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Principios de Virología Molecular - Alan J. Cann (E-Pub - Me)
Principios de Virología Molecular - Alan J. Cann (E-Pub - Me)
virología molecular
Alan J. Cann
Este libro de Principios de virología molecular, que es
la traducción de la cuarta edición en inglés ha tenido
éxito extraordinario. Constituye una introducción
esencial a la virología moderna, desde un enfoque
molecular; es una obra clara y concisa, siendo este
uno de sus más importantes logros.
El libro explora y explica los aspectos fundamentales
Otras obras
de la virología, entre otros, la estructura délas partículas
de interés
víricas y su genoma, la replicación, la expresión de los Vacunación de los animales
genes, la infección y la patogenia y supervivencia de domésticos. Indicaciones,
propiedades y aplicaciones
las partículas víricas. de las vacunas
Selbitz, I. H.
He aquí algunas de las opiniones acerca de este libro:
AsíTrendsinG enetics opina: Virología veterinaria
Fenner,E
«Un texto de virología excelente para los estudiantes
que es recomendado en muchas universidades para Microbiología y
los cursos de licenciatura». enfermedades infecciosas
veterinarias
Para Societyfor General Microbiology Quarterly Quinn,P,J.yoLros
Alan J. Cann
University o f Leicester, UK
Traducción de
Javier Buesa Gómez
D o cto r en M edicina
P rofesor Titular de U niversidad
D epartam ento de M icrobiología y E cología
U niversidad de Valencia
Esta edición de Principies o f Molecular Virology, 4a. ed., de Alan J. Cann se publica con
acuerdo con ELSEVIER INC, 200 Wheeler Road, 6th floor, Burlington, MA 01803, USA
N ota:
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ISBN: 978-84-200-1135-6
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do en fo rm a alguna, total o parcialmente, sin el perm iso de los editores.
Depósito legal: Z-3.922/2009 Editorial ACRIBIA, S.A.- Royo, 23 - 50006 Zaragoza (España)
I n d ic e de c o n t e n id o
VI
Capítulo 7 Patogénesis................................................................ 207
Mecanismos de lesión celular.............................................................................. 209
Virus e inmunodeficiencia................................................................................... 211
Enfermedades relacionadas con v iru s................................................................ 220
Bacteriófagos y enfermedad hum ana................................................................. 223
Transformación celular por v iru s........................................................................ 224
Virus y cáncer....................................................................................................... 236
Virus nuevos y emergentes.................................................................................. 239
Zoonosis................................................................................................................ 245
Bioterrorismo........................................................................................................ 246
Resumen................................................................................................................ 247
Bibliografía........................................................................................................... 247
Capítulo 8 Agentes subvirales: genomas sin virus, virus sin genom as 249
Satélites y viroides................................................................................................ 249
P riones.................................................................................................................. 253
Resumen................................................................................................................ 267
Bibliografía........................................................................................................... 267
iTOTfi
P r e f a c io a la c u a r t a e d ic ió n
Alan J. Cann
Universidad de Leicester, R.U.,
alan.cann@leicester. ac. uk
Abril 2005
IX
CAPÍTULO 1
I n t r o d u c c ió n
Existe una mayor diversidad biológica entre los propios virus que entre todo el
conjunto de bacterias, plantas y animales. Este hecho es el resultado del éxito que estos
agentes tienen parasitando todos los grupos conocidos de organismos vivos, y com
prender esta diversidad es la clave para entender las interacciones entre los virus y sus
organismos hospedadores. Este libro trata sobre «virología molecular» en un sentido
bastante amplio; esto es, «virología a nivel molecular» o quizá incluso «moléculas y
virus». Las interacciones proteína-proteína, pro teína-ácido nucleico y proteína-lípido
determinan la estructura de las partículas víricas, la síntesis y la expresión de los
genomas virales y los efectos que los virus tienen sobre la célula hospedadora. Esto es
virología a nivel molecular.
Sin embargo, antes de entrar en materia, es necesario comprender la naturaleza de
los virus. Sería útil también conocer algo sobre la historia de la virología o, más exac
tamente, de cómo surgió la virología como una disciplina independiente para entender
mejor sus objetivos actuales y sus direcciones futuras. Estos son los propósitos de este
capítulo introductorio. Algunos lectores pueden desconocer los fundamentos de algu
nas técnicas mencionadas en el mismo. Para ellos podría ser de ayuda la consulta de la
1
2 Principios de virología molecular
bibliografía citada al final del capítulo para familiarizarse con estos métodos. En éste y
en los capítulos siguientes, las palabras escritas en color se definen en el glosario
(Apéndice 1).
Ningún vims conocido posee el potencial genético o metabólico para generar la ener
gía necesaria para desarrollar todos los procesos biológicos (por ej., la síntesis de macro-
moléculas). Son por tanto totalmente dependientes de la célula hospedadora para esta
función. A menudo se plantea la pregunta de si los vims están vivos o no. Una opinión es
que dentro de la célula hospedadora los vims están vivos, mientras que fuera son simple
mente ensamblajes de compuestos químicos metabólicamente inertes. Esto no quiere
decir que no se produzcan cambios químicos en los vims extracelulares, como se expli
cará en otro lugar, pero no son en el sentido del «crecimiento» de un ser vivo.
Un error frecuente es considerar que los vims son más pequeños que las bacterias.
Aunque esto es cierto en la mayoría de los casos, el tamaño solo no sirve para distin
guir entre ambos. Los vims más grandes conocidos (Mimivims, por mimetizar micro
bios) tienen 400 nm de diámetro, mientras que las bacterias más pequeñas (por ej.,
Mycoplasma, Ralstonia pickettii) tiene sólo de 200 a 300 nm de longitud. Aunque
siempre habrá algunas excepciones e incertidumbres en los casos de organismos de
masiado pequeños para ser observados y en muchos casos difíciles de estudiar, en la
mayoría, las directrices anteriormente expuestas son suficientes para definir un vims.
Introducción 3
LA HISTORIA DE LA VIROLOGÍA
Es frecuente considerar los sucesos que ocurrieron antes de nuestra propia expe
riencia personal como prehistóricos. Se ha escrito mucho sobre la virología como una
«nueva» disciplina en biología, y esto es cierto en lo referente al reconocimiento for
mal de los virus como agentes diferentes a otros seres vivos. Sin embargo, hoy com
prendemos que nuestros antepasados no sólo eran conscientes de los efectos de las
infecciones víricas, sino que en ocasiones desarrollaron estudios sobre las causas y la
prevención de estas enfermedades. Probablemente el primer registro escrito de una
enfermedad vírica aparezca en un jeroglífico de Menfis, la capital del imperio antiguo
de Egipto, dibujado aproximadamente en el año 3700 a.C., que representa a un sacer
dote del templo mostrando los signos típicos de una poliomielitis paralítica. El faraón
Ramsés V, que murió en 1196 a.C. y cuya momia extraordinariamente bien preservada
se conserva en un museo de El Cairo, se cree que falleció de viruela: el parecido entre
las lesiones pustulosas del rostro de la momia y otras de pacientes más recientes es
asombroso.
La viruela fue endémica en China hacia el año 1000 a.C. Como defensa se desarro
lló la práctica de la variolización. Tras reconocer que los supervivientes de brotes de
Principios de virología molecular
viruela quedaban protegidos de posteriores contagios, los chinos inhalaron las costras
secas de lesiones de viruela como si se tratase de rapé o, en modificaciones posterio
res, inocularon el pus de lesiones realizando escoriaciones en el antebrazo. La
variolización se practicó durante siglos, y se mostró como un método efectivo para
prevenir la enfermedad, aunque arriesgado, porque el resultado de la inoculación era
siempre incierto. ¡El propio Edward Jenner estuvo a punto de morir como resultado de
la variolización a los 7 años de edad! No es sorprendente que esta experiencia le im
pulsase a encontrar un tratamiento alternativo más seguro. El 14 de mayo de 1796
utilizó material de una infección por viruela de las vacas de la mano de Sarah Nemes,
una ordeñadora de Berkeley, su villa natal en el condado de Gloucestershire, para va
cunar con éxito al niño de 8 años James Phipps. Aunque al principio fue discutida, la
vacunación frente a la viruela fue casi universalmente adoptada durante el siglo XIX.
Este éxito temprano, aunque triunfo de la observación científica y del razonamien
to, no se basó en una verdadera comprensión de la naturaleza de los agentes infeccio
sos, que surgió independientemente de otra línea de pensamiento. Antony van
Leeuwenhoek (1632-1723), un comerciante holandés, construyó los primeros micros
copios simples con los que identificó bacterias como los «animálculos» que observó en
sus preparaciones. Sin embargo, no fue hasta que Robert Koch y Louis Pasteur allá por
1880 conjuntamente propusieran la «teoría germinal» de la infección que la relevancia
de los microorganismos se hiciera evidente. Koch definió sus cuatro famosos criterios
conocidos como «postulados de Koch», que todavía son considerados generalmente
como la prueba de que un agente infeccioso es responsable de una enfermedad especí
fica:
■ El agente debe estar presente en cada caso de la enfermedad.
■ El agente debe aislarse del huésped y cultivarse in vitro.
■ La enfermedad debe reproducirse cuando un cultivo puro del agente se inocula a un
hospedador susceptible sano.
■ El mismo agente tiene que ser recuperado de nuevo del hospedador infectado expe
rimentalmente.
Posteriormente, Pasteur trabajó intensamente en rabia, la cual identificó como una
enfermedad causada por un «virus» (que significa «veneno» en latín), pero a pesar de
ello no distinguió entre bacterias y otros agentes productores de enfermedad. En 1892,
Dimitri lwanowski, un botánico ruso, demostró que extractos de plantas de tabaco
enfermas podían transmitir la enfermedad a otras plantas tras pasar a través de filtros
de cerámica suficientemente finos para retener las bacterias más pequeñas conocidas.
Desafortunadamente, no llegó a comprender el significado de sus observaciones. Unos
pocos años después (1898), Martinus Beijerinick confirmó y amplió los resultados de
lwanowski con el virus del mosaico del tabaco (VMT) y fue el primero en desarrollar
el concepto moderno de virus, que él describió como contagium vivum fluidum («ger
men vivo soluble»). Freidrich Loeffler y Paul Frosch (1898) demostraron que un agen
te similar era responsable de la fiebre añosa del ganado, pero, a pesar de la compren
sión de que estos agentes recién descubiertos causaban enfermedades tanto en animales
como en plantas, la gente no aceptó la idea que de que podían tener algo que ver con
Introducción 5
enfermedades humanas. Esta resistencia fue finalmente disipada en 1909 por Karl
Landsteiner y Erwin Popper, quienes demostraron que la poliomielitis era causada por
un agente filtrable: la primera enfermedad humana reconocida como causada por un
virus.
Frederick Twort (1915) y Félix d’Herelle (1917) fueron los primeros en reconocer
que los virus infectan bacterias, que d'Herclíe denominó bacteriófagos («devoradores
de bacterias»). En 1930 y en las décadas siguientes, virólogos pioneros como Salvador
Luria, Max Delbruck y muchos otros utilizaron estos virus como sistemas modelo para
investigar muchos aspectos de la virología, incluida la estructura (Capítulo 2), genéti
ca (Capítulo 3) y replicación de los virus (Capítulo 4). Estos agentes relativamente
simples han demostrado ser, desde entonces, muy importantes para nuestro conoci
miento de todos los tipos de virus, incluyendo los de los humanos, que son mucho más
difíciles de propagar y estudiar. La continuación de la historia de la virología es un
relato del desarrollo de herramientas experimentales y de sistemas con los cuales los
virus puedan ser examinados, que han abierto nuevas áreas de la biología, incluyendo
no sólo la biología de los propios virus sino también, inevitablemente, la biología de
las células hospedadoras de las que estos agentes son totalmente dependientes.
zado por estos métodos un número creciente de genes de virus animales y de plantas,
pero los resultados no han sido siempre los esperados, y en muchos casos ha resultado
difícil comparar las observaciones realizadas con las recogidas de infecciones experi
mentales. No obstante, este método va a ser sin duda ampliamente utilizado conforme
se vayan resolviendo las dificultades técnicas asociadas a la construcción de organis
mos transgénicos.
Los cultivos celulares comenzaron a principios del siglo XX con cultivos de órga
nos completos, luego progresaron a métodos que comprendían células individualizadas,
bien cultivos de células primarias (células somáticas de un animal de experimenta
ción o tomadas de un paciente humano, que pueden mantenerse en cultivo durante un
periodo breve de tiempo) o bien líneas celulares inmortalizadas, que, en las condicio
nes adecuadas pueden continuar creciendo en cultivo indefinidamente.
En 1949, John Enders y sus colegas fueron capaces de propagar virus de la polio en
cultivos de células humanas primarias. Este logro marcó el comienzo de lo que algu
nos han considerado «la edad de oro de la virología» y condujo al aislamiento y la
identificación durante los años 50 y 60 de muchos virus asociados con enfermedades
humanas: por ejemplo, muchos entero virus y virus respiratorios, tales como los adeno-
virus. El aislamiento de virus ampliamente distribuidos en la población hizo compren
der que las infecciones víricas subclínicas son muy comunes; por ejemplo, incluso
durante las epidemias por las cepas más virulentas de virus de la polio se producen
aproxim adam ente 100 infecciones subclínicas por cada caso de parálisis por
poliomielitis.
Renato Dulbecco fue el primero que en 1952 cuantificó con precisión virus anima
les utilizando un ensayo de placas de lisis. En esta técnica se preparan diluciones del
virus con las que se infectan células crecidas en monocapas, que después se recubren
con agar blando para impedir la difusión del virus. Este destruye las células en focos
localizados que se observan como calvas o placas al teñirse la monocapa (Figura 1.1).
Mediante el recuento del número de placas se determina directamente el número de
partículas víricas infecciosas inoculadas al cultivo. La misma técnica puede ser aplica
da para clonar un virus (es decir, aislar una forma pura a partir de una mezcla de tipos).
Esta técnica fue usada durante un tiempo para cuantificar el número de partículas víricas
infectivas en suspensiones de bacteriófagos aplicadas a «céspedes» confluentes de
bacterias en placas de agar, pero su aplicación a virus de eucariotas permitió rápidos
avances en el estudio de la replicación viral. Los ensayos de plaqueo reemplazaron las
técnicas anteriores de dilución límite, tal como el análisis de la dosis infecciosa al 50%
en cultivo celular («iissue culture infectious dose», TCID50en inglés), que consiste en
un método estadístico para medir la población vírica en cultivo; las técnicas de dilu
ción Emite pueden utilizarse todavía en algunas circunstancias, por ejemplo con virus
que no son citopáticos y no producen placas (por ej., el virus de la imnunodeficiencia
humana).
8 Principios de virología molecular
Los ensayos de plaqueo se realizan aplicando una dilución adecuada de una preparación de
virus a una monocapa confluente o semiconfluente de células susceptibles. Tras dejar un tiempo para
que el virus se fije a las células y las infecte, el medio líquido se sustituye por un medio de cultivo
semisólido que contenga un polímero como agarosa o carboximetílcelulosa, que restringe la difusión de
las partículas víricas desde las células infectadas. Tras un periodo de incubación, el medio generalmente
se retira y las células se tifien para hacer más fácilmente visibles los agujeros (placas o calvas) en la
monocapa. Cada placa resulta por tanto de la infección por una sola unidad formadora de placa (u.f.p.).
ESTUDIOS ULTRAESTRUCTURALES
Los estudios ultraestructurales pueden ser considerados de tres tipos: métodos físi
cos, métodos químicos y microscopía electrónica. Las mediciones físicas de partículas
10 Principios de virología molecular
Figura 1.2 Es difícil no sobreestimar la importancia de las técnicas serológicas en virología. Los
cuatro ensayos ilustrados en los diagramas de esta figura se han utilizado durante muchos años y tienen
una amplia aplicación, (a) La reacción de fijación del complemento se basa en que el complemento es
secuestrado por complejos antígeno-anticuerpo. Glóbulos rojos «sensibilizados» recubiertos de anti
cuerpos, complemento a una concentración conocida, antígeno vírico y el suero problema se añaden a
pocilios de una placa de microtitulación. En ausencia de anticuerpos frente al antígeno vírico, el com
plemento libre causa la lisis de los glóbulos rojos sensibilizados (hemolisis). Si, por el contrario, el
suero contiene anticuerpos frente al virus a un título suficientemente alto, el complemento será «fijado»
y no quedará disponible para producir hemolisis. Se calcula el título del suero problema efectuando
diluciones seriadas del mismo y midiendo cuantitativamente la cantidad de anticuerpos antivirus que
contiene, (b) La inmunofluorescencia se realiza con anticuerpos conjugados covalentemente con una
m olécula fluorescente que emite una luz coloreada característica cuando se ilumina por luz de una
longitud de onda diferente, tal como la rodamina (roja) o la fluoresceína (verde). En la inmunofluores-
(icontinúa)
Introducción 11
<-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
(icontinuación)
cencía directa, el propio anticuerpo frente al virus está conjugado con el marcador fluorescente, m ien
tras que en la indirecta un segundo anticuerpo que reacciona con el anticuerpo antivirus es el que está
marcado. La inmunofluorescencia se puede utilizar no sólo para identificar células infectadas con virus
en poblaciones de células o en cortes de tejidos, sino también para detenninar la localización subcelular
de proteínas víricas concretas (por ej., en el núcleo o en el citoplasma), (c) Los ensayos inmunoenzimáticos
(«em ym e-linked immunosorbent assays», ELISA en inglés) son métodos rápidos y sensibles para iden
tificar y cuantificar pequeñas cantidades de antígenos víricos o de anticuerpos antivirus. Se tapiza la
superficie de una placa de múltiples pocilios con un antígeno (cuando el ELISA sea para detectar anti
cuerpos) o con un anticuerpo (cuando el ELISA sea para detectar antígenos). A continuación se añade un
anticuerpo específico para el antígeno analizado, conjugado con una enzima (como fosfatasa alcalina o
peroxidasa de rábano picante). Como en la inmunofluorescencia, el ELISA puede ser diseñado para
detectar directa o indirectamente el antígeno. Tras una corta incubación, un sustrato incoloro es conver
tido por la enzima en un producto coloreado, amplificando la señal producida por m uy pequeñas canti
dades de antígeno. La intensidad del producto puede fácilmente ser medida en un espectrofotómetro
(«lector de placas»). Los ensayos de ELISA pueden ser automatizados y por tanto sirven para analizar
rutinariamente grandes cantidades de muestras clínicas, (d) El Western blot se utiliza para analizar una
proteína vírica específica en una mezcla compleja de antígenos. Las preparaciones que contienen antígenos
víricos (partículas, células infectadas o muestras clínicas) se someten a electroforesis en un gel de polia-
crilamida. Las proteínas en el gel se transfieren a una mem brana de nitrocel ulosa o nylon y se inmovilizan
en sus posiciones relativas en el gel. Los antígenos específicos se detectan incubando la membrana con
anticuerpos dirigidos contra el antígeno de interés. Utilizando marcadores con proteínas de tamaños
moleculares conocidos se puede determinar el peso molecular y la concentración relativa de antígeno en
las muestras analizadas.
12 Principios de virología molecular
Esplenocitos
Fuerza centrífuga
Virus purificado
; /*
Densidad y ''
de sacarosa J
Absorción ultravioleta \ -
Figura 1.4 Existen diferentes técnicas de sedimentación que pueden aplicarse para estudiar los virus.
En la centrifugación zonal (mostrada aquí) las partículas víricas se colocan sobre un gradiente de densi
dad prefomiado, por ejemplo, una solución de sacarosa o una solución salina de densidad creciente
desde la porción superior al fondo del tubo (arriba de la figura). Tras un periodo de tiempo en una
ultracentrífüga, el gradiente se separa en un número de fracciones, que se analizan buscando en ellas la
presencia de partículas víricas. En la figura, el ácido nucleico del genoma viral se detecta por su absor
ción de luz ultravioleta (abajo). Este método puede emplearse tanto para purificar partículas víricas o
ácidos nucleicos como para determ inar sus características de sedimentación. En la centrifugación
isopícnica o en equilibrio, la muestra se encuentra en una mezcla homologa que contiene una sal densa
como cloruro de cesio. Durante su centrifugación, se establece un gradiente de densidad en el tubo, y la
muestra forma una banda en la fracción con una densidad equivalente a la suya propia. Este método
puede ser utilizado por lo tanto para determinar la densidad de las partículas víricas y es empleado
habitualmente para purificar A DN plasmídico.
cartan cualquier estudio (por ej., el virus de la hepatitis C). El virus purificado debe
producir también redes paracristalinas suficientemente grandes para causar una
difracción significativa de la fuente de radiación. Para algunos virus esto es relativa
mente fácil, y forman cristales suficientemente grandes para resultar visibles a simple
vista que producen una intensa difracción. Esto es particulamente cierto con algunos
virus de vegetales, como el virus del mosaico del tabaco (que fue cristalizado por
primera vez por Wendcll Stanley en 1935) y el virus del mosaico del nabo amarillo
(VMNA) (tumip yellow mosaic virus, TYMV en inglés), cuyas estructuras fueron las
primeras en ser determinadas en los años 50. Es significativo que las estructuras de
estos dos virus representen los dos tipos fundamentales de partículas víricas:
dal, en el caso del VMT, e para el VMNA (ver Capítulo 2). En muchos
14 Principios de virología molecular
casos, sin embargo, sólo se logra preparar cristales microscópicos. Una respuesta parcial
a este problema consiste en utilizar fuentes más potentes de radiación que permitan obte
ner buenos datos de pequeños cristales. Durante las últimas décadas se han construido
potentes fuentes sincrotrón que generan intensas emisiones de radiación que se están
utilizando actualmente con estos propósitos; sin embargo existe un límite, más allá del
cual esta estrategia de fuerza bruta no ofrece más beneficios. Algunos virus importantes
se resisten firmemente a cristalizar; este problema es particularmente frecuente con los
virus de formas irregulares -por ejemplo, los que tienen una envoltura extema üpídica-
y hasta el momento no se ha conseguido dilucidar la estructura atómica completa de alta
resolución de muchos virus de este tipo (por ej., VIH). Modificaciones en las técnicas
básicas de difracción (tales como la dispersión de electrones por conjuntos de proteínas
asociadas a membranas y criomicroscopía electrónica) pueden ayudar en el futuro a aportar
más información, pero es improbable que estas variaciones resuelvan completamente el
problema. Una limitación más es que algunos de los viras más grandes, tales como los
poxvirus, contienen cientos de proteínas diferentes y por el momento son demasiado
complejos para ser analizados con estas técnicas.
La resonancia magnética nuclear (RMN) está siendo cada vez más utilizada para
determinar la estructura atómica de todo tipo de moléculas, incluyendo proteínas y
ácidos nucleicos. La limitación de este método es que sólo sirve para analizar molécu
las relativamente pequeñas, antes de que las señales obtenidas se vuelvan tan confusas
que resulten imposibles de descifrar con la tecnología actual. Por el momento, el límite
de tamaño superior de esta técnica restringe su uso para moléculas con un peso mole
cular menor de 30.000 a 40.000, lo que es un tamaño considerablemente menor al que
tienen las partículas víricas más pequeñas. No obstante, este método puede resultar de
utilidad en el futuro, seguramente para examinar proteínas víricas aisladas, e incluso
viriones intactos.
Los estudios químicos pueden ser aplicados para analizar no sólo la composición
química completa de los virus y la naturaleza del ácido nucleico que compone su genoma,
sino también la estructura de la partícula y el modo en que los componentes individuales
se relacionan unos con otros en la cápside. Muchos estudios clásicos sobre estructura
viral se han basado en la disrapción escalonada y gradual de las partículas por una altera
ción lenta del pH o por una adición progresiva de agentes desnaturalizantes como urea,
fenol o detergentes. Bajo estas condiciones se puede obtener a veces información valiosa
de experimentos relativamente sencillos. Por ejemplo, cuando se añade urea gradual
mente a preparaciones de partículas purificadas de adenovirus, éstas se deshacen de una
forma ordenada y escalonada, liberando agregados de proteínas víricas que revelan la
composición de las partículas. En el caso del TMV se han llevado a cabo estudios simi
lares sobre la organización de la cápside, mediante renaturalización de las proteínas de la
cápside bajo distintas condiciones (Figura 1.5). En términos sencillos, los reactivos em
pleados para desnaturalizar las cápsides de virus pueden indicar la base de las interaccio
nes que se establecen entre sus componentes. Las proteínas que se unen por interaccio
nes electrostáticas pueden separarse al añadirse sales iónicas o alterando el pH; aquellas
que se unen por interacciones hidrofóbicas, no iónicas, pueden ser eluidas por reactivos
como la urea; las proteínas que interaccionan con componentes lipidíeos se pueden eluir
con detergentes no iónicos o solventes orgánicos.
Introducción 15
Figura 1.5 La estructura y la estabilidad de las partículas víricas pueden examinarse mediante estudios
de desnaturalización y renaturalización progresivas. A una fuerza iónica determinada, las proteínas purifi
cadas de la cápside del virus del mosaico del tabaco (VMT) se ensamblan espontáneamente en diferentes
estructuras, dependiendo del pH de la solución. A un pH alrededor de 6,0 las partículas formadas tienen
una estructura muy similar a la de las partículas víricas infecciosas. Cuando el pH se incrementa aproxima
damente a 7,0 se ensamblan estructuras en forma de disco. A valores de pH más elevados, los monómeros
individuales de la cápside no son capaces de ensamblarse en estructuras más complejas.
Figura 1.6 Principios del funcionamiento de los microscopios electrónicos de transmisión y de barrido.
«BIOLOGÍA MOLECULAR»
quier aplicación de los ordenadores a la biología. Esto puede incluir cualquier cosa
desde la inteligencia artificial y la robótica hasta el análisis genómico. Más específica
mente, el término alude al procesamiento por ordenador de datos de secuencias bioló
gicas, incluyendo el análisis estructural de proteínas. La bioinformática permite inferir
la función a partir de la secuencia lineal, y esto es aplicable a todas las áreas de la
biología. Debido a la avalancha de información sobre nuevas secuencias, los ordena
dores cada vez se utilizan más para hacer predicciones sobre secuencias nucleotídicas
20 Principios de virología molecular
Primer ciclo
Segundo ciclo
yutiy--------------- ►
• * ..... — -------------------- Fmrrfl
(5) Enfriar para permitir que los
cebadores se acoplen _ _ ____________________________________
a las secuencias diana ¡¿tistiti- *-
y se extiendan de nuevo
Figura 1.8 La reacción en cadena de la polimerasa (PCR) se fundamenta en la especificidad del aco
plamiento de bases entre unos cebadores constituidos por oligonucleótidos sintéticos cortos y las se
cuencias complementarias presentes en una mezcla compleja de ácidos nucleicos, para prom over la
síntesis de ADN utilizando una ADN polimerasa termoestable. Se efectúan múltiples ciclos de acopla
miento de cebadores, extensión y desnaturalización térmica en un proceso automático, que da como
resultado la amplificación masiva (un incremento de 2n veces tras n ciclos de amplificación) de la
secuencia diana situada entre los dos cebadores.
(Figura 1.9). Ello incluye detectar pautas de lectura abiertas («open reading frames»,
ORFs en inglés), las secuencias de aminoácidos de las proteínas codificadas por ellas,
regiones de control de genes, como promotores y señales de corte y empalme, y las
estructuras secundarias de proteínas y de ácidos nucleicos. Sin embargo, especialmen
te en el caso del ARN la estructura secundaria adoptada por las moléculas es casi tan
importante como la secuencia nucleotídica primaria para determinar las reacciones
biológicas que esa molécula puede experimentar. Es necesario tener precaución en
interpretar esta información predecida más que real, y la validez de tales predicciones
no debería ser aceptada sin dudar, a no ser que sea confirmada por datos bioquímicos
introducción 21
Figura 1.9 Un ejemplo del empleo de un ordenador para alm acenar y procesar información digitalizada
de una secuencia de ácido nucleico. Esta figura muestra un análisis de todas las pautas de lectura abier
tas (open readingfram es, ORFs en inglés) presentes en un provirus de VIH-1. Se muestran los ORFs
presentes en los tres genes principales de los retrovirus, gag, p o l y env. Este complejo análisis duró
solamente unos segundos con un ordenador personal corriente. De forma manual, este trabajo habría
costado varios días.
y/o genéticos. No obstante, cuando la estructura de una proteína haya sido determina
da por cristalografía de rayos X o RMN su forma puede ser modelada y explorada en
tres dimensiones en computadores (Figura 1.10).
Figura 1.10 Estructura tridimensional del dominio de unión al ADN del antígeno T de SV40 recons
truido utilizando un ordenador a partir de datos obtenidos por resonancia magnética nuclear (RMN).
22 Principios de virología molecular
Virus de la hepatitis B 4 75
SV40 6 100
Virus herpes simplex 80 95
Mímivirus 900 10
Escherichia coli 4.288 60
Levadura 6.600 40
Caenorhabditis elegans 19.000 40
Drosophila 14.000 25
Arabidopsis 25.000 40
R atón 100.000 10
Hombre 100.000 10
BIBLIOGRAFÍA
Alberts, B., Bray, D., Hopkin, K., Johnson, A., Lewis, J., Raff, M., Roberts, K., and
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Introducción 23
P a r t íc u l a s
25
Principios de virología molecular
V irus ADN
Hepadnaviridae Retroviridae
Virus ARN
c
Filoviridae
%
#
Pie de figura
Partículas 27
secretadas por vertebrados como defensa contra la infección. En los virus con genomas
de una sola cadena, la rotura de un simple enlace fosfodiéster o la modificación química
de un solo nucleótido es suficiente para inactivar esa partícula vírica, haciendo imposible
la replicación de su gen orna. ¿Cómo se consigue la protección frente a todo esto? Las
subunidades proteicas de una eápside vírica son múltiples y redundantes (es decir, exis
ten muchas copias por partícula). El daño ocasionado a una o más subunidades puede
afectar a su función, pero rara vez un daño restringido destruye la infectividad de la
partícula vírica completa. Esto convierte a la eápside en una barrera eficaz.
Las capas de proteína que rodean a la partícula vírica son muy resistentes, tan fuertes
como un plástico duro, como el Perspex® o el Plexiglás®, aunque, por supuesto son
solamente una milmillonésima parte de un metro más o menos de diámetro; sin embargo,
también son elásticas y capaces de deformarse hasta un tercio sin romperse. Esta combi
nación de fuerza, flexibilidad y tamaño pequeño significa que físicamente es difícil (aun
que no imposible) romper partículas víricas mediante presión física.
La superficie externa de un virus es también responsable del reconocimiento y la
primera interacción con la célula hospedadora. Inicialmente, esto consiste en la unión
específica de una proteína vírica de adhesión a una molécula receptora de la célula.
Sin embargo, la eápside juega también un papel iniciando la infección al entregar el
genoma de una forma en que puede interaccionar con la célula hospedadora. En algunos
casos éste es un proceso simple que consiste en descargar el genoma dentro del citoplas
ma de la célula. En otros casos, esta etapa es mucho más compleja; por ejemplo, los
retrovirus llevan a cabo intensas modificaciones del genoma viral cuando todavía está
dentro de la partícula vírica, convirtiendo dos moléculas de ARN de simple cadena en
una molécula de ADN de doble cadena, antes de conducirlo al núcleo celular. Por tanto,
el papel de la eápside es vital para que los virus puedan establecer una infección.
Para conseguir formar partículas infecciosas, los virus deben superar dos problemas
fundamentales. Primero, tienen que ensamblar la partícula utilizando la información dis
ponible en los propios componentes que forman la partícula. Segundo, las partículas
adquieren formas geométricas regulares, a pesar de que las proteínas de las que están
fabricadas tienen formas irregulares. ¿Cómo resuelven estos organismos tan simples es
tas dificultades? La solución a ambos problemas radica en las leyes de la simetría.
S im e t r ía d e l a c á p s id e y a r q u it e c t u r a d e v ir u s
Es posible imaginar una partícula vírica cuya cubierta extema (la cápside) consistie
ra en una sola proteína hueca, que al plegarse para adquirir su conformación madura
<-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Figura 2.1 Diagrama ilustrando las formas y tamaños de virus de familias que incluyen patógenos de
animales y de humanos. Los viriones están dibujados a escala, aunque se han permitido licencias artís
ticas al representar sus estructuras. En algunos se muestran las secciones de cápside y envoltura, con la
representación del genoma. Para los virus muy pequeños sólo se representan los tamaños y los tipos de
simetría. (Cortesía de F.A. Murphy, Facultad de Veterinaria, Universidad de California, Davis).
28 Principios de virología molecular
Cápsides helicoidales
El virus del mosaico del tabaco es el representante de una de las dos principales
clases estructurales que se observan en los virus, los de simetría helicoidal. La forma más
simple de ordenar múltiples subunidades proteicas idénticas es utilizando la simetría
rotacional y ordenar las proteínas con formas irregulares alrededor de la circunferencia
de un círculo para formar un disco. Múltiples discos pueden ser apilados uno encima del
otro para formar un cilindro, con el genoma vírico recubierto por la cubierta proteica o
contenido en el centro hueco del cilindro. Los estudios de desnaturalización y de transi
ción de fase del VMT sugieren que ésta es la forma que adquiere esta partícula (ver
Capítulo 1).
Un exámen más detallado de la partícula del VMT por cristalografía de rayos X reve
la que la estructura de la cápside realmente consiste en una helio más que en una pila de
Partículas
discos. Una hélice puede definirse matemáticamente por dos parámetros: su amplitud
(diámetro) y su inclinación (la distancia recorrida por cada vuelta completa de la hélice)
(Figura 2.2). Las hélices son estructuras bastante simples que están formadas por un
apilamiento de componentes repetidos con una relación constante (amplitud e inclina
ción) unos con otros. Debe tenerse en cuenta que si estas simples condiciones se rompen,
se forma una espiral en vez de una hélice, y esta espiral es bastante poco adecuada para
contener un genoma vírico. En términos de subunidades proteicas individuales, las héli
ces se describen por el número de subunidades por giro de la hélice, q, y por el incremen
to axial por subunidad, p\ por tanto, la inclinación de una hélice, P, es igual a:
Para el VMT, ]u = 16,3; es decir, existen 16,3 moléculas de cubierta proteica por
giro de la hélice, y p = 0,14 nm. Por lo tanto, la inclinación de la hélice del VMT es
16,3 x 0,14 = 2,28 nm.
Las partículas del VMT son estructuras rígidas en forma de varilla, pero algunos virus
helicoidales muestran una flexibilidad considerable, y las partículas víricas helicoidales
más largas a menudo están curvadas o dobladas. Flexibilidad es probablemente un atri-
Inclinación de la hélice
P =2,28 nm
P =16,3
(subunidades/vuelta de hélice)
í ' p=0,14 nm
1- Incremento axial/subunidad
Figura 2.2 El virus del mosaico del tabaco (VMT) tiene una cápside que consiste en muchas molécu
las de una protema ordenada en una sola capa manteniendo una relación constante, formando una hélice
con una inclinación de 2,28 Á.
Principios de virología molecular
buto importante. Las partículas helicoidales largas están probablemente sometidas a fuerzas
de cizallamiento, y su habilidad por doblarse reduce la probabilidad de rotura o daño.
Que la simetría helicoidal es una forma eficaz de crear una partícula a partir del
ordenamiento de una sola subunidad proteica se ve confirmado por el hecho de que un
gran número de diferentes tipos de virus ha evolucionado con este tipo de organización
de la cápside. Entre las cápsides helicoidales más sencillas se encuentran las de los cono
cidos bacteriófagos de la familia Inoviridae, como M I3 y fd. Estos fagos tienen unos
900 nm de longitud y 9 nm de diámetro, y las partículas contienen cinco proteínas (Figu
ra 2.3). La principal proteína de la cubierta es un producto del gen fágico 8 (g8p) y
existen de 2.700 a 3.000 copias de esta proteína por partícula, junto con aproximadamen
te 5 copias de cada una de las cuatro proteínas minoritarias de la cápside (g3p, g6p, g7p
y g9p) localizadas en los extremos de la partícula filamentosa. La estructura primaria de
la proteína principal de la cubierta g8p explica muchas de las propiedades de la partícula.
Las moléculas maduras de g8p consisten en unos 50 aminoácidos (una secuencia señal
de 23 aminoácidos es escindida de una proteína precursora durante su translocación a la
membrana externa de la bacteria hospedadora) y su estructura es casi completamente en
NH
Figura 2.3 Representación esquemática de una partícula del fago M13 de Enterobacterias (Inoviridae).
La proteína principal de la cubierta g8p se ordena helicoidalmente, con las subunidades solapándose
como las escamas de un pez. Otras proteínas de la cápside requeridas para la actividad biológica del
virión se localizan en ambos extremos de la partícula. El inserto muestra las interacciones hidrofóbicas
entre los monómeros de g8p (región sombreada).
