Está en la página 1de 3

ANCIANOS Y CORONAVIRUS

"Los hombres que inventaron el tiempo


han inventado después la eternidad como
contraste, pero la negación es tan vana como él..."

Marguerite Yourcenar

DRA. SANDRA NIEVIZKY

PARA JACKIE

El día de ayer una paciente me estuvo comentando de un drama que se está viviendo en su familia,
como en muchas otras, y que la gente NO ESTA HABLANDO DE ESTO… Con el tema de LA
SANA DISTANCIA… y que la población vulnerable es… (somos) los ancianos… esto ha dado pie
a que se tomen decisiones que relegan y ofenden a esta parte de la población…

Hagamos un poco de historia… En México, desde 1973, el INEGI empezó a dar cifras de la
transición demográfica. Se espera que para el año 2020 haya 54.6% de personas mayores de 60 años
y más. Podemos decir, junto con la Dra. Nidia Aristizábal-Vallejo (1999) que el envejecimiento
poblacional, no es nada más un hecho estadístico, sino que es UNA REALIDAD INDIVIDUAL Y
SOCIAL, por lo que es necesario humanizar las cifras, “…ya que en cada una de ellas estamos los
seres humanos que hacemos parte de la sociedad”.
Se puede dividir en:

 De 60 a 70 años - Senectud

 De 72 a 90 años - Vejez

 Más de 90 años- Grandes ancianos


Para la ONU (1999), el proceso de envejecimiento se tiene que analizar desde tres niveles:
a. Capital humano: Se mide en términos de buena salud, cualificarse y capacitarse para el
desempeño de un trabajo y conocerse a sí mismo.
b. Capital social: Corresponde a la construcción de redes sociales de contacto con el entorno,
ya sea con la familia o la comunidad.
c. Capital económico: Implica planes de jubilación y ahorro.

Ahora, desde que se dictaron las medidas extraordinarias para la 3era etapa de prevención del
corona virus, las personas envejecentes o senectas que antes salían a pasear a los parques, a hacer
las compras para su familia, se tienen que quedar en casa… si la personas afuera los ven con
cubrebocas o caretas… los ven feo y los aíslan… ¿por qué? Lo único que tienen encima … son
años…
Y retomo una pregunta de un artículo de Javier Darío Restrepo: ¿PARA QUE SIRVE UN
VIEJO? Y LA PREGUNTA GOLPEA A LA CARA DE CADAUNO DE NOSOTROS…
En una sociedad o sociedades que se basan en la producción y consumo de bienes, los ancianos
YA NO SIRVEN… se convierten en una carga… hay que sacarlos y “mandarlos a la banca”,
asilo, confinamiento o decir, que a nadie mayor se le va a dar un respirador si se infecta de
CORONA VIRUS. Y ENTONCES SOMOS TESTIGOS DE LA GOEBLIZACIÓN DE LA
SOCIEDAD… y tomar posturas sobre quién vive y muere…
Vuelvo a preguntar: ¿para qué sirve un viejo?
Tenemos varias respuestas, una desde la filosofía y economía, Elisa Dulcey dijo: “la noción de
utilidad es la construcción de una sociedad donde predomina un valor economista”.
El filósofo Vicente Durán dijo: “la pregunta misma es una enfermedad, y si la ponemos en
relación con las personas, el asunto es peor”, y la educadora Christel Wasiek, coincidió con él.
Los autores Benban y Meluk, dijeron que “es una pregunta que obedece a una lógica de
consumo”, “además implica cosificar a las personas”.
Yo propongo como respuestas; por favor, ayúdenme a completar.
1. Tienen experiencia de vida acumulada
2. Para compartir historias y tradiciones
3. Para hablar de pertenencia y raíces a los hijos y nietos
4. Para enseñar a cuidar, dar amor
5. Para enseñar a vivir en soledad
6. Para construir un hogar y familia
7. Unen generaciones
8. Fuente del saber pragmático
9. Fuente de valores y esfuerzo…

Con esto no quiero decir que no haya situaciones problemáticas, problemas relacionales,
enfermedades, situaciones de adicciones, etc. Pero nos enseñan otra forma de cuidar… las
sociedades humanas se construyeron cuidando a los niños y a los ancianos…
La postura actual me recuerda la película de SOYLET GREEN, DE LOS AÑOS ´70, QUE SE
TRADUJO AL ESPAÑOL CON EL TÍTULO “CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE”…
Una de las escenas más fuertes fue la de un anciano, que entra a cine a ver sus recuerdos como
películas… le dan una pastilla con la que muere… y su cuerpo lo usan para hacer la tableta de
Soylet green… ¿estamos yendo a eso? ¿eso queremos?

