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)
Tabú. Sexo, identidad y subjetividad
erótica en la antropología
Routledge, Londres y Nueva York, 1995.

Diana Reartes y Elena Castañeda

T abú o la vida sexual de los an-


tropólogos, como también
podría llamarse parafraseando la obra
conseguir las contribuciones debido
a la negativa a discutir públicamente
acerca de la propia sexualidad como
texto demuestran cómo las experien-
cias sexuales del antropólogo pueden
constituir un punto de vista ventajoso
de Malinowski, puede ser considerado si ésta fuera algo inadecuado, el pro- desde el cual reflexionar acerca de un
un ensayo transgresor al abordar la yecto editorial pudo concretarse y el conjunto de premisas centrales de la
subjetividad erótica del etnógrafo en libro abarca un amplio espectro de disciplina, tales como la naturaleza del
 ! el trabajo de campo y considerar los experiencias y relaciones en lugares trabajo de campo, el papel de la subje-
múltiples roles que la misma juega tan disímiles como Grecia, Indonesia, tividad en la comprensión reflexiva y
en la producción del conocimiento Corea, Bruselas, Tonga, Etiopía o la validación y el significado de la
antropológico. St. Vicent. dicotomía yo-el otro.
A partir de su propia experiencia así Es importante señalar que al tener Posiblemente las preguntas centra-
como de conversaciones mantenidas en cuenta que lo sexual en una cultura les que animan la obra sean: ¿por qué
con otros colegas, los editores Don presenta tal variabilidad no sólo a su los antropólogos evitaron las relacio-
Kulick y Margaret Willson llegaron a interior sino entre los diferentes gru- nes románticas y sexuales en el cam-
la conclusión de que la subjetividad pos que la conforman y aún entre los po?, o si las tuvieron, ¿por qué las
erótica de los etnógrafos podía consti- sujetos, los editores no impusieron ocultaron, no hablaron o escribieron
tuirse en un dispositivo para cuestio- una definición de sexualidad o sexo a acerca de ellas?, ¿es ético mantener
nar supuestos epistémicos, teóricos y los autores, por lo que los diferentes vínculos erótico-sexuales con nuestros
metodológicos de nuestra disciplina capítulos cubren una amplitud de informantes? Las preguntas aluden a
tales como la validez y significado de temas y aspectos de la subjetividad una especie de regla no escrita y no
la dicotomía nosotros-otros o las je- erótica y la sexualidad, abarcando re- cuestionada que expresa la prohibición
rarquías sobre las que se construye el laciones heterosexuales como homo- de no involucrarse sexualmente con
trabajo antropológico. sexuales así como encuentros los miembros de la comunidad que se
A pesar de las dificultades recono- atravesados por lo placentero y otros estudia, ya que esto es considerado
cidas por los compiladores para en los que prevalece el peligro, la vio- impropio y éticamente incorrecto.
lencia y la represión. Si la antropología desde sus inicios
 : CIESAS, D.F. Los autores de los artículos —en su tuvo como preocupación la sexualidad
 : CIESAS, D.F. mayoría mujeres— que conforman el de los nativos, interesándose por
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estudiar las relaciones de parentesco, evidenciando su parcialidad al dar negación del involucramiento con los
la promiscuidad, el incesto o la mono- cuenta de cómo todo conocimiento mismos, lleva implícito su estatus sub-
gamia, ¿por qué olvidó o negó la antropológico se encuentra posiciona- ordinado y la perpetuación de un dis-
