Está en la página 1de 36

El Santo Rosario es una oración

tradicional católica que busca


honrar a la Virgen.
Preparado por: Dario Alberto Castro Castro

EL SANTO
ROSARIO
¿Qué es el Rosario?
Hasta ahora se ha considerado como la mejor definición del Rosario, la que dio el
Sumo Pontífice San Pío V en su "Bula" de 1569:
1

"El Rosario o salterio de la Santísima Virgen, es un modo piadosísimo de oración,


al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a
María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir
meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor".

La palabra Rosario significa "Corona de Rosas". La Virgen María ha revelado a


muchas personas que cada vez que rezan un Ave María le entregan una rosa y por
cada Rosario completo le entregan una corona de rosas. Así como la rosa es la
reina de las flores, el Rosario es la rosa de todas las devociones y, por lo tanto, es
la más importante.

El Santo Rosario es considerado como la oración perfecta porque se meditan los


principales misterios o hechos de la vida, muerte y gloria de Jesucristo y de su
Santísima Madre. Estos están distribuidos en los misterios gozosos, dolorosos,
gloriosos y luminosos.

El Rosario está compuesto por dos elementos: oración mental y oración verbal. La
primera consiste en la meditación de los cuatro misterios. La oración verbal
consiste en recitar las veinte decenas (Rosario completo) o cinco decenas del Ave
María encabezadas por un Padre Nuestro.

Es una oración simple, humilde como María y que podemos rezar con ella. Con el
Ave María la invitamos a que rece por nosotros. Al unir su oración a la nuestra,
esta se hace más poderosa porque la Virgen siempre recibe lo que ella pide.

Por otro lado, en cada una de sus apariciones, nos invita a rezar el Rosario como
un arma poderosa en contra del maligno, para traernos la verdadera paz.
¿Cómo y cuándo nació esta devoción?
El Rezo del Santo Rosario ha tardado mucho en formarse tal y como ahora lo
conocemos. No fue ideado en un momento concreto, sino que es fruto de una
larga evolución. 2

Desde el sí dado por la fe en la Anunciación, y mantenido sin vacilar al pie de la


Cruz, la maternidad de María se extiende desde entonces a los hermanos y a las
hermanas de su Hijo. A partir de esta cooperación singular de María a la acción
del Espíritu Santo, las Iglesias han desarrollado la oración a la santa Madre de Dios,
centrándola sobre la persona de Cristo manifestada en sus misterios. En los
innumerables himnos y antífonas que expresan esta oración, se alternan
habitualmente dos movimientos: uno engrandece al Señor por las maravillas que
ha hecho en su humilde esclava, y por medio de ella, en todos los seres humanos;
el segundo confía a la Madre de Jesús las súplicas y alabanzas de los hijos de Dios,
ya que ella conoce ahora la humanidad que en ella ha sido desposada por el Hijo
de Dios.
Se dice que el Rosario fue instituido por Santo Domingo de Guzmán, el fundador
de la Orden de Predicadores, conocidos como los Dominicos. Pero, sin quitarle a
Santo Domingo su aporte, el origen remoto del Rosario es anterior a Santo
Domingo.
Aproximadamente en el año 800 se creó el salterio de los laicos. En esa época los
monjes rezaban los 150 salmos, pero como la mayoría de los laicos no sabían leer,
se les enseñó a rezar 150 Padres nuestros. Después se formaron otros tres
salterios que incluían 150 Aves Marías originales, 150 alabanzas en honor de Jesús
y 150 alabanzas en honor de María.

De hecho, siglos antes de este Santo fundador, los monjes recitaban de manera
regular todo el Salterio (la colección de 150 Salmos de la Sagrada Escritura). Pero
sucedía que los hermanos legos que formaban parte de las comunidades
monacales eran analfabetos y no podían leer los Salmos. Para ellos se ideó una
forma de oración que pudiera ser fácilmente memorizable.
La primera oración que se escogió para repetir unas 50 o 100 veces, dependiendo
de las circunstancias, fue el Padre Nuestro.

