Está en la página 1de 11

LA FAMILIA CUNA DE SENTIDOS

Cuestiones de linaje y subjetivación en la adolescencia.

Lic. Liliana Grandal

Palabras clave:

Transmisión psíquica. ( entre generaciones y dentro de la misma generación)


Linaje (1)
Ineluctable.
Aparato psíquico familiar.

Introducción
¿QUÉ ES LA FAMILIA PARA EL PSICOANALISIS?
Mi aporte se tratará de ceñir a transmitirles algunos conceptos desarrollados
por psicoanalistas que trabajan con dispositivos familiares.Uno de esos conceptos
es el de “aparato psíquico familiar”, el cual según sus hipótesis funciona siempre
como “matriz de sentidos”.
Como segundo propósito abordaré que especificidad puede tomar esto en la
clínica con adolescentes.
Pienso y sugiero que para la formación de un analista, se dedique o no a
trabajar con niños y adolescentes o con dispositivos grupales o individuales, es
imprescindible conocer y abordar en profundidad:
a) la clínica y las teorizaciones sobre ¿qué es un niño para el
psicoanálisis?.
b) ¿qué es un adolescente para el psicoanálisis?. (Pues considero
que no se trata de una cuestión etarea, sino de detenerse en las
operaciones constructivas del aparato psíquico vinculadas a lo
originario puberal en su segundo tiempo.)
Ahora le agregaría a éste “imprescindible” para la formación de
un analista, mas allá de que nos adediquemos a trabajar con
dispositivo grupal o individual,
c) El conocimiento de las formulaciones sobre el “aparato
psíquico familiar” y sus “funciones”.

Transmisión psiquica y suspenso.

Ante todo quiero mencionar una frase de R. Kaés del año 1986 que nos
dice: “Lo que se transmite es lo que queda en suspenso en la transmisión
misma…”.
F. André-Fustier y F. Aubertel, quienes se dedican en la clínica a la
atención de grupos familiares, encabezan el artículo dónde desarrollan sus
hipótesis sobre éstos temas, con dicha frase.
Una nota del artículo hace notar que en francés, la expresión, en souffrance
se utiliza para significar “en espera” en suspenso. Souffrance también es utilizada
en el sentido de sufrimiento.

(1) Gran diccionario Salvat. Ed. S.A. Barcelona. 1992. Linaje: m. Etnol.
Conjunto de individuos que desciende de un antepasado común unidos entre sí por lazos
de parentesco. Toda persona posee un linaje patrilineal y matrilineal. / humano.
Conjunto de todos los descendientes de Adán.
Kaés considera eso suspendido, como exceso traumático, manteniendo a
cada sujeto de la familia en la imposibilidad de apropiarse subjetivamente, de
algo que está sostenido en lo grupal, fuera de su psique y que igual lo afecta. A
esto lo llama “lo ineluctable”. Sería: …un mensaje inconsciente transmitido sin
transformación de generación en generación; la descendencia e incluso algunos
descendientes pueden llegar a ser sus depositarios obligados, agentes sin
saberlo de un destino implacable. (1´) El sufrimiento familiar, según este autor
sería manifestación de un fracaso de la metabolización, del proceso de
simbolización transmitido generacionalmente, con un exceso de angustias de
derrumbe. La defensa mas habitual es la de una prohibición de pensar, siendo
éste, el trabajo de pensamiento, correlativo al reconocimiento de la pérdida y al
trabajo de duelo.
Retomando el planteo anterior, (insisto en que trabajemos o no con
dispositivos grupales en terapia familiar) , leer el trabajo de estos autores me ha
puesto en cuestión muchas categorías, presupuestos y lógicas de pensamiento que
habitan y estructuran mi hacer y mi pensar como psicoanalista.
Me dedico a trabajar con niños y adolescentes. Permanentemente me
encuentro en situación de entrevistas con padres, con los padres y el hijo o hija en
cuestión, otras veces con otros familiares o personas a cargo sin mencionar otros
actores como docentes u otros profesionales que intervienen en la crianza y la
educación que suelen llegar a tener gran protagonismo, impregnando nuestro
dispositivo supuestamente “individual” de una curiosa situación de colectivo
grupal, familiar, social, con el cual operamos todo el tiempo, generamos
transferencias pero no pensamos demasiado específicamente como opera esto en
la cura o como podrían mejorar nuestras intervenciones si no quedaran totalmente
en ese campo, del lado de la improvisación y la intuición.
Ellos plantean que:

