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RAMÓN MEZA BARROS

Profesor titular de Derecho Civil de la Escuela


de Derecho de Valparaíso (Universidad de Chile)

MANUAL
DE
DERECHO CIVIL
DE LAS FUENTES D E LAS OBLIGACIONES

EDITORIAL JURÍDICA DE CHILE


e RAMÓN MEZA BARROS
O EDITORIAL JURÍDICA DE CHILE
Áv. Ricardo Lyon 946, Santiago de Chile
Inscripción N° 44.782
a
Se terminó de imprimir esta 8 edición
de 1.500 ejemplares en el mes de abril de 1995
IMPRESORES. Sal esunas
IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE
ISBN: 956-10-0221-2
NOTA A LA OCTAVA EDICIÓN

Esta edición contiene referencias a la legislación vi-


gente en diciembre de 1994. Las referencias se indican en
nuevas notas, agregadas a pie de página con un asterisco,
acompañadas de la sigla "N. del E."

E L EDITOR
INTRODUCCIÓN

1. Fuentes de las obligaciones.—Precisado el con-


cepto de la obligación, analizadas sus diversas clases, sus
efectos generales y la manera como se extinguen, es me-
nester examinar concretamente las causas que las generan.
En otros términos, al estudio de las obligaciones en
general debe, lógicamente, seguir el estudio particular de
sus fuentes.
El art. 1437 señala cuáles son las fuentes de las obli-
gaciones: "Las obligaciones nacen, ya del concurso real de
las voluntades de dos o más personas, como en los con-
tratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la
persona que se obliga, como en la aceptación de una he-
rencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a conse-
cuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra
persona, como en los delitos y cuasidelitos; ya por dispo-
sición de la ley, como entre los padres y los hijos de fa-
milia" '.

2. División de la materia.—La fuente normal y más


fecunda de obligaciones es el contrato, esto es, el concierto
de voluntades encaminado a crearlas.
La preeminencia del contrato como fuente de obliga-
ciones se refleja en el articulado del Código Civil, que des-

1
Véase "Manual de Derecho Civil' 'De las obligaciones' N* 10
y sgtes.
8 n traducción

tina.a los principios generales que lo gobiernan y a las


reglas que regulan los contratos más importantes, la casi
totalidad de las disposiciones del Libro I V .
Las restantes fuentes de las obligaciones tienen un
carácter excepcional. Desuna el Código a los cuasicontra­
tos y a los delitos y cuasidelitos solamente los Títulos
X X X I V y X X X V . De las obligaciones legales no se ocupa
sistemáticamente.
Es natural, por lo tanto, al abordar el examen parti­
cular de las fuentes de las obligaciones, iniciarlo con el
estudio de los contratos.
Los actos ilícitos tienen, como fuente de obligaciones,
una importancia considerable y creciente. Las cuestiones
relacionadas con la responsabilidad que resulta de la comi­
sión de un delito o cuasidelito son de las más delicadas
y de mayor actualidad en el Derecho G v i l *. Su estudio
debe venir inmediatamente a continuación.
AI tercer término quedará relegado el estudio de los
cuasicontratos y al cuarto el de la ley como fuente de
obligaciones.

* Josscrand, "Cours de droit positif francais", t. II, N* 10.


SECCIÓN I

LOS CONTRATOS

Primera Parte

LOS C O N T R A T O S EN G E N E R A L

GENERALIDADES

3. Concepto del contrato.—Acto jurídico es la ma­


nifestación de voluntad realizada con la intención de pro­
ducir efectos jurídicos.
El acto puede ser la manifestación de una sola vo­
luntad o el resultado de un acuerdo de voluntades. E n este
último caso se denomina convención.
Convención es, por tanto, una declaración bilateral de
voluntad tendiente a producir determinadas consecuencias
de derecho.
Pero nuestra atención deberá orientarse hacia una
clase o tipo de convención: aquella que tiene por objeto
crear obligaciones. A esta convención generadora de obli­
gaciones se la denomina tradicionalmente contrato.
El contrato es, pues, la convención destinada a pro­
ducir obligaciones. El art. 1438 lo define de este modo:
"Contrato o convención es un acto por el cual una parte
se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna
cosa".
En doctrina, contrato y convención son conceptos cla­
ramente diferenciados. La convención es «1 género y el
contrato la especie. Ante la ley positiva, en cambio, las
expresiones son sinónimas, como claramente se advierte
de los términos de los arts. 1437 y 1438.
10 Ramón Meza Barros

4. Campo de acción del contrato.—El concepto de


contrato abarca todo concierto de voluntades tendiente a
crear obligaciones, tanto en el campo de los derechos patri-
moniales como de los derechos de familia, sin atender a
sus resultados transitorios o perdurables.
£1 dominio del contrato no se limita a los bienes; se
extiende también a las personas. El matrimonio y la adop-
ción son contratos.
Para ciertos autores, el concepto de contrato compren-
de sólo los actos destinados a producir obligaciones de
carácter transitorio. Desde que se trata de establecer un
estatuto de carácter permanente, un modus vivendi, el acto
dejaría de ser un contrato para convertirse en una insti-
tución.
Como observa con justicia Josserand, la gama de los
contratos es rica y variada; junto a las transacciones más
humildes y fugitivas se encuentran las más importantes y
permanentes. Pero todas ellas presentan, aparte de sus
inevitables particularidades, rasgos generales comunes *.

5. Elementos del contrato.—Según el art. 1445,


"para que una persona se obligue a otra por un acto o
declaración de voluntad", es menester: 1? que sea legal-
mente capaz; 2? que consienta en el acto o declaración y
que el consentimiento no adolezca de vicios; 3? que recaiga
sobre un objeto lícito, y 4? que tenga una causa lícita.
En los contratos solemnes otra condición o requisito
es aún indispensable: la observancia de las formas prescri-
tas por la-ley.
La disposición legal citada ha omitido este requisito,
porque ha señalado las condiciones generales que debe
reunir todo contrato y porque la observancia de las solem-
nidades legales se confunde con el consentimiento. En los

» Ob. cit, t. II, N» 13.


Manual de Derecho Civil

contratos solemnes, el consentimiento de las partes se ma­


nifiesta o exterioriza a través del cumplimiento de las for­
malidades legales.

2. CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS

6. Diversas clases de contratos.—El Código ha for­


mulado una clasificación de los contratos: 1) contratos
unilaterales y bilaterales; 2 ) contratos gratuitos y onero­
sos; 3) contratos conmutativos y aleatorios; 4 ) contratos
principales y accesorios, y 5 ) contratos consensúales, so­
lemnes y reales.
A esta clasificación legal pueden agregarse: 6 ) con­
tratos nominados e innominados; 7 ) contratos de libre
discusión y de adhesión, y 8 ) contratos individuales y co­
lectivos.

7. Contratos unilaterales y bilaterales.—El art. 1439


previene: " E l contrato es unilateral cuando una de las
partes se obliga para con otra que no contrae obligación
alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes se obli­
gan recíprocamente".
En esta clasificación de los contratos no se atiende
al número de las obligaciones que se originan, sino a la
circunstancia de que se obligue una parte o ambas mutua­
mente.
Ejemplo típico de contrato bilateral es la compraven­
ta, en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la
otra a pagarla en dinero. Tales son, también, la permuta,
el arrendamiento, la sociedad.
Típico ejemplo de contrato unilateral es el m u t u o ; el
mutuario se obliga a restituir otras tantas cosas del mismo
género y calidad de las que recibió en préstamo, mientras
que el mutuante no contrae ninguna obligación.
A la misma categoría de contratos pertenecen el co­
modato, el depósito, la prenda.
2 Ramón Meza Barros

La distinción entre contratos unilaterales y bilaterales


es la más fecunda en consecuencias jurídicas.
a) Con arreglo a lo prevenido en el art. 1489, en los
contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria
s
de no cumplirse por una de las partes lo pactado.
Según los términos de la disposición, la condición re­
solutoria tácita sería inoperante en los contratos unilate­
rales*.
b ) Solamente en los contratos bilaterales se plantea
el problema de los riesgos, que consiste en determinar si
la extinción por caso fortuito de la obligación de una de
las partes extingue igualmente o deja subsistente la obli­
gación de la otra.
En los contratos unilaterales el caso fortuito extingue,
como es lógico, las obligaciones de la única parte obligada.
c) En fin, la regla del art. 1552 establece que en los
contratos bilaterales la mora purga la mora, o, en otros
términos, ninguna de las partes está en mora dejando de
cumplir lo pactado, mientras la otra no cumpla o esté pron­
ta a cumplir sus obligaciones recíprocas.

8. Contratos sinalagmáticos imperfectos.—Ciertos


contratos generan obligaciones sólo para una de las partes
contratantes, pero circunstancias posteriores a su celebra­
ción determinan que se obligue también aquella parte que
inicialmente no contrajo ninguna obligación.
Así ocurre en el comodato, en la prenda, en el depó­
sito. En el momento de perfeccionarse el contrato se obli­
gan únicamente el comodatario, el depositario, el acreedor
prendario, sustancialmente, a restituir la cosa que les ha
sido entregada.
A posteriori, sin embargo, pueden resultar obligados
el comandante, el depositante y el deudor prendario, espe-

« Véase "De las obligaciones", N* 123.


Manual de Detecho Civil 3

raímente a reembolsar los gastos que haya ocasionado la


conservación de la cosa (arts. 2 1 9 1 , 2235, 2 3 9 6 ) .
El Código no conoce esta distinción entre contratos
bilaterales o sinalagmáticos perfectos e imperfectos. Los
contratos sinalagmáticos imperfectos son, en el criterio del
legislador, contratos unilaterales.
Para apreciar la naturaleza del contrato es menester
situarse en el momento en que se perfecciona; si, entonces,
sólo una de las partes se encuentra obligada, el contrato
es unilateral.
Del contrato no nacen obligaciones sino para una de
las partes, aunque pueden llegar a nacer obligaciones recí­
procas.

9. Contrato* gratuitos y onerosos.—Conforme al art.


1440, "el contrato es gratuito o de beneficencia cuando
sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes, su­
friendo la otra el gravamen; y oneroso, cuando tiene por
objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada
uno a beneficio del o t r o " .
Contrato oneroso o a título oneroso, pues, es aquel
en que cada parte paga la ventaja que reporta del contra­
B
to , es decir, recibe un beneficio a cambio de una contra­
prestación actual o futura.
La compraventa es un contrato oneroso. Procura al
vendedor una suma d e dinero a cambio d e desprenderse
de una cosa, y al comprador le brinda las ventajas de una
cosa a cambio del desembolso de una suma de dinero.
Contrato gratuito o a titulo, en cambio, es aquel en
que una de las partes se procura una ventaja sin que ello
le demande un sacrificio, porque no debe suministrar una
contraprestación a cambio del beneficio que recibe. Son
contratos gratuitos la donación y el comodato.

• Baudry-Lacantinerie, "Pieos de Droit Ovil", t. III, N* 789.


14 Ramón Meza Barros

De lo dicho resulta que los contratos bilaterales son


siempre onerosos; al obligarse ambas partes reportan un
beneficio y soportan el gravamen que significa la obliga­
ción recíproca.
Los contratos unilaterales son generalmente gratuitos.
En el comodato, por ejemplo, la gratuidad es de la esen­
cia del contrato. Pero el contrato unilateral puede ser,
también, oneroso; tal es el caso del mutuo a interés.
La clasificación de los contratos en gratuitos y one­
rosos ofrece, igualmente, considerable importancia práctica.
a) La circunstancia de ser gratuito u oneroso el con­
trato determina las condiciones en que es atacable por me­
dio de la acción pauliana.
Para que sean revocables los actos gratuitos ejecuta­
dos por el deudor, en perjuicio de los acreedores, basta la
mala fe del deudor; los actos onerosos son revocables a
condición de que estén de mala fe el otorgante y el adqui-
rente, esto es, que ambos conozcan el mal estado de los
negocios del deudor (art. 2 4 6 8 ) .
b ) Importa la distinción para determinar el grado de
culpa de que responde el deudor.
En los contratos onerosos, puesto que ambas partes
obtienen mutuo beneficio, el deudor responde de la culpa
leve. En los contratos gratuitos responderá d e la culpa gra­
ve o levísima, según si la gratuidad cede en provecho del
acreedor (depósito) o del deudor (comodato).

10. Contratos conmutativos y aleatorios.—Esta cla­


sificación es, en verdad, una subdivisión de los contratos
onerosos.
Dispone el art. 1441: " E l contrato oneroso es conmu­
tativo, cuando cada una d e las partes se obliga a dar o
hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la
otra parte debe dar o hacer a su vez; y si el equivalente
consiste en una contingencia incierta de ganancia o pér­
dida, se llama aleatorio".
Manual de Derecho Civil 5

En el contrato conmutativo, el beneficio que cada par­


te persigue se mira como equivalente al gravamen que
soporta; las partes están en situación de apreciar de inme­
diato la ventaja o la pérdida que el contrato les acarrea.
El arrendamiento, por ejemplo, es un contrato conmu­
tativo. La obligación de pagar el precio que pesa sobre el
arrendatario se considera como equivalente de la que el
arrendador contrae de procurar el goce de la cosa arren­
dada, y las partes pueden apreciar, desde que el contrato
se celebra, sus mutuos beneficios y sacrificios.
En el contrato aleatorio, el beneficio y el gravamen
recíproco de las partes depende de un acontecimiento in­
cierto, de modo que no es posible apreciar su magnitud
hasta que el acontecimiento se verifique.
Son contratos aleatorios la renta vitalicia, el juego, la
apuesta, el seguro, el préstamo a la gruesa.
La distinción entre contratos conmutativos y aleato­
rios tiene importancia para la rescisión por causa de lesión.
La rescisión por lesión enorme sólo tiene cabida en
los contratos conmutativos, como que consiste en una gra­
ve desproporción de las prestaciones que las partes mira­
ron como equivalentes.
Los contratos onerosos, que excepcionalmente son res­
cindióles por causa de lesión, dejan de serlo cuando, en
vez de ser conmutativos, revisten el carácter de aleatorios.
Tal es el caso de la compraventa de minas (art. 77 del C.
de Minería).

11. Contratos principales y accesorios.—Distingue


aún el Código entre contratos principales y accesorios.
Dice el art. 1442: " E l contrato es principal cuando sub­
siste por sí mismo sin necesidad de otra convención, y
accesorio cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento
de una obligación principal, de manera que no pueda sub­
sistir sin ella".
16 Ramón Meza Barros

El contrato principal, por tanto, es el que tiene una


vida propia e independiente, como la compraventa, la so-
ciedad, el arrendamiento.
El contrato accesorio, por el contrario, se caracteriza
porque su finalidad es garantizar el cumplimiento de una
obligación y por su situación de dependencia con respecto
a la obligación garantizada.
Los contratos accesorios se denominan, en general,
cauciones (art. 4 6 ) .
El interés de esta clasificación deriva de la aplicación
del principio de que lo accesorio sigue la suerte de lo prin-
cipal. El contrato accesorio no puede subsistir sin una obli-
gación principal: por consiguiente, las causas que extinguen
la obligación principal extinguen igualmente las que pro-
vienen del contrato accesorio.
Por esto, "la nulidad de la obligación principal aca-
rrea la de la cláusula penal" (art. 1 5 3 6 ) ; la fianza se
extingue total o parcialmente "por la extinción de la obli-
gación principal en todo o p a r t e " (art. 2 3 8 1 , N? 3?); se
extingue la hipoteca "junto con la obligación principal"
(art. 2434, N? 1?) •.

£1 contrato accesorio no puede subsistir sin una obligación


principal, peto puede existir sin ella. En otros términos, se concibe
el contrato accesorio sin que exista aún la obligación principal; es
inconcebible que sobreviva a la extinción de la obligación principal.
La caución puede constituirse para garantizar una obligación
futura y, en tal caso, existirá la obligación accesoria antes que la
7
principal .

12., Contratos dependientes.—Ciertos contratos no


caben en la definición legal de contratos accesorios, porque

* Por este motivo, el art. 2516 establece que la acción hipotecaria


y demás que provienen de obligaciones accesorias, prescriben
junto con la obligación a que acceden.
i Véanse los ara. 2339 y 2413.
Manual de Derecho Civil 17

su finalidad no es asegurar el cumplimiento de una obli­


gación principal, pero manifiestamente dependen de otro
contrato. Como respecto de los contratos accesorios, n o se
concibe su existencia independiente.
Tal es el caso de las capitulaciones matrimoniales,
cuyos efectos sólo habrán de producirse cuando se celebre
el matrimonio.
13. Contratos consensúales, solemnes y reales.—Por
último, el art. 1443 establece: " E l contrato es real cuando,
para que sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa
a que se refiere; es solemne, cuando está sujeto a la ob­
servancia de ciertas formalidades especiales, de manera que
sin ellas no produce ningún efecto civil; y es consensúa!,
cuando se perfecciona por el solo consentimiento".
a) La regla general es que los contratos sean consen­
súales, esto es, que se perfeccionen por el solo acuerdo d e
voluntades, solo consensu, con prescindencia de todo requi­
sito de forma.
El otorgamiento de un instrumento que constate el
acuerdo de voluntades puede tener importancia desde el
punto de vista de la prueba. La falta de un acto escrito,
en caso de discusión, dificultará ciertamente la prueba,
pero no obsta a que el contrato se encuentre perfecto.
Para el perfeccionamiento del contrato es indiferente
que se hayan puesto en ejecución las obligaciones resul­
tantes. Así, una compraventa será perfecta aunque el com­
prador no haya pagado el precio o el vendedor entregado
la cosa.
b ) El contrato solemne requiere la observancia de
ciertas formas; no basta el consentimiento de las partes
para que se repute perfecto. El consentimiento de los con­
tratantes debe manifestarse o exteriorizarse mediante la
observancia de las formas legales.
El cumplimiento de determinadas formas se justifica
por diversos motivos. Pone a las partes a cubierto de un
18 Ramón Meza Barro»

malentendido, atrae su atención acerca de la gravedad del


contrato que concluyen y les suministra una prueba pre-
constituida en caso de controversia.
Son contratos solemnes el matrimonio, la adopción,
la hipoteca, la compraventa de bienes raíces.
• c) En los contratos reales tampoco es suficiente el
solo consentimiento de las partes; es menester, además, la
tradición o entrega de la cosa que es objeto del c o n t r a t o ' .
La existencia de esta clase de contratos está subordi­
nada al cumplimiento de una prestación previa de parte
del futuro acreedor, y puesto que consiste en la entrega de
una cosa se les denomina reales.
A esta categoría de contratos pertenecen el comodato,
el depósito, el mutuo, la prenda común.

Estos contratos generan todos la obligación de restituir, y la


previa entrega de la cosa que ha de restituirte es, por lo tanto,
indispensable. La obligación de restituir no puede nacer antes de
que la cosa se haya recibido. Tal era la opinión de Pothier.
Pero esu concepción del contrato real no resiste un examen
serio. La obligación de restituir se concibe perfectamente sin que
preceda la entrega.
El arrendamiento es un contrato consensúa! que genera para
el arrendatario la obligación de restituir la cosa arrendada. El arren­
datario está obligado a restituir antes de que la cosa le sea entre­
gada; naturalmente que no estará -obligado a cumplir esta obligación
ti no ha habido entrega, o tea, no ha cumplido el arrendador su
obligación recíproca de entregar.
El comodato, el mutuo, el depósito pueden ser concebidos
como contratos en que una de las partes se obliga a entregar y la
otra a restituir.

1
El art. 1443 declara que' es necesaria la tradición de la cosa; asi
ocurre en el mutuo. Pero en otros contratos reales, como la
prenda y el comodato, la entrega de la cosa no tiene el signifi­
cado de una tradición.
Manual de Derecho Civil 19
En buena lógica, estos contratos deben considerarse como con­
tratos consensúales y sinalagmáticos.

14. Contratos nominados e innominados.—Contratos


nominados son aquellos que tienen una individualidad acu­
sada y, por lo mismo, un nombre y una reglamentación
legal.
Los contratos innominados, menos frecuentes en la
práctica, carecen de una denominación y, sobre todo, de
una especial reglamentación. Son creaciones de las partes
que usan de su libertad de contratación.
Tales contratos son regidos por las estipulaciones de
las partes, por los principios generales que gobiernan los
contratos y por las reglas legales dictadas para los con­
tratos afines.

15. Contratos de Ubre discusión y d e adhesión.—


El contrato de libre discusión supone que las partes con­
cluyen sus condiciones como resultado de una libre deli­
beración. El contrato verdaderamente resume las volunta­
des convergentes.
9
Junto a éste tipo "venerable de contrato" , ha ad­
quirido creciente auge el contrato denominado de adhesión.
Una de las partes formula las condiciones del contrato y
la otra se limita a prestar su aprobación o adhesión a di­
chas condiciones en block.
Esta forma revisten hoy el contrato de seguro, el de
transporte, los de suministros de luz, agua, teléfonos, etc.

16. Contratos individuales y colectivos.—Contrato


individual es aquel que requiere el consentimiento uná­
nime de las partes a quienes dejará vinculadas. El contrato
individual es el tipo normal de contrato.

» Josserand, ob. cit., t. II, N» 32.


20 Ramón Meza Baños

Ni el número de las partes, ni la naturaleza de los


intereses en juego determina que el contrato deba repu-
tarse colectivo. El contrato colectivo se caracteriza porque
afecta a una colectividad o grupo de individuos, aunque
no hayan concurrido a su celebración, por el hecho de
pertenece; a ese grupo o colectividad.
El ejemplo más típico es el contrato colectivo de tra-
bajo, que obliga a todos los obreros del sindicato que lo
ha celebrado y cuyas estipulaciones se convierten en cláu-
sulas obligatorias para todos los contratos individuales que
se celebren durante su vigencia (arts. 17 y 18 del C. del
Trabajo).*

). COSAS QUE SE DISTINGUEN EN LOS CONTRATOS

17. Cosas de la esencia de los contratos, de su natu-


raleza y accidentales.—Nuestro Código, siguiendo a Pothier,
ha distinguido entre cosas que son de la esencia de los con-
tratos, cosas que son de su naturaleza y meramente acci-
dentales.
El art. 1444 dispone: "Se distinguen en cada contra-
to las cosas que son-de su esencia, las que son de su na-
turaleza y las puramente accidentales".
a) Son de la esencia del contrato "aquellas cosas sin
las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro
contrato diferente".
Las cosas de la esencia del contrato le dan su fisono-
mía propia y característica, le individualizan y distinguen
de los demás.
La cosa y el precio son esenciales en la compraventa.
A falta de cosa y precio, no hay contrato; si el precio no
consiste en dinero, el contrato será de permuta.
b ) Son cosas de la naturaleza del contrato "las que
no siendo esenciales en él se entienden pertenecerle, sin
necesidad de una cláusula especial".

H Código citado se encuentra derogado. En el actual Código del Trabajo


(texto refundido fijado por el DFL N° 1 del Trabajo de 1994, publicado en
el D. Of. el 24 de enero de 1994). vid. arts. 6 y 11 (N. del E).
Manual de Derecho Civil 21

Las cosas de la naturaleza del contrato pueden ser su­


primidas o alteradas sin que pierda su fisonomía caracte­
rística; para ello hace falta una cláusula formal. A falta
de una expresa estipulación, tales cosas se subentienden
y reputan incorporadas al contrato.
D e esta d a s e de cosas es la obligación de garantía
que pesa sobre el vendedor. Las partes no necesitan esti­
pular que el vendedor está obligado al saneamiento y pue­
den convenir que n o lo esté. Habrá siempre compraventa,
pero una compraventa sin garantía.
c) E n ' f i n , son cosas accidentales del contrato "aque­
llas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que
se le agregan por medio de cláusulas especiales".
Las cosas accidentales, por lo tanto, sólo pertenecen
al contrato por acuerdo especial de las partes contratantes.
Por ejemplo, es cosa accidental del contrato la estipulación
de un plazo par» efectuar el vendedor la entrega de la cosa
vendida o la facultad del comprador de pagar el precio por
cuotas.
4. EFECTOS DE LOS CONTRATOS

18. Distinción.—El contrato arranca su fuerza obli­


gatoria de la voluntad de las partes. Es lógico, por consi­
guiente, que sus efectos queden limitados o circunscritos
a las personas que consintieron.
El viejo adagio res Ínter altos acta, alus nec nocere
nec prodesse potest resume estas ideas.
N o ha establecido nuestro Código, como lo hace el
Código francés, una disposición expresa que consagre el
principio de que los contratos no aprovechan ni perjudican
l0
a terceros .

"> El art. 1165 del Código francés formula expresamente esta regla:
"Las convenciones no tienen efecto sino entre las partes contra­
tantes; no perjudican a terceros, ni les aprovechan sino en el
caso previsto en el art. 1121".
22 Ramón Meza Barros

No es dudoso, sin embargo, que el Código admite el


mismo principio; se encuentra implícito en el art. 1545,
que atribuye al contrato legalmente celebrado el carácter
d e ley, pero sólo entre los contratantes.
En principio, el contrato no genera derechos ni im­
pone obligaciones a terceros; nadie puede resultar acreedor
o deudor sin haber consentido.
Sin embargo, junto a las partes se encuentran ciertas
personas que aprovechan de los efectos del acto o sufren
sus consecuencias. Por esto, es menester enfocar los efectos
del contrato desde el punto de vista de las partes y de los
terceros, esto es, de los que no han sido partes en el acto.

1. EFECTOS ENTRE LAS PARTES

19. Concepto;de partes.—Son partes en un contrato


las personas que intervinieron en su celebración, cuyo con­
sentimiento le dio vida.
Debe considerarse también como partes a aquellos que,
sin intervenir personalmente en el contrato, actuaron debi­
damente representados.
El mandante, por ejemplo, es parte en el contrato
concluido por su mandatario, porque lo que una persona
ejecuta a nombre de otra, facultada por ella para repre­
sentarla, produce los mismos efectos que si hubiere con­
tratado el representado en persona (art. 1 4 4 8 ) .

20. La ley del contrato.—El art. 1545 precisa cuál


es la fuerza que el contrato tiene entre las partes: "Todo
contrato legalmente celebrado es una ley para los contra­
tantes, y no puede ser invalidado sino por su consenti­
miento mutuo o por causas legales".
Las expresiones del art. 1545, tomadas del Código
francés, indican de una manera singularmente enérgica la
fuerza obligatoria del contrato.
Manual de Derecho Civil 23

Para los contratantes, el contrato constituye una ver-


dadera ley particular, a la que deben sujetarse en sus mu-
tuas relaciones del mismo modo que a las leyes propia-
mente dichas
Pero, al atribuir al contrato el carácter de una ley
para los contratantes, el legislador no ha querido sólo va
lerse de una fórmula vigorosamente expresiva de su fuerza.
Ha significado, además, que el legislador deja a las
partes en libertad para señalar las normas que han de regir
sus relaciones y que tales normas tienen para ellas la fuerza
de una verdadera ley.
Por lo mismo, las estipulaciones del contrato se im-
ponen también a los jueces, quienes deben respetarlo para
que sea acatada la voluntad contractual.
El juez no puede, por tanto, alterar lo estipulado en
el contrato celebrado legalmente, eximiendo a las partes
de las obligaciones que les impone, o atribuyéndole un di-
verso significado del que los contratantes le atribuyeron.

2 1 . Limitaciones al principio.—Tiene el carácter de


una ley para los contratantes el contrato "legalmente cele-
brado".
Por lo tanto, el contrato debe ser válido para que
tenga la fuerza obligatoria de una ley particular entre los
contratantes.
El contrato válido debe respetarse y cumplirse con
dos únicas excepciones: a) que las partes acuerden abo-
lirio; y b ) que la ley autorice expresamente dejarlo sin
efecto por determinadas causas.

22. Infracción de la ley del contrato.—Corresponde


a los jueces interpretar el contrato, en caso de controversia.
En uso de esta facultad, les incumbe determinar su sentido
y señalar el alcance de sus estipulaciones.
Pero la calificación jurídica que corresponde atribuir
al contrato, dados los hechos acreditados en el juicio y
24 Ramón Meza Barros

cuya apreciación corresponde soberanamente a los jueces del


fondo, es u n problema de derecho.
Los jueces del fondo no pueden desconocer los efectos
legales de una convención cuya existencia han constatado;
la calificación jurídica de un contrato y la determinación
de sus obligadas consecuencias caen dentro del control de
la Corte Suprema.
Del mismo modo, no es lícito a los tribunales, con
el pretexto de interpretarlo, desnaturalizar las estipulacio­
nes del contrato, desconocer lo pactado por los contratan­
tes y hacerle producir efectos no queridos por las partes
o contrarios a los preceptos legales que lo rigen.
Al proceder de esta manera, se viola la ley del con­
trato o, mejor dicho, se infringe el gran principio que con­
sagra el art. 1545 de que los contratos legalmente celebra­
u
dos-son una ley para las partes contratantes .

2 3 . Ejecución de buena fe.—El art. 1546 establece


otra regla fundamental relativa a los efectos del contrato
entre las partes contratantes: "Los contratos deben ejecu­
tarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo
que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan
precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por
la ley o la costumbre pertenecen a ella".
La ejecución de buena fe del contrato significa que
debe cumplirse conforme a la intención de las partes y a
las finalidades que se han propuesto al contratar.
La buena fe contractual tiene como natural corolario
que el contrato no sólo obliga a aquello que fue materia
de una expresa estipulación.
Sin que sea necesario un expreso acuerdo de volun­
tades, se entienden incorporadas al contrato las cosas que

1 1
La Corte Suprema admite en la actualidad la procedencia del
recurso de casación en el fondo por infracción de la ley del
contrato.
Manual de Derecho Civil 25

son de su naturaleza, aquellas que la ley indica supliendo


el silencio de los contratantes y las que la costumbre con-
sidera inherentes a la clase de contrato de que se trata.
Se comprende que la conclusión de u n contrato sería
un problema extremadamente complejo si las partes hubie-
ran de prever todos sus efectos y todas las consecuencias
de su incumplimiento.
La regla del art. 1546 simplifica la tarea de las par-
tes que contratan y hace posible que concreten su atención
a las estipulaciones fundamentales del contrato.
El art. 1546 establece, en suma, el gran principio de
que las leyes relativas a los contratos son supletorias de la
voluntad de las partes.

24. Principio de la autonomía de la voluntad.—El


Código consagra el principio de la autonomía de la volun-
tad. Las partes son libres de señalar las proyecciones del
contrato, su duración y, en general, sus efectos. El legisla-
dor sanciona el acuerdo de voluntades, reputándolo una
ley para los contratantes.
La libertad de contratación no tiene más limitaciones,
en general, que las que imponen las leyes en defensa de
las buenas costumbres y del orden público.
Esta tendencia, que atribuye a la voluntad un vasto
poder creador de relaciones jurídicas, se refleja en múlti-
ples aspectos.
Por de pronto, los particulares pueden celebrar toda
suerte de contratos, aunque no sean de aquellos que la ley
ha dotado de una especial reglamentación, esto es, de con-
tratos innominados.
Los contratos son generalmente consensúales; el solo
consentimiento es bastante para que se perfeccionen, inde-
pendientemente de la observancia de formas externas.
Las partes pueden hacer solemnes aquellos contratos
que son naturalmente consensúales y revestirlos de las so-
lemnidades que juzguen convenientes (arts. 1802 y 1 9 2 1 ) .
26 Ramón Meza Barros

En la interpretación de los contratos debe atenderse,


en primer término, a la intención o espíritu de los con­
tratantes.
En suma, las disposiciones legales que rigen los con­
tratos son regularmente supletorias de la voluntad de las
partes y pretenden interpretar esta voluntad que no ha
1S
llegado a manifestarse .

25. Limitaciones al principio de la autonomía de la


voluntad.—Se percibe nítidamente una tendencia creciente
de la legislación a limitar el poder creador de la voluntad
individual.
El principio de la autonomía de la voluntad descansa
en la hipótesis optimista de la igualdad de los contratantes;
éstos, libremente, formularán las normas más adecuadas
para satisfacer sus necesidades.
Pero desde que se reconoce que el contrato no es el
fruto de un acuerdo de voluntades en que las partes actúan
en un pie de igualdad, el principio ha debido sufrir con­
siderable descrédito.
Una materia de tanta envergadura como el contrato
de trabajo escapa a la libre discusión de los contratantes.
La ley reglamenta la duración del trabajo, la remunera­
ción y demás condiciones generales en que debe realizarse.
El Código del Trabajo proclama la irrenunciabilidad de los
derechos que confiere (art. 665 del C. del Trabajo).*
Múltiples leyes regulan el precio de venta y arrenda­
miento de ciertos bienes, reglamentan las condiciones en
que pueden introducirse al país determinadas mercade­
rías, etc.
La estabilidad del contrato tiende a hacerse más pre-

1 2
Del mismo modo, las reglas de la sucesión intestada constituyen el testa­
mento licito del causante. La ley regla la sucesión cuando el testador no
dispuso o, por diversas causas, se fnutra la manifestación de voluntad.
* El Código citado se encuentra derogado. En el actual Código del Trabajo
(textorefundidofijadopor el DFL N° 1 del Trabajo de 1994, publicado en
el D. Of. el 24 de enero de 1994), vid. art. 5 (N. del E.).
Manual de Detecho Ovil 27

caria. El concepto de la lesión adquiere un desarrollo cre-


ciente y de causal que justifica la invalidación de muy con-
tados actos jurídicos, tiende a convertirse en una causal
capaz de invalidar toda relación jurídica que ocasione a
una de las partes u n grave daño pecuniario.
La teoría de la imprevisión plantea la posibilidad de
que los tribunales puedan alterar o modificar las condicio-
nes de un contrato, cuando circunstancias posteriores a su
celebración, imprevistas e imprevisibles, hacen variar las
circunstancias vigentes al tiempo de su celebración y origi-
nan un grave desequilibrio en las prestaciones de las partes.

2. EFECTOS RESPECTO DE TERCEROS

26. Quiénes son terceros.—El principio de que el


contrato no afecta a terceros, tan simple en su enunciación,
plantea el problema de averiguar quiénes son terceros.
Entre los no contratantes hay personas cuya situación
es radicalmente diversa. Preciso es distinguir entre: a) los
herederos o sucesores a título universal; b ) los sucesores
a título singular; c) los acreedores de las partes; y d ) los
verdaderos terceros que la doctrina llama, para distinguir-
los con nitidez, penitus extrañe:.

27. Herederos o sucesores a título universal.—Los


sucesores a título universal no pueden considerarse extra-
ños al contrato, pese a que no intervinieron en su cele-
bración.
Los herederos representan a su causante, se identifi-
can con él, le suceden en todos sus derechos y obligaciones
transmisibles (art. 1 0 9 7 ) .
Por lo tanto, los herederos se convertirán en acree-
dores o deudores, en los mismos términos que lo era su
causante, de cuya personalidad son la continuación y cuyo
patrimonio recogen.
28 Ramón Meza Barros

Para expresar sintéticamente estas ideas, se dice que


11
quien contrata lo hace para sí y para sus h e r e d e r o s .
Los contratos, pues, aprovechan y perjudican a los
herederos de modo que sus efectos pueden invocarse por
ellos y contra ellos. Pero esta regla tiene algunas excep­
ciones.
a) Se exceptúan, desde luego, aquellos contratos que
se celebran intuito personae, como el mandato, la sociedad,
La muerte del contratante pone fin a los efectos del con­
trato.
b ) Exceptúanse, asimismo, los contratos de que deri­
van derechos personalísimos, como los de habitación y uso.
El derecho de usufructo tampoco es transmisible a los he­
rederos del titular.
c) Puesto que la ley no ha vedado una estipulación
semejante, se exceptúan también los contratos en que las
partes han convenido expresamente que sus consecuencias
no ligarán a sus herederos.

2 8 . Sucesores a título singular.—Los sucesores a tí­


tulo singular adquieren de su causante determinados bienes
o derechos; no le suceden en el todo o en una cuota de
su patrimonio.
Tales son el legatario, el cesionario, el comprador, el
donatario.
El derecho del causahabiente a título singular se mide
exactamente por el de su causante, de acuerdo con la re­
gla de que nadie puede transferir más derechos que los
que posee, nemo plus juris in alienum transferre potest
quam ipse babel.
En otros términos, el sucesor a título singular adquiere

" El art. 1122 del Código francés establece expresamente esta


regla: se considera que se estipula para sí y para los herederos
y causahabientes, a menos que se haya estipulado lo contrarío
o resulte de la naturaleza de la convención.
Manual de Detecho Civil 29

el bien tal como se encontraba en virtud de los contratos


que, respecto de dicho bien, había celebrado el causante.
Por consiguiente, los contratos por los que el autor
había consolidado, transformado, aumentado o disminuido
su derecho, aprovecharán o perjudicarán al causahabiente
1 4
a título singular .
£1 sucesor hace suyas las ventajas atribuidas por su
causante al derecho que adquiere. Así, el cesionario de un
crédito se beneficia con la fianza, prenda o hipoteca que
lo garantiza, y aprovecha de los contratos celebrados por
el cedente para obtener estas cauciones que mejoran o ro-
bustecen su derecho.
Por la inversa, debe el sucesor soportar las consecuen-
cias de las limitaciones impuestas por el causante con an-
terioridad, como una hipoteca o una servidumbre. El com-
prador de un inmueble, por ejemplo, quedará ligado por
la transacción que antes de la venta celebró su vendedor
que limitó su dominio del predio.
Pero los contratos que no afectan al derecho mismo,
ni para mejorarlo, disminuirlo, consolidarlo o transformar-
lo, no pueden ser opuestos al causahabiente ni invocados
por éste. Supóngase que se vende y transfiere un predio
arrendado. Ni el arrendatario podrá prevalerse de los dere-
chos derivados del contrato contra el adquirente, ni éste
1B
podrá invocar el contrato contra el a r r e n d a t a r i o .
Dos condiciones deben reunir los contratos que han
de afectar a los sucesores a título singular:
a) deben ser anteriores a la adquisición, y
b ) deben referirse al bien mismo adquirido.

29. Acreedores de las partes.—El deudor conserva


la facultad de gestionar libremente su patrimonio sobre
que recae el derecho de prenda general de los acreedores.

i« Baudry-Lacantinerie, ob. cit., t. II, N* 829.


Véase el N* 355 y sgtes.
30 Ramón Meza Barros

La prenda general se verá incrementada por las ad-


quisiciones que haga el deudor y experimentará una dis-
minución con las riuevas obligaciones que contraiga.
En este sentido, los contratos celebrados por el deu-
dor afectan a los acreedores y les son oponibles; los acree-
dores, en suma, no son partes pero tampoco se les puede
considerar por completo terceros.
Estos principios sufren importantes excepciones.
a) La confianza ilimitada que los acreedores han pues-
to en su deudor, supone que éste les pague con la misma
moneda. Deben sufrir los resultados de sus negocios desa-
fortunados, pero no las consecuencias de sus actos fraudu-
lentos.
Los acreedores, reputados en tal caso terceros, pueden
impugnar los actos ejecutados por el deudor por medio
de la acción pauliana o revocatoria.
b ) Asimismo, los acreedores pueden desconocer los
actos simulados del deudor.
Considerados para estos efectos como terceros, pue-
den optar por atenerse a las apariencias del contrato osten-
sible o impugnarlo, demostrando la simulación.

30. Los terceros extraños.—Los verdaderos terceros,


penitus extranei, son aquellos a quienes no liga ni ligará
en el futuro ninguna relación con los contratantes.
Para estos terceros rige plenamente el principio de
la relatividad de los efectos del contrato. El contrato no
puede conferirles o quitarles un derecho, convertirles en
acreedores o deudores.
De acuerdo con el art. 1815, la venta de cosa ajena
es válida, sin perjuicio de los derechos del dueño. Para
el propietario, tercero totalmente extraño al contrato, no
produce éste ningún efecto, no puede menoscabar su dere-
cho. Por esto podrá accionar, con completa prescindencia
del contrato, en contra del comprador y adquirente.
Manual de Derecho Civil 31

3 1 . Excepciones al principio de la relatividad de los


efectos del contrato.—El principio de la relatividad de
los efectos del contrato tiene diversas excepciones.
Merece citarse, como ejemplo, el contrato de matri-
monio; algunas de sus consecuencias se imponen aun a los
extraños. La incapacidad de la mujer casada, en el régimen
de sociedad conyugal, se impone erga omnes; los que con-
traten con la mujer no podrán intentar eludir las conse-
cuencias de la incapacidad, a pretexto de que son extraños
al contrato de matrimonio que le da origen.*
Pero ésta y otras análogas no constituyen propiamen-
te una excepción al principio general, en el sentido de que
los efectos del contrato alcanzan a terceros porque así lo
hayan querido las partes.
El contrato colectivo de trabajo, en cambio, constituye
una excepción típica, porque se celebra con el propósito
deliberado de crear derechos y obligaciones para terceros.
El art. 18 del Código del Trabajo declara que las estipu-
laciones del contrato colectivo se convertirán en parte inte-
grante de los contratos individuales que se celebren du-
rante su vigencia." *
Merecen un párrafo aparte la estipulación a favor de
otro y la promesa por otro.

1. La estipulación a favor de otro

32. Precedentes históricos.—El derecho romano no


admitió la estipulación a favor de otro, ateniéndose rígi-
damente al principio de que los contratos no producen
efectos sino entre las partes. Nadie podía estipular por
otro, alteri stipulari nemo potest.
La presión de las necesidades temperó el rigor de la
regla; excepcionalmente se admitió que la donación con
gravamen otorgaba al beneficiario una acción para recla-
mar la prestación impuesta por el donante al donatario.
La tendencia románica adversa a la estipulación y la

• Derogado por la ley 18.802 (D. Of. 9 de junio de 1989) (N. del E.).
** El Código citado está derogado. En el actual Código del Trabajo (texto
refundido fijado por el DR. N° I del Trabajo de 1994, publicado en el
D. Of. el 24 de enero de 1994). vid. art. 11 (N. del E).
32 Ramón Meza Barros

tendencia favorable del derecho germánico, culminan en


una transacción que, a través de Pothier, adoptó el Código
francés.
En efecto, el art. 1119 del Código francés establece
que no se puede, en general, estipular a nombre propio
sino por sí mismo. Pero el art. 1121 añade que se puede
estipular en provecho de un tercero, cuando tal es la con-
dición de una estipulación que se hace por sí mismo o de
una donación que se hace a otro.
La jurisprudencia ha interpretado estas disposiciones
del modo más liberal, admitido la estipulación en todos
los casos en que se evidencia su utilidad práctica y dejado
en el olvido la regla caduca alten stipulari nemo potest.
Nuestro Código se apartó de su modelo y consagra
ampliamente el derecho de estipular a favor de otro.
33. Importancia de la estipulación a favor de otro.—
El interés de la estipulación a favor de otro deriva de que
importantes contratos adoptan la forma de tal estipulación.
a) Adopta esta forma el contrato de seguro de vida.
Asegurador y asegurado convienen que en caso de falleci-
miento del segundo, el primero pague una indemnización
a un tercero que se designa.
El beneficiario del seguro es un extraño al contrato
y, sin embargo, en favor suyo ceden sus estipulaciones.
b ) La forma de una estipulación a favor de otro to-
ma, también, el contrato de transporte, cada vez que el
consignatario sea una persona jurídicamente extraña al con-
signante. .
El contrato, celebrado entre el acarreador y el con-
signante,, cede en favor de un tercero como es el consig-
natario.
c) El mismo carácter reviste la estipulación que cele-
bren el comprador y el vendedor de un establecimiento de
comercio por la que el segundo se obliga, por ejemplo, a
conservar a su servicio al actual personal.
Manual de Derecho Civil 33
34. Personas que intervienen en la estipulación.—
Intervienen en la estipulación tres personas: el estipulante,
el prometiente y el tercero beneficiario.
E n el contrato de transporte, por ejemplo, el estipu-
lante, el prometiente y el tercero beneficiario están repre-
sentados, respectivamente, por el consignante, el acarrea-
dor y el consignatario. En el seguro, el asegurado es el
estipulante, el asegurador es el prometiente y el tercero
beneficiario es la persona a quien debe pagarse la indem-
nización convenida.
35. Nuestra ley positiva.—El Código Civil, como se
dijo, reconoce valor a la estipulación a favor de otro, sin
restricciones. El art. 1449 dispone: "Cualquiera puede es-
tipular a favor de una tercera persona, aunque no tenga
derecho para representarla; pero sólo esta tercera persona
podrá demandar lo estipulado; y mientras no intervenga su
aceptación expresa o tácita, es revocable el contrato por la
sola voluntad de las partes que concurrieron a él".
La disposición destaca con nitidez los caracteres de la
estipulación, a saber:
a) Una de las partes —el estipulante— que no tiene
la representación del tercero, conviene que la otra —el
prometiente— realizará en favor de dicho tercero una de-
terminada prestación.
b ) El contratante no puede reclamar el cumplimiento
de lo estipulado, derecho que sólo compete al tercero en
cuyo beneficio ha celebrado la estipulación.
c) La voluntad del tercero no interviene para adqui-
rir el derecho, sino para hacer definitiva e irrevocable la
estipulación que, mientras no es aceptada, puede revocarse
por las partes contratantes.
36. E s menester que el tercero sea extraño a la con-
vención.—La estipulación a favor de otro requiere que el
tercero beneficiario sea realmente extraño a la convención
de que arranca su derecho.
34 Ramón Meza Barros

Por esto resulta indispensable que el estipulante no


tenga derecho para representar al tercero. Si la persona
qué estipula a favor de otra es su mandatario o represen-
tante legal, el beneficiario no es u n extraño, sino que parte
en el contrato. No intervendrían jurídicamente sino dos
personas.
Tampoco podrá considerarse al beneficiario como un
extraño cuando invista la calidad de heredero. Tal sería el
caso del seguro en que el beneficiario fuera la sucesión del
estipulante.
Los herederos deberán invocar su calidad de tales para
reclamar los beneficios de la estipulación y dicha calidad
16
los identifica con el e s t i p u l a n t e .

37. Es preciso que el estipulante obre a nombre


propio.—Pero no basta que el estipulante no tenga dere-
cho para representar al tercero. Es preciso que obre a su
propio nombre.
En caso de obrar sin poder, pero a nombre del ter-
cero, el estipulante será un agente oficioso. Jurídicamente
no estipula para otro, sino a nombre de otro.
Se aplicarán, entonces, las reglas de la agencia oficiosa.
Mientras el tercero no ratifique, no se convertirá en acree-
dor; desde que ratifica, deja de ser un tercero y el acto
se reputa ejecutado por él, porque el estipulante se con-
siderará retroactivamente como su mandatario.

3 8 . Sólo el tercero puede demandar lo estipulado.—


El art. 1449 es terminante en el sentido de que única-
mente el tercero "podrá demandar lo estipulado".
La particularidad de la estipulación a favor de otro
consiste, justamente, en que crea para el tercero un dere-
cho exclusivo y directo.

Véase el N* 27.
Manual de Derecho Qvíl 35

39. Revocación de las partes.—De acuerdo con el


art. 1449, mientras no intervenga la aceptación del tercero,
"es revocable el contrato por la sola voluntad de las partes
que concurrieron a é l " .
La disposición deja en claro que la revocación es el
resultado de un acuerdo de voluntades y no un acto uni­
1T
lateral del e s t i p u l a n t e .
Los efectos de la revocación variarán según el acuerdo
de las partes. Podrá dejarse sin efecto íntegramente el con­
trato o sólo alterarse sus términos, como si en el seguro
se conviene que sea otra persona el beneficiario.
La revocación puede ejercitarse libremente, aunque no
siempre en forma impune para el estipulante. Es evidente
que el estipulante será responsable al tercero si, obligado
a entregar ciertas mercaderías, revoca la estipulación cele­
brada con un acarreador por la que éste se obligaba a en­
tregar dichas mercaderías. Pero, en verdad, la responsabi­
lidad no resulta propiamente de la revocación, sino del in­
cumplimiento de la obligación de entregar que había con­
traído el estipulante.

40. Aceptación del tercero.—La facultad de las par­


tes de revocar la estipulación dura hasta que interviene
la aceptación del tercero.
Esta aceptación puede ser expresa o tácita. El art.
1449 establece que "constituyen aceptación tácita los actos
que sólo hubieran podido ejecutarse en virtud del con­
trato".
La aceptación puede prestarse en todo tiempo, mien­
tras las partes no hayan revocado la estipulación. Pero la
aceptación no es una condición para la adquisición del
derecho por el tercero. El derecho nace para él directa­
mente de la estipulación.
1 7
El art. 1121 del Código francés, al contrario, considera la revo­
cación como un acto unilateral del estipulante.
36 Ramón Meza Barros

La aceptación, pues, no condiciona la incorporación


del derecho al patrimonio del tercero, sino que hace irre-
vocable el contrato. Por la aceptación, el derecho revoca-
ble del tercero se torna irrevocable.

4 1 . Naturaleza jurídica de la estipulación.—La im-


portancia creciente de la estipulación a favor de. otro ha
movido a la doctrina a buscar una explicación de sus pecu-
liares efectos, que derogan el principio general de la rela-
tividad dé los contratos.
Tres, explicaciones; o doctrinas .principales se han for-
mulador a) la-de la oferta; b ) la de la agencia oficiosa,
y e ) la del derecho directo o creación directa de la acción.

42. Doctrina de la oferta.—La doctrina de la oferta


supone que el estipulante ofrece al tercero el derecho de
que se trata y éste lo incorpora a su patrimonio por medio
de la aceptación. Por este motivo, aceptada la oferta, pro-
metiente y estipulante no pueden echar marcha atrás.
£1 estipulante adquiere para sí el derecho y lo incor-
pora a su patrimonio; luego ofrece al tercero transmitirle
el derecho, traspasarle los beneficios de la estipulación, que
le sustituya como acreedor del prometiente.
Aceptada la oferta, interviene un segundo acuerdo de
voluntades para transferir el derecho del estipulante al ter-
1 8
cero .
La teoría de la oferta ha sido abandonada por las gra-
ves consecuencias prácticas a que conduce:
a) Por de pronto, el derecho del tercero no nacería
sino al intervenir su aceptación; mientras tanto, habría una
simple oferta sujeta a todas las contingencias de una poli-
citación.
La oferta está expuesta a caducar, entre otras causas,
1 8
Esta doctrina ha sido preconizada por Laurent, "Principes du
Droit Civil Francais", t. XV, N* 559 y sgtes.
Manual de Derecho Civil
1 9
por la muerte del proponente , • circunstancia que sería
fatal para el tercero. Piénsese en el seguro de vida. La
aceptación se presta ordinariamente después de la muerte
del estipulante, esto es, cuando ya habría caducado la oferta.
b ) Por otra parte, el tránsito del derecho por el pa-
trimonio del estipulante puede ser igualmente fatal para
el beneficiario.
Los acreedores podrán hacer valer sus.créditos en el
derecho nacido para el estipulante de la estipulación, por
ejemplo,-en la suma asegurada.
. Los. herederos del estipulante podrán considerar el
derecho como parte del patrimonio hereditario y, repután-
dolo una liberalidad, exigir que se colacione o reduzca.
Los propósitos del estipulante obviamente se frus-
tran; su intención, en el caso del seguro de vida, fue que
el tercero recibiera, en todo caso, el capital asegurado y he
aquí que éste resultaría la presa de sus acreedores o de
2 0
sus herederos .
4 3 . Doctrina de la agencia oficiosa.—La doctrina de
la agencia oficiosa considera al estipulante como un gestor
de negocios y reputa interesado al tercero.
£1 estipulante gestiona intereses ajenos y no los suyos
propios. La aceptación no es otra cosa que la ratificación
del interesado de una gestión que le resulta beneficiosa.
Los efectos de la ratificación se retrotraen al momento del
contrato;, la ratificación convierte la gestión en un man-
dato y, én suma, se considera que. el tercero ha tratado
21
directamente con el p r o m e t i e n t e .
La doctrina de la agencia oficiosa posee, con relación
a la anterior, una doble ventaja. En primer lugar, la ope-
ración no tiene ya el carácter precario que resulta de la

" Véase el art. 101 del C. de Comercio.


-«» Josserand, ob. cu., t. II, N° 299.
*» Planiol, "Traite Elementaire de Droit Civil", t. II, N"«- 1218
y sgtcs.
38 Ramón Meza Barro»

teoría de la oferta; la gestión puede ser ratificada aun des-


pués de la muerte del gestor. En segundo lugar, el derecho
no permanece en el patrimonio del estipulante, antes de la
aceptación, expuesto a la acción de acreedores y herederos.
Pero la verdad es que median entre la estipulación a
favor de otro y la agencia oficiosa, diferencias profundas;
la agencia oficiosa es excluyeme de la estipulación.
Por de pronto, el estipulante actúa a nombre propio,
mientras que el gestor es un mero intermediario y obra
a nombre del interesado. Como consecuencia, permanece
dueño de la situación, por lo menos mientras no intervenga
la aceptación del tercero.
Por otra parte, no media entre el estipulante y el
tercero ninguna relación; éste no podría reclamar cuentas
a aquél. Entre tanto, la gestión de negocios crea entre el
gerente y el interesado un conjunto de relaciones jurídicas.

44. Doctrina de la creación directa del derecho.—


La doctrina de la creación directa del derecho considera
la estipulación a favor de otro, francamente, como una
derogación del principio general en cuya virtud los contra-
tos no aprovechan a terceros.
Par excepción al principio, el contrato crea directa-
mente un derecho para el tercero, como los que genera
para las partes.
La doctrina así enunciada' más bien constata que ex-
plica el resultado de la estipulación.
El crédito del tercero tiene su origen en una decla-
ración unilateral de voluntad. Solamente el prometiente ha
consentido en obligarse. El derecho del tercero, ante que
el futuro acreedor manifieste su voluntad, se origina en
una declaración unilateral de la voluntad del estipulante.

4 5 . Efectos de la estipulación.—Los efectos de la


estipulación han quedado anteriormente expresados. Para
una mejor comprensión, conviene estudiarlos desde un tri-
Manual de Derecho Ovil J9

pie punto de vista: a) entre el prometiente y el tercero;


b ) entre el estipulante y el tercero, y c) entre el estipu-
lante y el prometiente.

4 6 . Relaciones entre el tercero y el prometiente.—


El tercero beneficiario, desde el momento de la estipula-
ción, queda convertido en acreedor del prometiente.
Como consecuencia, puede el tercero reclamar del pro-
metiente el cumplimiento de la prestación debida. Todavía
más, el art. 1449 es concluyeme en el sentido de que sola
mente el tercero puede demandar lo estipulado.
Pero, aunque investido del derecho de demandar eJ
cumplimiento de la estipulación, el tercero no es parte en
el contrato. No podría demandar su resolución por incum-
plimiento de" las obligaciones del prometiente. Es éste un
derecho que compete sólo a los contratantes.

4 7 . , Relaciones del tercero con el estipulante.—El


estipulante y el tercero permanecen extraños; no media
entre ellos ninguna relación jurídica derivada de la estipu-
lación.
El derecho del tercero nace directamente de la esti-
pulación, sin que primeramente se radique en el patrimo-
nio del estipulante.

4 8 . Relaciones del estipulante con el prometiente.—


Estipulante y prometiente son las partes contratantes.
a) La estipulación ofrece la peculiaridad de que el
estipulante, pese a su condición de parte, no puede de-
mandar el cumplimiento de lo convenido. Este derecho
corresponde sólo al tercero beneficiario.
Sin embargo, por una vía indirecta, puede el estipu-
lante compeler al prometiente al cumplimiento de su pro-
mesa. En efecto, el art. 1536 dispone que es eficaz la
cláusula penal en que el prometiente "se sujeta a una pena
para el caso de no cumplir lo prometido".
40 Ramón Meza Barros

£1 estipulante que no está autorizado para reclamar


el cumplimiento de lo estipulado puede, en cambio, deman-
dar el pago de la pena y compeler al prometiente a cumplir.
b ) Pero no es dudoso que el estipulante tiene dere-
cho a pedir la resolución del contrato. Las reglas generales
no han sido derogadas a este respecto y, por lo mismo,
conservan su imperio.

2. La promesa por otro

49. Concepto.—En la estipulación a favor de otro,


un tercero adquiere un derecho en virtud de un contrato
a que permanece extraño, y el principio de la relatividad
de los contratos sufre una importante excepción.
En cambio, el principio no admite derogaciones cuan-
do, en vez de la adquisición de u n derecho, se trata de la
creación de una obligación.
En suma, se puede ser acreedor sin haber consentido;
pero sin haber expresado el propósito de obligarse no es
posible convertirse en deudor.
El art. 1450 dispone: "Siempre que uno de los con-
tratantes se compromete a que por una tercera persona,
de quien no es legítimo representante, ha de darse, hacerse
o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá
obligación alguna, sino en virtud de su ratificación; y si
ella no ratifica, el otro contratante tendrá acción de per-
juicios contra el que hizo la promesa".

50; La promesa n o es una excepción al principio de


la relatividad de los contratos.—La promesa por otro no
constituye una derogación al principio de la relatividad de
los efectos de los contratos.
El tercero no contrae ninguna obligación sino en vir-
tud de su ratificación, esto es, si no acepta imponérsela.
Si el tercero ratifica, quedará obligado a dar, hacer
o no hacer aquello que constituye el objeto de la promesa.
Manual de Derecho Civil 41

A la vez, el que prometió por otro habrá cumplido


su promesa de hacer que el tercero asuma la obligación.
En caso contrario, si el tercero rehusa ratificar, no
contrae ninguna obligación. Y el prometiente habrá violado
su promesa de obtener que el tercero se obligue e incu­
rrirá en la responsabilidad consiguiente. Esta infracción
dará al otro contratante "acción de perjuicios contra el que
hizo la promesa". (Art. 1 4 5 0 ) .

5 1 . Estipulación de una cláusula penal.—El art. 1536


establece que si se promete por otra persona, imponiéndose
una pena para el caso de no cumplirse lo prometido, "val­
drá la pena, aunque la obligación principal no tenga efecto
por falta del consentimiento de dicha persona".
La disposición es defectuosa, porque sugiere que es
eficaz la pena sin que haya una obligación principal. La
verdad es, entre tanto, que si bien la obligación del tercero
no llega a formarse por falta de su consentimiento, la obli­
gación del prometiente existe y, si no obtiene que el ter­
cero dé, haga o no haga lo prometido, infringirá su obli­
gación y deberá indemnizar perjuicios. Estos perjuicios pue­
den ser avaluados por medio de una cláusula penal.

3. Teoría de la inoponibiltdad

52. Concepto.—La inoponibilidad puede definirse co­


mo "la ineficacia, respecto de terceros, de un derecho na­
cido como consecuencia de la celebración o de la nulidad
2 2
de un acto jurídico" .
Puesto que el contrato no liga sino a los contratantes,
parece ocioso que el legislador se preocupe de proteger a
los terceros. Pero la gama de los terceros es variada y su
respectiva situación radicalmente diversa.

2 2
Tal es la definición de Bastían. Sobre esta materia, véase Baltra
Cortés, "Ensayo de una teoría general de los actos inoponibles".
42 Ramón Meza Barros

Los sucesores a título universal de las partes, sus he-


rederos, no son propiamente terceros y, salvo excepciones,
les afectan activa y pasivamente las consecuencias del con-
trato celebrado con el causante**.
Igualmente clara es la situación de los terceros extra-
ños, pemtus extranei. El contrato no les afecta y serían
inoficiosas las medidas de protección que se adoptaran a
su respecto.
Dichas medidas de protección se justifican respecto de
los terceros que suelen ser alcanzados por los efectos del
acto jurídico; tales serían los sucesores a título singular de
4
las partes y sus acreedores * .
Estas medidas de protección consisten en la observan-
cia de ciertas reglas de forma y de fondo para que el acto
sea oponible a -terceros. La inobservancia de estas reglas
determina que el acto no sea oponible. Plenamente eficaz
entre las partes, no empecerá a terceros, como si no se
hubiera celebrado.
Pero la inoponibilidad también protege a los terceros
de las resultas de la declaración de nulidad de un acto,
cuya vigencia les interesa. La inoponibilidad, en tal caso,
tempera el rigor de la nulidad. El acto es nulo entre las
partes, pero plenamente eficaz respecto de terceros.

5 3 . Clasificación de las causas de inoponibilidad.—


Las causas que determinan la inoponibilidad son numero-
sas y variadas y no resulta sencillo reducirlas a un sistema
general.
En líneas generales, la inoponibilidad puede perseguir
dos finalidades: a) la protección de los terceros de los
efectos de un acto válido, y b ) la protección de los ter-
ceros de los efectos de la declaración de nulidad de un
acto.

*• Véate el N* 27.
" Véante los N~- 28 y 29.
Manual de Derecho Civil 41
La inoponibilidad que protege a los terceros de los
efectos de un acto válido, proviene de circunstancias for-
males o de fondo.
Entre las primeras, merecen mencionarse la inoponi-
bilidad por falta de publicidad y por falta de fecha cierta.
Entre las inoponibilidades de fondo, pueden señalarse la
inoponibilidad por fraude, por lesión de derechos adqui-
ridos, por lesión de las asignaciones forzosas, por falta de
comparecencia.
54. Inoponibilidad por falta de publicidad.—Los re-
quisitos de forma de que está revestido un acto jurídico
se exigen regularmente erga omnes y su omisión acarrea
nulidad.
Pero la ley suele exigir la observancia de determina-
das formas con el solo propósito de proteger a terceros;
tales formas tienden a dar publicidad al acto para hacerlo
conocido de terceros.
La omisión de estas formalidades o medidas de publi-
cidad no anula el acto, solamente lo hace inoponible a ter-
ceros.
a) El art. 1707 establece que las escrituras privadas
que hacen los contratantes para alterar lo pactado en una
escritura pública, "no producirán efecto contra terceros".
Y añade la disposición: "Tampoco lo producirán las con-
traescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de
su contenido al margen de la escritura matriz cuyas dispo-
siciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en
cuya virtud ha obrado el tercero".
Las alteraciones a lo pactado tienen plena eficacia en-
tre las partes, bien se hagan por escritura pública o pri-
vada. Pero son inoponibles a terceros las alteraciones que
constan de escritura privada, o de escritura pública cuando
no se han adoptado las medidas de publicidad previstas.
Para los terceros no existirán sino las estipulaciones de la
primitiva escritura.
44 Ramón Meza Barros

Supóngase que en la compraventa de un bien raíz que


A hizo a B se estipuló que se quedaría adeudando un sal­
do de precio de $ 120 y que por escritura posterior los
contratantes declaren que el precio sé pagó de contado.
Omitidos los requisitos del art. 1707, para los terceros no
existe sino el texto primitivo del contrato y, por ejemplo,
los acreedores de A podrán embargar el crédito contra B
por $ 120.
b ) La cesión de créditos nominativos se perfecciona
entre el cedente y el cesionario por la entrega del título;
pero " n o produce efecto contra el deudor ni contra ter­
ceros" si no ha sido notificada al deudor o aceptada por
éste (art. 1 9 0 2 ) .
La falta de notificación o aceptación hace la cesión
inoponible a terceros y al propio deudor. Como dice el
art. 1905, "en general, se considerará existir el crédito en
2 n
manos del cedente respecto del deudor y terceros" .
c) La disolución de la sociedad no podrá alegarse con­
tra terceros, a menos que haya expirado por la llegada del
plazo para que tenga fin, sino cuando se ha dado noticia
de la disolución por medio de tres avisos publicados en un
periódico del departamento o de la capital de la provincia
si en aquél no lo hubiere, o se probare que el tercero ha
tenido conocimiento de ella por cualquier medio (art.
2114).
La omisión de estos requisitos de publicidad o la fal­
ta-de prueba, hará que los terceros consideren la sociedad
como vigente.
d ) Con arreglo a lo dispuesto en el art. 2 5 1 3 , la sen­
tencia judicial que declara una prescripción adquisitiva de
bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos " n o
2<i
valdrá contra terceros sin la competente inscripción" .

a» Véase el N? 267.
2 8
Para una completa nómina de los casos de inoponibilidad de
esta índole, véase Baltra, ob. cit., N- 55 y sgtes.
Manual de Derecho Civil 45

5 5 . Inoponibilidad por (alta de (echa cierta.—La


inoponibilidad puede producirse por la falta de fecha cierta.
El art. 1703 establece que "la fecha de un instrumen-
to privado no se cuenta respecto de terceros", sino desde
que han ocurrido hechos tales como el fallecimiento de
alguna de las personas que lo suscribieron, su presentación
en juicio, etc.
El instrumento privado, reconocido o mandado tener
por reconocido, hace fe de su fecha respecto de los que
aparecen o se reputan haberlo suscrito y de aquellos a
quienes se han transferido sus derechos y obligaciones.
Pero para que adquiera fecha cierta respecto de ter-
ceros, para que les sea oponible en este aspecto, es menes-
ter que ocurra alguno de los hechos que señala el art.
2 T
1703 .

5 6 . Inoponibilidad por fraude.—El deudor conserva


la libertad de gestionar su patrimonio; el acreedor debe
soportar las consecuencias de las alternativas que experi-
mente el patrimonio del deudor y, en consecuencia, en este
sentido, sus actos le son oponibles.
Pero los acreedores no están obligados a soportar las
consecuencias de los actos de fraude del deudor y pueden
impugnarlos por medio de la acción pauliana o revocatoria.
En verdad, la acción pauliana o revocatoria es una
acción de inoponibilidad. El acto no es invalidado, sino
respecto del acreedor que dedujo la acción y en la medida
en que lesiona sus intereses.

57. Inoponibilidad por lesión de derechos adquiri-


dos.—La inoponibilidad opera igualmente como una me

2 7
El art. 419 del Código Orgánico de Tribunales añade que la
protocolización da igualmente fecha cierta respecto de terceros
al instrumento privado.
46 Ramón Meza Barros

dida de protección para impedir la lesión de derechos ad


quiridos e incorporados en el patrimonio de una persona.
a) El art. 94 establece que las personas en cuyo favor
se rescinde el decreto de posesión definitiva, "recobrarán
los bienes en el estado en que se hallaren, subsistiendo las
enajenaciones, hipotecas y demás derechos reales consti­
tuidos legalmente en ellos".
La rescisión no afecta a los derechos adquiridos por
terceros.
b ) El restablecimiento de la sociedad conyugal, con
arreglo al art. 165, restituye las cosas al estado anterior,
comcV si no hubiera existido la separación de bienes. Pero,
no obstante, valdrán todos los actos legítimamente ejecu­
tados por la mujer, durante la separación, como si los
hubiera autorizado la justicia.
La mujer vuelve a ser incapaz, como si siempre hu­
biera permanecido casada en régimen de sociedad conyugal.
El principio conduce a reputar nulos los actos ejecutados
por la mujer, con evidente perjuicio para los que contra­
taron con ella. La regla excepcional del art. 165 tiende a
proteger los derechos adquiridos por terceros y hace ino-
ponible a su respecto el restablecimiento de la sociedad
conyugal. *

58. Inoponibilidad por lesión de las asignaciones for­


zosas.—El testador debe respetar las asignaciones forzosas,
esto es, aquellas que está obligado a hacer y que se suplen
aun con perjuicio de sus expresas disposiciones testamen­
tarias.
Para obtener que se respeten las legítimas y la por­
ción conyugal, los legitimarios y el cónyuge disponen de
la acción de reforma del testamento.
Mediante el ejercicio de esta acción se pretende mo­
dificar el testamento en la medida necesaria para que las
legítimas y la porción conyugal no resulten vulneradas.

* Derogado por la ley 18.802 (D. Of. 9 de junio de 1989). En la actualidad


la separación de bienes es irrevocable (N. del E.).
Manual de Derecho Civil 47

En definitiva, el testamento no es oponible al cónyuge


y a los legitimarios, en cuanto atenta contra las asignacio-
nes forzosas que les corresponden. La acción de reforma
es, pues, una acción de inoponibilidad.

59. Inoponibilidad por falta de concurrencia.—La


inoponibilidad puede originarse en la falta de concurrencia
de una persona.
a) El art. 1815 declara válida la venta de cosa ajena;
pero se cuida de añadir que esto se entiende "sin perjuicio
de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras
no se extingan por el lapso de tiempo".
La venta es válida entre el comprador y el vendedor;
el contrato es inoponible al dueño y, con prescindencia
absoluta de la venta, puede reivindicar la cosa.
b ) El mandante debe cumplir las obligaciones que el
mandatario contraiga en su nombre, dentro de los límites
del mandato (art. 2 1 6 0 ) .
Pero, excediendo el mandatario la órbita de sus atri-
buciones, sus actos son inoponibles al mandante; éste no
puede considerarse presente en el acto.

60. Inoponibilidad de la nulidad de u n acto.—La ley


ha protegido igualmente a los terceros, mediante la inopo-
nibilidad de las consecuencias de la nulidad de ciertos actos.
El acto será válido para los terceros, aunque entre las
partes carezca de valor.
El art. 2058 establece que la nulidad del contrato de
sociedad " n o perjudica a las acciones que corresponden a
terceros de buena fe contra todos y cada uno de los aso-
ciados", cuando la sociedad existiere de hecho.
En otros términos, para terceros la sociedad es válida
y la nulidad sólo puede ser invocada por los socios entre sí.

El art. 357 del Código de Comercio expresa que la omisión


de la escritura social y de su inscripción en el Registro de Comercio
8 Ramón Meza Barros

produce nulidad absoluta "entre los socios"; y el art. 361 añade que
los socios no podrán alegar la inobservancia de tales formalidades
"contra los terceros interesados en la existencia de la sociedad".

6 1 . Sujetos activos y pasivos de la inoponibilidad.—


Importa señalar, en términos generales, quiénes pueden
prevalerse de la inoponibilidad y contra quiénes puede in-
vocarse.
a) La inoponibilidad protege a una multitud de ter-
ceros: los sucesores a título singular, los acreedores, el deu-
dor cedido.
Podrán invocar la inoponibilidad sólo aquellos terce-
ros a quienes la ley ha intentado proteger, esto es, aque-
llos a quienes perjudican los efectos del acto o de la nu-
lidad del mismo.
b ) La inoponibilidad puede esgrimirse contra toda
persona que pretenda prevalerse del acto o de la nulidad.
£1 beneficiario queda amparado contra toda tentativa
de oponerle el acto o la nulidad de éste, tanto por las
partes como por otros terceros.
Esta regla tiene algunas excepciones. Así, la inoponi-
bilidad por fraude no alcanza a los terceros adquirentes
a título oneroso, que están de buena fe (art. 2648, N? 1?).
Del mismo modo, la inoponibilidad de la' nulidad de
la sociedad sólo puede alegarse a los socios. Los terceros
entre sí, pueden oponerse la nulidad (art. 362 del C. de
Comercio).

62. Forma de hacer valer la inoponibilidad.—Es de


suma importancia establecer cómo, el tercero puede hacer
valer la inoponibilidad que le ampara.
Desde luego, conviene dejar en claro que la inoponi-
bilidad es un beneficio concedido a los terceros que éstos
pueden aprovechar o renunciar.
Por regla general, la inoponibilidad se hará valer como
una excepción.
Manual de Derecho Gvil 49

Esta regla es aplicable sin duda a las inoponibilidades


de forma, por falta de publicidad o d e fecha cierta. El
tercero contra quien se invoque el acto se defenderá de
sus efectos con la inoponibilidad.
Asimismo, la inoponibilidad se hará valer como excep-
ción cuando el tercero pretenda eludir las consecuencias
de la nulidad de un acto.
En cuanto a las inoponibilidades por fraude o por le-
sión de las asignaciones forzosas, es igualmente obvio que
deben hacerse valer como acción. El tercero deberá dedu-
cir la acción pauliana o la de reforma de testamento, en
su caso.
Por último, en las inoponibilidades por falta de con-
currencia, no es posible formular una regla. Es manifiesto
que el mandante podrá invocarla como excepción para ex-
cusarse de cumplir las obligaciones contraídas por el man-
datario fuera de los límites del mandato; pero en el caso
de una venta de cosa ajena, la excepción no es suficiente
y el dueño deberá deducir una acción q u e no será otra que
la reivindicatoría.

6 3 . Efectos de la inoponibilidad.—Los efectos de la


inoponibilidad se traducen en que el acto no puede perju-
dicar a terceros, pero si aprovecharles.
La protección de terceros se logra privando al acto de
los efectos que les sean perjudiciales, pero sólo en la me-
dida en que les perjudiquen.
Pero se concibe que el tercero pueda tener interés en
aprovechar de los efectos del acto o de la nulidad. Nada
obsta para que reporte el consiguiente beneficio y renuncie
a la inoponibilidad.

64. Extinción de la inoponibilidad.—La inoponibili-


dad se extingue por diversas causas.
La inoponibilidad de forma se extingue por el cum-
plimiento de las formalidades omitidas.
50 Ramón Meza Barros

Se extingue la inoponibilidad por la renuncia del ter­


cero, ya que mira a su personal interés.
En fin, la inoponibilidad se extinguirá por prescripción
en todos aquellos casos en que debe nacerse valer como
acción; las excepciones son generalmente imprescriptibles
y, en consecuencia, no se extinguirá por la prescripción la
inoponibilidad que deba hacerse valer de este modo.

6 5 . Inoponibilidad y nulidad.—Difiere la inoponibi­


lidad de la nulidad en que no ataca el acto mismo sino
sus efectos. El acto es válido, produce efectos entre las
partes, pero tales efectos no alcanzan a los terceros.
La nulidad destruye el acto erga omites; la inoponi­
bilidad, entre tanto, deja subsistente el acto en la medida
en que n o lesiona a terceros.

5. INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS

6 6 . Concepto.—Interpretar u n contrato es determi­


nar el sentido y alcance de sus estipulaciones.
La interpretación del contrato tiene lugar cuando los
términos de que las partes se han servido son oscuros o
ambiguos; cuando, a pesar de su claridad, son inconcilia­
bles con la naturaleza del contrato o con la evidente inten­
ción de las partes; cuando, en fin, la comparación de las
diversas cláusulas, consideradas en conjunto, hace surgir
dudas acerca d e su particular alcance.
Corresponde al juez interpretar el contrato para asig­
nar a la convención los erectos que las partes han querido
atribuirle. ~
El juez en esta tarea debe poner a contribución la ló­
gica, el buen sentido, la experiencia; a la vez es una tarea
de conciencia y buena fe.

67. Carácter de las reglas legales de interpretación.—


Para orientar la labor del juez, el legislador ha formulado
Manual de Derecho Civil 51

las reglas de interpretación de los contratos de los arts.


1560 a 1566.
La interpretación del contrato corresponde soberana­
mente a los jueces del fondo y escapa al control de la Corte
Suprema. Si el juez se equivoca al interpretar el contrato,
más bien que las normas de que se trata, infringiría el
contrato mismo.

68. Misión de la Corte Suprema.—Los jueces del


fondo son soberanos para interpretar la voluntad de los
contratantes, indagar cuál ha sido su intención y el sentido
que debe darse a las cláusulas de la convención.
La Corte Suprema sólo interviene cuando hay viola­
ción de ley, que se cometería en las siguientes hipótesis:
a) Los jueces del fondo establecen la existencia de
un contrato determinado, pero le atribuyen consecuencias
o efectos diversos de los que prevé la ley.
De este modo, desconociendo las necesarias consecuen­
cias del contrato, los jueces del fondo infringen la ley que
le atribuye tales efectos.
b) Los jueces del fondo, a pretexto de interpretar el
contrato, no pueden desnaturalizarlo y rehacerlo. La Corte
Suprema está autorizada para actuar y hacer respetar el
principio de que el contrato es ley para las partes contra­
tantes.

6 9 . Métodos de interpretación,—Dos métodos se con­


ciben para interpretar los contrato»: uno subjetivo y otro

objetivo.
El primero de estos métodos se preocupa de indagar
cuál es la voluntad real de los contratantes. Suelen las par­
tes emplear en la manifestación de su voluntad términos
inadecuados; la forma de la declaración traiciona, a me­
nudo, su pensamiento íntimo. Trátase de establecer el ver­
dadero pensamiento de los contratantes que debe prevale­
cer sobre la voluntad dcclaradaT
Tal es el sistema que adopta nuestro Código, tomado
del Código francés.
€">• El segundo sistema adopta un criterio radicalmente
diverso. La declaración de voluntad tiene un valor en sí.
independientemente de la intención de sus autores.
Para interpretar el contrato no debe indagarse, por lo
tanto, cuál ha sido la intención de los contratantes sino
el alcance que corresponde atribuir a la declaración, según
el uso corriente, las costumbres, las prácticas admitidas en
r
los negocios.
Tal es el sistema del Código alemán.

