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El Decamerón

Dice Boccaccio que “sus cuentitos... no sólo han sido escritos por mí, un ginebrino y en prosa y sin
título, sino también en estilo humildísimo y remiso cuanto más es posible...” En efecto, idioma vulgar y
no latín, prosa y no poesía, estilo familiar y no solemne y pomposo.

Escrito entre 1348 y 1353. Está compuesto por cien cuentos agrupados en diez jornadas de diez
cada una. Con motivo de la terrible peste que diezmó a Europa en el año 1348 y alcanzó a Italia con tanta
virulencia como a los países vecinos, un grupo de alegres damas y corrompidos caballeros de la sociedad
florentina, deciden buscar en el campo un refugio contra el pestífero flagelo. Para entretener sus ocios,
además de dedicarse a los placeres que la gente refinada puede hallar en un mundo bucólico, acuerdan
asumir la obligación de referir cada uno de ellos diez historias que deberán consumir en una jornada, es
decir, un día.
Al decir del autor, quisiera ser este un libro que brinde alegría y deleite, sin embargo se inicia con
un cuadro espantoso de muerte.
Florencia y toda Italia, es asolada por la peste. Millares de seres mueren miserablemente. En los
sobrevivientes se extingue todo ánimo de piedad, todo cariño natural, todo freno de las leyes humanas y
divinas. Ante tal espectáculo de luto, agonía y crueldad, son dos las posturas que encuadran a un cristiano,
como Boccaccio quiere hacer creer que es. si es un santo, se substituye a los cobarde para asistir a los
enfermos y los moribundos. Este camino fue elegido por Beato Tolomeo, quien murió asistiendo a los
enfermos. Si es un escritor, extrae de esa visión un llamado a la eterna vida del alma, a la vida del perdón,
al problema de la salvación.
Este camino fue elegido por Jacopone, el cual describió el cadáver podrido y deshecho, para
recordarnos esa parte de nosotros que no muere.
Distinta es la conclusión y resolución de Boccaccio. Sus diez héroes resuelven huir de la ciudad
para establecerse en una campiña hermosa y allí divertirse: cantar, tocar, bailar y narrar cuentos. “En
Florencia la muerte ciega: mas nosotros platicaremos el amor, en Florencia no hay quien consuele e los
apestados y entierre a los cadáveres: mas nosotros nos regocijaremos en chistes y burlas; en Florencia
sólo se oyen gemidos y el aire hiede a carne en putrefacción, más nosotros escucharemos los acordes de
la viola e iremos a bañarnos en los límpidos lagos y tendremos estancia entre las flores perfumadas”.
Pampinea es la primera en hacer tan linda propuesta. Ni el pensar por los parientes muertos, ni la
caridad por los que quedan sirve para retenerlos. Pampinea, elegida reina de la primera jornada ordena
que ningún siervo doquiera que vaya, de cualquier sitio que vuelva, cualquier cosa oiga o vea, no nos
traiga de afuera ninguna noticia que no sea alegre. No sólo no quieren ver, sino que tampoco quieren
saber, a fin de que no sea perturbado su destierro.
En la vida del autor, la escena cambia. La comitiva de diez personas se reduce a una sola:
Boccaccio circundado por los fantasmas, las imágenes, los simulacros mentales; huye del contagio pero
está sólo. Solo con sus recuerdos, con la memoria de los rostros hermosos, solo con su nostalgia.
En Florencia mueren los que conoció y quiso, muere su hija de siete años; Violante. Se refugia n
un jardín que se le aparece en la fantasía, poblado por las amantes, que en realidad están dispersas y lejos,
quizá muertas, y se pone a contar sucesos de amor y de muerte.
El embrujo se desvaneció: los tres jóvenes protagonistas (que son él mismo en diferentes facetas)
son un hombre solitario y maduro; las siete jóvenes son espectro de un pasado próximo o remoto.
Boccaccio está solo en una fuga, una evasión, una tentativa de vencer la soledad con la reunión
imaginaria de las amadas, de vencer la tristeza de la marchita juventud con el espíritu de una fiesta idílica,
erótica y cómica.

La muerte

El Decamerón está también poblado de sepulcros. Boccaccio no pudo sustraerse a la obsesión de


las tumbas. Quería huir de la muerte y parece que se esforzó por evocarla continuamente, a menudo,
como consecuencia de ese amor, que debiera ser el alegre triunfo sobre la descomposición. Con toda su
voluntad de vivir y reír, no pudo disociar el amor de su hermana la muerte. En sus cuentos, el amor eleva
al suicidio, al asesinato, al estrago.
También en el alegre Boccaccio el amor es un dios, pero un dios terrible, que quiere víctimas
humanas. El motivo de la muerte hace suponer que el Decamerón no debe ser una sarta de cuentos
dolorosos y jocosos juntados al azar y sin un diseño general. Es un edificio orgánico, construído con
intención, siguiendo el esquema de una idea.

Rechazo a las leyes normas y principios.