…El trabajo psíquico en terapia familiar consiste en


reestablecer las condiciones del pensamiento, de la
mentalización, mas que trabajar sobre contenidos
fantasmáticos que, cuando pueden emerger, siguen siendo
propiedad del individuo y deben tratarse, si es necesario, en
otro encuadre terapéutico. (2)

Estos autores citan al maestro José Bleger, quién en los años 70 hablaba de
formaciones no integradas al psiquismo individual que son depositadas en todo
vínculo y vueltas a poner en juego en todo grupo, las que provendrían de restos
de vínculos simbióticos primitivos no elaborados, no solo con la madre sino con
la familia, el entorno social y cultural. Estas formaciones eran planteadas por
Bleger como parte de la subjetividad de todo sujeto, teniendo que permanecer
mudas, clivadas, para que puedan garantizar una cierta estabilidad del Yo. Estas
formaciones psíquicas no integradas serían grupales y simultáneamente soporte
de la subjetividad, de un espacio y vida intrapsíquica.

(1´) Euguer A. - Carel. A.- André-Fustier. F – Aubertel. F – Ciccone. A – Kaës. R. Lo


generacional. Abordaje en terapia familiar psicoanalítica. Amorrortu editores. Bs. As.
1998. De Fustier y Aubertel, “La transmisión psíquica familiar en suspenso”. Pag.123.
( 2) Ibid. Pág. 136.
La concepción de Bleger antecede a la de otro autor llamado A. Ruffiot,
quién plantea en el año 1979:

…la hipótesis de un aparato psíquico familiar preexistente,


genética y estructuralmente, a la organización del aparato
psíquico individual. En caso de un funcionamiento neurótico
predominante en un sujeto, estas formaciones grupales se han
vuelto lo suficientemente mudas para que el trabajo psíquico
efectuado en la cura individual se dirija esencialmente a las
formaciones intrapsíquicas, a sus contenidos sometidos al
proceso de represión. En caso de los funcionamientos
psicóticos, anoréxicos, psicosomáticos, psicopáticos, lo que
parece predominante es más bien la insuficiencia de las
estructuras del yo, de los continentes de psiquismo”. (3)

Aquí queda explicitado el criterio diferencial para la indicación de


tratamiento bajo un dispositivo familiar, al que se referirían éstas últimas.
Plantean que bajo este dispositivo en la transferencia se desplegarán formaciones
psíquicas vinculadas a un tejido que teorizan como aparato psíquico familiar.

El aparato psíquico familiar.

Kaés, conceptualiza un aparato psíquico grupal, entre otros textos en “El


grupo y el sujeto del grupo”. (12) Tras este desarrollo, A. Ruffiot, plantea en el
año 79 la hipótesis de un aparato psíquico familiar de esta forma:

El aparato psíquico familiar podría ser definido … como un


acoplamiento psíquico, común y compartido por los miembros
de una familia, cuya función es articular el funcionamiento
del “ser juntos familiar” con los funcionamientos psíquicos
individuales de cada uno de los miembros de la familia. Pero
hay que destacar que estructural y genéticamente, el aparato
psíquico familiar funciona siempre como una matriz de
sentido que sirve de envoltura y de apuntalamiento primarios
a las psiques de los sujetos que nacerán en el seno de una
familia. (4)