70. La intención de los contratantes.;—Consecuente


con su sistema el Código establece, como jregja fundamen-
tal de interpretación,: que la voluntad real de los contra"
tantea prevalece sobre los términos en que se ha formu-
lado dicha declaraciónT
El art. 1560. en efecto, dispone: "Conocida claramen-
te la intención de los contratantes, debe estarse a ella más
que a lo literal de las palabras". ' ~ "
La disposición no significa que el intérprete debe de-
sentenderse de los términos del contrato. Debe admitirse
que las palabras, por regla general, traducen con fidelidad
el pensamiento. Si los términos son claros, lo será igual-
mente la intención de las partes.
Sólo está autorizado el intérprete para apartarse del
tenor literal del contrato, cuando contraría la intención de
los contratantes "conocida claramente".
Para conocer la intención de los que contratan, el Có-
digo ha señalado diversas normas de interpretación.

7 1 . Akma de loa tértpjp/jt g*n*ralea del contrato.—


El acuerdo de voluntades no puede referirse sino a la ma-
teria que es objeto del contrato. A esta materia debe res-
tringirse el alcance de las cláusulas contractuales, aunque
estén concebidas en téiminos amplios o generales.
Manual de Derecho Qvil 53

El art. 1561 dispone: " P o r generales que sean los tér-


minos de un contrato, sólo se aplicarán a la materia sobre
que se ha contratado".
De este modo, si las partes transigen un juicio y ex-
presan que finiquitan toda dificultad entre ellas, actual o
futura, la generalidad de los términos de la transacción no
hace que se entiendan transigidas sino las cuestiones plan-
28
teadas en el j u i c i o .

72. Interpretación del contrato en el sentido de que


tus cláusula» produzcan efecto».—En esta investigación deT
verdadero pensamiento d e las partes, es razonable suponer
que no han querido insertar en el contrato cláusulas inúti-
les y carentes de sentido.
Por este motivo, el art. 1562 dispone: " E l sentido en
que una cláusula puede producir algún efecto deberá pre-
terirse a aquel en que n o sea capaz de producir efecto
alguno".

7 3 . Interpretación conforme a la naturaleza del con-


trato.—Las cláusulas ambiguas de un contrato deben en-
tenderse del modo que esté más acorde con su naturaleza.
El art. 1563 establece: " E n aquellos casos en que no
apareciere voluntad contraria, deberá estarse a la interpre-
tación que mejor cuadre con la naturaleza del contrato".
Las cosas que son de la naturaleza de un contrato se
entienden pertenecerle sin necesidad de estipulación si las
partes no han expresado lo contrario, se entiende que han
querido incluir todas aquellas cosas que naturalmente per-
tenecen al contrato.
El art. 1563, inc. 2?, previene: "Las cláusulas de uso
común se presumen aunque no se expresen".
Es clásico el ejemplo de Pothier. Supóngase que se
arrienda un predio rústico por cinco años en $ 1.000; debe

2 8
A propósito de la transacción, el art. 2462 reproduce esta regla.
54 Ramón Meza Barros

entenderse que el precio es de $ 1.000 anuales, porque


es de la naturaleza del arrendamiento que el precio se pa-
gue por años (art. 1944, inc. 2°).

74. Interpretación armónica de las cláusulas del con-


trato.—El contrato constituye un todo indivisible. Sus cláu-
sulas se encadenan unas a otras y es irracional considerar-
las aisladamente.
El art. 1564, inc. 1?, previene: "Las cláusulas de un
contrato se interpretarán unas por otras, dándose a cada
una el sentido que mejor convenga al contrato en su tota-
lidad".

7 5 . Interpretación de un contrato por otro.—Las


cláusulas de un contrato "podrán interpretarse por las de
otro contrato entre las mismas partes y sobre T¡T misma
materia" (art. 1564, inc."2?)".
Puede el juez, por lo tanto, buscar fuera del contrato
mismo que se. trata de interpretar elementos para precisar
su alcance. De otros contratos que anteriormente ligaron
a las partes puede fluir con claridad cuál ha sido su inten-
2 9
ción al vincularse por un nuevo contrato .

76. Aplicación práctica del, contrato.—La aplicación


práctica que los contratantes' han hecho de las estipuía-
ciones del contrato, antes de que surgieran discrepancias
entre ellos, es decisiva j>ara precisar su genuino sentido y
alcance.

2 9
Concuerdan estas reglas con las que el Código señala para la
interpretación de la ley. El contexto de la ley servirá para ilus-
trar sus partes, "de manera que haya entre todas ellas la debida
correspondencia, y armonía"; asimismo, los pasajes oscuros de
la ley "pueden ser ilustrados por medio de otras leyes, particu-
larmente si versan sobre el mismo asunto".
Manual de Derecho Civil 55

El art. 1564, inc. 3?, establece q u e las clausulas con-


tractuales podrán también interpretarse " o por la a p l i c a "
ción práctica que hayan hecho de ellas ambas partes, o una
de las partes con aprobación de la o t r a " .
Tal es la interpretación denominada auténtica, cuya
importancia real no destacan suficientemente las disposi-
ciones del Código.

77. Casos especiales previstos en el contrato.—Para


explicar el alcance de las obligaciones d e las partes o para
evitar dudas, suele el contrato prever determinados casos
o situaciones.
Por este solo hecho, no se entiende que las partes
han querido limitar los efectos del contrato al caso o casos
especialmente previstos. El art. 1565 dispone: "Cuando en
un contrato se ha expresado un caso para explicar la oblT^
«ación, no se entenderá por sólo eso haberse querido res-
tringir la convención a ese caso, excluyendo los otros a
que naturalmente se extiendan

78. Interpretación de las cláusulas ambiguas cuando


son inaplicables otras reglas interpretativas.—Prevé la ley,
por último, que resulten inaplicables todas las demás reglas
de interpretación.
Las cláusulas ambiguas deben interpretarse en contra
de aquel de los contratantes que las dictó y a quien, en
surat, puede j_mrjutarse esta^arñbígücdad.
H att. n r ^ J n c . ^ ^ s t a b T c c e que "las cláusulas am-
nifiyas que hayan sido extendidas por una de las partes.
aerecilora o deudora, se interpretarán contra ella, siem-
,pre que la ambigüedad provenga de la falta de una expli-
cación que haya debido darse por ella'T"
Pero si la ambigüedad no es imputable a ninguna de
las partes, "se interpretarán las cláusulas ambiguas a tavor
del deudor" (art. 1566, inc. 1?). '
56 Ramón Meza Barros

6. DISOLUCIÓN DE LOS CONTRATOS

79. Causas d e disolución de los contratos.—El art.


1545 establece que el contrato legalmente celebrado cons-
tituye una ley para los contratantes y no puede ser inva-
lidado sino por consentimiento mutuo o por causas legales.
De este modo, el contrato puede tener fin por un
acuerdo de las voluntades que concurrieron a generarlo y
por diversas causas que señala la ley.

80. Consentimiento mutuo o resciliación.—Por regla


general todo contrato se disuelve por un acuerdo de vo-
luntad de las partes. Es natural que la misma voluntad que
le dio origen pueda ponerle fin.
Esta regla tiene excepciones en un doble sentido:
a) A veces la voluntad de los contratantes es impo-
tente para disolver el contrato, como en el caso del matri-
monio.
b ) Otras veces, es suficiente para poner fin al con-
trato la declaración unilateral de voluntad de los contra-
0
tantes como ocurre en el mandato (art. 2 1 6 3 , N "- 3? y
4?), en el arrendamiento (art. 1 9 5 1 ) , en la sociedad (art.
2108).

8 1 . Efectos de la resciliación.—Los efectos de la res-


ciliación se extienden únicamente hacia el futuro, ex nunc.
Como consecuencia de que no opera retroactivamente, la
resciliación no afecta a terceros. Los derechos que éstos
adquirieron, mientras el contrato se mantuvo vigente, sub-
sisten en su integridad.
De este modo, la circunstancia de que se deje sin
efecto un contrato de compraventa, a que siguió la corres-
pondiente tradición, no afectará a los terceros a quienes el
adquirente enajenó la cosa o a los terceros en cuyo favor
constituyó una hipoteca u otro derecho real.
Manual de Derecho QvU 57

Cuando el acuerdo de voluntades interviene antes que


las estipulaciones de las partes se hayan cumplido, las obli-
gaciones que genera se extinguen. Suprimida la fuente de
que emanan, las obligaciones no pueden subsistir. A este
caso se refiere el art. 1567 que, entre los modos de extin-
ción, señala la convención en que las partes interesadas
consienten en darlas por nulas.
Pero si el contrato se ha cumplido, el mutuo disenso
no produce el efecto de extinguir las obligaciones, que ya
se habían extinguido mediante el pago. La ejecución del
contrato libera a las partes de sus obligaciones. En tal caso,
la abolición del contrato hace surgir nuevas obligaciones:
las que sean menester para deshacer lo hecho.

82. Resolución del contrato.—La resolución del con-


trato es el efecto de una condición resolutoria cumplida,
especialmente de la llamada condición resolutoria tácita.
La i condición resolutoria opera retroactivamente; su-
prime los efectos del contrato para el pasado y para el
s o
porvenir .
En los contratos de tracto sucesivo la resolución recibe
el nombre especial de terminación; por la peculiar natura-
leza de estos contratos, la terminación produce únicamente
5 1
efectos para el futuro .

8 3 . Nulidad y rescisión.—La nulidad y la rescisión


suponen que el contrato adolece de vicios que lo hacen
sucumbir.
La nulidad y rescisión suprimen los efectos del con-
trato en el pasado y en el porvenir. Anulado o rescindido
el contrato, deben volverse las cosas al estado anterior,
como si no se hubiera celebrado jamás.

»o "De las obligaciones' H' 143 y sgtes.


» "De las obligaciones' N* 167.
58 Ramón Meza Barros

Mientras la resolución .afecta sólo, por regla general,


a los terceros de mala fe, la nulidad y rescisión afectan a
los terceros sin consideración a esta circunstancia y sus efec-
3
tos, por lo mismo, son mucho más radicales * .

8 4 . Otras causas legales.—Merecen señalarse, todavía,


como causas de disolución de los contratos, la muerte y el
término extintivo:
a) La muerte de uno de los contratantes es un modo
excepcional de disolución de los contratos; en principio,
quien contrata lo hace para sí y para sus herederos.
La muerte disuelve los contratos intuito personae,
como el mandato (art. 2 1 6 3 , N? 5°) y la sociedad (art.
2103).
b ) También el plazo extintivo es causal de disolución.
Así ocurre en la sociedad (art. 2098) y en el arrendamien-
to (art. 1 9 5 0 , N ? 2 ) . '

"De las obligaciones", N' 166.


SEGUNDA P A R T E

LOS CONTRATOS EN PARTICULAR

Capítulo I

CONTRATOS CONSENSÚALES Y SOLEMNES

LA PROMESA

85. Concepto.—Es lógico comenzar el estudio de los


contratos en particular con la promesa de celebrar un con­
trato. La promesa de celebrar u n contrato es, ella misma,
un contrato: el contrato de promesa.
Diversas circunstancias suelen hacer imposible o incon­
veniente a las partes celebrar, desde luego, u n contrato
proyectado, de modo que sea necesario postergar su cele­
bración para un futuro próximo o lejano.
La necesidad de alzar u n embargo que impide la ena­
jenación, de proveerse de los fondos necesarios para pagar
un precio, de esperar el fallo de u n juicio, de practicar un
minucioso examen preliminar de la cosa, son algunos de
los múltiples obstáculos que obstan a la celebración inme­
diata del contrato.
Si bien el contrato no puede celebrarse aún, interesa
a menudo a las partes quedar desde ya comprometidas a
celebrarlo, cuando sean allanadas las dificultades presentes.
Tal es el objeto de la promesa y la razón d e su conside­
rable importancia práctica.
La promesa es un contrato en que una o ambas partes
se obligan a celebrar en el futuro un determinado contrato.
60 Ramón Meza Barros

86. La promesa es u n contrato.—La promesa de ce-


lebrar un contrato es u n contrato que tiene una fisonomía
propia.
Difiere la promesa de la simple oferta, policitación o
propuesta. Supone u n acuerdo de voluntades aunque sólo
una de las partes resulte obligada a celebrar el contrato"
prometido.
.Supóngase que A promete vender a B su casa, al. cabo
d i tres meses',.por-el precio de. $ 800.000. .Es ést$ una
simple oferta' o. policitación, que el oferente puede retirar
a voluntad. •• •'• • . - '• •
• * * • * • . . . •- , • •
Pero imagínese qué B manifiesta su conformidad con
la propuesta y declara que está dispuesto a comprar, por
el precio indicado, si al cabo del plazo decide que le resulta
conveniente el negocio. Hay concurso de voluntades y, por
consiguiente, contrato. Pero el contrato no es compraventa
porque A se obligó a vender, pero B no se obligó a com-
prar. El contrato es una promesa unilateral de compraventa.
Supóngase, por último, que B acepta comprar en el
precio fijado, al cabo del plazo que se señaló. Esta vez
ambas partes se han obligado recíprocamente, A a vender
y B a comprar. Pese a que las partes están acordes en la
cosa y en el precio, no hay compraventa, porque el con-
trato versa sobre bienes raíces y-requiere, por lo tanto, el
otorgamiento de escritura pública. El contrato es una pro-
mesa bilateral de compraventa.

$1. P r o m e » y contrato prometido.—La promesa y


el contrato prometido son dos actos jurídicos diferentes,
aunque medie entre ambos una íntima conexión.
i y La promesa tiene por.objeto celebrar otro contrato y
produce el efecto de obligar a una de las partes o a ambas
a celebrarlo. El contrato prometido puede tener los más
variados objetos y producir los más diversos efectos, según
su naturaleza.
Manual de Detecho Civil 61

Ambos contratos se suceden; la celebración del con-


trato prometido importa el cumplimiento de la promesa
cuyos efectos, en consecuencia, se extinguen.
Sin embargo, ambos contratos suelen confundirse. Si
el contrato prometido es consensual, como una compraven­
ta de bienes muebles, la promesa puede equivaler al con­
s a
trato prometido .
A promete a B venderle su automóvil en $ 150.000
y B promete comprar en ese precio. E s t a promesa es equi­
valente a una compraventa.

El Proyecto de 1853 establecía expresamente que, en caso de


tratarse de un contrato de los que se perfeccionan por el soló con­
sentimiento de las partes, promesa y contrato prometido se iden­
tifican.
Se ha creído ver en la diferente redacción del Proyecto y del
Código un radical cambio de criterio; para el Código jamás la pro­
mesa y el contrato prometido llegarían a confundirse.
Pero es mas probable que esa modificación se deba a que se
estimó inoficioso consagrar un hecho demasiado obvio.

8 8 . Originalidad del Código Civil.—El Código Civil


reglamenta la promesa, en general, sin referirla a un deter­
minado contrato.
En este punto el Código ha sido original. El Código
francés, su habitual modelo, se ocupa sólo de la promesa
3 4
de compraventa .
Las reglas legales son aplicables, pues,'cualquiera que
sea el contrato que se prometa celebrar: compraventa, mu­
tuo, sociedad.
Con todo, la regla del art. 1554 no puede referirse
sino a la promesa de celebrar un contrato real o solemne.

»» Barros Errízuriz, "Curso de Derecho Civil", t. III, N* 45.


»« Véase el art. 1598 del C. francés.
62 Ramón Meza Barros

Así se explica que el N? 4 establezca que debe especificarse


cabalmente el contrato prometido, de modo que sólo falte
para que sea perfecto "la tradición de la cosa, o las solem­
8 Í
nidades que las leyes prescriban" .
Si el contrato no es real ni solemne, la cabal especifi­
cación del contrato prometido, el completo acuerdo acerca
de sus estipulaciones, trae como consecuencia que el con
trato quedará desde ya perfecto o, en otros términos, la
promesa se identificará con el contrato prometido.

89. Requisitos de la promesa.—El art. 1554 dispone:


"La promesa de celebrar un contrato no produce obliga­
ción alguna; salvo que concurran las circunstancias siguien­
tes: l* Que la promesa conste por escrito; 2* Q u e el con­
trato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran
ineficaces; 3* Que la promesa contenga u n plazo o condi­
ción que fije la época de la celebración del contrato; 4? Q u e
en ella se especifique de tal manera el contrato prometido,
que sólo falten para que sea perfecto la tradición de la
cosa, o las solemnidades que las leyes prescriban".

. Como antecedente de la disposición sólo se conoce el art. 1733


del Proyecto de 1833: "La promesa de celebrar un contrato, especi­
ficándolo en todas sus partes, es una obligación de hacer, y está
sujeta a lo dispuesto en el artículo precedente; a menos que el con­
trato sea de aquellos que se perfeccionan por el solo consentimiento
de los contratantes, en cuyo caso la promesa equivaldría al contrato
mismo. La promesa de un contrato que las leyes declaran ineficaz
no tendrá valor alguno".

De la disposición transcrita resulta que la promesa


requiere los siguientes requisitos:
a) que conste por escrito;
b) que el contrato prometido sea válido;

»» Barros Errázuriz, ob. cit., t. III, N* 43.


Manual de Derecho Civil 63

c) que se convenga un plazo o condición para fijar la


época en que el contrato prometido debe celebrarse, y
d ) que el contrato prometido se especifique de tal
modo que para su perfeccionamiento falte sólo la tradición
de la cosa o las solemnidades legales.
90. La promesa debe constar por escrito.—Como la
ley exige sólo la constancia escrita, bastará el otorgamiento
de una escritura privada.
Es suficiente una escritura privada aunque el contrato
prometido requiera para su perfeccionamiento que se otor­
gue escritura pública. La exigencia de una escritura pública,
a pretexto de que la requiere el contrato prometido, im­
portaría crear una solemnidad no exigida por la ley.
El N? 4 del art. 1554 es concluyeme y pone de ma
nifiesto que el legislador no ha intentado someter a las
mismas solemnidades la promesa y el contrato que se pro­
mete ••.
Por otra parte, cuando el legislador ha querido que
la promesa conste por escritura pública, lo ha dicho expre­
samente. Así, el art. 1787 dispone que las promesas que
se hacen los esposos, en consideración al matrimonio, "de­
berán constar por escritura pública".
El contrato de seguro constituye una importante excepción.
El art. 515 del Código de Comercio dispone que "ajustado verbal-
mente vale como promesa, con tal que los contratantes hayan con­
venido formalmente en la cosa, riesgo y prima".

9 1 . El contrato prometido debe ser válido.—La pro­


mesa requiere que el contrato prometido no sea de aquellos
que la ley declara ineficaces o, más exactamente, que sea
válido, que no adolezca de nulidad.

** Claro Solar, "Explicaciones de Derecho Civil chileno y compa­


rado", t. XI, N? 1203; Alessandri, "De la compraventa", t. II,
N* 2079 y sgtes.
64 Ramón Meza Barros

La ley se refiere ciertamente a la nulidad del contrato


prometido por omisión de requisitos intrínsecos o de fon-
do. Se comprende que los requisitos de forma deberán ob-
servarse cuando llegue el momento de su celebración.
Por esto, es nula la promesa de compraventa entre
cónyuges no divorciados perpetuamente; la ley prohibe la
celebración de dicho contrato y éste adolece, por lo tanto,
de objeto ilícito.
Pero es válida la promesa de compraventa de bienes
de incapaces, celebrada sin autorización judicial. La autori-
zación es- un requisito de forma de la compraventa y deberá
cumplirse cuando este contrato se celebre.

92. Promesa de compraventa de bienes embargados.—


El art. 1464, N? 3, declara que hay objeto ilícito en la
enajenación de bienes embargados y el art. 1810 añade que
no pueden venderse las cosas cuya enajenación está prohi-
bida por la ley.
¿Es válida la promesa de compraventa de bienes em-
bargados?
La promesa es válida y debe entenderse celebrada bajo
la condición de que los bienes pueden ser enajenados en el
8 7
momento de la celebración del contrato prometido .
La existencia de un embargo será un motivo frecuente
en la práctica para que las partes no puedan celebrar de
inmediato la compraventa y se vean obligadas a recurrir a
una promesa.

9 3 . Estipulación de u n plazo o condición.—La pro-


mesa supone que las partes no pueden o no quieren cele-
brar de inmediato el contrato que proyectan y que poster-
gan su realización para un tiempo futuro. Las obligaciones
del contrato de promesa siempre quedarán diferidas para
después de su celebración.

" Claro Solar, ob. cit., t. XI, N' 1207.


Manual de Derecho Civil 65

Es indispensable, por lo mismo, establecer cuándo de-


berán las partes cumplir las obligaciones que la promesa
les impone, en qué momento debe celebrarse el contrato
prometido.
Este tiempo puede señalarse de dos maneras: median-
te la fijación de u n plazo o por medio de la estipulación
de una condición.
„ Pero no es preciso que el plazo o condición marque
el instante preciso en que el contrato debe celebrarse; basta"
que por medio de estas modalidades se señale ia "época"
de su celebración. "

9 4 . Estipulación de un plazo para fijar la época de


la celebración del contrato prometido.—La fijación de u n
plazo es la forma más certera para determinar la época de
la celebración del contrato prometido. El plazo es un he-
cho futuro y cierto y, por lo tanto, posterga la celebración
del contrato para un tiempo que necesariamente ha de llegar.
Se podrá estipular, por ejemplo, que el contrato se
celebrará el día tal, al cabo de tantos meses, etc.
El plazo posterga la exigibilidad de las obligaciones
derivadas de la promesa y es, por lo tanto, un plazo sus-
pensivo. El contrato prometido deberá verificarse una vez
8
expirado el p l a z o * .
Vencido el plazo, por consiguiente, los contratantes
podrán deducir las acciones pertinentes para obtener que
se celebre el contrato prometido.
La Corte Suprema se ha inclinado a considerar que el
plazo es extintivo. Vencido el plazo, en consecuencia, que-
darían extinguidas las obligaciones y derechos derivados de
la promesa y el contrato prometido definitivamente frus-
trado '*.

S R
Alessandri, "De la compraventa", t. II, N* 2107.
:l
» R. de D. y J., t. XLI. I, pág. )54 y t. XLV, pág. 554.
En contra R. de D. y J., t. XLII, I, pág. 251.
66 Ramón Meza Barros

Esta interpretación es inadmisible. Supóngase que se


ha estipulado que el contrato prometido se celebrará en el
plazo de tres meses. Dentro del plazo, los contratantes po-
drán aducir que disponen aún de un tiempo para cumplir
y se verán impedidos para demandar el cumplimiento; ven-
cido el término, su derecho para reclamar que el contrato
se cumpla se habrá esfumado.
El plazo no es más extintivo que si se conviene que
el precio de una compraventa se pagará dentro de tres me-
ses. Nadie ha pensado, hasta ahora, que transcurrido el
plazo se extingue el derecho del vendedor; al contrario,
justamente porque ha vencido el plazo se hará exigible.
Podrá ciertamente -estipularse que el contrato deberá
precisamente celebrarse dentro del plazo y que, expirado
éste,- quedará sin efecto bv promesa. Tal estipulación im-
porta un pacto comisorio.

9 5 . Estipulación de una condición para fijar la época


de la celebración del contrato prometido.—Puede ocurrir
que las partes no estén en situación de prever con certi-
dumbre cuándo se encontrarán en situación de celebrar el
contrato que proyectan; en tal caso, pactarán una condición
para fijar la época en q u e debe celebrarse.
Pero la condición debe ser tal que sirva efectivamente
para señalar esa época. La Corte Suprema ha resuelto, ge-
neralmente, que esa condición debe ser determinada, esto
es, que deba realizarse dentro de cierto plazo. H a negado
valor a promesas en que se estipuló una condición inde-
terminada *°.

96. Especificación del contrato prometido.—Por úl-


timo, la promesa requiere que se especifique de tal modo

«° R. de D. y J., t. XLV, I. pág. 176 y t. XLVI, I, pág. 906.


Véase, sin embargo, R. de D. y J., t. XLI, I, pág. 506 y
Claro Solar, ob. cit., t. XI, N? 1208.
Manual de Derecho Civil 67

el contrato prometido que sólo falte para q u e sea perfecto


la tradición de la cosa y las solemnidades legales en su caso.
La especificación del contrato significa que éste se
individualice de tal modo que se sepa de q u é contrato se
trata y se precisen sus características para que no se con-
funda con otro.
Si se promete celebrar un contrato de sociedad, deberá
individualizarse a las partes, indicarse el objeto de la socie-
dad, el capital de la misma y cómo debe ser aportado, la
forma de la administración, etc.
La especificación del contrato que se promete se jus-
tifica sobradamente. La promesa, de otro modo, sería prác-
ticamente ineficaz; quedaría abierta la puerta para futuras
discusiones acerca del alcance de lo estipulado. La especi-
ficación del contrato garantiza el cumplimiento de la obli-
gación u obligaciones de las partes y hace posible, en su
hora, recabar su ejecución compulsiva.

97. Promesa unilateral d e celebrar u n contrato bila-


teral.—La doctrina ha discutido largamente sobre la validez
de las promesas unilaterales de celebrar un contrato bila-
teral.
La jurisprudencia se ha inclinado resueltamente por la
nulidad de tales promesas y parte de la doctrina la acom-
4 1
p a ñ a . H e aquí, someramente, sus argumentos:
a) La ley exige que se especifique el contrato prome-
tido de modo que sólo falte para su perfeccionamiento la
tradición o las solemnidades legales, y esta especificación
no sería lo cabal que la ley exige si no consta en la pro-
mesa el propósito recíproco de obligarse.
Prometida la celebración de un contrato de compra-
venta de un inmueble, la promesa debe expresar que una

« Alessandri, "De la compraventa", t. II, N* 2114 y sgtes.; Barros


Errázuriz, ob. cit., t. III, N* 45.
68 Ramón Meza Barios

parte se obliga a vender y la otra a comprar; si así no fuera,


faltaría, además de la solemnidad legal, el consentimiento
recíproco de las partes, el mutuo acuerdo sobre la cosa y
i el precio, esencial en la compraventa.
b ) La promesa unilateral en que una de las partes no
contrae ninguna obligación y tiene la prerrogativa de acep-
tar o no la celebración del contrato prometido, sería nula
conforme al art. 1478. Su obligación estaría sujeta a una
condición potestativa dependiente de su sola voluntad.
4 2
La mayor parte de la doctrina es adversa a esta tesis .
a) La especificación del contrato prometido tiende a
individualizarlo y hacerlo inconfundible con otro. En una
promesa unilateral de compraventa, individualizadas las
partes, señalada la cosa y fijado el precio, el contrato fu-
turo queda especificado suficientemente y no es posible
dudar acerca de la clase de contrato de que se trata y del
alcance de sus estipulaciones.
b ) La exigencia de que las partes contraigan en la
promesa las obligaciones que son propias del contrato pro-
metido, importa asumir de antemano las obligaciones de
un contrato aún inexistente.
c) Si el legislador hubiera entendido que era menester
que ambas partes en la promesa contrajeran obligaciones
recíprocas, ciertamente lo habría expresado, como lo hizo
el art. 98 que define los esponsales como la promesa de
matrimonio "mutuamente aceptada".
d ) Es sabido que el Proyecto de 1853 establecía que
la promesa y el contrato prometido consensúa! se identifi-
can. Así ocurre, en efecto, pero a condición d ; que la pro-
mesa sea bilateral. La promesa unilateral de compraventa

« Claro Solar, ob. cíe, t. XI, N* 1211: Urrutia (Leopoldo).


"Promesas unilaterales de venta y de compraventa", R. de D
y T., t. XVI, 1* pie., pág. 5; Silva Imperiali, "La promesa de
celebrar un contrato", ti' 38 y sgtes.
Manual de Derecho Civil 69
de bienes muebles no puede identificarse con el contrato
prometido porque falta el acuerdo sobre la cosa y el precio.
La aseveración del Proyecto contenía, pues, una ver-
dad sólo parcial. Su eliminación del texto definitivo del
Código se ha debido probablemente a la comprobación dé
este aserto. N o se identifican el contrato prometido con-
sensúa! y la promesa unilateral de celebrarlo. Pero ¿para
qué preocuparse de la promesa unilateral si, en concepto
del legislador, no fuera válida?
e) En fin, no se perciben razones morales o jurídicas
para prohibir las promesas unilaterales que responden a
una sentida necesidad en la vida de los negocios.

Para sortear estas discusiones, movido por una imperativa ne-


cesidad practica, el Código de Minería ha establecido en su art. 76,
inc. 1*: "Será válido el contrato de promesa de venta de una perte-
nencia o parte alícuota de ella, de acciones en una sociedad minera
y, en general, de cualquier otro derecho regido especialmente por el
presente Código, aunque se estipule que es facultativo para el pro-
mitente comprador realizar o no la compraventa". *

9 8 . Efectos de la promesa.—El art. 1554 concluye


que, concurriendo los requisitos legales, "habrá lugar a lo
prevenido en el artículo precedente".
Esta referencia al art. 1553 pone de manifiesto que
de la promesa nacen obligaciones de hacer. Por lo tanto,
podrá el acreedor instar por que se apremie al deudor para
la ejecución del hecho convenido o para que se le indem-
nicen los perjuicios derivados d e la infracción del contrato.
El art. 531 del Código de Procedimiento Civil esta-
blece que si el hecho debido consiste en la suscripción de
un documento o en la constitución de una obligación, po-
drá el juez proceder a nombre del deudor, cuando éste es
requerido y " n o lo hace dentro del plazo que le señale el
tribunal".
El Código citado está derogado. En el actual Código de Minería (ky 18.248;
D. Of. 14 de octubre de 1983), vid. art. 169 (N. del E.).
70 Ramón Meza Barros

2. LA COMPRAVENTA

GENERALIDADES

99. Concepto.—La compraventa encuentra su origen


en el primitivo trueque o cambio directo de una cosa por
otra que, mientras no se conoció la moneda, fue el único
medio de que los hombres se sirvieron para suplir sus
necesidades.
Introducida la moneda como medida de valores, el
trueque primitivo es reemplazado por el cambio de cosas
por dinero que, facilitando las transacciones, ha permitido
que el intercambio adquiera las vastísimas proyecciones que
exige el desenvolvimiento de la vida contemporánea.
La compraventa es, en la actualidad, "el principal
motor del mundo económico" **.
Define el art. 1793 el contrato de compraventa: "La
compraventa es un contrato en que una de las partes se
obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero".
£1 contrato de compraventa es, en suma, el cambio
de una cosa por dinero.

100. Caracteres del contrato de compraventa.—El


contrato de compraventa es un contrato bilateral, oneroso,
regularmente conmutativo, principal y normalmente con-
sensual.
a) Puesto que las p a n e s contratantes se obligan recí-
procamente, el contrato de compraventa es bilateral (art.
1493). .
Señala la definición legal las principales obligaciones
que las partes contraen: dar el vendedor la cosa vendida
y pagar el comprador el precio.
Tales son las obligaciones fundamentales que el con-
trato genera para las partes; son de su esencia y sin ellas

4 1
Baudry-Lacantinerie, ob. dt., t. III, N* 445.
Manual de Derecho Qvíl 71

el contrato no produce efectos civiles o degenera en otro


contrato diferente (art. 1 4 4 4 ) .
Si el vendedor se obliga a dar una cosa y el compra­
dor no contrae la obligación reciproca de pagarle un precio,
o a la inversa, promete el comprador pagar u n precio sin
que se le ofrezca una cosa en cambio, n o hay compraventa.
El contrato podría importar una donación de la cosa o del
precio.
b ) Debido precisamente a las prestaciones mutuas que
engendra, el contrato de compraventa es un contrato one­
roso.
Cada parte reporta en el contrato utilidad de la obli­
gación que para con ella se contrae y se grava con la que
toma a su cargo.
c) La compraventa reviste, por lo general, el carácter
de un contrato conmutativo.
Las prestaciones a que respectivamente se obligan
comprador y vendedor se miran como equivalentes (art.
1441). No obsta para que el contrato tenga este carácter
la circunstancia de que las prestaciones, en el hecho, n o
equivalgan. Importa solamente que las partes miren o con­
sideren sus mutuas prestaciones como equivalentes.
Por excepción, el contrato puede ser aleatorio; la con-
mutatividad, por tanto, no es de la esencia de la compra­
venta. Es aleatoria la compraventa de cosas que no existen,
pero se espera que existan, a que se refiere el art. 1813.
d ) La compraventa es un contrato principal porque
subsiste por sí mismo, sin necesidad de otra convención
(art. 1 4 4 2 ) .
e ) En fin, salvas las excepciones legales, el contrato
de compraventa es consensual y se perfecciona por el solo
consentimiento de las partes (art. 1 4 4 3 ) .
El art. 1801 inc. 1° expresa, en efecto, que la com­
praventa se reputa perfecta desde que las partes han con­
venido en la cosa y en el precio.
72 Ramón Meza Barros

Por excepción la compraventa es solemne; la solem-


nidad consiste, por lo común, en el otorgamiento de escri-
tura pública, como ocurre en los casos que prevé el inc. 2?
del art. 1801. El solo consentimiento de las partes no es
suficiente, en tales casos, para perfeccionar el contrato.

101. La compraventa es un título translaticio de do-


minio.—De acuerdo con lo prevenido en los arts. 675 y
703, la compraventa es un título translaticio de dominio,
esto es, por su naturaleza sirve para transferirlo.
La compraventa, pues, no transfiere el dominio; el
comprador no se hace dueño de la cosa vendida y el ven-
dedor del precio en virtud del contrato, sino de la tradi-
ción subsiguiente. Mientras la tradición no se efectúe, com-
prador y vendedor son solamente acreedores de la cosa y
del precio.
La adquisición del dominio, por tanto, se verifica por
medio de dos actos diferentes: el contrato de compraventa
que constituye el título de la adquisición y la tradición que
es el modo de adquirir.
Tal es el sistema, de filiación románica, adoptado por
nuestro Código Civil y que el Mensaje sintetiza: " u n con-
trato puede ser perfecto, puede producir obligaciones y de-
rechos entre las partes, pero no transfiere el dominio, no
transfiere ningún derecho real".
El contrato sólo genera obligaciones.

En el sistema adoptado por el Código francés el contrato de


compraventa es- translaticio de dominio. El art. 1583 previene que
la venta "es perfecta. entre las partes y la propiedad es adquirida
de derechos por el comprador respecto del vendedor, desde que se
ha convenido en la cosa y en el precio, aunque la cosa no haya sido
aún entregada ni el precio pagado".
El contrato de compraventa crea obligaciones y transfiere el
dominio; es, al mismo tiempo, título y modo de adquirir.
Manual de Derecho Ovil 73

102. Elementos del contrato de compraventa.—La


compraventa consiste, esencialmente, en un acuerdo de vo­
luntades sobre la cosa y el precio.
Hay en el contrato de compraventa, pues, tres ele­
mentos esenciales: el consentimiento de las partes, una cosa
y un precio, consensos, res, pretium.
Las normas de carácter general que reglan la forma­
ción del consentimiento, los vicios de que puede adolecer
y sus consecuencias son aplicables al contrato de compra­
venta.
Sin embargo, será menester examinar sobre qué debe
recaer el consentimiento de las partes y las formas que a
veces debe revestir.
La cosa y el precio constituyen el objeto, respectiva­
mente, de las obligaciones de vendedor y comprador y les
son aplicables, en general, las normas de los arts. 1460 y
siguientes. Pero será preciso estudiar las reglas particulares
que el legislador ha dado para el contrato de compraventa.
Las personas que celebren el contrato de compraventa
deben ser legalmente capaces; son incapaces para celebrarlo,
por de pronto, los que carecen de capacidad para celebrar
cualquier contrato.
Pero como el legislador ha establecido, además, nor­
mas peculiares que regulan la capacidad para comprar y
vender, es indispensable detenerse, también, a considerar
la capacidad en relación con el contrato de compraventa.

FORMAS DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA

103. La regla general.—El contrato de compraventa


es un contrato consensual, salvas las excepciones legales,
y se perfecciona, por tanto, por el solo consentimiento de
las partes.
El art. 1801, inc. 1?, dispone: "La venta se reputa
perfecta desde que las partes han convenido en la cosa y
en el precio; salvas las excepciones siguientes".
74 Ramón Meza Barros

El acuerdo de las voluntades debe existir, pues, rela­


tivamente a la cosa y al precio; debe existir, además, al
decir de Potbier, relativamente a la venta, esto es, las par­
tes han de estar acordes en que el contrato que celebran
es de compraventa.
a ) El consentimiento debe recaer, en primer término,
sobre la cosa que es objeto del contrato. N o existirá acuer­
do sobre la cosa vendida cuando los contratantes padezcan
d e error, bien sobre la identidad de la cosa específica de
que se trata (art. 1 4 7 3 ) , o sobre la sustancia o calidad
esencial de la misma (art. 1 4 5 4 ) .
b ) El acuerdo de voluntades, en seguida, debe versar
acerca del precio y se operará cuando el precio en que una
parte entiende comprar sea el mismo en que la otra en­
tiende vender.
c) Finalmente, el consentimiento debe recaer sobre la
venta misma, esto es, será preciso que una de las partes
quiera vender y la otra comprar.
Faltará el consentimiento al respecto cuando sean las
partes víctimas de un error sobre la especie de acto o con­
trato que se celebra, como si una de las partes entiende
vender y la otra que se le hace una donación (art. 1 4 5 3 ) .

104. Consentimiento en las ventas forzadas.—El con­


sentimiento de las partes debe manifestarse libre y espon­
táneamente; si es el resultado de la fuerza, el contrato ado­
lece de nulidad.
Sin embargo, suele ocurrir que el consentimiento en
el contrato d e compraventa n o se manifieste espontánea y
libremente. Tal cosa ocurre en las ventas forzadas como
cuando, a instancias de u n acreedor, se venden bienes del
deudor para pagarse con el producto.
Verdad es que el ejecutado vende a su pesar, porque
el tribunal le obliga a ello, a petición del acreedor. Pero,
por el hecho de obligarse, el deudor ha consentido de ante-
Manual de Derecho Civil 75

mano en las consecuencias de la obligación, que otorga al


acreedor un derecho de prenda general sobre sus bienes
e, implícitamente, ha autorizado al acreedor para hacerlos
vender, si la deuda no es pagada.
El ejecutado no consiente en la venta al tiempo en que
se realiza; ha consentido antes, al tiempo d e constituirse
en deudor.
La venta forzada, pues, es una verdadera compraven-
4 4
ta .

105. P o r excepción la compraventa es solemne.—El


contrato de compraventa, de ordinario consensual, suele ser
solemne. El carácter excepcional de las solemnidades apa-
rece claramente de manifiesto en el art. 1 8 0 1 .
No será suficiente, entonces, que las partes convengan
en la cosa y en el precio para que el contrato se repute
perfecto. Menester será, además, que se cumplan las so-
lemnidades o requisitos de forma que la ley prescribe.

106. Diversas dases de solemnidades.—Las solemni-


dades de que está revestida la compraventa pueden ser es-
tablecidas por la ley o por las partes contratantes. En otros
términos, pueden ser legales o voluntarias.
Las solemnidades legales ordinarias son aquellas de
que por la lev está revestida la compraventa de cierta clase
de bienes, por ejemplo, los bienes raíces.
Las solemnidades legales especiales gga unidlas guc
la, lev exige para la compraventa en atención a la» circuns-
tancias particulares en que se celebra o a las personas que
intervienen. Tales son las solemnidades que acompañan la
venta de bienes pertenecientes a incapaces.

** El are. 671 dispone que, "en las venta* forzadas que se hacen
por decreto judicial a petición de un acreedor, en pública
subasta", el juez inviste la representación legal del deudor.
76 Ramón Meza Barros

LAS solemnidades voluntarias son las que establecen


las partes, sea añadiéndolas a las que establece la ley, sea
para hacer solemne una compraventa que es naturalmente
consensual.

107. Solemnidades legales ordinarias.—Las solemni-


dades legales ordinarias consisten en el otorgamiento de
escritura .pública.
La escritura pública es, a la vez, requisito para el per-
feccionamiento del contrato y el único medio de probar su.
1 U ( a U a
<nci«tmrifl F.1 art | 2 M
L T»
mentó público no puede suplirse por otra prueba "en los
actos y contratos en que la ley requiere esa solemnidad"
y su omisión hará que los actos se miren "como no ejecu-
tados o celebrados".

108. Caaos en que la ley exige escritura pública para


la validez de la venta.—El art. 1801, inc. 2?, previene:
( "La venta de los bienes raíces, servidumbres y censos, y
la de una sucesión hereditaria, no se reputan perfectas ante
la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública".
al Es solemne, pues, |a compraventa de bienes raíces.
La importancia de esta clase de bienes justifica la exi-
gencia de que la compraventa debe revestirse de formas
que la constaten fehacientemente. Por otra parte, la tradi-
ción de los inmuebles vendidos debe verificarse por la ins-
cripción en el Registro del Conservador de Bienes Raíces;
tal inscripción ha de hacerse mediante la exhibición de un
título auténtico

** El art. 57 del Reglamento del Conservador previene que, para


llevar a cabo la inscripción, "se exhibirá al Conservador copia
auténtica del título respectivo".
Manual de Derecho Ovil

109. Compraventa por mtermedio de mandatarios.—


¿ Deberá constar por escritura pública el mandato para cele-
brar el contrato de compraventa de los bienes a que se
refiere el art. 1801 inc. 2??
~~ t i examen de las normas legales pertinentes lleva a
la conclusión de que no es necesario oue el mandato revis-
ta las mismas formas que el contrato encomendado al man-
datario.
El art. 2123, que gobierna la materia, destaca el ca-
rácter generalmente onnsensual del mandato, v añade que
no se admitirá para acreditarlo la escritura privada cuando
las leves requieran un instrumento auténtico. El mandato
debe constar de escritura pública cuando la lev exige esta
formalidad^ como ocurre con el que se otorgue para con-
traer matrimonio o para parecer en juicio.
De este modo, la pretensión de que conste por escri-
tura pública el mandato para comprar o_vender los bienes
78 Ramón Meza Barros

que señala el art. 1 8 0 1 , inc. 2?, importa la exigencia de


una solemnidad n o prescrita por la lcy**T
Sin embargo, la doctrina generalmente estima que es
4 7
necesaria la forma pública y la jurisprudencia se ha pro-
4 8
nunciado sistemáticamente en el mismo sentido .

110. La inscripción no es requisito de la compra-


venta de bienes raices <—La inscripción del contrato en el
Registro de Propiedades del Conservador de Bienes Raíces
del departamento no es solemnidad de la compraventa.
£1 contrato está perfecto desde que las partes, conve-
nidas en la cosa y en el precio, otorgan la correspondiente
escritura pública.
í j g g La inscripción es la manera de efectuar la tradición
de la cosa vendida, si esta es un bien inmueble; en otros
términos, es la, forma cómo el vendedor cumple con la
principal obligación que el contrato le impone.

111. Es solemne sólo la venta de inmuebles por su


naturaleza.—Únicamente es solemne la compraventa de
bienes inmuebles por su naturaleza.
?
a ) El art. 1801, inc. 3 . previene: "Los frutos y flo-
res pendientes, los árboles cuya madera se vende, los ma-
teriales de un edificio que va » derribarse, los materiales
que naturalmente adhieren al suelo, como piedras y sus-
tancias minerales de toda clase, no están sujetos a esta
excepción".
De este modo, es meramente consensúa! |¡a compra-
venta <U bienes muebles por anticipación, bienes que se
reputan tales, aun antes d e su separación, para los efectos

*• Véase los N«- 577 y 578; en el mismo sentido Stitchkin,


"El mandato civil", N' 80, págs. 154 y sgtes.
*f Barros Errázuriz, ob. cit., t. III, N* 253, pág. 325.
*« R. de D. y J., t. XX, I, pág. 37 y t. XXII. I, pág. 1085.
Manual de Derecho Civil 79

de constituir un derecho en favor de otra persona que el


dueño (art. 5 7 1 ) .
17) Es también consensual la venta de los bienes in-
muebles por destinación, e s t o . e s , ios que se encuentran
permanentemente destinados al uso, cultivo y beneficio de
un inmueble.
Vendidos separadamente del inmueble y puesto que
dejan de estar destinados al uso, cultivo y beneficio del
mismo, recobran su calidad natural de bienes muebles.
Por este motivo es consensual la compraventa de los
animales o aperos de labranza de u n fundo.

112. Solemnidades legales especiales.—La ley reviste


de solemnidades especiales la compraventa por las circuns-
tancias en que se celebra el contrato o la calidad de las
personas que lo estipulan.
a) Así, se someten a formalidades especiales las ven-
tas forzadas ante la justicia. La venta se hace, previa tasa-
ción del inmueble y la publicación de avisos, en pública
subasta, ante el juez (arts. 485 y sgtes. del C. de P . Ci-
vil) **.

El art. 495 del Código de Procedimiento Civil dispone que


del remate debe levantarse un acta en' el registro especial que, con
tal objeto, debe llevar el secretario del juzgado que no sea notario.
La disposición dice textualmente: "El acta de remate de 1»
clase de bienes a que se refiere el inc. 2° del art. 1801 del Código
Civil, se extenderá en el registro del secretario que intervenga en
la subasta, y será firmada por el juez, el rematante y el secretario.
Esta acta valdrá como escritura pública, para el efecto del citado

Las normas indicadas rigen para la venta de los bienes embargados en el


juicio ejecutivo; son aplicable* en caso de quiebra y, con alguna* varian-
tes, a la-venta de bienes comunes, en el juicio de partición (art*. 101 de la
Ley de Quiebras y 658 del C. de P. Civil). La ley citada se encuentra
derogada. En la actual Ley de Quiebras, N° 18.175, D. Of. de 28 de
octubre de 1982, vid. art. 122. (N. del E.)
80 Ramón Meza Barro*

artículo del Código Civil; pero se extenderá sin perjuicio de otor-


garse dentro de tercero día la escritura definitiva con inserción de
los antecedentes necesarios y con lo* demás requisitos legales",
El acta hace provisoriamente las veces de escritura pública
para el perfeccionamiento del contrato; pero la compraventa debe
reducirse a escritura pública, en el plazo perentorio indicado.

La escritura deberá ser suscrita por el rematante y por


el juez, como representante legal del vendedor. Para los
efectos de la inscripción, no admitirá el Conservador sino
la escritura definitiva de compraventa (art. 497 del C. de
P . Civil).
b ) En las ventas de bienes pertenecientes a personas
incapaces las solemnidades que comúnmente acompañan la
venta son la autorización judicial y la subasta pública (arts.
255, 393, 394, 484, 488, 489, 1 7 5 4 ) .
Las solemnidades referidas suelen ser aplicables, tam-
bién, a los bienes muebles.

2. Solemnidades voluntarias

113. Solemnidades estipuladas por las partes.—Las


partes pueden someter el contrato d e compraventa a las
solemnidades que deseen. Prácticamente la solemnidad con-
sistirá en el otorgamiento de escritura pública o privada
cuando la compraventa es puramente consensual.
Prevé el art. 1802 esta situación: "Si los contratantes
estipularen que la venta de otras cosas que las enumeradas
en el inc. 2? del artículo precedente no se repute perfecta
hasta el otorgamiento de escritura pública o privada, podrá
cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue
la escritura o no haya principiado la entrega de la cosa
vendida".
Es menester que las partes estipulen expresamente
que el contrato de compraventa, cuando éste es consensual,
Manual de Derecho Civil 81

no se repute perfecto, sin embargo, si no se otorga escri-


tura pública o privada.
Mientras no se otorgue la escritura, el pacto verbal
es un simple proyecto; la facultad de retractarse las partes
es una lógica consecuencia de que el contrato no se ha
perfeccionado.
La facultad de retractación se mantiene hasta que
ocurra alguna de las dos circunstancias siguientes:
a) hasta que se otorgue la escritura pública o privada
porque, perfecto el contrato, no es licito a las partes de-
jarlo unilateralmente sin efecto, o
b ) hasta que haya principiado la entrega porque el
cumplimiento del contrato, sin que se haya otorgado la
escritura prevista, importa una tácita derogación de la esti-
pulación que lo hizo solemne.

3. Las arras

114. Concepto de las arras y sus clases.—Consisten


las arras en una cantidad de dinero u otras cosas muebles
que se dan en garantía de la celebración del contrato, o
bien en parte del precio o en señal de quedar convenidos.
Las arras, por lo tanto, pueden sei de dos clases y
tener una doble finalidad: a) sirven como garantía de la
celebración o ejecución del contrato, y b ) se dan como
parte del precio o en señal de quedar las partes convenidas.

115. Las arras como garantía.—Las arras, dadas en


garantía de la celebración o ejecución del contrato, signi-
fican que las partes no han entendido ligarse definitiva-
mente, sino que mutuamente se reservan la facultad de
desdecirse perdiendo su valor.
En efecto, el art. 1803 dispone: "Si se vende con
arras, esto es, dando una cosa en prenda de la celebración
o ejecución del contrato, se entiende que cada uno de los
82 Ramón Meza Barros

contratantes podrá retractarse; el que ha dado las arras,


perdiéndolas; y el que las ha recibido, restituyéndolas do-
bladas".
Las arras de esta clase ponen de manifiesto la fragi-
lidad del contrato, puesto que n o son sino un medio de
poner a las partes en situación de desistir de él. £1 con-
trato se celebra bajo una condición negativa y suspensiva,
que consiste en que las partes no hagan uso de la facultad
de retractación.

116. Tiempo en que las partea pueden retractarse.—


La facultad de retractarse n o dura indefinidamente. El art.
1804 señala el plazo y demás condiciones que limitan esta
facultad: "Si los contratantes no hubieren fijado plazo den-
tro del cual puedan retractarse, perdiendo las arras, no
habrá lugar a la retractación después de los dos meses sub-
siguientes a la convención, ni después de otorgada escri-
M
tura pública d e la venta o de principiada la entrega" .
a ) La facultad d e retractarse, por lo tanto, tiene un
límite en el tiempo. Sólo puede ejercitarse en el plazo fi-
jado por las partes y, a falta de estipulación, en el plazo
de dos meses contados desde la convención.
b ) Pero la facultad d e retractarse puede extinguirse
antes de los plazos indicados, cuando el contrato se reduce
a escritura pública o ha comenzado a efectuarse la entrega.

117. Las anas en señal d e quedar convenidos o co-


mo parte del precio.—Esta clase d e arras constituyen un
testimonio de la celebración definitiva del contrato; en
otras palabras, constituyen u n medio de prueba de su cele-
bración.
Las partes carecen de la facultad de retractarse por-

5 0
La regla del art. 1804 es aplicable, en todas sus partes, sola-
mente a las ventas consensúales.
Manual de Derecho Civil 83

que el contrato de compraventa ha quedado perfecto, a


menos que requiera el otorgamiento de escritura pública.
El art. 1805 inc. 1? previene: "Si expresamente se
dieren arras como parte del precio, o como señal de que-
dar convenidos los contratantes, quedará perfecta la venta;
sin perjuicio de lo prevenido en el art. 1 8 0 1 , inc. 2?".
Para que las arras se entiendan dadas en señal de que-
dar convenidos o como parte del precio es menester la
concurrencia copulativa de estas dos circunstancias: a) que
las partes lo convengan expresamente, y b ) que este con-
venio conste por escrito.
Si así no fuere, se entienden las arras dadas en ga-
rantía y facultadas las partes para retractarse. El art. 1805
inc. 2° establece: " N o constando alguna de estas expresio-
nes por escrito, se presumirá de derecho que los contra-
tantes se reservan la facultad de retractarse según los dos
artículos precedentes".
Las a n a s en garantía, pues, constituyen la regla gene-
ral; para que pueda atribuírseles otro carácter es preciso
un pacto expreso y escrito.

118. Las arras en el Código de Comercio.—El Código de


Comercio establece sobre las arras reglas diametralmente contrarias.
Las arras se presumen dadas en parte de prueba, salvo estipu-
lación en contrario, y no permiten a las partes retractarse.
El art. 107 del Código de Comercio dispone: "La dación de
arras no importa reserva del derecho de arrepentirse del contrato
ya perfecto, a menos que se hubiere estipulado lo contrario". Y el
art. 108 del mismo Código añade: "La oferta de abandonar las arras
o de devolverlas dobladas no exonera a los contratantes de la obli-
gación de cumplir el contrato perfecto o de pagar daños y perjuicios".

4. Gastos del contrato de compraventa

119. Los gastos son de cargo del vendedor.—Supone


el legislador que los gastos que demande el contrato de
84 Ramón Meza Barro*

compraventa han sido tomados en cuenta en el precio y


establece que son de cargo del vendedor, salvo estipula­
ción contraria.
El art. 1806 dispone: "Los impuestos fiscales o mu­
nicipales, las costas de la escritura y de cualesquiera otras
solemnidades de la venta, serán de cargo del vendedor, a
menos de pactarse otra cosa".
Los impuestos a que la disposición se refiere son,
obviamente, los que graven la compraventa.
El gasto de mayor entidad que habrá de demandar
la venta de bienes raices es el pago del impuesto llamado
de transferencia.
Modificando la regla general del art. 1806, la Ley de
Timbres, Estampillas y Papel Sellado dispone que el im­
puesto a la compraventa, aplicable sobre el valor del con­
trato, con mínimo del avalúo vigente, será de cargo de
quien otorgue o suscriba el documento gravado, a prorrata
de sus intereses, sin perjuicio de que pueda pactarse la
división del gravamen en forma distinta (arts. 11 N? 5° y
16 del Decreto Ley N? 619, de 19 de agosto de 1974).*

S. L A COSA VENDIDA

120. La cosa vendida, requisito esencial de la com­


praventa.—No se concibe el contrato de compraventa sin
que haya una cosa que se vende. La compraventa consiste
esencialmente en el cambio de una cosa por dinero.
Si falta la cosa vendida, la obligación del vendedor
carecería de objeto; tal obligación no podría existir y, por
lo mismo, carecería de causa la obligación del comprador.
121. Requintos de la cosa vendida.—La cosa ven­
dida debe reunir los requisitos propios del objeto de toda
declaración de voluntad: ser lícito, determinado y existir o
esperarse que exista.
La cosa vendida debe reunir estos caracteres y, ade-

Derogado P™ el DL 3.475 (D. Of. de A de septiembre de 1980) (N. del E.).


Manual de Derecho Civil 85

más, los que son peculiares para el contrato de compra-


venta. Tales requisitos son cuatro:
a) debe ser comerciable;
b ) debe ser singular y determinada;
c) debe existir o esperarse que exista, y
d ) no debe pertenecer al comprador.

1. La cosa vendida debe ser comerciable

122. Cosas que no pueden venderse.—Pueden ser


objeto del contrato de compraventa, en general, todas las
cosas, tanto corporales como incorporales, con tal que la
ley no prohiba su enajenación. £1 art. 1810 dispone, en
efecto: "Pueden venderse todas las cosas corporales o in-
corporales, cuya enajenación no esté prohibida por la ley".
La compraventa no es propiamente un acto de enaje-
nación puesto que no transfiere el dominio; la cosa se hace
ajena por la tradición subsiguiente.
Si no mediara el texto legal citado, podría razona-
blemente entenderse que la venta de bienes cuya enajena-
ción la ley prohibe sería válida, y nula solamente la tra-
dición.
La compraventa de cosas cuya enajenación está prohi-
bida es nula, de nulidad absoluta, porque adolece de ilici-
tud en el objeto.
De esta manera, no pueden venderse las cosas embar-
gadas, a menos que el juez lo autorice o el acreedor con-
sienta en ello; las especies cuya propiedad se litiga, sin
permiso del juez que conoce del litigio; los derechos y pri-
vilegios que no pueden transferirse a otra persona ( a r t .
1 4 6 4 ) , etc.

2. La cosa vendida debe ser determinada y singular


123. Determinación de la cosa.—La cosa vendida,
de acuerdo con los principios generales, debe ser determi-
86 Ramón Meza Barros

nada; la determinación puede verificarse específica o gené-


ricamente. £1 art. 1461 dispone que las cosas que son
objeto de una declaración de voluntad es menester "que
estén determinadas, a lo menos en cuanto a su género".

124. LA cantidad d e la cosa vendida puede ser deter-


minable.—Cuando la cosa vendida se determina genérica-
mente, debe igualmente determinarse la cantidad.
Pero la cantidad puede ser inicialmente incierta, esto
es, no ser determinada sino solamente determinable. La de-
terminación posterior, sin embargo, no podrá quedar entre-
gada a un nuevo acuerdo de las partes, sino que deberá
verificarse de acuerdo con las normas señaladas en el con-
trato mismo.
El art. 1461, inc. 2?, dispone que "la cantidad puede
ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o
contenga datos q u e sirvan para determinarla".
De esta manera es viable la venta de la cantidad de
carbón o petróleo que requiera una industria que puede
determinarse por la naturaleza o capacidad de sus máquinas.

125. La cosa vendida debe ser singular.—No es vá-


lida la venta d e una universalidad jurídica. No es posible
que una persona venda su patrimonio, reputado un atri-
buto inherente de la personalidad.
El art. 1811 dispone sobre el particular: " E s nula la
venta de todos los bienes presentes o futuros o de unos
y otros, ya se venda el total o una cuota".

Una regla análoga consagra el Código para el contrato de so-


ciedad; según el art. 2056, "se prohibe toda sociedad a título uni-
versal, sea de bienes presentes y venideros, o de unos u otros".
Para las donaciones entre vivos rige la norma del art. 1409:
"Las donaciones a título universal no se extenderán a los bienes
futuros del donante, aunque éste disponga lo contrario".
Manual de Derecho Civil 87

126. Es válida la venta d e todos los bienes de una


persona, especificándolos.—Pero los bienes todos de una
persona pueden venderse, con tal que se individualicen o
inventaríen en escritura pública.
El art. 1811 añade: " p e r o será válida la venta de
todas las especies, géneros y cantidades que se designen
por escritura pública, aunque se extienda a cuanto el ven-
dedor posea o espere adquirir, con tal que no comprenda
objetos ilícitos".
Por tanto, la eficacia de la venta está condicionada a
los siguientes requisitos: a) que se especifiquen los bienes
vendidos; b ) que esta especificación se haga en escritura
pública, y c) que no se comprendan en la venta objetos
ilícitos.
Se entienden únicamente vendidos, n o obstante cual-
quiera estipulación en contrario, los bienes inventariados.
El art. 1811, inc. 2?, concluye: "Las cosas no comprendi-
das en esta designación se entenderán que no lo son en
la venta: toda estipulación contraria es nula".

3. La cosa vendida ha de existir o esperarse que exista

127. Necesidad de la existencia actual o futura d e


la cosa vendida.—Conforme al precepto general del art.
1461, " n o sólo las cosas que existen pueden ser objeto de
una declaración de voluntad, sino las que se espera que
existan".
Pueden venderse, pues, las cosas presentes y futuras,
esto es, las que existen al tiempo de celebrarse el contrato
y aquellas cuya existencia se espera en el porvenir.

128. Venta de la cosa q u e dejó de existir al tiempo


del contrato.—La inexistencia de la cosa al tiempo del
contrato sin que se espere que llegue a existir produce
consecuencias diversas, según que falte total o parcialmente.
88 Ramón Meza Barros

a) Si la cosa no existe en absoluto, no hay ni puede


haber compraventa.
El art. 1814 previene: "La venta de una cosa que al
tiempo de perfeccionarse el contrato se supone existente
y no existe, no produce efecto alguno".
Es indiferente que comprador y vendedor supieran o
ignoraran que la cosa no existe; la falta total del objeto
hace imposible que el contrato se perfeccione.
b ) Si la cosa existe sólo parcialmente, el contrato es
viable. Pero como n o existe íntegramente la cosa vendida
y el comprador no podrá obtener probablemente una satis­
facción total, el inc. 2? del art. 1814 le otorga u n derecho
opcional: "Si faltaba una parte considerable de ella al tiem­
po de perfeccionarse el contrato, podrá el comprador a su
arbitrio desistir del contrato, o darlo por subsistente, abo­
nando el precio a justa tasación".
Existe jurídicamente el contrato; pero toca al compra­
dor decidir si desiste o persevera en él, y en este último
caso, le asiste el derecho de que se reajuste debidamente
el precio.
Estos derechos competen sólo al comprador si la cosa
faltaba "en una parte considerable", o sea, en parte im­
portante o digna de consideración.

129. Consecuencias de la mala fe del vendedor.—


La buena o mala fe del comprador y vendedor, entendien­
do por tal su conocimiento o ignorancia de la inexistencia
de la cosa, no influye en la validez del contrato.
Pero tiene considerable importancia para otros efectos.
Si el vendedor supo que la cosa no existía en todo o parte
debe reparar los perjuicios al comprador que lo ignoraba.
El art, 1814, inc. 3?, prescribe: " E l que vendió a
sabiendas lo que en el todo o en una parte considerable
no existía, resarcirá los perjuicios al comprador de buena
fe".
Manual de Detecho Civil 89

130. Venta de cosa futura o que se espera que exis­


ta.—Cosa futura es aquella que no existe al tiempo del
contrato, pero se supone que existirá a posteriori.
La compraventa, en tal caso, se entiende verificada
bajo la condición suspensiva de que la cosa llegue a existir;
fallida la condición, o sea, si la cosa no llega a existir, la
compraventa no se habrá perfeccionado.
El art. 1813 se refiere a la compraventa de cosa fu­
tura y dispone que "la venta de cosas que no existen, pero
se espera que existan, se entenderá hecha bajo la condi­
ción de existir".
Esta especie de compraventa es muy común en la vida
de los negocios. A compra a B 1.000 quintales d e trigo de
la próxima cosecha de su fundo; la compraventa existirá
a condición de que se coseche trigo y n o habrá venta si
el fundo nada produce.

131. Venta de la suerte.—La compraventa d e cosa


futura es, como se ha dicho, condicional. Suele, sin em­
bargo, adoptar u n carácter diverso.
El art. 1813 dispone que no se reputará condicional
en contrato, subordinado a la condición de que la cosa
llegue a existir, cuando se estipule lo contrario o " p o r la
naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte".
Lo vendido, en tal caso, no es la cosa que se espera
que exista, sino la suerte o esperanza.
No obsta para que la venta sea perfecta, por lo tanto,
que la cosa no llegue a existir y que se frustren las pre­
visiones de las partes.
La no existencia de la cosa no influye en la validez
del contrato, sino en el provecho que las partes reportarán
de él, de modo que si no llega a existir el comprador expe­
rimentará sencillamente una pérdida.
Es clásico el ejemplo de Pothier de esta especie de
compraventa. Si un pescador vende por determinado precio
90 Ramón Meza Barros

los peces que saque en su red, el comprador debe pagar


el precio convenido, aunque no saque ninguno; lo vendido
no fueron los peces mismos, sino el azar de la pesca.
La v e n u de la suerte, pues, no es condicional, sino
que pura y simple. £1 contrato, en esta hipótesis, es emi-
nentemente aleatorio.

4. La cosa no debe pertenecer al comprador


132, La compra d e cosa propia no vale.—La cosa
propia puede pertenecer al vendedor o a u n tercero, pero
nunca al comprador.
£1 art. 1816 dispone: "La compra de cosa propia no
vale: el comprador tendrá derecho a q u e se le restituya lo
que hubiere dasfr sos ella".
Carece de ¡atesé» el comprador para intentar la ad-
quisición de una cosa que le pertenece.
Pero será menester que el comprador tenga sobre la
cosa la propiedad plena o absoluta. P o r esto el propietario
fiduciario podrá comprar la cosa al fideicomisario y la com-
praventa, válida en tal caso, persigue una finalidad útil
evidente: evitarse el fiduciario tener que restituir la cosa
al tiempo de cumplirse la condición.

133. Venta de cosa ajena.—Mientras la compraven-


ta de cosa propia adolece de nulidad, es válida la com-
praventa de cosa ajena.
El art. 1815 establece, en forma perentoria: "La ven-
ta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del
dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el
lapso de tiempo".
La disposición es la obligada consecuencia d e ser la
compraventa, en nuestro derecho, como lo era en el dere-
cho romano, simplemente productiva d e obligaciones.
Si, en virtud det contrato de compraventa, mediante
cierto precio, el vendedor se obliga a entregar la cosa, a
Manual de Derecho Ovil 91

procurar al comprador la posesión tranquila o, aún, a ha-


cerle propietario de la cosa, nada obsta para que la con-
61
vención sea v á l i d a .
Puede el vendedor contraer la obligación de hacer al
comprador propietario de una cosa que no le pertenece;
la ejecución de la obligación será posible en virtud de un
arreglo entre el vendedor y el dueño de la cosa.

134. Efectos d e la venta de c o n ajena.—Los efectos


de la compraventa de cosa ajena deben considerarse desde
el punto de vista del verdadero propietario y desde el
punto de vista de las relaciones entre vendedor y com-
prador.

135. Efectos con relación al dueño de la cosa,—El


dueño de la cosa es totalmente extraño al contrato y a su
respecto no produce efecto alguno. El contrato es para él
res ínter dios acta.
No contrae el dueño ninguna obligación y conserva
incólume su derecho de propiedad, mientras el comprador
no haya llegado a adquirirlo por prescripción. El art. 1815
se cuida de advertir que la validez de la venta d e cosa
ajena se entiende "sin perjuicio de los derechos del dueño
de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso
de tiempo".
El derecho del dueño consistirá en reivindicar la cosa
contra el comprador, que será regularmente quien la posea.

136. Efectos entre las partes.—Los efectos de la


compraventa de cosa ajena entre los contratantes se resu-
men como sigue:
a) La compraventa, seguida de la correspondiente tra-
dición, no dará al comprador el dorninio d e que el ven-

Véate el N? 164.
92 Ramón Meza Barros

dedor carecía. Únicamente le transferirá los derechos trans-


feribles del vendedor sobre la cosa (art. 6 8 2 ) .
Pero el comprador adquirirá la posesión de la cosa
y podrá ganarla consecuencialmente por prescripción (art.
6 8 3 ) . Esta prescripción será ordinaria o extraordinaria, se-
8 2
gún que el comprador haya estado de buena o mala fe .
b ) Como consecuencia de ser ajena la cosa podrá ver-
se el vendedor en la imposibilidad de entregarla, por ejem-
plo, por no poder conseguirla del dueño.
El comprador, en tal caso, tiene derecho a demandar
el cumplimiento del contrato o su resolución, con indem-
nización de perjuicios.
c) Si entregada la cosa al comprador, el dueño de ella
la reivindica, el vendedor está obligado a sanear la evic-
ción, esto es, a defenderle en el juicio y a indemnizarle en
caso de producirse una privación total o parcial de la cosa
vendida ••,
N o tiene el comprador este derecho si compró "a sa-
?
biendas de ser ajena la cosa" (art. 1852, inc. 3 ) .

137. Venta de cosa ajena ratificada por el dueño.—


El vendedor no puede transferir un dominio de que ca-
rece. Pero si el dueño de la cosa vendida ratifica el con-
trato, adquirirá el comprador el dominio retroactivamente.
El art. 1818 dispone: "La venta de cosa ajena, rati-
ficada después por el dueño, confiere al comprador los
derechos de tal desde la fecha de la venta".
La disposición es desafortunada en su redacción y, en-
tendida literalmente, absurda y contraria al sistema del
Código.

M
Si el comprador está- de buena fe adquirirá por prescripción
ordinaria puesto que habrá tradición y la compraventa de cosa
ajena es un justo título.
" Véase el N* 184 y sgtes.
Manual de Derecho Civil 93

Nótese que la ratificación no valida el contrato; el


comprador adquiere los derechos de tal desde el momento
en que el contrato se celebra, puesto que la venta de cosa
ajena es válida, con prescindencia de la ratificación.
Solamente la ratificación hace posible que se trans-
fiera el dominio y, obviamente, éste se entiende transfe-
rido desde el momento de la tradición y no de la venta.

138. Adquisición ulterior del dominio por el vende-


dor.—Iguales efectos produce la adquisición por el ven-
dedor del dominio de la cosa vendida, después de cele-
brado el contrato.
El art. 1819 expresa: "Vendida y entregada a otro
una cosa ajena, si el vendedor adquiere después el dominio
de ella, se mirará al comprador como verdadero dueño
desde la fecha de la tradición".
La disposición concuerda con el art. 6 8 2 ; si el tra-
dente después adquiere el dominio se entenderá éste trans-
ferido desde el momento de la tradición.
El inc. 2? del art. 1819 señala una consecuencia ló-
gica: " P o r consiguiente, si el vendedor la vendiere a otra
persona después de adquirido el dominio, subsistirá el do-
minio de ella en el primer comprador".
La nueva venta que el vendedor hiciere sería de cosa
ajena; la cosa ya no le pertenece y es de propiedad del
5 4
comprador desde que le fue entregada .

139. Sistema del Código Civil francés.—El Código


Civil francés dispone terminantemente que la venta de

0 4
Se observa que el art. 1818 reputa al comprador dueño "desde
la fecha de la venta", mientras el art. 1819 le considera pro-
pietario "desde la fecha de la tradición". La venta de cosa
ajena, aunque el dueño la ratifique, no puede hacer al com-
prador propietario sino desde que interviene al modo de ad-
quirir.
94 Ramón Meza Baños

cosa ajena es nula y puede dar origen a daños y perjuicios,


cuando el comprador haya ignorado que la cosa fuera aje-
na".
El contrato de compraventa es translaticio de domi-
nio, vender es enajenar. Es manifiestamente imposible trans-
ferir el dominio de una cosa ajena, esto es, que por acuerdo
entre comprador y vendedor se haga el primero propieta-
rio de una cosa que no pertenece al segundo.
Esta imposibilidad jurídica determina la nulidad de la
venta de cosa ajena.

Frente a la demanda de nulidad, el vendedor podría argüir


que se pondrá en situación de transferir el dominio, mediante un
entendimiento con el propietario. Pero el comprador podría replicar
que tal cosa no ha sido lo convenido y que lo pactado fue que se
le convertiría inmediatamente en propietario: este resultado no se ha
producido ni podido producirse por ser ajena la cota.
Como la imposibilidad jurídica a que se ha hecho referencia
determina la nulidad de la venta de cosa ajena, la sanción no será
aplicable cada vez que, de acuerdo con la intención de las partes,
el contrato se traduzca en una obligación que el vendedor contrae,
aunque fuere de transferir el dominio.
Así ocurre en la venta de cosas genéricas, como la venta de
100 toneladas de trigo. De la naturaleza de la cosa vendida resulta
que las partes han tenido la intención de celebrar una compraventa
simplemente generadora de obligaciones, esto es, una venta en que
el vendedor se obliga a entregar 100 toneladas de trigo y no una
venta que transfiera inmediatamente el dominio, lo qut es impo-
sible porqué la cosa vendida está determinada sólo genérica mente
La intención de las partes de celebrar una venta romana puede
ser manifiesta por los términos del contrato. Así, es obviamente
válido el contrato en que A vende a B una cosa que se sabe perte-
nece a C

" Art. 1599 del C. francés.


Manual de Detecho Ovil 95
No es de la esencia, sino de la naturaleza del contrato de
89
compraventa, su carácter translaticio de dominio .

4. E L PRECIO

1 4 0 . El precio es esencial en la compraventa.—Tam-


poco se concibe el contrato de compraventa sin un precio
que, según previene el art. 1 7 9 3 , "es el dinero que el
comprador da por la cosa vendida".
Si falta el precio, carece de objeto la obligación del
comprador; n o puede existir su obligación y, como conse-
cuencia, carecería de causa la obligación del vendedor.

1 4 1 . Requisitos del precio.—El precio debe reunir


los requisitos o cualidades que siguen:
a) debe consistir en dinero;
b ) debe ser real y serio, y
c) debe ser determinado.
El Código señala el primero y el último de los requi-
sitos enunciados; el segundo resulta de la naturaleza mis-
ma del precio y de la aplicación de los principios generales.

El precio debe consistir en dinero

1 4 2 . E l precio debe ser en dinero.—El art. 1 7 9 3


establece reiteradamente que el precio debe consistir en
dinero.
Si el precio no se estipula en dinero no hay compra-
venta sino otro contrato diverso; el precio en dinero, pues,
es de la esencia del contrato.
N o obsta para que exista compraventa la circunstancia
de que el precio se pacte en dinero, pero se pague con
otra cosa.

»« Baudry-Lacantinerie, oh. cit. III, N* 300 y sgtes.


96 Ramón Meza Barros

143. Cuándo hay compraventa y cuándo permuta.—


Si el precio no consiste en dinero, el contrato será de per­
muta. Pero para que haya compraventa no es menester que
el precio consista íntegramente en dinero.
Cuando el precio se estipula parte en dinero y parte
en otras cosas, el contrato será de compraventa o permuta,
según la relación que exista entre sus respectivos valores.
El art. 1794 previene: "Cuando el precio consiste
parte en dinero y parte en otra cosa, se entenderá permuta
si la cosa vale más que el dinero; y venta en el caso con­
trario".
Si la cosa vale más que el dinero, hay permuta; si la
cosa vale tanto o menos que el dinero, compraventa.

2. El precio debe ser real

144. Realidad y seriedad del precio.—Que el precio


sea real o serio significa que exista efectivamente una su­
ma de dinero que se pague a cambio de la cosa.
No es real el precio simulado o fingido; no es serio
el precio cuando es irrisorio.
La realidad o seriedad del precio debe existir u n t o
en relación a la voluntad de las partes, como en relación
con la cosa que se reputa equivalente.
En relación con la voluntad de las partes, el precio
real y serio significa que se tenga efectivamente la inten­
ción de pagarse por el comprador y de exigirse por el ven­
dedor.
Con relación a la cosa vendida el precio no será real
o serio cuando exista entre ambos tal desproporción que
resulte puramente ilusorio.

145. Precio justo y precio vil.—Pero si el precio


debe ser real y serio, no es menester que sea justo.
Precio justo es el que equivale al valor de la cosa,
en oposición a precio vil que no refleja tal equivalencia.
Manual de Derecho Civil 97

£1 precio vil o insuficiente no importa que la com-


praventa carezca de precio; la vileza del precio no excluye
la existencia del contrato.
El precio vil es un precio serio. El vendedor ha con-
tratado para recibir efectivamente ese precio.
Por excepción, la desproporción de valores entre la
cosa y el precio, que ocasiona una lesión patrimonial al
vendedor, cuando es enorme, influye en la suerte del con-
8 T
trato .

3. El precio debe ser determinado


146. Determinación del precio.—La determinación
del precio es el señalamiento de la precisa cantidad que el
comprador debe pagar por la cosa comprada.
Esta exigencia es el resultado de la aplicación de las
reglas generales que requieren la determinación del objeto
de todo acto o declaración de voluntad (art. 1 4 6 1 ) .
Tres reglas fundamentales rigen la materia:
a ) la determinación del precio puede hacerse por acuer-
do de las partes;
b ) el precio puede también ser determinado por un
tercero, y
c) la determinación del precio no puede dejarse al
arbitrio de una de las partes.

147. Determinación del precio por las partes.—La


forma normal de determinar el precio es el acuerdo de las
partes. El art. 1808, inc. 1?, establece: " E l precio de la
venta debe ser determinado por los contratantes".
Esta determinación se hará regularmente en el con-
trato; pero no hay inconveniente para hacer la determina-
ción a posteriori, sobre las bases señaladas en el contrato.
Gozan las partes de amplia libertad para determinar la

" Véase el N' 245 y sgtes.


98 Ramón Meza Barros

manera cómo ha de fijarse el precio. El artículo citado en


su inc. 2" añade que "podrá hacerse esta determinación
por cualesquiera medios o indicaciones que lo fijen".
Gomo una aplicación de esta regla el inc. 3 ? del art.
1808 agrega, todavía: "Si se trata de cosas fungibles y se
venden al corriente de plaza, se entenderá el del día de
la entrega, a menos de expresarse otra cosa".
En este caso, el precio no se ha determinado en el
contrato, pero se ha fijado una base para su determinación.
Para que se aplique la disposición es menester: a) que se
trate de cosas fungibles, y b ) que expresamente se vendan
al precio de plaza.

El art. 139 del Código de Comercio establece una importante


excepción. Si bien, en principio, no hay compraventa cuando las
partes no están acordes en la cosa y en el precio, verificada la en-
trega "se presumirá que las partes han aceptado el precio corriente
que tenga en el día y lugar en que se hubiere celebrado el contrato"
y si hubiere diversidad de precios en el mismo día y lugar, "el
comprador deberá pagar el precio medio".
De esta manera, hay compraventa, a pesar de no haberse con-
venido en el precio, siempre que se entregue la cosa vendida.