Todo comenzó, probablemente, en el siglo X. En el año 910 se fundó la Orden


Cluniacense. Ésta le dio una gran importancia a la oración coral comunitaria.
3
Quería que sus abadías fuesen un anticipo de la Jerusalén celestial, en la que los
santos y los ángeles están continuamente cantando alabanzas a Dios e
intercediendo por todos los seres humanos (cf. Ap 5,9; 14,3; 15,3). Por ello
distinguieron entre dos tipos de monjas y monjes: los dedicados a la oración coral
(que rezaban al día unos 150 salmos, dependiendo de las circunstancias litúrgicas)
y los dedicados al trabajo manual. Éstos últimos solían ser personas sencillas e
iletradas que se ocupaban de la cocina, la portería, la huerta u otros oficios. Pero
era preciso que también orasen. Por ello algunos de estos monjes ‒y monjas‒
comenzaron a rezar individualmente 150 Padrenuestros al día, en lugar de los 150
salmos que rezaban los que asistían a la oración coral. Esta piadosa costumbre se
fue difundiendo no sólo entre los cluniacenses, sino también entre otras
comunidades religiosas, y entre sacerdotes y laicos.

En el siglo XII, la Orden Cisterciense (fundada en


1098) le va a dar una gran importancia al culto a
la Virgen María. Tanto es así, que casi todas sus
abadías fundadas por ellos llevan el nombre de
una advocación mariana. Su principal
teólogo, san Bernardo de Claraval (1090-1153),
difundió mucho la devoción a María como
Madre, más que como Reina (que era lo normal
desde el siglo V). Es él quien inventó el título de
«Nuestra Señora»: de tal forma que María va
dejando de tener la imagen de «la Señora
feudal» y pasa a ser «Nuestra Señora», es decir,
«Nuestra Madre». Pues bien, en este contexto, las monjas y los monjes
cistercienses van a reemplazar en el Rosario algunos Padrenuestros por
Salutaciones de la Virgen María. Todavía no se había creado la oración del
Avemaría, sino que se rezaba sólo su primera parte, la Salutación del ángel,
tomada de Lc 1,28-33: «Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es
contigo» y algunos le añadían la segunda parte del saludo: «Bendita tú eres entre
todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre».
4
A lo largo del siglo XIII se va extendiendo la costumbre de rezar tres cincuentenas
de Salutaciones, es decir, 150 Salutaciones, en lugar de 150 Padrenuestros. Se
crea así el «Salterio de María». Y se va a añadir el nombre de «Jesús» al final de
la Salutación del Ángel. Además, es en esta época cuando comienza a
generalizarse el uso de «contadores», es decir, de rosarios, para poder llevar la
cuenta de las Salutaciones que se van rezando.

A raíz de este ejercicio repetitivo y para facilitar el conteo, surgió en Inglaterra un


gremio de artesanos especializados en fabricar lo que hoy conocemos como un
rosario. De hecho, hay en Londres una calle llamada “Pater Noster Row” (Hilera
de Padre Nuestros), la cual recuerda la zona en que estos artesanos fabricaban
estas cuentas. Los rosarios que fueron originalmente utilizados para contar los
Padre Nuestros.

El Rosario y las órdenes mendicantes

En el siglo XIV las Órdenes mendicantes


(Franciscanos, Dominicos, Carmelitas y
Agustinos, fundados, junto a sus ramas
femeninas, en la primera mitad del siglo XIII),
van a difundir el rezo del Salterio de María en
sus predicaciones y entre los laicos que ellos
acompañaban espiritualmente. Sobre todo lo
difundieron en la zona ribereña del Rin, la zona
renana, donde en el siglo XIII se había
desarrollado el movimiento espiritual de
las beguinas, que eran mujeres piadosas que
vivían en comunidad, con una espiritualidad
mística muy profunda, la cual fue el núcleo de donde surge en la primera década
del siglo XIV la mística renana del Maestro Eckhart (ca. 1260-ca. 1327) y otros dos
dominicos discípulos suyos: Juan Tauler (ca. 1300-1361) y el beato Enrique Susón
(ca. 1295-1365). Pero la espiritualidad de las beguinas cayó bajo la sospecha de
herejía, por lo que un medio de reconducir a aquellas mujeres fue inculcándolas
el rezo del Salterio de María. 5

Dado que la mística renana fue también sospechosa de herejía, surgió hacia 1380
otra corriente espiritual: laDevotio Moderna, que proponía, básicamente, una
oración sencilla y metódica y la meditación de los pasajes del Evangelio. En este
contexto encajaba muy bien el sencillo y metódico rezo del Salterio de María. Pues
bien, es entonces cuando en ciertas abadías cartujas de la zona renana, se van a
añadir al final de cada Salutación del Ángel una coletilla que ayude al orante a
meditar un pasaje de la vida de Jesús. Por ejemplo: «… y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús, que nació en Belén». O «… que murió en la Cruz». Y, así, se va
extendiendo la costumbre de añadir a cada una de las 150 Salutaciones una
terminación diferente sobre Jesús. Hubo diversos modos de hacerlo.