Esa articulación que marca Ruffiot, creo, opera como punto de oscilación
de dos ilusiones constitutivas de la condición de sujeto: -… la ilusión individual
que sostiene la fantasía de una autoproducción de sí, y de una autarquía de la
vida psíquica.(5) y
-… la ilusión grupal, en las que se sostienen mutuamente sus sujetos
imaginándose coincidir en un espacio perfectamente complementario y en una
causalidad de engendramiento recíproco. (5´)
( 3) Ibid. pág. 125.
(12) Kaés. R. El grupo y el sujeto del grupo. Elementos para una teoría
psicoanalítica del grupo. Amorrortu editores. Buenos Aires. 1995.
( 4) Ibid. pág. 125.
( 5) Ibid. pág.131.
( 5´) Ibid. Pág. 128. (Planteo desarrollado más ampliamente en: Missenard. A y
otros. Lo negativo. Figuras y modalidades. Amorrortu Editores. Bs. As. 1991.
Kaës R. “El pacto denegativo en los conjuntos trans-subjetivos”. Pag. 130 a 169)
Ilusiones encadenadas la una a la otra; sujeción fundamental que este
aparato psíquico familiar tiene como función posibilitar, en un incómodo e
imperfecto equilibrio, dónde el malestar del lazo social no puede estar ausente, en
cualquiera de sus versiones posibles. Antes de avanzar referiré un material
clínico:
Este trabajo está escrito hace más de 13 años. Me fue relatado por la
analista que tenía en tratamiento a la madre del jovencito que murió. Esta analista
abandonó la profesión. Nunca pudo sobreponerse. Se sintió responsable y lo
adjudicó a su falta de herramientas y a una visión del análisis que no contemplaba
ni lo intersubjetivo ni lo transgeneracional. Después descubrió que en el curso del
análisis estaba cursando en ella un Ca. de mama.

