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El estilo de Pablo 

VI

fe-cultura
y el estilo del Vaticano II *

Michael Paul Gallagher S.I.


Universidad Gregoriana (Roma)

Recibido 5 de octubre de 2014


Aceptado 8 de octubre de 2014

RESUMEN: A lo largo de estos últimos años diversos comentaristas del Vaticano II


han desarrollado el concepto del estilo como instrumento interpretativo para identifi-
car el tono específico del Concilio. En este artículo son examinados diversos aspectos
del estilo del papa Pablo VI, entendiendo por estilo una actitud y una sensibilidad
cultural por la que el cristiano dialoga desde una fe madura y una caridad encarnada
con el mundo. Cita el autor textos montinianos en parte desconocidos, subrayando, a
su vez, que el equilibrio, la apertura y el diálogo frente a la complejidad de la moder-
nidad están presentes tanto en el estilo pastoral de Montini como en el estilo interpre-
tativo y moderno del Concilio
PALABRAS CLAVE: Juan Bautista Montini, diócesis de Milán, diálogo, complejidad
de la modernidad, Vaticano II, estilo del Vaticano II.

El 10 de octubre de 1962 por la tar- velación. Escucharon una presen-


de, dos futuros papa tuvieron en tación abiertamente crítica en la
Roma dos importantes conferen- que se les decía que el texto prepa-
cias. La fecha, naturalmente, es rado era mediocre y debía ser mo-
muy significativa, ya que la ma- dificado en muchos aspectos. El
ñana siguiente tendría lugar la relator, Joseph Ratzinger, termina-
solemne apertura del Concilio Va- ba en tono dramático, afirmando
ticano II.
que el borrador romano propuesto
La víspera de este Concilio, los reflejaba solo a una escuela teoló-
obispos de lengua alemana se reu- gica que intentaba prevalecer so-
nieron para una conferencia sobre bre otra escuela, y que el Concilio
el documento preparado para el no tenía por qué verse envuelto en
Concilio sobre las fuentes de la re- tan «sorprendente disquisición»

*  Traducción de Ignacio Arregui. Artículo publicado en la Civiltà Cattolica 3.943


en octubre de 2014, 3-18.

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(erstaunlich Verengung) o «provin- no moderno, los grandes fenóme-


cialismo eclesiástico». Por el con- nos de la vida económica, cultural,
trario, el Concilio debía hablar «de científica y social de nuestro tiem-
una forma nueva» y «en nuestra po y la de iniciar un diálogo lle-
lengua». Ratzinger concluyo con no de confianza y amistad con el
estas palabras: «el mundo no nos mundo contemporáneo» 2.
pide ulteriores perfeccionamien-
tos de un sistema, sino que espera Lo primero que llama la atención
de nosotros la respuesta de fe en en estas dos relaciones es la elec-
un tiempo de incredulidad» 1. ción profética de los dos futuros
papas que adelantaba un diferente
Aquella misma tarde, en el Capito- estilo conciliar que salía al encuen-
lio, ante un auditorio ilustre com- tro de las necesidades de un nue-
puesto por el alcalde de Roma, vo contexto cultural.
cardenales y líderes de la vida y la
cultura italiana, el cardenal Mon-
tini pronunció un discurso sobre El estilo como expresión
el tema «Roma y el Concilio». Des- y actitud
pués de recordar la delicada si-
tuación política que había llevado El tema de este artículo es el estilo,
a una brusca conclusión del Vati- y ya en sus inicios ambos discursos
cano I, reconoció en cambio la re- presagiaban claramente un cambio
lación de recíproca amistad que de estilo conciliar en el Vaticano II.
existía entre la ciudad de Roma Ahora bien, ¿qué entendemos por
y la Iglesia al comienzo del nue- «estilo»? Para comprenderlo, va-
vo Concilio. Motini expresó luego mos a acudir a otro famoso Carde-
su esperanza en un Concilio de re- nal, John Henry Newman.
novación con estas palabras: «La
asamblea conciliar se sentirá ani- En uno de sus cursos universita-
mada a cumplir sus altas finalida- rios sobre Literatura, sostenía que
des renovadoras como la de dar a el estilo es único para cada uno.
la Iglesia nuevas disposiciones más «El estilo de una gran inteligencia
adecuadas a las formas de vida de le pertenece al individuo de forma
la sociedad actual, o la de asumir exclusiva igual que la sombra de
dentro de una humanismo cristia- un hombre es diversa de todas las
demás (…) Pensamiento y discur-
1
  Cfr J. Wicks, «Six tests by prof.
Joseph Ratzinger as peritus before and 2
  G.  B.  Montini, Discorsi e scritti mi-
during Vatican Council II», en Gregori- lanesi (1954-1963), vol. III (1961-1963),
anum 89 (2008), 233-311. Brescia, Istituto Paolo VI, 1997, 5.359.

