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¿Como se transmite la información en el cerebro?

Por: José Ignacio López García

El cerebro es el órgano más increíble de nuestro cuerpo. Y tanto es así que, a día
de hoy, su funcionamiento y su naturaleza continúan siendo unos de los grandes
secretos para la ciencia. Esta estructura de unos 1.3 kilogramos con una
consistencia similar a la gelatina es lo que determina quienes somos y es el centro
de mandos de todo el organismo.

Gracias a un conjunto de neuronas que, puestas en fila, recorrerían más de 1.000


km, el cerebro se encarga de transmitir información a cualquier región del cuerpo,
ya sea para movernos, mantener las funciones vitales, experimentar sensaciones,
pensar, imaginar… Todos los procesos que suceden en cualquier parte de nuestro
cuerpo nacen en el cerebro.

Pero, ¿cómo consigue el cerebro hacer llegar la información a todo el cuerpo?


¿En qué forma está esta información?

El cerebro: nuestro centro de mandos

El cerebro lo controla todo. Absolutamente todo. La respiración, los pensamientos,


los latidos del corazón, nuestros movimientos, nuestros sentidos de la vista, el
olfato, el gusto, el tacto y el oído, lo que recordamos, la digestión... Es lo que
consigue que un conjunto de células, órganos y tejidos funcionen como uno solo.

Es el núcleo del sistema nervioso central, el cual se encarga de procesar y enviar


la información hacia todo el cuerpo. Formado por el cerebro y la médula espinal,
tiene la función tanto de generar respuestas como de conducirlas hacia los nervios
periféricos del cuerpo, que se ramifican hasta llegar a cualquier órgano y tejido del
cuerpo.

Y la forma que tiene nuestro cuerpo de enviar información es a través de impulsos


eléctricos. Es decir, todo lo que sentimos y hacemos con el cuerpo es a través de
este flujo de señales eléctricas. Gracias a estos impulsos, el cerebro envía la
información, pues todo lo que necesitan los órganos y tejidos del cuerpo para
actuar está codificado en estas señales.

Imaginemos que tocamos algo que está muy caliente. Lo que hará el cerebro es,
después de ser alertado por los receptores sensoriales del tacto, generar un
impulso eléctrico que viajará a una velocidad (de más de 360 km/h) a lo largo del
sistema nervioso hasta llegar justo a los músculos de la zona del cuerpo que está
sintiendo dolor, con un mensaje muy claro: “quita la mano de ahí”.

Pero, ¿cómo consigue el cerebro hacer llegar estos impulsos eléctricos de forma
tan rápida? ¿Por dónde viajan los impulsos nerviosos? A continuación,
seguiremos analizándolo.

¿Qué sucede en su interior?

Lo que sucede en el interior del cerebro continúa siendo uno de los grandes
misterios no solo de la medicina, sino de la ciencia en general. De todos modos,
cada vez entendemos más lo que ocurre en el interior de este increíble órgano.

El cerebro está formado por miles de millones de neuronas, un tipo de células muy
especializado y que son realmente las partes funcionales. El cráneo, las
meninges, el líquido cefalorraquídeo y las células neurogliales contribuyen a dar a
el cerebro esa consistencia típica y no son más que estructuras que tienen un
simple propósito: mantener la integridad de las neuronas y dotarlas de un medio
en el que puedan desarrollarse y comunicarse entre sí adecuadamente.

Y aquí es donde nos vamos acercando a cómo transmite el cerebro la información.


Desde este momento, tenemos que dejar de pensar en el cerebro como esa masa
de aspecto gelatinoso y empezar a visualizarlo como una red de miles de millones
de neuronas interconectadas.

Las neuronas están por todo el cuerpo, pues son las células que conforman el
sistema nervioso. Y, evidentemente, a cualquier región del organismo llegan las
neuronas. Lo que pasa es que, a excepción del cerebro, las neuronas son
simplemente una “autopista” por la que fluye la información. En el cerebro llegan a
un nivel de complejidad mucho mayor.
Y es que es de esta interconexión neuronal propia del cerebro que, partiendo
simplemente de unas células con un tamaño inferior a 0’1 milímetros, al
conectarse entre sí son capaces de generar pensamientos, emociones, sueños,
almacenar recuerdos, controlar los latidos del corazón, hacer que andemos, que
movamos los brazos, que experimentos sensaciones… Todo. Todo nace de la
comunicación entre neuronas.

Evidentemente, el tema es mucho más complejo, pero sería imposible analizarlo


en este artículo. Por lo tanto, debemos quedarnos con esto, con que lo que pasa
en el interior del cerebro es que hay miles de millones de neuronas que forman
una especie de telaraña, interconectándose entre ellas y siendo capaces de
generar y transmitir impulsos eléctricos.