148. Determinación del precio por un tercero.—La


fijación del precio puede hacerla un tercero; puesto que
su mandato arranca de la voluntad de las partes, se con-
sidera como si ellas mismas hubieran hecho la determi-
nación.
El art. 1809 dispone: "Podrá asimismo dejarse el
precio al arbitrio de un tercero; y si el tercero no lo de-
terminare, podrá hacerlo por él cualquiera otra persona en
que se convinieren los contratantes; en caso de no conve-
nirse, no habrá venta".
El contrato, en tal caso, es condicional, sujeto a la
condición de que el tercero efectúe la determinación del
precio.
Manual de Derecho Civil 99

¡>. CAPACIDAD PARA CELEBRAR EL CONTRATO


DE COMPRAVENTA

149. Reglas generales.—El art. 1445 establece que


para que una persona se obligue a otra por u n acto o de-
claración de voluntad es menester " q u e sea legalmente ca-
paz" y el art. 1446 añade que "toda persona es legalmente
capaz, excepto aquellas que la ley declara incapaces".
Para la compraventa, como para todo contrato, la ca-
pacidad es la regla general y la incapacidad constituye la
excepción. Dispone el art. 1795, en efecto: "Son hábiles
para el contrato de venta todas las personas que la ley no
declara inhábiles para celebrarlo o para celebrar todo con-
trato".
a) Son incapaces para celebrar el contrato de compra-
venta, en primer término, las personas afectas a una inca-
pacidad general para contratar.
Tales son los dementes, los pródigos interdictos, los
sordomudos analfabetos, los menores de edad, ras mujeres
capadas no divorciadas ni separadas totalmente do bienes
(art. 1 4 4 7 ) . •
b ) Son incapaces, además, aquellas personas afectas a
ciertas incapacidades particulares del contrato de compra-
venta.
El art. 1447, inc. 4?, establece que existen incapaci-
dades particulares " q u e consisten en la prohibición que la
ley ha impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos
actos".
En esta ocasión» interesan solamente estas incapacida-
des particulares o prohibiciones.

150. Clasificación de las incapacidades.—Las incapa-


cidades especiales del contrato de compraventa pueden ser
dobles o simples.
A ciertas personas les está vedado en absoluto cele-
brar el contrato de compraventa: se les prohibe comprar

Derogado por la ley 18.802 (D. Of. ile 9 de junio de 1989) (N. del E).
100 Ramón Meza Barros

y vender. A otras personas les está solamente prohibido


comprar o vender.
Las incapacidades, pues, pueden ser de comprar, de
vender y de comprar y vender.

1, Incapacidades de comprar y vender

1 5 1 . Compraventa entre cónyuges.—El art. 1796


proclama enfáticamente que "es nulo el contrato de com­
praventa entre cónyuges no divorciados perpetuamente".
La nulidad afecta, por tanto, al contrato de compra­
venta que celebren los cónyuges casados en el régimen nor­
mal de matrimonio o bajo el régimen de separación de
bienes, aunque fuere total. Afecta aun al contrato entre
cónyuges divorciados temporalmente.
Solamente es lícito celebrar entre sí el contrato de
compraventa a los cónyuges perpetuamente divorciados.
Los motivos de esta prohibición pueden resumirse de
este modo:
a) La ley prohibe las donaciones irrevocables entre
cónyuges y por medio de un contrato de compraventa si­
mulado o hecho a vil precio se burlaría fácilmente la prohi­
bición.
b ) Los cónyuges podrían, mediante una venta simu­
lada, sustraer sus bienes de la persecución de los acree­
dores.

152. Compraventa entre el padre y el hijo de fami­


lia.—El art. 1796 declara igualmente nulo el contrato de
compraventa "entre el padre o madre y el hijo de familia".
La disposición tiene por objeto proteger al hijo, regu­
larmente falto de experiencia, y evitar al padre o madre
el conflicto entre el deber de cautelar los intereses del hijo
y su propio interés.
a) La prohibición rige para el contrató de compra­
venta entre el "hijo de familia" y su padre o madre.
Manual de Detecho Civil 101

Con arreglo al art. 240, "los hijos no emancipados se


llaman hijos de familia". Sobre tales hijos ejerce el padre,
y en su defecto la madre, la patria potestad.
De este modo, en otros términos, se prohibe el con­
trato de compraventa entre el hijo y el padre o madre a
cuya patria potestad se encuentra sometido.
b ) Sin embargo, es válido entre el hijo de familia y
el padre o madre el contrato de compraventa, cuando verse
sobre bienes que forman parte del peculio profesional o
industrial del primero.
El art. 246 previene que "el hijo de familia se mirará
como mayor de edad para la administración y goce de su
peculio profesional o industrial, sin perjuicio de lo dispues­
to en el art. 2 5 5 " .
Respecto de los bienes que forman este peculio, el
hijo no está sometido a la patria potestad; pero la venta
de estos bienes, si se tratare de inmuebles, debe ser auto­
rizada por el juez, con conocimiento de causa.

2. Incapacidades para vender

153. Prohibición a los administradores de estableci­


mientos públicos.—El art. 1797 dice: "Se prohibe a los
administradores de establecimientos públicos vender parte
alguna de los bienes que administran, y cuya enajenación
no está comprendida en sus facultades administrativas or­
dinarias; salvo el caso de expresa autorización de la auto­
ridad competente".
La disposición, que se relaciona con las atribuciones
de los funcionarios públicos, es impropia del Código Civil.
El funcionario debe obrar dentro de la órbita de sus atri­
buciones y no puede ejecutar sino los actos para que está
expresamente facultado.
El art. 4? de la Constitución Política previene que
ninguna magistratura, ninguna persona o reunión de per-
102 Ramón Meza Barros

sonas, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias,


puede atribuirse otra autoridad o derechos "que los que
expresamente se les hayan conferido por las leyes" y que
"todo acto en contravención a este articulo es nulo". *

3. Incapacidades para comprar

154. Prohibición a los empleados públicos.—Prescri-


be el art. 1798 que "al empleado público se prohibe com-
prar los bienes públicos o particulares que se vendan por
su ministerio".
Para que obre la prohibición es consiguientemente
menester: a) que quien vende sea un funcionario público,
y b ) que la venta se efectúe por su ministerio, esto es, en
el ejercicio de sus funciones.
Rige la prohibición "aunque la venta se haga en pú-
blica subasta".

Diversas disposiciones legales han ampliado el alcance de la


prohibición. r¿2_
Asi, el art. •*** del Código de Minería prohibe adquirir perte-
nencias o una cuota de ellas a los intendentes en su provincia, a
los gobernadores en su departamento, a los geólogos o ingenieros
del servicio de minas del Estado; a los jueces y miembros de las
Cortes de Apelaciones en su jurisdicción, etc. * *

155. Prohibición a los jueces y funcionarios del orden


judicial.—El art. 1798 prohibe comprar "a los jueces, abo-
gados, procuradores o escribanos los bienes en cuyo litigio
han intervenido, y que se vendan a consecuencia del liti-
gio". La prohibición rige aunque la venta se verifique en
subasta pública.
La ley exige, pues, para que se aplique la prohibición:
a) que el comprador sea alguna de las personas señala-
das; b ) que las cosas se vendan a consecuencia de un li-
* E«te art. corresponde a la Constitución de 1925. En la Constitución Políti-
ca de la República de 1980 vid. arts. 6 y 7 (N. del E.).
** El Código citado se encuentra derogado. En el actual Código de Minería
(ley 18.248; D. Of. 14 de octubre de 1983) vid. art. 22 (N. del E.).
Manual de Derecho Civil 103

tigio, y e ) que las personas referidas hayan intervenido en


el litigio.
Pero el Código Orgánico de Tribunales ha ampliado
considerablemente el campo de la prohibición. Dispone el
art. 3 2 1 : "Se prohibe a todo juez comprar o adquirir a
cualquier título para sí, para su mujer o para sus hijos,
las cosas o derechos que se litiguen en los juicios de que
él conozca. Se extiende esta prohibición a las cosas o dere-
chos que han dejado de ser litigiosos, mientras no hayan
transcurrido cinco años desde el día en que dejaron de
serlo; pero no comprende las adquisiciones hechas a título
de sucesión por causa de muerte, si el adquirente tuviere
respecto del difunto la calidad de heredero abintestato".
La disposición se aplica a los fiscales, defensores, re-
latores, secretarios y receptores (art. 481 del C. Orgánico).

Entre las disposiciones del Código Civil y del Código Orgá-


nico de Tribunales se perciben hondas diferencias que conviene des-
tacar:
a) El art. ¿798 prohibe comprar los bienes que se venden
a consecuencia del litigio, como los bienes embargados en un juicio
ejecutivo.
El art. 321 del Código Orgánico prohibe la compra de cosas
o derechos que se litiguen, aunque no se vendan a consecuencia
del litigio, y subsiste la prohibición hasta por cinco años, desde que
dejaron de tener carácter litigioso.
b) La disposición del Código Orgánico no se aplica a los abo-
gados y procuradores, quienes, en consecuencia, pueden adquirir cosas
o derechos litigiosos, con tal que no se vendan a consecuencia del
litigio.
Está permitido a abogados y procuradores el pacto de cuota
litis, esto es, aquel en que el cliente cede una parte alícuota de
sus derechos litigiosos, en pago de la defensa y servicios que aqué-
llos se obligan a prestarle.
104 Ramón Meza Barros

156. Incapacidad de los tutores y curadores.—£1


art. 1799 dispone: " N o es lícito a los tutores y curadores
comprar, parte alguna de los bienes de sus pupilos, sino
con arreglo a lo prevenido en el título De la administra-
ción de los tutores y curadores".
Se ocupa de esta materia el art. 4 1 2 . Hace la dispo-
sición una marcada diferencia entre bienes muebles e in-
muebles del pupilo:
a) £1 guardador no puede comprar los bienes muebles
del pupilo "sino con autorización de los otros tutores o
curadores generales, que no estén implicados de la misma
manera, o por el juez en subsidio".
b ) En cambio, la compra de bienes raíces del pupilo
está radicalmente vedada a los guardadores. El art. 4 1 2 ,
inc. 2°, dispone que "ni aun de este modo —con autori-
zación de los guardadores o del juez— podrá el tutor o
curador comprar bienes raíces del pupilo".
La prohibición se hace extensiva al cónyuge del tutor
o curador, a sus descendientes, ascendientes, etc.
157. Incapacidad de los mandatarios, síndicos y al-
baceas.—Finalmente, el art. 1800 prescribe: "Los manda-
tarios, los síndicos de los concursos, y los albaceas, están
sujetos en cuanto a la compra de las cosas que hayan de
pasar por sus manos en virtud de estos encargos, a lo dis-
puesto en el art. 2 1 4 4 " .
Sin embargo, conviene examinar separadamente la si-
tuación de mandatarios, síndicos y albaceas.
a) El art. 2144 dispone: " N o podrá el mandatario
por sí ni por interpuesta persona, comprar las cosas que
el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo
al mandante lo que éste le ha ordenado comprar, si no
fuere con aprobación expresa del mandante".
La disposición abarca dos situaciones diversas:
1) No puede el mandatario comprar bienes de pro-
piedad del mandante, cuya venta se le ha encomendado.
Manual de Derecho Civil 105

Por lo tanto, nada obsta para que el mandatario com­


pre bienes del mandante, diversos de aquellos que se le
confió vender.
2 ) Tampoco puede el mandatario vender bienes suyos
al mandante que le ha encargado comprar.
El objeto de la disposición no es otro que precaver
los abusos que pudiera cometer el mandatario; este peligro
desaparece si el mandante consiente, de modo expreso.
Las prohibiciones impuestas al mandatario no son,
pues, absolutas o irremediables; le está permitido comprar
para sí lo que se le ha ordenado vender o vender de lo
suyo cuando se le ha ordenado comprar, "con la aproba­
ción expresa del mandante".
b ) La disposición es aplicable a los síndicos, en cuan­
to no pueden comprar para si los bienes que, en su carác­
ter de tales, deben vender para hacer pago a los acree­
dores.
El art. 29 de la Ley de Quiebras establece que los
síndicos podrán ser removidos, si se probare "adquisición
directa o por interpósita persona, de algún bien de la
quiebra". *
c) En cuanto a los albaceas, si bien el art. 1800 se
remite a las reglas antes indicadas del mandato, el art.
1294 establece que "lo dispuesto en los arts. 394 y 412
se extenderá a los albaceas", esto es, hace aplicables las
normas de las guardas.
Frente a esta contradicción, debe prevalecer la regla
del art. 1294 y, en consecuencia, no podrá el albacea, ni
las personas ligadas a él, comprar bienes muebles de la
sucesión sino con anuencia de los otros albaceas no inha­
bilitados o del juez en subsidio, y los bienes inmuebles
en ningún caso.
. La regla del mandato no es prácticamente aplicable
al albaceazgo, porque nunca podrá el albacea obtener la
expresa aprobación del causante.

Derogado. En la Ley de Quiebras vigente (ley 18.175; D. Of. 28 de


octubre de 1982) vid. art. 38 (N. .leí E).
106 Ramón Meza Barros

6. MODALIDADES DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA

158. Generalidades.—El contrato de compraventa es


susceptible de modalidades y rigen, al respecto, las reglas
generales. El contrato, por tanto, puede ser condicional, a
plazo, modal, etc.
El art. 1807 dice: "La venta puede ser pura y sim­
ple, o bajo condición suspensiva o resolutoria. Puede ha­
cerse a plazo para la entrega de la cosa o del precio. Puede
tener por objeto dos o más cosas alternativas. Bajo todos
estos respectos se rige por las reglas generales de los con­
tratos, en lo que no fueren modificadas por las de este
título".
Pero existen, además, ciertas modalidades especiales
de la compraventa que es menester estudiar y que, como
es natural, imprimen al contrato una particular manera
de ser.

159. Venta al peso, cuenta o medida.—La venta de


las cosas que se aprecian según su cantidad puede hacerse
en bloque o al peso, cuenta o medida.
La venta es hecha en bloque cuando no es necesario
pesar, contar o medir para llegar a determinar, sea la cosa
B S
vendida, sea el precio de la venta . La venta será a peso,
cuenta o medida cada vez que sea menester pesar, contar
o medir para determinar la cosa o el precio.
Pero los efectos de la venta son diversos según que
la operación de pesar, contar o medir vaya encaminada a
determinar el precio total o la cosa que se vende.
a) Imagínese que se venden ciertas cosas determina­
das, pero que para establecer su precio total sea menester
pesarlas, contarlas o medirlas.
0 8
Baudry-Lacantinerie, ob. cit., t. III, N° 466. Para algunos au­
tores, la venta es a peso, cuenta o medida solamente cuando es
menester pesar, contar o medir para determinar la cosa vendida,
pero no el precio.
Manual de Derecho Civil 107

A vende a B el trigo que tiene en su bodega, a razÓD


de $ 46 el quintal.
La venta se encuentra perfecta; las partes han conve-
nido en la cosa y en la manera de fijar el precio que con-
sistirá en pesar, contar o medir las cosas vendidas.
El art. 1821, inc. 1?, dispone: "Si se vende una cosa
de las que suelen venderse a peso, cuenta o medida, pero
señalada de modo que no pueda confundirse con otra por-
ción de la misma cosa, como todo el trigo contenido en
cierto granero, la pérdida, deterioro o mejora pertenecerá
al comprador, aunque dicha cosa no se haya pesado, con-
tado ni medido; con tal que se haya ajustado el precio".
b ) Supóngase, ahora, que se vende una cosa que es
preciso contar, pesar o medir para determinarla.
A vende a B 100 de las 500 toneladas de trigo que
tiene en bodega, al precio de $ 1.000 la tonelada.
Se conoce el precio que es de $ 100.000; la operación
de pesaje va encaminada a determinar la cosa vendida.
Puesto que la venta n o recae sobre todo el trigo en bode-
ga, dicha operación es indispensable para saber qué parte
del trigo es la vendida.
La venta se encuentra igualmente perfecta; pero los
riesgos serán de cargo del comprador desde que las cosas
hayan sido pesadas, contadas o medidas.
El art. 1821, inc. 2?, expresa: "Si de las cosas que
suelen venderse a peso, cuenta o medida, sólo se vende
una parte indeterminada, como diez fanegas de trigo de
las contenidas en cierto granero, la pérdida, deterioro o
mejora no pertenecerá al comprador, sino después de ha-
berse ajustado el precio y haberse pesado, contado o me-
dido dicha parte".
c) La operación de peso, cuenta o medida determina
solamente de cargo de quién son los riesgos; pero el con-
trato se encuentra perfecto.
Esta conclusión es indudable en mérito de lo que dis-
108 Ramón Meza Barros
pone el art. 1822: "Si avenidos vendedor y comprador en
el precio, señalaren día para el peso, cuenta o medida, y
el uno o el otro no comparecieren en él, será éste obligado
a resarcir al otro los perjuicios que de su negligencia resul-
taren; y el vendedor o comprador que no faltó a la cita
podrá, si le conviniere, desistir del contrato".
Las partes disponen de estas acciones porque el con-
trato tiene existencia jurídica. Tales acciones, en suma, se
reducen a pedir el cumplimiento del contrato o su resolu-
ción, con indemnización de perjuicios ••.
160. Venta a prueba o al gusto.—La compraventa,
en general, se perfecciona desde que las partes están acor-
des en la cosa y en el precio. La venta a prueba o al gusto
constituye una excepción.
El art. 1823 dispone: "Si se estipula que se vende
a prueba, se entiende no haber contrato mientras el com-
prador no declara que le agrada la cosa de que se trata,
y la pérdida, deterioro o mejora pertenece entre tanto al
vendedor. Sin necesidad de estipulación expresa se entiende
hacerse a prueba la venta de todas las cosas que se acos-
tumbra vender de ese modo".
El contrato no se perfecciona sino cuando el compra-
dor encuentra la cosa de su personal agrado, con la lógica
consecuencia de que, entre tanto, la pérdida, deterioro o
mejora pertenece al vendedor.
La venta es a prueba o al gusto: a) cuando expresa-
mente lo convienen las partes, y b ) cuando las cosas ven-
didas son de aquellas que se acostumbre vender de este
modo; aunque no medie una expresa estipulación *°.

** Et art. 1822 dispone que el contratante que acudió a la cita


"podrí" desistir del contrato, "si le conviniere"; si no lo desea
o no le conviene, podrá obviamente pedir su cumplimiento.
o u
En verdad, no es propiamente venta al gusto aquella en que
las partes estipulan expresamente la facultad del comprador de
probar la cosa y rechazarla si no le agrada. Tal es la venta al
ensayo.
Manual de Derecho Civil 109
£1 comprador puede renunciar a la facultad de gustar las cosas.
Habrá renuncia, por ejemplo, cuando aparece claramente que el com-
prador ha querido, simplemente, comprar cosas de buena calidad o
cuando se compran mercaderías de un tipo fijo y conocido, como
vino embotellado de una determinada marca.

161. Otras modalidades del contrato de compraventa.—El


Código Civil no reglamenta otras modalidades del contrato de com-
praventa. Entre tales modalidades pueden señalarse las que siguen:

a) La venta puede ser al ensayo, entendiéndose por tal aquella


en que el comprador se reserva expresamente la facultad de probar
la cosa o ensayarla para verificar si reúne las condiciones requeridas.
b) La venta puede ser hecha sobre muestras, cuando la cosa
comprada se determina con arreglo a una muestra o modelo que el
comprador suministra al vendedor, a fin de que aquélla reúna las
cualidades de dicha muestra o modelo.

EFECTOS DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA

162. Generalidades.—Los efectos del contrato de


compraventa son los derechos y obligaciones que genera
para las partes contratantes. Como el contrato es bilateral,
ambas partes contraen obligaciones recíprocas.
Enuncia la definición del art. 1793 cuáles son las obli-
gaciones fundamentales de las partes: dar el vendedor la
cosa y pagar el comprador el precio.
Tales son las obligaciones de la esencia del contrato-,
sin ellas no hay contrato o existe uno diverso.
Sin necesidad de una estipulación expresa, las partes
contraen otras obligaciones; por ejemplo, el vendedor está
obligado al saneamiento de la evicción y de los vicios redhi-
bitorios.
Dichas obligaciones son de la naturaleza del contrato;
pueden los contratantes abolirías, sin que pierda su pecu-
10 Ramón Meza Borros

liar fisonomía, pero para ello será menester una cláusula


especial.
Por medio de un convenio expreso, las partes pueden
imponerse toda suerte de obligaciones accidentales; así, el
comprador podrá obligarse a levantar en el predio que
compra determinadas construcciones.

1. Obligaciones del vendedor

163. Enunciación.—El art. 1824 previene: "Las obli-


gaciones del vendedor se reducen e n general a dos: la en-
trega o tradición, y el saneamiento de la cosa vendida".
La obligación de saneamiento comprende dos aspec-
tos: el saneamiento de la evicción y de los vicios redhibí-
torios.
La expresión "en general" indica que tales son las
obligaciones que normalmente contrae el vendedor.

A ) Obligación de entregar la cosa vendida

164. Alcance de la obligación del vendedor.—Impor-


ta precisar el alcance de la obligación del vendedor y deci-
dir a qué concretamente se obliga.
¿Se obliga el vendedor a hacer al comprador dueño
de la cosa? ¿Se obliga solamente a procurarle una posesión
pacífica y útil?
Se percibe fácilmente cuáles son las consecuencias del
criterio que se adopte. Si el vendedor se obliga a hacer
dueño al comprador, violará su obligación cada vez que
la compraventa, seguida de la correspondiente tradición,
no convierta al comprador en propietario. Si, por la inver-
sa, su obligación se reduce a procurar al comprador la po-
sesión pacífica y útil cumplirá el vendedor su obligación
mientras el comprador goce de la cosa tranquila y útil-
mente, aunque no se haga dueño d e ella.
Manual de Derecho Gvil

Ahora bien, para que el comprador devenga propieta-


rio es indispensable que el vendedor lo sea; de otro modo,
la compraventa seguida de la tradición no hará dueño al
comprador; le conferirá sólo los derechos transferibles del
vendedor y tradente (art. 6 8 2 ) y le dará la posesión de
la cosa (art. 6 8 3 ) .
a) £1 art. 1815 proclama la validez de la venta de
cosa ajena; vendida la cosa ajena, el vendedor cumplirá su
obligación entregándola, poniéndola a disposición del com-
prador para que la goce útil y pacíficamente. £1 compra-
dor no adquirirá el dominio por la muy sencilla razón de
que el vendedor no era dueño.
Cierto es que la venta de cosa ajena deja natural-
mente a salvo los derechos del propietario. Pero mientras
éste no reclame y haga valer sus derechos de dueño, nin-
gún cargo puede formular el comprador al vendedor puesto
que el derecho del dueño no le turba en el goce de la cosa
comprada.
b ) Por consiguiente, carece el comprador del derecho
para pedir la resolución del contrato, pretextando que el
vendedor no le ha hecho dueño de la cosa. Así se ha fa-
4 1
llado .
Por otra parte, la acción resolutoria carece, en este
caso, de un objetivo práctico; por su intermedio el com-
prador perseguiría la abolición del contrato y la restitución
de lo que hubiere pagado.
Este resultado se obtiene por la acción de saneamiento
de la evicción. Privado el comprador de todo o parte de
la cosa comprada por sentencia judicial, el contrato que-

9 1
Pothier resume claramente estas ideas: "Por esto es que si
alguno me ha vendido de buena fe una heredad que no le per-
tenecía, pero que me ha puesto en posesión de la misma, aun-
que yo descubra después que no sea su dueño, no tengo ninguna
acción en su contra, en tanto no sea turbado por otra persona".
"Traite du contrat de vente", t. III, N* 48.
12 Ramón Meza Barros

dará abolido en el hecho, y el comprador tiene derecho a


que se le indemnice, indemnización que comprende, en
primer término, la restitución del precio.
c) En nuestro derecho, siguiendo la tradición romana,
el vendedor se obliga, pues, a proporcionar al comprador
la posesión legal y material de la cosa.
La transferencia del dominio se opera como conse-
cuencia de que el vendedor debe dar al comprador la po-
sesión, haciéndole la tradición de la cosa vendida. La ad-
quisición del dominio se producirá consecuencialmente, a
condición de que el vendedor sea dueño.
165. Forma de la entrega.—La entrega de la cosa
vendida se efectúa de acuerdo con las disposiciones que
rigen la tradición.
El art. 1824, inc. 2?, dispone: "La tradición se suje-
tará a las reglas dadas en el título VI del Libro I I " . Será
menester distinguir, por lo tanto, si se trata de bienes mue-
bles o inmuebles.
a) La tradición de los bienes muebles se verifica sig-
nificando una de las partes a la otra que le transfiere el
dominio y figurando la transferencia de alguna de las ma-
neras que señala el art. 684.
La tradición de los bienes muebles por anticipación,
como las maderas y los frutos de los árboles, se verifica
en el momento de la separación del inmueble.
b ) La tradición de los bienes raíces, en general, se
efectúa por la inscripción del contrato de compraventa en
el Registro de Propiedades del Conservador de Bienes
Raíces.
La regla tiene excepciones:
1) La tradición del derecho de servidumbre se veri-
fica por escritura pública en que el tradente exprese cons-
tituirlo y el adquirente aceptarlo (art. 6 9 8 ) . Sin embargo,
la servidumbre de alcantarillado en predios urbanos debe
inscribirse (Ley N? 6.977).
Manual de Derecho Civil 113

2 ) La tradición de las minas debe hacerse por la ins­


cripción en el Registro de Propiedades del Conservador de
Minas (art. 79 del C. de Minería). •

166. Obligación de entregar materialmente la cosa.—


La cosa vendida debe ser puesta materialmente a disposi­
ción del comprador; no se entiende cumplida la obligación
del vendedor por el hecho de inscribirse el título del in­
mueble en el registro del Conservador, aunque mediante
la inscripción adquiera legalmente el comprador la pose­
sión de la cosa.
La posesión legal de la cosa, si no va aparejada de su
tenencia material, no brinda al comprador las ventajas que
persigue del contrato.
La falta de entrega real o material autoriza al com­
prador para reclamarla o para pedir la resolución del con­
trato de compraventa

167. Época en que debe efectuarse la entrega.—La


entrega de la cosa vendida debe efectuarse en la época
estipulada; a falta de estipulación, la entrega es exigible
inmediatamente de celebrado el contrato.
El art. 1826, inc. 1?, establece: "El vendedor es obli­
gado a entregar la cosa vendida inmediatamente después
del contrato, o a la época prefijada en él".
La época de la entrega, que no es el resultado de una
expresa estipulación, puede resultar de las circunstancias
del contrato. Asi, en la venta de un producto agrícola en
verde, la entrega no podrá verificarse antes de la cosecha.
El p]azo para la entrega, en este caso, es tácito.

168. Derecho de retención del vendedor.—Sin em­


bargo, el vendedor tiene derecho a retener la cosa vendida

6 2
R. Je D. y J., t. XtfVII, [, pág. 1905. Véase Repertorio «le Legislación y
Jurisprudencia Chilenas a proposito del art. 1824.
* El Código citado se encuentra derogado. En el actual Código de Minería
(ley 18.248; D. Oí. 14 .le octubre <le 1983) vid. art. 101 N" I (N. «leí E.).
114 Ramón Meza Barros

en ciertas circunstancias; no está obligado, entonces, a en­


tregar la cosa y carece el comprador d e l derecho de recla­
marla:
a) En primer termino, no está obligado el vendedor
a entregar la cosa cuando el comprador no ha pagado o no
está dispuesto a pagar el precio.
El art. 1826, inc. >•, en efecto, dispone: "Todo lo
cual se entiende si el comprador ha pagado o está pronto
a pagar el precio integro o ha estipulado' pagar a plazo".
Para que el vendedor goce de este derecho legal de
retención es menester:
1) que la cosa no haya sido entregada.
Para que sea posible al vendedor retener la cosa es
obviamente indispensable que la tenga aún en su poder.
2 ) que el comprador no haya pagado el precio.
Como el derecho de retención es una garantía para
el vendedor, encaminada a asegurar el pago del precio, no
se justifica que el vendedor resista la entrega, si éste ha
sido cancelado.
Sin embargo, aunque el comprador no haya pagado el
precio, no puede el vendedor retener la cosa vendida si
aquél está " p r o n t o " a pagarlo.
El pago que el comprador ha hecho o está pronto a
verificar debe ser íntegro para que pueda reclamar la en­
trega de la cosa. Si no ha pagado o está llano a pagar e)
precio en su totalidad, podrá el vendedor retener la cosa
vendida.
3) que n o se haya fijado plazo para el pago.
Si se convino un plazo para el pago del precio, las
partes han postergado voluntariamente el cumplimiento de
la obligación del comprador; la falta de pago no autoriza
al vendedor para retener la cosa.
b ) Pero aunque se haya convenido un plazo para el
pago del precio, puede el vendedor retener la cosa, cuando
Manual de Derecho Civil 15

se vea en peligro de perderlo como consecuencia de una


disminución considerable de la fortuna del comprador.
El art. 1826, inc. 4°, expresa: " P e r o si después del
contrato hubiere menguado considerablemente la fortuna
del comprador, de modo que el vendedor se halle en peli­
gro inminente de perder el precio, no se podrá exigir la
entrega aunque se haya estipulado plazo para el pago del
precio, sino pagando, o asegurando el pago".
Como la facultad de retener el precio tiende a asegu­
rar el pago, cesa esta facultad del vendedor cuando el com­
prador lo cauciona de alguna manera eficaz.

169. Lugar de la entrega.—A falta de disposiciones


especiales, rigen para determinar el lugar de la entrega las
reglas generales de los arts. 1587, 1588 y 1589.
La entrega, pues, en primer término, debe hacerse en
el lugar convenido. E n defecto de estipulación y si la cosa
vendida es una especie o cuerpo cierto, la entrega se hará
en el lugar en que se encontraba al tiempo del contrato;
si se trata de cosas genéricas, deben entregarse en el domi­
cilio del deudor al tiempo de la venta, salvo que las partes
dispongan, de común acuerdo, otra cosa.

170. Gastos de la entrega.—Los gastos del pago son


de cargo del deudor (art. 1 5 7 1 ) ; por lo tanto, serán de
cargo del vendedor los que demande la entrega en el lugar
debido. E n cambio, incumbirán al comprador los gastos en
que sea menester incurrir para transportar la cosa ya en­
tregada.
El art. 1825 prescribe: " A l vendedor tocan natural­
mente los costos que se hicieren para poner la cosa en dis­
posición de entregarla, y al comprador los que se hicieren
para transportarla después de entregada".

171. Q u é comprende la entrega.—El pago debe ha­


cerse bajo todos respectos al tenor de la obligación y el
116 Ramón Meza Barros

«creedor no está obligado a recibir cosa diversa de la que


se le debe, ni aun a pretexto de ser de igual o mayor valor
la ofrecida (art. 1 5 6 9 ) .
Para la compraventa rige esta regla fundamental que
reproduce el art. 1828:" " E l vendedor es obligado a entre­
gar lo que reza el contrato".
La cosa vendida debe ser entregada con sus accesorios
y frutos.

172. Frutos de la cosa vendida.—La cosa vendida


debe ser entregada al comprador con aquellos frutos que.
según la ley, le pertenecen.
Decide el art. 1816 cuáles son los frutos que perte­
necen a uno u otro contratante: "Los frutos naturales,
pendientes al tiempo de la venta, y todos los frutos, tanto
naturales como civiles que después produzca la cosa, perte­
necerán al comprador, a menos que se haya estipulado en­
tregar la cosa al cabo de cierto tiempo o en el evento de
cierta condición; pues en estos casos no pertenecerán los
frutos al comprador, sino vencido el plazo, o cumplida la
condición. Todo lo dicho e n este artículo puede ser modi­
ficado por estipulaciones expresas de los contratantes".
a) Pertenecen al comprador, pues, los frutos natura­
les pendientes al tiempo del contrato, esto es, los que se
encontraren aún adheridos a la cosa fructuaria (art. 6 4 5 ) .
No debe el comprador ninguna indemnización al ven­
dedor por los gasos hechos para producirlos: tales gastos
se han tenido ciertamente en cuenta para la fijación del
precio.
Concordante con esta regla y para evitar posibles di­
ficultades, el art. 1829 expresa: "La venta de una vaca,
yegua u otra hembra comprende naturalmente la del hijo
que lleva en el vientre o que amamanta; pero no la del
que puede pacer y alimentarse por sí solo".
b ) Igualmente pertenecen al comprador los frutos,
Manual de Derecho Civil 17
tanto naturales como civiles, que la cosa vendida produzca
después de celebrado el contrato.
£1 art. 1816 modifica, en verdad, las reglas de los
arts. 646 y 6 4 8 , que disponen que los frutos naturales y
civiles de una cosa pertenecen a su dueño. £1 comprador
no hace suyos los frutos desde que, en virtud de la tra-
dición, se convierte en propietario, sino desde la celebra-
ción del contrato.
La regla del art. 1816 tiene tres excepciones.
1) cuando las partes han señalado un plazo para la
entrega porque los frutos pertenecen al vendedor, en tal
caso, hasta el vencimiento del plazo.
2) cuando la cosa debe entregarse cumplida una con-
dición, porque los frutos pertenecerán igualmente al ven-
dedor hasta que la condición prevista se cumpla, y
3) cuando las partes han estipulado cláusulas especia-
les, en cuyo caso los frutos pertenecerán a comprador o
vendedor, según las normas contractuales.
173. Accesorios de la cosa vendida.—No establece
el Código una disposición de carácter general que disponga
< s
que la cosa vendida debe entregarse con sus accesorios .
Solamente el art. 1830 dispone: "En la venta de una finca
se comprenden naturalmente todos los accesorios, que se-
gún los arts. 570 y siguientes se reputan inmuebles".
Pero la regla es igualmente aplicable a la venta de
cosas muebles. Así, la venta de una nave comprende, ade-
más del casco y quilla, los aparejos tales como anclas, bo-
tes, cables, jarcias, etc. (arts. 823 y 824 del C. de Co-
mercio). *

174. Riesgos de la cosa vendida.—De acuerdo con


la regla general del art. 1550, el riesgo de la especie o
6 3
El Código Civil francés en cambio dispone en su art. 1615: "La obligación
de entregar la cosa comprende sus accesorios y todo lo que ha estado
destinado a su uso perpetuo".
* Derogados por la ley 18.680 (D. Of. 11 de enero de 1988). Vid. actuales
arts. 827 y 828 del Código de Comercio (N. del E.).
118 Ramón Meza Barros

cuerpo cierto cuya entrega se debe es de cargo del acree­


dor. El art. 1820 aplica esta norma al contrato de compra­
venta y pone los riesgos a cargo del comprador.
Establece la disposición legal que "la pérdida, deterio­
ro o mejora de la especie o cuerpo cierto que se vende,
pertenece al comprador, desde el momento de perfeccio­
narse el contrato, aunque no se haya entregado la cosa".
Por consiguiente, la pérdida de la cosa vendida pro­
veniente de un caso fortuito, extingue la obligación del
vendedor de entregarla; pero el comprador, en cambio,
deberá pagar el precio.
Si la cosa se ha deteriorado o perecido parcialmente,
debe el comprador soportar igualmente el deterioro por­
que habrá de recibirla en el estado en que se encuentre.
Como justa, compensación, pertenecen al comprador,
sin costo alguno, las mejoras de la cosa y, como se dijo,
sus frutos.
La regla es aplicable a la venta de cosas genéricas que
se hace en bloque o que deben ser pesadas, contadas o
medidas para determinar el precio total.
La norma tiene excepciones: a) en la venta condicio­
nal, sujeta a una condición suspensiva; b ) en la venta a
peso, cuenta o medida en que debe procederse a pesar,
contar o medir para determinar la cosa vendida, y e ) en la
venta al gusto.
a ) En la compraventa subordinada a una condición
suspensiva la pérdida fortuita de la cosa debe soportarla
el vendedor, cuando ésta sobreviene pendiente la condición.
Junto con extinguirse la obligación del vendedor de
entregar la cosa, se extingue la del comprador de pagar el
precio. Soporta el vendedor el riesgo porque sufre la pér­
dida de la cosa, sin recibir ninguna compensación.
La pérdida fortuita parcial o deterioro pertenece al
comprador porque debe recibir la cosa en el estado de
Manual de Derecho Civil 19

deterioro en que se encuentre, sin derecho a que se le


rebaje el precio.
La disposición advierte que es menester que la condi-
ción se cumpla. Si falla la condición, no hay ni ha habido
contrato y la pérdida o deterioro pertenecerán al dueño de
la cosa, el frustrado vendedor.
b ) En la venta a peso, cuenta o medida en que las
operaciones de pesar, contar o medir tienen por objeto
determinar la cosa vendida, la pérdida, deterioro o mejora
pertenecen al comprador sólo desde que tales operaciones
se verifiquen.
c) En la compraventa al gusto, los riesgos son del
comprador desde que ha expresado que la cosa le agrada
y, mientras tanto, corresponden al vendedor.

175. La entrega en la venta de predios rústicos.—


" U n predio rústico —dice el art. 1 8 3 1 — puede venderse
con relación a su cabida o como una especie o cuerpo
cierto". Esto significa que la venta puede verificarse to-
mando en consideración la cabida del predio o desenten-
diéndose de ella.
Se comprende que si se vende un predio con relación
a su cabida o superficie, pueden surgir dificultades con
motivo de que la cabida real sea mayor o menor que la
expresada en el contrato y que tales dificultades no pue-
den plantearse si la venta se hace sin tomar en cuenta la
superficie o cabida del predio.
Importa precisar, por lo tanto, cuándo se entiende
vendido un predio con relación a la cabida y cuándo como
especie o cuerpo cierto.
El art. 1831, inc. 2°, expresa que se vende con rela-
ción a la cabida, "siempre que ésta se exprese de cualquier
modo en el contrato" y el inciso final añade que " e n todos
los demás casos se entenderá venderse el predio o predios
como un cuerpo cierto".
120 Ramón Meza Barro»

Pero no es exacto que la venta sea hecha en relación


a la cabida cada vez que se exprese en el contrato; si la
cabida se indica como un dato meramente ilustrativo, la
cosa debe entenderse vendida como cuerpo cierto.
En líneas generales, la venta se entiende efectuada
con relación a la cabida siempre que: a) la cabida se ex-
prese en el contrato; b ) el precio se fije con relación a
ella, y c) las partes* no renuncien a las acciones resultantes
de que la cabida real sea diversa de la que Veza el contrato.
El art. 1831, inc. 3°, expresa: "Es indiferente que se
fije directamente un precio total, o . que éste se deduzca
de la cabida o número de medidas que se expresa, y del
precio de cada medida".
Y en el inc. 4? añade: " E s asimismo indiferente que
se exprese una cabida total o las cabidas de las varias por-
ciones de diferentes calidades y precios que contenga el
predio, con tal que de estos datos resulte el precio total
y la cabida total".
En cambio, u n predio se entiende vendido como cuer-
po cierto cada vez que: a) la cabida no se exprese en el
contrato, y b ) las partes mencionen la cabida, pero expresa
o tácitamente declaren que es un dato puramente ilustra-
tivo y que no hacen cuestión por los defectos de ella.
Comúnmente se expresa en el contrato que la venta
se hace ai corpus.

176. Efectos de la venta con relación a la cabida.—


En la venta hecha con relación a la cabida podrá plan-
tearse una de estas dos cuestiones: que la cabida real del
predio sea mayor o menor que la cabida declarada en el
contrato.
a) Si la cabida real, esto es, la superficie que real-
mente mide él predio, es mayor que la expresada en el
contrato, podrá ser poco o mucho mayor. Naturalmente
las consecuencias son diferentes.
Manual de Derecho Civil 21

Pero el legislador ha debido señalar una pauta exacta.


Considera que la cabida real es mucho mayor cuando el
precio del sobrante excede de la décima parte del precio
de la verdadera cabida.
3
Por ejemplo, se venden 1.000 m en $ 1.000.000 a
2
razón de $ 1.000 el m ; la cabida real del predio resulta
2
ser de 1.050 m . El precio del exceso es de $ 50.000 y
el precio de la cabida real es de $ 1.050.000, el sobrante
no alcanza a la décima parte.
En este caso, el vendedor tendrá derecho a que se le
aumente proporcionalmente el precio. El art. 1832, inc. 1?,
establece: "Si se vende el predio con relación a su cabida,
y la cabida real fuere mayor que la cabida declarada, debe-
rá el comprador aumentar proporcionalmente el precio".
En el mismo ejemplo propuesto, supóngase que la
2
cabida real es de 1.200 m ; el precio del exceso sería de
$ 200.000 y el precio de la cabida real de $ 1.200.000.
El exceso es superior a la décima parte.
E n esta hipótesis, queda al arbitrio del comprador
desistir del contrato o aumentar el precio proporcionalmen-
te. El art. 1832 previene que la regla de su primera parte
no rige en el caso de que "el precio de la cabida que sobre,
alcance a más de una décima parte del precio de la cabida
real; pues en este caso podrá el comprador, a su arbitrio,
o aumentar proporcionalmente el precio o desistir del con-
trato; y si desiste, se le resarcirán los perjuicios según las
reglas generales".
b ) Si la cabida real es menor que la declarada en el
contrato, del mismo modo, podrá ser poco o mucho menor.
Considera el legislador que la cabida real es mucho
menor cuando el precio de la cabida que falta excede de
la décima parte del precio de la cabida declarada.
2
Por ejemplo, se venden 1.000 m en $ 1.000.000,
2
esto es a razón de $ 1.000 el m ; el predio tiene, en
2
verdad, una superficie de 950 m . El precio de la cabida
122 Ramón Meza Barros

que falta es de $ 50.000 inferior a la décima parte del


valor de la cabida declarada.
En tal caso, con arreglo al inc. 2° del art. 1832, "si
la cabida real es menor que la cabida declarada, deberá el
vendedor completarla; y si esto no le fuere posible, o no
se le exigiere, deberá sufrir una disminución proporcional
del precio".
Supóngase, en el ejemplo propuesto, que la cabida
s
real es de 800 m ; el precio de la cabida que falta es de
$ 200.000 superior a la décima parte del precio de la ca-
bida declarada que es de $ 1.000.000.
Entonces, conforme a la misma disposición legal, "si
el precio de la cabida que falte alcanza a más de una déci-
ma parte del precio de la cabida completa, podrá el com-
prador, a su arbitrio, o aceptar la disminución del precio
o desistir del contrato en los términos del precedente in-
ciso".

177. Efectos de la venta de un predio como cuerpo


cierto.—La compraventa de un predio rústico como cuer-
po cierto no plantea ningún problema de cabida; justa-
mente para zanjar toda dificultad al respecto los contratan-
tes realizan la venta ai cor pus.
El art. 1833, inc. 1?, establece esta consecuencia, o
sea, que " n o habrá derecho por parte del comprador ni
del vendedor para pedir rebaja o aumento del precio sea
cual fuere la cabida del predio".
Pero aunque no pueda suscitarse cuestión por la su-
perficie del predio, el vendedor debe entregar todo lo que
a
se comprenda en sus deslindes. El inc. 2 - del art. 1833
establece que "si se vende con señalamiento de linderos,
estará obligado el vendedor a entregar todo lo compren-
dido en ellos; y si no pudiere o no se le exigiere, se obser-
vará lo prevenido en el inc. 2? del articulo precedente" •*.

No se concibe prácticamente una venta sin señalamiento de lin-


Manual de Derecho Gvil 123

Por lo tanto, será menester averiguar si la parte que


falta dentro de los linderos excede o no de la décima parte
de lo que en ellos se comprende. Si no excede, el com-
prador podrá reclamarla o pedir una rebaja del precio; si
excediere, podrá pedir la rebaja proporcional del precio o
desistir del contrato con indemnización de perjuicios.

178. Aplicación de los arts. 1832 y 1833 a cualquier


conjunto de mercaderías.—El art. 1835 dispone que las
reglas de los arts. 1832 y 1833 "se aplican a cualquier
todo o conjunto de efectos o mercaderías".
Así, por ejemplo, si se vende un rebaño de 100 ani-
males, a razón de $ 20.000 cada uno y faltan algunos, el
comprador podrá pedir que se le entreguen los que faltan,
que se rebaje el' precio o desistir del contrato, según los
varios casos.

deros. No podría inscribirse porque el art. 78 del Reglamento


del Conservador dispone que en la inscripción se mencione "el
nombre y linderos del fundo" y el art. 82 añade que "la falta
absoluta en los títulos de alguna de las designaciones legales
sólo podrá llenarse por medio de escritura pública".
124 Ramón Meza Barros

180. Acción rescisoria por lesión enorme.—Las ac-


ciones especiales otorgadas a comprador y vendedor no les
privan de la acción rescisoria por lesión enorme; cuando
las diferencias de la cabida sean de tal importancia que
constituyan una lesión de esta índole.
£1 art. 1836 dice: "Además de las acciones dadas en
dichos artículos compete a los contratantes la de lesión
enorme en su caso".

1 8 1 . Consecuencias de la falta de entrega de la cosa


vendida.—El incumplimiento de la obligación del vendedor
de entregar la cosa produce las consecuencias que prevé
la regla general del art. 1489: el derecho alternativo para
el comprador de pedir el cumplimiento o la resolución del
contrato., con indemnización de perjuicios.
El art. 1826, inc. 2?, reproduce esta regla general:
"Si el vendedor por hecho o culpa suya ha retardado la
entrega, podrá el comprador a su arbitrio perseverar en
el contrato o desistir de él, y en ambos -casos con derecho
para ser indemnizado de los perjuicios según las reglas
generales".
Señala la disposición las condiciones en que el com-
prador puede optar por el ejercicio de estos derechos:
a) Es preciso que el vendedor retarde la entrega por
su hecho o culpa o, más exactamente, que se encuentre en
5
mora de cumplir * .
b ) Es menester, además, que el comprador haya pa-
gado o esté pronto a pagar el precio o haya estipulado
pagarlo a plazo.

B) Obligación de saneamiento
182. Ideas generales.—El art. 1824 señala como una
segunda obligación del vendedor "el saneamiento de la
s
cosa vendida".
u
"De las obligaciones", N «- 127 y 400.
Manual de Derecho Civil 125

No basta que el vendedor entregue la cosa vendida;


es preciso que la entregue en condiciones tales que el com-
prador pueda gozar de ella tranquila y útilmente.
No logrará el comprador una posesión tranquila o
pacífica de la cosa vendida cuando se vea turbado en dicha
posesión a consecuencia de los derechos que terceros hagan
valer con relación a ella.
No obtendrá una posesión útil si la cosa adolece de
defectos que la hacen inadecuada para el objeto que tuvo
en vista al comprarla.
En uno y otro caso el comprador quedaría defraudado
en sus justas expectativas, si no dispusiera de recursos para
exigir del vendedor que le ampare en la posesión y subsane
los vicios o defectos de la cosa. Este recurso es la acción
de saneamiento.
En virtud del contrato de compraventa, en efecto, el
vendedor se obliga a garantizar al comprador la posesión
tranquila y útil de la cosa que vende. Se obliga, en otros
términos, al saneamiento.
El art. 1837 señala este doble objetivo de la obliga-
ción de saneamiento: "La obligación de saneamiento com-
prende dos objetos: amparar al comprador en el dominio
y posesión pacífica de la cosa vendida, y responder de los
defectos ocultos de ésta, llamados vicios redhibitorios".

183. Caracteres de la obligación de saneamiento.—


La obligación de saneamiento presenta dos caracteres fun-
damentales:
a) La obligación de saneamiento es de la naturaleza
del contrato de compraventa; le pertenece sin necesidad de
estipulación, pero puede ser modificada, y aun abolida, sin
que por ello el contrato deje de existir o degenere en otro
diverso.
La obligación de entregar la cosa vendida, en cambio,
es de la esencia del contrato de compraventa.
126 Ramón Meza Barros

b ) La obligación de saneamiento tiene un carácter


x

eventual. Se hace exigible a condición de que ocurran cier­


tos hechos que pueden suceder o no.
Mientras tanto, la obligación permanece en un estado
latente; se concreta y torna exigible si el comprador es tur­
bado en la posesión de la cosa (saneamiento de la evic-
ción) o si el comprador no logra un adecuado provecho
de la cosa por los defectos de que adolece (saneamiento de
los vicios redhibitorios).

a) Saneamiento de la evicción

184. Objeto de la obligación de saneamiento de la


evicción.—La obligación de sanear la evicción tiene por
objeto, como expresa el art. 1837, "amparar al comprador
en el dominio y posesión pacifica de la cosa vendida".
Este amparo del comprador se traduce en su defensa
cada vez que sea víctima de la agresión de terceros que
pretendan derechos sobre la cosa, que embaracen su goce
y turben su posesión. Si fracasa en su empresa y sobre­
viene la evicción, o sea, es privado el comprador de todo
o parte de la cosa comprada, está obligado el vendedor a
indemnizarle.
Por tanto, la obligación de saneamiento de la evicción
persigue dos fines o se desarrolla en dos etapas:
a) defender al comprador contra los terceros que re­
claman derechos sobre la cosa;
b ) indemnizar al comprador si la evicción, no obs­
tante, se produce.
En verdad, la obligación de saneamiento tiene como fin pri­
mero y esencial defender al comprador; esta obligación de hacer,
cuando no puede cumplirse, se convierte en la de indemnizar per­
juicios ••.

Alessandri, "De la compraventa", N°«- 1169 y sgtes.


Manual de Derecho Ovil 127

185. Naturaleza de la obligación de saneamiento.—


La obligación de saneamiento de la evicción, en cuanto se
traduce en defender al comprador, es una obligación de
hacer. £1 hecho debido consiste en asumir la defensa del
comprador.
En cuanto la obligación de saneamiento se convierte
en la de indemnizar al comprador evicto, es una obliga-
ción de dar.
El art. 1840 señala las consecuencias de estas carac-
terísticas; en suma, consisten en que la obligación, en su
primer aspecto, es indivisible y divisible en el segundo.
Dice el art. 1840: "La acción de saneamiento es indi-
visible. Puede por consiguiente intentarse tn solidum con-
tra cualquiera de los herederos del vendedor. Pero desde
que a la obligación de amparar al comprador en la pose-
sión, sucede la de indemnizarle en dinero, se divide la ac-
ción; y cada heredero es responsable solamente a prorrata
de su cuota hereditaria. La misma regla se aplica a los
vendedores que por un solo acto de venta hayan enajenado
la cosa".
Si son varios los deudores de la obligación de sanea-
miento —pluralidad que puede ser originaria o deriva-
tiva— la acción del comprador para exigir que se le am-
pare es indivisible.
No se concibe que los deudores defiendan al compra-
dor por partes; el objeto de la obligación no es susceptible
de ejecución parcial.
Fracasada la defensa y producida la evicción, la obli-
gación de indemnizar al comprador es divisible; su objeto
es pagar una suma de dinero. Se divide entre los vende-
dores por partes iguales y, entre sus herederos, a prorrata
de sus cuotas.
186. Requisitos para que sea exigible la obligación
de saneamiento.—Para que se haga exigible la obligación
del vendedor de amparar al comprador en el dominio y
128 Ramón Meza Barros

posesión pacífica de la cosa vendida, es menester que sea


turbado en dicho dominio y posesión. En otros términos,
es preciso que el comprador se vea expuesto a sufrir evic-
ción de la cosa.
No basta, sin embargo, que el comprador sea turbado
en el dominio y posesión de la cosa; es necesario que el
comprador haga saber al vendedor la turbación de que es
víctima para que acuda en su defensa. En otras palabras,
es menester que el vendedor sea citado de evicción.
Por lo tanto, para que el vendedor esté obligado al
saneamiento se requiere:
a) que el comprador se vea expuesto a sufrir evicción
de la cosa comprada, y
b) que el vendedor sea citado de evicción.

187. Concepto de la evicción.—La evicción es el


resultado de una derrota judicial sufrida por el comprador.
En efecto, el art. 1838 dispone: " H a y evicción de la
cosa comprada cuando el comprador es privado del todo
o parte de ella, por. sentencia judicial".
Pero el concepto que resulta de esta disposición es
incompleto. La privación que sufra el comprador debe pro­
venir de una causa anterior a la celebración del contrato
de compraventa.
El art. 1839 expresa que "el vendedor es obligado a
sanear al comprador todas las evicciones que tengan una
causa anterior a la venta, salvo en cuanto se haya estipu­
lado lo contrario".
' De éste modo, la evicción es la privación que experi­
menta el comprador de todo o parte de la cosa comprada,
en virtud de una sentencia judicial, por causa anterior a
la venta.

188. Elementos de la evicción: enunciación.—De lo


nteriormente dicho se desprenden los elementos de la
vicción:
Manual de Derecho Civil 129

a) que el comprador sea privado de todo o parte de


la cosa vendida;
b ) que esta privación tenga lugar por una sentencia
judicial, y
c) que la privación provenga de una causa anterior
a la compraventa.

189. Privación total o parcial.—Lo que constituye


esencialmente la evicción es la privación que experimenta
el comprador de todo o parte de la cosa.
La evicción puede ser, por lo tanto, total o parcial.
Cualquiera que sea la magnitud de la turbación que sufra
el comprador tiene derecho al saneamiento.
Sufrirá el comprador una evicción total, por ejemplo,
cuando siendo ajena la cosa vendida, el dueño la reivindica;
y parcial si un tercero reclama sobre ella un derecho de
usufructo o servidumbre.

190. Necesidad de una sentencia judicial.—Puesto


que la evicción es una derrota judicial del comprador, su-
pone un proceso y una sentencia que le desposea total o
parcialmente de la cosa.
Se siguen de lo dicho diversas consecuencias que im-
porta destacar:
a) Los reclamos extrajudiciales que terceros formulen
al comprador, pretendiendo derechos sobre la cosa, no ha-
cen exigible la obligación de saneamiento.
Dichos reclamos podrán inspirar al comprador un jus-
to temor de verse privado del todo o parte de la cosa;
pero este temor sólo autoriza para suspender el pago del
precio, en los términos que señala el art. 1872
b ) El abandono voluntario que haga el comprador al
tercero, de todo o parte de la cosa, no obliga al vendedor
al saneamiento.
T
• Véase el N* 227.
130 Ramón Meza Barros

Sin embargo, puede darse el caso de que se produzca


la evicción sin una sentencia judicial, como claramente re-
sulta de lo dispuesto en el art. 1856. La citada disposición
establece que el plazo de prescripción de la acción de sa-
neamiento se contará desde la fecha de la sentencia o, "si
ésta no hubiere llegado a pronunciarse", desde que se res-
tituye la cosa.
Pero el caso previsto es aquel en que el vendedor,
citado al juicio, acepta la demanda y se allana a la evicción
y el comprador, reconociendo igualmente la justicia de las
pretensiones del tercero, restituye la cosa.
El vendedor, en suma, acepta dar por evicto a! com-
prador, sin necesidad de fallo judicial.
c) Solamente está obligado el vendedor al saneamien-
to de las turbaciones de derecho de que el comprador sea
víctima, esto es, aquellas que provengan de derechos que
terceros pretendan .tener sobre la cosa.
Las turbaciones de derecho se traducen en el ejercicio
de una acción en contra del comprador.
N o debe el vendedor ninguna garantía en razón de las
turbaciones de hecho que sufra el comprador, aunque im-
porten un despojo; no está obligado a defenderle y menos
a indemnizarle porque tales turbaciones no provienen de
una insuficiencia del derecho del vendedor sobre la cosa
vendida.
El comprador, por lo tanto, debe repeler por sí solo
6 8
las agresiones que consistan en vías de hecho .

6 8
El art. 1930 distingue expresamente entre turbaciones de hecho
y de derecho. Si el arrendatario es turbado en el goce "por vías
de hecho de terceros, que no pretenden derecho a la cosa arren-
dada", debe perseguir, en su propio nombre, la reparación de
los daños; si es turbado por terceros "que justifiquen algún
derecho sobre la cosa arrendada", podrá, en su caso, exigir una
disminución del precio o la terminación del contrato, con in-
demnización de perjuicios.
Manual de Derecho Civil 131

191. La evicción debe tener una causa anterior a la


venta.—El art. 1839 exige, perentoriamente, que la causa
de la evicción sea anterior a la celebración del contrato de
compraventa: "El vendedor es obligado a sanear al com-
prador todas las evicciones que tengan una causa anterior
a la venta, salvo en cuanto se haya estipulado lo contrario".
El art. 1843 insiste en que el comprador debe citar
de evicción al vendedor, cuando se le demanda la cosa "por
causa anterior a la venta".
Las evicciones motivadas por causas posteriores a la
venta las soporta exclusivamente el comprador. El vende-
dor es por completo extraño a la evicción.
Las partes, sin embargo, pueden convenir otra cosa.

192. Citación de evicción.—Para que el vendedor


acuda en defensa del comprador y quede obligado a indem-
nizarle, es menester que tenga noticia del juicio que ame-
naza con privarle total o parcialmente de la cosa.
Por este motivo, el art. 1843 dispone: " E l comprador
a quien se demanda la cosa vendida, por causa anterior a
la venta, deberá citar al vendedor para que comparezca
a defenderla".
La falta de citación exonera totalmente de responsa-
bilidad al vendedor. "Si el comprador omitiere citarle, y
fuere evicta la cosa, el vendedor no será obligado al sanea-
miento" (art. 1843, inc. 3°).

193. Forma y oportunidad de la citación.—El art.


1843, inc. 2°, prescribe que la citación de evicción "se
hará en el término señalado por el Código de Enjuicia-
miento". El Código de Procedimiento Civil, en efecto, re-
glamenta la citación de evicción en el título V del Libro
III.
a) La citación debe solicitarse por el comprador y
para que el juez la ordene "deberán acompañarse antece-
132 Ramón Meza Barre*

dentes que hagan aceptable la solicitud" (art. 584, inc. 2?,


del C. de P . Civil).
b ) La citación debe hacerse "antes de la contestación
de la demanda" (art. 584, inc. 1?, del C. de P . Civil).
c) Decretada la citación, el juicio se paraliza por el
plazo de diez días, si el citado reside en el departamento
en que se sigue el juicio; si reside en otro departamento o
fuera del territorio nacional, el plazo de diez días se au­
menta como el emplazamiento para contestar demandas
(art. 585 del C. de P . Civil).
d ) Vencidos estos plazos sin que el demandado haya
hecho practicar la citación, podrá pedir el demandante que
se declare caducado el derecho de aquél para exigirla, o
que se le autorice para llevarla a efecto, a costa del deman­
dado (art. 585, inc. 2?, del C. de P . Civil).
e) Practicada la citación, las personas citadas de evic­
ción dispondrán del término de emplazamiento que corres­
ponda para comparecer al juicio, suspendiéndose entre u n ­
to el procedimiento (art. 586 del C. de P . Civil).

194. La citación d e evicción procede en toda clase


de juicios.—La citación de evicción tiene cabida en todo
juicio y no solamente en el juicio ordinario.
La ubicación en el Código de Procedimiento Civil del
título " D e la citación de evicción" así lo demuestra; la
historia de la ley corrobora este aserto

195. A quién puede citarse de evicción.—Es obvio


que el demandado puede citar de evicción a su vendedor.
Pero también puede citar a los antecesores del vendedor.

*' Esta materia figuró en el Proyecto de Código de P. Civil dentro


del juicio ordinario; la Comisión consideró que debía formar
un título independiente porque "la evicción no puede estimarse
como una incidencia que sea exclusivamente propia del juicio
ordinario".
Manual de Derecho Civil 133

El art. 1841 dispone: "Aquel a quien se demanda una


cosa comprada podrá intentar contra el tercero de quien su
vendedor la hubiere adquirido, la acción de saneamiento
que contra dicho tercero competería al vendedor, si éste
hubiese permanecido en posesión de la cosa".
El comprador adquiere sobre la cosa todos los dere­
chos de sus antecesores y, entre ellos, la acción de sanea­
miento de cada comprador contra su vendedor. El último
comprador reúne en sus manos todas estas acciones.
De este modo se evita la innecesaria pérdida de tiem­
po en que se incurriría si el comprador tuviera que citar
a su vendedor, éste al suyo y así sucesivamente hasta llegar
al responsable de que la cosa sea evicta.

196. Desarrollo de la obligación de saneamiento del


vendedor citado de evicción.—El vendedor citado de evic­
ción debe defender al comprador y apersonarse al juicio
con tal objeto; violará su obligación si no comparece.
Una vez citado el vendedor, puede presentarse una de
las siguientes dos situaciones:
a) el vendedor no comparece, y
b) el vendedor se apersona en el juicio.
Menester es examinar lo que sucede en una y otra
hipótesis:
a) Si el vendedor no comparece, vencido el término
de emplazamiento de que dispone para comparecer, "con­
tinuará sin más trámite el procedimiento" (art. 587 del
C. de P. Civil).
Su falta de comparecencia acarrea como lógica sanción
la responsabilidad del vendedor por la evicción que se pro­
duzca. El art. 1843 prescribe que "si el vendedor citado
no compareciere a defender la cosa vendida, será respon­
sable de la evicción".
Pero esta regla tiene una justa excepción. El compra­
dor debe hacer lo que esté de su parte para impedir la
134 Ramón Meza Barros

evicción; si deja de oponer alguna de aquellas excepciones


que sólo a él competían y se produce como consecuencia
la evicción, no será responsable el vendedor, pese a que
fue citado y no compareció al juicio.
Según el art. 1843, el vendedor no queda obligado al
saneamiento cuando "el comprador haya dejado de oponer
alguna defensa o excepción suya, o por ello fuere evicta la
cosa".
Así ocurrirá, por ejemplo, si el comprador omitió de­
ducir una excepción de prescripción adquisitiva que, agre­
gando a la suya la posesión de sus antecesores, habría
podido invocar.
Tocará al vendedor, para eximirse de responsabilidad,
acreditar que el comprador disponía de una excepción suya
que no opuso y que, por esta omisión, la evicción se pro­
dujo.
" b ) Si el vendedor comparece, se sigue el juicio con
él. La defensa del comprador, en otros términos, se traduce
en que el vendedor asume, en lo sucesivo, el papel de
demandado en el litigio.
El art. 1844 previene que "si el vendedor comparece,
se seguirá contra él solo la demanda".
El comprador, sin embargo, podrá seguir actuando en
el pleito como parte coadyuvante. El mismo art. 1844 le
concede esta facultad: "Podrá siempre intervenir en el jui­
cio para la conservación de sus derechos".
Aún más, el comprador deberá intervenir en el pleito
si dispone de excepciones que no puede oponer el vende­
dor, so pena de no quedar éste responsable si, a causa de
la omisión del comprador, la cosa fuere evicta.

197. Actitudes que puede adoptar el vendedor que


comparece al juicio.—El vendedor que comparece al juicio
puede percatarse de la justicia de la demanda, de la este­
rilidad de sus esfuerzos y allanarse a la evicción.
Manual de Derecho Civil 135

En tal caso, el comprador puede seguir por su cuenta


el juicio. Si sobreviene la evicción, el vendedor deberá in-
demnizarle; pero no se comprenden en la indemnización
las costas del pleito, ni los frutos percibidos durante la
secuela del litigio, pagados al demandante.
El art. 1845 dispone: "Si el vendedor n o opone me-
dio alguno de defensa y se allana al saneamiento, podrá,
con todo, el comprador sostener por sí mismo la defensa,
y si es vencido, n o tendrá derecho para exigir del vende-
dor el reembolso de las costas en que hubiere incurrido
defendiéndose, ni el de los frutos percibidos durante dicha
defensa y satisfechos al dueño".
Las costas se han causado y los frutos han debido
reembolsarse debido a la obstinación del comprador; el
resultado del juicio mostró que era injustificada.
El vendedor, asimismo, podrá considerar injusta la
agresión de que se ha hecho víctima al comprador y asumir
su defensa en el litigio.

198. La obligación de indemnizar al comprador


evicto.—El fallo que se dicte en el juicio instaurado por
el tercero puede serle adverso o favorable:
a ) Si la sentencia es adversa para el tercero y favo-
rable al comprador, la defensa del vendedor habrá sido
exitosa y la evicción no habrá llegado a producirse.
El vendedor habrá cumplido fielmente con su obliga-
ción de amparar al comprador; el tercero no tenía los de-
rechos que hizo valer en el juicio, su demanda fue injusta.
El vendedor queda aun eximido de indemnizar los daños
que la demanda hubiere ocasionado al comprador.
El art. 1855 dispone: "Si la sentencia negare la evic-
ción, el vendedor no será obligado a la indemnización de
los perjuicios que la demanda hubiere causado al compra-
dor, sino en cuanto la demanda fuere imputable a hecho
o culpa del vendedor".
136 Ramón Meza Barros

b) Si, por el contrario, la sentencia es adversa para


el comprador y favorable al tercero, se producirá la evic-
ción. El vendedor no habrá cumplido su obligación de am-
parar al comprador; a la obligación de defenderle sucede
la de indemnizarle de la evicción (art. 1 8 4 0 ) .
Las indemnizaciones que debe el vendedor al compra-
dor son diversas según que la evicción sea total o parcial.

199. Indemnizaciones en caso de evicción total.—El


art. 1847 señala cuáles son las indemnizaciones que debe
pagar el vendedor en caso de evicción total, esto es, cuando
el comprador es privado íntegramente de la cosa. La in-
demnización comprende:
a) la restitución del precio;
b ) el pago de las costas del contrato;
c) el pago de frutos;
d ) el pago de las costas del juicio, y
e) el pago del aumento de valor de la cosa.

200. Restitución del precio.—-La más importante, sin


duda, de las prestaciones a que está obligado el vendedor
es la restitución del precio que recibió del comprador.
Debe el vendedor restituir el precio aunque la cosa
haya disminuido de valor, o como dice el art. 1847, N? 1?,
"aunque la cosa al tiempo de la evicción valga menos".
La regla anterior tiene una justificada excepción; si
el menor valor de la cosa proviene de deterioros de que el
comprador se ha aprovechado, debe hacerse la correspon-
diente rebaja del precio.
Dispone el art. 1848: "Si el menor valor de la cosa
proviniere de deterioros de que el comprador ha sacado
provecho, se hará el debido descuento en la restitución
del precio".

2 0 1 . Pago de las costas del contrato.—La indemni-


zación comprende, asimismo, "las costas legales del con-
Manual de Derecho Civil 37
trato de venta que hubieren sido satisfechas por el com-
prador" (art. 1847, N? 2?).
Conviene recalcar que la prestación se refiere sólo a
las costas "legales" del contrato y en cuanto el compra-
dor las hubiere pagado.

202. Pago de frutos.—Debe el vendedor indemnizar


al comprador "del valor de los frutos, que el comprador
hubiere sido obligado a restituir al dueño; sin perjuicio
de lo dispuesto en el art. 1 8 4 5 " (art. 1847, N? 3?).
El pago de los frutos debe hacerse por el vendedor en
la medida en que el comprador deba restituirlos al dueño
de la cosa. La obligación del comprador de restituir los
frutos depende d e su buena o mala fe y se regula por las
reglas de las prestaciones mutuas del título De la reivin-
dicación.
No debe el vendedor los frutos posteriores a la fecha
en que el vendedor se allanó a la evicción y percibidos
durante la secuela del juicio que el comprador se empeñó
en seguir adelante. Tal es el alcance de la referencia al
art. 1845.

2 0 3 . Pago de las costas del juicio.—La indemniza-


ción comprende, también, "las costas que el comprador
hubiere sufrido a consecuencia y por efecto de la deman-
d a " (art. 1847, N? 4?).
No se incluyen las costas en que el comprador haya
incurrido defendiéndose, después que el vendedor se allanó
al saneamiento.

204. Pago del aumento de valor de la cosa.—Com-


prende la indemnización, por último, "el aumento de valor
que la cosa evicta haya tomado en poder del comprador,
aun por' causas naturales o por el mero transcurso del
tiempo" (art. 1847, N? 5?).
138 Ramón Meza Barros

El aumento de valor de las cosas puede provenir:


a) de causas naturales o del simple transcurso del tiempo,
y b ) de mejoras introducidas por el comprador.
a) Para determinar en qué términos debe pagar el
vendedor los aumentos de valor de la cosa que provienen
de causas naturales o del transcurso del tiempo, es preciso
distinguir si ha tenido buena o mala fe.
1) Si el vendedor está de buena fe, "el aumento de
valor debido a causas naturales o al tiempo, no se abonará
en lo que excediere a la cuarta parte del precio de la ven­
ta" (art. 1 8 5 0 ) .
Suponiendo que el precio de la venta haya sido de
$ 1.000 el vendedor sólo estará obligado a pagar el au­
mento de valor hasta $ 250.
2 ) Si el vendedor está de mala fe, debe abonar el
total del aumento, de valor de la cosa.
El art. 1850 dispone que la antedicha limitación no
tiene lugar en caso " d e probarse en el vendedor mala fe,
en cuyo caso será obligado a pagar todo el aumento de
valor, de cualesquiera causas que provenga".
b ) En cuanto a los aumentos de valor que provengan
de mejoras, el art. 1849 dispone: " E l vendedor será obli­
gado a reembolsar al comprador el aumento de valor que
provenga de las mejoras necesarias o útiles hechas por el
comprador, salvo en cuanto el que obtuvo la evicción haya
sido condenado a abonarlas. El vendedor de mala fe será
obligado aun al reembolso de lo que importen las mejoras
voluptuarias".
De este modo, es preciso distinguir nuevamente si el
vendedor está de buena o mala fe.
1) El vendedor de buena fe debe abonar el aumento
de valor resultante de las mejoras necesarias y útiles que
hizo el comprador y que no le hayan sido abonadas por el
que obtuvo la evicción.
Manual de Derecho Civil 139

2) £1 vendedor de mala fe debe reembolsar aun las


mejoras voluptuarias.
205. Evicción parcial.—La evicción parcial es aque-
lla en que se priva al comprador solamente de parte de la
cosa vendida. Sus consecuencias son diversas según la mag-
nitud de la evicción.
Distingue la ley dos situaciones: a ) la parte evicta
es tal que sea de presumir que sin ella no se habría com-
prado la cosa, y b ) la parte evicta no es d e tanta impor-
tancia o el comprador no hace uso del derecho que le
acuerda el art. 1852, inciso final.
a) Para el caso de que la evicción sea de conside-
rable magnitud, el art. 1852, inc. 4°, dispone: "Si la evic-
ción no recae sobre toda la cosa vendida, y la parte evicta
es tal, que sea de presumir que no se habría comprado la
cosa sin ella, habrá derecho a pedir la rescisión de la venta".
Tiene el comprador el derecho opcional de pedir la
rescisión de la venta o el saneamiento de la evicción.
Regula el art. 1853 las relaciones entre comprador y
vendedor, en caso de que el primero opte por pedir la
rescisión del contrato: " E n virtud de esta rescisión, el com-
prador será obligado a restituir al vendedor la parte no
evicta, y para esta restitución será considerado como posee-
dor de buena fe, a menos de prueba contraria; y el ven-
dedor, además de restituir el precio, abonará el valor de
los frutos que él comprador hubiere sido obligado a resti-
tuir con la parte evicta, y todo otro perjuicio que de la
evicción resultare al comprador".
b ) Para el caso de que la evicción parcial no sea de
tanta magnitud o el comprador no quisiere pedir la resci-
sión del contrato, el art. 1854 dispone: " E n caso de no
ser de tanta importancia la parte evicta, o en el de no
pedirse la rescisión de la venta, el comprador tendrá dere-
cho para exigir el saneamiento de la evicción parcial con
arreglo a los arts. 1847 y siguientes".
140 Ramón Meza Barros

Esta vez el comprador no puede optar entre el sanea­


miento y la rescisión de la venta; sólo tiene derecho para
pedir el saneamiento de la evicción parcial.

206. Extinción de la acción de saneamiento.—La


obligación de saneamiento puede extinguirse total o par­
cialmente. Si la extinción es total, el vendedor queda por
completo liberado; si es parcial, su responsabilidad se limi­
ta a ciertas prestaciones únicamente.
La acción de saneamiento por evicción se extingue por
la renuncia, por la prescripción y en casos especiales pre­
vistos por la ley.

207. x Renuncia de la acción de saneamiento.—La obli­


gación de saneamiento es de la naturaleza del contrato de
compraventa. Las partes pueden, por lo tanto, modificarla
y hasta aboliría.
Por de pronto, el art. 1839 declara que el vendedor
es obligado a sanear las evicciones con causa anterior a la
venta, salvo en cuanto se estipule lo contrario.
Y el art. 1842 expresa: " E s nulo todo pacto en que
se exima al vendedor del saneamiento de evicción, siempre
que en ese pacto haya habido mala fe de parte suya".
Hay mala fe cuando el vendedor conocía la causa de
la evicción y, sin darla a conocer al comprador, estipuló su
irresponsabilidad. La ley sanciona este fraude con la nuli­
dad de la estipulación.
A contrario sensu, es válido el pacto y la consiguiente
renuncia, si el vendedor estaba de buena fe.
Pero la renuncia no produce sino limitados efectos,
puesto que n o exonera por completo al vendedor de la
obligación de saneamiento; la extinción es sólo parcial por­
que el vendedor debe siempre restituir el precio recibido.
El art. 1852, inc. 1?, prescribe: "La estipulación que
exime al vendedor de la obligación de sanear la evicción
Manual de Derecho Civil 141
no le exime de la obligación de restituir el precio reci-
bido".
£1 inc. 2? añade: " Y estará obligado a restituir el
precio íntegro, aunque se haya deteriorado la cosa o dis-
minuido de cualquier modo su valor, aun por hecho o ne-
gligencia del comprador, salvo en cuanto éste haya sacado
provecho del deterioro".
Solamente en dos casos la renuncia extingue por com-
pleto la obligación del.vendedor:
a) "si el que compró lo hizo a sabiendas de ser ajena
la cosa", y
b ) "si expresamente tomó sobre sí el peligro de la
evicción, especificándolo".

208. Prescripción de la acción de saneamiento.—La


obligación de saneamiento, en cuanto se traduce en defen-
der al comprador, es imprescriptible. En cualquier tiempo
en que el comprador sea demandado por terceros que ale-
guen derechos sobre la cosa vendida, puede citar de evic-
ción al vendedor para que le defienda. La obligación sólo
se hace exigible cuando el comprador es demandado.
En cambio, es prescriptible la obligación de sanea-
miento en cuanto se convierte en la de indemnizar al com-
prador, una vez producida la evicción o para emplear los
términos del art. 1840, "desde que a la obligación de am-
parar al comprador en la posesión, sucede la de indemni-
zarle en dinero".
El art. 1856 establece: "La acción de saneamiento por
evicción prescribe en cuatro años; mas por lo tocante a la
sola restitución del precio, prescribe según las reglas gene-
rales".
En consecuencia, prescriben en cinco años la acción
para reclamar la restitución del precio y en cuatro años las
acciones encaminadas a reclamar todas las restantes indem-
nizaciones.
142 Ramón Meza Barros

El art. 1856 concluye que "se contará el tiempo desde


la fecha de la sentencia de evicción; o si ésta no hubiere
llegado a pronunciarse, desde la restitución de la cosa".

209. Casos en que se extingue, por disposición de


la ley, la obligación de saneamiento de la evicción.—En
determinadas circunstancias la ley declara al vendedor par-
cial o totalmente liberado de la obligación de saneamiento
de la evicción.
Se extingue la obligación parcialmente en los siguien-
tes casos:
a) En las ventas forzadas la indemnización se limita
a la devolución del precio.
El art. 1851 dispone: " E n las ventas forzadas hechas
por autoridad de la justicia, el vendedor no es obligado,
por causa de la evicción que sufriere la cosa vendida, sino
a restituir el precio que haya producido la venta".
b ) En caso de que el vendedor se allane al sanea-
miento y el comprador prosiga por si solo el juicio, la
indemnización no comprende las costas del pleito en que
hubiere incurrido defendiéndose, ni los frutos percibidos
durante dicha defensa y satisfechos al dueño (art. 1 8 4 5 ) .
La obligación de saneamiento se extingue por com-
pleto:
a) E n caso de que citado de evicción el vendedor no
comparece, pero el comprador no opone en el juicio algu-
na excepción suya "y por ello fuere evicta la cosa" (art.
1843, inc. 3?).
b ) "Si el comprador y el que demanda la cosa como
suya se someten al juicio de arbitros, sin consentimiento
del vendedor, y los arbitros fallaren contra el comprador"
(art. 1846, N? 1?.).
c) "Si el comprador perdió la posesión por su culpa,
y de ello se siguió la evicción" (art. 1846, N? 2°).
Manual de Detecho Gvil 143

b ) Saneamiento de los vicios redhibitorios

210. Objeto d e la obligación de saneamiento de los


vicios redhibitorios.—La obligación del saneamiento pone
al vendedor en la necesidad de amparar al comprador en
el dominio y posesión de la cosa y de "responder de los
defectos ocultos de ésta, llamados vicios redhibitorios"
(art. 1 8 3 7 ) .
Debe el vendedor procurar al comprador la posesión
útil de la cosa vendida y entregarla, por lo tanto, en estado
de servir para los fines que determinaron su adquisición.
Si la cosa adolece de vicios o defectos que la hacen
inútil o aminoran su utilidad, habrá violado el vendedor
su obligación. El comprador podrá representarle este in-
cumplimiento, en términos que dependen de la magnitud
de los vicios de la cosa y de la medida en que la hagan
inapta para proporcionar las ventajas que perseguía el com-
prador.
Dispone el comprador de la acción redhibitoria, cuya
finalidad señala el art. 1857: "Se llama acción redhibitoria
la que tiene el comprador para que se rescinda la venta
o se rebaje proporcionalmente el precio por los vicios ocul-
tos de la cosa vendida, raíz o mueble, llamados redhibi-
torios".