El espíritu secreto del Decamerón es el rechazo a toda autoridad, el espíritu anárquico. La peste no
es sólo una premisa pavorosa destinada a justificar la evasión hacia el placer, sino también un
acontecimiento, destinado a rebajar los vínculos de las leyes, de las costumbres, de las conveniencias, es
decir, instaurar un régimen de libertad, propicio al desahogo de los instintos.
La peste es una coartada para la anarquía, no solo como lo manifestaba Pampinea toda costumbre
está sub vertida y cada uno hace lo que se le antoja, sino que los magistrados han desaparecido y toda ley
ha quedado en suspenso, la de Dios y la de los hombres. Toda autoridad es abolida.
Nadie advirtió como Boccaccio trata de socavar la autoridad civil presentada por los reyes príncipes
y jueces; empleando en el decamerón el escarnio.
Ridiculizando a príncipes, magistrados y curas, se quita del medio todo obstáculo. Un solo
obstáculo quedaba aún para el goce libre: el vínculo del matrimonio, sagrado desde la antigüedad,
sacramento de la iglesia, Boccaccio para debilitarlo emplea el escarnio.
En el Decamerón las víctimas más frecuentes para las sátiras son los maridos, los frailes y los
imbéciles. Casi todos los maridos son unos ciegos, tontos e ingenuos, grotescos y traicionados.
Rechaza las soluciones dadas por la iglesia católica: la castidad y el matrimonio. Desaprueba el
matrimonio y cubre de ridículo y compasión a los maridos. No supo mantenerse casto y no supo ser
marido, fue un adúltero que predicaba contra el matrimonio y un fornicados que difamaba a sus
cómplices.
La inmortalidad del Decamerón está confiada al arte y al realismo que hace de él un documento de
gran valor humano. Boccaccio presenta a los hombres tal como son en su mayoría y no como deberían
ser.
Parece que Boccaccio quiere enseñar que la virtud está más allá de la verosimilitud y fuera de toda
realidad.
El pecado es fácil, normal, natural; la virtud es tan sublime que es increíble. No es que Boccaccio
fuera de ánimo perverso y se propusiera desterrar del mundo toda moralidad, las dos pendientes de su
naturaleza: el pesimismo respecto al hombre y el ansia de goces amorosos lo llevaba sin que tuviera plena
conciencia de ello a una especie de ideal anárquico.
El mundo del Decamerón parece agradable y alegre, es un mundo sin Dios. Boccaccio tiene una
moral propia implícita, fundada sobre la indulgencia, la sonrisa, el dejar hacer. Hay una simpatía profunda
por el ideal romántico novelesco de la pasión soberana y del hombre que sirve a la mujer para llegar a
servirse de ella.
Lo único que tenía valora sus ojos era la mujer y la poesía. La humanidad a la que no estimaba le
daba curiosidad e imaginación, le permitió darnos una representación rica y colorida, llena de figuras
vivas, animada por distintas pasiones, entrelazadas por figuras patéticas y grotescas.
El que está descontento con los demás, está descontento con sí mismo y el descontento procede de
la inquietud que reina en los espíritus antinómicos.

El amor

Los cuentos tienen por sí mismo vida propia y completa, aunque el tema central es el amor, el amor
pasional y tormentoso, la musa de Boccaccio lo amplía hasta dar con la vida en sus formas más múltiples
y variadas. El amor y el culto a la inteligencia representan la fuerza de la pasión, ya aceptada con
responsabilidad plena, ya con irresponsabilidad amparada en falsedades por un lado, y por otro, la
contemplación de los diversos gradaos que puede alcanzar el intelecto del hombre desde la astucia
instintiva hasta la caballeresca.
Los defectos capitales, el egoísmo, la necedad humana, tan utilizada por el hombre astuto para
conseguir sus propósitos, están vistos desde la altura del hombre sabio que se ríe, cínicamente de ambos.
La inspiración amorosa trata de ahondar hasta lo más hondo el juego de los sentidos, de los
sentimientos y de los instintos. De ahí que unas veces necesite relatos eróticos y la brutalidad sensual
como argumento. El amor para Boccaccio no es tan limitado como los siglos lo han visto. Se trata de una
pasión realista, humana la más de las veces noble, capaz de mejorar la rudeza natural del hombre que la
siente y de refinar sus sentidos aunque éstos sean su principio. De ahí que algunas pasiones conduzcan a
las grandes figuras de mujeres enamoradas que pinta Boccaccio, a la beatitud, a la locura, al heroísmo, a
la desesperación. Figuras trágicas en la que se encarna la plenitud de la vida y la inteligencia que el
escritor llama “grandeza del alma”. Como la mujer de Guglielmo de Rossiglione que obliga a su marido a
comer el corazón de su amante y se arroja luego por su ventana. Como Gishmonda de Gisalermo, que
cuando su padre ha dado muerte al escudero de quién está enamorada y recibe su corazón en una copa
bebe el agua envenenada que hecha en ella para morir.
Hay otras figuras que resultan víctimas de la fuerza terrible del amor en su choque contra el
destino. Así las de Simona, Andreuola y sobre todo Isabetta de Messina, cuya mórbida pasión es destruida
por sus hermanos al matar a su amante; éste se le aparece en sueños y le indica el lugar donde se halla
enterrado; desentierra la cabeza a escondidas y la pone en una maceta de albahaca; sobre la que llora
largamente todos los días hasta que sus hermanos se la quitan causando su muerte por dolor.
El programa de Boccaccio era el amor libre, ni castidad ni bodas: anarquía absoluta también en la
vida sexual. En sus cuentos el amor lleva al suicidio, al asesinato, al estrago.