Partículas 31
a-hélice, de manera que la molécula forma una corta varilla. Existen tres dominios
distintos en esta varilla. Una región cargada negativamente en el extremo amino-termi-
nal que contiene aminoácidos ácidos forma la superficie hidrofílica de la partícula
vírica, y una región básica, cargada positivamente, en el extremo carboxi-terminal re
viste el interior del cilindro proteico adyacente al ADN genómico, cargado negativa
mente. Entre estas dos regiones existe una región hidrofóbica que es responsable de
las interacciones entre las subunidades g8p que permiten la formación de la partícula
fágica y la estabilizan (Figura 2.3). Las partículas de inovirus se mantienen unidas por
las interacciones hidrofóbicas entre las subunidades proteicas de la cubierta, como se
demostró por el hecho de que las partículas se deshacen en presencia de cloroformo, a
pesar de que no contienen ningún componente lipídico. Las subunidades g8p en las
sucesivas vueltas de la hélice se entrelazan con las subunidades de las vueltas inferio
res y se inclinan en un ángulo de aproximadamente 208° respecto al eje longitudinal de
la partícula, solapándose unas con otras como las escamas de un pez. El valor de p,
(subunidades proteicas por vuelta completa de la hélice) es 4,5 y p (incremento axial
por subunidad) = 1,5 nm.
Debido a que el ADN del fago se empaqueta en el interior de la partícula helicoidal,
la longitud de la partícula depende de la longitud del genoma. En todas las preparacio
nes de inovirus se encuentran polífagos (que contienen más de una longitud de genoma
de ADN), minifagos (formas abortivas que contienen 0,2-0,5 longitudes de genoma de
ADN) y maxifagos (formas genéticamente defectivas que contienen más de una longitud
de genoma de ADN). La plasticidad de estas partículas filamentosas ha sido aprovechada
por los biólogos moleculares para convertir el genoma del fago M13 en un vector de
clonación. La inserción de un ADN extraño en este genoma resulta en partículas fágicas
recombinantes que son más largas que los filamentos silvestres. A diferencia de la mayo
ría de los virus, no existe un límite estricto en la longitud del genoma de ADN que puede
ser empaquetado en la partícula; sin embargo, conforme el tamaño del genoma de M I3
aumenta, su eficacia de replicación disminuye. Mientras que los genomas de fagos re-
combinantes 1 a 10% más largos que el tipo silvestre no muestran desventajas significa
tivas, los que tienen 10 a 50% más longitud que el tipo silvestre replican significativa
mente más despacio. Con incrementos superiores al 50% del genoma normal se hace
progresivamente más difícil aislar fagos recombinantes.
La estructura de la cápside de inovirus explica también los sucesos que ocurren des
pués de la infección de células bacterianas hospedadoras adecuadas. Los fagos inovirus
son específicos de células masculinas (es decir, requieren la presencia del pilus F en la
superficie de Escherichia coli para poder infectar). El primer evento en la infección es la
interacción entre g3p localizado en un extremo del filamento junto con g6p y el extremo
del pilus F. Esta interacción provoca un cambio conformacional en g8p. Inicialmente su
estructura cambia de ser 100% a-hélice a 85% a-hélice, causando un acortamiento del
filamento. El extremo de la partícula adherido al pilus F se abre, exponiendo el ADN del
fago. Posteriormente un segundo cambio conformacional en las subunidades g8p reduce
su contenido de a-hélice del 85% al 50%, provocando que la partícula fágica forme un
hueco esferoidal de unos 40 nm de diámetro y expeliendo el ADN fágico, iniciando la
infección en la célula hospedadora.
32 Principios de virología molecular
Muchos viras de plantas muestran simetría helicoidal (Apéndice 2). Estas partículas
oscilan desde aproximadamente 100 nm (tobraviras) hasta unos 1.000 nm (closteroviras)
de longitud. El ejemplo mejor estudiado, como ya se ha indicado anteriormente, es el
VMT del grupo tobamoviras. No está claro por qué tantos miembros de este grupo han
adoptado esta estructura, pero podría estar relacionado bien con la biología de la célula
vegetal hospedadora o bien con la forma en que se transmiten de unos huéspedes a otros.
No existen viras animales helicoidales desnudos (es decir, no envueltos). De nuevo,
este hecho posiblemente refleje aspectos de la biología de la célula hospedadora o de la
transmisión de los viras, pero las razones no están claras. Un gran número de viras ani
males se basan en la simetría helicoidal, pero todos constan de una envoltura lipidien
externa (ver más adelante). Existen demasiados viras con esta estructura para ser citados
individualmente, pero esta categoría incluye muchos de los patógenos humanos más
conocidos, como los viras gripales (Orthomyxovíridae), viras de la parotiditis y viras del
sarampión (Paramyxoviridae) y viras de la rabia (Rhabdoviridae). Todos ellos poseen
genomas de ARN se una sola cadena, de polaridad negativa (ver Capítulo 3). El diseño
molecular de todos estos viras es similar. El ácido nucleico viral y una proteína básica
con afinidad por el ácido nucleico se condensan juntos en la célula infectada para formar
una nucleocápside helicoidal. Este complejo ARN-proteína sirve para proteger al frágil
genoma viral de daños químicos y físicos, y en algunos casos provee también otras fun
ciones asociadas con la replicación viral. La envuelta y sus proteínas asociadas derivan
de membranas de la célula hospedadora y se añaden a la nucleocápside del viras durante
la replicación (ver Capítulo 4).
Algunos de estos viras animales, helicoidales y envueltos, son relativamente simples
en su estructura; por ejemplo el viras de la rabia y el muy similar viras de la estomatitis
vesicular (VSV) (Figura 2.4). Estos viras están construidos alrededor del ARN genómico
de polaridad negativa, que en los rhabdovirus tiene unos 11.000 nucleótidos (11 kilobases
[kb]) de longitud. El genoma de ARN y la proteína básica de la nucleoproteína (N) inte-
raccionan para formar una estructura helicoidal con una inclinación de aproximadamen
te 5 nm, que, junto con otras dos proteínas, L y NS (que constituyen la ARN polimerasa;
ver Capítulo 4), conforman el nucleoide o core de la partícula vírica. Existen de 30 a 35
vueltas de la hélice de la nucleoproteína en el core, que mide unos 180 nm de longitud y
80 nm de diámetro. Los monómeros individuales de la proteína N tienen aproximada
mente 9 x 5 x 3 nm, y cada uno cubre unos nueve nucleótidos del ARN genómico. Como
en el caso de las partículas de fagos filamentosos descritas anteriormente, el papel de la
proteína N es estabilizar el ARN genómico y protegerlo de daños físicos, químicos y
enzimáticos. Igual que en la mayoría de los viras envueltos, la nucleocápside está rodea
da de una capa amorfa que interacciona tanto con el core como con la envuelta lipídica,
estableciendo un nexo entre ambos. Esta capa se denomina matriz. La proteína matriz
(M) es usualmente la más abundante de la partícula vírica; por ejemplo, existen aproxi
madamente 1.800 copias de la proteína M y unas 1.250 copias de la proteína N en las
partículas de VSV. La envuelta lipídica y sus proteínas asociadas serán comentadas más
adelante con más detalle.
Es evidente que muchos viras de diferentes grupos han evolucionado en tomo a la
simetría helicoidal. Viras simples con pequeños genomas utilizan esta arquitectura para
Partículas 33
Figura 2.4 Las partículas de rabdovirus, como el virus de la estom atitis vesicular, tienen una
nucleocápside helicoidal interna rodeada de una envuelta lipídica externa y sus proteínas asociadas.
ofrecer protección a sus genomas sin necesidad de codificar múltiples proteínas de cápside.
Partículas víricas más complejas utilizan esta estructura como la base de la partícula,
para elaborar sobre ella capas adicionales de proteína y lípido.
Una forma alternativa de construir una cápside vírica es organizar las subunidades
proteicas en forma de una estructura hueca cuasiesférica, encerrando el genoma en ella.
Este criterio de ordenar las subunidades en la superficie de un cuerpo sólido es un poco
más complejo que construir una hélice. En teoría, se pueden construir diversos cuerpos
sólidos con subunidades repetidas; por ejemplo, un tetraedro (cuatro caras triangulares),
un cubo (seis caras cuadradas), un octaedro (ocho caras triangulares), un dodecaedro
(doce caras pentagonales), y un icosaedro, un cuerpo sólido constituido por 20 caras
triangulares organizadas alrededor de la superficie de una esfera (Figura 2.5).
A comienzos de los 60, el examen directo al microscopio electrónico de pequeños
virus «esféricos» reveló que en realidad tenían simetría icosaédrica. A primera vista, no
resulta obvio por qué este patrón fue escogido por distintos grupos de virus; no obstante,
aunque en teoría es posible construir virus con cápsides basadas en organizaciones si
34 Principios de virología molecular
métricas más sencillas, como tetraedros o cubos, existen razones prácticas por las que
esto no ocurre. Como se explicó antes, es más económico en términos de capacidad
genética diseñar una cápside basada en muchas subunidades proteicas idénticas y repeti
das que en pocas subunidades grandes. Es improbable que un simple tetraedro constitui
do por cuatro moléculas proteicas idénticas sea lo suficientemente grande como para
incluso contener al más pequeño genoma viral. Aún si lo fuese, es probable que los
huecos entre las subunidades fuesen tan grandes, que la partícula resultase agujereada y
fracasase en su principal función de proteger al genoma viral.
Con el objeto de construir una cápside con subunidades repetidas, un virus debe «sa
ber» las reglas que establecen cómo deben organizarse éstas. Para un icosaedro, las
reglas se basan en la simetría rotacional de un sólido, conocida como simetría 2-3-5, que
tiene las siguientes características (Figura 2.5):
■ Un eje de simetría rotacional doble a través del centro de cada arista.
■ Un eje de simetría rotacional triple a través del centro de cada cara.
■ Un eje de simetría rotacional quintuplo a través del centro de cada vértice.
Debido a que las moléculas proteicas tienen formas irregulares y no son triángulos
equiláteros regulares, la cápside helicoidal más simple se construye utilizando tres subu
nidades idénticas para formar cada cara triangular. Esto significa que son necesarias 60
Figura 2.5 Ilustración de la simetría 2-3-5 de un icosaedro. Icosaedros más complejos (de rangos
superiores) pueden definirse por el número de triangulación de la estructura, T = f 2 x P. Los icosaedros
regulares tienen caras constituidas por triángulos equiláteros y se forman cuando el valor de P es 1 ó 3.
Todos los demás valores de P dan lugar a estructuras más complejas con una distorsión hacia la izquier
da o hacia la derecha.
Partículas 35
subunidades idénticas para construir una cápside completa. Unos pocos virus sencillos
se construyen de este modo; por ejemplo, bacteriófagos de la familia Microviridae,
como <j>X174. Durante el ensamblaje de este bacteriófago se forma una partícula precur
sora vacía llamada procápside. El ensamblaje de la procápside requiere la presencia de
dos proteínas andamio («scajfolding proteins») que son componentes estructurales de la
procápside, pero que no se encuentran en el virión maduro.
En la mayoría de los casos, el análisis revela que las cápsides icosaédricas víricas con
tienen más de 60 subunidades, por las razones de economía genética antes comentadas.
Esto representa una dificultad. Un icosaedro regular, compuesto de 60 subunidades idén
ticas, es una estructura muy estable, porque todas las subunidades están unidas de una
forma equivalente (es decir, muestran la misma distancia relativa unas respecto a otras y
cada una ocupa un estado de mínima energía libre). Con más de 60 subunidades es imposi
ble que todas estén ordenadas de una forma totalmente simétrica, con uniones equivalentes
con todas las subunidades vecinas, ya que un icosaedro regular verdadero consta sólo de 20
subunidades. Para resolver este problema Caspar y Klug propusieron en 1962 la idea de la
cuasiequivalencia. Su idea fue que las subunidades en casi el mismo ambiente local es
tablecen enlaces casi equivalentes con sus vecinas, permitiendo el autoensamblado de
cápsides icosaédricas a partir de múltiples subunidades. En el caso de estos icosaedros de
rango superior, la simetría de la partícula viene definida por el número de triangulación
del icosaedro (Figura 2.5). El número de triangulación, T, se define por la ecuación:
T=f2x P
Figura 2.7 Las partículas de picomavirus son estructuras icosaédricas con número de triangulación
T = 3. Tres proteínas víricas (VP1, 2 y 3) constituyen la superficie de la partícula. Una cuarta proteína,
VP4, no está expuesta en la superficie del virión, pero está presente en cada una de las 60 unidades
repetidas que integran la cápside.
Partículas
a = hélice
O- |3 = lámina
Figura 2.8 Subunidad estructural en «barril (3 de ocho cadenas antiparalelas» encontrada en todas las
cápsides incosaédricas T = 3 de virus ARN.
38 Principios de virología molecular
mucho acerca de su interacción con las células hospedadoras y con el sistema inmunita-
rio. En los últimos años se ha aprendido mucho, no sólo sobre estos virus, sino también
sobre la identidad de su receptor celular, ICAM-1 (ver más adelante y Capítulo 4). Ade
más, se ha dilucidado la estructura inmunológica de varias partículas de picomavirus. Se
han publicado varios estudios que han aplicado anticuerpos monoclonales para mapear
sitios antigénicos en la secuencia aminoacídica primaria del virus, estudiando su reacti
vidad con virus mutantes o empleando péptidos sintéticos para bloquear su unión. La
información obtenida de estos experimentos se ha utilizado para identificar diversos si
tios de neutralización por anticuerpos en la superficie de la partícula vírica. Algunos de
ellos corresponden a regiones lineales contiguas de la secuencia primaria de aminoáci
dos de las proteínas de la cápside; otros, conocidos como sitios conformacionales, resul
tan de tramos separados de aminoácidos que se aproximan en el virión maduro. Con la
resolución detallada de las estructuras de la cápside de picomavirus, estas regiones han
sido identificadas físicamente en la superficie de la partícula. Corresponden sobre todo a
bucles hidrofílicos expuestos de secuencias de aminoácidos, fácilmente accesibles para
la unión con anticueipos y que están repetidos en cada subensamblaje pentamérico de la
cápside. Ahora que se conocen los requerimientos físicos de estos sitios antigénicos, esta
información está siendo utilizada para manipularla artificialmente, incluso para construir
«quimeras antigénicas» con las propiedades estructurales de un virus pero expresando
sitios antigénicos cruciales de otro. Con la aplicación de las herramientas actuales de
diseño asistidas por ordenador, es probable que mejore la eficacia en el diseño y la cons
trucción de este tipo de quimeras. De hecho, es probable que estos virus compuestos se
conviertan en las vacunas del futuro.
Partículas 39
V ir u s e n v u e l t o s
Figura 2.10 Las partículas víricas envueltas se forman por gemación a través de una membrana de la
célula hospedadora, proceso durante el que se ven rodeadas de una bicapa lipídica derivada de la mem
brana celular. En algunos virus, el ensamblaje y la gemación ocurren simultáneamente, mientras que en
otros un core preformado empuja a través de la membrana.
Proteínas matri
)
Glicoproteína («espícula» de trimero)
Glicoproteína extema
Figura 2.11 Varias clases de proteínas se asocian con las envueltas víricas. Proteínas matriz relacio
nan la envuelta con el core de la partícula. Las glicoproteínas codificadas por el virus que se insertan en
la envuelta tienen diversas funciones. Las glicoproteínas externas son responsables del reconocimiento
del receptor y de su unión a él, mientras que las proteínas transmembrana actúan como canales transpor
tadores a través de la envuelta. A veces también se encuentran proteínas derivadas de la célula hospedadora
asociadas con la envuelta, generalmente en pequeñas cantidades.
Estas proteínas son a menudo los principales antígenos de los virus envueltos y pro
porcionan puntos de contacto con el ambiente externo, desempeñando frecuentemen
te diversas funciones importantes; por ejemplo, la hemaglutinina de los virus gripales
es necesaria para unión al receptor, fusión de membranas y hemaglutinación. Las
proteínas de canales de transporte contienen numerosos dominios transmembrana
hidroíóbicos que forman un canal recubierto de proteínas a través de la envuelta. Esto
permite al virus alterar la permeabilidad de la membrana (por ej., canales iónicos).
Estas proteínas son importantes pues modifican el ambiente interno del virión, per
mitiendo o incluso dirigiendo cambios necesarios para la maduración de la partícula
y el desarrollo de infectividad (por ej., proteína M2 de virus influenza).
Mientras que existen muchos virus envueltos de vertebrados, sólo unos pocos virus de
plantas tienen envueltas lipídicas. La mayoría de ellos pertenecen a la familia Rhabdoviridae,
cuya estructura ha sido ya comentada (ver Simetría helicoidal). Además de los rhabdovirus
de plantas, sólo unos pocos bunyavims que infectan plantas y miembros del género
Tospovirus tienen envueltas lipídicas. La relativa escasez de virus envueltos en los vegeta
les probablemente refleje aspectos de la biología de la célula hospedadora, en particular los
referentes a los mecanismos de liberación de los virus de las células infectadas, que re
42 Principios de virología molecular
quieren una brecha en la rígida pared celular. Esta restricción no se aplica a los virus de
organismos procariotas, en los que existen varias familias de virus envueltos (por ej.,
Cystoviridae, Fuselloviridae, Lipothrixviridae y Plasmaviridae).
La mayoría de los virus pueden encuadrarse en una de las tres clases estructurales
antes resumidas (es decir, aquellos con simetría helicoid , simetría icosaédrica o virus
envueltos); sin embargo, existen muchos virus cuya estructura es más compleja. En es
tos casos, aunque a menudo se emplean los principios generales de simetría ya descritos
para construir parte de la cubierta del virus (este término resulta aquí apropiado pues
estos virus a menudo tienen varias capas de proteínas y lípidos), los virus más grandes y
complejos no pueden ser definidos simplemente por una ecuación matemática, como una
sencilla hélice o un icosaedro. Debido a la complejidad de algunos de estos virus, han
desafiado los intentos por determinar sus estructuras atómicas detalladas utilizando las
técnicas descritas en el Capítulo 1.
Un ejemplo de ellos son los Poxviridae. Estos virus son partículas ovales o «en forma
de ladrillo» de 200 a 400 nm de longitud. De hecho, estas partículas son tan grandes que
fueron observadas por vez primera en 1886 en linfa vacunal, utilizando microscopios
ópticos de alta resolución, y fueron considerados en aquel momento esporas de micrococos.
La superficie externa del viriór; está marcada con líneas paralelas, a veces ordenadas en
forma helicoidal. Estas partículas son muy complejas y se ha visto que contienen más de
100 proteínas diferentes (Figura 2.12). Durante su replicación se observan dos formas de
partículas: extracelulares que contienen dos membranas y partículas intracelulares que
sólo tienen una membrana interna. Los poxvirus y otros virus con estructura compleja
(como el virus de la fiebre porcina africana) obtienen sus membranas de forma diferente
Figura 2.12 Las partículas de Poxvirus son los virus más complejos conocidos y contienen más de
100 proteínas de codificación vírica, organizadas en una variedad de estructuras internas y externas.
Partículas 43
a los viras envueltos «simples» como los retroviras o viras influenza. En vez de salir por
gemación en la superficie celular o en un compartimento intracelular, adquiriendo así
una sola membrana, estos viras complejos son envueltos por el retículo endoplasmático,
adquiriendo dos capas de membrana (Figura 2.13).
Observadas bajo el microscopio electrónico las finas secciones de poxviras revelan
que la superficie externa del virión se compone de lípidos y proteínas. Esta capa rodea al
core o nucleoide, que es bicóncavo (en forma de pesas), y a dos «cuerpos laterales» cuya
función es desconocida. El core se compone de una nucleoproteína fuertemente compri
mida y del genoma de ADN bicatenario que está enroliado a su alrededor. Antigénicamente
los poxviras son muy complejos, induciendo tanto anticuerpos específicos como produc
tores de reacciones cruzadas, de ahí que sea posible vacunar contra una enfermedad con
otro viras (por ej., el uso del viras vacuna para inmunizar contra la viruela). Los poxviras
y cierto número de otros viras complejos también enfatizan la verdadera complejidad de
algunos viras; existen al menos diez enzimas presentes en las partículas de poxviras, la
mayoría implicadas en el metabolismo del ácido nucleico y en la replicación del genoma.
Los poxviras constituyen las partículas más complejas conocidas, y a pesar de que ya
se ha determinado la secuencia nucleotídica completa de varios representantes de esta
familia (ver Capítulo 3), no se ha logrado aún elucidar completamente la estructura de
estas partículas. Este es un caso extremo en virología, incluido aquí como contrapunto a
la descripción de algunos de los viras más sencillos ofrecida antes. En otros casos, la
estructura de la partícula de viras complejos se ha investigado mucho más completamen-
(b)
• * •
Figura 2.13 (a) Los virus envueltos simples adquieren su envuelta de una sola capa al salir por gema
ción a través de la superficie celular o en el interior de compartimentos intracelulares. (b) Los virus
envueltos complejos adquieren múltiples capas al verse envueltos por el retículo endoplasmático o por
otras membranas celulares.
W ¿J Principios de virología molecular
te. Uno de los principales ejemplos de tales virus son los fagos con cola de enterobacte-
rias. El orden Caudovirales comprende las familias Myoviridae, Siphoviridae y
Podoviridae. ha sido intensamente estudiado por razones excelentes; estos virus se pro
pagan fácilmente en bacterias, se pueden obtener en títulos elevados y se purifican con
facilidad, permitiendo los estudios bioquímicos y estructurales. La cabeza de las partícu
las consiste esencialmente en una cubierta icosaédrica con una simetría T= 7 que se une
a través de un collar a una cola helicoidal retráctil. En el extremo de la cola hay un disco
que interviene en la adhesión a la célula bacteriana y también en la penetración a través
de la pared celular bac teriana por medio de enzimas del tipo de lisozima asociadas con el
disco. Además de estas estructuras, unas finas fibras proteicas se unen al disco y, junto
con éste, participan en la unión a receptores en la pared de la célula huésped. La
estructura de estos fagos es realmente bastante más compleja que esta simple descrip
ción; por ejemplo, en la cabeza existen varias proteínas internas y poliaminas asocia
das con el ADN genómico y hay una estructura interna en forma de tubo en el interior
de la vaina externa de la cola helicoidal. En la célula bacteriana infectada hay vías
separadas de ensamblaje de la cabeza y de la cola de la partícula, que se unen en un
estadio tardío para construir los viriones (Figura 2.14). Estos virus son un ejemplo de
cómo se pueden constiuir partículas complejas a partir de los principios sencillos antes
comentados. Un ejemplo aún más claro de este fenómeno lo proporciona la estructura
de las partículas de geminivirus, que consisten en dos icosaedros gemelos T = 1. A
cada icosaedro le falta una subunidad morfológica, y los icosaedros se unen en un
punto tal que la partícula madura contiene 110 proteínas monoméricas organizadas en
22 subunidades morfológicas.
Los miembros de la familia Reoviridae tienen cápsides icosaédricas T= 13, desnu
das, compuestas por una doble capa de proteínas con una estructura compleja (Figura
2.15). Se ha establecido la estructura del core transcripcionalmente activo del virus de la
lengua azul, la cual constituye la mayor estructura determinada hasta el momento a una
resolución atómica (3,5 Á). La cápside extema de este virus tiene aproximadamente 80 nm
de diámetro y la cápside interna o core mide unos 60 mn. La estructura de la cápside
extema es compleja y no se ha deteiminado todavía con una resolución atómica, pero ha
sido analizada a un resolución menor de 3 nm por técnicas alternativas de investigación
estructural como la criomicroscopía electrónica y procesamiento de imágenes. Aunque
estos métodos proporcionan una resolución estmctural que es unas diez veces menor que
la de la difracción de rayos X, estas técnicas son útiles para estudiar estructuras comple
jas o frágiles que no pueden ser cristalizadas. El genoma del virus de ARN de doble
cadena está empaquetado dentro del core, rodeado de complejos transcripcionales en los
vértices de la partícula. Estos segmentos genómicos mantienen un orden durante la trans
cripción. Doce espículas sobresalen del core a través de la cápside externa. Las partícu
las de Reoviridae son muy estables en el medio ambiente; esto es especialmente cierto en
el caso de los rotavuus, que se diseminan a menudo a través del agua de bebida contami
nada. Las partículas de rotavirus en material fecal conservado a temperatura ambiente
son capaces de mantener su infectividad durante 7 meses y no son muy susceptibles a los
desinfectantes que contienen cloro, lo que demuestra la eficacia con la que estas comple
jas partículas protegen a su frágil genoma de ARN.
Partículas 45
Figura 2.14 Versión simplificada del ensamblaje de las partículas del fago de enterobacterias T4
| Myoviridae). Las secciones de la cabeza y de la cola se ensamblan separadamente y son unidas en una
fase relativamente tardía. Este complejo proceso fue desarrollado laboriosamente mediante el aisla
miento de fagos mutantes en cada uno de los genes víricos implicados. Además de las principales proteí
nas estructurales, un número menor de proteínas de «andamiaje» están implicadas en la configuración
de tan compleja partícula vírica.
VP6(Hel)
Complejo
transcriptasa
Segmentos genómicos
50 nm
Figura 2.15 Las partículas de reovirus constan de proteínas organizadas como una doble cápside
icosaédrica rodeando un core. Este diagrama representa la información conocida sobre la estructura de
una partícula del virus de la lengua azul. (Basado en datos suministrados por Peter Mertens, Instituto de
Salud Animal, Reino Unido).
Figura 2.16 Algunas partículas de baculovirus existen en dos formas: una relativamente simple de
partícula producida por gemación, que se encuentra en el interior del insecto liospedador y otra forma
cristalina, incluida en proteína, responsable de la resistencia en el medio ambiente.
muy potente. Se pueden expresar genes foráneos clonados bajo el control del promotor de
la poliedrina; por tanto, los baculovirus han sido convertidos en vectores de expresión.
Los virus superan esta dificultad empaquetando, junto con el genoma, algunas moléculas
cargadas positivamente para neutralizar esta repulsión de la carga negativa. Estas molécu
las incluyen pequeños iones cargados positivamente (Na, Mg, K, etc.), poliaminas, y varias
proteínas que se unen a ácidos nucleicos. Algunas de estas últimas son de codificación
vírica y contienen aminoácidos con cadenas laterales básicas, como arginina y lisina, que
interaccionan con el genoma. Hay muchos ejemplos de tales proteínas: por ejemplo, las
proteínas NC de retrovirus, N (nucleocápside) de rabdovims y NP (nucleoproteína) de
virus influenza. Muchos virus con genomas de ADN bicatenario tienen proteínas básicas
tipo histonas estrechamente asociadas al ácido nucleico. De nuevo, algunas de éstas son de
codificación vírica (por ej., el polipéptido VII de adenoviras). En otros casos, sin embargo,
el virus puede usar proteínas celulares; por ejemplo el genoma de poliomavirus adopta una
estructura parecida a la cromatina constituida por cuatro proteínas histonas celulares (H2A,
H2B, H3 y H4), de forma similar al genoma de la célula hospedadora.
El segundo problema que tienen que resolver los virus es cómo lograr la especifici
dad requerida para seleccionar y encapsidar el genoma viral distinguiéndoio de los áci
dos nucleicos celulares. En la mayoría de los casos, durante las últimas etapas de la
infección vírica, cuando se produce el ensamblaje de las partículas víricas (ver Capítulo
4), la transcripción de los genes celulares se ha reducido y se ha acumulado un gran
número de genomas virales. Esta sobreproducción de genomas facilita, pero no elimina,
el problema del empaquetamiento del genoma específico. Por lo tanto, se requiere una
proteína de cápside o nucleocápside codificada por el virus para lograr este extremo, y
muchos virus, incluso aquellos con genomas cortos y compactos, como los retrovirus y
rabdovirus, codifican este tipo de proteína.
Los viras con genomas segmentados (ver próximo capítulo) encaran un problema aña
dido: no solamente tienen que encapsidar sólo ácidos nucleicos víricos y excluir moléculas
de la célula hospedadora, sino que tienen además que empaquetar uno de cada segmento
genómico requerido. Es importante asumir que durante el ensamblaje los viras frecuente
mente cometen errores. Estos pueden cuantificarse midiendo las proporciones partícula/
infectividad; la proporción entre el número total de partículas víricas (contadas por micros
copía elecúónica) en una preparación vírica y el número de partículas capaces de generar
una progenie infecciosa (medida por ensayos de plaque- o por dilución límite). Este valor
resulta ser en algunos casos varios miles de partículas por cada virión infeccioso, y sólo
rara vez se aproxima a una razón 1/1; no obstante, los cálculos demuestran que viras tales
como influenza presentan unas proporciones partícula/infectividad mucho más bajas de las
que se lograrían empaquetando al azar ocho segmentos genómicos distintos. Actualmente
se cree que cada partícula de viras influenza contiene más de ocho segmentos genómicos,
posiblemente 9 a 11. Esta redundancia puede ser suficiente para asegurar que una propor
ción razonable de partículas víricas en la población contendrá al menos uno de cada ocho
segmentos requeridos y será por tanto infeccioso. Sin embargo, no es seguro que esto sea
así, y es posible que los viras influenza tengan un mecanismo todavía no descubierto (por
ej., incorporación de complejos de ribonucleoproteína durante la morfogénesis) que asegu
re una dotación genética completa en la mayoría de las partículas.
El otro miembro de la ecuación de empaquetamiento lo constituyen las secuencias
nucleotídicas específicas (la señal de empaquetamiento) que permiten al viras selec
Partículas 49
cionar ácidos nucleicos genómicos víricos entre el conjunto de origen celular. Se han
identificado las señales de empaquetamiento de varios genomas virales. Como ejemplos
encontramos la señal %(psi) en los genomas de retrovirus murinos, que se han utilizado
para empaquetar genomas de vectores de retrovirus sintéticos en partículas víricas, y las
secuencias responsables de empaquetar los genomas de varios virus ADN (algunos ade-
novirus y herpesvirus), que han sido definidas claramente y de modo inequívoco. No
obstante, a partir de diversos estudios resulta evidente que un empaquetamiento preciso
y eficaz del genoma requiere información no sólo de la secuencia nucleotídica lineal,
sino también de regiones de la estructura secundaria formadas por el plegamiento del
ácido nucleico genómico en formas complejas. En muchos casos han fracaso los intentos
por encontrar una secuencia señal de empaquetamiento única, lineal. La razón probable
es que en la mayoría de los virus la clave para la especificidad del empaquetamiento del
genoma radica en la estructura secundaria del genoma.
Como ocurre con otros muchos aspectos del ensamblaje de los virus, en muchos
casos no sabemos la forma en que se controla el empaquetamiento; no obstante, la
clave debe estar en interacciones moleculares específicas entre el genoma y la ápside.
Hasta hace poco, apenas se había estudiado la estructura física de los genomas virales
en el interior de las partículas víricas, aunque en los últimos años se ha investigado
intensamente la genética del empaquetamiento. Esto es una pena, porque sin esta in
formación difícilmente seremos capaces de entender completamente este importante
aspecto de la replicación vírica; pero es comprensible, pues las técnicas que habitual
mente se emplean para determinar la estructura de las cápsides víricas (por ej., difracción
de rayos X) rara vez proporcionan información sobre el estado del genoma dentro de
su cubierta proteica. De todas formas, en algunos casos existe ya disponible un detalla
do conocimiento sobre el mecanismo y la especificidad de la encapsidación del genoma.
Esto se refiere tanto a virus con simetría helicoidal como a algunos con simetría
icosaédrica.
Indudablemente el mecanismo de empaquetamiento mejor conocido es el del VMT,
un virus vegetal ARN helicoidal de polaridad +. Ello se debe a la relativa simplicidad de
este virus, que tiene solamente una proteína principal de cubierta y que se ensambla ¡n
vitro espontáneamente a partir de sus componentes purificados, ARN y proteína. En el
caso del VMT, el ensamblaje de las partículas se inicia por la asociación de agregados
preformados de moléculas de proteína de cápside («discos») con los residuos 5.444-5.518
en el genoma de ARN de 6,4 kb, conocidos como la «secuencia de origen de ensamblaje
(«origin o f assembly sequence», OAS) (Figura 2.17). Los discos planos tienen 17 subu
nidades por anillo, cerca de las 16,34 subunidades por vuelta que se encuentran en el
virión maduro. De hecho, los discos no son completamente simétricos, ya que tienen una
marcada polaridad. El ensamblaje comienza cuando un disco interacciona con el OAS
en el ARN genómico. Esto convierte a los discos en «arandelas de cierre» con estructura
helicoidal, cada una de ellas conteniendo en 3’ subunidades proteicas de cápside. Más
discos se añaden a esta estructura, convirtiéndose en la conformación en «arandela de
cierre». El ARN es arrastrado al interior de la estructura en construcción como lo que se
conoce como un «bucle viajero», lo que le da este nombre a este procedimento de forma
ción de partículas. El ARN viral (ARNv) es atrapado y queda por tanto enterrado en la
50 Principios de virología molecular
Figura 2.17 Ensamblaje de partículas de virus del mosaico del tabaco (VMT).
cubierta madura de g8p (junto con las proteínas accesorias). Las fuerzas que dirigen este
proceso no se comprenden totalmente, pero las interacciones proteína-ácido nucleico
que ocurren parecen ser bastante simples e incluyen fuerzas electrostáticas contrarias y
la unión de bases de ADN con cadenas laterales de proteínas. Esto se confirma por la
plasticidad del genoma de M I3 y su capacidad de encapsidar libremente material genético
extra.
Las interacciones proteína-ácido nucleico en otros virus helicoidales, tales como los
rabdovirus, son bastante más complejas. En la mayoría de los virus helicoidales envuel
tos, primero se forma un core de nucleoproteína que después se ve rodeado por proteínas
matriz, la envuelta y sus glicoproteínas asociadas (Figura 2.4). No se ha determinado la
estructura detallada del core, pero parece tener estilaciones cruzadas separadas por 4,5 a
5,0 nm, cada una probablemente equiparable a una vuelta del complejo proteína-ARN
(bastante similar al VMT). La proteína matriz muestra un patrón aparentemente hexagonal,
y no está claro si esto está relacionado con la estructura de la nucleocápside subyacente
o cómo se forma el extremo redondeado de la partícula vírica.
Bastante menos se sabe de cómo se organiza el genoma dentro de partículas víricas
con simetría icosaédrica. Existen, sin embargo, algunas excepciones a esta afirmación.
Estas son los virus ARN icosaédricos T= 3, cuyas subunidades son en su mayor parte los
motivos estructurales denominados «un barril (3 de ocho cadenas antiparalelas», comen
tado anteriormente. En el virus del moteado de la vaina de la judía (VMVJ) («bean pod
motile virus», BPMV), un comovirus T= 3 con un genoma bipartito, la cristalografía de
rayos X ha demostrado que el ARN está plegado de tal manera que adopta una simetría
icosaédrica, equivalente a la de la cápside que lo rodea. Las regiones que contactan con
proteínas de la cápside son de simple cadena y parece que interaccionan por fuerzas
electrostáticas más que mediante enlaces covalentes. La estructura atómica de 4>X174
también muestra que una porción del genoma de ADN interacciona con residuos de
arginina expuestos a la superficie interna de la cápside, de forma similar que en VMVJ.
Parece que se está produciendo un consenso respecto al estado físico de los ácidos
nucleicos en el interior de cápsides víricas icosaédncas. De forma similar a como las
cápsides icosaédricas de muchos virus no relacionados genéticamente se basan en monó
meros con un motivo estructural común en «barril |3 de ocho cadenas antiparalelas», los
genomas en su interior también parecen mostrar una simetría icosaédrica, cuyos vértices
interaccionan con aminoácidos básicos en la superficie interna de la cápside. De esta
manera, estos motivos estructurales comunes pueden con el tiempo explicar cómo los
virus empaquetan selectivamente los ácidos nucleicos genómicos necesarios, e incluso
podrían llegar a ofrecer la posibilidad de diseñar drogas específicas que inhiban estas
interacciones.
Actualmente están identificadas las moléculas que utilizan diversos virus de grupos
taxonómicos diferentes como receptores celulares. La interacción de la superficie exter
na de un virus con un receptor celular es un acontecimiento importante, que determina
52 Principios de virología molecular
RESUMEN
Este capítulo no intenta ser una lista completa de todas las estructuras víricas que se
conocen actualmente, sino que intenta ilustrar con ejemplos algunos de los principios
que controlan el ensamblaje de virus y las dificultades del estudio de estas diminutas
estructuras. Los lectores deberán consultar artículos científicos y bases de datos para
conocer los detalles de las estructuras víricas conocidas y de muchas que continuamente
aparecen. No obstante, existe una serie de motivos estructurales repetidos que se encuen
tran en muchos grupos diferentes de virus. Lo más obvio es considerar la división de
muchas estructuras víricas en aquellas basadas en simetrías helicoidal e icosaédrica.