2 1 1 . Concepto de los vicios redhibitorios.—No ha


definido el Código lo que se entiende por vicios redhibi-
torios; pero el art. 1858 ha señalado sus características.
De la enumeración que hace la disposición legal re-
sulta que, en términos generales, para merecer el califica-
tivo de vicios redhibitorios, los defectos de la cosa deben
ser: a) contemporáneos de la venta; b ) graves, y e ) ocultos.
No obstante, las partes pueden atribuir el carácter de
redhibitorios a vicios que no reúnan estos requisitos. "Las
partes pueden por el contrato hacer redhibitorios los vicios
que naturalmente no lo son", dice el art. 1863.
144 Ramón Meza Barros

" 212. El vicio debe ser contemporáneo de la venta.;—


E l primer requisito que debe reunir el vicio para ser "redTüT
bitorio es "haber existido al tiempo de la venta" (art.
1858, Ni 1?).
Se comprende que la responsabilidad del vendedor se
limite a los vicios existentes al tiempo del contrato y que
no le quepa responsabilidad por los que sobrevengan des-
pués. El vendedor cumplió lealmente su obligación de en-
tregar una cosa apta para su natural destino.
Bastará que el vicio exista en germen al momento de
la venta, aunque posteriormente se manifieste en toda sñ"
gravedad.

2 1 3 . El vicio debe ser grave.—El vicio debe ser gra-


ve porque no es posible que cualquier defecto de la cosa
atente contra la estabilidad del contrato.
H a cuidado el legislador de concretar cuándo debe
entenderse que los vicios invisten caracteres de gravedad
para ser considerados redhibitorios. Deben "ser tales, que
por ellos la cosa vendida no sirva para su uso natural, o
sólo sirva imperfectamente, de manera que sea de presu-
mir que conociéndolos el comprador no la hubiera com-
prado o la hubiera comprado a mucho menos precio" (art.
1858, N? 2?).
La gravedad del vicio puede resultar de estas tres cir-
cunstancias: a) que la cosa no sirva para su uso natural;
b ) que sirva para este uso, p e r o imperfectamente, y c) qu¿7
conocidos estos hechos por el comprador, sea presumible
„ que rio hubiera comprado o hubiera pagado u n precio mu-
cho menor.

214. El vicio debe ser oculto,—El requisito más ca-


. racteristico de los vicios redhibitorios es que sean ocultos.
esto es, ignorados por el comprador.
Si el comprador conoció ía existencia de los vicios,
se presume que no les atribuyó importancia, ajustó el pre-
Manual de Derecho Civil 145

ció teniéndolos en cuenta e, implícitamente, renunció a la


garantía.
Para que los vicios se consideren redhibitorios es me­
nester " n o haberlos manifestado el vendedor, y ser tales
que el comprador haya podido ignorarlos sin negligencia
grave de su parte, o tales que el comprador no haya podido
fácilmente conocerlos en razón de su profesión u oficio"
(art. 1858, N? 3?).
El comprador ignorará los vicios cuando el vendedor
no se los hava dado a conocer. Sin embargo, el compra­
dor no habrá de atenerse a lo que el vendedor le expreseT
Deberá examinar la cosa vendida y si omite este examen
incurrirá en grave negligencia.
Pero es preciso tener en cuenta las circunstancias per­
sonales del comprador. El mismo vicio puede ser oculto
para un lego, pero es inaceptable que lo sea para un en­
tendido.
En resumen, el vicio no es oculto:
a) cuando el vendedor lo dio a conocer al comprador;
b ) cuando el comprador lego lo ha ignorado por grave
negligencia suya, y
c) cuando el comprador experto, en razón de su pro­
fesión u oficio, pudo fácilmente conocerlo. "

215. Efectos d e los vicios redhibitorios.—Los vicios


redhibitorios autorizan al comprador para ejercitar la acción
redhibitoria "para que se rescinda la venta o se rebaje pn>*
porcionalmente el precio" (art. 1 8 5 7 ) .
ü n verdad se trata de dos acciones diversas: a) U
«xión propiamente redhibitoria que no es sino una acción
resolutoria del contrato de compraventa, y b ) la acción que
jos romanos denominaban aestimatoria o quantt mtnoris
para pedir la restitución de una .parte del precio, prooofr"
cional a la disminución de valor resultante del vicio de 1 ~
cosa.
146 Ramón Meza Barros

El art. 1860 reitera que el comprador dispone de am-


bas acciones y previene que puede elegir una u otra, a su
arbitrio: "Los vicios redhibitorios dan derecho al compra-
dor para exigir o la rescisión de la venta o la rebaja del
precio, según mejor le pareciere".

2 1 6 . Casos de excepción.—El art. 1860 señala la re-


aja fjji-nerá. )Pcro, .en -casos excepcionales, el comprador
_puede ejercer solamente la acción de rebaja del precio o
pedir, además, que se TeT paguen ios perjuicios sufridos
a.) E n efecto, si los vicios no revisten los caracteres
de gravedad que señala la ley, solamente tiene el compra-
dor derecho para pedir una rebaja del precio.
b ) Si el vendedur conoció los vicios o debió conocer:
los ¿n razón de su profesión u ofició, "será obligado no
sólo á la restitución o la rebaja d e l ' precio, sino a la in-
demnizaáón de perjuicios" (art. 1 8 6 1 ) .
Pero si los ignoró y n o eran tales que por su profe-
fl
sión u oficio debiera conocerlos, "«nln «*r¿ pEfigacE « l
restitución o la rebaja del precio" (art. 1 8 6 1 ) .
,En otras palabras, en contra del vendedor de mala fe
tiene el comprador, además, la acción de perjuicios.
c) Si la cosa viciosa perece después de perfeccionado
el contrato, aunque haya perecido en poder del comprador
y por su culpa, " n o por eso perderá el comprador el dere-
cho que hubiere tenido a la rebaja del precio" (art. 1862,
inc. 1?).
Nótese que el comprador, en este caso, no dispone de
la acción redhibitoria.
Pero si la cosa pereció "por u n efecto del vicio inhe-
rente a ella", podrá el comprador pedir la resolución del
contrato o la rebaja del precio, con indemnización de per"
juicios en contra del vendedor de mala fe (art. 1862,
inc. 2?). : :
Manual de Derecho Gvil 147

217-. Caso en que el objeto vendido se compone de


varias.cosas.—El art. 1864 regla el caso de que sean varias
las cosas vendidas conjuntamente y algunas de entre ellas
adolezcan de vicios. E n tal caso, "sólo habrá lugar a la
acción redhibitoria por la cosa viciosa y n o por el con­
junto".
Pero la regla n o es aplicable si aparece " a u e no se
habría comprado el conjunto sin esa cosa; como cuando _
se compra un tiro, yunta o pareja de animales, o u n juego
de muebles", termina el mismo artículo.

218. Extinción de la obligación de saneamiento por


vicios redhibitorios.—La obligación de saneamiento d e los
vicios redhibitorios se extingue por la renuncia y por la
prescripción.
También cesa esta obligación en las ventas forzadas.

219. Renuncia del saneamiento de loa vicios redhibi­


torios.—Como la obligación de saneamiento de la evicción,
la de saneamiento de los vicios redhihitorios es de la na­
turaleza del contrato de compraventa. Puede suprimirse o
renunciarse, sin que por ello el contrato deie de existir
o degenere en otro diverso.
La renuncia sólo produce efectos si el vendedor está
de buena fe. Se entiende que está de mala fe cuando co­
nocía la existencia de los vicios y no los dio a conocer al
comprador.
El art. 1859 dispone: "Si se ha estipulado que el ven­
dedor no estuviese obligado al saneamiento por los vicios
ocultos de la cosa, estará sin embargo obligado a sanear
aquellos de que tuvo conocimiento y de que no dio noticia
al comprador".

220. Ventas forzadas.—En principio, el vendedor no


está obligado al saneamiento d e los vicios redhibitorios en
las ventas forzadas: "La acción redhibitoria no tiene lugar
en las ventas forzadas hechas por autoridad de la justicia"
(art. 1 8 6 5 ) .
Pero la rírcunstancia d e tratarse de una venta forzada
n o exonera al vendedor de la obligación de daj a conocer
al comprador la ex>tcncia d f ln» vicin* ««. p"<- «" par*»,
no los ignoraba.
El art. 1865 concluye: " P e r o si el vendedor, no pu-
diendo o no debiendo ignorar los vicios de la cosa ven-
dida, no los hubiere declarado a petición del comprador,
habrá lugar a la acción redhibitoria y a la indemnización"
de perjuicios".

221. ^Prescripción de las acciones q u e originan los


mar* adM5aBMÍ—ley ha señalado plazos de pres-
cripción diversos para la acción redhibitoria propiamente
tal y para la acción encaminada a pedir la rebaja del precio
o aumti minoris. y estos pisaos varían según raíz n
mueble la cosa vendida.
El art. 1866 dispone: " L a acción redhibitoria durará
seis meses respecto de las cosas muebles y un año respecto
de los bienes raíces, en todos los casos en que leyes espe-
ciales o las estipulaciones de los contratantes no hubieren
ampliado o restringido este plazo. El tiempo se contará

Y el art. 1869 agrega: " L a acción para pedir rebaja


del precio, sea en el caso del art. 1858, o en el del art.
1868, prescribe en un año para los bienes muebles v en
dieciocho meses para los bienes raices".
La acción redhibitoria, pues, prescribe en seis meses
Y un a ñ o , la acción auanti minoris. en un año y dieciocho
meses.
Como es mayor el plazo de prescripción de la acción
auantiminoris. subsiste esta acción después de prescrita
la acción redhibitoria. Así lo dice, innecesariamente, el art.
1867.
Manual de Derecho Civil 149

Es menester tener presente:


a) que el plazo de la prescripción se cuenta desde la
entrega real de la cosa; sólo entonces el comprador podrá
percatarse de la existencia de los vicios;
b ) que las partes pueden restringir y aun ampliar el
plazo de prescripción de la acción redhibitoria;
c) que la acción de indemnización de perjuicios pres-
cribe según las reglas generales.
La regla que fija en un año el plazo de prescripción
de la acción para la rebaja del precio, tratándose de bienes
muebles, tiene la excepción del art. 1870: "Si la compra
se ha hecho para remitir la cosa a lugar distante, la acción
de rebaja del precio prescribirá en un año, contado desde
la entrega al consignatario, con más el término de empla-
zamiento, que corresponda a la distancia".
La disposición, justificada por las dificultades y len-
titud de las comunicaciones al tiempo de entrar en vigencia
el Código, no se justifica hoy.
Pero la regla rige a condición de que "el comprador
en «1 tiempo intermedio entre la venta y la remesa haya
podido ignorar el vicio de la cosa, sin negligencia de su
parte" (art. 1870, inc. 2?).
2. Obligaciones del comprador
222. Enunciación.—La compraventa, como contrato
bilateral que es, genera también obligaciones para el com-
prador.
\ ~ La obligación fundamental del comprador es pagar el
j r e c i q . Pero, como lógica contrapartida de la obligación
del vendedor de entregar la cosa, tiene igualmente el com- .
¿- prador la obligación de recibirla. (<3 co-><* c~^^Mc4*\
A ) Obligación de recibir la cosa comprada
223. En qué consiste esta obligación.—La obligación
del comprador de recibir la cosa comprada consiste en ha-
rersi» rargn He la misma, tomando posesión de ella.
150 Ramón Meza Barros

La manera de cumplirse prácticamente esta obligación


variará según la naturaleza de la cosa. La recepción de la
cosa puede ser simbólica del mismo modo que puede serlo
la entrega.

224. Mora en recibir la cosa comprada.—A la obli­


gación de recibir Ta cosa dedica el Código solamente la
disposición del art. 1827 que aborda las consecuencias de
la mora del comprador.
Dispone el art. 1827: "Si el comprador se constituye
en mora de recibir, abonará al vendedor el alquiler de los
almacenes, graneros o vasijas en que se contenga lo ven­
dido, y el vendedor quedará descargado del cuidado ordi­
nario de conservar la cosa, y sólo será ya responsable del
dolo o de la culpa grave".
Dos efectos produce, pues, la mora del comprador en
recibir la cosa:
a) debe abonar al vendedor los perjuicios que sean
1
consecuencia de la mora.
La enumeración del art. 1827 n o es taxativa; se com­
prenderá, además de los gastos de alquiler de almacenes,
graneros o vasijas, los de cuidadores o guardianes, etc.
b ) el vendedor queda descargado del cuidado ordina­
rio de la cosa y sólo responde de los estragos que sufra
por su culpa lata o dolo.

No excluye el art. 1827 los derechos del vendedor para pedir


el cumplimiento o la resolución del contrato, con indemnización de
perjuicios. Tales derechos resultan, en todo caso, de la aplicación
del art. 1489.
El art. 153, inc. V, del Código de Comercio consagra expre­
samente estos derechos del vendedor: "Rehusando el comprador,
sin justa causa, la recepción de las mercaderías compradas, el ven­
dedor podrá solicitar la rescisión de la venta con indemnización de
perjuicios, o el pago del precio con los intereses legales, poniendo
Manual de Derecho Civil 151
las mercaderías a disposición del juzgado de comercio para que
ordene su depósito y venta en martillo por cuenta del comprador".

B) Obligación de pagar el precio

225. Pagar el precio, obligación fundamental del


comprador.—Él art. 1871 dispone: 'Xa principal o b l i g a ^
-
ción del comprador es la de pagar el precio convenido"
La obligación de pagar el precio, como la de entregar
la cosa vendida, es de la esencia del contrato de compra-
venta.
Sobre esta obligación del comprador el Código consig-
na unas pocas disposiciones. Para determinar quién debe
pagar el precio, cómo y a quién debe pagarse, etc., rigen
las reglas generales.

226. Lugar y época del pago del precio.—Con arre-


glo a las normas generales, el pago debe hacerse en el lugar
señalado por la convención y, a falta de estipulación, cuan-
do la obligación es de género, en el domicilio del deudor
(arts. 1587 y 1588). Por otra parte, las obligaciones deben
cumplirse de inmediato, si las partes no han postergado
expresamente su cumplimiento.
El art. 1872 deroga ligeramente estas normas por lo
que toca al lugar y época en que se debe pagar el precio:
"El precio deberá pagarse en el lugar y el tiempo estipu-
lados, o en el lugar y el tiempo de la entrega^jw habiendo
estipulación en contrario".
a) Si las partes han expresado su voluntad, es obvio
que el pago debe hacerse en la época y lugar convenidos:
rigen, en consecuencia, las reglas generales.
b ) Pero si las partes han guardado silencio, tales re-
glas generales sufren una derogación; el pago no deberá
hacerse de inme/Xato y en el domicilio del deudor, sino
en el momenjfr y en el lugar de la entrega.
152 Ramón Meza Barros

Como consecuencia, fijado un plazo para la entrega,


el mismo plazo rige, sin necesidad de estipulación, para el
pago del precio. Convenido el lugar de la entrega, este
convenio se hace extensivo a la obligación de pagar el pre­
cio, que ha de verificarse en el mismo lugar.

227. TVrwtm AA «Tinglldftr p " « suspender el pago


del precio.—Puede el comprador, sin embargo, excusarse
de pagar~el precio en la época convenida o fijada por la
ley; en suma, cuando se ve expuesto a perder la cosa.
El comprador evicto tiene derecho a. que el vendedor
le restituya el precio; es lógico que si le amenaza una evic­
ción y no ha pagado el precio, pueda suspender el pago
para evitar una inútil repetición o> lr> pagadn y cLricsgfl
consiguiente.
El art. 1872, inc. 2?, acuerda al comprador este dere­
cho: "Con todo, si el comprador fuere turbado en la po­
sesión de la cosa o probare que existe contra ella una ac­
ción real de que el vendedor no le haya dado noticia antes
de perfeccionarse el contrato, podrá depositar el precio con
autoridad de la justicia, y durará el depósito hasta que el
vendedor haga cesar la turbación o afiance las resultas del
juicio".
JDoa son las causas que justifican la suspensión por
el comprador del pago del precio:
a) que sea turbado en la posesión de la cosa;
b) que pruebe que existe contra la cosa una acción
real de que, el vendedor no le dio noticia antes de cele­
brarse el contrato. ~
Pero el comprador no queda facultado, por estas cir­
cunstancias, para retener el precio en su poder. Uebe ser
depositado, en virtud de una autorización judicial; puede
el juez autorizar al comprador para conservarlo él mi&moT
en calidad de depositario.
El propósito terminal.a) por la cesación de la turba-
Manual de Derecho Civil 153
don, y b ) por el otorgamiento de una caución que «segure
las resultas del litlglóT
228. Consecuencias de la falta de pago del precio.—
El incumplimiento de la obligación de pagar el precio, con-
forme al precepto general del art. 1489, autoriza al ven­
dedor para pedir la resolución del contrato o su cumpli­
miento, con indemnización de perjuicios.
El art. 1873 repite esta norma general: "Si el com­
prador estuviere constituido en mora de pagar el precio
en el lugar y tiempo dichos, el vendedor tendrá derecho
para exigir el precio o la resolución de la venta, con resar­
cimiento de perjuicios".
La falta de pago del precio ha de ser imputable al
comprador o, en otros términos, es preciso que éste se
encuentre en mora.
No estará en mora el comprador cuando el vendedor
no ha entregado o estado llano a entregar la cosa ™.
229. Efectos de la resolución del contrato por falta
de pago del precio.—La ley ha reglamentado los efectos
entre las partes y respecto de terceros de la resolución del
contrato de compraventa por incumplimiento de la obliga­
ción del comprador de pagar el precio.
Estos efectos, en gran parte, son la aplicación de los
principios generales que regulan los efectos de la condición
resolutoria cumplida, con algunas importantes modificacio­
nes
230. Efectos entre las partes.—Resuelto el contrato,
las partes tienen derecho a que se las restituya al estado
anterior a su celebración. Con tal objeto, el comprador
debe al vendedor determinadas prestaciones:
a) Tiene derecho el vendedor, en primer término, a
que se le restituya la cosa.

70 Véase "De las obligaciones", b K 127 y 128.


7 1
Véase "De Jas obligaciones", N""- 146 y sgtes.
154 Ramón Meza Barros

El art. 1487 previene que cumplida la condición reso­


lutoria deberá restituirse lo que se hubiere recibido bajo
tal condición.
b ) El vendedor tiene igualmente derecho a que se le
restituyan los frutos que el comprador hubiere percibido
mientras tuvo la cosa en su poder. Los frutos deben res­
tituirse íntegramente si el comprador no pagó ninguna
parte del precio o en. proporción a la parte insoluta del
mismo.
. El art. 1875 establece que el vendedor tiene derecho
"para que se le restituyan los frutos, ya en su totalidad,
si ninguna parte del precio se le hubiere pagado, ya en la
proporción que corresponda a la parte del precio que no
hubiere sido pagada". •
Por regla general, cumplida la condición, no se deben
los frutos percibidos en el tiempo intermedio, salvo que
la ley, el testador, el donante o los contratantes, según los
varios casos, hayan dispuesto lo contrario (art. 1 4 8 8 ) .
Cuando la resolución tiene lugar por falta de pago del pre­
cio, la regla general se altera y el comprador debe restituir
los frutos en la forma indicada.
c) En caso de haberse dado arras, el vendedor tiene
derecho "para retener las arras, o exigirlas dobladas" (art.
1875, inc. 1?).
d ) Tiene el vendedor derecho para que el comprador
le indemnice los deterioros que haya experimentado la cosa.
Para estos efectos se considerará al comprador como
poseedor de mala fe, "a menos que pruebe haber sufrido
en su fortuna, y sin culpa de su parte, menoscabos tan
grandes que le hayan hecho imposible cumplir lo pactado"
7 2
(art. 1875, inc. 3?)

•-' G>n arreglo al art. 906, el poseedor de buena fe no es respon­


sable de los deterioros, sino en cuanto se hubiere aprovechado
de ellos.
Manual de Derecho Civil 155

e) En fin, le asiste al vendedor el derecho de deman­


dar la indemnización de los perjuicios que el incumplimien­
to del contrato le haya ocasionado (art. 1 8 7 3 ) .
Por su parte, el vendedor debe realizar ciertas presta­
ciones en favor del comprador:
a) El comprador tiene derecho "para que se le resti­
tuya la parte que hubiere pagado del precio" ( a r t . 1875,
inc. 2?).
b ) Tiene igualmente derecho para q u e se le abonen
las mejoras, reputándosele, para estos efectos, como posee­
dor de mala fe.
Debe el vendedor, por lo tanto, abonarle las mejoras
necesarias; no tiene derecho ni a las mejoras útiles ni vo-
luptuarias, y podrá llevarse sólo los materiales de dichas me­
joras, siempre que pueda separarlos sin detrimento y que
el vendedor rehuse pagarle el precio que tendrían una vez
separados (arts. 809, 909, 910 y 9 1 2 ) .
Sin embargo, el comprador será reputado de buena fe
si probare que su fortuna, sin culpa suya, ha sufrido me­
noscabos tan considerables que le hicieron imposible cum­
plir el contrato (art. 1875, inc. 3?).

2 3 1 . Efecto» respecto de terceros.—La resolución


del contrato no afecta a terceros de buena fe. El art. 1876
aplica al contrato de .compraventa los principios generales
de los arts. 1490 y 1491 ™: "La resolución por no haberse
pagado el precio no da derecho al vendedor contra terce­
ros poseedores, sino en conformidad a los artículos 1490 y
1491".
En consecuencia, si la cosa vendida es mueble, los ter­
ceros deben estar de mala fe, o sea, conocer el hecho de
que el comprador adeudaba parte del precio. Si la cosa
es inmueble, será menester que en el título respectivo,

™ Véase "De las obligaciones", N««- 151 y sgtes.


156 Ramón Meza Barro»
inscrito u otorgado por escritura pública, conste la existen-
cia de dicho saldo de precio.
232. Declaración en la escritura de venta de haberse
pagado el precio.—La declaración que las partes hagan en
la escritura de compraventa de haberse pagado el precio
tiene considerable importancia, en relación con el ejercicio
de la acción resolutoria por falta de pago del mismo.
El art. 1876, inc. 2?, establece: "Si en la escritura de
venta se expresa haberse pagado el precio, no se admitirá
prueba alguna en contrario sino la de nulidad o falsifica-
ción de la escritura, y sólo en virtud de esta prueba habrá
acción contra terceros poseedores".
La disposición es un corolario del primer inciso, que,
refiriéndose a las consecuencias de la resolución para los
terceros, establece que les afectará en las condiciones pre-
vistas en los arts. 1490 y 1491.
Cuando en la escritura se declara íntegramente pagado
el precio, la buena fe de los terceros es indudable. El legis-
lador no admite que se ponga en duda esta buena fe y,
por lo tanto, aunque comprador y vendedor convengan en
que el precio no fue realmente pagado, no podrá accionar
este último contra los terceros.
Para que sea posible al vendedor accionar contra los
terceros, n o puede impugnar Ja veracidad de la declaración
de haberse pagado el precio; deberá atacar la escritura mis-
ma en que se contiene la declaración, tachándola de nula
o falsificada.
En suma, la ley veda a las partes la prueba directa
de que es inexacta la aseveración de haberse pagado el pre-
cio para fundar en esta circunstancia una acción resoluto-
ria y las consiguientes acciones reales contra terceros.
¿Rige la disposición para accionar el vendedor contra
el comprador que conserva la cosa en su poder? Nos pro-
14
nunciamos abiertamente por la n e g a t i v a .
1 4
Contra, Alessandri, ob. cit., t. II, N**- 1803 y igtes.
Manual de Derecho Qvil 157

a) Del contexto de los arts. 1875 y 1876 aparece in-


dudable que se refieren, respectivamente, a los efectos de
la resolución del contrato entre las partes y respecto de
terceros.
b ) £1 art. 1876 señala las condiciones generales en
que la resolución del contrato afecta a terceros y prevé,
en seguida, la situación de los mismos terceros frente a la
declaración de haberse pagado el precio.
c) La disposición no se justifica sino como una me-
dida de protección a los terceros, ante una eventual colu-
sión de las partes.
d) En fin, la interpretación contraria conduce al ab-
surdo. No sería siquiera admisible, como prueba para des-
virtuar la aseveración de la escritura, la confesión del com-
prador de no haber pagado el precio.
Si el comprador confiesa que no ha pagado el precio,
sería insensato negar al vendedor acción para pedir que se
le pague o que se resuelva el contrato, a pretexto de que
no es admisible otra prueba que la nulidad o falsificación
de la escritura.

233. Cláusula de no transferirse el dominio sino por


el pago del precio.—Siguiendo los precedentes romanos,
los Proyectos de Código establecían que la tradición de la
cosa vendida no transfería el dominio mientras no se pa-
gara el precio o se asegurara a satisfacción del vendedor,
T S
a menos de estipularse un plazo para el pago .
El sistema fue abandonado y el art. 680 dispuso que
"verificada la entrega por el vendedor, se transfiere el do-
minio de la cosa vendida, aunque no se haya pagado el
precio, a menos que el vendedor se haya reservado el domi-
nio hasta el pago".
La condición implícita de no transferirse el dominio
a pesar de la entrega, por no estar pagado el precio, quedó

" Am. 821 y 2009 del Proyecto de 1853.


158 Ramón Meza Barro»

abolida. Con arreglo al art. 680, inc. 2?, sería menester


una expresa reserva.
Pero, en clara contradicción con el texto legal citado,
el art. 1874 atribuye a la cláusula de no transferirse el do-
minio sino por el pago del precio un alcance diferente. El
dominio, pese a la estipulación, se transfiere al comprador;
la falta de pago del precio no impide que se haga dueño,
sino que otorga al vendedor el derecho de pedir el cum-
plimiento del contrato o su resolución, con indemnización
de perjuicios.
El art. 1874, en efecto, dispone: "La cláusula de no
transferirse el dominio sino en virtud de la paga del precio,
no producirá otro efecto que el de la demanda alternativa
enunciada en el articulo precedente".
De este modo, mientras el art. 680 establece que si
el vendedor se reserva expresamente el dominio hasta que
el precio se pague, la tradición no hará dueño al compra-
dor, el art. 1874 declara, enfáticamente, que tal reserva n o
obsta para la adquisición de la propiedad por el adqui
rente.
El comprador adquiete el dominio expuesto a resol-
verse si, constituido en mora de pagar el precio, el vende-
dor opta por pedir la resolución del contrato
El art. 1874 concluye que, "pagando el comprador el
precio, subsistirán en todo caso las enajenaciones que hu-
biere hecho de la cosa o los derechos que hubiere consti-
tuido sobre ella en el tiempo intermedio".

8. PACTOS ACCESORIOS DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA

234. Generalidades.—Pueden agregarse al contrato


de compraventa diversos pactos accesorios.
El Código reglamenta tres de estos pactos: a) el pac-

Claro Solar, ob. ch., t. VII, N* 723.


Manual de Derecho Civil 159

to comisorio; b ) el pacto de retroventa, y c) el pacto d e


retracto.
Pero el art. 1887 dispone que "pueden agregarse al
contrato de venta cualesquiera otros pactos accesorios líci­
tos; y se regirán por las reglas generales de los contratos".
1. Pacto comisorio
2 3 5 . Concepto, sus clases y sus efectos.—El pacto
comisorio es la condición resolutoria de no cumplirse lo
pactado, expresamente estipulado.
Puede ser simple o con cláusula de resolución ipso
jacto, que también se denomina calificado.
El pacto comisorio simple es aquel en que se estipula,
lisa y llanamente, que se resolverá el contrato si no se
cumple lo pactado.
N o difiere en sus efectos de la condición resolutoria
tacita. El contrato n o se resuelve en pleno derecho. El
comprador y el vendedor tienen el derecho alternativo de
pedir el cumplimiento o la resolución del contrato. El pac­
to comisorio calificado es aquel en que se estipula que el
incumplimiento resolverá ipso facto, en el acto ó sin más
trámite, el contrato de compraventa.
Tampoco resuelve el contrato de pleno derecho; el
acreedor podrá aun pedir el cumplimiento. El deudor po­
drá enervar la acción resolutoria, pagando dentro de las
veinticuatro horas subsiguientes a la notificación judicial
7
de la d e m a n d a " .

2. Pacto de retroventa
236. Concepto.— Dispone el art. 1 8 8 1 : " P o r el pac­
to de retroventa el vendedor se reserva la facultad de reco-
7 7
Véase "De las obligaciones", N'* 135 y sgtes., en que se trata
in extenso del Pacto comisorio a proposito de las obligaciones
condicionales, como una de las varias especies de condición
resolutoria.
160 Ramón Meza Barros

brar la cosa vendida, reembolsando al comprador la can-


tidad determinada que se estipulare, o en defecto de esta
estipulación lo que le haya costado la compra".
A vende a B u n predio en $ 5.000 y se reserva el
derecho de recuperarlo, reembolsando dicha suma, en el
plazo de dos años. Tal estipulación es un pacto de retro-
venta.
El pacto de retroventa importa una condición resolu-
toria del contrato de compraventa. El contrato está expues-
to a desaparecer por el hecho futuro e incierto consistente
en que el vendedor haga valer su opción de recobrar la
cosa vendida.
Trátase de una condición pura o meramente potesta-
tiva, porque depende de la sola voluntad del vendedor.

237. Ventajas e inconvenientes del pacto de retro-


venta.—El pacto de retroventa es un eficaz medio de pro-
curarse dinero el propietario de una cosa de la que no
desea desprenderse definitivamente.
El dueño de la cosa la vende y obtiene el dinero;
puede luego recobrarla pagando la suma convenida, o, en
su defecto, lo que recibió por ella. Este pago es en el fondo
la restitución de la suma prestada.
Presenta para el vendedor una ventaja sobre otras
garantías, como la hipoteca. Puede procurarse una mayor
suma de dinero, ya que el acreedor que presta con garan-
tía hipotecaria tiene lógicamente en cuenta los gastos del
cobro de su crédito y no presta sino lo que pueda valer
la finca, con deducción de tales gastos. El vendedor confía
en que, dentro del plazo fijado, podrá procurarse los fon-
dos para reembolsar el precio y recobrar la cosa.
Para el comprador las ventajas son enormes. Podrá
hacer suya la cosa por el solo hecho de que el vendedor
deje pasar el plazo sin efectuar el reembolso; la venta se
hará, entonces, irrevocable.
Manual de Derecho Civil 161

Sus inconvenientes derivan de que, a menudo, sirve


para encubrir un pacto comisorio que la ley terminante-
mente prohibe. En el hecho la estipulación puede tener
simplemente por objeto permitir al prestamista hacerse
pago de su crédito con la cosa dada en garantía.

Un examen superficial podría llevar a confundir la venta con


pacto de retroventa con un préstamo con garantía prendaria. El
vendedor parece ser un mutuario que da una cosa en prenda y el
comprador un prestamista que la recibe. Entre ambas operaciones
media, sin embargo, una considerable diferencia.
El mutuario debe restituir la suma prestada y el mutuante
puede perseguirle en todos sus bienes para obtener el reembolso.
En cambio, el que se procura dinero por medio del pacto de retro-
venta no debe ninguna suma de dinero y no puede ser forzado a
reembolsar lo que recibió; el reembolso para él es facultativo.
Además, en el préstamo con prenda, el mutuario conserva el
dominio de la cosa; los riesgos serán de su cargo. En la venta con
pacto de retroventa, seguida de la tradición, el comprador se hace
dueño; para él serán los riesgos de la cosa si perece antes de que
el vendedor ejercite su derecho de recobrarla.

238. Requisitos del pacto de retroventa.—Para que


el pacto de retroventa produzca sus efectos, es menester
que concurran los siguientes requisitos: a) facultad conce-
dida al vendedor de recobrar la cosa; b ) obligación del
vendedor de reembolsar al comprador, y c) un plazo con-
cedido al vendedor para ejercitar su derecho.
a) Es esencial, como se comprende, que el vendedor
se reserve la facultad de recomprar la cosa vendida.
La estipulación de la reserva debe hacerse en el mis-
mo contrato de compraventa; no puede útilmente pactarse
después de su celebración. La estipulación a posteriori im-
portaría una promesa de compraventa.
b ) El art. 1881 previene que el vendedor debe reem-
162 Ramón Meza Barros

bolsar al comprador el precio que se estipulare y, a falta


de estipulación, el mismo precio de la venta.
c) Es indispensable u n plazo para que el vendedor
ejercite su derecho. El art. 1885 dispone: " E l tiempo en
que se podrá intentar la acción de retroventa no podrá
pasar de cuatro años, contados desde la fecha del contrato".
Las partes pueden, pues, señalar un plazo que no ex-
ceda de cuatro años.

239. Condiciones para ejercitar el derecho que ema-


na del pacto de retroventa.—Para el ejercicio de los dere-
chos que el pacto de retroventa genera para el vendedor
y para que se opere la resolución del contrato de compra-
venta, es preciso que concurran las siguientes condiciones:
a) que el vendedor haga valer judicialmente su derecho;
b ) que en el acto de ejercerlo ponga el precio a disposi-
ción del comprador; c) que el derecho se haga valer en
tiempo oportuno, y d ) que se dé el correspondiente aviso
al comprador.
a) Si las partes se avienen a ejecutar la retroventa,
el vendedor reembolsa el precio y el comprador restituye
la cosa, no pueden suscitarse dificultades. Pero si el com-
prador se resiste, es indispensable que el vendedor ejercite
su derecho, acudiendo a la justicia.
El art. 1855 emplea la expresión "intentar la acción"
que indica la necesidad de que el derecho del vendedor se
T8
ejercite judicialmente' .
N o es suficiente, por lo tanto, una manifestación ex-
trajudiciál de la voluntad del vendedor de ejercitar su
derecho.
b ) En el acto de hacer valer su derecho, el vendedor
debe pagar el precio, El término "reembolsando" indica
claramente la idea de simultaneidad entre el ejercicio del
derecho y el pago.

»• Alessandri, ob. cit., t. III, N' 1914.


Manual de Detecho Civil 163

c) El vendedor deberá invocar el pacto d e retroventa


en tiempo oportuno, esto es, dentro del plazo convenido,
que no será superior a cuatro años. Expirado este plazo,
el derecho del vendedor se extingue.
d ) E n fin, para ejercitar su derecho, el vendedor debe
avisar al comprador con la debida anticipación. El com-
prador goza de la cosa y es lógico que anticipadamente se
le avise que debe restituirla.
El art. 1885, inc. 2?, dispone que " e n t o d o caso ten-
drá derecho el comprador a que se le dé noticia anticipada,
que no bajará de seis meses para los bienes raíces ni de
quince días para las cosas muebles".
Esta regla no tiene lugar cuando la cosa produce fru-
tos, de tiempo en tiempo, mediante trabajos e inversiones
preliminares; justo es que la restitución no pueda recla-
marse del comprador sino después de obtenidos los frutos
de su esfuerzo. Por este motivo la disposición citada con-
cluye que "si la cosa fuere fructífera, y n o diere frutos
sino de tiempo en tiempo y a consecuencia d e trabajos e
inversiones preparatorias, no podrá exigirse la restitución
demandada sino después de la próxima percepción de fru-
tos".

240. Efectos del pacto d e retroventa.—Los efectos


del pacto de retroventa serán diversos, según que el ven-
dedor haya o no ejercitado oportunamente su derecho.
a) Si el vendedor no ejercitó su derecho en el plazo
convenido o legal, fallará la condición resolutoria del con-
trato de venta. Caducarán los derechos del vendedor y los
del comprador se consolidarán definitivamente.
b ) Por la inversa, si el vendedor ejercita su acción en
la oportunidad debida, se habrá cumplido la condición re-
solutoria, se resolverá el contrato de venta y las cosas vol-
verán al mismo estado en que se encontrarían si no se
hubiera contratado.
164 Ramón Meza Barros

Como en el caso de toda condición resolutoria cum­


plida, será menester examinar los efectos entre las partes
y con relación a los terceros.

2 4 1 . Efectos entre las partes.—Comprador y vende­


dor se deben mutuas prestaciones.
a) El comprador está obligado, desde luego, a resti­
tuir la cosa, con sus accesorios. El art. 1883, inc. 1?, pre­
viene: "El vendedor tendrá derecho a que el comprador
le restituya Ta cosa vendida con sus accesiones naturales".
b ) E l comprador debe indemnizar al vendedor por los
deterioros de la cosa. El vendedor "tendrá asimismo dere­
cho a ser indemnizado de los deterioros imputables a he­
cho o culpa del comprador" (art. 1883, inc. 2 ? ) .
c) Por su parte, el vendedor debe pagar al comprador
las mejoras introducidas en la cosa. "Será obligado al pago
de las expensas necesarias, pero no de las invertidas en
mejoras útiles o voluptuarias que se hayan hecho sin su
consentimiento" (art. 1883, inc. 3 ° ) .

242. Efectos contra terceros.—Respecto de los ter­


ceros se siguen las reglas generales. La resolución del con­
trato de compraventa les afectará a condición de que estén
de mala fe.
El art. 1882 dispone: "El pacto de retroventa en sus
efectos contra terceros se sujeta a lo dispuesto en los arts.
1490 y 1 4 9 1 " .

243. El derecho que nace del pacto de retroventa es


intransferible.—El derecho que nace para el vendedor del
pacto de retroventa es intransferible. El art. 1884 prohibe
la cesión: " E l derecho que nace del pacto de retroventa
no puede cederse".
El derecho del vendedor podría, sin embargo, trans­
mitirse por causa de muerte.
Manual de Derecho Civil 165

3. Pacto de retracto

244. Concepto y efectos.—Se llama pacto de retrac-


to o adictio in diem aquel en que las partes convienen que
se resolverá la venta si, en un plazo determinado, se pre-
senta un nuevo comprador que ofrezca al vendedor condi-
ciones más ventajosas que el comprador primitivo.
El art. 1886 dispone: "Si se pacta que presentándose
dentro de cierto tiempo (que no podrá pasar de un año)
persona que mejore la compra se resuelva el contrato, se
cumplirá lo pactado; a menos que el comprador o la per-
sona a quien éste hubiere enajenado la cosa, se allane a
mejorar en los mismos términos la compra".
La disposición merece las dos observaciones que si-
guen:
a) El plazo para mejorar la compra no puede exceder
de un año.
b ) Para evitar la resolución, el comprador o la per-
sona que hubiere adquirido de él la cosa puede mejorar
la compra en los mismos términos que el nuevo comprador.
En otras palabras, en igualdad de condiciones, el con-
trato no se resuelve y la ley hace prevalecer el interés de!
comprador.
Entre las partes y respecto de terceros, el pacto de
retracto produce los mismos efectos que el pacto de retro-
venta (art. 1886, incs. 2? y 3?).

9. D E LA RESCISIÓN DE LA V E N T A POR LESIÓN ENORME

245. Concepto y fundamento de la lesión enorme.—


La lesión es el perjuicio pecuniario que las partes sufren
como consecuencia de la falta de equivalencia de las pres-
taciones recíprocas de un contrato conmutativo.
No ha podido el legislador desconocer que la compra-
venta es, en buena medida, un acto de especulación y que
66 Ramón Meza Barros

es legítimo que cada contratante trate de obtener un pro-


vecho. Pero, por otra parte, no ha debido ignorar que un
grave desequilibrio de las prestaciones no ha podido sel
consentido sino bajo el imperio de una presión a la que
el contratante no ha sido capaz de resistir.
Una imperiosa necesidad de dinero ha forzado segu-
ramente al vendedor a vender a cualquier precio; su con-
sentimiento se encuentra profundamente viciado y la ley
acude en su ¡ayuda autorizándole para pedir aun la resci-
sión del contrato, f
Pero la estabilidad del contrato requiere que el dese-
quilibrio de las prestaciones sea de gran entidad para que
se justifique la •rescisión. La lesión, en otros términos,
debe ser enorme.

246. Requisitos de la rescisión por lesión enorme.—


Tiene lugar la rescisión de la venta por causa de lesión
siempre que concurran los siguientes requisitos:
a) que la venta sea susceptible de rescindirse por
causa de lesión;
b ) que la lesión sea enorme, en los términos que
señala la ley;
c) que la cosa no haya perecido en poder del com-
prador;
d ) que el comprador no haya enajenado la cosa, y
e) que la acción correspondiente se entable en tiempo
oportuno.

247. Ventas rescindibles por causa de lesión.—La


rescisión por causa de lesión tiene cabida sólo en los actos
que la ley expresamente señala. Por este motivo, el legis-
lador creyó oportuno consignar, en el art. 1888, que "el
contrato de compraventa podrá rescindirse por lesión enor-
me".
No tiene cabida la rescisión por lesión enorme en todo
Manual de Derecho Civil 167

contrato de compraventa. En términos generales, sólo tiene


cabida en la compraventa de bienes raices:
a) No procede la acción rescisoria por lesión enorme
"en las ventas de bienes muebles" ( a r t . 1 8 9 1 ) .
Como consecuencia, no tiene cabida en las ventas co­
merciales; el art. 126 del Código d e Comercio dispone:
" N o hay rescisión por causa de lesión enorme en los con­
tratos mercantiles".
b ) No habrá tampoco lugar a la acción rescisoria en
las ventas " q u e se hubieren hecho por el ministerio de la
justicia" (art. 1 8 9 1 ) .
Las ventas judiciales, forzadas o voluntarias, no son
rescindibles por causa de lesión. La venta se hace en pú­
blica subasta, cumpliéndose diversos' requisitos de publici­
dad, y el precio, si no guarda relación con el verdadero
valor de la cosa, es el único en que ha podido venderse.
c) No cabe la rescisión por lesión enorme, aunque se
trate de inmuebles, en las ventas de minas. El art. 77 del
Código de Minería previene: " N o hay rescisión por causa
de lesión enorme en los contratos de compraventa y per­
muta de pertenencia o de una parte alícuota de ella". *

248. Cuándo la lesión es enorme.—La desproporción


entre las prestaciones de comprador y vendedor debe ser
monstruosa; la ley reputa legítima una diferencia mode­
rada.
Pueden sufrir lesión enorme el vendedor y el com­
prador. El art. 1889 precisa cuándo hay lesión de esta ín­
dole para uno y otro.
Sufre lesión enorme el vendedor cuando recibe un
precio inferior a la mitad del precio justo de la cosa. El
art. 1889 expresa: " E l vendedor sufre lesión enorme cuan­
do el precio que recibe es inferior a la mitad del justo
precio de la cosa que vende".
Por ejemplo, si el justo precio de la cosa es de

El Código citado se encuentra derogado. En el actual Código de Minería


(ley 18.248; D. Of. 14 ile octubre de 1983) vid. art. 170 (N. del E.).
168 Ramón Meza Barios

$ 1.000.000 sufrirá el vendedor lesión enorme si reci-


be $ 450.000.
Por su parte, el comprador sufrirá lesión enorme cuan-
d o paga un precio superior al doble del justo precio de la
cosa. £1 art. 1889 añade que "el comprador a su vez sufre
lesión enorme, cuando el justo precio de la cosa que com-
pra es inferior a la mitad del precio que paga por ella".
Por ejemplo, sufrirá lesión enorme el comprador si
paga $ 2.100.000 por la cosa cuyo justo precio es de
$ 1.000.000. El justo precio $ 1.000.000 es inferior a la
mitad del precio pagado por él (? 1.050.000).
Para determinar el justo precio debe atenderse al
tiempo de la celebración de la venta: " E l justo precio se
refiere al tiempo del contrato" (art. 1889, inc. 2?).
La prueba de la lesión incumbe a aquel de los con-
tratantes que deduce la acción correspondiente.

249. Pérdida de la cosa por el comprador.—Para


que proceda la rescisión por lesión enorme es preciso que
la cosa no haya perecido en poder del comprador.
En efecto, el art. 1893 previene: "Perdida la cosa en
poder del comprador no habrá derecho por una ni por otra
parte para la rescisión del contrato".
La disposición se explica porque rescindido el contra-
to deberá restituirse la cosa. Esta restitución se torna im-
posible cuando la cosa ha perecido.

250. Enajenación de la cosa por el comprador.—


Ninguno de los contratantes podrá pedir la rescisión de la
venta "si el comprador hubiere enajenado la cosa" (art.
1893, inc. 2?).
La rescisión de la venta por causa de lesión difiere
sustancialmente, pues, de la rescisión del mismo contrato
por otras causas; por regla general, la nulidad judicial-
mente declarada da acción contra terceros (art. 1 6 8 9 ) .
Manual de Derecho Civil 169

Sin embargo, en caso de que el comprador haya ena-


jenado la cosa "por más de lo que había pagado por ella",
"podrá el primer vendedor reclamar este exceso, pero sólo
hasta concurrencia del justo valor de la cosa, con deduc-
ción de una décima p a r t e " (art. 1893, inc. 2 ? ) .
Por ejemplo, A vende a B en $ 1.000 una cosa cuyo
justo precio es de $ 2.200 y B, a su turno, la vende en
$ 2.500. A tiene derecho a reclamar el exceso de $ 300.
Pero si B vende en $ 4.500 no tendrá derecho al total
de la diferencia porque ésta tiene como límite el justo pre-
cio con deducción de una décima parte y que asciende a
$ 1.080.

2 5 1 . Prescripción de la acción rescisoria por lesión


enorme.—Por último, para que proceda la rescisión por
lesión enorme es preciso que se deduzca la acción corres-
pondiente en tiempo oportuno.
El art. 1896 dispone: "La acción rescisoria por lesión
enorme expira en cuatro años, contados desde la fecha del
contrato".
Como prescripción del corto tiempo, con arreglo al
art. 2524, la prescripción de la acción rescisoria corre con-
tra toda clase de personas.

252. Irrenunciabilidad d e la acción rescisoria.—La


ley proclama que la acción rescisoria es irrenunciable. Auto-
rizar la renuncia importaría abolir la acción: "La ley no
habría prestado sino u n socorro inútil e ilusorio al desgra-
T
ciado y al oprimido" *.
El art. 1892 previene: "Si se estipulare que no podrá
intentarse la acción rescisoria por lesión enorme, no val-
drá la estipulación; y si por parte del vendedor se expre-

7 9
Expresiones del ilustre Portalis, citadas por Alessandri, ob. cit.,
t. II, N* 2031.
170, Ramón Meza Barros

sare la intención de donar el exceso, se tendrá- esta cláu­


sula por no escrita".
253. Efectos d e la rescisión por lesión enorme.—El
objeto de la acción rescisoria es invalidar la compraventa.
Sus efectos son los propios de la nulidad; en suma, el ven­
dedor recobrará la cosa y el comprador el precio pagado
por ella.
Pero la rescisión por lesión enorme tiene una intere­
sante modalidad. La rescisión se funda en la inicua despro­
porción entre las prestaciones de comprador y vendedor.
El restablecimiento del equilibrio de tales prestaciones de­
sagravia a las partes, y de este modo desaparecen sus mo­
tivos de queja.
Si la víctima de la lesión ha sido el vendedor, podrá
el comprador hacer subsistir el contrato aumentando el
precio. Si al contrario, la víctima ha sido el comprador,
puede hacer lo mismo el vendedor restituyendo parte del
precio excesivo.
Los efectos de la rescisión serán diversos, pues, según
que el demandado opte por evitar que el contrato se res­
cinda o por aceptar la rescisión.

254. Efectos si el demandado opta por evitar la res­


cisión.—El comprador y el vendedor, víctimas de lesión
enorme, tienen derecho para pedir la rescisión del contrato.
Pronunciada la rescisión, nace para los contratantes el
derecho de enervar el fallo, aumentando el precio el com­
prador o restituyendo parte del mismo el vendedor.
El art. 1890 establece: "El comprador contra quien
se pronuncia la rescisión, podrá a su arbitrio consentir en
ella o completar el justo precio con deducción de una dé­
cima parte; y el vendedor, en el mismo caso, podrá a su
arbitrio consentir en la rescisión o restituir el exceso del
precio recibido sobre el justo precio aumentado en una
décima parte".
Manual de Derecho Civil 171

a) Debe observarse, en primer término, que la facul­


tad del comprador o vendedor demandados .de aceptar o
evitar la rescisión pueden ejercerla " a su arbitrio".
El demandante no puede pedir sino la rescisión del
contrato.
b ) La opción del demandado nace u n a vez fallado
el pleito y declarada la nulidad. La facultad d e optar com­
pete al comprador o al vendedor "contra quien se pronun­
cia la rescisión".
c) Fija la ley la cantidad que debe pagar el deman­
dado para evitar la rescisión.
No están obligados el comprador y el vendedor a com­
pletar el primero el justo precio ni a restituir el segundo
el exceso sobre el precio justo. El comprador debe pagar
y el vendedor restituir una décima parte menos.
De este modo, si el justo precio es $ 1.000 y el ven­
dedor ha recibido $ 400, el comprador debe completar
$ 900, que es el justo precio menos una décima parte.
Y si el justo precio es $ 1.000 y el comprador ha
pagado $ 2.500, n o debe el vendedor restituir $ 1.500;
como el justo precio debe aumentarse en una décima parte
y así aumentado asciende a $ 1.100, debe restituir como
exceso sólo $ 1.400.
En uno y otro caso, comprador y vendedor obtienen
una ventaja del 1096 sobre el justo precio que la ley reputa
legítima. En el primer caso, el comprador habrá pagado
$ 900 por lo que vale $ 1.000; en el segundo, por lo que
vale $ 1.000 habrá pagado, a la postre, $ 1.100.

2 5 5 . Frutos y expensas.—El comprador o el vende­


dor deben abonar frutos e intereses, pero sólo desde la
fecha de la demanda. " N o se deberán intereses o frutos
sino desde la fecha de la demanda", expresa el inc. 2? del
art. 1890, esto es, por el tiempo comprendido entre el
contrato y la iniciación del juicio.
"72 Ramón Meza Batios

La disposición añade que no podrá "pedirse cosa al-


guna en razón de las expensas que haya ocasionado el con-
trato".

256. Efectos si el demandado consiente en la resci-


sión del contrato.—La rescisión de la venta, en principio,
da derecho a las, partes a ser restituidas al mismo estado
en que se hallarían si no se hubiera celebrado el contrato
nulo, con algunas importantes limitaciones:
a) El vendedor debe restituir la cosa y el comprador
el precio, con intereses y frutos, pero sólo desde la de-
manda.
b ) Las partes n o están obügadas a pagar las expensas
del contrato.
c) El art. 1894 expresa: " E l vendedor no podrá pedir
cosa alguna en razón de los deterioros que haya sufrido
la cosa; excepto en cuanto el comprador se hubiere apro-
vechado de ellos" *°.
d ) La rescisión de la venta por lesión enorme no
afecta a los terceros adquirentes. Si la cosa se ha enaje-
nado por el comprador, no hay derecho para pedir la res-
cisión del contrato.
e) La rescisión no afecta tampoco a los terceros en
cuyo favor hubiere constituido el comprador algún derecho
real.
El art. 1895 dispone: " E l comprador que se halle en
el caso de restituir la cosa, deberá previamente purificarla
de las hipotecas u otros derechos reales que haya consti-
tuido en ella".
La disposición deja en claro que las hipotecas y demás
derechos reales no se extinguen de pleno derecho por la
81
rescisión del c o n t r a t o .

K 0
Se aplica al comprador la regla del art. 906, dictada para el
poseedor vencido de buena fe.
»» Alessandri, ob. cit., t. II, N«- 2023 y 2024.
Manual de Derecho Qvil 173
3. LA PERMUTA

257. Definición.—Define el art. 1897 el contrato d e


permuta: "La permutación o cambio es u n contrato en q u e
las partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuer­
po cierto por o t r o " .
La definición no es exacta. N o sólo es permuta el
contrato en que se cambia una cosa por otra; lo es el cam­
bio de una cosa por otra y dinero, "si la cosa vale más
que el dinero" (art. 1 7 9 4 ) .
El trueque de cosas genéricas no es permuta; consti­
tuye un contrato innominado.

258. La permuta se rige por las reglas d e la com­


praventa.—Se aplican al contrato de permuta las reglas q u e
rigen la compraventa.
a) Por regla general, el contrato de permuta es con­
sensual. De acuerdo con el art. 1898, "el cambio se reputa
perfecto por el mero consentimiento".
b ) Por excepción la permuta es solemne cuando " u n a
de las cosas que se cambian o ambas sean bienes raíces
o derechos de sucesión hereditaria"! En tal caso, "para la
perfección del contrato ante la ley, será necesaria escritura
pública" (art. 1 8 9 8 ) .
c) Las cosas que no pueden venderse tampoco pueden
permutarse (art. 1899, inc. 1°).
d ) No son hábiles para celebrar el contrato de per­
muta "las personas que no son hábiles para el contrato de
venta" (art. 1899, inc. 2 ? ) .
El art. 1900 concluye: "Las disposiciones relativas a
la compraventa se aplicarán a la permutación en todo lo
que no se oponga a la naturaleza de este contrato; cada
permutante será considerado como vendedor d e la cosa que
da, y el justo precio de ella a la fecha del contrato se mi­
rará como el precio que paga por lo que recibe en cambio"
174 Ramón Meza Barros

4. LA CESIÓN DE DERECHOS

259. División de la materia.—La cesión de derechos


lato sensu es el traspaso de un derecho por acto entre
vivos.
Trata el Título X X V del Libro I V , en sucesivos pá­
rrafos, de tres materias diferentes: 1) de la cesión de cré­
ditos personales; 2 ) de la cesión del derecho de herencia,
y 3 ) de la cesión de derechos litigiosos.
De este modo, la denominación del título no es exac­
ta; sugiere que se tratará, de un modo general, de la cesión
de toda clase de derechos.
En verdad, se ocupa de la cesión de ciertos créditos
o derechos personales; no trata de la cesión de los derechos
reales sino sólo del de herencia, y de la cesión de dere­
chos litigiosos que, naturalmente, pueden ser reales o per­
sonales.
1. CESIÓN DE CRÉDITOS PERSONALES

260. Concepto de créditos personales.—La expresión


"créditos personales" es redundante. Los créditos son nece­
sariamente personales en el sentido de que sólo pueden
reclamarse de quienes por un hecho suyo o por disposición
de la ley han contraído la obligación correlativa (art. 5 7 8 ) .
H a querido significar el legislador con la expresión
"créditos personales" cierto tipo d e créditos en que se en­
cuentra precisamente determinado el acreedor, denomina­
dos, por lo mismo, "nominativos".

2 6 1 . Créditos nominativos, a la orden y al portador.—


En principio, todos los créditos son transferibles, excepto
aquellos que tienen un carácter personalísimo.
Pero la manera de efectuar la cesión varía según la
forma del título de que consta el crédito. Desde este punto
de vista los créditos pueden ser nominativos, a la orden
o al portador.
Manual de Derecho Civil 175

Créditos nominativos son aquellos en que se indica


con toda precisión la persona del acreedor y que no son
pagaderos sinouprecisamente a la persona designada.
Tal es, por ejemplo, el crédito del vendedor contra
el comprador por el precio de la compraventa.
Créditos a la orden son aquellos en que al nombre de
la persona del titular se antepone la expresión " a la o r d e n "
u otra equivalente.
Tales créditos son pagaderos a la persona designada
o a quien ésta ordene o designe. Las letras de cambio, los
pagarés y cheques adoptan generalmente esta forma.
Por último, créditos al portador son aquellos en que
no se designa la persona del acreedor o llevan la expresión
"al portador".
De esta clase de créditos son los billetes de banco,
los bonos hipotecarios, los cheques en que no se han bo-
rrado las palabras "al portador".

262. £1 Código Civil rige sólo la cesión de créditos


nominativos.—El Código ha reglamentado únicamente la
cesión de créditos nominativos.
El art. 1908 prescribe: "Las disposiciones de este
título no se aplicarán a las letras de cambio, pagarés a la
orden, acciones al portador y otras especies de transmisión
que se rigen por el Código de Comercio o por leyes espe-
ciales".
La cesión de los créditos a la orden se verifica me-
diante endoso (art. 164 del C. de Comercio) que es un
escrito puesto al dorso de la letra de cambio y demás do-
cumentos a la orden por el cual se transfiere el dominio
del documento o, más bien dicho, del crédito de que da
constancia (art. 655 del C. de Comercio).
Los documentos al portador se ceden "por la mera
tradición manual" (art. 164 del C. de Comercio).
176 Ramón Meza Barros

2 6 3 . Naturaleza jurídica de la cesión.—La ubicación


en el Libro I V , entre la permuta y el arrendamiento, su-
giere que la cesión de derechos es u n contrato.
Pero u n atento examen conduce a una conclusión di-
versa. En suma, la cesión es la tradición de los derechos
personales o créditos.
a) Por de pronto, el art. 1901 establece la forma
como se perfecciona la cesión, entre ceden te y cesionario,
"a cualquier título que se haga".
La disposición deja en claro que la cesión requiere
un título y que éste puede adoptar diversas formas. Un
crédito puede cederse, en efecto, a título de compraventa,
de permuta, de donación, de aporte en sociedad.
b ) El art. 1907, por su parte, reglamenta la respon-
sabilidad que contrae el cedente en la cesión "a título one-
roso". Con ello queda en evidencia, una vez m i s , que es
menester u n título, que también puede ser gratuito, caso
en que el cedente no contrae las responsabilidades que se-
ñala la disposición citada.
c) En fin, el art. 1901 reproduce casi literalmente la
regla del art. 6 9 9 : "La tradición de los derechos personales
que un individuo cede a otro se verifica por la entrega del
título hecha por el cedente al cesionario".

264. Formalidades d e la cesión.—Las formas reque-


ridas para la eficacia de la cesión deben ser enfocadas des-
de un doble ángulo: entre las partes y respecto de terceros.
Perfecta la cesión entre las partes, aún puede no es-
tarlo respecto del deudor cedido y de terceros.

265. Perfeccionamiento de la cesión entre las par-


tes.—El solo acuerdo de voluntades o, lo que es igual,
el solo contrato, no es suficiente para que se perfeccione
la cesión.
Como no se concibe la entrega del crédito, cosa incor-
Manual de Derecho Civil 177

poral, el legislador la ha reemplazado por la entrega del


título.
Por este motivo, el art. 1901 dispone: "La cesión de
un crédito personal, a cualquier título que se haga, no
tendrá efecto entre el cedente y el cesionario sino en vir-
tud de la entrega del título".
En virtud de esta entrega del título, el cesionario se
convierte, frente al cedente, en titular del crédito.
Al efectuarse la entrega deberá anotarse en el docu-
mento mismo el traspaso del derecho, con designación del
nombre del cesionario y bajo la firma del cedente (art
1903).

266. Cesión de créditos que no constan por escrito.—


La entrega del título supone que el crédito cedido conste
por escrito. ¿La imposibilidad de efectuar la entrega im-
porta que no pueden cederse los créditos que no constan
por escrito?
Una respuesta afirmativa dejaría sustraídos del comer-
cio una apreciable cantidad de derechos personales, con-
trariando el espíritu general de la legislación.
En tal caso, la escritura de cesión en que se especi-
fique el crédito servirá de título que habrá de entregarse
82
al c e s i o n a r i o .

267. Perfeccionamiento de la cesión respecto del


deudor y terceros.—La entrega del título deja perfecta la
cesión entre las partes, esto es, entre el cedente y el ce-
sionario.
Para que la cesión se perfeccione respecto del deudor
cedido y de terceros, es menester que se notifique al deu-
dor o éste acepte la cesión.

8 2
Barros Errázuriz, ob. cit., t. III, N? 138. Véase, también, R. de
D. y J., t. XLIII, I, pág. 113.
178 Ramón Meza Barros

Mientras no intervenga la notificación o aceptación,


para el deudor y terceros el titular del crédito continúa
siendo el cedente.
£1 art. 1905 establece que "en general, se considerará
existir el crédito en manos del cedente respecto del deudor
y terceros".
La misma disposición prevé dos consecuencias parti-
culares de este principio general:
a) El deudor podrá pagar válidamente al cedente;
b ) Los acreedores del cedente podrán embargar el
crédito que se reputa pertenecerle.
En suma, mientras no medien la notificación o acep-
tación, la cesión es inoponible al deudor y a terceros.

268. Formas de perfeccionarse la cesión respecto del


deudor cedido y de terceros.—El art. 1902 dispone: "La
cesión no produce efecto contra el deudor ni contra ter-
ceros, mientras no ha sido notificada por el cesionario al
deudor o aceptada por éste".
Importa destacar que los requisitos que señala el art.
1902 no son copulativos. Basta la notificación del deudor
o la aceptación del mismo.

269. Notificación del deudor.—La cesión se perfec-


ciona respecto de terceros y. del propio deudor, en primer
término, por la notificación de éste:
a) La notificación del deudor ha de ser judicial. Debe
efectuarse personalmente, previa resolución judicial. El art.
47 del Código de Procedimiento Civil previene que esta
forma de notificación se empleará "siempre que la ley dis-
ponga que se notifique a alguna persona para la validez de
ciertos actos".
b ) La iniciativa de la notificación del deudor corres-
ponde al cesionario. El cesionario está primordialmente in-
teresado en que la notificación se practique y, además,
Manual de Derecho Civil 179

tiene el titulo del crédito que le ha sido entregado por el


cedente.
No hay inconveniente para que se cometa este encargo
al cedente que, en tal caso, se reputará como u n represen­
tante del cesionario.
c) La notificación debe practicarse cumpliendo con los
requisitos generales de toda notificación personal; además,
deberá cumplir con lo dispuesto en el art. 1 9 0 3 : " L a no­
tificación debe hacerse con exhibición del titulo, que lle­
vará anotado el traspaso del derecho con la designación del
cesionario y bajo la firma del cedente".

270. Aceptación del deudor.—La cesión se perfec­


ciona igualmente, respecto del deudor y terceros, por la
aceptación del primero.
La aceptación del deudor puede ser expresa o tácita.
La primera consistirá en una explícita declaración del deu­
dor de que aprueba la cesión; la segunda consiste "en un
hecho que la suponga, como la litiscontcstación con el ce­
sionario, un principio de pago al cesionario, etc. (art. 1 9 0 4 ) .
La notificación del deudor, hecha por un ministro de
fe, previa orden judicial, marca con toda exactitud el mo­
mento en que se ha perfeccionado la cesión respecto del
deudor y terceros.
El Código no ha rodeado la aceptación de ningún
requisito de forma.
Prestada la aceptación verbalmente, surgirá el proble­
ma de probarla. Para este efecto regirán las limitaciones
de la prueba testimonial de los arts. 1708 y 1709.
Si la aceptación consta de instrumento privado, que­
dará plenamente probada respecto del deudor cuando el
documento sea reconocido o mandado tener por recono­
cido.
Respecto de terceros, el documento no adquirirá fe­
cha cierta sino desde que ocurra alguno de los hechos pre-
180 Ramón Meza Barros

vistos en el art. 1703; la aceptación no puede hacerse valer


contra terceros sino desde que el instrumento adquiera
(echa cierta a su respecto.
De este modo, puede ocurrir que el deudor deba
considerar como su acreedor al cesionario, mientras los ter­
ceros pueden continuar reputando tal al cedente.
Nuestro Código se ha apartado, .sin provecho, de su
modelo habitual. El Código francés exige que la aceptación
del deudor conste de un acto auténtico.

2 7 1 . Efectos de la cesión.—Los efectos de la cesión


deben considerarse en dos aspectos.
En primer lugar será menester examinar el alcance o
extensión de la cesión. En seguida será preciso considerar
la responsabilidad que con motivo de la cesión contrae el
cedente.

272. Extensión de la cesión.—El art. 1906 establece:


"La cesión d e un crédito comprende sus fianzas, privile­
gios e hipotecas; pero no traspasa las excepciones perso­
nales del cedente".
En suma, el cesionario gozará del crédito en los mis­
mos términos que el cedente.
Sin embargo, la cesión no transfiere las excepciones
personales del cedente. Se exceptúa la nulidad relativa que,
de acuerdo con el art. 1684; pueden invocar las personas
en cuyo favor la establece la ley y sus cesionarios.

273i La excepción de compensación.—De ordinario


es indiferente que la cesión se perfeccione por la notifica­
ción o por la aceptación del deudor.
La distinción sólo ofrece interés para decidir si puede
el deudor cedido oponer al cesionario una compensación
que habría podido oponer al cedente.
El art. 1659, inc. 1", dispone: " E l deudor que acepta
sin reserva alguna la cesión que el acreedor haya hecho de
Manual de Derecho Civil 81

sus derechos á un tercero, no podrá oponer en compensa­


ción al cesionario los créditos que antes de la aceptación
hubiere podido oponer al cedente".
Es lógico que el deudor no pueda oponer en compen­
sación al cesionario los créditos adquiridos contra el ce-
dente posteriores a la aceptación. El cedente ha dejado de
ser acreedor y, en suma, ya no median entre ambos obli­
gaciones recíprocas.
Pero, tampoco puede compensar el deudor los créditos
que adquirió antes de la aceptación y que hubiera podido
oponer al cedente. La aceptación sin reservas importa una
renuncia de la compensación.
Cuando la cesión se perfecciona por la notificación del
deudor, lá situación es totalmente distinta. El deudor po­
drá oponer al cesionario "todos los créditos que antes de
notificársele la cesión haya adquirido contra el cedente,
aun cuando no hubieren llegado a ser exigibles sino des­
pués de la notificación" (art. 1659, inc. 2?).

274. Responsabilidad del cedente.—La responsabili­


dad que contrae el cedente con motivo de la cesión depende
de si el título es gratuito u oneroso.
El art. 1907 se ocupa de la responsabilidad del ce-
dente cuando la cesión es a título oneroso. Cedido un cré­
dito a título gratuito, no cabe ninguna responsabilidad al
cedente.
Dispone el art. 1907 que el cesionario de un crédito,
a título oneroso, "se hace responsable de su existencia al
tiempo de la cesión, esto es, de que verdaderamente le
pertenecía en ese tiempo; pero no se hace responsable de
la solvencia del deudor, si no se compromete expresamente
a ello; ni en tal caso se entenderá que se hace responsable
de la solvencia futura, sino sólo de la presente, salvo que
se comprenda expresamente la primera".
De este modo, por el solo hecho de la cesión onerosa
182 Ramón Meza Barros

y sin necesidad de especial estipulación, el cedente responde


de que era efectivamente acreedor al tiempo de efectuarse.
Se requiere un pacto especial para que el cedente sea
responsable de la solvencia del deudor. A falta de esta
estipulación expresa, el cesionario debe soportar los riesgos
de la insolvencia del deudor cedido.
La estipulación que hace responsable al cedente de la
insolvencia del deudor comprende naturalmente sólo su in­
solvencia al tiempo de la cesión; el riesgo de la insolven­
cia futura debe asumirlo el cedente de una manera expresa.
Precisa el art. 1 9 0 7 en qué consiste la responsabili­
dad del cedente: debe reembolsar al cesionario "del precio
o emolumento que hubiere reportado de la cesión".
Por acuerdo d e . l a s partes, el cedente puede asumir
otras responsabilidades como, por ejemplo, la obligación
de indemnizar perjuicios al cesionario.

2. CESIÓN DEL DERECHO DE H E R E N C I A

2 7 5 . Presupuesto necesario de la cesión.—La cesión


de un derecho de herencia o legado presupone necesaria­
mente que se haya abierto la sucesión.
El derecho de suceder por causa de muerte a una
persona viva no puede ser objeto de un contrato, aunque
intervenga el consentimiento de la misma persona (art.
1 4 6 3 ) . Los pactos sobre sucesión futura adolecen de objeto
ilícito y, por lo mismo, de nulidad absoluta.

2 7 6 . Maneras d e efectuar la cesión.—La cesión pue­


de hacerse de dos maneras: a) especificando los bienes
comprendidos en la cesión, y b ) sin especificar los bienes
de que se compone la herencia o legado.
Las reglas del párrafo 2 ? del- titulo " D e la cesión de
derechos" son aplicables sólo cuando falte la especificación
de los efectos que integran la herencia o legado.
Manual de Detecho Civil 183

No se hace cuestión de los bienes que forman la he-


rencia o legado; se transfiere el derecho de suceder a ti-
tulo de heredero o legatario.

277. Efectos d e la cesión.—Por efectos de la cesión,


el cesionario adquiere todos los derechos y contrae todas
las responsabilidades del cedente.
El Código prevé algunas de las consecuencias que deri-
van de la calidad de heredero o legatario de que el cesio-
nario queda investido, desde el momento de la apertura
de la sucesión.
a) En primer lugar, el cedente debe al cesionario to-
dos los elementos activos de la sucesión: debe hacerle en-
trega de los bienes comprendidos en la herencia o legado,
deber tan obvio que el legislador no juzgó necesario se-
ñalarlo.
b ) Debe el cedente al cesionario, igualmente, los fru-
tos que haya percibido, los créditos que haya cobrado, los
precios recibidos por la enajenación de bienes sucesorios, etc.
El art. 1910 dispone: "Si el heredero se hubiere apro-
vechado de los frutos o percibido créditos o vendido efec-
tos hereditarios, será obligado a reembolsar su valor al
cesionario".
c) Por su parte, el cesionario deberá reembolsar al
cedente "los costos necesarios o prudenciales que haya he-
cho el cedente en razón de la herencia" (art. 1910, inc. 2?).
d ) El cesionario beneficia del derecho de acrecer. El
art. 1910, inc. 3 ? , establece: "Cediéndose una cuota here-
ditaria se entenderá cederse al mismo tiempo las cuotas
hereditarias que por el derecho de acrecer sobrevengan a
ella, salvo que se haya estipulado otra cosa".
Las mismas reglas se aplican al legatario.

278. Responsabilidad del cedente.—La responsabili-


dad del cedente depende de que la cesión se verifique a
título gratuito u oneroso.
184 Ramón Meza Barros

El cedente a título gratuito no contrae ninguna res-


ponsabilidad o, en otros términos, no debe ninguna garan-
tía al cesionario.
En cuanto a la cesión onerosa, el art. 1909 dispone:
" E l que ceda a titulo oneroso un derecho de herencia o
legado sin especificar los efectos de que se compone, no se
hace responsable sino de su calidad de heredero o de lega-
tario".
N o es responsable el cedente de la existencia de tales
o cuales bienes, ni de que formen parte de la herencia o
legado, a menos que asi se haya estipulado; sólo garantiza
o asegura al cesionario que se encuentra realmente inves-
tido del derecho a la herencia o legado.

279. Responsabilidad del cesionario ante terceros.—


El cesionario se hace responsable del pasivo de la herencia
o legado, respecto del cedente.
Pero, ante terceros, el cedente continúa siendo res-
ponsable. Los acreedores pueden siempre dirigirse contra
el cedente y hacer abstracción de la cesión.
El cedente queda siempre directamente obligado; pero
tendrá derecho a que el cesionario le reembolse lo pagado.
Por cierto que los acreedores podrán igualmente ac-
cionar contra el cesionario. Al perseguir al cesionario, los
acreedores le aceptarían ciertamente como deudor y se es-
taría en presencia de una delegación perfecta o novatoria.

280. Cómo se efectúa la tradición del derecho de


herencia.—Importa examinar cómo se efectúa la tradición
del derecho de herencia.
La cuestión se ha debatido latamente en un aspecto
particular del problema: ¿la tradición del derecho de he-
rencia, cuando la integran bienes inmuebles, requiere de la
inscripción en el Registro Conservatorio de Bienes Raíces?
La jurisprudencia se ha inclinado por la negativa. La
tradición no requeriría d e la inscripción porque la ley no
Manual de Derecho Ovil 185
lo ha establecido expresamente y porque la herencia es una
universalidad jurídica, independiente de las cosas que la
componen.
Con estas premisas se concluye que la tradición .se ve-
rifica por cualquier medio que importe ejercicio del dere-
cho de dominio por el cesionario, como la provocación del
juicio de partición o la intervención en él, la petición de
la posesión efectiva, etc.
La verdad es que esta doctrina merece severísimas
críticas.
a) Las cosas corporales se dividen en muebles e in-
muebles (art. 5 6 6 ) e igual clasificación es aplicable a las
cosas incorporales o derechos (art. 5 8 0 ) .
La herencia ha de ser mueble o inmueble; sustraerla
de esta clasificación para calificarla de una universalidad
jurídica, es metafísica.
b ) La ley, en efecto, no ha señalado una forma espe-
cial de tradición de la herencia. Es ésta una razón para
concluir que la tradición se efectúa de acuerdo con la na-
turaleza de los bienes que la integran, o sea, la tradición
de los inmuebles se verificará por la correspondiente ins-
cripción, la de los créditos hereditarios por la entrega del
título, e t c . " .
c) La doctrina generalmente aceptada importa negar
la necesidad de una tradición para adquirir la herencia. En
nada se parece a una tradición la petición de la- posesión
efectiva o el ejercicio de la acción de partición.
d ) La falta d e inscripción conservatoria crea una so-
lución de continuidad en el Registro de Propiedades noto-
riamente contraria al propósito del legislador, reiterada-
mente manifestado en las disposiciones del Código y espe-
cialmente en el Mensaje.

8 8
Plarúol y Ripert, ob. dt., t. X, N* 336; Baudry-Lacantinerie
y Saignant, "De la vente et de réchange", N"»- 905 y sgtes.
186 Ramón Meza Barros

La inscripción conservatoria persigue como finalidad


última "poner a vista de todos el estado de las fortunas
que consisten en posesiones territoriales", mostrarla como
en un cuadro que represente "instantáneamente sus muta-
ciones, cargas y divisiones sucesivas".
e) En fin, la sustracción de los inmuebles al régimen
a que normalmente está sometida su enajenación, a pretex-
to de formar parte de una herencia, conduce a dejar sin
aplicación diversas medidas que adopta la ley para prote-
ger a los incapaces.
Para enajenar bienes raíces de la mujer, el marido
debe ceñirse a las rígidas normas del art. 1754; podría
disponer, sin tales limitaciones, de valiosos inmuebles he-
reditarios de la mujer que, por encontrarse formando parte
integrante de la herencia, perderían milagrosamente su ca-
lidad de tales.*

3.,' CESIÓN DE DERECHOS LITIGIOSOS

2 8 1 . Concepto del derecho litigioso.—Se llaman de-


rechos litigiosos aquellos derechos que son objeto de una
controversia judicial, cuya existencia es discutida en juicio.
El Código se ha cuidado de precisar, con toda exac-
titud, cuándo u n derecho tiene el carácter de litigioso: "Se
entiende litigioso un derecho, para los efectos de los si-
guientes artículos, desde que se notifica judicialmente la
demanda". (Art. 1911, inc. 2?).
De este modo, el derecho litigioso supone dos condi-
ciones:
a) En primer lugar, es preciso que se deduzca una
demanda sobre el derecho de que se trata.
No es bastante, como pensaba Pothier, que el derecho
pueda ser materia de discusión, sea que el proceso haya
comenzado o esté por intentarse.
b ) En segundo lugar, es menester que se haya judi-
cialmente notificado la demanda.

* Ea virtud de la ley 18.802 (D. Of. 9 de junio de 1989) los deredioa


hereditarios, como ana* muebles e integrantes de] haber de la sociedad
conyugal, solo pueden ser enajenados por el marido con el consentimiento
de la mujer. Vid. art. 1749 del Código Civil (N. del E).
Manual de Derecho Gvil 187

La notificación de la demanda marca el momento en


que el derecho comienza a ser litigioso. Se comprende que
este carácter subsistirá mientras no se pronuncia una deci­
sión judicial, pasada en autoridad de cosa juzgada.