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so son inseparables (…); el estilo refiere al estilo del Concilio, mu-


consiste en expresar lingüística- cho se ha escrito y lo resumiremos
mente el pensamiento» 3. En otras brevemente antes de la parte final
palabras, «el estilo como expresión en que indicaremos algunas coin-
encarna el estilo como actitud. Ello cidencias entre el estilo de Monti-
supone tanto una modalidad de ni y el del Vaticano II.
comunicación como, en sentido
más amplio, una manera de inter- Volviendo brevemente a los dos
pretar la realidad y de relacionar- discursos pronunciado la víspera
se con ella». del Concilio; ambos parecen coinci-
dir en el estilo entendido como acti-
Ciertamente, este término se usa tud o perspectiva general, mientras
con frecuencia a nivel popular, que, como se podía prever, se dis-
como se acostumbra últimamen- tancian en el estilo entendido como
te para describir el influjo de papa expresión o comunicación. Debido
Francisco. El mismo Director de La en parte a la diversidad de los au-
Civiltá Cattolica había utilizado este ditorios, y también a los diferentes
término para expresar el modo de horizontes y enfoques de los dos
relacionarse el Papa con la gente, relatores: el discurso de Ratzin-
a través de los gestos y no solo de ger es más preciso, más académi-
las palabras. El Padre Spadaro se co, más riguroso teológicamente,
ha referido a este particular esti- mientras que el de Montini es de
lo del Papa como a algo capaz de un más amplio horizonte, más his-
crear un «evento comunicativo» 4. tórico, más elocuente en su mayor
Algo parecido puede decirse de fluidez de lenguaje.
todos los Papas pero, como vere-
mos, tiene una aplicación particu- Si tuviéramos que atenernos al
lar tanto en Paulo  VI como en el significado más estrictamente lite-
Concilio Vaticano II. rario del «estilo», tendríamos mu-
cho que decir sobre las particulares
El tema es amplio y hemos pre- dotes de papa Montini para la pa-
ferido limitarlo a ciertos aspec- labra y la elocuencia. Este aspec-
tos específicos. Nos fijaremoa en to de su talento ha sido estudiado
el estilo de Montini antes de su por algunos críticos literarios. Es
elección como Papa. Por lo que se indudable que sus textos se carac-
terizaban por una elegancia sin ex-
cesos, una intensa claridad tanto
3
  J.  H. Newman, «L’idea di Univer-
sitá», en Id, Opere, Turin, Utet 1988. en la complejidad como en la sim-
4
  A.  Spadaro, «I primi atti di Papa plicidad. Su discurso en el Capito-
Francesco», en Civ. Catt., 2013 II 76. lio es un texto magnífico tanto por

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su estructura como por la fluidez dicando el camino hacia la visión


de su expresión. fundamental de la Gaudium et spes.
Es el estilo entendido en su sig-
Digamos inmediatamente que nificado más amplio en cuanto al
en los textos del Concilio no hay modo de mirar al mundo con nue-
nada semejante y que tampoco ca- va esperanza y espíritu de diálogo.
bía esperar que un Concilio alcan- Y coincide con la especial sensibili-
zase tal calidad literaria. Un texto dad de Montini hacia el drama de
conciliar podrá tal vez poseer una la cultura moderna y con su per-
cierta elocuencia, pero normal- sonal capacidad para escuchar la
mente no refleja ninguna pasión complejidad sin temor.
personal. De hecho, según los ob-
jetivos de este artículo, dejaremos
de lado este primer significado de Primeros indicios de la
«estilo», ya que no ofrece ningu- sensibilidad de Montini
na utilidad en la comparación en-
tre Paulo VI y el Concilio: nuestro Contemplando la vida de Montini,
interés principal no va dirigido al cabe localizar su particular sensi-
estilo literario o lingüístico en sen- bilidad en algunos de sus escritos
tido estricto. juveniles. Uno de los más impor-
tantes fue, en 1921, su recensión
Sin embargo, ese mismo discurso del libro de Giulio Bevilacqua, La
demuestra en forma evidente el es- luce nelle tenebre. El autor, creado
tilo del cardinal Montini en el otro Cardenal más tarde por Paulo VI,
y más amplio significado, ya que era un sacerdote oratoriano, que
ofrece numerosas indicaciones so- fue director espiritual del joven
bre cómo su lectura del mundo y Montini en Brescia antes de ir a la
de la Iglesia actuales, en octubre guerra y de caer como prisionero.
de 1962, se anticipaba al estilo in- Su libro surgió precisamente de la
terpretativo y teológico final del angustia por la guerra y sus con-
Concilio. Tanto en su discurso de secuencias.
Roma, como en muchos otros dis-
cursos de los años que preceden Esta recensión de Montini nos ofre-
a su elección como Papa, Monti- ce ya un primer excelente ejemplo
ni insiste en ciertos aspectos clave de su estilo en dos sentidos: su es-
para una nueva lectura del contex- tilo claro, elocuente, fluido, y ener-
to contemporáneo para la fe. gico; y, lo que es más importante,
para el tema que nos proponemos,
En aquella tarde que precedió a la su modo de interpretar el mundo
apertura del Concilio, estaba ya in- moderno, es decir lo que podría-