Más sutilmente, estructuras proteicas comunes como el motivo estructural en «barril (3 de
ocho cadenas antiparalelas» encontrado en muchas cápsides icosaédricas T= 3 y el ple-
gamiento icosaédrico del ARN genómico presente en el interior de algunos de estos
virus empiezan a conocerse. Las partículas víricas no son inertes. Muchas están dotadas
Partículas 53
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CAPÍTULO 3
G enomas
55
56 Principios de virología molecular
ner la información genética en una forma que pueda ser reconocida y descifrada por ese
tipo particular de célula parasitada. El código genético utilizado por el virus debe coinci
dir o al menos ser reconocido por el organismo liospedador. De forma similar, las señales
de control que dirigen la expresión de los genes virales deben ser apropiadas para el
hospedador. En el Capitulo 4 se describen los métodos de replicación de los genomas
virales y el Capítulo 5 trata con más detalle de los mecanismos que regulan la expresión
de la información genética vírica. El propósito de este capítulo es describir la diversidad
de los genomas virales y examinar cómo y por qué se han producido estas variaciones.
Aunque la biología molecular ha desarrollado un gran número de técnicas para
manipular proteínas, el poder de esta tecnología se ha centrado por lo general en áci
dos nucleicos. Ha existido una relación intensa y sinérgica entre los avances en virología
dependientes de esta nueva tecnología y las oportunidades que los virus mismos han
proporcionado al desarrollo de nuevas técnicas de investigación. Así, el primer genoma
completo que fue secuenciado (en 1977) fue el de un virus, el bacteriófago <|)X174. Se
escogió este virus por diversas razones. Primero, posee uno de los genomas más pe
queños (5.386 nt). Segundo, es posible propagar grandes cantidades del fago en Es-
cherichia coli, purificarlo fácilmente y extraer el ADN genómico. Tercero, el genoma
de este fago consta de ADN monocatenario que pudo secuenciarse directamente por
los métodos de terminación de cadena. Aunque en aquellos momentos se estaban desa
rrollando también métodos de secuenciación de ADN bicatenario, (f)X174 demostró la
utilidad de los bacteriófagos con genomas de simple cadena como vectores de clonación
para secuenciación de ADN, y algunos fagos como M I3 se han aplicado posteriormen
te con este propósito.
En los últimos años se han estudiado intensamente las estructuras de los genomas
virales y las secuencias nucleotídicas porque el potencial de la tecnología del ADN
recombinante ha centrado su atención en esta área. Sería erróneo presentar la biología
molecular como el único medio de solucionar los problemas sin resolver en virología,
pero sería también una insensatez ignorar las oportunidades que ofrece y la explosión
de conocimiento que ha originado en las últimas décadas.
Algunos de los bacteriófagos más sencillos se han citado anteriormente como ejem
plos de los genomas más pequeños y menos complejos. En el otro extremo de la escala,
los genomas de los virus más grandes con ADN bicatenario, como los herpesvirus y los
poxviras, son suficientemente complicados como para haber escapado hasta la fecha
de un análisis funcional completo (a pesar de que se conocen las secuencias nucleotí
dicas completas de los genomas de un elevado número de ellos). Muchos de los viras
ADN de eucariotas se parecen estrechamente a sus hospedadores en cuanto a la biolo
gía de sus genomas.
Algunos genomas de viras ADN forman complejos con histonas celulares para for
mar una estructura similar a la cromatina dentro de la partícula vírica. Una vez dentro
del núcleo de la célula hospedadora, estos genomas se comportan como cromosomas en
miniatura satélites, siguiendo los dictados de las enzimas celulares y el ciclo celular:
■ Kates descubrió en 1970 que los RNAs mensajeros del viras vacuna están poliade-
nilados en sus extremos 3’ la primera observación de este hecho.
Genomas 57
■ Roberts y Sharp descubrieron por vez primera en 1977 la escisión de genes conte
niendo intrones 110 codificantes y exones codificantes de proteínas, así como RNAs
mensajeros empalmados.
■ Los intrones en procariotas se descubrieron primero en el genoma del bacteriófago
T4 en 1984. Varios ejemplos de este fenómeno se han descubierto ya en T4 y en
otros fagos. Todos son similares, de la clase I con autoempalmes («self-splicing»);
sin embargo, esta observación plantea un punto importante. La impresión conven
cional es que los genomas procariotas son más pequeños y replican más velozmen
te que los de los eucariotas y de ahí que puedan ser considerados «aerodinámicos».
El genoma del fago T4 consta de 160 kpb de ADN de doble cadena y está muy
condensado; por ejemplo, los promotores y las secuencias de control de la traduc
ción están anidadas dentro de regiones codificantes de genes superpuestos. La pre
sencia de intrones en genomas de bacteriófagos, que están bajo una implacable y
constante presión para excluir «secuencias basura», indica que estos elementos
genéticos deben haber desarrollado mecanismos para escapar o neutralizar esta pre
sión y para persistir como parásitos dentro de parásitos.
Todos los genomas víricos experimentan una presión para minimizar su tamaño.
Por ejemplo, los virus con hospedadores procariotas deben ser capaces de replicar lo
suficientemente rápido para mantenerse al ritmo de sus células hospedadoras, y esto se
refleja en la naturaleza compacta de muchos bacteriófagos (pero no de todos). Los
genes superpuestos son frecuentes y la máxima capacidad genética se comprime al
mínimo tamaño genómico. En los virus con hospedadores eucariotas existe también
presión sobre el tamaño del genoma. Aquí, sin embargo, la presión incide principal
mente sobre el tamaño del genoma empaquetado en la partícula vírica, es decir, la
cantidad de ácido nucleico que es incorporada dentro del virión. En consecuencia,
estos virus muestran habitualmente una compresión enorme de la información genéti
ca si se comparan con la baja densidad de información contenida en los genomas de las
células eucariotas.
Como se afirmó anteriormente, existen excepciones a esta sencilla regla. Algunos
bacteriófagos (por ej., la familia Myoviridae, como T4) tienen genomas relativamente
grandes, de hasta 170 kpb. El mayor genoma vírico actualmente conocido es el de
Mimivims con aproximadamente 1,2 Mpb, que contiene alrededor de 1.200 marcos
abiertos de lectura, de los que sólo un 10% muestran alguna similitud con proteínas de
función conocida. Entre los virus de eucariotas, herpesvirus y poxvirus también tienen
genomas relativamente grandes, de hasta 235 kpb. Es significativo que estos genomas
víricos contienen muchos genes implicados en su propia replicación, particularmente
enzimas dedicadas al metabolismo de los ácidos nucleicos, por tanto, estos virus esca
pan parcialmente a las restricciones de la bioquímica de la célula hospedadora codifi
cando un aparato bioquímico adicional. El castigo es que tienen que codificar toda la
información necesaria para que una partícula compleja y grande empaquete el genoma,
también una presión en sentido ascendente sobre el tamaño del genoma. Las últimas
secciones de este capítulo contienen descripciones detalladas tanto de genomas peque
ños y compactos como de grandes y complejos.
58 Principios de virología molecular
G e n é t ic a m o l e c u l a r
Como se afirmó anteriormente, las nuevas técnicas de biología molecular han teni
do una gran influencia en centrar mucha atención en el genoma viral. Está fuera de los
objetivos de este libro dar cuenta detallada de esta tecnología. De hecho, se asume que
los lectores tienen ya unos sólidos conocimientos en los principios que sustentan estas
técnicas, así como del vocabulario empleado. No obstante, quizá merezca la pena in
vertir un poco de tiempo en ilustrar cómo algunas de estas técnicas han sido aplicadas
a la virología, observando que estas técnicas nuevas son complementarias y no reem
plazan a las técnicas virológicas clásicas. Inicialmente, cualquier investigación sobre
un genoma viral generalmente incluirá preguntas sobre:
■ Composición; ADN o ARN monocatcnario o bicatenario, lineal o circular.
■ Tamaño y número de segmentos.
■ Estructuras terminales.
■ Secuencia de nucleótidos.
■ Capacidad codificante; marcos abiertos de lectura.
■ Señales de regulación; activadores de la transcripción, promotores y terminadores.
Es posible diferenciar dos tipos de estrategias para el análisis molecular de los
genomas víricos: el análisis físico de la estructura y la secuencia nucleotídica, esen
cialmente realizada in vitro, y un enfoque más biológico, examinando las relaciones
estructura-función de genoma víricos intactos y de elementos genéticos individuales,
implicando generalmente un análisis in vivo del fenotipo viral.
El punto habitual de inicio para el análisis físico de los genomas virales ha sido el
aislamiento de ácidos nucleicos con diversos grados de pureza a partir de preparacio
nes de virus. En cierto sentido, esto es todavía verdad para la biología molecular, aun
que ha disminuido el énfasis en la purificación conforme las técnicas de clonación
molecular se han hecho más avanzadas. Los genomas víricos de ADN pueden analizar
se directamente por digestión con endonucleasas de restricción sin recurrir a la clonación
molecular, y este enfoque fue logrado por primera vez en 1971 con el ADN de SV40.
Los primeros fragmentos de ADN que fueron clonados molecularmente fueron frag
mentos de restricción del ADN del bacteriófago X, que se clonaron en el ADN genómico
de SV40 por Berg y colaboradores en 1972. Por lo tanto, ¡fueron genomas víricos
tanto los primeros vectores de clonación como los ácidos nucleicos que primero se
analizaron por estas técnicas! Como se comentó antes, el genoma de <¡)X174 fue el
primer replicón secuenciado completamente.
Posteriormente, genomas de fagos como el de M13 fueron intensamente modifica
dos para ser aplicados como vectores para secuenciación de ADN. La enzimología de
nucleasas ARN-específicas estaba comparativamente bastante avanzada en ese mo
mento, de forma que se pudo emplear un abanico de enzimas con sitios de corte espe
cíficos para analizar e incluso determinar la secuencia de genomas de virus ARN (la
primera secuencia nucleotídica corta de ARNs de transferencia -A R N t- fue determi
nada a mediados de los años 60). No obstante, el análisis directo de ARN por estos
métodos era laborioso y notablemente difícil. El análisis de secuencias de ARN no
Genomas 59
Figura 3.1 En la electroforesis en gel se coloca una mezcla de ácidos nucleicos (o de proteínas) en el
gel, que se desplaza a través de la matriz del gel cuando se le aplica un campo eléctrico. La carga
negativa neta debida a los grupos fosfato de las moléculas de ácido nucleico se traduce en un movimien
to desde el cátodo hacia el ánodo. Las moléculas más pequeñas son capaces de trasladarse a través de la
matriz del gel mucho más rápidamente, y por tanto migran más lejos que las moléculas más grandes, que
se retrasan, causando una separación clara de las moléculas basada en sus tamaños.
60 Principios de virología molecular
específica del virus. El primer hecho que se produce cuando estos genomas víricos
penetran en la célula es que son copiados por la polimerasa. produciendo bien transcritos
de polaridad positiva que son utilizados directamente como ARNm, o moléculas de
doble cadena, conocidas como intermediarios replicativos (IR) o formas replicativas
(FR), las cuales sirven como moldes para más rondas de síntesis de ARNm. Por lo
tanto, como los ARN(-) purificados no pueden ser traducidos directamente y no se
replican en ausencia de la polimerasa viral, estos genomas son intrínsecamente no
infecciosos. Recientemente se han desarrollado sistemas que permiten rescatar virus
con genomas de polaridad negativa de ácidos nucleicos clonados o purificados. Tales
experimentos son frecuentemente calificados como «genética reversa»; es decir, la
manipulación de un genoma de ARN(-) a través de su intermediario de ADN. Todos
estos sistemas dependen de un complejo de ribonucleoproteína que puede servir como
un molde para la replicación del genoma por una ARN polimerasa ARN-dependiente,
pero pueden consistir en uno de dos enfoques:
■ Formación del complejo in vitro: se mezclan proteínas víricas purificadas de célu
las infectadas con ARN transcrito de ADNc clonado para formar complejos que se
introducen después en células susceptibles para iniciar la infección. Este método ha
sido usado con paramixovirus, rabdovirus y bunyavirus.
■ Formación del complejo in vivo: complejos de ribonucleoproteína formados in vitro
se introducen en células infectadas con una cepa de virus auxiliar. Este método se
ha utilizado con virus influenza, bunyavirus y virus ARN de doble cadena como
reovirus y bimavirus.
Estas estrategias abren posibilidades para la investigación genética de virus con
ARN de polaridad negativa y de doble cadena que antes no existían.
G e n é t ic a v ír ic a
del genoma son las más intensamente marcadas, las cercanas al extremo 5’ del
genoma, las que menos.
MUTANTES VÍRICOS
«Muíante», «cepa», «tipo», «variante» e incluso «aislado» son términos todos ellos
utilizados bastante alegremente por los virólogos para diferenciar virus particulares
unos de otros y respecto al original virus «parental», «silvestre» o «de calle». Más
exactamente, estos términos se aplican generalmente así:
■ Cepa: diferentes líneas o aislados del mismo virus (por ej., de distintas localizacio
nes geográficas o pacientes).
■ Tipo: diferentes serotipos de un mismo virus (por ej., varios fenotipos de neutrali
zación por anticuerpos).
■ Variante: un virus cuyo fenotipo difiere de la cepa silvestre original, pero del que
no se conoce la base genética que explique esa diferencia.
Mutaciones espontáneas
En algunos virus, las tasas de mutación pueden ser tan elevadas como 10~3 a 1(H
por nucleótido incorporado (por ej., en retrovirus, como el virus de la inmunodeficien-
cia humana o VIH), mientras que en otros pueden ser tan bajas como 10~8 a HE11 (por
ej., en herpesvirus), lo que es semejante a las tasas de mutación en el ADN celular.
Estas diferencias se deben a los mecanismos de la replicación genómica, con tasas de
error generalmente superiores para las ARN polimerasas ARN-dependientes que para
las ADN polimerasas ADN-dependientes. Algunas polimerasas de virus ARN tienen
función de corrección de errores, pero por lo general las tasas de mutación son consi
derablemente más elevadas en los virus ARN que en los virus ADN. Para un virus, una
mutación es una bendición contradictoria.
La capacidad de generar variantes antigénicas que puedan escapar de la respuesta
inmunitaria es una ventaja clara, pero las mutaciones también originan muchas partí
culas defectivas, pues la mayoría de las mutaciones son deletéreas. En los casos más
extremos (por ej., VIH), la tasa de error es de 1(E3 a 1(H por nucleótido incorporado.
El genoma de VIH tiene aproximadamente 9,7 kb, por lo que habrá de 0,9 a 9,7 muta
ciones en cada genoma copiado. Por tanto, en este caso, el virus silvestre realmente
consta de un tipo mayoritario y pasajero que domina el equilibrio dinámico (esto es,
una población de genomas) presente en todos los cultivos del virus. Estas mezclas de
variantes moleculares se conocen como cuasiespecies y también ocurren en otros vi
rus ARN (por ej., picomavirus). Sin embargo, la mayoría de los tipos virales que inte
gran una cuasicspecie no serán infectivos o tendrán serias desventajas y por tanto serán
rápidamente eliminados de la población replicante. Este mecanismo es una fuerza im
portante en la evolución de los virus (ver Evolución y Epidemiología).
64 Principios de virología molecular
Mutaciones inducidas
Históricamente, la mayor parte de los análisis genéticos de virus se han realizado
con virus imitantes aislados de poblaciones tratadas con mutágenos. Los mutágenos se
pueden dividir en dos tipos:
■ Los mutágenos in vitro que modifican químicamente los ácidos nucleicos y no re
quieren replicación para ser activos. Ejemplos de ellos incluyen el ácido nitroso, la
hidroxilamina y los agentes alquilantes (por ej., nitrosoguanidina).
■ Los mutágenos in vivo requieren ácidos nucleicos metabólicameute activos (es de
cir, replicando) para ejercer su actividad. Estos compuestos se incorporan en los
ácidos nucleicos de nueva síntesis y causan mutaciones que se introducen durante
las sucesivas rondas de replicación. Ejemplos de ellos son los análogos de nucleó-
sidos como el 5-bromouracilo que produce emparejamientos erróneos de pares de
bases; agentes intercalantes (por ej., colorantes de acridma) que se intercalan entre
las bases causando inserciones y cleleciones, y la radiación UV, que causa la forma
ción de dímeros de pirimidina que son escindidos del ADN por mecanismos de
reparación que son mucho más proclives a introducir errores que las enzimas habi
tualmente utilizadas en la replicación del ADN.
Los experimentos que implican mutágenos químicos adolecen de los siguientes
inconvenientes:
■ La seguridad es importante, pues los mutágenos son carcinógenos y son frecuente
mente muy tóxicos. Es desagradable trabajar con estos compuestos.
■ Es necesario ajustar cuidadosamente la dosis utilizada de mutágeno para producir
un promedio de 0,1 mutaciones por genoma, de lo contrario los virus resultantes
contendrán numerosas mutaciones que pueden complicar la interpretación del
fenotipo. Por tanto, muchos de los virus que resulten no contendrán ninguna muta
ción, y el cribado de mutantes puede resultar muy laborioso.
■ No hay control de dónde se producen las mutaciones, y a veces es difícil o imposi
ble aislar mutaciones en un gen particular o en una región de interés.
Por estas razones, los métodos biológicos moleculares específicos de sitio, como la
mutagénesis dirigida por oligonucleótidos o basada en PCR, son ahora mucho más
frecuentemente utilizados. Junto con las técnicas como la digestión enzimática (para
crear deleciones) y el «linker scanning» (para crear inserciones), actualmente es posi
ble introducir casi cualquier tipo de mutación con precisión y seguridad en cualquier
sitio específico de un genoma vírico.
El fenotipo de un muíante vírico depende del tipo de mutación(es) que tiene y tam
bién de su localización en el genoma. Cada una de las clases de mutaciones que se
citan a continuación pueden ocurrir de forma natural o ser inducidas artificialmente en
virus:
Genomas 65
S u p r e s ió n
Las interacciones genéticas entre virus a menudo ocurren naturalmente, pues los
organismos hospedadores frecuentemente son infectados por más de un virus; sin em
bargo, estas situaciones son generalmente demasiado complicadas para ser analizadas
con éxito. Experimentalmente se pueden analizar las interacciones genéticas en infec
ciones mixtas (superinfecciones) de células en cultivo. De este tipo de experimentos
se pueden obtener dos tipos de información:
■ La asignación de mutantes a dos grupos funcionales conocidos como grupos de
com plem entación.
■ El ordenamiento de mutantes en un mapa genético lineal mediante análisis de fre
cuencias de recombinación.
La complementación resulta de la interacción de productos de genes víricos du
rante la superinfección, que causa un incremento de producción de uno o ambos virus
parentales, mientras que ambos virus se mantienen sin modificar genéticamente. En
esta situación, uno de los virus en una infección mixta provee de un producto de un
gen funcional para otro virus que es defectivo en dicha función (Figura 3.2). Si dos
mutantes son defectivos en la misma función, no se produce el incremento en la
replicación y se dice que ambos están en el mismo grupo de complementación. La im
portancia de esta prueba radica en que permite un análisis funcional de mutaciones
desconocidas cuando se conoce la base bioquímica de cualquiera de las mutaciones de
un grupo de com plem entación particular. En teoría, el número de grupos de
complementación es igual al número de genes en un genoma vírico. En la práctica
existen generalmente menos grupos de complementación que genes, ya que las muta
ciones en algunos genes son siempre letales y en otros son no esenciales y por tanto no
pueden puntuar en este tipo de test. Hay dos tipos posibles de complementación:
■ Complementación alélica (intragénica), que ocurre cuando diferentes mutantes tie
nen defectos complementarios en la misma proteína (es decir, en diferentes domi
nios funcionales) o en distintas subunidades de una proteína multimérica (aunque
esto es raro).
■ Complementación no alélica (intergénica), que resulta de mutantes con defectos en
diferentes genes, y es el tipo más común.
La complementación puede ser asimétrica; esto es, sólo uno de los virus parentales
(mutantes) replicará. Puede tratarse de una restricción parcial o absoluta. Cuando la
complementación ocurre naturalmente, lo habitual es que un virus silvestre competen
te en replicación rescate a un mutante defectivo en replicación. En estos casos el tipo
silvestre se denomina un «virus auxiliar», como en el caso de los retrovirus transfor
mantes defectivos que contienen oncogenes (ver Figura 3.3 y Capítulo 7).
68 Principios de virología molecular
Figura 3.2 Los grupos de complementación de virus influenza (u otro) contienen todos una mutación
en el mismo gen vírico, haciendo imposible el rescate de otro genoma vírico mutante del mismo grupo
de complementación.
Figura 3.3 Los virus auxiliares son virus competentes en replicación que son capaces de rescatar
genomas defectivos en replicación en una infección mixta, permitiendo su multiplicación y disemina
ción.
puede ser importante in vivo. Por ejemplo, se ha sugerido que el rescate de provirus
defectivos, largo tiempo latentes, de VIH durante el prolongado curso clínico del sín
drome de inmunodcficiencia adquirida (SIDA), puede ser origen de un incremento en
la diversidad antigénica y contribuir a la patogénesis de la enfermedad. La recombina
ción ocurre frecuentemente en la naturaleza; por ejemplo, los reordenamientos en los
genomas de los virus influenza han causado epidemias de afectación mundial
(pandemias) que han matado a millones de personas (Capítulo 6). Esto convierte a
estas interacciones genéticas en asuntos de considerable interés práctico y no simple
mente un tema académico estéril.
I n t e r a c c io n e s n o g e n é t ic a s e n t r e v ir u s
Figura 3.4 La mezcla fenotípica se produce en infecciones mixtas, originando partículas víricas gené
ticamente sin modificar que tienen ciertas propiedades del otro tipo parental.
G e n o m a s «g r a n d e s » d e a d n
Alphaherpesvirinae
Infecciones latentes en ganglios sensitivos; tamaño del genom a de 120 a 180 kpb
Simplexvirus Virus herpes humanos 1 y 2 (VHS-1, VHS-2)
Varicellovirus Virus herpes humano 3 ( W Z )
Beíaherpesvirinae
Gammaherpesvirinae
Infectan células de estirpe linfoblástica; tamaño del genom a de 105 a 175 kpb
Lymphocryptovirus Vims herpes humano 4 (VEB)
Rhadinoviras Vims herpes humano 8 (VHH-8)
Genomas 73
Figura 3.5 (a) Genomas de algunos virus herpes (por ej., virus herpes simplex) en dos secciones
covalentemente unidas, UL y Us> cada una de ellas flanqueda por repeticiones invertidas, (b) Esta orga
nización permite la formación de cuatro formas isoméricas diferentes del genoma.
secuenciada. Las secuencias nucleotí dicas están siendo utilizadas cada vez más como
un criterio principal en la clasificación de los virus herpes; por ejemplo, en el caso del
recientemente descubierto virus herpes humano 8 (VHH-8; ver Capítulo 8). Antes del
desarrollo de la secuenciación de nucleótidos, el genoma de VHS ya había sido inten
samente mapeado por análisis genético convencional, incluido el estudio de un amplio
número de mutantes s.t. El genoma de VHS es probablemente el genoma vírico com
plejo más intensamente estudiado.
En contraste con los virus herpes, los genomas de los adenovirus consisten en
ADN bicatenario lineal de 30 a 38 kpb, variando el tamaño exacto de unos grupos a
otros. Estos genomas víricos contienen de 30 a 40 genes (Figura 3.6). La secuencia
terminal de cada cadena de ADN es una repetición invertida de 100 a 140 pb; por
tanto, las cadenas simples desnaturalizadas pueden constituir estructuras en forma
de bucle de cadena sencilla selladas por extremos de cadena doble. Estas estructuras
son importantes para la replicación del ADN, ya que existe una proteína de 55 kDa
conocida como proteína terminal, que está unida covalentemente al extremo 5’ de
cada cadena. Durante la replicación del genoma, esta proteína actúa como cebador,
iniciando la síntesis de las nuevas cadenas de ADN. Aunque los genomas de adeno
virus son considerablemente más pequeños que los de los herpesvirus, la expresión
de su información genética es bastante más compleja. La expresión de grupos de
genes es controlada por un número limitado de prom otores compartidos. Se generan
múltiples ARNm por mecanismos de «corte y empalme» («splicing») y patrones
alternativos de este proceso se utilizan para expresar una diversidad de polipéptidos
de cada promotor (ver Capítulo 5).
74 Principios de virología molecular
Genes precoces
inmediatos Genes tardíos
Proteína
terminal p f
Y
S 'O 3' cadena derecha
r / cadena izquierda
3' O 5
I___I Proteína
terminal
Genes precoces Genes precoces Genes precoces
0 5 10 15 20 25 30 35 36-39
kbp
Figura 3.7 Los extremos cohesivos de los sitios eos en el genoma del bacteriófago X son unidos entre
sí en las células nuevamente infectadas para formar una molécula circular. La integración de esta forma
circular en el cromosoma de Escherichia coli ocurre por un reconocimiento específico y digestión a
nivel del sitio att en el genoma del fago.
produce largos concatémeros de ADN. Éstos son digeridos por una endonucleasa es
pecífica, pero a diferencia del fago X, las longitudes de los ADNs incorporados en la
partícula son algo más largos que el genoma completo (Figura 3.8); por lo tanto, algu
nos genes están repetidos en cada extremo del genoma y el ADN empaquetado en la
partícula fágica contiene información repetida. ¡Los genomas de bacteriófagos no son
necesariamente tan pequeños ni tan simples!
Como otros ejemplos de genomas pequeños de ADN consideraremos dos grupos de
virus animales: los parvoviras y los poliomavirus. Los genomas de parvovirus son de
ADN lineal, no segmentado, monocatenario, de unas 5 kb. La mayoría de las hebras de
ADN empaquetadas en los viriones son de polaridad (-), pero algunos parvovirus
empaquetan cantidades iguales de cadenas (+) y (-), y parece ser que todos empaque
tan al menos una proporción de cadenas de polaridad (+). Estos son genomas muy
76 Principios de virología molecular
Figura 3.8 La redundancia terminal en el genoma del bacteriófago T4 origina la repetición de cierta
información genética.
pequeños, e incluso los parvovirus competentes en replicación contienen sólo dos genes:
rep, que codifica proteínas implicadas en la transcripción, y cap, que codifica las pro
teínas de la cápside. No obstante, la expresión de estos genes es bastante compleja,
pareciéndose al patrón visto en los adenovirus, con múltiples fenómenos de «splicing»
en cada gen (Capítulo 5). Los extremos del genoma tienen secuencias palindrómicas
de unos 115 nt, que forman horquillas (Figura 3.9). Estas estructuras son esenciales
para la iniciación de la replicación del genoma, de nuevo enfatizando la importancia
de las secuencias en los extremos del genoma.
Los genomas de los poliomavirus consisten en moléculas de ADN bicatenario y cir
cular de aproximadamente 5 kpb. La arquitectura del genoma de poliomavirus (es decir,
el número y ordenamiento de los genes y la función de las señales y sistemas regulado
res) ha sido estudiado con gran detalle a nivel molecular. Dentro de las partículas, el
ADN vírico adopta una forma superenrollada y está asociado con cuatro histonas celula
res: H2A, H2B, H3 y H4 (ver Capítulo 2). La organización genómica de estos virus ha
evolucionado para empaquetar la máxima información (seis genes) en el mínimo espacio
(5 kpb). Esto se ha logrado utilizando ambas cadenas del ADN genómico y genes
solapantes (Figura 3.10). VP1 está codificada por un marco abierto de lectura (ORF)
Genomas 77
T
T T
C - G - 50
C-G
A-T
G-C
C-G
G-C
G - C 40 20
G-C ‘ 1
C - G G C C T C A G T G A G C G A G C G A G C G C G C A G A G A G G G A G T G G C C A A 3'
T i i i i i i i i i i i i i i i i i i i ! i ti i i i i i i i i i i i i i i i i i i i
G - C C G G A G T C A C T C G C T C G C T C G C G C G T C T C T C C C T C A C C G G T T G A G G T A G T G A T C C C C A A G G A 5'
C-G i i ►
G-C 100 120
G-C
G - G - 80
C-G
C-G
C-G
G-C
A A
A
F igura 3.9 Las secuencias palindrómicas en los extremos de los genomas de parvo virus generan es
tructuras en horquilla implicadas en la iniciación de la replicación.
exclusivo, pero los genes VP2 y VP3 se superponen de manera que VP3 está contenido
dentro de VP2. El origen de replicación está rodeado de regiones no codificantes que
controlan la transcripción. Los poliomavirus también codifican antígenos T, que son pro
teínas que pueden ser detectadas por sueros de animales con tumores inducidos por
poliomavirus. Estas proteínas se unen al origen de replicación y muestran actividades
F ig u ra 3.10 L a organización compleja del genoma de los poliomavirus perm ite la compresión de
m ucha información genética en una secuencia relativamente corta.
78 Principios de virología molecular
complejas, en las que están comprendidas tanto la replicación del ADN como la trans
cripción de los genes virales. Este tema se expone más ampliamente en el Capítulo 7.
Picornavirus
5 ' UTR Proteínas Proteínas 3 ' UTR
¡ estructurales no estructurales / y
Togavirus
Flavlvlrus
5 ' UTR Proteínas Proteínas 3 ' lUTR
| estructurales no estructurales /
Coronavirus
Proteínas
no estructurales
Proteínas
estructurales
Picornavirus
Togavirus
Flavivirus
El genoma de flavivirus está constituido por ARN de una sola cadena, de polaridad
(+), de unos 10,5 kb, con las siguientes propiedades:
■ Tiene una caperuza («cap») en 5’ metilada, pero en la mayoría de los casos el ARN
no está poliadenilado en su extremo 3’.
■ La organización genómica difiere de la de los togaviius (ver antes) en que las pro
teínas estructurales son codificadas en la porción 5’ del genoma, y las no estructu
rales en la porción 3’.
■ La expresión es similar a la de los picornavirus, incluyendo la producción de una
poliproteína.
80 Principios de virología molecular
Coronavirus
La mayoría (pero no todas) las familias de virus de plantas tienen genomas ARN de
polaridad (+). El genoma de tobamovirus virus del mosaico del tabaco (VMT) es un
ejemplo bien estudiado (Figura 3.12):
■ El genoma del VMT es una molécula de ARN de 6,4 kb que codifica cuatro genes.
■ Existe un «cap» mediado en 5’, y el extremo 3’ del genoma contiene extensas es
tructuras secundarias, pero no secuencias poli (A).
Figura 3.12 Organización del genoma del virus del mosaico del tabaco (VMT).
Genomas 81
Los virus con genomas de ARN de sentido negativo tienen algo más de diversidad
que los virus de polaridad positiva ya comentados. Posiblemente a causa de las dificul
tades en la expresión, tienden a tener genomas más grandes codificando más informa
ción genética. Debido a ello, la segmentación es una característica frecuente, aunque
no general, de estos virus (Figura 3.13). Ninguno de estos genomas es infeccioso como
ARN purificado. Aunque recientemente se ha encontrado en algunas células eucarióti-
cas un gen que codifica una ARN polimerasa ARN dependiente, la mayoría de las
células no infectadas no contienen suficiente actividad de esta enzima para permitir
una infección vírica, y, debido a que un genoma de polaridad negativa no puede ser
traducido como un ARN mensajero sin la polimerasa vírica empaquetada en cada par
tícula, estos genomas son efectivamente inertes. Algunos de los virus descritos en esta
sección no tienen estrictamente polaridad negativa, sino que tienen genomas con am
bas polaridades o ambisense, con una porción de sentido (+) y otra de sentido (-).
Estrategias de codificación en ambos sentidos se encuentran tanto en virus de plantas
(por ej., el género Tospovirus de los bunyavirus, y los tenuivirus como el virus del
rayado del arroz (rice stripe virus)) como en virus animales (el género Phlebovirus de
los bunyavirus y los arenavirus).
Bunyavirus
Bunyavirus
L 3 Í L 2 D s'
N
Arenavirus _ Z NP (
L GP
Orthomyxovirus
Z
>
Gen 7 | | Gen 8 1 1
M ,/M , NS,/N S,
Paramyxovirus
3 '| I NP || P/C || M
p II HN 1! L ¡1 3 '
Arenavirus
Los genomas de arenavirus constan de ARN monocatenario lineal. Tienen dos seg
mentos genómicos: L (5,7 kb) y S (2,8 kb). Ambos tienen una organización en ambos
sentidos, como los anteriores.
Orthomyxovirus
Paramyxovirus
Rhabdovirus
la capacidad codificante total del genoma entero. Sin embargo, la desventaja de esta
estrategia es que todos los segmentos genómicos tienen que ser empaquetados en cada
partícula vírica o el virus será defectivo como resultado de una pérdida de información
genética. En general, no se comprende cómo se logra este control del empaquetamiento.
Separando los segmentos genómicos en diferentes partículas (la estrategia de la
multipartición) se elimina la necesidad de la clasificación exacta pero se introduce un
nuevo problema, al tener que ser captadas todas las partículas víricas diferenciadas por
una misma célula hospedadora para que se establezca una infección productiva. Ésta
es quizá la razón por la que los virus multipartidos sólo se encuentran en plantas.
Muchas de las fuentes de infección por virus de plantas, tal como la inoculación por
insectos chupadores de savia o tras daño físico de tejidos, ocasionan un gran inoculo
de partículas víricas infecciosas, ofreciendo oportunidades de que una sola célula sea
inicialmente infectada por más de una partícula.
La genética de los genomas segmentados es esencialmente la misma que la de los
genomas no segmentados, con la adición de la recombinación de segmentos, como se
comentó antes. Las recombinaciones pueden ocurrir tanto si los segmentos son empa
quetados en partículas individuales como si lo son en la configuración multipartida. La
recombinación es un modo muy eficaz de lograr con rapidez una amplia diversidad
genética, ésta podría ser otra razón para su evolución. La segmentación del genoma
tiene también implicaciones en la repartición de la información genética y en la forma
en que ésta es expresada, que será más ampliamente considerada en el Capítulo 5.
Para entender lá complejidad de estos genomas, considere la organización de un
genoma vírico segmentado (virus influenza A) y la de un genoma m ultipartida
(geminivirus). El genoma del virus influenza se compone de ocho segmentos (en in
fluenza A y B; de siete en influenza C) de ARN inonocatenario de polaridad negativa
(Tabla 3.2). La identidad de las proteínas codificadas por cada segmento genómico fue
ARNm
5' (15-22 nt más corto que el ARNv)
AAAAn3 '
@ ) - N 13-G C C AAAAGCAGC / /
Secuencia cap de ARNm celular
ARNv
3' (- (8 segmentos genómicos)
U C G yU U U CG U C C GGAACAAGAUGA 5 ‘
i t
ARNc
(Intermediarlos repllcativos)
3'
CC U U C U U U C U A C U
Figura 3.17 La organización genética de retrotransposones tales como genomas Ty (arriba) y de retro-
virus (debajo) muestra diversas similitudes, incluyendo la presencia de repeticiones terminales directas
largas (LTRs) en cada extremo.
90 Principios de virología molecular
tor que controla la transcripción de un ARNm terminal redundante de 5,6 kb. Éste
contiene dos genes: TyA, con homología con el gen gag de los retrovirus, y TyB, ho
mólogo al gen pol. La proteína codificada por TyA es capaz de formar una partícula
pseudovírica («virus-like partióle», VLP) más o menos esférica, de 60 nm de diámetro.
El transcrito de 5,6 kb puede ser incorporado en tales partículas, resultando la forma
ción de unas estructuras intracelulares conocidas como Ty-VLPs. A diferencia de ver
daderos virus, estas partículas no son infecciosas para las levaduras, pero si son capta
das accidentalmente por una célula pueden llevar a cabo la transcripción inversa de su
contenido de ARN para formar un elemento Ty de ADN bicatenario, que se puede
integrar en el genoma de la célula hospedadora (ver más adelante).
La principal diferencia entre retrotransposones tales como Ty, copia (un elemento
similar encontrado en Drosophila melanogaster) y retrovirus verdaderos es la presen
cia de un gen adicional en los retrovirus, env, que codifica una glicoproteína de envol
tura (ver Capítulo 2). La proteína de envoltura es responsable de la unión al receptor
y ha permitido a los retrovirus escapar del estilo de vida de los retrotransposones para
formar una verdadera partícula vírica y propagarse ella misma ampliamente mediante
la infección de otras células (Figura 3.17). Los genomas de retrovirus tienen cuatro
características únicas:
■ Son los únicos virus que son verderamente diploides.
Son los únicos virus ARN cuyo genoma es producido por la maquinaria transcrip-
cional celular (sin ninguna participación de una polimerasa de codificación vírica).
■ Son los únicos virus cuyo genoma requiere un ARN celular (ARNt) para su replica
ción.
■ Son los únicos virus ARN de polaridad (+) cuyos genomas no sirven directamente
como ARNm inmediatamente tras la infección.