Parece que es a comienzos del siglo XV cuando se crea el Avemaría completo,


añadiendo la segunda parte: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén». Y es así como poco a
poco se va conformando el rezo del Rosario que todos conocemos, en el que se
combina el recitado de Avemarías y la meditación de pasajes de la vida de Jesús y
su Madre.
Las Cofradías del Rosario
En 1470 el dominico fr. Alain de la Roche ‒o
Alano de Rupe‒ (1428-1475), funda en Douai
(ciudad del norte de Francia, cercana a la zona
renana) la Cofradía del Salterio de la Gloriosa 6
Virgen María. Sus principales objetivos eran:
difundir la devoción al Rosario, crear un
ambiente de espiritualidad mariana entre sus
cofrades y pedir la intercesión de la Virgen.
Pues bien, inspirado en Alain de la Roche, el
prior de los dominicos de Colonia (ciudad
situada en la zona renana) creó en 1475 la
primera Cofradía del Rosario. Ésta tuvo tanto
éxito entre el pueblo fiel y las autoridades
civiles y eclesiásticas, que rápidamente
comenzaron a fundarse Cofradías del Rosario
en otros conventos dominicos, pasando a ser
responsabilidad de la Curia Generalicia de la Orden de Predicadores (Roma) en
1485. Desde entonces serán los dominicos los grandes difusores del Rosario,
aunque también lo hicieron muchos otros religiosos, laicos y sacerdotes.

Cuatro factores: es muy sencilla, se puede rezar individual o


comunitariamente, anima a meditar los Evangelios y ayuda a pedir
correctamente lo que necesitamos

Hay cuatro factores que contribuyeron al éxito de esta oración: es muy sencilla,
se puede rezar individual o comunitariamente, anima a meditar los Evangelios y
ayuda a pedir correctamente lo que necesitamos. Gracias a esto último, la Iglesia
cree que el rezo del Rosario contribuyó a que sucedieran muchas acciones
milagrosas, como curaciones, conversiones, la liberación de ciudades sitiadas o el
apaciguamiento de fenómenos naturales como terremotos, tempestades,
erupciones volcánicas o tsunamis.

Tratando de integrar el rezo del Rosario en la espiritualidad dominicana, en esta


época comienza a identificarse a santo Domingo con el Rosario. Y, pasado el
7
tiempo, surgió la conocida tradición de que la Virgen María entregó a este santo
un rosario, pidiéndole que propagara esta oración por el mundo entero;
considerando así a santo Domingo el fundador del Rosario.

En 1521 el Rosario fue simplificado por el dominico Alberto de Castello, quien


escogió 15 pasajes evangélicos (los que ahora conocemos como 15 misterios).

San Pío V y el rosario

En el siglo XVI hubo un acontecimiento muy importante: la victoria en la batalla


de Lepanto (1571), en la que la armada cristiana venció a la turca, que era muy
superior. La clave la encontramos en que el Papa san Pío V (1504-1572) pidió a los
fieles cristianos que rezaran el Rosario para que María intercediera. Como
consecuencia de esta victoria, en 1573 el Papa Gregorio XIII (1502-1585) instituyó
la fiesta de la Virgen del Rosario el primer domingo de octubre. Posteriormente
esta fiesta pasó al 7 de octubre, día de la batalla de Lepanto.
8

Además, san Pío V fijó el modo de rezar el Rosario. Éste va a constar de tres grupos
de 5 misterios. Los primeros son los gozosos que invitan a meditar los pasajes más
importantes de la infancia de Jesús. Después están los misterios dolorosos, sobre
la pasión de nuestro Señor. Y por último están los misterios gloriosos, en los que
se medita la resurrección del Señor y otros acontecimientos posteriores. En cada
misterio se rezan un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria mientras se medita
un pasaje de la vida de Jesús o de María. Básicamente, es una oración en la que
se repite rítmicamente el Avemaría. Esto nos ayuda a «sintonizar» nuestro
corazón con el corazón de la Virgen, para que ella nos conduzca hacia su Hijo.