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mos calificar como su sensibilidad bro y gozo por la verdad», en este


cultural. libro «cada pensamiento intenta
devolver el sentido vertical de la
Bevilacqua ofrecía una fuerte me- ciencia religiosa, y traerla de nue-
ditación sobre la lucha de la fe en vo a los umbrales del inefable» a
el convulso contexto intelectual través de la riqueza de su «estilo
y social de entonces. Era el año tan singular» 6.
en que Elliot componía el famoso
poema «The Waste Land» (La tie- La importancia de este texto del
rra desolada), con su búsqueda de joven Montini reside en su actitud
una fe marcada también a su vez de apertura hacia la complejidad y
por la angustia. hacia el dolor de la situación mo-
derna, y en la urgencia de su de-
En este recensión, Montini es ca- seo de dar un sentido a la fe con
tegórico en su investigación de las un lenguaje nuevo. El libro de Be-
posibilidades religiosas del «hom- vilacqua, de fácil lectura incluso a
bre moderno» (una expresión que un siglo de distancia, es una am-
aparece varias veces en el texto). A plia meditación sobre el prólogo
pesar del malestar de un espíritu del evangelio de Juan, que aúna
sumido en la decepción, él se pre- exploraciones poéticas del va-
gunta: «¿cómo se podrá guiar a las cío en que se encuentra el mun-
personas de este tiempo a la uni- do postbélico y una llamada a un
dad del evangelio?» 5. Sus cimien- nuevo humanismo cristiano. En
tos han sufrido fuertes sacudidas; un pasaje, Bevilacqua cita a Dos-
la fragmentación del pensamiento toevskij: «Nunca pude imaginar a
ha dejado unos individuos que su- los hombres fuera de Cristo» 7.
fren un desequilibrio interior.
Ya en 1921 encontramos un fuer-
Lo que Montini admira en La luce te indicio de la interpretación es-
nelle tenebre es el intento de descu- piritual de la historia por parte de
brir otra apología de la fe, que no Montini; una interpretación que
sofoque las personas con silogis- unía dialéctica y diálogo, un se-
mos, sino que se haga cargo de la vero juicio sobe los males de una
«pasión del drama» del mundo ac- cultura y la esperanza pastoral de
tual. En lugar de los conceptos del mirar a este mundo con compa-
«sistema escolástico» que , criti- sión, para transformarlo en Cristo.
ca como carentes de «calor, asom-

  Ibidem, 198.
6

  G.  B.  Montini, Scritti giovanili,


5
  G. Bevilacqua, La luce nelle tenebre,
7

Brescia, Queriniana 1979, 191. Roma, Studium 1945, 205.

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A través de Bevilacqua, Montini piritual y visible, está más presen-


estaba aprendiendo a interpretar te que nunca, y es más moderna y
las sombras del mundo moderno necesaria que nunca» 8.
con una actitud de escucha llena
de comprensión y naturalmente Observamos aquí una vez más
de fe. algo del estilo y la sensibilidad
de Montini. Como en su recen-
Veinte años más tarde y en el con- sión de Bevilacqua antes veinte
texto de la Segunda Guerra Mun- años, pone de relieve contrastes
dial, nos encontramos con un y conflictos, no para condenar las
sorprendente comentario en una sombras, sino para subrayar la lla-
de las cartas de Montini a su fa- mada a una nueva relación. De
milia. En general, estas cartas no esta forma la Iglesia aparece como
abundan en temas de teología o un misterio dentro de la historia y,
sobre la situación del mundo. En por consiguiente, con una expre-
realidad suelen reflejar una cier- sión significativa, «más moderna
ta preocupación de Montini por la y necesaria que nunca» 9.
intensidad de su trabajo cotidiano
en la Secretaría de Estado, su con- Todo esto parece una síntesis del
tinuo cansancio y la carencia de modo en que Montini ve el papel
tiempo libre. de la Iglesia en el mundo y de su
deseo de traducir la gran tradición
Pero en una carta de febrero de de la fe en las necesidades urgen-
1941 les cuenta a sus padres un tes del presente.
episodio que en medio de tanta
ocupación le ha proporcionado un
cierto consuelo. Durante una visi-
Algo más que un estilo literario
ta vespertina a la Basílica de San
Pedro, fuera ya del horario de cie-
Tal como hemos indicado, se han
rre al público ha podido acompa-
hecho estudios minuciosos so-
ñar al papa Pio XII. El Papa quería
bre el estilo literario de Montini. Y
rezar junto a la tumba de su pre-
aunque no sea éste el tema central
decesor que se había inaugura-
do aquel mismo día. Rezó allí
como también junto a las tumbas 8
  G.  B.  Montini, Lettere ai familia-
de otros Pontífices recientes. Para ri, vol. II (1928-1943), Brescia, Istituto
Paolo VI 1986, 954,
monseñor Montini fue un momen- 9
  Cfr. G.  Vigini, «Lo stile letterario
to de fuerte emoción que comen- nei discorsi e negli scritti pastorali»,
ta en estos términos: «La Iglesia, en G.B. Montini Arcivescovo, Milano,
esta realidad viva e inmortal, es- Nuove Edizioni Duomo 1983, 232 s.