Durante el proceso de la transcripción inversa (Figura 3.18), las dos moléculas de
ARN de cadena sencilla de polaridad (+) que constituyen el genoma vírico son conver
tidas en una molécula de ADN de doble cadena algo más larga que los moldes de ARN
debido a la duplicación de las secuencias repetidas directas en cada extremo; las repe
ticiones terminales largas (LTRs) (Figura 3.19). Algunos pasos de la transcripción in
versa mantienen ciertos misterios; por ejemplo, los saltos que aparentemente efectúa la
polimerasa de un extremo al otro de la cadena molde. De hecho, estos pasos pueden
explicarse por la observación de que la conversión completa del ARN de retrovirus en
ADN de doble cadena sólo sucede en una partícula parcialmente decapsidada y no
puede ser duplicado fielmente in vitro con los reactivos libres en solución. Esto indica
que la conformación de los dos ARNs dentro de la ucleocápsidi de retrovirus esta
blece el curso de la transcripción inversa; los saltos no existirían, ya que los extremos
de las cadenas están probablemente adyacentes uno respecto al otro dentro del core.
La transcripción inversa tiene importantes consecuencias para la genética de retro-
virus. Primero, es un proceso muy propenso a errores, porque la transcriptasa inversa
no realiza las funciones de corrección llevadas a cabo por las ADN polimerasas ADN-
dependientes. Esto origina la introducción de muchas mutaciones en los genomas de
retrovirus y, consecuentemente, una rápida variación genética (ver mutaciones espon-
Genomas 91
Cebador O
ARNt 9 S,
3'
Mi l
R U5 PBS I I U3 i R
A D N c3' R
I 1 1|
US -- f
Mi l
|
Formación de un codón 5' R U5 PBS 1 1 U3 R
de parada fuerte de ADNc
La ARNasa H degrada 3 1 ÜM B E
el molde en el híbrido
ARN:ADN 5' PBS 1 U3 R 3' V .
R U5 | W J
1 i 1
La síntesis «salta» PBS 1 1 U3 R 3' A
a otro extremo t
de la cadena molde Y -
U3 R U5 1
IMI m ; : : " r r n " 'i i | | 11
Extensión PBS U3 R 3' A
de la primera cadena
3 'l .... ! U 3 t R 1 US l
Inicio de la síntesis l i l i
de la segunda cadena 5" 3' r
...
3'[ U3 R U5
Extensión
de la segunda cadena
1 1 II 11 : ; 11
5' U3 R US PBS
Completada la síntesis 3 U3 R U5
de ambas cadenas I 1 1 I M i l 1 1 1 II 11 M II 1I 1 1 1 I
5 U3 R U5 PBS
LTR LTR
Clave
[ | ARN viral
I 1 ADNc de nueva síntesis
Figura 3.18 Mecanismo de transcripción inversa de genomas de retrovirus, en el cual dos moléculas
de ARN son convertidas en un solo provirus de ADN de doble cadena (con terminaciones redundantes).
Provirus integrado
ARNm
us hsseb# e U3 R — poli(A)
Figura 3.19 Producción de información repetida en las repeticiones terminales largas (LTRs). Ade
más de su papel en la transcripción inversa, estas secuencias contienen importantes elementos de control
implicados en la expresión del genoma viral, incluyendo un promotor de la transcripción en la región U3
y una señal de poliadenilación en la región R.
mecanismo responsable de esto, si una de las dos cadenas difiere de la otra (por ej., por
la presencia de mutaciones) y se produce una recombinación, entonces los virus resul
tantes serán distintos genéticamente de cualquiera de los virus parentales.
Tras completarse la transcripción inversa, el ADN bicatenario migra al núcleo, to
davía asociado a proteínas víricas. Los productos maduros del gen pol son en realidad
un complejo de polipéptidos que incluyen tres actividades enzimáticas distintas:
transcriptasa inversa y ARNasa H, que están implicadas en la transcripción, e integrasa,
que cataliza la integración del ADN vírico en la cromatina de la célula hospedadora,
tras lo cual se conoce como provirus (Figura 3.20). Después de la transcripción inver
sa se encuentran tres tipos de ADN bicatenario en las células infectadas por retro virus:
ADN lineal y dos formas circulares que contienen bien uno o dos LTRs. Según la
estructura en los extremos del provirus, se creyó en un principio que el círculo con los
dos LTR era la forma usada para la integración. En años recientes se han desarrollado
sistemas para estudiar in vitro la integración del ADN de retrovims y muestran que es
la forma lineal la que se integra. Esta discrepancia puede ser resuelta por un modelo en
el que los dos extremos de los dos LTRs son mantenidos en estrecha proximidad por el
complejo transcriptasa inversa-integrasa. El resultado neto de la integración es que se
pierden 1 a 2 bp de los extremos de cada LTR y se duplican 4 a 6 pb de ADN celular a
cada lado del provirus. No está claro si existe alguna especificidad respecto al sitio de
integración en el genoma celular. Lo que es obvio es que no existe una sola secuencia
Genomas 93
diana, pero es posible que existan muchas regiones o sitios en el genoma eucariótico
que sean sitios más probables que otros para la integración.
Después de la integración, el ADN del provirus se convierte esencialmente en una
colección de genes celulares y su expresión queda a merced de la célula. No existe meca
nismo alguno para la escisión precisa de provirus integrados, algunos de los cuales se
sabe que han quedado fosilizados en genomas de primates durante millones de años de
evolución, aunque los provirus a veces se pueden perder o alterar por modificaciones del
94 Principios de virología molecular
Figura 3.21 Estructura, organización y potencial de codificación de proteínas del genoma del virus de
la hepatitis B (VHB).
Genomas 95
EVOLUCIÓN Y EPIDEMIOLOGÍA
A1
Figura 3.22 Estructura, organización y potencial de codificación de proteínas del genoma del virus
del mosaico de la coliflor (VMCo).
cultades para estos análisis. Exceptuando las epidemias en las que los síntomas agu
dos son evidentes, la principal evidencia de infección vírica disponible para el
epidemiólogo es la presencia de anticuerpos antivíricos en los pacientes. Esta informa
ción a menudo proporciona una imagen incompleta, y a menudo resulta difícil calcular
si una infección vírica ocurrió recientemente o en algún momento en el pasado. Técni
cas alternativas, como el aislamiento de virus en plantas o animales de experimenta
ción, son laboriosas e imposibles de aplicar a grandes poblaciones. La biología mole
cular proporciona técnicas sensibles, rápidas y sofisticadas para detectar y analizar la
información genética almacenada en los genomas víricos y ha resultado ser una nueva
área de investigación: la epidemiología molecular.
■ Evolución regresiva: Esta teoría establece que los virus son formas de vida dege
nerada que han perdido muchas funciones que poseen otros organismos y han con
servado sólo la información genética esencial para su forma de vida parasitaria.
■ Orígenes celulares: Según esta teoría, los virus son considerados asociaciones
subcelulares y funcionales de macromoléculas que han escapado de sus orígenes
dentro de las células.
■ Entidades independientes: Esta teoría sugiere que los virus han evolucionado si
guiendo un curso paralelo al de los organismos celulares a partir de moléculas auto-
replicativas que habrían existido en un mundo primitivo, prebiótico, de ARN.
Mientras que cada una de estas teorías tiene sus defensores y este tema despierta
intensas discusiones, el hecho es que los virus existen, y que todos nosotros estamos
infectados con ellos. La importancia práctica del origen de los virus es que este tema
puede tener implicaciones para la virología aquí y ahora. Las relaciones entre las se
cuencias genéticas y nucleotídicas de los virus pueden revelar los orígenes no sólo de
virus individuales, sino también de familias enteras y posiblemente de «superfamilias»
(Figura 3.23). En algunos grupos de virus eonsiderados previamente no relacionados,
las secuencias nucleotídicas han revelado que regiones funcionales aparecen agrupa
das juntas de un modo similar. El grado de cierta similitud entre las secuencias de estas
regiones en diferentes virus varía, aunque claramente, los sitios activos de enzimas
como las replieasas víricas están fuertemente conservados. El énfasis en estos agrupa-
mientos se establece más en homologías funcionales y de organización. El esquema de
clasificación original de los virus no reconoció un nivel superior de agrupamiento al de
familia (ver Apéndice 2); no obstante, actualmente existen tres agrupamientos de fami
lias relacionadas, equivalentes a los órdenes en la nomenclatura biológica formal:
■ Caudovirales (bacteriófagos con cola): Myoviridae, Podoviridae, Siphoviridae.
98 Principios de virología molecular
Familias:
Picornaviridae, Potyvirídae (no segmentados)
Comoviridae (segmentados)
- poli(A)
(ypg>~
5 ' UTR Proteínas estructurales v P g Proteínas Proteasa Replícasa 3 ' UTR
no estructurales
Familias:
Togavirídae. Tobravirus, Tobamovirus (no segmentados)
Bromoviridae (segmentados)
5', 3'
@ >- poli(A)
Familias:
Paramyxovirídae, Rhabdovirídae (no segmentados)
Bunyaviridae, Arenaviridae (segmentados)
Figura 3.23 Similitudes en la función y la organización de los genomas de diferentes familias de virus
permiten agruparlas juntas en «superfamilias».
RESUMEN
B ib l io g r a f ía
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C A P Í T U LO 4
R e p l ic a c ió n
G e n e r a l id a d e s d e l a r e p l ic a c ió n v ír ic a
101
102 Principios de virología molecular
virus que son morfológicamente similares pero que causan síntomas clínicos distin
tos (por ej., varios picomavirus). Durante esa cpoca, la serología se convirtió en
una ayuda importante para clasificar los virus y la morfología de las partículas
continúa siendo hoy un aspecto importante para la clasificación de los virus.
3. Clasificación funcional: En los últimos años se ha puesto un mayor énfasis en la
estrategia de replicación de los virus. Esto es especialmente cierto para la composi
ción y la estructura del genoma viral y las restricciones que éste impone sobre la
replicación. Esta estrategia se ha acelerado mediante el desarrollo de la biología
molecular, debido a la importancia capital del genoma viral para esta nueva tecno
logía. El análisis molecular de los genomas víricos permite una rápida e inequívoca
identificación de cepas víricas individuales, pero además resulta también útil para
predecir las propiedades de un virus nuevo, desconocido previamente, cuando pre
senta una estructura genómica familiar. (La clasificación de los virus se describe en
el Apéndice 2).
En un sentido teleológico (es decir, atribuyendo a un organismo inanimado como
un virus un propósito consciente), el único objetivo de un virus es replicar su informa
ción genética. La naturaleza del genoma viral es por tanto fundamental en determinar
qué pasos son necesarios para conseguir este objetivo. En realidad, se puede producir
en estos procesos una sorprendente cantidad de variaciones, incluso con virus con
estructuras genómicas aparentemente similares. La razón de esto reside en la compar-
timentalización, tanto de las células eucariotas en los compartimentos nuclear y
citoplasmático como de la información genética y la capacidad bioquímica en el genoma
vírico y la célula hospedadora.
El tipo de célula infectada por un virus tiene un profundo efecto sobre el proceso de
replicación. Para los virus de procariotas, la replicación refleja en cierto modo la
relativa simplicidad de sus células hospedadoras. Para los virus de eucariotas el tema
es frecuentemente más complejo. Existen muchos ejemplos de virus animales que ex
perimentan distintos ciclos replicativos en diferentes tipos celulares; no obstante, la
capacidad codificante del genoma obliga a todos los virus a escoger una estrategia de
replicación. Esta puede ser una que implique una intensa dependencia de la célula
hospedadora, en cuyo caso el genoma vírico puede ser muy compacto y necesitará
codificar sólo la información esencial para unas pocas proteínas (por ej., parvovirus).
Alternativamente, grandes y complejos genomas víricos, tales como los de poxvirus,
codifican la mayor parte de la información necesaria para la replicación, y el virus sólo
depende de la célula para la provisión de energía y la maquinaria de síntesis macromo-
lecular, como los ribosomas (ver Capítulo 1). Virus con un estilo de vida de ARN (es
decir, genoma ARN más ARNs mensajeros) no tienen necesidad aparente de entrar en
el núcleo, aunque durante el curso de la replicación algunos lo hacen. La mayoría de
los virus de ADN, como cabría esperar, replican en el núcleo, donde se replica el ADN
celular y donde está localizada la maquinaria bioquímica necesaria para este proceso.
Sin embargo, algunos virus con genoma ADN (por ej., los poxvirus) han evolucionado
para contener suficiente capacidad bioquímica y ser capaces de replicar en el citoplas
ma, con mínimos requerimientos de las funciones celulares. La mayor parte de este
Replicación 103
Los bacteriófagos han sido utilizados ampliamente por los virólogos como mo
delos para comprender la biología de los virus. Esto es particularmente cierto para la
replicación vírica. Dos experimentos especialmente significativos que ilustran la na
turaleza fundamental de los virus se realizaron con bacteriófagos. El primero de ellos
fue llevado a cabo por Ellis y Delbruck en 1939 y es habitualmente denominado el
experimento de un «solo estallido» o «curva de multiplicación en un paso» (Figura
4.1). Este fue el primer experimento que mostró las tres fases esenciales de la repli
cación vírica:
Primer Segundo
Periodo de latericia estallido estallido
I X 10? -
o 1X106
>
3
o
o
■O
£
Q.
1X104
I I i i i i i
0 10 20 30 40 50 60 70 80
Figura 4.1 Curva de crecimiento en un solo paso o experimento de un solo estallido. Jnicialmente
realizado por Ellis y Delbruck en 1939, este clásico experimento ilustra la verdadera naturaleza de la
replicación vírica. En el texto se proporcionan más detalles del experimento. En este experimento én
particular, se muestran dos estallidos (cosechas de partículas fágicas de las células).
104 Principios de virología molecular
■ Iniciación de la infección.
■ Replicación y expresión del genoma vírico.
■ Liberación de viriones maduros de la célula infectada.
100 Periodo
de eclipse
Producción
10
_ j_
10 20 30 40
Tiempo (minutos)
0,01 L
Figura 4.2 Análisis de los datos de un experimento de un solo estallido. A diferencia de lo que mues
tra la Figura 4.1, el número total de unidades formadoras de placa (u.f.p.) producidas, aquí los datos que
se representan son las u.f.p./célula bacteriana, lo que refleja los hechos acontecidos en una célula infec
tada «típica». Las etapas de la replicación nombradas en la gráfica se definen en el texto.
Producción
~ Periodo
de
latericia
....i i i I I i
0 2 4 6 8 10 12
Tiempo tras la infección (h)
Figura 4.3 La replicación de virus eucarióticos líticos ocurre de un modo muy similar a la de los
bacteriófagos. Esta figura representa un experimento de un solo estallido aplicado a un picomavirus
(por ej., poliovirus). Este tipo de resultado sólo se puede producir en una infección sincronizada, en la
que se utiliza una elevada multiplicidad de infección.
mente en una batidora que no destruyó las células bacterianas pero que fue suficiente
mente intenso para separar las cápsides víricas de la superficie de las células. El análi
sis de la radiactividad contenida en los sedimentos celulares y en el sobrenadante del
cultivo (conteniendo cubiertas vacías de fagos) demostró que la mayor parte de la
radiactividad en las partículas marcadas con 35S permanecía en el sobrenadante, mien
tras que con las partículas marcadas con 32P la mayor parte de la radiactividad había
penetrado en las células. Este experimento indicaba que era el genoma de ADN del
bacteriófago el que había entrado en las células para iniciar la infección.
Aunque esto pueda ahora parecer obvio, en el tiempo en que se realizó este experi
mento se estableció una gran controversia sobre si un polímero con una simple estruc
tura como un ácido nucleico, que se sabía formado por sólo cuatro monómeros, era
suficientemente complejo para ser portador de la información genética. (En aquel mo
mento se creía comúnmente que las proteínas, constituidas por mezclas mucho más
complejas de más de 20 aminoácidos diferentes, eran las portadoras de los genes y que
el ADN era probablemente un componente estructural de células y virus). Juntos, estos
Replicación 107
80
40
6 10 14 18
Tiempo tras la infección (h)
Figura 4.4 Bioquímica de la infección vírica. Esta gráfica muestra la velocidad de síntesis de ADN
celular y vírico (basado en la incorporación de nucleótidos marcados con radioisótopos a material de
elevado peso molecular) en células no infectadas e infectadas con herpesvirus.
EL CICLO DE REPLICACIÓN
Figura 4.5 El experimento de Hershey-Chase, realizado en 1952, demostró que la información gené
tica en los virus estaba codificada por ácidos nucleicos y no por proteínas. En el texto se proporcionan
los detalles del experimento.
estas etapas se han estudiado con gran detalle, y existe una cantidad tremenda de infor
mación sobre ellas. Otras etapas han resultado mucho más difíciles de estudiar, y se
dispone de ellas de mucha menos información.
Adsorción
Como las fases de la replicación viral que se describen aquí son puramente arbitra
rias y debido a que la replicación completa implica necesariamente un ciclo, se puede
comenzar a explicar la replicación vírica en cualquier etapa. Aunque es discutible, lo
más lógico es considerar la primera interacción de un virus con una nueva célula
hospedadora como el momento de partida del ciclo. Técnicamente, la adsorción del
virus consiste en una unión específica de una proteína vírica de adhesión (o
«antirreceptor») a una molécula del receptor celular. Actualmente se conocen muchos
Replicación 109
Figura 4.6 Esquema general de replicación vírica. Para más detalles, consúltese el texto.
ejemplos de receptores virales, y una lista completa sería demasiado larga para incluir
la aquí (ver Figura 4.7 y la sección de Bibliografía al final del capítulo).
Las moléculas de receptores diana en las superficies celulares pueden ser proteínas
(generalmente glicoproteínas) o los residuos carbohidrato presentes en las glicoproteínas
o glicolípidos. Los primeros son generalmente receptores específicos en los que un
virus puede usar una proteína particular como un receptor. Los grupos carbohidrato
Figura 4.7 Representación esquemática de algunos receptores virales; las flechas indican sitios de
unión de virus. (1) Receptor de poliovirus (RPV). (2) CD4: VIH. (3) Antígeno(s) carcinoembrionario(s):
virus de la hepatitis del ratón (MHV) (coronavims). (4) ICAM-1: mayoría de rinovirus. (Nótese que del
1 al 4 todos son moléculas pertenecientes a la superfamilia de las inmunoglobulinas). (5) integrina
VLA-2: virus ECHO. Receptor LDL: algunos rinovirus. (7) Aminopeptidasa N: coronavirus. (8) Acido
siálico (en glicoproteínas): influenza, reovirus, rotavirus. (9) Transportador de aminoácidos catiónicos:
virus de la leucemia murina. (10) Transportador de fosfato sodio-dependiente: virus de la leucemia del
mono gibón.
110 Principios de virología molecular
flanquean (Figura 4.8). Las evidencias bioquímicas obtenidas de unas drogas inhibitorias
que bloquean la unión de partículas de RVH a las células indican que la interacción
entre ICAM-1 y la partícula vírica se produce en el suelo de este cañón. A diferencia de
otras áreas de la superficie del virión, los aminoácidos que forman las superficies inter
nas del cañón están relativamente conservados. Se ha sugerido que estas regiones es
tán protegidas de la presión antigénica porque las moléculas de anticuerpos son dema
siado grandes para penetrar en la grieta. Esto es importante, porque cambios radicales
a este nivel, aunque permitirían al virus escapar de una respuesta inmunitaria, trastor
narían la unión al receptor. Por consiguiente, se ha visto que el sitio de unión del
receptor se extiende por debajo de los bordes del cañón y que los sitios de unión de los
anticuerpos neutralizantes se extienden sobre los bordes del mismo. De todas maneras,
los residuos más significativos para los sitios de unión del receptor y de los anticuer
pos monoclonales están separados unos de otros. En los poliovirus existe un cañón
similar que se extiende alrededor de cada vértice, eje de simetría quíntuple, de la cápside.
Las regiones muy variables de la cápside a las que se unen los anticueipos se localizan
en los «picos» a ambos lados de esta hendidura, que es nuevamente demasiado estre
cha para permitir que los anticueipos se unan a los residuos de su base. Los residuos
invariables en los lados de la hendidura interaccionan con el receptor.
Incluso dentro de la familia Picornaviridae hay variación. Aunque 90 serotipos de
RVH utilizan ICAM-1 como receptor, unos 10 serotipos utilizan proteínas relaciona
das con el receptor de la lipoproteína de baja densidad (LDL,«low density lipoprotein»).
Se ha descrito que el virus de la encefaíomiocarditis (VEMC) utiliza la molécula
inmunoglobulina de adhesión a célula vascular (VCAM-1, «vascular cell adhesión
molecule 1») o glicoforina A. Diversos picomavirus utilizan integrinas como recepto
res: algunos virus entéricos citopáticos humanos huérfanos (ECHO,«enteric cytopathic
Figura 4.8 Las partículas de rinovirus tienen una profunda hendidura en su superficie, conocida como
«cañón», situada entre los tres monómeros (V P1, 2 y 3) que constituyen cada cara de la partícula.
112 Principios de virología molecular
Penetración
Figura 4.10 Translocación de partículas víricas enteras a través de la membrana celular por receptores
de la superficie celular.
3. Fusión de la envuelta del viras (sólo aplicable a viras envueltos) con la membrana
celular, bien directamente en la superficie celular o tras endocitosis en una vesícula
citoplasmática (Figura 4.12), que requiere la presencia de una proteína de fusión
específica en la envoltura viral; por ejemplo, la hemaglutinina de virus influenza o
las glicoproteínas transmembrana (TM) de retrovirus. Estas proteínas promueven
la unión de las membranas celular y vírica que resulta en la entrada directa de la
116 Principios de virología molecular
Figura 4.12 Fusión de membrana inducida por virus. Este proceso es dependiente de la presencia de
una protema de fusión específica en la superficie del virus que, bajo circunstancias particulares (por ej.,
la acidificación de la vesícula que contiene al virus), se activa e induce la fusión de la membrana de la
vesícula y la envuelta del virus.
Decapsidacón
La dec psidación es el término general que se utiliza para definir los hechos que
ocurren tras la mi ció i , en la cual la cáp ' del virus es completa o parci almente
retirada y el ion vírico expuesto, generalmente en forma de un complejo de
nucleoprotcína. Desafortunadamente, la decapsidación es una de las fases de la repli
cación vírica que ha sido menos estudiada y es relativamente poco comprendida. En
cierto sentido, la eliminación de la que ocurre durante la fusión de membra
nas forma parte del proceso de decapsidación. La fusión entre las envueltas víricas y
las membranas del endosoma es dirigida por las proteínas de fusión del virus. Se activa
generalmente por la exposición de un dominio de fusión previamente oculto, como
resultado de un cambio conformacional en la proteína inducido por el bajo pH dentro
de la vesícula, aunque en algunos casos la actividad de fusión es estimulada directa
mente por la unión al . Los sucesos iniciales en la decapsidación pueden ocu
rrir dentro de los endosomas, siendo promovidos por el cambio de pH cuando el
endosoma se acidifica o directamente en el citoplasma. Se pueden utilizar ionóforos
como la monesina o la nigericina o cationes como la cloroquina y el cloruro amónico
para bloquear la acidificación de estas vesículas y para determinar si los sucesos se
producen después de la acidificación de los endosomas (por ej., la fusión de membra-
118 Principios de virología molecular
Virión infectivo
Partículas «A»/cubiertas vacías
(150S)
L
Membrana celular
Adhesión
y penetración
V y
Figura 4.14 Representación esquemática del patrón de replicación de los virus de la clase I. Los
detalles sobre los sucesos que acontecen a los genomas de cada tipo se explican en el texto.
120 Principios de virología molecular
Figura 4.15 Representación esquemática del patrón de replicación de los virus de la clase II.
Replicación 121
Figura 4.16 Representación esquemática del patrón de replicación de los virus de la clase III.
segmentados (orden Mononegavirales) (Figura 4.18), para los que el primer paso
en la replicación es la transcripción del genoma de ARN (-) por la ARN polimerasa
ARN-dependiente vírica para producir ARNm monocistrónieos, que también sir-
Figura 4.17 Representación esquemática del patrón de replicación de los virus de la clase IV.
122 Principios de virología molecular
ven como moldes para la posterior replicación del genoma. (Nota: algunos de estos
virus tienen además organización en ambos sentidos («ambisense»). (b) Genomas
segmentados (Orthomyxoviridae), que llevan a cabo la replicación en el núcleo,
con ARNm monocistrónicos para cada uno de los genes virales producidos por la
transcriptasa vírica a partir del genoma vírico completo (ver Capítulo 5).
■ Clase VI: ARN de cadena sencilla de polaridad (+) con intermediario ADN (Figu
ra 4.19). Los genomas de retrovirus son de ARN de polaridad (+) pero únicos en
que son diploides y no sirven directamente como ARNm, pero sí como moldes para
la transcripción inversa a ADN (ver Capítulo 3).
■ Clase VII: AD N de doble cadena con ARN intermediario (Figura 4.20). Este grupo
de virus también depende de la transcripción inversa, pero, a diferencia de los re
trovirus (clase VI), este proceso ocurre dentro de la partícula vírica durante su ma
duración. Al infectar una nueva célula, el primer suceso que ocurre es la reparación
del genoma bicatenario incompleto, seguido de la transcripción (ver Capítulo 3).
Ensamblaje
los de otras membranas en que tienen una difusión lateral limitada en la membrana, y
también pueden ser separados físicamente por centrifugación en gradiente de densidad en
presencia de algunos detergentes. Las bolsas lipídicas han sido implicadas en varias fun
ciones celulares, como la clasificación apical de proteínas y la transducción de señales,
pero también son utilizadas por virus como plataformas de entrada en las células (por ej.,
VIH, SV40 y rotavirus) y como lugares de ensamblaje, gemación y liberación de la mem
brana celular (por ej., virus influenza, VIH, virus del sarampión y rotavirus).
Como en las fases tempranas de la transcripción, no siempre es posible distinguir el
ensamblaje, la maduración y la liberación de las partículas víricas como etapas diferen
ciadas y separadas. El sitio de ensamblaje tiene una profunda influencia en todos estos
procesos. En la mayoría de los casos las membranas celulares son empleadas para anclar
proteínas víricas, y este hecho inicia el proceso de ensamblaje. A pesar de los estudios
Principios de virología molecular
Adhesión
y penetración NÚ(
Decapsidación
Figura 4.20 Representación esquemática del patrón de replicación de los virus de la clase VII.
realizados, no se comprende bien cómo se lleva a cabo el control del ensamblaje viral. En
general, se piensa que al incrementarse los niveles intracelulares de proteínas víricas y de
moléculas de genomas se alcanza una concentración crítica y que esto desencadena el
proceso. Muchos virus alcanzan niveles elevados de componentes de nueva síntesis con
centrándolos en compartimentos subcelulares, lo que resulta visible al microscopio ópti
co, y que se denominan cuerpos de inclusión. Éstos son característicos de las últimas
etapas de la infección de células por muy diferentes virus. El tamaño y la localización de
cuerpos de inclusión en células infectadas es con frecuencia una característica de ciertos
virus en particular; por ejemplo, la infección por el virus de la rabia provoca grandes
«corpúsculos de Negri» perinucleares, observados por vez primera por Adelchi Negri en
1903. Alternativamente, las concentraciones locales de componentes estructurales víricos
pueden ser provocadas por interacciones laterales entre proteínas asociadas a membra
nas. Este mecanismo es particularmente importante en los virus envueltos liberados de
la célula por gemación (ver más adelante).
Como se expuso en el Capítulo 2, la formación de las partículas víricas puede ser un
proceso relativamente simple que es dirigido sólo por interacciones entre las subunidades
de la cápside y controlado por las leyes de la simetría. En otros casos, el ensamblaje es un
proceso muy complejo con múltiples pasos, que implican no solamente a las proteínas
estructurales víricas sino también a proteínas «andamio» de codificación vírica y celular,
que actúan como moldes para guiar el ensamblaje de los mariones. La encapsidación del
genoma vírico puede ocurrir bien precozmente durante el ensamblaje de la partícula (por
ej., muchos virus con simetría helicoidal se forman alrededor del genoma) o en una etapa
tardía, cuando el genoma es introducido en una cubierta de proteína casi completada.
Maduración
Glicoproteínas
4 )
Nucleocápside
(y-*- g . y)
Genoma é & " Matriz
MADURACION
Q>N ^4)
i
LIBERACIÓN
% 9
(&§//£)
0?“
Membrana celular
r , 1i i Proteína
Proteína de Genoma matriz
nucleocápside viral Citoplasma
Figura 4.21 Liberación de virus por gemación. Este es el proceso por el que las partículas víricas
envueltas adquieren sus membranas y las proteínas asociadas.
Liberación
RESUMEN
B i b l io g r a f ía
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CAPÍTULO 5
E x p r e s ió n
129
130 Principios de virología molecular
Las células bacterianas ocupan un segundo lugar después de los virus en la especi
ficidad y la economía de sus mecanismos de control genéticos, y posiblemente el pri
mer lugar en lo que se refiere a la intensidad con que estos mecanismos han sido estu
diados. El control genético se ejerce tanto a nivel de la transcripción como en los
estadios posteriores (post-transcripcionales) de la expresión génica.
La iniciación de la transcripción es regulada primariamente de una forma negativa
mediante la síntesis de proteínas represoras que actúan en trans, que se fijan a las
secuencias del operador situadas por delante de las que codifican la proteína. Conjun
tos de genes relacionados metabólicamente son agrupados y regulados de forma coor
dinada, constituyendo «operones». La transcripción de estos operones típicamente pro
duce un ARNm policistrónico que codifica varias proteínas diferentes. Durantes etapas
posteriores de expresión, la transcripción también se regula mediante un número de
mecanismos que actúan, como en la famosa frase de Mark Ptashne, como «interrupto
res genéticos», encendiendo o apagando la transcripción de los distintos genes. Tales
mecanismos incluyen la antiterminación, que es controlada por factores que actúan en
trans, que promueven la síntesis de transcritos más largos que codifican información
genética adicional, y por varias modificaciones de la ARN polimerasa. Factores a
(sigma) bacterianos son apoproteínas que afectan a la especificidad de la holoenzima
Expresión 131
ARN polimerasa por diferentes promotores. Varios bacteriófagos (por ej., el fago
SP01 de Bacillus subtilis) codifican proteínas que funcionan como factores a alterna
tivos, secuestrando la ARN polimerasa y alterando la proporción de genes fágicos que
son transcritos. El fago T4 de Escherichia coli codifica una enzima portadora de una
modificación covalente (ribosilación de difosfato de adenosina [ADP]) de la ARN
polimerasa de la célula hospedadora. Se cree que esto es para eliminar la necesidad de
la holoenzima polimerasa por el factor o y para lograr un efecto similar al de la produc
ción de factores o modificados por otros bacteriófagos.
A nivel post-transcripcional. la expresión génica en bacterias se regula también
mediante el control de la traducción. El ejemplo mejor conocido entre los virus de este
fenómeno procede del estudio de los bacteriófagos de la familia Leviviridae, como
R17, MS2 y Q(3. En estos fagos, la estructura secundaria del ARN de simple cadena
que constituye el genoma fágico regula, no sólo las cantidades de las diferentes proteí
nas del fago que se traducen, sino que también opera como un control temporal del
interruptor que regula las proporciones entre las distintas proteínas producidas en las
células infectadas.
El genoma del fago X ha sido estudiado en gran detalle e ilustra varios de los meca
nismos comentados anteriormente, incluyendo la acción de proteínas represoras en la
regulación de la lisogenia versus la replicación lítica, y la antiterminación de la trans
cripción por factores que actúan en trans codificados por el fago. Ha sido tal el impacto
de estos descubrimientos que no se puede considerar completa una discusión sobre el
control de la expresión génica en los virus sin un examen detallado de este fago.
El fago X fue descubierto por Esther Lederberg en 1949. Los experimentos realiza
dos por André Lwoff en 1950 en el Instituto Pasteur demostraron que cuando se irra
diaban con luz ultravioleta algunas cepas de Bacillus megaterium dejaban de crecer y
posteriormente se ligaban, liberando una cosecha de partículas fágicas. Junto con
Francois Jacob y Jacques Monod, Lwoff demostró posteriormente que las células de
algunas cepas bacterianas contenían un bacteriófago en forma latente, conocido como
profago, y que se podía conseguir que el fago alternase entre ciclos de replicación
lisogénicos (no productivos) y líticos (productivos).
Tras muchos años de estudio, nuestro conocimiento sobre X se ha depurado y se ha
convertido en un ejemplo de uno de los sistemas de control genéticos mejor compren
didos y más elegantes que nunca se hayan investigado. En la Figura 5.1 se muestra un
mapa genético simplificado de X. Para la regulación del ciclo replicativo del fago se
pueden ignorar los genes estructurales que codifican los componentes de la cabeza y
de la cola de la cápside vírica. Los componentes pertinentes implicados en el control
genético son los siguientes:
1. PL es el promotor responsable de la transcripción del lado izquierdo del genoma de
X, que incluye N y cIII.
132 Principios de virología molecular
qut eos
\ "
— Recombinación Replicación Lisis Cola Cabeza
Pl — — Pr
Figura 5.2 Control de la expresión del genoma del bacteriófago X. Véase el texto para una descripción
detallada de los sucesos que ocurren en una célula recién infectada y durante la infección lítica o lisogénica.
Síntesis de proteína
represora de el
3>
La inhibición de la
transcripción desde
P|_yPR causa lisogenia
A aitas concentraciones
ia proteína represora
de el se une a los seis
sitios operadores,
inhibiendo su propia
transcripción
3>
Figura 5.3 Control de la lisogenia en bacteriófago X. Véase el texto para más detalles.
Expresión 135
Si esto es así, ¿cómo abandonan estas células este estado y entran en un ciclo
replicativo lítico productivo? El estrés fisiológico y especialmente la irradiación ultra
violeta de las células provoca la inducción de una proteína celular, RecA. Esta proteí
na, cuya función normal es inducir la expresión de genes celulares y permitir a la
célula adaptarse y sobrevivir en condiciones ambientales alteradas, escinde la proteína
represora el. Por sí solo, esto no sería suficiente para prevenir a la célula de reentrar en
el estado íisogénico; sin embargo, cuando la proteína represora no está unida a 0 R, ero
es transcrito por PR. Cro también se une a 0 R, pero a diferencia de el, que se une
preferentemente al extremo derecho de 0 R, la proteína Cro lo hace preferentemente al
extremo izquierdo de 0 R, previniendo la transcripción de el e incrementando su propia
transcripción en un bucle de retroalimentación positiva. Por tanto, el fago queda ence
rrado en un ciclo lítico y no puede retomar al estado de lisogenia.
Esta descripción es una versión muy simplificada del control genético de la expre
sión en fago X. Se conocen muchos detalles acerca de los mecanismos moleculares con
los que este sistema funciona, pero debido a que esta materia podría fácilmente ocupar
un libro entero, no se dispone aquí del espacio suficiente para contarlo todo. Los deta
lles moleculares del sistema X no sólo son de particular interés, sino que también han
configurado nuestro entendimiento de la regulación genética en las células procariotas
y eucariotas. La resolución de las estructuras de las proteínas involucradas en el es
quema anterior nos ha permitido identificar los principios fundamentales tras la obser
vación de que muchas proteínas de organismos no relacionados pueden reconocer y
unirse a secuencias específicas en moléculas de ADN. Los conceptos de proteínas con
dominios independientes para unirse al ADN y de dimerización, de cooperación entre
proteínas en la unión al ADN, y la formación de bucles de ADN que permiten a las
proteínas unirse a sitios distantes para interaccionar entre ellas han surgido todos ellos
del estudio de X. Es importante leer las referencias bibliográficas que se citan al final
de este capítulo para entender completamente los matices de la expresión génica en
este complejo bacteriófago, así como para tener en cuenta el diseño y el funcionamien
to de este sistema cuando se lean los ejemplos de la regulación de la expresión génica
descritos en el resto del capítulo.
varias kilobases. Esto resalta la flexibilidad del ADN que permite a las proteínas unirse
en sitios distantes para interaccionar unas con otras, como ya se vió anteriormente en las
interacciones proteína-proteína en la regulación de la expresión génica del fago X. La
transcripción de los genes eucariotas resulta en la producción de ARNm monocistrónicos,
cada uno de los cuales se transcribe desde su propio promotor individual.
En el siguiente estadio, la expresión génica es influenciada por la estructura del
ARNm producido. La estabilidad de los ARNm eucariotas varía considerablemente,
alcanzando algunos una larga vida media en la célula (es decir, varias horas). La vida
media de otros, típicamente de los que codifican proteínas reguladoras, puede ser muy
breve (es decir, unos pocos minutos). La estabilidad de los ARNm eucariotas depende
de la velocidad en que son degradados. Esto viene determinado por factores como sus
secuencias terminales, que consisten en estructuras con una caperuza («cap») metilada
en el extremo 5’ y ácido poliadenílico en el extremo 3’, así como por el conjunto de su
estructura secundaria. Sin embargo, la expresión génica está regulada también por fe
nómenos de corte y empalme («splicing») diferenciales de ARNs heterogéneos nu
cleares (ARNhn) precursores en el núcleo, que pueden alterar el significado genético
de distintos ARNm transcritos desde un mismo gen. En las células eucariotas, el con
trol es ejercido también durante la exportación del ARN desde el núcleo al citoplasma.