2 8 2 . Cuándo hay cesión de derechos litigiosos.—La


cesión de derechos litigiosos supone que el derecho sea ob­
jeto de una contienda judicial. Pero no importa cesión de
derechos litigiosos la transferencia del derecho que se dis­
cute en juicio.
La cesión de un derecho litigioso no tiene por objeto
el derecho mismo, sino la pretensión, bien o mal fundada,
de obtener una determinada ventaja, que el cedente cree
conseguir en u n litigio.
En otros términos, la cesión de derechos litigiosos
versa sobre la expectativa del cedente de ganar o perder
el pleito.
El art. 1911, inc. 1?, no deja dudas al respecto: "Se
cede un derecho litigioso cuando el objeto directo de la
cesión es el evento incierto de la litis, del que no se hace
responsable el cedente".
Esta cesión, por lo tanto, tiene un carácter eminente­
mente aleatorio, puesto que el equivalente de la prestación
que suministre el cesionario envuelve una contingencia de
ganancia o pérdida.
Los derechos sobre los cuales se litiga pueden ser
reales o personales. La ley no establece ninguna distinción.

2 8 3 . Quién puede ceder el derecho litigioso.—Sólo


el demandante en el juicio puede efectuar la cesión de
derechos litigiosos. Diversas circunstancias lo demuestran:
a) Por de pronto, el art. 1913 concede el derecho de
rescate al deudor, esto es, al demandado. Fluye de aquí
que el demandante es el cedente de los derechos litigiosos
b ) El art. 1912, por su parte, declara que es indife­
rente que sea el cedente o el cesionario el que persiga el
188 Ramón Meza Barros

derecho. Pero, en todo caso, ha de ser el demandante en


el juicio.

284. Forma de la cesión.—No ha establecido el Có-


digo la forma de efectuar la cesión de derechos litigiosos.
No es aplicable el art. 1901 que requiere la entrega
del título. El derecho del cedente, el evento incierto de-la
litis, no consta de ningún título.
Prácticamente se entiende hecha la cesión por el he-
cho de apersonarse el cesionario al juicio, acompañando el
título de la cesión.
Para que la cesión produzca efecto respecto del deu-
dor, es menester que éste sea notificado. El derecho de
retracto supone que el demandado esté enterado de la ce-
sión y el art. 1913 se refiere a esta notificación.

285. Título de la cesión.—La cesión de derechos


litigiosos puede hacerse a diversos títulos.
El art. 1912 establece que "es indiferente que la ce-
sión haya sido a título de venta o dé permutación".
La cesión puede igualmente efectuarse a título gra-
tuito. El art. 1913 prevé que, en tal caso, el cesionario
carece del derecho de rescate.

286. Efectos de la cesión.—Los efectos de la cesión


de derechos litigiosos deben enfocarse desde un doble pun-
to de vista: a) entre cedente y cesionario, y b ) respecto
del deudor y demandado.

287. Efectos de la cesión entre cedente y cesiona-


rio.'—Los efectos de la cesión entre el cedente y el cesio-
nario pueden resumirse como sigue:
a) El cedente se desprende de los derechos que le
correspondían como demandante en el juicio y el cesiona-
rio adquiere tales derechos.
Manual de Derecho Civil 189

No obstante, el art. 1912 expresa que es indiferente


"que sea él cedente o el cesionario el que persiga el de­
recho". De esta manera, una vez efectuada la cesión, el
juicio puede proseguirlo el cedente o el cesionario.
b ) No debe el cedente al cesionario ninguna garantía
por la suerte del juicio; así lo dispone expresamente el
art. 1911. El cesionario ha adquirido un derecho dudoso
y aceptado las contingencias del litigio.

2 8 8 . Efectos de la cesión respecto del demandado.


Derecho de rescate o retracto litigioso.—El más importante
efecto de la cesión respecto del demandado es el derecho
de rescate o retracto litigioso.
El derecho de rescate puede definirse como la facul­
tad del demandado de liberarse de la prestación a que ha
sido condenado en el juicio, reembolsando al cesionario lo
que éste hubiere pagado al cedente como precio de la
cesión.
La facultad de rescate persigue la doble finalidad de
impedir la especulación de los adquirentes de litigios y de
disminuir el número de pleitos.

289. Requisitos para que proceda el derecho de re­


tracto litigioso.—Dos requisitos son necesarios para que el
demandado pueda ejercitar el derecho de rescate.
a) Es indispensable, desde luego, que la cesión se haya
efectuado a título oneroso.
El demandado debe pagar al cesionario " e l valor de
lo que éste haya dado por el derecho cedido" ( a r t . 1913,
inc. 1?). Por lo tanto, la cesión debe efectuarse a un titule
que importe un sacrificio para el cesionario.
Hecha la cesión a título de venta, el deudor abonará
el precio pagado al cedente; verificada a título d e permuta,
deberá el valor de la cosa que el cedente recibió a cambio
de los derechos litigiosos.
190 Ramón Meza Barros

£1 demandado deberá pagar, además, "los intereses


desde la fecha en que se haya notificado la cesión al deu-
d o r " (art. 1913, inc. 1?).
b ) £1 derecho de rescate debe invocarlo el deudor en
el plazo perentorio que señala el art. 1914.
No puede el deudor oponer el beneficio de rescate,
"después de transcurridos nueve días desde la notificación
del decreto en que se manda ejecutar la sentencia".

290: Casos en que no procede el beneficio de retrac-


to.—Las circunstancias que justifican el retracto litigioso
no se dan en ciertos casos en que, por lo mismo, la ley
lo declara improcedente:
a) No tiene lugar en las cesiones "enteramente gra-
tuitas". N o cabría el reembolso del valor suministrado pot
el cesionario; por otra parte, la cesión gratuita no puede
constituir un acto de especulación.
b ) Tampoco tiene cabida en las cesiones "que se ha-
gan por el ministerio de la justicia".
En tal caso, al decir de Pothier, el cesionario no pro-
cede como un especulador de litigios porque, en cierto mo-
do, la justicia le ha invitado a adquirir el derecho.
c) Es también improcedente en las cesiones " q u e van
comprendidas en la enajenación de una cosa de que el de-
recho litigioso forma una parte o accesión".
Tal sería el caso de la enajenación de un fundo en
que se comprenden derechos de agua actualmente en liti-
gio. El adquirente no persigue un. fin especulativo; adquiere
el derecho litigioso porque las aguas son un accesorio in-
dispensable del fundo.
d ) No cabe él derecho de retracto en la cesión que
se hace "a un coheredero o copropietario por un cohere-
dero o copropietario de un derecho que es común a los
dos".
Manual de Derecho Gvil 191

La cesión en este caso tiende a poner fin a un estado


de indivisión, finalidad que el legislador estima plausible
e) N o tiene lugar tampoco cuando la cesión se hace
"a un acreedor en pago de lo que le debe el cedente".
El cesionario obtiene en pago de su crédito el dere­
cho litigioso, probablemente porque el deudor carece de
otros bienes.
f) Por fin, no tiene lugar el derecho de rescate cuando
la cesión se hace "al que goza de un inmueble como po­
seedor de buena fe, usufructuario o arrendatario, cuando
el derecho cedida es necesario para el goce tranquilo y
seguro del inmueble".
El cesionario, de este modo, logra poner fin a un
juicio que amenaza su posesión o impide su goce seguro
y tranquilo.

5. EL ARRENDAMIENTO

291. Definición.—El art. 1915 define el arrenda­


miento: " E l arrendamiento es un contrato en que las dos
partes se obligan recíprocamente, la una a conceder el goce
de una cosa, o a ejecutar una obra o prestar un servicio,
v la otra a pagar por este goce, obra o servicio u n precio
determinado".
De la definición resulta que el arrendamiento puede
tener un triple objeto: a) la concesión del goce de una
cosa; b ) la ejecución de una obra, y c) la prestación de
un servicio.
Trata el Código, en sucesivos párrafos, del arrenda­
miento de cosas y de sus modalidades, del arrendamiento
84
de criados d o m é s t i c o s , de los contratos para la confec­
ción de una obra material, del arrendamiento de servicios
inmateriales y del arrendamiento de transporte.
8 4
Las disposiciones del Código sobre el particular se encuentran
derogadas por el Código del Trabajo.
192 Ramón Meza Barros

292. Importancia del arrendamiento.—El contrato


de arrendamiento, en sus diversas formas, tiene una im­
portancia apenas menor que la compraventa.
Satisface la necesidad cotidiana de procurarse el goce
de cosas que no es posible adquirir, de procurarse servicios
indispensables, etc.
Se explica, de este modo, que el Código lo reglamente
in extenso. (

Algunas formas del contrato, por su excepcional im­


portancia, h a n ; adquirido una personalidad propia, como
sucede con el contrato de trabajo. .
Otras formas, como el contrato de transporte, se en­
cuentran principalmente reglamentadas por el Código de
Comercio. '

2 9 3 . Caracteres generales del contrato.—Difícil re­


sulta enunciar preceptos generales por las hondas diferen­
cias que existen entre un arrendamiento y otro:
a) El arrendamiento, en sus diversas formas, es un
contrato consensual. Se perfecciona por el solo consenti­
miento de las partes, acordes en el precio y en la cosa,
obra o servicio.
b ) El arrendamiento es, asimismo, un contrato bilate­
ral, oneroso, conmutativo.
Ambos contratantes contraen mutuas obligaciones, se
gravan en beneficio recíproco y sus prestaciones se miran
como equivalentes.

1. ARRENDAMIENTO DE COSAS

1. Ideas generales

294. Concepto.—El arrendamiento de cosas es el


contrato en que una de las partes se obliga a conceder el
goce de una cosa y la otra a pagar por este goce un deter­
minado precio.
Manual de Derecho Ovil 193

La parte que confiere el goce de la cosa se denomina


arrendador y la que debe pagar el precio, arrendatario (art.
1919).
El arrendatario de predios urbanos recibe la denomi-
nación particular de inquilino (art. 1 9 7 0 ) , y el arrendata-
rio de predios rústicos, la particular denominación de co-
lono (art. 1 9 7 9 ) .
295. Diferencias entre el arrendamiento de cosas v
la compraventa.—Ofrece el arrendamiento de cosas una
notable semejanza con la compraventa, y ? - y -
~ .Ambos contratos son consensúale^ bilaterales, añero-
aD
sos y cbnmutaüV05¡ircqüicrj.^ajíibp5 ^°. elementos esen-
J

ciales, .<M5ft^pEt£.Ip y cunscntimÍLnLo de las partes L:.intra-


fic
tantcg; en Jtflj_gJLJ»pbgL^ obliga a
cntre|jar una cosa y a p r o c u r a r a la otra un goce tranq u i lo
y útil, rfcipondjirndo dt;l saneamiento de la evtecián y. de_
"los virios ieJh~ibitoríos.
Median entre ambos contratos, sin embargo, funda-
mentales diferencias:
a) La compraventa es un titulo translaticio de domi-
nio porque naturalmente sirve para transfe;irlo; seguida
de la tradición, conduce al comprador a la adquisición del
dominio, a condición de que el vendedor y tradente sea
propietario. En todo caso, el comprador adquirirá la pose-
sión de la cosa.
El arrendamiento, en cambio, es un título de mera
tenencia. El arrendatario no adquiere el dominio, ni siquie-
ra la posesión de la cosa arrendada, puesto que no la tiene
como señor o dueño, sino que reconociendo un dominio
ajeno.
b ) El goce de la cosa que el vendedor se obliga a
procurar al comprador es un goce definitivo y perpetuo.
Entre tanto, el goce que el arrendador debe conceder
al arrendatario es necesariamente temporal y, al cabo de
terminado el goce, la cosa debe ser restituida.
194 Ramón Meza Barros

296. El arrendamiento de cosas y el derecho de usu­


fructo.—Tanto en el arrendamiento de cosas como en el
derecho de usufructo se concede a una persona la facultad
de gozar de una cosa ajena.
Pero la capital diferencia entre ambos derechos es con­
secuencia d e que el usufructo es un derecho real, mientras
que el derecho resultante para el arrendatario es u n dere­
cho personal.
Tiene el usufructuario un derecho real de goce que
no impone al nudo propietario ninguna obligación corre­
lativa, como no-sea la de dejar gozar al usufructuario, esto
es, no turbarle en el ejercicio de su derecho. El arrenda­
tario, en cambio, tiene un crédito contra el arrendador para
que le proporcione el goce de la cosa; su rol es activo:
hacer gozar a su acreedor, el arrendatario.

2. Elementos del contrato

297. Enunciación.—El arrendamiento requiere, como


elementos esenciales, un acuerdo de voluntades sobre la
cosa y el precio: consensus, res, pretium.

a ) El consentimiento

298. El arrendamiento de cosas es consensúa!.—El


arrendamiento de cosas es consensual y se perfecciona por
el solo consentimiento de las partes acerca de la cosa y el
precio.
No es menester un acto escrito para que el contrato
se repute perfecto. Pero el otorgamiento del contrato por
escrito reviste una gran importancia práctica:
a) Un acto escrito, por de pronto, facilita la prueba
del contrato. Con arreglo a las normas generales no podrá
probarse por testigos si el p r e g o excede de dos unidades
tributarias.
Manual de Derecho Ovil 193

Es de gran conveniencia práctica que el contrato


se otorgue por escritura pública y, aun, que se inscriba en
el Registro Conservatorio de Bienes Raíces. El art. 5 3 del
Reglamento del Conservador de Bienes Raíces señala el
arrendamiento entre los títulos que pueden inscribirse.
De esta manera las partes pueden disponer de un ti-
tulo ejecutivo, para reclamar compulsivamente el cumpli-
miento de sus mutua* obligaciones. Además, en caso d e
enajenarse la cosa, tos adquirentes quedarán obligados a
respetar el arriendo; deben respetarlo aun los acreedores
hipotecarios cuandoel_ arrendamiento se encuentra inscrito
w
con anterioridad a la inscripción de la hipoteca .

299. s«l«HwnirUdV« especiales del contrato.—Suele el


arrendamiento estar revestido de solemnidades legales. Cabe
advertir, sin embargo, que tales solemnidades no son exi-
gidas por la ley en consideración al contrato en sí mismo,
sino en atención « 1« r»\\A*A de las personas que lo ce-
lebran.
Así, para dar en arrendamiento los bienes raíces de la
mujer, por más de cinco años si son predios urbanos y por
más de ocho si se trata de predios rústicos, el marido ne-
cesita el consentimiento de la mujer (art. 1 7 5 6 ) . Análoga
regla rige para arrendar la mujer administradora de la so-
ciedad conyugal los bienes del marido (art. 1 7 6 1 ) .

300. Solemnidades voluntarias.—Pueden las partes


estipular las solemnidades que juzguen convenientes y dar
al contrato, en consecuencia, u n carácter solemne.
Consagra el art. 1921 una regla análoga a la señalada
para la compraventa: "Si se pactare que el arrendamiento
no se repute perfecto mientras no se firme escritura, podrá
cualquiera de las partes arrepentirse hasta que así se haga,

Véase d N* 336.
196 Ramón Meza Barros

o hasta que se haya procedido a la entrega de la cosa arren­


dada".
Como lógica consecuencia de que el contrato no se
encuentra perfecto, las partes tienen el derecho de retrac­
tarse. Puede hacerse uso de esta facultad hasta que se otor­
gue la escritura prevista o hasta que, a pesar de no haberse
otorgado la escritura, se haya verificado la entrega de la
cosa.
Si en el arrendamiento se otorgan arras se observarán
8
las mismas reglas que en la compraventa *.

b ) La cosa arrendada

3 0 1 . Requisitos de la cosa arrendada.—La cosa debe


reunir los requisitos generales del objeto d e toda declara­
ción de voluntad: ser lícito, determinado v existir o espe-
rarse que exista. „ c ^ ^ e v a ^ W t
.Dada ja naturaleza especial del contrato de arrenda­
miento, la cosa arrendada no debe ser consumible.
El art. 1916 establece una regla general: "Son suscep­
tibles de arrendamiento todas las cosas corporales o incor­
porales, que pueden usarse sin consumirse; excepto aque­
llas que la ley prohibe arrendar, y los derechos estricta­
mente personales, como los de habitación y uso".
D e este modo, pueden arrendarse los bienes raices Y
muebles, las cosas corporales e incorporales. Por ejemplo.
puede arrendarse un derecho de usufructo f art. 7 9 3 ) ; el
derecho derivado del contrato de arrendamiento es también
susceptible de arrendarse mediante u n subarriendo (art.
1946).
Solamente no son susceptibles de arrendamiento: a )
las cosas cuvo arriendo la lev prohibe: b ) los derechos per-
sonalfsimos. v c) las cosas consumibles de las que no pue-

K
« Véanse los N"" 114 y sgtes.
Manual de Derecho Civil 97

de hacerse u n uso acorde con su naturaleza sin que se


destruyan, puesto que es esencial que la cosa debe ser res-
tituida al término del contrato.
El art. 1916 concluye que puede arrendarse la cosa
ajena. El arrendatario de buena fe. esto es. el que igno-
raba la circunstancia de ser ajena la cosa, "tendrá acción
de saneamiento contra el arrendador, en caso de evicción".
• El arrendamiento, por cierto, no empece al dueño de
la cosa.

c ) El precio

302. Caracteres del precio.—Como en la compraven-


ta, el precio debe ser real o serio y determinad"o~^
El precio, por tanto, no habrá de ser fingido o simu-
lado ni irrisorio. El arrendamiento degeneraría en un con-
trato gratuito.
La determinación del precio es una exigencia que fluye
de los principios generales. La cantidad a que asciende el
prerín puede ser incierta corT^ál que en el contrato se fi-
jen normas o se contengan datos que sirvan para deter-
minarlo.
Pero mientras en la compraventa el precio debe con-
sistir en dinero, en el arrendamiento "puede consistir va
en dinero, ya en frutos naturales de la cosa arrendada"
(art. 1 9 1 7 ) .
En caso de pagarse el precio con frutos de la cosa,
puede fijarse una cantidad determinada o una cuota o parte
alícuota de los de cada cosecha. Esta última forma de pago
del precio es- frecuente en el arrendamiento de predios
rústicos y recibe la denominación de aparcería, vulgarmen-
te llamada mediería.
El precio puede fijarse en una cantidad alzada o en
198 Ramón Meza Barcos

una cantidad periódica. "Llámase renta cuando se paga pe-


8 7
riódicamente" (art. 1917, inc. 2?) .

3 0 3 . Forma de determinar el precio.—El art. 1918


dispone que el precio puede fijarse " d e los mismos modos
que en el contrato de venta".
En consecuencia, el precio puede fijarse por las partes
o por un tercero; no puede dejarse al arbitrio de una de
las partes.
La determinación del precio puede hacerse " p o r cua-
lesquiera medios o indicaciones que lo fijen" (art. 1808,
inc. 2 ? ) .

3. Obligaciones del arrendador

304. Enunciación.-—El arrendador se obliga, como


expresa la definición del art. 1915, a conceder al arrenda-
tario el goce de la cosa arrendada.
Tal es, en verdad, la única obligación que el arrenda-
dor contrae. Pero esta obligación de hacer gozar al arren-
datario, por el término del contrato, es compleja v se des-
compone en varias obligaciones que señala el art. 1924.
Con arreglo a la citada disposición legal, el arrenda-
dor es obligado:
1? A entregar al arrendatario la cosa arrendada:
2? A mantenerla en el estado de servir para el fin del
arrendamiento;
3? A librar al arrendatario de toda turbación o em-
barazo en el goce de la c o s a ~

a) Obligación de entregar la cosa

305. La obligación de entregar es d e la esencia del


contrato.—La obligación de entregar la cosa arrendada es
8 7
Vulgarmente se llama canon; pero la expresión canon designa,
en verdad, el rédito que se paga en el censo.
Manual de Derecho Civil 199

de la esencia del contrato de arrendamiento. Sólo mediante


la entrega puede el arrendatario lograr el goce que per-
• sigue.
Las demás obligaciones son de la naturaleza del con-
trato y susceptibles de ser alteradas convenciónalmente.
" Así, podrá estipularse que incumbirá al arrendatario hacer
las reparaciones de toda índole necesarias para mantener la
cosa en estado de servir o que el arrendador no está obli-
gado a librar al arrendatario de turbaciones o embarazos
en el goce.

306. Forma de la entrega.—El art. 1920 previene'


que la entrega de la cosa arrendada '.'podrá hacerse baio
cualquiera de las formas de tradición reconocidas por la
, lev".
La disposición no es exacta. La entrega de la cosa
corporal mueble arrendada podrá hacerse por cualquiera
A
". los medios de efectuar la tradición que señala el art.
684. Si se da en arrendamiento u n crédito, habrá d e entre-
garse el título.
Pero cuando la cosa arrendada es un inmueble, la en-
trega obviamente r o podrá verificarse por medio de la
inscripción del título en el Registro del Conservador, La
entrega a que se obliga al arrendador es la entrega material
de la cosa que permite al arrendatario gozarla.
La inscripción por medio de la cual se hace la tradi-
ción de los inmuebles supone u n título translaticio de do-
minio y el arrendamiento es u n título de mera tenencia.
La entrega del inmueble se verifica poniéndolo mate-
rialmente a disposición del arrendatario o. simbólicamentéT
entregándole, por ejemplo, las llaves.

307. Tiempo y lugar de la entrega.—En cuanto al


tiempo y lugar de la entrega, deben observarse las reglas
generales:
200 Ramón Meza Barros

a) La entrega deberá verificarse en la ¿poca señalarla


por las partes v. a falta de estipulación, inmediatamente
después de celebrado el contrato.
b) La entrega se hará, en primer término, en el lugar
convenido; en el silencio de las partes la entrega se veri-
r

ficará en el lugar en que se encontraba la cosa al tiempo


del contrato o en e l domicilio del arrendador, según se
trate de cosas específicas o genéricas (arts. 1587. 1588
y 1589).
308. Estado en que debe entregarse la cosa.—La
cosa debe entregarse en estado de servir para <•! fin para
que fue arrendada. D e otro modo el arrendatario no podrá
obtener el adecuado goce de la cosa que se propuso al
contratar.
Por consiguiente, son de cargo del arrendador las re-
paraciones de todo género que sea menester efectuar antes
de que el arrendatario entre a gozar de la cosa.
El arrendatario debe efectuar ciertas reparaciones cu-
ya necesidad se hace presenté durante el arrendamiento;
probablemente se han hecho necesarias por su culpa o de
las personas por quienes responde. Pero ninguna responsa-
bilidad lógicamente le cabe para tomar a su cargo las repa-
raciones que se hacen necesarias por causas anteriores al
goce, ya que su necesidad no puede serle imputable por
ningún motivo.

309. Garantía por los vicios de la cosa.—La obliga-


ción de entregar la cosa se habrá cumplido imperfectamen-
te si adolece de vicios o defectos que no permitan obtenet
de ella el provecho a que está naturalmente destinada.
La existencia de estos vicios hace responsable al arren-
dador, en términos que dependen de su magnitud o impor-
tancia y de su conocimiento por las partes:
a) Si el mal estado o calidad de la cosa "impide hacer
de ella el uso para que ha sido arrendada", tiene derecho
Manual de Derecho Civil 201

el arrendatario para pedir la terminación del contrato de


arrendamiento.
Puede ejercitar este derecho sea que el arrendador
conociese o no el mal estado o calidad de la cosa al tiempo
de contratar, v aun en el caso de haber empezado a existir
el vicio después del contrato, pero sin culpa del arrenda-
tario (art. 1 9 3 2 ) .
b ) E n cambio, cuando el mal estado o calidad d e la
cosa impide parcialmente el goce o la cosa se destruye eñ~
.parte, "el juez decidirá, según las circunstancias, si debe
tener lugar la terminación del arrendamiento, o concederse
una rebaja del precio o r e n t a " (art. 1932, inc. 2?).
c) Además del derecho de pedir la terminación del
arrendamiento o la rebaja del precio en su caso, suele el
arrendatario tener derecho a que se le indemnicen los per-
juicios, cuando el vicio de la cosa ha tenido una causa an-
terior al contrato.
La indemnización comprende sólo el daño emergente:
pero si el vicio era conocido del arrendador al tiempo del
contrato o tal que debió preverlo o por su profesión cono-
cerlo, "se incluirá en la indemnización el lucro cesante"
(art. 1933, inc. 2?).
d ) N o tiene el arrendatario derecho a indemnización
de perjuicios: 1) si contrató a sabiendas del vicio v n o se
obligó el arrendador a sanearlo; 2 i si el vicio era tal que
no pudo ignorarlo sin grave negligencia de sn parte; y
3 ) si renunció a la acción cjfi mipn<r>
fianf? P™ el virio.
designándolo (art. 1 9 3 4 1 .

310. Arrendamiento de una cosa a varias personas.—


Prevé la ley el caso de que el arrendador haya arrendado
la cosa a diversas personas y adopta análogo criterio que
en la compraventa: "Si se ha arrendado separadamente una
misma cosa a dos personas, el arrendatario a quien se haya
entregado la cosa será preferido; si se ha entregado a los
202 Ramón Meza Barre»

dos, la entrega posterior no valdrá; si a ninguno, el título


anterior prevalecerá" (art. 1922).

3 1 1 . Incumplimiento de la obligación de entregar.—


El incumplimiento de la obligación del arrendador acarrea
las consecuencias que son comunes a todo incumplimiento.
Es indispensable averiguar la causa determinante del
incumplimiento, esto es, si se debe al hecho o culpa del
arrendador o a u n caso fortuito.
En efecto, el art. 1925 previene .que si el arrendador
se pone en la imposibilidad de entregar la cosa, por hecho
o culpa suya, o de sus agentes o dependientes, "el arren­
datario tendrá derecho para desistir del contrato, con in­
demnización de perjuicios".
Tiene el arrendatario los derechos indicados aunque
el arrendador baya creído equivocadamente v de buena fe
que podía arrendar la cosa.
Pero carece el arrendatario del derecho de demandar
indemnización de perjuicios y sólo puede demandar la ter-
minación del contrato, cuando tuvo conocimiento de la im­
posibilidad del arrendador de entregar ia cosa o eiia pro­
viene de fuerza mayor o caso fortuito (art. 1925. inc. 2?).

312. Mora en el cumplimiento d e la obligación de


entregar.—Prevé el art. 1926 las consecuencias de la mora
del arrendador en el cumplimiento de la obligación de en­
tregar la cosa arrendada.
La mora del arrendador, debida al hecho o culpa su­
yos n Ae sus agentes o dependientes, da derecho al arren­
datario a demandar indemnización de perjuicios.
Pero si a consecuencia de la mora se disminuye con­
siderablemente para el arrendatario la utilidad del contrato,
sea por haberse deteriorado la cosa o por haber cesado Tas
circunstancias que lo motivaron, podrá el arrendatario de­
mandar la terminación del contrato con derecho para que,
Manual de Derecho Civil 203

además, se le resarzan los perjuicios sufridos (art. 1926,


inc. 2?).

b ) Obligación de mantener la cosa en estado de servir


para el fin del arrendamiento

313. Contenido de esta obligación.—Debe el arren-


dador entregar la cosa en estado de servir. Pero no basta
con que la cosa sea inicialmente apta; la obligación del
arrendador de procurar al arrendatario el goce de la cosa
se prolonga por el tiempo de duración del arrendamiento.
En suma, dehe entregarla en estado de servir v mantenerla
o conservarla en este estado, q.^- «gigwv/tV
El art. 1927 previene: "La obligación de mantener
la cosa arrendada en huen estado consjste en hacer durante
el arriendo todas las reparaciones necesarias, a fvr<»rwir>n
de las locativas, las cuales corresponden generalmente al
ajjxjadjiíaiiQll
Con todo, el arrendador deberá efectuar aun las repa­
raciones locativas, si los deterioros que las han hecho nece­
sarias provienen de caso fortuito o mala calidad de la cosa
arrendada (art. 1927, inc. 2?).
Las estipulaciones de las partes pueden alterar estas
reglas (art. 1927, inc. 3?).

314. Reparaciones necesarias.—rSon reparaciones ne­


cesarias las indispensables para mantener la cosa en estado
de servir para el obieto para que se la arrendó.
Toca al arrendador efectuarlas: pero puede, en deter­
minadas circunstancias, efectuarlas el arrendatario por cuen­
ta del arrendador.
El art. 1935 prescribe: " E l arrendador es obligado a
reembolsar al arrendatario el costo de las reparaciones in­
dispensables no locativas, que el arrendatario hiciere en la
cosa arrendada, siempre que el arrendatario no las haya
204 Ramón Meza Barros

hecho necesarias por su culpa, y que haya dado noticia al


arrendador lo más pronto, para que las hiciese por su
cuenta. Si la noticia no pudo darse en tiempo, o si el arren-
dador no trató de hacer oportunamente las reparaciones,
se abonará al arrendatario su costo razonable, probada la
necesidad".
Por consiguiente, el derecho del arrendatario para que
se le reembolse el costo de las reparaciones necesarias ré-
quiere:
a ) que el arrendatario no las haya hecho indispensa-
bles por su culpa;
b ) que haya dado pronta noticia al arrendador para
que las etectúe, a menos que la noticia no hubiere podido
darse en tiempo;
c) que el arrendador no haya tratado de hacerlas
oportunamente, y
d ) que el arrendatario pruebe la necesidad de las re-
paraciones de que se trata.
3 1 5 . Mejoras útiles.—Prevéala ley la suerte de las
mejoras útiles introducidas por el arrendatario, entendien-
do por tales las que aumentan el valor venal de la cosa
(art. 909, inc. 2 ? ) .
El arrendador es obligado a reembolsar el costo de las
.mejoras útiles, siempre que haya consentido en que se efec-
túen "con la expresa condición de abonarlas" (art. 1 9 3 6 ) .
rw. ¿tte rnAA
n¡ para que el arrendatario tenga derecho
a reclamar el pago de las mejoras útiles es preciso: a) que
-1 arrendador le haya autorizado para efectuarlas; y bT"
que se haya comprometido expresamente a pagarlas.
En caso de que las mejoras no se hubieren efectuado
en las condiciones apuntadas, " e l arrendatario podrá sepa-
rar y llevarse los materiales, sin detrimento de la cosa
arrendada; a menos que el arrendador esté dispuesto a abo~
narle lo que valdrían loa materiales mnaiiifrinAnlm apa-
rados" (art. 1 9 3 6 ) .
Manual de Derecho Gvil 205

£1 derecho del arrendatario de separar y llevarse los


materiales se encuentra limitado, pues, por el derecho que
se otorga al arrendador de pagar su valor y hacerlos suyos.
En otros términos, el arrendatario goza del derecho d e se-
ajar y llevarse los materiales a condición de que el arren-
S ador no esté dispuesto a pagar su valor.

c) Obligación de librar al arrendatario de toda


turbación en el goce

316. Contenido de la obligación.—No sólo debe el


arrendador procurar al arrendatario el goce de la cosa, sino
que este goce ha de ser tranquilo o pacífico.
Por este motivo, tiene el arrendador la obligación de
garantizar al arrendatario de las turbaciones de que éste
sea víctima de parte de terceros y con muchísimo mayor
razón debe abstenerse de turbarle él mismo.
De esta manera, la obligación de librar al arrendatario
de toda turbación en el goce de la cosa arrendada se des-
compone en dos obligaciones.
a) Obligación del arrendador d e no turbar al arren-
datario, y
M Obligación del arrendador de garantizar al arren-
datario de turbaciones de terceros.

317. Obligación de no turbar el arrendador al arren-


datario.—Debe abstenerse el arrendador de turbar al arreñT"
datario en el goce de la cosa. Cualquier» turbación que
sea obra del arrendador o de personas a quienes éste pueda
vedarla, da derecho al arrendatario a reclamar indemniza-
ción de perjuicios (art. 1 9 2 9 1 .
Pero el legislador se ha ocupado, en especial, de las
turbaciones que provengan rli» m n t a r i n i w <»n la (nrma Aa
la cosa o de la ejecución de trabajos en ella.
En efecto, el art. 1928, inc. 1?, dispone: " E l arren-
dador en virtud de la obligación de librar al arrendatario
206 Ramón Meza Barros

de toda turbación o embarazo, no podrá, sin el consenti-


miento del arrendatario, mudar la forma de la cosa arren-
dada, ni hacer en ella obras o trabajos algunos que puedan
turbarle o embarazarle el goce de ella".
Pero podrá suceder que la cosa necesita uxgentea re-
paraciones. Las consecuencias son diversas según la magni-
tud cíclales reparaciones v la medida en gñe embaracen
o turben el goce,
S: tales reparaciones causan una turbación de poca
importancia, debe soportarlas el arrendatario, pero le asiste
el derecho de pedir una rebaja del precio o rente. El art.
1928, inc. 2?, previene: "Con todo, si se trata de repa-
raciones que n o puedan sin grave inconveniente diferirse,
será el arrendatario obligado- a sufrirlas, aun cuando le pri-
ven del goce de una parte de la cosa arrendada; pero ten-
drá derecho a que.se le rebaje entre tanto el precio o renta,
a proporción de la parte que fuere".
En caso de que las reparaciones sean de tal entidad
que la turbación resulte considerable, podrá el arrendatario
demandar la terminación del contrato. En efecto, añade la
disposición citada: " Y si estas reparaciones recaen sobre
tan gran parte de la cosa, que el resto no aparezca sufi-
ciente para el objeto con que se tomó en arriendo, podrá
el arrendatario dar por terminado el arrendamiento" (art.
1928, inc. 3?).
A las acciones señaladas, encaminadas a pedir una re-
baja del precio o la terminación del arriendo, puede su-
marse la de indemnización de perjuicios.
Tendrá el arrendatario,derecho a que se le indemni-
cen perjuicios:
• a) Si las reparaciones provienen de causa que va exis-
tía al tiempo del contrato, desconocida del arrendatario,
pero que el arrendador conoció o era tal que tuviese ante-
cedentes para temerla o por su profesión conocerla (art.
1928, inc. 4?), y
Manual de Derecho Civil 207

b ) Si las reparaciones han de dificultar el goce por


mucho tiempo, de manera que no pueda subsistir ei con-
trato de arrendamiento sin grave molestia o perjuicio para*
el arrendatario (art. 1928, inc. 5°).

318. Obligación de sanear las turbaciones que sean


obra de terceros.—Las turbaciones de que el arrendatario
_ puede .ser víctima de parte de terceros son de hecho y de
^derecho.
Turbación de hecho es la ijue proviene d e b í a s de
hecho de terceros que no pretenden derechos sobre la cosa
arrendada. Tu rbación de derecho es aquella que se pro» luce
por vías de derecho, esto es. por las acciones que terceros
entablen alegando derechos sobre la cosa arrendada,

319. Turbaciones de hecho,—I^s n^bjejones d e he-


. j e h o j . resultantes de la ejecución de actos materiales que
no importan pretensión de ningún derecho, no imponen «1
arrendador ninguna responsabilidad.
El arrendatario, por los medios de que disponga, debe
repeler esta clase de agresiones que le turban el goce.
El art. 1930, inc. 1?, es concluyeme: "Si el arrenda-
tario es turbado en su goce por vías de hecho de terceros,
que no pretenden derecho a la cosa arrendada, el arrenda-
tario a su propio nombre perseguirá la reparación del daño".

320. Turbaciones de derecho.—Muv diverso es el


caso en que el arrendatario es turbado por vías de derecho,
por ejemplo, porque un tercero pretende ejercer en la cosa
un derecho de usufructo o servidumbre, o deduce una ac-
ción judicial para reclamar todo o parte de ella.
De tales turbaciones es responsable el arrendador por-
que, en verdad, provienen de una mala calidad de su de-
recho. Como el derecho del arrendador queda en tela de
.juicio, él debe intervenir: el arrendatario no tiene calidad
208 Ramón Meza Barro*

para representarle en el debate en que se discuta el dere-


cho del arrendador.
Por este motivo, el art. 1931 previene: "La acción
de terceros que pretendan derecho a la cosa arrendada, se
dirigirá contra el arrendador".
Pero el arrendatario por su parte tiene la obligación
de dar noticia al arrendador de las turbaciones o molestias
que, reciba de los terceros. La omisión o tardanza en que
incurra le hará responsable de los perjuicios "oue de ello
se sigan al arrendador" (art. 1 9 3 1 , inc. 2?).
Para determinar ios derechc^j)ue_corripetend arren-
datario turbado en el goce:, es menester indagar la imporT*
tancia de la' turbación, esto es, si las vías de derecho de
terceros atenían en forma grave o leve contra dicho goce:
a) Cuando la turbación es de relativamente escasa im-
portancia, el arrendatario tiene derecho a una rebaja del
precio. E n efecto, el art. 1930, inc. 2?, prescribe: " Y si
es turbado o molestado en su goce por terceros que justi-
fiquen algún derecho sobre la cosa arrendada, y la causa
de este derecho hubiere sido anterior al contrato, podrá
el arrendatario exigir una disminución proporcionada en el
precio o renta del arriendo, para el tiempo restante".
b ) Si la turbación o embarazo fueren considerables.
el arrendatario puede pedir la terminación del contrato.
El art. 1930 añade- en su inc. 3?: " Y si el arrenda-
tario, por consecuencia de los derechos que ha justificado
un tercero, se hallare privado de tanta parte de la cosa
arrendada, que sea de presumir que sin esa parte no habría
contratado, podrá exigir que cese el arrendamiento" **.

KK
Por regla general, todo incumplimiento de las obligaciones deri-
vadas del contrato, cualquiera que sea su importancia, autoriza
para pedir su resolución. En este caso, como en diversos otros
en el arrendamiento, la facultad de pedir la terminación del con-
trato se otorga sólo en caso de grave infracción de las obliga-
ciones de las partes.
Manual de Derecho Civil 209

Las acciones referidas pueden aparejarse de u n cobro


de perjuicios:
a) Tiene el arrendatario derecho a que se le indemni­
cen todos los perjuicios sufridos, "si la causa del derecho
justificado por el tercero fue o debió ser conocida del
arrendador al tiempo del contrato, pero no lo fue del arren­
datario, o siendo conocida de éste, intervino estipulación
especial de saneamiento con respecto a ella" (art. 1930,
inc. 4?). "
b ) En cambio, si la causa del derecho del tercero no
era ni debía ser conocida del arrendador al tiempo deT
contrato, " n o será obligado el arrendador a abonar el lucro"
cesante" (art. 1930, inc. 5?).
3 2 1 . Derecho de retención del arrendatario.—Para
seguridad de las indemnizaciones que se le adeuden, goza
el arrendatario del derecho legal de retención.
Este derecho se traduce en que no puede el arrenda­
tario ser privado de la cosa arrendada, mientras tales in-
demnizaciones no se le paguen por el arrendador o se le
asegure debidamente el pago.
Sobre el particular, el art. 1937 dispone: " E n todos
los casos en que se debe indemnización al arrendatario, no
podrá éste ser expelido o privado de la cosa arrendada,
sin que previamente se le pague o se le asegure el importe
por el arrendador".
De lo anteriormente expresado resulta que el arren­
datario podrá retener la cosa cuando se le deban indemne
zaciones en razón:
a) de la mutación de forma de la cosa arrendada o de
los trabajos o reparaciones que emprenda el arrendador
que le turben o embaracen el goce;
b) de las turbaciones de que sea víctima a consecuen­
cia de los derechos que terceros justifiquen sobre la cosa
arrendada:
e l del mal estado de la cosa arrendada;
210 Ramón Meza Barros

d ) d e las mejoras útiles introducidas *n la rnsa, m n


el consentimiento del arrendador, con la expresa condición
de abonarlas.
Carece el arrendatario del derecho de retención en el
caso " d e extinción involuntaria del derecho del arrendador
sobre la cosa arrendada" (art. 1937, inc. 2?).

4. Oblijaciones .del arrendatario

322. Enunciación.—Como contrato bilateral que es,


el arrendamiento impone igualmente obligaciones al arren­
datario.
El arrendatario está obligado:
1? A pagar el precio o renta;
2? A usar de la cosa según los términos o el espíritu
del contrato: ;
3° A cuidar de la cosa en ni o un buen padre de familia,
4" A efectuar las reparaciones, loca ti vas^y.
5? A restituir la cosa al término del arrendamiento.
La primera v la última de tales obligaciones son de
la esencia del contrato. E l goce del arrendatario es nece­
sariamente oneroso y temporal.

a) Obligación de pagar el precio

323. Pago del precio.—Consagra el art. 1942 esta


fundamental obligación del arrendatario: " E l arrendatario
es obligado al pago del precio o renta".
La determinación del precio, como se dijo, se sujeta
a las mismas reglas que en el contrato de compraventa.

324. Fijación del precio en caso de discordia de las


partes.—La falta de acuerdo de las partes acerca del precio
o renta impide que el contrato de arrendamiento llegue a
generarse.
Manual de Derecho Civil 211

Pero el legislador desecha esta lógica conclusión cuan-


do las partes discuerdan acerca del precio, pero se ha efec-
tuado la entrega de la cosa arrendada.
El art. 1943 previene: "Si entregada la cosa al arren-
datario hubiere disputa acerca "deT p r e g o o renta, y por
una o por otra parte no se produjere prueba legal de lo _
estipulado a este respecto, se estará al justiprecio de peri-
tos, y los costos de esta operación se dividirán entre el
arrendador y el arrendatario por partes iguales".

325. Época del pago del precio.—-El precio o renta


debe pagarse en la época convenida; a falta de e s t i p u l a c i ó n ^
conforme a la costumbre del país; en defecto d e normas
consuetudinarias, con arreglo a las normas supletorias que
establece el art. 1944.
A falta de estipulación de las partes o de costumbre,
se observarán las reglas siguientes:
a) La renta de arrendamiento de predios urbanos se
pagará por meses y la de predios rústicos por años.
b ) Si se arrienda una cosa mueble por cierto número
de años, meses o días, la renta se deberá inmediatamente
después de expirado el respectivo año, mes o día.
r ) Si se arrienda por una suma alzada, "se deberá
¿sra luego que termine el arrendamiento .
D e este modo, el precio es pagadero al término del
contrato o de cada uno de los períodos de pago.

326. Falta de pago del precio o renta.—La falta de


pago del precio o renta confiere al arrendador el derecho
alternativo de pedir el cumplimiento del contrato o su fcer-
minación.
. Las reglas generales tienen, en tal caso, pleno vigor ••.

*" La regla especial del art. 1977 tiene solamente aplicación en el


arrendamiento de predios urbanos. .
212 Ramón Meza Barros

Cada vez que se pone término al jxaaáaBÚatta P ° r

culpa del arrendatario, debe éste pagar los perjuicios que


resulten para el arrendador.
Esta indernnización comprende,, especialmente, el pago
Je !a renta por el tiempo que falte híisla el áíj cu que
dcíatuícianiJo hubiera prídido hac¡:r cesiii i-l arriendo, o rn
que rl arriendo hubiera terminado sin desahucio.
Para liberarse de este pago el arrendatario podrá pro-
poner, bajo_ su responsabilidad^ otra persona idónea que
le sustituya por el tiempo que falte, p r e s t a ñ d o u a n z a u
otra seguridad competente l a r t . 1945}

b ) Obligación de usar de la cosa según los términos o el


espíritu del contrato

327. Forma de usar la cosa.—El derecho de gozar


de la cosa no es ilimitado para el arrendatario. Por la in-
versa, debe encuadrarse dentro de ciertos límites.
La forma del goce será, en primer termino, la que las
partes convengan expresamente. A falta de estipulación, el
goce del arrendatario deberá ajustarse a la presunta inten-
ción de los contratantes v al natural destino de la cosa.
El art. 1938 previene sobre el particular: " E l arren-
datario es obligado a usar de la cosa según los términos
o espíritu del contrato; y no' podrá en consecuencia hacerla
servir a otros objetos que los convenidos, o, a falta de
convención expresa, aquellos a que la cosa es naturalmente
destinada, o que deban presumirse de las circunstancias del
contrato o de la costumbre del país".
De esta manera, por ejemplo, el arrendatario de una
casa habitación no puede instalar en ella un comercio o el
arrendatario de un caballo de silla, destinarlo a arrastrar
un vehículo.
bi uso que el arrendatario debe dar a la cosa resulta,
a menudo, del espíritu del contrato, de la presunta inten-
Manual de Derecho Gvil 213

ción de las partes. El arrendamiento a un fabricante de un


local destinado anteriormente a almacén, supone un tácito
acuerdo para variar su uso: la actividad a que el arrenda-
tario se dedica indica claramente que su intención no podía
ser otra que instalar su fábrica en el local arrendado.
E n caso de controversia, toca al juez decidir cuál es
el destino que debe dar el arrendatario a la cosa, tomando
en cuenta las variadas circunstancias del caso.
La infracción de esta obligación del arrendatario da
derecho al arrendador a pedir la terminación del arrenda-
miento, con indemnización de perjuicios. El art. 1938, inc.
2?, dispone: "Si el arrendatario contraviene a esta regla,
podrá el arrendador reclamar la terminación del arriendo
con indemnización de perjuicios, o limitarse a esta indem-
nización, dejando subsistir el arriendo".

c) Obligación de cuidar de la cosa como un buen padre


de familia

328. draAn Ae nüAaAn qui» AeUe pmplear el fltren-


datarifl—Puesto que el arrendamiento es un contrato que
beneficia a las partes recíprocamente, el arrendatario, con
arreglo a los principios generales. es~ responsable de la
culpa leve. .
El art. 1939 ratifica esta conclusión: " E l arrendatario
empleará en la conservación de la cosa el cuidado d e un
buen padre de familia". Por ejemplo, expresa Pothier, el
arrendatario de una viña deberá cultivarla, abonarla, fumi-
garla y actuar, en suma, como un cuidadoso viñatero cul-
tivaría su propia viña.
329. Sanción del incumplimiento de esta obligación.—
El incumplimiento de la obligación del arrendatario de cui-
dar de lfl rosa como un buen padre de familia le hace
responsable de los perjuicios que su conducta ocasione:
"v aun tendrá derecho el arrendador para poner fin~aT
214 Ramón Meza Barros

arrendamiento, en el caso de un grave y culpable deterioro"


8 0
(art. 1939, inc. 2?) .
, Por lo tanto, la sanción que el innimplirnientn tra*
consigo depende de la magnitud de la infracción. Solamen-
*'. la infración grave autoriza al arrendador para pedir la
terminación del arriendo, entendiéndose por tal aquella que
81
ocasiona eolia rosa u n serio d e t e r i o r o . La infracción leve
sólo puede ser fundamento para una demanda d e perjuicios.
/ E l arrendatario es responsable no sólo <k su propio
hcdlQ.Q. .culpa, _"sinfl._de b de su familia, riuíspiJiícs y de-
pendientes" (art. 1 9 4 1 ) .

330. Cesión y subarriendo.—Consecuencia de la obli­


gación de cuidar de la cosa es la prohibición que la ley
impone al arrendatario de subarrendar o ceder el arriendo,
a menos que se le autorice expresanwnri» para
El art. 1946 dispone: " E l arrendatario no tiene la
facultad de ceder el arriendo ni d e subarrendar, a menos
que se le haya expresamente concedido; pero en este caso
no podrá el cesionario o subarrendatario usar o gozar de
la cosa en otros términos que los estipulados con el arren­
datario directo".
. El subarrendamiento y la cesión del arriendo son cosas
diversas.
1
Subarrendar es dar en arrendamiento la cosa que se
.tiene a título de arrendatario.
E n el subarriendo hay dos arrendamientos superpues­
tos; el subarrendador se encuentra doblemente obligado y
asume u n a doble calidad: de arrendatario en el primer con-.
trato y de arrendador en el segundo, respecto del subarren-
datario.

•o Véanse los arts. 1972 y 1979.


»» R. de D. y J., t. XLIII, I, páa, 331.
Manual de Derecho Qvil 215

Ceder el arriendo, en cambio, es transferir a un ter-


cero el derecho de goce que del contrato de arrendamiento
deriva para el arrendatario.
El cesionario ocupa el lugar del cedente y se crea una
relación directa entre el cesionario y el arrendador. Por
consiguiente, la cesión es una operación de efectos más
radicales que el subarrendamiento.

d ) Obligación de efectuar las reparaciones locativas

3 3 1 : Concepto y alcance de esta obligación.—El art


1927 previene que el arrendador debe efectuar las repara-
ciones necesarias* ño locativas y aun éstas si los deterioros
que las han hecho indispensables provienen de fuerza ma-
yor o caso fortuito, o de mala calidad de la cosa.
Pero, aparte de estos casos de excepción, toca al arren-
datario efectuar las reparaciones de esta índple. "El arrenda-
tario es obligado a las reparaciones locativas", dispone el
inc. 1? del art. 1940.
Son reparaciones locativas las que tienen por objeto
subsanar aquellos deterioros que son una consecuencia nor-
mal del goce que el arrendatario tiene de la cosa.
El art. 1940, inc. 2", precisa el concepto: "Se entien-
den por reparaciones locativas las que, según la costumbre
del país, son de cargo de los arrendatarios, y en general las
d e aquellas especies de deterioro que ordinariamente se
producen por culpa del arrendatario o de sus dependientes,
como descalabros de paredes o cercas, albañales y acequias,
rotura de cristales, etc.".

e) Obligación de restituir la cosa arrendada

332. Carácter temporal del goce del arrendatario.—


El goce del arrendatario es necesariamente temporal; por
consiguiente, debe restituir la cosa al arrendador al término
del contrato.
216 Ramón Meza Barros

Consagra el art. 1947 esta obligación del arrendata-


rio, esencial en el contrato: " E l arrendatario es obligado
a restituir la cosa al fin del arrendamiento".

3 3 3 . Estado en q u e debe restituirse la cosa.—El


arrendatario debe restituir la cosa "en el estado en que"
le fue entregada" (art. 1947, inc. 2 ? ) .
Pero, como se comprende, el goce de la cosa suele
causar un natural desgaste o menoscabo. Por este motivo,
l a disposición añade que en la restitución, debe tomarse
en cuenta "el deterioro; ocasionado por el uso y goce legí-
timos", ." \¡¿vs.
. Es probable "que las partes hayan dejado constancia
del estado en que se encontraba la cosa; en tal caso, no
surgirán dificultades acerca de cómo debe efectuarse la res-
titución^
Si las partes no han expresado el estado en que i
entregó la cosa, la ley establece una presunción de que ese
estado fue satisfactorio; la presunción es simplemente legal
y cede ante ia prueba contraria que el arrendatario rinda.
En efecto, el art. 1947, inc. 3*, expresa: "Si no cons-
tare el estado en que le fue entregada, se entenderá haberla
recibido en regular estado de servicio, a menos que pruebe
lo contrario".
Los daños y pérdidas sobrevinientes durante el goce
de la cosa, se presumen culpables. Toca al arrendatario
acreditar que no han sobrevenido por su culpa o de sus
huéspedes, dependientes o subarrendatarios (art 1947,
inc. 4 ? ) : —

334. Forma de la restitución.—La entrega debe efec-


tuarse poniendo la cosa materialmente a disposición del
arrendador.
El art. 1948 ha reglamentado la forma m m o
"*ehe
efectuarse la restitución de los inmuebles: "La restitución
Manual de Derecho Ovil 217

de la cosa raíz se verificará desocupándola enteramente,


poniéndola a disposición del arrendador y entregándole las
ll»yeC

335. Incumplimiento d e la obligación de restituir.—


Terminado el arriendo, el arrendatario debe restituir la
cosa; se hace exigible su obligación.
Pero para que el arrendatario quede constituido en
mora de restituir es menester que sea requerido o recon­
venido por el arrendador.
La expiración del plazo estipulado no es bastante;
trátase de un caso de excepción en que la ley exige que
se requiera al deudor para constituirle en mora.
El art. 1949 dispone: "Para que el arrendatario sea
constituido en mora de restituir la cosa arrendada, será
necesario requerimiento del arrendador, aun cuando haya
precedido desahucio".

Es menester el requerimiento, pues, aunque el arrendador haya


dado anticipada noticia al arrendatario de su intención de poner fin
al arriendo. Para ser más ^acto, debió el legislador decir que el
requerimiento es necesario aunque se haya fijado un plazo para la
duración del contrato.

Constituido en mora el arrendatario, "será condenado


al pleno resarcimiento de todos los perjuicios de la mora,
y a lo demás que contra él competa como injusto deten-
tarlnr" (art. 1 9 4 9 ) .

336. Derecho legal de retención del arrendador.—


Al igual que el arrendatario, goza el arrendador del dere-
cho legal de retención. Se le concede este derecho para
scflurittad del pa^o del precio o renta y tic las indemniza­
ciones que, por diversos conceptos, el arrendatario le adeude,
El arrendador, pues, puede hacer valer este derecho
para gaTantíaT^Je lo que se !c tScba como consecümcía!
218 Ramón Meza Barros

a ) de usar el arrendatario de la cosa contrariamente


a los términos o, al espíritu del contrato;
~~ b ) de los deterioros que cause por no cuidar la cosa
como un buen padre de familia;
c) del hecho de incurrir el arrendatario en mora en
la restitución de la cosa; - ,• ~
d ) de la terminación del contrato por culpa del arren-
datario:
e ) p o r concepto de precio o renta.
Con arreglo a lo dispuesto en el inc. 2? del art. 1942,
el derecho legal de retención recae sobre "todos los frutos
existentes en la cosa arrendada, y todos los ohjetos ron
que el arrendatario la haya amoblado, guarnecido o pro-
visto". ~~
• Naturalmente que la retención se hace efectiva sobre
los bienes indicados a condición de que pertenezcan al
arrendatario; se presumirá que le pertenecen, salvo prue-
ba en contrario.

5 . . Expiración del contrato de arrendamiento

337. Causales de extinción del arriendo.— El contrato


de arrendamiento de cosas termina del mismo modo que
tos otros contratos? '
Pero el art. 1950 señala diversa? causales de extin-
ción propias o peculiares de este contrato:
1? Por destrucción total de la cosa arrendada;
2?- Por la expiración del tjempo estipulado para la
duración del arriendo; •:^ .m

y Por la extinción del derecho del arrendador; v


4? Por sentencia judicial, en los casos que la lev ha
' Previsto.
A las causales apuntadas es menester añadir otras
como el desahucio, la circunstancia de necesitar el arren-
dador de la cosa para efectuar reparaciones en ella, etc.
Manual de Derecho Gvil 219

a) Destrucción de la cosa

338. Pérdida total de la cosa arrendada.-r-La pérdi-


da o destrucción de la cosa debe ser total. Destruida inte-
, gramente la cosa no podrá en lo sucesivo el arrendador
procurar al arrendatario el goce de la misma: el arrenda­
tario, a su vez, quedará liberado de la obligación de pagar
el precio: su obligación carece de causa.
Tanto da que la pérdida sea fortuita o culpable, sola­
mente que la destrucción total y culpable de la cosa hará
responsable al arrendatario de los consiguientes perjuicios.
El art. 1945 establece que la terminación del arrendamien­
to por culpa del arrendatario le obliga a esta indemniza­
ción y, especialmente, al pago de la renta por el tiempo
que falte hasta la expiración del plazo estipulado o hasta
que, mediante el desahucio, hubiera podido cesar el con­
trato.
Si la destrucción es solamente parcial, el juez debe
decidir si tendrá lugar la terminación del arriendo o se
concede al arrendatario una rebaja del precio o renta (art.
1932, inc. 2?).

b) Expiración del tiempo estipulado

339. Contrato por tiempo determinado..—El contra­


to de arrendamiento, como reiteradamente se ha dicho, es
por su esencia temporal; pero su duración puede ser deter­
minada o indeterminada^
Se entiende que es determinado el tiempo de dura­
ción del contrato de arrendamiento: a) si las partes han
convenido expresamente un término; b ) cuando el tiempo"
es determinado por la naturaleza del servicio a que la cosa~
se destina, v_ci_caanAn e\ tiempo <»s determinado por la
costnmhre del pata.
En tales casos, la expiración del término pone fin
automáticamente o ipso jure al contrato, sin que sea me-
220 Ramón Meza Barros

nester un aviso previo o una


luntad de la» parte». f u «^T«*.
El art. 1954 previene: "Si en el contrato se ha fijado
tiempo para la duración del arriendo, o si la duración es
determinada por el servicio especial a que se destinó la
cosa arrendada, o por la costumbre, no será necesario de-
sahucio".

1
340. Contrato por tiempo indetenninado.—Si no se
ha fijado un tiempo para la duración del arriendo, o éste
no resulta de la naturaleza del servicio o de la costumbre,
el contrato durará indefinidamente mientras las partes no
i:xp.'csen su vuluntad de ponerle íni.
Arrendador y arrendatario deben darse mutuo aviso
de su intención d e n o perseverar en el contrato. Este aviso
previo se denomina desahucio.
El art. 1951 dispone sobre el particular: "Si no se ha
fijado tiempo para la duración del arriendo, o si el tiempo
no es determinado por el servicio especial a que se destina
la cosa arrendada o por la costumbre, ninguna de las dos
partes podrá hacerlo cesar sino desahuciando a la otra,
esto es, noticiándoselo anticipadamente".
Cuando se haya fijado plazo obligatorio sólo para una
de JaTparte», aquella a que el plazo no obliga deberá d e .
«ahuciar a la otra para hacer cesar el arriendo.
Tal es la regla del art. 1953: "Si se ha fijado tiempo
forzoso para una de las partes y voluntario para la otra,
se observará lo estipulado, y la parte que puede hacer cesar
el arriendo a su voluntad, estará sin embargo sujeta a dar
la noticia anticipada que se ha dicho".

3 4 1 . El desahucio. Sus forma».—El desahucio es el


aviso anticipado que una de las partes da a la otra de su
voluntad de poner fin al c o n t r a t a
Manual de Derecho Gvil 221

Este aviso, que debe darse con cierta anticipación,


tiende a precaver los perjuicios que a las partes ocasionaría
el término inopinado del arrendamiento.
Es el desahucio un acto unilateral; la aceptación de
la parte a quien se dirige carece de importancia.
Puede el desahucio ser judicial o extrajudicial (art.
588 del C. de P . Civil).
El desahucio extrajudicial podrá ser verbal o escrito.
Pero el desahucio extrajudicial tiene serios inconve­
nientes. En efecto, dado verbalmente, no podrá probarse
por testigos cuando la cuantía del contrato sea superior a
$ 200; otorgado por escrito, el documento queda en po­
der del desahuciado y la parte que dio el desahucio no
puede contar con dicho documento para acreditar que for­
muló oportunamente el aviso.
El desahucio judicial, como su nombre lo indica, es el
que se da por medio de una notificación judicial. El art.
588 del Código de Procedimiento Civil dispone que el
desahucio judicial se efectuará notificando al arrendador o
arrendatario el decreto con que el juez manda poner en
conocimiento de uno u otro la noticia anticipada a que se
refiere el art. 1951 del Código G v i l .

Notificado de desahucio, el desahuciado dispone de un plazo


de diez días para oponente. En caso de no deducirse oposición, ha­
brá de dictarse sentencia que dé lugar al desahucio y fije día para
la restitución de la propiedad. Si se deduce oposición, se citará a
las partes a un comparendo, a que concurrirán con sus medios de
prueba, para que expongan lo conveniente a sus derechos (ara. 589
y 590 del C. de P. Ovil).

342. Irrevocabilidad del desahucio.—El desahucio es


irrevocable; no obstante que se trata de un acto unilateral
de voluntad del arrendador o del arrendatario, no es posi­
ble que uno u otro se retracten unilateralmente.
222 Ramón Meza Barros

El art. 1952 previene: "El que ha dado noticia para


la cesación del arriendo no podrá después revocarla, sin
el consentimiento de la otra parte".
La regla se encuentra sobradamente justificada. Se su-
pone con fundamento que el desahuciado ha debido adop-
tar medidas en previsión de la terminación del arrenda-
miento, tales como buscar otro arrendatario el arrendador
u otra cosa susceptible de ser arrendada el arrendatario.

343. Anticipación con que debe darse el desahucio.—


H a cuidado el legislador de reglamentar minuciosamente
la anticipación con que debe darse el desahucio.
El art. 1951, inc. 2?, establece esta regla fundamen-
tal: "la anticipación se ajustará al periodo o medida de
tiempo que regula los pagos".
De este modo, si el arriendo es a tanto por mes o
año, el desahucio debe darse con un mes o un año de
anticipación.
Para precisar con exactitud cuándo debe entenderse
terminado el contrato, el art. 1951, inc. 3?, dispone: "El
desahucio empezará a correr al mismo tiempo que el próxi-
mo período".
Por ejemplo, si .el arriendo es por meses, la renta
pagadera el 1? de cada mes y el arrendador o el arrenda-
tario se proponen ponerle fin el 1? de abril, el aviso deberá
darse antes del 1? de marzo; dado el 20 de febrero, correrá
desde el 1? de marzo.

344. Momento en que se extingue el contrato.—


Cuando el contrato se ha celebrado por un tiempo deter-
minado, obviamente se extingue cuando expira dicho tér-
mino. Si es procedente el desahucio, el contrato termina
en el momento en que expira el plazo del mismo.
Como lógica consecuencia, hasta esa época, subsiste
el derecho del arrendador de percibir el precio o renta.
Manual de Derecho Civil 223

Si el arrendatario restituye anticipadamente la cosa deberá,


no obstante, pagar la renta hasta el fin del contrato.
Tal es la norma del art. 1955: "Cuando el arrenda-
miento debe cesar en virtud del desahucio de cualquiera
de las partes, o por haberse fijado su duración en el con-
trato, el arrendatario será obligado a pagar la renta de
todos los días que falten para que cese, aunque volunta-
riamente restituya la cosa antes del último día".

345. Tácita reconducción.—Supóngase que termina-


do el contrato de arrendamiento, el arrendatario continúa
detentando la cosa, sin protesta del arrendador. De esta
situación de hecho no se sigue como consecuencia que las
partes hayan entendido prorrogar el contrato.
El Código Civil no admite, sino en términos muy res-
tringidos, la tácita reconducción, esto es, la renovación del
contrato por el hecho de que el arrendatario retenga la
cosa con la aparente anuencia del arrendador.
El art. 1956, inc. 1°, establece el principio general:
"Terminado el arrendamiento por desahucio, o de cualquier
otro modo, no se entenderá en caso alguno que la aparente
aquiescencia del arrendador a la retención de la cosa por
el arrendatario, es una renovación del contrato".
Para que se entienda renovado el arriendo es preciso
que las partes así lo convengan expresamente. Y, como una
lógica consecuencia de que el contrato no se entiende reno-
vado, el arrendador puede reclamar en cualquier tiempo
la restitución de la cosa.
El art. 1956 añade: "Si llegado el día de la restitu-
ción no se renueva expresamente el contrato, tendrá dere-
cho el arrendador para exigirla cuando quiera".

346. Casos en que tiene lugar la tácita reconduc-


ción.—Por excepción acepta el Código la reconducción tá.-
cita: "Con todo, si la cosa fuere raíz y el arrendatario con
el beneplácito del arrendador hubiere pagado la renta de
224 Ramón Meza Barros

cualquier espacio de tiempo subsiguiente a la terminación,


o si ambas partes hubieren manifestado por cualquier otro
hecho igualmente inequívoco su intención de perseverar en
el arriendo, se entenderá renovado el contrato bajo las mis­
mas condiciones que antes, pero no por más tiempo que
el de tres meses en los predios urbanos y el necesario para
utilizar las labores principiadas y coger los frutos pendien­
tes en los predios rústicos, sin perjuicio de que a la expi­
ración de este tiempo vuelva a renovarse el arriendo de la
misma manera".
Para que tenga lugar la excepción prevista en la dis­
posición indicada es preciso, por lo tanto:
a) que la cosa arrendada sea inmueble;
b ) que el arrendatario conserve la tenencia de la co­
sa, y
c) que el arrendatario haya pagado, con el beneplá­
cito del arrendador, la renta correspondiente a un período
posterior a la extinción del contrato, o las partes hayan
ejecutado otros hechos demostrativos de su inequívoca in­
tención de perseverar en el arriendo.
La reconducción importa la celebración de un nuevo
contrato de arrendamiento, en las mismas condiciones que
el anterior; se mantendrá idéntico el precio y las demás
modalidades del contrato, pero variará su duración.
Cualquiera que haya sido la duración del arriendo que
terminó, el .nuevo arrendamiento durará hasta tres meses
si el bien arrendado es urbano, y hasta que puedan reco­
gerse los frutos pendientes y aprovecharse las labores rea­
lizadas, si se trata de un predio rústico.

347. Suerte de las cauciones en caso de tácita recon­


ducción.—Puesto que el contrato que liga en lo sucesivo
a las partes es un nuevo contrato, se extinguen las caucio­
nes constituidas por terceros para la seguridad de las obli­
gaciones derivadas del primero.
Manual de Derecho Civil 225

La renovación, en otros términos, no afecta a los ter­


ceros; éstos no quedarán obligados sino a condición de que
accedan al nuevo contrato.
El art. 1957 dispone, en efecto: "Renovado el arrien­
do, las fianzas como las prendas o hipotecas constituidas
por terceros, no se extenderán a las obligaciones resultantes
de su renovación".

c) Extinción del derecho del arrendador

348. Principio general y causas de extinción del de­


recho del arrendador.—La extinción del derecho del arren­
dador pone fin al contrato por aplicación del principio fun­
damental que enuncia el aforismo Resoluto jure dantis
resolvitur jus accipientis.
Se obliga al arrendador a procurar al arrendatario el
goce de la cosa y esta obligación, de carácter sucesivo, se
prolonga durante la vigencia del contrato. La pérdida de
los derechos que el arrendador tenía en la cosa le coloca
en la imposibilidad de satisfacer sus obligaciones y, por
ende, determina la extinción del contrato.
Diversas son las causas que extinguen el derecho del
arrendador. La extinción puede producirse, en síntesis, por
hecho o culpa del arrendador o por causas independientes
de su voluntad.
El contrato de arrendamiento expirará en todo caso y
la distinción tiene importancia solamente en relación con
las indemnizaciones a que puede estar obligado el arren­
dador. Para estos efectos tiene considerable interés discri­
minar si la extinción de su derecho le es o no imputable.

349. Efectos de la extinción involuntaria.—El art.


1958 dispone: "Extinguiéndose el derecho del arrendador
sobre la cosa arrendada, por una causa independiente de
su voluntad, expirará el arrendamiento aun antes de cum-
226 Ramón Meza Barros

plirse el tiempo que para su duración se hubiere estipu-


lado". -
La extinción del derecho del arrendador supone que
otra persona adquiere este derecho; la expiración del con-
trato significa, en otros términos, que los terceros que ad-
quieren los derechos que el arrendador perdió no están
obligados a respetar el arrendamiento. Para.ellos el con-
trato es res ínter altos.
Se justifica plenamente, de esta manera, que el con-
trato expire, aunque exista un plazo señalado para su du-
ración.
La disposición citada propone dos ejemplos. Si el
arrendador era usufructuario o propietario fiduciario de la
cosa, "expira el arrendamiento por la llegada del día en
que debe cesar el usufructo o pasar la propiedad al fideico-
misario", pese a las estipulaciones que medien entre arren-
dador y arrendatario sobre la duración del arriendo (art.
1958, inc. 2?).

El art. 1958 advierte, en su parte final, que la regla rige "sin


perjuicio de lo dispuesto en el art. 794, inc. 2*".
Esta última disposición prescribe solamente que el nudo pro-
pietario deberá conceder al arrendatario el tiempo que necesite para
efectuar la próxima percepción de frutos y que, por este tiempo,
quedará sustituido al usufructuario en el contrato.

350. Responsabilidad del arrendador.—Para precisar


la responsabilidad del arrendador en caso de expirar el
contrato por causas ajenas a su voluntad, responsabilidad
que se traduce en el pago de perjuicios, es menester dis-
tinguir si estaba de buena o mala fe.
La mala fe del arrendador consiste, en este caso, en
haber contratado a sabiendas del carácter incierto de su
derecho y atribuyéndose la calidad de dueño absoluto.
a) El art. 1959 prescribe que si el arrendador ha
contratado "en una calidad particular que hace incierta la
Manual de Derecho Civil 227

duración de su derecho, como la de usufructuario, o la de


propietario fiduciario, y en todos los casos en que su dere-
cho esté sujeto a una condición resolutoria, no habrá lugar
a indemnización de perjuicios por la cesación del arriendo
en virtud de la resolución del derecho".
b ) Pero si el arrendador tiene un derecho de incierta
duración y contrató atribuyéndose el carácter de dueño ab-
soluto, "será obligado a indemnizar al arrendatario", a me-
nos que éste haya contratado a sabiendas de que el arren-
dador no era absoluto dueño.

3 5 1 . Extinción por causa de expropiación.—La ex-


propiación por causa de utilidad pública es, en verdad, una
causa de extinción del arriendo ajena a la voluntad del
arrendador.
Prevé el art. 1960 las reglas que deben observarse
en este caso:
a) Deberá otorgarse al arrendatario el tiempo nece-
sario para utilizar las labores principiadas y coger los fru-
tos pendientes (art. 1960, N? 1?).
b) Si fuere tan urgente la causa de la expropiación
que no diere lugar a utilizar las labores y percibir los fru-
tos, o el arriendo fuere a un plazo que se encuentra pen-
diente, y así constare por escritura pública, "se deberá al
arrendatario indemnización de perjuicios por el Estado o
la corporación expropiadora" (art. 1960, N? 2?).
c) Si la expropiación abarca sólo una parte de la cosa
arrendada, tendrá lugar la regla del art. 1930, inc. 3", esto
es, tendrá derecho el arrendatario a pedir la terminación
del contrato, cuando la parte de que ha sido privado sea
tanta "que sea J.c presumir que sin esa parte no ¡íabrta
contratado".
Por consiguiente, la expropiación que pone fin al con-
trato debe ser total; la expropiación parcial autoriza sola-
228 Ramón Meza Barros

mente al arrendatario para pedir la terminación del con-


trato, cuando reúne los caracteres anotados.

352. Extinción del derecho del arrendador por causa


que le es imputable.—La extinción del derecho del arren-
dador puede operarse por su hecho o culpa.
Así ocurre cuando el arrendador enajena la cosa arren-
dada o por el hecho de no pagar el precio se declara resuelto
el .contrato de Compraventa que le sirvió de título para su
adquisición, etc.
Pero las consecuencias de la extinción del derecho di-
fieren según las circunstancias y una distinción se hace nece-
saria; es preciso distinguir si el sucesor en los derechos del
arrendador debe o no respetar el arriendo.

353. Consecuencias si el sucesor no está obligado a


respetar el arriendo.—Cada vez que se extinga el derecho
del arrendador y su causahabiente no esté obligado a res-
petar el arriendo, deberán indemnizarse al arrendatario los
perjuicios que la extinción del contrato le ocasione.
Tal es la regla del art. 1961: "Extinguiéndose el de-
recho del arrendador por hecho o culpa suyos, como cuan-
do vende la cosa arrendada de que es dueño, o siendo usu-
fructuario de ella hace cesión del usufructo al propietario,
o pierde la propiedad por no haber pagado el precio de
venta, será obligado a indemnizar al arrendatario en todos
los casos en que la persona que le sucede en el derecho
no esté obligada a respetar el arriendo".
Supóngase que el arriendo se estipuló a un largo pla-
zo; si el causahabiente del arrendador no está obligado a
respetar el contrato, el arrendatario se verá privado de la
cosa con cuyo goce contaba por largo tiempo y se le seguirá
ciertamente un daño que el arrendador debe repararle.

354. Indemnizaciones que debe pagar el arrenda-


dor.—El arrendador debe indemnizar al arrendatario los
Manual de Derecho Gvil 229

perjuicios que sufra con motivo de la extinción del con-


trato.
Debe el arrendador, además, indemnizar los perjuicios
"que el subarrendatario sufriere por su p a r t e " (art. 1963,
inc. 1?). Parece obvio que estos perjuicios serán indemni-
zables cuando el arrendador haya autorizado el subarriendo.
Para cobrar los perjuicios sufridos por el subarrenda-
tario puede el arrendatario obrar a su propio nombre. Como
no le liga ningún vínculo con el arrendador, no puede el
subarrendatario cobrar directamente dichos perjuicios y es
menester que el arrendatario le ceda su acción (art. 1963,
inc. 2?).
Por su parte, el arrendatario deberá reembolsar al sub-
arrendatario las rentas que le haya anticipado (art. 1963,
inc. 3?).

355. Obligación del causahabiente del arrendador de


respetar el arriendo.—Si el sucesor del arrendador debe res-
petar el arriendo, subsiste el contrato; obviamente el arren-
datario no tiene derecho a reclamar perjuicios.
En principio, el sucesor no está obligado a respetar
el arrendamiento; en otros términos, por regla general, la
extinción del derecho del arrendador pone fin al arriendo.
Piénsese que el sucesor es un extraño al contrato de
arrendamiento, a quien, por lo tanto, no afecttm sus esti-
pulaciones. Por otra parte, el derecho del arrendatario para
gozar de la cosa es de carácter personal y sólo puede ejer-
citarse contra quien contrajo la obligación correlativa de
procurárselo, esto es, el arrendador.
Todavía más, el adquirente de los derechos del arren-
dador, cuando le sucede a título singular, no queda ligado
por los actos de su causante que no se refieran al derecho
2
mismo * .

Véase el N° 28.
2)0 Ramón Meza Barros

De tales consideraciones resulta evidente el derecho


del adquirente para expeler al arrendatario. Pero poderosí-
simas razones de orden económico han inducido al legisla-
dor a temperar el rigor de los principios.
, En efecto, en determinados casos el sucesor del arren-
dador debe respetar el arriendo. El arrendamiento es opo-
nible al adquirente, del mismo modo que una servidum-
bre, usufructo o hipoteca constituidos por su causante.
Queda-el arrendatario a cubierto de que se le expulse
por extinguirse el derecho del arrendador, y seguro en el
goce de la cosa por el tiempo convenido para la duración
del arrendamiento.
Para evitar un fraude fácil de cometer, la ley permite
sólo en casos calificados oponer el arriendo a los adqui-~
rentes. Tales son los casos que señala el art. 1962.

356. Casos en que el sucesor debe respetar el arrien-


do.—De acuerdo con la citada norma del art. 1962, están
obligados .a "respetar el arriendo:
a) Todo; aquel, a quien.se transfiere el derecho del
arrendador a título gratuito;
b) Todo aquel a quien se transfiere a título oneroso
el derecho del arrendador, si el arrendamiento ha sido cele-
brado por escritura pública, exceptuados los acreedores hi-
potecarios;
c) Los acreedores hipotecarios, si el arrendamiento se
ha otorgado por escritura pública, inscrita con anterioridad
a la inscripción hipotecaria. ,

357. Sucesores a título gratuito.—Deben respetar el


arriendo los sucesores a título gratuito, esto es, los here-
deros, legatarios y donatarios del arrendador (art. 1962.
N? 1?).
Los herederos deben respetar el contrato porque re-
presentan a su causante y le suceden en todos sus derechos
y obligaciones transmisibles (art. 1097).
Manual de Derecho Civil 231

En cuanto a los legatarios y donatarios deben respetar


el arriendo porque de otro modo se crearía para su cau­
sante una embarazosa situación, como consecuencia de la
indemnización de perjuicios que debería pagar al arrenda­
tario; no es justo que se imponga esta responsabilidad al
autor de la liberalidad y la única manera de ponerle a
cubierto de ella es obligar a los sucesores a respetar el
arriendo.

358. Sucesores a título oneroso.—Los causahabien-


tes a título oneroso deben respetar el arriendo siempre que
conste por escritura pública (art. 1962, N? 2?).
Constituido por escritura pública, consta el contrato
de un modo fehaciente y tiene una fecha cierta. Los adqui-
rentes quedan en situación de conocerlo y de efectuar la
adquisición de la cosa arrendada a sabiendas de la existen­
cia del contrato.
Por este motivo, pese a que el arrendamiento es un
contrato consensual, tiene considerable importancia que se
le revista de la solemnidad de la escritura pública.
La regla no rige para los acreedores hipotecarios.

