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49 Sa 7SP JN 21, 20-25 Pedro Si Yo Quiero Que El Permanezca A Ti Que He 28, 16-20.30-31
49 Sa 7SP JN 21, 20-25 Pedro Si Yo Quiero Que El Permanezca A Ti Que He 28, 16-20.30-31
✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.
✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén
✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: SÉ QUE MIRAS A CADA UNO DE NOSOTROS”
«Orillas del Lago Tiberíades. Después de comer Jesús y Pedro
dialogan».
«Pedro vio al discípulo amado y preguntó a Jesús: - Señor, y éste ¿qué?
Jesús le contestó: - Si yo quiero que él permanezca hasta que yo
vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme».
«Estas palabras fueron interpretadas de que este discípulo no iba a
morir. Pero, Jesús no había dicho que aquel discípulo no moriría».
«Este discípulo es el mismo que da testimonio de todas estas cosas y
las ha escrito. Y sabemos que dice la verdad. Jesús hizo muchas otras
cosas. Si se quisieran recordar una por una, pienso que ni en el mundo
entero cabrían los libros que podrían escribirse».
1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Cf. Hch 1, 14
Los discípulos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María,
la madre de Jesús, y con sus hermanos. Aleluya.
Monición de entrada
Conmemoramos hoy a san Fernando III, rey de León y de Castilla, nacido a finales del
siglo XII cerca de Valparaíso (Zamora). Es el rey de la reconquista del sur de España; en
los territorios conquistados por él jamás hubo vencidos. Con razón es proclamado
«señor de la convivencia de cristianos, musulmanes y judíos». Fue prudente en el
gobierno del reino, protector de las artes y las ciencias, y diligente en propagar la fe. El
año 1252 murió en la ciudad de Sevilla, llorado por todos. En la catedral hispalense
reposan sus reliquias.
Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado
✞ ✞ ✞ Acto penitencial
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Señor Dios Todopoderoso, Tú conoces mi interior. Sabes cuánto te amo y sabes
también cuanto te he fallado. Por eso ahora te pido perdón por todas mis faltas, pecados
y omisiones. Me arrepiento de haberte crucificado una vez más con mis pecados.
Ayúdame a luchar por no pecar más y así serte fiel por toda la vida.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!
✞ ✞ ✞ Oración Colecta:
Concédenos, Dios todopoderoso, a los que hemos celebrado las fiestas de Pascua,
conservarlas por tu gracia, en las costumbres y en la vida. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oh, Dios, que elegiste al rey san Fernando como defensor de tu Iglesia en la tierra,
escucha las súplicas de tu pueblo que te pide tenerlo como protector en el cielo. Por
nuestro Señor Jesucristo.
Señor Dios nuestro: Como María, las mujeres y los apóstoles en la víspera del primer
Pentecostés, también nosotros estamos reunidos en oración. Que el Espíritu Santo
descienda sobre nosotros, para que seamos creyentes entusiastas y testigos fieles de la
persona y del Evangelio de Jesús. Que nuestra manera de vivir dé testimonio claro de
que Jesús es nuestra luz y nuestra vida, ahora y por los siglos de los siglos.
2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 28, 16-20.30-31
No hay reflexión.
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• Entre la lectura de ayer y la de hoy está por medio el agitado viaje de Pablo: desde
Cesárea a la isla de Creta, los catorce días de tempestad, la estancia en Malta, el viaje
de Malta a Roma, la cálida acogida por parte de los hermanos. El fragmento de hoy es
un resumen de su actividad en Roma, donde Pablo puede vivir en «régimen de libertad
vigilada» en una casa privada. Comienza, como siempre, la predicación a los judíos con
resultados alternos, podía «anunciar el Reino de Dios y enseñar cuanto se refiere a
Jesucristo, el Señor, con toda libertad y sin obstáculo alguno».
Lucas ha alcanzado su objetivo: la carrera de la Palabra es imparable; el Evangelio ha
llegado al corazón del mundo, es predicado con toda libertad y sin obstáculo alguno
«hasta los confines de la tierra». Nada ha podido ni podrá detenerlo. Pablo es uno de los
muchos testigos de Jesús, un campeón ejemplar, heroico y dotado de autoridad, pero no
el único. Las vicisitudes personales de Pablo no parecen interesar demasiado a Lucas,
que corta aquí su relato, sin informarnos sobre la suerte del campeón: lo que le importa
de verdad es que Pablo haya culminado su propia misión, una misión que es la de todo
cristiano, a saber: ser testigo de la resurrección, tener el valor de anunciarla por
doquier, convertir cada situación, aun la más improbable, en una ocasión para decir que
Jesús es el Señor y el Salvador. «La Palabra de Dios no está encadenada» (2 Tim 2,8s).
No hay ocasión en la que no pueda ser anunciada la Palabra de Dios.
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Fuego. Hechos 28,16-20.23b-24.28-31. Pablo está en Roma, y allí se quedará dos años
en régimen de libertad vigilada. Como ha hecho siempre, el apóstol se dirige en primer
lugar a los judíos y les habla de la esperanza de Israel, es decir, de la resurrección de
los muertos, anticipada en la de Jesús. Los judíos se dividen una vez más.
Pero también es la hora del juicio. Pablo ha llegado al término de su viaje. La Buena
Noticia ha llegado a «los confines de la tierra» (1,8). El apóstol recibe a todos los que
vienen a él, tanto judíos como gentiles. Una parte de Israel, que rechaza la realización
de la salvación en Jesús, es declarada culpable, pero los que se conviertan a la Palabra
serán justificados por el Señor. Ellos son la Iglesia, el Israel restaurado. Según la
Promesa, se agregarán a ella todos los gentiles que acojan a su vez el testimonio.