El Rosario Perpetuo

Durante los siglos XVII y XVIII se difundió mucho el rezo del Rosario entre el
pueblo fiel. En 1629 el dominico fray Timoteo Ricci (1579-1643) creó el Rosario
Perpetuo. Para ello repartió 8.760 tarjetas (correspondientes a las 8.760 horas
que tiene un año solar), para que en cada hora del año hubiese alguien rezando
los quince misterios del Rosario. Fue tan bien acogido que en algunas ciudades
tuvieron que repartirse varios grupos de tarjetas, porque los solicitantes
sobrepasaban con mucho el número de 8.760. Con el apoyo de los Papas, el
Rosario Perpetuo fue difundido por Europa y las tierras de misión.

El Rosario Perpetuo fue difundido por Europa y las tierras de misión

Tras la Revolución Francesa (1789) y las siguientes revoluciones liberales del siglo 9
XIX, la Iglesia sufrió un cataclismo: perdió su influencia pública, le arrebataron sus
posesiones y, sobre todo, intentaron desplazarla como referente moral ante la
sociedad. Valores tan evangélicos como la libertad, la fraternidad y la igualdad
fueron asumidos por los revolucionarios, y el marxismo acusó a la Iglesia de ser el
«opio del pueblo». Como consecuencia de este ambiente anticlerical, las Órdenes
religiosas fueron expulsadas y se pusieron muchas trabas a los sacerdotes.

Rosario Viviente

Ante esta situación, el pueblo fiel encontró su refugio


espiritual en las devociones. Una de las principales
fue el rezo del Rosario. La joven seglar Paulina Jaricot
(1799-1862), tomando como referencia el Rosario
Perpetuo ‒que apenas se rezaba ya por estar
desfasado‒ ideó el Rosario Viviente, pensando sobre
todo en la clase obrera. Consistía en crear grupos de
15 personas en los que cada una se comprometiese a
rezar, al día, un misterio del Rosario. Así, cada grupo
rezaba un Rosario completo al día. Otro objetivo del Rosario Viviente era apoyar
espiritual y económicamente a las misiones, siendo el precursor de las Obras
Misionales Pontificias. Este rezo se extendió muy rápidamente por Europa, y los
dominicos se implicaron mucho en su difusión.

No es extraño que en dos apariciones de la Virgen el Rosario sea un elemento


central: en Lourdes (1858) la Virgen pide expresamente que se rece el Rosario y
en Fátima (1917) la propia Virgen se llama a sí misma «Nuestra Señora del
Rosario». El Papa León XIII (1810-1903), viendo la importancia que tiene esta
oración, le va a dedicar once Encíclicas. En la primera (1883) declara octubre
como mes del Rosario.
Llegado el siglo XX, en 1908, los
dominicos de la Provincia de Toulouse
crean la peregrinación anual del
Rosario a Lourdes en octubre. Es,
actualmente, la peregrinación anual
10
más multitudinaria a este santuario.

Como consecuencia del estallido de la


Segunda Guerra Mundial, nace en
Bélgica la Cruzada del Rosario. Promovida generalmente por dominicos, ha
empleado diferentes plataformas de evangelización: misiones populares,
fraternidades, revistas, programas de radio y televisión…

En 1948 el P. Patrick Peyton (1909-1992) fundó en Estados Unidos el Apostolado


del Rosario en Familia, y se difundió por el mundo. Su lema era: «La familia que
reza unida, permanece unida». Se apoyaba en programas de radio de gran
difusión y en una serie de películas: Los Misterios del Rosario, que los promotores
proyectaban para dar a conocer el Rosario en Familia.

Equipos del Rosario

En el Concilio Vaticano II (1962-1965) la Iglesia


supera la mentalidad tridentina y se abre a la
sociedad contemporánea, propiciando
profundos cambios espirituales. A resultas de
ello, en 1967 se crean los Equipos del
Rosario por iniciativa del dominico francés fray
Marie-Bertrand Eyquem. Este movimiento
tiene un fuerte carácter apostólico y
ecuménico. Los equipos están formados por 15 personas, en los que también se
admiten a no católicos. Además de comprometerse cada miembro a rezar un
misterio del Rosario al día (como ya se hacía en el Rosario Viviente), se reúnen
una vez al mes en la casa de uno de los miembros para orar en común, invitando
a otras personas a participar.
Pero la sociedad fue cambiando mucho y rápidamente. La Revolución del 68 trajo
una mentalidad nueva que rompió con los valores tradiciones. Y tras el derrumbe
del comunismo soviético en los años 1990-1991, y el gran desarrollo de las
comunicaciones (TV, Internet, telefonía…), llegó la Posmodernidad, donde la
globalización y los valores consumistas se han acabado imponiendo. 11