Finalmente, el proceso de traducción ofrece más oportunidades para el control de la
expresión. La eficacia con la que diferentes ARNm se traducen varía enormemente. Es
tas diferencias resultan en gran parte de la eficacia con la que los ribosomas se unen a los
distintos ARNm y reconocen los codones AUG de inicio de la traducción en diferentes
contextos de secuencias, así como de la velocidad a la que distintas secuencias son con
vertidas en proteínas. Algunas secuencias actúan como potenciadoras de la traducción,
ejerciendo una función análoga a la de los potenciadores de la transcripción.
El motivo de proporcionar esta extensa lista de mecanismos de expresión de los
genes eucariotas es que todos son utilizados por virus para controlar la expresión génica.
Ejemplos de cada tipo se dan en las secciones siguientes. Si esto parece extraordinario,
debe recordarse que el control de la expresión génica en las células eucariotas fue
desvelado en gran parte utilizando virus como sistemas modelo; por lo tanto, encontrar
ejemplos de estos mecanismos entre los virus es realmente asistir a una profecía cum
plida.
Poliomavirus y papilomavirus
Los poliomavirus son intensamente dependientes de la maquinaria celular, tanto
para la replicación como para la expresión génica. Los poliomavirus codifican factores
que actúan en trans (los antígenos T) que estimulan la transcripción (y la replicación
del genoma). Los papilomavirus en particular dependen de la célula para su replica
ción, que sólo ocurre en queratinocitos diferenciados terminalmente y no en otros tipos
celulares, aunque codifican varias proteínas reguladoras en trans (Capítulo 7).
Adenovirus
Los adenovirus también dependen estrechamente del aparato celular para su trans
cripción, pero poseen varios mecanismos que regulan específicamente la expresión génica.
Éstos incluyen activadores de la transcripción que actúan en trans como la proteína
E1A, y la regulación post-transcripcional de la expresión, que es lograda mediante corte
y empalme de los ARNm y de los ARNs VA codificados por los virus (Capítulo 7). La
infección por adenovirus de las células se divide en dos etapas, precoz y tardía, comen
zando ésta última en el momento en que se produce la replicación del genoma; no obs
tante, estas fases están menos diferenciadas en los adenovirus que en los herpesvirus.
Herpesvirus
Estos virus son menos dependientes de las enzimas celulares que los de los grupos
anteriores. Codifican muchas enzimas implicadas en el metabolismo del ADN (por ej.,
timidina kinasa) y varios factores de actuación en trans que regulan la expresión tem
poral de los genes virales, controlando las fases de la infección. La transcripción del
genoma complejo se regula esencialmente en un modo en cascada (Figura 5.4). Tras la
transcripción del genoma por la polimerasa II celular se producen al menos 50 proteí
nas de codificación vírica. Se sintetizan tres clases distintas de ARNm:
■ a : ARNm precoces inmediatos que codifican cinco reguladores de la transcripción
vírica que actúan en trans.
■ P: ARNm precoces (retrasados) que codifican más proteínas reguladoras no estruc
turales y algunas proteinas estructurales menores.
■ Y: ARNm tardíos que codifican las principales proteínas estructurales.
Expresión 139
Figura 5.4 Control de la expresión del genoma de herpesvirus. Las partículas de herpesvirus contie
nen una proteína llamada factor de iniciación de la transcripción del gen a (a-FIT ) que estimula la
expresión del gen a en las células recién infectadas, iniciando una cascada de sucesos estrechamente
regulados que controlan la expresión de la dotación completa de unos 70 genes del genoma viral.
Poxvirus
La replicación del genoma y la expresión de los genes en los poxvirus es casi inde
pendiente de los mecanismos celulares (excepto para el requerimiento de ribosomas
140 Principios de virología molecular
Los parvovirus, tanto los autónomos como los dependientes de un virus auxiliar, son
muy dependientes de asistencia extema para su expresión génica y para la replicación
del genoma. Esto probablemente sea por el tamaño tan pequeño de sus genomas, que no
les permite codificar el aparato bioquímico necesario; así, parecen haber desarrollado
una forma extrema de parasitismo, utilizando las funciones normales presentes en el
núcleo de sus células hospedadoras, tanto para la expresión como para la replicación
(Figura 5.5). Los miembros del género Dependovinis, defectivo en replicación, de la
familia Parvoviridae son totalmente dependientes de la superinfecciór con adenovims
o herpesvirus para la provisión de funciones auxiliares esenciales para la replicación.
Los genes de adenovims requeridos como auxiliares son los genes reguladores de la
transcripción como E1A, más que los genes estructurales tardíos, pero se ha demostrado
que el tratamiento con luz ultravioleta, cicloheximida o algunos carcinógenos pueden
reemplazar el requerimiento de virus auxiliares. Por lo tanto, la ayuda requerida parece
ser una modificación del ambiente celular (probablemente afectando a la transcripción
del genoma defectivo del parvovirus) más que una proteína vírica específica.
Los Geminiviridae también corresponden a esta clase de estructura genómica (Fi
gura 3.15). La expresión de sus genomas es bastante diferente de la de los parvovirus,
pero no obstante, también depende estrechamente de funciones celulares. Existen mar-
Expresión 141
Figura 5.5 La transcripción de los genomas de parvovirus depende en gran medida de factores de la
célula hospedadora y da como resultado la síntesis de A RNm subgenómicos, generados por cortes y
empalmes, que codifican dos proteínas: Rep, que está implicada en la replicación del genoma, y Cap, la
proteína de la cápside (véase el texto).
eos de lectura abierta en ambas orientaciones en el ADN vírico, lo que significa que
tanto las cadenas de sentido (+) como (-) se transcriben durante la infección. Los me
canismos implicados en el control de la expresión génica no han sido completamente
investigados, pero al menos algunos geminivirus (subgrapo I) pueden utilizar el proce
so de corte y empalme (splicing).
Todos los virus con genomas de ARN de doble cadena se diferencian claramente de
sus hospedadores, los cuales por supuesto poseen genomas de ADN de doble cadena;
por lo tanto, aunque cada virus tiene que ser bioquímicamente «compatible» con su
célula hospedadora, existen diferencias fundamentales entre los mecanismos de expre
sión génica del virus y los de la célula hospedadora. Los reovirus tienen genomas
multipartidos (ver Capítulo 3) y replican en el citoplasma de la célula infectada. Es
142 Principios de virología molecular
característico de los virus con genomas ARN monocistrónico que se produzca un ARNm
monocistrónico por cada segmento genómico (Figura 5.6).
Tras la infección se produce temprano la transcripción de los segmentos genómicos
de ARNbc por la actividad de la transcriptasa específica del virus en el interior de las
partículas subvirales parcialmente decapsidadas. Al menos cinco actividades enzimáti-
cas están presentes en las partículas de reovirus para llevar a cabo este proceso, aunque
no dependen necesariamente de péptidos separados (Tabla 5.2, Figura 2.12). Esta trans
cripción primaria genera transcritos con cap que no están poliadenilados, que dejan el
Figura 5.6 La expresión de los genomas de reovirus es iniciada por una enzima transcriptasa empa
quetada dentro de cada partícula vírica. Posteriormente se producen sucesos estrechamente regulados,
dependiendo la expresión de los ARNm tardíos, que codifican las proteínas estructurales de la replica
ción previa del genoma.
Expresión 143
core viral para ser traducidos en el citoplasma. Los distintos segmentos genómicos son
transcritos/traducidos con diferentes frecuencias, lo que quizá constituye la principal
ventaja de un genoma segmentado. El ARN es transcrito de forma conservadora; es
decir, sólo se emplean las cadenas de polaridad (-), resultando en la síntesis de ARNm
de sentido (+), a los que se añade la caperuza dentro del core (todo esto sucede sin
síntesis de novo de proteínas). La transcripción secundaria ocurre más tardíamente
durante la infección en el interior de partículas producidas en las células infectadas y
genera transcritos que no tienen caperuza ni están poliadenilados. El genoma se repli
ca en forma conservadora (comparable a la replicación de ADN semi-conservadora).
Se producen cadenas de sentido (+) en exceso que sirven como ARNm tardíos y como
moldes para la síntesis de cadenas de sentido (—) (es decir, de cada cadena se producen
muchas cadenas (+), no una de cada una como en una replicación semiconservadora).
Los genomas de los viras ARN de sentido positivo son traducidos frecuentemente para
formar una poliproteína. que posteriormente es digerida por una proteasa codificada por el viras para
formar los polipéptidos maduros.
NsP3 NsP4
NsPl NsP2 p150
Procesamiento proteolítico
p270
03 <D
□
4 Traducción por lectura a través del genoma
13' ARN
CAP -L •*poli(A) genómico (+)
| Traducción
<D CO p230________
I sa>
ü_ Transcripción
I Procesamiento proteolítico
T NsP3
Figura 5.8 Algunos genomas víricos de polaridad positiva (por ej., los togavirus) se expresan en dos
rondas separadas de traducción, requiriendo la producción de un ARNm subgenómico en una fase pos
terior de la replicación.
Figura 5.9 Esquema general de la expresión de genomas víricos de ARN de polaridad negativa.
Expresión 147
Los retrovirus son quizá los últimos casos de dependencia de la maquinaria trans-
cripcional celular. El genoma de ARN constituye un molde para la transcripción
inversa a ADN; éstos son los únicos virus con ARN de polaridad (+) cuyo genoma no
funciona como ARNm tras penetrar en la célula hospedadora (Capítulo 3). Una vez
integrado en el genoma de la célula, el provirus de ADN está bajo el control de la
célula hospedadora, y se transcribe exactamente igual que otros genes celulares. Al
gunos retrovirus, sin embargo, han desarrollado un número de mecanismos trans-
cripcionales y post-transcripcionales que les permite controlar la expresión de su
información genética, y esto se comenta con mayor detalle más adelante en este ca
pítulo.
Líder NP P/C M F HN L
y -| 1 1 1
1
1 1
Frecuencia
de transcripción
Dirección
_ — de transcripción
Figura 5.10 Los genomas de paramixovirus muestran «polaridad transcripcional». Los transcritos de
los genes situados en el extremo 3 ’ del genoma son más abundantes que los de los genes próximos al
extremo 5’, permitiendo la regulación de las concentraciones relativas de proteínas estructurales (genes
3 ’) y no estructurales (genes 5 ’) producidas.
148 Principios de virología molecular
C o n t r o l t r a n s c r ip c io n a l d e l a e x p r e s ió n
Habiéndose revisado las estrategias generales utilizadas por los distintos grupos de
virus para regular la expresión génica, el resto de este capítulo se dedicará a dar expli
caciones más detalladas sobre ejemplos específicos de algunos virus mencionados an
teriormente, comenzando por el control de la transcripción en SV40, un miembro de la
familia Polyomaviridae. Pocos mas, víricos o celulares, han sido estudiados con
tanto detalle como SV40, que ha constituido un paradigma para el estudio de los meca
nismos de transcripción eucarióticos (especialmente la replicación del ADN; ver Ca
pítulo 6) durante muchos años. En este sentido, SV40 proporciona un equivalente a
nivel eucariota del genoma del bacteriófago X. Existen sistemas in vitro tanto para la
transcripción como para la replicación del genoma de SV40, y se cree que se conocen
todas las proteinas víricas y celulares de unión al ADN implicadas en ambos procesos.
El genoma de SV40 codifica dos antígenos T («antígenos tumorales») conocidos como
antígeno T mayor y antígeno T menor, de acuerdo con los tamaños de las proteínas
(Figura 5.11). La replicación del genoma de ADN de doble cadena de SV40 ocurre en
el núcleo de la célula hospedadora. La transcripción del genoma es llevada a cabo por
la ARN polimerasa II celular, y el antígeno T mayor juega un papel crucial regulando
la transcripción del genoma viral. El antígeno T menor no es esencial para la replica
ción viral, pero permite que el ADN vírico se acumule en el núcleo. Ambas proteínas
contienen «señales de localización nuclear», de lo que resulta su acumulación en el
núcleo, adonde migran tras ser sintetizadas en el citoplasma.
Poco después de la infección de las células permisivas, los ARNm precoces se
expresan desde el precoz, que contiene un fuerte tencií de
la transcripción (repeticiones de secuencias de 72 pb), permitiéndole ser activo en
células recién infectadas (Figura 5.12). Las proteínas precoces sintetizadas son los dos
antígenos T. Conforme el antígeno T mayor se acumula en el núcleo, la transcripción
de los genes precoces es reprimida por la unión directa de la proteína a la región de
Expresión 149
Repeticiones de 21 pt
(sitios de unión a SP1
|\\
Transcripción ^ Transcripción
de genes tardíos de genes precoces
spi( S > 1
72 72 212121 o rí
i i L . ..... I I
Repeticiones de 72 pb X
(potenciador de la transcripción) w
Sitios de unión
del ar tigeno T
I l i l i 1
400 300 200 100 0 100
(pb)
este sistema con la descripción proporcionada antes del control de la expresión génica
del bacteriófago X.
Otra área en la que el control de la transcripción viral ha recibido mucha atención
es en la de los retrovirus humanos, el virus de la leucemia de células T humanas (VLTH)
(«human T-cell leukaemia virus», HTLV en inglés) y el virus de la inmunodefíciencia
humana (VIII). El ADN integrado de los provirus se forma por la transcripción inver
sa del ARN genómico de los retrovirus, como se describe en el Capítulo 3. La presen
cia de numerosos sitios de unión para factores de transcripción celulares en las repeti
ciones terminales largas («long terminal repeats», LTRs) de estos virus ha sido analizada
por análisis de huellas o «footprinting» con ADNasa I o por ensayos de cambio de
movilidad electroforética («gel shift assays») (Figura 5.13). Juntos, estos elementos
«distales» (tales como los sitios de unión de NF-kB y SP1) y los elementos «proxima-
les» (tal como la caja TATA) constituyen un promotor funcional de la transcripción en
la región U3 del LTR (Capítulo 3). Sin embargo, la actividad basal de estos promotores
por sí misma es relativamente débil y sólo resulta en una transcripción limitada del genoma
del provirus por la ARN polimerasa II. Ambos VLTH y VIH codifican proteínas que son
reguladores positivos de la transcripción que actúan en trans: la proteína Tax de VLTH
y la proteína Tat de VIH (Figura 5.14). Estas proteínas incrementan la transcripción des
de el LTR viral al menos en 50 a 100 veces el nivel basal con el promotor «no ayudado».
A diferencia del antígeno T y del promotor precoz de SV40, ni la proteína Tax ni la
proteína Tat (que no tienen similitud estructural una con otra) se unen directamente a su
respectivo LTR. Estudios recientes han ilustrado cómo actúan estas proteínas.
aO C M o o
VLTH R U5 -------
Repeticiones de 21 pb
UBP-1
C O U P AP1 NF-AT USF N F k B SP1 TATA ■' LBP-1 NF1
\ / \ I / / i
DcDcAZiJbQÍIIli^ImO U3 R U5
VIH
Figura 5.13 Factores de transcripción celulares que interaccionan con LTRs de retrovirus. Estas pro
teínas de unión a ADN participan en la regulación de los niveles de transcripción básales y trans-
activados desde el promotor en la región U3 del LTR.
Expresión 151
Viriones
de los cuales se expresa desde su propio prom otor, haciendo de ese modo innecesario
realizar mecanismos de splicing para producir el repertorio necesario de proteínas.
Uno de los ejemplos mejor estudiados del fenómeno de corte y empalme o ajuste
{splicing) de ARNm víricos es la expresión del genoma de los adenovirus (Figura
5.16). Varias «familias» de genes de adenovirus se expresan mediante cortes y empal
mes diferenciales de transcritos precursores de ARNhn. Esto es particularmente cierto
para los genes precoces que codifican proteínas reguladoras que actúan en trans in
mediatamente después de la infección. Las primeras proteínas en ser expresadas, E1A
y E1B, son codificadas por una unidad transcripción al en el extremo izquierdo de la
cadena derecha del genoma de adenovirus (Figura 5.16). Estas proteínas son primaria
mente proteínas íranr-reguladoras comparables a las proteínas Tax y Tat antes descri
tas, pero están también involucradas en la transform ación de las células infectadas
por adenovirus (Capítulo 6). Se producen mediante splicing cinco ARNm poliadenilados
(13S, 12S, 11S, IOS, 9S) que codifican cinco polipéptidos relacionados con E lA (que
contienen 289, 243, 217, 171 y 55 aminoácidos, respectivamente) (Figura 5.17). Todas
estas proteínas se traducen desde el mismo marco abierto de lectura y tienen los mis
mos extremos amino y carboxi-terminal. Las diferencias entre ellas son una conse
cuencia del splicing diferencial de la unidad transcripcional E1A y causa importantes
diferencias en sus funciones. Los péptidos de 289 y de 243 aminoácidos son activadores
transcripcionales. Aunque estas proteínas activan la transcripción desde todos los pro
motores precoces de adenovirus, se ha descubierto que también parecen ser «promis
cuos», activando la mayoría de los promotores que responden a la ARN polimerasa II
Figura 5.16 Transcripción del genoma de adenovirus. La flechas indican la posición de los exones en
el genoma vírico, que se unen por cortes y empalmes («splicing») para producir familias de proteínas
víricas.
Expresión 155
Figura 5.17 Expresión de las proteínas de adenovirus E1A. Las cifras encima de cada recuadro son
los números de aminoácidos codificados por cada exón.
y que contienen una caja TATA. No existen secuencias comunes obvias en todos estos
promotores, y no hay evidencia de que las proteínas E l A se unan directamente al ADN.
Las proteínas E1A de distintos serotipos de adenovirus contienen tres dominios con
servados: CR1, CR2 y CR3. Las proteínas E l A interaccionan con muchas otras proteí
nas celulares, primeramente a través de su unión a los tres dominios conservados. E1A
puede tanto activar como reprimir la transcripción mediante la unión de sus compo
nentes a la maquinaria basal de transcripción; activando proteínas que se unen a un
promotor comente arriba y secuencias potenciadoras y proteínas reguladoras que con
trolan la actividad de factores de unión al ADN.
La síntesis de E1A inicia una cascada de activación transcripcional poniendo en
marcha la transcripción de otros genes precoces de adenovirus: E1B, E2, E3 y E4
(Figura 5.16). Después de que el genoma vírico se haya replicado, esta cascada even
tualmente termina con la transcripción de los genes tardíos que codifican las proteínas
estructurales. La transcripción misma de E l A es un proceso balanceado y autorregulado.
Los genes precoces inmediatos de virus ADN tienen característicamente fuertes ele
mentos potenciadores por delante de sus promotores. Esto es porque en una célula
recientemente infectada no existen proteínas víricas y el potenciador se requiere para
estimular la expresión del genoma vírico. Las proteínas precoces-inmediatas sintetiza
das son activadores de la transcripción que ponen en marcha la expresión de otros
genes víricos, y E l A funciona exactamente en esta dirección; sin embargo, aunque
E1A íran.v-actíva a su propio promotor, la proteína reprime la función de su elemento
potenciador corriente arriba, de modo que, a altas concentraciones, también regula
negativamente su propia expresión (Figura 5.18).
156 Principios de virología molecular
A | El B E3
----------- h
1 1 >—
E2 E4
E2 E4
la expresión diferencial del genoma vírico pero, por lo que se sabe, no alteran sustan
cialmente la expresión de los ARNm celulares. Parece que ambas proteínas funcionan
de un modo muy similar y, aunque no están relacionadas una con otra en lo que se
refiere a sus secuencias de aminoácidos, se ha demostrado que la proteína Rex de
VLTH es capaz de ser sustituida funcionalmente por la proteína Rev de VIH. Las se
cuencias reguladoras negativas en los genomas de VLTH y de VIH causan la retención
de los ARNm en el núcleo de la célula infectada. Estas secuencias se localizan en las
regiones de los intrones eliminados de los ARNm resultantes por cortes y empalmes y
que codifican las proteínas Tax/Tat y Rex/Rev (Figura 5.14); por lo tanto, estas proteí
nas se expresan inmediatamente después de la infección. Tax y Tat estimulan la trans
cripción potenciada desde el LTR del virus (Figura 5.15); no obstante, los productos de
los ARNm que codifican los genes gag, pol y env no sujetos a splicing o sometidos a
un splicing parcial sólo se expresan en la célula cuando existe suficiente proteína Rex/
Rev. Ambas proteínas se unen a una región con estructura secundaria formada por una
secuencia particular en el ARNm y se encuentran entre el núcleo y el citoplasma ya que
contienen tanto una señal de localización nuclear como una señal de exportación nu
clear, aumentando la exportación del ARNm vírico no sometido a splicing al citoplas
ma, donde es traducido y actúa como el genoma vírico durante la formación de la
partícula.
La eficiencia con la que se traducen los distintos ARNm varía considerablemente y
es determinada por diversos factores, incluyendo la estabilidad y la estructura secun
daria del ARN pero el principal factor parece ser la secuencia nucleotídica que rodea
al codón AUG de inicio de la traducción que es reconocido en los ribosomas. La se
cuencia más favorable para la iniciación es GCC(A/G)CCAUGGG, aunque puede ha
ber variaciones considerables dentro de esta secuencia. Diversos virus utilizan varia
ciones de esta secuencia para regular las cantidades de proteína sintetizada desde un
solo ARNm. Ejemplos de esto incluyen las proteínas Tax y Rex de VLTH, que son
codificadas por pautas abiertas de lectura solapadas en el mismo ARNm de 2,1 kb
doblemente cortado y empalmado (Figura 5.14). El codón AUG de inicio de la traduc
ción para la proteína Rex está corriente arriba del de Tax, pero ofrece un contexto
menos favorable para el inicio de la traducción que el que ofrece la secuencia que
rodea al codón AUG de Tax. Esto se conoce como el mecanismo de «escaneado per
meable» (leaky scanning), porque se cree que los ribosomas escanean el ARNm antes
de comenzar la traducción. En consecuencia, la concentración de proteína Rex en las
células infectadas por VLTH es considerablemente menor que la de proteína Tax, a
pesar de que ambas son codificadas por el mismo ARNm.
Los de picomavirus ilustran un mecanismo alternativo para controlar el
inicio de la traducción. Aunque estos genomas son económicos genéticamente (es de
cir, han descartado la mayoría de los elementos de control que ictúat; en ch y expre
san su capacidad completa de codificación como una sola roliproteína), han manteni
do largas regiones no codificantes (RNCs) en sus extremos 5’, que comprenden
aproximadamente el 10% del genoma completo. Estas secuencias están implicadas en
la replicación y posiblemente en el empaquetamiento del genoma vírico. La traducción
de la mayor parte de los ARNm celulares se inicia cuando los ribosomas reconocen el
158 Principios de virología molecular
extremo 5’ del ARNm y analizan la secuencia nucleotídica hasta que llegan a un codón
AUG de iniciación. Los genomas de picomavirus no se traducen de esta forma. El
extremo 5’ no tiene una estructura en cap y por tanto no es reconocido por los riboso-
mas del mismo modo que otros ARNm, pero está modificado por la adición de la
proteína VPg (ver Capítulos 3 y 6). Existen también múltiples codones AUG en el
extremo 5’ no codificante por delante del inicio de las secuencias codificantes de la
poliproteína, que no son reconocidos por los ribosomas. En las células infectadas por
picomavirus una proteasa vírica digiere el «complejo de unión a cap» de 220 kDa que
está implicado en la unión de la estructura en cap m7G en el extremo 5’ del ARNm
durante el inicio de la traducción. La traducción de ARNm de picomavirus imitados
artificialmente in vitro y la construcción de genomas bicistrónicos de picomavirus por
tando señales 5’ no codificantes en mitad de la poliproteína han conducido al concepto
de «plataforma de aterrizaje» del ribosoma o «sitio interno de unión al ribosoma»
(«infernal ribosomaI entry site», IRES). En vez de escaneando a lo largo del ARN
desde el extremo 5’, los ribosomas se unen al ARN a través del IRES y comienza la
traducción internamente. Este es un método preciso para controlar la traducción de las
proteínas víricas. Muy pocos ARNm celulares utilizan este mecanismo, pero se ha
demostrado que es empleado por diversos vims, incluidos los picomavirus, el viras de
la hepatitis C, los coronavims y los flavivirus.
Muchos vims pertenecientes a distintas familias comprimen su información genéti
ca codificando diferentes polipéptidos en marcos de lectura abiertos superpuestos. El
problema con esta estrategia consiste en la descodificación de la información. Si cada
polipéptido es expresado por un ARNm transcrito desde su propio promotor, las se
cuencias que actúan en cis requeridas para controlar y coordinar la expresión pueden
anular cualquier ventaja genética ganada. Lo que es más importante, existe el proble
ma de regular coordinadamente la transcripción y la traducción de múltiples mensajes
diferentes; por lo tanto es altamente deseable expresar varios polipéptidos desde un
mismo transcrito de ARN y los ejemplos antes descritos ilustran varios mecanismos
por los que esto se puede lograr; principalmente, splicing diferencial y control de la
exportación de ARN desde el núcleo o iniciación de la traducción.
Un mecanismo adicional conocido como «desplazamiento del marco de lectura» es
utilizado por diversos gmpos de vims para lograr el mismo propósito. Los ejemplos
mejor estudiados de este fenómeno vienen de los genomas de retrovirus, pero muchos
vims utilizan un mecanismo similar. Este desplazamiento del marco de lectura se des
cubrió primero en vims, pero ahora se sabe que también ocurre en células procariotas
y eucariotas. Los genomas de retrovims se transcriben para producir al menos dos
ARNm con cap en 5’ y poliadenilados en 3 ARNm producidos por cortes y empalmes
codifican proteínas de envolti , así como, en retrovims más complejos como VLTH
y VIH, proteínas adicionales como las Tax/Tat y Rex/Rev (Figura 5.14). Un transcrito
largo y no sujeto a «splicing» codifica los genes gag, pro y pol y también forma el
ARN genómico empaquetado en los viriones. El problema que tienen que resolver los
retrovirus es cómo expresar tres proteínas diferentes a partir de un solo transcrito lar
go. El ordenamiento de los tres genes varía en los distintos vims. En algunos casos
(por ej., VLTH) ocupan tres marcos de lectura diferentes, mientras que en otros (por
Expresión 159
ej., VIH) el gen de la proteasa (pro) constituye una extensión en el extremo 5’ del gen
p o l (Figura 5.19). En este último caso, la proteasa y la polimerasa (es decir, la
transcriptasa inversa) se expresan como una poliproteína que ha de ser autocatalítica-
mente digerida en las proteínas maduras en un proceso similar al de la digestión de las
poliproteínas de picornavirus.
En los límites entre cada uno de los tres genes existe una secuencia particular que
usualmente consiste en un tramo de nucleótidos repetidos, tal como UUUAAAC (Fi
gura 5.20). En notable que esta secuencia se encuentra raramente en secuencias
codificantes de proteínas y, por lo tanto, parece ser usada específicamente para este
tipo de regulación. La mayoría de los ribosomas al encontrar esta secuencia la traduci
rán sin dificultad y continuarán a lo largo del transcrito hasta alcanzar un codón de
parada de la traducción. Sin embargo, una parte de los ribosomas que intenten traducir
esta secuencia «resbalarán» un nucleótido para atrás antes de continuar traduciendo el
mensaje, pero ahora en una pauta de lectura diferente (es decir, -1). Por este motivo,
esta secuencia UUUAAAC se ha denominado la secuencia «resbaladiza», y el resulta
do de este desplazamiento de la pauta de lectura 21 es la traducción de una poliproteína
VIH
gag
p ro pol
Desplazamiento
VLTH de pauta de lectura
gag ribosomal
p ro
pol
VLM
gag UAC
.pro. pol
Supresión
de parada
Horquilla («stem-loop»)
poco más lejos está una secuencia adicional complementaria con los nucleótidos del
bucle, que permite un apareamiento de bases entre estas dos regiones del ARN. El
resultado neto de esta combinación de secuencias es la formación de lo que se conoce
como un pseudonudo de ARN. Esta estructura secundaria en el ARNm causa que los
ribosomas que están traduciendo el mensaje hagan una pausa en la secuencia resbala
diza corriente arriba, y este enlentecimiento o pausa del ribosoma durante la traduc
ción incrementa la frecuencia con la que ocurre el desplazamiento de la pauta de lectu
ra, aumentando así las concentraciones relativas de proteínas codificadas por marcos
de lectura corriente abajo. Es fácil imaginar cómo se puede ajustar finamente este
sistema mediante mutaciones sutiles que alteren la estabilidad de la estructura del
pseudonudo y así modificar la expresión relativa de los diferentes genes.
El último método de control de la traducción a considerar es la supresión de la
terminación. Éste es un mecanismo similar en muchos aspectos al del desplazamiento
de la pauta de lectura que permite que se expresen múltiples polipéptidos de marcos de
lectura individuales en un mismo ARNm. En algunos retrovirus, como el virus de la
leucemia murina (VLM), el gen pro está separado del gen gag por un codón de parada
UAG en vez de por una secuencia resbaladiza y un pseudonudo (Figura 5.19). En la
mayoría de casos, la traducción del ARNm del VLM termina en esta secuencia, dando
lugar a las proteínas Gag; sin embargo, en algunas ocasiones, el codón de parada UAG
es suprimido, y la traducción continúa, produciendo una poliproteína Gag-Pro-Pol,
que posteriormente se digiere a sí misma para producir proteínas maduras. El efecto
global de este sistema es muy parecido al del desplazamiento de la pauta de lectura
ribosomal, estando controladas las proporciones relativas de proteínas Gag y Pro/Pol
por la frecuencia con que los ribosomas atraviesan o terminan en el codón AUG de
parada.
RESUMEN
BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO 6
I n f e c c ió n
163
164 Principios de virología molecular
I n f e c c io n e s v ír ic a s d e p l a n t a s
VMT:
Proteína
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ARN genómico co
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0 1 2 3 4 5 6 7
Tiempo (semanas)
6.3 Diagrama ilustrativo de los tres mecanismos efectores principales de la inmunidad celular.
170 Principios de virología molecular
Figura 6.4 Proteínas de superficie celular implicadas en el reconocimiento inmunológico. Los con
tactos directos entre células provocan señales de célula a célula que regulan la respuesta inmunitaria.
VIRUS Y APOPTOSIS
FasL FNT
OTROS ONCOGENES
ACTIVADORES ACTIVADOS
Membrana
Fas RFNT
plasmática
clAP Daño Activación ciclo celular
FADD TRADD al ADN ( ' o, .. x, E2F, c-Myc) RB
MITOCONDRIA
Iniciador de
caspasas
PERMEABILIDAD
DE TRANSICIÓN
ra 6.5 Perspectiva general de la apoptosis. Los términos en verde son de m ayor importancia en la
infección vírica.
174 Principios de virología molecular
■ Activación de p53: virus que interaccionan con p53 (Capítulo 7) pueden causar
detención del crecimiento o apoptosis (por ej., adenovirus, SV40, papilomavims).
■ Disreguiación transcripcional: virus que codifican proteínas reguladoras de la
transcripción pueden activar una respuesta apoptótica (por ej., Tax de VLTH).
■ Expresión de proteínas extrañas: la sobreexpresión de proteínas víricas en etapas
tardías del ciclo replicativo puede causar también apoptosis por una variedad de
mecanismos.
En respuesta a este sistema celular de alarma, muclios, si no la mayoría de los virus,
han desarrollado mecanismos para contrarrestar este efecto y reprimir la apoptosis:
■ Homólogos de Bcl-2: diversos virus codifican homólogos de Bcl-2 (un regulador
negativo de la apoptosis) (por ej., ElB-19k de adenovirus, KSbcl-2 de VHH-8).
■ Inhibición de caspasa: las caspasas son una familia de cisteín proteasas que son
importantes inductoras de la apoptosis. Inhibir estas enzimas es una forma eficaz de
prevenir la apoptosis (por ej., p35 de baculovirus, serpinas, vIAP: «inhibidores de
la apoptosis»),
■ Inhibición de Fas/FNT: los virus han desarrollado diversos mecanismos para blo
quear los efectos de Fas/FNT, incluyendo señales de bloqueo a través de la mem
brana plasmática (por ej., E3 de adenovirus), mimetizadores del receptor para el
factor de necrosis tumoral (RFNT) (por ej., crmA de poxvirus), mimetizadores de
factores de señales de muerte (vFLIPs), e interacciones con factores de señales
como el dominio de muerte asociado a Fas (Fas-associated death domain, FADD
en inglés) y el dominio de muerte asociado a RFNT (TNFR: associated death domain,
TRADD en inglés) (por ej., LMP-1 de VHH-4 [VEB]).
■ Inhibición de p53: varios virus que interaccionan con p53 han desarrollado proteí
nas para contrarrestar posibles activaciones de la apoptosis (por ej., ElB-55k y E4
de adenovirus, antígeno T de SV40, E6 de papilomavims).
■ Miscelánea: muchos otros mecanismos están siendo descritos actualmente en di
versos vims (por ej., VIH, influenza, reovims).
En ausencia de tales mecanismos inhibitorios, la mayoría de los vims habrían sido
sencillamente incapaces de replicarse, a causa de la muerte de la célula hospedadora
antes de que se hubiese completado su ciclo replicativo; sin embargo, hay evidencias
de que al menos algunos vims utilizan la apoptosis en su propio beneficio. Vims con
ARN de sentido positivo como poliovims, vims de la hepatitis A y el vims Sindbis con
ciclos líticos de replicación parecen ser capaces de regular la apoptosis, inicialmente
reprimiéndola para que tenga lugar la replicación y después induciéndola para permitir
la liberación de partículas víricas de la célula.
INTERFERONES
el mecanismo responsable es tal que, por ejemplo, los retrovirus aviares se agrupan en
nueve grupos de interferencia (del A al I), basados en su capacidad de infectar varias
razas de pollos, faisanes, perdices, codornices, etc. o líneas celulares derivadas de
estas especies. En este caso, la incapacidad de un virus en particular por infectar las
células de algunas razas se debe a la expresión de la glicoproteína de envoltura de un
provirus endógeno presente en las células, que secuestra al receptor celular necesario
para la infección por el virus exógeno. En otros casos el mecanismo de la interferencia
vírica está menos claro.
En 1957, Alick Isaacs y Jean Lindenmann estaban estudiando este fenómeno y rea
lizaron el siguiente experimento. Expusieron fragmentos de membrana corioalantoidea
de pollo en cultivo celular a virus influenza inactivado con luz ultravioleta (UV) (virus
no infectivo). Observaron que el medio «acondicionado» de estos experimentos (que
no contenía virus infectivo) inhibía la infección por virus influenza (infectivo) en cul
tivos separados de nuevos fragmentos de membrana corioalantoidea. Llegaron a la
conclusión de que un factor soluble, que ellos llamaron «interferón», era producido
por las células como resultado de la infección vírica, y que este factor podía proteger
de la infección a otras células. Como resultado de esta observación tan sugestiva, el
interferón se convirtió en la gran esperanza de la virología y se pensó que podría ser el
equivalente directo del uso de los antibióticos para tratar las infecciones bacterianas.
La verdadera situación ha resultado ser mucho más compleja de lo que se pensó en
un principio. Los interferones no tienen propiedades antivíricas, sino que por lo gene
ral sus efectos son ejercidos indirectamente por medio de su principal función como
proteínas de regulación celular. Los interferones son intensamente potentes; menos de
50 moléculas por célula muestran evidencias de actividad antiviral. Por lo tanto, si
guiendo el descubrimiento inicial de Isaacs y Lindenmann, se emplearon muchos años,
que fueron bastante poco productivos, tratando de purificar cantidades diminutas de
interferón producido naturalmente. Esta situación cambió con el desarrollo de la biolo
gía molecular que permitió la clonación y la expresión de los genes del interferón, que
ha conducido a rápidos avances en nuestro conocimiento durante los últimos 15 años.
Los tres tipos de interferón son a , (3 y y.
■ Interferón a: Existen al menos 15 especies moleculares de interferón a , todas las
cuales están estrechamente relacionadas, diferenciándose algunas de ellas por un
cambio en un solo aminoácido. Son sintetizadas predominantemente por linfocitos.
Las proteínas maduras contienen 143 aminoácidos, con un mínimo de homología
del 77% entre los diferentes tipos. Todos los genes que codifican interferón a se
localizan en el cromosoma humano 9, y se piensa que la duplicación de genes es
responsable de esta proliferación de genes.
■ Interferón (3: El gen único para el interferón (3 se localiza también en el cromosoma
humano 9. La proteína madura contiene 145 aminoácidos y, a diferencia del interferón
a , está glicosilada, con aproximadamente un 30% de homología con otros interfe
rones. Es sintetizado predominantemente por fibroblastos.
