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Herman Alberto Silva Rojas 2140086

Historia Regional II. Profesor: William Buendia


Universidad Industrial de Santander

La metodología en la investigación histórica regional del Valle del Cauca - Alonso


Valencia Llano

La ponencia de Alonso Valencia Llano es una defensa del desarrollo teórico y


metodológico que ha tenido la historia regional y que no ha sido reconocido por la historia
nacional, tomando a la región del Valle del Cauca para demostrar su “evolución” teórico
metodológico. El aspecto más importante tiene que ver con las fuentes, por eso, utiliza
como referente a Jersy Topolsky cuya metodología trata del manejo de abundantes fuentes.
Aclara desde el principio con este método no se prescinde del objetivo de causalidad que
busca la Historia.

La crítica a los estudios regionales se basa principalmente en su inclinación a las


narraciones literales de los hechos, que refleja un tipo de historia empirista, y que su
especificidad no aporta a la historia nacional del país. Valencia considera que el problema
tiene que ver en buena medida, con la falta de explicación teórica de los historiadores que
han tomado a la historia regional como objeto de estudio. Al respecto, hace unas
aclaraciones en torno a si lo regional representa un objeto de estudio o un marco espacial,
discusión cuyo precedente más importante se encuentra, paradójicamente, en la historia
total de la Escuela de los Annales.

El primero en desarrollar estudios regionales del Valle del Cauca fue Germán Colmenares.
Fueron estudios que habían sido ya elaborados por él en otros lugares del país y que
supusieron un avance en la definición de la región como objeto de estudio. En esta
oportunidad se trató del libro Cali: terratenientes, mineros y comerciantes publicado en
1983. El mérito de sus productos académicos fue, entre tantos, la utilización de diversa y
abundante fuente primaria. Eran fuentes que hasta ese momento permanecían ocultas,
puesto que, el interés de la historiografía nacional y tradicional era la información que
contenían los documentos que reposaban en los archivos nacionales.

Como en principio se dijo, Colmenares tomó a la región como objeto de estudio, pero
verdaderamente su objeto era “la élite de Cali”, no obstante, la ciudad Santiago de Cali era
la determinación marco espacial de su investigación. Esa manera de proceder tiene un
poderoso armamento metodológico, ya que como él lo dice, el distanciamiento con la
historia monográfica tradicional está en la interrelación el núcleo urbano y sus “términos
territoriales”. Lo anterior quiere decir que esa delimitación espacial representa también la
delimitación temporal, así, por ejemplo: la ciudad de Cali no era concebida en su
jurisdicción actual, pues el núcleo urbano de Santiago de Cali era casi la mitad del
Departamento del Valle de Cauca, al ser esto así, su estudio se ubicó temporalmente en el
período colonial, administrativa y geográficamente en el Cabildo colonial de Popayán y
organizacionalmente en la zona de mayor actividad económica.

La diversidad de fuentes le permitió mirar diferentes dimensiones del problema. Las actas
de Cabildo le sirvieron para observar la actividad política, las actas matrimoniales, los
testamentos… ayudaron a detallar algunas formas como se relacionaban las personas y
quizá su enfoque económico le hizo considerar muy importantes los protocolos notariales
en los que dice se evidencia la monopolización productiva de la élite. Atender a las
dimensiones anteriormente citadas fue posible con el uso de fuentes locales. Decía
Colmenares que era en esos documentos donde se encontraba la información más rica para
la reconstrucción de historia de la vida social. Las fuentes locales, son fuentes
descentralizadas y esto hay que tenerlo en cuenta críticamente. Pues a lo grandes archivos
llegaban los documentos de hechos que tenían más visibilidad y mayor peso político, pero
por su carácter tan general no serían de gran ayuda para entender cómo se desarrollaba la
vida de los grupos sociales de una región y ni siquiera podrían dar respuesta a las preguntas
sobre la historia del país.

Otro autor que menciona con recurrencia es a Jaime Jaramillo Uribe quien defiende la
metodología de los estudios regionales y por ende la utilización de fuente local porque
ofrece la oportunidad de mirar las realidades de poblaciones más pequeñas, que vivían
procesos importantes que no se conocían en ese tiempo porque los documentos no llegaban
a los archivos.

Ahora bien, la metodología de la historia regional no surgió en la historiografía


colombiana. En absoluto, sus orígenes se hallan en la historia económica y social
desarrollada por la escuela de los Annales. Colmenares consideró que la historia regional
podía identificarse con el concepto de historia total. El ponente aprovecha esto como
defensa a la denotación empirista que recae sobre los estudios regionales. En la explicación
de Colmenares, la historia total puede alcanzarse con éxito con la historia regional más que
con la nacional. Cita como evidencia las investigaciones de Leroy Ladurie sobre
Languedoc y al trabajo de Lucien Febvre; Franco condado (solo nominalmente). La razón
radica en que, en la historia regional, las hipótesis son más abiertas, lo que permite una
visión panorámica de los objetos de estudio.
Colmenares pudo dar cuenta con su trabajo de los beneficios metodológicos de la historia
regional, sin embargo, para el autor, allí no quedó resuelto la cuestión más compleja del
método ¿cómo se define la región? hasta ese momento, la crítica de los historiadores a la
debilidad teórica de la historia regional era comprensible. En 1985 hubo un intento de
definición, pero no tomó la forma de concepto teórico, sino que la región se convirtió en
una herramienta funcional con la que los historiadores ajustaban sus problemas. Sobre todo,
para acomodar un marco geográfico a los acontecimientos. Esa arbitrariedad ocasionó que
no se consolidara una perspectiva de conjunto. En los estudios sobre el periodo colonial se
optó por establecer la relación región-Nación y espacio geográfico con una cierta
homogeneidad de carácter político o étnico.

