16 • Tal combinación de trabajos
a _U.fl solo oficio, en tanto que no es raro e~contrar im u- era común en los distritds rurales y es obvio que donde la
jeres que llevasen a cabo dos o tres labores secundarias de mujer preparaba cerveza y realizaba labores textiles u
~ tipo . Incluso es posible que la- p riictica de duplicar
las labores y trabajar por un jornai suplementario fuera D The Vision of William Conceming Piers the Plowman by
una de las razones en contra de la organización de las William Lang/and, en tres textos paralelos editados por W . W . Skeat,
2 vols., Ox:ford, 1886, p . 51.
,.,..,-
nr Bertha H. Putnam, The Enforcement of the Statutes o/ Labou-
14 Le livre des métiers d 'Etienn e Boileau, ed. René de Lespinasse y rers, Studies in History of Columbia University, c. XXXII. Nuev 2.York ,
Fran~oise Bonn ardot, París, 1879 .
( 1908.

78 79
otros oficios como empleo secundario, y lo aparejaba con de la cervecería de la Inglaterra medieval se hallaba en
su trabajo ordinario para ganar un jornal o con ventas manos de mujeres, que muchas realizaban estos trabajos
ocasionales de productos de mercado, había alg; de razón con una regularidad lo suficientemente profesional como
para que no estuviesen organizadas en gremios. Este para ganarse el apelativo de hilanderas , tejedoras y ~er-
punto de vista se ve sustentado por el Estatuto de 1363, veceras en documentos oficiales tales como los de los im-
que dispone que todo artífice masculino debe elegir su puestos y subsidios. . _
oficio y luego dedicarse a él de manera constante y ex- Así, los datos de los impuestos para el West Ridmg de
clusiva . Y orkshire, fechados en el último cuarto del siglo XIV,
dan una buena idea de las ocupaciones industriales de la
Pero la intención del Rey y su Consejo es que las mujer en un distrito rural 18 • Los informes no dan una
mujeres, es. decir, las cerveceras , panaderas, carda- medida estadística exacta, puesto que los apellidos y
doras, hilanderas y trabajadoras de la lana, lino y nombres no siempre reflejan la ocupación de las perso-
seda, peinadoras y roturadoras de lana y todas aque- nas. A fines del siglo XV los apellidos son a menudo des-
llas que trabajan en labores manuales puedan ejer- criptivos en lo que se refiere al trabajo , la apariencia o el
cer y trabajar libremente como han hecho antes de hogar de un individuo, pero generalmente se pasaban
esta época sin acusaciones y sin verse limitadas por de padres a hijos o de maridos a esposas como ocurre hoy
esta On:lenanza 17 • en día, por lo que no resultan una guía segura. No obs-
No obstante, el hecho de que muchos de los oficios de tante, si tomamos únicamente los casos en que se men-
las mujeres fueran labores secundarias y se practicasen ciona una labor específica, vemos a seis buhoneros o ven-
de manera combinada, no explica la ausencia de los dedores ambulantes (además de muchos con apellidos
gremios por parte de quienes llevaban negocios como ambiguos que podrían denotar ese oficio) , 39 cerveceros,
femmes soles con aprendices masculino .s y femeninos de 11 posaderos , 2 granjeros, un herrador, un forjador, un
manera regular. Tampoco hay explicación para el hecho zapatero, un comerciante, dos nodrizas y 114 sirvientes
de que el hilado, que se practicaba en su mayor parte · domésticos o de granjas. Excluyendo a los últimos , la
como un oficio secundario tanto en F.rancia como en In- mayor parte de las ocupaciones se relacionan con el ne-
glaterra, y que en ambos pa fseseral levado a cabo casi gocio de las telas . Hay 66 tejedores además de 30 con
'éxclusivamente por mujeres, estuviera organizado como este apellido (Webster , Weaver), dos listers o tintoreros
gremio en París n :n.io glaten a..__ .-y. muchos más con la forma femenina de la palabra
Estas industrias secundarias re uieren mayor atención (lystster) como apellido, dos bataneros y muchos con el
aunque sólo sea porque constituían en general la may oi apellido fuller. Resulta notable que en este informe ni
contribución de las mujeres a la vida económica de la una sola mujer aparezca descrita como hilandera, cuando
nación, adem~ de .las labore _s-caseras:--ET hihtdoy la fa- dicha labor se hallaba totalmente en manos femeninas Y
bricación de la seda, parte de tefiao y una buena parte muchas debían practicarla. Los apellidos que tienen ter-

17 Statuteso/Realm , t. II . p . 380 . 1s MS: PRO E 179/ 202/72 (West Riding).

80 81
minaciones femeninas, por ejemplo, bakester , kemster y los Países Bajos, el norte de Francia, e Italia . Entre ellos
lauender y laundress y posiblemente en el caso de fisher, encontramos a algunos grandes pañeros como la Esposa
flesher, net maker y mustard - maker , casi sin ninguna de Bath, de Chaucer:
duda indican labores.
Of cloth making she hadded suich an haunt
Cuando en los impuestos se agrupan los ingresos fa-
She passed them of Ypres and of Gaunt .
miliares, se ven claramente los casos en que la mujer
complementa el jornal del. marido con una pequeña in- (De hacer paños tenía traje y morada
dustri a propia . En uno de los informes de Suffolk se ven Los enviaba a Yprés y a Gante .)
dichos casos con mucha claridad . He aquí un ejemplo: .
Las mujeres_reali~ban prácticamente todo el trabajo
John Wroo, shepherd reliirunar , p Q!'_ejeJ!lplo! einar y ~~ na . B ' füla do
Agneta his wzfe, webster de la hilaza <::~tabaen sus manos por completo. Lo qüe
Margery his daughter, webster hace resaltar ia Esposa de ·Bath, ¿n o son acaso fos dones
Thomas, his servant que Dios entregó a la mujer como son «el artificio, el
Beatrice, his servant 19 llanto y el hilado »? Este arte_gª _2ra_cticado fundamen-
JE.!_Il.ent
~ por solteJ~ y propor q onaba a muchas de _ella_s
Oohn Wroo, pastor
su medio de subsistencia, de modo_gue el términospins-
Agneta su esposa, tejedora
@ füfana era, solt;rona) p asó a;; sinónimo de soltera, y
Margery su hija , tejedora
· aún hablamos del distaff side (el lado de la rueca) e la
Thomas, su sirviente
Beatrice, su sirvienta) familia cuando nos referimos a los parientes por el lado
materno . Como se requerían alrededor de cinco hilande-
De las dos industrias secundarias, el telar continuó ras para que pudiese funcionar una tejedora, la industria
~ien o una de las pnnopa es ocupac10nes e la mujer, . empleaba a mujeres que venían de lejos y los pañeros
hasta que pasó a7as fá l:mt a- fines aers"igiox vm. os de East Anglia y del Oeste debían importar hilaza de
dos ugares pnnc1pa es ernn- EasrA ,rgfr rye l oes fe de In- otros lugares . El tejido lo realizaban más a menudo los
glaterra . Aquí, en la segunda mitad del siglo XIV, sur- hombres, aunque también había mujeres que lo hacían.
gieron grandes capitali _stas de la industria del tejido que El distrito textil de Y orkshire no era en la Edad Media
Ja organizaron y enviaron grandes fardos de telas a tan importante como habría de serlo más adelante. La
Londres y a_los puercos para que se exportasen por toda organización de la industria era ahí un tanto distinta; no
Europ a. Nos encontramos con mujeres empleadas en había grandes pañeros sino hombres modestos que tra- ,.
casi codas las etapas de la producción de paños y telas, no bajaban con la ayuda de sus esposas, familiares y unos
sólo en Inglaterra sino también en los distritos textiles de pocos jornaleros, y que llevaban sus piezas de paño a
.. caballo hasta el mercado semanalmente .
19 Jbíd 239/ 174 (Langham in Suffolk) , transcrito en E. E. Powell Ya se ha dicho aquí que la~er también roma ~
The Rising in East An g/ia in 1381, Cambridge, 1896, p. 108.

82
'
-parte en un buen número de oficios relacionados con la

83

....
·, 20 G
ela.b.oW ión y__el abastecimiento \k alimentos. La fabri- sin mechas para desencanto de la po bl_aCion. : ower,
cación de cerveza , por ejemplo, estaba fundamental- en su Mirour de l'Omm e, tiene un pasaie malicioso rel~-
mente, aunque no de manera exclusiva, en manos de la tivo a ellas. Después de describir la pillería del mercachi-
mujer, y era una de las ocupaciones favoritas de las mu- fle masculino, continú a:
jeres casadas. Información acerca de ellas se tiene, prin- Pero, en verdacl, este trabajo dd a venca_alpor menor
cipalmente , a partir de las actas que registran continuas pertenece por derecho I?_r~pioa la_muier. La que.ª
desavenencias en las sesiones del Tribunal del Ale (cer- ello se dedica , en su avar1c1a,usa aun mayor maq~1-
veza) . Resulta muy difícil encontrar acta de alguna sesión nación y engaño que el hombre, pues no permn_e
en la que no se multe a los cerveceros de una villa o corte nunca que se le escape el beneficio de una sola mi-
señorial por utilizar medidas falsas o por comprar y vender gaja, ni falla en obligar al vecino ~ que _pague su
contraviniendo · las Ordenanzas. En lós últimos años del precio. Todos los que la reverenoa~ pierden su
siglo XIV, grandes cantidades de cerveceros fueron proce- tiempo , pues ella nada hace por cortes1a, c~m~ cual-
1
sados según el Estatuto de Trabajadores por pedir un quiera que beba en su casa, lo sabe muy bien .
pago excesivo.
El negocio de la comida también lo llevaban los meso-
La anadería también era una ocupación de las muje- n~¡05 a qü ienes eñ la Edad Media se llam-aba typef ers,
res.aüñ"i uancio en la mayor parte de los casos parece - g annoker s, hostel~r~ o tapsters. ':" veces e~~~ntr~ os ª.
haber sido trabajo de hombres . Era más que nada una mujeres que adm101stran grandes :stableclffi1entos. En-
labor de ciudad; en Londres y en otras ciudades grandes, .- ronce
- s , com-o-a:hora-, las-fcmdas-s-erv1anpara el doble pro-
las panaderas y panaderos eran muy numerosos . Al igual pósito de albergar viajeros durante la noche y co~o lugar
que los cerveceros vendían sus géneros al detall o al por de encuentro para los habitantes del pobla~o, qmenes s~
mayor y también como elios, a menudo, se les procesaba reunían a beber y chismorrear allí. Las mu¡eres ~ran casi
por el Tribunal del Pan y el Ale . Y no es raro encontrar tan buenas clientes como taberneras . Una chispeante
alguna mujer que llevase a cabo ambos oficios. descripción de la sociedad que se encontraba en las fondas
Entre los oficios realizados por la mujer existían varias rurales se halla en la famosa debida a Langla~d de la;ª-
otras ocupaciones; por ejemplo , la_yenta en el mercado berna regentada por Beton the Brewster, qu1e~ te~to a
que, debido al hecho de no guardar relación con los-..... Glutton mientras este último iba camino de la 1gles1a, 0
. gremios, se consideraba fundamentalmente trabajo de la historia igualmente divertida de Skelton en la que re-
mujeres. Quincalleros o buhoneros (o sea detallistas) lata como a Eleanor Rumming la metieron dentro de un
eran de mane ra ha 1tua muJeres, que vendí ~' ~ tonel.
veza, pescado, aves de corral y todo tipo de comestibles .
Sabemos de un Jura o e otting am que afirm
a q ue
todos los buhoneros de la ciudad vendían ajo, harina, · 20 Records of the Borough of Nottingham, ed . W. H . Stevenson,

sal, velas de sebo, mantequilla, quesos y todo tipo de gé- t I Londres, 1882, p . 270. rhT
· i 1 J. Gower, Mirour de l 'Omme, ed . J. Skeat, Early Eng IS ext
neros muy apreciados y que todo~ ellos hacían las velas Society, 1886 .