Estructura

Proemio: Siente compasión por los afligidos, ya que él fue uno de ellos y recibió consuelo; siendo
muy joven se había enamorado de una mujer de alta condición y sufrió mucha, no por la crueldad de la
mujer sino porque estos sentimientos se manifestaron en su mente con mucha violencia y no se sentía
satisfecho. El consuelo de sus amigos lo llevó a no morir.
Aquél (Dios) se apiadó de él, con el tiempo estos sentimientos se fueron atenuando y se
convirtieron en un recuerdo agradable.
Siente eterno agradecimiento por aquellos que se apiadaron de él y lo escucharon. el
agradecimiento es una de las virtudes más importantes y por eso él ha decidido ser útil.
Agradecimiento que quiere dar más a las lindas mujeres que a los hombres, ya que ellas por
vergüenza o por temor, deben esconder lo que sienten y están sujetas a la tiranía del padre o del esposo y
deben permanecer encerradas. Esa ociosidad la lleva a tener pensamientos que son agradables, en cambio
el hombre tiene más libertad, puede salir y alejar así el pensamiento enojoso. Por eso Boccaccio sale en
socorro de aquellas que padecen amores y les cuenta estas historias.

El marco: El pretexto al que acude Boccaccio para situar el principio de su obra en un medio
rodeado de circunstancias tan dramáticas como lo es la ciudad de Florencia, víctima de una epidemia que
se lleva a la tumba a una buena parte de sus habitantes, derivando enseguida la acción a un lugar alegre,
placentero, está revestido de grandeza y originalidad; el marco narrativo que emplea el narrador encuadra
y liga entre sí los distintos relatos, dando al esquema un sentido arquitectónico propio de la retórica
medieval, perfectamente ensamblado.
Cada jornada va precedida de un breve preámbulo o introducción; y termina con las disposiciones
del día siguiente y las canciones aludidas. Éstas aunque raras veces tienen valor poético autónomo, se
hallan a medio camino entre el idealismo estilnovístico y el refinamiento de la lírica juglaresca, apoyada
en la música.
La obra puede dividirse en cuatro partes. Mientras en la jornada primera y novena el tema es libre,
en las restantes, los narradores han de ajustarse a un tema obligado , que depende del presidente de turno
para la reunión.
-Primera parte: compuesta de una sola jornada:
*Primera jornada: se proponen algunos temas que se repetirán a menudo: crítica a la religión y
crítica a la avaricia.

-Segunda parte: (desde la segunda hasta la quinta jornada). Predomina el tema de la Fortuna con
sus variaciones y vicisitudes. Al mal le sigue el Bien.
*Segunda jornada: aquí los relatos versan sobre los motivos de quien, por diversas cosas infestados,
llega más allá de su esperanza a diversas cosas.
*Tercera jornada: la Fortuna (ayudada por el ingenio) favorece a los enamorados; de quien con
industria logra la cosa deseada o recobra la pérdida.
*Cuarta jornada: el amor lleva a la muerte; de aquellos cuyos amores tuvieron desventurado fin.
*Quinta jornada: de lo que a cada amante, tras desdichados accidentes, felizmente puede ocurrir.

-Tercera parte: (de la sexta a la novena jornada) contiene el triunfo del ingenio.
*Sexta jornada: ejemplos de prontitud y argucia de palabra; de quien con una frase aguda sale de
apuros con una oportuna respuesta o con perspicacia evita pérdidas, peligro o vergüenza.
*Séptima jornada: de las burlas que las mujeres por amor o para su propia salvación, hacen a sus
maridos dándose éstos cuenta o no.
*Octava jornada: de las burlas que incesantemente hacen las mujeres a los hombres o los hombres
entre sí.
*Novena jornada: es de tema libre.
- Las jornadas séptima, octava y novena: de cómo se engñan con la astucia y se burlan a hombres y
mujeres.

Cuarta parte: Compuesta por una sola jornada.


*Décima jornada: de quien haya hecho algo, espléndida o magníficamente en asuntos de amor o de
otra cosa. Esta última parte es alho así como una réplica a la primera. En la primera se atacaba a los
religiosos y en la décima se alaba a un abad y a un pontífice; en la primera hacían un triste papel los reyes
y en la décima se nos presentan ejemplos de magnánima liberalidad.

Personajes narradores del marco.

Boccaccio logró singulares aciertos en los retratos; casi todos los consigue con pocos trazos y sin
embargo nos presenta a una criatura que en seguida se ve de cuerpo entero y ya no se olvida.
A veces los retratos dan solamente los rasgos exteriores, otras el carácter y el temperamento o
mezclan ambos elementos.
Siempre en Boccaccio hay exageración al describir lo bello como lo deforme, pero sin exageración
no hay un arte vivo sino un inventario.
Los protagonistas de los relatos boccaccianos viven en una atmósfera cuajada de realidad y limitada
a un mundo concreto. En ocasiones, el personaje está por encima de un ambiente trazado en cuatro
pinceladas; otras, está metido de lleno en él, captando las relaciones de la psicología humana en contacto
con la naturaleza.