sexualidad de los propios antropólo- do también genérica y sexualmente. curso colonialista.
gos? En la introducción, Don Kulick En este sentido, para varios autores Las condiciones históricas, políticas
considera que la principal razón de el silencio disciplinar acerca del deseo y económicas que han y continúan
esta reticencia ha sido la forma en que en el campo es una forma en que los posibilitando que los antropólogos
la antropología fue constituida como antropólogos pueden eludir asuntos realicen trabajo de campo en determi-
ciencia objetiva dedicada al análisis de tales como la jerarquía, la explotación nados países y comunidades y con
las costumbres de los otros, por lo que y el racismo. Para otros, en cambio, el ciertos grupos humanos, son el resul-
la biografía y la posición del investiga- vínculo erótico-sexual entre antropó- tado de historias de colonización y ex-
dor no se constituyeron en objeto de logo y nativo, en ocasiones, no disuel- plotación por lo que este hecho no
reflexión. De ahí que podamos decir ve la diferencia y contrariamente, puede ser eludido cuando se analizan
las relaciones eróticas entre antropólo-
gos e informantes.
Otra de las razones de la ausencia
de una reflexión sobre las experiencias
eróticas de los antropólogos fue el
desdén que la disciplina ejerció hacia
las narrativas personales, y otra no
menos importante es la fuerza de la
presencia de la dicotomía intelec- " 
to / emoción, que supuestamente dis-
tingue a la ciencia de otras formas de
conocimiento y que permanece en la
base de la epistemología antropológica.
que el conjunto de los artículos de ilumina las desigualdades en términos Desde esta perspectiva, las emocio-
Tabú posibilita el cuestionamiento de raza, estatus socioeconómico, edu- nes son secundarias en la construcción
de algunos mitos de la disciplina antro- cación y posición en la jerarquía social. teórica. Sin embargo, como es señala-
pológica como el de la objetividad, la El silencio acerca de la subjetividad do por Gearing (p. ), en el trabajo
imparcialidad o la neutralidad, a partir erótica de los antropólogos también de campo como en toda nuestra vida,
del reconocimiento de las condiciones ayudó a ocultar o disimular las condi- las sensaciones, las emociones y el in-
históricas, culturales y políticas que po- ciones colonialistas que hicieron telecto operan simultáneamente en la
sibilitan, en primer lugar, el encuentro posible la continuidad del discurso estructuración e interpretación de
con el otro y en segundo lugar, estruc- unidireccional acerca de la sexualidad nuestra experiencia de mundo, por lo
turan y limitan la interacción. del otro, manteniendo el comporta- que es indispensable transformar el
Reflexionar sobre el deseo sexual en miento sexual de los nativos como el modelo de observador participante
el campo puede hacer tambalear la re- punto irreconciliable de diferencia desapasionado en un actor compro-
lación investigador-investigado al bo- entre nosotros y ellos. metido emocionalmente con los suje-
rrar la línea entre rol profesional y rol El predominio en la antropología tos con los que trabaja.
personal así como las bases y la pro- del énfasis en la distancia y las diferen- Los ocho capítulos que conforman
ducción del conocimiento antropo- cias que nos distinguen de los sujetos el libro —cada uno fue escrito por un
lógico y, lo que es más importante, a los que estudiamos tanto como la autor diferente—, pueden agruparse a
 Desacatos - 