85
cierto número de mujeres como aparceras libres, villan~
5 2.EP radü!:~ , c~n ~u_..P~io terreno de al~unos acr~~
Mucho menos destacado en las fuentes medievales, como los hombres y dispuestas a pagar los mismos serv!-
quizá porque se daba por sentado, era el mayor número cios por ellos; tantos días de trabajo ~ la semana, quizás
tantos serviciosen el segado y la recogida, tamos_acarreos,
de mujeres de la clase trabajadora, labriegos y habitantes
tantos huevos o pollos o peniques por año. Cierro_que
de los señoríos repartidos por toda Inglaterra . Se suponía
contrataban hombres para el duro arado pero, posible -
que la mayor parte de ellas, si eran casadas, debía~ com-
mente, realizaban otras tareas de manera personal.
partir todos los trabajos del marido en las pertenencias
fami1iares. Además -se 1~ cargaba con tareas coñsid_era- Por los anales de los señoríos sabemos que los mayor-
das tradicionalmeñte como femeninas . El mantenimien- domos contrataban mujeres para realizar todo tipo de la-
to de la casa era, - por supuesto, una de esas tareas, así bores agrícolas. De hecho casi no había trabajo, con ex-
como la fabricación de telas y trajes, ya fuese para el uso cepci.o'n del arado , para el cual no .,se las contratase;
.
servían por ejemplo, para la plantac~on de gmsantes y
propio o para la venta. Cuando Helmbrecht, un ambi-
judías, para deshierbar, seg~r, atar'. rrbillar, avent_ar,rUete-
cioso héroe labriego del famoso poema germano del
har con paja . Con frecuencia esqui 1a an 1as ove¡as. na
mismo nombre, intenta persuadir a su hermana Gote-
linde de que huya de la casa de sus padres campesinos y
~ las sirvientas habituales más importantes del señorío
e 1'a encargada de la lechería (daye), que. cuidaba_ de, la
era
se c:ise con un hombre que le permitirá llevar la vida de
misma y de las aves del corral de la gran¡a del senono.
una dama, le recuerda a ella cómo sería su vida en caso
He aquí un en~antador retr~to hec~o por Chaucer de
de no hacerlo: «Nunca podrás ser tan desdichada como si
una daye al comienzo de Nun s Przests Tale:
te casas con un labriego. Deberás hilar, lavar el lino,
peinar el cáñamo, lavar y escurrir la ropa, desenterrar las A poore widow, som_edealsteep in age
remolachas». Claro que la lista de trabajos que según Was whzldom dwellzngzn a narrowcottage
Helmbrecht eran patrimonio de la vida de la esposa de
Besidea grave, standing in a dale
un campesino era demasiado corta. Por ejemplo, no se
This widow, of which I te/le you my tale
mencionan para nada las eis..te~antes ho as semanas en
Since thzlke day that she waslasta wzfe
las que una es osa debía estar junto a su marido traba-
jando en los campos y los pasuza es22 • ---- In patience ledde aful/ simple lzfe.
Estas tpeas -no eran menores, s ino ,1!1ás.~;tdas aún en For/ittle washer chattel and her rent.
el caso de mujeres casadas o_que no poseyesen propieda- By husbandry, of such as God her sent
__,...
des a su no mbre, gen cralm_enre viudas o solte ~as. Qui~ás Shefound hcrselfand eke her daughters two
esta haya sido la clase con más duro trabajo de todas . Al Threelargesoweshad she and namo,
estudiar cualquier g:ñorío nos eQE~ mos ~ n un Threekine and eek a sheep that hight Malle
Fttl/sooty washer bower and eke her hall,
In wich she ateful/ many a slender mea/.
2 2 Wemher der Gartenaere: Meier Helmbrecht, ed . F. Panzer, 4. ª
ed ., Halle, 1924. Ofpoignant sauceher needed nevera deal.

86 87
No dainty morse! passed through her throat. Su comida era más bien con blanco y negro
Her diet was according to her coat. Leche y pan negro que no le faltaban,
Repletion ne mede her never sick, Algo de c'ocinoy a veces un huevo o dos,
A temperate diet was al! her physik, Pues ella era lechera de un señorío .)
And exercise and heartes suffisaunce,
The goute let her nothing far to daunce, Chaucer pinta una existencia sencilla Y_frugal au~que
Not appoplexy shente not her head; no inconfortable. Pero la vida de estas mu¡eres de la tierra
No wine drank she neither white nor red, debe haber sido dura . Una relación entre seria y diverti-
Her board was served most with white and black . da de los trabajos de la esposa de un campesino se da en
Milk and brown bread, in which she found no lack, un tratado llamado Holy Maidenhead, en el cual el
Seynd bacon and sometimes an egg ar tweye, autor intenta persuadir a las chicas para que se ~agan
And she was as it were a manes deye. monjas a través de la ilustración sombría de una vida de
casada en codas las clases de la sociedad.
(Una pobre viuda de edad avanzada
Habitaba tranquila una ·estrecha cabaña y además pregunto, aunque pueda parecer odi?so,
cuánto soporta la esposa, pues cuando ella viene
junco a un bosquecillo en medio de un valle.
Esta viuda cuya historia os cuenco -porque oye llorar a su criatura- ve al gato ,con el 1 , ,

desde el día en que perdió a su esposo


pescado y al perro con el pellejo, su tarta arde en la ..
chimenea de piedra y el ternero se bebe la leche, la
Pacientemente llevaba una vida sencilla
Pues escasos eran sus enseres y renta :1
olla de barro se ha vokado en el fuego y patán la
_ Aunque se trata de un relato odioso, don-
Con la agricultura que Dios le envió regana. 1 ·d d ¡
Se alimentaba ella y también sus dos hijas cellas debiera disuadiros firmemente de a i ea e
.'
mammomo, . p uesto que no parece fácil a la que lo
tres grandes marranos y buen nombre tenía
tres familiares y algunas ovejas intente 23.
Tiznada era su choza y escaso su salón
La1¿glandRinta un retrato más verdadero y m~ trági-
En el cual comía muchas comidas escasas .
co de mujere; gu~- viven en ca amis-;-con t _a~t>
cons-
Nunca tenía problemas con la salsa picante.
Ninguna delicia pasaba por su garganta. tan~e y firme rostro. Las llama:
Su dieta estaba de acuerdo con su capa,
Poorfolk in cotes
Nunca cayó enferma por esta ahíta.
Chargedwith chzldren and chie/ lardes rent; .
Una dieta atemperada era todo su físico
What they with spinning may spare, spend they zt
Y ejercicio y un corazón eficaz;
in house hire,
La gota no le dejaba ir al baile
Ni la apoplejía llenaba su cabeza . 23 Hali Meidenhad, ed. O. Cockayne, Early English Texc Society,
Ningún vino bebía, blanco ni tinto, 1866.

89
r Both in milk and in mea! to make therewith
Papelots (porridge)
To glut therewith their chzfdren that cry after food.
His clumsy knobbed shoes cobbled over so thickly
Though his toes started out as he trod on the grou nd ,
His hose hañging over each úde of hú hoggers,

\
A/so themselves su/fer much hunger Al/ plashed in the puddles as he followed the plow,
And woe in winter time, with waking a-nights Two miserable mittens made out o/ old rags,
To nse to the [bedsidej to rock the erad/e . . • The fingers worn out and the filth c!otted on them,
Both to card and to comb, to e/out and to wash He wading in mud, almost up to his ankles,
To rub and to reel and rus hes to pee! , And be/ore him Jour oxen, so weary and f eeble,
That ruth zsto read ar in n·me to show One could reckon their n'bs, so rueful were they •
The woe of those women that woneth in cots 24 His wzfe walked beside him, with a long ox goad,
In a clouted coat out short to the knee,
Es decir : Wrapped in a winnowing sheet to keep out
the weather 2 ).
Pobres las que viven en cabañas
Cargadas de hijos y rentas de los señores (Su abrigo de la tela llamada nupcial _
\ Lo que logran ahorrar de su hilado lo gastan su capucha llena de agujeros con los pelos saliendo
' en gastos de casa, por ellos
En leche y comida para ha~er _ sus zapatos torpemente amarrados Y_ mal remen_dados
potaJes entre los que aparecían sus dedos mientras cammaba,
\ Para llenar a sus hijos que lloran por comer Sus calzas colgando de lado a lado
\ También ellas sufren mucha hambr e salpicaban los charc?s a medida q~e ar~b~
j Y tristeza en invierno con sus noches lóbregas d 0 s miserables medias hechas de mas vte¡as
' Levantándose junto al lecho par a mecer la cuna ... ¡ dedos gastados y la mu gre cubriéndolas
Para cardar y peinar, remendar y lavar ;s ñada en barro hasta los tobillos
para restregar y devanar y correr a pelar ªfrpnte a él cuatro bueyes, tan cansados y débiles
y ~ ·11 1 .
s fuerte leer o en rimas cantar · que se podían contar sus cosu as, tao ast1mosos eran.
las penurias de aquellas mujeres qu e habitan Su esposa junto a él con una larga vara para azuzar
las cabañas a los bueyes
Y chaqueta remeod<tda cortada por la rodilla
En otra parte hace una aguda descripción de ella y su una 'd d 1. )
envuelta en un a sábana para cut arse e tiempo .
marido, pobre y desgraciada gente trabajando en los
campos:
Las compensaciones que tenía esta vida -:-Y
algunas
Hzscoat of the cloth that zsnam ed carry-marry ,
ce01a- no se debían todas al señorío. La sooedad en los
Hzshood ful! of hales with the hair sticking through
2) PiersPloughman 's Crede, ed . W. W. Skear, Early English Text
them
24 Ver la nota 15 de este mismo capítuio . Society, Londres, 1867, pp. 16-17.

