Está en la página 1de 45

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

La familia cristiana:
Dimensiones bíblicas, teológicas y desafíos pastorales

Monografía para la
Licenciatura en
Teología sistemática

Alumno: Fr. Ariel Marcelo Fessia OSA


Matrícula Nº 4819
Director: Dra. Marcela Mazzini

Buenos Aires Noviembre de 2013


1

Sumario

Siglas
Introducción
1 Reflexión bíblico- magisterial sobre el Sacramento del matrimonio
1.1 Dimensión bíblica de la familia
1.1.1 La Buena Nueva de la familia
1.1.2 Antiguo Testamento
1.1.3 Nuevo Testamento
1.2 La Familia cristiana según el Concilio Vaticano II
1.3 Aspectos relevantes del magisterio post-Conciliar
1.3.1 Aportes relevantes sobre la familia en los Pontificados del Beato Juan
Pablo II y Benedicto XVI
1.3.2 Aporte sobre la familia del Episcopado latinoamericano y argentino
1.3.2.1 Conferencia Episcopal en Puebla
1.3.2.2 Conferencia Episcopal Latinoamericana en Aparecida
1.3.2.3 La familia en la reflexión del Episcopado Argentino
2 Teología del matrimonio y la familia cristiana
2.1 Sacramentalidad del matrimonio
2.2 Dimensión antropológica de la familia cristiana
2.3 Dimensión trinitaria de la familia cristiana
2.4 Dimensión Cristológica
2.5 Dimensión Eclesiológica
2.6 Comprensión escatológica de la familia cristiana
3 Desafíos Pastorales
3.1 Divorciados vueltos a casar
3.1.1 Visión jurídica.
3.1.2 Visión pastoral
3.2 Perspectivas para una posible solución al problema de los divorciados vueltos a
casar
4. Conclusión
2

Siglas

APFA- Aportes para la Pastoral Familiar de la Iglesia en Argentina


CIC- Catecismo de la Iglesia Católica
CRCDVC- Carta sobre la recepción de la comunión por parte de los divorciados
vueltos a casar
CVII- Concilio Vaticano II
DA- Documento de Aparecida
DP- Documento de Puebla
FC- Familiaris Consortio
GS- Gaudium et Spes
LG- Lumen Gentium
LF- Lumen Fidei
NMA- Navega Mar Adentro
SC- Sacramentum Caritatis
3

INTRODUCCIÓN

En la actualidad se nos pide, como Iglesia, un anuncio evangélico renovado que dé


razones acerca de la importancia del matrimonio en la vida cristiana. Al mismo tiempo,
esto ayudaría a comprender mejor el sentido de la vida conyugal y su valor dentro del
designio salvífico de Dios.
El Papa Francisco en su Carta Encíclica Lumen Fidei, al referirse a éste tema ofrece un
resumen preciso de lo que es para la Iglesia católica el tema de la familia, cuando dice:
“El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia. Pienso
sobre todo en el matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer: nace de su
amor, signo y presencia del amor de Dios, del reconocimiento y la aceptación de la
bondad de la diferenciación sexual, que permite a los cónyuges unirse en una sola carne
(cf. Gn 2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva, manifestación de la bondad del
Creador, de su sabiduría y de su designio de amor.”1
Aún así esta institución familiar valorada y querida por la Iglesia, se ve afectada por los
cambios culturales. De hecho, los Obispos reunidos en Aparecida, hacen mención al
“Cambio de época” que se está viviendo, el cual hace desvanecer la concepción integral
del ser humano y su relación con mundo y con Dios.2 Esto mismo afecta a la institución
familia, ya que “La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de
nuestro tiempo,”3 y esto causa una desvalorización del sacramento del matrimonio.4
Esta realidad ya era advertida por los Obispos argentinos cuando decían: “La
fragmentación presente en nuestra cultura llega también a las familias. Con singulares
agresiones se encuentra amenazado el ideal de la vida en familia.”5
Este llamado e inquietud de nuestra Iglesia por la familia es lo que ha motivado la
elección del tema a estudiar y reflexionar.
No es la intención de este trabajo abarcar todas las cuestiones que involucran a la
familia, pero si desarrollar algunos puntos que pueden abrir horizontes para la reflexión
y sistematización teológica sobre la familia como los sugieren los Obispos
Latinoamericanos en Puebla:

1
PAPA FRANCISCO, Carta Encíclica Lumen Fidei, Buenos Aires, San Pablo, (2013), 52 (En adelante LF)
2
V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE,
Documento de Aparecida, Buenos Aires, (2007) 44 (En adelante DA)
3
CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, Navega Mar Adentro, Buenos Aires, (20031) 24 (En
adelante NMA)
4
“Debemos reconocer que los matrimonios, el segmento de los primeros años de casados, están bastante
ausentes de la vida de la Iglesia.” C. AVELLANEDA, La Danza del Amor, Buenos Aires, Guadalupe, 20111,
14
5
NMA 43
4

“Enriquecer y sistematizar la teología de la familia para facilitar su conocimiento y


profundización como «Iglesia doméstica», con el fin de iluminar las nuevas situaciones
de las familias latinoamericanas… Afirmar que en toda pastoral familiar deberá
considerarse a la familia como sujeto y agente insustituible de evangelización y como
6
base de la comunión de la sociedad.”
Este trabajo será realizado a partir de una investigación bibliográfica y a través del
siguiente procedimiento: En primer lugar expondremos la reflexión bíblico- histórica de
manera sincrónica tomando las reflexiones realizadas en el Concilio Vaticano II.7
Avanzaremos con el pensamiento del magisterio post conciliar a través de los aportes
del Beato Juan Pablo II y del Papa emérito Benedicto XVI, como así también nos
detendremos en los escritos de la Conferencia Episcopal Latinoamérica y de la Iglesia
en Argentina. A continuación presentaremos los fundamentos dogmáticos en el ámbito
de la teología sacramental, antropológica, trinitaria, cristológica, eclesial y escatológica.
Por último, desarrollaremos uno de los grandes desafíos que se nos presenta como
Iglesia al respecto del matrimonio como sacramento, nos detendremos a analizar cuál es
la postura del magisterio ante los divorciados vueltos a casar, cual es la respuesta que da
y cuáles son las posibles salidas que se proponen para hacer frente a esta situación.

6
III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Documento de Puebla,
Buenos Aires, San Pablo (1979), 601-602 (En adelante DP)
7
En adelante CVII
5

1 Reflexión bíblico- magisterial sobre el Sacramento del matrimonio

1.1 Dimensión bíblica de la familia

1.1.1 La Buena Nueva de la familia8

La Palabra de Dios nos narra cómo desde el principio Dios hizo al hombre y a la mujer:
“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos
uno solo,”9 y comenta Jesús: “De manera que ya no son dos, sino uno una sola carne.
Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.”10 Jesús nos remite no al inicio de
la historia de la humanidad, sino a la fuente de esta historia: El Amor Creador. La
Palabra de Dios manifiesta su proyecto sobre la humanidad. Cuando la vocación al
matrimonio ha sido concebida y aceptada, se comienza a vivir una unión tan grande
entre el hombre y la mujer, que este don mutuo crea una realidad nueva: la pareja.
La alianza conyugal, que ha tenido su origen en el amor de libre elección entre un
hombre y una mujer que comprometen sus vidas mutuamente, el matrimonio crece y se
desarrolla en un amor de entrega cada vez mayor, fiel y renovado. Dios les da la
posibilidad, como pareja que se ama, de vivir en lo cotidiano, sea en lo favorable o en lo
adverso, con salud o enfermedad, la experiencia de su amor. El amor conyugal
plenamente humano, compromete a cada persona en su “totalidad unificada” de espíritu
y de cuerpo, poseyendo las características propias de totalidad, unidad, indisolubilidad y
fecundidad.

1.1.2 Antiguo Testamento

La concepción cristiana del Matrimonio parte y se inspira en la Palabra de Dios.


Precisamente en la primera pareja encontramos el prototipo del amor conyugal: “Creó,
pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los
creó. Y los bendijo Dios, y les dijo Dios: Sed fecundos y multiplicaos.” En el relato del
Gn 1,27-29 encontramos tres elementos claves de la concepción cristiana del
matrimonio. En el texto bíblico se destaca en primer lugar la igualdad del hombre y de

8
Cf. DA 114-119
9
Gen 2,24
10
Mt 19, 6
6

la mujer; en segundo lugar la semejanza de la misión de los casados con Dios, el ser
“procreadores con Él” y en último término la bendición o consagración.
Esta concepción se completa a continuación con la narración del Gn 2,18-25. La
tradición sacerdotal destaca por su parte la expresión del amor conyugal con la
presentación de Dios al hombre de su compañera, sacándolos de la situación de soledad
y dándole un sentido a su vida, así ambos pueden establecer una alianza en igualdad, 11
porque poseen una misma dignidad, porque como ya vimos los dos fueron creados a
“imagen y semejanza” (Gn 1,26-27) y esta dignidad original es una característica
fundamentada en la revelación.12 En este segundo relato se subrayan dos notas
características del matrimonio, la indisolubilidad y la independencia que supone el
compromiso matrimonial ya que la misión dada por Dios supone estas dos
características, “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y
se hacen una sola carne.” Gn 2,24. En estos dos relatos encontramos el prototipo ideal
del matrimonio, donde queda establecido su carácter monogámico, la igualdad de los
cónyuges, la fecundidad, la unidad, la complementariedad, la relación y el amor
interpersonal y la connotación sexual; todo esto visto como obra y don maravilloso de
Dios creador.13
Además, el Antiguo testamento más tarde enriquecerá este concepto matrimonial al
introducir los términos de Alianza de amor, Alianza santa (Ez 16,8), haciendo una
analogía del amor de Dios para con su pueblo.14 Esta alianza supone que el matrimonio
se celebra (Tob 8,4-8) y legisla, (Dt 7,3). La analogía del amor de Dios es expresada en
términos de fidelidad, bondad, ternura y misericordia que se cantan con imágenes
nupciales.15 Fue Oseas (1-3) el primero que utilizó este recurso literario desarrollado
más tarde por Jeremías, (2,2. 3,113), Isaías (54,48. 6,2-35) y Ezequiel (16. 23). “Las
mismas imágenes sirven al Nuevo Testamento para describir las relaciones de Cristo
con su Iglesia.”16

11
G. FLÓREZ, Matrimonio y familia, Madrid, BAC, 20012, 89-90
12
T. SCHNEIDER, Org. Manual de Teología Dogmática. v 1, Barcelona, Herder, 19961, 147
13
Cf. D. BOROBIO (dir.), La celebración en la Iglesia II. Sacramentos, Salamanca, Sígueme, (1994)
514-515
14
“La historia de la salvación, especialmente los libros proféticos, se sirve del lenguaje y de las
vicisitudes del amor matrimonial para revelar el amor de Dios a su pueblo; a la vez ese amor viene a ser
signo e imagen de la alianza de Dios con su pueblo.” JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio (1981) 12 (En adelante se citará FC)
15
B. SESBOÜÉ, “El matrimonio. Institución Humana y sacramento de la Iglesia”, en: Invitación a Creer.
Unos sacramentos creíbles y deseables, Madrid, 20101, 401-402
16
Ibíd., 402
7

1.1.3 Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento no ofrece una enseñanza sistemática acerca del matrimonio, sino
que nos brinda los aspectos esenciales de la visión cristiana del matrimonio a través de
sus textos.17
El Nuevo Testamento, cuando se refiere al hombre y a la mujer unidos en matrimonio,
habla en términos de fidelidad, de exclusividad (Mt19, 6), reafirmando la idea de la
indisolubilidad,18 contra la concesión por parte de Moisés, según la cual se le permitía al
marido repudiar a su mujer.19 En este texto como así también en el texto paralelo del
Evangelio de Marcos, Jesús transporta la cuestión al orden creacional y concluye: “Lo
que Dios ha unido, que el hombre no lo separe” (Mc 10,9).
Otras características que presenta son el amor y la fecundidad haciendo referencia
explícita a la entrega que existe entre Cristo y la Iglesia (Ef 5,21-33).Gonzalo Flórez en
su libro hablando de la relación entre Cristo y la Iglesia dice:
“El paralelismo establecido por el texto paulino entre el matrimonio y la Iglesia tiene en
cuenta dos realidades distintas que en el pensamiento de Pablo alcanzan un profundo
significado. Se refiere, por una parte, al misterio de la Iglesia, en base al cual los
bautizados forman un cuerpo unido a Cristo, su cabeza. Por otra parte, aludiendo al
texto del Génesis según el cual varón y mujer «se hacen una sola carne», se refiere
también a la unión de los esposos en cuanto forma parte del orden de la creación y de la
voluntad divina y en cuanto es, por tanto, una realidad sagrada y misteriosa.”20
Este gran misterio del que nos habla San Pablo se refiere al designio, al plan salvador de
Dios, realizado por Jesucristo y actualizado por la Iglesia. En esa voluntad salvífica de
Dios se sitúa el matrimonio, que es signo eficaz y realización histórica de la salvación
que nos trajo Cristo y que continúa haciendo presente y actualizando el amor de Dios,
“El amor entre hombre y mujer es más bien un signo actualizante, una epifanía del amor
y de la fidelidad de Dios otorgado de una vez por todas en Jesucristo y presente por
medio de la Iglesia. En este sentido podemos, junto con el Concilio de Trento
21
(DS1799), descubrir en Ef 5,32 una alusión a la sacramentalidad del Matrimonio.”
De esta manera podemos señalar, en modo de resumen, dos puntos importantes en la
doctrina evangélica sobre el matrimonio, en primer lugar se destaca su formulación, la
que le devuelve su pureza original. En segundo lugar la continuidad que se da en lo que
se refiere a la indisolubilidad frente al problema del divorcio.