Con la etapa romana finaliza la proclamación del Evangelio a los judíos. Desde ahora se
traza una nueva perspectiva: el tiempo de las naciones. Ahí se encuentra, en definitiva,
el verdadero juicio, la palabra de gracia del Resucitado que, a través de Israel, viene al
encuentro de todos los pueblos.
El salmo 10 es un salmo de confianza. Los versículos escogidos hablan de la protección
con que Dios rodea a los justos.
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1. Una palabra cumplida
1.1 Al principio del libro de los Hechos de los Apóstoles, que ha acompañado todo
nuestro tiempo de Pascua, Jesús hizo una promesa: “recibiréis poder cuando el Espíritu
Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y
Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8). Realmente esa palabra del Señor
es la gran clave de lectura de este libro singular por sus variaciones de estilo y por sus
oscilaciones en cuanto al “protagonista”. Porque, si bien Pablo y sus misiones ocupan un
lugar muy amplio en el conjunto de los Hechos, uno ve que más que un libro sobre Pablo
es una obra que retrata el despliegue del Evangelio por el poder del Espíritu Santo.
1.2 Así vemos victoriosa y cumplida la palabra de Jesús antes de su Ascensión. Roma,
en la mente de aquellos galileos atónitos, correspondía precisamente a los “confines de
la tierra”, de modo que la estadía fecunda de Pablo, aquellos dos años de predicación en
que “podía anunciar el reino de Dios y enseñar cuanto se refiere a Jesucristo, el Señor,
con toda libertad y sin obstáculo alguno” indican que, más allá de las maquinaciones de
los enemigos de la fe (cf. Hch 26,2 ss.), más allá de las traiciones de los “falsos
hermanos” (cf. 2 Cor 11,26; Gál 2,4); más allá de las debilidades y tentaciones que
todos padecemos, ¡la palabra de Jesucristo se cumple! Finalmente su Evangelio vence y
la noticia habrá de llegar a todos, como llegó hasta la capital misma de aquel imperio.
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El celo de Pablo permanece intacto, sin embargo, su vehemencia ha sido moderada por
los años y la experiencia. Fraternalmente se dirige a los judíos para decirles que es a
causa de la esperanza de Israel que ésta preso. No se trata de una acusación a su
pueblo.
✞ ✞ ✞ Salmo
Sal 10,4.5.7
R/. Los buenos verán tu rostro, Señor.
El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están
observando, sus pupilas examinan a los hombres.
R/. Los buenos verán tu rostro, Señor.
El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia Él lo odia. Porque el
Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro.
R/. Los buenos verán tu rostro, Señor.
✞ ✞ ✞ Aleluya
Aleluya Jn 16, 7. 13
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Os enviaré el Espíritu de la verdad –dice el Señor–; Él os guiará hasta la verdad
plena.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
• El epílogo del evangelio de Juan está relacionado con la misión propia del discípulo
amado. El fragmento está formado por dos pequeñas unidades, que también están
subdivididas a su vez: predicción sobre el futuro del discípulo amado (vv. 20-23) y
segunda conclusión del evangelio (vv. 24s). El redactor de este capítulo 21, a través de
una comparación entre Pedro y el otro discípulo, pretende identificar de manera
inequívoca al «otro discípulo al que Jesús tanto quería» (Jn 13,23; 19,26; 21,7.20). La
pregunta que Pedro plantea, a continuación, a Jesús sobre la suerte del discípulo amado
recibe de parte del Maestro una respuesta que no deja lugar a equívocos, en la que
afirma la libertad soberana de Dios respecto a cada hombre.
Pero quizás sea posible proyectar alguna luz sobre estos misteriosos versículos
intentando poner de manifiesto cierto fondo histórico del tiempo en el que el autor los
escribió. El texto no estuvo provocado realmente por las discusiones que tuvieron lugar
en la Iglesia de los orígenes entre los discípulos de Pedro y los del discípulo amado sobre
el «poder primacial» del primero. Más bien fue introducido por el redactor del capítulo
para demostrar, sobre una base histórica, dos cosas: a) que carecía de fundamento la
opinión difundida de que el discípulo amado no había muerto; b) que esa muerte, una
vez acaecida, tenía la misma importancia para el Señor que el martirio sufrido por el
apóstol Pedro.
Por último, los versículos finales (vv. 24s) subrayan una cosa simple, pero verdadera: la
revelación de Jesús, ligada al ministerio de su persona, es algo tan grande y profundo
que escapa al alcance del hombre.
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El epílogo del evangelio de Juan tiene que ver con la misión propia del discípulo amado.
El fragmento está formado por dos pequeñas unidades subdivididas de este modo:
predicción sobre el futuro del discípulo amado (vv. 20-23) y segunda conclusión del
evangelio (vv. 24s). El redactor, a través de una confrontación entre Pedro y el otro
discípulo, pretende identificar de manera inequívoca «al discípulo que Jesus amaba»
(13,23; 19,26; 21,7.20). La pregunta que Pedro plantea a continuación a Jesus sobre la
suerte del discípulo amado recibe del Maestro una respuesta inequívoca que afirma la
libertad soberana de Dios respecto a cada hombre.