partir de la reflexión que estos antro- Blackwood y Bolton, ambos de trabajo de campo. Estos temas se rela-
pólogos realizaron sobre su propia orientación homosexual, imaginan el cionan con la posición sexual del et-
experiencia. Así, los trabajos de Killick campo desde perspectivas distintas. La nógrafo dentro del campo más que la
(capítulo ) y Altork (capítulo ) explo- perspectiva de Blackwood (capítulo ), sexualización del campo en sí misma.
ran el poder estructural que el imagi- es la de un campo que excluye o inclu- El tema central del trabajo de Dubisch
nario sexualizado de los antropólogos ye su identidad lesbiana; en tanto se (capítulo ) son “sus reacciones a ser
implícitamente otorga a las nociones siente marginada del mundo hetero- una mujer extranjera en Grecia”, lo
de campo y etnógrafo. Ambos autores, sexual en general, no acepta las divisio- que la lleva a reflexionar acerca de la
al escribir acerca del “sexo en campo”, nes metafóricas de una antropología antropóloga en dos posibles vertien-
literalmente refieren a la relación de la heterosexualmente estructurada. Para tes: como actor sexual y como objeto
sexualidad en el campo, no obstante, Bolton (capítulo ), en cambio, el cam- sexual en ese contexto; un aspecto im-
cada uno asume una posición distinta. po es un campo gay que imagina inter- portante de este trabajo es el delicado
Killick —varón heterosexual— proble- activo consigo como etnógrafo, lo que balance resultante de la relación entre
matiza la ampliamente aceptada cons- no obsta para que discuta si es ético uti- “el que sabe” y “el que es investigado”.
trucción de un sujeto masculino, lizar los encuentros sexuales privados A partir de una sorpresiva visita que
heterosexual, que tiene la posición de como información antropológica. Am- uno de sus informates le hiciera, Du-
control, respecto de la representación bas posiciones redundarán, indudable- bisch reconoce la sutil jerarquía que
del campo como femenino. Altork mente, en el tipo de información que se había establecido entre ellos.
—mujer heterosexual— se representa cada uno como etnógrafo recoge y el Gearing (capítulo ) da cuenta de la
el campo como andrógino, y reflexiona tipo de análisis que produce a partir de violencia sexual presente en las rela-
sobre la necesidad de cambiar la rela- ésta. Estas diferentes perspectivas ilus- ciones heterosexuales en St.Vicent y
 ! ción y los roles de género, permitiendo tran la razón por la que la etnografía analiza las implicaciones de su matri-
así la posibilidad de realizar una prácti- no puede ser definitiva, pues cada tex- monio con su principal informante en
ca de campo más “sensual” y “sensorial”. to corresponde a la perspectiva de un el curso de su trabajo de campo. Ex-
Mientras que para Altork se trata de antropólogo, en una espacio específico, plora, también, cómo estos aspectos
permitir que la experiencia del campo en un momento particular del tiempo influyeron la información relevada en
penetre en el antropólogo, la propues- y en su singularidad. Los trabajos de su trabajo sobre el género y la sexuali-
ta de Killick refiere a la penetración del Altork, Blackwood, Bolton y Killick re- dad. Su deseo es que las revelaciones
antropólogo en el campo. El posicio- velan explícitamente que, mientras que que hace en torno a esta experiencia
namiento de estos autores tanto “del” los conceptos y relaciones entre el cam- ayuden a iluminar las estructuras pa-
como “dentro” del campo tiene dos ni- po y el etnógrafo usualmente tienen triarcales que operan tanto en la vida
veles: uno personal y otro metafórico, una expresión metafórica permeada profesional de las antropólogas como
que se influencian mutuamente. Tales por el género masculino o femenino, la en los lugares en donde hacen su tra-
posiciones indudablemente conducen a apreciación del campo como un cam- bajo. El trabajo de Morton (capítulo
reflexionar acerca del papel que juegan po sexualizado supone una compleji- ) pone el énfasis en la manera en que
las imágenes metafóricas en el mante- dad mayor, con muchas más aristas. ella, como sujeto sexualizado, tenía
nimiento de las relaciones jerárquicas Los autores del otro conjunto de que negociar continuamente su posi-
entre la empresa antropológica y el trabajos, reflexionan en torno a la ma- ción: como antropóloga, como madre,
mundo del cual derivan su saber, así nera como el campo y la gente que lo como esposa y como mujer extranjera
como la manera en que estas imáge- habita los afectó como sujetos sexua- deseable, en Tonga. Moreno, por su
nes influyen el tipo de información les, de ahí que se ven obligados a parte, describe cómo fue violada a ma-
que los etnógrafos consideran de valor confrontar temas no incluidos en los no armada en Etiopía, por quien era
en términos de interés antropológico. discursos antropológicos en torno al su asistente de campo (capítulo ).
-  Desacatos 