Jóvenes: Los tres representan tres facetas boccaccianas.


- Pánfilo: preside la décima jornada. es el amante afortunado; alcanza el amor total.
- Filóstrato: es el amante traicionado y desesperado. Preside la cuarta jornada que cuenta
amores traicionados y desdichados.
- Dióneo: es el gozador sin prejuicios, siempre alegre. Pide y se le concede libertad
absoluta a la hora de elegir el asunto de sus cuentos. Preside la séptima jornada.
Ésta es quizás la encarnación más acertada del carácter jovial del autor.
Doncellas: los caracteres femeninos siguen las mismas reglas.
Pampinea: es la que cuenta más años, sin llegar por ello a la madurez. Prudente, serena, enamorada
y correspondida. Es elegida reina de la primera jornada.
Filomena: sabia y discreta, pero llena de deseo fogoso. Preside la segunda jornada.
Elisa: Adolescente amargada, esclava de un violento y doloroso amor. Preside la sexta jornada.
Neifile: Es muy joven; ingenuamente lasciva. Preside la tercera jornada.
Lauretta: es la amante llena de celos. Preside la octava jornada.
Emilia: Preside la novena jornada.
Fiametta: Goza de un amor correspondido pero teme que se lo arrebaten, siempre en guardia para
no perderlo.

Las mujeres en Boccaccio

Aciertos admirables tiene Boccaccio en los retratos femeninos, tanto en los de las mujeres que
admira como en los de las ridículas y feas.
Célebre el de Fiametta, pintada por él más de una vez en distintas obras. Es la hija del rey, la dama
de lujo.
Isabetta es la burguesa sencilla, menos agraciada pero más sabrosa. Fiametta está hecha para la
admiración, Isabetta para el deseo.
Mejores aún que los retratos decorativos y sensuales le resultan los despreciativos y burlescos, más
caricaturas que retratos. Se siente que a tales mujeres Boccaccio las conoció y observó, aunque se
divierta, por malicia o por conseguir mayor efecto, tiende a exagerar o a hacerlas más repulsivas de lo que
en realidad son.
Según algunos críticos, las mujeres son, las que Boccaccio mayormente quiso en su vida. Fueron
reconocidas cinco de ellas. Pampinea fue la napolitana que fue la primera en concederle amor. Fiametta es
la inolvidable María de Aquino; Emilia es aquella emiliana a la que Boccaccio amó en Florencia después
de su retorno. Elisa es la Lisa que Boccaccio cantó en la “Amorosa Visione”. Lauretta es la monja
benedictina. Todo nos induce a creer que son mujeres amadas por el poeta y ocultas bajo nombres
simbólicos. Que son todas personas reales fue manifestado por el mismo Boccaccio.
La razón del pesimismo de Boccaccio se debe buscar en el profundo conflicto de su vida erótica.
Nadie amó las mujeres más que él ni nadie las odió más. No las odió porque las amara demasiado, sino
por un antagonismo irreconciliable entre el sentido y el intelecto. aquel que desde la juventud buscó el
amor de las mujeres, lo gozó y se deleitó en narrar y escribir con indulgencia maliciosa; las bellas
picardías, las voluptuosas gestas de los amantes, es el mismo que escribió después las agrias invectivas
contra mujeres.
En el Decamerón no existen verdaderas diatribas, sino una que otra censura, sin embargo, las
mujeres que figuran en los cuentos, excepto unas pocas, son prostitutas, rufianas, adúlteras, bobas o
crueles diabólicas.
Durante toda su vida ensalzó el amor y censuró a las mujeres. El amor que predomina en él no es el
de los stilnovistas, contemplación de una criatura intangible, sino todo lo contrario. Boccaccio ama en las
mujeres la carne y aborrece todo lo demás. No la adora, la posee. La desea con el cuerpo y la sangre y la
condena con el intelecto y la razón.
Boccaccio con las mujeres actúa como un sátiro y habla como un padre de la iglesia. Este contraste
lo lleva a rechazar las dos soluciones ofrecidas por la iglesia católica: la castidad y el matrimonio.
Uno de los problemas que el decamerón se propone cómo resolver es cómo conquistar a las
mujeres. Enseña que a veces con ruegos, con adulación, con la adulación o con el dinero, pero más a
menudo con el engaño, la estratagema, el fraude.
Boccaccio es el maquiabelo de la alcoba. el autor del Decamerón expone el arte adecuado para
gozar y tomarse las mujeres de otros.
A veces, más que sátira hay complacencia y glorificación del engaño bien realizado, que demuestra
superioridad de ingenio; con finalidad perversa. es una cosa digna de alabanzas afinar el intelecto para dar
placer a la carne. La mentira, la voluntad débil y la lujuria encuentran en Boccaccio un apologista.