Sin embargo, tal vez podamos proyectar luz sobre estos misteriosos versículos
intentando poner de manifiesto un cierto fondo histórico del tiempo en el que escribe el
autor. El texto no fue provocado propiamente por las discusiones que se dieron en la
Iglesia primitiva entre los seguidores de Pedro y los del discípulo amado sobre el «poder
primacía» del mas anciano de los dos, sino más bien fue introducido por el redactor del
capítulo con la intención de demostrar, sobre una base histórica, dos cosas: que carecía
de fundamento la opinión difundida según la cual el discípulo amado no moriría nunca, y
que esa muerte, una vez acaecida, tenía la misma importancia para el Señor que el
martirio padecido por Pedro.
Por último, los versículos finales (vv. 24s) subrayan una realidad simple, pero
verdadera: la revelación de Jesus, ligada al misterio de su persona, es algo tan grande y
tan profundo que escapa al alcance del hombre.
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No hay contexto.
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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No hay reflexión.
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Oración inicial
Dios todopoderoso, concédenos conservar siempre en nuestra vida y en nuestras
costumbres la alegría de estas fiestas de Pascua que nos disponemos a clausurar. Por
nuestro Señor.
Del santo Evangelio según Juan 21,20-25
Reflexión
• El evangelio de hoy empieza con una pregunta de Pedro sobre el destino del discípulo
amado Señor, y éste, ¿qué? Jesús acababa de conversar con Pedro, anunciando el
destino o tipo de muerte con que Pedro iba a glorificar a Dios. Y al final añade: Sígueme.
(Jn 21,19).
• Juan 21,20-21: La pregunta de Pedro sobre el destino de Juan. En aquel
momento, Pedro se volvió y vio al discípulo a quien Jesús amaba y preguntó: Señor, y a
éste ¿qué le va a ocurrir? Jesús acababa de indicar el destino de Pedro y ahora Pedro
quiere saber de Jesús cuál es el destino de este otro discípulo. Curiosidad que no merece
una respuesta adecuada de parte de Jesús.
• Juan 21,22: La respuesta misteriosa de Jesús. Jesús dice: Si quiero que se quede
hasta que yo venga, ¿a ti qué te importa? Tú: sígueme. Frase misteriosa que termina de
nuevo con la misma afirmación que antes: ¡Sígueme! Parece como si Jesús quiera borrar
la curiosidad de Pedro. Así, como cada uno de nosotros tiene su propia historia, así cada
uno tiene su manera de seguir a Jesús. Nadie repite a nadie. Cada uno debe ser creativo
en seguir a Jesús.
• Juan 21,23: El evangelista aclara el sentido de la respuesta de Jesús. La
tradición antigua identifica al Discípulo Amado con el Apóstol Juan e informa que él
murió muy tarde, cuando tenía alrededor de 100 años. Al enlazar la avanzada edad de
Juan con la misteriosa respuesta de Jesús, el evangelista aclara: “Por esto corrió la voz
entre los hermanos de aquel discípulo que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no
había dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, a
ti, ¿qué?» Tal vez sea una alerta para estar muy atentos a la interpretación de las
palabras de Jesús y no basarse en cualquier rumor.
• Juan 21,24: Testimonio sobre el valor del evangelio. El Capítulo 21 es un
apéndice que fue aumentando cuando se hizo la redacción definitiva del Evangelio. El
capítulo 20 tiene este final que lo encierra todo: “Hay además otras muchas cosas que
hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para
contener los libros que se escribieran. Han sido escritas para que creáis que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios. Y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Jn 20,30-31).
El libro estaba listo. Pero había muchos otros hechos sobre Jesús. Por esto, en ocasión
de la edición definitiva del evangelio, algunos de estos "muchos otros hechos" sobre
Jesús fueron seleccionados y acrecentados, muy probablemente, para aclarar mejor los
nuevos problemas de finales del siglo primero. No sabemos quién hizo la redacción
definitiva como tampoco el apéndice, pero sabemos que es alguien de confianza de la
comunidad, pues escribe: “Este es el discípulo que da testimonio de las cosas y que las
escribió. Y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero”.
• Juan 21,25: El misterio de Jesús ¡es inagotable! Frase bonita para encerrar el
Evangelio de Juan: “Jesús hizo además muchas otras cosas. Si se escribiesen una por
una, pienso que no cabrían en el mundo los libros que se escribirían”. Parece una
exageración pero es pura verdad. Nadie jamás sería capaz de escribir todas las cosas
que Jesús hizo y que sigue haciendo en la vida de las personas que siguen a Jesús hasta
hoy.
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El llamado que nos hace Jesús a seguirlo no supone una similitud en la vocación; cierto
que todos somos llamados a seguir al maestro, pero el destino de cada uno es diferente,
además el llamado a seguir a Jesús se realiza de un modo particular en cada cristiano.
Somos llamados a seguir a Jesús y somos invitados a compartir con él su estilo de vida,
su manera de relacionarse con Dios y con el mundo, pero el modo de responder a estas
exigencias es diferente en cada individuo. Pedro ha sido invitado por Jesús al
seguimiento, del mismo modo que lo fue aquel día que le pidió dejar las redes para
seguirlo; pero ahora el llamado ya no se refiere a la evangelización del mundo, sino a la
experiencia de la vida íntima con Jesús. Toda vocación tiene dos vertientes, el llamado a
la misión y el llamado a la intimidad con Jesús.
Pero el llamado a la misión no tiene sentido sin el llamado a la intimidad y amistad con
Jesús, porque lo que se va a anunciar no es una filosofía ni una doctrina, se va anunciar
la experiencia de amor y amistad con el Hijo de Dios. Sólo quien ha experimentado el
amor de Jesús es capaz de anunciarlo a los demás.
