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gue el Concilio cronológicamente y que desde notas personales de los pontífices


se centra en la parte descriptiva. El sub- hasta los discursos más notorios. La mayo-
título hace referencia a los dos papas del ría publicados, e incluso accesibles a tra-
Concilio, por los cuales el autor siente vés de la web, pero otros inéditos, piezas
veneración, especialmente, por Pablo vi. de archivo. En todo caso, se insertan per-
Por ejemplo, dedica tres capítulos a na- fectamente al hilo del discurso y nos dan
rrar los viajes internacionales de Pablo vi una panorámica, un tanto oficial pero in-
durante el Concilio (Tierra Santa, India teresante, sobre los acontecimientos. Esta
y la onu). También consagra varios capí- virtud se vuelve en parte demérito pues el
tulos a Juan xxiii (elección y gobierno de autor del libro no ha querido recargarlo
la Iglesia). La obra no descuida la descrip- con notas al pie y esos textos carecen de
ción de los contenidos de los documentos referencia, aunque a veces se diga la oca-
aprobados en el Concilio, los protagonistas sión o el lugar donde se han proferido o
del Concilio, ni el ambiente extraconciliar. escrito. El libro cuenta además, con una
Cabe destacar el esfuerzo realizado por cronología, una bibliografía selecta y un
mencionar a los miembros de tantas co- índice onomástico.
misiones, peritos, auditores, observadores- En resumen, un libro útil para adentrar-
delegados, etc., elencos que suelen faltar se en el Concilio Vaticano ii, escrito con
en las historias generales del Concilio. claridad, con abundancia de datos y textos,
¿Cuál es la aportación de este volumen? bien fundamentado.
Principalmente, la multitud de textos con
Santiago Casas
que se ilustran las explicaciones que van
Universidad de Navarra

Bruno Dumons, Vincent Petit, Christian Sorrel (dirs.)


Liturgie et société. Gouverner et réformer l’Église xix-xx siècle
Presses Universitaires de Rennes, Collection «Histoire», Rennes 2016, 236 pp.

La abadía de Saint Pierre de Solesmes –a los veranos a pasar un mes en Solesmes


dos horas de París, al oeste de Le Mans aprendiendo o perfeccionando el canto
y próxima al famoso «circuito», en plena gregoriano –siempre un poco bárbaro se-
zona de influjo de los benedictinos de las gún se canta en España–. Hasta hace muy
Galias– es sobre todo famosa por haber pocos años, pienso que todavía hoy, se pre-
sido epicentro de la renovación litúrgica paraban allí hermosas ediciones de libros
del siglo xix por obra del gran abad dicha litúrgicos –el Kyriale, el Graduale y otros
Orden, Dom Prosper Guéranger. La aba- libros litúrgicos que difundían el espíritu
día se yergue junto al río Sarthe que tras del abad Guéranger– en ediciones cuida-
fundirse con el Mayenne da origen al río das de la música gregoriana con notación
Maine afluente del Loira. Estamos pues en crítica, con indicación –por ejemplo– de
un lugar precioso del sur de Normandía. las variantes más antiguas; y, por supuesto,
Por los años cincuenta eran bastantes los con todos los permisos y credenciales de
estudiantes eclesiásticos que iban todos la Santa Sede. No faltan ejemplos –malos