90 91
..... -..;:- .. -- - --;. J "'! -
11, 1 ••
'.

pueblos de la Europa Occidental avanzaba en forma sos-


tenida , durante la Edad Media, hacia la libertad y, no
obstante lo áspera, ruda y trabajosa que era la vida de las
campesinas , tenía sus alegrías toscas . 'Es posible que _hu-
biera cierta verdad en el juicio de Christine de Pisan :
«Pese a estar alimentadas con pan rudo, leche , tocino,
gachas y agua corriente y, no obstante tener constantes
preocupaciones y trabajos , su vida es más segura ; sí,
poseen más idoneidad que muchas de alto linaje ». Con
cierta justicia Christine podría haber agregado mayor
igualdad y quizás mayor respeto aún hacia las ventajas
~ue compensaban la existencia de las mujeres campe- Capítulo Cuarto
smas .
La educación de las mujeres
/ .. 1

• 1
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' ',,·~
'
r •
1
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~

La educación de la mujer en la Edad Media no es un


tema fácil de estudiar o exponer . Aun cuando, a partir
de diversas fuentes, \ es posible obtener una idea ge_neral
/ de la educación en lo que respecta a buenos modaks ,
trabajos caseros y devociones, resulta difícil conseguir
información exacta acerca de la instrucción intelectual,
excepto en el caso de ciertas damas aristocráticas y unas
cuantas monjas. jTal vez deberíamos comenzar nuestro
estudio describiendo los libros de conducta y los trat_ados
educativos destinados . a la mujer en la Edad Media; a
continuación ver los tres tipos de educación a que podía
acceder la mujer, en colegios conventuales, en grandes
señoríos, o en escuelas elementales para chicos y chicas
en la ciudad _y, ocasionalmente, en el campo, y, por _úl-
timo, analizar los datos que existen sobre la alfabetiza-
ción de la mujer en la Baja Edad Media .

A partir de las obras did.ácticas que se les destinaban


en la Edad Media, en especial desde el comienzo del sigl?
XIII en adelante, es posible deducir bastante en lo relatt-

95


----- - - ---
vo a la educación de la mujer. Dichos trabajos arrojan how to read romances, tell tales and
considerable luz sobre las ideas medie vales respecto a la sing songs. A l! th e things a well-bred 1
mujer y su educación , tomando la educación en su sen- lady ought to know she knew and lacked none
tido más amplio, como preparación para la vida. En este
(Podía llevar y hacer volar halcones, terzuel os
sentido amplio l, la educación incluía el asimilar bueno s
y gavilanes
modales, buena religión y buenas labore s de hoga r y no
sabía jugar al ajedrez y a las tablas,
solamente la instrucción intele ctu al , sobre la que los
leer romances, contar cuentos y
libros medievales dicen poca cosa.
cantar canciones. Todas aquellas cosas.
A juzgar pos esos tratados di dácticos, la educación de que una dama bien nacida
la mujer era , en io fundamental, estrictamente vocaci?-·
debía saber, no le eran ajenas).
nal. Podemos dividirlos en dos grandes clases. La pri-
mera incluye los libros y tratado s que tienen que ver con En el romance de Flamenca una de las damas de la tan
la educación cortesana . Su objetivo era el de prep arar a sufrida heroína le dice:
las damas para qu e brillaran en la sociedad. Están ; por ló
tanto . llenos de normas para jugar el juego del amor cor- Una dama es mucho mejor si se halla adorn ada de
tesano , son de tono muy frívolo y contienen instruccio - conocimientos. Porque, decidme vos señora, en
nes mínim as rt lativas al cuidado de la persona y el com- verdad, si no hubieseis sabido todo aquello que
port amien·to ,/ muchas de ellas modeladas según El arte sabéis, ¿cómo habríais soportado estos dos años du-
de am ar de Ovidio . Son muy famosos dos largos poemas rante los que habéis padecido tan crueles tormen-
frn.nceses del siglo XIII escritos por Roben de Blois Y tos? Habríais muerto de pesar. No obstante, por
J acques d ' Am iens. iPero ;csult a notori o que la noción de muy profundas que fu:s~n vuestras trist~zas, d~~-
modales refin ados que se exigía a las damas de la socie- aparecían cuando vos lems un poco. «A:mtg~a», d1¡0
dad incluía un vasto núm ero de lo que ho y llamaríamos Flamenca abrazándola, «hablas con sab1duria , pues ..
habilidad es~Cazar con halcones, jug ar al ajedrez , relatar ningún descanso es agradable para el hombre que
histori as, responder con agilidad a pr eguntas agudas, ignora ]as letras y verás que siem~re ,aqu ellos que
canear ~ cocar vari?s instrumentos mu sicales1 eran cosas son ilustrados lamentan no serlo mas» -.
necesarias ;/y también se esperaba que las damas s'..!piesen ,,
leer y escribir \ La finalidad hacia la que se dirigían _estos 1ois· Sammtliche Werke, ed . J. Ulrich, 3 vols. ,

...
requerimientos queda aclarada en la '¡magen idealizada 1 Rob er: t van B'' ·
, 9.95· Jakes d'Amiens, ed . Gustav Koemn · g , Le1pz1
· ·g, 1868 ;
de las damas de los romances poéticos de la época . Robert Berhnd ,. 188
una •e 1c10
., a's,.recieme del «Art d'a mour• rn D . Talsm a,jacques de
n m 1925· Ch . V. Lang¡01·s, La v1e · en France au mayen age •
,,
de Blois enumera en un poem a las cualidades de la he- Lc'den .'\.
A m1ens, 1 p ' 9 6 A p· L' '
- ..
• '
' - e 'ques moralistes du temp s, ans , 1 2 ; . 1aget , « mer a-
roína así: d apr es qu ,, J , l.· , fa ·
.d ti'que• en Hit oire de la Langue et ue ,a 1tterature '/1nfaise,
rure d 1 ac , 6 ¡· A H h
ed. Petit de Tulleville, París, t. l. 1896, pP · 1 2 y ss.; A !Ce . . entsc ,
She could carry and fly falcan, t ercel and hawk De /a Littérature didactique du mayen aJ?.e,Cahors, 1903, p assm . -·¡..
2 La versión francesa de «Flamenca• en Les Trobadours, ed. R.
Sh e k ne w well how to play chess and tablas , :
Lavaud y R. Nells, 2 vols., París, 1960-66. •il