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Vivir en la libertad de la ley del amor. Son tantas las cosas que nos distraen de lo
esencial. Son tantas las cosas que a veces nos oprimen y nos quitan la paz, que nos
hacen olvidar que la vida no es tan complicada…, que la vida es bella.
Estamos apurados, tensos y estresados por cosas que tenemos que hacer; por cosas
que queremos hacer…. Muchas veces son cosas importantes -sin duda- pero muy
seguramente no son las "más importantes".
¿A ti qué? -dice Jesús a Pedro. ¿Crees que de verdad no estoy pendiente de esto o de
aquello? ¿Crees que de verdad me olvido de lo que te interesa a ti o a los demás? Y
después, afirma Jesús, tú sígueme. Es decir, no es que Jesús nos está invitando a vivir
en un egoísmo exagerado donde lo único que importa es el YO, muy al contrario. A lo
que Jesús nos está invitando es a centrar la mirada en Él como punto de partida para
emprender el camino de la vida.
Centrar la mirada en Jesús significa confiar en Él, saber que nuestras preocupaciones
son las suyas, saber que nuestras alegrías son también las de Él. Centrar la mirada en
Jesús es vivir en la paz y en la tranquilidad de que Él está con nosotros, y eso
verdaderamente desenmascara la fealdad de la vida y la muestra bella como realmente
es.
Ésa es la "cosa" más importante, saber que Jesús dice: "Yo también sé todo aquello que
te preocupa y conozco lo que está fuera de ti, sin embargo, deja esto en mis manos, tú
sígueme y yo me encargo de lo demás".
• Este Pedro fue sanado en la herida más honda que puede haber, la de negar al amigo.
Quizás el reproche de Pablo, cuando le echa en cara su doblez, tiene que ver con esto.
Parecería que Pablo sentía que él había sido el peor "antes" de conocer a Cristo; pero
Pedro lo fue después de conocerlo, lo negó… Sin embargo, ser sanado allí convirtió a
Pedro en un Pastor misericordioso, en una piedra sólida sobre la cual siempre se puede
edificar, porque es piedra débil que ha sido sanada, no piedra que en su contundencia
lleva a tropezar al más débil. (Meditación de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Hacer un pequeño stop en un momento del día e intentar ser consciente de la presencia
de Dios en mí.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Vivir hoy mis "quehaceres" con amor.
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22 s. S. Agustín interpreta este privilegio de Jesús para su íntimo amigo, diciendo: “Tú
(Pedro) Sígueme, sufriendo conmigo los males temporales; él (Juan), en cambio,
quédese como está, hasta que Yo venga a darle los bienes eternos”. La Iglesia celebra,
además del 27 de diciembre, como fiesta de este gran Santo y modelo de suma
perfección cristiana, el 6 de mayo como fecha del martirio en que S. Juan, sumergido en
una caldera de aceite hirviente, salvó milagrosamente su vida. Durante mucho tiempo
se creyó que sólo se había dormido en su sepulcro (Fillion).
24. Este v. y el siguiente son el testimonio de los discípulos del evangelista, o tal vez de
los fieles [de Éfeso] donde él vivía.
25. El mundo no bastaría: la Sabiduría divina es un mar sin orillas (Si. 24, 32 y nota).
Jesús nos ha revelado los secretos que eternamente oyó del Padre (15, 15), y tras Él
vendría Pablo, el cual escribió tres décadas antes que Juan y explayó, para el Cuerpo
místico, el misterio que había estado oculto por todos los siglos (Ef. 3, 9 ss.; Col. 1, 26).
Quiso Jesús que, por inspiración del Espíritu Santo (15, 26; 16, 13) se nos transmitiesen
en el Evangelio sus palabras y hechos; no todos, pero sí lo suficiente “para que creyendo
tengamos vida en su nombre” (20, 30 s.; Lc. 1, 41. Sobre este depósito qué nos ha sido
legado “para que también nos gocemos” con aquellos que fueron testigos de las
maravillas de Cristo (1 Jn. 1, 1-4), se han escrito abundantísimos libros, y ello no
obstante, Pío XII acaba de recordarnos que: “no pocas cosas... apenas fueron explicadas
por los expositores de los pasados siglos”, por lo cual “sin razón andan diciendo
algunos... que nada le queda por añadir, al exégeta católico de nuestro tiempo, a lo ya
dicho por la antigüedad cristiana”. Que “nadie se admire de que aún no se hayan
resuelto y vencido todas las dificultades y que basta el día de hoy inquieten, y no poco,
las inteligencias de los exegetas católicos, graves cuestiones”, y que “hay que esperar
que también éstas... terminarán por aparecer a plena luz, gracias al constante
esfuerzo”, por lo cual “el intérprete católico... en modo alguno debe arredrarse de
arremeter una y otra vez las difíciles cuestiones todavía sin solución”. Y en consecuencia
el Papa dispone que “todos los restantes hijos de la Iglesia... odien aquel modo menos
prudente de pensar según el cual todo lo que es nuevo es por ello mismo rechazable, o
por lo menos sospechoso. Porque deben tener sobre todo ante los ojos que... entre las
muchas cosas que se proponen en los Libros sagrados, legales, históricos, sapienciales y
proféticos, sólo muy pocas cosas hay cuyo sentido haya sido declarado par la autoridad
de la Iglesia, y no son muchas más aquellas en las que sea unánime la sentencia de los
santos Padres. Quedan, pues, muchas otras, y gravísimas, en cuya discusión y
explicación se puede y debe ejercer libremente la agudeza e ingenio de los intérpretes
católicos” (Encíclica “Divino Afflante Spiritu”, septiembre de 1943).