359. Caso de los acreedores hipotecarios.—Una regla


especial rige para los acreedores hipotecarios. Deben res­
petar el arriendo siempre que conste de escritura pública,
"inscrita en el Registro del Conservador antes de la ins­
cripción hipotecaria" (art. 1962, N? 3?).
El arrendatario de bienes raíces podrá requerir por
sí solo la inscripción de la escritura de arrendamiento.
Por consiguiente, para que los acreedores hipotecarios
deban respetar el arriendo es menester:
a) que conste por escritura pública;
b) que se encuentre inscrito en el Registro del Con­
servador, y
c) que la inscripción del arriendo sea anterior a la
. inscripción de la hipoteca.
232 Ramón Meza Barros

Inscrito el arriendo con anterioridad a la hipoteca, los


acreedores hipotecarios han podido tener cabal conocimien-
to de su existencia y calcular la influencia del contrato en
la eficacia de la garantía. Un arriendo que debe respetarse,
a largo plazo y por una renta módica, influye decisivamen-
te en el valor comercial del inmueble, desvalorizándolo.
La regla del N? 3? del art. 1962 se refiere a los acree-
dores hipotecarios que se adjudiquen la finca hipotecada
para hacerse pago de sus créditos.
Si la finca es subastada a instancias de un acreedor
hipotecario, y la adquiere u n tercero, deberá éste respetar
el arriendo que conste de escritura pública aunque no se
3
encuentre inscrito con anterioridad a la hipoteca * . £1 ter-
cero subastador es un adquirente a título oneroso y para
él rige la regla del N? T- del art. 1962.

El art. 22 de la Ley Orgánica de la ex Caja de Crédito Hi-


potecario, cuyo texto definitivo fijó el Decreto Supremo N" 3815,
de 18 de noviembre de 1941, vigente de acuerdo con el art. 13
transitorio del D.F.L. N? 126, que creó el Banco del Estado de
Chile, previene que los adquirentes de propiedades subastadas en
conformidad a sus disposiciones "no estarán obligados a respetar los
arrendamientos que las afecten, salvo que éstos hayan sido otorga-
dos por escritura pública inscrita en el Conservador de Bienes Raices
respectivo con antelación a la hipoteca de la Caja o autorizados por
ésta".
Por consiguiente, para los terceros adquirentes rige una regla
especialísima. No bastará que el arriendo se haya otorgado por es-
critura pública. *

360. Cláusula de no enajenar la cosa arrendada.—


Reglamenta el art. 1964 los efectos del pacto que celebren
el arrendador y el arrendatario de no enajenar el primero
la cosa arrendada.

w R. «le D. y J., t. XXVI, II, pdg. 35.


* Derogado por el DL 2079 (D. Of. 18 «le enero «le 1978) (N. «leí E).
Manual de Derecho Civil 233

Por de pronto, la estipulación n o impide al arrenda-


dor enajenar y, en verdad, poco importa al arrendatario
que la cosa se enajene, con tal que el adquirente deba res-
petar el arriendo.
Por este motivo, el art. 1964 dispone: " E l pacto de
no enajenar la cosa arrendada, aunque tenga la cláusula de
nulidad de la enajenación, no dará derecho al arrendatario
sino para permanecer en el arriendo, hasta su terminación
natural".

3 6 1 . Embargo de la cosa arrendada.—El embargo


trabadp por el acreedor o acreedores del arrendador sobre
la cosa arrendada no pone fin al arriendo.
El art. 1965, inc. 2°, prescribe que "si se adjudicare
la cosa al acreedor o acreedores, tendrá lugar lo dispuesto
en el art. 1962".
De este modo, si la cosa embargada lo ha sido a ins-
tancias de un acreedor hipotecario que se la adjudica, debe
respetar el arriendo inscrito con anterioridad a la hipoteca;
si el subastador es otro acreedor que no goce del derecho
de hipoteca, habrá de respetar el arriendo que conste por
escritura pública, aunque no se haya inscrito o su inscrip-
ción sea posterior a la hipotecaria.
Mientras se realiza la subasta, el contrato subsiste
"y se sustituirán el acreedor o acreedores en los derechos
9 4
y obligaciones del arrendador" (art. 1965, inc. 1?) .

El Código de Procedimiento Civil, en su art. 454, se ha ocu-


pado más en detalle de esta materia. "Cuando la cosa embargada
se halle en poder de un tercero que se oponga, a la entrega alegando
el derecho de gozarla a otro título que el de dueño, no se hará
alteración en este goce hasta el momento de la enajenación, ejer-

»* Véase "De las obligaciones", N? 448.


234 Ramón Meza Barro*

riendo mientra* tanto el depositario sobre la cosa los mismos dere-


chos que ejercía el deudor".
Y añade el inciso 2°: "Lo cual se entiende sin perjuicio del
derecho que corresponda al tenedor de la cosa embargada para se-
guir gozándola aun después de su enajenación".

d ) Otras causas de extinción del arrendamiento

362. Sentencia judicial de terminación del arriendo.—


Expira el contrato "por sentencia de juez en los casos que
la ley ha previsto" (art. 1950, N? 4?).
Así ocurre cuando por infracción de las diversas obli-
gaciones que para las partes derivan del arrendamiento,
se pronuncia por el juez la terminación del contrato.
Del mismo modo, terminará por sentencia de juez
cuando se declara judicialmente nulo o rescindido el con-
trato.

363.. Insolvencia del arrendatario.—La insolvencia


del arrendatario suele poner fin al arriendo. Tiene derecho
el arrendador para "dar por concluido el arrendamiento"
y para que el arrendatario le indemnice los perjuicios, se-
gún las reglas generales (art. 1 9 6 8 ) .
Pero los acreedores del arrendatario, interesados en la
subsistencia del contrato, podrán sustituirse al arrendatario,
rindiendo caución a satisfacción del arrendador **.
Por este motivo, el art. 1968, inc. 1?, expresa que
"la insolvencia declarada del arrendatario no pone necesa-
riamente fin al arriendo".

364. Caso en que deben hacerse reparaciones en la


cosa arrendada.—Expira el arrendamiento cuando la cosa
arrendada necesita de reparaciones que impidan total o
parcialmente el goce del arrendatario.

»' Véase "De las obligaciones", N' 448.


Manual de Derecho Civil 235

El art. 1966 dispone: "Podrá el arrendador hacer ce


sar el arrendamiento en todo o parte cuando la cosa arren-
dada necesita de reparaciones que en todo o parte impidan
su goce, y el arrendatario tendrá entonces los derechos que
le conceden las reglas dadas en el art. 1 9 2 8 " .
En otras palabras, el arrendador puede poner fin al
contrato; pero el arrendatario, a su vez, tiene derecho a
que se le rebaje proporcionalmente el precio o renta y,
eventualmente, a que se le indemnicen los perjuicios su-
fridos.
En cambio, está vedado al arrendador poner término
al contrato a pretexto de que necesita para sí la cosa.
El art. 1967 dice al respecto: "El arrendador no po-
drá en caso alguno, a menos de estipulación contraria, ha-
cer cesar el arrendamiento a pretexto de necesitar la cosa
arrendada para sí".

365. Arrendamiento de bienes de sus representados


hecho por el padre, marido o guardador.—El padre, madre,
marido y guardador no pueden arrendar los bienes de sus
hijos, mujer o pupilos sino por un cierto tiempo.
El art. 1969 establece: "Los arrendamientos hechos
por tutores o curadores, por el padre o madre de familia
como administradores de los bienes del hijo, o por el ma-
rido como administrador de los bienes de su mujer, se su
jetarán (relativamente a su duración después de terminada
la tutela o curaduría, o la administración marital, paterna
o materna) a los arts. 407 y 1757". *
El art. 407 dispone que el tutor o curador no podrá
dar en arrendamiento por más de cinco años los bienes
urbanos del pupilo, ni por más de ocho los bienes rústicos,
ni por más tiempo del que falte al pupilo para llegar a
la mayor edad. Y el inc. 2? agrega: "Si lo hiciere no será
obligatorio el arrendamiento para el pupilo o para el que

Derogado por la ley 18.802 (D. Of. 9 «le junio de 1989) (N. del E).
236 Ramón Meza Barros

le suceda en el dominio del predio, por el tiempo que


excediere de los limites aquí señalados".
La regla es aplicable, según el art. 256, al arrenda-
miento de los bienes del Hijo de familia.
De este modo, el arrendamiento se extingue por la
llegada de los plazos indicados, aunque se haya estipulado
un término mayor.
Análoga limitación se impone al marido para arrendar
los bienes de la mujer, sin su autorización; los contratos
que el marido celebre, con infracción, de lo dispuesto en
el art. 1756, adolecen de nulidad relativa.

6. Reglas particulares al arrendamiento de


predios urbanos

366. Disposiciones aplicables.—El arrendamiento de


predios urbanos está sometido a las reglas generales del
arrendamiento de cosas y a las especiales que se consignan
en el párrafo 6? del Título X X V I , denominado "Reglas
particulares relativas al arrendamiento de casas, almacenes
y otros edificios".
Rige igualmente la materia el Decreto Ley N" 964,
de 12 de abril de 1975*vigente desde el V de ese mes,
que derogó la Ley N? 11.622, de 2 5 de septiembre de
1954, como asimismo la Ley N? 17.600, de 17 de enero
de 1972, modificatoria de la anterior.

a) Ámbito de aplicación del Decreto Ley N? 964

367. Contratos a que se aplica.—El Decreto Ley


N? 964 rige el arrendamiento de predios urbanos, enten-
diendo por tales "los ubicados dentro del radio urbano
respectivo" (art. 1?).
a) No obstante, sus normas se aplican igualmente al
arriendo de viviendas situadas fuera del radio urbano, aun-

Derogado por la ley 18.101 (D. Of. 29 de enero de 1982) que regula
íntegramente esta materia. Continúan, sin embargo, ¡rojetos al DL 964 los
contratos celebrados con anterioridad al 29 de enero <le 1982 (N. del E).
Manual de Derecho Civil 237

que incluya terreno, siempre que no exceda de una hec-


tárea.
b ) Rigen, asimismo, para todo contrato relativo a los
bienes antes indicados, en que se entregue el uso y goce
a cambio de un pago periódico, en dinero o en especie
(art. 1?, inc. 3?).
Lo dicho para el arriendo vale para el subarrenda-
miento, que está sometido a las mismas normas.
368. Contratos que se excluyen.—Se excluyen del
ámbito del Decreto Ley N? 964 los contratos de arrenda-
miento de algunos inmuebles urbanos.
1) Los predios con una superficie superior a una hec-
tárea, destinados a una explotación agrícola, ganadera o
forestal, y los predios con una superficie inferior, desti-
nados a la misma explotación y que carecieren de viviendas.
2) Las viviendas que se arriendan por temporadas no
superiores a tres meses, por períodos continuos o discon-
tinuos, para fines de descanso o turismo y siempre que lo
09
sean a m o b l a d a s .
3) Hoteles, residenciales y establecimientos similares,
en las relaciones derivadas del hospedaje, esto es, entre el
hotelero o posadero y sus parroquianos.
4 ) Estacionamientos de automóviles y otros vehícu-
1
los» .
5) Los inmuebles dados en arrendamiento a embaja-
das, consulados y organismos internacionales (art. 3? del
9 S
D.L. 964) .
El contrato de arrendamiento se regirá por las normas
del Código Civil y, en su caso, a las especiales del Decreto

•° La Ley N" 11.622 establecía la misma excepción, pero no la


condición de que se incluyeran muebles en el arriendo.
u
~ No se requiere, como antaño, que se encuentren ubicados en
edificios construidos para tal objeto.
s
* La Ley N" 11.622 exigía que la renta se estipulara en moneda
extranjera.
238 Ramón Meza Barros

Ley N? 9 9 3 , de 21-de abril de 1975, sobre arrendamiento


de predios rústicos.
No obstante, se aplican a estos contratos algunas nor-
mas del Decreto Ley N? 964: la renta en dinero debe pac-
tarse en moneda chilena, los pagos o devoluciones que
deban hacerse las partes se efectuarán reajustados y el pro-
cedimiento judicial se aplica a todos los juicios a que dé
lugar el arriendo de predios urbanos.

369. Retroactividad de las normas del D.L. N? 964.—


Las disposiciones del Decreto Ley N? 964 se aplicarán,
también, a los contratos de arrendamiento celebrados con
anterioridad a su vigencia (art. 1? transitorio del D.L.
964). Sus normas, pues, rigen in actum.
£ 1 texto legal se aparta, de esta manera, de lo dis-
puesto en el art. 22 de la Ley sobre Efecto Retroactivo
de las Leyes, en cuya virtud en todo contrato se entienden
incorporadas las leyes en vigencia al tiempo de su celebra-
ción y que sobreviven a su derogación por una ley poste-
rior, de cuyas disposiciones quedan sustraídos.

b ) La renta
370. La renta debe pactarse en moneda chilena.—
La renta en dinero debe pactarse en moneda nacional (art.
V¡, inc. final).
La norma es aplicable no sólo a los inmuebles regidos
por el Decreto Ley, sino, asimismo, a los excluidos de su
?
ámbito, a que se refieren los arts. 2" y 3 . Así lo dispone
el art. 4?, inciso final.
No queda derogada la norma del art. 1917 del Có-
digo, en cuanto establece que la renta puede consistir en
dinero o en frutos naturales de la cosa arrendada; no podrá
consistir en moneda e x t r a n j e r a " .

•* El art. 4*, inciso final, establece una sanción de multa al arren-


Manual de Derecho Civil 239

3 7 1 . La renta máxima legal.—La renta máxima anual


no podrá exceder del 1 1 % del avalúo vigente para el pago
del impuesto territorial (art. 5? del D.L. 9 6 4 ) .
Toda prestación, en dinero o en especie, pagadera de
una vez o periódicamente, que en forma directa o indirecta
aumente la renta, se considerará como tal (art. 10 del D.L.
1 0
964) ° .
Si se modifican los avalúos vigentes, la renta máxima
se ajustará automáticamente en la misma proporción en
que se hubiere modificado el avalúo y el arrendador podrá
cobrar "hasta" dicha renta, sin necesidad de una conven­
ción especial (art. 5°, inc. 2?, del D.L. 9 6 4 ) .
El Decreto Ley N? 1.176, de 6 de septiembre de 1975,
estableció un régimen excepcional y transitorio para el pe­
ríodo de julio a diciembre d e 1975. Durante este período,
las rentas de "viviendas" no se determinan en función del
avalúo.
Las rentas de los meses de julio y agosto sólo podrán
reajustarse, como máximo, en la variación del índice de
Precios al Consumidor, que alcanzó al 9 , 3 % y al 8 , 9 %
respectivamente. La renta del mes de septiembre podrá
reajustarse provisoriamente en un 5 0 % del aumento del
índice anterior, esto es, en un 4 , 5 % , y las de octubre a
diciembre, en un 5 0 % del aumento del mes precedente.
Las diferencias resultantes se acumularán al reajuste
de la renta del mes de enero de 1976.
Las sumas percibidas en exceso se imputarán a la
renta del mes inmediatamente posterior.

dador que estipulare o exigiere el pago de la renta en moneda


extranjera.
La disposición del act. 1° de la Ley N° 11.622, que estableció
la renta máxima del 11% del avalúo, se frustró por la dic-
tación de innumerables leyes, de efectos transitorios, que "con­
gelaron" las rentas hasta 1970 inclusive.
240 Ramón Meza Barros
?
La Ley N 11.622 estableció un sistema totalmente diverso.
Los aumentos en el avalúo no autorizaban un alza de la renta, pero
el arrendador tenía derecho a recargarla con la mayor contribución
de bienes rafees consecuencial del aumento, prorrateada en cuotas
mensuales durante el año.
La Ley N* 17.600 alteró el sistema y dispuso que el arren-
dador y el arrendatario "podían ajustar la renta" en la proporción
en que se hubiere modificado el avalúo.
El texto legal vigente establece que el ajuste de la renta se
efectuará automáticamente.

372. Determinación de la renta máxima.—La renta


máxima, determinada en función del avalúo, es anual. Para
obtener la renta mensual habrá que calcular el 1196 del
avalúo y dividir por doce el resultado.
El Servicio de Impuestos Internos, en el Rol General
de Avalúos y en los recibos de contribuciones, establecerá
la renta máxima legal y otorgará un certificado de dicha
renta.

3 7 3 . Arriendo parcial de un inmueble.—Cuando el


inmueble tiene u n solo avalúo y se arrienda por partes,
"por secciones, casas o dependencias", dice el art. 6? del
Decreto Ley, la renta de cada una de estas partes se deter-
minará separadamente para cada una de ellas, y no podrá
exceder, en conjunto, de la renta máxima legal para todo
el inmueble.
Cualquiera de las partes podrá solicitar al Servicio de
Impuestos Internos la fijación de la renta de la pieza, sec-
ción o dependencia del inmueble (art. 6? del D.L. 9 6 4 ) .

?
El Decreto Ley N 964 eliminó las tramitaciones a que daba
lugar, en este evento, la determinación de la renta parcial. La reso-
lución del Servicio de Impuestos Internos debía notificarse por carta
certificada a los interesados y era susceptible de reclamarse ante la
Manual de Derecho Gvil 241
misma oficina. La resolución dictada en el reclamo, todavía, era
apelable ante el Juez de Letras competente para conocer del juicio
de desahucio.

374. Inclusión de muebles en el arriendo.—Si en el


arriendo se incluyen bienes muebles, la renta de éstos debe
fijarse separadamente d e la del inmueble y no podrá exce­
der del 3 0 % de la máxima legal del bien raíz que guar­
necen.
Sin embargo, si la renta máxima del inmueble no pasa
1 0 1
de un sueldo vital m e n s u a l , no podrá cobrarse renta
alguna por los bienes muebles incluidos en el arriendo
(art. 8? del D.L. 9 6 4 ) .

3 7 5 . La renta en el subarriendo.—La renta máxima


se determina de diversa manera, según que el subarriendo
se refiera a una parte o a toda la propiedad.
En el primer caso, el arrendatario que subarrienda
podrá cobrar la renta proporcional a la parte arrendada,
aumentada en un 1096 (art. 7?, inc. 1?, del D.L. 9 6 4 ) .
En la segunda hipótesis, si se subarrienda todo el in­
mueble, no procede ningún recargo de la renta; ésta no
podrá exceder de la máxima legal para todo el inmueble
(art. 7?, inc. 2?, del D.L. 9 6 4 ) .

376. Excepción para los inmuebles adquiridos con


préstamos hipotecarios.—Un régimen especial establece el
art. 17 para los inmuebles adquiridos por intermedio del
Sistema Nacional de Ahorros y Préstamos o cualquiera otra
entidad que financie la compra de bienes raíces, mediante
la concesión de préstamos hipotecarios, reembolsables pe­
riódicamente.

1 0 1
El art. 57 advierte que cada vez que se hace referencia al
sueldo vital, debe entenderse el vital mensual de la provincia
de Santiago.
242 Ramón Meza Barros

La excepción consiste en que el arrendador tendrá


derecho a cobrar una renta igual al dividendo respectivo.
Se incluirán los gastos a que se refiere el art. 15, que
procedan, y los demás en que incurra el comprador con
motivo del servicio del préstamo, hasta la restitución del
inmueble.
La aplicación de la norma requiere que el arrendador
.no posea otro inmueble en el mismo departamento.

377. • Excepción relativa al arriendo por entidades del sector


público.—Una excepción, de.carácter .transitorio, rigió para la deter-
minación de la renta, durante el año 1975, en los contratos de arren-
damiento que, como arrendatarios, celebren los servicios, institucio-
nes o empresas del sector público.
La excepción consiste, esta vez, en que se aplicará el art. 5',
o sea, la renta será como máximo el 11% del avalúo, "sobre cual-
quier bien raíz urbano" (art. 3» transitorio del DA. 964).
Con 'tpdovijpor .resolución fundada del Subsecretario correspon-
diente, previo informe del' Jefe del Servicio interesado, en el casó
de los Servicios Fiscales, o del Jefe Superior respectivo, en los casos
de instituciones o empresas descentralizadas, se podía pactar por el
año 1975 una renta de arrendamiento superior (art. 3* transitorio,
inc. y, del D I . 964).

378. Gastos y servicios.—No se comprende en la


renta el precio de los servicios de agua potable, energía
eléctrica, gas, calefacción y otros similares, de que goce el
arrendatario, inclusive los gastos de administración de los
bienes comunes (art. 15, inc. 1?, del D.L. 9 6 4 ) .
El valor de estos gastos y servicios deberá determi-
narse separadamente de la renta y no puede significar un
lucro o beneficio para el arrendador; y cuando sea perci-
bido por éste, deberá así expresarlo en el recibo respectivo,
separadamente de la renta.
La percepción, por concepto de gastos y servicios, de
sumas superiores al costo de los mismos obliga al airen-
Manual de Detecho Gvil 24)

dador a restituir al arrendatario el exceso, con intereses


legales, desde que fueron percibidas y con el reajuste que
proceda, de acuerdo con el alza experimentada por el ín­
dice de precios al consumidor, determinado por el Insti­
tuto Nacional de Estadísticas y Censos.
A mayor abundamiento, el arrendador incurrirá en
una multa de uno a sesenta sueldos vitales (art. 29, N? .1?,
del D.L. 9 6 4 ) .

379. Pagos anticipados.—El arrendador no podrá, en


forma directa o indirecta, exigir al arrendatario o convenir
con éste el pago anticipado de más de un mes de renta
(art. 9? del D.L. 9 6 4 ) . '
En caso de contravención, el arrendador incurrirá en
una multa de veinte a doscientos sueldos vitales (art. 3 3 ,
N? 3?, del D.L. 964) y deberá restituir el excedente.

380. Pago de las rentas en Dirinco.—En caso de


negativa del arrendador a recibir el pago de la renta u
otorgar el correspondiente recibo, podrá el arrendatario
depositarla en cualquiera oficina de la Dirección de Indus­
tria y Comercio de la comuna o departamento en que estu­
viere situado el inmueble, y esta oficina otorgará el recibo
respectivo (art. 13, inc. 1?, del D.L. 9 6 4 ) .
Para todos los efectos legales, se entenderá que este
pago ha sido hecho al arrendador.
El retiro del depósito no significará una renuncia del
arrendador a sus derechos (art. 1 3 , inc. 2°). N o obstará,
por ejemplo, para que el arrendador cuestione la suficien­
cia u oportunidad del pago.

3 8 1 . Pago de la renta expirado el contrato.—Expi­


rado el contrato de arrendamiento por la llegada del plazo
estipulado, la extinción del derecho del arrendador, o por
cualquiera otra causa, el arrendatario deberá pagar, no obs-
244 Ramón Mesa Barro)

tantc, la renta respectiva y los gastos dé- agua potable,


energía eléctrica, gas, etc., además de los gastos comunes,
hasta la restitución del inmueble (art. 16 del D.L. 9 6 4 ) .
£1 pago posterior a la expiración del contrato n o im-
porte una reconducción tácita, conforme al art. 1962, inc.
2?. £1 pago no es el resultado de un acuerdo de voluntades
de que pueda inferirse el propósito de perseverar en el
1 M
arriendo, sino del cumplimiento de un mandato l e g a l .

382. La garantía.—El arrendador podrá exigir del


arrendatario una garantía que caucione sus obligaciones, la
principal de las cuales, por cierto, es la de pagar la renta.
Esta garantía debe consistir en dinero y no podrá exceder
de un mes de la rente (art. 1 1 , inc. 1?, del D.L. 9 6 4 ) .
La devolución de la garantía debe efectuarla el arren-
dador reajustada, en la proporción de la variación experi-
mentada por el índice de Precios al Consumidor, entre el
mes que anteprecede al de la entrega y el que anteprecede
al de la restitución (art. 1 1 , inc. 2?, del D.L. 9 6 4 ) .
El arrendador que no restituya la garantía, a menos
que intervenga una resolución en contrario, incurrirá en
una multa de uno a sesenta sueldos vitales (art. 2 9 , N? 2?,
del D.L. 9 6 4 ) .
La garantía debe restituirse al arrendatario, a menos
que éste adeude rentas insolutas, cuentes impagas y per-
juicios, puesto que la garantía se otorga para asegurar estas
prestaciones. Para que, con tal motivo, el arrendador pueda
retener la garantía, es menester una resolución judicial que
autorice la retención.
El Decreto Ley N? 964 modificó, bajo muchos aspec-
tos, el régimen de la garantía establecido por la Ley
N? 11.622.

1 9 5
£1 Decreto Ley reproduce, ampliandoU, la norma del art. 12
de la Ley NÍ 11.622.
Manual de Derecho Civil 245

3 8 3 . Nulidad de los actos violatorios d e la ley.—


El art. 12 del Decreto Ley N? 964 declara nulos, de nuli­
dad absoluta, los actos que infringen los siete artículos
precedentes.
La nulidad comprende, en consecuencia:
a) L a estipulación de una renta de arrendamiento su­
perior al máximo legal (arts. 5?, 6? y 7?) y toda estipula­
ción que, en forma directa o indirecta, aumente dicha renta
(art. 1 0 ) .
b ) El pacto de una renta excesiva para los bienes
muebles incluidos en el arriendo y el cobro de una renta
por estos bienes, cuando la renta máxima no exceda de
un vital mensual (art. 8°).
c) El pago anticipado de más de un mes de la renta
(art. 9?) y el otorgamiento de una garantía que, asimis­
mo, exceda de la renta de un mes (art. 1 1 ) .
Aunque la norma legal proclama la nulidad, sin reser­
vas, de los actos que contravengan las disposiciones legales
indicadas, debe entenderse que la nulidad los alcanza en
la medida de la contravención.
Esta conclusión, sugerida por el sentido común, se
confirma con la norma que obliga al arrendador a restituir,
con intereses legales, las sumas que hubiere percibido "con
infracción de lo establecido en dichos preceptos".
Para asegurar al arrendatario el ejercicio de estas u
otras acciones, el Decreto Ley N? 964 declara que sus de­
rechos son irrenunciables (art. 53 del D.L. 9 6 4 ) .

384. Prescripción.—El Decreto Ley N? 964 no con­


tiene una regla análoga al art. 18 de la Ley N? 11.622,
que estableció una prescripción bienal de las acciones para
instar por la nulidad de los actos vedados y para reclamar
la devolución de cualquiera cantidad de dinero o valores
pagados indebidamente.
246 Ramón Meza Barros

En consecuencia, la prescripción de las acciones refe­


ridas, bajo el texto legal vigente, se sujeta a las reglas
generales.

385. Sanción a quienes intervienen en un contrato


que viole las normas legales.—El profesional, corredor de
propiedades y, en general, toda persona que participare en
la preparación o celebración de un contrato que infrinja las
normas del Decreto Ley N? 964, incurrirá en una multa
de veinte a doscientos sueldos vitales; .y en igual sanción
incurrirán los que intervengan en una convención simular
toria de un contrato que deba regirse por sus disposiciones
(art. 3 3 , N? 5?, del D.L. 9 6 4 ) .
Las resoluciones que impongan sanciones se comuni­
carán al respectivo colegio profesional, y al Ministerio de
Economía las aplicadas a corredores de propiedades (art.
34 del D.L. 9 6 4 ) .
En caso de reincidencia, a los corredores de propie­
dades se les cancelará su inscripción en el Registro de Co­
rredores (art. 35 del D.L. 9 6 4 ) .

386. Reajustes de los pagos y devoluciones.—Los


pagos o devoluciones que deban hacerse las partes en todo
contrato de arrendamiento, regido o no por las disposicio­
nes del Decreto Ley N? 964, en caso de mora, deben efec­
tuarse reajustados, en la proporción de la variación del
índice de Precios al Consumidor entre el mes anteprece­
dente en que debieron efectuarse y el mes anteprecedente
a aquel en que se verificaren (art. 5 5 , inc. 1?, del D.L.
964).
De este modo, deberá restituir el arrendador, por
ejemplo, las sumas; percibidas por concepto de rentas ex­
cesivas. La regla se aplicará, igualmente, a las rentas de
arrendamiento que debe pagar el arrendatario.
Manual de Derecho Civil 247

La reajustabilidad de las prestaciones requiere la cons-


titución en mora del deudor. Para este efecto, regirán las
reglas generales del art. 1552.
En caso que se deban intereses, éstos se calcularán
sobre la suma primitivamente adeudada más el reajuste
antedicho.

387. Contratos excluidos: alcance de la exclusión.—


Los arts. 2° y 3? señalan los contratos que se excluyen del
ámbito del Decreto Ley N " 964, con las excepciones que
l o s
se señalaron .
Diversa es la condición juridica de los contratos rela-
tivos a loS bienes que enumera el art. 14.
Respecto de estos contratos, n o se aplican los arts.
5° a 13, y el art. 18 los exime de la necesidad de un fun-
damento plausible para ponerles término.
Esto significa, en primer lugar, que la renta no está
limitada al 1 1 % del avalúo vigente, que no existe una
renta máxima legal y que su determinación queda entregada
a la libre discusión de las partes contratantes.
El Decreto Ley N? 1.176, de 6 de septiembre de 1975,
estableció un régimen transitorio y excepcional para las
"viviendas", para los meses de julio a diciembre de 1975.
La exclusión implica, además, que no es menester
aducir un motivo plausible para el desahucio y para la res-
titución por extinción del derecho del arrendador o por
expiración del plazo de duración del contrato.
Importa la exclusión, asimismo, que no se aplican
las limitaciones relativas al pago anticipado de la renta, al
subarriendo y a la garantía.
En cambio, rigen los plazos legales para el desahucio
y la restitución, si bien reducidos a la mitad (art. 2 1 , inc.
4?, del D.L. 9 6 4 ) .

toa Véase el N* 368.


248 Ramón Meza Barros

388. 1? Nuevas edificaciones.—Se excluyen, en pri-


mer término, las edificaciones cuyo certificado de recepción
se otorgue por la Municipalidad respectiva con posteriori-
dad a la publicación del Decreto Ley N? 964 en el Diario
Oficial, esto es, al 12 de abril de 1975.
, Sin embargo, se entenderán comprendidos en el N? 1?
del art. 14 los edificios construidos antes de la fecha indi-
cada, siempre que el correspondiente permiso municipal de
edificación se haya otorgado dentro de los dos años de di-
cha fecha de publicación (art. 4? transitorio del D.L. 9 6 4 ) .

389. 2? Edificios construidos de acuerdo con el DFL


N" 2 y la Ley N? 9.135.—Quedan excluidos igualmente los
edificios construidos de acuerdo con el Decreto con Fuerza
de Ley N? 2 de 1959 y la Ley N? 9.135, de 30 de octu-
bre de 1946, denominada Ley Pereira, cuya superficie edi-
ficada sea superior a noventa metros cuadrados, respecto
de los contratos que se celebren o modifiquen en el futuro,
cualquiera que sea la naturaleza de la modificación y, en
todo caso, a partir del 1? de enero de 1979.
La excepción cobrará plena vigencia desde el 1? de
enero de 1979; desde esa fecha no se aplicarán a los con-
?
tratos de arrendamiento los arts. 5 a 13 inclusive.
Mientras tanto, y hasta la indicada fecha, es aplicable
a los contratos que se celebren en el futuro y no a los
actualmente vigentes, salvo que éstos se modifiquen, cual-
quiera que sea la modificación. La modificación del con-
trato,, pues, altera su estatuto jurídico.

390. y Viviendas con un avalúo superior a 35 suel-


dos vitales.—Se excluyen, también, los contratos de arren-
damiento o subarrendamiento de "viviendas" cuyos ava-
lúos, para los efectos del impuesto territorial, excedan de
treinta y cinco sueldos vitales anuales de la provincia de
Santiago.
Manual de Derecho Gvil 249

Por Decreto Supremo conjunto, expedido por los Mi-


nisterios de Economía, Fomento y Reconstrucción y de la
Vivienda y Urbanismo, dictado antes del 1? de diciembre
de cada año, se podrá cambiar el número de sueldos vitales
9
establecidos en el N? 3 del art. 14. El Decreto regirá
desde el 1? de enero del año siguiente (art. 6 2 del D.L.
964).

3 9 1 . 4? Viviendas con u n avalúo entre 20 y 35 vi-


tales.—Se encuentran también exceptuadas las "viviendas"
cuyos avalúos excedan de veinte y n o pasen de treinta y
cinco sueldos vitales anuales de la provincia d e Santiago.
Sin embargo, estas viviendas no quedarán excluida?
cuando las facultades económicas del arrendatario no le
permitan pagar más del 1196 del avalúo.
La renta, en tal caso, será fijada, a falta de acuerdo
de las partes, por el juez que corresponda y para fijarla
tomará en consideración, en especial, la situación económi
ca del arrendatario y el valor real del inmueble.

392. 5° Locales comerciales, oficinas, etc.—Finalmen-


te, se excluyen los inmuebles destinados a locales comer-
ciales o industriales, oficinas, cines y teatros y, en general,
a actividades lucrativas.

Gon todo, hasta el 1° de enero de 1976, la exclusión de locales


?
comerciales o industriales se aplicó con la limitación del N* 3 del
art. 14, esto es, con tal que el avalúo excediera de treinta y cinco
sueldos vitales anuales de la provincia de Santiago (art. 4° transi-
torio del D.L. 964).

3 9 3 . Presunción en favor del arrendatario.—El art.


54 del Decreto Ley N? 964 dispone que el contrato de
arrendamiento que regula "debe constar por escrito".
Pero es evidente que la norma no hace del arrenda-
miento u n contrato solemne. Es tal, de acuerdo con el art.
250 Ramón Meza Barros

1443 del Código, el-que está sujeto a ciertas formalidades


especiales, de manera que sin ellas no produce ningún
efecto civil.
La omisión de la forma escrita no obsta al perfeccio-
namiento del contrato y a que éste surta plenos efectos sin
ella. £1 contrato se perfecciona por el solo consentimiento
y, por tanto, es consertsual. Así lo evidencia el mismo art.
54 cuando añade que, omitida la escritura, "se presumirá
que la renta del contrato es la que declare el arrendatario".
Por de pronto, la presunción se refiere únicamente a
la renta y no cabe hacerla extensivará las restantes condi-
ciones del contrato.
Es de observar, en seguida, que la presunción es me-
ramente legal, susceptible de prueba contraria. Para que
la prueba sea inadmisible, acorde con lo prevenido en el
art. 47 del Código, haría falta que la misma ley rechazara
expresamente la prueba.
La presunción, finalmente, no tiene cabida cuando
existe una renta máxima legal, porque si la hay no puede
haber cuestión de que el arrendador podrá cobrar esa renta
3 ;
máxima. \ '~ "

c) Obligaciones de las partes

394. Obligación de librar al arrendatario de toda


turbación o embarazo.—El arrendador tiene la obligación
de librar al arrendatario de toda turbación o embarazo en
el goce de la cosa y, por cierto, abstenerse él de ejecutar
m
actos que ocasionen turbaciones o embarazos .
El art. 29, N? 6?, del Decreto Ley N? 964, prescribe
que incurrirá en una multa de uno a sesenta sueldos vitales
el arrendador que ejecute actos que turben y embaracen
o priven ilegítimamente al arrendatario del goce de la.cosa
arrendada.

'»« Véanse los arts. 1928 y 1929 del Código Civil.


Manual de Derecho Civil 251

Se reputarán actos de turbación o embarazo, especial­


mente, la demolición o transformación total o parcial del
inmueble, sin causa justificada; el retiro de elementos esen­
ciales de la construcción; la privación de los servicios de
agua, gas, luz, desagüe u otros; impedir el libre acceso a
la propiedad; la privación de servicios anexos al arrenda­
miento.

395. Obligación de usar d e la cosa según los térmi­


nos o espíritu del contrato.—Tiene el arrendatario la obli­
gación de usar de la cosa arrendarla de acuerdo con los
1 0 5
términos o el espíritu del contrato .
El art. 1973 del Código Civil reitera esta obligación
del arrendatario. El arrendador tendrá derecho a expeler
al inquilino que empleare la cosa en algún objeto ilícito
o que, teniendo la facultad de subarrendar, subarrienda a
personas de notoria mala conducta, que en este caso podrán
ser igualmente expelidas.

396. Subarriendo.—Conforme a las reglas generales,


el arrendatario no puede subarrendar, a menos que se le
1 0 8
haya autorizado expresamente .

La Ley 11.622, modificada por la Ley N* 17.600, había


derogado la regla general. La prohibición de subarrendar o la nega­
tiva de autorizar el subarrendamiento facultaba al arrendatario para
recurrir al tribunal competente, el que debut pronunciarse sobre el
reclamo, fallando en conciencia.

El art. 32 del Decreto Ley N? 964 sanciona con una


multa hasta de sesenta sueldos vitales al arrendatario que,
sin autorización o contra la expresa prohibición del arren-

105 véase el N' 327.


'<"> Véase el N? 330.
252 Ramón Meza Barros

dador, subarrienda total o parcialmente el inmueble arren-


dado.

397. Obligación de cuidar de la cosa y de efectuar


las reparaciones locativas.—En virtud de la obligación de
cuidar de la cosa, el arrendatario se obliga:
a) A conservar la integridad de las paredes, techos,
pavimentos y cañerías; a reponer los pavimentos, ladrillos
y tejas que, durante el arriendo, se quiebren o desencajen
(art. 1971, N? 1?, del C. C ) ;
b ) A reponer los cristales quebrados en las puertas,
ventanas y tabiques (art. 1 9 7 1 , N? 2?, del C. C ) ;
c) A mantener en servicio puertas, ventanas y cerra-,
duras (art. 1971, N? 3?, del C. C ) ;
d ) A mantener las paredes, pavimentos y demás par-
tes interiores del edificio medianamente aseados; a man-
tener limpios pozos, acequias y cañerías y a deshollinar las
chimeneas (art. 1972, N? 1?, del C. C ) .
La obligación de efectuar las reparaciones locativas se
traduce en "mantener el edificio en el estado en que lo
recibió" (art. 1970 del C. C ) .
N o es responsable el arrendatario de los deterioros
que provengan del tiempo y uso legítimo, de fuerza mayor
o caso fortuito, de mala calidad'del edificio, dé su vetustez,
de mala calidad del suelo o de defectos de construcción.
El art. 1947, consignado entre las reglas generales,
previene que se presume que el arrendatario recibió la cosa
en estado de servicio, si no constare el estado en que le
fue entregada. El art. 1971 del mismo Código, inciso final,
reproduce esta norma..

d ) Expiración del contrato

398. Causales de expiración del contrato.—En rela-


ción con las causales de expiración del contrato de arren-
Manual de Derecho Civil 253

damiento, merecen considerarse el desahucio, el vencimien-


to del plazo y la extinción del derecho del arrendador.
La fijación de una renta máxima requiere ineludible-
mente una modificación de las normas que gobiernan la
expiración del contrato. El desahucio no puede ser una
facultad discrecional del arrendador. Su propósito de no
perseverar en el arriendo debe fundarse en una causa que
lo justifique.
La misma regla debe regir para la restitución de la
cosa arrendada por expiración del derecho del arrendador
y, mutatis mutandis, para la expiración del término estipu-
lado para la duración del contrato. La restitución debe de-
mandarse, al igual que el desahucio, por un motivo plau-
sible.

399. Cuándo el desahucio debe ser motivado.—La


motivación del desahucio está vinculada a la fijación d e una
renta máxima y, por ende, procede sólo respecto de los
contratos en que la renta está limitada de este modo.
En efecto, el art. 18 del Decreto Ley N? 964 dispone
que el arrendador de un bien raíz, que no sea de los ex-
ceptuados en los N** 1?, 2?, 3?, 4?, inc. 1?, y 5? del art.
14, sólo podrá poner término a los contratos a que es apli-
cable dicho Decreto Ley, "en forma judicial y por motivo
plausible".
No es menester que el arrendador invoque un motivo
plausible, pues, en los contratos relativos a los bienes que
se señalan en el art. 14; pero es menester añadir los con-
tratos que versan sobre los bienes designados en los arts
2? y y, que están al margen de las disposiciones del Decreto
Ley N? 964.
Con respecto a tales contratos, el desahucio ha tor-
nado a ser una facultad discrecional del arrendador y tam-
poco es menester la presencia de un motivo plausible para
la restitución.
254 Ramón Meza Barros

La exigencia de un motivo plausible se reduce, pues:


a) A las viviendas cuyo avalúo, para los efectos del
impuesto territorial, no exceda de veinte sueldos vitales
anuales; •
b ) A las viviendas cuyo avalúo exceda de veinte y no
pase de treinta y cinco sueldos vitales,' cuya renta se de-
termine d e acuerdo con el inc. 2? del N? 4° del art. 14;
c) A los edificios construidos de acuerdo con la Ley
N? 9.135 y del Decreto con Fuerza de Ley N? 2 , respecto
de los contratos' celebrados antes de la vigencia del Decreto
Ley N? 964, hasta e l , l ? de enero de 1979;
d ) A los locales comerciales e industriales, cuando el
avalúo n o exceda de treinta y cinco sueldos vitales, pero
sólo hasta el 1? de enero de 1976 (art. T- transitorio del
D.L. 9 6 4 ) .

400. Los motivos plausibles.—Los arts. 19 y 20 del


Decreto.Ley N? 964 señalan, in extenso, los motivos plau-
sibles que puede invocar el arrendador. La enumeración es
taxativa, si bien algunas causales tienen un carácter gené-
rico:
1) Si el arrendador necesitare la vivienda arrendada
para destinarla a habitación suya, de sus hijos, de sus pa-
dres, de su cónyuge o de los padres de éste (art. 19, N? 1?);
2 ) Si el arrendador la necesitare para que habiten el
inmueble sus parientes por consanguinidad o afinidad en
toda la línea recta y en la colateral hasta el segundo grado,
que no sean de los indicados con anterioridad (art. 20,
N? 1?);
3) Si el arrendatario no pagare o se allanare a pagar
la renta máxima legal o la señalada por el juez, en el caso
del. N? 4?, del a r t . 14 (art. 19, N? 2?);
4 ) Si se cometieren en la propiedad hechos inmorales
y graves o .contrarios a las buenas costumbres o al orden
público (art. 19, N? 3?);
Manual de Derecho Civil 255

5) Si la presencia del arrendatario es peligrosa para


la seguridad del inmueble, del arrendador o de las personas
que viven con él (art. 19, N? 4 ? ) ;
6 ) Si en forma notoria cualquiera de los ocupantes
de la propiedad ejecutare hechos que perturben la seguri-
dad o tranquilidad de los vecinos (art. 2 0 , N? 2 ? ) ;
7 ) Si la autoridad competente ordena la demolición
del edificio (art. 19, N° 5 ° ) , o si amenaza ruina inminente
(art. 19, N* 6 ? ) ;
8 ) Si el arrendador necesitare el inmueble para trans-
formarlo y adaptarlo al sistema de propiedad horizontal
(art. 20, N? 3 ° ) , o para demolerlo totalmente y construir
otro en su lugar (art. 20, N? 4 ? ) ;
9) Si el arrendador necesita el inmueble para enaje-
narlo (art. 20, N? 5?);
10) Si el edificio, por su estado o por haber sido de-
clarado insalubre, requiere de reparaciones que deba efec-
tuar el propietario y que sean de tal naturaleza que hagan
indispensable el desalojo (art. 20, N? 6 ? ) ;
11) Si el arrendatario infringe reiteradamente las obli-
gaciones que el contrato o la ley le imponen (art. 20,
N? 7?).

4 0 1 . Plazo del desahucio.—De acuerdo con la regla


general del art. 1951 del Código Civil, el desahucio debe
darse con una anticipación igual al período o medida que
regula los pagos. Y la regla particular del art. 1976 del
mismo añade que esta anticipación será de un período
entero de los designados por la convención o la ley para
el pago de la renta.
Tales son Jas normas aplicables a los contratos exclui-
dos del ámbito del Decreto Ley N? 964; para los regidos
por él, de que se trata en seguida, estas normas se alteran
sustancialmente.
256 Ramón Meza Barros

402. El plazo normal.—El plazo del desahucio, que


se cuenta desde la notificación de la demanda, será gene-
ralmente de seis meses para los inmuebles destinados a
vivienda y de doce meses en los demás casos (art. 21 del
D I . 964).
Este plazo es susceptible de aumentarse de diversa
manera, según se trate de viviendas o de inmuebles desti-
nados a otros fines (locales comerciales, industriales, ofi-
cinas, etc.).
En el primer caso, tratándose de viviendas, el plazo
se aumentará en un mes por año completo que el arren-
datario haya ocupado la propiedad; pero el plazo total, su-
mado el aumento, no podrá exceder de un año.
En cambio, en los demás casos, el aumento será de
dos meses por cada año de ocupación y así aumentado no
podrá exceder de tres años, en total, en virtud de la re-
forma del art. 21 del Decreto Ley N? 964 por el Decreto
Ley N? 1.505, de 14 de junio de 1976.

El Decreto Ley N° 964 redujo drásticamente los plazos esta-


blecidos por la Ley N? 11.622, reformada. por la Ley N' 17.600,
que los hada susceptibles de aumentarse, en razón del tiempo de
ocupación, huta cinco años.

Sin embargo, para gozar del aumento referido los


arrendatarios de inmuebles no destinados a la vivienda de-
berán pagar oportunamente la renta convenida en el con-
trato o, a falta de ésta, una renta mínima equivalente al
1 1 % del avalúo vigente para el pago del impuesto terri-
torial.

403. Suspensión del lanzamiento.—Decretado el lan-


zamiento, podrá el juez disponer su suspensión por un pla-
zo no superior a seis meses, en casos graves y calificados
(art. 21, inc. 3?, del D.L. 964).
Manual de Derecho Ovil 257

La regla es aplicable a los juicios de que trata el art.


37, es decir, a que da lugar el contrato de arrendamiento
y, además, a los juicios d e precario.
El Decreto Ley conservó la norma de la Ley N? 17.410,
a la que declara, en este p u n t o , vigente.

404. Reducción del plazo en los casos del art. 14.—


El art. 2 1 , inc. 2?, del Decreto Ley N? 9 6 4 establece,
como norma general, que los plazos se reducirán a la mi-
tad, tratándose de los inmuebles a que se refieren los
N " - 1?, 2?, 3?, 4?, inc. 1", y 5? del art. 14, esto es, de
aquellos bienes que no están sometidos a la fijación de una
renta máxima legal y el desahucio no requiere u n motivo
plausible.
La regla general rige plenamente para los inmuebles
destinados a vivienda y, en consecuencia, el plazo de seis
meses y un año se reducirá a tres y seis meses.
Pero en los demás casos el Decreto Ley N? 1.505
suprimió la referencia del art. 2 1 al N? 5? del art. 14 y,
por tanto, la regla general que reduce los plazos a la mitad
no rige para los inmuebles no destinados a la vivienda,
que serán siempre de doce meses, que podrán aumentarse
hasta tres años.

405. Reducción del plazo, en razón d e los motivos


plausibles alegados.—El plazo será de tres meses cuando el
motivo plausible del desahucio fuere alguno de los seña-
lados en los N " 1? y 2? del art. 19, o sea, para habitar
el inmueble el arrendador y demás personas que allí se
señalan o no pagare o se allanare a pagar el arrendatario
la renta máxima legal o fijada por el juez, en su caso (art.
23 del D X . 9 6 4 ) .
1 0 T
Si procede el aumento del inc. 2? del art. 2 1 , no
será superior a doce meses, en total.
1 0 7
El Decreto Ley te refiere equivocadamente al inciso 3*.
258 Ramón Meza Barros

En este punto, se observa una notoria incongruencia.


Si en el caso general el plazo es de seis meses, susceptible
de aumentarse en otros seis meses, hasta enterar un año,
no se explica que si el plazo se reduce a tres meses, con
el aumento en razón del tiempo de ocupación, llegue tam-
bién a un año.

406. Reducción en razón de traslado o regreso al


lugar en que está situado el inmueble.—El plazo se reduce
igualmente a tres meses si el arrendador o su cónyuge fue-
ren empleado público o trabajador particular, que sea tras-
ladado o deba regresar, por razones de servicio, al lugar
en que se encuentra el inmueble arrendado y, por tal mo-
tivo, necesitare habitarlo personalmente (art. 24, inc. 1?,
del D.L. 9 6 4 ) .
N o tendrá aplicación, en este caso, el inc. y del art.
21, esto es, decretado el lanzamiento, no podrá diferirse
su cumplimiento. Tampoco tiene aplicación el inc. 4? y,
por tanto, el plazo no se reducirá a la mitad sino que será
el que competa según la regla general del inc. 1?.

407. Reducción del plazo por remodelaciones del


Ministerio de la Vivienda.—La misma regla de excepción
anterior se aplicará a los desahucios solicitados por insti-
tuciones del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo al ini-
ciar obras en áreas de rémodelación.
El arrendatario tendrá derecho, dentro del plazo del
desahucio, a la entrega de una vivienda semipermanente y
en las condiciones en que éstas se entreguen (art. 24, inc.
3?, del D.L. 9 6 4 ) .

408. Reducción judicial de los plazos.—Los plazos


pueden ser reducidos prudencialmente por el tribunal, en
0
los casos de los N *- 4?, 5? y 6? del art. 19 si, a juicio
del tribunal, fuere de extrema urgencia la desocupación del
inmueble (art. 22 del D X . 9 6 4 ) .
Manual de Derecho Qvil 259

Esta vez la reducción del plazo no la impone la ley,


sino que es facultativo del tribunal otorgarla.

409. Restitución por extinción del derecho del arren-


dador.—La restitución de la cosa arrendada por la extin-
ción del derecho del arrendador no procede sino por mo-
tivos plausibles, cuando fuere necesario invocarlos, y una
vez transcurridos los plazos correspondientes, como si se
tratara de desahucio (art. 25, inc. 1?, del D.L. 9 6 4 ) .
La extinción del derecho del arrendador no obliga al
arrendatario a restituir el inmueble, se requiera o no un
motivo plausible, sino transcurrido el plazo correspon-
diente.

410. Restitución por expiración del plazo del con-


trato.—Análoga regla rige para la restitución motivada por
el vencimiento del plazo estipulado para la duración del
contrato.
La sola llegada del término no faculta al arrendador
para reclamar la restitución; deberá acreditar un motivo
plausible, cuando fuere necesario, y transcurrir el plazo
correspondiente, como en el caso del desahucio.
Se apartan de esta norma los contratos cuya duración
sea superior a dos años. Procederá la restitución por la sola
llegada del plazo, siempre que el arrendador, a lo menos
con seis meses de anticipación al vencimiento, notificare
judicialmente al arrendatario su voluntad de ponerle fin
(art. 25, inc. 2?, del D.L. 9 6 4 ) .

4 1 1 . Cumplimiento de la causal alegada.—El arren-


dador que obtuvo en el juicio debe cumplir lo que consti-
tuyó el motivo plausible de su demanda de desahucio o
restitución cuando, atendida la causal, ello fuere viable.
a) En efecto, si se hizo lugar a la demanda por las
causales de los N"- 1? del art. 19 y 1?, 3?, 4? y 5? del art.
20, el acreedor debe dar cumplimiento a la causal, dentro
260 Ramón Meza Barros

de los ttes meses siguientes a la fecha de la devolución


del inmueble (art. 27, inc. 1?, del D.L. 9 6 4 ) .
0
Además, si el motivo invocado fue el de los N *- 1°
de los arts. 19 y 20, o sea, para habitar el inmueble el
arrendador o parientes suyos, la ocupación debe ser conti-
nuada, a lo menos, por espacio de doce meses (art. 27,
inc. 2?, del D.L. 9 6 4 ) .
?
b ) Cuando el motivo fuere el que señalan los N°*- 3
y 4° del art. 20, la obligación se entenderá cumplida con
la aprobación de los planos, definitivos pOr quien corres-
ponda y el pago de los respectivos derechos municipales.
c) Si la causal fue la del N? 5? del art. 20, la exigen-
cia se entenderá satisfecha con el otorgamiento de la es-
critura pública de enajenación.
d ) En fin, si la causal fue la de los N"*- 5° y 6? del
art. 19, bastará el permiso de demolición, sin que pueda
destinarse el edificio a otro fin, salvo orden judicial en
contrario.

4 1 2 . Indemnización por el incumplimiento.—La in-


fracción a lo. prescrito en los incisos 1? y 2? del art. 27
obliga al' arrendador a pagar al arrendatario una indemni-
zación equivalente a doce veces la renta vigente al tiempo
de la interposición de la demanda, la que fijará el juez
en la sentencia (art. 2 7 , inciso final, del D.L 9 6 4 ) .
El arrendador incurrirá, además, en una multa de diez
a cien sueldos vitales (art. 31 del D.L. 9 6 4 ) .

4 1 3 . Garantía del pago de la indemnización.—El


arrendador deberá garantizar el pago de la indemnización
por un monto que fijará el tribunal, no inferior al 2 5 %
ni superior al 5 0 % de dicha indemnización.
Esta cantidad deberá depositarse en cuotas de ahorro
para la vivienda, a da orden del tribunal, en el Banco del
Estado de Chile. Mientras no se constituya la garantía no
Manual de Derecho Civil 261

se dará lugar al lanzamiento (art. 28, inc. 1?, del D.L.


964).
A petición de parte interesada, sin m á s trámite que
la citación por diez días de la contraria, el tribunal resol-
verá acerca de la devolución de la garantía o el pago de
la indemnización, en dinero efectivo, con el aumento que
hubiere experimentado la cuota de ahorro para la vivienda.

414. Consecuencias del rechazo d e la demanda.—


Rechazada la demanda de desahucio o restitución por falta
de motivos plausibles, no podrá renovarse hasta transcu-
rrido un año, desde que haya quedado ejecutoriada la sen-
tencia, a menos que la acción que se deduzca se funde en
hechos nuevos, acaecidos con posterioridad a la demanda
rechazada (art. 26 del D.L. 9 6 4 ) .

7. Reglas particulares al arrendamiento de predios


rústicos

415. Disposiciones aplicables.—El Código Civil so-


metió ej contrato de arrendamiento de bienes raíces rústi-
cos a las normas generales del arrendamiento de cosas y
a las especiales del párrafo 7?, titulado "Reglas particula-
res relativas al arrendamiento de predios rústicos".
En virtud de lo dispuesto en el art. 196 de la Ley
N? 16.640, sobre Reforma Agraria, se dictó el Decreto con
Fuerza de Ley N? 9, de 26 de enero de 1968, que reguló
in extenso el arriendo de predios rústicos. Más reciente-
mente se dictó el Decreto Ley N? 9 9 3 , de 21 de abril
de 1975.
El último cuerpo legal derogó el anterior, al igual que
sus modificaciones anteriores (art. 20 del D.L. 9 9 3 ) ; pero
el artículo único transitorio previene que los contratos vi-
, 0 8
gentes a la fecha de la publicación del Decreto Ley ,

JOS Publicado en el Diario Oficial de 25 de abril de 1975.


262 Ramón Meza Barros

continuarán rigiéndose por el Decreto con Fuerza de Ley


N° 9 y por las disposiciones anteriores al mismo, salvo en
lo que dice relación con los derechos eventuales de pró­
rroga del contrato y d e compra preferente del predio por
el arrendatario, que se entenderán extinguidos.
D e este modo, para los contratos vigentes,, con la sal­
vedad anotada, continuará rigiendo el Decreto con Fuerza
de Ley N° 9 y las normas anteriores al mismo, esto es,
las disposiciones del Código G v i l .
A los huevos contratos se aplicará el Decreto Ley
N? 993 y / en lo no previsto, las disposiciones del Código
Civil.- El art. 11 del Decreto Ley N? 993 así lo dispone
expresamente.
Como el Decreto con Fuerza de Ley N? 9 conserva
su vigencia en la medida dicha, y los contratos, según sus
normas, son a largo plazo, es indispensable referirse a sus
disposiciones.
416. Ámbito del Decreto Ley N? 993 y del Decreto
con Fuerza de Ley N? 9.—Uno y otro Decreto rigen el
contrato de arrendamiento y cualquiera otra convención
que tenga por objeto la explotación por terceros de un pre­
dio rústico, así como las aparcerías o medierías (arts. 1?
del D.L. 993 y 1? del D.F.L. 9 ) .
Para estos efectos, se entiende por predio rústico el
que define el art. 1? de la Ley N? 16.640, sobre Reforma
Agraria, o sea, " t o d o inmueble susceptible de uso agrícola,
ganadero o forestal, sea comprendido en zonas rurales o
urbanas".
El Decreto Ley N? 993 no se aplicará, sin embargo:
a ) al arriendo de viviendas situadas en el radio ur­
bano que incluyan una extensión de terreno, si su super­
ficie es inferior a una hectárea. El contrato se sujetará,
en tal evento, a la legislación sobre arrendamiento dé pre­
dios urbanos;
b ) al arrendamiento de terrenos fiscales, y
Manual de Derecho Civil 263
c) a los contratos de aparcería o mediería a que se
refiere el art. 8? de la Ley N? 17.729.

A ) Arriendo de predios rústicos en el Decreto Ley 993

a) Elementos del contrato

417. Forma y prueba del contrato.—El contrato de


arrendamiento podrá constar por escritura pública o pri-
vada; si reviste la forma privada, requerirá la presencia
de dos testigos, mayores de dieciocho años.
Pero, al igual que el arrendamiento de predios urba-
nos, el contrato no es solemne; la omisión d e la escritura
no obsta a su plena eficacia y ésta tiene, por tanto, u n
significado solamente probatorio.
Si no se pacta por escrito, el contrato se regirá por
las disposiciones que regulan supletoriamente la conven-
ción y, en lo no previsto, se estará a lo que declare el
arrendatario, salvo prueba en contrario.

418. La renta.—El Decreto Ley N? 993 n o contiene


ninguna disposición acerca del precio o renta y, por tanto,
regirán íntegramente las reglas de los arts. 1917 y 1918
del Código Civil.
El precio o renta puede ser en dinero o en frutos
naturales de la cosa arrendada y podrá fijarse por cuales-
quiera medios, por acuerdo de las partes o por u n ter-
1 0 0
cero

419. Duración del contrato.—No establece el Decre-


to Ley un término mínimo de duración del contrato.
El contrato tendrá la duración que las partes hayan
fijado y, en defecto de estipulación, el tiempo podrá ser

'«» Véanse los 302 y 303.


264 Ramón Meza Barros

determinado por el servicio especial a que se destine la


cosa o por la costumbre. De otro modo, durará indefini-
damente " ° .

420. Incapacidades especiales.—Los arts. 3° y 6° del


Decreto Ley N" 993 establecen algunas incapacidades espe-
ciales para celebrar el contrato de arrendamiento.
a) Las personas naturales o jurídicas extranjeras no
pueden celebrar el contrato de arrendamiento en zonas fron-
terizas (art. y del D.L. 9 9 3 ) .
b ) Las personas naturales o jurídicas, dueñas o arren-
datarias d e predios rústicos, no pueden tomar en arrenda-
miento terrenos que, aisladamente o en conjunto, excedan
de los límites señalados en el art. 20 de la Ley N? 16 640,
sobre Reforma Agraria, con excepción de las provincias
1
de Aysén y M a g a l l a n e s " .
Para estos efectos, se considerarán como un todo los
terrenos de propiedad o tomados en arrendamiento por
cualquiera de los cónyuges y los hijos menores de veintiún
años.
Para que el arriendo pueda sobrepasar de los límites
señalados, será menester una previa autorización del Ser-
vicio Agrícola y Ganadero.*

b ) Obligaciones de las partes

4 2 1 . Obligación de entregar la cosa.—El arrendador


debe entregar el predio en los términos estipulados.
Ha hecho el legislador hincapié en que la cabida del
predio debe ser la que expresa el contrato y en las conse-
cuencias del error en que se incurra sobre el particular:
"Si la cabida fuere diferente de la estipulada, habrá lugar

1 , 0
Véanse lo» N - 3 3 9 y 340.
1 1
' Trescientas veinte hectáreas «leriegohasivo.
* Derógala por la ley 18.755 (D. Of. 7 «le enero «le 1989) (N. «leí t U
Manual de Derecho Civil 265

al aumento o disminución del precio o renta, o a la resci­


sión del contrato, según lo dispuesto en el título " D e la
compraventa" (art. 1978 del C. C ) .
Las dificultades que puedan surgir, con motivo de que
la cabida real resulte mayor o menor q u e la cabida decla­
rada en el contrato, podrán sortearse con la estipulación
m
de que el predio se arrienda como cuerpo c i e r t o .

422. Obligación de pagar el precio o renta.—A pro­


pósito de la obligación de pagar el precio o renta, el art:
1983 del C. C. establece, como regla general, que el colono
no tiene derecho para pedir una. reducción si la cosecha
merma o se pierde por caso fortuito. La disposición esta­
blece: " E l colono no tendrá derecho para pedir rebaja del
precio o renta, alegando casos fortuitos extraordinarios,
que han deteriorado o destruido la cosecha".

Se ha apartado el Código de su modelo francés, mas liberal


para el arrendatario. El arrendador es obligado a soportar una dis­
minución proporcional del precio cuando, por caso fortuito sobre-
viniente, antes que los frutos se separen, ha perdido el colono la
mitad, a lo menos, de la cosecha, salvo que la perdida se encuentre
compensada con el éxito de cosechas anteriores (arts. 1769 a 1773
del C. francés).

4 2 3 . Obligación de cuidar de la cosa.—Debe el co­


lono gozar de la finca como un buen padre de familia.
La infracción de esta obligación da derecho al arren­
dador "para atajar el mal uso o la deterioración del fundo,
exigiendo al efecto fianza u otra seguridad competente, y
aun para hacer cesar inmediatamente el arriendo en casos
graves" (art. 1979 del C. C ) .

>» Véase el N' 177.


266 Ramón Meza Barros

Nuevamente la ley atiende a la magnitud de la in-


fracción. Solamente la infracción grave autoriza para pedir
la terminación del contrato de arrendamiento; las infraccio-
nes de poca importancia sólo facultan al arrendador para
hacer cesar el mal uso o deterioro y exigir una caución
l i a v
adecuada .
El art. 8? del Decreto Ley N? 9 9 3 añade que el
arrendatario estará siempre obligado a dar cumplimiento a
todas las obligaciones contractuales, legales o reglamenta-
rias sobre protección y conservación de los recursos natu-
rales existentes dentro del predio objeto del contrato y de
todos aquellos que sirvan para su explotación.
Por su parte, el art. 1982 dispone que el colono pro-
curará que n o . s e usurpe parte alguna del terreno arren-
dado y será responsable de su omisión de avisar al arrenda-
dor, siempre que le hayan sido conocidos la extensión y
linderos de la heredad.

424. Subarriendo y cesión del arrendamiento.—El


art. 7? del Decreto Ley N? 993 reitera la regla general
del art. 1946 en orden a que el arrendatario no puede
subarrendar ni ceder el arriendo, sin autorización del arren-
dador, con el añadido de que debe serle otorgada por
m
escrito .

425. Obligación de usar de la cosa conforme a los


términos y espíritu del contrato.—Señala la ley algunas
normas especiales para precisar, a falta de una estipulación
expresa, los términos en que debe gozar de la cosa el arren-
datario de u n predio agrícola.
a) Debe el colono conservar los árboles y bosques y
circunscribir el goce de ellos a los términos convenidos.

Véase el N* 329.
«« Véase el N" 330.
Manual de Derecho Civil 267

A falta de estipulación, se limitará el colono a usar del


bosque para los objetos que conciernan al cultivo y bene-
ficio del fundo mismo, pero no podrá cortarlo para la ven-
ta de madera, leña o carbón ( a r t . 1 9 8 0 ) .
b ) N o podrá el colono derribar los árboles para apro-
vechar el lugar que ocupan para plantar o sembrar, a me-
nos que así se haya expresado en el contrato ( a r t . 1 9 8 1 ) .

426. Obligación d e restituir la cosa.—Ha previsto


la ley cómo ha de efectuarse la restitución cuando el pre-
dio rústico se arrienda con una dotación de animales. Las
normas son supletorias de la voluntad de las partes.
Establece el art. 1884 una norma importante. Las
utilidades de los ganados y aun los ganados mismos perte-
necen al colono, "con la obligación de dejar e n el predio,
al fin del arriendo, igual número de cabezas d e las mismas
edades y calidades".
D e este modo, el arrendatario se hace dueño de los
animales y los riesgos son de su exclusiva cuenta. El arrien-
do, en suma, constituye u n título translaticio d e dominio.
Si al término del contrato no hubiere e n el predio
suficientes animales de las edades y calidades que el arren-
datario debe restituir, pagará la diferencia en dinero (art.
1984, inc. 2?).
N o está el arrendador obligado a recibir animales que
no se encuentren aquerenciados al predio (art. 1984, inc.

c) Expiración del contrato

427. Desahucio.—Cualquiera de las partes puede


poner fin al arrendamiento de predios rústicos, mediante
el desahucio, si no se hubiere fijado el tiempo de su du-
ración.
Las partes pueden fijar las normas que estimen con-
venientes para establecer la anticipación y demás caracte-
268 Ramón Meza Barros

res del desahucio. A falta de estipulación, rige la norma


del art. 1985.
£1 aviso 'debe darse con la anticipación de un año.
El art. 1985 expresa: " E l año se entenderá del modo si-
guiente: el dia del año en que principió la entrega del
fundo al colono, se mirará como el día inicial de todos los
años sucesivos, y el año de anticipación se contará desde
este día inicial, aunque el desahucio se haya dado algún
tiempo antes".

428. Extinción del derecho del arrendador.—La ex-


tinción del derecho del arrendador pone fin al contrato,
salvo que el tercero adquirente deba respetar el arriendo
11B
y éste le sea consecuencialmente o p o n i b l e .
El art. 10 del Decreto Ley N? 9 9 3 prescribe que si
el arrendador vendiere o transfiriere a cualquier titulo e!
predio arrendado, el nuevo propietario estará obligado a
"mantener los términos del contrato de arrendamiento",
salvo acuerdo'de éste con el arrendatario.
La disposición no distingue entre adquirentes a titulo
gratuito y oneroso y no señala ningún requisito para que
el adquirente deba respetar el arriendo. Sin embargo, es
indispensable que el contrato de arrendamiento tenga, res-
pecto del tercero, una fecha cierta y anterior a la enaje-
nación.

B) Arriendo de predios rústicos en el D.F.L. N? 9

a) Elementos del contrato

429. Forma y prueba del contrato.—El Decreto con


Fuerza de Ley N? 9 dispone que el contrato de arrenda-

M
Véanse k» N - 348 y sgtes.
Manual de Detecho Gvil 269

miento debe constar por escrito. La omisión de la escritura


no afecta a la validez del contrato.
Omitida la escritura, el contrato se regirá p o r las nor :

mas legales que lo regulan y, en lo no previsto, se estará


a lo que declare el arrendatario, sin perjuicio de prueba en
contrario.

430. El precio o renta.—Respecto de la renta, el


Decreto con Fuerza de Ley N? 9 señala numerosas reglas.
1 1 0
a) La renta debe pactarse y pagarse en d i n e r o . Si
se pactó pagadera en todo o parte en especie, el arrenda-
tario podrá suspender el pago hasta que el juez, a petición
del arrendador, determine su equivalente en dinero.
b) La renta no podrá exceder del 1 0 % del avalúo
para los efectos de la contribución territorial, susceptible
de aumentarse en un 1 0 % en razón de mejoras no inclui-
das en el avalúo.
Cuando se arrienda parte de un predio, el Servicio de
Impuestos Internos determinará el avalúo proporcional para
los efectos de fijar la renta máxima.
Si el arriendo incluye animales, maquinarias, herra-
mientas u otros bienes destinados al uso, cultivo y bene-
ficio de la finca, deberá pactarse la renta separadamente
de ia que corresponda al inmueble.
c) La renta podrá reajustarse en proporción a las va-
riaciones del índice de Precios al Consumidor.
d) La renta es pagadera en dos cuotas: la primera,
que no excederá del 6 0 % del total, no será exigible hasta
transcurridos seis meses del respectivo año agrícola; la
segunda cuota no será exigible hasta el último mes de di-
cho año.

1 1 0
Es una derogación de la regla general del art. 1917 del C. G
Véase el N? 302.
270 Ramón Meza Barros

e ) En caso de siniestros que afecten a la producción


del predio, el arrendatario podrá solicitar una postergación
para el pago d e la renta, hasta por el plazo de u n año,
siempre que la pérdida ñ o se encontrare asegurada.
f) El arrendador deberá invertir anualmente el 1 0 %
de la renta en mejoras de aquellas que señala el Decreto
con Fuerza de Ley, que se determinarán de común acuerdo
o por el Servicio Agrícola y Ganadero.
Si el arrendatario lo requiere, el arrendador deberá
invertir, además, u n 3 % de la renta en la construcción y
reparación de viviendas campesinas, cuando no sean sufi-
cientes o resulten inadecuadas para el personal permanente.

b ) Duración del contrato

4 3 1 . Plazo del contrato.—El arrendamiento de pre-


dios rústicos, en el Decreto con Fuerza de Ley N? 9, tiene
una duración mínima de diez años, plazo que es aplicable
si se pacta uno menor o ninguno.
117
432. Prórroga del plazo .—La expiración del plazo no
ponía necesariamente fin al contrato, porque éste, en principio, se
entendía renovado o prorrogado por períodos iguales y sucesivos de
tres años.
La prórroga requería de requisitos de forma y de fondo. El
arrendatario debía notificar al arrendador, con un año de anticipa-
ción, su intención de acogerse a la prórroga; y, por otra parte, debía
cumplir diversos requisito* relativos al cultivo de las tierras, al cum-
plimiento de obligaciones relacionadas con el pago de sueldos, sala-
ríos, imposiciones y concernientes a la fertilidad y conservación de
los recursos renovables del predio.
El arrendador podía oponerse a la prórroga por no reunirse
lo* requisito* de forma y de fondo señalados y, asimismo, aduciendo

1 1 7
Derogado por el Decreto Ley N' 993.
Manual de Derecho Ovil 271
su intención de explotar personalmente el predio o hacerlo explotar
por sus descendientes.
Acogida la oposición por esta última circunstancia, el arren-
datario y su descendencia quedaban obligados a explotar efectiva-
mente el predio por un plazo mínimo de cinco años.

1 1 8
c) Derecho preferente de compra

433. Preferencia del arrendatario para comprar la finca arren-


dada.—El propietario que se propusiera enajenar la finca arrendada
debía ofrecerla, en primer termino, al arrendatario.
El precio y demás condiciones de la venta se fijarían de común
acuerdo. En caso de discordia, el arrendador debía notificar al arren-
datario su intención de vender y las condiciones de la venta.
El arrendatario disponía de un breve plazo para expresar si
aceptaba la compra. De acuerdo en la compra, pero disconforme con
el precio, éste se fijaba por el tribunal, para este efecto el Tribunal
Agrario Provincial.
El tribunal debía fijar la parte del precio de contado, no
superior al 20%, y el plazo para pagar el saldo, no inferior a cuatro
años.
El saldo de precio era reajustable en una proporción no su-
perior a la variación del índice de precios al consumidor y deven-
gaba intereses de no mis del 8%.
Aceptada la oferta o determinado el precio por el tribunal,
debía el arrendatario pagar dentro de 10? día. Rechazada la oferta
o no pagado el precio en el plazo señalado, o si la escritura de
compraventa no se suscribía en el plazo fijado por el tribunal, se
tenia al arrendatario por desistido de su derecho de compra. El
arrendador quedaba, en tales eventos, en libertad para vender el in-
mueble a cualquiera persona, dentro del plazo de dos años-, trans-
currido este plazo, revivía el derecho preferente de compra del
arrendatario.

1 1 8
Derogado por el Decreto Ley N* 993.
272 Ramón Meza Barro*

d ) Expiración del contrato

434. Causales de expiración del contrato.—El art.


16 del Decreto con Fuerza de Ley N? 9 hace una larga
enumeración de las causales de extinción del contrato de
arrendamiento, pero solamente algunas merecen conside-
ración.
a) El vencimiento del plazo pone fin al contrato,
puesto que ha quedado extinguido el eventual derecho de
prórroga del arrendatario.
b) El arrendatario puede poner fin por su voluntad
al contrato, después de tres años de vigencia del mismo,
y el contrato terminará al findizar el año agrícola en que
el arrendatario, con una antidpación de un año, hubiere
manifestado fehacientemente BU intención de ponerle fin.
c) En caso de muerte del arrendatario, el contrato
continuará con el cónyuge y descendientes del difunto, que
hayan colaborado con su trabajo personal a la explotación
del fundo. I

435. Mejoras indemnizables.—Al término del con-


trato, el arrendatario tiene derecho a que se le abonen las
mejoras que introdujo a su peculio, por el valor que te-
nían cuando se efectuaron.
Son indemnizables:
a) Las viviendas, obras sanitarias u otras análogas,
destinadas a los empleados y obreros agrícolas que laboren
en el predio.
b) Las mejoras que hayan aumentado de modo per-
manente la productividad del predio o eficiencia del cul-
tivo, tales como caminos, obras de riego, bodegas, silos y
otras análogas que se incorporen establemente al inmueble.
c) Las mejoras de cultivo, cuyos efectos son suscep-
tibles de prolongarse más de un año después de termi-
nado el contrato, como praderas artificiales y otras.
Manual de Detecho Ovil 273

Las mejoras designadas en las letras a ) y b ) son in


demnizables si fueron autorizadas por el arrendador o, en
su defecto, por el Servicio Agrícola y Ganadero, organismo
que la otorgará cuando considere que son susceptibles de
aumentar la productividad del predio o mejorar las condi­
ciones de vida del mismo " • .

C) Mediería o aparcería

436. Concepto.—El contrato de aparcería o medie-


ría es aquel en que una parte se obliga a aportar una de­
terminada superficie de terreno y la otra su trabajo para
realizar cultivos determinados, con el objeto de repartirse
los frutos o productos resultantes, obligándose, además, a
aportar los elementos necesarios para la adecuada explota­
ción de los terrenos, a concurrir a los gastos de produc­
ción, a realizar en forma conjunta la dirección de la ex­
plotación y a participar en los riesgos de la misma (art.
12 del D.L. 9 9 3 ) .
El Decreto con Fuerza de Lev N? 9 define el con­
trato en términos sustancialmente idénticos.
La parte que se obliga a suministrar la tierra se llama
cedente y mediero la que se obliga a trabajarla.

a) Mediería en el Decreto Ley N? 993

437. Contenido del contrato.—El contrato de me­


diería debe contener: a) la individualización de las partes;
b ) la ubicación y superficie de los terrenos que se aportan
y la indicación de los demás aportes a que las partes se
obligan y la forma de efectuarlos; c ) los cultivos que
se realizarán; d ) la forma como se distribuirán las utili­
dades de la explotación y de las pérdidas que se produz-

>'» Véase el N? 315.


274 Ramón Meza Borro*

can; e ) la fecha de entrega y de restitución de los terrenos,


y f) una cláusula arbitral y la designación de un arbitro,
si las partes así lo acuerdan.
A falta de estipulación, el cedente deberá aportar:
los terrenos y el agua correspondiente, si fueren de riego;
la mitad de las semillas o plantas, fertilizantes y pestici-
das, sea en especie o en cunero; y los dos tercios de los
fertilizantes de efectos duraderos utilizados en el último
año de la mediería. El mediero, por su parte, deberá apor-
tar, además de s u trabajo, el saldo de las prestaciones que
competen al cedente.
En el mismo evento, los productos que se obtengan
se distribuirán por iguales partes y la duración del con-
trato será de un año.

438. Obligaciones del mediero.—El mediero está


obligado a cumplir las disposiciones convencionales, legales
y reglamentarias sobre protección y conservación de los
recursos naturales.
Está el mediero obligado, asimismo, a imponer en el
Servicio de Seguro Social, en las mismas condiciones y con
iguales derechos que los trabajadores agrícolas, salvo que
acredite estar afecto a otro sistema previsional o goce del
beneficio de la jubilación. El cumplimiento de esta obli-
gación será de su exclusivo cargo, como asimismo el de
las leyes sociales respecto de los obreros que contrate y
de los aportes a que se refiere la Ley sobre Sindicación
Campesina.
439. Cesión y submediería.—No pueden cederse los
derechos derivados de la mediería o aparcería y el mediero
no podrá establecer submedierías, sin autorización previa
y escrita del propietario.
440. FaUecimiento e imposibilidad física del medie-
ro.—La muerte del mediero pone fin al contrato, así como
su imposibilidad física.
Manual de Derecho Civil 275

El mechero o su sucesión deberán ser indemnizados


por el cedente en u n monto no inferior al valor de los
aportes efectuados por aquél.

b ) La mediería en el Decreto con Fuerza d e Ley N° 9

4 4 1 . Duración del contrato.—El contrato tiene una


duración mínima de tres años; tal será su duración si se
conviene un plazo menor o ninguno.

442. Anticipos.—Para la subsistencia del mediero,


en caso necesario, el cedente está obligado a anticiparle
mensualmente una suma de dinero no inferior al salario
mínimo agrícola, sin derecho a reembolso si no hubiere
utilidades en la explotación.