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ejemplos– de quienes juzgan que el canto estas páginas tendrán ocasión de conversar,
gregoriano es una antigualla sin interés al- contrastar pareceres o, incluso, discutir si
guno. En la comunidad de Solesmes hay/ lo desean. En todo caso, la lectura del libro
había unos sesenta monjes, lo cual indica se parecerá mucho a un animado diálogo.
que la oración in cantu, desarrollada en La ocasión del libro es leve: Hace cin-
comunión con los cristianos que nos pre- cuenta años se promulgó la primera Cons-
cedieron, es una excelencia que no debería titución del Concilio Vaticano ii: Sacro-
perderse. No comparto –y lo digo porque sanctum Concilium, que versaba sobre la
estoy muy lejos de ser el único– la sensi- Sagrada Liturgia y que va fechada a 4 de
bilidad de los que rechazan el gregoriano; diciembre de 1963; dos meses antes de esta
pero sí espero que sea bien interpretado..., efemérides –del 3 al 6 de octubre de 1963–,
y con la preparación y estudio requerido se había desarrollado en Lyon, bajo la ba-
por un bello cantar, tendiendo a rememo- tuta de André Latreille, un encuentro de
rar aquel que acompañó la sensibilidad de historiadores, especialistas de lo religioso,
los monjes –en los monasterios del Rhin, o que debatían sobre el sentido de la descris-
del Danubio o del Loira–. Sirva esta evoca- tianización en pleno siglo xx. Gabriel Le
ción como toma de embocadura para tratar Bras estaba allí; y al comprobar que el des-
del gran asunto de la Liturgia. censo de la práctica de los sacramentos se
El título del libro que reseñamos es am- exhibía como señal inequívoca de descristia-
plio, para acoger diversas razones. Cier- nización se irguió para denunciar la falacia,
to es que, como sea la Sociedad, así será intrínseca al uso del término descristianiza-
su Liturgia. Como también es cierto que ción: porque parecía sopesado en platillo de
una personalidad fina y cultivada celebrará balanza frente a otro momento histórico,
la Liturgia con cultura y con finura. Con definible como cristianización. Le Bras per-
elegancia, incluso; con personalidad. Pero, cibía la tosquedad de semejante medición.
hablamos de un título de libro. Son varia- Cristianización y descristianización son tér-
dos e interesantes sus capítulos, redactados minos que, en el ámbito sociológico, tie-
por diversos autores a su proprio àggio, se- nen un significado inasible, porque aluden
gún los intereses diversos de cada autor. en su significado a un horizonte de fe. Y es
Formando –necesario es decirlo– un inte- claro que un horizonte tal sobrepasa la so-
resante conjunto. A modo de muestra, he ciología. Ya, desde 1954, Fernand Boulard
aquí algunos de los títulos reunidos en el se había opuesto a aceptar la práctica reli-
libro. Reforma del «canto religioso» y poderes giosa como índice sociológicamente válido
públicos, al final del reinado de Luis Felipe: de para calificar determinada zona –pueblo,
la liturgia como campo de acción sociopolítica. – ciudad o área– como país de fe. Los tiem-
El restablecimiento de la Orden de Predicadores pos que vivimos autorizan a decidir que la
y la cuestión de la liturgia dominicana (1840- práctica de algún/algunos sacramentos son
1872). – La reforma litúrgica en Québec. – fácilmente engañosas. La frecuencia de la
Publicaciones litúrgicas en los años cuarenta en Santa Comunión se acompaña a veces de
Francia: la colección «la Clarté-Dieu»: eso sí, un déficit en el sacramento de la peniten-
todos los estudios contenidos en el volu- cia, que de por sí, canta una cruel palinodia
men pertenecen al ámbito francófono. acerca de la autenticidad de muchas prácti-
La liturgia –¿chi sa perché?– siempre pre- cas sacramentales. René Rémond es igual-
dispone al debate. Por eso los lectores de mente poco entusiasta ante determinadas

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deducciones negativas o positivas a partir Dom Guéranger, Institutions liturgiques,


