guerreros Cuando el tiempo y la luna eran jóvenes. Espíritus y Humanos existían en el mismo suelo. La joven raza humana y los centenarios espíritus, se entendían tan poco que vivían en una lucha constante. Así, los espíritus del huracán derrumbaban chozas en mitad de la noche, mientras los humanos más sabios encerraban para siempre, con rezos y cantos, a los espíritus en piedras y huesos para luego usar sus poderes en cultivos y curaciones. Hombre y espíritu en una lucha por milenios. Los primeros hombres conquistaron la tierra junto a montañas y ríos; y los espíritus migraron a lo profundo de selvas, páramos y desiertos. Para las Guapuchas el final de la infancia se forjaba en silencio y frío. Las niñas subían a lo alto del páramo a saludar a los dioses de la noche y el día, por cinco lunas. Si lograban mantenerse a salvo de los espíritus del páramo, al bajar, portaban en los ojos la mirada de la guerrera guapucha. Se convertían en mujeres. Cuentan los taitas que Churukí, una niña guapucha, subió al páramo sin saber los cantos sagrados y desde la primera luna los espíritus se le metieron bajo el pellejo, haciéndole tener las más espantosas pesadillas. Muntu, el espíritu de los frailejones, se enamoró de la chica. En un sueño le enseñó un canto poderoso que al despertar, la niña usó para encerrar en cinco piedras a los espíritus que la atormentaban. Churukí se convirtió en una talentosa chamán y el rumor del poder de sus piedras se extendió por la cordillera Con la luna nueva y oculta en grandes mantos, chirukí subía al páramo a un encuentro prohibido. Sentada entre frailejones invocaba con rezos a su espíritu salvador, que se materializaba en mitad de la noche para atravesar sus labios, sus senos y su ombligo. Muntu se arrastraba sobre sus piernas, acariciaba sus muslos. Se metía en ella. Una y otra vez, mientras le susurraba cantos ancestrales para dominio espiritual. Ella desnuda y con los ojos al cielo, flotaba en el aire y silenciaba la noche con alaridos sensuales. Su voz se propagaba por selvas, desiertos y chozas, espantando por igual a espíritus y humanos. Así Chirukí se convirtió en la mujer chamán más poderosa de su tiempo. Pero el poder oscureció su alma. Viajaba por veredas, selvas y desiertos encerrando espíritus en piedras y huesos, para luego desolar aldeas enteras con los poderes obtenidos. Los chamanes de la cordillera invocaron en secreto a los espíritus más viejos y sellaron una tregua, un pacto de guerra: eliminar a Chirukí. Durante lunas el espíritu de una cotorra montañera, la espió desde lejos y descubrió sus subidas clandestinas al páramo. La noche más clara de mayo los chamanes se adelantaron a Chirukí y sellaron a Muntu en un frailejón alejado. Ella al llegar, sintió la presencia de más de un ciento de espíritus ocultos bajo arbustos y troncos. Descubrió la emboscada y preparó sus piedras para la batalla campal Chamanes y espíritus unidos lucharon contra Chirukí por 7 lunas. Ráfagas de luz y flechas atravesaban el páramo. Explotaban aquí y allá, mientras ella resistía poderosa, el ataque de las dos razas en tregua. Al final, los espiritus que viven en cedros y olmos se abrazaron a una lanza que atravesó el vientre de chirukí, que antes de morir entonó una canción triste que liberó a Muntu del frailejón en el que se encontraba. El espíritu envolvió el cuerpo de Chirukí y con besos tristes le fue sacando el alma. Los chamanes intentaron sellarlos pero Muntu amaba profundamente a Chirukí y el páramo entero bloqueó los rezos chamanicos. El alma de la humana y el espíritu de los frailejones, se elevaron juntos, escoltados por un millar de periquitos aliamarillos. Se perdieron para siempre con la alborada. En el vientre sin vida de Chirukí resplandecía una gema de cristal azul. Espíritus y humanos observaron el relucir del cristal, sobrecogidos por el brillo de su luz. Se miraron honestamente por primera vez en milenios. Una humana y un espíritu, habían concebido un cristal que ahora era el puente entre los dos mundos. Miles de historias contaron los poderes ocultos en ese cristal, muchas otras hablaron de su belleza, sin embargo pocos, saben que desde entonces el cristal mantiene la paz entre el mundo humano y el de los espíritus. Cuatro guerreros legendarios que lograron despertar el espíritu animal sagrado custodiaron el cristal azul desde entonces. Una descendencia de guerreros se mantuvo oculta a los ojos de la historia por una misión ancestral y secreta. Ser los guardianes del cristal azul. Símbolo de un antiguo pacto, que permite el equilibrio de nuestro mundo con el espiritual. Cuenta la leyenda que cada guerrero llevaba en su interior el poder de un espíritu animal y que cada tres lunas, podía adquirir su forma Colibrí: Magia y sabiduría. Volar al cambio. El espíritu del colibrí es guardián de las artes antiguas y de la música que vive en las flautas y palos de agua. Las leyendas coinciden en que el colibrí es intermediario entre el mundo real y de los sueños. Un guerrero colibrí es flexible y reinventa su vuelo con los vientos. Es un espíritu chamanico asociado a los cambios y a los nuevos inicios. Para emprender un viaje hay que seguir al guerrero colibrí. Jaguar: La fuerza y la protección. El alma vieja. Un guerrero jaguar es ausencia de miedo. Líder y aliado, el jaguar es un puente de conexión entre el instinto y la fuerza. Defensor de las alianzas. Es un espíritu chamánico asociado al balance. Es acción. Siempre está en primera línea de batalla. Las leyendas hablan del jaguar como el honor del guerrero. Serpiente: La inteligencia y la sagacidad. La vibración del universo. Guardián de los secretos. La serpiente es inteligencia y sigilo. EL guerrero serpiente representa el misterio y la sabiduría ancestral. En la mitología la serpiente es una representación divina de lo oculto. Sigilo. Decisión. Sensatez. Su cercanía al suelo y a sus vibraciones le permiten entender el funcionamiento de lo que no es obvio a los ojos. Águila: Elegante y valiente. Calma en las alturas. Guardián de las letras y de la voz. EL águila es un espiritu chamanico asociado a la rebeldía y a la libertad. El guerrero águila es analítico y actúa desde la calma, desde los cielos. El águila intuye siempre la ruta más certera. Es dueña de la intuición y la perspectiva. Las leyendas hablan del águila como seres sabios y determinados, poseedores de la experiencia y las profecías.