Misterios luminosos

Y así llegamos al siglo XXI. Es tanto lo que la sociedad está cambiando, que la
Iglesia ha de modernizar el culto mariano para hacerlo asequible a la persona
actual. En este sentido, el Papa san Juan Pablo II (1920-2005) además de promover
mucho el rezo del Rosario, introdujo cinco nuevos misterios: los luminosos, que
versan sobre la vida pública de Jesús.

En la Carta Apostólica “El Rosario de la Virgen María” defiende y promueve esta


práctica oracional mariana, además de presentar una amplia sustentación bíblica
y teológica para esta devoción, intentando estimular a los Católicos a utilizarla
más extensivamente y mostrando a los no-Católicos la bondad de esta oración.

Pero queda aún mucho por hacer para difundir en la sociedad esta importante
oración, sobre todo entre los jóvenes. ¿Hay que explicarla mejor?: sin duda. ¿Hay
que introducir en ella algunos cambios?: probablemente, pero con mucho
cuidado, no vaya a ser peor el remedio…
Promesas de Nuestra Señora del Rosario,
según los escritos del Beato Alano.
1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me 12
pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que
devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los
pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la
misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del
mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y
eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios,
no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se
convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso
será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la
plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos
tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados
de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi
Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de
gloria.
¿Puedo ganar indulgencias si rezo el Rosario?

El Manual de Indulgencias de la Iglesia Católica indica que se concede


indulgencia plenaria al fiel que "recite devotamente el Rosario mariano en una
iglesia u oratorio, o en familia, en una comunidad religiosa, en una reunión de 13
fieles y en general, cuando varios se reúnen para un fin honesto". Así mismo, la
indulgencia plena se obtiene cuando el fiel "se una devotamente a la recitación
de esa misma devoción cuando es hecha por el Sumo Pontífice y es difundida por
medio de un instrumento televisivo o radiofónico. En otras circunstancias la
indulgencia será parcial".

La indulgencia plenaria se puede ganar una vez al día, excepto en peligro de


muerte, y se puede obtener para un difunto. Para recibirla se debe cumplir con
una serie de requisitos: confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del
Papa. Además, es indispensable que se recen las cinco decenas del Rosario sin
interrupción, que las oraciones sean recitadas y los misterios meditados, y en el
caso de tratarse de un Rosario público, los misterios deberán ser anunciados.

Sobre los rosarios bendecidos, el Papa Pablo VI estableció que "el fiel que emplea
con devoción un objeto de piedad (crucifijo, cruz, Rosario, escapulario o medalla),
bendecido debidamente por cualquier sacerdote, gana una indulgencia parcial".
Además, "si hubiese sido bendecido por el Sumo Pontífice o por cualquier Obispo,
el fiel, empleando devotamente dicho objeto, puede ganar también una
indulgencia plenaria en la fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, añadiendo
alguna fórmula legítima de profesión de fe".
Los misterios del Rosario
Misterios Gozosos (lunes y sábado)
La Anunciación O La Encarnación del Hijo de Dios.
La Visitación de nuestra Señora a su prima Santa Isabel. 14
El Nacimiento de Jesús en el portal de Belén.
La Presentación de Jesús en el Templo.
El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo.

Misterios Dolorosos (martes y viernes)


La Oración en el Huerto de Getsemaní.
La flagelación de Jesús atado a la columna.
La Coronación de espinas.
Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario.
La Crucifixión y la Muerte de Jesús.

Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)


La Resurrección del Señor.
La Ascensión del Señor al Cielo.
La venida del Espíritu Santo.
La Asunción de María al Cielo.
La Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado.

Misterios Luminosos (jueves)


El Bautismo de Jesús en el Jordán.
Jesús en las bodas de Caná.
El Anuncio del Reino de Dios.
La Transfiguración del Señor.
La institución de la Eucaristía.
¿Qué nos dice el rosario?
“Dios te salve, María (Alégrate, María)”. El saludo del ángel Gabriel abre la
oración del Avemaría. Es Dios mismo quien por mediación de su ángel, saluda a
María. Nuestra oración se atreve a recoger el saludo a María con la mirada que 15
Dios ha puesto sobre su humilde esclava y a alegrarnos con el gozo que Dios
encuentra en ella.