de la práctica sacramental. pp. 1-2)–, oración que se desplegaba visi-
El libro que reseñamos bien pudiera blemente en conformidad con el desarro-
ser clasificado como un libro casuístico. llo de aquella sociedad tan ficticia como las
No es sistemático, y las cuestiones son en mismas vanidades mundanas. El siglo xix
todo caso picos de interés que responden y la primera parte del xx estaban marca-
a curiosidades diversas. Casuística pecu- dos por la abundancia de eclesiásticos, que
liar, que sirve de estímulo para reflexionar, permitía la celebración de grandes cere-
exponer o, incluso, excitar el interés de la monias en que tenían cabida turiferarios,
investigación; o, tal vez, ¿son globos-sonda ceremonieros, pertigueros, blandoneros,
que refieren soluciones históricas de otros asistentes de mitra y de báculo, asistentes
tiempos que tal vez podrían retornar? Cu- de palmatoria y de libro, diáconos de ho-
riosité savante, podría decirse en cualquier nor en las pontificales, además del diáco-
caso. no y subdiácono de la Misa. El maestro
de ceremonias, en faz de papàvero, orde-
El Ordo Liturgiae naba los ritos con su férula argéntea. «Las
Parecía obvio afirmar que, si la Cons- reformas pre y postconciliares, eran por sí
titución sobre Liturgia era la primera entre mismas una manifestación de esta jerar-
los frutos del Concilio, ello era debido a quía, que los paladines del movimiento
los sudores de los sembradores y segado- litúrgico tendían a reafirmar» (cfr. p.19 ad
res a lo largo de muchos años. Tras S. Pío finem). Se ha podido decir –cfr. p. 20, en
v, la liturgia había entrado en una rueda que se cita al Prof. Ratzinger– que la litur-
de seriedad, que la hacía siempre igual a sí gia de los tiempos de Pablo vi favorecía
misma; por eso, entre sus gigantescos lo- el clericalismo a través de un despliegue
gros no era el más pequeño el respeto y la litúrgico, que era viva imagen de la socie-
inviolabilidad del Ordo Liturgiae. Toda una dad clerical dominante en la Curia Roma-
normativa litúrgica se había desarrollado, na. El mismo uso del incensario tenía su
como imitación menor, pero consistente, propio estilo –haciendo que las cadenas
del Derecho Canónico. Los rangos de las de plata golpeasen el turiferario también
fiestas, las octavas, las memorias –de rito de plata marcando así la cadencia de duc-
simple o de rito doble; de rito doble mayor tus e ictus–. Era propio de la liturgia latina
o, incluso, con octava–; los casos litúrgicos que los turiferarios llevasen largas cadenas
y las complicadas consideraciones sobre la en contraste con el rito griego donde el
ocurrencia y la concurrencia entre las domí- incensario lleva cadenas cortas porque se
nicas, las fiestas y las memorias–; el latín usa con una sola mano. Todo aquello ya
–que no todos entendían– facilitaba la in- pasó; más, junto a la liturgia, se había de-
violabilidad y consonancia con el misterio; sarrollado una mentalidad que contribuyó
la solemnidad desplegada en torno al altar, a que los jóvenes clérigos se ilusionasen
con los sacerdotes actuando según su or- con elementos adyacentes a la liturgia o,
den y sus encargos jurisdiccionales, podía incluso, con la misma sotana que vestían.
tener –según y dónde– apariencia versa- Se comprende muy bien el profundo sen-
llesca. tido de la Constitución sobre la Liturgia del
Priére à l’état social –así se considera- Vaticano ii y de la copiosa riqueza que lle-
ba, e incluso se definía, la liturgia (cfr. gó a aportar la Constitución Dogmática so-

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bre la Iglesia. Porque la Liturgia llama a la que se ha hecho antes de él, e influye sobre
Eclesiología, y la Eclesiología se despliega casi todo lo que se ha hecho después de él.
en Liturgia. Sin duda Dom Guéranger ejerció sobre el
pensamiento religioso de sus contempo-
Movimientos litúrgicos ráneos un influjo múltiple que sobrepasa
Entre los grandes caudillos de la refor- los límites de la liturgia. Pero el móvil de
ma litúrgica, hemos señalado ante todo a todos sus deseos, de todas sus reacciones
Dom Prosper Louis Pascal Guéranger y tendencias fue sin dudarlo la concepción
(1805-1875), Abad –como ya va dicho– del plenaria del misterio de la Iglesia cuya voz
Monasterio de Solesmes, figura de gran él percibió ante todo a través de la liturgia»
nobleza –de facciones y de estilo–, de pro- (Dom Olivier Rousseau [monje de Amay
bada sabiduría y sentido estético, con ca- –Chevetogne–], Histoire du Mouvement
pacidad de concebir con unción y sentido Liturgique, Cerf, col. «Lex Orandi» nº 3,
de la adoración la mise en scène del gran es- Paris 1945, pp. 1-2).
pectáculo de la celebración litúrgica. Exce- Dom Rousseau ha percibido el sensus li-
lente conocedor del pueblo y, por eso mis- turgiae con la precisión característica de un
mo, llamado a influir en él. Sus obras más hombre avezado al mester histórico; pero,
características, para las que él vivió, son conjuntamente, sobrado de ciencia teoló-
el Annus liturgicus (usado frecuentemente gica. Es él quien introduciendo al lector
por el Beato Monsieur Martin, el inefable a las páginas de su citado libro, señala un
papá de la Doctora de la Iglesia, Teresa del panorama que no siempre ha sido adverti-
Niño Jesús), el no menos famoso Institu- do por los liturgistas de escasa formación:
tions Liturgiques o la Défense des Institutions «El verdadero movimiento litúrgico, aquel
Liturgiques. Pero su principal obra, en que de que ahora y aquí estamos hablando,
cuajaron muchas vocaciones, fue el mismo que ha sido objeto de incoraggiamento de
Monasterio de Solesmes del cual son otros los últimos Papas y ha hecho tanto bien
muchos frutos, aunque ninguno compara- en la Iglesia, no tiene nada de común con
ble a la ola de espiritualidad que desde allí lo que a primera vista podría considerarse
inundó a la Iglesia. conectado con la época jansenista o con la
Dom Olivier Rousseau en su joya his- Aufklärung. Al contrario, él surge precisa-
tórico-literaria titulada Histoire du Mouve- mente como reacción contra estas corrien-
ment Liturgique abarca con inteligencia la tes. El liturgismo de los jansenistas y de la
historia desde el comienzo del siglo xix Aufklärung formaba parte de la disgrega-
hasta el Pontificado de San Pío x. Porque ción general de las ideas cristianas, y per-
ese es el tiempo del primer Movimiento Li- tenecía en el fondo a la laicista revolución
túrgico: el movimiento decimonónico. Co- dieciochesca. Lo que llamamos hoy movi-
mienza diciendo –y el libro tiene el interés miento litúrgico se caracteriza primerísi-
de una distinguida conversación de sobre- mamente como reacción contra la invasión
mesa–: «El movimiento litúrgico con sus del laicismo y es quizás el contraveneno
directrices, sus resultados y sus esperanzas, más eficaz para la corrosión revoluciona-
se remonta hasta Dom Guéranger. La obra ria en su faz directamente anti-religiosa»
litúrgica, desarrollada en los comedios del (Dom Rousseau, c., pp.1-2).
siglo xix por este gran monje fue inmen- San Pío x, en su Motu proprio Tra le
sa. Ella se distingue netamente de todo lo sollecitudini (22 de noviembre de 1903) usa