■ Interferón y: El gen único para el interferón y se localiza en el cromosoma humano
12. La proteína madura contiene 146 aminoácidos, está glicosilada, y tiene una
176 Principios de virología molecular
Interferones
2’,5'-oligo A sintetasa
nismo de la 2’,5’-oligo A. Un tercer mecanismo bien establecido depende del gen Mx, un
gen de una sola copia localizado en el cromosoma humano 21, cuya transcripción es
inducida por el IFN a y por el IFN (3, pero no por el IFN y. El producto de este gen inhibe
la transcripción primaria del virus influenza pero no la de otros virus. No se conoce su
modo de acción. Además de estos tres mecanismos, hay constancia de otros muchos
efectos de los interferones. Inhiben la penetración y la decapsidación de SV40 y de
algunos otros virus, posiblemente por alterar la composición o la estructura de la mem
brana celular; inhiben la transcripción primaria de muchos genomas víricos (por ej.,
SV40, VHS) y también la transform ación celular por retrovirus. No se han logrado
explicar completamente los mecanismos moleculares que median estos efectos.
En conclusión, se puede afirmar que los interferones son armas potentes contra la
infección vírica, pero que actúan más como un trabuco que como una «bala mágica».
Los importantes efectos secundarios (fiebre, náuseas, malestar) que resultan de su po
derosa acción regulatoria celular determinan que no se vayan a utilizar nunca para el
tratamiento habitual de infecciones víricas triviales; no son la cura del resfriado co
mún. No obstante, conforme se va comprendiendo mejor el potencial de regulación
celular de los interferones, están encontrando un uso más amplio en el tratamiento de
algunos cánceres (por ej., el uso del IFN -a en el tratamiento de la leucemia de células
peludas o tricoleucemia). Los usos terapéuticos actuales de los interferones se resu
men en la Tabla 6.1. Las perspectivas a largo plazo de su aplicación como antivirales
son más inciertas, exceptuando posiblemente su uso en infecciones que comprometan
la vida, cuando no exista otra alternativa terapéutica (por ej., hepatitis vírica crónica).
Enfermedad Virus
Tumores
Enfermedades congénitas
Como antes se describió, los LTCs sólo pueden responder a antígenos extraños
cuando son presentados en complejos MHC de clase I sobre la célula diana. Diversos
virus interfieren con la expresión de MHC I o son capaces de desbaratar este proceso y
evadir la respuesta LTC. Tales mecanismos incluyen la regulación negativa de la ex
presión de MHC I por los adenovirus y la interferencia con el procesamiento de antígeno
requerida para formar un complejo MHC I-antígeno de los herpesvirus.
Los antígenos MHC II son esenciales en la respuesta inmune adaptativa para esti
mular el desarrollo de clones de células efectoras en respuesta a un antígeno. De nue
vo, los herpesvirus y los papilomavirus interfieren con el procesamiento y la expresión
en superficie de los complejos MHC Il-antígeno, inhibiendo la respuesta LTC.
INTERACCIONES VIRUS-HOSPEDADOR
Figura 6.8 Diagrama esquemático que ilustra los posibles sitios de entrada de virus al cuerpo.
Adenovirus Conjuntiva
Picomavirus: enterovims 70 Conjuntiva
Papilomavirus Tracto genitourinario
Herpesvirus Tracto genitourinario
Retrovirus: virus de la inmunodeficiencia humana (VIH),
virus de la leucemia de células T humana (VLTH) Tracto genitourinario
leta (luz solar), etc., aunque algunos virus escasos son bastante resistentes a estos agen
tes. Esto es particularmente importante para los que se transmiten por medio de agua o
alimentos contaminados; no sólo tienen que ser capaces de sobrevivir en el medio
ambiente hasta que sean ingeridos por un nuevo huésped, sino que, como la mayoría se
transmiten por la vía fecal-oral, deben ser capaces de sobrevivir el paso a través del
estómago para infectar el intestino antes de ser eliminados por las heces. Una forma de
superar el estrés del medio ambiente es aprovecharse de un vector secundario para
transmitirse entre los hospedadores primarios (Figura 6.9). Como sucede con los virus
de plantas (véase más arriba), el virus puede o no replicar en el vector. Los virus sin un
vector secundario tienen que confiar en una transmisión continua de huésped a hués
ped y haber desarrollado varias estrategias para lograrlo (Tabla 6.5):
■ Transmisión horizontal: Es la transmisión directa de los virus de huésped a hués
ped. Esta estrategia se basa en una alta tasa de infección para mantener la población
vírica.
■ Transmisión vertical: Es la transmisión de un virus de una generación de hospe
dadores a la siguiente. Puede ocurrir por la infección del feto antes, durante o
escaso tiempo después del nacimiento (por ej., mediante la lactación). Más rara
mente, puede consistir en la transmisión directa del virus a través de la misma
Insecto vector
Enzimas: Radiación
proteasas, ultravioleta
nucleasas
Figura 6.9 Transmisión de virus a través del medio ambiente. Algunos virus han adoptado el uso de
vectores como insectos u otros artrópodos para evitar los riesgos ambientales.
Infección 185
Patrón Ejemplo
Transmisión horizontal
Humano-humano (aerosol) Influenza
Humano-humano (fecal-oral) Rotavirus
Animal-humano (directo) Rabia
Animal-humano (vector) Bunyavirus
Transmisión vertical
Placenta-feto Rubéola
Madre-hijo (nacimiento) Virus herpes simplex (VHS), virus de la inmunodefi-
ciencia humana (VIH)
Madre-hijo (lactancia) VIH, virus de la leucemia de células T humanas
(VLTH)
Línea germinal En ratón, retrovirus; en humanos (?)
Infecciones localizadas
Papillomavirus Dermis
Rhinovims Tracto respiratorio superior
Rotavirus Epitelio intestinal
Infecciones sistémicas
Entero virus Epitelio intestinal Tejido linfoide, SNC
Herpesvirus Orofaringe o tracto genitourinario Tejido linfoide, SNC
186 Principios de virología molecular
Tras la infección primaria en el sitio de infección, la siguiente etapa puede ser la dise
minación por el hospedador. Además del contacto directo célula a célula, existen dos
mecanismos para la diseminación por el organismo:
Vía torrente sanguíneo: los virus pueden alcanzar la sangre circulante por inocu
lación directa; por ejemplo por artrópodos vectores, por transfusión sanguínea o
mediante el uso de drogas intravenosas (compartiendo jeringuillas no estériles). El
virus puede viajar libre en el plasma (por ej., togavirus, enterovims) o en asocia
ción con hematíes (orbivirus), plaquetas (VHS), linfocitos (VEB, CMV) o monocitos
(lentivirus). La viremia primaria habitualmente precede y es necesaria para la dise
minación del viras a otras regiones del cuerpo por la circulación sanguínea, y se ve
seguida de una viremia secundaria, más generalizada, de título viral más elevado,
conforme el virus alcanza otros tejidos diana o replica directamente en las células
sanguíneas.
■ Vía sistema nervioso: como antes, la diseminación de virus al sistema nervioso es
precedida generalmente por una viremia primaria. En algunos casos, la disemina
ción ocurre directamente por contacto con neuronas en el sitio de la infección pri
maria; en otros casos, ocurre por vía de la corriente sanguínea. Una vez en los
nervios periféricos, el virus puede diseminarse al SNC por transporte axonal a lo
largo de las neuronas. El ejemplo clásico de esto es el virus herpes simplex (ver
Infecciones latentes, más adelante). Los viras pueden cruzar las uniones sinópticas
infección 187
Los patrones de las infecciones víricas se pueden dividir en una variedad de tipos
distintos.
Infección abortiva
Una infección abortiva tiene lugar cuando un virus infecta una célula (o un hués
ped) pero no puede completar el ciclo replicativo completo, causando así una infec
ción no productiva. El resultado de tales infecciones, sin embargo, no es necesaria
mente insignificante; por ejemplo, la infección por SV40 de células de roedor no
permisivas a veces causa la transform ación de las células (ver Capítulo 7).
Infección aguda
Este patrón es habitual en muchas infecciones víricas comunes (por ej., catarros).
En estas infecciones relativamente breves, el virus es habitualmente eliminado por
completo por el sistema inmunitario. Típicamente, en las infecciones agudas, gran par
te de la replicación vírica acontece antes de la aparición de cualquiera de los síntomas
(por ej., fiebre), que son resultado no sólo de la replicación vírica sino también de la
activación del sistema inmunitario; por lo tanto, las infecciones agudas presentan un
serio problema para el epidemiólogo y constituyen el patrón más frecuente asociado a
epidemias (por ej., gripe, sarampión).
Infección 191
Infección crónica
Infección persistente
Figura 6.13 Infección persistente en ratones por el virus de la coriomeningitis linfocitaria (VCML).
192 Principios de virología molecular
No está claro qué factores determinan la supervivencia o la muerte de los ratones in
fectados con el VCML, pero existen evidencias de que el resultado depende de la
respuesta inmunitaria frente al virus. En ratones adultos inmuno suprimidos infectados
por la vía del sistema nervioso central (SNC), se establece una infección persistente en
la que el virus no es eliminado (debido a que el sistema inmunológico no es funcional),
pero, curiosamente, estos ratones no son matados por el virus. No obstante, si se inyec
tan linfocitos T singénicos, específicos del VCML, a estos ratones persistentemente
infectados, los animales desarrollan la sintomatología completa del cuadro patogénico
de la infección por VCML y mueren. Cuando se infectan ratones recién nacidos, cuyo
sistema inmunológico está inmaduro, por la vía del SNC, también desarrollan una in
fección persistente, pero en este caso, si son inyectados posteriormente con linfocitos
T singénicos, específicos del VCML, eliminan el virus y los ratones sobreviven a la
infección. No se comprenden completamente los mecanismos que controlan estos su
cesos, pero es evidente que existe un delicado balance entre el virus y el animal hospe-
dador, y que la respuesta inmunitaria frente al virus es parcialmente responsable de la
patología de la enfermedad y de la muerte de los animales.
No rara vez, las infecciones persistentes pueden ser el resultado de la producción
de partículas defectivas interfirientes (D.I.) (ver Capítulo 3). Tales partículas contie
nen una deleción parcial del genoma vírico y son defectivas en replicación, pero son
mantenidas y pueden incluso tender a acumularse durante las infecciones porque pue
den replicarse en presencia de un virus auxiliar competente en replicación. La produc
ción de partículas D.I. es una consecuencia común de las infecciones víricas de anima
les, particularmente por virus ARN, pero también ocurre con virus ADN y virus de
plantas y puede ser reproducida in vitro por pases continuos con título alto del virus.
Aunque no son capaces de replicar ellas mismas de forma independiente, las partículas
D.I. no son necesariamente inertes genéticamente y pueden alterar el curso de una
infección por llevar a cabo i ecombinaciones con el genoma de un virus competente en
replicación. La presencia de partículas D.I. puede influir profundamente sobre el curso
y el resultado de una infección vírica. En algunos casos, son capaces de moderar la
patogénesis, mientras que en otros la potencian, agravando los síntomas de la enferme
dad. Además, como las partículas D.I. causan efectivamente una expresión génica res
tringida (porque tienen deleciones génicas), pueden originar una infección persistente
por un virus que normalmente provoca una infección aguda y que es rápidamente eli
minado del organismo.
Infección latente
ria localizada. Posteriormente, el virus viaja por mecanismos de transporte axonal ha
cia el sistema nervioso. En él se esconde en los ganglios de las raíces dorsales, como
en el ganglio trigémino, estableciendo una verdadera infección latente. El sistema ner
vioso es un lugar privilegiado desde un punto de vista inmunológico y no es patrullado
por el sistema inmunitario del mismo modo que el resto del cuerpo; no obstante, el
principal factor en la latencia es la capacidad del virus de restringir su expresión génica.
Esto elimina la posibilidad de reconocimiento de las células infectadas por el sistema
inmunitario. La expresión génica restringida se logra por una regulación estrecha de la
expresión de genes a , que es un modo esencial de control de la replicación de los
herpesvirus (Capítulo 5). Se ha centrado un gran interés en los ARNm fabricados por
el VHS durante la infección latente; se conocen como transcritos asociados a la latencia
(«latency-associated transcripto», LATs) y suscitan la posibilidad de establecer un pa
ralelismo entre la latencia de VHS y la lisogenia en el bacteriófago X. Recientemente
se ha demostrado, sin embargo, que los LATs promueven la supervivencia de las neu
ronas tras haber sido infectadas por VHS inhibiendo la apoptosis. La función anti-
apoptosis podría promover la reactivación por:
■ Proporcionar más neuronas infectadas latentemente para futuras reactivaciones.
■ Proteger a las neuronas en las que ocurre la reactivación.
■ Proteger neuronas previamente no infectadas durante una reactivación.
Cuando se reactiva por diversos estímulos, el VHS viaja de vuelta a través de los
nervios sensitivos para causar manifestaciones periféricas, tales como herpes labial o
úlceras genitales. No está completamente aclarado qué constituye un estímulo provo
cador de reactivación, pero existen muchas posibilidades, incluidos factores psicológi
cos y físicos. La reactivación periódica establece el patrón de la infección, en ocasio
nes con reapariciones muy dolorosas de la sintomatología para el resto de la vida del
hospedador. Peor incluso que esto, la inmunosupresión en la vida posterior del sujeto
puede causar una reactivación de la infección latente (lo que indica que el sistema
inmunológico desempeña normalmente un papel protector, ayudando a suprimir estas
in fecciones latentes), dando lugar a una infección muy grave, sistémica, que en oca
siones amenaza la vida del paciente.
De una forma en cierto modo similar a los herpesvirus, las infecciones por retrovi
rus pueden originar una infección latente. La integración del provirus enel genoma
del hospedador da lugar a la persistencia del virus durante toda la vida del organismo
hospedador y puede causar un patrón episódico de enfermedad. En cierto modo, el
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), que resulta de la infección por VIH,
muestra aspectos de este patrón de infección. La patogénesis del SIDA se discute con
más detalle en el Capítulo 7.
dad. La primera estrategia se basa en dos enfoques: higiene pública y personal, que
quizás juegue el principal papel en la prevención de las infecciones víricas (por ej., el
suministro de agua potable y la eliminación correcta de las aguas residuales; una buena
práctica médica que incluye la esterilización del instrumental quirúrgico) y la vacuna
ción, que hace uso del sistema inmunológico para combatir las infecciones víricas. La
mayor parte del daño que sufren las células durante las infecciones víricas ocurre muy
pronto, a menudo antes de que aparezcan los síntomas clínicos. Esto hace muy difícil
el tratamiento de la infección vírica; en consecuencia, además de que resulta mucho
más barata, la prevención de la infección vírica es sin duda mejor que la curación.
Para diseñar vacunas eficaces, es importante comprender tanto la respuesta inmu-
nitaria frente a la infección vírica (ver anteriormente) como las fases de la replicación
vírica que son más adecuadas como dianas para la intervención inmunológica. Para
resultar eficaces, las vacunas tienen que estimular el mayor número posible de meca
nismos de defensa del organismo. En la práctica, esto generalmente significa tratar de
imitar a la infección sin, por supuesto, causar patogénesis; por ejemplo, utilizando
vacunas gripales de administración nasal y vacunas frente a la poliomielitis de admi
nistración oral. Para ser eficaz, no es necesario conseguir el 100% de inmunización de
los vacunados. La «inmunidad de rebaño» es el resultado de la interrupción de la trans
misión de un virus, que sucede cuando una proporción suficientemente alta de la po
blación ha sido vacunada. Esta estrategia es más efectiva cuando no existe un hospeda
dor alternativo para el virus (por ej., el sarampión) y en la práctica es la situación que
generalmente se produce, pues es imposible lograr un 100% de cobertura con ninguna
vacuna. De todas formas, ésta es una empresa arriesgada; si la protección de la pobla
ción desciende por debajo de un nivel crítico, es fácil que ocurran epidemias. Existen
tres tipos básicos de vacunas: vacunas de subunidades, vacunas inactivadas y vacunas
de virus vivos.
Vacunas de subunidades
Vacunas inactivadas
Las vacunas inactivadas se producen por exposición del virus a un agente desnatura
lizante bajo condiciones controladas con precisión. El objetivo es causar la pérdida de la
infectividad del virus sin perder antigenicidad. Obviamente esto implica lograr un balan
ce delicado; sin embargo, las vacunas inactivadas tienen ciertas ventajas, como ser gene
ralmente inmunógenos eficaces (si están adecuadamente inactivadas), ser relativamente
estables y no implicar riesgo de infecciones asociadas a la vacuna (si están adecuada
196 Principios de virología molecular
Esta estrategia se basa en el uso de viras con patogenicidad reducida para estimular
una respuesta inmunitaria sin causar enfermedad. La cepa vacunal puede ser un virus
natural (por ej., el uso del viras de la viruela de las vacas por Edward Jenner para
vacunar contra la viruela) o atenuado artificialmente in vitro (por ej., la vacuna oral de
la poliomielitis obtenida por Albert Sabin). La ventaja de las vacunas atenuadas es que
son buenos inmunógenos e inducen una inmunidad suficiente para toda la vida. Frente
a esta ventaja se encuentran sus numerosas desventajas. Con frecuencia son bioquími
ca y genéticamente inestables y pueden perder infectividad (volviéndose inútiles) o
revertir su virulencia de forma inesperada. A pesar de intensos estudios, no es posible
producir una vacuna atenuada a la carta, y parece que no existen unos mecanismos
generales por los cuales diferentes viras puedan atenuarse de forma fiable y segura.
También es posible la contaminación de los preparados vacunales con otros viras, po
siblemente patógenos; este fue el modo en que se descubrió por vez primera SV40 en
las vacunas orales de poliovirus en 1960. El uso inapropiado de las vacunas de viras
vivos, por ejemplo en pacientes inmunocomprometidos o en mujeres embarazadas,
puede causar enfermedades asociadas a las vacunas, mientras que la misma vacuna
administrada a un individuo sano puede ser perfectamente segura.
A pesar de estas dificultades, la vacunación contra las infecciones víricas ha sido uno
de los grandes triunfos de la medicina durante el siglo XX. La mayor parte de las histo
rias con éxitos son el resultado del uso de vacunas vivas atenuadas, por ejemplo, el uso
del viras vacuna contra la viruela. El 8 de mayo de 1980 la Organización Mundial de la
Salud (O.M.S.) declaró oficialmente erradicada la viruela, la primera enfermedad causa
da por un viras eliminada del mundo. La O.M.S. se propone actualmente erradicar la
poliomielitis en el año 2008, así como reducir la incidencia y la mortalidad del saram
pión e introducir la vacunación frente al viras de la hepatitis B a nivel mundial.
Las vacunas vivas no tienen por qué basarse en las proteínas estructurales del virión.
Por ejemplo, la infección por el papilomaviras humano (PVH) se asocia con carcino
ma cervical (Capítulo 7). Dos proteínas reguladoras del PVH, E6 y E7, se expresan de
forma constante en las células tumorales, y están en desaíra lio vacunas basadas en
viras vacuna recombinante expresando las proteínas E7 y E7 de PVH 16 y 18 para la
Infección 197
prevención y el tratamiento del cáncer cervical. Esto plantea otro aspecto impoitante.
Aunque la prevención de la infección mediante vacunación profiláctica es la opción
preferida, las vacunas terapéuticas post-exposición pueden resultar de gran valor para
modificar el curso de algunas infecciones víricas. Un ejemplo de ello lo constituye el
virus de la rabia, cuyo curso de la infección puede ser muy prolongado y hay tiempo
para inducir una respuesta inmunitaria eficaz mediante la vacunación post-exposición,
previniendo así la replicación secundaria del virus en el SNC, que es responsable de la
patogénesis de la rabia. Otros ejemplos potenciales pueden encontrarse en tumores
asociados a virus, como el carcinoma cervical inducido por el PVH, como se ha descri
to anteriormente.
Las vacunas de ADN y ARNi son los más recientes tipos de vacunas, y consisten
solamente en una molécula de ADN que codifica el antígeno o los antígenos de interés
y, posiblemente, moléculas coestimuladoras como citoquinas. El fundamento de estas
vacunas es que el ADN es expresado in vivo, produciendo pequeñas cantidades de
proteína antigénica que sirven para estimular la respuesta inmunitaria, de forma que se
pueda generar una rápida respuesta protectora cuando se enfrente al antígeno real. En
teoría, estas vacunas podrían fabricarse con rapidez, y deberían inducir con eficacia
ambas respuestas inmunitarias, humoral y celular. Los estudios clínicos iniciales han
indicado que es necesario recorrer todavía un camino hasta que este tecnología experi
mental se convierta en una realidad práctica.
Se ha descubierto que un fenómeno descrito hace relativamente poco, conocido como
ARN mterfiriente (ARNi) puede ser utilizado para inhibir in vitro la replicación vírica de
una amplia variedad de virus, incluidos el virus de la hepatitis C, poliovirus, vims in
fluenza, rotavirus, vims de la hepatitis B, vims respiratorio sincitial (VRS) y papilomavims.
Como reminiscencia del estímulo de los interferones, el ARNbc sirve como estímulo
para el ARNi. Una enzima muy conservada en la evolución de los eucariotas, denomina
da Dicer, digiere el ARNbc en fragmentos de 21 a 23 nucleótidos de longitud conocidos
como ARNs pequeños inhibidores (ARNpi), que finalmente causan la destrucción del
ARN homólogo diana. En algunas especies, pero aparentemente no en la humana, los
ARNpi pueden dirigir también la síntesis de más ARNbc, provocando una amplificación
del efecto y permitiendo su diseminación de célula a célula. Si se logran solucionar los
problemas técnicos asociados actualmente a la introducción de los ARNpi en las células,
la tecnología del ARNi podría convertirse en una nueva e importante herramienta en el
tratamiento y la prevención de las infecciones víricas.
Se están desarrollado vims para ser utilizados como sistemas de transporte y entre
ga en el tratamiento de enfermedades hereditarias y también adquiridas. La terapia
génica ofrece:
198 Principios de virología molecular
Q u im io t e r a p ia d e l a s in f e c c io n e s v ír ic a s
Cuanto más pequeño sea el valor del índice quimioterapéutico, mejor. En la prácti
ca, para producir una droga clínicamente útil y segura se requiere habitualmente una
Infección 199
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Infección 201
Cualquiera de las etapas de la replicación vírica puede constituir una diana para una
intervención antiviral. Los únicos requerimientos son:
■ El proceso diana tiene que ser esencial para la replicación,
■ La droga debe ser activa contra el virus pero tiene que tener una «toxicidad acepta
ble» para el organismo hospedador.
El grado de toxicidad que es «aceptable» varía considerablemente; por ejemplo,
entre una cura para el resfriado común, que puede venderse libremente al público y ser
tomado por millones de personas, y una droga utilizada para tratar infecciones víricas
fatales como el SIDA.
La fase de adsorción del ciclo replicativo puede ser inhibida por dos vías: por agen
tes que mimetizan la proteína de unión del virus (PUV) y que se unen al receptor
celular o por agentes que mimetizan al receptor y se unen a la PUV. Los péptidos
sintéticos son la clase más lógica de compuestos que pueden ser usados con este obje
tivo. Aunque ésta es una prometedora línea de investigación, existen considerables
problemas con el uso clínico de estas sustancias, principalmente el alto coste de los
péptidos sintéticos y las pobres propiedades farmacocinéticas de muchas de estas mo
léculas sintéticas.
Es difícil dirigirse específicamente contra las etapas de peneíración/decapsidación
del ciclo de replicación vírica ya que se sabe relativamente poco sobre ellas. La
decapsidación en particular depende en gran medida de enzimas celulares y por tanto
es una diana pobre para interferiría, aunque, al igual que la penetración, a menudo se
ve influenciada por una o más proteínas víricas. Dos drogas activas sobre los virus
influenza A son la amantadina y la rimantadina. La acción de estos dos agentes estre
chamente relacionados consiste en bloquear los canales de iones en la membrana celu
lar. La diana para ambas drogas es la proteína matriz M2 del virus influenza, pero la
resistencia a ellas puede también mapear en el gen de la hemaglutinina. Esta acción
bifásica resulta de la incapacidad de las células tratadas con droga de bajar el pH del
compartimento endosómico (función que normalmente es controlada por el producto
del gen M2), que es esencial para inducir cambios conformacionales en la proteína HA
que permiten la fusión de membranas (ver Capítulo 4).
Muchos virus han desarrollado sus propias enzimas específicas para replicar sus
ácidos nucleicos víricos a expensas de los celulares. Con frecuencia las polimerasas
víricas poseen suficiente especificidad para que puedan ser la diana de un agente
antiviral, y este hecho ha determinado que la mayoría de las drogas específicas antivirales
actualmente en uso sean inhibidores de las polimerasas. La mayoría de estas drogas
funcionan como análogos de sustratos de la polimerasa (es decir, nucleósidos/nucleó-
tidos), y su toxicidad varía considerablemente, desde algunos que son bien tolerados
(por ej., aciclovir) a otros que son bastante tóxicos (por ej., azidotimidina o AZT). Se
presenta un problema con la farmacocinétíca de estos análogos de los nucleósídos y es
que su vida media característica es de 1 a 4 horas. Los análogos de los nucleósidos son,
de hecho, pro-drogas, ya que deben ser fosforiladas antes de que resulten activas, lo
cual es clave para su selectividad de acción:
202 Principios de virología molecular
■ El aciclovir es fosforilado por la timidina kinasa del VHS con 200 veces más efica
cia que por enzimas celulares.
■ El ganciclovir es 10 veces más eficaz contra el CMV que el aciclovir, pero tiene
que ser fosforilado por una kinasa codificada por el gen UL97 de CMV antes que
resulte farmacológicamente activo.
■ Se han desarrollado otros análogos de los nucleósidos derivados de estas drogas y
activos frente a herpesvirus (por ej., valciclovir y famciclovir). Estos compuestos
han mejorado sus propiedades farmacocinéticas, como mejor biodisponibilidad oral
y vidas medias más largas. Además de ellos existen otros productos que no son
análogos de los nucleósidos que inhiben a las polimerasas víricas; por ejemplo, el
foscamet, que es un análogo de pirofosfato que interfiere con la unión de nucleótido
trifosfatos por ADN polimerasas víricas.
■ La ribavirina es un compuesto con un espectro muy amplio de actividad frente a
muy diferentes virus, especialmente contra muchos virus ARN de polaridad (-).
Esta droga actúa como un mutágeno de ARN, incrementando 10 veces lamutagénesis
de genomas de virus ARN y una pérdida del 99% en la infectividad tras un solo
ciclo de infección vírica en presencia de ribavirina. La ribavirina es por tanto bas
tante diferente a los otros análogos de los nucleósidos antes descritos, y es probable
que su uso se generalice más en el futuro.
La expresión de los genes víricos es menos susceptible de ser interferida química
mente que la replicación genómica, porque los virus son mucho más dependientes de
la maquinaria celular para la transcripción, el corte y empalme (splicing) de los ARNm,
la exportación citoplasmática y la traducción que la replicación. Hasta la fecha no se
han desarrollado drogas de aplicación clínica que discriminen entre la expresión génica
vírica y celular. Como con la penetración y la decapsidación, no se comprenden bien
los procesos de ensamblaje, m aduración y liberación de la mayoría de los virus, por
lo que no se han considerado todavía dianas de tratamientos antivirales, a excepción de
las drogas anti-influenza oseltamivir y zanamivir, que son inhibidores de la neuramini-
dasa del virus influenza. La neuraminidasa está implicada en la liberación por gema
ción de las partículas víricas de las células infectadas, y se cree que estas drogas redu
cen la diseminación del virus a otras células.
El aspecto más llamativo de la quimioterapia antiviral es el escaso número de dro
gas disponibles para uso clínico. Como si esto no fuese suficientemente negativo, exis
te además el problema de la resistencia a los antivirales. En la práctica, la velocidad y
la frecuencia con la que surgen estas resistencias, cuando se usan estas drogas para
tratar infecciones víricas, varía considerablemente, y depende en gran medida de la
biología del virus implicado más que de la naturaleza química del compuesto. Para
ilustrar este aspecto, se describen a continuación dos casos extremos.
El aciclovir, utilizado para tratar las infecciones por virus herpes simplex (VHS), es
fácilmente la droga antiviral más ampliamente empleada. Esto es particularmente cier
to en el caso del herpes genital, que causa úlceras genitales dolorosas y recurrentes. Se
calcula que en los Estados Unidos sufren este proceso 40 a 60 millones de personas.
Afortunadamente, la resistencia al aciclovir surge con poca frecuencia. Esto se debe en
Infección 203
parte a la elevada fidelidad con que se copia el ADN genómico de VHS (Capítulo 3).
Los siguientes mecanismos conducen a una resistencia al acielovir:
■ Mutantes del gen VHS pol, que no incorporan acielovir.
■ Mutantes de la timidina kinasa (TK), en los que la actividad TK está ausente (TKr) o
disminuida, o muestra una especificidad de sustrato alterada.
Por extraño que parezca, es posible encontrar en aislados clínicos de VHS mutacio
nes que dan lugar a estos fenotipos con una frecuencia entre 1(L3 y KL4. La discrepancia
entre este dato y la frecuencia tan baja con la que se describen resistencias clínicas pro
bablemente se deba a la observación de que la mayoría de los mutantes poli TK parecen
ser atenuados (por ej., los mutantes TKr de VHS no se reactivan del estado latente).
Por el contrario, el tratamiento con azidotimidina (AZT) de la infección por VIH es
mucho menos efectivo. En individuos infectados por VIH no tratados, el AZT produce
un incremento en las cifras de células CD4+ en un plazo de 2 a 6 semanas. Sin embar
go, este efecto beneficioso es transitorio: tras 20 semanas, los recuentos de células T
CD4+ generalmente revierten a las cifras iniciales. Esto se debe, en parte, al desarrollo
a resistencia al AZT en las poblaciones VIH tratadas y a la toxicidad del AZT sobre la
hematopoyesis, ya que el índice quimioterapéutico del AZT es mucho peor que el del
acielovir. La resistencia al AZT se inicia por la adquisición de una mutación en el
codón 215 del gen de la transcriptasa inversa (TI) del VIH. En conjunción con dos a
tras mutaciones adicionales en el gen TI se desarrolla un fenotipo de resistencia com
pleta al AZT. Tras 20 semanas de tratamiento, el 40 al 50% de los pacientes con VIH
tratados desarrollan al menos dos de estas mutaciones. Esta alta frecuencia se debe a la
naturaleza propensa al error de la transcripción inversa (Capítulo 3). Debido al eleva
do número de genomas de VIH que están replicándose en los pacientes infectados
(Capítulo 7), continuamente se producen errores. Se ha demostrado que las mutacio
nes que confieren resistencia ya se encuentran en las poblaciones de virus no tratadas.
Por tanto, el tratamiento con AZT no causa, sino que simplemente selecciona los virus
resistentes del conjunto total. Con otras drogas inhibidoras de la TI, como la didanosina
(ddl), se puede desarrollar un fenotipo resistente por el cambio de un solo par de bases,
pero la ddl tiene un índice terapéutico más bajo que el AZT y niveles relativamente
bajos de resistencia pueden hacer a esta droga ineficaz. No obstante, algunas combina
ciones de mutaciones de resistencia pueden dificultar la replicación del VIH y la resis
tencia a un inhibidor de la TI puede contrarrestar la resistencia a otro. La estrategia
actual en la terapéutica de las infecciones por VIH se conoce como TARGA (terapéu
tica anti-retroviral de gran actividad) y emplea combinaciones de diferentes drogas, tal
como un inhibidor de la proteasa más dos nucleósidos inhibidores de la TI. Cuando se
diseñan los regímenes de combinaciones son importantes los mecanismos moleculares
de resistencia y las interacciones entre las drogas:
■ Combinaciones tales como AZT + ddl o AZT + 3TC tienen patrones antagonistas
de resistencia y son eficaces.
■ Combinaciones tales como ddC + 3TC que muestran resistencia cruzada deben
evitarse.
204 Principios de virología molecular
Resumen
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CAPÍTULO 7
P a t o g é n e s is
207
208 Principios de virología molecular
La infección vírica causa una variedad de cambios que son detectables mediante el
examen visual o bioquímico de las células infectadas. Estos cambios son el resultado
de la producción de proteínas y de ácidos nucleicos víricos, pero también de las altera
ciones de las capacidades biosintéticas de las células. El parasitismo intracelular de los
virus secuestra componentes celulares como los ribosomas y las materias primas que
normalmente se dedicarían a sintetizar moléculas necesarias para las células. Las célu
las eucariotas tienen que llevar a cabo una síntesis constante de macromoléculas, tan
to si están creciendo y dividiéndose como si están en estado de inactividad. Una célula
en crecimiento claramente necesita sintetizar más proteínas, más ácidos nucleicos y
más de toda una miríada de componentes para incrementar su tamaño antes de dividir
se; sin embargo existe un requerimiento mucho más fundamental para esa actividad.
La función de todas las células es regulada por la expresión controlada de su informa
ción genética y la posterior degradación de las moléculas producidas. Dicho control
depende de un delicado y dinámico balance entre síntesis y degradación, que determi
na los niveles intracelulares de todas las moléculas importantes en la célula. Esto es
particularmente cierto en el control del ciclo celular, que determina el comportamiento
de las células en división (ver Ltansformación celular por virus ADN, más adelante).
En términos generales, en las células infectadas por virus pueden ser reconocidos va
rios cambios fenotípicos comunes. Estos cambios se denominan a menudo efectos
citopáticos (e.c.p.) del virus, e incluyen:
■ Forma alterada: Las células adherentes que normalmente están pegadas a otras
células (in vivó) o a un sustrato artificial (in vitro) pueden adoptar una morfología
redondeada diferente de su apariencia aplanada normal. Son eliminados de la célu
la los procesos de ampliación (con extensiones de la superficie celular que semejan
zarcillos) implicados en la adhesión y la movilidad.
■ Despegamiento del sustrato: Para las células adherentes, ésta es la fase de daño
celular que sigue a la anterior. Ambos efectos son causados por la degradación
parcial o la dismpción del citoesqueleto, que normalmente es responsable de man
tener la forma de la célula.
■ Lisis: Este es el caso más extremo, cuando la célula entera se rompe. Se pierde la
integridad de la membrana, y la célula se puede hinchar por la absorción de líqui
dos extracelulares y finalmente estalla. Este es un caso extremo de daño celular, y
es importante tener en cuenta que no todos los virus inducen este efecto, aunque
puedan causar otros efectos citopáticos. La lisis es beneficiosa para un virus en el
sentido de que constituye un método de liberar nuevas partículas víricas de una
célula infectada, sin embargo, existen vías alternativas para lograr esto, como la
liberación por gemación (Capítulo 4).
■ Fusión de membranas: Las membranas de las células adyacentes se fusionan, dando
lugar a una masa de citoplasma que contiene más de un núcleo, conocida como
sincitio o, dependiendo del número de células que se fusionan, una célula gigante.
Las células fusionadas tienen una vida corta y posteriormente se lisan; aparte de los
210 Principios de virología molecular
efectos directos del virus, no pueden tolerar más de un núcleo no sincronizado por
célula.
■ Permeabilidad de membranas: Diversos virus causan un aumento en la permeabi
lidad de membranas, permitiendo la entrada de iones extracelulares como el sodio.
La traducción de algunos ARNm víricos es resistente a altas concentraciones de
iones de sodio, permitiendo la expresión de genes víricos a expensas de mensajeros
celulares.
■ Cuerpos de inclusión: Éstas son áreas de la célula en las que se han acumulado
componentes víricos. Se trata frecuentemente de sitios de ensamblaje de viriones y
algunas inclusiones celulares consisten en acúmulos cristalinos de partículas víricas.
No está claro si estas estructuras dañan a la célula, pero frecuentemente están aso
ciadas a virus que causan lisis celular, como los herpesvirus y el vims de la rabia.
■ Apoptosis: La infección vírica puede activar la apoptosis («muerte celular progra
mada»), un mecanismo altamente específico implicado en el crecimiento normal y
el desarrollo de los organismos (ver Capítulo 6).
En algunos casos se conoce una gran cantidad de detalles sobre los mecanismos
moleculares del daño celular. Algunos vims que causan lisis celular muestran un fenó
meno conocido como «apagado» (en inglés, «shutoff») al principio de la infección.
Este «apagado» es el repentino y dramático cese de la mayoría de la síntesis
macromolecular de la célula hospedadora. En células infectadas por poliovirus, el apa
gado es el resultado de la producción de la proteína vírica 2A. Esta molécula es una
proteasa que digiere el componente p220 de eIF-4F, un complejo de proteínas necesa
rio para la traducción dependiente de capemza («cap») de los ARNs mensajeros en los
ribosomas. Debido a que el ARN de los poliovirus no tiene una una capemza metilada
en el extremo 5’, pero está modificado por la adición de la proteína VPg, el ARN vírico
continúa siendo traducido. En las células infectadas por poliovirus se puede observar
la disociación de los ARNm y los polirribosomas del citoesqueleto, y ésta es la razón
de la incapacidad de la célula de traducir sus propios mensajeros. Unas pocas horas
después del cese de la traducción, se produce la lisis celular.