4 4 3 . Obligaciones previsionales.—Sobre el salario


mínimo agrícola, el mediero efectuará imposiciones al Ser-
vicio de Seguro Social; el cedente hará las imposiciones
patronales.
El cedente tendrá, respecto de los obreros que se con-
traten, todas las obligaciones del patrón, sin perjuicio de
la obligación del mediero de financiar parte d e los gastos.

444. Reparto d e utilidades y liquidación del contra-


to.—Los productos de la explotación se repartirán por mi-
tades y cada parte tendrá derecho a comerciar la que le
corresponda en el reparto. Podrán acordar comerciar todos
los productos y repartir el dinero resultante.
Si el precio fuere recibido por una parte, deberá en-
tregar a la otra la suya, dentro de tercero día, a contar
de la percepción, junto con los documentos suficientes
para acreditar los productos vendidos y su precio.
La parte en cuyo favor existan créditos por aportes
que no eran de su cargo o por otras causas, deberá hacerlos
276 Ramón Meza Barro*

valer a la otra con tres meses de anticipación, a lo menos,


al, comienzo de la cosecha.
Si existe acuerdo sobre el monto del crédito, la parte
acreedora tendrá derecho a pagarse con los primeros pro-
ductos obtenidos; si no lo hubiere sobre la existencia del
crédito, sobre su monto o sobre el valor de los productos,
el acreedor podrá ocurrir ante la justicia para obtener la
retención de parte de dichos productos, suficiente para
cubrir su crédito.
Terminado el contrato, las partes procederán a la li-
quidación general de los resultados de la explotación y se
pagará el saldo liquido que resulte.

2. CONTRATOS PARA LA CONFECCIÓN DJE UNA OBRA


MATERIAL

445. Concepto.—Con arreglo a la definición del art.


1915, el arrendamiento puede tener por objeto "ejecutar
una obra".
£1 contrato puede definirse como aquel en que las
partes se obligan mutuamente, la una a ejecutar una obra
material y la otra a pagar por ella un precio determinado.
La persona que toma a su cargo la ejecución de la
obra se denomina, en general, artífice.

446. El contrato importa compraventa o arrenda-


miento, según las circunstancias.—El contrato para la con-
fección de una obra material puede importar legalmente
una compraventa o un arrendamiento:
a) Si el artífice suministra la materia para la confec-
ción de la obra, "el contrato es de venta" (art. 1996,
inc. 1?).
Se dice que el contrato se celebra "obra vendida"
para significar que el artífice suministrará los materiales.
Manual ele-Detecho Ovil 277

b ) Por el contrario, "si la materia es suministrada


por la persona que encargó la obra, el contrato es de arren­
damiento" (art. 1996, inc. 3?).
c) En fin, si ambas partes suministran la materia, el
contrato será de compraventa o arrendamiento, según cuál
de ellas suministre la parte principal. "Si la materia prin­
cipal es suministrada por el que ha ordenado la obra,
poniendo el artífice lo demás, el contrato es de arrenda­
miento; en el caso contrario de venta" (art. 1996, inc. 4 ° ) .

447. Confección de obra material y compraventa.—


Suministrada la materia íntegramente o en su parte prin­
cipal por el artífice, el contrato es de compraventa.
El contrato es indudablemente de venta de cosa fu­
tura y, por lo tanto, condicional.
Se entiende hecha la venta bajo la condición de que
la obra será bien confeccionada, condición que se enten­
derá cumplida cuando el que encargó la obra la ha reci­
bido y aprobado.
Por este motivo, el contrato de compraventa no se
reputa perfecto "sino por la aprobación del que ordenó
la obra" (art. 1996, inc 1?).
La consecuencia más importante que se sigue de repu­
tarse el contrato como de venta, dice relación con los ries­
gos de la cosa. El art. 1996 dispone: "Por consiguiente,
el peligro de la cosa no pertenece al que ordenó la obra
sino desde su aprobación, salvo que se haya constituido
en mora de declarar si la aprueba o no".
De este modo, si la cosa perece, el artífice pierde no
solamente la materia, sino que el precio de su trabajo.
Los riesgos se invierten si el que encargó la obra se
constituye en mora de expresar si la acepta o rechaza. Es
ésta una aplicación de la regla del art. 1481, inc. 2?, que
reputa cumplida la condición si deja de cumplirse por he­
cho del deudor.
278 Ramón Meza Barro»

448. La confección de obra material y el arrenda-


miento.—Si el que encarga la obra proporciona la totalidad
o la parte principal de la materia, el contrato es de arren-
damiento.
El arrendamiento de obra se sujeta a las reglas gene-
rales del arrendamiento, salvas algunas normas especiales
(art. 1996, inc. 5?).
El problema de los riesgos se plantea de diversa ma-
v
nera. La pérdida, de la materia recae sobre el dueño, esto
es, la persona que ordenó la obra (art. 2000, incs. 1? y 2?).
a ) Sin embargo, el artífice será responsable "cuando
la materia perece, por su culpa o por culpa de las personas
que le sirven" (art. 2000, inc. 2?).
b ) Pero el .artífice, aunque la cosa perezca sin culpa
suya o de sus dependientes, pierde su trabajo, o sea, " n o
podrá el artífice reclamar el precio o salario", salvo las
excepciones legales (art. 2000, inc. 3 ° ) . En este sentido,
el artífice comparte los riesgos con el que encargó la obra.
c) El riesgo es íntegramente de cargo del que ordenó
la obra, esto es, pierde la materia y debe pagar el precio,
en los casos siguientes:
1) Si la obra ha sido reconocida y aprobada (art.
2000, N? 1?).
2 ) Si la cosa no ha sido reconocida y aprobada por
mora del que encargó la obra (art. 2000, N? 2?), y
3 ) Si la cosa perece por un vicio de la materia su-
ministrada por el que encargó la obra, salvo que el vicio
sea de aquellos que el artífice por su oficio ha debido co-
nocer, o que conociéndolo no haya dado aviso oportuno
(art. 2000, N? 3?).

449. Fijación del precio.—Conforme a las reglas ge-


nerales, no hay compraventa ni arrendamiento si las partes
no' han convenido en el precio o, a lo menos, señalado las
normas para determinarlo. Uno y otro contrato sólo se
Manual de Derecho Civil 279

perfeccionan cuando las partes están acordes en la cosa y


en el precio.
En los contratos de confección de obra material, la ley
se aparta de estos principios. £1 art. 1997 dispone: "Si no
se ha fijado precio, se presumirá que las partes han con-
venido el que ordinariamente se paga por la misma especie
de obra, y a falta de éste por el que se estimare equitativo
a juicio de peritos".
La fijación pericial del precio requiere que las partes
no lo hayan convenido y no sea posible recurrir a normas
consuetudinarias que sirvan para determinarlo.

450. Fijación del precio por un tercero.—Las partes


pueden confiar a un tercero la fijación del precio. Prevé
la ley que el tercero fallezca antes o después de ejecutada
la obra:
a) Cuando el tercero fallezca antes de la ejecución de
la obra, "será nulo el contrato".
b) Si el fallecimiento sobreviene después de haberse
procedido a la ejecución de la obra, "se fijará el precio
por peritos" (art. 1 9 9 8 ) .

4 5 1 . Obligaciones de las partes.—El contrato es bi-


lateral y engendra, por consiguiente, obligaciones recíprocas.
El que encarga la obra contrae sustancialmente dos
obligaciones: a) pagar el precio, y b ) declarar si aprueba
o rechaza la obra.
El artífice contrae la obligación de ejecutar la obra
fiel y oportunamente.

452. Obligación de pagar el precio.—El precio debe


pagarse en la forma convenida. A falta de estipulación,
será exigible una vez concluida, reconocida y aprobada la
obra.
q u e s e ' t » t a * ^ ^ $ b e r i < i g u a l m e n t e - raiga* ^ valor-de..los
trabajps realizados, que se calculará proporcíonalmente,
"tomando en "consideración el precio estipulado para'toda
V'obra* "

4 5 9 . Crjntratos para la construcción de edificios.—


Reviste excepcional importancia el contrato para la confec
d ó n d e edificios,sujeto « r e g l a s especiales cuando concu-
rren, las siguj^tesccjrrttastancias: ~ - . . . • < Jk-
T ; a ) que se" trate de u n contratista general:que se eQ¡
^ffu^^^^^^^^y.l•.: • •'•*'•' i-
b ) que el'contrato sea a precio alzado, ."a u n precio
- ú n i c o p r e f i j a d o ^ c o m o dice el primer inciso del art.: 2003.
- E n otros términos,'' debe convenirse* que la.obra se realice.
r^r,un predorigIobal qjwvariable, fijado de antemano.
;

•vi- . ' ' i i w ^ v . - V * ••• •••«} r>!'•'• i - .*• ma.


. . Ei contrato "puede igualmente cekbrarse por aerie. de prado*
w

. o unidades de medida»/ El precio a¿ fjja por, medida» cfcjnateáal o


~ trabajo, corno a tanto el metro cuadrado o cúbico. Podrá determi-
Jtacse de .antemano el número, de unidades de obra y.y.^n tal; caso,
se conocerá, desde.luego, el precio total; pero suele no determinarte
este número y, entonces, el precio se conocerá por medio de u n '
r«onccmaeiLtb »!e¡ aúmíto de unidades de obra ejecutada, . ;

También el contrato puede celebrarse a precios máximo*,' Sí


conviene el-precio ec-tul máíimo, de. modo que zí constructor debe
W J L Z l.i diferencia si. la' obra cuesta más cara; si cuesta menos, se
pagará el valor real, concediéndose al empresario alguna ventaja por
1
el menor cono en l a ejecución..: aV-S* ,'-'.— ' • ..
"Todavía el contrato puede ejecutarse por administración. La
persona que encarga''la obra debe pague los malcríales y la mano
de'obra a medida que: str empleen, y el contratista recibe por su
dirección y vigilundt un porcentaje fijo del valor de los trabajos
realaadas.

1 :
460.' Modificaciones en el precio.—Cuando el con-
1
trato se celebra e n las condiciones precedentemente d e s e t i
Manual, de Desecho Qvíl 283

ías, el precioJQO sufrirá alteraciones, por alzas de materia-


les y jornales o la ejecución d e nuevas obras*.
£1 art. 2003j N? 1?, es conduyente en el sentido de
que el empresario n o podrá pedir aumento en d precio:
a) por. haber encareddo los jornales o los materiales; b )
por haberse hecho agregaciones o modificaciones en d plan
primitivo.
.... Para que la ejecución d e obras adicionales confiera
derecho al empresario para demandar un mayor precio, será
menester " q u e se haya ajustado un p r e d o particular por
dichas agregaciones o modÜicadones".

. 4 6 1 . , Reajuste" de precio por imprevistos.—Circuns-


tancias desconocidas suden determinar un alza imprevista
en d costo de la construcción. ¿Se justifica por este-mo-
tivo la demanda de un aumento en d p r e d o ?
£1 art. 2 0 0 3 , en su N? 2 , decide q u e "si circunstan-
cias desconocidas, como un y i d o oculto d d suelo, ocasio-
naren costos que no pudieron preverse, deberá d empre-
sario hacerse autorizar para ellos por el d u e ñ o " .
Por consiguiente, no es l i d i o .al empresario realizar
los mayores gastos imprevistos sin autorizadón d d que
encargó la obra,
Pero el,dueño puede negarse ^justificadamente a ad-
mitir la necesidad de estos gastos que superan su» previsio-
nes; ante esta negativa, d empresario " p o d r á ocurrir al
juez para que decida si ha debido o no preverse d recargo
de la obra, y fije el aumento de p r e d o q u e por esta razón
corresponda". - — - - . '„•,•»

4 6 2 . . Responsabilidad posterior a la recepción de la


obra.—Por regla general, la..responsabilidad del artífice
cesa cuando la.obra ha sido, reconocida y aprobada. La ley
ha establecido una responsabilidad especial para el cons-
tructor en caso de que Ja construedón adolezca de defectos
que atañen a su solidez y estabilidad.
284 Ramón Meza Barro*

La recepción sin reservas de la obra sólo significa que


exteriormente se encuentra conforme. El art. 2 0 0 3 , N? 4,
previene: " E l recibo otorgado por el dueño, después de
concluida la obra, sólo significa que el dueño la aprueba,
como exteriormente ajustada al plan y a las reglas del arte,
y no exime al empresario de la responsabilidad que por el
inciso precedente se le impone".
En cambio, esta recepción deja subsistente la respon-
sabilidad del constructor por vicios que afectan a la solidez
y estabilidad de la construcción.

4 6 3 . Responsabilidad por los vicios que afectan a la


estabilidad del edificio.—La responsabilidad del empresario
subsiste, hasta por cinco años subsiguientes a la entrega,
si el edificio perece o amenaza ruina por alguna de las
causas siguientes:
a) Por vicios o defectos de la construcción;
b ) Por vicio del suelo que el empresario o las per-
sonas empleadas por él hayan debido conocer en Tazón de
su oficio, y
c ) Por vicio de los materiales (art. 2 0 0 3 , N? 3 ) .
Si los materiales fueron suministrados por el que en-
cargó la obra, sólo es responsable el empresario cuando
adolezcan de vicios que debió por su oficio conocer, o que
conociéndolos no dio aviso oportuno (art. 2000, inc. final).

El art. 18 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones


dispone que lo* fabricantes, proyectistas y constructores serán res-
ponsables, respectivamente, de la calidad de los materiales, de los
errores de diseño y de los vicios de construcción de las obras en
que hubieren intervenido y de lo* perjuicios que con ello causaren
a terceros (D.S. N* 458 del MINVU - D. Oficial de 1) de abril
de 1976).

El plazo de cinco años se cuenta desde la entrega de


la obra; pero el art. 19 de la Ley General de Urbanismo
Manual de Derecho Civil 285

y Construcciones precisa que la prescripción correrá "desde


la fecha de la recepción definitiva de la obra por la Direc-
ción de Obras Municipales".

4 6 4 . Responsabilidad subsidiaria del que encargó la


obra.—El art. 2003, N? 5, establece que los artífices y
obreros que han contratado directamente con el que encar-
gó la obra por sus respectivas pagas, se mirarán como con-
tratistas independientes y tendrán acción directa contra el
dueño. En cambio, "si han contratado con el empresario,
no tendrán acción contra el dueño sino subsidiariamente,
y hasta concurrencia de lo que éste deba al empresario".
La responsabilidad, pues, es subsidiaria y limitada a
lo que el dueño deba al empresario en el momento d e la
demanda.
Pero el art. 16 del Código del Trabajo ha modificado
esta norma: "El dueño de la obra, empresa o faena será
subsidiariamente responsable de las obligaciones que afec-
ten a los contratistas a favor de los obreros". Y añade el
inc. 2?: "En los casos de construcción de edificios por un
precio único prefijado, no procederá esta responsabilidad
subsidiaria cuando el que encargue la obra sea una persona
natural".
Sobre el alcance de la reforma merece observarse:
a) Se refiere solamente a los obreros y la responsabi-
lidad del propietario no queda limitada a lo q u e éste adeu-
de al contratista; el propietario es responsable del total de
las obligaciones insatisfechas del contratista.
b ) No responde subsidiariamente el dueño si es una
persona natural y la obra se contrató por u n precio único
prefijado. Para las personas jurídicas no rige esta limita-
ción de responsabilidad. *

465. Responsabilidad de los arquitectos.—El art.


f
2004 dispone: "Las reglas 3', 4' y 5 del precedente ar-

El Código citado se encuentra derogado. En el actual Código del Trabajo


(texto refundido fijado por DFL N" I del Trabajo de 1994. D. Of. 24 de
enero de 1994) vid. art. 64 (N. del £ ) .
288 Ramón Meza Barros

meto, no la tiene en virtud de su profesión, sino del poder


que se le confiera.
Estos servicios se sujetan primeramente a las reglas
del mandato y subsidiariamente a las del arrendamiento
de servicios.
Sin embargo, el art. 109, N? 3?, del Código del Tra-
bajo hace aplicables sus disposiciones a las personas que
desempeñan funciones para cuyo ejercicio se requiere un
título o grado universitario, " q u e presten servicios a un
solo empleador". *

4. ARRENDAMIENTO DE TRANSPORTE

470. Generalidades.—El arrendamiento de transpor-


te "es un contrato en que una parte se compromete, me-
diante cierto flete o precio, a transportar o hacer trans-
portar una persona o cosa de un paraje a o t r o " (art. 2013,
inc. 1?).
La persona que se encarga de transportar se llama
generalmente acarreador y, según el medio de hacer el
transporte,- recibe las denominaciones particulares de arrie-
ro, carretero, barquero, naviero (art. 2 0 1 3 , inc. 2?). El
Código de Comercio denomina porteador al que se encar-
ga de transportar por tierra, ríos o canales navegables (art.
166 del C. de Comercio).
La persona que encarga el transporte se llama consig-
nante (art. 2013, inc. 4 " ) , cargador, o remitente (art.
166 del C. de Comercio).
La persona a quien se envía la mercadería se llama
consignatario (art. 2013, inc. 4?).
El contrato de transporte se rige principalmente por
el Código de Comercio. El art. 171 de este Código esta-
blece que sus disposiciones son aplicables a toda clase de
porteadores, "inclusas las personas que se obligan ocasio-
nalmente a conducir pasajeros o mercaderías".

B Código citado se encuentra derogado. Ea el actual Código del Trabajo


(texto refundido fijado por DFL M*l del Trabajo de 1994. D. Of. 24 de
enero de 1994) vid. arla. 7 y 8 (N. del E).
Manual de Derecho Cml 289

Las disposiciones del Código O v i l son subsidiarias o


supletorias (art. 2 0 2 1 ) .

4 7 1 . Obligaciones del acarreador.—Tiene el acarrea-


dor las siguientes obligaciones:
a) En primer lugar, tiene la obligación de presentarse
a recibir la carga o pasajeros en el lugar y tiempo estipu-
lados.
b ) Está obligado el acarreador, en seguida, a efectuar
el transporte. El art. 2016 dispone: "El acarreador es obli-
gado a la entrega de la cosa en el paraje y tiempo estipu-
lados".
De esta obligación sólo puede eximirse probando fuer-
za mayor o caso fortuito; pero no será excusa suficiente
el caso fortuito "que pudo con mediana prudencia o cui-
dado evitarse" (art. 2016, inc. 2?).
c) Finalmente está obligado el acarreador a velar por
las personas o cosas que transporta.
Por Jo mismo, es responsable de los daños que sufran
las personas "por la mala calidad del carruaje, barco o na-
vio en que se verifica el transporte" (art. 2 0 1 5 , inc. 1?).
Es responsable, asimismo, " d e la destrucción y dete-
rioro de la carga", salvo estipulación en contrario, o que
se pruebe vicio de la carga o caso fortuito (art. 2015,
inc. 2?).
El acarreador responde de su hecho propio y del de
sus agentes o sirvientes (art. 2015, inc. 3*).
Las obligaciones impuestas al acarreador correspon-
den igualmente al empresario de transportes, como respon-
sable de la idoneidad y buena conducta d e las personas
que emplea (art. 2 0 1 4 ) .

472. Obligaciones del cargador o consignante.—Por


su parte, el consignante tiene las siguientes obligaciones:
290 Ramón Meza Barro*

a ) Tiene el cargador la obligación de presentar los


pasajeros y carga para su transporte, so pena de pagar la
mitad del precio o flete (art. 2019, inc. 1?).
b ) Le incumbe igualmente la obligación de pagar el
precio o flete del transporte (art. 2 0 1 8 ) .
El art. 2017 dispone que el precio de la conducción
de una mujer " n o se aumenta por el hecho de parir en el
viaje, aunque el acarreador haya ignorado que estaba en-
cinta".
c) Por último, debe reparar los daños ocasionados
"por hecho o culpa del pasajero o de su familia o sirvien-
tes, o por el vicio de la carga" (art. 2 0 1 8 ) .
4 7 3 . Muerte de las partes.—El fallecimiento del aca-
rreador o del pasajero no pone fin al contrato de trans-
porte.
Sus obligaciones se transmiten a l o s respectivos here-
deros (art. 2 0 2 0 ) .

6. EL CENSO

474. Concepto.—El art. 2022 dispone: "Se consti-


tuye un censo cuando una persona contrae la obligación
de pagar a otra un rédito anual, reconociendo el capital
correspondiente, y gravando una finca suya con la respon-
sabilidad del rédito y del capital".
El rédito se denomina censo o canon; la persona que
le debe.se llama censuario y el acreedor censualista (art.
2022, inc. 2?). .
Redujo el Código a una sola las diversas clases de
censo —consignativo, enfitéutico, reservativo— que regla-
mentaba la legislación española.
La reglamentación de la institución muestra el mani-
111
fiesto disfavor con que la ha mirado el l e g i s l a d o r .
, a i
El Mensaje expresa, después de una breve síntesis en que se
consignan las novedades mas salientes introducidas en la ma-
Manual de Derecho Ovil 291
475. Breve síntesis histórica.—En los primeros años de la
República, ya la legislación patria intentó abolir las vinculaciones
que entrababan la libre enajenación de los bienes.

La Constitución Política de 1828 dispuso en su art. 126:


"Quedan abolidos para siempre los mayorazgos y todas las vincu-
laciones que impiden el enajenamiento libre de los fundos. Sus ac-
tuales poseedores dispondrán de ellos libremente, excepto de la ter-
cera parte de su valor, que se reserva a los inmediatos sucesores,
quienes dispondrán de ella con la misma libertad".
Esta drástica disposición encontró resistencia en la época. Por
esto, más conciliadora de los intereses de los sucesores, la Consti-
tución de 1833 dispuso en su art 153: "Las vinculaciones, de cual-
quiera clase que sean, tanto las establecidas basta aquí como las que
se establecieren, no impiden la libre enajenación de las propiedades
sobre que descansan, asegurándose a los sucesores llamados por la
respectiva institución, el valor de las que se enajenaren. Una ley
particular arreglará el modo de hacer efectiva esta disposición".
La ley prevista sólo llegó a dictarse el 14 de julio de 1852
y estableció el procedimiento para exvincular o hacer alienables los
bienes.
Para este fin, la ley dispuso que debía precederse a la tasa-
ción de los inmuebles que se trataba de exvincular; el valor de la
tasación se impondría a censo, al cuatro por ciento, sobre la misma
finca o sobre otras que garantizaran suficientemente el pago del
canon. En el censo así establecido se sucedería según las reglas de
la respectiva fundación. Constituido el censo, el poseedor de la finca
podía disponer de ella con entera libertad.
El Código Civil, consecuente con esta ley, dispuso en su art.
747: "Lo* inmuebles actualmente sujetos al gravamen de fideico-
misos perpetuos, mayorazgos o vinculaciones, se convertirán en capi-

teria: "Si por este medio se consiguiese desalentar la impo-


sición de capitales a censo, se hábil* logrado indirectamente
un gran bien".
292 Ramón Meza Barrea

tales acensuados, según la ley o leyes especiales que se hayan dictado


o se dicten al efecto".
A poco de entrar en vigencia el Código, se dictó la ley de >
21 de julio de 1857, complementaria de la de 1852, para entregar
al libre comercio todos loa predio* sujeto* a una prohibición per-
petua de enajenar, no comprendidos en la ley de 1852.
La* leyes de 24 de septiembre de 18% y de 21 de octubre
del mismo año, para procurar ingresos al erario nacional, dispusie-
ron que todos lo* propietario* de censo* podrían redimirlos, ente-
rando en arcas fiscales la mitad del valor del capital impuesto, obli-
gándose el Fisco a pagar el rédito correspondiente.
La ley de 31 de agosto de 1898 estableció que las cantidades
percibidas por el Fisco por la redención de censos se aplicarían a la
amortización extraordinaria de la deuda pública.
La Ley N? 4.448, de 31 de octubre de 1928, autorizó pan
ingresar a fondos generales de la Nación los réditos de cenaos, cape-
llanías y vinculaciones no cobrados durante diez años consecutivos.
Por último, la Ley N- 5.466, de 31 de agosto de 1934, dispuso
que los intereses pagados por el Fisco por concepto de censos redi-
midos en arcas fiscales, estarían sujeto* sólo a los gravámenes que
afectaran a los bonos de la Deuda Interna del Estado.

476. Constitución de censo.—Aunque ubicado entre


los contratos, puede no tener el censo un origen contractual.
El art. 2023 dispone que el censo puede constituirse
por testamento, por donación, venta o de cualquier otro
modo, equivalente.
Pero, cualquiera que sea su origen, el censo debe cons-
tar por escritura pública, inscrita en el correspondiente
Registro del Conservador de Bienes Raíces. El art. 2027
prescribe: "La constitución de un censo deberá siempre
constar por escritura pública inscrita en el competente Re-
gistro; y sin este requisito no valdrá como constitución
de censo; pero el obligado a pagar la pensión lo estará en
los.términos del testamento o contrato, y la obligación será
personal".
Manual de Derecho Gvil 293

La falta de los requisitos indicados, pues, trae como


consecuencia que el censo no exista como derecho real;
solamente se genera un crédito en favor del pretendido
censualista para reclamar el pago de la pensión señalada
en el respectivo testamento, compraventa o donación, de
carácter puramente personal.

477. Elementos o requisitos del censo.—El censo


requiere tres elementos fundamentales:
a) un capital que se entregue o reconozca;
b ) un rédito que debe pagarse, y
c) una finca gravada en garantía del rédito y del ca-
pital.

478. Capital acensuado.—Es indispensable que exis-


ta un capital acensuado. Pero no es preciso que este capi-
tal se entregue al censuario; basta con que éste lo reco-
nozca.
El art. 2025 dispone: "El capital deberá siempre con-
sistir o estimarse en dinero. Sin este requisito no habrá
constitución de censo".
Pretende el legislador, de este modo, que sea perfec-
tamente conocido el valor del capital que grava la finca;
sólo así puede satisfacerse el proposito de que el censuario
pueda redimirlo cuando le convenga y establecerse la rela-
ción que, de acuerdo con la ley, debe mediar entre el ré-
dito y el capital.

479. El rédito.—Es igualmente indispensable que se


establezca una pensión, rédito o canon que debe pagar el
censuario al censualista.
a ) El rédito debe consistir necesariamente en dinero.
El art. 2028 establece: " N o podrá estipularse que el canon
se pague en cierta cantidad de frutos. La infracción de esta
regla viciará de nulidad la constitución de censo".
294 Ramón Meza Barios

b ) Establece la ley una necesaria relación entre el ca-


pital y el canon. "La razón entre el canon y el capital no
podrá exceder de la cuota determinada por la ley. El máxi-
mum de esta cuota, mientras la ley no fijare otro, es un
cuatro por ciento al año" (art. 2 0 2 6 ) .
c) El censuario debe pagar el canon por anualidades,
"de año en año", salvo que en el acto constitutivo se señale
otro período de pagos (art. 2 0 3 2 ) .

480. La finca acensuada.—Por último, debe existir


una finca en que se funde o imponga el censo.
El censo recae necesariamente sobre bienes inmuebles
por su naturaleza. El art. 2024 prescribe: "No se podrá
constituir censó sino sobre predios rústicos o urbanos, y
con inclusión del suelo".

481. Obligación de pagar el censo o canon.—El cen-


suario tiene la obligación obvia de pagar el canon corres-
pondiente y, como el censo es un gravamen real, esta obli-
gación pesa igualmente sobre el actual poseedor de la finca.
Dispone el censualista de dos acciones para reclamar
el pago: una acción real y una acción personal.
a) La acción real se dirige contra el poseedor actual
de la finca acensuada para demandar el pago de los cáno-
nes devengados antes o después de la adquisición del in-
mueble.
El art. 2033 expresa claramente esta idea: "La obli-
gación de pagar el censo sigue siempre al dominio de la
finca acensuada, aun respecto de los cánones devengados
antes de la adquisición de la finca".
Perseguido el actual poseedor para el pago de cánones
anteriores a la adquisición del inmueble, le queda a salvo
la acción de saneamiento contra quien haya lugar, esto es,
el derecho de que se le reembolse lo pagado por cánones
anteriores a la adquisición.
Manual de Derecho Civil 295

b ) La acción personal se dirige contra el censuario,


aunque no esté en posesión de la finca, para el cobro de
los cánones devengados mientras la poseyó.
c) El censuario es obligado al pago del capital y de
los cánones devengados antes de la adquisición de la finca
acensuada sólo con la finca misma. Trátase, pues, de una
1 M
obligación " r e a l " .
d) En cambio, "al pago de los cánones vencidos du­
rante el tiempo que ha estado en posesión de la finca,
es obligado con todos sus bienes" (art. 2 0 3 4 ) .
e ) Estas reglas son aplicables aunque la finca se haya
desvalorizado considerablemente, o "se hubiere hecho to­
talmente infructífera" (art. 2035, inc. 1?).
Pero el censuario se descargará de toda responsabili­
dad pagando los cánones vencidos y poniendo la finca a
disposición del censualista, en el estado en que se hallare
(art. 2035, inc. 2?).
Si por dolo o culpa grave del censuario pereciere o
se hiciere infructífera la finca, será responsable de los per­
juicios (art. 2035, inc. 3?).
f) N o vale en la constitución del censo el pacto de
no enajenar la finca, "ni otro alguno que imponga al cen­
suario más cargas que las expresadas en este título", dice
el art. 2031. "Toda estipulación en contrario se tendrá
por no escrita".

482. Causas de extinción del censo.—El censo se


extingue por diversas causas, de las que unas merecen ape­
nas ser enunciadas, mientras que otras requieren un más
atento examen.
El censo se extingue:
a) Por el abandono de la finca que hace el censuario
al censualista, conforme al art. 2035, cuando la finca hu-

»*» Véase "De las obligaciones", N* 283.


296 Ramón Meza Barros

b i n e perdido mucha parte de su valor o se hubiere hecho


infructífera.
b ) Por la destrucción completa de la finca acensuada,
"entendiéndose por destrucción completa la que hace desa­
parecer totalmente el suelo" (art. 2 0 4 1 , inc. 1?).
Reapareciendo el suelo, aunque en parte, revivirá todo
el censo; pero nada se deberá por pensiones del tiempo
intermedio (art. 2 0 4 1 , inc. 2?).
c) Por la redención del censo, y
d ) Por la prescripción.

4 8 3 . Redención del censo.—La redención del censo


se encuentra definida en el art. 2 0 3 8 : "La redención del
censo es la consignación del capital a la orden del juez,
que en consecuencia lo declarará redimido".
La declaración judicial debe inscribirse en el Registro
del Conservador de Bienes Raíces; con esta inscripción el
censo se extingue por completo y la propiedad queda libre
de gravamen.
El censualista deberá constituir un nuevo censo con el
capital consignado.

484. Caracteres de la redención del censo.—La re­


dención del censo presenta los siguientes caracteres que
merecen destacarse: -
a) Por de pronto, la facultad de redimir el censo es
irrenunciable. El art. 2029 dispone que "todo censo, aun
estipulado con la calidad de perpetuo, es redimible".
b ) Ademas, es una facultad conferida al censuario a
quien no puede obligarse a redimir el censo contra su vo­
luntad. El art. 2030 deja en claro que " n o podrá obligarse
al censuario a redimir el censo dentro de cierto tiempo"
y es nula toda estipulación en contrario.
c ) La redención del censo debe ser total: "el censo
no podrá redimirse por partes" (art. 2 0 4 0 ) .
Manual de Derecho Civil 297

d ) Para redimir el censo es menester que el censuario


se encuentre al día en el pago de los cánones. El art. 2039
expresa: "El censuario que no debe cánones atrasados, pue-
de redimir el censo cuando quiera".

4 8 5 . Prescripción.—Se extingue también el censo


por la prescripción extintiva.
El art. 2042 dispone: "La acción personal del censua-
lista prescribe en cinco años; y expirado este tiempo, no
se podrá demandar ninguna de las pensiones devengadas
en él, ni el capital del censo".
De este modo, si el censualista deja de percibir el
canon por espacio de cinco años, se extingue su acción.
La ley deja claramente establecido que se extingue la ac-
ción para cobrar no sólo los cánones devengados más de
cinco años atrás, sino todos los que se han devengado en
este espacio de tiempo, aunque no hayan transcurrido cinco
años desde que se hicieron exigibles.
Prescriben tanto las pensiones devengadas como el
capital mismo del censo.

Es menester tener presente que si el censo no se ha consti-


tuido por escritura pública inscrita, la acción puramente personal
contra el obligado a pagar la pensión prescribirá, de acuerdo con
las reglas generales, en diez años.
Asimismo, el derecho de reclamar del Fisco el pago de las
pensiones correspondientes a censos redimidos en arcas riscales se
extingue si hubiere dejado de cobrarse durante diez años consecu-
tivos (art. 1* de la Ley N* 4.448). Pero en este caso tampoco hay
censo, sino simplemente un crédito contra el Fisco.

486. División del censo.—La división del censo es


la distribución del gravamen entre las diversas hijuelas en
que se divide la finca acensuada. La división d e la finca
debe operarse necesariamente por consecuencia de una su-
cesión hereditaria.
298 Ramón Meza Barro*

El art. 2036, inc. 1?, dispone: "Siempre que la finca


acensuada se divida por sucesión hereditaria, se entenderá
dividido el censo en partes proporcionales a los valores de
las hijuelas o nuevas fincas resultantes de la división".
a) Para determinar los valores de las diversas hijue-
las, se procederá a su tasación, que será aprobada por el
juez, con intervención del censualista y del'ministerio pú-
blico (art. 2036, inc. 2?).
b ) El juez deberá dictar sentencia que decida "la
porción de capital con que haya de quedar gravada la res-
pectiva hijuela" (art. 2036, inc. 3?) y ordenará que el
fallo se inscriba, a costa del censuario, en el competente
Registro del Conservador.
c) Cumplidas las formalidades señaladas, quedarán
constituidos tantos censos distintos e independientes cuan-
tas fueren las hijuelas gravadas, cada uno de los cuales
podrá redimirse separadamente.
A falta de la inscripción indicada, subsistirá el primi-
tivo censo y cada hijuela será gravada con la responsabili-
dad de todo el censo.

487. Reducción y traslación del censo.—La reduc-


ción del censo es su limitación a una determinada parte
de la finca acensuada y su traslación es el traspaso a otra
finca.
. El art. 2037, inc. 1?, dispone: "El capital impuesto
sobre una finca podrá en todo caso reducirse a una parte
determinada de ella, o trasladarse a otra finca, con las for-
malidades y bajo las condiciones prescritas en el artículo
precedente".
Interesa solamente al censualista que la parte de la
finca que quedará gravada o la otra finca en que se cons-
tituya el censo ofrezcan suficiente garantía.
Por esto será motivo justificado para oponerse a la
reducción o traslación del censo "la insuficiencia de la nue-
Manual de Derecho Civil 299

va finca o hijuela para soportar el gravamen" (art. 2037,


inc. 2?). Se considerará insuficiente la finca cuando los
gravámenes que deba soportar excedan de la mitad de su
valor.
El. incumplimiento de las formalidades previstas para
la reducción y traslación del censo dejará subsistente el
censo primitivo (art. 2037, inc. 4 ° ) .

488. Transmisión del censo.—El censo es suscepti­


ble de transmitirse y esta transmisión se verifica conforme
a reglas típicas del censo.
Para decidir concretamente la forma como se trans­
mite el censo, es menester distinguir: a) si se trata de un
censo cuya transmisión no es forzosa, esto es, que no se
ha constituido con cargo de transmitirlo en determinada
forma, y b) si se trata de un censo de transmisión forzosa,
o sea, constituido con cargo de transmitirse perpetuamente
o hasta cierto límite.

489. Censo de transmisión no forzosa.—Cuando el


censo se ha constituido sin cargo de transmitirlo en una
forma determinada, es Ubre el censualista de transferirlo
por acto entre vivos, de transmitirlo por testamento y se
transmitirá abintestato conforme a las reglas generales.
El art. 2043 dispone: "De todo censo que pertenezca
a una persona natural o jurídica, sin cargo de restitución o
transmisión, y sin otro gravamen alguno, podrá disponer
el censualista entre vivos o por testamento, o lo transmi­
tirá abintestato, según las reglas generales".

490. Censo de transmisión forzosa.—Por el contra­


rio, si el censo es de transmisión forzosa, no puede el cen­
sualista transferirlo por acto entre vivos, ni disponer por
testamento, sino que se sucederá conforme a las reglas
establecidas "por el acto constitutivo del censo o de la N
300 Ramón Meza Barro»

antigua vinculación que se baya convertido en é l " (art.


2044).
El acto constitutivo del censo puede haber previsto
la forma de la sucesión y, en tal caso, regirá la voluntad
del fundador. Este orden de sucesión se denomina irre­
gular.
Pero si no se ha previsto la forma de suceder en el
censo en el acto constitutivo, se observarán las reglas su­
pletorias que establece la ley. Este orden de sucesión se
denomina regular.
El art. 2044 dispone que "en lo que dicho acto .cons­
titutivo no hubiere previsto, se observará el orden regular
de sucesión descrito en el siguiente artículo".

4 9 1 . Orden regular de sucesión.—En el silencio del


acto constitutivo se aplican, pues, las reglas legales.
E s menester destacar que se ha apartado el legislador
de las reglas de la sucesión intestada. El censo se trans­
mite conforme a normas especiales.
Gada uno de los llamados expresamente al goce del
censo forma una línea, que está integrada por su descen­
dencia legítima.
La línea es el primer factor determinante para gozar
del censo. Los que pertenecen a la línea del primer lla­
mado excluyen a toda otra persona.
Dentro de cada línea es precisó atender al grado de
parentesco. Los parientes de grado más próximo excluyen
a los de grado más remoto. Así, el hijo excluye al nieto.
Pero debe advertirse que, para determinar el grado, tiene
lugar el derecho de representación.
Por fin, dentro de cada grado, prefiere la edad y el
m
mayor excluye al menor .

I M
La Ley N* 5.321 abolió la prioridad concedida, dentro de cada
grado, al varón sobre la hembra.
Manual de Derecho Civil 301

Las reglas anteriormente esbozadas se concretan en


el Código en la forma siguiente:
a) Al primer llamado sucederán sus descendientes
legítimos, personalmente o representados, de grado en gra­
do, y dentro de cada grado el de más edad excluirá al
menor (art. 2045, N? 1?).
b) Fallecido el censualista sin dejar descendencia legí­
tima, se subirá a su ascendiente de grado más próximo de
la misma línea de quien exista descendencia legítima y
sucederá esta descendencia, de grado en grado, excluyendo
el mayor al menor, dentro de cada grado (art. 2045,
N? 2?).
c) Agotada la descendencia legitima del primer lla­
mado, sucederá el segundo o tercer llamado y su descen­
dencia legítima, en la forma indicada (art. 2045, N? 3°).
492. Caso de agotarse la descendencia legítima de
todos los llamados.—Agotada la descendencia legítima de
todos los llamados expresamente por el acto constitutivo,
el último censualista tendrá derecho a disponer del censo
por acto entre vivos o por testamento, o lo transmitirá
abintestato según las reglas generales.
Esta regla tiene dos excepciones:
a) Se exceptúa el caso de que el censo se hubiere
constituido en sustitución de una antigua vinculación fa­
miliar.
En este caso, se subirá al fundador de la vinculación
y se entenderán tácitamente sustituidas a los expresamente
llamados por él las personas que sin ellos le habrían suce­
dido abintestato.
Estos presuntos herederos abintestato darán comienzo
a otras tantas líneas, que se sucederán una a otra según el
orden regular de edad de los respectivos troncos; y dentro
de cada línea se sucederá igualmente según el orden regu­
lar, aunque otro haya sido el orden establecido por el fun­
dador (art. 2046, inc. 1?).
302 Ramón Meza Barros

Agotadas todas las lineas de sustitución, el último


censualista podrá disponer, en la forma antes indicada, a
menos que el censo esté gravado en favor de u n objeto
pío o de beneficencia (art. 2046, inc. 2?).
b ) Se exceptúa igualmente «1 caso de que el censo
estuviere gravado a favor de un objeto pío o de benefi-
cencia.
E n este caso pasará el derecho de censo a una fun-
dación o establecimiento pío o de beneficencia elegido por
el Presidente de la República y dicha fundación o esta-
blecimiento gozará del censo con los gravámenes a que
estuviere afecto (art. 2 0 4 7 ) .

4 9 3 . Alcance del llamamiento o exclusión de una per-


sona al goce del censo.—En el orden regular, en que se
sucede por líneas y tiene lugar el derecho de representa-
ción, los llamados o excluidos se presumirán serlo con
toda su descendencia y para siempre (art. 2048).
Esta presunción no podrá ser desvirtuada sino por
disposiciones expresas del acto constitutivo.
D e este modo, si se llama al goce del censo a los dos
hijos mayores de Juan, con exclusión de un tercero, sólo
la descendencia de los dos llamados formará línea y la del
tercero quedará para siempre excluida.

494. Descendencia natural e ilegítima.—Los llama-


dos al goce de un censo se entienden serlo con su descen-
dencia legítima.
N o se entenderán llamados los hijos naturales sino
cuando expresamente lo sean en el acto constitutivo; y en
tal caso sucederán sólo aquellos que hayan sido reconoci-
dos con las formalidades legales (art. 2050, inc. 1?).
Los hijos simplemente ilegítimos no gozarán, en nin-
gún caso, de este derecho; pero podrán ser llamados di-
recta y nominativamente como personas extrañas (art.
2050, inc. 2?).
Manual de Derecho Civil 303

4 9 5 . Hijos legitimados.—Los hijos legitimados se


encuentran, en general, en la misma condición que los le-
gítimos (art. 3 5 ) .
Pero como en el censo tiene considerable importan-
cia la edad, el legislador ha debido dictar la norma del art.
2049: "Concurriendo con otros hijos legítimos los legiti-
mados por matrimonio, se contará la edad del legitimado
desde el día de la legitimación".
La aplicación de esta regla puede traer como conse-
cuencia que el hijo menor excluya al mayor.
Y añade el art. 2 0 4 9 : "Concurriendo legitimados en-
tre sí, se contará la edad de cada legitimado desde el día
de su nacimiento".

496. Concurrencia de hermanos gemelos.—Como en


el mismo grado prefiere el d e más edad, tiene importancia
decidir cuál es mayor de los dos hermanos que nacen d e
un mismo parto.
Preferirá aquel de los gemelos que baya nacido pri-
mero; pero si no pudiere saberse la prioridad de los na-
cimientos, "se dividirá entre ellos el censo por partes igua-
les, y en cada una de ellas se sucederá al tronco en con-
formidad al acto constitutivo" (art. 2 0 5 1 ) .

497. Censos incompatibles.—Son incompatibles los


censos que una persona no puede gozar conjuntamente.
En caso de incompatibilidad, podrá optarse por aquel
que el interesado desee, y respecto de los otros se enten-
derá excluido para siempre.
El art. 2052 dispone: "Cuando por el orden de su-
cesión hubieran de caber a una misma persona dos censos,
y uno de ellos, según su constitución, fuere incompatible
con el otro, la persona en quien ambos recaigan, con cua-
lesquiera palabras que esté concebida la cláusula de incom-
patibilidad, tendrá la facultad de elegir el que quiera, y se
304 Ramón Meza Barros

entenderá excluida para siempre del otro, personal y repre­


sentativamente; y en este otro se sucederá según el res­
pectivo acto constitutivo, como si dicha persona no hubiese
existido jamás".

7'. LA SOCIEDAD

GENERALIDADES

4 9 8 . Disposiciones aplicables.—Tratan de la socie­


dad el Título X X V I I I del Código Civil, el Código de Co­
mercio (Título V I I del Libro I I ) , el Código de-Minería
(Título X I I ) * y diversas leyes especiales.
El Código Civil establece ciertas normas básicas gene­
rales, aplicables a toda especie de sociedad y reglamenta,
en especial, un tipo determinado: la sociedad colectiva
civil.
Las sociedades colectivas mercantiles se rigen por las
disposiciones del Código de Comercio; les son igualmente
aplicables las normas del Código Civil, particularmente las
que rigen las causas de su disolución.
Las sociedades anónimas se encuentran íntegramente
m
regidas por el Código de Comercio y leyes especiales .
El art. 2064 establece que "las sociedades civiles anónimas
están sujetas a las mismas reglas.que las sociedades comer­
ciales anónimas". * *
Las sociedades de responsabilidad limitada se rigen
por la Ley N? 3 9 1 8 , de 14 de mareo de 1923, y, en lo
no previsto en ella y en el pacto social, les son aplicables
las reglas establecidas para las sociedades colectivas (art.
4? de la Ley N? 3.918).

, 2
* Entre las leyes especiales aplicables se encuentra el Decreto con Fuerza de Ley
N* 251, de 20 de mayo de 1931. sobre Compartías de Seguro*. Sociedades
Anónimas y Bolsas de Comercio. /
* El Codito citado se encuentra derogado. En el actual Código de Minería (ley
, 18.248; D. Of. 14 de octubre de 1983) vid. Titulo XI. párrafo 2* (N. del E).
** Derogado. Las sociedades anónimas se rigen hoy íntegramente por la ley 18.046
(D. Of. 22 de octubre de 1981). Sin perjuicio de ello, el DFL N*251 de 1931
mantiene su vigencia respecto de las compartía.» de seguros (N. del E).
Manual de Derecho Civil 305

499. Caracteres del contrato de sociedad.—El con­


trato de sociedad es bilateral, oneroso y conmutativo.
Además es un contrato regularmente consensual e intuito
personae, caracteres que conviene considerar.
a) Por regla general la sociedad es un contrato con­
sensual, que se perfecciona por el solo consentimiento de
las partes.
Los socios se obligan a "poner algo en común", esto
es, a efectuar un aporte. N o es menester para que la so­
ciedad se perfeccione la entrega del aporte porque, en tal
caso, la sociedad revestiría los caracteres de un contrato
real.
La entrega del aporte es el cumplimiento de la obli­
gación fundamental que los socios contraen de poner en
común los bienes que deben integrar el capital de la so­
ciedad.
En el hecho, no obstante, las sociedades de alguna
importancia se otorgan por escrito y, aun, por escritura pú­
blica; sólo de este modo se constituirá, prácticamente, la
sociedad en que se aporten bienes inmuebles para que sea
posible su inscripción en el Registro del Conservador de
Bienes Raíces.
Sin embargo, son solemnes las sociedades civiles anó­
nimas, sujetas a las mismas normas que las sociedades
anónimas comerciales. Sus estatutos deben otorgarse por
escritura pública y someterse a la aprobación del Presiden­
te de la República; además, deben publicarse en el Diario
Oficial e inscribirse en el Registro de Comercio, tanto el
extracto de los estatutos como el Decreto Supremo que
los apruebe y autorice la existencia de la sociedad. *
Son igualmente solemnes las sociedades civiles de res­
ponsabilidad limitada. Se constituyen por escritura pública,
cuyo extracto se ha de inscribir en el Registro de Comercio
y publicarse en el Diario Oficial.
Las sociedades comerciales son siempre solemnes.
• Derogado por la ley 18.046 (D. Of. 22 de octubre de 1981) (N. del E).
306 Ramón Meza Barros

b) La sociedad es un contrato intuito personae, esto


es, la consideración de la persona de los socios es deter-
minante de su celebración.
La comunidad de intereses que genera el contrato de
sociedad supone una recíproca confianza entre los socios
que encuentra diversas manifestaciones.
Por este motivo, por ejemplo, la sociedad termina
normalmente por la muerte de uno de los socios y está
vedado a éstos incorporar a un tercero a la sociedad sin
el consentimiento de los restantes socios.
Este carácter no es común a toda clase de sociedades.
En las sociedades anónimas la persona de los socios es
indiferente; son sociedades de capital. Gomo lógica conse-
cuencia, la muerte de un socio n o disuelve la sociedad y
éstos pueden ceder a quien les plazca su interés en la
compañía.

500. La sociedad es una persona jurídica distinta de


los socios.—El art. 2053, inc. 2?, declara enfáticamente:
"La sociedad forma una persona jurídica distinta de los
m
socios individualmente considerados" .
La personalidad jurídica de la sociedad se genera, re-
gularmente, sin intervención de la autoridad pública; ad-
quiere esta personalidad por el ministerio de la ley, por
el mero hecho de formarse.
Por excepción, las sociedades anónimas requieren de
un decreto del Presidente de la República que autorice su
existencia (art. 427 del C. de Comercio). *
a) Como consecuencia de la personalidad jurídica, las
sociedades tienen u n patrimonio propio, distinto del patri-
monio personal de los socios.

De este modo el Código ha resuelto las vivas controversias de la doctrina


francesa acerca de la personalidad jurídica de las sociedades aviles.
Derogado por la ley 18.046 (D. Oí. 22 de octubre de 1981) (N. del E).
Manual de Derecho Civil 507

Los bienes que los socios aportan a la sociedad dejan


de pertenecerles y pasan a ser del dominio social. P o r este
motivo los acreedores personales d e los socios no pueden
hacer efectivos sus créditos en el patrimonio de la sociedad
(art. 2 0 9 6 ) .
Durante la vigencia de la sociedad, los socios tienen
sólo un crédito contra la sociedad para reclamar su parte
en los beneficios de los negocios sociales.
b) La sociedad tiene una voluntad propia, que es, nor-
malmente, la de la mayoría de los socios.
£1 art. 2074 establece: " E n las deliberaciones de los
socios que tengan derecho a votar, decidirá la mayoría de
votos, computada según el contrato, y si en éste nada se
hubiere estatuido sobre ello, decidirá la mayoría numérica
de los socios. Exceptúanse los casos en que la ley o el
contrato exigen unanimidad, o conceden a cualquiera de
los socios el derecho de oponerse a los otros".
Toda modificación sustancial del contrato debe ser
acordada unánimemente, salvo que el contrato mismo esta-
?
tuya otra cosa (art. 2054, inc. 3 ) .
c) La sociedad tiene un nombre propio o razón social.

No reglamenta el Código Civil el nombre de las sociedades.


En cambio, el Código de Comercio previene que, en las socie-
dades colectivas comerciales, la razón social se forma con la enun-
ciación del nombre de todos los socios o de alguno de ellos, con la
agregación de las palabras "y compañía" (art. 36? del C. de Co-
mercio).
En las sociedades de responsabilidad limitada la razón social
se forma con el nombre de uno o más de los socios o una referencia
al objeto social, para terminar con la palabra "limitada" (art. 4* de
la Ley N* 3.918).

5 0 1 . Sociedad y comunidad.—La sociedad tiene cier-


to parentesco con la comunidad; median entre ambas ins-
tituciones, sin embargo, diferencias profundas.
308 Ramón Meza Barros

a) La sociedad, por de pronto, difiere de la comuni­


dad en cuanto a su origen.
Como elemento esencial, la sociedad requiere el con­
sentimiento de los socios, mientras que el consentimiento
de los comuneros no es esencial en la comunidad.
Suele la comunidad tener su origen en un acuerdo de
voluntades, como cuando varias personas adquieren un bien
en común; pero las más de las veces se formará la comu­
nidad sin que intervenga el consentimiento de los comu­
neros, aunque provenga de un hecho voluntario. Los here­
deros que aceptan la herencia ejecutan un acto voluntario,
pero la comunidad resultante no proviene de un acuerdo
de voluntades encaminado a crearla.
La sociedad, en suma, es un contrato; la comunidad,
1S
un cuasicontrato *.
b ) La sociedad es una persona jurídica diversa de los
socios considerados individualmente; los bienes sociales no
pertenecen a los socios sino que a la sociedad.
N o constituye la comunidad, en cambio, una persona
jurídica; los bienes comunes pertenecen a los socios pro
indiviso.
c) La sociedad es poderoso factor de progreso econó­
mico, de desarrollo de la riqueza pública y privada. Por
este motivo el legislador la protege y fomenta.
La comunidad es un estado pasivo que el legislador
mira con desagrado porque entraba el progreso económico;
por este motivo repudia los pactos tendientes a perpetuarla.

FJ Código de Minería, sin embargo, reglamenta un tipo de sociedad que no


tiene un origen contractual, sino que proviene de un Iveclio: "Por el hecho
de que don o mis personas inscriban una hianifestación formulada en
común, o por el hecho de que una o más inscriban, a cualquier título, parte
o cuota de una pertenencia inscrita a nombre de una sola persona, nace una
sociedad minera que, por el solo ministerio de la ley. forma una persona
jurídica" (art. 136).
FJ Código citado se encuentra derogado. En el actual Código de Minería
(ley 18.248. D. Of. 14 de octubre de 1983). vid. Título XI. párrafo 2".
arts. 173 y ss. (N. del E).
Manual de Derecho Ovil 309

2. E L E M E N T O S DEL C O N T R A T O DE SOCIEDAD

502. Enunciación.—Además de los requisitos o con­


diciones generales que son propios de todo contrato, la
sociedad debe reunir los siguientes que son característicos:
1) Aporte de los socios;
2) Participación en las utilidades;
3) Contribución a las pérdidas, y
4) Affectio societatis o intención de formar Sociedad.

Aporte de los socios

503. Necesidad de un aporte.—Por definición la so­


ciedad es un contrato en que los socios convienen "poner
algo en común" con el propósito de compartir los benefi­
cios (art. 2 0 5 3 ) . El art. 2055 dispone que " n o hay socie­
dad, si cada uno de los socios no pone alguna cosa en
común".
La necesidad de efectuar un aporte resulta de que la
sociedad, para llevar a cabo sus fines, debe contar con un
patrimonio propio que le permita realizarlos.
El conjunto de los aportes debe formar un fondo
común, destinado a explotarse con miras a un mutuo be­
neficio.

504. Objeto del aporte.—El aporte de los socios


puede consistir en dinero u otros bienes raíces o muebles,
en una industria, servicio o trabajo apreciable en dinero
(art. 2055, inc. 1?).
De este modo, el aporte puede consistir en bienes de
la más variada índole y aun en una industria, trabajo o
servicio, que, más bien que bienes propiamente dichos, son
instrumentos para la adquisición de nuevos bienes.
No es menester que los «portes sean del mismo valor
ni de la misma naturaleza. Importa sólo que los socios
510 Ramón Meza Barro*

efectúen un aporte. Una participación en las utilidades a


quien no pone algo en común entraña una donación, some-
tida a las reglas de la donación entre vivos.

5 0 5 . Requisitos del aporte.—El aporte de los socios


debe reunir los siguientes caracteres:
a) Debe ser apreciable en dinero, y
b ) Debe efectuarse a título singular.
Conviene examinar estos caracteres que ha de reunir
el aporte de los socios:
a) Los aportes que los socios se comprometen a efec-
tuar deben ser susceptibles de estimación pecuniaria, apre-
ciables en dinero.

El art. 352 del Código de Comercio establece que la escritura


de sociedad deberá expresar el capital que aporta cada socio y el
valor que se -asigne a los aportes que consistan en muebles o en
inmuebles, y la forma en que debe hacerse el justiprecio de lo*
mismos apones en caso de que no se les haya asignarlo valor alguno.

De este modo, el crédito comercial de una persona


puede ser materia d e aporte, puesto que constituye un
poderoso factor de éxito; no podría serlo e l crédito o in-
fluencia política cuyo aporte es manifiestamente inmoral.
b ) El aporte, además, debe verificarse a título sin-
gular.
"Se prohibe toda sociedad a título universal, sea de
bienes presentes y venideros, o de unos u otros" (art.
2056, inc. 1?). "Se prohibe, asimismo, toda sociedad de
ganancias a titulo universal, excepto entre cónyuges" (art.
2056, inc. 2?).
Sociedad universal de bienes presentes o futuros es
aquella en que los socios estipulan poner en común la to-
talidad de su patrimonio actual o venidero. Sociedad a
título universal de ganancias es aquella en que los socios
Manual de Derecho Civil 31:

se comprometen a compartir la totalidad de los beneficios


que obtengan en sus respectivas actividades.
Solamente tolera el legislador una sociedad a título
universal de ganancias entre cónyuges; pero la sociedad
conyugal, en verdad, sólo tiene de sociedad el nombre.
El Código Civil francés admite y reglamenta las so­
ciedades a titulo universal de ganancias y de bienes pre­
sentes.

2. Participación en las utilidades

506. Todos los socios deben participar en los bene­


ficios.—La sociedad persigue u n fin de lucro con el objeto
de repartir el provecho entre los asociados. La persecución
de esta finalidad es de la esencia de la sociedad.
El art. 2 0 5 5 declara que "tampoco hay sociedad sin
participación de beneficios".
Todos los socios deben participar en los beneficios.
No hay sociedad si se conviene en atribuir todos los bene­
ficios a algunos socios con exclusión de otros.

507. Los beneficios deben ser estimables en dinero.—


El beneficio que los socios obtengan, del mismo modo que
sus aportes, deben ser de carácter pecuniario; n o se con­
sidera beneficio el de índole solamente moral.
El art. 2055, inc. 3°, previene: " N o se entiende por
beneficio el puramente moral, no apreciable en dinero".

508. El derecho del socio supone que la sociedad


obtenga utilidades.—El derecho de los socios de participar
en los beneficios supone que la sociedad obtenga utilidades.
Una remuneración fija, que debe pagarse independien­
temente del resultado de los negocios sociales, n o importa
una participación en los beneficios. Importa una remune­
ración del capital, industria o trabajo y quien la recibe no
debe ser considerado como socio.
312 Ramón Meza Barros

£1 art. 2086 establece categóricamente: "Si por el


acto constitutivo de la sociedad se asegura a una persona
que ofrece su industria una cantidad fija que deba pagár-
sele íntegramente aun cuando la sociedad se halle en pér-
dida, se mirará esta cantidad como el precio de su indus-
tria, y el que la ejerce no será considerado como socio".
Si al que aporta su industria se le asigna una cuota
del eventual beneficio que la sociedad obtenga, nada podrá
reclamar cuando la sociedad haya experimentado pérdidas,
aun cuando la cuota asignada se le haya reconocido como
precio de su industria (art. 2089, inc. 2°).
Pero la regla es mucho más general: si se asigna en
retribución del aporte una cantidad fija, el aportante no
es socio.

509. Forma en que se distribuyen los beneficios.—


La distribución de los beneficios puede hacerse en la for-
ma que determinen las partes contratantes o un tercero,
y en su defecto, la hace la ley.
a) La distribución de los beneficios se hará, en primer
término, como los socios hayan acordado. £1 art. 2066
establece que "los contratantes pueden fijar las reglas que
tuvieren por convenientes para la división de ganancias y
pérdidas".
b) La forma como debe efectuarse la distribución
puede entregarse al arbitrio de un tercero. £1 fallecimiento
del tercero, u otra causa que le impida cumplir su come-
tido', trae como consecuencia que la sociedad no llegue a
formarse.
La decisión del tercero no es susceptible de reclamo,
a menos que lo resuelto "fuere manifiestamente inicuo";
la reclamación no es admisible pasados tres meses desde
que la resolución del tercero fue conocida del reclamante,
o si ha empezado a ponerse en ejecución por él (art. 2067,
inc. 1?). . -
Manual de Derecho Qvil 313

La determinación de la forma como deben compar-


tirse las utilidades no puede quedar entregada al arbitrio
m
de ninguno de los socios (art. 2067, inc. 2?) .
c) La ley, en fin, en el silencio de las partes, esta-
blece que la participación en las utilidades será proporcio-
nal a] aporte.
El art. 2068 establece que " a falta de estipulación
expresa, se entenderá que la división de los beneficios debe
ser a prorrata de los valores que cada socio ha puesto en
el fondo social".

510. Participación del socio industrial.—El socio in-


dustrial aporta su "industria, servicio o trabajo". A falta
de estipulación ¿cuál será su participación en los bene-
ficios?
Como resulta inaplicable la regla que hace la parti-
cipación proporcional al aporte, no cabe otra solución equi-
tativa sino que la determinación la efectúe el juez.
En efecto, el art. 2069 dispone que "si uno de los
socios contribuyere solamente con su industria, servicio o
trabajo, y no hubiere estipulación que determine su cuota
en los beneficios sociales, se fijará esta cuota en caso nece-
sario por el juez".
El Código de Comercio, en cambio, establece una regla diversa
y manifiestamente injusta: "el socio industrial llevará en las ganan-
cias una cuota igual a la que corresponda al aporte más módico"
(art. 383 del C. de Comercio).

5 1 1 . Forma de la contribución.—El propósito de ob-


tener beneficios y de compartirlos suele frustrarse y resul-
1 1 7
Es notoria la analogía de estas reglas con las que señalan los
ara. 1808 y 1809 que regulan la fijación del precio en el con-
trato de compraventa.
314 Ramón Meza Barros

tar de las operaciones sociales una perdida que los socios


deben igualmente compartir.
Los socios contribuirán a las perdidas en la forma
prevista en el contrato. A falta de estipulación debe ha-
cerse la distribución d e las pérdidas " a prorrata de la di-
visión de los beneficios" (art. 2 0 6 8 ) .
En otras palabras, en defecto de estipulación, los so-
cios deben concurrir a las pérdidas en la misma forma en
que participan de los beneficios, esto es, a prorrata de sus
aportes!
En cuanto al socio industrial, el art. 2069 dispone que
"si ninguna estipulación determinare la cuota que le quepa
en las pérdidas, se entenderá que no le cabe otra que la
de dicha industria, trabajo o servicio".

El art. 383 del Código de Comercio, ocupándose de las socie-


dades mercantiles, declara que al socio industrial no le cabe soportar
pane alguna en las pérdidas. Es un error: el socio industrial pierde
.su trabajo.

512. Regla del art. 2070.—La parte que a cada socio


corresponde en los beneficios y en las pérdidas debe calcu-
larse "sobre el resultado definitivo de los negocios socia-
les". Tal es la regla fundamental del art. 2070, inc. 2?.
De aquí se sigue una doble consecuencia:
a ) Los negocios en que la sociedad sufre pérdidas
deben compensarse con aquellos en que reporta beneficios
(art. 2070, inc. 2?).
b ) La distribución de las utilidades y pérdidas no se
entenderá ni respecto de la gestión de cada socio, ni res-
pecto de cada negocio en particular (art. 2070, inc. 1?).
El resultado definitivo de los negocios de la sociedad
no puede conocerse sino cuando ésta tenga fin. Pero es
obvio que los socios, capitalistas o industriales, no se resig-
narán a esperar, a menudo varios años, para percibir los
Manual de Derecho Civil 315

beneficios que persiguen. Generalmente, por esto, en la


práctica, se aplicarán las cuotas de beneficios o pérdidas
a los resultados del balance anual.
Puede resultar, como consecuencia de esta práctica,
que el socio gire en exceso sobre lo que le corresponda
en definitiva. En tal caso, el socio que reciba a cuenta
mayor cantidad de beneficios de los que le correspondan
según el resultado definitivo de las operaciones, devolverá
el exceso.
"Sin embargo, los socios comanditarios o anónimos
no son obligados a colacionar los dividendos que hayan
recibido de buena fe" (art. 2070, inc. 3 ° ) .

4. Intenrían de formar sociedad

5 1 3 . La affectjo societatis.—La doctrina señala un


último elemento del contrato de sociedad: la affectio so-
cietatis. Las partes deben contratar con el propósito de
asociarse, con la intención de formar sociedad.
Este elemento diferencia al contrato de sociedad de
otros contratos, por ejemplo, de un contrato de trabajo en
que la remuneración del empleado consista en una parti-
cipación en las utilidades.
Cada parte efectúa un aporte: el empleado aporta su
trabajo. El contrato se celebra con el fin de lograr un
beneficio que los contratantes deben compartir. En fin,
cada parte contribuye a las pérdidas; si las hubiere, el em-
pleado perderá su tiempo y su trabajo.
Sin embargo, no existe sociedad porque las partes no
han tenido la intención de formarla: falta la affectio socie-
tatis.
Las consecuencias prácticas de la distinción son im-
portantes. El empleado no puede oponerse a la ejecución
por el empleador de los actos trae éste desee realizar; no
tiene ninguna responsabilidad en las deudas sociales; puede
316 Ramón Meza Barro*

ser despedido y la participación que le corresponda no ha-


brá de ser inferior al sueldo vital. Su situación, bajo todos
estos respectos, sería muy diversa si se le considera como
socio.

514. Sociedad de hecho.—La falta de los requisitos


que son de su esencia trae como resultado que el contrato
no produzca efecto alguno o degenere en uno diverso del
contrato de sociedad.
El art. 2057 prescribe que si de hecho se forma una
sociedad "que no pueda subsistir legalmente, ni como so-
ciedad, ni como donación, ni como contrato alguno, cada
socio tendrá la facultad de pedir que se liquiden las ope-
raciones anteriores y de sacar sus aportes".
Por su parte, el art. 2058 añade: "La nulidad del
contrato de sociedad no perjudica a las acciones que corres-
ponden a terceros de buena fe contra todos y cada uno
de los asociados por las operaciones de la sociedad si exis-
tiere de hecho".

El art. 363 del Código de Comercio consagra una regla im-


portante: "El que contratare con una sociedad que no ha sido legal-
mente constituida, no puede sustraerse por esta razón al cumpli-
miento de sus obligaciones".

3. DIFERENTES ESPECIES DE SOCIEDAD

515. Sociedades civiles y comerciales.—-Atendiendo


al objeto o fin de la sociedad, puede ser civil o comercial.
Para calificar las sociedades de civiles o mercantiles
la ley atiende a la clase de negocios para que ha sido cons-
tituida o, en otros términos, a la naturaleza de su giro.
Las sociedades comerciales son las que se forman para
negocios que la ley califict de actos de comercio. Las de-
más son sociedades civiles (art. 2 0 5 9 ) .
Manual de Derecho Civil 317

£1 Código de Comercio enumera largamente, en su


?
art. 3 , los actos que se reputan mercantiles.
Tienen las sociedades comerciales muchísimo mayor
importancia que las sociedades civiles; por lo mismo, son
de mayor aplicación las reglas del Código de Comercio que
las rigen. Todavía más, algunas sociedades civiles, como las
anónimas, se reglan por sus disposiciones.*
Puede estipularse que la sociedad civil por su natu-
raleza se sujete a las reglas de la sociedad comercial (art.
2060).

516. Clasificación de las sociedades según su orga-


nización.—El art. 2061 establece que la sociedad, sea civil
o mercantil, puede ser colectiva, en comandita o anónima.
La Ley N? 3.918, de 14 de marzo de 1923, estableció
las sociedades de responsabilidad limitada.
La clasificación atiende tanto a la forma de su admi-
nistración como a la responsabilidad que cabe a los socios
frente a las obligaciones sociales.

517. Sociedades colectivas.—Sociedad colectiva es


aquella en que todos los socios administran por sí o por
un mandatario elegido de común acuerdo (art. 2 0 6 1 ,
inc. 2 V ) .
La ley ha definido las sociedades colectivas, pues, por
la forma que adopta su administración; pero, en verdad,
tal definición no las caracteriza adecuadamente.
Las sociedades colectivas se caracterizan, además, por
las circunstancias siguientes:
a) Los socios responden con sus bienes propios de las
obligaciones sociales, en forma ilimitada, pero proporcional
, 3 S
a sus respectivos aportes .

1 2 1
Véase el N" 553.
* Actualmente los saciedades anónimas se rigen íntegramente por la ley
18.046 (D. Of. 22 de octubre de 1981) (N. del E).

I
18 Ramón Meza Baños

b ) La sociedad forma su nombre o razón social con


el nombre d e todos los socios o de alguno de ellos y las
m
palabras "y compañía" . '
De este modo, el nombre de la sociedad permite a
los que con ella contratan enterarse de que se trata de
una sociedad colectiva. '

518. Sociedades de responsabilidad limitada.—La


ilimitada responsabilidad que impone á los socios la socie-
dad colectiva —proporcional a los aportes en las socieda-
des civiles y solidaria en las comerciales— importa un
grave riesgo.
Los malos negocios de la sociedad ponen a los socios
en peligro de perder no sólo los bienes que pusieron en
común, sino de comprometer seriamente su propio patri-
monio. La sociedad de responsabilidad limitada, como su
nombre lo indica, pone un límite a la responsabilidad de
los socios.
La sociedad se rige, en general, por las mismas reglas
que la sociedad colectiva, con las siguientes salvedades:
a) La responsabilidad de los socios se limita al monto
de sus aportes o de la suma que a más de éstos se indique.
La escritura de sociedad debe contener una expresa decla-
ración en tal sentido.
b ) £1 contrato es solemne. Debe constituirse por es-
critura pública, cuyo extracto debe inscribirse en el Regis-
tro de Comercio del domicilio social y publicarse en el
Diario Oficial.
c) La razón social debe contener el nombre de uno
o más de los. socios o una referencia al objeto de la socie-
dad, para terminar con la palabra "limitada". La omisión

, a
» En realidad, el Código guarda silencio acerca del nombre de
las sociedades colectivas; el Código de Comercio, en tu art.
36$, señala la norma apuntada.
Manual de Derecho Civil Í Í 9

de esta palabra hace responsables solidariamente a los socios


de las operaciones sociales.

519. Sociedades anónimas.—La sociedad anónima


tiene, entre nosotros, una extraordinaria importancia. Prác-
ticamente todos los negocios de alguna envergadura se
explotan por sociedades de esta clase.
Permite la sociedad anónima reunir grandes capitales
y sustancialmente se caracteriza porque es una sociedad de
capitales más bien que de personas.
El Código las define: "Sociedad anónima es aquella
en que el fondo social es suministrado por accionistas que
sólo son responsables por el valor de sus acciones, y no
es conocida por la designación de individuo alguno, sino
por el objeto a que la sociedad se destina" (art. 2 0 6 1 ,
i a o
inc. 4?) .*
En líneas generales, las características de esta clase
de sociedad son las siguientes:
a) La administración no corresponde a todos los so-
cios, sino que está a cargo de mandatarios revocables de-
signados en la forma, por el tiempo y con las facultades
que prevén los estatutos.
Tales mandatarios, conocidos comúnmente con el nom-
bre de directores, constituyen el directorio o consejo d e
administración de la sociedad.
b ) La responsabilidad de los socios se limita al monto
de sus aportes o acciones (art. 2 0 9 7 ) .
c) El nombre de la sociedad resulta comúnmente de
su objeto —Banco de Chile, Compañía Cervecerías Uni-

1 5 0
Mía breve y completa ex la definición del art. 424 del C. de Comercio:
"La sociedad anónima es una persona jurídica formada por la reunión de
un fondo común, suministrado por accionistas responsables sólo hasta el
monto de sus respectivos anortes, administrada por mandatarios revoca-
bles y conocida por la designación del objeto de la empresa".
* Derogado por la ley 18.046 (D. Of. 22 de octubre de 1981) (N. del E.).
320 Ramón Meza Barros

das— y si excepcionalmente lleva el nombre de un socio,


se agregan a este nombre las expresiones "sociedad anóni-
m a " o las iniciales "S.A.".
d ) La sociedad anónima es siempre solemne y es la
única sociedad que requiere para su existencia de una au-
torización de la autoridad pública (art. 427 del C. de Co-
1 3 1
mercio) .

520. Sociedades en comandita.—La sociedad en co-


mandita es aquella "en que uno o más de los socios se
obligan solamente hasta concurrencia de sus aportes" (art.
2061, inc. 3?).
Sus características son:
a) La sociedad en comandita tiene dos clases de so-
cios: socios gestores y socios comanditarios. Los socios
comanditarios no tienen ninguna injerencia en la adminis-
tración que corresponde exclusivamente a los socios ges-
tores.
b ) Los socios gestores son responsables de la misma
manera que los socios colectivos y en sus relaciones entre
sí y con terceros se aplican las reglas de las sociedades
colectivas (art. 2 0 6 3 ) . Los socios comanditarios respon-
den hasta la concurrencia de sus aportes (art. 2 0 9 7 ) .
c) La razón social- se forma con el nombre de los
socios gestores únicamente. El art. 2062 establece: "Se
prohibe a los socios comanditarios incluir sus nombres en
la firma o razón social, y tomar parte en la administración".
La contravención "les impondrá la misma responsabi-
lidad que a los miembros de una sociedad colectiva" (art.
2062, inc. 2?).

Empresas tales como los bancos y las compañías de seguros,


deben necesariamente organizarse como sociedades anónimas.
Manual de Derecho Civil 321

4. ADMINISTRACIÓN DE LA SOCIEDAD COLECTIVA

5 2 1 . A quién compete la administración.—La socie­


dad colectiva se caracteriza porque la administración corres­
ponde a todos los socios, por sí o por medio de manda­
tarios designados de común acuerdo (art. 2 0 6 1 , inc. 2°).
Por consiguiente, es menester distinguir dos situacio­
nes diversas: a) los socios han designado para la adminis­
tración de la sociedad uno o varios administradores, y b )
los socios no han efectuado tal designación.

522. Caso en que la administración se confía a uno


o varios administradores.—La designación de administra­
dores puede efectuarse por una cláusula especial del con­
trato de sociedad o por un acto posterior.
Tal es la regla del art. 2 0 7 1 , inc. 1°: "La adminis­
tración de la sociedad colectiva puede confiarse a uno o
más de los socios, sea por el contrato de sociedad, sea por
acto posterior unánimemente acordado".

523. Designación del administrador en el pacto so­


cial.—La designación del administrador en el pacto social
hace razonablemente suponer que el contrato se ha cele­
brado en consideración a que la administración estará con­
fiada a determinada persona.
-El inc. 2° del art. 2071 establece que si la designación
se ha hecho en el contrato mismo, "las facultades admi­
nistrativas del socio o socios forman parte de las condi­
ciones esenciales de la sociedad, a menos de expresarse otra
cosa en el mismo contrato".
Una doble consecuencia se sigue de que se repute
como una condición esencial la designación de administra­
dor: no puede renunciar ni ser removido sino por causa
legítima.
a) Por de pronto, no es lícito al socio administrador
renunciar "sino por causa prevista en el acto constitutivo,
322 Ramón Meza Barros

o unánimemente aceptada por los consocios" (art. 2072,


inc. 1?).
b) Además, no puede el socio administrador ser re­
movido "sino en los casos previstos o por causa grave";
debe tenerse por tal la que le haga indigno de confianza
o incapaz de administrar útilmente, esto es, su infidelidad o
ineptitud (art. 2072, inc. 2?).
Cualquiera de los socios puede pedir la remoción del
socio gestor, justificando la causa.

524. Consecuencias de la renuncia o remoción del


administrador.—La renuncia o remoción del administrador
como condición esencial que es del contrato, pone fin a
la sociedad. Así ocurre indefectiblemente cuando la remo­
ción o renuncia tiene lugar sin causa legítima (art. 2072,
inc. 3?).
El art. 2073 prevé, sin embargo, las condiciones en
que la sociedad puede continuar, a pesar de la remoción
o renuncia del administrador designado en el contrato.
a) En el caso de justa renuncia o justa remoción del
administrador, podrá continuar la sociedad "siempre que
todos los socios convengan en ello y en la designación de
un nuevo administrador o en que la administración perte­
nezca en común a todos los socios" (art. 2073, inc. 1?).
b) Si hubiere varios administradores, podrá continuar
la sociedad,- "acordándose unánimemente que ejerzan la
administración los que restan" (art. 2073, inc. 2?).

525. Nombramiento del administrador por acto


posterior al contrato de sociedad.—Muy diversa es la si­
tuación del administrador designado por un acto posterior
al pacto social.
El nombramiento del administrador, en tal caso, no
es condición esencial de la sociedad; su renuncia o remo­
ción no requiere expresión de causa y no influye en la exis­
tencia de la sociedad.
Manual de Derecho Civil 323

£1 art. 2074 expresa: "La administración conferida


por acto posterior al contrato de sociedad puede renun-
ciarse por el socio administrador y revocarse por la mayo-
ría de los consocios, según las reglas del mandato ordi-
nario"
Nótese que el nombramiento del administrador exige
el acuerdo unánime de los socios, mientras que la remo-
, M
ción requiere solamente la mayoría .

526. Caso en que no se haya designado administra-


dor.—En el caso de que no se haya designado admini-
trador, en el contrato mismo o en acto posterior, la ad-
ministración compete a todos los socios.
Tal es la lógica regla que establece el art. 2 0 8 1 : "Se
entenderá que cada uno de ellos ha recibido de los otros
el poder de administrar".

527. Formas de la administración: distinción.—La


forma como se desenvuelve la administración depende d e
las personas a quienes se encuentra encomendada.
La administración puede estar confiada: a) a un ad-
ministrador; b ) a varios administradores, y c ) a todos los
socios.

528. Administración por un administrador.—El ad-


ministrador goza de libertad e independencia para admi-
nistrar los negocios sociales.
En su gestión no requiere consultar a sus consocios
y, aun, puede actuar contra el parecer de los demás. Si la

»»» Víase el N? 626.