(.~
97
J
• r, r

Así, l!a educación cortesana, vista a través de los libros ción de las monjas, tenga erudición . Barberino le da a la
de comportamiento cortesano y descrita en los romances, niña noble el derecho a leer y escribir , de manera que
es frívola y centrada en los cumplidos, pero no por ello pueda manejar sus posesiones; pero pone en tela de
carece de una cierta cualidad intelectual. juicio el que las hijas de señores comun es deb an ser en-
Los trabajo s didácticos más serios sobre la crianza de la señadas y termina por desaconsejarlo; y prohíbe de ma-
mujer poseen un matiz diferente. En tanto que el obje- nera absoluta cualqu ier ilustración para las hijas de los
tivo de los tratados cortesanos es el de atraer a los aman- comerciantes y de los artesanos. Felipe de Navarra prohí-
tes , el de estos otros consiste en la conservación de los be de.manera categórica el que las mujer es lean o escri-
marido_s.f El entrenamiento de una .buena esposa -e-s ban, y el Caballero de La Tour Landry sólo les permite el
mucho más serio, y de mayor valor pedagógico, pero conocimiento de la lectura para que puedan leer las Es-
también estrictamente vocacional. Algunos de estos tra- crituras Sagradas. Todos ellos pretenden constreñir la
tados, como los de Felipe de Navarra, F. de Barberino Y mente de la mujer de la misma forma en que los chinos
el Caballero de la Tour Landry fueron escritos para damas apretaban sus pies. La razón es el temor de que leyeran
distinguidas 3 . Existían otros destinados a la burguesía los romances desmora_iizadores y que escribiesen cartas
de los que, con m~ucho, los mejores son Le Menagier de de amor.
Paris y el pequeño poema inglés How the Goodwife En cualquier caso está claro que dichos autores esta- •'
taught her daughter. Algunos, como el Livre des Trois, ban anticuados, puesto que escritores sensibles comQ.. .!;;l
Vertus de Christine de Pisan, estaban dirigidos a rodas Menagier de París o Christine de Pisan deseaban que !'as
las clases. Todos estos variados tratados se refieren a la mujeres leyeran y escribieran. No obstante, inclusive
conducta de la esposa en relación al marido y los deberes estos tratados más iluminados dan muy poca informa-
religiosos, dedicando mucha atención a la instmcción en ción con respecto a la extensión de la educación intelec-
la fe cristiana y las prácticas de la devoción que no se en- tual o el método seguido para alcanzarla . Para responder
cuentran en los tratados y poemas cortesanos . a estas preguntas deberemos buscar e.o otras fuentes.
Es posible que las románticas damas de los tratados y
poemas cortesanos alarmasen a los recios y morales caba-
3 ' l
lleros conservadores, autores de los serios escritos relati- •..
vos a la"cria"nza de las niñas . Porque resulta curioso que Según resulta de estas otras fuentes, ~n la Edad Media
• l
los libros serios expresen a menudo dudas respecto a si es había varias maneras, por lo menos cuatro, mecl1ante las ~
j
o no prudente permitir que cualquier mujer, a excep- -é~al esfa- I!_lUJer
pooía__ronSe@lr e~~ aciónlité r~ r
medio de la instrucción .<:g.2'.olegios conventuales para la
3
_Philippe de Navarre, Les Quatre áges de l'homme , ed. M. de
- nobleza y las- clases superiore; de la burgu aj a; ~~
Frév1lle, Sociéré de s Anciens Texres Fransaise. Parí s, 1878 ; F. Barbari- enviadas al servicio de grandes damas donde er~12osilik.
no , D el regzmzent o a costumi di donna , Collectio di opere inedite, r. 'que tuviesen buena i;_nañza , .sin duda, adquirü:.sen :al:
26, Boloña, 1875 ; Ch. V. Langlois , La vie en Fran~e au mayen áge
d 'apres quelques mor alistes du te1nps, París, 1926, pp . 205-40 . Atice gunos logros intelectu ales; ?rtiediapte la educación téc-
Hent sch, op . cit ., pp . 81-86.
-nica y general que suponía el trabajo como aprendizas o
-- - - ----- ------
98 99
al servicio de alguna casa burguesa a la que podían optar das que aun padres distinguidos podían , en ciertos casos,
Jásctiicas e a clase artesanal en las ciudade ' ;fá través de encontrarlas demasiado caras. Hace algún tiempo el pro-
~ legios elementales para niñas de clases más pobres ~ _ fesor Montomorency descubrió, en la Oficina de Regis- .
a ciudad y el campo. / - - eros Públicos, una patética pet ición de la priora del pe-
- Comencemos por los conventos. Se suponía hasta hace queño convento de Cornworth y (Devon) relativas al
poco que los conventos eran prácticamente los únic _os lu- hecho de que Laurence Knight , caballero, había acorda-
gares donde se impartía educación en la Edad Media . En do con la priora fallecida que acogiese a sus dos hijas,
verdad se ha exagerado mucho el alcance de esta prácti- . Elizabeth de siete años y Jane de diez, «para enseñarles
ca. Si bien es verdad que era bastante común, a juzgar en el colegio», mediante una tarifa de diez d. semanales
por los datos ingleses no todos los conventos tenían co- cada una . Puesto que llevaban cinco años, ello sumaba
legios , y cua:ido los tenían, rara vez eran escuelas grand~s - 21 /. 13 chelines y 4 d., de los que ni un solo penique
Posiblemente dos de cada tres conventos ingleses alo¡a- había sido pagado . En el entretanto Laurence abandonó
sen chicas y de ellos, la mayor parte, sólo un pequeño esta vida dejando como albacea a su esposa Jane que, ha-
número . En general los conventos eran pequeños Y biendo vuelto a casarse, rehusaba pagar. La verdad, una
pobres, con lo que no podrían haberse hecho cargo de no tiene claro quién es más digno de lástima: si la priora
ningún alumno. Resulta interesante, no obstante , obser- con estas larvas en su poder o Elizabeth y Jane Knight
var que 'los conventos se empleaban no sólo como centros procurando con todas sus fuerzas constreñir sus apetitos
de enseñanza de niñas sino como colegios infantiles para y no crecer más allá de sus vestiduras bajo su mirada irri-
oiñc~s. Tenemos datos respecto a un chico de cinco años tada con justicia 6 •
que fue enviado por el devoto Hugh de Lincoln a fines Exactamente, ¿qué enseñaban las monjas a los niños?
4
del siglo XII a la Abadía de Elstow para aprender letras • Resulta difíc_il ~ontestar esta preguma : difícil puesto que
En 1527 Sir John Stanley determinó en su testamento los datos contemporáneos son escasos y -porque el valor
que su hijito y heredero debía criarse con la Abadesa de de la educación varió grandemente de época en época Y
Barking hasta los doce años y luego con el Abad de West- también con el nivel intelectual de las propias monjas.
minster . En los informes de las visitas episcopales a los Hablando en general, a principios de la Edad Media el
conventos hallamos, de manera continua, referencias a nivel intelectual de muchas casas era bastante elevado.
niños 5 • Pero en los siglos siguientes la educación de · las propias
El tamaño de los conventos imponía un límite al nú- monjas fue empeorando progresivamente, de modo que
mero de niños que podían recibir educación conventual el latín había muerto en la mayor parte de los conventos
y su costo imponía otros. Las monjas cobraban por la en el siglo XIV y el francés en el siglo XV .
pensión y la tutoría y las tarifas eran elevadas, tan eleva- Los escritores modernos han procurado co~regir_la f~lta .(\_
de pruebas directas elaborando curriculums 1magmanos,
1
4 E. E. Power , Medieval English Nunneri es, Cambridge, 1922.
6 E. E. Power, ibíd., p . 269, y el artículo citado de J. E. G . de
p . 263 .
l E. E. Power , ibíd. Mommorenc y.

100 101
siendo cad a vez más y más ambiciosos a medida que se co.n-1-as
- monja s, -pre-nclfan-ea nciones , costura a .hilar.
copiaban los curriculums unos a otros. Aubrey, en el Además de esto no cabe duda de que las monjas las ins-
siglo XV II, dice : «Aquí aprend ía n el empleo de la aguja, J.a:_
el art e de la confitería, cirugía, física, escritura, dibujo,
etc ... » No obstante, en el trabajo de un escritor de me-
tfaÍrh~ devociony las b~enas costumbres ! y _ef
término medio de esto, aunqu e válido en algunas casas, .
,
1
no puede haber sido muy elevado en otras, a juzgar por
diados del siglo XIX la lista se convierte en «leer, escribir, los informes de las visitas.
algunos cono cimientos de aritmética , el arte del borda- / Si los niños bien nacido ~ no eran enviados a los con-
do, música y francés del colegio de Stratford atte Bowe, ventos para que se les educase , ¿de qué otra manera
preparación de perfumes, bálsamos y confitería ». _Otro
escritor agrega algunos pequeños toques: «Tratamiento
podían aprender? Resulta verosímil que, en muchos .
caso_s, se_les criara en sus propios hogares o fue sen envia-
de varias enfermedades, compostura de huesos, ve~daje qos a casa de grandes damas para servirlas y recibir la ins-
de heridas, cocina elegante, preparación de golosinas,
t:°ccl ón de las buenas maneras . \Todas las grandes colec-
dibujo, costura de todos tipos y música tanto vocal como C1onesde cartas de los señoríos ingleses del siglo XV -las
instrumental ». Los estudiosos de la naturaleza humana cartas de Paston, de Stonor y Plumpton- 7 nos hablan
no pueden evitar sonreír al ver cómo la música se insinúa de chicas alejadas de sus hogares al objeto de servir a al-
al principio en la lista y se vuelve tanto instrumental
guna dama de noble alcurnia . Posiblemente obtenían
como vocal. La repostería se extiende e incluye perfu -
buenos conocimientos prácticos y -lo que les era igual-
mes, bálsamos y golosinas ; la aritmética surge de la nada
mente importante- estaban en condiciones de llevar a
e inclusive, _repentinamente , entra el baile. En e~ Marte
cabo buenos matrimonios . No obstante, esta correspon-
d'Arthur de Malory hay un pasaje en el que se <;l.~ce que
dencia tárrtbién parece demostrar que las niñas se sentían,
la dulce hermana de Arthur, Morgan le Fay, quien en-
a menudo, infelices . Resulta una coincidencia por demás
cantara a Merlín «fue metida en el colegio de un con-
extraña el que , en los tres grupos de cartas, codas h ablan
vento donde apr;ndió tanto que era una gran erudita de
de la falta de alegría de las chicas en las casas de extra-
la nigromancia ». De este modo podríamos agregar al cu-
ños. Probablemente en sus hogares no se las hubiese tra-
rrículum de las escuelas conventuales ¡la magia negra!
tado con menor severidad . Los padres de la Edad Media
El hecho concreto es que no tenemos ningún _dato res-
tenían un estricto sentido de la responsabilidad , e impo-
pecto a lo que se enseñaba, excepto deducc10nes de
nían un respeto y una obediencia rígidos, golpeando a
acuerdo con lo que sabemos que constituía la e~ucación
los chicos y las chicas asiduamente . Se recordará cómo la
de las propias monjas . El latín n~J; _udo l:ah ~r sido ens.<:: - dulce Lady Jane Gray era tratada por sus padres «de ma-
ñado en el siglo XIV ñi e l- frañée s e12_el ~ig~~-};:V, puesto nera tan insultante, amenazada con tanta crueldad , a
que las propi as monjas desconocían tales id~omas por
aquel entonce s. No cabe duda de que -a los mños {se les 7
The Plum/Jto n Corres/)ond ence, ed . T . Srapleron , Camden Socie-
~nseñ aba el Credo, el Av~_María y ~ Padrenuestro de
1
0
ry, 1839, n. 165. The Stonor Letters and Pap ers, ed . C. L. Kin gsford ,
~m emor ia X es 1:1r9l>ª bl ; que _se les enseña raa leer, aunq Üe Camden Sociery Publicarion s, 3. • serie, XXIX. xxx. Londre s , 19 19, n . 0
120. H . S. Bennett , The Pastons and thei r England, Cambridg e, 1922,
es~ á~d~ dos o .9:1e·aprendieran a escribi ~Pos il5lemente, pp . 82-85 .