17
G. FLÓREZ, Matrimonio y familia, 101
18
SESBOÜÉ, “El matrimonio. Institución Humana y sacramento de la Iglesia,” 403
19
Mt 19,8
20
G. FLÓREZ, Matrimonio y familia, 106
21
Cf. W. KASPER, Teología del matrimonio cristiano, Santander, Herder, 19801, 46
8

1.2 La Familia cristiana según el Concilio Vaticano II

La reflexión conciliar ha avanzado en la profundización del concepto de matrimonio


llegándonos a ofrecer una nueva clave de interpretación del matrimonio y de la familia,
presente sobre todo en la Constitución dogmática Gaudium et Spes (47-52).22 El CVII
ofrece una nueva visión en la que se pueden destacar los siguientes puntos: Se pasa de
una concepción jurídica a una visión existencial-antropológica, donde el matrimonio
deja de ser un contrato para ser una vocación, donde ya no se marcan los fines del
matrimonio. En cambio y en particular, Gaudium et Spes, n. 48 y 50, se enfatiza la
importancia primordial de la procreación y educación. Y se presentan las exigencias de
amor conyugal que fundamentan a esta comunidad de amor, que es el matrimonio.23
“El matrimonio como alianza y oblación de amor: de una visión más bien jurídica del
matrimonio como «contrato» se pasa a una visión más personalista, eclesiológica y
mistérica: el matrimonio se entiende más como «alianza interpersonal en el amor», que
como leyes imperativas de la naturaleza o de la Iglesia (GS 48; RM 52, 101...). La
misma alianza de amor manifiesta todo su carácter oblativo en la celebración o «in
fieri» matrimonial, en la entrega consumativa, y en la promesa y fidelidad de futuro.”24
La constitución define el matrimonio como una comunidad conyugal y familiar y
comunidad de amor. Además en el primer apartado se destaca la importancia del
bienestar como signo de prosperidad y en el cumplimiento de su misión y en el
favorecimiento de la dignidad familiar, pero a continuación los padres conciliares
denuncian también las situaciones que provocan la pérdida de dicha dignidad:
“…la dignidad de esta institución no brilla en todas partes con el mismo esplendor,
puesto que está oscurecida por la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor
libre y otras deformaciones; es más, el amor matrimonial queda frecuentemente
profanado por el egoísmo, el hedonismo y los usos ilícitos contra la generación. Por otra
parte, la actual situación económico, social-psicológica y civil son origen de fuertes
perturbaciones para la familia.” 25
Por otra parte ya el Papa Pablo VI decía que la Iglesia está penetrada en la vida
humana; ella es parte integrante de la humanidad y sus miembros de ella y es en el seno
de la humanidad que la Iglesia descubre los valores culturales, experimenta las

22
“ El Concilio Vaticano II, manteniéndose fiel a los principios bíblicos teológicos fundamentales y a los
resultados esenciales del desarrollo dogmático de la Iglesia en la tradición, colocó al matrimonio
sacramental en un horizonte teológicamente vinculante, y de esa manera integró las cuestiones de teología
moral, canónicas, litúrgicas y pastorales, en una perspectiva teológica- dogmática global.” E. Aliaga, El
matrimonio y la familia en la perspectiva del Concilio Vaticano II, Anales Valentinos: Revista de
Filosofía y Teología, Volumen 32, n° 63,2006, 17-27
23
Cf. BOROBIO, La celebración en la Iglesia II, 539-543
24
Cf. BOROBIO, La celebración en la Iglesia II,542
25
CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática Gaudium et Spes. Madrid, BAC, (1968),47 (En
adelante GS)
9

transformaciones históricas y también trabaja en beneficio de ella.26 Por su parte


también resalta la importancia del Bautismo, a través del cual nos asociamos a la familia
de Dios, como hijos adoptivos. De esta manera la Iglesia forma parte de la familia
humana como de la vida divina formando el Pueblo de Dios. 27 Es en el CVII donde se
destaca esta dimensión eclesiológica de la familia como “Iglesia Doméstica.” Esta
dimensión eclesial es vista de forma análoga a la relación de Cristo con la Iglesia
“Cristo nuestro Señor bendijo abundantemente este amor multiforme, nacido de la
fuente divina de la caridad y que está formado a semejanza de su unión con la Iglesia.”28
Dicha unión fundamenta la indisolubilidad del vínculo matrimonial: “Esta íntima unión,
como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena
fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad.” A partir de aquí se desprende que
“su índole natural, la institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados por
sí mismos a la procreación y a la educación de la prole.”
En la visión del CVII, la familia es un bien para la sociedad, 29 donde ella es testigo de
aquel misterio de amor que el Señor con su muerte y resurrección reveló al mundo. Y de
esta manera manifiesta su vocación. Pero además el Concilio comprende la importancia
de la familia en el garantizar la dignidad de cada uno de sus miembros en la sociedad
que depende justamente de las condiciones de su vida moral, económico- social y
cultural de cada familia, y de esta, nacen nuevos ciudadanos de la sociedad humana y de
esta sociedad los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe,
mediante la palabra y el ejemplo,30 Por esta razón es que el CVII denuncia todos los
ataques contra la dignidad humana y de cada uno de los miembros de las familias. 31 Por
este motivo también los Padres Conciliares indican el rol que los hijos tienen dentro de
la familia, papel que lleva a la santificación de los padres: “la piedad filial y la
confianza corresponderán a los beneficios recibidos de sus padres y, como hijos, los
asistirán en las dificultades de la existencia y en la soledad, aceptada con fortaleza de
ánimo, será honrada por todos.”

26
PABLO VI, Carta Encíclica Ecclesiam Suam ,Madrid, BAC, (1968) ,10
27
Ibíd., 18
28
GS 48
29
CONCILIO VATICANO II, Decreto Apostolicam Actuositatem, Madrid, BAC, (1968), 11
30
CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, Madrid, BAC,
(1968),11 (en adelante LG)
31
Ibíd., 32
10

Para el concilio el amor es lo esencial del matrimonio,32 pero este amor tiene como
exigencia un continuo cultivo, para que este se desarrolle y de fruto, esta idea es
formulada con las siguientes expresiones: "cultivo del amor conyugal," "cultivo del
amor fiel."33

1.3 Aspectos relevantes del magisterio post-Conciliar

La familia ha sido en la reflexión post-Conciliar y en forma especial en nuestros pueblos


latinoamericanos una gran preocupación tanto de las Conferencias Episcopales de cada
país como así también del CELAM, en forma particular esta última cuando los obispos
reunidos en Puebla, ofrecen grandes aportes para la reflexión Sinodal sobre la familia
del año 1980, Sínodo que como fruto producirá la Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio de Juan Pablo II.
Exhortación que aún hoy después de 23 años continúa estando en la base de las
diferentes reflexiones y aportes Episcopales.
Y en cuanto al aporte pos conciliar, tanto el Beato Juan Pablo II, Benedicto XVI y la
Iglesia en América Latina y Argentina nos presentan lo siguiente:

1.3.1 Aportes relevantes sobre la familia en los Pontificados del Beato Juan
Pablo II y Benedicto XVI

La Familia es una de las temáticas que tuvo un lugar privilegiado durante el Pontificado
del Papa Juan Pablo II. A este tema le ha dedicado numerosas catequesis entre los años
1979-1984, fruto de las mismas se ha elaborado lo que se conoce como la teología del
cuerpo, en estas catequesis define a la familia como una comunión de personas, donde
“la comprensión del significado esponsalicio del cuerpo en su masculinidad y
feminidad revela lo íntimo de su libertad, que es libertad de don. De aquí arranca esa
comunión de personas, en la que ambos se encuentran y se dan recíprocamente en la
plenitud de su subjetividad. Así ambos crecen como personas-sujetos, y crecen
recíprocamente el uno para el otro.”34

32
"Este amor, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la
voluntad, abarca el bien de toda la persona y, por tanto, es capaz de enriquecer con una dignidad especial
las expresiones del cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como elementos y señales específicas de la
amistad conyugal." GS 49
33
GS 50
34
Juan Pablo II, Vocación original al matrimonio, Audiencia General del 13 de febrero de 1980 [en línea]
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1980/documents/hf_jpii_aud_19800213_sp.ht
ml (Consulta: 24 de septiembre de 2013)
11

Como su aporte es muy amplio, nos limitaremos en nuestra presentación a resaltar


algunos puntos significativos de su enseñanza que nos ha llegado a través de sus
escritos: Familiaris Consortio y Carta a las Familias.
En la primera parte de la Familiaris Consortio, se hace un llamado a la Iglesia a conocer
y reconocer las necesidades de las familias ya que su integración eclesial plena solo se
logra si se conocen su realidad socio-cultural y eclesial.35 Por este motivo el Papa
llama a trabajar de modo inter-disciplinario junto a otras ciencias para realizar un
análisis objetivo de la realidad familiar en los diferentes ámbitos.
Al comienzo de la tercera parte de la Exhortación, imperativamente, se llama a las
familias a ser lo que son, y siguiendo las líneas del Sínodo de los Obispos realizado un
año anterior, el desarrollo posterior se orienta hacia la formación comunitaria y social
(18-27. 42-48) y la misión al servicio de la vida (28-41) que cada comunidad familiar
esta llamada a realizar.
En la Familiaris Consortio la familia es vista como una realidad teologal,36
“En el designio de Dios Creador y Redentor la familia descubre no sólo su «identidad»,
lo que «es», sino también su «misión», lo que puede y debe «hacer». El cometido, que
ella por vocación de Dios está llamada a desempeñar en la historia, brota de su mismo
ser y representa su desarrollo dinámico y existencial.”37
Además es una realidad comunitaria,38 que se enriquece y desarrolla a través de la
comunión y el amor,39 donde “todos los miembros de la familia, cada uno según su
propio don, tienen la gracia y la responsabilidad de construir, día a día, la comunión de
las personas, haciendo de la familia una escuela de humanidad más completa y rica”. 40

35
“A este análisis dedica la exhortación de Juan Pablo II el número 6. Como aspectos positivos, señala el
nuevo clima de libertad y respeto a la persona en que se desarrollan las relaciones entre los esposos y
entre padres e hijos, la paternidad responsable, la mayor relación y colaboración entre las familias en
orden a ayudarse en los problemas comunes y a descubrir su misión dentro de la Iglesia y en la sociedad.
Como aspectos negativos, la exhortación se fija en las formas equivocadas de entender la independencia
de los esposos, las dificultades en las relaciones entre padres e hijos y en la «transmisión de los valores»
de padres a hijos, además del aumento de los divorcios, los abortos y las diversas formas de
anticoncepcionismo rechazadas por la moral católica.” G. FLÓREZ, Matrimonio y familia, 251
36
Es una comunidad de fe, esperanza y caridad. CIC 2204
37
FC17
38
“La familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: del hombre y de la mujer
esposos, de los padres y de los hijos, de los parientes. Su primer cometido es el de vivir fielmente la
realidad de la comunión con el empeño constante de desarrollar una auténtica comunidad de personas.”
FC18
39
“Dentro de la comunión-comunidad conyugal y familiar, el hombre está llamado a vivir su don y su
función de esposo y padre. El auténtico amor conyugal supone y exige que el hombre tenga profundo
respeto por la igual dignidad de la mujer. El amor a la esposa madre y el amor a los hijos son para el
hombre el camino natural para la comprensión y la realización de su paternidad.” FC25
40
FC21
12