Los historiadores que trabajan sobre el siglo XIX tuvieron un reto mayor, pues para el
periodo de independencia se estaban reestructurando las jurisdicciones, la organización
político administrativa, la transformación o creación de pueblos coloniales y republicanos,
etc. Entraba la época republicana y con ella el conflicto entre los pueblos, las provincias y
las ciudades. Nuevos actores emergieron en los estudios regionales, el protagonismo de las
élites locales competía ahora con otros sectores que surgieron con intereses homogéneos y
que buscaban también el dominio social. Por otra parte, hubo una variante significativa en
la acumulación de fuente con la llegada del texto impreso, eran fuentes nuevas que ponían
en cuestión el papel de la región en el desarrollo histórico.

La historia regional se enfrentaba a los cuestionamientos sobre su metodología, la pregunta


era ahora; cómo la especificidad de sus investigaciones podría conectarse con la historia
nacional o mundial. La autora siente que no hay una elaboración clara de los propósitos de
la historia regional para ayudar a construir la historia nacional y el problema radica en los
localismos. La pregunta se convierte entonces en cómo enlazar la región y lo local con
procesos más amplios, con una importancia superior y general.

No obstante, encuentra en que la autocrítica de los historiadores regionales los llevó a


encontrar en la metodología de la historia la solución a este problema, tal es el caso de
Colmenares. Como se mencionó al principio del texto, uno de los errores que ha tenido los
críticos de la historia regional es apartarla del método comparativo de la historia.
Colmenares temía que la historia nacional se convirtiera en la sumatoria de historias
regionales, esa no era la manera o no debería ser la manera como la historia regional
alimentara a los acontecimientos nacionales. En cambio, el análisis comparativo sí permitía
caracterizar a la sociedad y ver cómo impactan en la vida nacional los procesos que se
desarrollan en las regiones y localidades.
Además de lo anterior, la preocupación más urgente de la historia del siglo XIX son los
procesos de construcción del Estado Nacional. La historia regional también está inmersa en
este problema, la historia de cualquier región se asocia con estos procesos. Y no fue un
fenómeno nacional sino mundial, estaban surgiendo los estados nacionales modernos, ahora
los actores de la historia empezaron a ser los estados y no las regiones. Como en todo, cada
proceso se dio de manera distinta. Se sabe que las regiones estuvieron muy enfrentadas con
respecto al proyecto nacional. Tal vez por ello, hubo tantos ensayos de creación de Nación.
El entorpecimiento en la creación de la nación fue muestra de la fortaleza regional, era
apenas comprensible que la historia de un país, con un pasado regional, no luchara en
contra del objetivo centralista de la élite emergente. También se reanimó la élite que ejercía
su dominio en el campo, para resistir al proyecto nacional, así lo piensa Jorge Orlando
Melo. En su estudio sobre el fraccionamiento regional de la clase dominante, habla de la
resistencia de las regiones, que, si bien utilizaron estrategias culturales para fortalecer lazos
de identidad regional, su accionar tuvo que ver más con la defensa militar. Mientras que en
la construcción del Estado Nacional la cultura sí fue un factor clave.

La política regional se fue debilitando, de ahí que, Melo recomendara a los historiadores,
elaborar historia de la política entendiendo la nación como elemento lógico. Lo que no
significa que la región deba abandonarse, es todo lo contrario, si no se comprende lo
regional y local es imposible comprender la historia nacional. La razón es que ahí surgen
las relaciones de poder. Las formas como se desenvolvía la vida en las regiones explican la
conformación de hechos nacionales.

Al final del artículo se hace referencia al proceso de sub-regionalización en el que también


se puede seguir estudiando el proceder político de las élites locales y pueblerinas. Y señala
que este proceso de conformación regional se dio con más impulso a partir de 1860, desde
que se empezaron a legalizar las existencias de Estados Soberanos. Existencia problemática
porque los pueblos o provincias en su lucha por la soberanía vivieron en conflicto de
intereses, intereses de las élites locales principalmente. Conflictos sobre la imposición
mutua entre provincias y pueblos para ser la sede o capital del Estado soberano, como por
ejemplo sucedió en el Valle del Cauca con el interés de Cali y Palmira por desplazar a
Popayán como capital de Estado.

Por último, aunque en la sección de la relación región-Nación introduce lo local, no lo


define ni entra a hablar sobre su metodología. La que se piensa, tiene variaciones con
respecto al método de la historia regional. Por ello, deja abierta la discusión sobre la
localidad como un nuevo componente que es preciso estudiar para comprender su relación
tanto con lo regional como con lo nacional.

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