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La leyenda del cristal

azul del pacto y los 4


guerreros
Cuando el tiempo y la luna eran jóvenes. Espíritus y Humanos existían
en el mismo suelo. La joven raza humana y los centenarios espíritus,
se entendían tan poco que vivían en una lucha constante. Así, los
espíritus del huracán derrumbaban chozas en mitad de la noche,
mientras los humanos más sabios encerraban para siempre, con
rezos y cantos, a los espíritus en piedras y huesos para luego usar
sus poderes en cultivos y curaciones. Hombre y espíritu en una lucha
por milenios. Los primeros hombres conquistaron la tierra junto a
montañas y ríos; y los espíritus migraron a lo profundo de selvas,
páramos y desiertos.
Para las Guapuchas el final de la infancia se forjaba en silencio y frío.
Las niñas subían a lo alto del páramo a saludar a los dioses de la
noche y el día, por cinco lunas. Si lograban mantenerse a salvo de los
espíritus del páramo, al bajar, portaban en los ojos la mirada de la
guerrera guapucha. Se convertían en mujeres.
Cuentan los taitas que Churukí, una niña guapucha, subió al páramo
sin saber los cantos sagrados y desde la primera luna los espíritus se
le metieron bajo el pellejo, haciéndole tener las más espantosas
pesadillas. Muntu, el espíritu de los frailejones, se enamoró de la
chica. En un sueño le enseñó un canto poderoso que al despertar, la
niña usó para encerrar en cinco piedras a los espíritus que la
atormentaban. Churukí se convirtió en una talentosa chamán y el
rumor del poder de sus piedras se extendió por la cordillera
Con la luna nueva y oculta en grandes mantos, chirukí subía al páramo a
un encuentro prohibido. Sentada entre frailejones invocaba con rezos a
su espíritu salvador, que se materializaba en mitad de la noche para
atravesar sus labios, sus senos y su ombligo. Muntu se arrastraba sobre
sus piernas, acariciaba sus muslos. Se metía en ella. Una y otra vez,
mientras le susurraba cantos ancestrales para dominio espiritual. Ella
desnuda y con los ojos al cielo, flotaba en el aire y silenciaba la noche
con alaridos sensuales. Su voz se propagaba por selvas, desiertos y
chozas, espantando por igual a espíritus y humanos. Así Chirukí se
convirtió en la mujer chamán más poderosa de su tiempo.
Pero el poder oscureció su alma. Viajaba por veredas, selvas y
desiertos encerrando espíritus en piedras y huesos, para luego
desolar aldeas enteras con los poderes obtenidos. Los
chamanes de la cordillera invocaron en secreto a los espíritus
más viejos y sellaron una tregua, un pacto de guerra: eliminar a
Chirukí. Durante lunas el espíritu de una cotorra montañera, la
espió desde lejos y descubrió sus subidas clandestinas al
páramo. La noche más clara de mayo los chamanes se
adelantaron a Chirukí y sellaron a Muntu en un frailejón
alejado. Ella al llegar, sintió la presencia de más de un ciento
de espíritus ocultos bajo arbustos y troncos. Descubrió la
emboscada y preparó sus piedras para la batalla campal
Chamanes y espíritus unidos lucharon contra Chirukí por 7 lunas.
Ráfagas de luz y flechas atravesaban el páramo. Explotaban aquí y
allá, mientras ella resistía poderosa, el ataque de las dos razas en
tregua. Al final, los espiritus que viven en cedros y olmos se
abrazaron a una lanza que atravesó el vientre de chirukí, que antes
de morir entonó una canción triste que liberó a Muntu del frailejón
en el que se encontraba. El espíritu envolvió el cuerpo de Chirukí y
con besos tristes le fue sacando el alma. Los chamanes intentaron
sellarlos pero Muntu amaba profundamente a Chirukí y el páramo
entero bloqueó los rezos chamanicos. El alma de la humana y el
espíritu de los frailejones, se elevaron juntos, escoltados por un
millar de periquitos aliamarillos. Se perdieron para siempre con la
alborada.
En el vientre sin vida de Chirukí resplandecía una gema de cristal
azul. Espíritus y humanos observaron el relucir del cristal,
sobrecogidos por el brillo de su luz. Se miraron honestamente por
primera vez en milenios. Una humana y un espíritu, habían
concebido un cristal que ahora era el puente entre los dos mundos.
Miles de historias contaron los poderes ocultos en ese cristal,
muchas otras hablaron de su belleza, sin embargo pocos, saben
que desde entonces el cristal mantiene la paz entre el mundo
humano y el de los espíritus. Cuatro guerreros legendarios que
lograron despertar el espíritu animal sagrado custodiaron el cristal
azul desde entonces.
Una descendencia de guerreros se mantuvo oculta a los ojos de la
historia por una misión ancestral y secreta. Ser los guardianes del cristal
azul. Símbolo de un antiguo pacto, que permite el equilibrio de nuestro
mundo con el espiritual. Cuenta la leyenda que cada guerrero llevaba en
su interior el poder de un espíritu animal y que cada tres lunas, podía
adquirir su forma
Colibrí: Magia y sabiduría.
Volar al cambio. El espíritu del
colibrí es guardián de las artes
antiguas y de la música que
vive en las flautas y palos de
agua. Las leyendas coinciden
en que el colibrí es
intermediario entre el mundo
real y de los sueños. Un
guerrero colibrí es flexible y
reinventa su vuelo con los
vientos. Es un espíritu
chamanico asociado a los
cambios y a los nuevos inicios.
Para emprender un viaje hay
que seguir al guerrero colibrí.
Jaguar: La fuerza y la
protección.
El alma vieja. Un
guerrero jaguar es
ausencia de miedo.
Líder y aliado, el jaguar
es un puente de
conexión entre el
instinto y la fuerza.
Defensor de las
alianzas. Es un espíritu
chamánico asociado al
balance. Es acción.
Siempre está en primera
línea de batalla. Las
leyendas hablan del
jaguar como el honor
del guerrero.
Serpiente: La inteligencia
y la sagacidad.
La vibración del universo.
Guardián de los secretos.
La serpiente es inteligencia
y sigilo. EL guerrero
serpiente representa el
misterio y la sabiduría
ancestral. En la mitología la
serpiente es una
representación divina de lo
oculto. Sigilo. Decisión.
Sensatez. Su cercanía al
suelo y a sus vibraciones le
permiten entender el
funcionamiento de lo que no
es obvio a los ojos.
Águila: Elegante y valiente.
Calma en las alturas. Guardián de las letras y de la voz. EL águila
es un espiritu chamanico asociado a la rebeldía y a la libertad. El
guerrero águila es analítico y actúa desde la calma, desde los cielos.
El águila intuye siempre la ruta más certera. Es dueña de la intuición
y la perspectiva. Las leyendas hablan del águila como seres sabios
y determinados, poseedores de la experiencia y las profecías.

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