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por primera vez la celebrada frase actuosa días» (Olivier Rousseau, Histoire du Mou-
participatio, que se grava en la mente de los vement Liturgique. Esquisse historique depuis
fieles cristianos de la época. Todos llega- le debut du XIXe siècle jusqu’au pontificat de
ron a saber que el santo Padre deseaba que Pie x, pp. 1-2).
incluso la música de las acciones litúrgicas
fuese hermosa y popular a la vez: no unas Liturgia en el siglo xx
melodías de acordes cultos, pero difíciles Todavía en pleno siglo xx, el padre Con-
de asimilar. Se imponía la restauración de gar tomaba ocasión del Movimiento Litúr-
la música sacra con urgencia, porque «es gico para dar una lección magistral en sus
nuestro más vivo deseo que el verdadero Bocetos sobre el Misterio de la Iglesia: «Sobre
espíritu cristiano reflorezca en todo su la base señalada por Pio x en plena crisis
sentido y se mantenga en todos los fieles; y modernista –Instaurare omnia in Christo–,
para ello es necesario mirar sobre todo por han sobrevenido sucesivamente grandes
la santidad y la dignidad del templo en que olas de fondo –que continúan formándose
los fieles se reúnen para beber este espíritu todavía hoy–: un movimiento litúrgico, un
en su fuente primera e indispensable: bebi- movimiento místico, un movimiento misio-
da que es acción propia, participación acti- nero, un movimiento apostólico colectivo, un
va –actuosa participatio– en los sacrosantos movimiento teológico. El movimiento litúrgico
misterios y en la plegaria pública y solem- estaba ya más que comenzado antes de la
ne de la Iglesia» (p. 21). La obra litúrgica guerra; el movimiento misionero, preparado
de Dom Guéranger, una vez concluida, se por Benedicto xv ha recibido los cuidados
demostró en su inmensidad. El gran mon- particularísimos de Pío xi; el movimiento
je ejerció entre sus contemporáneos una colectivo de apostolado ha recibido del mis-
labor que sobrepasaba la liturgia. Todo mo Papa la forma de Acción Católica, es
lo que él deseó era un océano de gran- decir, un apostolado de laicos en su medio
deza, porque lo que impulsó a toda hora propio de vida; de él ha surgido ya la joc,
fue precisamente el Misterio de la Iglesia, una magnífica siembra de conquista para
cuya voz vibra en la liturgia. No es cues- Cristo y de vida interior pura, profunda,
tión de buen gusto, ni de piedad monacal, generosa» (Yves M.-J. Congar, 9Esquisses
ni de extender el proselitismo más allá de du Mystère de l’Église, Cerf, Col. Unam
los muros de Solesmes. E. Sèvrin en su Sanctam, Paris 1953, pp. 54-55).
obra sobre Don Guéranger y Lamennais Al hablar de esto, todavía percibo los
aseguraba que «no conocía a nadie fuera aires de aquella muchachada jocista... Re-
de Lamennais que hubiera influido más cuerdo aquel viejo caserón sobre la cuesta
profundamente que Dom Guéranger, en la de la Cardosa, y el himno de la joc que a
sensibilidad y doctrina católica de su tiem- veces se cantaba –tras algunas de las confe-
po. Es él quien tras la muerte del maestro rencias espirituales que semanalmente ha-
llevó a cabo la derrota del galicanismo y el bía–: En pie que Cristo ya nos llama,/ jocistas,
triunfo de las ideas romanas. Su poder de vamos a luchar;/ que un nuevo sol derrama /la
irradiación, añade, se percibe hoy en día luz que al mundo ha de guiar...
en la atracción ejercida por Solesmes, en El padre Congar finaliza su página de
el movimiento místico ejercido por él, en los Esquisses con un juicio sumario, que
fin, en el reflorecimiento de los estudios y estigmatiza la larga época tridentina y se
del espíritu litúrgico que alimenta nuestros remonta –como a una época de oro– a las