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Discípulo amado. Llegamos a las páginas finales del Cuarto Evangelio, donde nos
encontramos junto a Jesús a dos de sus principales seguidores: Pedro y el «discípulo
amado», del que no tenemos noticias por los otros evangelios. En este se le nombre en
dos ocasiones como "el otro discípulo" (Jn 18,15-16; 20,3-4.8) y seis veces como "el
discípulo a quien Jesús amaba". Y entre ambos parece haber una cierta tensión.
¿Quién es este discípulo amado? No encontramos en ningún lugar una referencia a su
nombre. Por distintas razones que no es oportuno desarrollar aquí, muy pocos
estudiosos consideran que pueda tratarse de «Juan», el pescador de Galilea, el hijo del
Zebedeo. Se han propuesto distintas hipótesis, pero no hay un acuerdo general. Sí
parece bastante seguro que no formaba parte del grupo estable de los Doce apóstoles.
Bien sabemos que Jesús tenía otros muchos seguidores que no formaban parte de ese
grupo tan especial.
Seguramente nos ayude más para nuestra reflexión y oración, fijarnos en algunos de
sus rasgos, tal como nos los presenta este Evangelio.
La intimidad con Jesús. Quien redactara este capítulo final nos lo recuerda literalmente
recostado «en el seno de Jesús». Es un modo bien expresivo de describir la intimidad del
discípulo con su Maestro. Precisamente en el Prólogo de este Evangelio, se dice de Jesús
que estaba «en el seno del Padre». Son las dos únicas veces que aparece esta
expresión. Es, por tanto, una intimidad, una relación de amor sumamente especial, y
única. Y evidente para el resto de discípulos. Precisamente Pedro lo aprovechó para
sonsacarle quién sería el traidor, y por tanto, no es casualidad que el «Amor» esté tan
presente por todas partes: Tanto amó Dios al mundo... el mandamiento nuevo, nadie
tiene amor más grande que el que da la vida... vosotros sois mis amigos... y tantos
otros.
Las «presencias» del Discípulo Amado. Ya hemos apuntado antes su cercanía, su
proximidad física con Jesús en la última Cena (donde Jesús establece su Nueva Alianza,
invita a la unidad y al servicio mutuo, y constituye la Comunidad de hermanos llamados
a dar testimonio con su propia vida). El discípulo amado está muy cerca del Señor en la
Eucaristía.
También está presente (el único varón) en el Calvario, junto a algunas mujeres. El
Discípulo Amado no huye ante el dolor de su Maestro. El Amor se expresa por la
cercanía con el que sufre. Una presencia silenciosa, pero importante. Tuvo que ser un
alivio y un consuelo. Cuánto ayuda en momentos tan duros como la muerte, la cercanía
física de los que nos aman. Así tuvo la oportunidad de ver cómo el soldado traspasaba
su costado con la lanza, de la que brotaban sangre y agua. La vida-sangre derramada
por amor, y el agua del Espíritu.
Esa cercanía la aprovecha el Crucificado para encomendarle a su Madre. Y viceversa. Es
un regalo, una misión y una responsabilidad. La acogió en su casa. La presencia de
María y el cariño mutuo definen al Discípulo de Jesús.
El primero. El primero en llegar al sepulcro vacío. Al ver los «signos», las vendas, y la
falta del cadáver... vio y creyó. Pedro también había llegado a la tumba, y vio los
mismos signos. Pero fue el Discípulo amado quien supo interpretar los signos de vida de
Jesús. Probablemente por eso no encontramos una «aparición» del resucitado a este
Discípulo. No la necesitaba. Ya tenía la fe. Hoy la Iglesia invita repetidamente a leer «los
signos de los tiempos»....
El testigo de la verdad. La Verdad aparece repetidamente en este escrito. Entre otras
cosas afirma del mismo Jesucristo: «Yo soy la Verdad». Al concluir el Evangelio, deja
constancia: «Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y
nosotros sabemos que su testimonio es verdadero». El testimonio no se reduce a contar
hechos, como podría hacerlo un periodista o un historiador. Son hechos
«experimentados», que le han afectado, que le han cambiado, que le han convertido en
Discípulo. Es decir: son hechos interpretados, meditados y compartidos. Por eso es
capaz de ayudar a creer a otros: ese «nosotros» que sabe que su testimonio es de fiar.
Antes había escrito: «Éstas quedan escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el
Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida por medio de él. (Jn 20, 31). Lo que
ayuda a creer no es la biografía, los hechos de la vida de Jesús: sino el testimonio de fe.
Si en esto consiste el ser «discípulo amado de Jesús», si nosotros lo pretendemos... nos
queda enorme, y nos podemos desanimar. Quizá Pedro se sentía «pequeño» a su lado, y
se preguntaba cómo debía tratarle, qué pintaría en la nueva Comunidad de Jesús.
Pues... « ¿A ti qué?». Tú preocúpate de seguirme, apacienta a mis ovejas... y no te
compares con nadie, ni pretendas controlar a otros que me siguen y me aman. Hay
muchos modos de seguir al Maestro, pero la función de Pedro no será controlarnos...
sino cuidarlos.
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Este es el final del evangelio de Juan. Pedro y los hermanos manifiestan una inquietud
muy humana: saber sobre la suerte de otro y correr la voz. No es necesario saber todo.
Es importante conocer aquello que da la vida. De hecho solo algunas cosas de las que
dijo e hizo el Señor quedaron por escritas, las que se consideraron necesarias.