102 103
para los chicos; por otra parre, está claro que había es-
veces con pellizcos, mordiscos y zamarreas, que me creía cuelas elementales para ambos sexos en las ciudades . En
en el infiémo » y, el cracamienco que daba Margaret P~ís estaban los llamados «pequeño s colegios», bajo el
Paston a su hija, de acuerdo con las reglas actuales, gobierno del Cantor de Nocre D ame , ·que enseñaban
tendría que ser calificado de repugnante 8 • a leer y rudimentos de gramática latina , Y. que valían
Resulta difícil descubrir cuál era la educación intelec-
tual que recibían las chicas y los chicos en sus hogares.
tanto para las chicas como para los chicos . , ay un do-
cumento en el cual figura el nombre de ~na directora
-~
Sin duda, en algunas ocasiones, aprendían de un tutor que tenía bajo su tutela una de cales escuelas de París en
can amable (confiemos) como lo fue Ascham con Lady 1292. En el siglo siguiente el scho/astici de París , al re-
Jane Gray; o de un capellán residente, como Gaucier de sumir los grupos de profesores de «pequeñas escuelas »
Biblesworth, quien elaboró un vocabulario francés para incluía a «mujeres que dirigían y enseñ aban en colegios
la noble dama Dionysia de Moncchensi de Kent, en el elarce de la gramática » y, en 1380, registraba a 21 maestras
siglo XIV. \En los romans d'aventure del siglo XII y XIII de escuela junco a los maestros .
nos encontramos continuamente con damas que apren- En la Alemania de la Baja Edad Media también las es-
den a 1eer. Incluso hay casos en los que se habla de «co- cuelas elementales para niñas se hallaban repartidas en
legios», aún cuando no nos queda claro si se traca de las ciudades . En 1445, en Emmerich, se selló un acuerdo
un cenero de enseñanza conventual o de un grupo de jo- entre la ciudad y el cabildo, mediante el cual la primera
vencitos aprendiendo buena educación en las casas tenía el derecho a elegir dos mujeres, o más si fuese ne-
nobles. Sin embargo, es notable que chicos y chicas reci- cesario, como profesoras de chicas y de ceneros de ense-
biesen juncos las lecciones. \En un poema titulado «Espi- ñanza femeninos; también se mencionan profesoras en
necte Amoureuse » (c. 1350) el cronista Froissart ' nos muchas otras ciudades alemanas 10 •
cuenta que a los doce años fue enviado al colegio para Los datos, en lo que respecta a Inglaterra, son más exi-
aprender el latín, pero que dejó de lado las lecciones guos. En 1404 se hace referencia a una magistra scho/a-
pues se dedicaba a regalar alfileres y manzanas a las ni- rum en Boston y, dado que magíster scho/arum es un
ñitas que se sentaban en el banco con él y divagaba acer- · término técnico que designa a un profesor de gramática ,
ca de cuándo sería el momento en que se encontrase cre- parece posible que hubiese algunas chicas estudiando
cido y pudiese hacerles el amor. Aparentemente nos ha- latín en Boston en esas fechas. Fue en el año siguiente
llamos aquí con chicos y chicas juntos aprendiendo el cuando el famoso Estatuto de 1405 estableció que «todo
latín en la escuela. Pero es posible que este colegio en hombre o mujer de cualquier estado o condición que
particular fuera un convento 9 • • sea, tendrá libertad para colocar a su hijo o hija en cual-
~No hay pruebas que demuestren que las chicas asis- quier colegio que le plazca dentro del reino » 11 •
tiesen a los -colegios de gramática que sabemos existían
10 L. Eckenstein Woman under Monasticism, Cambridge, 1896,
s Roger Ascham, The Scholemaster, ed . E. Archer, Londres, 1870,
pp . 328 y SS. ,
p. 47 . . . . h" 11 Statutesofth e Realm, 1405-6, pp . 157-58 .
9 Jean Froissart , L 'espinette amoureuse, ed . A . Fourmer , Bibhot e-
que Fran~aise et Romane B. 2, París, 1963.
105
•· A · de los roma nces
No queda claro a qué colegios se refería el Estatuto . mentalmente, en supos1C1 ones. parm
y de ciertos incidentes históricos pa rece claro que las
Los datos directos con respecto a la asistenci a de chicas a
damasde las clasesmás altas, en general, eran capaces de
escuelas elementales en Inglaterra son extremadamente
leer los romancesy juzgar las calidades de un poem a . En
escasos, aun cuando es posible suponer que los p árrocos
mantuvie sen , en algunos casos , dichos coleg ios. En una
el siglo XII, por ejemplo, eran las grandes dam as de las
petición de fines del siglo XV , vemos que un a niña de cortesde Champagne y Provenza las patro nas de los t_r~-
siete años (hija de un pañero londinense) asistía a un co- vadores. Además, en esta época temprana , la ed ucao on
legio de treinta niños que llevaba un sacerdote . También de las monjas debió ser bu ena. El siglo Xlll fu e la_eda d
se incluye a las mujeres en la prohibición de los colegios dorada del convento alemán de Helfta , cu yas mo nias es-
«lloyard », en el siglo XV 12 . cribieron sabios tratado s científi cos en latín , así com o
d , i
No obst ante, a pesar de las pruebas de que existían obras religiosas n _ La edu cación cortesana pro u cia , ª
colegios primarios en países extr anj eros y tambié nd e al- veces, autoras como Marie de France en el siglo XIII, _Y
gun a inform ación al respecto en Ingl aterra la educación Christine de Pisan en el siglo XV, a qui en podemos cali-
básica no pudo extender se mucho . Las esc~el as- eleinen- . ficar de «marisabidilla». En su elocuent e alegato en fa~or
tales que existían, indudablemente , estaban al servicio de la educación de la muier · , Ch nst· me· d e p isa · n m .eno o -
de la equeña burguesía de las ciudades y no de los cam- na la historia del profesor de una de las un iversid ad es
• •
italianas que tema, una h..1ia tan mscru1
· ·d a qu e a veces la
pesinos -o niño s de clases inf eriores. Tampoco p arece po -
sible que el curriculum femenino fuera muy grande . enviaba a pronunciar conferencias en lugar su yo . Y,
dado que era muy bella , según explica · Ch n·sun · e, para
Los nombres de las profesoras parisinas demue stran que
.
no distraer a los a1umnos d e su ensenan - za •le colocab a
procedían de la clase de los pequeños tenderos . No 1

podían, por lo tanto, tener much a más instrucción que un pequeño velo sobre el rostro! .. .
las señoras mayores que regentaban colegios para damas , Muchasde las mujeres perten ecient es a famili as genti -
de más edad y, seguramente, enseñaban buenas mane- les comunes y burguesas eran capaces de leer, segu' n pa -
ras más que otra cosa/ Probablemente el aprendi;;.aje in- rece. Damas como las Paston y Stonors podían leer Y es-
cluyese el alfabeto, el catecismo y otros conocimientos cribir aun cuando al parecer no eran mu y die str as con la
religiosos .. En el colegio parroquial inglés antes mencio- pluma' y, a menudo, emplea b an secrecanos;1 · •'En la Co-
· , encontr a- ·
nado, los niños aprendían el «Pater Noster, Ave María y rrespondencia Plumpton, d e 1a mism a epoca , ..
credo con conocimientos adicionales », pero resulta im- mos a un abuelo que escribe a otro : «Vu estra hl)a Y la •
, f ,
m1ahablan bellamente y en rances, y t1ene
· n mano firm e
posible aclarar qué implicaban dichos conocimientos
adicionales . y han aprendido su salterio »; y sólo tenía eres añ os.
.
A lo largo de los siglos 1
XIV y X.V os testa
meneo s mu es-
Es difícil juzgar la efectividad de estos edu cador es. La
mayor parte de lo que sabemos acerca de los niveles de tran a las mujeres en posesión de libros , generalment e
alfabetismo e intelectuales de las mujeres se basa , funda- salten.os y otros textos ¡·I turg1cos,
, ·
pero, e n algunos casos '

12 MS. Publ ic Record Offi ce, F,arl


y Chancery Proceedings , 29011 76 . 13 Ver la nota 3 del capítul o 5.

107
106

------ ~ - ~ ---- ~~ - -------------- - -----


__ 4!!_ ___ _
~ .
también romances y otra clase de libros. He aquí dos o des de East Anglia, a quienes se juz ga como «llo yards »
tres ejemplos. En 1279 William de Beauchamp deja a su en el siglo XV, sólo unas pocas mujere s son acus adas de
hijaJoan un libro de Lanc~lot; y en 1380 Elizabeth de la haber leído traducciones inglesas de la Biblia 15 • Por otra
Zouche lega a su marido un libro llamado Tristrem and parte, resulta evidente que una enorme mayoría de mu-
Lancelot y a un cierto religioso su salterio y otros libros. jeres campesinas o sirvientas domésticas , en general ,
E~ 1~95 Alice, ~señ?ra de West, de'ja a su nuer~ «t_odos carecían por completo de educación . Tal vez recibiesen
mis libros de latm, mglés y francés »' y en 1432 la s1rv1enta elementos de religión a través de un cura párroco, pero
?e un capellán de York recibe bajo testamenro «un libro no es muy creíbl e que hayan podido leer. Indudable-
mglés de fábulas y cuentos ». Veinte años más tarde la mente eran tan analfabetas como Juana de Arco, la más
afortunada sobrina de Sir Thomas Cumberworth recibe famosa de las campesinas que no conocía ni la «a» ni la
como legado «mi libro de cuentos de Cancerbury > . Con «b», o como la vieja madre de Villon, para quien él escri-
la excepción de unas cuantas mujeres como la sirvienta bió la más conmovedora d e todas sus baladas pour prier J

del c~pellán, la mayor parte de las receptoras eran damas


gentiles , de buena familia. En los testamentos de per-
notre Dame . «Soy u~a pobre mujer que nada sabe .
Nunca aprendí las letras . En mi iglesia parroquial veo el
..
sonas de clases más bajas, rara vez figuran libros 14 • Paraíso pintado con arpas y laúdes y el Infierno donde
Parece ser bastante segura la afirmación de que la edu- se asan los condenados. Unos me asustan, los otros me
cación de las mujeres de clases superiores y de la alta bur-- llenan de júbilo y dicha ». La Biblia de la pobre mujer era
guesí~, ~n la Baja Edad Media, implicaba, al menos, leer su iglesia parroquial 16 .
y escnb1r; con respecto a las clases inferiores tal afirma- Tal vez merezca tratamiento particular una rama en
ción no es acertada .-En relación a este último punto es especial del conocimiento / Se esperaba que todas las
di~ícil decir algo , excepto que las mujeres de rango hu- mujeres supiesen algo de medicina familiar y es noto-
milde tenían una mayor posibilidad de recibir educación rio que existían vario·s tratados acerca · de las enferme-
en las ciudades que en el campo . Hemos visto que la dades de la mujer, especialmente escritos o traducidos
e~~cación técnica como aprendices entraba en las posi- para que ellas los emplearan, suponiendo .que pudieran
bilidades de la mujer en la ciudad . Puede ser que, oca- leerl~s. En el siglo XIV, la versión inglesa de un Tratado
sionalmente, hayan ·recibido algo más que eso en los co- atribúido a Trotula -la Señora Trot del saber popular
legios básicos urbanos . Entre los ciudadanos más humil- infantil de Inglaterra- muestra un Prefacio de un tra-
ductor que explica · que como «las mujeres de nuestra
14
Willi am Beauchamp, Testame nt a Vetu sta, ed . N . H. Nicolas, lengua leeen y entienden este idioma mejor que- cual-
Londres, 1826, p . 52; Elisabech de la Zouche An Abstracto/ W1/ls in quier otro, y toda mujer letrada lee a otras que no lo est án
the O/d.Dioceseo/Lincoln, ed. A . Gibbon s, Lincoln. 1888 , pp . 91-92;
Altee Lady Wesc, The Fifty Earliest English Wil/s, ed . F. J. Furnivall ,
Early English Text Society, n . 0 78, Londre s, 1882, pp . 4-10 ; Thomas 15 The Acts and Monum ents o/ John Foxe, ed . Josiah Pracc, t. 111-
Cumberworch : A. Gibbons , ibíd ., pp. 174-75; y Lincoln Dioc esan Londres, 1877, pp . 588, 594 ss. .
Documents , ed . A. Clark , Early English Texc Sociecy, pp . 50-53. 16 «Ballade qu e feit Villon a la requesce de sa mere p~ur pn:r NoScre
Doroth y Gardmer , Eng/ish Girlhood at School , Oxford, 1929, Dame » en Oeuvres de Franfoise VtJ/on, ed. Paul Lacroix, Pans, 1908 ,
pp . 88-92 . pp. 111-12.