La familia está llamada a contribuir con la formación comunitaria y social.41 Y además


debe estar abierta al cuidado y a la promoción de la vida colaborando con el acto
creador de Dios. Así el cometido fundamental de la familia es el servicio a la vida, el
realizar a lo largo de la historia la bendición original del Creador, transmitiendo en la
generación la imagen divina de hombre a hombre.42
En 1994 la Iglesia celebró el año internacional de la familia y por este motivo el Papa
Juan Pablo II, escribe Carta a las Familias, “Gratissimam Sane” donde reflexiona,
bíblica, teológica y antropológicamente sobre el amor en el matrimonio y en la familia;
presentando una vez más la realidad teologal y comunitaria de la familia, de esta última
se desprende la realidad antropológica del matrimonio La “comunión” se refiere por lo
tanto a la relación personal entre el “yo” y el “tu”; la comunidad, en cambio, apunta
hacia una sociedad, hacia un “nosotros,”43 como fruto del amor entregado en comunión.
Ya que como afirma el Papa El amor hace que el hombre se realice mediante la entrega
sincera de sí mismo.44 Y agrega:
“La entrega de la persona exige, por su naturaleza, que sea duradera e irrevocable. La
indisolubilidad del matrimonio deriva primariamente de la esencia de esa
entrega: entrega de la persona a la persona. En este entregarse recíproco se manifiesta
el carácter esponsal del amor.”45
Podemos concluir que para el Beato Juan Pablo II la familia es valiosa en sí misma,
pero que no debe quedar allí sino que su valor, debe manifestarse en el servicio a la
sociedad y a la Iglesia:
“Entre los cometidos fundamentales de la familia cristiana se halla el eclesial, es decir,
que ella está puesta al servicio de la edificación del Reino de Dios en la historia,
mediante la participación en la vida y misión de la Iglesia. Los cónyuges y padres
cristianos no solo "reciben" el amor de Cristo, convirtiéndose en comunidad "salvada",
sino que están también llamados a "transmitir" a los hermanos el mismo amor de Cristo,
haciéndose así comunidad salvadora.” 46
Al hablar sobre el matrimonio y la familia, el Papa Benedicto XVI marca una gran
continuidad con el magisterio de Juan Pablo II, pero hemos de notar un aporte muy
valioso que ha realizado y quizá como una novedad, que es el tema en el ámbito de la

41
“La familia cristiana está llamada a ofrecer a todos el testimonio de una entrega generosa y
desinteresada a los problemas sociales, mediante la «opción preferencial» por los pobres y los
marginados. Por eso la familia, avanzando en el seguimiento del Señor mediante un amor especial hacia
todos los pobres, debe preocuparse especialmente de los que padecen hambre, de los indigentes, de los
ancianos, los enfermos, los drogadictos o los que están sin familia.” FC47
42
FC28
43
JUAN PABLO II, Carta a las familias, Buenos Aires, Paulinas, (1994), 8
44
Ibíd., 11
45
Ibíd.
46
FC 49
13

antropología matrimonial- familiar, basada en su reflexión sobre el amor y la vivencia


de este en el ámbito del amor conyugal. En un discurso dado para la Iglesia de Roma en
el año 2005 presenta los fundamentos antropológicos de la familia, presentamos aquí
algunas de las ideas que el Papa expone:
“Matrimonio y familia no son una construcción sociológica casual, fruto de situaciones
particulares históricas y económicas. Por el contrario, la cuestión de la justa relación
entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano
y sólo puede encontrar su respuesta a partir de ésta… No puede separarse de la pregunta
siempre antigua y siempre nueva del hombre sobre sí mismo: ¿quién soy? Y esta
pregunta, a su vez, no puede separarse del interrogatorio sobre Dios: ¿existe Dios? Y
¿quién es Dios? ¿Cómo es verdaderamente su rostro?... La respuesta de la Biblia a estas
dos preguntas es unitaria y consecuencial: El hombre es creado a imagen de Dios, y
Dios mismo es amor… Por este motivo, la vocación al amor es lo que hace del hombre
auténtica imagen de Dios: se hace semejante a Dios en la medida en que se convierte en
alguien que ama.”47
Esta idea es la que el Papa remarca en su la Encíclica Deus Caritas Est, cuando señala
al amor conyugal como la expresión del amor y como el camino para llegar a conocer
vitalmente al amor de Dios.48 En esta Encíclica Benedicto XVI presenta el contenido
fundamental de la fe cristiana desde el amor y su realización dinámica, la novedad
presentada por el Papa es la relación y la forma de estructurar que presenta el Eros y el
Ágape en el amor matrimonial.
Al realizar un análisis de (Gn 2, 24) “por eso abandonará el hombre a su padre y a su
madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne” el Papa señala dos aspectos
del eros en primer lugar lo presenta como enraizado en la naturaleza misma del hombre;
y en segundo lugar como el eros orienta al hombre hacia el matrimonio, un vínculo
marcado por su carácter único y definitivo.49 Más adelante el Papa señala la necesidad
de la madurez que se da cuando somos capaces de reconocer las manifestaciones
visibles del amor de Dios puede suscitar en nosotros el sentimiento de alegría, que nace
de la experiencia de ser amados.50
Por eso para que el amor en el matrimonio, sea un amor maduro se ve la necesidad de la
integración de las dos dimensiones tanto la erótica como la agápica del amor.
“¿Cómo, se pregunta entonces el Papa, “vivir el amor” para que se realice plenamente
su promesa humana y divina? El Antiguo Testamento responde que el eros debe abrirse
al ágape, superando el egoísmo. Es decir que el amor más perfecto está en ocuparse del

47
BENEDICTO XVI, Discurso en el Congreso Eclesial de la Diócesis de Roma sobre «Familia y
comunidad cristiana: formación de la persona y transmisión de la fe». [en línea ] Zenit digital , 7 de Junio
de 2005, http://www.zenit.org/es/articles/el-fundamento-antropologico-de-la-familia-segun-benedicto-
xvi-i, (Consulta: 3 de Mayo de 2013)
48
Cf. BENEDICTO XVI, Carta encíclica Deus caritas est. Buenos Aires, San Pablo, (2005) 16
49
Ibid.,11
50
Ibíd.,17
14

otro y preocuparse por el otro; no buscarse a sí mismo ni sumirse en la embriaguez de


esa felicidad, sino desear el bien del amado, hasta el punto de estar dispuesto a la
renuncia y al sacrificio de sí.” 51

1.3.2 Aporte sobre la familia del Episcopado latinoamericano y argentino

El Episcopado latinoamericano tiene un gran aprecio por las familias, siempre en sus
Documentos destaca su papel en la sociedad y la Iglesia. En nuestro trabajo
desarrollaremos los puntos relevantes que nos ofrecen los Obispos latinoamericanos en
los Documentos de Puebla (1979) y Aparecida (2007) por su significativo aporte
teológico y pastoral que ambas reflexiones ofrecen.

1.3.2.1 Conferencia Episcopal en Puebla

En el Documento final de Puebla, el tema de la familia está presentado desde los


números 568 al 616, y es presentada como un lugar preferencial para la evangelización
en orden a edificar la Iglesia y a su irradiación misionera. De esta manera se presenta a
la familia como sujeto y objeto de evangelización,52 y de esta se desprende el futuro de
la Iglesia doméstica es decir de la familia,53 evangelización que se hace necesaria para
enfrentar la influencia de los diversos factores,54 que influyen en el cambio de la
realidad de la familia y por los cuales se ve manipulada, entre ellos por los medios de
comunicación, sumado a estos factores, se hace necesario apostar a una evangelización
que supere los graves males que atacan de raíz a la familia la cual sufre también el
impacto deletéreo de la pornografía, el alcoholismo, las drogas, la prostitución y la trata
de blancas, así como el problema de las madres solteras y de los niños abandonados.55
Frente a esta evangelización los obispos reunidos en Puebla llaman a acentuar la
pastoral familiar adecuándola para enfrentar los desafíos de la vida moderna, será la
pastoral familiar la opción básica que propone el documento, presentando tres
características distintivas de su servicio en primer lugar la pastoral familiar es
evangelizadora, porque anuncia el amor conyugal, en segundo lugar es profética,
porque denuncia las falacias que impiden el evangelio del amor conyugal y familiar y

51
R. PELLITERO, “Vivir el amor en el matrimonio”, Teo comunicação 36 (2006), 793
52
DP 568
53
Ibíd., 570
54
Ibíd., 572
55
Ibíd.,577
15

por último liberadora, porque acoge a las parejas y familias y las acompaña con paso de
Buen Pastor.56
Para ser sujeto y objeto de evangelización, el documento desarrolla una rica reflexión
teológica, presentando a la familia como la imagen de Dios, donde el amor que vive en
su seno es de comunión y participación, cuya plenitud se da en la Eucaristía,57 para de
esta manera ser signo de la presencia pascual del Señor.
Para que la familia se conforme como una realidad teologal, esta debe preocuparse por
la educación de sí misma la cual representa siempre un sacrificio, recuerdo de la cruz
redentora,58 la integración por medio del bautismo y la evangelización por medio de la
catequesis,59 en esta educación, integración y evangelización los agentes de
evangelización son los padres ya que ellos son allí maestros, catequistas y los primeros
ministros de la oración y del culto a Dios.60 Y por acción evangelizadora y por la acción
liberadora del Evangelio es que la familia, dicen los Obispos en Puebla siguiendo al
CVII es que la familia se convertirá “escuela del más rico humanismo.”61

1.3.2.2 Conferencia Episcopal Latinoamericana en Aparecida

De acuerdo con la metodología que plantea el Documento de Aparecida ver, juzgar y


actuar los Obispos, al igual que en Puebla insisten en la labor misionera de la familia, y
se potencia aún más declarándola “patrimonio de la humanidad.”62
En esta oportunidad se presenta a la familia como el ámbito de la formación de los
discípulos y misioneros, actuando como “espacio y escuela de comunión, fuente de
valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y
responsablemente.”63
Además en su reflexión presenta las siguientes notas teológicas sobre la realidad
familiar; la cual está “fundada en el sacramento del matrimonio”
“La familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio entre un varón y
una mujer, signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su
esposa, la Iglesia. Desde esta alianza de amor, se despliegan la paternidad y la

56
Ibíd.,590-595
57
Ibíd.,588
58
Ibíd.,585
59
Ibíd.,586
60
Ibíd.
61
GS52.
62
Cf. DA 432
63
Ibíd., 302
16

maternidad, la filiación y la fraternidad, y el compromiso de los dos por una sociedad


64
mejor.”
65
Por otro lado los obispos, nos dicen que ésta es una verdadera “escuela de fe,” que se
alimenta en la oración, “la oración en familia nos ayuda a superar los problemas, a sanar
las heridas y abre caminos de esperanza. Muchos vacíos de hogar pueden ser atenuados
por servicios que presta la comunidad eclesial, familia de familias.”66
Y continuando con la teología precedente, nos presenta a la familia como comunidad ya
que es “imagen de Dios”, que en su misterio más íntimo no es una soledad, sino una
familia.”67 Estas notas impulsan a las familias a no ser meras espectadoras sino a ser
testigo en la sociedad, actuando y viviendo desde la Palabra de Dios y el testimonio de
vida a ejemplo de Jesucristo, viviendo así es como la familia se convierte en “formadora
de discípulos y misioneros” preparando a sus miembros a dar respuesta al llamado de
Cristo, en una conciencia de caridad al más necesitado y asumiendo su ser y su misión
en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia.68 El Documento presenta a la Familia como
el valor más querido de nuestros pueblos debiendo ser asumida como uno de los ejes
transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia.69
Por otro lado se presenta a la familia como complementaria a la realidad eclesial
“Dios ama nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones. La presencia
invocada de Cristo a través de la oración en familia nos ayuda a superar los problemas,
a sanar las heridas y abre caminos de esperanza. Muchos vacíos de hogar pueden ser
atenuados por servicios que presta la comunidad eclesial, familia de familias.”70
De esta complementariedad es que surge la responsabilidad de las familias por
incentivar en su seno la pastoral vocacional “dirigiéndose a los niños y especialmente a
los jóvenes para ayudarlos a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga
para cada uno, acompañándolos en su proceso de discernimiento.”71
Al terminar el capítulo sobre el matrimonio y la familia, se presenta un amplio
programa que se debe tener en cuenta para velar y trabajar por el cuidado y crecimiento
de la familia, el documento presenta con interés el trabajo desde las pastoral familiar en

64
Cf. Ibíd., 433
65
“Para que la familia sea escuela de la fe y pueda ayudar a los padres a ser los primeros catequistas de
sus hijos, la pastoral familiar debe ofrecer espacios formativos, materiales catequéticos, momentos
celebrativos, que le permitan cumplir su misión educativa.” Cf. Ibíd.,302
66
Ibíd., 119
67
Ibíd., 434
68
Cf. Ibíd., 432
69
Cf. Ibíd., 435
70
Ibíd., 119
71
Ibíd.,314
17

14 puntos principales, que van desde la formación en el seno del hogar, hacia el
compromiso comunitario y social.72