Cuentos

Decamerón: deca (diez) hemera (día). Boccaccio es el primer escritor que tiene el valor de llamar a
las cosas por su nombre, en lenguaje vulgar al que eleva a la categoría de estilo literario.
El Decamerón está compuesto por diez cuentos agrupados en diez jornadas de diez cada una.
El mismo Boccaccio afirmó que sus cuentos están escritos en un estilo humildísimo, sin embargo
no es cierto que su estilo sea siempre humildísimo. A pesar que sus cuentos se presten raramente a la
oratoria, sabe ser agudo e ingenioso razonador y logra elevarse a veces hasta la elocuencia. En las
descripciones de la naturaleza y de las personas jóvenes el arte de Boccaccio se manifiesta felizmente
dueño: limpias, gentiles, sencillas aéreas, diseñadas con luz pura. Están hechas casi siempre, con pocas
palabras, bien elegidas, apropiadas dispuestas con tanta gracia y de sonido tan sobrio y delicado que
encantan aun hoy a pesar de haberse vuelto lugares comunes de la literatura de segunda mano. Retrata
siempre de días hermosos, campiñas soleadas, fresca juventud: alegría de vivir, pulcritud de formas, dulce
hálito de poesía primaveral.
A continuación se presentan los principales cuentos de las diez jornadas:

Primera jornada: presidida por Pampinea, deja en libertad la narración de cada uno de los
narradores.
Quinta historia: la historia de la marquesa de Monferrato que reprime con una comida sólo de
gallinas y mediante unas graciosas palabras el desatinado amor del rey de Francia.
Décima historia: la de Maese Alberto, de Bologna que de manera honesta hace avergonzarse a una
mujer que, a su vez, quería que él se avergonzara de haberse enamorado de ella.

Segunda jornada: presidida por Filomena; aquí los relatos versan sobre los motivos de quien, por
diversas cosas infestados, alega más allá de su esperanza, a feliz desenlace.
La primera historia: de Martellino, el cual, fingiéndose paralítico, hace ver que sana gracias a San
Arrigo; descubierto el engaño; recibe una paliza, es apresado y está a punto de terminar sus días en la
horca.
La sexta historia: de la señora Beritola, que habiendo perdido a sus dos hijos, es hallada en una isla
y marcha luego a Lunigiana, donde uno de ellos, que estaba al servicio del rey de la región, es apresado
en la cama de una de las hijas de éste. Cuando Sicilia se revela contra el rey Carlos, el hijo de beritola es
reconocido por su madre y se casa con la hija del señor, encontrando también a su hermano.
Séptima historia: del sultán de Babilonia que envió a una de sus hijas a tomar por marido al rey de
Garbo; la muchacha, tras diversas aventuras, permanece durante cuatro años en manos de diversos
hombres y recorriendo diversos lugares, hasta que por fin, habiendo sido devuelta a su padre como
doncella, logra casarse con su antiguo prometido.
Décima historia: de Paganino de Mónaco, que rapta a la mujer de messer Ricardo di Chinzica, el
cual, conocedor del lugar en que se esconden, va allí, se hace amigo de Paganino; pidiéndole que se la
devuelva. A su petición el raptor accede a condición de que ella así lo quiera. Pero la mujer prefiere
esperar la muerte de su marido para casarse con Paganino.

Durante la tercera jornada bajo el reinado de Neifile, se relatan algunas historias muy conocidas. La
fortuna ayudada por el ingenio favorece a los enamorados; de quien con industria logra la cosa deseada o
recobra la pérdida.
Primera historia: de Massetto de Lamporechio; que fingiéndose mudo hortelano de un monasterio
de monjas, consiga que todas acudan a yacer en su camastro.
Segunda historia: un palafrenero yace con la mujer del rey Ailulf, quien al conocerlo, le descubre y
corta el pelo; el palafrenero se lo corta a su vez a otros, con lo que escapa del castigo que le esperaba.
La sexta historia: sobre Ricciardo Minutolo, enamorado de la mujer de Fillipello Sighinolfo;
sabiendo que es celosa, le demuestra que su marido va a encontrarse al día siguiente con su propia esposa
en una casa de baños; así consigue que ella vaya y, creyendo haber estado con su marido, se encuentra
con que ha yacido en los brazos de Ricciardo.
Séptima historia: nos presenta a Tedaldo que, rechazado por su amante, marcha dee Florencia para
volver vestido de peregrino; habla con la mujer haciéndole reconocer su error, salva de la muerte al
marido, al que acusaban de haberle matado al partir sin avisar a nadis, lo reconcilia con sus hermanos, y
luego, prudentemente, se entrega a gozar de los favores de su amada.
Octava historia: la de Ferondo, que tras ingerir ciertos polvos es dado por muerto y enterrado; un
abad que goza de los favores de su mujer, lo saca de la sepultura y lo encierra; haciéndole creer que se
halla en el purgatorio; tras la obligada resurrección; Ferondo tiene que criar como suyo a un hijo que su
mujer tuvo con el abad.
Novena historia: el abad de Giletta que cura al rey de Francia en una fístula y pide por marido a
Bertrand de Rosellón. El noble ante las exigencias del rey se casa con ella, la desprecia y marcha a
Florencia donde corteja a una joven; en el instante de yacer con él, Giletta ocupa el puesto de la cortesana
y tiene dos hijos, con lo que Bertrand acaba por enamorarse de ella.