Para Morton, Gearing y Dubisch, en distanciado de sus observados, cuya


sus encuentros en el campo prevalecía indiferencia proporcionó a los antro-
el estereotipo de la mujer occidental pólogos una apariencia de inocencia,
como deseable y promiscua; que esto invisibilidad y complicidad con el im-
sea así, está en estrecha relación con el perialismo de los países centrales,
hecho de que las mujeres que no per- Rosaldo, entre otros, aboga por un
tenecen al grupo no pueden ser con- etnógrafo “culturalmente visible” en
troladas por las normas de la sociedad las escrituras etnográficas que eviden-
dominante y por lo tanto, son clasi- cien su posición dentro de la interac-
ficadas como “fáciles” porque son ción social.
verdaderamente independientes, y Dos son los motivos por los que
porque no son controladas por el or- pensamos que reseñar Tabú valía la
den social masculino. En una cultura pena a pesar del tiempo transcurrido
diferente a la propia una mujer puede desde su publicación: el primero es la
moverse fuera de sus reglas, puede escasa circulación que ha tenido la
usar su situación marginal como una obra en la comunidad antropológica
vía de rechazo a los estándares cultura- investigación. Esta percepción dual mexicana; el segundo, el auge en los
les; se encuentra en posición de elegir afecta la manera en que el antropólo- últimos años de los estudios sobre se-
qué normas quiere satisfacer y cuáles go trata o se ve forzado a negociar la xualidad generados desde las distintas
ignorar, dependiendo de cuán “respe- reconstrucción de su género y su se- disciplinas sociales. Su lectura es por
table” o “desviadada” de la sociedad xualidad. Estas imágenes, a su vez, son ello relevante no sólo para los antro-
mayor quiere estar. Es lo que Morton resultado del tipo de interacciones que pólogos, sino para todos aquellos que " 
relata de su experiencia en Tonga. han tenido lugar previamente entre los desarrollan trabajo de campo.
La violencia, tanto física como emo- lugareños y los que llegan. Si la reflexión acerca de cómo el
cional, es un aspecto relevante de la ex- Tabú constituye, sin lugar a dudas, género afecta tanto el establecimiento
periencia de campo de Gearing, Morton una propuesta ética y política en la de las relaciones sociales con los infor-
y Moreno; sus trabajos ponen de ma- que los investigadores, asumiéndose mantes así como la producción misma
nifiesto la existencia del acoso e incluso como “sujetos ubicados”, reflexionan de los datos posibilitó un fructífero
la agresión sexual en el campo, aspec- sobre su papel y relación con los ac- debate respecto del sexismo imperante
tos que nunca aparecen mencionados tores sociales, resaltando la dimensión en la sociología como en la antropo-
en los manuales de campo, incluso en dialógica de la experiencia etnográfica. logía, esperamos que el desenmasca-
los publicados más recientemente. Sus reflexiones evocan los plantea- ramiento de la sexualidad de los
Mientras que dentro de la comunidad mientos de autores como Rosaldo antropólogos en el campo tenga un
antropológica sí se discute el acoso se- () o Clifford (), quienes distan- efecto similar y anime a los colegas a
xual en ámbitos académicos, la violen- ciándose y asumiendo una posición escribir y discutir sobre ello.
cia sexual en el campo es un tópico crítica respecto de la composición et-
tabú, aún más que el propio sexo. nográfica clásica, postulan la redefini- Bibliografía
En los encuentros y relaciones que ción de las modalidades en que la
el antropólogo establece en el campo, práctica del trabajo de campo queda Clifford, James, 1995, Dilemas de la cultu-
ra, Gedisa, Barcelona.
no actúa como un agente aislado; tales plasmada en las monografías etnográ-
Rosaldo, Renato, 1991, Cultura y verdad.
relaciones involucran por lo menos ficas, rescatando el lugar del investiga- Nueva propuesta de análisis social, Con-
dos puntos de vista: el del etnógrafo y dor y su propia experiencia. En contra sejo Nacional para la Cultura y las Ar-
el de los sujetos que habitan el área de de la figura del etnógrafo-observador tes-Grijalbo, México.

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