1.3.2.3 La familia en la reflexión del Episcopado Argentino

En la última década el Episcopado Argentino, se ha pronunciado en diferentes


oportunidades en defensa de la familia, siempre en una línea continua a el magisterio
antecedente, pero tratando de iluminar el presente de la sociedad argentina, el cual se ve
amenazado por la ruptura entre el Evangelio y la cultura,73 dicha fragmentación
amenaza el ideal de la familia,74 pero a pesar de esta división, los obispos argentinos
ven a la familia como un valor apreciado para el pueblo,75 pero además es vista como el
ámbito donde se expresa verdaderamente el amor y las desafíos cotidianos.76
Frente al individualismo y la fragmentación, el episcopado argentino en su último
documento se pregunta si se pueden complementar la autonomía personal y el vínculo
relacional,77 la respuesta a esta cuestión intentará buscarla en dos temas que deberá
implementar la Pastoral Familiar, el de la Pastoral del Vínculo por un lado y por otro la
implantación de una nueva pedagogía, la del amor, para superar las diferentes
vicisitudes de los tiempos.
En tiempos del individualismo es necesario trabajar el tema del vínculo en la pareja, ya
que este posibilita la realización personal del hombre como persona y esta realización
cuando se da en la relación del varón con la mujer, enriquece el concepto de
complementación en la pareja y su relación de reciprocidad,78 que lleva por un lado a la
apertura de los “otros” que son los hijos.79 Pero esta apertura, entrega y realización de la
pareja encuentra su plenitud cuando se abre al “Otro”- Dios- en una relación de amistad
e intimidad haciéndose partícipe de su vida, por la donación que Dios hace de Sí
mismo80, esta donación es el fundamento de la sacramentalidad matrimonial: “La
sacramentalidad de la pareja humana por la cual uno es para el otro un don de Dios,

72
Cf. Ibíd., 437
73
NMA24
74
Ibíd., 40
75
Ibíd., 43
76
CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, SECRETARIADO NACIONAL PARA LA FAMILIA, Aportes para la
Pastoral Familiar de la Iglesia en Argentina, Buenos Aires, (2009) 6 (En adelante APFA )
77
Ibíd., 38
78
Ibíd.,49
79
Ibíd., 53
80
Ibíd., 54-55
18

signo que hace presente el Don que es Dios mismo. Esta sacramentalidad originaria será
recreada por la redención de Cristo.”81
Con estas bases que fundamentan la relación vincular de la pareja, los obispos
argentinos llaman a crear una Pastoral del Vínculo, para que los esposos, caminen y
experimenten el amor y la salvación de Dios a través de la dinámica de la
conyugalidad.82
Para superar la fragmentación existente entre la fe y la vida, la cual afecta a la vida de la
familia, se propone implementar la pedagogía del amor, desde la Palabra de Dios, lo
que hace que su fundamento sea cristológico. Esta pedagogía “se expresa en el
testimonio más que en el mandato y surge de la esperanza más que del temor.”83
Además esta pedagogía “representa una oportunidad para abrirse al extraordinario poder
de Dios y de su gracia, ya que éste se muestra fuerte en nuestra debilidad (cfr. 2 Cor
12,9)”. Y postula: “que sólo es posible perseverar en el amor humano, permaneciendo
en el de Cristo (cfr. Jn 15,9).”84
Solo profundizando en la vivencia de estos dos postulados que nos ofrecen los obispos
el matrimonio y la familia podrán dinamizar la vivencia del amor desde su
sacramentalidad permite que la: “misma experiencia del amor humano se convierte
en lugar del encuentro con Dios y la comunión con Dios sana y dinamiza las relaciones
de amor humano.”85
Para llevar adelante esta propuesta las orientaciones pastorales proponen tres cauces
prioritarios en primer lugar, la atención al vínculo de amor de los esposos (84- 85). A
continuación se propone trabajar en la relación de los padres y los hijos, autoridad y
educación en valores (86-88) y el último cauce es la experiencia religiosa de las familias
y transmisión de la fe (89-95). Para cada uno de estos cauces el documento nos presenta
objetivos y acciones concretas que permitirán que se puedan llevar adelante.

2 Teología del matrimonio y la familia cristiana


En esta segunda parte abordare el tema del matrimonio y la familia desde la base amplia
que da la teología sistemática. La teología dogmática explicita la Revelación recibida,
testimoniada y transmitida por la Iglesia, por este motivo es importante que la familia

81
Ibíd., 56
82
Ibíd., 67
83
Ibíd., 79
84
Ibíd., 80
85
Ibíd., 82
19

conozca y reciba este desarrollo para vivir de forma radical su identidad eclesial, la cual
se ve enriquecida por el depósito de la fe, en el que se ofrecen los elementos esenciales
para reflexión sobre la identidad eclesial de la familia.86
Los elementos teológicos del matrimonio y la familia serán abordados a continuación a
través de las distintas dimensiones, las cuales nos revelan la riqueza espiritual que se
desprende del amor matrimonial. Las cuales son antropológica, trinitaria, cristológica,
eclesiológica y escatológica, todo esto precedido por la visión que D. Borobio nos
presenta sobre los distintos grados de sacramentalidad que presenta el matrimonio y la
familia.

2.1 Sacramentalidad del matrimonio

Antes de desarrollar las diferentes dimensiones teológicas del matrimonio nos parece
oportuno, presentar brevemente su sacramentalidad. Siguiendo a Dionisio Borobio, se
puede decir que el matrimonio presenta distintos grados de sacramentalidad,
precisamente él presenta tres, los cuales son el matrimonio como «sacramento natural»:
sacramentum naturae; el matrimonio como «sacramento de alianza: sacramentum
foederis; y el matrimonio como «sacramento cristiano: sacramentum christianum.
“Esta distinción triple se basa en el hecho de que el matrimonio aparece como realidad
simbólica explícita, y como realidad sagrada, en las diversas culturas y pueblos.”87 Si
bien se puede admitir estos tres grados de sacramentalidad eso
“…no quiere decir ni que el hombre puede casarse según un más y un menos, ni que
Dios concede su gracia según una dosificación de un más y un menos, ni que todos
cuantos se casan, quieran o no reciben el sacramento, ni que sólo los que reciben el
sacramento de la Iglesia están verdaderamente casados.”88
A continuación presento brevemente y siguiendo a D. Borobio los tres grados de
sacramentalidad matrimonial desarrollando los fundamentos para dicha distinción.
Cuando el autor habla de sacramento natural, considera al concepto de sacramento “en
sentido amplio, como signo de una realidad sagrada o escondida, que se expresa bajo el
velo de las formas corporales.”89 Su fundamento se expresa en la realidad simbólica
con el Creador por la cual se abre a la relación inter-personal viniendo a ser un yo-con-
un-tú en expectativa de un «nosotros» nuevo, esta “relación con el otro humano es

86
CONCILIO VATICANO II, Decreto Apostolicam Actuositatem, Madrid, BAC, (1968) 11
87
Cf. D.BOROBIO, La celebración en la Iglesia II, 547
88
Ibid., 543
89
Ibid., 544
20

siempre índice y remitencia hacia una relación con el Otro divino.”90 Esta inter-relación
se hace manifiesta a través de la vivencia del amor, “un amor que, en su grandeza y
deseo, en su limitación realizada y su amenaza de infidelidad y de muerte, no puede
sino apuntar, remitir y ser símbolo de otro Amor quizás desconocido por el que se
aspira.”91
Nuestro autor hace notar que esta sacramentalidad natural del matrimonio, es
reconocida por la tradición y el magisterio de la Iglesia, reconociendo en este una
realidad sacra, religiosa, y lo hace citando a Pío XI cuando dice: “hay en el mismo
matrimonio natural algo de sacro y religioso, no adventicio sino innato, no recibido de
los hombres sino inserto en la misma naturaleza.”92
Un segundo grado de sacramentalidad, es el que hace referencia a la Alianza, es cual es
presentado haciendo referencia a distintos textos bíblicos que muestran la relación de
Dios con el Pueblo de Israel,93 como ya fue presentado en este trabajo cuando se hace
referencia a la fundamentación bíblica del matrimonio y la familia.
El matrimonio en su referencia a la Alianza, hace referencia a la transcendentalidad del
mismo,
“así como puede decirse que ningún símbolo como el matrimonio es más apto para
resaltar la intersubjetividad teologal o diálogo entre Dios y su pueblo; de igual modo
puede afirmarse que ninguna realidad como la alianza es más apta para poner de relieve
la estructura interpersonal y la dimensión religiosa del matrimonio. El amor creatural
94
humano se explícita en y por la alianza.”
Borobio afirma que la sacramentalidad propia en este grado “Consiste en que
suponiendo un avance en la explicitación y referibilidad del matrimonio creatural a su
realidad trascendente de sentido, a través de unos elementos corpóreo-visibles
concretos, sin embargo todavía no llega a ser la explicación cristiana.” 95 Dicho avance
permite ver las diferencias con la sacramentalidad natural las cuales “consisten: en la
explícita referencia del matrimonio a Dios; en la externa significación ritual que de
dicha referencia suele comportar; en el reconocimiento comunitario de este valor
simbólico; en las exigencias matrimoniales que tal reconocimiento conlleva.”96

90
Ibid., 546
91
Ibid.
92
Doctrina pontificia, BAC, Madrid 1954, 164. En D. BOROBIO, La celebración en la Iglesia II,545
93
Oseas (cap. 1-3), Jeremías (cap. 3 y 31), Ezequiel (cap. 16 y 23), Isaías (cap. 40-55)
94
Cf. D BOROBIO, La celebración en la Iglesia II, 548
95
Ibid., 548
96
Ibíd., 549
21

Por último el tercer grado de sacramentalidad, es el sacramento cristiano, esta realidad


asume lo presentado con anterioridad, y le da una nueva significación desde el misterio
Pascual.
Esta nueva significación, se basa en la cualificación ontológica, personal, eclesial, del
sacramento del matrimonio.
La cualificación ontológica, es dada por el Bautismo, por el cual “se participa de modo
explícito en el misterio de Cristo, se pasa a ser miembro de la Iglesia, se comienza a
vivir la vida nueva en el Espíritu.”97 Pero esto sólo se entiende como dice Borobio
desde las otras cualificaciones las cuales también la condicionan: la cualificación
personal = fe, y la cualificación eclesial= Iglesia.
La cualificación de la fe es fundamental para que el sacramento realice lo que significa,
“El sacramento no nos da la gracia porque existe la fe (causa eficiente). Pero sólo
cuando se vive en la fe puede ser acontecimiento de gracia en sentido pleno («conditio
sine qua non»). La disposición del sujeto no puede reducirse a la «simple intención de
recibir un sacramento», sino que debe ser tal que permita la realización del mismo. Esta
disposición, que es al mismo tiempo don de Dios y respuesta libre y esperanzada del
hombre, es la medida (no el origen) de la gracia que obra en el sacramento, no en cuanto
que la gracia pueda medirse cuantitativamente, sino en cuanto que la disposición puede
impedir o no la realización de la gracia sacramental.”98
La cualificación ontológica y de la fe, cuando se vivencian de forma madura se vuelven
celebrativa y comunitaria, y esto es lo que pone las base de la cualificación eclesial del
sacramento del matrimonio.99 Ya que como dice Borobio “la forma eclesial del
matrimonio es aquella forma concreta en la que la fe, el bautismo, y la pertenencia a la
Iglesia hacen del matrimonio un verdadero y pleno sacramento.”100

2.2 Dimensión antropológica de la familia cristiana

Desarrollar la dimensión antropológica de la familia, supone realizar una lectura desde


el plan originario de Dios, sobre el hombre y la mujer, al mismo tiempo presentar las
características de la relación que estos tienen entre sí, ya que la persona humana es un
ser en relación, características como alteridad, comunión, complementación y vinculo
de amor son las que expondremos en el presente apartado de nuestro estudio.