En otros casos, el cese de la síntesis molecular es el resultado de diferentes meca
nismos moleculares. De muchos vims no se conoce la secuencia de sucesos que se
producen. En el caso de los adenovirus, la proteína del pentón (parte de la cápside
vírica) tiene un efecto tóxico sobre las células. Aunque se desconoce la acción precisa
que tiene sobre las células, la incorporación de proteína del pentón purificada a células
en cultivo provoca su muerte rápida. La producción de toxina por bacterias patógenas
es un fenómeno corriente, pero éste es el único caso bien establecido de una molécula
codificada por un vims con una acción similar a una toxina*. Sin embargo, algunos de
los componentes normales de las células liberados por la lisis pueden tener efectos
tóxicos sobre otras células, y los antígenos que no son reconocidos como «propios»
* N. del T:. Recientemente se ha descrito también en rotavirus que la proteína vírica no estructural NSP4
actúa como una enterotoxina.
Patogénesis 211
por el cuerpo (por ej., proteínas nucleares) pueden causar activación inmunitaria e
inflamación. La proteína E3-11.6K de adenovirus se sintetiza en pequeñas cantidades
desde el promotor E3 en las etapas tempranas de la infección, y en grandes cantidades
desde el promotor principal tardío en las etapas tardías de la infección (Capítulo 5).
Recientemente se ha demostrado que E3-11.6K es necesaria para la lisis de las células
infectadas por adenovirus y la liberación de partículas víricas desde el núcleo.
La fusión de membrana es el resultado de la acción de proteínas de codificación
vírica necesarias para la infección de las células (ver Capítulo 4), característicamen
te, las glicoproteínas de los virus envueltos. Uno de los mejores ejemplos conocidos
de tales proteínas procede del virus Sendai (un paramixovirus), que se ha utilizado
para inducir fusión celular durante la producción de anticuerpos monoclonales (Ca
pítulo 1). Al menos 9 de las 11 glicoproteínas conocidas de virus herpes simplex
(VHS/VHH-1) han sido caracterizadas en relación con su papel en la replicación viral.
Varias de estas proteínas están implicadas en la fusión de la envuelta del virus con la
membrana celular y también en la penetración en la célula. La producción por fusio
nes celulares de sincitios es una característica de la infección por VHS.
Otro virus que causa fusión celular es el virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH). La infección de las células CD4+ con algunos, pero no con todos los aislados de
VIH, causa fusión de célula con célula y la producción de sincitios o células gigantes
(Figura 7.1). La proteína responsable de esto es la glicoproteína transmembrana de la
envuelta del virus (gp41), y se ha identificado por análisis genético molecular al domi
nio situado cerca del extremo amino-terminal como el responsable de esta actividad
fusogénica. Debido a que el VIH infecta células CD4+ y la disminución en el número
de estas células cruciales del sistema inmunológico es el defecto más obvio en el SIDA,
inicialmente se creyó que la destrucción directa de estas células por el virus era la base
de la patogénesis del SIDA. Aunque la muerte directa por VIH se produce induda
blemente in vivo, ahora se piensa que la patogénesis del SIDA es considerablemente más
compleja (ver Virus e inmunodeficiencia, a continuación). Muchos retrovirus animales
también causan muerte celular y, en la mayoría de los casos, parece que la proteína de la
envuelta del virus es necesaria, aunque puede haber más de un mecanismo implicado.
VIRUS E INMUNODEFICIENCIA
Figura 7.1 Mecanismo de fusión celular inducida por VIH. La glicoproteína de la envuelta del virus,
que juega un papel en las partículas víricas en la unión al receptor y la fusión de membrana, se expresa
en la superficie de las células infectadas. Las células CD4+ no infectadas que entran en contacto con
estas células infectadas se fusionan juntas para formar un sincitio multinucleado.
Todavía no está claro qué proporción de la patología del SIDA está causada direc
tamente por el virus y qué proporción se debe al sistema inmunitario. Se han sugerido
muchos modelos para explicar cómo causa inmunodeficiencia el VIH. Estos mecanis
mos no son mutuamente excluyentes y realmente es probable que la pérdida subyacen
te de células CD4+ en el SIDA sea multifactorial, como se describe después.
Diversidad antigénica
Células CD4+
Figura 7.2 Teoría del umbral de la diversidad antigénica en la patogénesis del SIDA. Cada línea de la
gráfica superior muestra la abundancia relativa (teórica) de una cepa individual de VIH (tipo antigénico)
en un solo caso de SIDA. La gráfica inferior muestra la carga vírica total (es decir, el número total de
cepas VIH) y las cifras de células CD4+ prediehas por un modelo informático.
216 Principios de virología molecular
Anergia de células T
Apoptosis
Inducción
tat Aumento de la síntesis de FasL; expresión reprimida de superóxido dismutasa
dependiente de manganeso; activación de kinasas dependientes de ciclina
Represión
tat Inducción de Bcl-2
vpr Supresión de la actividad del factor de transcripción N F- kB
Superantígenos
Disbalance Th1/Th2
MHCII MHCII
Antígeno Superantígeno
Va vp Va vp
Receptor de célula T Receptor de célula T
Ca cp Ca cp
CELULA T CELULAT
puesta de células T hl, que son efectivas en el control (pero no en la eliminación) del
virus. En un momento determinado se produce una pérdida (relativa) de la respuesta
Thl y entonces predominan las células Th2 en la respuesta al VIH. Se ha descrito que
al menos algunas variantes del virus pueden inhibir la respuesta de LTCs al VIH. La
hipótesis era que, por tanto, la respuesta dominante Th2 humoral, no sería efectiva en
mantener a un bajo nivel la replicación del VIH, y la carga viral se incrementaría,
causando el SIDA. Aunque ésta era en gran medida una propuesta teórica, esta inter
pretación condiciona nuestra idea de la respuesta inmunitaria frente a muy distintos
patógenos, no sólo al VIH. Ningún estudio experimental, sin embargo, ha demostrado
un cambio real del patrón Thl a Th2 de expresión y secreción de citoquinas que se
asocia a la progresión de la enfennedad, por lo que no existe una evidencia demostrada
de la implicación de este mecanismo en el SIDA.
th1 Respuesta
celular
IFNy
IL-2
IL-12
Figura 7.4 R egulación de las respuestas inm unitarias celular y hum oral. IFN, interferón; IL,
interleuquina; Th, célula T-helper o colaboradora.
cia del VIH es necesaria para el desarrollo del SIDA, y que es vital que la diseminación
a nivel mundial de la infección por VIH sea controlada. La labor por desarrollar vacu
nas anti-VIH está en marcha, pero debido a la compleja biología del virus se está
demostrando que son extraordinariamente difíciles de conseguir. Resulta de vital im
portancia un mejor conocimiento de la patogénesis del SIDA y, en particular, del papel
que juega el sistema inmuno! ógico en las etapas iniciales de la enfermedad, para per
mitir el desarrollo de terapias más apropiadas para el SIDA. La terapia anti-retroviral
de gran actividad (LARGA; ver Capítulo 6) tiene un efecto espectacular sobre la supre
sión de la producción de virus y restaura temporalmente las poblaciones de células
CD4+. Desafortunadamente, debido a la larga vida media de las células infectadas, el
tiempo que se estima necesario para erradicar al VIH del organismo es aproximada
mente de 12 a 60 años; algo que no resulta alcanzable actualmente debido a los fallos
de la terapia por la toxicidad de las drogas y la resistencia viral.
E n f e r m e d a d e s r e l a c io n a d a s c o n v ir u s
INFECCION
Producido por el virus Producido inmunológicamente
?
t Permeabilidad capilar
Deshldrataclón Hlpovolemia
SSD tras la infección primaria por el virus del dengue ocurren aproximadamente en 1
cada 14.000 y en 1 cada 500 pacientes, respectivamente; no obstante, tras infecciones
secundarias por el virus del dengue, la incidencia de la FHD es de 1 en 90 y del SSD de
1 en 50 pacientes, ya que los anticuerpos con reactividad cruzada frente al virus pero no
neutralizantes están ya presentes. Estas cifras ilustran los problemas de la infección cru
zada con diferentes serotipos del virus del dengue, y las dificultades que se han de afron
tar para desarrollar una vacuna segura contra el virus. El virus del dengue se comenta
más adelante en este capítulo (ver la sección de Virus nuevos y emergentes).
Otra situación en la que vacunas antivirales han causado un incremento en la pato
logía en vez de una prevención de la enfermedad es la aparición del síndrome de Reye
post-vacunal. El síndrome de Reye es un trastorno neurológico consistente en edema
agudo cerebral que ocurre casi exclusivamente en niños. Es bien conocida como una
complicación rara tras la infección por diversos virus, pero más habitualmente por
virus influenza y virus varicela-zoster (W Z ). Los síntomas incluyen vómitos frecuen
tes, intensas cefaleas, cambios de conducta, astenia extrema y desorientación. Las po
sibilidades de contraer el síndrome de Reye se incrementan si se administra aspirina
durante el comienzo de la enfermedad. Se desconocen por completo las bases de la
patogénesis de esta enfermedad, pero algunos de los casos más desgraciados se han
producido tras la administración de vacunas experimentales frente al virus influenza.
El síndrome de Guillain-Barré es una enfermedad igualmente misteriosa en la que
la desmielinización de los nervios causa parálisis parcial y debilidad muscular. El co
mienzo del síndrome de Guillain-Barré sigue generalmente a una infección aguda de
tipo vírico, pero nunca se ha asociado firmemente un agente a esta enfermedad. La
enfermedad de Kawasaki es similar al síndrome de Reye en que aparece en niños, pero
se diferencia en que provoca una grave lesión cardíaca. Igual que el síndrome de
Guillain-Barré, la enfermedad de Kawasaki parece que surge tras infecciones agudas.
La enfermedad misma no es infecciosa, pero parece presentarse en forma de epide
mias, lo que sugiere que la causa sea un agente infeccioso. Se ha propuesto un gran
número de patógenos bacterianos y víricos que podrían estar asociados con la induc
ción de la enfermedad de Kawasaki, pero también se desconoce la causa subyacente de
esta patología. Parece como que la propia infección aguda, más que un patógeno deter
minado, es la responsable de la aparición de estas enfermedades.
En los últimos años se ha llevado a cabo la búsqueda de un agente responsable de
una enfermedad nueva denominada síndrome de fatiga crónica (SFC) o encefalomielitis
miálgica (EM). A diferencia de las patologías antes descritas, el SFC es una enferme
dad mal definida que no es aceptada por todos los médicos. Algunas investigaciones
recientes han descartado la idea de que el VEB pueda causar el SFC, pero se ha suge
rido una diversidad de otras causas posibles, incluyendo otros herpesvirus, enterovirus
y retrovirus. Algunos informes han propuesto que la infección por el virus del saram
pión antes del desarrollo de una madurez inmunológica completa (es decir, antes de los
2 años de edad) puede estar asociada a colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn. Esta
idea es verosímil, ya que el virus del sarampión puede infectar y persistir en células
endoteliales en el tracto gastrointestinal y causar una respuesta inmunitaria con forma
ción de células gigantes; sin embargo, hay que conseguir más evidencias para que esto
Patogénesis 223
¿Pueden los bacteriófagc , virus que son sólo capaces de infectar a células
procarióticas, desempeñar un papel en las enfermedades humanas? Sorprendentemente,
la respuesta es afirmativa. Las cepas de Escherichia coli productoras de toxina de
Shiga (Stx) (ECTS) son capaces de producir enfermedades intestinales transmitidas
por alimentos, como diarrea y colitis hemorrágica. El serotipo 0157:H7 de E. coli
enterohemorrágico, el llamado «microbio de las hamburguesas», ha despertado mucho
interés en los últimos años. Las infecciones por ECTS pueden conducir a complicacio
nes fatales, como el síndrome hemolítico-urémico, así como a trastornos neurológicos.
Las principales características de virulencia de estas cepas de bacterias son su capaci
dad de colonizar el intestino (un rasgo natural de E. coli) y de producir y secretar
«toxinas de Shiga», que pueden lesionar las células endoteliales y tubulares y provocar
un fracaso renal agudo. Al menos 100 serotipos diferentes de E. coli producen toxinas
Stx, y las bacterias ECTS se encuentran frecuentemente en el intestino del ganado
bovino y de otros animales domésticos como ovejas, cabras, cerdos y caballos. Se
puede producir la contaminación fecal de la carne, generalmente en el momento del
sacrificio. La carne picada como la de las hamburguesas es particularmente peligrosa,
ya que la contaminación bacteriana superficial se convierte en profunda en el interior
de la carne, donde no puede ser inactivada por la cocción.
¿Qué tiene esto que ver con los bacteriófagos? Se conocen varios tipos de Stx, que
se clasifican en dos tipos principales: toxina Shiga 1 (Stxl) y toxina Shiga 2 (Stx2).
Los genes de las toxinas Stxl y Stx2 son codificados por el genoma de profagos
lisogénicos parecidos a lambda introducidos en la bacteria. Es sabido que estímulos
como la luz UV o la mitomicma C inducen a estos profagos a liberar cosechas de
partículas fágicas que pueden infectar y lisogenizar otras bacterias susceptibles en el
intestino, lo que causa la alta prevalencia de bacterias ECTS (hasta el 50% del ganado
en algunas explotaciones). Se ha demostrado en estudios recientes que el escandaloso
y excesivo uso de los antibióticos como «promotores del crecimiento» en la cría de
animales de granja, e incluso el tratamiento con antibióticos de personas con infeccio
nes, puede estimular la producción de partículas íagicas y contribuye al incremento en
la prevalencia de bacterias ECTS y en el número de víctimas mortales humanas. Otros
determinantes de virulencia bacteriana también son codificados por fagos lisogénicos
(por ej., la toxina diftérica, las toxinas critrogénicas de Streptococcus, las enterotoxi-
nas de Staphylococcus), aunque las presiones selectivas que mantienen estos procesos
no se conocen todavía. Los datos que se van obteniendo de las secuencias de genomas
bacterianos indican claramente que los fagos han sido responsables de la diseminación
de los determinantes de virulencia en una amplia gama de patógenos.
224 Principios de virología molecular
La otra área en la que los bacteriófagos pueden influir en las enfermedades huma
nas es la bacteriofagoterapia; el uso de bacteriófagos como antibióticos. Ésta no es una
idea nueva, pues los experimentos iniciales fueron realizados (sin éxito) al poco tiem
po del descubrimiento de los bacteriófagos hace casi 100 años (Apéndice 3); sin em
bargo, con el desarrollo progresivo de resistencias de las bacterias a los antibióticos y
la aparición de «supermicrobios» inmunes a todos los tratamientos, el interés por esta
idea ha experimentado un resurgimiento. Aunque atractiva en teoría, esta estrategia
adolece de una serie de defectos:
■ Los bacteriófagos son bastante específicos en su empleo de receptores y por tanto
en las cepas de bacterias que pueden infectar; por tanto, son agentes antibacterianos
de «espectro reducido».
■ Las bacterias expuestas a los bacteriófagos desarrollan rápidamente resistencia a la
infección reduciendo la expresión o mutando el receptor del fago.
■ La liberación de endotoxinas como consecuencia de la intensa lisis de bacterias en el
organismo puede producir un shock tóxico.
La administración reiterada de bacteriófagos resulta en una respuesta inmunitaria
que neutraliza las partículas fágicas antes de que puedan actuar.
Podría ser, sin embargo, que ésta resultase ser una terapia útil para ciertas infeccio
nes bacterianas que no pueden ser tratadas por métodos convencionales. Recientemen
te se ha demostrado que unos anticuerpos producidos por bioingeniería pueden ser
dirigidos al cerebro por vectores fágicos, y esta nueva estrategia está siendo explorada
para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer y de la adicción a la cocaína.
Tipo Ejemplo
Proteínas G asociados a membrana c-ras: tres homólogos diferentes del gen c -ras, cada
(señal de transducción) uno identificado en un tipo diferente de tumor
y transducido por un retrovirus diferente
Tiempo Eficacia
de formación en la formación
Tipo de virus del tumor del tumor Tipo de oncogén
■ Genes reparadores del ADN: Estos genes aseguran que cada cadena de informa
ción genética sea copiada fielmente durante la división de la célula en su ciclo
celular. Las mutaciones en estos genes conducen a un incremento en la frecuencia
de otras mutaciones (por ej., en enfermedades como la ataxia-telangiectasia y el
xeroderma pigmentoso).
La función de los productos de los oncogenes depende de su localización celular
(Figura 7.6). Varias clases de oncogenes se asocian con el proceso de transducción de
señal; la transferencia al núcleo de la información resultante de la unión de ligandos
extracelulares a receptores celulares (Figura 7.7). Muchas de las kinasas en estos gru
pos tienen un tipo común de estructura con dominios funcionales conservados presen
tes en las regiones transmembrana hidrofóbica e intracelular hidrofílica (Figura 7.8).
Estas proteínas se asocian con las membranas celulares o se encuentran en el citoplas
ma. Otras clases de oncogenes localizados en el núcleo están normalmente encargados
del control del ciclo celular (Figura 7.9). Los productos de estos genes vencen la res
tricción entre las fases G1 y S del ciclo celular, que es el momento clave de control que
previene la división celular desconlrolada. Algunos oncogenes víricos no son suficien
tes por sí solos para producir un fenotipo completo de célula transformada; no obstan
te, en algunos casos pueden cooperar con otro oncogén con función complementaria
para producir el fenotipo transformado completo; por ejemplo, el gen E l A de adenovi-
rus más el gen EIB o el gen c-ras transforma las células N1H3T3 (una línea celular de
fibroblastos de ratón). Esto último subraya el hecho de que la oncogénesis es un proce
so complejo, en múltiples etapas.
228 Principios de virología molecular
No todos los retrovirus son capaces de transformar células; por ejemplo, los lentivirus
como el VIH no transforman células, aunque son citopáticos. Los retrovirus que pueden
transformar células se clasifican en tres grupos: transductores, activadores en cis y
activadores en trans. Las características de estos tres grupos se muestran en la Tabla 7.4.
Si hay oncogenes en todas las células, ¿por qué la transformación ocurre como resultado
de una infección vírica? La causa es que los oncogenes pueden ser activados de una de
dos maneras, bien por cambios sutiles de la estructura normal del gen o por interrupción
del control normal de la expresión. Los genes trans formantes de los retrovirus transfor
mantes agudos (v-oncs) se derivan de los genes c-oncs, con los que tienen una alta
homología, y se piensa que han sido transducidos por virus; sin embargo, la mayoría de
los Y-oncs poseen ligeras alteraciones respecto a sus progenitores c-oncs. Muchos con
tienen pequeñas modificaciones en la secuencia que alteran la estructura y la función de
la oncoproteína producida. Otros contienen pequeñas deleciones de parte del gen. La
mayoría de las oncoproteínas de los retrovirus transformantes agudos, defectivos en re
plicación, son proteínas de fusi a, que contienen secuencias adicionales derivadas de
genes víricos, comúnmente secuencias del gen gag en el extremo amino-tenninal de la
proteína. Estas secuencias adicionales pueden alterar la función de la localización celu
lar de la proteína, y estas anomalías generan la transformación.
Patogénesis 229
Factor de crecimiento
Alternativamente, los virus pueden causar una expresión anormal de una oncopro-
teína no alterada. Esto podría suceder por sobreexpresión de un oncogén bajo el con
trol de un promotor vírico en vez de bajo su promotor celular normal, o bien puede ser
la expresión temporal inapropiada de una oncoproteína que trastorna el ciclo celular.
Los genomas de retrovirus transformantes crónicos no contienen oncogenes. Estos
virus activan c-oncs por un mecanismo conocido como activación insercional. Un
provirus que se integra en el genoma celular próximo a una secuencia c-onc puede
activar indirectamente la expresión del gen, de un modo análogo a aquel por el que los
M-oncs han sido activados por transducción (Figura 7.10). Esto puede ocurrir si el
provirus se integra por delante del gen c-onc, que podría ser expresado por medio de
una transcripción a través del genoma vírico más las secuencias siguientes; sin embar
go, la activación insercional puede suceder también cuando un provirus se integra
después de una secuencia c-onc o por delante, pero en orientación invertida. En estos
casos, la activación es el resultado de elementos potenciadores («enhancers») en el
230 Principios de virología molecular
Membrana
celular
Ácido mirístico
H ,N I COOH
Dominios
transmembrana ■-f g a g ' yes
gag
gaqj erb-B
Figura 7.8 Familia de las proteína kinasas de retrovirus implicadas en la transformación. Muchas de
estas moléculas son proteínas de fusión que contienen secuencias amino-terminales derivadas del gen
gag del virus. La mayoría de este tipo contiene el ácido graso miristato, que se añade al extremo 7V-terminal
de la proteína tras su traducción, y que ancla la proteína a la superficie interna de la membrana citoplas-
mática de la célula hospedadora. En ciertos casos, se ha demostrado que esta modificación post-
traduccional es esencial para la acción transformante de la proteína.
Fase M
Fase G-
p53
Rb
Fase S Fase G,
Figura 7.9 Diagrama esquemático mostrando las fases del ciclo celular eucariótico.
Patogénesis 231
Figura 7.10 Mecanismos por los que los oncogenes celulares pueden ser transcripcionalmente activa
dos por mutagénesis insercional de retrovirus.
promotor viral (Capítulo 5). Éstos pueden actuar incluso cuando el provirus se integra
a una distancia de varias kilobases del gen c-onc. Los ejemplos más conocidos de este
fenómeno suceden en pollos, en los que la inserción del virus de la leucosis aviar
(iavian ¡eukosis virus, ALV) activa el gen myc, y en ratones, en los que la inserción del
virus del tumor mamario del ratón (mouse mammary tumour virus, MMTV) activa el
gen int.
La transformación por el tercer tipo de retrovirus se produce por un mecanismo
bastante diferente. El virus de la leucemia de células T humanas (VLTIi) (human T-cell
leukaemia virus, HTLV) y algunos vims relacionados de animales codifican una pro
teína activadora de la transcripción en el gen viral tea. La proteína Tax actúa en trans
estimulando la transcripción desde el LTR del viras. Se cree que la proteína activa
también la transcripción de muchos genes celulares por su interacción con factores de
transcripción (Capítulo 5); sin embargo, la oncogénesis por VLTH (es decir, la forma
ción de un proceso leucémico) tiene un periodo de latericia de 20 a 30 años. En conse
cuencia, la transformación celular (que se puede reproducir in vitro) y la formación de
un tumor (que no se puede) no son la misma cosa; se necesitan acontecimientos adicio
nales para el desarrollo de una leucemia. Se cree que para que se produzca un proceso
maligno son también necesarias las anomalías cromosómicas que pueden producirse
232 Principios de virología molecular
A diferencia de lo que sucede con los oncogenes de los retrovirus, los genes trans
formantes de los virus de ADN productores de tumores no tienen homólogos celulares.
Algunas familias de virus con ADN son capaces de transformar células (Tabla 7.5). En
términos generales, las funciones de sus oncoproteínas son mucho menos diversas que
las de las codificadas por los retrovirus. Son principalmente proteínas nucleares impli
cadas en el control de la replicación del ADN que directamente afectan al ciclo celular.
Logran sus efectos interactuando con proteínas celulares que normalmente parecen
tener un efecto regulador negativo de la proliferación celular. Dos de las proteínas
celulares más importantes implicadas son conocidas como p53 y Rb.
p53 fue originalmente descubierta en virtud del hecho de que forma complejos con
el antígeno T de SV40. Ahora sabemos que también interactúa con oncoproteínas de
otros virus ADN, incluyendo las de los adenovirus y los papilomavirus. El gen que
codifica p53 se ve alterado o mutado en la mayoría de los tumores, lo que implica que
la pérdida del producto génico normal se asocia con la aparición de células transforma
das con malignidad. Cuando se inyectan las células tumorales con la proteína nativa
muestran in vitro una tasa disminuida de divisiones celulares y una tumorigenicidad
disminuida in vivo. Los ratones transgénicos que no poseen un gen p53 intacto se
desarrollan con normalidad pero son susceptibles a la formación de tumores espontá
neos; por lo tanto, está claro que p53 juega un papel fundamental en el control del ciclo
celular. Se cree que es un supresor tumoral o un «anti-oncogén» y se le ha llamado «el
guardián del genoma». p53 es un factor transcripcional que activa la expresión de
algunos genes celulares, principalmente WAF1, que codifica una proteína que es un
inhibidor de las kinasas ciclina-dependientes G l, causando la detención del ciclo celu
lar en la fase G l (Figura 7.9). Debido a que estos virus requieren la replicación del
ADN celular para su propia propagación, ello explica por qué sus proteínas transfor
mantes tienen como objetivo p53.
Papilomavirus:
PVB-1 E5 receptor FCDP
PVH E6 p53
E7 Rb
Patogénesis
Rb se descubrió cuando se observó que el gen que codifica esta proteína está siem
pre dañado o delecionado en un tumor del nervio óptico conocido como retinoblastoma;
de ello se concluyó que la fruición normal de este gen es también la de un supresor
tumoral. La proteína Rb forma complejos con un factor de transcripción llamado E2F.
Este factor se necesita para la transcripción de genes de adenovirus, pero E2F participa
también en la transcripción de genes celulares que conducen a células en reposo a la
fase S. La formación de complejos inactivos E2F-Rb tiene el mismo efecto general que
la acción de p53; la detención del ciclo celular en G l. La liberación de E2F por susti
tución de complejos E2F-Rb con complejos ElA-Rb. antígeno T-Rb o E7-Rb estimula
la replicación de ADN celular y vírico.
El antígeno T de SV40 es una de las proteínas víricas descritas que se unen a p53.
En el Capitulo 5 se describe el papel del antígeno T mayor en la regulación de la
transcripción de SV40. La infección de las células por SV40 o por otros poliomavirus
puede dar lugar a dos resultados:
■ Infección productiva (lítica).
■ Infección no productiva (abortiva).
El resultado de la infección parece estar determinado en primer lugar por el tipo
celular infectado; por ejemplo, el poliomavirus del ratón establece una infección lítica
en células de ratón, pero una infección abortiva en células de rata o de hámster, mien
tras que SV40 provoca una infección lítica en células de simio pero una infección
abortiva en células de ratón. De todas formas, el antígeno T está también implicado en
la replicación del genoma además de en la transcripción. La replicación del ADN de
SV40 se inicia por la unión del antígeno T mayor a la región origen del genoma (Figu
ra 7.11). La función del antígeno T se controla mediante fosforilación, que disminuye
la capacidad de la proteína de unirse al origen de SV40.
El genoma de SV40 es muy pequeño y no codifica toda la información necesaria
para la replicación del ADN- por lo tanto, es esencial que la célula hospedadora entre
en fase S, cuando el ADN celular y el genoma vírico se replican juntos. Las interaccio
nes proteína-proteína entre el antígeno T y la ADN polimerasa a estimulan directa
mente la replicación del genoma viral. Se conocen todas las regiones exactas del antigeno
708
Helicasa
Figura 7.11 Regiones del antígeno T de SV40 implicadas en interacciones proteína-proteína. Se mues
tran tam bién otros dominios funcionales de la proteína que intervienen en la replicación del ADN viral,
incluidos los dominios de la helicasa, la ATPasa y la señal de localización nuclear (SLN).
234 Principios de virología molecular
Figura 7.12 Posibles mecanismos de fonnación del carcinoma hepatocelular causado por la infección
por el virus de la hepatitis B.
Patogénesis
mente son asintomáticas. Algunos serotipos de PVH parecen estar asociados con un
bajo riesgo de desarrollar posteriormente cánceres anogenitales, como el carcinoma
cervical, tras un periodo de incubación de varias décadas. Cada año se diagnostican
500.000 casos nuevos de neoplasia cervical, haciendo que ésta sea una de las tres
causas más frecuentes a nivel mundial de muerte por cáncer en mujeres. El PVH es una
causa fundamental del cáncer cervical; el 93% de todos los cánceres cervicales dan
positivo a uno o más tipos de alto riesgo de PVH. De los 60 tipos de PVH reconocidos
actualmente sólo cuatro de ellos parecen estar asociados con un alto riesgo de forma
ción de tumores (VPH-16, 18, 31 y 45). De nuevo la transformación está mediada por
productos de genes precoces del virus; sin embargo, las proteínas transformantes va
rían de un tipo de papilomavirus a otro, como se muestra en la Tabla 7.5. En términos
generales, parece ser que dos o más proteínas tempranas cooperan a menudo para dar
lugar a un fenotipo transformado. Aunque algunos papilomavirus pueden transformar
células por sí solos (por ej., PVB-1) otros parecen requerir la cooperación de un oncogén
celular activado (por ej., PVH-16/ras). En los papilomavirus bovinos, la proteína E5
es la responsable de la transformación. En PVH-16 y PVH-8, las proteínas E6 y E7 son
las implicadas.
Para mayor confusión, en muchos casos se mantiene en las células tumorales
todo o parte del genoma de papilomavirus, incluidos los genes supuestamente trans
formantes, mientras que en otros casos (por ej., PVB-4) el ADN del virus se puede
perder tras la transformación, lo que puede indicar un posible mecanismo de «golpea
y corre» en la transformación. Parece que distintos papilomavirus utilizan mecanis
mos ligeramente diferentes para lograr la replicación del genoma, por lo que la
tranformación celular puede proceder de vías ligeramente diferentes. Es importante
que se alcance una mejor comprensión de estos procesos. No existe una evidencia
clara de que los adenovirus o los poliomavirus participen en la formación de tumores
humanos. Por el contrario, la evidencia de que los papilomavirus están habitualmen
te implicados en la formación de carcinomas malignos de pene y de cuello uterino es
cada vez más clara.
En los últimos años se ha tenido evidencia de que p53 y Rb son importantes sensores
celulares para la apoptosis. La pérdida de estas proteínas activa la apoptosis, el princi
pal mecanismo anti-cáncer de las células; por tanto, los virus que interfieren con estas
proteínas han tenido que desarrollar mecanismos para contrarrestar su efecto (ver la
discusión en el Capítulo 6).
236 Principios de virología molecular
V ir u s y c á n c e r
del linfoma de Burkitt, el virus se ha encontrado en todos los tumores que se han
estudiado. Se piensa que algunos factores ambientales, como el consumo de
nitrosaminas en pescados en salazón, también participan en la formación del CNF
(compárese con el papel de la malaria en la fonnación del linfoma de Burkitt).
■ Linfomas de células B en individuos inmunosuprimidos (por ej., en pacientes de
SIDA).
■ Algunas formas clónales de enfermedad de Hodgkin.
■ Síndrome linfoproliferativo asociado a X, una rara enfermedad que se observa usual
mente en varones, en los que la infección por VEB causa una respuesta hiperinmune,
causando a veces una forma fatal de fiebre glandular y a veces cáncer de ganglios
linfáticos. Este síndrome es un defecto hereditario debido a un gen defectuoso en el
cromosoma X.
La transformación celular por el VEB es un proceso complejo que implica las inte
racciones cooperativas entre varias proteínas virales. Tres explicaciones posibles de la
relación entre el VEB y el linfoma de Burkitt son:
1. VEB inmortaliza un gran número de linfocitos B; simultáneamente, la malaria cau
sa una inmunosupresión de células T. Existe por tanto una gran número de células
diana en las que un tercer evento (por ej., una translocación cromosómica) da como
resultado la formación de una célula con una transfonnación maligna. La mayoría
de los tumores de linfoma de Burkitt contienen translocaciones que afectan al cro
mosoma 8, que ocasionan la activación del gen c-myc, lo que apoya esta hipótesis.
2. La malaria genera una activación policlonal de células B. El VEB posteriormente
inmortaliza una célula que contiene una translocación c-myc preexistente. Este me
canismo sería prácticamente indistinguible del anterior.
3. ¡El VEB es simplemente un virus transeúnte! El linfoma de Burkitt existe también
en Europa y Norteamérica, aunque es muy raro en estas regiones; no obstante, el
85% de estos pacientes no están infectados por el VEB, lo cual implica que hay
otras causas para el linfoma de Burkitt.
Aunque no se ha demostrado formalmente, parece probable que bien (1) y/o (2) es
la verdadera explicación del origen del linfoma de Burkitt.
Otro caso en el que un virus aparece asociado a la fonnación de un tumor humano
es el VHB respecto al carcinoma hcpatocelular (CHC), La hepatitis es una inflamación
del hígado y como tal no es una enfermedad simple. Debido al papel primordial que
desempeña el hígado en el metabolismo, muchas infecciones virales pueden afectar al
hígado, sin embargo, al menos siete virus infectan y dañan específicamente a los hepa-
tocitos. Ni siquiera dos de ellos pertenecen a la misma familia (ver Capítulo 8). El
VHB es el miembro prototipo de la familia Hepadnaviridae y causa la enfermedad
antiguamente conocida como «hepatitis sérica». Esta enfermedad se distinguía clínica
mente de la «hepatitis infecciosa» (causada por otros tipos de virus de hepatitis) en los
años 30. La infección por el VHB era antiguamente el resultado de la inoculación con
suero humano (por ej., transfusiones sanguíneas, trasplantes de órganos), pero todavía
es común entre adictos a drogas intravenosas, a los que se transmite por compartir
jeringuillas y agujas; no obstante, el virus también se transmite sexualmente, por in
238 Principios de virología molecular
gestión oral y de la madre al niño, lo que causa brotes familiares de infección por
VHB. En los países desarrollados se analiza actualmente toda donación de sangre,
órgano o tejido para VHB, y el riesgo de transmisión es extremadamente bajo. El virus
no se replica en cultivos celulares y su patogénesis ha sido motivo de intensas investi
gaciones. La infección por el VHB puede tener tres posibles resultados:
1. Una infección aguda seguida de una recuperación completa con imunidad frente a
la reinfección (>90%).
2. Hepatitis fulminante, desarrollada con rapidez y de corta duración, causando fraca
so hepático y una mortalidad aproximadamente del 90% (<1% de los casos).
3. Infección crónica, dando lugar al establecimiento del estado de portador con per
sistencia del virus (aproximadamente 10% de casos).
Existen unos 350 millones de portadores crónicos de VHB en todo el mundo. La
población total del mundo es de 6.000 millones aproximadamente; por lo tanto alrede
dor de un 5% de la población mundial está persistentemente infectada por el VHB.
Todos estos portadores crónicos del virus tienen un riesgo 100 a 200 veces mayor que
los no portadores de desarrollar CHC. El CHC es un tumor raro en Occidente, donde
representa <2% de los cánceres fatales. La mayor parte de los casos que ocurren en
Occidente están relacionados con el alcohol, y éste es un dato importante respecto a la
patogénesis del tumor; sin embargo, en el Sudeste asiático y en China, el CHC es el
cáncer fatal más común, llegando a suponer alrededor de medio millón de muertes
cada año. El virus podría originar la formación del tumor por tres vías diferentes: acti
vación directa de un oncogén celular (o varios), frans-activación de un oncogén celu
lar (o de varios), o indirectamente por vía de la regeneración tisular (Figura 7.12).
Como con el VEB y el linfoma de Burkitt, la relación entre el VHB y el CHC no está
totalmente clara:
■ La cirrosis (un endurecimiento del hígado que puede ser resultado de infecciones o
de la acción de varios tóxicos, como el alcohol) parece ser un requisito previo para
el desarrollo de CHC. Parece ser que el daño hepático crónico induce regeneración
tisular y que fallos en los mecanismos de reparación del ADN provocan finalmente
una transformación maligna. Otros virus no relacionados que causan hepatitis cró
nica activa, como el virus de la hepatitis C (VHC), un flavivirus, están también
asociados con la producción de CHC tras un largo periodo de latencia.
■ Diversos cofactores, como aflatoxinas y nitrosaminas, pueden inducir tumores si
milares al CHC en animales de experimentación sin padecer infección vírica. Por
lo tanto, tales sustancias pueden estar también implicadas en el CHC humano (ver
nitrosaminas y CNF, más arriba).
■ No hay una evidencia firme de la integración de genoma del VHB o incluso de la
persistencia de genes concretos del VHB (por ej., el gen X, que codifica una proteí
na tram-activadora funcionalmente análoga a la proteína tax de VLTH) en las célu
las tumorales.
Es posible que todos los mecanismos mostrados en la Figura 7.12 puedan producir
se in vivo. El factor de riesgo fundamental es el desarrollo de una infección crónica en
Patogénesis 239
vez de una infección aguda por el VHB. Esto en sí mismo viene determinado por una
serie de otros factores:
■ La edad: La frecuencia de la infección crónica disminuye con la edad en el momen
to de la infección.
■ El sexo: Para la infección crónica la proporción varón: mujer es 1,5:1; parala cirrosis
la proporción varómmujer es 3:1.
■ CHC: la proporción varómmujer es 6:1.
■ Vía de infección: Las infecciones orales o sexuales dan lugar a un menor número
de casos de infección crónica que las infecciones séricas.
Hasta que no se comprenda mucho mejor la patogénesis y el curso habitual de la
infección por el VHB, es improbable que entendamos las razones de estas diferencias.