1. Si Yo quisiera que éste permaneciese hasta que Yo venga, ¿a ti qué (te
importa)? tú sígueme”
Este relato corresponde al último capítulo del Evangelio según San Juan. Por la
confrontación de textos se ve que el evangelista es el discípulo al que amaba Jesús, del
mismo modo, es el mismo que en la cena descansó sobre el pecho del Señor.
Pedro y Juan aparecen frecuentemente en amistad, leemos en hechos 3:1 “Subían un
día Pedro y Juan al templo”… Hechos 3:3-4; “Pues como este viese a Pedro y a Juan…
Pedro entonces fijando con Juan la vista.” 3:11 “Teniendo, pues, él de la mano a Pedro
y a Juan.”
Por eso Pedro, que debió de comprender que Cristo aludía a su muerte, se interesó por
la suerte de su amigo Juan con relación a su muerte. Pero Cristo le respondió: “Si Yo
quisiera que éste permaneciese hasta que yo venga, ¿a ti qué (te importa)? Tú sígueme”
Si la amistad llevaba a Pedro a querer saber esto, eran planes de Dios, en los que él no
debía introducirse. Es la actitud de Cristo en los evangelios.
La pregunta que Pedro plantea, a continuación, a Jesús sobre la suerte del discípulo
amado recibe de parte del Maestro una respuesta que no deja lugar a equívocos, en la
que afirma la libertad soberana de Dios respecto a cada hombre.
2. Si Yo quiero que permanezca vivo hasta que Yo vuelva, ¿a ti qué?”
Relata este Evangelio: Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que
ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: “Si yo quiero
que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?”
Cristo sólo lo decía en forma condicional: “Si yo quisiera”; no era, pues, una afirmación.
Pero la frase era un poco enigmática y corrió deformada, hasta el punto de decirse que
Cristo le había prometido que no moriría hasta que El viniese en la parusía. Pero esto
había que precisarlo. Dos son las soluciones que se dan en la teología a este propósito,
sobre quién es el autor de esta rectificación y la finalidad que intenta.
Por una parte se dice que sería hecho por un discípulo de Juan. Este habría muerto
recientemente. Y con esta “rectificación” se pretendía hacer ver que Cristo no se había
equivocado, pues no había dicho esto, solo habría sido una mala interpretación de lo que
Cristo había dicho como en ciertas frases evangélicas, como lo que leemos en Mt 24; 34-
36 (Parábola de la higuera) “En verdad os digo que no pasará esta generación antes
que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. De
aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el
Padre”. Y la misma ambigüedad de ésta, se vino a crear un falso ambiente en los
cristianos primitivos de que la parusía era inminente, y que no pasaría de la edad
apostólica. A esto debe de obedecer esta precisión.
3. “Este es el discípulo” que da testimonio y “el que escribió estas cosas
Dice el relato Evangélico: “Este es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto
por escrito, y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero.”
Para otros, es el mismo evangelista el que lo rectifica. Quiere, sin más, poner las cosas
en su punto. Si hubiese circulado este rumor entre los fieles y hubiese sido desmentido
por la muerte de Juan, el autor de esta rectificación no les hubiese dado,
probablemente, el nombre de hermanos al círculo por el que corrió este falso rumor.
Sería, pues, Juan mismo, ya muy viejo, que querría también evitar un posible culto
supersticioso en torno a él o posibles cábalas en torno a la parusía.
En todo caso, parece indicarse aquí que Juan había llegado a una gran vejez. La
tradición dice que murió bajo Trajano (98-117) y suele admitirse que en el séptimo año
de Trajano, que es el 104.
Finalmente el último capítulo de Juan dice: “Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si
se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo los libros que se escribieran.”
Manifiestamente estos versículos son otro epílogo. Pero la redacción del mismo hace ver
que no es del mismo evangelista. “Este es el discípulo” que da testimonio y “el que
escribió estas cosas,” no es el modo de introducirse de Juan como vemos en Jn 19:35,
donde dice; Y el que ha visto, da testimonio. Y su testimonio es verdadero y él sabe que
dice verdad para que ustedes también crean”.
4. La revelación de Jesús, ligada al ministerio de su persona
Pero el contraste entre lo que sigue es aún más fuerte para hacer ver esto: y nosotros
“sabemos” que su testimonio es verdadero. Este plural, puesto en función de la manera
más impersonal en que está expresado el primero, hace ver que este versículo está
redactado por un grupo de “discípulos” del evangelista, o acaso de los “ancianos” de
Éfeso, que testifican que el evangelio que publican está escrito por Juan, y ellos saben la
verdad de su testimonio. Es una autentificación colectiva y oficial del valor del cuarto
evangelio.
Por último, los versículos finales subrayan una cosa simple, pero verdadera: la
revelación de Jesús, ligada al ministerio de su persona, es algo tan grande y profundo
que escapa al alcance del hombre.
En una reflexión final, recordemos que san Juan, mientras acompaño a Jesús, fue testigo
de sus discursos, de sus enseñanzas, de toda su palabra, de sus milagros, él vivió tres
años junto a Cristo, por tanto puede dar testimonio de lo que vio, escucho y vivió.
Agradezcamos a nuestro amado Padre, por su maravillosa bondad en permitir conocer
este cuarto evangelio con el mensaje de salvación.
Meditemos profundamente y hagamos vida hoy la Palabra: “Tú sígueme”
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- En tu vida ¿hay cosas que Jesús hizo y que podrían escribirse en ese libro que no se
escribirá jamás?