La cuarta jornada, presidida por Filostrato narra amores con fin desdichado; el amor lleva a la
muerte. De aquellos cuyo amor tuvo desventurado fin.
Segunda historia: Fray Alberto hace creer a una joven que el arcángel san Gabriel está enamorado
de ella, con lo cual consigue yacer varias veces con ella; temeroso de sus parientes, salta una noche de la
casa por una ventana y se oculta en la mansión de un pobre hombre que, al día siguiente, lo lleva a la
plaza disfrazado de salvaje. Reconocido por otros frailes hermanos suyos, es apresado y encarcelado.
La tercera de las historias es la más terrible de la serie. Tres jóvenes aman a tres hermanas y huyen
con ellas a Creta. La mayor mata por celos a su amante. La segunda, entregándose al duque de Creta salva
de la muerte a la primera, siendo a su vez muerta por el amante de aquélla; del crimen son acusados el
tercer amante y la tercer hermana, que hechos prisioneros acaban confesándose culpables ante el temor de
ser condenados a muerte; corrompen luego con dinero a sus guardianes y huyen a Rodas en donde
mueren en la mayor miseria.
Sexta historia: Andreuola enamorada de Gabriotto, a quien cuenta un sueño que ha tenido;
mientras Gabriotto le cuenta uno suyo, muere de repente entre los brazos de la joven. Con la ayuda de una
criada; Andreuola lleva el cadáver a casa, pero es detenida por la justicia. El corregidor pretende forzarla.
Conocedor del caso el padre de la joven y demostrada su inocencia, logra que la ponga en libertad; la
joven, negándose a continuar viviendo en el mundo se hace monja.
La séptima historia es conmovedora: Simona ama a Pasquino y los dos se encuentran en un jardín
donde el joven se frota los dientes con una hoja de salvia que le producen la muerte. Prenden a Simona, y
la muchacha, al querer demostrar al juez cómo murió su amado, se frota los dientes con otra hoja hasta
morir.
Décima historia: aquí se nos relata la historia de la mujer de un médico que mete a su amante,
narcotizado con opio, en un arca que dos usureros se llevan a su casa con cuanto contiene. El amante
despierta y es prendido por ladrón, pero la criada da la mujer cuenta a la justicia cómo fue ella quien lo
metió en el arca que se llevaron los usureros, con lo que él escapa a la horca siendo condenados los
prestamistas por el robo del arca, a pagar una multa.

La quinta jornada está presidida por Fiametta y versa sobre amantes que tras diversas peripecias
lograron un desenlace feliz; de lo que a cada amante tras desdichados accidentes, finalmente puede
ocurrir.
La primera historia: trata sobre el amor que hace a Cimón inteligente y lo impulsa a raptar a su
amada Ifigenia en el mar, siendo hecho prisionero en Rodas, de donde lo libera Lisímaco. De acuerdo con
él raptan a Ifigenia y Casandra el mismo día que éstas celebran sus bodas, huyendo todos a Creta, desde
donde casándose con ellas, regresan a sus respectivas patrias.
La tercera historia: Pietro Boccamazza huye con Agnollella y se encuentran con unos ladrones; la
joven en su huida, atraviesa un bosque y va a dar a un castillo. Pietro es hecho prisionero y logra escapar
de las manos de los ladrones, yendo a parar al mismo castillo en que se encuentra su amada con la que se
casa.
Sexta historia: Gianni di Procida es sorprendido con una joven a la que ama, perteneciente al rey
Federico. Condenado por ello a ser quemados vivos juntos, le atan a un poste pero reconocido por
Ruggeridell Oria, escapa de la muerte y se casa con la joven.
Octava historia: Nastagio degli Onesti, enamorado de una joven de familia Traversari, gasta su
fortuna sin conseguir que su amor sea correspondido. A ruego de los suyos marcha a Chiasi, donde ve
cómo un caballero persigue y acosa a unna joven, a la que mata y luego es devorada por dos perros.
Entonces invita a comer a sus parientes y a los de su amada, la cual ve también la misma escena de la
joven despedazada por los perros, y temiendo que pueda ocurrirle lo mismo, acepta a Nastagio por
marido.
Décima historia: Pietro di Vinciolo sale a cenar fuera de su casa, y mientras tanto, su mujer invita a
un joven al que cuando regresa el marido obliga a esconderse debajo de una cesta de pollos. Pietroi le
cuenta que en casa de Escorlano, con quien ha cenado, había un joven invitado por la mujer de aquél. La
esposa de Pietro reprueba la conducta de la de Escorlano; por desgracia, un borrico pone una de sus patas
sobre los dedos del joven escondido bajo la cesta. Al grito, acude Pietro que, al ver al joven, conoce el
engaño de su mujer, con la que acaba por continuar viviendo en paz, víctima de sus inclinaciones
homosexuales.