Podría haber un final feliz en esta historia. Una vacuna eficaz y segura que previene la
infección por VHB está ya disponible y está siendo ampliamente utilizada en las áreas
del mundo en las que esta infección es endémica, como parte de un Programa Amplia
do de Inmunización de la O.M.S. Esto permitirá prevenir en el futuro un millón de
muertes anuales causadas por el CHC y la enfermedad por VHB.
¿Qué constituye un agente infeccioso «nuevo»? ¿Son virus que no se habían encon
trado nunca antes, o son virus previamente conocidos que parecen haber cambiado su
comportamiento? En esta sección se describirá y se intentará explicar el conocimiento
actual sobre una serie de agentes que cumplen los criterios mencionados. Gran parte
de la información aquí presentada no es el resultado de muchos años de estudio, sino
que se deriva de investigaciones muy recientes sobre estos «nuevos» agentes infeccio
sos. En las últimas décadas, se han producido varias epidemias masivas e inesperadas
causadas por algunos virus. En la mayoría de las ocasiones, estas epidemias no han
sido producidas por virus completamente nuevos (es decir, desconocidos anteriormen
te) sino por virus que eran bien conocidos en las áreas en las que actualmente están
produciendo brotes epidémicos de enfermedad. Estos virus se conocen como virus
emergentes (Tabla 7.7). Existen muchos ejemplos de tales virus que parecen haber
modificado misteriosamente su comportamiento con el tiempo, con efectos significati
vos en su patogénesis.
Uno de los ejemplos mejor conocidos de este fenómeno es el virus de la poliomielitis.
Se sabe que la poliomielitis y su virus causal han existido en las poblaciones humanas
durante al menos 4.000 años. La mayor parte de este tiempo, el patrón de la enferme
dad fue endémico en vez de epidémico (es decir, un nivel bajo y continuo de infección
en áreas geográficas determinadas). Durante la primera mitad del siglo XX, se produjo
un cambio en el patrón de incidencia de la poliomielitis en Europa, Norteamérica y
Australia, volviéndose epidémico, con numerosos brotes epidémicos anuales de pará
lisis infantil. Aunque no tenemos muestras de poliovirus de siglos pasados, los sínto
mas clínicos de la enfermedad no dan motivos para pensar que el virus haya cambiado
240 Principios de virología molecular
estas enfermedades se basan en dos enfoques que consisten en controlar los insectos
vectores responsables de la transmisión del virus a los humanos y en desarrollar vacu
nas para proteger a las poblaciones humanas. No obstante, ambas estrategias presen
tan considerables dificultades, la primera en términos de evitar daños ambientales y la
última en términos de comprender la patogénesis del virus y en desarrollar vacunas
apropiadas (ver la discusión anterior sobre la patogénesis del virus del dengue). El
virus de la fiebre del valle del Rift fue aislado por primera vez de ovejas en 1930 pero
ha causado epidemias de repetición en Africa subsahariana durante los últimos 20 años,
con tasas de infección humana en las áreas epidémicas tan altas como el 35%. Ésta es
una enfermedad epizoótica, transmitida de las ovejas a los humanos por diferentes
mosquitos. Se piensa que la construcción de presas, que incrementa las poblaciones de
mosquitos, el aumento de ovejas y sus movimientos, así como los de las poblaciones
humanas, son responsables del recrudecimiento de esta enfeimedad.
El género Hantavirus (Bunyaviridae) constituye un motivo de preocupación. Los
hantavirus causan millones de casos de fiebres hemorrágicas cada año en muchas zo
nas del mundo. A diferencia de los arbovirus, los hantavirus se transmiten directamen
te de roedores hospedadores a los humanos (por ej., a través de las heces) en vez de a
través de un vector invertebrado. Los hantavirus causan dos enfermedades agudas: la
fiebre hemorrágica con síndrome renal (FHSR) y el síndrome pulmonal por hantavirus
(SPH). La FHSR se reconoció por primera vez en 1951 tras un brote entre las tropas
norteamericanas estacionadas en Corea. En 1993, el SPH fue descrito en los Estados
Unidos, y un nuevo virus, el virus Sin Nombre, fue identificado como la causa. Actual
mente se sabe que al menos tres hantavirus distintos causan FHSR y que cuatro dife
rentes virus SPH. Hasta 1995 el SPH se había diagnosticado en 102 pacientes en 21
estados de los Estados Unidos, en siete pacientes en Canadá y en tres en Brasil, con
una tasa de mortalidad global del 40% aproximadamente. Esta estadística elustra el
potencial patogénico de los virus emergentes.
El virus del Oeste del Nilo es un miembro del complejo antigénico de la encefalitis
japonesa del género Flavivirus (familia Flaviviridaé). Todos los miembros conocidos de
este complejo son transmisibles por mosquitos, y muchos de ellos causan enfermedades
febriles en los seres humanos, a veces letales. El virus del Oeste del Nilo se aisló primero
en el distrito «West Nile» (Oeste del Nilo) de Uganda en 1937, pero actualmente es en
realidad el flavivirus con más amplia distribución geográfica, incluyendo África y Eurasia.
De forma inesperada se declaró en 1999 un brote de encefalitis por arbovirus en humanos
causada por el virus del Oeste del Nilo en Nueva York y sus alrededores (EE. UU.). En esta
ocasión, el virus parece haber sido transmitido desde pájaros silvestres, domésticos y exó
ticos por mosquitos del género Culex (un mosquito urbano que prolifera en condiciones
de sequedad); un patrón clásico de transmisión de arbovirus. El ARN del virus del Oeste
del Nilo ha sido detectado en mosquitos que sobreviven al invierno y en aves, y la enfer
medad es ahora endémica en todos los Estados Unidos, causando brotes cada verano.
Los virus de plantas también pueden ser responsables de enfermedades emer
gentes. El grupo III de geminivirus se transmiten por insectos vectores (moscas blan
cas) y sus genomas están constituidos por dos moléculas circulares de ADN de sim
ple cadena (Capítulo 3). Estos virus causan grandes perjuicios en las cosechas de
244 Principios de virología molecular
VHH-8 puede aislarse de linfocitos y de tejido tumoral y parece tener una distribu
ción menos ubiquitaria y cosmopolita que otros VHHs, es decir, puede estar asocia
do sólo con un estado específico de enfermedad (compárese con VHS, VEB). Sin
embargo, el virus no está presente en líneas celulares derivadas de SK, lo que su
giere que factores autocrinos o paracrinos pueden estar implicados en la forma
ción del SK. Existe cierta evidencia que el VHH-8 puede también causar otros
tumores, como linfomas de células B (± VEB como colaborador).
Aunque muy distintas infecciones víricas pueden afectar al hígado, al menos seis
virus parecen infectar y dañar específicamente a los hepatocitos. ¡Ni siquiera dos de
ellos pertenecen a la misma familia! La identificación de estos virus ha sido una larga
historia:
Virus de la hepatitis B (VHB) (hepadnavirus): 1963
Virus de la hepatitis A (VHA) (picornavirus): 1973
■ Virus de la hepatitis delta (VHD) (deltavirus; ver Capítulo 8): 1977
Virus de la hepatitis C (VHC) (flavivirus): 1989
Virus de la hepatitis E (VHE): 1990
VGB-C/VHG: 1995
■ «Virus transmitido por transfusión» (VTT): 1998
Continúan circulando informes sobre la existencia de otros virus de hepatitis. Se
describe que algunos de ellos son sensibles al cloroformo (es decir, envueltos) mien
tras que otros no lo son. Esto puede sugerir la existencia de múltiples virus, todavía no
descritos, pero ello es improbable. Aunque la mayoría de las causas víricas de hepatosis
infecciosa humana han sido ya identificadas, es posible en el futuro se describan más
virus productores de hepatitis.
ZOONOStS
BlOTERRORISMO
Junto con las amenazas de los virus emergentes, el mundo afronta actualmente el
uso potencial de virus como armas terroristas. Aunque este asunto ha sido objeto de
mucha atención por los medios de comunicación, la realidad es que la liberación
deliberada de tales patógenos podría tener menor impacto sanitario de lo que gene
ralmente se percibe. Muchos gobiernos dedicaron considerables recursos al desarro
llo de virus como armas de guerra antes de decidir que su utilidad militar era muy
limitada. Los Centros de Control de Enfermedades de EE. UU. (Centers fo r Disease
Control, CDC) sólo reconocen dos tipos de virus como armas terroristas potencial
mente peligrosas: la viruela y agentes productores de fiebres hemorrágicas como
filovirus y arenavirus. Virus emergentes como el virus Nipah y los hantavirus tam
bién se consideran posibles amenazas futuras; sin embargo, esto contrasta con un
número muy superior de especies bacterinas y toxinas. La razón de esto es que los
patógenos bacterianos serían mucho más fáciles de preparar y diseminar para grupos
teiToristas que los virus. La amenaza potencial del bioterrorismo es en realidad in
significante comparada con el número real de muertes causadas cada año por infec
ciones en todo el mundo. De todas maneras, éste es un asunto que los gobiernos
están tratando con gran seriedad.
Patogénesis 247
RESUMEN
B ib l io g r a f ía
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CAPÍTULO 8
A g e n t e s s u b v ir a l e s :
GENOMAS SIN VIRUS,
VIRUS SIN GENOMAS
SATÉLITES Y VIROIDES
Los satélites son moléculas pequeñas de ARN que son absolutamente dependientes
de la presencia de otro virus para su multiplicación. ¡Incluso los virus tienen sus pro
pios parásitos! La mayoría de los satélites están asociados a virus de plantas, pero unos
cuantos están asociados a bacteriófagos o a virus animales (por ej., el género Depen-
dovirus, que son satélites de los adenovirus). Se distinguen dos clases de satélites:
virus satélites, que codifican sus propias proteínas de cubierta, y ARNs satélites (o
«virusoides»), que utilizan las proteínas de cubierta de un virus auxiliar (Apéndice 2).
Entre las propiedades típicas de los satélites se incluyen las siguientes:
249
250 Principios de virología molecular
(«potato spindle tuber viroid», PSTVd; los nombres de los viroides se abrevian «Vd»
para distinguirlos de los virus). Los viroides no codifican ninguna proteína y se re
plican por medio de la ARN polimerasa de clase II celular o posiblemente por el
producto de un gen de ARN polimerasa dependiente de ARN en algunas células
eucariotas. No se conocen los detalles de la replicación, pero es posible que ocurra
por un mecanismo de círculo rodante seguido de una escisión autocatalítica y una
auto-ligación para producir el viroide maduro.
Todos los viroides comparten una característica estructural común: una región cen
tral conservada del genoma que se cree que está implicada en su replicación (Figura
8.2). Un grupo de viroides es capaz de formar una estructura en cabeza de martillo, que
le confiere las propiedades enzimáticas de una ribozima (una molécula de ARN
autocatalítica, que se escinde a sí misma). Esta actividad se utiliza para escindir las
estructuras mulliméricas producidas durante el curso de la replicación. Otros viroides
emplean enzimas desconocidas del núcleo de la célula hospedadora para lograr este
objetivo. Algunos viroides (por ej., el viroide del cadang-cadang del cocotero, «coconut
cadang-cadang viroid» o CCCVd) causan enfermedades graves y letales en sus plan
tas hospedadoras. Otros causan desde efectos patogénicos inaparentes (por ej., el viroide
latente del lúpulo, «hop latent viroid» o HLVd) a síntomas leves (por ej., el viroide de
la piel cicatrizada de la manzana, «apple scar skin viroid» o ASSVd). No está claro
cómo causan los viroides los síntomas patológicos, pero obviamente tiene que ser el
resultado de alguna perturbación del metabolismo normal de la célula huésped. Mues
tran algunas similitudes con algunas secuencias de células eucarióticas, en particular
con un intrón encontrado entre los ARNs ribosomales 5,8 S y 25 S y con el ARNsn U3
que está implicado en fenómenos de corte y empalme (splicing); por tanto se ha suge
rido que los viroides pueden interferir con el procesamiento post-transcripcional del
ARN en las células infectadas. Experimentos in vitro con la proteína kinasa PKR de
mamífero purificada (Capítulo 6) han demostrado que la kinasa es activada (fosforilada)
intensamente por cepas de viroides que causan síntomas graves, pero mucho menos
por cepas poco patógenas. La activación de un homólogo vegetal de PKR podría ser el
suceso clave en la patogénesis por viroides (véase la discusión sobre respuesta de hi-
persensibilidad en el Capítulo 6).
TI T2
- CC — CCCG
C ~v r GG y GGCC O
Y
Dominio Región Región Región Dominio
izquierdo patogénica central variable terminal
terminal conservada derecho
La mayoría de los viroides se transmiten por propagación vegetativa (es decir, divi
sión de plantas infectadas), aunque unos pocos pueden ser transmitidos por insectos
vectores (transmisión no propagativa) o mecánicamente. Debido a que los viroides
carecen de una cápside protectora, cabría esperar que sus ARNs fuesen muy suscepti
bles a la degradación en el medio ambiente; sin embargo, su pequeño tamaño y su eleva
do grado de estructura secundaria los protege en gran medida, y son capaces de persistir
en el ambiente durante el tiempo suficiente para ser transferidos a un nuevo hospedador.
No están claros los orígenes de los viroides. Una teoría propone que podrían tratarse del
tipo más primitivo de genoma de ARN; posiblemente restos de «un mundo de ARN» que
se cree existió durante la era de la evolución prebiótica (ver Capítulo 3). Otra posibilidad
es que hubiesen evolucionado en un tiempo mucho más reciente como el tipo más extre
mo de parásito. Puede que nunca sepamos cuál de estas teorías es cierta, pero los viroides
existen y causan enfermedades en plantas y en humanos.
El virus de la hepatitis delta (VHD) es una única molécula quimérica con algunas
propiedades de virus satélite y otras de viroide (Tabla 8.2), que causa enfermedad en
seres humanos. El VHD requiere al virus de la hepatitis B (VHB) como virus auxiliar
para su replicación y se transmite de igual modo que el VHB, beneficiándose de la
presencia de una cubierta proteica compuesta de lípidos más proteínas del VHB. Las
preparaciones víricas de animales infectados con VHB/VHD contienen partículas
heterólogas distintas de las del VHB, con una estructura irregular mal definida. Estas
partículas se componen de antígenos de VHB y contienen la molécula de ARN circular
covalentemente cerrada del VHD en una conformación ramificada o en varilla, similar
a la de los viroides (Figura 8.3). A diferencia de los viroides, el VHD codifica una
proteína, el antígeno 8, que es una fosfoproteína nuclear. El procesamiento post-trans-
cripcional del ARN resulta en la producción de dos formas ligeramente diferentes de la
proteína, 8Ag-S (195 aminoácidos), que es necesaria para la replicación de VHD, y
SAg-L (214 aminoácidos), que es necesaria para el ensamblaje y liberación de partícu
las conteniendo VHD. Se piensa que el genoma del VHD es replicado por polimerasa
II de la célula hospedadora usando el mecanismo del «círculo rodante», que produce
concatémeros lineales que tienen que ser escindidos para producir infectividad. La
Tamaño y composición del genoma: 1.640 nt Homología de secuencia con la región central
(unas cuatro veces el tamaño de los viroides conservada implicada en la replicación
de plantas) de un viroide
Molécula de ARN circular de simple cadena
Dependencia del VHB para su replicación;
el ARN del VHD se empaqueta en cubiertas
de lípidos con proteínas del VHB
Codifica una sola proteína, el antígeno 5
Agentes subvirales: genomas sin virus, virus sin genomas
793 1.636
PSTVd
Figura 8.3 Estructura del ARN del virus de la hepatitis 8. La región en el extremo izquierdo del
genoma recuerda mucho al ARN de viroides de plantas, como el viroide del tubérculo fusiforme de la
patata (PSTVd), que se muestra para su comparación.
escisión es llevada a cabo por el dominio ribozima presente en el ARN de VHD, el único
ejemplo conocido de una ribozima en un genoma de virus animal. El VHD se encuentra
universalmente, en cualquier lugar donde se produzcan infecciones por el VHB. Las
interacciones entre VHB y VHD son difíciles de estudiar, pero parece que el VHD poten
cia los efectos patogénicos de la infección por el VHB. La hepatitis fulminante (con una
tasa de mortalidad aproximadamente del 80%) es 10 veces más común en co-infecciones
que en infecciones producidas sólo por el VHB. Como el VHD requiere al VHB para su
replicación, está siendo controlado por la vacu n a ció n frente al VHB (Capítulo 6).
PRiONES
Todas las enfermedades por priones comparten una patología subyacente similar,
aunque existen diferencias significativas entre distintas entidades. Varias enfermeda
des se caracterizan por la sedimentación de depósitos anormales de proteína en diver
sos órganos (por ej., riñón, bazo, hígado o cerebro). Estos depósitos «amiloides» con
sisten en el acúmulo de varias proteínas en forma de placas o fibrillas, dependiendo de
su origen; por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por el depósito de
placas o «madejas» compuestas por protema (3-amiloide, Ninguna de estas amiloidosis
convencionales es una enfermedad infecciosa, e intensas investigaciones han demos
trado que no se pueden transmitir a animales de experimentación. Son resultado de
errores endógenos del metabolismo causados por una gran variedad de factores desco
nocidos. Los depósitos amiloides parecen ser intrínsecamente cito tóxicos. Aunque no
están claros los mecanismos moleculares implicados en la muerte celular, es este efec
to el que da su nombre a las «encefalopatías espongiformes», debido a los agujeros
característicos que se observan al microscopio en las secciones del tejido cerebral afec
tado; estos agujeros están causados por pérdida neuronal y gliosis. Así, el depósito de
amiloide es una etapa final, relacionando las amiloidosis convencionales con las EET
y explicando el daño tisular que se observa en ambos tipos de enfermedades, pero sin
revelar nada sobre las causas subyacentes. No se puede establecer el diagnóstico defi
nitivo de EET en base a criterios clínicos y se requiere la demostración de acúmulos de
la proteína priónica (PrP) en tinciones inmunohistoquímicas en tejido cerebral post-
mortem, estudios de genética molecular o transmisión experimental a animales, como
se expone en las secciones siguientes.
EET en animales
Tembladera o «scrapie»
Descrita por primera vez hace más de 200 años, la tembladera de las ovejas es una
enfermedad que ocurre de forma natural en muchas partes del mundo, aunque no está
Agentes subvirales: genomas sin virus, virus sin genomas 255
40.000
37.280
35.090 Total de casos de EEB en Reino Unido: 183.803
35.000
30.000
Prohibición
de despojos 25.359 Prohibición
especificados 24.438
25.000 de consumo
de vacuno humano
de visceras
20.000 de oveja, cabra
y ciervo
Prohibición
de proteínas 14.407 14.562
15.000 de rumiantes
en piensos
10.000 8. i 49
7.228
4.393
5.000 3.235 9
2.514 301
1.443 1.202 1.144 612
446
0
1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003
y antes
F igura 8.4 Incidencia declarada de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en el Reino Unido.
256 Principios de virología molecular
que las ovejas son susceptibles) a través del pienso infectado (véase más adelante). No
está claro el modo natural de transmitirse entre ovejas. Los corderos nacidos de ovejas
infectadas con tembladera son más propensos a desarrollar la enfermedad, pero la ra
zón de esto no se conoce. No se ven síntomas de la enfermedad en ovejas de menos de
un año y medio de edad, lo que indica que el periodo de incubación de la tembladera
tiene al menos esta duración. Las primeras señales de infectividad pueden detectarse
en las amígdalas, los nodulos linfáticos mesentéricos y los intestinos de ovejas de 10 a
14 meses de edad, lo que sugiere una vía oral de infección. El agente infectivo está
presente en las membranas del embrión, pero no se ha demostrado en el calostro ni en
la leche o en los tejidos de los corderos recién nacidos.
de 1992. Desde entonces el número de casos nuevos ha comenzado a bajar; sin embar
go, una variedad de falsas suposiciones se pueden identificar en los siguientes razona
mientos.
Se sabe ahora que ninguno de los procesos de transformación utilizados antes o
después de los años 80 inactiva completamente la infectividad de los priones; por lo
tanto, el ganado podría haber estado expuesto a los priones de la tembladera en todos
los países del mundo donde hubiese esta enfermedad y se usasen harinas cárnicas, no
sólo en el Reino Unido en la década de los 80. Por ejemplo, la incidencia de temblade
ra en los Estados Unidos es difícil de determinar, pero en los 8 años siguientes al
incremento en la compensación económica a 300 dólares en 1977 por el sacrificio de
ovejas infectadas, el número de casos declarados ascendió diez veces, alcanzando un
pico de unos 50 rebaños afectados por año.
La encefalopatía espongiforme bovina no es tembladera. Las propiedades biológi
cas de los agentes de la tembladera y de la EEB son distintas; por ejemplo, la
transmisibilidad a diferentes especies animales y los patrones de lesiones producidas
en los animales infectados (véase Biología molecular de priones, más adelante). No
existe evidencia que demuestre la suposición de que la EEB es la tembladera en las
vacas. La única interpretación plausible basada en los conocimientos actuales es que la
EEB se originó como un prión endógeno bovino (de la vaca) que se amplificó por el
consumo por las vacas de proteínas derivadas del ganado en forma de harinas cárnicas.
Por tanto, la aparición de la EEB en el Reino Unido parece deberse al azar junto a unas
malas prácticas en la cría de animales (es decir, por el uso de harinas cárnicas para
alimentar a rumiantes).
La distribución declarada a nivel internacional de EEB está reñida con los hechos
reales. Alemania, España e Italia importaron cada una aproximadamente 13.000 cabe
zas de ganado británicas además de 1.200 toneladas de harinas cárnicas inglesas en el
momento álgido de la epidemia, mientras que los Estados Unidos importaron 126 ca
bezas de ganado y 44 toneladas de harinas cárnicas del Reino Unido. Aproximadamen
te 40.000 toneladas de harinas cárnicas se exportaron del Reino Unido entre 1985 y
1988; Francia sola importó al menos 17.000 toneladas durante este periodo y sólo ha
declarado 20 casos de EEB comparados con los casi 100.000 en el Reino Unido duran
te el mismo periodo. De 1985 a 1990, el Reino Unido exportó 57.900 animales. Estos
animales habrían dado lugar a 1.668 casos de EEB de haber peimanecido en el Reino
Unido, pero sólo una pequeña fracción de estos casos han sido declarados por los
países receptores. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos mantiene
que no se han confirmado casos de EEB en los Estados Unidos, pero se ha encontrado
ETV en este país en visones alimentados con «vacas donantes» y nunca alimentados
con ovejas; por lo tanto, no podían haber estado expuestos a tembladera (ver Biblio
grafía).
Respecto a la EEB, aún permanecen importantes preguntas sin responder. Muchas
de ellas surgen del elevado número de animales infectados (> 41.000) nacidos después
de la prohibición de los piensos de 1988. Ahora se admite por lo general que la prohi
bición de los piensos se aplicó incorrectamente y además sólo se impuso al pienso de
ganado vacuno. Los mismos fabricantes que producían pienso para ganado bovino
Agentes subvirales: genomas sin virus, virus sin genomas 259
estaban elaborando también piensos con harinas cárnicas para ganado ovino, porcino y
para aves de corral, facilitando que se produjesen contaminaciones. Como resultado,
en marzo de 1996 se prohibió en el Reino Unido el uso de harinas cárnicas de mamífe
ros en la alimentación animal. Ahora se sabe que se puede producir la transmisión
vertical de EEB en rebaños con una frecuencia del 1 al 10%. De igual manera, existe la
posibilidad de que se produzca la transmisión ambiental, similar a la que se sabe ocu
rre con la tembladera (como se comentó más arriba). Además del perjuicio económico
causado por la EEB, la principal preocupación actualmente es el posible riesgo para la
salud humana (como se comenta después).
3 meses. Esta forma constituye el 90% de todos los casos de EET humanas, pero
sólo un 1% aproximadamente de los casos de ECJ esporádicos son transmisibles al
ratón.
■ Iatrogénico/adquirido: éstos ocurren por situaciones de riesgo reconocidas (por
ej., neurocirugía, trasplantes). Unos 50 casos de EET fueron causados en indivi
duos jóvenes que recibieron inyecciones de hormona de crecimiento humana o
gonadotrofinas, derivadas de extractos de glándulas hipofisarias obtenidas de cadá
veres, una práctica que ya se ha sustituido por la obtención de hormonas por inge
niería genética.
■ Familiar: un 10% aproximadamente de EET humanas son familares (es decir, he
reditarias). Se sabe que diversas mutaciones en el gen PrP humano dan lugar a
encefalopatías espongiformes con carácter autosómico dominante, adquiridas por
transmisión hereditaria mendeliana (Figura 8.5).
El kuru fue la primera encefalopatía espongiforme investigada en detalle, y posi
blemente constituya una de las historias más fascinantes que hayan surgido como re
sultado de investigaciones epidemiológicas. Esta enfermedad ocurría principalmente
en 169 poblados habitados por las tribus Fore en las tierras altas de Nueva Guinea. Los
primeros casos se registraron en los años 50 y cursaban con una pérdida progresiva del
control neuronal voluntario, seguido de muerte en menos de 1 año tras la aparición de
los síntomas. La clave del origen de la enfermedad fue proporcionada por el perfd de
las víctimas; nunca fue vista en niños pequeños, raramente en hombres adultos, y era
más frecuente en adolescentes varones y hembras, así como en mujeres adultas. Los
nativos Fore practicaban el canibalismo ritual como rito para honrar a sus difuntos.
Mujeres y niños participaban en estas ceremonias, pero no los hombres adultos, lo que
explica la distribución por edades y sexos de la enfermedad. El periodo de incubación
del kuru puede ser superior a 30 años, pero en la mayoría de los casos es algo más
corto. La práctica del canibalismo ritual fue desaconsejada a final de los años 50 y la
incidencia del kuru disminuyó entonces drásticamente. Actualmente el kuru ha des
aparecido.
Deleción de octarrepetición
0 M129V
P olim orfism os naturales:
1 PrP
Enfermedades po r priones hereditarias: 1 II
A117V DI 78N
M232R
Inserciones de octarrepeticionesu'. , . . . — P105L V1801 Q217R
[P(Q/H)GGG(G/ )W GQ| .1.111.1.1.1 3102L F198S V 2 101
16 32 48 6 4
40 56 r2 E2 30K
Y145 STOP
La descripción anterior cubre el panorama conocido de las EET humanas, que ha sido
laboriosamente elaborado durante varias décadas. No existe evidencia alguna de que
ninguna encefalopatía espongiforme humana haya sido adquirida habitualmente por vía
oral (por ej., comiendo cordero infectado de tembladera). Hay buenas razones para que
esto sea así (véase Biología molecular de priones, a continuación); sin embargo, en abril
de 1996 se publicó un artículo que describía en el Reino Unido una nueva variante de
ECJ (vECJ) (ver Bibliografía). Aunque en número relativamente pequeño, estos casos
comparten características inusuales que los distinguen de otras formas de ECJ:
■ Edad precoz de aparición o de fallecimiento (27 años de media, comparado con 65
años en la ECJ).
■ Duración prolongada de la enfermedad (13 meses de media, comparado con 3 me
ses para la ECJ).
Presentación predominantemente psiquiátrica, incluyendo ansiedad, depresión, re
traimiento y cambios de conducta más que síntomas neurológicos.
■ Desarrollo posterior de síndrome cerebeloso con ataxia.
■ Desarrollo de pérdida de memoria y trastornos de la memoria en progresión hasta
discapacidad cognitiva grave.
■ Desarrollo de mioclonias (contracciones musculares involuntarias) en la mayoría
de los pacientes.
■ Ausencia de las características típicas del electroencefalograma (EEG) de la ECJ.
Cambios neuropatológicos espongiformes, pérdida neuronal y gliosis astrocítica,
más evidente en los ganglios básales y en el tálamo.
La característica neuropatológica más llamativa y consistente es la formación de
placas amiloides semejantes a las que se veían en el kuru, extensamente distribuidas
por todo el cerebro y el cerebelo.
El Comité Asesor Oficial de la Encefalopatía Espongiforme del Reino Unido con
cluyó que «la vECJ es una enfermedad previamente no reconocida y consistente», y
que «aunque no hay evidencias directas de un vínculo, de acuerdo con los datos actua
les y en ausencia de una alternativa creíble, la explicación más probable actualmente
es que estos casos están relacionados con la exposición a la encefalopatía espongifor
me bovina». En 2004, cerca de 150 personas habían fallecido de vECJ en el Reino
Unido y varias más en otros países. Los modelos matemáticos de la epidemia sugieren
que es probable que el número máximo de muertes por vECJ en el Reino Unido sea de
14.000 o algo menos; un pensamiento difícilmente consolador.
La evidencia de que los priones no son virus convencionales está basada en el hecho
de que los ácidos nucleicos no son necesarios para la infectividad, ya que presentan:
Resistencia a la inactivación por calor: la infectividad se reduce pero no se elimina
por tratamiento a alta temperatura en el autoclave (135°C durante 18 minutos). Se
retiene incluso cierta actividad infectiva después de tratamiento a 600°C, lo que
262 Principios de virología molecular
sugiere que un molde molecular inorgánico sería capaz de formar un núcleo para la
replicación biológica del agente.
■ Resistencia a daño por irradiación: se encontró que la infectividad era resistente a
radiaciones ultravioletas de onda corta y a radiaciones inonizantes. Estos tratamientos
inactivan organismos infecciosos al causar daños a su genoma. Existe una relación
inversamente proporcional entre el tamaño de la molécula de ácido nucleico diana
y la dosis de radioactividad o de luz ultravioleta necesarias para inactivarlas; es
decir, las moléculas grandes son sensibles a dosis mucho más pequeñas que las
moléculas más pequeñas (Figura 8.6). Se encontró que el agente de la tembladera o
scrapie era altamente resistente a ambos tipos de radiación, luz ultravioleta y radia
ción ionizante, indicando que un ácido nucleico presente tendría que tener menos
de 80 nucleótidos.
■ Resistencia a tratamientos con ADNasa y ARNasa, psoralenos y a la hidrólisis cata
lizada por Zn2+, todos ellos capaces de inactivar ácidos nucleicos.
■ Sensibilidad a urea, SDS, fenol y otros agentes químicos desnaturalizantes de pro
teínas.
Figura 8.6 Sensibilidad a la radiación de los agentes infecciosos. La dosis de radiación ionizante que
se requiere para destruir la infectividad de un agente infeccioso depende del tamaño de su genoma. Los
genomas más grandes (por ej., virus con ADN bicatenario, línea superior) presentan una «diana» m ayor
y son por lo tanto más sensibles que los genomas más pequeños (por ej., virus con ARN monocatenario,
línea inferior; Nota: <¡>X174 tiene un genoma de ADN monocatenario). El agente del scrapie o temblade
ra es considerablemente más resistente a la radiación que cualquier virus conocido (nótese la escala
logarítmica en el eje vertical).
Agentes subvirales: genomas sin virus, virus sin genomas 263
Todo lo anterior indica que se trata de un agente con las propiedades de una
proteína más que de un virus. Una proteína de 254 aminoácidos (PrPSc) se asocia con
la infectividad del scrapie. La purificación bioquímica de la infectividad de éste
resultó en la obtención de preparaciones muy ricas en PrPSc, y la purificación de
PrpSc resuitó en un enriquecimiento en la actividad del scrapie. En 1984, Prusiner
determinó la secuencia de 15 aminoácidos en el extremo de la PrPSc purificada. Esto
condujo al hallazgo de que todas las células de mamífero contienen un gen (Prnp)
que codifica una proteína idéntica a la PrPSc, llamada PrPc . No se han encontrado
diferencias bioquímicas entre PrPc y PrPSc, aunque, a diferencia de PrPc, la PrPSc es
parcialmente resistente a la digestión con proteasas, resultando en la formación de
un fragmento de 141 aminoácidos, resistente a proteasa, que se acumula en forma de
fibrillas en las células infectadas (Figura 8.7). Solamente una proporción del total de
PrPc de los tejidos enfermos está presente como PrPSc, aunque se ha demostrado que
ésta es la forma infecciosa de la proteína PrP, ya que la PrPSc altamente purificada es
infecciosa cuando se inocula a animales de experimentación. Igual que con otros
agentes infecciosos, existe un efecto dosis-dependiente que determina una correla
ción entre la cantidad de PrPSc en un inoculo y el tiempo de incubación hasta el
desarrollo de la enfermedad.
Por lo tanto, las EET, que se comportan como enfermedades infecciosas, parecen
estar causadas por un gen/proteína endógeno/a (Figura 8.8). La susceptibilidad de una
especie hospedadora a la infección por priones está co-determinada por el prión del
inoculo y por el gen Prnp. Los periodos de incubación de la enfermedad para distintos
priones aislados varían en diferentes cepas endogámicas de ratones, pero para un aisla
do determinado de una cepa en concreto son llamativamente estables. Estas observa
ciones han originado dos conceptos importantes:
1. Variación de cepas de priones: se han identificado al menos 15 cepas diferentes
de PrPSc. Se pueden diferenciar entre sí por el tiempo de incubación hasta el inicio
de la enfermedad y por el tipo y la distribución de las lesiones en el sistema nervio
so central (SNC) en estirpes endogámicas o singénicas de ratones. Por tanto, se
puede analizar la «huella digital» de los priones, y los priones de la EEB pueden
distinguirse de los de la tembladera o de los de la ECJ.
2. Barrera interespecie: cuando los priones se transmiten inicialmente de una espe
cie a otra, la enfermedad se manifiesta sólo después de un periodo de incubación
muy largo, si es que lo hace. Tras pases seriados en la nueva especie, a menudo el
periodo de incubación disminuye drásticamente y después se estabiliza. Esta barre
ra interespecie puede ser superada al introducirse un transgén PrP de la especie
donante del prión (por ej., hámster) al ratón receptor (Figura 8.9).
PrPc y PrPSc, sin embargo, no sufren modificaciones post-transduccionales, y los
genes que las codifican no están mutados, lo que las diferencia de las formas familiares
de ECJ con herencia mendeliana. No se ha establecido con seguridad cómo un com
portamiento aparentemente complejo puede ser «codificado» por una proteína de 254
Agentes subvirales: genomas sin virus, virus sin genomas 265
Figura 8.9 La transmisión experimental de scrapie a animales demuestra la existencia de una barrera
inter-especie aparente. La transmisión de hámster a hámster y de ratón a ratón provoca la aparición de
enfermedad tras un periodo de incubación relativamente corto (75 días y 175 días, respectivamente). La
transmisión de una especie a otra es mucho menos eficaz, y la enfermedad se produce sólo después de un
periodo de incubación mucho más largo. La transmisión de PrP derivada del hámster a ratones transgé-
nicos portadores de varias copias del gen PrP del hámster (el ratón más oscuro en esta figura) es mucho
más eficaz, mientras que la transmisión de PrP derivada del ratón a ratones transgénicos es menos eficaz.
Las transmisiones posteriores desde los ratones transgénicos implican que se habrán producido algunas
modificaciones en las propiedades del agente.
cación a la aparición de EEB: una mutación espontánea de un gen PrP bovino causó
priones infecciosos que después se amplificaron a través de la cadena alimentaria. En
los últimos años la construcción de animales transgénicos ha arrojado más luz sobre
las ideas anteriores.
La hipótesis de los priones es revolucionaria y ha encontrado de forma justificada
algunas acogidas escépticas. La PrP es una proteína muy difícil de estudiar, ya que
forma fuertemente agregados y es de tamaño heterogéneo, e incluso las mejores prepa
raciones requieren 1 x 105 moléculas PrP para infectar a un ratón. Esto plantea pregun
tas sobre si no estará oculto en los agregados de proteínas algún tipo de agente infec
cioso no identificado. Todavía es posible plantear muchas teorías alternativas con varios
niveles de complejidad (y de verosimilitud) que se ajusten a los datos experimentales.
La ciencia progresa mediante la construcción de hipótesis experimentalm ente
verificables. Durante muchos años, la investigación sobre las encefalopatías espongi
formes ha avanzado de forma desesperadamente lenta, porque se ha tardado al menos
un año y muchas veces varios años en completar un solo experimento. Con el adveni
miento de la biología molecular, éste se ha convertido en un campo dinámico y en
rápida evolución. Los próximos años revelarán sin duda más información sobre la cau
sa de estas enfermedades y probablemente proporcionarán estímulos para pensar sobre
las interacciones entre los agentes infecciosos y el organismo hospedador en la patogé
nesis de las enfermedades infecciosas.
Igual que los ácidos nucleicos pueden llevar a cabo reacciones enzimáticas, las
proteínas pueden actuar como genes. Reed Wickner
RESUMEN
B ib l io g r a f ía
Collinge, J. (2001). Prion diseases o f hurnans and animals: their causes and molec
ular basis. Annual Review of Neurosáence, 24: 519—550.
Dodds, J.A. (1998). Satellite tobáceo mosaic virus. Annual Review of Phytopathology,
36: 295-310.
268 Principios de virología molecular