Un muchachito al que nombraremos como A., de 11 años, apareció colgado


de su cama cucheta. Una cuerda fina con muchísimos nudos estaba atada a su
cuello cuando su madre lo encontró, ya en un estado de coma irrevesible,
pendiendo inexplicablemente a una altura en la que poniéndose de pie, el cordón
quedaba flojo.
Su madre recuerda que lo último que dijo el niño antes de irse a su cuarto
(haciendo referencia a una situación de mundanza por la cual estaba todo
embalado) fue:
“… Mis juguetes seguro están todos aplastados”.
La madre de A. no conoció nunca a su propio padre. Hija de una paranoica
grave, se vio sometida permanentemente al sadismo psicótico de esa mujer.
Muere ésta abuela y a los cuatro meses, muere A.
El día que lo velan, el padre del niño, sin saber lo que éste había dicho, antes de
que sellen el cajón, le lleva unos juguetes nuevos y los pone entre las manos del
niño muerto. Esos juguetes nuevos, se presentan tan fuera de tiempo que
impresiona como siniestro. Donde la función del jugar investida parentalmente, le
hubiera servido como espacio potencial para un trabajo de puesta en sentido
transformador, toma la escena un retorno ominoso del tiempo de pensar en el
hijo. Colapso del suceder generacional. En lugar de transformación en su versión
erógena respecto del trabajo de historización, transformación en negativo, por
dónde se fracturó brutalmente la genealogía de A.
La abuela materna de A. no sólo le negaba a su hija la información sobre
quién era su padre, sino que lo hacía con sorna, burlándose y riéndose, diciéndole
por épocas: “Es éste… no, no es éste. Es éste otro”. Acompañando esto no con
incertidumbre o angustia, sino con carcajadas que atemorizaban a la niña. Otro
“juego” acostumbrado, era el de encerrar a la pequeña en una habitación con un
maniquí pequeño sobre el cual ésta mujer había clavado una aguja de colchonero.
La niña frente a esta visión quedaba aterrorizada. (¿Niña sometida a torturas?).
Esta hija, la madre de A., a los 14 años queda embarazada de su primer
novio. Ella relata que estaban enamorados. Ambos a pesar de su juventud, habían
pensado juntos en tener al bebé. La joven es llevada, según relata, por su madre a
hacer una consulta médica. Despierta de la anestesia. Le habían practicado un
aborto. En su despertar convaleciente y aún en el consultorio donde la habían
intervenido, sin palabra alguna la madre le pone un anillo de brillantes (a ésta
mujer le gustaban mucho las joyas), que ella no rechazó, ni en ese momento, ni
después.
Enigmática reminiscencia, ¿de qué escena fantasmática, de qué pacto?
Se empieza a insinuar una serie trágica: Niña torturada- niña a la que se le
oculta la historia sobre sus orígenes- embarazo abortado bajo la figura del engaño
y la extorsión- niño suicida-suicidado.Acto tras acto. La madre de A. intenta
darle algún sentido a lo acontecido. Caminando por el cementerio, dice: “hay ¡por
suerte esta lejos de ella!, ése monstruo, refiriéndose a la disposición geográfica de
los nichos.
Me pregunto ¿cómo actuó psíquicamente eso monstruoso? Brutal diría
Ciccone, ineluctable Kaés, como categoría psíquica de materiales no
metabolizados.
Algo de historia: Tengamos en cuenta como telón de fondo la escena del
anillo de brillantes-aborto.La madre de A. antes de toda esta situación, derivó su
vida laboral a trabajar con joyas, hasta hacerlo como única actividad y medio de
vida. Se encontraba sin pareja desde su separación del padre de A. En distintos
relatos le da sentido a esta separación, con expresiones de odio hacia su ex-
esposo sintiéndose estafada por él moral y económicamente. Embargos, prendas e
hipotecas, inhabilitaciones comerciales, fueron entre otras cosas elegidas por ella
para hablar de él en forma lapidaria y violenta frente a sus hijos.
Cuando A. nace, las circunstancias de la pareja no eran las mejores. La
quiebra, la ejecución de las hipotecas, prendas, los embargos y la separación. En
ese momento A. tenía un año. A partir de ese momento la vinculación de A. con
su abuela materna fue muy estrecha mientras que sus dos hermanos mayores eran
tratados con desdén. “A. es mi vida, mis ojos”, decía. La abuela de A. rehusaba
que la hija le dijera mamá y que sus nietos le llamaran abuela. No sólo rehusaba
la diferencia generacional, sino también la sexual.
No reconocer, no nombrar al padre de su hija, sugiere un recurso a la
partenogénesis.
Relata la hija que en una oportunidad viajando en el coche con su madre, le
hizo la siguiente “broma”: “mirá tengo pelotas”, le dijo. Se levantó la pollera y al
tener dos agujeros en sus medias panty en la zona de los genitales, le asomaban
dos prominencias carnosas. Bromas siniestras. Destinos amenazantes.
Los padres de A. contribuyeron para sostener ciertos pactos inconscientes.
Se imponía la prohibición de pensar. El “ser juntos familiar”del que hablan
André-Fustier y Aubertel, en articulación con los funcionamientos psíquicos
intrasubjetivos propios de cada miembro de la familia estaba en estado de
derrumbe. Donde debía operar una articulación lo hacía una escisión.
Llegaron dolorosamente tarde a advertir que su presencia psíquica como
hacedores potenciales de otros sentidos para interpretar ciertos enunciados de la
historia familiar, separados o no, quizás hubieran contribuido a transformar “lo
ineluctable”, en un material psíquico menos letal. Cada miembro de la familia
firmó una parte del pacto.
La analista en su desesperación se preguntaba cuál habría sido su parte. La
disyunción escindente, operó en la escena originaria de este joven, en los
umbrales de la adolescencia en forma aplastante. Disyunción escindente que
pienso, fracturó al extremo la función básica de mentalización y metabolización
psíquica.

¿Qué funciones cumple el aparato psíquico familiar?