108
Y las ayudan y aconsejan con respecto a las enfermeda.- mientoy muchosafirmaron que había n sido abandona -
des, sin mostrar su enfermedad a los hombres he dibu- dosporvariosdoctoresaneesde qu e ella los curase, dando
jado y escrito esto en inglés » 17 • ' los nombresde estos doctores, legítim os pero poco exi-
~? obstante, si una mujer intentaba practicar como tosos.Pareceser que su capacidad era aceptad a a nivel
medico fuera de los límites de su hogar y quería llegar a general.Uno de los testigos dijo de manera expresa que
algo más que a practicante amateur, automáticamente «habíaescuchadopor boca de mu chos que ella era más
provocaba el escándalo que parece esconder la oposición sabiaen el arte de la cirugía y la med icina que el m ás
de la profesión médica a la entrada de la mujer hasta el grandemaestrodoctor o cirujano de París». Po r su parte
sigl? XlX. El argumento de los doctores era respetable: la ellahizo una defensa elocuente de sí misma, arguyendo
mu1er no tenía graduación médica y por lo tanto, no que el Estatuto bajo el cual se le había acusado estaba
tenía conocimiento ni práctica. De todas maneras, en al- · destinadoa constreñir a los ignorante s y a los to ntos que
gunos lugares aparecían mujeres que adquirían conside- no conocíanel arte de la medicin a , en tanto q ue ella se
rab_le f~ma como médicas. Trotula y las doctoras de la hallabanbien instruida y poseía gran h abilidad , com o se
Universidad de Salema en los siglos XI y XII son figu- desprendíadel éxito de sus curas. Continu ó h ab lan do
ras médic~ que rápidamente desaparecen bajo la cruel .sobrela necesidadde confiar sus probl emas a un hombr e
11:zde la investigación moderna. Pero, a comienzos del Yque muchas de ellas habían muerto ant es qu e hace rlo.
siglo XlV, hubo una notable doctora que ejercía en París. De todosmodos se le prohibió el practicar; sin embar go ,
S~ nombre eraJacqueline Felice de Almania y se la descri- dado que se había saltado una prohibi ción pr evia y un a
bi: como una dama noble, seguramente de origen ale- multa, probablemente continuó como ame s 18 . Tam-
m~n. En · 1322, cuando tenfa aproximadamente unos poco fue ella la única mujer que practicó la m edi cina
tr:mta años de edad, fue procesada por la Facultad Mé- de manera ilícita en París en esa época, ya qu e J oann a,
dica ~e París bajo el cargo de contravenir el Estatuto que llamada «hermana lega, aunque mujer casad a», Beloca
proh~bía ~a práctica de la medicina en la ciudad y los su- la judía y Margarecde Yprés, descritas como ciruj an as ,
burb~os sm un decreto de la Facultad y la licencia del recibieron la prohibición de practicar la m edic ina al
Canciller. Se llamó a varios testigos para que opinasen mismo tiempo y, entre i322 y 1331, varias otras muj e-
con respecto a la habilidad de su diagnóstico y trata- resfueron procesadasde manera semejante 19 •

17
Actualmente se considera a la mism a Trótula como · una perso-
na real. El hombre procede de su vinculación a una compilación hecha
por un tal !rottu s d_e Salemo , un hombre: El ens ayo del doctor Singer
en Essays_zn the Htstory of Medicine pr esented to Karl Sudhoff, ed .
Charles ~mger y Henry Sigerist, Oxford, 1924, p . 129 . 18 ChartulariumUniversitatis Parisiensis, ed . H. Denifle, París ,
Los eduo _res de la historia de las universidades de RashdaJI omitieron 1889-97,vol. 11, pp. 255-67 (contiene una relación de las act as)_.
-por considerarla mítica- la descripción que Rashdall hacía de las 19 El veredictocontra Felicia, ibíd ., p . 267, también conuene un a
doctoras de Salerno : Hastings Rashdall, The Universities of Europe in prohibicióncontra otras mujeres que practicaban la medtcm a : Marg a-
the Mzddle Ages, nueva edición de F. M. Powicke y A. B. Emden, 3 rita de Yprés, Belota la Judía y Johanna, Conversa . El auto de proce-
vols., Oxford, 1936, p . 81. (Nota del editor). samientodeJohanna se encuentra también registrado en tbí d ., P· 25 6 .

110 111
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Capítulo Quinto
Los conventos '

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1
Es preciso que evitemos la exageración con respecto al
tamaño Y la importanci a de los conventos en la Edad
Media.
154 En Inglaterra ' en total ' entre los años 1250 Y
Ohabía de 126 a 136 conventos exceptuando los de
las l-Iilbeninas de los que había 10 .•Entre ellos había al-
gunas grandes y famosas abadías, como Barking en
Essex, las casas de Wessex de Romsay , Wherwell , Sta .
~arfa de Winchester, Wilton, Shaftesbury . («Si el abad
e Glastonbury pudiese casarse con la abadesa de Shaf-
;esbury, su heredero poseería más tierras que el rey de
a7glaterra») • Todas estas ricas casas antiguas se hallaban
sur del Támesis

al
d

may~r Parte .de los conventos ingleses se encontrab~
to os era al Este y en las tierras medias del Este, bpero casi
orte' o
1
n Pequeños y por regla general mu y po res, P -
Este capítu(
en Me,t; 1° esta- b asado por completo en los tra b a¡os
· d e la autora
hall
resenadas zevadEng/ish Nunn en"es (Cambridge , 19 22), do nde se . i:
notas qu e to. as las fu ent es re 1evant es y auton "d_ad es en la m atenales. los
lectores psid~en
0 se han limit ado a las afirmac1oi:ies par a 1as lcf:rencia
inrn d 1. tian desear en opinión del editor , un a e • i-
e ata a las fu ' ¡¡ las que las notas ong
nales de Eiie ente s , o b!en , para _aque as _en lemenraria . (Not a
de/ ed 1·t Dr) . en Power necesit an una mformac16n sup

115
seyendo el rango de prioratos y no el de abadías. Si hace- -~- PgQ_Jambién Jlabí ~ aquellas ue en~ ntraban su
mos un análisis rápido del número de monjas en dife- E_
ea.J.
ización espiritual completa dentro del ámbito roo-
rentes momentos de los siglos XIV y XV, nos encontramos ~ n~cico y, al hacerfo, r~ lizabanun a- fün cion a carneo e
con que de 111 casas en las que es posible realizar el considerada para la sociedad -medievai -:-La oración- y la
cálculo, sólo 4 tenían más de 30 enclaustradas , 8 tenían ~alabanza a Dios configurab a n uña form a dev t a a a que
de 20 a 30; 36 entre 10 y 20, y 63 menos de 10. Durante ~ daba la mayor importancia eñ -la Eda Media, P.~ª la_
este período (c. 1350) no pudo haber más de 3.500 .Q~ _!J}
-Ónast~!_{os era_n .!!.lS
..lliflt!:!_
10 es. roveían el ám-
monjas en total en Inglaterra , y este número bajaría de bito necesario para una dedicación -de vida y cle tiemp@
manera continua hasta las 1.900 de 15 34 2 • total al ideal monástico; y en ciertos lugares, en algunos
. Las monj~s salían de una clase limitada . Ello propor- rnomentos, las monjas que allí servían podían alcanzar
c10naba una carrera para chicas cuya única alternativa era un grado de dedicación y perfección personal que les ga-
é l matrimo -nio. Lás prioras, hasta en los conventos más naba la fama durante su vida y la veneración de la pos-
pobres y pequeños, provenían de familias nobles o teridad . Una de dichas monjas, Eufemia de Wherwell,
gentiles, bien conocidas. Los cescamentos medievales quien destacaba en la práctica de las virtudes, es objeto
mu~s~ran cuán y_tiles pogían ser los~ entos para las de un breve trazado biográfico, de hecho un panegírico;
familias de clase alta que tenían vários hijos que colocar otra monja inglesa -o más bien una anacoreta relacio-
en el mundo y varias hijas qu e dota_r. En el tr anscurso· de nada con el priorato de Carrow-fueJuliana de Norwich,
la Edad Media ciudadanos ricos, a menudo conectados una destacada escritora mística de la Edad Media. En el
por lazos de sangr~ con la nobleza , enviaban a sus hijas a extranjero, y de manera particular en Alemania , la lite-
los conventos de grandes ciudades como Londres y ratura eclesiástica ha conservado los nombres y la fama
Norwicfi 7 Pero- no nos e contr arllQSe n chica~_¡;10 res y de muchas de esas mujeres. Las vidas de Santa Cristina
de clases in eriores que fuesen monjas, ya. que sus fami- de Stommela o de las eres mujeres que dieron su reputa-
lias no se veíane n la neces1 ad de da r una salida especial ción al convento de Helfta en el siglo XIII -Matilde de
a sus mujeres. En parce, esto se debía a que las mujeres Magdeburgo, Matilde de Hackeborn y Gertrudis la
de las clases trabajadoras trabajaban en la· agricultura y la Grande- se hallan registradas en sus autobiografías o
Í!}dustria Y...:.en parte , porque las familias de los campesi- en biografías casi contemporáneas. También poseemos
nos y los ~rtesanos _no~ día ~_so¡ cear la _doce que rc:;_que- datos de las «vidas» y cartas de grandes monjas no alema-
ría la entrada en un con_vento .. nas como Liutgard de Tongern, Sama: Clara , Santa Ana
Losconventos medievales realizaban un buen número de Bohemia o Santa Ducelina, la madre fundadora de
de .funciones y servían a las mujeres que s e ha llaban en - las Béguines de Marsella 3 . Pero muchas monjas de
ellos de varios modos . Por supuesto que algunas niñas
entraban en ellos sin ni~ aprnudp ara· hrvida - reli- 3 L. Eckenstein , Woman und er Monasticism, Cambridge, 1896 ,
pp . 328 y ss. A. M. F. Robinson, The End of the M.iddle Ag es,
giosa , simplemeñf é porque riot eñ.iai:icm~ cos:_~ ue Londre s, 1889, pp . 45 y ss.; H . O . Taylor. The Medieval Mind, Lon -
dres , 19 14, t. l. pp. 479-86 ; E. Gilli at Smith , St. Claire of Assisi.
2 E. E. Power , Medieval English Nunn eries, pp . 1-3. Londres, 1914; La vie de Ste. Douceline, ed . J. H. Alban es, Marsella ,