97
Ibíd., 559
98
Ibíd., 561
99
“Es justamente por esta eclesialidad de la fe y del sacramento por la que se justifica la intervención de
la Iglesia en su celebración. Porque el matrimonio-sacramento es un asunto eclesial, que afecta y
concierne a la Iglesia, por eso la Iglesia tiene derecho y deber a intervenir de manera profética, pastoral,
evangelizadora, celebrativa y humana en el matrimonio.” Ibíd., 562
100
Ibíd., 563
22

El fenómeno humano, surge del proceso de la creación, donde el hombre y la mujer


fueron creados a “imagen y semejanza” de Dios (Gn 1,26), ocupando un lugar central en
el proyecto divino delante de toda la creación,101 siendo icono del creador ya que el
hombre y la mujer están llamados a continuar la obra creadora de Dios. El relato eloísta
cuando habla de la creación del hombre y la mujer nos hace descubrir la importancia de
la unión conyugal y la formación de la familia, en su proyecto original, sed fecundos y
multiplíquense (Gn 1,28), esta relación de la mujer y el hombre con Dios, es lo que
permite diferenciarlos de las demás criaturas, porque son dotados de inteligencia,
voluntad, así en virtud de la gracia y del amor de Dios, ellos participan de la naturaleza
divina, desde el origen la mujer y el hombre forman juntos, una comunidad familiar,
para expresar el amor salvífico de Dios.102 Que el hombre y la mujer sean creados a
“imagen y semejanza” de Dios, que es amor (1Jn 4,8), significa que el hombre está
llamado a realizar su existencia en el amor y a dar testimonio de ese amor, porque esta
es la vocación fundamental e innata de todo ser humano,103 y en la vivencia de su
vocación el hombre alcanza la realización de su propia existencia ya que “por su
naturaleza es un ser social y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse
con los demás.”104
“La revelación cristiana completa esta visión antropológica al interpretar a los seres
humanos –varones y mujeres- como creados por Dios a su imagen y semejanza y al
descubrirnos que, en Jesucristo, la salvación de Dios hace posible el ideal de la creación
porque la “vida nueva” que nos ofrece en el bautismo transforma nuestro ser y nuestro
obrar para poder reconocer a los otros y las otras como personas y establecer, así, un
tipo de relaciones que hagan posible la convivencia.”105
La realidad de ser en relación se manifiesta en la bipolaridad sexuada del hombre y la
mujer,106 ya que el varón solo o la mujer sola no poseen la plenitud de la vida; solo la

101
"Es significativo que la creación del hombre esté precedida por esta declaración con la que Dios
expresa la intención de crear al hombre a su imagen, o mejor a nuestra imagen, en plural - sintonizando
con el verbo hagamos. Según algunos intérpretes, el plural indicaría el Nosotros divino del único Creador.
Esto, sería, pues, de algún modo, una primera lejana señal trinitaria. En todo caso, la creación del hombre,
según la descripción del Gen 1, va precedida de un particular dirigirse a Sí mismo, ad intra, de que Dios
crea." Juan Pablo II, Audiencia general, 9-IV-86 [en línea ]
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1986/documents/hf_jpii_aud_19860409_sp.ht
ml
102
GS 47
103
FC 11
104
GS12
105
I. CORPAS, “La familia, experiencia humana y sacramento de salvación”, Theologica Xaveriana 159
(2006) 425-442
106
“El hombre y la mujer viven una relación de igualdad (en su dignidad fundamental de imagen divina)
y diferencia por su distinción sexuada.” C. AVELLANEDA, La Danza del Amor, 71
23

alcanzan en la reciprocidad del vínculo,107 por eso están llamados a la unidad, la cual no
se refiere a una fusión que lleva a una pérdida de la individualidad sino que tiene
sentido de comunión, no de dominación de uno sobre el otro, la cual será resultado del
pecado como se narra en Gn 3,108 ahora bien la unidad relacional del hombre y la mujer
es el núcleo fundamental de la vocación comunitaria de la humanidad. La comunidad
conyugal, que nace del amor, está llamada a hacer la experiencia de una nueva y
original comunión, que confirma y perfecciona la natural y humana,109 a través del
sacramento del matrimonio.
Sacramento del matrimonio que Dionisio Borobio considera como un acontecimiento
antropológico salvífico,110 como una realidad humana que abraza en su realidad
corpórea y sexuada, donde el erotismo y el amor son parte integrantes. Al igual que el
aporte de Benedicto XVI, Borobio propone la integración del eros y el ágape en el
vínculo matrimonial, al afirmar que el eros bien orientado, es fuente de realización
personal y de salvación y que al integrarse con el ágape hace que entre en la dinámica
de la donación y entrega del reconocimiento y de la donación del otro, por eso para este
autor, estas dos dimensiones del amor se necesitan y complementan.

2.3 Dimensión trinitaria de la familia cristiana

Dios es el origen de todo ser, en su reconocimiento como origen y fin de todo ser está el
centro de la fe “El existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. Porque Dios
quiso que en él residiera toda la plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que
existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Cl
1,17.19-20), Jesús es para nosotros la revelación de lo que es la familia: imagen de la
Trinidad. Dios forma la familia humana cuya dignidad es igual para todos sus
miembros, ella es comunidad de amor a imagen del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.111 Sobre esto dice Borobio: “si el «nosotros trinitario» creó el «nosotros
interpersonal matrimonial» a su imagen y semejanza para ser una sola carne, no hay
duda de que puede afirmarse una semejanza analógica entre el matrimonio y la
Trinidad.”112 La Iglesia cree que la familia, es imagen de Dios “que en su misterio más

107
Ibíd., 79
108
“El pecado significa el rechazo de la alteridad y entonces de la posibilidad de la unidad y la
comunión.” C. AVELLANEDA, La Danza del Amor, 111
109
FC 21
110
Cf. D. BOROBIO, La celebración en la Iglesia II, 563-575
111
Cf. CIC 2203-2204
112
D. BOROBIO, La celebración en la Iglesia II,575
24

íntimo” es una familia y en la comunión de la Trinidad la familia tiene su origen como


lo afirman los obispos latinoamericanos: creemos que “la familia es imagen de Dios
que, en su misterio más íntimo no es una soledad, sino una familia.” En la comunión de
amor de las tres Personas divinas, nuestras familias tienen su origen, su modelo
perfecto, su motivación más bella y su último destino.113
A su vez en la Trinidad la familia encuentra el modelo de aquello que ella está llamada
a ser:
“Cuatro relaciones fundamentales de la persona constituyen la vida de la familia: la
relación de padres e hijos, la relación de los hijos con los padres, la relación de
hermanos, la relación de pareja. Estas mismas relaciones componen la vida de la Iglesia:
experiencia de Dios como Padre, experiencia de Cristo como hermano; experiencia de
hijos en, con y por el hijo; experiencia de Cristo como esposo de la Iglesia. La vida en
familia reproduce estas cuatro experiencias fundamentales y las participa en pequeño;
son cuatro rostros del amor humano.”114
Como podemos ver estas relaciones fundamentan el modelo comunitario dentro del
seno familiar y que como dijimos es imagen de la comunión intra- trinitaria. Lo que
lleva que al vivir la comunión con Dios, se realiza la comunión en la familia, “en cuanto
que las relaciones que constituyen la familia – conyugalidad, paternidad-filiación,
fraternidad– mediante las cuales toda persona humana queda introducida en la familia
humana y en la familia de Dios, que es la Iglesia.”115
Estas relaciones intrafamiliares de forma análogas hacen referencia a las relaciones
intra-trinitarias.
“En referencia al Padre se desprende el sentido de paternidad- maternidad, generación y
creatividad. En referencia al Hijo se desprenden las actitudes de filiación, obediencia,
amor, fidelidad a la misión, entrega sacrificada… en referencia al Espíritu Santo se
desprenden las actitudes de comunión y relación amorosa entre el “nosotros familiar”, la
fortaleza para la mutua donación y la permanencia en la unidad.”116

2.4 Dimensión Cristológica

La dimensión Cristológica de la familia se entiende a partir de la relación que existe


entre Cristo y la Iglesia. Ya que el Padre en Jesucristo hace que el amor matrimonial
alcance su máxima realización, de forma única, definitiva, e insuperable al comunicarse
plenamente en la humanidad de Jesús.117 Desde la revelación en el Nuevo Testamento
se presentan dos momentos fundamentales de la vida de Cristo relacionados con la

113
DA 434
114
DP 582
115
FC 15
116
D. BOROBIO, “Familia, Ritos familiares y transmisión de la fe”, Revista Agustiniana 141 (2005) 577
117
Cf. W. KASPER, Teología del matrimonio cristiano, 51
25

unión con la Iglesia; la Encarnación del Verbo, por la que se efectiviza la unión de la
divinidad con la humanidad, en la persona de Jesucristo, y el misterio Pascual, de la
Pasión, Muerte y Resurrección, a través del cual santifica a su Esposa, la Iglesia.
El Apóstol Pablo en la Carta a los Efesios 5,21-33 presenta de forma explícita las
relaciones entre el marido y la esposa a partir del modelo de la unión de Cristo con la
Iglesia en sus relaciones nupciales.
Gonzalo Flórez afirma que en el paralelismo que realiza Pablo, entre el matrimonio y la
Iglesia, hay dos elementos importantes y significativos en la reflexión paulina. El
primer elemento hace referencia al misterio de la Iglesia en el cual los bautizados están
unidos a Cristo, formando un solo cuerpo, del que Cristo es la cabeza. El segundo
elemento es la referencia al relato de la Creación (Gn 2,18-24), en el que el hombre y la
mujer “llegan a ser una sola carne” (Gn 2,24). El autor afirma que este elemento se
refiere a la unión matrimonial, la cual hace parte de la Creación y de la voluntad de
Dios, por eso es una realidad sagrada y misteriosa. Estos dos elementos íntimamente
unidos entre sí se encuentran en el texto de Pablo cuando dice: Este es un gran misterio:
y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia (Ef 5,32).118
Si hacemos una lectura del texto de Efesios:
Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres deben respetar
a su marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la
Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia está sometida
a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Maridos,
amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla.
El la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia
resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.
Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que
ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo
alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los
miembros de su Cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a
su mujer, y los dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y yo digo que se
refiere a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como
así mismo, y la esposa debe respetar a su marido. (Ef 5,21-33)
Se puede ver que el Apóstol comienza anunciando la unidad entre todos como una
mutua sumisión, no dejando de exhortar al marido a amar a su esposa, como Cristo hace
con la Iglesia para santificarla. Así como Cristo ama a la humanidad pecadora y se
entrega para la santificación de la misma, el esposo y la esposa deben ser uno para el
otro un medio de santificación; para que esto ocurra es necesario saber amar y cargar
con la cruz y saber ayudarse mutuamente en esta tarea, enfrentando los obstáculos que

118
G. FLÓREZ, Matrimonio y familia, 106
26

se imponen para el cumplimento de las promesas hechas en ocasión de la celebración


del pacto nupcial. Para que esto acontezca es necesario que ambos se coloquen al
servicio de la Iglesia de Dios.
Del hecho de la unidad esponsal entre Jesucristo y la Iglesia, proviene la
sacramentalidad cristiana del matrimonio y se manifiesta su dimensión salvífica,
considerando que el sujeto de la salvación universal es Cristo y que sus destinatarios
son las personas, los cónyuges, por la celebración se asemejan a Cristo salvador de una
manera nueva. Ahora bien, puesto que esta historia tiene su centro en Cristo, y el
momento culminante de Cristo es la pascua, también debe decirse que el matrimonio
cristiano se inserta de modo especial en el misterio pascual de Cristo. Según esto,
quienes se casan «en el Señor», participan del misterio de amor y entrega de Cristo
hasta la muerte, y encuentran en este misterio la respuesta a los gozos y tristezas de su
mismo amor. Cristo, entregando su vida hasta la muerte de cruz, por amor, es la
respuesta a la unión del amor y la muerte en el matrimonio.119

2.5 Dimensión Eclesiológica

La dimensión eclesial de la familia toma una mayor relevancia a partir del Concilio
Vaticano II. A partir de este acontecimiento eclesial es desde donde podemos entender
el lugar teológico y eclesial que ocupa hoy la familia cristiana. La constitución Lumen
Gentium presenta a la Iglesia como Pueblo de Dios y como Pueblo participa del
sacerdocio regio y profético de Cristo. En el número 11 de esta Constitución
encontramos la referencia a la familia bajo el concepto de “Iglesia Doméstica,” 120 y en
cuanto Iglesia Doméstica tiene como misión ejercer las tres acciones de la Iglesia de la
cual la familia hace parte. “La del servicio a la palabra o profética, la del servicio
cultural o sacerdotal, y la del servicio en la caridad; de este modo, también la familia
tiene por misión ser y aparecer como «sacramento» de Cristo y de la Iglesia en el
mundo.”121 La Iglesia como sacramento de salvación en Cristo, a través como fue
mencionado, del anuncio de la Palabra y la celebración de los sacramentos, manifiesta a
las familias su identidad eclesial, animándola al servicio de la misma caridad de Jesús

119
Cf. D. BOROBIO, La celebración en la Iglesia II, 573
120
“La eclesialidad del matrimonio se funda en la sacramentalidad del mismo; la familia es Iglesia
analógicamente, no unívocamente, pues existen semejanzas y diferencias; lo mismo que la Iglesia, la
familia tiene su centro en la unidad en el amor; la familia, como la Iglesia, tiene una misión procreativa y
educativa, por la que engendra nuevos hijos por el bautismo y la fe; este engendrar nuevos hijos se realiza
a través de un proceso, que implica, también en la familia.” Ibíd. 580
121
Ibid., 580
27

para con la humanidad. Por otro lado la familia está en el interior del misterio de la
Iglesia y participa de su misión, en cuanto comunidad evangelizadora, participando del
munus profético, sacerdotal y real de Cristo.122 De esta manera, las familias mediante su
ministerio reconocen su identidad eclesial,123 y se desarrolla como comunidad eclesial
en el mundo.124
Si bien el concepto de Iglesia Doméstica, aparece en el Concilio Vaticano II, esta
condición hunde sus raíces en la primitiva Iglesia cristiana, como bien leemos en los
Hechos de los Apóstoles, donde se reflejan las acciones y los primeros pasos del
cristianismo, aquí podemos comprobar como las comunidades se reunían en las casa de
familias, íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus
casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón,125 a esta Iglesia Domestica
naciente se refiere el Papa Benedicto XVI cuando hace memoria de los colaboradores
más cercanos de los Apóstoles, como fue el caso de los esposos Priscila y Aquiles (Cf.
Hech 18, 1-4), partiendo de las palabras del Apóstol Pablo, cuando en la primera carta a
los Corintios, saluda al matrimonio, “Aquila y Priscila, junto con los hermanos que se
congregan en su casa.”126
“Así conocemos el papel importantísimo que desempeñó esta pareja de esposos en el
ámbito de la Iglesia primitiva: acogían en su propia casa al grupo de los cristianos del
lugar, cuando se reunían para escuchar la palabra de Dios y para celebrar la Eucaristía.
Ese tipo de reunión es precisamente la que en griego se llama ekklesìa —en latín
"ecclesia", en italiano "chiesa", en español "iglesia"—, que quiere decir convocación,
asamblea, reunión. Así pues, en la casa de Áquila y Priscila se reúne la Iglesia, la
convocación de Cristo, que celebra allí los sagrados misterios. De este modo, podemos
127
ver cómo nace la realidad de la Iglesia en las casas de los creyentes.”