La sexta jornada está presidida por Elisa y trata de quienes siendo provocados y reaccionando con
una frase oportuna, una contestación rápida o una agudeza, supieron evitar una pérdida, eludir un peligro
o hacer callar a un maldiciente.
Séptima historia: narra de la señora Filippa, que sorprendida por su marido con un amante es
acusada ante la justicia, y con pronta y atinada respuesta se libra de ser condenada y hace que se
modifique la ley.

La séptima jornada; bajo el reinado de Dioneo, versa sobre las tretas y burlas que por amor o por
salvarse, juegan las mujeres a sus maridos sin que éstos se den cuenta o dándosela.
Segunda historia: Peronella esconde a su amante en una tinaja cuando su marido vuelve a casa y al
decirle éste que la ha vendido, ella le contesta que ya lo había hecho ella antes a otro que se ha metido en
su interior para ver su solidez, con lo que el amante sale de la tinaja y se la lleva a casa con toda
tranquilidad.
Tercera historia: Fray Rinaldo yace con su comadre y es sorprendido por el marido en la habitación;
ambos le hacen creer que estaba exorcizando de lombrices al hijo del matrimonio.
Cuarta historia. Trofano deja una noche a su mujer fuera de casa, y ella, no pudiendo convencerle
con sus ruegos para que le abra, finge que se tira a un pozo, al que arroja una gruesa piedra; Trofano sale
y acude corriendo mientras ella entra y le deja fuera.
Quinta historia. Un celoso, haciéndose pasar por sacerdote, confiesa a su mujer; la cual,
reconociéndolo, le dice que ama a un cura al que recebe en su casa todas las noches; y mientras el marido
acecha oculto en la puerta, ella hace entrar a su amante por el tejado y se solaza con él.
Octava historia: un marido siente celos de su mujer, y ella se ata por las noches un cordoncillo a un
dedo para saber cuándo llega su amante. El marido lo advierte y cuando le persigue, la mujer mete a otra
en la cama; el marido llega, la golpea y le corta las trenzas yendo luego a avisar a los hermanos, los
cuales al ver que no es cierto lo que les cuenta, lo llenan de improperios.

La octava jornada, presidida por Lauretta; versan sobre las burlas que continuamente hacen las
mujeres a los hombres o los mismos hombres entre sí.
Primera historia: Gulfardo recibe dinero prestado de Guasparruolo por igual cantidad que aquél
había concertado con la mujer de éste para yacer con ella, a la que le da el dinero. Luego, en su presencia,
le dice a Guasparruolo que el dinero que le debe se lo ha dado a su mujer, que afirma ser cierto.
Tercera historia: Calandrino, Bruno y Buffamalco van por el llano de Mugnone en busca de la
piedra heliotropo. Calandrino cree haberla encontrado, volviendo a su casa cargado de piedras; su mujer
le regaña y él, enojado, la golpea. Luego cuenta a sus compañeros los que éstos saben mejor que él.
Séptima historia: un hombre de estudios ama a una mujer viuda, la cual, por estar enamorada de
otro, le hace pasarse una noche de invierno esperándola sobre la nieve; pero más tarde ella le pide ayuda y
él le aconseja, de suerte que a mitad de juliole hace estarse todo un día desnuda en lo alto de la torre,
expuesta a las moscas, a los tábanos y al sol.
Octava historia: dos hombres son íntimos amigos; uno de ellos se hace amante de la mujer del otro,
y éste que lo advierte, se pone de acuerdo con la otra esposa para encerrarle en un cofre sobre el cual, y
estando aquel dentro, el amigo yace con la mujer del primero.
Décima historia: una siciliana roba habilísimamente a un mercader todo cuanto éste ha llevado a
Palermo, y él , fingiendo que volvía con muchas más mercancías que la primera vez le saca a la joven el
dinero dejándole a cambio agua y estopa.

La novena jornada, presidida por Emilia, es de tema libre y cada uno trata en ella lo que más le
agrada.
Primera historia: Francesca es amada por Rinuccio y por Alessandro, pero ella, que no ama a
ninguno de los dos, hace meterse al uno en la tumba, como si estuviese muerto y que el otro vaya a
desenterrarlo; sin que ninguno de los dos logre dar cima a su empresa, con lo que se desembaraza de ellos
hábilmente.
Segunda historia: una abadesa se levanta apresuradamente y a oscuras para sorprender en el lecho a
una monja que le había sido denunciada por yacer con su amante; más estando ella a su vez con un cura,
se cubre la cabeza con el velo, viendo lo cual la monja acusada se lo hace notar, quedando así en libertad
para solazarse a gusto con su amante.
Quinta historia: Calandria se enamora de una joven y Bruno le confecciona un talismán con el que,
al tocarla, hace que ella le siga; pero siendo descubierto por su mujer, tiene con ella una gravísima y
enojosa escena.
Sexta historia: dos jóvenes se alojan en un mesón y uno de ellos se acuesta con la hija del
mesonero, mientras que la mujer lo hace, sin darse cuenta del error con el otro; el que había estado con la
hija se acuesta luego junto al padre, al que cuenta todo creyendo que habla con su compañero. La mujer;
al advertir lo ocurrido va a acostarse junto a la hija y tiene que poner fin a las disputas originada entre el
mesonero y los huéspedes.
Séptima historia: Talano de Imolese sueña que un lobo destroza toda la garganta y el rostro de su
mujer; le dice a ésta que se cuide de los lobos, pero ella no hace caso; al día siguiente un lobo la ataca y
suceden las predicciones del marido.
Novena historia: dos jóvenes piden consejo a Salomón; el uno, sobre cómo hacer para ser amado, y
el otro, sobre cómo castigara a su arisca mujer: al primero le responde el rey que ame él, y al segundo,
que vaya al Puente de los Gansos.
Décima historia: Messer Giovanni, a instancias de su compadre Pietro, hace un conjuro para que la
madre de éste se convierta en yegua; y llegando el momento de aplicarle la cola, el compadre Pietro dice
que no la quiere con cola con lo que hecha a perder el hechizo.

