Joyce narra una serie de “crisis sufridas en su adolescencia” las “teorías” que le permitirán elaborarla y la certeza de su destino como artista correlativa del comienzo de lo que llamara sus epifanías. Ambas obras se complementan. Y nos brindan detalles que nos permiten ubicar lo que produce el desanudamiento de lo imaginario y los efectos del lapsus del anudamiento junto con las primeras formas de tratamiento de dicho error del nudo. Su crisis comienzan en el año 1894, a los 12 años, cuando luego de presentar un trabajo escrito frente a los jesuitas es acusado de herejía y luego, es atacado y golpeado por un grupo de compañeros. Dsp de la golpiza no siente rencor hacia sus atacantes, sino que siente que se desprende “la capa de odio como la suave piel de un fruto maduro”. En esta frase Joyce nos dice algo de la relación con su cuerpo, lacan lee la soltura del registro de lo imaginario porque el lapsus del anudamiento entre lo real y lo simbolico lo deja desanudado. A partir de allí Joyce, trata de seguir su vida acorde a la religión pero un nuevo hecho le resulta perturbador. A los 14 años tiene su inicialización sexual con una prostituta lo cual genera en el la sensación de haber cometido un pecado que pone en cuestión la santidad en la que se había formado con los jesuitas. Había pecado muchas veces. Nos narra como la “inquietud corporal, escalofríos y cansancio le acosaban poniendo en fuga sus pensamientos todo su ser- memoria voluntad entendimiento, carne,- estaba entumecido y cansado”. Su primer respuesta fue tratar de imponerse peculiares normas, intentar un resurgimiento religioso que reestableciera la “santidad”, tratando de hacer “saint homme” como respuesta al pecado. Se imponía así disciplinas como caminar por la calle con los ojos bajos, evitaba todo encuentro con los ojos de una mujer, mortificaba el odio dejando de cantar o de silbar, no evitando ruidos que le causaban irritación como el afilar cuchillos, no cambiaba de posición en la cama, se sentaba en las posturas menos cómodas, entre varias auto exigencias. No podía volver ya a la santidad inicial, su resurrección no sería como Santo sino como Artista. “Su destino era eludir todo orden, lo mismo el social que el religioso. La sabiduría del llamamiento sacerdotal no le había tocado en lo vivo. Estaba destinado a aprender su propia sabiduría aparte de los otro” esa sería su herejía, yo elijo, yo escojo. Será en ese momento en donde comenzaran las experiencias que denominara epifanías y que marcaran su singular relación con el lenguaje. Iniciará así la redacción de ejercicios literarios que lanzaba como fortificaciones repentinas mientras se atareaba en construir el enigma de una manera suya. El joven empezaba a barruntar otra crisis y deseaba prepararse para el choque. Llego a ser considerado como un joven muy desequilibrado que se interesaba más de lo usual en los jóvenes por teorías que podían permitirse como pasatiempo. Vemos aquí como la escritura en tanto construcción de enigmas fortificados, es ya una respuesta una solución a la crisis y un modo de prepararse para el choque. Describe como caminaba por las calles recibiendo impresiones, frases que escuchaba y se repetía hasta que perdieran el sdo y así se convertían para el en vocablos maravillosos. Volvía reuniendo juntas palabra y frases sin sigdo con decidida seriedad inflexible. La pregunta que se hace lacan es, que hace del artificio una respuesta frente al síntoma, es ¿de qué modo el artificio puede apuntar a lo que se presenta primero como síntoma? ¿Cómo el arte, puede desbaratar lo que se impone del síntoma? Es imp distinguir lo que podemos llamar la expcia epifanía como interpenetración de lo simbolico con lo real- la consecuencia resultante del error del nudo, que el icc está ligado a lo real, de la tarea que se le impone al hombre de letras y que redobla al registrarlas en su escritura, la relación entre ambos registros constituyendo un tratamiento artístico del lapsus del anudamiento. Al enlazar los registros de lo simbolico y lo real, impide a lo imaginario soltarse dándole a Joyce la certeza de su misión como artista. Esta misión es una dimensión narcisista que no pasa por el cuerpo, es una primera versión del Ego que lacan ubica como cuarto redondel de cuerda impidiendo que lo imaginario se suelte. El arte le daría una santidad profana que le permitiría enlazar la naturaleza en su desborde (el goce), la naturaleza moral y el orgullo. Se produce así, un reanudamiento que ya no se sostiene en el idealismo espiritual sino en la estética con la que enmascara su vocación como escritor, Dos vertientes del arte joyceano: sinthomadaquin, y sinthomeroule. Para lacan Joyce será el artista que ocupa a todo el mundo, el que buscara valorizar su Nombre propio en detrimento del padre. No hay un homenaje al padre sino que buscara el homenaje a su propio nombre. Intentará hacer que su nombre se vuelva más que un s1 que alcance el s2 del saber de la universidad, del mundo, de la posteridad a la que el mantendrá ocupada con sus enigmas. Será el artífice, el que sabrá hacer con el lenguaje, el que sabe cuál es su misión... el arte compensara para lacan la