2.6 Comprensión escatológica de la familia cristiana

Gonzalo Flórez expone la visión cristiana del matrimonio y la familia en orden a la


finalidad creacional y a la historia soteriológica.128
“La visión que nos ofrece el cristianismo acerca de la realidad del matrimonio parte de
dos premisas: por un lado, el matrimonio forma parte de la condición humana del
creyente, y en este sentido está sujeto a la conducta que el cristiano ha de mantener de
acuerdo con el contenido de la fe; por otro lado, el matrimonio pertenece al orden de

122
Cf. CIC 179-180
123
Cf. PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, Buenos Aires, San Pablo. (1975)71
124
Cf. FC 55
125
Hch 2,46
126
1Cor 16,19
127
Benedicto XVI, Audiencia general del 7 de Febrero de 2007. Los esposos y primeros cristianos
Priscila y Aquila. [en línea]
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2007/documents/hf_benxvi_aud_20070207_sp
.html (Consulta 15 de agosto de 2013)
128
Cf. G. FLÓREZ, Matrimonio y familia ,102- 113
28

realidades destinadas a desaparecer en la resurrección gloriosa del hombre, y en este


aspecto no es sino un signo de las realidades futuras, esto es, de la comunión que Dios
mismo quiere establecer con su pueblo y con cada uno de los creyentes.”129
En sentido escatológico la victoria del cordero termina con la boda con el género
humano (Ap 19).130 El Antiguo Testamento presenta reflexiones al respecto de Dios,
como aquel que ama a su pueblo, con amor inmenso, como una relación familiar, aun
cuando el pueblo rompe la alianza que él realiza. En la literatura neo-testamentaria,
Cristo (Ap19) es el novio que se presenta para la boda con la humanidad. Él nos
reconcilia con el Padre. En razón de esto la familia está llamada a buscar al Cordero de
Dios, el fundamento de su existencia como Iglesia Doméstica, siendo ella parte
integrante del cuerpo místico de Cristo, la Iglesia, teniendo los valores del Reino como
camino de seguimiento de Jesús, es en la gracia de Cristo, que la familia encuentra su
eclesialidad y su dimensión escatológica.
En el misterio de la Encarnación se inaugura y concretiza la esperanza escatológica, el
Logos se hace carne y se une a los humanos, el Hijo de Dios entra en la historia a favor
de la humanidad para llevarla a la comunión con el Padre y los hombres. La encarnación
forma parte del misterio salvífico de Dios,
“para el provecho personal de cada miembro de la familia y su suerte eterna, para la
dignidad, estabilidad, paz y prosperidad de la misma familia y de toda la sociedad
humana... La familia hará partícipes a otras familias, generosamente, de sus riquezas
131
espirituales.”
De esta manera la familia siendo Iglesia Doméstica tiene su deber eclesial de estar al
servicio del Reino, porque ella forma parte de la vida y de la misión de la Iglesia y en
esta el anuncio del Reino definitivo. Cuando la familia se hace seguidora de Jesucristo,
ella se vuelve signo de las promesas escatológicas, anticipando las realidades
definitivas, en la vivencia y celebración del Misterio Pascual.

3 Desafíos Pastorales
La defensa del matrimonio y la familia, nos corresponde a todos los que formamos la
Iglesia, pero se le da un papel fundamental en esta función a la Pastoral Familiar, 132
quienes tienen la misión de cuidar, acompañar y ofrecer una sólida formación a la
comunidad. En su ministerio muchas veces los agentes de pastoral y pastores se

129
Ibíd., 102
130
CIC 1602
131
GS 48
132
Cf. APFIA 129- 137
29

encuentran con situaciones difíciles y complejas,133 que se presentan como desafíos para
el trabajo pastoral y a las que se les debe ofrecer un acompañamiento. Podemos
mencionar algunas de estas situaciones, nos encontramos con los divorciados, los
divorciados vueltos a casar, las uniones de hecho, entre otras situaciones irregulares que
se presentan en orden al sacramento del matrimonio.134 Frente a estas situaciones nos
recordaba Juan Pablo II que:
“la Iglesia no se siente llamada a expresar un juicio severo e indiferente, sino más bien
a iluminar los numerosos dramas humanos con la luz de la Palabra de Dios,
acompañada por el testimonio de su misericordia. Con este espíritu, la pastoral familiar
procura aliviar también las situaciones de los creyentes que se han divorciado y se han
vuelto a casar. No están excluidos de la Comunidad; al contrario, están invitados a
participar en su vida, recorriendo el camino de crecimiento en el espíritu de las
exigencias evangélicas. La Iglesia, sin ocultarles la verdad del desorden moral objetivo
en que se hallan y de las consecuencias que se derivan de él para la práctica
sacramental, quiere mostrarles toda su cercanía materna.” (Juan Pablo II. En el jubileo
de las familias, 14/10/2000)135
Dada la extensión de este trabajo nos limitaremos desarrollar el desafío que se nos
presenta a la hora de hablar sobre a la situación de los divorciados vueltos a casar.
Situación a la que estamos llamados a:
“Acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo, siguiendo las orientaciones del
Magisterio, a las parejas que viven en situación irregular, teniendo presente que a los
divorciados vueltos a casar no les es permitido comulgar. Se requieren mediaciones para
que el mensaje de salvación, llegue a todos. Urge impulsar acciones eclesiales, con un
trabajo interdisciplinario en teología y ciencias humanas que ilumine la pastoral y la
136
preparación de agentes especializados para el acompañamiento de estos hermanos”
En primer lugar presentaremos la mirada que presenta la Iglesia ante los casados en
segunda unión. En segundo lugar desarrollaremos esta situación desde la Familiaris
Consortio, para luego preguntarnos si hay una salida para aquellos que viven esta
situación, la cual provoca dolor en quienes lo padecen, ya que expresan con pesar el no
poder participar plenamente de las riquezas espirituales dadas por los sacramentos.137

133
Cf. BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis, Buenos Aires,
Paulinas, (2007). 29 (En Adelante SC)
134
“Para todas las situaciones difíciles o irregulares la Iglesia tendrá palabras de verdad, de bondad, de
comprensión, de esperanza, de viva participación en sus dificultades a veces dramáticas; ofrecerá a todos
su ayuda desinteresada, a fin de que puedan acercarse al modelo de familia, que ha querido el Creador
desde el principio.” FC 65
135
BENEDICTO XVI, Discurso a los Sacerdotes de la Diócesis de Aoasta [En Línea]
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/documents/hf_jp-
ii_spe_20001014_families_sp.html [ Consulta 29 de Agosto de 2013]
136
DA 437
137 Cf. E. López Azpitarte, Ética de la sexualidad y del matrimonio, Madrid, San Pablo, 19921, 419
30

3.1 Divorciados vueltos a casar

Situación de los matrimonios de segunda unión en la Iglesia.


La Iglesia Católica en el CVII, toma conciencia de los problemas y dolores que vive la
sociedad, lo hace en el inicio de la Constitución Gaudium et Spes cuando los Padres
Conciliares dicen: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez
gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo,”138 a raíz de esto
muchos teólogos y moralistas comienzan a escribir sobre uno de los grandes temas que
aún hoy está en la mesa de debate como es la situación de los divorciados vueltos a
casar, subrayando la necesidad de acoger a los que están en esta dolorosa situación y no
apartarlos de la comunidad, pero aun así aunque no se los consideren separados, las
personas que se unieron en segundas nupcias, quedan inhabilitados para recibir el
sacramento de la Eucaristía y la reconciliación, lo cual es vivido como el mayor
problema, como una pesada cruz.
Es una situación compleja la que se nos presenta, que se puede abordar desde tres
dimensiones complementarias, la dimensión teológica, disciplinar y pastoral. En nuestra
opción de trabajo las presentaremos desde la visión jurídica y pastoral.

3.1.1 Visión jurídica.

La visión jurídica define que la situación del matrimonio de un divorciado vuelto a casar
ante la Iglesia es la de matrimonio irregular. Es decir que los divorciados reesposados,
“obviamente sin el rito religioso católico,”139 se encuentran objetivamente en una
permanente situación irregular.
En el año 1984, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó una Carta sobre la
recepción de la comunión por parte de los divorciados vueltos a casar. En este
documento se recuerda que “merecen una especial atención las dificultades y los
sufrimientos de aquellos fieles que se encuentran en situaciones matrimoniales
irregulares.”140 Porque “su estado y situación de vida contradicen objetivamente la

138
GS 1
139
FC 84
140
Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la recepción de la comunión por parte de los
divorciados vueltos a casar, 2
[EnLínea]http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_14091
994_rec-holy-comm-by-divorced_sp.html [Consulta 2 de Septiembre de 2013] (En adelante CRCDVC)
31

unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la eucaristía," 141 ya


que la Eucaristía realiza, alimenta y santifica la indisoluble unión y fiel alianza de
Cristo con la Iglesia, a su vez el matrimonio como sacramento también comunica,
realiza y santifica la indisoluble unión y fiel alianza de Cristo con los esposos, y es a
partir de esta alianza indisoluble que nace la familia, primera célula de la Iglesia. La
irregularidad se presenta porque la segunda unión rompe y contradice la unión
indisoluble y fiel alianza de los esposos con Cristo, realizada por el sacramento del
matrimonio, ya que en Cristo no puede haber dos alianzas.142 Pero esto no quiere decir
que “se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto
bautizados, participar en su vida.”143 “La Iglesia está firmemente convencida de que
también quienes se han alejado del mandato del Señor y viven en tal situación pueden
obtener de Dios la gracia de la conversión y de la salvación si perseveran en la oración,
en la penitencia y en la caridad.”144 Frente a esta situación “los pastores tienen el deber
de recordar a estos fieles la doctrina de la Iglesia acerca de la celebración de los
sacramentos y especialmente de la recepción de la Eucaristía.”145 Esta norma de
ninguna manera tiene un carácter punitivo o en cualquier modo discriminatorio hacia los
divorciados vueltos a casar,146 sino “que la Iglesia desea invitar a sus hijos, que se
encuentran en estas situaciones dolorosas, a acercarse a la misericordia divina por otros
caminos, pero no por el de los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, hasta que
no hayan alcanzado las disposiciones requeridas.”147

3.1.2 Visión pastoral

En este momento debemos hacer una distinción entre aquellos que viven en una
segunda unión sin compromiso o interés espiritual y entre aquellos que viven su
segunda unión con la firme voluntad de formar una nueva unión de forma responsable,
de amor recíproco, abierto a la vida, y el deseo de integrar la comunidad cristiana; estos
últimos deben enfrentar otro problema el cual es de razón pastoral, ya que, “los fieles
serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la