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de nuestro trabajo, puede ser inte- más sutil propia de un tempera-


resante ofrecer un resumen de ta- mento encarnado en la acción.
les estudios. Desde este punto de vista, obser-
vamos que como concepto está
El estilo característico de Montini emparentado con términos como
se ha descrito como un «equilibrio «horizonte», «actitud», «tono», o
en movimiento» como una actitud en «significado encarnado». Tal como
tensión hacia la trascendencia. Fabio se deduce de todas sus biografías,
Finotti, en un libro publicado por Montini estaba sorprendentemen-
el Instituto Paolo VI en 1989, ofre- te atento a las complejas corrientes
ce una relación detallada del estilo de la modernidad, en particular
y del lenguaje religioso de Monti- en el campo del arte, la literatura
ni, el cual no ha cultivado nunca y el pensamiento. Más aún, junto
la expresión literaria por sí misma, a esta consciente atención sentía
sino sólo como si estuviera con- una extraordinaria comprensión
versando en presencia de un in- hacia las tendencias que no podía
terlocutor 10. Finotti añade que esta aceptar en su totalidad.
poética del diálogo hunde sus raí-
ces en su propia autoexploración Montini, más que juzgar, quería es-
o monólogo y en la experiencia de cuchar y comprender. Esta es una
la oración personal. Tal interpreta- clave de lectura para su estilo en
ción nos resulta hoy muy útil por- un sentido más amplio, y que in-
que lleva el concepto del estilo más dica su particular capacidad para
allá de los confines del lenguaje, escuchar la historia, o escuchar a
para convertirse en su misma acti- una gran variedad de personas, y
tud; y en este sentido más amplio de ahí su apertura cultural: algo
podemos encontrar importantes que había heredado de su fami-
afinidades y paralelismos entre el lia, pero que había alimentado en
estilo de Montini y el del Concilio su largo servicio a la Santa Sede.
Vaticano II. Todas estas cualidades personales
explican la centralidad que atribu-
Mientras intentamos investigar ye al diálogo en su primera encí-
la cuestión del estilo, comproba- clica, Ecclesiam suam.
mos de nuevo que no es sólo un
tema literario, sino una cuestión Vamos a cerrar estas reflexiones
sobre el estilo interpersonal de
Montini con el testimonio de un
10
  Cfr. F.  Finotti, Critica stilistica e
linguaggio religioso in Giovanni Batti- estudioso anglicano, George Pres-
sta Montini, Brescia, Istituto Paolo VI tige. Hacia el final de los años cua-
1989, 29 e passim. renta estuvo con Montini en la

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Secretaría de Estado, y más tar- inminente Concilio no produciría


de comentó en su diario: «Monti- anatemas contra el mundo, y que
ni me ha parecido agudo, bueno y «ésta será tal vez una novedad en
amable; un hombre profundamen- el “estilo” conciliar de la Iglesia, la
te educado, de gran inteligencia y cual normalmente, a lo largo de la
de verdadera sabiduría (…). Ha historia ha hecho uso en el ejerci-
sido extraordinariamente amable cio más elevado de su magisterio
y afable» 11. de expresiones negativas de con-
dena en defensa de verdades po-
sitivas» 12.
Comentarios explícitos sobre
el «estilo» Al final de su importante discur-
so, Montini observó que «el Con-
Antes de ocuparnos de algunos cilio procurará no sólo hacer de
estudiosos actuales del Concilio nuevo comprensible nuestra reli-
que examinan el concepto de esti- gión, sino también practicable».
lo conviene recordar que Montini Con este motivo, preveía que el
era consciente, e incluso hablaba Concilio desarrollaría, en sus rela-
explícitamente del «estilo» como ciones con el mundo contemporá-
de un posible modo de describir neo, otra «actitud interesantísima:
la novedad del Concilio. A pesar la de asumir las formas profanas,
de no haberlo comentado en de- más humanas, en las que se expre-
talle, en varias ocasiones, declaró sa la vida moderna».
antes y después del Concilio que En este espíritu, Montini concluía
un nuevo estilo o lenguaje podía con una intuición profética de la
ser un elemento clave para la in- que en los decenios sucesivos se
terpretación del Concilio. llamaría «inculturación»: «Así
El 27 de abril de 1962, Montini como la Iglesia, en tiempos de la
tuvo en Milán una importante in- civilización pagana, grecoromana,
tervención en un ciclo de confe- rechazó lo que había de idolátrico
rencias sobre las relaciones entre el e inhumano, pero conservó, puri-
Concilio Ecuménico y los proble- ficó y asumió los tesoros de la cul-
mas internacionales del momen- tura y del arte clásica; así como la
to. Dijo a su auditorio que el ya Iglesia, en tiempos del feudalismo
se opuso ciertamente a cuanto de

  Citado en P. Hebblethwaite, Paul VI;


11 12
  G. B. Montini, Discorsi e scritti mi-
the first modern Pope, New York, Paulist lanesi (1954-1963), vol. III (1961-1963),
Press 1993, 223 s. cit., 5.092.

