Está en la página 1de 6

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define argumentación como “razonamiento

que se emplea para probar o demostrar una proposición o bien, para convencer a alguien
de aquello que se afirma o se niega”

Esta definición recoge los rasgos centrales del discurso argumentativo: Su doble carácter
demostrativo y persuasivo, con la salvedad que las demostraciones que contiene están
subordinadas a la intención de convencer.
El discurso argumentativo podría definirse, entonces, como género discursivo, cuya
intención comunicativa es persuadir al receptor de la validez o invalidez de un
planteamiento o punto de vista sobre una determinada materia.

Lo que se busca, por lo tanto, es la adhesión del destinatario, procurando inducir, rebatir o
reforzar ideas y creencias. En este sentido, la influencia que aspira a ejercer sobre los
receptores es de carácter ideológico.
La argumentación como estrategia discursiva está presente en el habla oral y en textos
escritos, en diferentes contextos y en distintos ámbitos del quehacer humano: Cada vez que
defendemos nuestro punto de vista en situaciones de carácter familiar o formal; cuando
intentamos demostrar, por ejemplo, que una medida disciplinaria es injusta o cuando un
profesional procura convencer a la gerencia de los beneficios que le reportaría invertir en
su proyecto, etc.
Asimismo, puede presentarse bajo la forma de diálogo o como discurso monológico, con un
emisor único. Cualquiera sea el caso, el receptor juega un rol preponderante en la
estructuración del discurso. Se trate del par con quien se interactúa, la audiencia para la
que se enuncia o un lector que se presupone, es siempre el factor que debe ser persuadido
para lograr el efecto que se espera. Refiriéndose a este aspecto Barthes señala que requiere
pensar el mensaje en función de su destino, según el humor de aquel cuya adhesión se
desea lograr.

En las sociedades contemporáneas, el discurso argumentativo cobra especial importancia


como expresión del ejercicio democrático. Los temas que aborda son polémicos y el autor
del discurso opera bajo el supuesto que su destinatario sustenta una opinión distinta a la
suya y debe, por lo tanto, ser persuadido.
A vía de ejemplo, un tema de los llamados “valóricos” que suscita intenso debate en nuestro
país es el tema de la eutanasia o formulado en términos menos drásticos, la muerte asistida.
Quienes están a favor de ella, proponen que constituye un ejercicio de la libertad de las
personas y sustentan sus argumentos en el derecho a una muerte digna. Por el contrario,
quienes la impugnan recurren al origen divino de los seres humanos, en virtud del cual la
potestad para resolver sobre el término de la vida humana sería privativa de Dios.

En la medida que el receptor o receptores tienen la opción de decidir con plena autonomía
si adhieren a los planteamientos del emisor o no lo hacen, e incluso tienen libertad para
rebatir sus argumentos, la relación entre ambos es simétrica.

La argumentación puede presentarse en editoriales periodísticas, artículos de opinión,


ensayos, tesis académicas, así como en los textos publicitarios y la propaganda.

Este tipo discursivo también está presente en los alegatos judiciales y en aquellas formas
de discurso dialógico asociadas al debate.
• La Retórica

En la tradición occidental, a partir de la cultura grecolatina, el discurso argumentativo


aparece vinculado a la retórica.
El filósofo griego Aristóteles expresa “Entendemos por retórica la facultad de conocer en
cada caso aquello que puede persuadir”. De esta afirmación se desprende que percibe esta
disciplina como argumentativa.
Siguiendo el pensamiento de este mismo filósofo, el emisor de un discurso argumentativo
debe ocuparse de qué dice, es decir, del tema, de cómo lo dice y de aquel a quien va
destinado el discurso, esto es, el receptor. En consonancia con lo anterior, los medios
persuasivos de que se dispone son el discurso, el carácter del emisor, esto es, su credibilidad
y las pasiones que pueden suscitarse en los destinatarios.
El discurso argumentativo se mueve, entonces, en dos dimensiones:

* Una dimensión lógica, orientada a convencer apelando a la racionalidad.


* Una dimensión sicológica, que se propone conmover, recurriendo a las emociones.

Esto se traduce, desde el punto de vista del desarrollo temático, en el carácter de los
argumentos que se presentan y en el modo cómo se disponen, es decir, su ordenamiento.
Por otra parte, a nivel del cómo – el mensaje- se expresa en la función poética del lenguaje,
en el uso de ornamentos que embellezcan y le otorguen mayor fuerza a lo que se dice:
Figuras literarias, expresiones enfáticas, recursos paralingüísticos, etc. La dinámica corporal
y la gestualidad también se asocian a la intención persuasiva.
• Elementos estructurales del discurso argumentativo
Si bien La retórica de Aristóteles define un conjunto más amplio de operaciones en la
construcción de un discurso argumentativo, los elementos mínimos indispensables de este
género discursivo son:

• Los argumentos probatorios


En el proceso de argumentación, el autor del discurso puede recurrir a distintos tipos de
argumentos:

*Argumentos que apoyan la tesis que defiende.

*Concesiones, en que aparentemente acepta en forma transitoria, uno o más


planteamientos de la tesis contraria.
*Refutaciones y Contra-argumentos, mediante las cuales rebate o invalida la tesis contraria
o alguno de sus elementos.

Como se ha dicho, el propósito de la argumentación es demostrar a otros la verdad de algo,


por lo que esta recurre a un conjunto de estrategias probatorias, entre las que se
encuentran.

Los datos objetivos: Por ejemplo, estadísticas sobre el número y carácter de los delitos para
demostrar el aumento de los robos con violencia; evolución del ingreso per cápita, en un
período de tiempo dado, como indicador de desarrollo de un país; distribución del ingreso
en los distintos segmentos de la población para probar la inequidad social, número de
viviendas básicas construidas, como testimonio de la preocupación social del gobierno, etc.

Relaciones causales: Se establecen relaciones de causa-consecuencia entre dos o más


situaciones. Por ejemplo, la ausencia de mano dura como causa del aumento de la
delincuencia; La depresión juvenil, el alcoholismo y la drogadicción como consecuencia de
la desintegración de la familia.

Definiciones, narraciones, descripciones, comparaciones: Estas formas discursivas, que


pertenecen al discurso expositivo, aparecen supeditadas a la intención persuasiva, por lo
que su finalidad última no es contar una historia o describir un paisaje, sino servirse de ellos
como elemento probatorio de una idea. Se relatan, por ejemplo, las vicisitudes de algunos
santiaguinos como consecuencia de las lluvias, para demostrar la mala calidad de las
viviendas sociales y de la infraestructura urbana; se cuenta la historia de una jefa de hogar
que superó la pobreza con la ayuda del programa Puente, como prueba de la eficacia de la
políticas sociales, se describe el deplorable estado de un humedal, como testimonio de la
ausencia de preocupación por el medio ambiente.

Pruebas de autoridad. Se recurre a la opinión de especialistas o se utilizan los resultados de


investigaciones científicas para demostrar, por ejemplo, el impacto de los pesticidas en la
salud de las personas y el aumento de las malformaciones durante el proceso de gestación.

Apelación a los valores. Se invocan verdades morales para defender un punto de vista. Por
ejemplo, se denuncian los anticonceptivos, porque interfieren con la fecundación y por
ende, con el desarrollo de la vida.

Ejemplo
Fuente:

Esta información fue tomada del material: Discurso argumentativo, de la PreUNAB

https://www.preunab.cl/clases/clase-7-discurso-argumentativo-y-discurso-publico/
Consultado: 7 de abril de 2021.

También podría gustarte