141
E. LÓPEZ AZPITARTE, Ética de la sexualidad y del matrimonio, 421
142
Cf. CIC 1614-1618
143
FC 84
144
Ibid.
145
CRCDVC 3
146
Ibíd., 4
147
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Postsinodal Reconciliación y Penitencia, Buenos Aires,
Paulinas, (1984), 34
32

indisolubilidad del matrimonio.”148 Pero ante estos casos los pastores deben discernir
cómo actuar y disponerse a “acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo a las
parejas que viven en situación irregular.”149 La pastoral en nuestras comunidades están
llamadas a ofrecer espacios y la disposición necesaria para acompañar a las personas
que se encuentran en esta situación y de este modo los divorciados vueltos a casar
puedan vivir lo que piden los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes los invitan
a oír la Palabra de Dios, frecuentar el sacrificio de la misa, perseverar en la oración,
incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia,
en la educación de los hijos, el cultivo del espíritu.150
“los divorciados vueltos a casar, a pesar de su situación, siguen perteneciendo a la
Iglesia, que los sigue con especial atención, con el deseo de que, dentro de lo posible,
cultiven un estilo de vida cristiano mediante la participación en la santa Misa, aunque
sin comulgar, la escucha de la Palabra de Dios, la Adoración eucarística, la oración, la
participación en la vida comunitaria, el diálogo con un sacerdote de confianza o un
director espiritual, la entrega a obras de caridad, de penitencia, y la tarea de educar a los
hijos.”151
La encíclica Familiaris Consortio en el número 84 presenta el papel de cada uno de los
miembros de la comunidad a la hora de ofrecer un acompañamiento a los divorciados
vueltos a casar: dando cuenta de las tareas que les corresponde a la Iglesia, a los
Pastores y a la comunidad en general. A la Iglesia le corresponde conducir y esforzarse
para que todos alcancen la salvación, además la Iglesia está llamada a rezar por ellos
como madre de misericordia y sustentar en ellos la fe y la esperanza. A los Pastores les
corresponde discernir bien las distintas situaciones y buscar con caridad la integración
en la comunidad de quienes están pasando por esta situación. Por último a la comunidad
entera, quienes tienen el mismo papel que los Pastores, de buscar que los divorciados
vueltos a casar se integren a la vida de la comunidad. Aquí es importante resaltar que el
Papa dice la vida, la cual engloba la actividad, participación y co-responsabilidad en la
vida de la Iglesia.

148
Cf. FC 84
149
DA 437
150
Cf. FC 84
151
SC 29
33

3.2 Perspectivas para una posible solución al problema de los


divorciados vueltos a casar

En este apartado no pretendemos presentar una solución al problema de los divorciados


vueltos a casar, si exponer algunos puntos de vista de teólogos y moralistas que
llevarían a una posible solución y que permitiría una integración y la sanación de las
heridas que sufren quienes están en esta situación. Ya que dicha solución “no puede
limitarse a la única posibilidad de admisión/no admisión a los sacramentos de la
penitencia y de la eucaristía. De todas formas quedarán con el estigma de hallarse en
una “situación irregular.”152 Sino que debe tender hacia la unidad, como es el deseo de
Jesús «Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean
uno en nosotros» (Jn 17,21-22).
Desde el querer de Jesús, que todos seamos uno, es desde donde se debe delinear todas
las tareas pastorales con los matrimonios de segunda unión, ofreciendo una
espiritualidad de la misericordia, del Buen Pastor y una espiritualidad de comunión
como un camino de integración y sanación;
“espiritualidad de comunión significa, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad
profunda del Cuerpo Místico y, por tanto, como “uno que me pertenece”, para saber
compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender sus
necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Es ver todo lo que hay de
153
positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios.”
Partiendo de esta espiritualidad de la comunión para nuestro tema es que nos hace ver
como los hermanos divorciados vueltos a casar “Son personas como nosotros, que han
sufrido más que nosotros y que, sin duda, también nos superan en fuerza creyente, en
capacidad de aguante y sufrimiento y en amor a una Iglesia que a menudo parece no
entenderles.”154 Ya que las posiciones que se plantean frente a esta situación presentan
una dicotomía, entre salvar la permanencia del primer matrimonio o reconocer el
segundo, como bien lo desarrolla Walter Kasper cuando dice:
“Se van delineando dos posibilidades diferentes; por una parte, la de defender con toda
decisión la realidad permanente del primer matrimonio, es decir, la subsistencia del
vínculo matrimonial y, por otra, la de reconocer los valores humanos y cristianos de un
segundo matrimonio contraído por lo civil cuando dos personas implicadas en él están

152
S. BOTERO, El problema de los «divorciados vueltos a casar» ¿Una perspectiva nueva a la vista?
Thelogica Xaveriana 159 (2006) 395-424
153
JUAN PABLO II, Novo Millenio Ineunte, San Pablo, Buenos Aires (2001), 65.
154
B. HÄRING, ¿Hay una salida? Pastoral para divorciados, Herder, Barcelona 1990 1, 15 (En adelante
BH)
34

dispuestas a la conversión y a la reconciliación y hacen todo lo humanamente posible


155
dentro de su situación.”
Si bien estamos a la espera de una reflexión madura al respecto, muchos teólogos y
moralistas desde sus interpretaciones ofrecen diferentes salidas para poder llevar
adelante dicha integración, hay quienes plantean desde su interpretación, consecuente
con el magisterio,156que se deberán aprovechar las ocasiones propicias, por ejemplo la
vivencia sacramental o preparación sacramental de los hijos, para de este modo iniciar
con ellos un diálogo fraterno y evangelizador, de modo que se favorezca la participación
activa de estos matrimonios en la comunidad.157
El diálogo fraterno y evangelizador que hacíamos referencia debe además “ayudar a la
revalorizar vitalmente su condición bautismal, por la cual siguen siendo hijos de Dios y
de la Iglesia en Cristo Jesús.”158 Algunos modos de participación en la vida eclesial de
los divorciados vueltos a casar, son la escucha y la lectura de la Palabra de Dios, la vida
de oración, individual y comunitaria, siguiendo la recomendación de los Padres
Conciliares cuando dicen que “se debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada
Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque "a El hablamos
cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las palabras divinas.”159 Por otro lado se
los debe invitar a participar de los distintos actos litúrgicos y sacramentales, como
Adoraciones Eucarísticas, rezo del Rosario, pero con insistencia se debe animar a la
participación asidua de la Eucaristía. El Papa Benedicto XVI en un discurso al clero de
la Diócesis de Aosta en el año 2005, valorizaba la participación de los matrimonios en
segunda unión en la Eucaristía al respecto el Papa decía:
“una Eucaristía sin la Comunión sacramental inmediata no es completa, le falta algo
esencial. Sin embargo, también es verdad que participar en la Eucaristía sin Comunión
eucarística no es igual a nada; siempre implica verse involucrados en el misterio de la
cruz y de la resurrección de Cristo. Siempre implica participar en el gran Sacramento,
en su dimensión espiritual y pneumática; también en su dimensión eclesial, aunque no
sea estrictamente sacramental.”160

155
Cf. W. KASPER, Teología del matrimonio cristiano, 95-96
156
“Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice
objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista
esta situación, y por la misma razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La
reconciliación mediante el sacramento de la penitencia no puede ser concedida más que aquellos que se
arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a
vivir en total continencia.” CIC 1650
157
Cf. C. Scarponi, La situación de los separados en nueva unión, a la luz del Evangelio, Buenos Aires,
Paulinas, 20061,44
158
Ibid., 46
159
CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática Dei Verbum, Madrid, BAC, (1968), 25
160
Benedicto XVI, Discurso al Clero de la Diócesis de Aosta. Año 2005
35

Por otro lado hay quienes proponen algunas ideas reformistas, en la búsqueda de
encontrar una solución o salida para los matrimonios de segunda unión, con la finalidad
de integrarlos plenamente a la comunidad, y quitar de ellos el peso del pecado de su
irregularidad matrimonial. Entre las propuestas reformistas se encuentran los intentos de
una nueva interpretación exegética de algunos textos Bíblicos, como así también la
reforma del código vigente, también se proponen ideas para una praxis pastoral más
benigna,161 pero en nuestro trabajo nos detendremos a desarrollar la propuesta que
presenta el moralista B. Haring la cual se funda en la espiritualidad de la oikonomia que
se practica en la Iglesia oriental, el autor ve en esta espiritualidad una posible salida para
la Iglesia occidental.162
La espiritualidad de la oikonomia “significa todo el ordenamiento salvífico de Dios,”163
la espiritualidad económica se edifica sobre la fe en el Espíritu Santo, quien
amorosamente nos introduce en la verdad anunciada por Jesús, en su amor y solicitud
pastoral. En la espiritualidad de la oikonomia, “prevalece el convencimiento de que la
letra por sí sola, sin el Espíritu mata, y por eso pone su confianza en el Espíritu Santo,
dador del don de discernimiento, y quien permite abrirse al mandamiento y a la ley con
vistas por completo al orden de la gracia.”164 Además destaca Haring que “para los
orientales la oikonomia es inconcebible sin la fe firme en la vocación de todos a la
santidad” y agrega que “existen ordenanzas eclesiásticas, pero estas nunca están
separadas de la piedad total y absolutamente trinitaria, que vive y se nutre de la
oikonomia”.165 Una vez presentada la espiritualidad de la oikonomia, nuestro autor no
duda en afirmar que aunque sin proceder a la bendición de la unión de un segundo
matrimonio, en el sentido de la oikonomia de las Iglesias orientales, dice:
“Cuando se trata de separados, que viven tranquila y pacíficamente en un segundo
matrimonio y solo en él han llegado realmente a la fe o a una conversión de fe, mientras
que en la época del primer matrimonio fracasado no pertenecían de modo efectivo a la
Iglesia o estaban alejados por completo de la misma, en tal caso podemos encontrar una
solución por la vía de la espiritualidad económica.”166
Frente a esta postura, que plantea una solución desde un camino ecuménico, el Papa
Benedicto XVI, en su discurso al clero de la Diócesis de Aosta dice:

161
J MEINVIELLE, Matrimonio indisoluble en un mundo inestable, Teología 39 (1982) 7-28
162
Cf. B. HÄRING, ¿Hay una salida?, 61-94
163
Ibíd., 63
164
Cf Ibíd., 64
165
Ibíd., 65
166
Ibid.,92
36

“Conocemos el problema no sólo de las comunidades protestantes, sino también de las


Iglesias ortodoxas, que a menudo se presentan como modelo, en las que existe la
posibilidad de volverse a casar. Pero sólo el primer matrimonio es sacramental: también
ellas reconocen que los demás no son sacramento; son matrimonios de forma reducida,
redimensionada, en una situación penitencial; en cierto sentido, pueden ir a la
Comunión, pero sabiendo que esto se les concede "in economía" ―como dicen― por
una misericordia que, sin embargo, no quita el hecho de que su matrimonio no es un
sacramento. El otro punto en las Iglesias orientales es que para estos matrimonios han
concedido la posibilidad de divorcio con gran ligereza y que, por tanto, queda
gravemente herido el principio de la indisolubilidad, verdadera sacramentalidad del
matrimonio.”167
Haciendo una lectura de estas posibles soluciones, podemos rescatar que cada una de
ellas desde su buena voluntad intenta aportar lo suyo, pero ninguna de ellas ofrece una
solución que integre las tres dimensiones que hacíamos referencia al presentar la
situación de los divorciados vueltos a casar. Los teólogos y moralistas alineados al
magisterio ofrecen una visión que responde a la dimensión pastoral, por otro lado la
propuesta de Haring, intenta dar una respuesta a estas situaciones, desde su visión se
resolvería la dimensión pastoral y disciplinar, pero ningún aporte, hasta el momento,
ofrece una salida que responda al problema teológico, es decir, el tema de la
indisolubilidad matrimonial.
Según lo presentado llegamos a la conclusión que no hay una salida que permita, por
ahora, una integración plena de estos matrimonios en segunda unión, más que trabajar
con ellos, integrándolos a nivel pastoral, hacerlos sentir y saber que forman parte de la
Iglesia, a través de la gracia del Bautismo y sobre todo como dice el documento de la
pastoral familiar del episcopado francés que todos estamos llamados a la santidad:
“Cada bautizado está llamado a vivir su situación y su vida humana como un camino
hacia la santidad, no aisladamente sino en unión con la comunidad eclesial. Esta
afirmación es válida tanto para el divorciado vuelto a casar, como cualquier otro
bautizado. Ninguna situación humana está fuera de la gracia del Señor y el divorciado
casado de nuevo está llamado a vivir su estado particular como un lugar donde está
presente la gracia de Dios.”168

167
Benedicto XVI, Discurso al Clero de la Diócesis de Aosta. Año 2005
168
Comisión Familiar del Episcopado Francés, Los divorciados vueltos a casar en la comunidad
cristiana, Buenos Aires, Paulinas, 1992, 68
37

Cabe destacar que esta situación está siendo estudiada y merece una respuesta pronta
por parte de la Iglesia ya que como dijo el Papa Francisco al Clero de Roma, al hablar
sobre la nulidad matrimonial: “son una auténtica periferia existencial, que exige valentía
pastoral, siempre en la verdad y en la justicia.”169