Kaés en el año 89 plantea que… toda familia se funda en vínculos de
alianza que los sujetos de filiación deberán tomar en cuenta para construir su
propia identidad de sujeto individual y de sujeto del grupo… (5)
Teniendo en cuenta este desarrollo, ingresamos ahora en la especificidad del
planteo de André-Fustier y Aubertel, sobre las funciones del a.p.f. Son
básicamente cuatro:
(5) Contenimiento.
(6) Ligazón.
(7) Transformación.
(8) Transmisión.
1) La función de contenimiento y metabolización de angustias
arcaicas posibilitará al bebé y al sujeto, transformar sus vivencias
sensoriales en vivencias psíquicas.
2) De ligazón, pues esta metabolización, elaboración de
experiencias en bruto le permitirá paulatinamente contar con una
capacidad de representación. (Incluirá aquí los tres procesos:
originario, primario y secundario).
3) La función de transformación está vinculada a lo que explicita la
función de contenimiento en el punto vinculado a la metabolización.
La función de porta-palabra, como la nombran estos autores, es a mi
parecer una derivación directa de la función de portavoz descripta
por P. Aulagnier en su libro “La violencia de la interpretación”. (13)
De todas formas la función de porta-palabra está vinculada en la propuesta
de Fustier y Aubertel con un matiz diferencial, pues quiebra una tradición de
descripciones metapsicológicas selladas en lo intrapsíquico. Estos autores
plantean:
…la porta-palabra de todo un grupo familiar va a dar un lugar al recién
llegado: lugar en la familia actual y lugar en la sucesión de las generaciones
El nacimiento de un hijo es en sí mismo, un acontecimiento traumático,
como lo ha mostrado A. Carel (1988)

…El bebé es un cuerpo biológicamente familiar, pero también


radicalmente ajeno (separado) y extraño por no familiar. La
familia tiene como tarea incorporar este objeto en el cuerpo
fantasmático familiar. Además este cuerpo está dotado de un
psiquismo en devenir que debe llegar a ser eslabón en el
vínculo familiar actual y generacional. La familia debe
efectuar un trabajo de toma de conocimiento de lo extraño y
de reconocimiento de lo familiar en el recién llegado”. (6)
La economía de lo familiar y lo extraño, encuentran en éstos
acontecimientos una oportunidad para la desestabilización o para reencontrarse
con una estabilidad perdida o nunca experimentada.
Es interesante pensar que este mismo estremecimiento del aparato psíquico
familiar se produce en la economía psíquica de las familias cuando acontece la
muerte de un miembro y también frente a los trabajos psíquicos propios de la
adolescencia de los hijos o situaciones de desintegración familiar.

(13) Aulagnier. P. “La violencia de la interpretación”. Ed. Amorrortu. Bs.As. 1996.