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grandes síntesis medievales y patrísticas y a la que el symposion eucharisticum es sapiencial


misma –sobre todo– revelación bíblica. –in spiritu et veritate– y no puede no serlo.
No quiero pasar «como gato sobre as-
cuas» sobre las palabras de Vincent Petit Investigadores y curés de champagne
acerca de la relevancia de la formación his- A la luz de esa tesis –de la que se des-
tórica para llegar a conseguir –o para man- prende la íntima connaturalidad entre la
tener– la connaturalidad litúrgica. Ya el mens histórica y el instinctus liturgicus– se
gran Juan Pablo ii había comentado maci- puede contemplar el espontáneo surgir de
zamente en Pastores dabo vobis, la necesidad tantos críticos y especialistas historiográfi-
de la gracia de lo Alto para ejercer el dis- cos al hilo del movimiento litúrgico. Cite-
cernimiento sapiencial propio del cristia- mos ante todo al gran Louis Marie Olivier
no, que tiene como meta tu Reino, como estado Duchesne (1843-1922): entre sus obras,
la libertad de tus hijos, como ley el precepto del sin ánimo de exhaustividad, el Liber Pon-
Amor (pref. común, vii): «Para el creyente, tificalis: texte, introduction et commentaire,
decía la interpretación de la situación his- Paris: ed. E. de Boccard 1955-1957. Idem,
tórica encuentra el principio cognoscitivo Les premières temps de l’État Pontifical, Foin-
y el criterio de las opciones de actuación temoing et Cie, Paris 1911. Idem, Origines
consiguientes, en una realidad nueva y ori- du culte Chrétien: étude sur la liturgie latine
ginal, a saber, en el discernimiento evangéli- avant Charlemagne, ed. Ernest Thorin, Pa-
co; es la interpretación que nace a la luz y ris 1889. Además, los volúmenes de Histoi-
bajo la fuerza del Evangelio, del Evangelio re ancienne de l’Église, que no pudo concluir
vivo y personal que es Jesucristo, y con el porque le sorprendió la muerte trabajando
don del Espíritu Santo. (...) De ese modo, sobre el admirable Gregorio vii.
el discernimiento evangélico toma de la Fernand Cabrol (1855-1937), había
situación histórica y de sus vicisitudes y nacido en Marsella. Monje benedictino
circunstancias no un simple dato, que hay de gran prestigio, llegó a ser prior de St
que registrar con precisión y frente al cual Michael’s Abbey in Farnborough, Hamp-
se pude permanecer indiferentes o pasivos, shire. Recibió la bendición abacial en
sino un deber, un reto a la libertad respon- 1903. Entre sus obras, Idem y H. Leclercq,
sable, tanto de la persona individual como Monumenta Ecclesiae Liturgica, scilicet: vol
de la comunidad. Es un reto vinculado a i: Reliquiae liturgicae vetustissimae; vols. ii-
una llamada al creyente; pero antes aún iv, not publised; vol v: M. Férotin, Le liber
llama a la Iglesia, para que –mediante el ordinum en usage dans l’Église wisigothique et
evangelio de la vocación y del sacerdocio– mozarabe d’Espagne; vi: M. Férotin, Le liber
exprese su verdad perenne en todas las cir- mozarabicus sacramentorum et les monuments
cunstancias de la vida.» (Pastores dabo vobis, mozárabes, ed. Firmin Didot, Paris 1900-
10-e). Hay, por lo tanto, un ejercicio del 1913. – Idem, La prière des prémiers chré-
mester histórico –mester profesional con un tiens, chez Bernard Grasset, Paris 1929.
ethos propio– que se coloca en línea con la Idem, Dictionnaire d’Archéologie chrétienne
sabiduría del Espíritu. Se comprende asimis- et de Liturgie, 15 tomos en 30 vols, Letou-
mo una tensión característica del compro- zey et Ané, eds. Paris 1907 ss.
miso entre el leitourgós y el pueblo que acoge Pierre Batiffol (1861-1929), francés y
el servicio: el leitourgós tiene la necesidad sacerdote católico. Especializado en histo-
de entender para poder servir; el pueblo sabe ria de los Dogmas. Obras suyas son, entre