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bárbaro y violento contenía (…), Como ejemplo de sus dotes or-


pero acogió, corrigió y ennoble- ganizativas, podemos considerar
ció las fuerzas del hombre medie- la carta que le escribe al Secreta-
val; así como la Iglesia en tiempos rio de Estado Cardenal Cicognani
del Renacimiento frenó la embria- el 18 de otubre de 1962, sólo cin-
guez del humanismo pagano que co semanas después de la apertu-
emergía, e hizo suyas, elevándolas ra del Concilio. En ella expresa su
a unos cimas incomparables, las preocupación porque en el Conci-
lio falta un claro orden del día, o
virtudes artísticas de aquel tiem-
una agenda de trabajo; luego da a
po; del mismo modo, me atrevo a
entender que serán necesarias al
pensar, que la Iglesia denunciará el
menos tres sesiones, e indica cuá-
materialismo de todo tipo, propio
les debieran ser algunos de los te-
de nuestra edad, pero no maldeci- mas principales.
rá la gigantesca y maravillosa civi-
lización de la ciencia, la industria, Tales temas se subdividen en ecle-
la técnica, la vida internacional de siales y relacionales o, según la
nuestra época, aunque ciertamen- conocida distinción atribuída al
te intentará «asumirla», dándole Cardenal Suenens, en «ad intra»
en sus cimientos unos principios y «ad extra». Sobre este último
fuertes y buenos de los que carece, aspecto, el Cardenal Montini, en
y en su cima le abrirá unos hori- esta fase inicial del Concilio, tie-
zontes de verdad espiritual» 13. ne una precisa visión de lo que
debe ser tratado, incluídas «las re-
Los numerosos comentarios que el laciones con el mundo de la cul-
Cardenal Montini hizo en el perío- tura» e incluso «las relaciones con
do que transcurre entre el anuncio los enemigos de la Iglesia» 14. Ha-
del Concilio y su elección como bla explícitamente de «estilo» afir-
Papa, encarnan lo que podríamos mando que haría falta un estilo
diverso del que se usara para tra-
definir como su estilo interpretati-
tar temas eclesiales, y que tal vez
vo sobre los compromisos ante el
podría asumir la forma de una se-
Concilio. En diversas ocasiones in-
rie de mensajes.
sistió en algunas intuiciones cen-
trales que resumen su modo de Un mes más tarde, en una de sus
ver las diversos retos que brotan cartas desde el Concilio a su ar-
para este nuevo estilo conciliar. chidiócesis, menciona de nuevo

13
  Ibidem, 5.094 s. 14
  Ibidem, 5.369.

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el «estilo», refiriéndose esta vez a sarrollos del pensamiento moder-


papa Juan  XXIII: «Conocemos ya no 17. En otra carta a la diócesis de
muy bien el estilo de su encanta- Milán, describió al Concilio como
dora bondad; su palabra fluye sen- «iniciador de un diálogo solemne,
cilla y noble» 15. elevado y nuevo entre la Iglesia y
la sociedad moderna» 18. En un dis-
Por lo tanto, el cardenal Monti- curso a los sacerdotes, en febrero
ni era consciente del hecho de de 1963, habló de una incipien-
que el Concilio estaba inventan- te madurez en la consciencia de
do un estilo necesariamente nue- la Iglesia respecto del mundo con-
vo, con un cierto tono asumido o temporáneo: «En este fenómeno
una longitud de onda de comuni-
del Concilio hemos profundizado
cación, tal como hacía falta en una
en la capacidad del pensamiento
visión global del mundo. Y, según
humano de la Iglesia» 19.
nos consta, la posterior evolución
del Concilio siguió estas propues- En definitiva, el estilo personal de
tas meditadas con profunda aten- pensamiento del cardenal Montini
ción. Más aún, esta actitud general lo vemos confirmado repetidas ve-
y sus indicaciones sobre los te- ces como un estilo de apertura y
mas principales del Concilio apa- de diálogo, de una lectura perspi-
recerían en su mismo discurso de caz y a la vez positiva de la situa-
apertura para la segunda sesión ción moderna y sobre todo de la
del Concilio. esperanza de que el Concilio, que
había sido convocado –como repe-
Hay otros textos similares a los que
tía tantas veces recordando a papa
vamos a aludir brevemente. En
1960, el cardenal Montini terminó Juan XXIII– no por una crisis doc-
una conferencia expresando la es- trinal, lograría crear lenguajes pas-
peranza de que el Concilio usaría torales nuevos y eficaces para la fe
un lenguaje que «pueda vibrar en actual.
los corazones humanos» 16.Con una
acepción más amplia del «estilo»,
se refirió con frecuencia al Conci- El nuevo estilo del Vaticano II
lio viéndolo como una apertura a
la consciencia histórica y a los de- Ahora nos toca prestar atención,
aunque sea con menor amplitud,
  Ibidem, 5.403.
15