( 6) Ibid. pág. 131.
Recordemos de paso otra relación entre las categorías de lo familiar y lo
extraño, profundamente pertinentes al campo del inconsciente freudiano. En lo
extraño habita la potencialidad de lo siniestro. Todo aquello profundamente
desconocido, negado, reprimido, encriptado, forcluido quizás, puede entrar en
escena en ocasión de ese nacimiento o muerte o adolescencia o en esa crisis
vincular. Lo que se desestabiliza, necesariamente es el complejo de alianzas
nconscientes, tejido estructural, del aparato psíquico familiar. Alianzas que están
condenadas al principio de permanencia y de cambio:
“El niño que nace en una familia, hereda la carga de
recomponer la familia a partir de la alianza de los dos linajes
de los que ha nacido; debe hacer mantener el conjunto y
nutrirse de ésta herencia. El contrato narcisista descrito por P.
Aulagnier (1975), corresponde a los deberes que el niño tendrá
que cumplir a cambio de la investidura de lo que será objeto
por parte de la familia. Tendrá la misión de perpetuar la
cadena generacional, asegurar la perennidad de la identidad
familiar, fortalecer su narcisismo.
Tendrá la carga de retomar y transmitir los enunciados históricos
familiares, a veces a expensas de su propia coherencia psíquica
cuando estos anunciados estén en contradicción con sus propias
percepciones internas y externas. (7)
4) La función de transmisión del aparato psíquico familiar, se refiere a la
forma que en la sucesión de las generaciones cada familia va a dar al niño
las claves de acceso al mundo. Herramientas psíquicas de decodificación
para aprehender el mundo.
Para interpretarlo. Darle sentido. Con esto queda introducida la dimensión
histórico-genealógica del aparato psíquico familiar, articulando así dos funciones:
la intragrupal actual, grupos de padres e hijos y la generación histórica, sucesión
de las generaciones y su transmisión. Otro autor que investiga éstas temáticas,
Albert Ciccone, piensa que…la transmisión se efectúa por los efectos del
inconsciente, efectos verbales (efectos de palabra), pero mas particularmente
efectos no verbales, infraverbales. El inconciente “se transmite” en lo
infraverbal, en la manera de decir mas que en el decir mismo. Se transmite por
lo no verbal, el comportamiento, las actitudes, los signos, los gestos que
componen la comunicación y a los que el niño, principalmente el pequeño, es
muy sensible. El inconsciente se transmite por el discurso no verbal, y muy
particularmente cuando el mensaje no verbal viene a contradecir al mensaje
verbal.(8).
Recordemos cuando planteábamos la categoría de “lo ineluctable”. No
siempre lo que queda en suspenso, trae la marca de lo ineluctable en la
transmisión. La herencia transgeneracional comprende también elementos que
permanecen a la espera de representación. A esto Kaës lo llama negatividad
relativa, apuntando al carácter de potencialidad para la transformación. Ciccone,
habla de transmisión traumática diciendo que lo que produce ese efecto
traumático “son las palabras brutales, que escucha el niño acerca de los
acontecimientos traumáticos o la ausencia brutal de palabras”. (9).

( 7) Ibid pág. 132.


( 8) Eiguer y otros. Op. cit. Intrusión imagoica y fantasía de transmisión.Ciccone. Pág. 139.
( 9) Ibid. Pág. 171.
El se refiere con lo traumático a la fractura, quiebre de las potencialidades
simbólicas.Lo brutal para él, es lo que adviene como producto del fracaso de los
procesos transicionales. “El objeto a transmitir solo pierde su potencial
traumático, si pudo hacer la prueba de la transicionalidad”. (10). Esto lleva al
sujeto a no poder retomar por su cuenta lo que es transmitido.
Voy a introducir un material de una viñeta clínica que relata F. Doltó en su
libro “La imagen inconsciente del cuerpo” (11).
“Un adolescente que cursa el tercer año de enseñanza media, brillante
alumno de 14 años pero “muy nervioso”, es traído a mi consulta: en el
instituto se quejan de sus patadas compulsivas a las mesas, que hasta
consigue desclavarlas. La madre, que acompaña a su hijo a la consulta,
muestra unas piernas magulladas, con úlceras a la altura de las tibias.
Aparte de sus propias piernas, me informa que el insólito comportamiento
del joven se ejerce también sobre la pata del lecho conyugal del lado que
duerme ella, y sobre la de la mesa familiar del lado en que ella acostumbra
sentarse.
En el transcurso del primer contacto, todo lo que el chico me puede decir
acerca de su síntoma es: “No puedo evitarlo, es mas fuerte que yo… -
¿Pero cómo se explica que siempre sea contra tu madre y no contra tu
padre? –No lo sé, no lo hago adrede”.
Me comunica que no puede dibujar y escoge hacer un modelado: un pozo a
la manera antigua, artísticamente reproducid. En ese momento digo: “Un
pozo, ¿qué podría decir de él?- Bueno, en el fondo hay agua, es un pozo de
los de antes, ahora ya no hay pozos.
-Sí ¿Pero qué se dice todavía que se esconde en el pozo?”, Así juntos,
terminamos hablando del pozo y la verdad que supuestamente sale de él
desnuda.
Terminada la sesión, en el momento de fijar las citas siguientes, el
muchacho, que sin embargo parece despabilado, me dice: “Tengo que
preguntarle a mamá”. – ¿A qué se debe que tenga que preguntarle a su
madre? No sabe Ud., mismo cuáles son sus días libres?
-No, tengo que preguntarle a mamá.
Viene entonces la madre y se sienta a su izquierda. Mientras me habla de
los días en que fijaremos las sesiones siguientes, el muchacho toma la
mano derecha de su madre con su mano izquierda, y lleva su dedo índice a
acariciar el interior del pozo modelado, sin que ella, que sigue
hablándome, parezca advertirlo. En lugar de dejarlo marcharse con su
madre, digo a ésta: “Le ruego espere, tengo que hablar un poco mas con
su hijo”.
Le pregunto al joven “¿qué significa el gesto que usted le hizo hacer al
dedo índice de su madre en el modelado? –¿Yo? ¿Cómo? No sé… parece
sorprendido, desconcertado.