Esta circunstancia poblacional está afectando todos los contextos políticos, económicos,
sociales, de salud y calidad de vida. ¿Qué quedaría? Pues prepararse para enfrentar esta
situación desde los que ahora somos adultos (medios).
el aumento de la esperanza de vida, una de las más altas del planeta, y la drástica reducción
de la natalidad, una de las más bajas del mundo, que levantó un poco el vuelo en los años de
bonanza económica y con la inmigración, y que en estos últimos años se ha vuelto a desplomar.
…. Ya se ha dicho muchas veces que sociedades como la española están muy envejecidas, algo que
es resultado de dos fenómenos:

El que la gente viva cada vez más años, debería alegrarnos, y es resultado de fenómenos positivos
como los avances en la medicina o en la alimentación, entre otros factores. Por algo se considera
como propio de países desarrollados. Ahora bien, también es verdad que una cosa es la cantidad y
otra la calidad, y el envejecimiento implica también muchos retos. Qué más nos gustaría a todos
llegar a los 90 estupendos de salud y con la cabeza en su sitio, Por desgracia, no suele ser lo más
frecuente.

Es cierto que muchos llegan a los 60, 70,  y casi, casi a los 80 en muy buenas condiciones físicas y
mentales. No es raro conocer personas de esas edades activas, que viajan, salen, consumen (algo
esencial para ser considerado “útil” en sociedades como la nuestra). Algunos tienen incluso  más
actividad de la deseada, jubilados y todo, al hacerse cargo de los nietos. En plena crisis, muchas
pensiones dan de comer a familias enteras.

Pero los expertos, que perciben que no basta con hablar del envejecimiento, han acuñado el
concepto de envejecimiento del envejecimiento, haciendo referencia, de este modo, al creciente
número de octogenarios y nonagenarios (y algún que otro centenario). Y según avanzamos en la
escala de edad, vemos con mayor claridad el lado menos divertido de cumplir años: enfermedades,
dependencia, soledad… 
Creo que estos son los viejos que no molan al ministro japonés, y he de suponer que a más gente,
con responsabilidades políticas o sin ellas. En un contexto en el que términos como eficacia,
eficiencia, utilidad y reducción de gastos son el pan nuestro de cada día, más de uno parece
preguntarse, como hacía Amparo Baró, para qué sirve un viejo. Y no digamos si es uno de los que
cobran una pensión a cargo dela SeguridadSocialo ha aspirado,  con gran desfachatez, a beneficiarse
de las ayudas aprobadas por la agonizante Ley de Dependencia.

Lo malo de ver todo desde el prisma de la eficiencia y la reducción del gasto público
(preferiblemente público) hace que últimamente toda política se limite a ver de dónde recorto, y que
apenas se piense en articular políticas mínimamente sensatas para abordar fenómenos de gran
complejidad como el envejecimiento.

Un ejemplo de lo anterior es que casi no se han desarrollado políticas integrales de población, que
incluya no sólo medidas de tipo demográfico (como el fomento de la natalidad), sino medidas de
carácter más global, lo que incluiría actuaciones para propiciar la permanencia y el incremento de
gente joven en las regiones con mayor porcentaje de población anciana. Incluso el mismo hecho de
que los jóvenes cuiden a los ancianos es fuente de empleo, como es sabido.

¿Para qué sirve un viejo? ¿Y para qué servimos cualquiera de nosotros, da igual la edad que
tengamos? Eso supone meterse en terrenos espinosos, y peor aún, por caminos que a la larga, no
conducen a ninguna parte. Esta es la sociedad en la que vivimos, con muchos ancianos y pocos
niños (tal vez por eso, cada vez están más mimados), y a esta situación hay que dar respuesta. Una
respuesta que no se limite a un mero cálculo monetario.

También podría gustarte