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pones tu fortaleza?
El perdón es la vía que utiliza nuestro corazón para curar las inevitables
heridas y decepciones de la vida.
Muchos estudios sobre el tema, llevados a cabo por John Kabat-Zinn, Gonzalo
Brito, Vicente Simón -por nombrar algunos de los psicólogos más conocidos en
este área- coinciden en que con el perdón es uno mismo quien recibe el mayor
beneficio. Sin embargo, en nuestra cultura el perdón siempre ha estado
orientado hacia los otros, como si el perdón fuera un regalo que le hiciéramos a
los demás cuando, en realidad, es uno mismo, cuando perdona, el que recibe
el mayor beneficio.
Si realmente comprendiéramos que el perdón es, ante todo, un acto de
autocompasión, nos sentiríamos menos inclinados a aferrarnos al
resentimiento. Se ha escrito que el resentimiento es como tomar veneno
esperando que se muera el enemigo; puede parecer exagerado, pero es así
exactamente. El rencor afecta principalmente a quien lo siente -no a su
destinatario- y sus efectos dañan considerablemente nuestro equilibrio
emocional y nuestra visión del mundo. Su efecto a largo plazo es un
emponzoñamiento de nuestra mente y de nuestro corazón, que dañará sin
remedio nuestras relaciones, nuestras emociones y nuestro bienestar general.