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El cerebro es el órgano más increíble de nuestro cuerpo. Y tanto es así que, a día
de hoy, su funcionamiento y su naturaleza continúan siendo unos de los grandes
secretos para la ciencia. Esta estructura de unos 1.3 kilogramos con una
consistencia similar a la gelatina es lo que determina quienes somos y es el centro
de mandos de todo el organismo.
Imaginemos que tocamos algo que está muy caliente. Lo que hará el cerebro es,
después de ser alertado por los receptores sensoriales del tacto, generar un
impulso eléctrico que viajará a una velocidad (de más de 360 km/h) a lo largo del
sistema nervioso hasta llegar justo a los músculos de la zona del cuerpo que está
sintiendo dolor, con un mensaje muy claro: “quita la mano de ahí”.
Pero, ¿cómo consigue el cerebro hacer llegar estos impulsos eléctricos de forma
tan rápida? ¿Por dónde viajan los impulsos nerviosos? A continuación,
seguiremos analizándolo.
Lo que sucede en el interior del cerebro continúa siendo uno de los grandes
misterios no solo de la medicina, sino de la ciencia en general. De todos modos,
cada vez entendemos más lo que ocurre en el interior de este increíble órgano.
El cerebro está formado por miles de millones de neuronas, un tipo de células muy
especializado y que son realmente las partes funcionales. El cráneo, las
meninges, el líquido cefalorraquídeo y las células neurogliales contribuyen a dar a
el cerebro esa consistencia típica y no son más que estructuras que tienen un
simple propósito: mantener la integridad de las neuronas y dotarlas de un medio
en el que puedan desarrollarse y comunicarse entre sí adecuadamente.
Las neuronas están por todo el cuerpo, pues son las células que conforman el
sistema nervioso. Y, evidentemente, a cualquier región del organismo llegan las
neuronas. Lo que pasa es que, a excepción del cerebro, las neuronas son
simplemente una “autopista” por la que fluye la información. En el cerebro llegan a
un nivel de complejidad mucho mayor.
Y es que es de esta interconexión neuronal propia del cerebro que, partiendo
simplemente de unas células con un tamaño inferior a 0’1 milímetros, al
conectarse entre sí son capaces de generar pensamientos, emociones, sueños,
almacenar recuerdos, controlar los latidos del corazón, hacer que andemos, que
movamos los brazos, que experimentos sensaciones… Todo. Todo nace de la
comunicación entre neuronas.
Todo empieza cuando hay “algo” que enciende, es decir, que activa, una región de
nuestro cerebro. Para entenderlo mejor, seguiremos con el ejemplo de tocar algo
que nos está quemando. Nuestra piel está llena de receptores de dolor, los cuales
forman parte del sentido del tacto y, por lo tanto, del sistema nervioso. Cuando
alguna perturbación (algo está demasiado caliente) activa estos receptores, las
neuronas sensoriales se encargan de hacer llegar, mediante los impulsos
eléctricos que venimos mencionando, la señal de “esto me está quemando” al
cerebro.
Cuando este mensaje llega a la red neuronal del cerebro, estas analizan la
información y se “dan cuenta” de que hay que quitar la mano de ahí cuanto antes
porque si está quemando, es posible que nos haga daño. Por lo tanto, cuando
llega el mensaje, las neuronas del cerebro (en la región encargada de procesar lo
que llega del sentido del tacto) se activan. Y cuando se activan, empieza lo
interesante.
La sinapsis es, básicamente, una forma que tienen las neuronas de “ir pasándose”
el mensaje las unas a las otras. La información nace en el cerebro, pero después,
todas las neuronas que conforman cada uno de los nervios de nuestro cuerpo
participan en que el mensaje llegue al destino.
El sistema nervioso forma una red similar a una “autopista” que tiene su origen en
el cerebro pero que se extiende por todo el organismo. Y la forma de que las
neuronas del cerebro pasen la información a las de los nervios es mediante esta
sinapsis neuronal, un proceso químico increíble.
Cuando las neuronas del cerebro se han activado eléctricamente y, por lo tanto,
han generado el mensaje, empiezan a producir neurotransmisores, unas
moléculas que se sintetizan con unas características acordes al impulso eléctrico y
que son liberadas al espacio que hay entre neuronas.
Esta segunda neurona conducirá el impulso eléctrico por toda su extensión hasta
llegar a la región donde se sintetizan los neurotransmisores, que serán captados
por la siguiente neurona. Esta tercera neurona los volverá a absorber y se activará
eléctricamente para pasar el mensaje a la cuarta, y así sucesivamente miles de
millones de veces hasta que, partiendo del cerebro, se llega a los nervios que
controlan los movimientos musculares. Y todo esto sucede en milésimas de
segundo.
E igual que sucede con este ejemplo de quemarnos, todos los otros procesos
fisiológicos imaginables, tanto los voluntarios como los involuntarios, siguen el
mismo principio.