“Llena de gracia, el Señor es contigo”: Las dos palabras del saludo del ángel se
aclaran mutuamente. María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La
gracia de la que está colmada es la presencia de Aquel que es la fuente de toda
gracia.

“Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre,


Jesús”. Después del saludo del ángel, hacemos nuestro el de Isabel. Isabel es la
primera en la larga serie de las generaciones que llaman bienaventurada a María:
“Bienaventurada la que ha creído...”. María es “bendita [...] entre todas las
mujeres” porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor.

“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...”. Con Isabel, nos
maravillamos y decimos: “¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?”.
Porque nos da a Jesús su hijo, María es Madre de Dios y Madre nuestra; podemos
confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones. Confiándonos a su
oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: “Hágase tu voluntad”.

“Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.


Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos
dirigimos a la “Madre de la Misericordia”, a la Toda Santa. Nos ponemos en sus
manos “ahora”, en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para
entregarle desde ahora, “la hora de nuestra muerte”. Que esté presente en esa
hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo, y que en la hora de nuestro
tránsito nos acoja como Madre nuestra para conducirnos a su Hijo Jesús, al
Paraíso.
¿Cómo se reza el Rosario?

16

-Señal de la cruz

Rezo del Credo de los apóstoles o el acto de contrición

Rezamos un Padrenuestro

Rezamos 3 Avemarías

Rezamos el Gloria

-Anuncio del primer misterio.


Rezo del Padrenuestro

Rezo de diez Avemarías, Gloria.

Jaculatoria: María, Madre de gracia, Madre de piedad, amor y misericordia.


Defiéndenos del enemigo y ampáranos, ahora y en la hora de nuestra muerte. 17
Amén.

-Anuncio del segundo misterio.

Rezo del Padrenuestro.

Rezo de diez Avemarías, Gloria y Jaculatoria.

-Anuncio del tercer misterio.

Rezo del Padrenuestro.

Rezo de diez Avemarías, Gloria y Jaculatoria.

-Anuncio del cuarto misterio

Rezo del Padrenuestro.

Rezo de diez Avemarías, Gloria y Jaculatoria.

-Anuncio del quinto misterio.

Rezo del Padrenuestro.

Rezo de diez Avemarías, Gloria y Jaculatoria.

-Una vez terminados los cinco misterios (5 Padrenuestros, 50 Avemarías y 5


Glorias) se recitan las letanías:

Señor, ten piedad


Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial,


18
ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo, Redentor del mundo,


Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,

Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la misericordia,
Madre de la divina gracia,
Madre de la esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
19
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,


escúchanos, Señor.
20
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.


Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN.
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

-Posteriormente se realiza una oración por las intenciones del Papa (un
Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria), una Salve y se concluye con la jaculatoria
final que cierra el Rosario: "Ave María Purísima. Sin pecado concebida".
¿Qué dice la Virgen María sobre el Rosario?
La principal referencia de la Virgen María sobre el rezo del Santo Rosario tuvo
lugar durante las Apariciones en Fátima. Ya desde la primera visita, el 13 de mayo
de 1917, la Virgen reveló el poder que guardaba esta clásica plegaria. En aquella 21
ocasión la joven Lucía preguntó si ella y Jacinta irían al cielo. La Virgen les dijo que
sí, pero cuando preguntó por Francisco, la Madre de Dios contestó: "Irá, pero
tiene que rezar antes muchos rosarios". En esa primera aparición la Virgen
también indicaría a los niños: "Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la
paz del mundo y el fin de la guerra".

En la tercera aparición también se hace referencia al Rosario, la Virgen dijo a los


pastorcitos: "Cuando recéis el Rosario, decid después de cada misterio: 'Jesús
mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo,
especialmente las más necesitadas'". Fue en la cuarta aparición cuando al ser
preguntada sobre lo que se debía hacer con el dinero que la gente dejaba en Cova
da Iría, la Virgen les indicó que debía ser destinado, especialmente, para la fiesta
de Nuestra Señora del Rosario. En la última aparición, María pidió que hicieran
una capilla en su honor y se presentó como la "Señora del Rosario".