verwerfung de hecho, producida por la carencia paterna. De este modo, el arte de Joyce en su función de suplencia, de sinthome, de cuarto redondel de cuerda, presenta para lacan dos vertientes que escribe con una escritura típicamente joyceana: el sinthomadaquin y el sint home rule. El sinthomadaquin es la estética tomista que construye para tratar de conjugar su arte con la ortodoxia escolástica. Por el contrario, el sint home rule se liga con la vertiente más herética, desviada, que no sigue el camino recto. Nora: la mujer-guante Lacan se servirá para referirse a la singular relación entre Joyce y su esposa de una referencia de Kant. El guante de una mano no puede ser usado en la otra, la solución es darlo vuelta. Allí se ve la importancia del agujero del guante como condición de posibilidad de su reversión, así como la presencia de un botón marcaria su límite. Lacan dice que el modo en que Joyce se enguanta con Nora, hay relación sexual, una singular donde no habrá un lugar para los hijos. Para Joyce solo hay una mujer. Solo con el mayor de las depreciaciones hace de Nora una mujer elegida. Nora tenía una posición singular con respecto a su obra, no le gustaba leer sus textos, y le preguntaba porque no escribía libros normales. Nora se constituyó en una partenaire- sinthome que sostuvo con eficacia su anudamiento. Lucia y la prolongación del síntoma Su hija es diagnosticada como esquizofrénica. El punto de articulación entre Joyce y su hija radica en algo de la relación de ambos con el lenguaje. Lacan dice: veo en el hecho de que Joyce le confiere esta virtud, la telepatía, a partir de algunos signos, algunas declaraciones que el entendía de cierta manera, que para defender, así a su hija él le atribuye algo que está en la prolongación de lo que por el momento llamare su propio síntoma. Ese síntoma radica en que la palabra se le impone cada vez más a ambos. La referencias a las palabras impuestas, lacan las articula con la relación entre Joyce y su hija. Se trata de la emergencia en su intelecto de palabras que no tienen ninguna sigcion corriente, frases no reflexivas que desconoce su procedencia y le llegan de golpe. Para lacan la palabra impuesta describe muy bien que la palabra constituye un cáncer, un parasito, algo de lo que los hombres llamados normales no se dan cuenta. Si Joyce le atribuye el poder telepático a su hija es por está en la misma línea de la imposición de la palabra que lo afecta, es su prolongación... la prolongación del síntoma está a nivel del S1 solo, constituye la especial afinidad de estar invadidos por el ste en lo real. Esto introduce la difcion entre síntoma y el sinthome. En lucia hay prolongación del síntoma pero no hay prolongación del sinthome. Ambos van al fondo del rio pero Joyce logra bucear por su sinthome, allí donde lucia se ahoga en su síntoma. En lucia no hay nombre del padre, no hay suplencia sinthomatica, queda el singular lazo telepático al que Joyce se encontró ligado hasta el final de sus días, prolongación del sintma.
Tres bellezas irlandesas: Joyce y sus alter egos.
Hay dos personajes que él llama alter egos, con los cuales mantiene una especial relación, que lo ubicamos como un transitivismo imaginario a nivel del Ego. Son almas gemelas. James Stephens, sería el encargado de terminar el finnegans wake si Joyce se quedaba ciego o perdía sus fuerzas, fue elegido por sus grandes coincidencias con Joyce. El otro alter ego fue el tenor John Sullivan. Este se había dedicado a la carrera que él se había negado a seguir y había encontrado en la música la misma oposición a la que Joyce tenía que enfrentarse en la literatura. Además de sus problemas con el dinero, el exilio autoimpuesto, los cambios de domicilio, la esquizofrenia de su hija, la vida de Joyce estuvo marcada por las enfdades de su vista, además depresiones, dolores artríticos, desmayos, la muerte del padre, el alcoholismo, y la incomprensión con que era recibida su obra a medida que aumentaba su fama de escritor. Luego nuevas crisis en forma de serios episodios de depresión y un insomnio de siete días. De día tenia alucinaciones auditivas. Como resultado de este trabajo muchas de las palabras de su libro constituyen trabalenguas y juegos de lenguaje en varios idiomas. Es un ensamblador, cualquier asunto, referencia o información que despertaba su interés era registrado almacenado y clasificado en su memoria o en notas. Formaliza lo que se le impone del leng lo que llega como palabra impuesta, cual piezas que recompone en un singular rompecabezas que es la urdimbre. Resulta así una escritura como montaje un orden que no es de la corrección gramatical sino que incluye las resonancias, el sonido, la música polifónica de las palabras y sus homofonías multilinguisticas. Las letras son las piezas sueltas que localizan y cifran el goce en el enigma. Trata las palabras como cosas pero para estirarlas, recortarlas, examinarla. La escritura es esencial a su ego según lacan. Un signo de interrogación. Joyce es el escritor del enigma. Su ego cumple la función reparadora porque es equivalente a su función enigmática. La escritura de Joyce: es letra, nudo, nombre, ego, joke y enigma.