116
menor talla y menos conocidas, también encontraron en Generalmente se piensa que en la Edad Media los con-
sus conventos el ambi ance adecuado para una vida supe- ventos fueran los únicos centros responsables de la edu-
rior y una experiencia espiritual que no hubiesen encon- cación de los niños, fundamentalmente de las chicas.
trado fuera de ellos . Esca creencia, como hemos visto, no es muy exacta. Los
¿\dem ~ de servicios espirituales de los mejores en su conventos ingleses no tenían, en su totalidad colegio, y
rango, los conventos ofrecían a la mayor parte de las cuando los tenían no eran colegios muy grandes. La edu-
p onjas, posibilidades 1e organización y responsabili- cación que aportaron los conventos, considerados global-
dad, cosa_difícilmente obtenible por las -mujeres en otro mente, no puede haber sido muy extensa. Además , esta-
ba totalmente circunscrita a los niños de las clases altas,
lugar . Es posible que en la Baja Edad Media los conven-
"i:os ya no aprovecharan al máximo sus condiciones pero,
..' la nobleza, los gentiles y los mercaderes ricos.
en cualquier c:t50, aún ~~ ~sta época tardía proporcio- No obstante, los conventos también cumplían ciertas
naban a la mu¡er la posibilidad de una profesión y una f~ s-P-ara 1~ clases más bajas. Pue e que nore á-
carrera. bieran a s us hijas c~o moñj-a-s,a un c uand om ucños
Otra función era la de servir como casa de huéspedes conventos tenían «hermanas legas»- (con vérsae), pero -
para esposas Yviudas de buena posición . Obviamente re- hacían todo lo que podían-comoée rifros de caridad (aun
sÜltabá co~veniente para los caballeros ten-er algún lugar cuando se estaban rela¡añdo eñ este senucto ya ñ:ienudo
al que enviar a sus esposas e hijas durante una ausencia eran demasiado pobres para poder hacer algo) y jugaban
temporal, o si por alguna ~ausa no deseaban dejarlas en un papel importante como empleadores . Eran dueños
el hogar. A veces, alguna vmda se retiraba a un convento de granjas como cualquier señor feudal poseyendo, a
~ara _terminar : sus días de manera honorable como pen- veces, grandes terrenos. Además de mantener una plan-
siomsca_,. Ocasionalmente
. . estas visiºtantes t ra,an
, d amas d e tilla regular de sirvientas y trabajadoras, utilizaban a un
compan~a y sirv_ientas, lo que servía de gran distracción a buen número de cañameros, constructores y carpinteros
las mon¡as, quienes . veían e imit ab an sus alegres vesu- . de la localidad, y sastres, hilanderos y otros artesanos
d uras, sus perros mimados y est b d .
. , a an 1spuestas a c is-·
h º para que les hiciesen la ropa. Así, eran muchos los
morrear
'h ,- d con ellas : Los obispos est ab an en contra d e las hombres y mujeres que dependían de los conventos, ya
uespe
. , . es y constantement .
e intentaban echarlas, pero fuese como propietarios de cierra o como empleadores.
sdme_xito, puesto . que las monjas siempre estaban faltas Este rol de los conventos iba más allá de cualquier otra
e d10ero Ynecesitaban del pag O d 1 . . c?nsideración sobre su sentido religioso y explica la an-
e as pens1001stas.
Al gunos conventos también cumpl'
1an otra fu nc10n
., sied_ad po~ preservarlos que surgió en algunos distritos al
p ara las c1ases altas: la de internad o seIecto para sus h 1¡os
.. . vemr la Disolución en el siglo XVI.

-7¡ . f!.eít ; No11vclles études d'histoire religieuse, París, 1~84, 2


pp, , ,96. RevelatiotJSof DivineLove, re~orded byju/ian, Anchoress
if Nonui h, d. tace Warrat k, 13. • ed1C16n, Londres, 1940_.Para La vida diaria en un convento se llevaba con una es-
Eufemia de Wherwell ver Dom F. A. Gasquet , EnglishMonasttcL1fe, tricta rutina . La mayor parte de las reglas de los mon as-
Londr es , 1904, pp . 155-58, con una cita de Wherwell Chartulary.
119
118
cerios provenían de la benedictina y estaban planificadas
de manera que diesen una existencia cuidadosamente había puesto el incienso para la misa , debía «colocar sus
ordenada y religiosa , que combinara la regularidad con dos dedos dentro de las narices,:,4 •
la variedad y manteniendo un cuidadoso equilibrio ~ La existencia de cada monja se hallaba, por supuesto,
entre la oración, el estudio y el trabajo. integrada de manera estrecha con la organización de la
· Una monja tenía siete oficios monásticos o servicios comunidad de las religiosas como un todo . Toda casa
diarios que repetir. Se levantaba a las dos de la mañana y monástica puede considerarse desde dos puntos de vista:
bajaba al coro para maitines, que eran seguidos por como una unidad religiosa y una unidad social. Desde el
laudes , regresaba a la cama al amanecer y dormía eres punto de vista relig1oso era una casa de oración y su
horas. Se levantaba a las seis de nuevo y decía prima, r~zón de ser erao los oficios diarios. Desde el punto de
tercia, sexta, nonas, vísperas y completas a intervalos, a vista social era una comunidad de seres humanos que
lo largo de todo el día; la última a las sieq: de la tarde en debía ser alimentada y vestida, que mantenía un grupo
invierno y a las ocho en verano, tras lo cual debía ir a la de sirvientes, llevaba una granja, cuidaba de tierras,
cama. En total, dormían unas ocho horas con un lapso compraba y vendía y llevaba sus cuentas . Una monja
en medio a causa del servicio nocturno. Tomaban tres debía, por fuerza , combinar las funciones de Marta y de
comidas -una pequeña comida de pan y cerveza después María y ser no menos esposa que su vecina, la dueña de
de la prima en la mañana, una comida fuerte acompa- la hacienda.
ñada de lectura en voz alta al mediodía y una pequeña Los asuntos diarios se ,hallaban en mano de algunas
cena después de las vísperas. De doce a cinco en invierno encargadas, llamadas obedientian·es, que se escogían
o de una a seis en verano, las mujeres debían dedicar entre las de mayor experiencia . Las más importantes eran
algún tiempo al trabajo (cavar, apilar el heno, bordar, la sacristana, quien tenía a su cargo la iglesia y la ifümi-
leer) salpicado con una cierta cantidad de recreo sereno. nación de la casa, las camareras, que cuidaban del ves-
Excepto en algunos períodos de descanso , debía ob- tuario de las monjas, y las amas de llave, que eran res-
servarse estricto silencio y, si las monjas se veían en la ne- ponsables de las comidas, los sirvientes, las reparaciones
cesidad de comunicarse, debían hacerlo mediante ·una y la vigilancia de las plantaciones. El detalle de la admi-
especie de lenguaje de sordomudos. Las personas que di- nistración de las casas de las monjas se puede observar en
señaron las señas que se utilizaban parecen haber com- libros de registro tales como el de las cuentas del ama de
binado una ingenuidad enorme con un escasísimo senti- llaves de Sion o las instrucciones para el cuidado de la
do del humor; el mudo pandemonium que había en las casa de la «Cartilla» de la abadía de Btirking ).
cenas conventuales debe de haber producido más hilari- 4
dad que la palabra . Una hermana que quisiese pescado G. J. Aungier, History and Antiquites of Syon , Londres, 1840,
pp . 405-9.
debía «mover sus manos colocadas en ángulo a la manera ) Myroure of Oure Ladye, ed. J. H. Blunt, Early Engli sh Texr Socie-
de la cola de un pez»; si deseaba expresar «alcánzame la ty , 1873; Introducción, pp . X.XVI-XXXI: Syon, Cellare ss Accoums, MS.
·Pubhc Record Office , Ministers Acts 1307/22 ; C. T. Flower
leche» debía «mover su dedo meñique como si estuviese «Obedientiarics Accounts of Glastonbury and other Rcligious Hou:
ordeñando»; una sacristana culpable, al recordar que no ses>, Se Paul's Ecclesiolog'ical Socicry, t. Vil . parte 11, 1912; Dugdale,
Monasttcon, l. pp. 442-45 .

121
....
- .•
·'