6.- Pedro se preocupa de unos y otros y olvida realizar su propio “Sígueme”. ¿Te pasó a
ti también?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 Ven, Espíritu de Dios, báñanos con tu luz y reanima nuestra vida. Llévanos tras los
pasos del Hijo amado, para ser conducidos hasta el Amor que no acabará jamás. ¿Quién
podría encerrar tu Palabra en los límites de un libro? Señor Jesús, haz de tu Iglesia el
libro abierto hasta el final de los tiempos, en que los hombres leerán la inaudita historia
de tu amor infinito. Buena Noticia y esperanza incansable por los siglos de los siglos.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux
2 Ayúdame, Señor, a soportar los males en la tierra de los que hemos de morir para
gozar de tus bienes en la tierra de los vivos. www.santaclaradeestella.es
3 Yahvé en su santo Templo, Yahvé en su trono celeste; sus ojos ven el mundo, sus
pupilas examinan a los hombres. (Sal 11,4) www.ocarm.org
4 ¡Padre creador del Cielo y de la Tierra! Hoy me enseñas que Tú nos sigues a cada uno,
y que lo de cada uno te pertenece. Debo amar a mi hermano, perdonarle, vivir en
comunión con él, pero; ¿Qué va ser de éste? ¿Qué va a pasar con este? ¿Y de aquel
qué?, te corresponde solo a Ti Dios mío, y de mi parte solo lo que me corresponde es:
«seguirte» o «no seguirte». Inclinación tan frecuente entre nosotros los católicos, el
estar centrando nuestra mirada en los demás, cuando debemos centrarla solo ante
Cristo Jesús. Por las llagas y Sangre preciosa de nuestro Salvador, Padre de
misericordia, concédenos la gracia de vivir y morir solo por Jesucristo nuestro Señor,
procurar nuestra salvación por amor al Dios Supremo, y dejar el vicio de juzgar a los
demás, - a cambio de orar por ellos -, cuando Tu lo que nos dices es: Sígueme, sin
mirar atrás. Oh María intercede por nuestros ruegos, Madre de Dios y Madre nuestra.
Amén www.dario.res
5 5 igual a Santa Clara. www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
El amor está puesto en el centro, como el corazón. Del amor procede ante todo la
imitación. En efecto, ¿quién no quiere imitar lo que ama? Si no amaras a Cristo, no le
imitarías, es decir, no le seguirías. Por eso dijo Cristo a Simón Pedro, después de haber
probado su amor: «Sígueme» (Jn 21,19), es decir, «imítame». Judas seguía a Cristo
sólo con los pies, mientras que con su corazón seguía a la avidez. A Cristo le hemos de
seguir con todo nuestro amor. Hemos de seguir a Cristo en todo y, especialmente, en los
sufrimientos, porque el amigo se muestra en las necesidades. «El que no cargue con su
cruz y me siga -dice- no es digno de mí».
Pedro seguía a Jesús durante la Pasión, pero de lejos, puesto que le iba a negar. Sólo un
ladrón le siguió hasta la muerte en la cruz. ¿Qué debemos decir: que el ladrón siguió a
Cristo hasta la muerte en la cruz o que Cristo siguió al ladrón? Ciertamente, Cristo siguió
al ladrón hasta que éste ya no pudo escapar, pero cuando perdió la posibilidad de huir,
fue el ladrón el que siguió a Cristo, y entró con él en el paraíso. Por consiguiente, es
preciso seguir a Cristo, unirnos a Cristo. «Mi bien está en unirme a Dios» (Sal 72,28),
dice la Escritura; «a ti se une mi alma, tu diestra está sobre mí» (Sal 62,9). «El que se
une al Señor, se vuelve un solo espíritu con él» (1 Cor 6,17): no sólo un cuerpo, sino
también un solo espíritu. Del espíritu de Cristo vive todo su cuerpo. A través del cuerpo
de Cristo llegamos al espíritu de Cristo. Procura estar en el cuerpo de Cristo con la fe, y
algún día serás un solo espíritu con Cristo. Ya estás unido al cuerpo con la fe, y con la
visión te unirás también al espíritu.
«Te pido -dice Cristo- que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en
ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que
tú me has enviado» (Jn 17,21). He aquí la unión por la fe. Y poco después: «A fin de
que también ellos sean perfectos en la unidad y el mundo lo sepa» (17,23). He aquí la
unión a través de la visión (Guigo II, «Meditazione decima », en 11 Cristo, vol. IV,
Florencia-Milán 1991, 291-293). www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Tú sígueme» (Jn 21,22b).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
No hay lectura espiritual. www.santaclaradeestella.es
A Juan, a quien en el resto del evangelio se le define siempre como «el otro discípulos»
o «el discípulo al que Jesús más amaba», al final del evangelio se le proclama «el
discípulo que permanece », con un verbo -ménein, «permanecer»- muy querido por el
mismo Juan, porque es capaz de expresar una realidad espiritual muy profunda.
«Seguir» y «permanecer» parecen ser en Juan los dos verbos de la vocación y de la vida
cristiana. Si el seguimiento es un trabajo, morar es un arte, un arte de amar; más aún,
el ars amandi por excelencia. Cuando la relación con el Maestro y Señor es tan profunda
que se vuelve estable, entonces ya no es exterior, ya no es superficial ni frágil; cuando
ya no tiene necesidad de muchas palabras, entonces se da el «permanecer». Si alguien
se arraiga, si alguien permanece de manera estable en la Palabra del Señor, si no es una
persona que fluctúa al son del viento, inestable, indecisa, y tiene una relación cierta con
Jesús, que es la verdad, entonces conocerá también la libertad, la gran libertad de los
hijos de Dios. Juan afirma en el capítulo 15 que conservar la Palabra no sólo nos hace
permanecer como sarmientos en la vid, no sólo nos hace morar en Jesús, sino que el
morar se vuelve recíproco y Jesús mora en nosotros.