El cerebro es “solo” eso: una máquina de generar señales eléctricas con la


capacidad de reconducirlas hacia todo el organismo. Ahora veremos cómo nacen
estos impulsos y cómo llegan a cualquier órgano o tejido del cuerpo.

¿Cómo envía la información?

Ahora ya sabemos que el cerebro es nuestro centro de mandos y que son


únicamente las neuronas las que lo controlan todo. Por lo tanto, nuestro “yo” no es
más que un conjunto de miles de millones de neuronas generando y transmitiendo
constantemente impulsos eléctricos.

Todo empieza cuando hay “algo” que enciende, es decir, que activa, una región de
nuestro cerebro. Para entenderlo mejor, seguiremos con el ejemplo de tocar algo
que nos está quemando. Nuestra piel está llena de receptores de dolor, los cuales
forman parte del sentido del tacto y, por lo tanto, del sistema nervioso. Cuando
alguna perturbación (algo está demasiado caliente) activa estos receptores, las
neuronas sensoriales se encargan de hacer llegar, mediante los impulsos
eléctricos que venimos mencionando, la señal de “esto me está quemando” al
cerebro.
Cuando este mensaje llega a la red neuronal del cerebro, estas analizan la
información y se “dan cuenta” de que hay que quitar la mano de ahí cuanto antes
porque si está quemando, es posible que nos haga daño. Por lo tanto, cuando
llega el mensaje, las neuronas del cerebro (en la región encargada de procesar lo
que llega del sentido del tacto) se activan. Y cuando se activan, empieza lo
interesante.

“Activarse”, en el ámbito de la neurología, significa cargarse eléctricamente. Por lo


tanto, cuando las neuronas del cerebro quieren enviar una señal, la que sea,
desde “quita la mano” hasta “mueve la pierna”, pasando por “corazón, continúa
latiendo” y cualquier proceso del organismo, deben generar un impulso eléctrico.

Por lo tanto, en nuestro cerebro se están generando a cada instante millones de


impulsos eléctricos, que nacen en el interior de las neuronas de la red neuronal
cerebral. Una vez estas neuronas tienen la señal eléctrica con la información de
“tenemos que apartar la mano” codificada, es imprescindible que este mensaje
llegue a los músculos de las manos.

Pero si la información se quedara en el cerebro y no pudiera viajar, esto sería


imposible. Por ello, la naturaleza ha dotado a los seres vivos de la capacidad de
realizar un proceso asombroso conocido como sinapsis.

La sinapsis es, básicamente, una forma que tienen las neuronas de “ir pasándose”
el mensaje las unas a las otras. La información nace en el cerebro, pero después,
todas las neuronas que conforman cada uno de los nervios de nuestro cuerpo
participan en que el mensaje llegue al destino.

El sistema nervioso forma una red similar a una “autopista” que tiene su origen en
el cerebro pero que se extiende por todo el organismo. Y la forma de que las
neuronas del cerebro pasen la información a las de los nervios es mediante esta
sinapsis neuronal, un proceso químico increíble.

Cuando las neuronas del cerebro se han activado eléctricamente y, por lo tanto,
han generado el mensaje, empiezan a producir neurotransmisores, unas
moléculas que se sintetizan con unas características acordes al impulso eléctrico y
que son liberadas al espacio que hay entre neuronas.

Una vez la primera neurona ha generado neurotransmisores, estos son captados


por la siguiente neurona de la red, que los “absorbe” y, una vez lo ha hecho, en su
interior suceden una serie de cambios que la llevan a cargarse eléctricamente del
mismo modo que la anterior y, por lo tanto, llevando el mismo mensaje.

Esta segunda neurona conducirá el impulso eléctrico por toda su extensión hasta
llegar a la región donde se sintetizan los neurotransmisores, que serán captados
por la siguiente neurona. Esta tercera neurona los volverá a absorber y se activará
eléctricamente para pasar el mensaje a la cuarta, y así sucesivamente miles de
millones de veces hasta que, partiendo del cerebro, se llega a los nervios que
controlan los movimientos musculares. Y todo esto sucede en milésimas de
segundo.

Cuando el impulso eléctrico, que ha nacido en el cerebro pero que, gracias a la


sinapsis y pese a haber “saltado” de neurona en neurona millones de veces, se
mantiene intacto con la información de “hay que quitar la mano de aquí porque nos
estamos quemando”, llega a los músculos, estos se activan por orden de los
nervios y, en efecto, quitamos la mano de ahí.

Y así es como el cerebro transmite la información: generando impulsos eléctricos


dentro de una red neuronal increíblemente compleja y “pasando” el mensaje entre
neuronas gracias a un proceso químico en el que se liberan moléculas que hacen
que todas las neuronas de la red se vayan activando una detrás de otra hasta
llegar al destino.

E igual que sucede con este ejemplo de quemarnos, todos los otros procesos
fisiológicos imaginables, tanto los voluntarios como los involuntarios, siguen el
mismo principio.

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