El Rosario tuvo, también, bastante protagonismo en el caso de las apariciones de


Lourdes, aunque no se pidiera su rezo de forma explícita. Como se supo gracias a
Bernadette, "la hermosa joven tenía un Rosario en el brazo derecho, era una
cadena amarilla y brillante como el oro", y para mostrar su agradecimiento,
mientras la joven rezaba, “la hermosa Señora deslizaba las cuentas sin mover los
labios".
¿Qué dicen los santos sobre el Rosario?
Muchos santos han hablado de la importancia del Rosario. Estas son las citas de
algunos de ellos:
22
Padre Pío: "Quisiera que los días tuvieran 48 horas para poder redoblar los
Rosarios".

Santa Teresa de Jesús: "En el Rosario he hallado los atractivos más dulces, más
suaves, más eficaces y más poderosos para unirme con Dios".

San José de Calasanz: "Os dejo como mi testamento el rezo del santo Rosario
todos los días".

San Juan Bosco: "Tan necesario como es el pan para el cuerpo, así lo es el Santo
Rosario para la salud del alma".

Santa Teresa de Calcuta: "Aférrate al Rosario como las hojas de la hiedra se


aferran al árbol; porque sin nuestra Señora no podemos permanecer".
¿Qué dicen los Papas sobre el Rosario?
Muchos son los papas que han hablado del valor del Santo Rosario. Seguramente
fuera San Pío X, con su famosa frase: "Denme un ejército que rece el Rosario y
vencerá al mundo" el que resumió de una forma más gráfica la importancia de 23
esta plegaria para los cristianos.

Entre los Papas más recientes que han hablado sobre el Rosario se encuentra San
Juan Pablo II: "el Rosario es una oración apreciada por numerosos santos y
fomentada por el Magisterio. Sigue siendo también en este Tercer Milenio una
oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”.

Para Benedicto XVI, "el Rosario, cuando no es mecánica repetición de formas


tradicionales, es una meditación bíblica que nos hace recorrer los
acontecimientos de la vida del Señor en compañía de la Santísima Virgen María,
conservándolos, como Ella, en nuestro corazón".

El Papa Francisco también ha tenido palabras de aprecio al rezo del Santo Rosario
durante su pontificado. "He pensado proponerles a todos que redescubramos la
belleza de rezar el Rosario en casa (…). Hay un secreto para hacerlo: la sencillez;
y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de oración para seguir",
animó en una ocasión.
Anexos: Oraciones

24
La señal de la cruz
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios Nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El Credo de los Apóstoles


Creo en Dios Padre,
Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de
Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.
Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa
Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida perdurable.

Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío.
Por ser Tú quién eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas, 25
me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa que puedes
castigarme con las penas del infierno. Ayudado de tu divina gracia propongo
firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere
impuesta. Amén.
Señor, ábreme los labios.
Y mi boca proclamará tu alabanza.
Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén.

Avemaría
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo, bendita Tú eres
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén.

Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
María, Madre de gracia
María, Madre de gracia, Madre de misericordia.
Defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra 26
muerte.
\ Amén.
Oh, Jesús Mío
Oh Jesús mío, perdónanos. Líbranos del fuego del infierno, lleva a todas las
almas al cielo, especialmente a las más necesitadas.

Salve a la Virgen
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos,
gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada
nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este
destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
LOS MISTERIOS DEL ROSARIO CON TEXTOS BÍBLICOS

27
MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábados)

1. La Encarnación del Hijo de Dios


“En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia
de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la
saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras,
ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le
dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le
dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no
tendrá fin». María dijo al Ángel: « ¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con
ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de
Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era
considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para
Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que
has dicho». Y el Ángel se alejó”. (Lc 1,26-38).

2. La Visitación de María a Isabel


“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró
en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó
de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de
mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz
de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de
gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En
adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en
mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en
generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los
soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó
de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel,
su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre». María permaneció con Isabel
unos tres meses y luego regresó a su casa”. (Lc 1, 39-56).

3. El Nacimiento de Jesús
“En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se
realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino
gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía
a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la 27
28
ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras
se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo
primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para
ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la
noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con
su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo
una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha
nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a
un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el
Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él”. (Lc 2, 1-14).

