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Josep Fontana

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES


4. LA ILUSTRACIÓN pag 81- 106

La expresión “las luces” se ha usado para hablar de los conocimientos adquiridos por la
humanidad, sus partidarios eran definidos como eclairés.
Para los hombres del siécle des lumiéres —que no sabían que su siglo fuera tal cosa— a eso se le
llamaba sobre todo philosophie, y los ilustrados eran philosophes. Un philosophe era para
Voltaire amante de la sabiduría y de la verdad, que tenía por enemigos a los fanáticos, ya que «el
siglo de la filosofía es también el siglo del fanatismo».
El concepto de Ilustración nace en la Alemania de mediados del siglo XVIII y designa el acto de
iluminar y no la ilustración resultante.
La diversidad de interpretaciones y la confusión dominan desde el origen en los estudios sobre la
Ilustración, con interpretaciones que van desde la que veía a los «filósofos» franceses como unos
conspiradores clandestinos contra la monarquía y la Iglesia, a la que se conforma con definir las
ideas de la Ilustración como «las que comparten los hombres y las mujeres que participan en este
movimiento», y se limita a hacer listas de los miembros de la communauté des lumiéres, definida
circularmente. Entre estos dos extremos cabe casi cualquier cosa, incluyendo una pretendida
«ilustración cristiana», denominación que parece contradictoria, ya que el cristianismo se basa en
la revelación y en la tradición, y no en la razón (la iglesia francesa condenó a Montesquieu,
Voltaire, Buffon, la Encydopédie etcétera y en 1770, explícitamente “la libertad de pensar”).
Una de las asociaciones mas frecuentes, y más equívocas, es la que se establece entre la
Ilustración y el absolutismo en el llamado «despotismo ilustrado», un concepto inventado por los
prusianos en el siglo xix.
A mediados del siglo XX, nace una crítica de la Ilustración que la acusa de haber construido una
visión abstracta y universalista del hombre, y sostiene que su racionalismo y la búsqueda de
explicaciones totales, han llevado a los ilustrados a una concepción mecanicista del hombre y de
la sociedad. Todo en el universo está determinado y que lo único que es necesario para conocer
un acontecimiento es tener todos los datos sobre sus antecedentes.
La Ilustración sería esencialmente pensamiento crítico, desconfianza hacia el saber establecido y
el consentimiento universal: la defensa de la razón contra la convicción, del saber transformador
contra Ia tradición.
La mayor de las limitaciones que tiene la forma de entender habitualmente la Ilustración, es que
se limita a considerar una serie de autores, a estudiar las relaciones entre ellos y a analizar las
influencias que sus libros han podido ejercer sobre sus lectores. Recientemente, sin embargo,
está tomándo cuerpo una nueva forma de entender los orígenes que pone una atención especial
en la aparición de una «opinión pública» a partir de mediados del siglo xvii. Un fenómeno ligado
al surgimiento de una autentica industria de la información que multiplicó las impresiones de
cartas, folletos, gacetas en general de textos breves y accesibles a un publico extenso que se
ocupaban de critica, politica o noticias del momento.
Los propios historiadores, vivían en un tiempo lleno de noticias que obligó a los gobiernos a
tomarlos a su servicio para combatir los efectos de la crítica. Esto pasaba en unas sociedades
conmocionadas por los debates políticos que enfrentaban a las monarquías absolutas con las
demandas de representatividad política.
Algunos de los representantes esenciales de la Ilustración procedían de las formas de libre
pensamiento y de la crítica del siglo XVII francés. El fruto más importante de esta corriente sería
la obra de Bayle. Admiraba cada vez más los escépticos y los libertinos, la ciencia de lo concreto,
la historia y la erudición. Bayle criticaba los milagros, el argumento de autoridad y la tradición con
opiniones tan arriesgadas como el ateísmo no conduce necesariamente a la corrupción de las
costumbres.
En 1697 apareció en Rotterdam su Diccionario Histórico de la Crítica, con un fuerte componente
crítico, muy especialmente respecto de materias de historia eclesiástica con una defensa
constante de la tolerancia de la libertad de conciencia. Criticó en lo que se refiere a materias
eclesiásticas, no entra nunca en cuestiones teológicas. Su diccionario enseñó a razonar a los
ilustrados y esta· en el origen de muchas crisis de conciencia. Desde el punto de vista de la
historia, además, Bayle, ha fundamentado, con el desarrollo del arte de las notas como
herramienta crítica, un modelo de trabajo erudito que ser· universalmente aceptado y que ha
llegado hasta nosotros sin demasiados cambios.

Las corrientes de la historiografía de la Ilustración pasaran en Nápoles por las figuras de Muratori
que aplicará los métodos críticos de la historiografía eclesiástica, de Mabillon a temas civiles en
sus ìAnales de Italiaî, y sobre todo de Giannone que publicÛ una ìHistoria civil del reino de
N·polesî que querÌa hablar ìdel orden polÌtico de este noble reino, de sus leyes y costumbresî.
Vico quiso crear una ciencia nueva y global de la historia. Acepta la cronologÌa de la Biblia que
reducÌa el curso de la historia a 5000 aÒos, lo desacreditarÌa ante los hombres de fin de siglo
conocedores de la geologÌa. Los herederos directos del estilo crÌtico de Bayle ser·n los ìilustradosî
franceses del siglo XVIII. Estos hombres rechazan de entrada el tipo de la historia erudita
ìmon·sticaî que consideran insegura. Mostesquieu es el menos revolucionario de los hombres que
revolucionaron el mundo. En sus ìCartas persasî nos muestra el mundo a travÈs de los ojos de
unos viajeros orientales. InvestigÛ los fundamentos de las formas de gobierno y de las leyes. Por
eso escribiÛ ìEl espÌritu de las leyesî. En el estudio de las leyes feudales de los francos propone
ìiluminar la historia con las leyes y las leyes de la historiaî. Voltaire escribiÛ ìHistoria de Carlos XIIî,
iniciando la carrera que lo habÌa de convertir en un escritor de moda en Francia. CreÌa en el poder
transformador del conocimiento y en la tolerancia. Todos sus libros fueron prohibidos. No acepta
ni la idea de que los hombres sean iguales, que la civilizaciÛn los haya pervertido y que estÈn
hechos para vivir naturalmente, ìaislados como bestias salvajesî. Fue Èl quien escribiÛ el artÌculo
ìHistoriaî para la Enciclopedia, donde comienza diciendo que ìes el relato de los hechos que se
consideran verdaderos, al contrario de la f·bula, que es el relato de los que se considera falsosî.
Distingue entre la veracidad y la acumulaciÛn de datos concretos propios de la erudiciÛn. Su
programa histÛrico se mostrarÌa con toda claridad en ìEl siglo de Luis XIVî, un libro que no se
ocupa de Luis XIV, sino ìdel espÌritu de los hombres en el siglo m·s ilustrado que nunca haya
habidoî, con ambiciÛn autÈntica de historia universal (contrastando con Bossuet, que habÌa
llamado ìhistoriaî a la de cuatro o cinco pueblos y ìsobre todo la de la pequeÒa naciÛn indiaî. La
historia del mundo se dividÌa en 4 siglos o Èpocas: el de Alejandro, el de CÈsar y Augusto, el de los
MÈdicis y este siglo de Luis XIV. Su objetivo no es explicar todo, sino solamente aquello que
merece ser conocido.

María Inés Mudrovcic


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