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otras, Histoire du Bréviaire Romaine, Ed. merecido elogios del Pontífice Ratzinger–.
Picard, Paris 1893. Idem, 4Leçons sur la Entre las obras de Jungmann deben citarse:
Messe, Ed. Gabalda, 1919, 330 pp. Idem, Idem, Missarum Sollemnia. Explication géné-
Le Catholicisme des origines a saint Léon: 1. tique de la Messe Romaine, Études publiées
L’Église naissante et le catholicisme (1909). 2. sous la direction de la Faculté de Théolo-
La paix constantinienne (1914). 3. Idem, Le gie de Lyon-Fourvière, Ed. Montaigne,
Catholicisme de Saint Augustin, 2 vols, Ed. 3 vols, 1951-1954. Idem, El sacrificio de la
J. Gabalda, Paris 1920. 4. Idem, 2Le Siège Misa. Tratado histórico-litúrgico. Versión
Apostolique 359-491, J. Gabalda, Paris 1924. completa española de la obra alemana en
(Así se ordena esta obra según la mens auc- dos volúmenes «Missarum Sollemnia»,
toris: cfr. Le Siège Apostolique, Introduction). Madrid 2 1953.
Idem, Études d’Histoire et de Théologie Positi- Muchos curés de champagne viven im-
ve, 2 vols, J. Gabalda, Paris 1920. pregnados de afanes de formación autén-
Suitbert Bäumer (1845-1894), bene- tica y sin deformación pietista y acaban
dictino, patrólogo, estudió en Bonn y en formando verdaderas redes de transmisión
Tübingen. De 1875 a 1890 vivió en Ma- del vino nuevo de la nueva Liturgia. Así
redsous y en Erdington (England). Volvió pasan a la fama pastores envidiables con
definitivamente a Beuron Archabbey, de la un pueblo orgulloso de la buena forma-
que era monje. La más famosa de sus obras ción que reciben en el templo parroquial
es la Histoire du Bréviaire, traducida por cada domingo o cada día incluso. Suenan
dom Réginald Biron, 2 vols, Letouzey et nombres de sacerdotes como nuevos espe-
Ané, París 1905. Traduce la obra primera cialistas formados en la gleba apostólica de
en alemán Geschichte des Breviers, Freiburg- las comunidades de la joc, o en la Acción
im- Breisgau, B. Herder, 1895. Católica o, sin más, en el pueblo y sin sa-
Por último, y un poco más tardío, el lir de él. Porque hasta allí llegan revistas
jesuita austríaco Josef Andreas Jungmann como L’Ami de la Religion. Mélanges théo-
(1889-1975) debe ser considerado como logiques o, luego, Revue Théologique, L’Ami
pionero de la liturgia por sus obras de du Clergé... O más tarde Paroisse et Liturgie.
las que han bebido otros muchos litur- Curas como Meslé, Prompsault, Bergier,
gistas. Jungman había nacido en Bolzano Jouve, Fontaine dejan de sí un recuerdo
y estudiado en el seminario de Bressano- harto ilustrado que acabará teniendo su/
ne. Estudió los primeros ocho años en el sus estudiosos.
mencionado centro de estudios y recibió Pero siguen también los monjes como
la ordenación sacerdotal en 1913. Tras la dom Lambert Beauduin, dom Gaspar Le-
primera experiencia de cinco años como febvre, dom Bernard Capelle, o dom Ber-
sacerdote diocesano, el año 1918 pasó nard Botte –cuyo es el título El movimiento
al Noviciado de la Compañía de Jesús litúrgico: testimonio y recuerdo, Centre de
en Innsbruck donde recibió la requerida Pastoral Litúrgica, 2013 Barcelona–; inclu-
formación que completó seguidamente yendo ya algunos de los portaestandartes
en Munich y en Viena 1923-1925. Por del segundo Movimiento Litúrgico, el del
la época en que vivió recayó sobre él ser siglo xx, como los citados dom Beaudouin
pionero de la transformación litúrgica y, o dom Botte. Deberíamos hablar también
como teólogo, abrir la senda de la Teología de algunos Monasterios de gran porte cul-
Kerigmática juntamente con Hugo Rah- tural litúrgico e histórico como Solesmes,
ner –cuyo libro Teología de la Predicación ha Beuron, Maria-Laach, Maredsous, Mont-