La décima y última jornada, presidida por Pánfilo, trata acerca de quienes se portan liberal y
magníficamente en torno a hechos de amor o de otra cosa.
Cuarta historia: messer Gentil de Carisendi, llega a Módena, saca de su sepultura a una mujer
amada por él y a la que habían inhumado como muerta. Tras reconfortarse, la dama da a luz a un niño, y
messer Gentil se la devuelve con la criatura al marido, Nicoluccio Caccianemico.
Sexta historia: el rey Carlos el Viejo, victorioso, se enamora de una jovenzuela, y avergonzado de
su loco pensamiento, casa honestamente a la muchacha y a su hermana.
Historia séptima: el rey Pedro de Aragón, enterado del ferviente amor que le profesa Lisa, enferma,
la sana para casarla luego con un noble mancebo; después de besarla en la fente se titula por siempre
caballero suyo.
Octava historia: Sofronia, que se cree esposa de Gisippo, lo es de Tito Quinzio Fulvio, con el que
va a Roma a donde llega Gisippo en la miseria; suponiéndose despreciado por Tito, asegura que ha
matado a un hombre con objeto de morir. Tito le reconoce y para salvarlo, se achaca la muerte. El rasgo
conmueve al matador que se auto denuncia. Octavio pone en libertad a todos, dando tito su hermana por
mujer a Gisippo y repartiendo con él sus bienes.
Novena historia: bajo un disfraz de mercader, saladito es obsequiado por messer Torillo. Se
organiza después una cruzada y messer Torelo da a su mujer un plazo para casarse de nuevo si no vuelve;
cae prisionero y para amaestrarle sus pájaros, se pone en contacto con el sultán que le reconoce y se da a
conocer también. Enfermo es transportado por arte de magia en una noche a Pavía, a donde llega cuando
se celebran las segundas nupcias de su mujer que termina yéndose a casa con él
La última historia del decamerón nos relata la aventura del marqués de Saluzzo, que inducido por
sus vasallos a apoderarse de una mujer para tomarla a su manera, rapta a la hija de un villano, de la que
tiene dos hijos. Tras hacerle creer que lo ha matado, la arroja de su lado. Por último le toma cariño y la
reintegra al palacio, lo mismo que a sus hijos.
Conclusión.

Prescindiendo de las inverosimilitudes y de ciertos errores geográficos e históricos que se advierten


en algunos de sus cuentos, a Boccaccio le cabe el mérito de haber sido el primer autor que ha descrito la
vida tal como es, aportando la imagen natural, exacta de los hombres y de las cosas, sin valerse de
símbolos, de figuras mitológicas ni de auxilio de la zoología para la aplicación de moralejas. Este autor
rompe de un solo golpe con los moldes clásicos que hasta entonces habían inspirado y nutrido la literatura
contemporánea, creando un estilo nuevo, donde el narrador se sitúa objetivamente para decir con sencillez
lo que ven sus ojos y lo que intuye con su intelecto, usando un lenguaje natural, corriente, el que hablan
los hombres en su casa y en la calle, pero limado, refinado por el talento y el buen gusto.
Las aventuras de los personajes del libro han sido comentadas y reídas desde su aparición en el
siglo XIV, hasta el punto de considerarlo el libro europeo más difundido a lo largo de los años. Durante
muchos años, los autores de todas partes se servían de él para escribir fábulas, novelas y obras teatrales.
La influencia se deja sentir en toda la producción literaria del renacimiento y de la época moderna. Si la
Divina Comedia, cierra el ciclo clásico, al Decamerón le corresponde el honor de haber abierto el camino
de la era literaria que aún pervive, pues resulta ser una gran obra de poesía, y no una especie de diversión
cínica. Rica en elementos elegíacos, trágicos, grotescos y redactada en un tono grave, severo, de gran
aliento. Al enfrentarse el autor con la complejidad psicológica del hombre, no trata de corregir ni
enderezar costumbres mediante un ideal; adopta la postura del moralista que observa e indaga las razones
del acto humano y saca consecuencias mediante la relación entre el individuo y el ambiente ético social
en que está inmerso. En cuanto a la actitud de la representación de los afectos más innobles de la vida, es
la del hombre culto que no puede mancharse en el fango por más que lo observa con complacencia, pues
tanto en lo sublime como en lo trágico ironiza con ingenio melancólico y entristecido.

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