(10) Ibid. Pág. 173.


(11) Doltó F “La imagen inconsciente del cuerpo”. Ed. Paidós. Barcelona. 1986.
Responde como si no se hubiese dado cuenta de nada,
entonces le describo lo que le he visto hacer. Y añado: “¿En
qué le hace pensar el dedo de su madre en el agujero de ese
pozo? – Ah, bueno… yo no puedo ir al baño, mamá no me
permite ir al baño del instituto porque ella tiene que mirar,
tiene que controlar mi caca. - ¿Por qué? ¿Padece desde
hace mucho de problemas intestinales? –No, pero ella lo
quiere así, y si hago caca en el instituto me monta una
escena.
-Vaya a buscar a su madre.
Vuelve la madre, y se confirma que tampoco ella había
notado nada del juego con su dedo en el pozo. Le digo que
su hijo (siempre presente) me ha hablado de su necesidad
de verificar su excrementación. “Claro, señora, ¿acaso no
es deber de una madre conservar el buen funcionamiento
del cuerpo de sus hijos?. Incluso a mi hijo mayor (un
muchacho de 21 años), le masajeo el ano cada vez que va al
retrete. -¿Ah, sí? ¿Y por qué? – El doctor me ordenó hacer
eso. Cuando mi hijo mayor tenia dieciocho meses tuvo un
prolapso del recto, y el doctor me dijo que le masajeara el
ano después de cada defecación, para que se le absorbiera
el prolapso”……
Elegí esta viñeta por un par de razones por lo menos.
Una de ellas por no tratarse de una sesión con un dispositivo “familiar”
como se suele encuadrar habitualmente. Rompe con esa categoría. Doltó opera,
interviene en el entre de la intersubjetividad, en lo que aparece en un lenguaje
gestual, mimificado, mudo y elocuente a la vez, montando una escena a la cual
termina siendo llevado también el hijo mayor de esta mujer. Opera sobre lo
transmitido, no simbolizado. Sobre un territorio de significantes sin elaborar
en el psiquismo familiar, actuados en las patadas del joven.
El otro aspecto es la capacidad de registro de la analista cuando se tiene
presente que lo que se transmite inconscientemente, pasa especialmente por lo
que queda por fuera del ropaje de lo verbal.
Este rasgo en la clínica de Doltó, es particularmente sagáz. Por otra parte, la
observación, Doltó la pudo hacer teniendo a madre e hijo juntos en el consultorio,
lo cual posibilitó el armado de la escena, puesta a disposición del analista. Así el
análisis, puede generar condiciones, potencialidades para una posible puesta en
sentido, que en la función porta-palabra aparece a la manera de lo brutal, como
nos decía Ciccone.
.

Sobre el síntoma.

Esta perspectiva que aporta una metapsicología de un a.p.f., modifica


también el uso y funcionamiento habitual de la formación de síntomas, pues éstos
no aparecerían sólo como resultantes de una formación de compromiso
intrapsíquica, sino como precedentes. Esto implicaría que el sujeto queda tomado
por un ineluctable, que le es transmitido sin poder elaborarlo, que es el
fundamento del vínculo familiar y de sus propios casamientos narcisistas.
Aparato psíquico familiar y trabajos psíquicos en la adolescencia.