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Cesar, Chevetogne, etc. Debemos señalar dos. La sólidas bases científicas a las que se
–aunque ya sea tan sólo una mención por apeló con tanta frecuencia y el retorno a las
falta de espacio– aquellos liturgistas que fuentes se volvieron contra sus crédulos y
«privilegiaban ante todo el análisis y el mé- confiados utilizadores.
todo histórico crítico, concibiendo su ob- Ha sido tradicional la enseñanza de que
jeto de estudio como verdadera historia de la más atenta oración es aquella que mira
la Iglesia»: don Guéranger se definió como a los ojos de Aquel a quien se habla. Hay
historiador, porque la historia es «el mar- otra atención más sencilla: aquella en que
co y fundamento de todo enseñamiento al menos se habla con deseo de darse a en-
eclesiástico». La lista de hombres de for- tender y de exponer recta ratione el objeto
mación histórica continúa con amplitud. que se comunica. Por lo menos, cuando se
Así son: Aimé-Georges Martimort, Guy hace oración, el recitado de la oración ha
Marie Oury, Pierre Marie Gy, el afamado de evitar el sonsonete y el desorden propio
chartiste, dom Bernard Capelle, ya mencio- de los ignorantes o, al menos de las perso-
nado, profesor de historia de la Liturgia en nas poco formadas. Ad personam, ad rem, ad
la Universidad de Lovaina, dom Bernard verba quae proferuntur.
Botte, que expresaba así su mester: «nues- Por eso al concluir vuelvo los ojos a
tra finalidad era hacer participar al pueblo aquella pequeña joya escrita por Raïssa y
de la acción litúrgica y hacer de nuestras Jacques Maritain, Liturgia y contemplación:
asambleas comunidades de oración. El mé- «Yo no cuento para nada, dice santa Hilde-
todo era el retorno a las fuentes, el estudio garda en el siglo xii... Yo me vuelvo al Dios
de la tradición» (p. 26). Vivo, a fin de que Él se digne en todas mis cosas
Todo movimiento litúrgico pretendió guardarme del mal. –Qué me importa, Señor,
siempre construir sobre comprobados fun- lo que me toque –clama Teresa de Ávila–. Para
damentos, aun cuando no siempre lo lo- mí nada existe más que Vos» (Oeuvres Com-
grase. Sabido es cómo el siglo xvii –padre plètes, xiv, p. 125).
del siglo xviii– se deslizó con frecuencia al
Enrique de la Lama
dar por buenos, razonamientos nada sóli-
Universidad de Navarra

Pablo López-Chaves
Los intelectuales católicos en el franquismo: las Conversaciones Católicas
Internacionales de San Sebastián (1947-1959)
Editorial Universidad de Granada (Colección Historia), Granada 2016, 363 pp.

Sobre los intelectuales en el primer fran- fuentes orales y hemerográficas, y la bi-


quismo se han publicado estudios valiosos bliografía cada vez más abundante sobre
y recientes que han cuestionado el lugar un periodo de la historia reciente española
común de una época gris sin apenas pro- todavía necesitado de nuevas investigacio-
ducción cultural de relieve. Esta monogra- nes.
fía se inserta en esta categoría, y se basa en El autor parte de un necesario estado de
la consulta de archivos públicos y privados, la cuestión, insertando su trabajo dentro

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