4. La Presentación de Jesús en el Templo


“Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a
Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito
será consagrado al Señor". También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de
pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y
esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no
moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo,
y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la
Ley, Ángel lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:

«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido,
porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz
para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de
bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para
muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el
corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos».
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer
ya entrada en años, que, casa en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba
del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese
mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que
esperaban la redención de Jerusalén.

Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de
Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de
Dios estaba con él”. (Lc 2, 22-40). 29

5. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo


“Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño
cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acababa la fiesta, María y José
regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo
que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre
los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.

Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y


haciéndoles preguntas. Y todos los que los oían estaban asombrados de su inteligencia y
sus respuestas. Al ver, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío,
¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los
asuntos de mi Padre?». Ellos no entendieron lo que les decía.

El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas
en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y
de los hombres.”. (cf. Lc 2, 41-52).

MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)

1. La oración en Getsemaní
“En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus
discípulos. Cuando llegaron, les dijo: «Oren, para no caer en la tentación». Después se
alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba:
«Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. (Lc
22, 39-42).

2. La Flagelación de Jesús
“Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le
decían: «¡Profetiza!». Y también los servidores le daban bofetadas.” (Mc 14, 65). “Pilato
mandó entonces azotar a Jesús”. (Jn 19, 1).
3. La coronación de espinas
“Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo
revistieron con un manto rojo, y acercándose, le decían: «¡Salud, rey de los judíos!», y lo
abofeteaban”. (Jn 19, 2-3).

4. Jesús con la Cruz a cuestas


“Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucifiquen, y ellos se lo llevaron. Jesús,
cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo»,
en hebreo «Gólgota»” (Jn 19, 16-17); Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene,
que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús. 27 Lo seguían
30
muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por
él. (Lc 23, 26-27).

5. La crucifixión y muerte de Jesús


“Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. Pilato
redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner
sobre la cruz. Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue
crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. Los
sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: "El rey de los judíos". Sino:
"Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos"». Pilato respondió: «Lo escrito, escrito está».

Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en
cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura,
porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: «No la
rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca.» Así se cumplió la Escritura que
dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los
soldados.

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de


Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba,
Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu
madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera
hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon
en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de
beber el vinagre, dijo Jesús: «Todo se ha cumplido». E inclinando la cabeza, entregó su
espíritu”. (Jn. 19, 18-30).
MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo)

1. La Resurrección del Señor


“Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra
María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el
Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su
aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al
verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Ángel dijo a las
mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, 31
porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en
seguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que
ustedes a Galilea: allí lo verán». Esto es lo que tenía que decirles». Las mujeres,
atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la
noticia a los discípulos”. (Mt 28, 1-8).

2. La Ascensión a los cielos


“y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con
ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20); “Después de decirles esto, el Señor Jesús fue
llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios”. Mc 16, 19).

3. La venida del Espíritu Santo


“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto,
vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la
casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que
descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía
expresarse”. (Hch 2, 1-4).

4. La Asunción de María
“porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las
generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!” (Lc 1, 48-49).

5. La Coronación de Nuestra Señora


“Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies
y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor
porque iba a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el
fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola
arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El
Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto
naciera. La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de
hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto,
donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil
doscientos sesenta días.

Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el
Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y
así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el
seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles” (Ap 12, 1,
9).

32
MISTERIOS LUMINOSOS (jueves)

1. El Bautismo de Jesús
“Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado
por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti,
¡y eres tú el que viene a mi encuentro!». Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer
esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió.
Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al
Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo
que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección” (Mt
3, 13-17).

2. Jesús en las Bodas de Caná


“Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús
estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre
de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver
nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan
todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de
purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los
sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora,
agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el
agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que
habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y
cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado
el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en
Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. Después de esto,
descendió a Cafarnaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y permanecieron allí
unos pocos días”. (Jn 2, 1-12).

3. La predicación del Reino


“Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena
Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. (Mc 1, 14-15).
4. La transfiguración del Señor
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a
un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el
sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés
y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres,
levantará aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía
estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz
que decía desde la nube: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi
predilección: escúchenlo». Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos
de temor. Jesús se acercó a ellos, y tocándolos, les dijo: «Levántense, no tengan miedo». 33
Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del
monte, Jesús les ordenó: «No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre
resucite de entre los muertos”. (Mt 17, 1-9).

5. La Eucaristía
“…El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». De la
misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza
que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía». Y así,
siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta
que él vuelva”. (1 Cor 11, 23-26).
1

También podría gustarte