Recordemos lo planteado por Ruffiot, respecto del aparato psíquico familiar.


(Ver pág. 3 de este trabajo). El nos refiere a un acoplamiento psíquico, común y
compartido por los miembros de una familia, cuya función es articular el “ser
juntos familiar”, con los funcionamientos individuales y fundamentalmente como
matriz de sentidos.
En el mejor de los casos ese “ser juntos familiar”, efecto del entrojado de
alianzas inconscientes, sostenido hasta la adolescencia de los hijos, advendrá a
cierta desestabilización, pues esa matriz de sentidos, deberá conmoverse y ser
cuestionada. Estas claves de acceso al mundo caerán en obsolescencia,
simultáneamente que funcionan de soporte para que el hijo o hija adolescente,
construya un ser juntos grupal extrafamiliar.
Aquí entre otras tantas operaciones psíquicas, se juega la importancia de la
tolerancia que tendrá o no ése aparato psíquico familiar para desestabilizarse,
soportar la conmoción, teniendo que establecerse nuevamente un sistema de
alianzas que ya no puede quedar igual. Si fuera así, el joven o la joven soportarían
algo del orden de lo ineluctable operando sus efectos. Si fuera así nos
encontraríamos con una transmisión brutal al decir de Albert Ciccone, que cierra
las puertas para construirse un pasado, en la adolescencia para poder vivir un
futuro.
La pareja por otra parte debe necesariamente, reformular su “ser juntos
familiar” y confrontarse con el enigma de algo, nuevo en relación a su intimidad,
sus proyectos, su deseo. Quedará puesta a prueba respecto de los contenidos
psíquicos, dejados a un lado, contenidos por el grupo familiar, entendido como
a.p.f., en una nueva confrontación con los significantes que hayan quedado en
suspenso.
Así como el nacimiento implicó el advenimiento de un extraño, contenedor
de todo aquello potencialmente siniestro, la adolescencia hará retornar ese
contacto, vía las novedades tanto corporales como psíquicas que traen los jóvenes.
Su sexualidad, su fisonomía, sus olores, sus ideas.
Brete para los jóvenes, brete para los padres, brete para la historia de la
familia en sus dos líneas de linaje: matrilineal y patrilineal.
Lo que se plantean los terapeutas de familia consiste no tanto en trabajar
sobre contenidos fantasmáticos que cuando pueden emerger, siguen siendo
propiedad de otro dispositivo como el individual, sino en el reestablecimiento de
una capacidad de mentalización, un reestablecimiento de la capacidad de
representación simbólica destituyendo las “prohibiciones del pensamiento”
instituidas en un proceso de transmisión psíquica patológica.

.
BIBLIOGRAFIA.

Aulagnier, P. El aprendiz de historiador y el maestro brujo. Bs. As. Ed.Amorrortu


1995.
“Construir(se) un pasado”. Psicoanálisis APdeBA. Adolescencia.
Vol.XIII. nro. 3. Bs.As. Ed. APdeBA 1991.

Eiguer, Alberto. Lo generacional. “La parte maldita de la herencia”.


Ed.Amorrortu Bs. As. 1998.

Gutton, P. Lo puberal. Bs. As. Ed. Paidós. 1993.

Kaés, René. “Ambigüedad y ambivalencia de los vínculos de transmisión entre


las Generaciones”. Conferencia dictada en la AEAPPG. Agosto de
1999 Bs.As.
“Pulsión e intersubjetividad”. Conferecia dictada en la AAPPG.
5 de Agosto de 1999.
El grupo y el sujeto del grupo.Amorrortu editores. Bs. As. 1995.
La palabra y el vínculo. Amorrortu editores. Bs. As. 2005.

Winnicott, D. Escritos de pediatría y psicoanálisis. Ed. Laia. Barcelona. 1979.


Realidad y juego. Ed. Gedisa. Bs. As 1985.

También podría gustarte