En todos los conventos la huerta podía proporcionar la edificios en ruinas o de techos que dejan pasar la lluvia.
mayor parte del pan, la carne, la cerveza, las legumnbres Una buena proporción de los conventos eran deudores
Y verduras y la leche. Todo lo demás debía comprarse, en crónicos.
especial tres importantes artículos de consumo: el pes- La pobreza se debía a muchos factores. Muchos con-
cado, la sal, y las especies, de las que las monjas eran ventos estaban escasamente dotados desde el comienzo .
grandes consumidoras. · Era frecuente que padecieran daños provocados por in-
En Lene, la comida principal era el pescado salado o cendios o inundaciones que les resultara difícil reparar .
seco y el potaje de guisantes acompañado de almendras, En el norte de Inglaterra, los conventos sufrían tanto por
pasas e higos. En otras épocas del año había pescado las incursiones de los escoceses como por el desenfreno
fresco o salado en los días de pescado y ternera, cerdo o general que producía tan malos efectos en las condicio-
panceta (rara vez cordero) en los días de carne. En las nes morales y financieras de las casas de Yorkshire .
fiestas se servían aves. Además, había pan y cerveza dia- También se quejaban los monasterios a causa de los re-
namente. querimientos de hospitalidad o pensión por parte de
El personal de la casa variaba según el tamaño del con- personas influyentes a quienes no podían rechazar. Ade-
vento . Se pagaban jornales a un sacerdote o capellán y a más soportaban, en ocasiones, la incompetencia de las
..
un administrador, siendo este último un inestimable propias monjas . Ocurría, a veces, que sus encargadas
factocum y gerente general. Los conventos más grandes eran extravagantes. Era corriente que fuesen malas ges-
empleaban además a un cocinero, un cervecero, un pa- toras. Al verse urgidas de dinero contante ·y sonante , re-
nadero, una lechera, una lavadora, un portero y una o sultaba habitual que lo obtuviesen a través de medios
más sirvientas. Originalmente la regla de San Benito improcedentes, por ejemplo, vendiendo la leña, alqui-
implicaba la realización de buena parte de la labor do- lando terrenos por largos períodos con escasa renta, pro-
méstica por las propias monjas, pero esto se desechó en metiendo pensiones anuales a cambio de una suma baja,
su mayor parte ya en el siglo XIII . El que las monjas de hipotecando la tierra , emp·eñando la vajilla o endeu- .
los conventos pequeños hiciesen su trabajo de casa y de dándose.
cocina se debía a la pobreza y, normalmente, las monjas En la Baja Edad Media los conventos también mostra-
se quejaban por ello . En alguna de las casas más grandes ban signos de decadencia con respecto al nivel intelec-
ciertas monjas tenían hasta sirvientes privados . tual y las condiciones morales. A lo largo de la -historia
Lo más importante de la historia de los conventos me- monástica se encuentran muchas monjas instruidas por
dievales son los eonstaote s apuros financieros a que se las cuales, de vez en cuando, algunos conventos adqui-
veían sometidos ·. Casi no existe casa que no tuviera pro- rían fama de erudición. Pero en la Inglaterra de la Baja
blemas, en algún período de su carrera, a causa de lapo- Edad Media la media de educación era baja y el aprendi-
breza . En las casas más pequeñas y pobres las monjas pa- zaje se hallaba en decadencia . La mengua del saber afec-
recen haber pasado hambre, y los obispos visitantes, en tó a monjes y monjas, pero fue mayor en los conventos
ocasiones , podían ver por sus propios ojos los agujeros en que en los monasterios. Este decaimiento se aprecia en el
las ropas de las monjas. A menudo nos enteramos de lenguaje mismo con que los obispos dirigían sus órdenes

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a los conventos. Durante toda la Edad Media, las órde- madrugada) y a salir antes de que terminase el s~rvicio,
nes destinadas a los monjes iban en latín, pero en el aprovechando cualquier excusa, buena o mala. S10 em-
siglo XlV nos encontramos con obispos que escriben a las bargo, la falta más común era la de deci~ ~os textos lo
monjas en francés, dado que el latín les era incomprensi- más rápidamente posible durante los serv1C10:para ter-
ble y en el siglo XV inclusive el conocimiento del francés minar pronto . Se saltaban las sílabas al comienzo Y al
desaparece de los conventos y las órdenes se dan en inglés. final de las palabras y se omitían partes, de modo que
En ciertos casos, las monjas y abadesas eran incapaces de una parte del coro iniciaba la segunda mitad anees que la
leer sus propias actas de fundación. En el siglo XV exis-
·
otra hubiese terminado la pnmera. se musita
· ban y far-
tían numerosas traducciones de la Regla de San Benito y fullaban las frases. Lo que debía haber sido «entonado
de libros religiosos para las monjas. Aun cuando la ma- con la mejor voz» se convertía en una espantosa confu-
yoría de las monjas eran, sin duda, capaz de leer los de- sión de canto sin matices.
vocionarios en inglés , resulta evidente que por aquel en- La creciente frivolidad y mund aneidad se muestra e~
tonces el conocimiento del latín había desaparecido el retrato que Chaucer hace de_~ada~e Eglenryne , asi
hasta en las mejores casas. como en los informes de las v1s1tasepiscopales . Desde
La disciplina interna decayó en los siglos posteriores . una visión moderna, no monástica , muchas de las for~as
La relajación se desarrolló en varios sentidos . Una de sus en que se manifestaba esa frivolidad pueden apa_recer m-
primeras formas fue la negligencia en la práctica de los · ofensivas, pero, no obstante , resultaban s_ubvers1vaspara
deberes religiosos . La falta de cuidado en el canto de las la disciplina. Los obispos se sentían pamcularmente es-
horas monásticas era algo común en la Baja Edad Media . candalizados cuando encontraban monjas que persistían
Habiendo casi desaparecido la tradición del estudio y al en las vanidades de su sexo. Los bailes, los vestidos y los
tener sirvientes que realizaban la mayor parte de las perros requirieron una especial condena. La Iglesia re-
tareas i:nanuales, la vida conventual había perdido aque- probaba el baile en cualquier caso y, fundamentalmen-
lla vanedad esencial que San Benito había diseñado. te, en los conventos. A pesar de esto, los libros de ·regis-
Como resultado de esto la regularidad de la vida diaria tro de gastos de los conventos medievales incluyen el
se v?lvía , a veces, tediosa, y buena parte de los oficios pago de juglares en Año nuevo, la noche de Reyes, los
oc~ionalmente degenera~a en simple rutina de una pe- juegos de mayo y las noches de fogatas, arpistas y músi-
culiar monotonía. En este aspecto los monjes llegaron a cos en Navidades, etc.; cuando repasamos los actos de
ser peores que las monjas. A veces cortaban los servicios;
y a veces se comportaban con la mayor frivolidad (los ca-
... los obispos encontramos que a las monjas les está absolu-
tamente prohibido «toda clase de juglaría, interludios ,
nónigos de Exeter en 1330 se reían, hacían bromas y pe- bailes y jarana».
leaban durante los servicios y dejaban caer cera caliente Constantemente se volvía al tema de los vestidos a la
desde las sillas superiores del coro sobre las cabezas afei- moda . Por algo Chaucer destaca lo bien colocado_.de la
t~das de los cantantes de las sillas bajas) . Los obispos pu- roca de Madame Eglentyne, lo elegante de su capa y lo
dieron ob servar en los conventos una tendencia de las espléndido de su rosario de corales y broche de oro . Du-
monjas a llegar tarde (especialmente a los maitines en la rante más de seis siglos los obispos hicieron la guerra
santa contra la moda en los claustros, y la hicieron en marchaba y le arrojaron la }3ulaa la cabeza 6 • Otros abis -
vano . De manera ocasional algún obispo retorcido se pos más prácticos abandonaron pronto la idea de poner
mueve torpemente y con turbación masculina con algo en ejercicio la Bula y se conformaron con ordenar a las
semejante a un catálogo de moda contemporánea, a fin monjas que no saliesen ni hiciesen visitas con demasiada
de especificar lo que las monjas no deben usar. En los frecuencia o sin hacerse acompañar, o sin permiso, o sin
sínodos, los arzobispos y obispos meneaban la cabeza en un buen motivo . Las religiosas continuaron saliendo
torno a las horquillas de oro y los cinturones de plata, los exactamente igual. Y qué pensar de la dama ligera de
anillos con joyas, los zapatos con lazos, las túnicas reba- cascos «que el lunes pasó la noche con los fra,iles de Austin
jadas, los vestidos escotados, las largas colas, los colores en N'hampton, tocando el laúd y danzando de modo
alegres , los materiales caros y las pieles. semejante » 7 •
Los trajes eran sólo una de las maneras de imitar la Estas frivolidades pueden resultamos hoy inofensivas.
moda del mundo. Los animales de compañía eran otra. Pero no debemos olvidar que a veces eran seguidas por
Los obispos los consideraban dañinos para la disciplina cosas peores. Esa decadencia mundana fue lo peor que
y, siglo tras siglo, intentaron sacarlos de los conventos sin les ocurrió a la mayoría de los conventos ingleses en la
el menor éxito . Las monjas aguardaban hasta que el obis- Baja Edad Med1a. Pero en algunos otros sucedieron cosas
.po se marchara y silbaban a sus perros para que volvie- diferentes. En algunas ocasiones los obispos se toparon
sen. Los perros eran, con mucho, los animales favoritos, con co~ventos tan completamente desordenados e inmo-
pero las monjas también tenían monos, ardillas, conejos rales que las reprimendas parecían inútiles.
y pájaros. Algunas veces llevaban los animales a la No cabe duda que los conventos estaban en declive
Iglesia. cuando les llegó la Disolución en el siglo XVI. Sea como
Todos estos hábitos mundanos se debían a otra ten- fuere resulta imposible negar que, en codas sus etapas,
dencia con la que las autoridades luchaban en vano, esto aun durante su decadencia, los conventos eran una ben-
es, el contacto de las monjas con los seglares. Los pen- dición para las m~jeres medievales. A las solteras
sionistas y amigos entraban, y las monjas salían al exte- gentiles les ofrecieron la posibilidad de desarrollar ca-
rior «como pez en el agua ». Los obispos trataban cons- pacidades que, de otra manera, quizás se hubiesen per-
tantemente de mantener a las religiosas encerradas . El dido, asegurándoles tanto el propio respeto como el de
más enérgico de dichos intentos comenzó en 1300, la sociedad . Empleaban sus capacidades organizativas
_cuando el Papa Bonifacio VIII publicó la.BulaPericuloso , ... en el gobierno de las comunidades y la administración
en la que ordenaba que las monjas nunca, excepto en
circunst ancias excepcionales, saliesen del convento , así 6 Traité de la Clóture des réligieuses, ed . Jean -Baptiste Thier s,
como que no se permitiese a ningún seglar visitarlas sin París, 1681, pp . 45-49 ; Registrum Simo nis de Ganda-voE,¡~iscopiS ares-
una licencia especial. Pero nadie logró hacer efectiva la biriensis, ed. C . T. Flower, Camerbury and Yorkl Sociecy, 19 14,
pp . 10 y SS.
Bula . En un convento de la dióc~sis de Lincoln, cuando 7 Visitations ofR eligious Houses in th e Diocese of Lincoln , ed . A.
el Obispo vino a leer la Bula y depositó una copia en la Hamilton Th omp son, Lincoln Record Socicty y Cantcrbury and York
casa, las monjas le persiguieron hasta la verja cuando se Sociecy, 19 15, vol. , 11. p . 50 .

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de las casas y haciendas. Daban a las monjas la posibili -
..
dad de educarse bien (aun cuando decayesen después
\,
en nivel) y les permitían, cuando eran capaces de ele- ;_.
varse a tales alturas, la experiencia suprema de la vida _,/
contemplativa . Algunas notables mujeres monásticas han V

dejado amplio testimonio de estas capacidades. Aun


cuando decayesen y albergasen a la perezosa con la tra-
bajadora y a las ovejas blancas con las negras, los con-
ventos representaron de todas maneras, una profesión
honorable y cumplieron una función útil para las
mujeres de la Edad Media.

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