  G.  Montini, Discorsi e scritti sul


16 17
  Cfr. ibidem 122 s.
Concilio (1959-1963), Brescia, Istituto 18
  Ibidem, 183.
Paolo VI 1983, 59. 19
  Ibidem, 209.

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al segundo aspecto de nuestro es- De esta forma, se produjo en la


tudio. Recientemente, el concepto primera sesión del Concilio la que
de «estilo» en el Vaticano II ha apa- puede ser definida como una «re-
recido como un instrumento inter- belión retórica», cuando poco a
pretativo clave en autores muy poco quedó claro que los padres
diversos como el historiador de la conciliares querían abandonar un
Iglesia Jon W. O’Malley, los teólo- estilo escolástico o jurídico para
gos Christoph Theobald, Ghislain redescubrir un estilo más patrís-
Lafont y Gilles Routhier. tico según las exigencias actuales.
Todo ello condujo a una actitud
Según O’Malley, «el estilo de los más de escucha que de juicio, y
documentos del Vaticano  II es lo significó un cambio de relaciones
que lo diferencia, ya sea a primera dentro de la Iglesia misma y entre
vista como también a un nivel más la Iglesia y el mundo. Montini fue
profundo, de todos los demás Con- un gran promotor de esta impor-
cilios». Afirma, luego, que «la elec- tante transición, antes y después
ción del estilo es la elección de una de su elección como Papa.
identidad» y que «el nuevo estilo
Desde una postura análoga a la
propuesto en el Vaticano  II impli-
de O’Malley pero sin mencionarlo
caba nuevos modelos de compor-
nunca, Theobald habla del estilo
tamiento y que estos nuevos
como de un modo de «habitar en
modelos (…), no eran una técnica o
el mundo» (una expresión toma-
una estrategia, sino la expresión de
da de Merleau-Ponty  22. Theobald
un sistema de valores internos»  20.
opina que el Vaticano II represen-
O’Malley une un estudio sobre el ta una «transformación estilística»
estilo literario a un examen del es- en su decisión de equilibrar el len-
tilo como actitud, poniendo de re- guaje tradicional vertical con un
lieve la frecuencia de «palabras lenguaje mucho más horizontal 23.
horizontales» de igualdad y de re- Por ello, el Concilio se vio a sí mis-
ciprocidad, como «hermanos/her- mo como un cruce de caminos en-
manas», «amistad», «diálogo», tre dos relaciones dentro del flujo
«peregrino», «dignidad», «con- de la historia: vertical con Dios y
ciencia», «libertad», «colegialidad» horizontal con la humanidad.
y otras 21.
22
  Cfr. Ch. Theobald, Il cristianesimo
20
  J. W. O’Malley, ¿Qué pasó en el Va- come stile: un modo di fare teología nel-
ticano II?, Sal Terrae, Santander 2012, la postmodernitá, vol.  I, Bologna, Edb
410. 2009, 15.
21
  Cfr. ibidem 411. 23
  Ibidem, 137.

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Michael Paul Gallagher S.I.