169
Papa Francisco al Clero de Roma, 16 de Septiembre de 2013, [En línea]
http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabContainer%2FDetail&l
ast=false=&path=/news/vaticano/2013/212q13-Il-vescovo-di-Roma-ha-dialogato-a-lungo
con.html&title=Con%20el%20apoyo%20de%20la%20misericordia&locale=es (Consulta 10 de Octubre
de 2013)
38

4 Conclusión

En los últimos tiempos, vemos cambios socio-políticos, económicos y culturales que


influyen en la vida de las familias. Por este motivo se hace necesario desde la teología
ofrecer pautas para la reflexión que ofrezcan, los fundamentos que la familia, como
Iglesia Doméstica, presenta para salvaguardar su importancia y dignidad, ya que ella es
un gran valor parar la humanidad y para la Iglesia.170
En nuestro estudio presentamos la doctrina, bíblica y teológica sobre la realidad
sacramental del matrimonio. Expusimos cómo el matrimonio está inscrito en el interior
del ser humano y forma parte del plan creador de Dios (Gen 1,26-28), haciéndolo que
este sacramento tenga el carácter indisoluble y sea una institución pensada por Dios y
elevada a la dignidad de sacramento por Jesús, esta es la razón por la que la Iglesia no
puede dejar de defenderla, frente a los ataques que la institución matrimonial recibe.
Porque el matrimonio como sacramento participa de aquello que es propio de Dios, de
su esencia, Dios es familia en el seno de la Trinidad. Pudimos reconocer que la familia,
como institución “es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del
Padre y del Hijo en el Espíritu Santo.”171 Esta imagen comunitaria funda todas las
dimensiones teológicas que hemos desarrollado y que la familia está llamada a
reproducir y manifestar por medio de su vivencia de la fe, primero en el seno familiar,
“En la familia, la fe está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la
infancia: los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que
los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento
en la fe de los hijos. Sobre todo los jóvenes, que atraviesan una edad tan compleja, rica
e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la atención de la familia y de la
comunidad eclesial en su camino de crecimiento en la fe.”172
Pero es en la vivencia comunitaria donde la familia es signo de la unión misteriosa de
Cristo con la Iglesia, fundamento de la acción y misión de la familia. Dicha unión
prefigurada por la antigua Alianza de Dios con su pueblo. La fidelidad a esa Alianza se
expresaba por el reconocimiento de un único Dios y por la justicia con el prójimo. La
Iglesia se hace sacramento de salvación y comunión para la humanidad, construyendo el
Reino de Dios en este mundo. Los esposos unidos por el amor cumplirán su misión para
gloria de Dios siendo uno para el otro estímulo para la santificación personal y los dos,

170
Cf. FC 1
171
CIC 2205
172
LF 53
39

testigos para la comunidad del amor de Cristo por su Iglesia edificada por el Espíritu
Santo.173
Como decíamos la familia es imagen de la Trinidad, podemos decir, imagen del amor, y
por eso movida por ese amor, la familia está llamada a anunciar y a trabajar para que
todos integren la gran familia de Dios, es decir, su Iglesia. Como ya decía el Beato Juan
Pablo II: “La familia cristiana está llamada a tomar parte viva y responsable en la
misión de la Iglesia de manera propia y original, es decir, poniendo a servicio de la
Iglesia y de la sociedad su propio ser y obrar, en cuanto comunidad íntima de vida y
amor.”174 Debe trabajar para acoger con amor misericordioso a aquellas familias que
sufren por no poder participar de forma plena en la vida de la Iglesia por irregularidades
en el sacramento del matrimonio, como hemos desarrollado al presentar la situación de
los divorciados vueltos a casar.
La acogida que las familias deben ofrecer supone escucha, ponerse en el lugar del otro,
disponibilidad para entrar en diálogo. La acogida habrá de ser un signo distintivo del
trabajo en la pastoral familiar de la Iglesia y de quienes colaboren en sus acciones.
Acogida no es lo mismo que aceptación incondicional de los planteamientos del otro,
sino disponibilidad para buscar juntos, como lo resumen los Obispos en Aparecida
cuando dicen:
“Acompañar con cuidado, prudencia y amor compasivo, siguiendo las orientaciones del
Magisterio, a las parejas que viven en situación irregular, teniendo presente que a los
divorciados y vueltos a casar no les es permitido comulgar. Se requieren mediaciones
para que el mensaje de salvación llegue a todos. Urge impulsar acciones eclesiales, con
un trabajo interdisciplinario de teología y ciencias humanas, que ilumine la pastoral y la
preparación de agentes especializados para el acompañamiento de estos hermanos.”175

173
Cf. CIC 1659-1666
174
FC 50
175
DA 437
40

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Libros de texto
AVELLANEDA, CARLOS, La Danza del Amor. Espiritualidad Matrimonial, Buenos Aires,
Guadalupe, 2011
BOROBIO, DIONISIO, “Matrimonio”, en: D. Borobio (dir.), La celebración en la Iglesia
II. Sacramentos, Salamanca, Sígueme, 1994
BOROBIO, DIONISIO, Sacramentos y familia, Madrid, Paulinas, 1993
BUERE, JUAN ANTONIO, Sumando a los demás, Santiago, San Pablo, 2011
FLÓREZ, GONZALO, Matrimonio y familia, Madrid, BAC, 1995
HARING, BERNHARD, ¿Hay una salida?, Barcelona, Herder, 1990
KASPER, WALTER, Teología del matrimonio cristiano, Santander, Sal Terrae, 1980
LÓPEZ AZPITARTE, EDUARDO, Ética de la Sexualidad y el matrimonio, Madrid, Paulinas,
1992
MIRALLES, ANTONIO, El matrimonio. Teología y Vida, Madrid, Palabra, 1999
SARMIENTO, AUGUSTO, El sacramento del matrimonio, Bogotá, Consejo Episcopal
Latinoamericano, 2007
SCARPONI, CARLOS, La situación de los separados en nueva unión, a la luz del
Evangelio, Buenos Aires, Paulinas, 1997
SCHILLEBEECKX, EDWARD, El Matrimonio: realidad terrena y misterio de Salvación,
Salamanca, Sígueme, 1968.
SESBOÜÉ, BERNARD, “El matrimonio. Institución Humana y sacramento de la Iglesia”,
en: Invitación a Creer. Unos sacramentos creíbles y deseables, Madrid, San Pablo, 2010
VICO PEINADO, JOSÉ, Liberación sexual y ética cristiana, Madrid, San Pablo, 1999

Textos del Magisterio


Concilio Vaticano II, Decreto Apostolicam Actuositatem, Madrid, BAC, (1968)
Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Gaudium et Spes, Madrid, BAC, (1968)
Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, Madrid,
BAC, (1968)
Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Dei Verbum, Madrid, BAC, (1968)
Catecismo de la Iglesia Católica, El Sacramento del Matrimonio. N°1601-1666. (1992)
41

Pablo VI, Carta Encíclica Ecclesiam Suam, Madrid, BAC, (1968)


PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, Buenos Aires, San Pablo.
(1975)
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (1981)
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Postsinodal Reconciliación y Penitencia,
Buenos Aires, Paulinas, (1984),
JUAN PABLO II, Carta a las familias (1994)
JUAN PABLO II, Novo Millenio Ineunte, San Pablo, Buenos Aires (2001)
BENEDICTO XVI, Carta encíclica Deus caritas est, Buenos Aires, San Pablo, (2005)
BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis, Buenos
Aires, Paulinas, (2007)
PAPA FRANCISCO, Carta Encíclica Lumen Fidei, Buenos Aires, San Pablo, (2013)
Conferencia episcopal latinoamericana, Documento de Puebla (1979)
Conferencia episcopal latinoamericana, Documento de Aparecida (2007)
Conferencia Episcopal Argentina, Navega mar adentro (2003)
CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, Secretariado Nacional para la Familia, Aportes
para la Pastoral Familiar de la Iglesia en Argentina (2010).
COMISIÓN FAMILIAR DEL EPISCOPADO FRANCÉS, Los divorciados vueltos a casar en la
comunidad cristiana, Buenos Aires, Paulinas, (1992)

Artículos
PELLITERO, RAMIRO, Vivir el amor en el matrimonio, "Teo comunicação" (Brasil) 36
(2006) p 783-808
ALIAGA GIRBÉS, EMILIO, El matrimonio y la familia en la perspectiva del Vaticano II,
“Anales Valentinos”63 (2006) 17-27
IRRAZÁBAL, GUSTAVO, La situación de los divorciados vueltos a casar. Criterio N°
2295, Julio 2004- año 77. 376-380
CORPAS, ISABEL, “La familia, experiencia humana y sacramento de salvación”,
Theologica Xaveriana 159 (2006) 425-442
BOROBIO, DIONISIO, “Familia, Ritos familiares y transmisión de la fe”, Revista
Agustiniana 141 (2005) 573-596
Botero, Silvio, El problema de los «divorciados vueltos a casar» ¿Una perspectiva
nueva a la vista? Theologíca Xaveriana, 159 (2006) 395-424
42

MEINVIELLE, JUAN CARLOS, Matrimonio indisoluble en un mundo inestable,


Teología 39 (1982) 7-28

Páginas Web
JUAN PABLO II, Vocación original al matrimonio, Audiencia General del 13-II-1980
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1980/documents/hf_jpii_aud
_19800213_sp.html
JUAN PABLO II, Audiencia general, 9-IV-86
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1986/documents/hf_jpii_aud
_19860409_sp.html
BENEDICTO XVI, Audiencia general del 7-II-2007. Los esposos y primeros cristianos
Priscila y Aquila.
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2007/documents/hf_benxvi_
aud_20070207_sp.html
BENEDICTO XVI, Discurso a los Sacerdotes de la Diócesis de Aoasta, 25-VII-2005
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/july/documents/hf_ben-
xvi_spe_20050725_diocesi-aosta_sp.html
BENEDICTO XVI, Discurso en el Congreso Eclesial de la Diócesis de Roma sobre
«Familia y comunidad cristiana: formación de la persona y transmisión de la fe, Zenit
digital, 7-VI-2005, http://www.zenit.org/es/articles/el-fundamento-antropologico-de-la-
familia-segun-benedicto-xvi-i
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta sobre la recepción de la comunión
por parte de los divorciados vueltos a casar,
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc
_14091994_rec-holy-comm-by-divorced_sp.html
PAPA FRANCISCO, al Clero de Roma, 16-IX-2013
http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabCont
ainer%2FDetail&last=false=&path=/news/vaticano/2013/212q13-Il-vescovo-di-Roma-
ha-dialogato-a-lungo
con.html&title=Con%20el%20apoyo%20de%20la%20misericordia&locale=es
43

Índice
Sumario............................................................................................................................. 1
Siglas ................................................................................................................................ 2
Introducción ...................................................................................................................... 3
1 Reflexión bíblico- magisterial sobre el Sacramento del matrimonio ............................ 5
1.1 Dimensión bíblica de la familia .................................................................................. 5
1.1.1 La Buena Nueva de la familia ............................................................................. 5
1.1.2 Antiguo Testamento ............................................................................................ 5
1.1.3 Nuevo Testamento ............................................................................................... 7
1.2 La Familia cristiana según el Concilio Vaticano II .................................................... 8
1.3 Aspectos relevantes del magisterio post-Conciliar.................................................. 10
1.3.1 Aportes relevantes sobre la familia en los Pontificados del Beato Juan Pablo II y
Benedicto XVI .................................................................................................. 10
1.3.2 Aporte sobre la familia del Episcopado latinoamericano y argentino ............... 14
1.3.2.1 Conferencia Episcopal en Puebla ................................................................... 14
1.3.2.2 Conferencia Episcopal Latinoamericana en Aparecida .................................. 15
1.3.2.3 La familia en la reflexión del Episcopado Argentino ..................................... 17
2 Teología del matrimonio y la familia cristiana ........................................................... 18
2.1 Sacramentalidad del matrimonio .......................................................................... 19
2.2 Dimensión antropológica de la familia cristiana .................................................. 21
2.3 Dimensión trinitaria de la familia cristiana .......................................................... 23
2.4 Dimensión Cristológica ........................................................................................ 24
2.5 Dimensión Eclesiológica ...................................................................................... 26
2.6 Comprensión escatológica de la familia cristiana ................................................ 27
3 Desafíos Pastorales ...................................................................................................... 28
3.1 Divorciados vueltos a casar ...................................................................................... 30
3.1.1 Visión jurídica. .................................................................................................. 30
3.1.2 Visión pastoral ................................................................................................... 31
3.2 Perspectivas para una posible solución al problema de los divorciados vueltos a
casar ........................................................................................................................... 33
4 Conclusión ................................................................................................................... 38
Referencias bibliográficas .............................................................................................. 40
44

También podría gustarte