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¿Considera que el esfuerzo global respecto a la reducción de gases de efecto invernadero

establecido en el acuerdo de parís es justo? O habría que haber establecido un mecanismo más
equitativo de distribución diseñado a partir de metodologías y algoritmos para determinar la
distribución justa de los esfuerzos. ¿Cuáles podrían ser los mecanismos de financiamiento de
procesos de desarrollo sostenible en países en desarrollo?

La génesis del Acuerdo de Paris se da en 1992 en la Cumbre de la Tierra sobre el Medio Ambiente
y Desarrollo en donde se suscribieron dos convenciones: El Convenio sobre la diversidad biológica
y la Convención Marco de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático. En 1997 con el fin de
materializar la Convención se adoptó el Protocolo de Kioto en el cual se planteaban
responsabilidades para los países en desarrollo con vigencia hasta el 2020. La importancia de este
protocolo radica en ser la iniciativa para generar legislaciones bajas en carbono (Figueres, 2015)

El Acuerdo de París contempla, aprobado en 2015, en su artículo segundo que su principal


objetivo es reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático en el marco del
desarrollo sostenible para lo cual establece tres metas principales: mantener la temperatura
mundial muy por debajo de 2° respecto a los niveles preindustriales y limitar el aumento a 1.5°;
aumentar la capacidad de adaptación y promover la resiliencia al clima y un desarrollo con bajas
emisiones de gases de efecto invernadero; y, comprometer recursos financieros para que el
desarrollo de las naciones presente bajas emisiones.

Conforme al desarrollo del acuerdo, para la reducción de las emisiones mundiales de gases de
efecto invernadero, se reconoce la disparidad entre las posibilidades de la reducción de estos
entre los países de primer mundo y los países en vía de desarrollo. Esta situación en particular,
denota equidad en materia de las metas que cada Estado está en capacidad de cumplir.

No obstante, Llama la atención del acuerdo de París su naturaleza como instrumento jurídico del
Derecho internacional, situación que conlleva a que son los Estados parte los responsables de su
cumplimiento. Bajo esta perspectiva, los multinacionales quedan por fuera de esta
responsabilidad, máxime cuando muchas de estas burlan las políticas nacionales debido a su poder
económico. Si bien no existe posibilidad a nivel jurídica de que las multinacionales hagan parte de
algún Acuerdo, se considera importante crear instrumentos jurídicos que comprometan la
responsabilidad de las entidades privadas en la emisión de gases de efecto invernadero y en
general como emisores de cualquier tipo de contaminantes.

Si bien la responsabilidad individual es determinante, en la medida en que como consumidores


finales tenemos la capacidad de realizar cambios en la lógica de los mercados, se debe
comprender la dimensión de la contaminación de los individuos versus la contaminación de las
grandes industrias. Esto sin eximir de la responsabilidad a ninguna de las partes.

Asimismo, llama la atención del Acuerdo que éste reconoce la importancia del desarrollo de
ciencia y tecnología para dar frente a esta problemática. Este aspecto es indispensable toda vez el
incentivo de innovación e investigación científica es un elemento determinante en el desarrollo de
las naciones.
Ahora bien, en relación a los Estados parte de este acuerdo, especialmente los mayores
contaminantes del mundo, llama la atención que China propuso alcanzar su máximo de emisiones
en 2030 y a partir de allí reducirlas, Estados Unidos se comprometió a reducir entre el 26 y el 28%
al 2025 tomando como base las emisiones del 2005, Rusia propuso reducir las emisiones entre el
25 y el 30% al 2030 siempre y cuando las demás potencias se comprometieran con la disminución.
En América Latina, el gran emisor es Brasil propuso reducir sus emisiones en un 43% para el 2030.

En relación a “estas metas” es evidente que más que la formulación de metas e instrumentos de
seguimiento y evaluación, es la voluntad pública, privada e individual el verdadero protagonista
para una reducción real de estos gases y la mitigación de los efectos en la calidad del aire, los
ecosistemas y la salud.

Respecto de la financiación de estas políticas, es indispensable que los gobiernos, en especial los
ministerio de medio ambiente y desarrollo y sus homólogos a nivel local, implementen los
procesos de evaluación e impacto ambiental de las industrias, así como adelantar los procesos
necesarios para realizar las sanciones e imposición de multas a los contaminantes. En el caso de
Colombia, si bien existe una legislación que protege el medio ambiente, se observa que en la
práctica la imposición de sanciones económicas por contaminación no corresponde a la realidad,
así como tampoco son significativas las multas y sanciones.

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