Lafont insiste en que el Vaticano II gativo o de definición racional,


produjo una «reforma del lengua- sustituído por una actitud más ex-
je», añadiendo que «el estilo del plorativa y meditativa; todo lo cual
Concilio es ante todo el de la na- es muy semejante a las intuiciones
rración y la poesía». En este senti- expresadas por el cardenal Monti-
do, utilizando otras imágenes para ni al inicio de los años sesenta.
la Iglesia, se comunicó en un modo
más «bíblico y mistagógico» 24. Por motivos de espacio y porque
son ya conocidos no hemos men-
Routhier estaría de acuerdo en cionado aquí otros muchos textos
gran parte con él, pero añade que importantes de Montini cuando
este tipo de estilo «no solo mani- era Papa. Sin embargo, no po-
fiesta la originalidad de este Con- demos menos de recordar el im-
cilio y confirma su proyecto, sino pacto decisivo que ha tenido la
que permite igualmente percibir encíclica Ecclesiam Suam en el su-
su sentido y captar una interpreta- cesivo desarrollo del Concilio, en
ción coherente» 25. parte por algunos temas específi-
cos que afrontaba como el diálogo
Las convergentes intuiciones de o el ateísmo y sobre todo porque
estos cuatro autores muestran que ofrecía un estilo en la forma de re-
la categoría de «estilo» abre una ferirse a la Iglesia y al mundo mo-
perspectiva fecunda sobre la no- derno. Tampoco podemos pasar
vedad del Vaticano  II, una pers- por alto la elocuencia del discurso
pectiva que es más precisa que de clausura del Concilio del 7 de di-
otras expresiones como «el espíri- ciembre 1965, con su defensa del
tu del Concilio» o la noción misma estilo conciliar de apertura incluso
de «evento». Esta categoría denota hacia los enemigos, su satisfacción
una humildad eclesial y pastoral y por la «espiritualidad del Conci-
una diversa antropología cristia- lio» como una espiritualidad de
na, que son centrales en el Conci- «enorme comprensión», y su lla-
lio. Ha pasado el precedente estilo mamiento a los humanistas secu-
predominante hecho de juicio ne- lares pidiéndoles que reconozcan
la autenticidad del humanismo
cristiano del Cardenal.
24
  G.  Lafont, Imagining the Catholic
Church: structured communion in the En realidad, esto no sorprenderá
Spirit, Collegeville, Liturgical Press
a quienes conocían el estilo pre-
2000, 68, 73 y 77.
25
  G. Routhier, Un Concilio per il XXI cedente del cardenal Montini; no
secolo. Il Vaticano II cinquant’anni dopo, constituía una sorpresa. En su pri-
Milán, Vita e Pensiero 2012, 68. mer significativo discurso sobre el

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El estilo de Pablo IV y el estilo del Vaticano II

futuro Concilio en 1960, había ha- viada a la diócesis de Milán desde


blado de la necesidad de reflexio- el Concilio el 17 de noviembre de
nar sobre el «humanismo secular» 1962, Montini comenta el delicado
y de reafirmar un «humanismo debate sobre las fuentes de la re-
cristiano». Montini poseía ya en- velación. A sus lectores de Milán
tonces lo que él denominaba «una les ofrece una magnífica síntesis
fuerte propensión al diálogo». de lo que se espera de un Concilio,
Más en consonancia todavía con el algo ya presente en el primer Con-
tema que estamos tratando, mani- cilio de Jerusalén 27. Pero su modo
festaba la esperanza de que todo de narrar la situación de la prime-
pudiera expresarse con un «acento ra sesión revela su típica dialécti-
que (…) pueda hacer vibrar a los ca equilibrada: una característica
corazones humanos» 26. propia de su estilo de pensamien-
to.

Paulo VI y el Concilio Sobre el tema de las fuentes de la


revelación, comienza evocando
De cuanto llevamos dicho, se de- los temores y las perplejidades de
duce que el estilo de Paulo VI, en algunos Padres conciliares: «¿Tal
sus diversas acepciones, tuvo un cuestión era necesaria? ¿Cómo
influjo considerable en el Concilio cabe relacionarla con lo que el
Vaticano II. Tal como se suele de- Concilio tridentino y el Vaticano I
cir, Juan XXIII fue el que con tanto han dictado sobre esta materia?
coraje hizo la botadura de la nave, (…). ¿Las nuevas corrientes de es-
pero Paulo  VI la guió en aguas tudio que agitan a las escuelas so-
procelosas y la condujo finalmen- bre materias escriturísticas deben
te a puerto. ser reguladas según definiciones
dogmáticas o con disposiciones
Llegados a este punto desearía- del magisterio ordinario? (…).
mos ofrecer sólo un ejemplo ulte- ¿No había quedado excluido (en
rior sobre el estilo de sensibilidad el Concilio) todo anatema y toda
y de amplitud de miras con que definición dogmática?». A éstas y
Paulo VI interpretó y guió el Con- otras preguntas responde que, en
cilio, algo que se encuentra ya en atención a la complejidad de los
sus primeros escritos antes de que temas, «no hay que asombrarse
fuera elegido Papa. En la carta en- si la discusión pone en evidencia
un gran pluralismo de opiniones y

26
  G. B. Montini, Discorsi e scritti sul
Concilio, cit., 59. 27
  Cfr. ibidem, 194 s.

Razón y Fe, 2014, t. 271, nº 1396, pp. 159-173, ISSN 0034-0235 171
Michael Paul Gallagher S.I.