La modalidad de este morar, de esta reciprocidad estable, es la del morar del Padre en
el Hijo y del Hijo en el Padre, y del Espíritu en ambos: es la modalidad misma de Dios.
Precisamente por eso el morar es dinámico, es inagotable, es recíproco, es un misterio
nupcial. No es suficiente con el seguimiento: éste es el principio, pero morar es la
madurez. Precisamente por eso, en el cuarto evangelio todos los demás discípulos
abandonan a Jesús y huyen en el momento de la Pasión, pero Juan no: había pasado del
seguimiento al morar y estaba bajo la cruz. Juan es el discípulo que permanece, porque
permanecer es su vocación llevada a su fin. Juan permanece porque es el discípulo a
quien Jesús amaba más, pero, sobre todo, porque él amaba a Jesús permaneciendo,
aceptando permanecer en su amor, en su Palabra, sin desear otras palabras ni otros
amores. El gran sueño del discípulo al que Jesús amaba es el agapé, es la caridad, y por
eso permanece, y permanece por la Palabra de Jesús: «Yo quiero que permanezcas -le
dice Jesús- hasta que yo vuelva», para que el amor tenga una memoria vivida, repetida,
dinámica, hasta la epifanía de la caridad en el día del Señor (E. Bianchi, Amici del
Signore, Turín 1990, 194-198, passim). www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
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✞ ✞ ✞ Profesión de Fe
Jesucristo, el Señor, intercede por nosotros ante el Padre. Oremos llenos de confianza.
- Para que envíe al Espíritu Santo sobre la Iglesia, sobre el papa, los obispos, sacerdotes
y diáconos. Oremos.
- Para que envíe sobre todos los hombres su Espíritu de sabiduría y entendimiento, de
ciencia y piedad, de amor y temor de Dios. Oremos.
- Para que ilumine las mentes de los gobernantes y mueva sus corazones con la luz y la
fuerza del Espíritu de la verdad. Oremos.
- Para que todos lleguemos a formar, según el deseo de Jesús, un único redil, cuyo guía
y pastor sea Él. Oremos.
- Para que el misterio de Pentecostés sea para la Iglesia, no algo que ocurrió en el
pasado, sino una repetida renovación en el perdón, en la vida y en el amor de Cristo,
roguemos al Señor.
- Para que, por el poder del Espíritu Santo, seamos fieles a nuestra fe y a nuestro
compromiso por todo lo que Jesús nos enseñó, roguemos al Señor.
- Para que el Espíritu Santo siga re-creándonos de nuevo en el amor a Dios y en el amor
a los hermanos, roguemos insistentemente al Señor.
Te lo pedimos, Padre, por la mediación de tu Hijo que vive y reina contigo y el Espíritu
Santo por los siglos de los siglos.
3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)
✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas
*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Te pedimos, Señor, que la venida del Espíritu Santo prepare nuestras almas con los
sacramentos divinos, porque Él mismo es el perdón de todos los pecados. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Oh Dios nuestro, amoroso y fiel: En estos signos de pan y vino queremos celebrar la
memoria de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Por el poder del Espíritu Santo, haznos un
solo corazón y una sola alma en Él. Que nuestro amor, preocupación y cuidado de los
unos por los otros exprese una fe fuerte en la persona y en el mensaje de Jesús y den
testimonio de que Él vive en medio de nosotros y de que estamos unidos en el mismo
Jesús, nuestro Señor.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El
sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de
las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Plegaria Eucarística IV.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú
eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz
sobre toda luz.
Porque tú solo eres bueno y fuente de vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus
bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te
sirven siempre y te glorifican sin cesar.
• Señor Jesus, te doy gracias por esta oración. Te pido que me concedas la gracia para
cooperar activamente con todos mis actos en el cumplimiento de la misión que tienes
para mí. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz, las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita las alabanzas a Dios.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa;
es la transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el
Santísimo sacramento del Altar!
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de
Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen
del pueblo.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de
nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor.
a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a
cada persona de la tierra.
Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.
R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no
tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “Si yo quiero que él permanezca hasta que yo
vuelva, ¿a ti qué?»".
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la
comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)
d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Cf. Jn 16, 14
El Espíritu Santo me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará, dice el
Señor. Aleluya.
Asiente compasivo, Señor, a nuestras súplicas, para que, abandonada la vieja condición,
nos renovemos con el alma santificada, como nos has hecho pasar de los antiguos
sacramentos a los nuevos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios nuestro: En esta eucaristía Jesús nos ha alimentado con su palabra y con su
cuerpo. Permítenos ir con Él y tras Él en el viaje de nuestra vida; fuertes y confiados por
medio del Espíritu Santo, para que sepamos construir tú reino de amor y justicia, y para
que alcancemos nuestro destino de felicidad sin fin. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro
Señor.
4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.
✞ ✞ ✞ Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Reina del Cielo, alégrate, aleluya, porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
✞ ✞ ✞ Bendición
Hermanos: Que la Iglesia sea como un libro abierto en el que la gente pueda leer la
palabra de Dios. Que el Señor esté en nuestros corazones y en nuestros labios, para
que podamos proclamar dignamente su evangelio.
Para ello que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda
sobre nosotros y nos acompañe siempre.
R/ Amén
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.
✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16