que éstas se revistan de expresio- el primer discurso papal de este


nes muy sutiles y a veces vibran- género, tras la clausura del Con-
tes, precisamente por el sentido de cilio que tuvo lugar un mes antes,
responsabilidad que domina en Paulo  VI quiso hablar del Vatica-
los ánimos de los padres» 28. no  II en términos de estilo, pero
sin mencionar explícitamente esta
Montini precisa luego la dialéctica palabra. Habló de una Iglesia que
con estas palabras: «unidad y ca- «prefería el lenguaje de la amis-
tolicidad, antigüedad y moderni- tad», en contraste con «la actitud
dad, inmutabilidad y desarrollo, que marcó ciertas páginas de su
valores internos y relaciones exter- historia», para invitar luego a los
nas, búsqueda de lo esencial y so- embajadores a interpretar los tex-
licitud por lo particular, visión de tos del Concilio como «declaracio-
las cosas en su raíz y visión de sus nes de paz y de amistad respecto
consecuencias». Todo esto indica del mundo moderno» 30.
que la discusión conciliar «puede
ser compleja y vivaz» pero la es-
peranza es que «la verdad se pro-
Conclusión
nuncie en una síntesis final, como
una nueva luz sobre el mundo» 29.
De cuanto llevamos dicho se de-
Una vez más nos encontramos con duce claramente que el estilo per-
la típica solidez de la sensibilidad sonal de Paulo VI –en cuanto a su
de Montini, con su capacidad para expresión y su visión global– fue
hacerse cargo de la complejidad necesariamente más rico y com-
sin temor, pero con una pruden- plejo de lo que podía ser el estilo
cia equilibrada, porque su punto de un Concilio. Pero fueron preci-
de vista sobre esta «dialéctica hu- samente su riqueza cultural y su
mana» hunde sus raíces en la fe y consciencia de la complejidad las
en un sentido profundo de la tra- que guiaron al Vaticano hacia sus
dición eclesial. grandes resultados. El estilo de
una persona, en cuanto sensibili-
Entre las reflexiones de Montini dad encarnada y expresada ante
en el período posterior al Concilio, la realidad, será siempre más su-
es muy importante su discurso de til que el estilo de un texto, incluso
enero de 1966 a los diplomáticos que el estilo históricamente nuevo
acreditados ante la Santa Sede. En
30
  Paolo VI, Nel como di luce del Con-
28
  Ibidem, 194. cilio: discorsi e documenti (1965-1978),
29
  Ibidem, 195. Brescia, Istituto Paolo VI 2006, 24 s.

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El estilo de Pablo IV y el estilo del Vaticano II

que se prefirió en los textos del Va- Podemos concluir con ciertas ex-
ticano II. presiones tomadas de la recensión
de la novela de Bernanos que van
En este sentido podemos toda- más allá de la discusión sobre el
vía arrojar alguna luz sobre el es- caso de una novela importante y
tilo del encuentro de Montini con reflejan algo del humanismo cris-
la modernidad. Sucedió en 1937 tiano personal de Montini: literatu-
con su extraordinaria recensión ra y arte, como él mismo dice, son
de la novela de Bernanos Diario tanto más convincentes cuando el
de un cura de campaña, publicada estilo se esconde, porque «su magia
el año anterior en lengua france- consiste en desaparecer para servir
sa. Esta recensión es una obra de a la realidad y al pensamiento que
arte de discernimiento en un caso quiere transmitir (…). La vida apa-
complejo. A Montini no le conven- rece aquí descrita con tonos humi-
cían ciertos detalles de la novela; llantes y desconcertantes, pero con
le preocupaban ciertos riesgos y se la secreta simpatía de quien la quie-
sentía perplejo frente a un retrato re aliviar y mejorar» 31.
excesivamente paradógico de la fe.
Y sin embargo, juzga el libro como El estilo de Montini ayudó al Con-
magnífico, delicado, profundo, be- cilio a encontrar su propio esti-
llísimo (son palabras suyas). lo gozoso. Si bien es cierto que el
estilo del Concilio no se puede
Aquí tenemos la clave decisiva identificar con el estilo personal
para comprender el estilo de Mon- de Montini, está claro que fue la
tini como una actitud que le per- sensibilidad personal y eclesial de
mite con frecuencia conciliar tres este último la que le dio forma y
horizontes: un reconocimiento de llevó al Concilio a responder a los
la complejidad moderna; cierta problemas de entonces por medio
ansia ante los extremismos o los de un diferente estilo pastoral. n
desequilibrios; un reconocimiento
positivo de la profundidad espi-   «Cronaca letteraria», en Sudium 33
31

ritual en sus múltiples manifesta- (1937) 530 s (con el seudónimo de Sa-


ciones. tor).

Razón y Fe, 2014, t. 271, nº 1396, pp. 159-173, ISSN 0034-0235 173
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En el núcleo de la búsqueda espiritual se esconde siempre la pregunta:


«¿Quién soy yo?». James Finley recoge el mensaje esencial de Thomas
Merton (1915-1968) en esta obra ya clásica, donde se hace eco de la en-
señanza de Merton para discernir los mecanismos engañosos del falso yo
y las posibilidades de plenitud que laten en el corazón mismo de nuestro
verdadero yo. La paradoja de Merton, y la del «solitario solidario», con-
siste en que, al retirarse del mundo, redescubre el corazón del mundo,
donde no hay separación entre uno mismo, los semejantes y Dios.

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