, M
El Código ha resuelto, de este modo, arduas discusiones que
tienen lugar en la doctrina francesa. Para unos, el acuerdo
debe ser unánime; para otros, basta la mayoría. Por fin, hay
quienes piensan que podría resultar la revocación de la vo-
luntad de un socio porque el administrador no representaría
ya la voluntad de todos los asociados.
324 Ramón Meza Barro*

voluntad unánime de los socios le ha investido del poder


de administrar, es natural que no puedan contradecirle en
el desempeño de sus funciones.
El art. 2075 dispone al respecto: "El socio a quien
se ha conferido la administración por el contrato de socie-
dad o por convención posterior, podrá obrar contra el pa-
recer de los otros".
Deberá el socio administrador, sin embargo, sujetarse
a las restricciones legales y a las que se le hayan impuesto
en el mandato respectivo.
Con todo, la mayoría de los socios podrá oponerse
"a todo acto que no haya producido efectos legales" (art.
2075, inc. 2?). En otros términos, la oposición de la ma-
yoría de los socios impedirá que el administrador lleve a
cabo los setos en proyecto; pero la oposición resulta ine-
m
ficaz ante los actos consumados .

529. Administración por varios administradores.—


Cuando la administración se confía a varios administrado-
res, cada cual, indistinta y separadamente, está investido
de la facultad de administrar, a menos de estipularse que
han de obrar de consuno.
El art. 2076 previene: "Si la administración es con-
ferida, por el contrato de sociedad o por convención pos-
terior, a dos o más de. los socios, cada uno de los admi-
nistradores podrá ejecutar por sí solo cualquier acto admi-
nistrativo, salvo que se haya ordenado otra cosa en el tí-
tulo de su mandato".
Si el título de su mandato prescribe que los admi-
nistradores obrarán de consuno, no podrán actuar separa-
damente "ni aun a pretexto de urgencia" (art. 2076,
inc. 2?).

i" Véase el art. 388 del C de Comercio.


Manual de Derecho Civil 325

530. Facultades de los administradores.—Las facul-


tades de los administradores serán las que las partes hayan
señalado; debe el administrador ceñirse a los términos de
su mandato.
A falta de estipulación que fije las atribuciones del
administrador, "se entenderá que no le es permitido con-
traer a nombre de la sociedad otras obligaciones, ni hacer
otras adquisiciones o enajenaciones, que las comprendidas
en el giro ordinario de eÜa" (art. 2 0 7 7 ) . '
El objeto de la sociedad determina las atribuciones
del administrador, porque obviamente debe entenderse que
los socios han querido dotarle de todas aquellas facultades
que sean conducentes a la realización de los fines sociales.
Corresponde al administrador cuidar de la conserva-
ción, reparación y mejora de los bienes que forman el
capital de la sociedad, actos típicos de administración.
En cambio, no le es lícito dar en prenda los bienes
sociales, ni hipotecarios, ni alterar su forma, aunque las
alteraciones le parezcan convenientes (art. 2078, inc. 1?).

Concordante con estas ideas, el art. 395 del Código de Co-


mercio dispone: "Los administradores delegados representan a la
sociedad judicial y cxtrajudicialmcnte; pero si no estuvieren inves-
tidos de un poder especial, no podran vender ni hipotecar los bienes
inmuebles por su naturaleza o su destino, ni alterar su forma, ni
transigir, ni comprometer los negocios sociales de cualquiera natu-
raleza que fueren".
Sin embargo, el art. 396 añade: "Las alteraciones en la forma
de los inmuebles sociales que el administrador hiciere a vista y pa-
ciencia de los socios, se entenderán autorizadas y aprobadas por
estos para todos los efectos legales".

Pero podrá ocurrir que los bienes sociales requieran


alteraciones o transformaciones urgentes. Podrá llevarlas a
cabo, en tal caso, a condición de que sean "tan urgentes
>26 Ramón Meza Barro»

que no le hayan dado tiempo para consultar a los conso-


cios" (art. 2078, inc. 2 ? ) .
Concurriendo los requisitos apuntados, se considerará
al administrador que las efectúa como oficioso de la so-
l
ciedad " .

5 3 1 . . Efectos d e los actos del administrador.—El ad-


ministrador, como se ha dicho, debe ceñirse a los términos
de su mandato y, en su defecto, a las normas legales.
Como es lógico, solamente los actos ejecutados por
el administrador dentro de la órbita de sus atribuciones
obligan a la sociedad; los actos que ejecute excediéndose
de sus facultades obligan personalmente al administrador.
Tal es la regla del art. 2079: " E n todo lo que obre
dentro de los límites legales o por poder especial de sus
consocios, obligará a la sociedad; obrando de otra manera,
él solo será responsable".
La disposición aplica, lisa y llanamente, las reglas ge-
, 3 0
nerales del mandato .

. 5 3 2 . Obligación de rendir cuenta.—Para que los so-


cios excluidos d e la administración tomen conocimiento de
la marcha de los negocios sociales, los administradores
deben rendir cuenta de su gestión en la época prefijada
o, a lo menos, una vez al año.
El art. 2080 les impone esta obligación y la época
en que deben cumplirla: "El socio administrador es obli-
gado a dar cuenta de su gestión en los períodos designados
al efecto por el acto que le ha conferido la administración,
y, a falta de esta designación, anualmente".

533. Administración por todos los socios.—La ad-


ministración que, en caso de no haberse conferido a uno

M
" Véase el N* 615.
»• Véase el N* 614.
Manual de Derecho Qvil 327

o más, corresponde a todos los socios, está sujeta a las


mismas reglas antes indicadas.
Los socios tendrán las facultades que se hayan mu-
tuamente otorgado y, en su defecto, no podrán contraer
otras obligaciones, ni hacer otras adquisiciones o enajena-
ciones que las que correspondan al giro ordinario de la
sociedad.
Sin embargo, el art. 2081 consigna algunas reglas apli-
cables al caso en que la administración corresponda a todos
los socios:
a) Cualquiera de los socios tiene derecho a oponerse
a los actos de los demás, mientras esté pendiente su eje-
cución o no hayan producido efectos legales (art. 2 0 8 1 ,
N i 1?).
Cabe preguntarse si el derecho de veto de un socio
es absoluto, de manera que el acto no puede ejecutarse
o si, por el contrario, prevalece el criterio de la mayoría.
Razones de orden práctico, por de pronto, aconsejan
el segundo criterio que adopta el Código de Comercio.

En efecto, el art. 389 prescribe que la oposición suspende


provisoriamente la ejecución del acto o contrato proyectado, hasta
que la mayoría numérica de loa socio* califique su conveniencia o
inconveniencia. El art. 390 añade que el acuerdo de la mayoría
obliga a la minoría sólo cuando recae sobre actos de simple admi-
nistración o sobre disposiciones comprendidas en las operaciones
designadas en el contrato social. Si no se produce mayoría, los tocios
deberán abstenerse de ejecutar el acto en proyecto.

b ) Cada socio podrá servirse para su uso personal de


las cosas que forman el haber social con tal que las emplee
según su destino ordinario, y sin perjuicio de la sociedad
y del justo uso d e los otros (art. 2 0 8 1 , N? 2?).
c) Cada socio tiene derecho para obligar a los otros
a que hagan con él las expensas necesarias para la conser-
vación de las cosas sociales ( a r t . 2 0 8 1 , N? 3 ° ) .
328 Ramón Meza Barros

d) Ninguno de los socios podrá hacer innovaciones


en los inmuebles que dependan de la sociedad sin el con­
sentimiento de los otros (art. 2081, inc. 4?).
' No consulta la ley, esta vez, una excepción como la
consignada en el inc. 2? del art. 2078, que reputa agente
oficioso al socio administrador que efectúa innovaciones o
alteraciones tan urgentes que no dan tiempo para consul­
tar a los consocios.
En cambio, la disposición se refiere solamente a los
inmuebles, mientras el art. 2078 prohibe a los socios ad­
ministradores alterar la forma "de los objetos que forman
el capital fijo de la sociedad".

5. OBLIGACIONES DE LOS SOCIOS

534. Distinción.—Los párrafos 5? y 6? del Título


XXVIII se denominan "De las obligaciones de los socios
entre sí" y "De las obligaciones de los socios respecto de
terceros".
No es exacta la denominación del párrafo 5?, puesto
que no se refiere propiamente a obligaciones entre los so­
cios en que unos asuman el papel de acreedores y otros de
deudores.
Las obligaciones de que se ocupa el párrafo 5? son
obligaciones de los socios para con la sociedad y de la so­
ciedad para con los socios.
De este modo distinguiremos: a) obligaciones de los
socios para con la sociedad; b ) obligaciones de la sociedad
para con los socios, y c) obligaciones de los socios respec­
to de terceros'.

1. Obligaciones de los socios para con la sociedad


535. Enunciación.—Las obligaciones que el contrato
impone a los socios para con la sociedad son tres:
a) Obligación de efectuar el aporte prometido;
Manual de Derecho Civil J29
b) Obligación de sanear la evicción del cuerpo cierto
aportado, y
c) Obligación de cuidar, como un buen padre de fa­
milia, los intereses sociales.

a) Obligación de efectuar el aporte

536. El aporte es obligación esencial de la sociedad.—


En virtud del contrato de sociedad los socios estipulan
poner algo en común, se obligan a efectuar un aporte.
El carácter esencial de esta obligación aparece desta­
cado nítidamente en el art. 2055: "no hay sociedad, si
cada uno de los socios no pone alguna cosa en común".
Los aportes deben efectuarse en la forma y tiempo
convenidos. El art. 2087 previene que "a ningún socio
podrá exigirse aporte más considerable que aquel a que se
haya obligado".
Si una mutación de las circunstancias determina que
no pueda obtenerse el objeto de la sociedad sin elevar el
monto de los aportes, "el socio que no consienta en ello
podrá retirarse, y deberá hacerlo si sus consocios lo exi­
gen", termina el art. 2087.
La negativa del socio de elevar su aporte no puede
ser causa de que se frustren los fines de la sociedad.

537. Aportes en propiedad y en usufructo.—El art.


2082 dispone: "Los aportes al fondo social pueden hacerse
en propiedad o en usufructo. En uno y otro caso los fru­
tos pertenecen a la sociedad desde el momento del aporte".
Las consecuencias que derivan de la forma del aporte
revisten considerable importancia.

538. Aporte en propiedad.—El aporte es en propie­


dad cuando el socio se obliga a transferir a la sociedad el
dominio de los bienes aportados. La sociedad, en tal caso,
es un título translaticio de dominio.
330 Meza

Verificada la tradición, conforme a las reglas genera-


les, la sociedad se hace dueña de los bienes aportados.
Para cumplir el aporte, los inmuebles aportados debe-
rán inscribirse, a nombre de la sociedad, en el Registro de
Propiedades del Conservador de Bienes Raíces.

539. Aporte en usufructo.—El aporte es en usufruc-


to cuando el socio se obliga a otorgar a la sociedad sola-
mente el goce de los bienes aportados, esto es, un derecho
de usufructo.
Las relaciones entre el socio que ha efectuado esta
clase de aporte y la sociedad serán las que median entre
el nudo propietario y el usufructuario.
Sin embargo es menester tener presente que en el
usufructo de cosas fungibles "el usufructuario se hace due-
ño de ellas" (art. 7 8 9 ) .

540. Riesgos de la cosa aportada.—El problema de


los riesgos de la cosa aportada se plantea en términos
diversos según la forma del aporte:
a) "Si se aporta la propiedad, el peligro de la cosa
pertenece a la sociedad según las reglas generales, y la
sociedad queda exenta de la obligación de restituirla en
especie" (art. 2084, inc. 1?).
La sociedad debe soportar los deterioros de la cosa
aportada y la perdida que experimente por caso fortuito.
El socio, entre tanto, no ve disminuidos sus derechos en
la sociedad.
El riesgo, en suma, lo soporta la sociedad.
b ) Cuando se aporta el usufructo, "la pérdida o de-
terioro de la cosa, no imputables a culpa de la sociedad,
pertenecerán al*socio que hace el aporte" (art. 2084, inc.
1
2?). Los riesgos son de cargo del socio.
Esta aseveración, con todo, no es bien exacta. Los
riesgos son de cargo del socio en el sentido de que, pere-
Manual de Detecho Civil 331
tiendo la cosa fortuitamente, la sociedad queda liberada de
la obligación de restituirla cuando se disuelva. Pero, desde
otro punto de vista, los riesgos son de la sociedad porque
perderá su derecho de usufructo.
Más exactamente, pues, los riesgos son del socio y de
la sociedad; cada cual perderá el derecho que le pertenece:
el socio la nuda propiedad y la sociedad el usufructo.
El socio conservará su derecho mientras dure la so-
ciedad, puesto que ha cumplido su obligación de otorgarle
1 8 T
el usufructo del bien aportado .
c) Las reglas anteriores sufren importante excepción
cuando el aporte constituye un cuasiusufructo y el usufruc-
tuario, por consiguiente, se hace dueño de los bienes apor-
tados.
Los riesgos son de cargo de la sociedad, en el sentido
de que la pérdida de las cosas aportadas no la libera d¿
la obligación de pagar al socio su valor.
El art. 2084, inc. 3?, expresa que si el aporte en usu-
fructo "consiste en cosas fungibles, en cosas que se dete-
rioran por el uso, en cosas tasadas, o cuyo precio se ha
fijado de común acuerdo, en materiales de fábrica o artícu-
los de venta pertenecientes al negocio o giro de la socie-
dad, pertenecerá la propiedad a ésta con la obligación de
restituir al socio su valor".
La disposición es aplicable a condición de que las
cosas aportadas reúnan los siguientes caracteres:
a) que se trate de cosas fungibles;
b ) que las cosas sean de aquellas que el uso dete-
riora, porque no puede pensarse que la intención de las
partes ha sido que el socio que aporta el goce de tales
cosas las reciba considerablemente menoscabadas al tiempo
de la disolución de la sociedad;

, n 7
Baudry-Lacantinerie, ob. cit., t. III, N* 774.
332 Ramón Meza Barros

• c) que se trate de cosas destinadas a la venta porque


el aporte sería estéril y la sociedad no podría vender di­
chas cosas si tuviera que restituirlas en especie, y
d ) que se trate de cosas que se aportan avaluadas
porque la estimación de su valor pone de manifiesto la
intención de las partes de que sea ese valor el que se
restituya.
El valor que la sociedad debe reintegrar al socio será,
por regla general, el que las cosas tenían al tiempo del
aporte, salvo que las cosas se havan aportado apreciadas,
porqué, entonces, se deberá el.valor de apreciación (art.
2084, inc. 4?).

5 4 1 . Incumplimiento del aporte.—Con arreglo a las


normas generales, el incumplimiento de la obligación de
efectuar el aporte prometido da derecho para pedir la re­
solución del contrato, con indemnización' de perjuicios.
A mayor abundamiento, el, art. 2101 dispone que la
infracción, por hecho o culpa del socio, de la obligación
de poner en común las cosas o la industria a que se obligó
en el contrato, dará derecho a los otros "para dar la socie­
dad por disuelta".
Por su parte, el art. 2083 prescribe: " E l socio que
aun por culpa leve ha retardado la entrega de lo que le
toca poner en común, resarcirá a la sociedad todos los per­
juicios que le haya ocasionado el retardo.
Comprende esta disposición al socio que retarda el
servicio industrial en que consiste su aporte".
Aunque el Código guarda silencio al ocuparse de la
sociedad, es evidente que los socios tienen derecho a reda-'
mar el cumplimiento compulsivo del aporte.

El Código de Comercio, en su art. 379, establece una regla


más perentoria: "El retardo en la entrega del aporte, sea cual hiere
la causa que lo produzca, autoriza a los asociados para excluir de
Manual de Derecho Civil 333
la sociedad al socio moroso o proceder ejecutivamente contra su
persona y bienes para compelerle al cumplimiento de su obligación.
En uno y otro caso el socio moroso responderá de los daños y per-
1 8 8
juicios que la tardanza ocasionare a la sociedad" .

b ) Obligación de saneamiento

542. Saneamiento de la evicción del cuerpo cierto


aportado.—El socio que aporta un cuerpo cierto debe una
garantía a la sociedad, sea que el aporte se verifique en
propiedad o en usufructo.
De cualquier modo que el aporte se realice, el socio
debe asegurar a la sociedad la posesión y el goce pacifico
de la cosa aportada.
El art. 2085 dispone al respecto: "El que aporta un
cuerpo cierto en propiedad o usufructo, es obligado, en
caso de evicción, al pleno saneamiento de todo perjuicio".
La posición del socio frente a la sociedad se asemeja
a la del vendedor frente al comprador.

Nuestro Código ha omitido señalar los efectos de la evicción.


El Código francés, en su art. 1843, ha precisado que el socio
debe una garantía a la sociedad del mismo modo que el vendedor
al comprador.
La solución en nuestro derecho debe ser necesariamente la
misma.

c) Obligación de cuidar los intereses sociales

5 4 3 . Contenido de esta obligación.—Los socios de-


ben velar por los intereses de la sociedad, como un buen
padre de familia.

1 3 8
Recuérdese que la ejecución en la persona del deudor quedó
abolida, salvas las excepciones que ella señala, par la ley de
23 de junio de 1868.
334 Ramón Meza Barro»

En resumen, en el cumplimiento de esta obligación,


los socios deben anteponer los intereses de la sociedad a su
interés personal.
Tiene esta obligación diversas aplicaciones que con-
viene examinar.

544. Indemnización de los perjuicios causados a la


sociedad.—Por de pronto, "todo socio es responsable de
los perjuicios qué aun por culpa leve haya causado a la
sociedad" (art. 2 0 9 3 ) .
Añade el art. 2093 que les está vedado a los socios
compensar estos perjuicios con los provechos que su in-
dustria haya procurado a la sociedad. La razón es obvia:
el socio es deudor de la sociedad por los perjuicios que
le haya causado; pero la sociedad no es deudora del socio
por el provecho que le haya proporcionado la actividad de
éste.
No cabe la compensación porque el socio y la socie-
dad no son recíprocamente deudores.

545. El producto de la actividad de los socios cede


en exclusivo provecho social.—El art. 2091 consagra otra
importante aplicación del principio general: "Los produc-
tos de las diversas gestiones de los socios en el interés
común pertenecen a la sociedad; y el socio cuya gestión
ha sido lucrativa, no por eso tendrá derecho a mayor bene-
ficio en el producto de ella".
Tiene el socio obligación de velar por el interés social;
por lo mismo, la sociedad y no el socio se beneficia con
la actividad que éste despliegue.

546. Caso del socio que es acreedor'de un deudor


de la sociedad.—Una tercera aplicación del principio con-
signa el art. 2092. Establece la disposición: "Si un socio
que administra es acreedor de una persona que es al mis-
Manual de Derecho Civil 335

mo tiempo deudora de la sociedad, y si ambas deudas fue­


ren exigibles, las cantidades que reciba en pago se impu­
tarán a los dos créditos a prorrata, sin embargo de cual­
quiera otra imputación que haya hecho en la carta de pago,
perjudicando a la sociedad".
Por ejemplo: A debe a un socio $ 50.000, $ 100.000
a la sociedad y paga $ 30.000 al primero. La suma pagada
debe prorratearse y corresponderán a la sociedad y al socio
$ 20.000 y $ 10.000 respectivamente, puesto que el cré­
dito social alcanza el doble que el crédito del socio.
La solución es aplicable aunque el socio, en el recibo
que otorgue, haya imputado el pago a su propio crédito.
Tal imputación es improcedente porque sacrifica el interés
de la sociedad al interés del socio.
Pero, a la inversa, el socio puede sacrificar su interés
en aras del interés de la sociedad. Por este motivo, el art.
2092, en su inc. 2°, agrega: " Y si en la carta de pago la
imputación no fuere en perjuicio de la sociedad, sino del
socio acreedor, se estará a la carta de pago".
Pero estas reglas deben entenderse sin perjuicio de la
facultad del deudor de hacer la imputación del pago (art.
2092, inc. 3°). En otros términos, el deudor podrá impu­
tar el pago a la deuda que elija.

547. Caso del socio que recibe íntegra su cuota de


un crédito social, permaneciendo impagos sus consocios.—
En fin, el art. 2090 establece una última aplicación del
principio: "Si un socio hubiere recibido su cuota de un
crédito social, y sus consocios no pudieren después obte­
ner sus respectivas cuotas del mismo crédito, por insol­
vencia del deudor o por otro motivo, deberá el primero
comunicar con los segundos lo que haya recibido, aunque
no exceda a su cuota y aunque en la carta de pago la haya
imputado a ella".
336 Ramón Meza Barros

Más exactamente, la disposición debió decir que el


socio debe integrar al fondo común lo que reciba en pago
para, de este modo, compartirlo con sus consocios.

2. Obligaciones de la sociedad para con los socios

548. Obligación de reintegrar anticipos y pagar per­


juicios.—El producto de la actividad de los socios perte­
nece a la sociedad. Como justa contrapartida, son de cargo
de la sociedad los gastos.
a) Por este motivo, "cada socio tendrá derecho a que
la sociedad le reembolse las sumas que él hubiere adelan­
tado con conocimiento de ella, por las obligaciones que para
los negocios sociales hubiere contraído legítimamente y de
buena fe" (art. 2089, inc. 1?).
b ) Asimismo, tiene el socio derecho a que la sociedad
"le resarza los perjuicios que los peligros inseparables de
su gestión le hayan ocasionado" (art. 2089, inc. 1?).
Los socios deben concurrir al pago de estas indemni­
zaciones a prorrata de su interés en la sociedad y la parte
de los insolventes se dividirá igualmente a prorrata entre
todos (art. 2 0 8 9 , inc. 2?).

549. Incorporación de un terceto a la sociedad.—


La sociedad es un contrato intuito personae y descansa
sobre la base de la recíproca confianza de los socios.
Consecuente con este- principio, el art. 2088 establece
que "ningún socio, aun ejerciendo las más amplias facul­
tades administrativas, puede incorporar a un tercero en la
sociedad sin el consentimiento de sus consocios".
La incorporación de un nuevo socio no es viable sino
con el asentimiento unánime de los asociados.
. La regla es sólo aplicable a las sociedades de personas.
No rige para las sociedades anónimas.
Manual de Derecho Civil 337

Pero no requiere el socio consentimiento de los otros


para asociar a un tercero en la parte que a él corresponde
en la sociedad. En tal caso, se formará entre el socio y el
tercero una nueva sociedad, "una sociedad particular'' re­
lativa a la parte del socio antiguo en la primera sociedad
m
(art. 2 0 8 8 ) .

3. Obligaciones de los socios para con terceros

550. Obligación a las deudas.—El problema de la


obligación a las deudas se traduce en averiguar en quién
recaen las consecuencias de los actos ejecutados por los
socios o, en otros términos, a quién puede demandarse el
cumplimiento de las obligaciones por ellos contraídas.
Una distinción es indispensable; es preciso distinguir
si el socio ha obrado personalmente o en nombre dé la
sociedad.

5 5 1 . Contratos que el socio celebra a su propio nom­


bre.—El socio que contrata a su propio nombre se obliga
personalmente ante terceros y no obliga a la sociedad. La
sociedad no queda obligada ni aun en el caso de que re­
porte beneficio del acto que el socio ejecuta a nombre
propio.
El art. 2094 prescribe: "El socio que contrata a su
propio nombre y no en el de la sociedad, n o la obliga res­
pecto de terceros, ni aun en razón del beneficio que ella
reporte del contrato".
Aunque no puede accionar directamente contra la so­
ciedad, el acreedor "podrá sólo intentar contra la sociedad
las acciones del socio deudor" (art. 2 0 9 4 , inc. 1?).

*• La doctrina denomina a este subsocio "croupier" porque va


montado a la grupa del socio.
338 Ramón Meza Barros

Trátase de u n caso más de ejercicio de la acción obli­


cua o subrogatoria. El acreedor, para satisfacerse de su cré­
dito, puede intentar acciones de su deudor contra la so­
1 4 0
ciedad .

552. Contratos que el socio celebra a nombre de la


sociedad.-—Por de pronto, para qué el socio se entienda
que obra en nombre de la sociedad es preciso que lo de­
clare expresamente o que resulte de un modo inequívoco
de las circunstancias del contrato. De otro modo se entiende
que actúa en su propio nombre.
En caso de duda debe considerarse que el socio con­
trata en su nombre privado (art. 2094, inc. 2?).
Para precisar los efectos del acto ejecutado por el
socio, en nombre de la sociedad, es menester averiguar si
ha obrado con poder bastante.
a ) El socio que actúa invocando el nombre de la so­
ciedad y con un poder suficiente, obliga a la sociedad.
El socio, personalmente, no contrae ninguna obligación, es
un simple intermediario.
b ) Si el socio contrata en nombre de la sociedad, pero
sin poder bastante, " n o la obliga a terceros sino en subsi­
dio, y hasta concurrencia del beneficio que ella hubiere
reportado del negocio" (art. 2094, inc. 3?).
En otros términos, las obligaciones recaen sobre el
socio; la sociedad sólo se obliga subsidiariamente y su obli­
gación queda limitada al monto del beneficio que reciba.
Las reglas del art. 2094 son aplicables aunque haya
un socio exclusivamente encargado de la administración
(art. 2094, inc. 4 ? ) .

5 5 3 . Efectos de las obligaciones contraídas con ter­


ceros.—El contrato válidamente celebrado por los socios
obliga a la sociedad.

1 4 0
Véase "De las obligaciones", N* 448.
Manual de Detecho Civil 339

Todos los bienes sociales, raíces o muebles, presentes


o futuros, con la excepción de los inembargables, quedan
afectos al cumplimiento de estas obligaciones.
Pero, además del patrimonio social, los socios com­
prometen su propio patrimonio. Es de la esencia de la so­
ciedad colectiva que los socios respondan con sus bienes
personales de las obligaciones de la sociedad.

554. Forma en que los socios responden por las deu­


das sociales.—Los socios responden de las deudas sociales
a prorrata de su interés en la sociedad.
El inc. 1? del art. 2095 dispone: "Si la sociedad co­
lectiva es obligada respecto de terceros, la totalidad de la
deuda se dividirá entre los socios a prorrata de su interés
social, y la cuota del socio insolvente gravará a los otros".
La responsabilidad de los socios es, pues, ilimitada;
no queda circunstanciada a sus aportes. Pero dicha respon­
sabilidad no es solidaria, salvo estipulación en contrario.
El art. 2 0 9 5 , inc. 2°, establece que " n o se entenderá
que los socios son obligados solidariamente o de otra ma­
nera que a prorrata de su interés social, sino cuando así
se exprese en el título de la obligación, y ésta se haya
contraído por todos los socios o con poder especial de
ellos".
En las sociedades colectivas comerciales la regla es
diferente; los socios son ilimitada y solidariamente respon­
sables de todas las obligaciones legalmente contraídas bajo
la razón social y les está vedado todo pacto que tienda a
abolir dicha responsabilidad solidaria (art. 370 del C. de
Comercio).

Diversa es la responsabilidad de los socios en otros tipos o


clases de sociedad.
a) En las sociedades anónimas, los socios "sólo son respon­
sables por el valor de sus acciones" (arts. 2061, inc. 4", del C.
Civil y 424 del C. de Comercio).*

Derogado por la ley 18.046 (D. Of. 22 de octubre de 1981). Vid. art. 1 de
esta ley (N. del E).
40 Ramón Meza Barros

b) En las sociedades en comandita, la responsabilidad de los


socios gestores es la misma que incumbe a los socios colectivos;
los socios comanditarios "se obligan solamente hasta concurrencia
de sus aportes" (art. 2061, inc. 3?).
c) En fin, en 'las sociedades de responsabilidad limitada los
socios responden hasta concurrencia de sus aportes, "o de la suma
?
a que más de estos se indique" (art. 2° de la Ley N 3.918).

555. Situación de los acreedores de los socios.—Los


acreedores de la sociedad, como se ha dicho, pueden per­
seguir los bienes sociales y los bienes de los socios que,
a prorrata de sus aportes, responden ilimitadamente de las
deudas sociales.
En cambio, no es lícito a los acreedores personales de
los socios perseguir sus créditos en el patrimonio de la
sociedad. El art. 2096 establece, como regla general, que
"los acreedores de un socio no tienen acción sobre los bie­
nes sociales".
Contiene la disposición legal una aparente excepción
al principio; los acreedores de los socios podrán perseguir
los bienes sociales por hipoteca, constituida con anterio­
ridad a la sociedad, o por hipoteca posterior, cuando el
aporte no conste por inscripción en el competente Registro.
Las excepciones son sólo aparentes. Si el socio aportó
a la sociedad bienes hipotecados, la responsabilidad de la
sociedad proviene de su condición de poseedora de tales
bienes y del carácter real del derecho de hipoteca.
Cuando la hipoteca se constituye con posterioridad a
la sociedad, pero el aporte n o se h a inscrito en el Registro
de Propiedades del Conservador, el socio ha conservado
el dominio al tiempo de hipotecar el inmueble y, en virtud
de la inscripción posterior; la sociedad adquirirá el inmue­
ble con el gravamen.
En suma, no hay una excepción a la regla de que los
acreedores personales de los socios no tienen acción sobre
Manual de Derecho Civil 41

los bienes sociales, sino la aplicación de una lógica y nece-


saria consecuencia del carácter real del derecho de hipoteca.

556. Derechos de los acreedores personales de los


socios.—Los acreedores personales de los socios solamente
tienen derecho para perseguir los bienes del socio deudor.
En relación con la sociedad, solamente gozan de los
derechos que les acuerda el art. 2096.
a) Pueden los acreedores del socio "intentar contra
la sociedad las acciones indirecta y subsidiaria que se les
conceden por el art. 2 0 9 4 " (art. 2 0 9 6 , inc. 2?).
De este modo, para lograr el pago de sus créditos,
los acreedores podrán ejercer las acciones que al socio co-
rresponden contra la sociedad como son, por ejemplo, que
se le reembolsen los anticipos que hubiere hecho o se le
indemnicen los perjuicios que su gestión le haya ocasio-
nado (art. 2 0 8 9 ) .
b ) Podrán igualmente los acreedores personales del
socio embargarle "las asignaciones que se hagan a su deu-
dor por cuenta de los beneficios sociales o de sus aportes
o acciones" (art. 2096, inc. 3?).
En otros términos, los acreedores podrán hacer efec-
tivo su crédito en los beneficios que el socio obtenga en
la sociedad. Tales beneficios son de propiedad del socio
deudor.
El art. 380 del Código de Comercio permite a los acreedores
retener la parte o interés que corresponda al socio en la sociedad
"para percibirla al tiempo de la división social".
De este modo, mientras la sociedad subsiste, no pueden los
acreedores realizar para pagarse el interés del socio en la sociedad;
ello importaría la introducción en la sociedad de una persona ex-
traña.
Su derecho puede hacerse efectivo solamente cuando expira
la sociedad; el acreedor, en tal caso, cobrará su crédito sobre lo
que toque al socio deudor en la liquidación de la sociedad.
342 Ramón Meza Barros

£1 art. 380 del Código de Comercio consagra otra regla im-


portante: los acreedores personales no podrán concurrir en la quie-
bra de la sociedad con los acreedores sociales; "pero tendrán dere-
cho para perseguir la parte que corresponda a su deuda en el resi-
duo ele la masa concursada".
En otros términos, pagados los acreedores de la sociedad, los
acreedores de los socios podrán hacer efectivos sus créditos en los
bienes que resten.

6. DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD

557. Causas de disolución de la sociedad.—El párra-


fo 7? del Título X X V I I I se ocupa de la disolución de la
sociedad. Contempla el Código numerosas causales de diso-
lución, a saber:
1. La expiración del plazo o el evento de una con-
dición;
2. El término del negocio;
3. La insolvencia de la sociedad;
4. La pérdida total de los bienes sociales;
5. El incumplimiento de la obligación de efectuar
el aporte;
6. La muerte de uno de los socios;
7. La incapacidad sobreviniente de un socio;
8. La insolvencia sobreviniente de un socio;
:. 9. El acuerdo, unánime de los socios;
10. La renuncia de uno de los socios.

558. Expiración del plazo o cumplimiento de la con-


dición prefijados.—- 'La sociedad se disuelve por la expira-
ción del plazo o por el evento de la condición que se ha
prefijado para que tenga fin" (art. 2098, inc. 1?).
a) El vencimiento del plazo o el cumplimiento de la
condición resolutoria ponen fin ipsojure a la sociedad.
Manual de Derecho Civil 343

Pueden los socios, sin embargo, acordar la prórroga


del plazo e impedir, de esta manera, la disolución de la
sociedad.
La prórroga debe ser consentida por los socios unáni­
memente.
b ) Deben observarse "las mismas formalidades que
para la constitución primitiva" (art. 2098, inc. 2°).
La sociedad colectiva civil es un contrato consensual;
pero las partes pueden haber observado en su constitución
ciertas formalidades que consistirán, regularmente, en el
otorgamiento de un instrumento que constate sus estipu­
laciones. En tal caso, la prórroga debe sujetarse a las mis­
mas formalidades.

El art. 350 del Código de Comercio somete a las mismas so­


lemnidades requeridas para la constitución de la sociedad la prórroga
del plazo y, en general, toda modificación del contrato. Pero no será
menester cumplir con dichas solemnidades, "cuando se trate de la
simple prórroga de la sociedad que deba producirse de acuerdo con
las estipulaciones que existan al respecto en el contrato social". Asi
ocurre en virtud de la cláusula llamada de prórroga automática.
En tal caso, la sociedad se entenderá prorrogada, conforme
a las estipulaciones de los socios, a menos que uno o varios de ellos
expresen su intención de ponerle fin en el plazo estipulado, me­
diante una declaración hecha por escritura pública y de la cual
deberá tomarse nota al margen de la inscripción de la sociedad en
el Registro de Comercio, antes de la fecha fijada para la disolución.

c) La prórroga debe acordarse antes del vencimiento


del plazo estipulado.
Vencido el plazo, la sociedad queda irrevocablemente
disuelta; la voluntad de las partes es incapaz de revivirla.
Solamente sería posible a los socios constituir una nueva
sociedad, en las mismas condiciones que la antigua.
344 Ramón Meza Barren

Los codeudores de la. sociedad no serán responsables


de los actos ejecutados durante la prórroga, "si no hubie-
ren accedido a ésta" (art. 2098, inc. 3?).

559. Término del negocio,—Puesto que se ha conse-


guido la finalidad que las partes perseguían y se ha reali-
zado el propósito que tuvieron en vista al asociarse, la
sociedad carece en lo sucesivo de razón de ser.
Es lógico, pues, que el art. 2099 disponga: "La socie-
dad se disuelve por la finalización del negocio para que
fue contraída".
Pero la regla es aplicable plenamente sólo a condición
de que no se haya fijado plazo. Si se ha fijado un plazo
para la duración de la sociedad, vencido el plazo la socie-
dad se disuelve, aunque no se haya cumplido el objeto o
finalizado el negocio (art. 2099, inc. 2?).

560. Insolvencia de la sociedad.—Producida la in-


solvencia de la sociedad, no puede satisfacer sus obligacio-
nes ni llevar a cabo adecuadamente el objeto social.
Por este doble motivo, la sociedad se disuelve por la
insolvencia sobreviniente (art. 2100, inc. 1°).
Es común que las partes estipulen que la sociedad se
disolverá cuando se pierda u n determinado porcentaje del
capital social.

Para las sociedades anónimas, el art. 464 del Código de Co-


mercio previene que la disolución se producirá cuando se pierda
el 50% del capital o éste se reduzca en- los términos que señalen
lo* estatutos. Los administradores deben proceder a su inmediata
liquidación, so pena de quedar personal y solidariamente responsa-
bles de las resultas de los contratos y operaciones ulteriores.

5 6 1 . Pérdida total d e los bienes sociales.—Se di-


suelve la sociedad, asimismo, "por la extinción de la cosa
o cosas que forman su objeto total" (art. 2100, inc. 1?).
Manual de Derecho Civil 345

La total pérdida de los bienes que forman el objeto


de la sociedad impide por completo la realización de sus
fines; frustrado por esta causa el propósito que llevó a los
socios a contratar, la sociedad se disuelve.
La pérdida parcial de la cosa o cosas que constituyen
su objeto no pone fin a la sociedad; pero los socios po­
drán pedir su disolución "si con la parte que resta no
pudiere continuar útilmente" (art. 2 1 0 0 , inc. 2?).
Concordante con esta norma, el art. 2102 expresa
que si u n socio ha aportado una cosa en propiedad, "sub­
siste la sociedad aunque esta cosa perezca, a menos que sin
ella no pueda continuar útilmente" (art. 2102, inc. 1?).
En cambio, la pérdida de la cosa aportada en usufruc­
to disuelve la sociedad, " a menos que el socio aportante
la reponga a satisfacción de los consocios, o que éstos de­
terminen continuar la sociedad sin ella" (art. 2102, inc. 2?).

562. Incumplimiento de la obligación de efectuar el


aporte prometido.—La infracción de la obligación que los
socios contraen de poner en común los bienes que consti­
tuyen el patrimonio de la sociedad, conforme a las reglas
generales, faculta a los demás para pedir la resolución del
contrato.
El art. 2101 consagra este derecho: "Si cualquiera
de los socios falta por su hecho o culpa a su promesa de
poner en común las cosas o la industria a que se ha obli­
gado en el contrato, los otros tendrán derecho para dar la
1 4 1
sociedad por disuelta" .

1 4 1
Barros Errazuriz sostiene que no procede, en este caso, la ac­
ción resolutoria porque el incumplimiento es ti sancionado con
el derecho de los otros socios para dar por disuelta la sociedad
(ob. cit., t. III, N' 248). No está en lo cierto. La expresión
impropia "dar la sociedad por disuelta" no desvirtúa la natu­
raleza de la acción.
346 Ramón Meza Barros

5 6 3 . Muerte de uno de los socios.—La sociedad es


de aquellos contratos que, por excepción, terminan con la
muerte de una de las partes contratantes.
La mutua confianza, la recíproca estimación y afecto
son las bases en que la sociedad descansa; la consideración
de las personas, en suma, es dominante.
El heredero del socio es, a menudo, un extraño para
los restantes socios. Sucede el heredero en el patrimonio
de su causante, pero no en las cualidades que han movido
a los socios a ligarse por los vínculos del contrato de so-
14
ciedad * .
Tales consideraciones justifican que la sociedad colec-
tiva, que es una sociedad de personas, se disuelva por la
muerte de uno de los socios.
La muerte de un socio, sin embargo, no pone inme-
diato término a la sociedad. E n otras palabras, la sociedad
no se disuelve en la fecha misma del fallecimiento, sino en
el momento en que es conocido de los socios.
Pese al fallecimiento de un socio, se entiende conti-
nuar la sociedad, "mientras los socios administradores no
reciban noticia de la muerte" (art. 2103, inc. 2?).
Después d e recibida esta noticia, las operaciones ini-
ciadas por el socio difunto, que no supongan una aptitud
particular suya, deberán llevarse a cabo (art. 2 1 0 3 , inc. 3°).

564. Casos de excepción en que la muerte de un


socio no disuelve la sociedad.—La regla general tiene ex-
cepciones. La muerte de un socio no produce la disolución
de la sociedad "cuando ppr disposición de la ley o por el
acto constitutivo haya de continuar entre los socios sobre-
vivientes con los herederos del difunto o sin ellos" (art.
o
2103, inc. I ) , .

i« rkudry-IjKantinerie, ob. cit., t. III, N* 794.


Manual de Derecho Ovil 347

En consecuencia, las excepciones son dos:


a) Cuando por disposición de la ley deba la sociedad
continuar con los herederos del socio difunto.
La ley presume la intención de los socios de continuar
la sociedad con los herederos en aquellas que se forman
para el arrendamiento de u n inmueble, o para el laboreo
de minas y en las anónimas (art. 2 1 0 4 ) .
b ) Cuando por acuerdo de los socios, al constituirse
la sociedad, se convino que continuaría con los herederos
del difunto o sólo con los socios sobrevivientes.

565. Efectos d e la estipulación de continuar la socie­


dad con exclusión d e los herederos del socio difunto.—
La estipulación de que continuará la sociedad, pero sólo
entre los socios sobrevivientes, impide la disolución de la
sociedad; ésta continúa con la obligación de pagar a los
herederos el haber que correspondía a su causante.
Los herederos tienen derecho a reclamar lo que toca­
ba al socio difunto, "según el estado de los negocios so­
ciales al tiempo de saberse la m u e r t e " ; no les cabe nin­
guna participación en las utilidades o pérdidas posteriores
"sino en cuanto fueren consecuencia de las operaciones
que al tiempo de saberse la muerte estaban ya iniciadas"
(art. 2105, inc. 1?).
Habitualmente se estipula que el haber de los here­
deros del socio premuerto se determinará de acuerdo con
los resultados del último balance de los negocios sociales.

566. Efectos de la estipulación de que continúe la


sociedad con loa herederos del socio difunto.—La estipu­
lación de que continuará la sociedad con los herederos del
socio fallecido, en principio, da derecho a todos los here­
deros para incorporarse a la sociedad.
Se excluye solamente a aquellos herederos que por la
edad, el sexo u otra causa hayan sido expresamente exclui­
dos (art. 2105, inc. 2?).
348 Ramón Meza Barro*

Los herederos incapaces "concurrirán a los actos so­


ciales por medio de sus representantes legales" (art. 2105,
inc. 3?).

567. Incapacidad sobreviniente de un socio.—Expira


la sociedad por la incapacidad sobreviniente, por ejemplo,
si uno de los socios es declarado en interdicción por de­
mencia o la mujer que es socio contrae matrimonio.
Pero la sociedad puede continuar con el incapaz; ejer­
cerá sus derechos en la sociedad su representante legal.
El marido, como administrador de la sociedad conyugal,
representará a la mujer que siendo soda se casare (art.
2106, inc. 2 ? ) . '

5 6 8 . Insolvencia sobreviniente de un socio.—La in­


solvencia sobreviniente, del mismo modo que la incapaci­
dad, pone fin a la sociedad.
Pero podrá continuar la sociedad con el socio insol­
vente y, en tal' caso, los acreedores ejercerán sus derechos
en las operaciones sociales (art. 2106, inc. 2?).

569. Acuerdo unánime de los socios.—La común vo­


luntad de los socios que dio vida a la sociedad puede po­
nerle término.
El art. 2107 disponer "La sociedad podrá expirar en
cualquier tiempo por el consentimiento unánime de los
socios".

570. Renuncia de cualquiera d e los socios.—El art.


2108 establece que "la' sociedad puede expirar, también,
por la renuncia de uno de los socios".
La renuncia de un socio pone fin a la sociedad, sin
que sea menester expresar causa, cuando la sociedad tiene
una duración ilimitada. Por el contrario, si la sociedad se
ha pactado por cierto tiempo o para la realización de un
Manual de Derecho Civil 349

determinado negocio, no es admisible la renuncia sino por


causa justificada.
a ) Cuando la sociedad se ha pactado por u n tiempo
fijo o para un negocio de duración limitada, no será lícito
a los socios renunciar sino por alguna de las dos siguien-
tes causas: 1) en virtud de autorización conferida en el
contrato, y 2 ) por causa grave.
£1 art. 2108 establece, en efecto, que " n o tendrá
efecto la renuncia, si por el contrato de sociedad no se
hubiere dado la facultad de hacerla, o si no hubiere grave
motivo".
Son motivos graves, que justifican la renuncia, la ine-
jecución de las obligaciones de otro socio, la pérdida de
un administrador inteligente que no puede reemplazarse
entre los socios, la enfermedad habitual del renunciante
que le inhabilite para las funciones sociales, el mal estado
de sus negocios por circunstancias imprevistas, u otros de
igual importancia (art. 2108, inc. 2?).
b ) Si la sociedad se pacta por tiempo ilimitado, se
entiende que dura toda la vida de los socios, pero éstos
tienen la facultad de renunciar (art. 2 0 6 5 ) .
La renuncia no importa sólo el retiro del socio re-
nunciante; trae consigo la completa disolución de la so-
ciedad.

5 7 1 . Requisitos de la renuncia.—La renuncia de uno


de los socios pone término a la sociedad siempre que con-
curran los siguientes requisitos:
a) Que se notifique a los socios.
El art. 2109, inc. 1°, previene: "La renuncia, de un
socio no produce efecto alguno sino en virtud de su noti-
ficación a todos los otros".
Sin embargo, cuando la administración de la sociedad
se ha confiado a uno o varios de los socios, "la notifica-
350 Ramón Meza Barros

ción al socio o socios que exclusivamente administran se


entenderá hecha a todos" (art. 2109, inc. 2?).
Los socios que no han sido notificados pueden, a su
elección, aceptar la renuncia o dar por subsistente la socie-
dad en el tiempo intermedio, según mejor les convenga
(art. 2109, inc. 3?).
b ) Q u e se haga la renuncia de buena fe.
Entiéndese que renuncia de mala fe el socio que lo
hace "por apropiarse de una ganancia que debía pertenecer
a la sociedad" (art. 2 1 1 1 , inc. 1?).
Los demás socios, en tal caso, podrán obligar al re-
nunciante a partir con ellos las utilidades del negocio o a
soportar exclusivamente las pérdidas.
Asimismo, podrá excluírsele de toda participación en
los beneficios sociales y obligársele a soportar su cuota en
las pérdidas (art. 2 1 1 1 , inc. 2?).
c) Q u e la renuncia no sea intempestiva (art. 2 1 1 0 ) .
Se entiende que renuncia intempestivamente el socio
que lo hace "cuando su separación es perjudicial a los in-
tereses sociales" (art. 2112, inc. 1?). Debe el socio aguar-
dar para retirarse el momento oportuno (art. 2112, inc. 2?).
Cuando la renuncia es intempestiva, continuará la so-
ciedad "hasta la terminación de los negocios pendientes,
en que fuere necesaria la cooperación del renunciante" (art.
2112, inc. 1?).
Los efectos de la renuncia intempestiva son los mis-
mos señalados para la renuncia de mala fe (art. 2112,
inc. 3?). .

572. Retiro de hecho de un socio.—Puede ser que


el socio no formule una renuncia sino que, de hecho, se
retire de la sociedad.
El art. 2113 establece que las reglas que rigen la re-
nuncia son aplicables "al socio que de hecho se retira de
la sociedad sin renuncia".
Manual de Derecho Gvil 351

5 7 3 . Efectos de la disolución de la sociedad.—Di-


suelta la sociedad, es menester proceder a su liquidación,
esto es, "a la división de los objetos que componen su
haber" (art. 2 1 1 5 , inc. 1?).
Las normas que el Código señala para la partición
de los bienes hereditarios son aplicables a la liquidación
de la sociedad.
Tal es la regla del art. 2 1 1 5 , inc. 2?: "Las reglas re-
lativas a la partición de los bienes hereditarios y a las obli-
gaciones entre los coherederos, se aplican a la división del
caudal social y a las obligaciones entre los miembros de
la sociedad disuelta, salvo en cuanto se opongan a las dis-
posiciones de este titulo".
En consecuencia, serán aplicables las reglas relativas
a la designación del liquidador, a la forma de distribución
de los bienes, a la garantía que se deben los partícipes en
caso de evicción, etc.
574. Efectos de la disolución respecto de terceros.—
La disolución de la sociedad no es oponible a terceros sino
en los siguientes casos:
a) Cuando la sociedad ha expirado por la llegada del
plazo prefijado para la duración del contrato;
b ) Cuando se ha dado noticia de la disolución por
medio de tres avisos publicados en un periódico del depar-
tamento, o de la capital de la provincia, si en aquél no
lo hubiere, y
c) Cuando se pruebe que el tercero ha tenido opor-
tuna noticia de la disolución por cualesquier medios (art.
2114).

8. EL MANDATO

1. CARACTERES DEL MANDATO

5 7 5 . Definición.—Define el mandato el art. 2116:


" E l mandato es un contrato en que una persona confía la
352 Ramón Meza Barra*

gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo


de ellos por cuenta y riesgo de la primera".
"La persona que confiere el encargo se llama comu
tente o mandante, y la que lo acepta apoderado, procura­
dor, y en general, mandatario".
"Puede haber uno o varios mandantes y uno o más
mandatarios" (art. 2 1 2 6 ) .
576. Caracteres del contrato.—El mandato es un
contrato generalmente consensual, por su naturaleza one­
rosa y bilateral.
Rasgo característico del mandato es que el mandatario
actúe por cuenta y riesgo del mandante.

577. El mandato es generalmente consensual.—El


mandato es un contrato comúnmente consensual. Se per­
fecciona, pues, por el solo consentimiento de mandante y
mandatario.
La voluntad del mandante de confiar la gestión de un
negocio al mandatario y la voluntad de éste de aceptar el
encargo, puede manifestarse tácitamente.
a) En efecto, el art.. 2123 dispone que "el encargo
que es objeto del mandato puede hacerse por escritura pú­
blica o privada, por cartas, verbalmente o de cualquier otro
modo inteligible, y aun por la aquiescencia tácita de una
persona a la gestión de.sus negocios por otra".
Cuando un contrato se otorga por escrito, regularmen­
te el instrumento deja constancia del consentimiento de
ambas partes. En el mandato, el documento deja constan­
cia, por lo general, sólo de la voluntad del mandante que
propone al mandatario la realización, de un encargo, que
éste puede aceptar o rechazar. El consentimiento del man­
datario, aceptando el encargo, interviene a posteriori.
b) El encargo debe ser aceptado por el mandatario.
El art. 2124 previene que "el contrato de mandato se
reputa perfecto por la aceptación del mandatario".
Manual de Derecho Civil 353

La aceptación del mandatario puede ser expresa o


tácita. Cuando el mandato se otorga por escrito y poste­
riormente sobreviene la aceptación del mandatario, gene­
ralmente la aceptación será tácita.
Importa aceptación tácita " t o d o acto en ejecución del
mandato" (art. 2124, inc. 2?). Es menester, por tanto,
que el mandatario ejecute actos positivos de gestión del
mandato; su silencio no constituye aceptación.
Sin embargo, por excepción, el silencio del mandata­
rio suele importar que acepta el encargo. En efecto, el art.
2125 dispone: "Las personas que por su profesión u oficio
se encargan de negocios ajenos, están obligadas a declarar
lo más pronto posible si aceptan o no el encargo que una
persona ausente les hace; y transcurrido un término razo­
nable, su silencio se mirará como aceptación".
La persona ausente que hace el encargo confía en que
será aceptado por quien hace su profesión de la gestión
de negocios ajenos y que éste adoptará las medidas enca­
minadas al resguardo de sus intereses.
Pero aunque rechacen el encargo las personas que
se encargan habitualmente de negocios ajenos, "deberán
tomar las providencias conservativas urgentes que requie­
ra el negocio que se les encomienda" (art. 2125, inc. 2?).
c) Aunque perfecto el mandato por la aceptación del
mandatario, puede éste retractarse.
No impone la retractación responsabilidad al manda­
tario si se verifica "mientras el mandante se halle todavía
en aptitud de ejecutar el negocio por sí mismo, o de co­
meterlo a diversa persona" (art. 2124, inc. 3?). E n caso
contrario, es responsable de los perjuicios que ocasione al
mandante su retractación.
Se explica que el mandatario pueda unilateralmente
poner fin al mandato porque, debido a su peculiar natu­
raleza, el contrato termina por la renuncia del mandatario
(art. 2 1 6 3 , N? 4?).
354 Ramón Meza Barros

578. El mandato solemne.—Generalmente consen­


sual, por excepción, el mandato suele ser solemne.
El art. 2123 establece que no se admitirá la escritura
privada para acreditarlo "cuando las leyes requieran un
instrumento auténtico". La norma concuerda con el art.
1701, en cuya virtud la falta de instrumento público no
puede suplirse por ninguna otra prueba en los actos o
contratos en que la ley exige esa solemnidad:
a) Es solemne el mandato judicial. Las solemnidades
pueden consistir en una escritura pública, u n acta exten­
dida ante un juez de letras o un juez arbitro y suscrita
por todos los otorgantes o por declaración escrita del man­
dante y autorizada por el secretario del tribunal que está
conociendo de la causa (art. 6? del C. de P . G v i l ) .
b ) También es solemne el mandato para contraer ma­
trimonio, q u e ' d e b e constar por escritura pública (art. 15
de la Ley N? 4.8Ó8).
c) Debe constar por escritura pública, asimismo, el
mandato que confiera la. mujer casada para expresar su
consentimiento para la enajenación de bienes raíces socia­
les (art. 1749) o inmuebles suyos que el marido esté o
pueda estar obligado a restituirle en especie (art. 1754).

579. Mandato para ejecutar actos solemnes.—La ge­


149
neralidad de la doctrina y de la j u r i s p r u d e n c i a estima
que el mandato para la ejecución de un acto solemne debe
estar revestido d e las mismas solemnidades que éste. Así,
el mandato para comprar o vender un bien raíz debe otor­
garse por escritura pública.
Dos razones se invocan en apoyo de esta doctrina:
- a ) El consentimiento del mandante, generador del
contrato, debe constar de escritura pública, porque la ven-

"» Véase el N* 109. Fernando AJessandri, "De la hipoteca en la


legislación chilena", N' 113, pág. 108.
Manual de Derecho Qvil 355

ta de bienes raíces la requiere y la observancia de la for-


malidad prescrita por la ley es la manera como se expresa
dicho consentimiento.
b ) Por otra parte, si bien el mandato es regularmente
consensual, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 2 1 2 3 ,
la misma norma establece que se exceptúa el caso en q u e
debe constar de instrumento auténtico, y no vale, en tal
evento, la escritura privada.
Ni una ni otra consideración son valederas.
a) En primer lugar, el mandante no manifiesta su
consentimiento necesario para que se genere el contrato
de compraventa cuando encarga al mandatario comprar o
vender. El mandatario que compra ó vende, en cumpli-
miento del encargo, expresa su propio consentimiento y n o
el del mandante.
Así resulta de la lectura atenta del art. 1448. Lo que
una persona —el mandatario— ejecuta a nombre de otra,
debidamente facultada, produce respecto del mandante igua-
les efectos que si el mandante hubiese él mismo contra-
tado. Quien contrata es el mandatario, sólo que en virtud
de la representación el contrato surte efectos respecto del
mandante como si él hubiere contratado.
b ) Por otra parte, el art. 2151 establece que el man-
datario, en el desempeño del cargo, puede contratar a nom-
bre del mandante o en el suyo propio. En el primer caso,
se obliga sólo el mandante; en el segundo, únicamente el
mandatario.
Cuando el mandatario contrata nomine proprio, no
cabe duda que es él y no el mandante quien presta su
consentimiento. No obstante, existe entre ellos un man-
dato. Si obrando de este modo, compra el mandatario un
bien raíz para el mandante, no es posible cuestionar la va-
lidez de la compra porque el mandato no conste de escri-
tura pública.
356 Ramón Meza Barros

c) El art. 2123 establece que el mandato es regular-


mente consensual. Ello no obstante, dispone que no se
admitirá en juicio la prueba testimonial, sino conforme a
las reglas generales, aludiendo a las limitaciones de los
arts. 1708, 1709 y 1710, y tampoco la escritura privada,
cuando las leyes exigen instrumento auténtico, haciendo
alusión, esta vez, a la norma del art. 1701, que previene
que la falta de instrumento público no puede suplirse por
otra prueba, en los actos o contratos en que la ley requiere
esa solemnidad.
La disposición establece que es de rigor la forma pú-
blica cuando la ley exige que el mandato conste de esta
manera. Hace falta un texto legal expreso que disponga
que el mandato se constituya por escritura pública. Se al-
tera el sentido de la norma cuando se la hace decir que
se requiere la forma pública cuando la ley no la requiere
u
para el mandato sino para el acto encomendado * .

580. El. mandato es oneroso por su naturaleza.—De


acuerdo con los términos del art. 2117, "el mandato puede
ser gratuito o remunerado", esto es, oneroso.
a) El mandato es generalmente oneroso; el mandante
debe pagar una remuneración al mandatario, aunque no
medie una expresa estipulación.
Tal conclusión resulta claramente del art. 2158, N? 3?,
que señala como una de las obligaciones del mandante
la de pagar al mandatario la remuneración estipulada o
s
"usual" " .

"« Véase Stitchkin, ob. cit., N? 80, pags. 154 y sgtes.


1 4 5
Se ha fallado que el mandato es oneroso, salvo que se con-
venga su gratuidad: R. de D. y J. t. XXXIV, I, pag. 435.
(

El Código francés, en su art. 1986, dispone que "el mandato


es gratuito sí no hay convención contraría", esto es, da una
solución diametralmente contraria.
Manual de Detecho Gvil 357

b ) La remuneración del mandatario, denominada ho-


norario, se determina, en primer término, por acuerdo de
las partes, anterior o posterior al contrato. Puede determi-
narse, asimismo, "por la ley, la costumbre o el juez" ( a r t .
2117, inc. 2?).
c) La circunstancia de ser el mandato remunerado in-
fluye en la responsabilidad del mandatario. Responsable de
la culpa leve, "esta responsabilidad recae más estrictamen-
te sobre el mandatario remunerado" (art. 2129, inc. 2 ? ) .

5 8 1 . El mandato es un contrato bilateral.—El man-


dato remunerado es, obviamente, un contrato bilateral.
Pero también es bilateral el mandato gratuito. Se obli-
ga el mandatario a cumplir el encargo y a rendir cuentas
de su gestión y el mandante, a su vez, contrae la obliga-
ción de proveerle de los medios necesarios para el desem-
peño de su cometido.
El mandante, además, puede resultar obligado por cir-
cunstancias posteriores, con motivo de la ejecución del con-
trato, por ejemplo, a reembolsar al mandatario los antici-
pos que haya hecho y los perjuicios que haya sufrido, sin
culpa, por causa del mandato.

582. El mandatario obra por cuenta y riesgo del


mandante.—Es rasgo característico y esencial del mandato
que el mandatario obre "por cuenta y riesgo" del man-
dante.
El mandatario gestiona el negocio encomendado como
algo ajeno, de manera que serán para el mandante los be-
neficios que la gestión reporte y soportará las pérdidas,
como si tal gestión la realizara personalmente.
Esto es evidente cuando el mandatario representa al
mandante. El acto ejecutado por el mandatario compromete
sólo el patrimonio del mandante. La gestión del mandata-
rio convierte al mandante en acreedor o deudor; personal-
358 Ramón Meza Barros

mente aquél no se obliga para con terceros ni los obliga


para con él.
Pero aunque el mandatario obre en nombre propio y
no invista la representación del mandante, en definitiva
será éste quien reciba los beneficios y sufra las pérdidas
y, en suma, no obstante, obrará por cuenta y riesgo del
146
mandante .

583. Mandato y representación.—La representación,


en cambio, no es de la esencia del mandato.
En el desempeño de su cometido, el mandatario puede
obrar a su'propio nombre y, en tal evento, no representa
al mandante; para ello es indispensable que lo baga en
nombre del mandante, con arreglo al art. 1448; y el art.
2151 agrega que obrando nomine proprio no le obliga
respecto de terceros.
El mandato confiere al mandatario la facultad de re-
presentar al mandante; se le entiende facultado para obli-
garle directamente, y como dicha facultad no requiere de
una especial mención, ha de concluirse que la representa-
1 4 T
ción es de la naturaleza del mandato .
Si el mandatario obra a su propio nombre, se obliga
él y no obliga al mandante. Pero como pese a las aparien-
cias el mandatario actúa por cuenta ajena, sus relaciones
con el mandante se rigen por las reglas del mandato. Para
los terceros, el mandatario es el titular de los derechos
emergentes del acto realizado; frente al mandante, continúa
siendo mandatario.
La doctrina francesa denomina a este mandatario que
es tal pero no aparenta serlo, mandatario préte nom.

Stitchkin, "El mandato civil". N' 32, págs. 60 y sgtes.


"T. Stitchkin, ob.dt., N* 198, págs. 499 y sgtes.
Manual de Derecho Civil 359

2. REQUISITOS DEL MANDATO

584. Objetp del mandato.—El encargo que consti­


tuye el objeto del mandato debe consistir en la ejecución
de actos jurídicos.
Se comprueba este aserto si sé examinan las faculta­
des que el mandato confiere naturalmente al mandatario:
pagar las deudas y cobrar los créditos del mandante, inten­
tar acciones posesorias, interrumpir las prescripciones, con­
tratar las reparaciones de las cosas que administra, comprar
los materiales necesarios para el cultivo o beneficio de tie­
rras, minas o fábricas que se le hayan confiado.
El encargo que consiste en la ejecución de un hecho
material, como construir un camino, levantar un muro, no
constituye un mandato sino u n contrato de arrendamiento
de servicios o de confección d e obra material.

585. Servicios profesionales.—El art. 2118 establece


que "los servicios de las profesiones y carreras que supo­
nen largos estudios, o a que está unida la facultad de repre­
sentar y obligar a otra persona respecto de terceros, se
sujetan a las reglas del mandato".
No ha calificado la ley la naturaleza de estos servicios;
ha dispuesto únicamente que se "sujetan a las reglas del
mandato".
A tales servicios serán igualmente aplicables, en su
caso, las normas del arrendamiento de servicios o del con­
trato de trabajo.

586. Actos jurídicos a que es aplicable el mandato.—


En principio, todos los actos jurídicos pueden ser ejecuta­
dos por medio de mandatarios.
La regla tiene muy contadas excepciones. La más ca­
lificada de estas excepciones la constituye el testamento;
el art. 1004 establece perentoriamente que "la facultad de
testar es indelegable".
360 Ramón Meza Barros

587. El negocio no debe interesar sólo al mandata-


rio.—El mandato se celebra comúnmente en interés exclu-
sivo del mandante.
Si el negocio es de mutuo interés para el mandante
y el mandatario, del mandante y de un tercero, o de un
tercero exclusivamente, "habrá verdadero mandato". En
caso de que el mandante obre sin autorización del tercero
mediará entre ambos un cuasicontrato de agencia oficiosa
(art. 2 1 2 0 ) .
Pero no existe mandato si el negocio interesa sola-
mente al mandatario; semejante mandato "es u n mero con-
sejo, que no produce obligación alguna" (art. 2119, inc.
1*). Dado maliciosamente, obliga a la indemnización de
perjuicios (art. 2119, inc. 2?).

588. Capacidad de las partes.—El mandante y el


mandatario desempeñan un rol totalmente diverso en el
contrato de mandato.
Por este motivo, la capacidad que requieren uno y
otro para celebrar el contrato ha de ser necesariamente
diversa.

589. Capacidad del mandante.—No ha señalado la


ley normas especiales que regulen la capacidad del man-
dante. La aplicación de los principios generales, sin em-
bargo, es suficiente para llenar este vacío.
Basta considerar, en efecto, que es jurídicamente el
mandante quien celebra el acto y que el mandatario es sólo
un instrumento suyo, su representante. Por tanto, el man-
dante debe tener la capacidad necesaria para ejecutar el
acto a que el mandato se refiere.

590. Capacidad del mandatario.—Entre tanto, puede


desempeñar las funciones de mandatario una persona inca-
paz. El art. 2128. dispone: "Si se constituye mandatario
Manual de Derecho Civil 361

a un menor adulto o a una mujer casada, los actos ejecu­


tados por el mandatario serán válidos respecto de terceros
en cuanto obliguen a éstos y al mandante; pero las obli­
gaciones del mandatario para con el mandante y terceros
no podrán tener efecto sino según las reglas relativas a los
menores y a las mujeres casadas".
La regla se justifica porque es al mandante a quien
afectan las consecuencias del acto; la incapacidad del man­
datario, por lo mismo, es indiferente.
La incapacidad es una medida de protección que no
se justifica puesto que el mandatario incapaz no compro­
mete su patrimonio.
En las relaciones del mandante con terceros no tiene
ninguna influencia la incapacidad del mandatario: se obliga
el mandante para con terceros y éstos se obligan para
con él.
Muy diversa es la situación en las relaciones del man­
datario con el mandante y terceros; influye decisivamente
en estas relaciones la incapacidad del mandatario. A menos
que en la aceptación del mandato haya intervenido la au­
torización de representante legal del incapaz, n o serán vá­
lidas las obligaciones del mandatario; en definitiva, no po­
drá reclamársele el cumplimiento de las obligaciones deri­
vadas del mandato sino en cuanto se hubiere hecho más
rico.

S. DIVERSAS CLASES DE MANDATO

5 9 1 . Clases de mandato.—El mandato puede ser,


atendida la extensión de los negocios confiados al manda­
tario, general o especial.
Desde el punto de vista de las facultades conferidas
al mandatario, puede el mandato estar concebido en tér­
minos definidos o indefinidos.
362 Ramón Meza Barro*

. 592. Mandato general y especial.—Ha precisado la


ley los conceptos de mandato general y especial.
El art. 2130 establece que se llama especial el man-
dato que comprende "uno o más negocios especialmente
determinados".
Añade la disposición que se denomina general el man-
dato "si se da para todos los negocios del mandante" y,
también, "si se da para todos, con una o más excepciones
determinadas".
Esta clasificación interesa para conocer en qué clase
de negocios puede legítimamente intervenir el mandatario.

5 9 3 . Mandato definido e indefinido.—Puede el man-


dato estar concebido en términos generales o indefinidos,
sin precisar los poderes o facultades conferidos al manda-
tario. Por ejemplo, A confiere poder a B para que admi-
nistre sus negocios o tal o cual negocio.
Puede el mandato, asimismo, estar concebido en tér-
minos más o menos precisos y definirse con alguna exac-
titud las atribuciones del mandatario. Así ocurre si A otor-
ga a B un mandato para comprar, vender o hipotecar tales
o cuales bienes, o en general los del mandante.

594. Facultades del mandatario.—El mandato conce-


bido en términos generales' o indefinidos plantea el pro-
blema de saber cuáles son las atribuciones que confiere al
mandatario.
El art. 2132 resuelve esta cuestión diciendo que "el
mandato no confiere naturalmente al mandatario más que
el poder de efectuar los actos de administración". Y la
disposición concluye que "para todos los actos que salgan
de estos límites, necesitará de poder especial".
Solamente queda el mandatario investido de la facul-
tad de ejecutar actos de administración, aunque el man-
dato le autorice para "obrar del modo que más conveniente
Manual de Derecho Civil 363

le parezca" o le otorgue la libre administración del nego-


cio o negocios que se le han encomendado.
El art. 2133 prescribe que la facultad de obrar como
mejor le pareciere no autoriza al mandatario para alterar
la sustancia del mandato, " n i para los actos que exigen
poderes o cláusulas especiales".
La cláusula de libre administración confiere sólo al
mandatario la facultad de ejecutar los actos que las leyes
designan como "autorizados por dicha cláusula" (art. 2133,
1 4 S
inc. 2?) .
En suma, por generales que sean los términos del
mandato, y aunque se empleen términos enfáticos que su-
gieran una gran latitud de poderes, no se confiere ai man-
datario sino la facultad para ejecutar actos administrativos.

595. Concepto del acto d e administración.—No ha


definido la ley el concepto de acto de administración.
Puede deducirse, sin embargo, del tenor del art. 391 que
establece que "el tutor o curador administrará los bienes
del pupilo y es obligado a la conservación de estos bienes,
a su reparación y cultivo".
Administrar es adoptar las medidas de carácter mate-
rial o jurídico tendientes a conservar los bienes, a incre-
1 4 9
mentarlos y obtener las ventajas que pueden procurar .
El art. 2132 expresa que el mandato confiere natu-
ralmente al mandatario el poder de ejecutar actos de ad-
ministración, "como son pagar las deudas y cobrar los cré-
ditos del mandante, perteneciendo unos y otros al giro
administrativo ordinario; perseguir en juicio a los deudo-
res, intentar las acciones posesorias e interrumpir las pres-

1 4 8
Las leyes no designan cuáles son las facultades que comprende
la cláusula de libre administración. £1 art. 1629 faculta para
novar al mandatario que tiene "la libre administración de los
negocios del comitente o del negocio a que pertenece la deuda".
'«» Pescio, "Manual de Derecho Civil", t. III, N? 616.
366 Ramón Meza Barros

especial mención", las facultades de desistirse en primera


instancia de la •' acción deducida, aceptar la demanda con-
traria, absolver posiciones, renunciar los recursos o los tér-
minos legales, transigir, comprometer, otorgar a los arbi-
tros facultades de arbitradores, aprobar convenios y per-
cibir.

597. Facultades especiales que el Código reglamen-


ta.—Ha determinado el Código, asimismo, el alcance de
ciertas facultades especiales conferidas al mandatario.
a) En efecto, el a r t ; 2141 establece que la facultad
de transigir no comprende la de comprometer y viceversa.
b ) La facultad de vender comprende naturalmente la
facultad de recibir el precio (art. .2142).
N o establece la ley que se requiera un poder especial
para vender. La facultad de vender depende de que las
cosas vendidas quepan o sean extrañas al giro ordinario
del negocio administrado.

4. OBLIGACIONES DEL MANDATARIO

598. Enunciación.—Pesan sobre el mandatario dos


obligaciones fundamentales: a) cumplir el mandato y b )
rendir cuentas de su gestión.

1. Obligación de cumplir el mandato

599. Ejecución del mandato.—Aunque el Código no


lo haya dicho expresamente, es obvio que el mandatario
debe cumplir el mandato, ejecutar el encargo que se le ha
confiado.
Toda vez que de la inejecución del mandato se siga
un perjuicio para el mandante, tendrá derecho para que el
1 5 1
mandatario le indemnice .

t» Q Código francés, en su art. 1991, declara expresamente que


Manual de Derecho Ovil 367
600. El mandatario debe ceñirse a los términos del
mandato.—Debe el mandatario, en la ejecución del manda-
to, conformarse a los términos en que le fue conferido.
El art. 2131 establece esta regla: "El mandatario se
ceñirá rigorosamente a los términos del mandato, fuera de
los casos en que las leyes le autoricen para obrar de otro
modo".
Solamente los actos que el mandatario ejecute dentro
de los límites del mandato obligan al mandante (art. 2160,
inc. 1?)..
Para que se entienda que el mandatario se ciñe a las
instrucciones del mandante, debe emplear los medios que
el mandante ha querido que se empleen para lograr los
fines del mandato.
El art. 2134 dispone: "La recta ejecución del man-
dato comprende no sólo la sustancia del negocio encomen-
dado, sino los medios por los cuales el mandante ha que-
rido que se lleve a cabo".

6 0 1 . Excepciones.—La regla tiene excepciones; suele


la ley autorizar al mandatario para que no se ciña estric-
tamente a los términos del mandato, bien porque las ins-
trucciones recibidas resultan impracticables, bien porque de
su rigurosa aplicación se puede seguir un daño al man-
dante.
a) En efecto, el art. 2149 dispone que el mandatario
"debe abstenerse de cumplir el mandato cuya ejecución
sería manifiestamente perniciosa al mandante".
En consecuencia, no puede el mandatario, a pretexto
de ceñirse estrictamente a los términos del mandato, cúm-

el mandatario debe cumplir el mandato, so pena de indemnizar


los perjuicios que resulten de su inejecución.
368 Ramón Meza Barres

plir un encargó manifiestamente perjudicial para su comi-


tente.
b ) Si el mandatario se encuentra imposibilitado para
actuar de acuerdo, con las instrucciones del mandante, no
está obligado "a constituirse agente oficioso", o sea, a rea-
lizar el encargo de una manera equivalente; "le basta to-
mar las providencias conservativas que las circunstancias
exijan" (art. 2150, inc. 1?).
En otros términos, la imposibilidad de obrar según >
las instrucciones recibidas permite al mandatario excusarse'^
de cumplir el encargo, con tal que adopte las medidas deh
conservación necesarias para que no sufran menoscabo losfi
intereses del mandante.
Con todo, el art. 2150, inc. 2°, añade: "Pero si no ?
fuere posible dejar de obrar sin comprometer gravemente"*
al mandante, el mandatario tomará el partido que más se,'¿
acerque a sus instrucciones y que más convenga al negocio'*M
No le bastará, en tal caso, con adoptar providenciase
conservativas; deberá el mandatario cumplir el encargo.-'""^a
Toca al mandatario probar las circunstancias, constH|
tutivas de fuerza mayor o caso fortuito, que le imposibÜi-jl
ten para llevar a efecto las órdenes del mandante ( a r t ; Í
2150, inc. 3?). *r|
c) La recta ejecución del mandato, como se dijo, com-f
prende los medios por los que el mandante ha querido^
que se lleve a cabo. "•••í^
Pero tales medios pueden resultar inadecuados. En t a l |
caso, podrá el mandatario apartarse de sus instrucciones á l |
respecto y "emplear medios equivalentes, si la necesidad^
obligare a ello y se obtuviere completamente de ese modo i
el objeto del mandato" (art. 2134, inc. 2?). .., J
d ) Por último, el art. 2148 consagra una regla justa:^
"Las facultades concedidas al mandatario se interpretarán!
con alguna más latitud, cuando no está en situación de
poder consultar al mandante".
Manual de Derecho Civil 369

602. Pluralidad de mandatarios.—La pluralidad de


mandatarios plantea la cuestión de averiguar en qué tér­
minos dividen entre ellos la gestión del mandato.
Desde luego si el mandante ha previsto la forma en
que debe dividirse la gestión, se estará a la voluntad del
mandante.
Pero si el mandante no ha expresado su voluntad,
podrán los mandatarios dividir entre ellos la gestión, a me­
nos que el mandante haya dispuesto que deberán obrar de
consuno.
El art. 2127 previene: "Si se constituyen dos o más
mandatarios, y el mandante .no ha dividido la gestión, po­
drán dividirla entre sí los mandatarios; pero si les ha pro­
hibido obrar separadamente, lo que hicieren de este modo
1 3 2
será n u l o " .

6 0 3 . Prohibiciones impuestas al mandatario en la


ejecución del mandato.—En sucesivas disposiciones, el Có­
digo establece importantes prohibiciones impuestas al man­
datario.
a) Se prohibe al mandatario comprar para sí lo que
el mandante le ha ordenado vender y vender de lo suyo al
mandante lo que se le ha ordenado comprar.
Teme el legislador que el mandatario sacrifique el in­
terés del mandante en aras de su propio interés y ha esta­
1 5 3
blecido esta prohibición de comprar y vender . La prohi­
bición no es absoluta; la compra o la venta son viables
con la aprobación del mandante.
El art. 2144 dispone: " N o podrá el mandatario, por
sí ni por interpuesta persona, comprar las cosas que el
mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo
al mandante lo que éste le ha ordenado comprar, si no
fuere con aprobación expresa del mandante".

152 Mejor dicho, es inoponible al mandante.


153 Véase el N' 157.
370 Ramón Meza Barro*

b ) Puede el mandatario prestar dinero al mandante


que le ha encargado tomar dinero prestado, al interés fija-
do o, en su defecto, al interés corriente.
Pero le es t i vedado, a la inversa, tomar para sí el
dinero cuya colocación el mandante le ha confiado, a me-
nos que medie la autorización de éste.
£1 art. 2 1 4 5 , en efecto, dispone: "Encargado de to-
mar dinero prestado podrá prestarlo él mismo al interés
designado por el mandante, o a falta de esta designación,
al interés corriente; pero facultado para colocar dinero a
interés, no podrá tomarlo prestado para sí sin aprobación
del mandante".
c) Sin.la expresa autorización del mandante, no es
lícito al mandatario "colocar a interés dineros del mandan-
1 M
t e " (art. 2146, inc. 1?) .
En caso de colocar el dinero del mandante a un inte-
rés superior al designado por éste, debe el mandatario abo-
nárselo, "salvo que se le haya autorizado para apropiarse
el exceso" (art. 2146, inc. 2 ? ) .
d ) Con tal que no se aparte de los términos del man-
dato, puede el mandatario aprovecharse de las circunstan-
cias para realizar el encargo con mayor beneficio y menor
gravamen para el mandante.
Pero se le prohibe apropiarse lo que exceda el bene-
ficio o disminuya el gravamen designado por el mandante
(art. 2147, inc. 1?).
En cambio, "si negociare con menos beneficio o más
gravamen que. los designados en el mandato, le será impu-
table la diferencia" (art. 2147, inc. 2?).

604. Responsabilidad del mandatario.—El mandata-


rio debe emplear en la ejecución del mandato la diligencia
1 5 4
Véase, entre tanto, el art. 406 que obliga al tutor o curado:
a prestar el dinero ocioso del pupilo.
Manual de Detecho Gvil 371
de un buen padre de familia. El art. 2129 dispone: " E l
mandatario responde hasta de la culpa leve en el cumpli­
miento de su encargo".
Las circunstancias del mandato, sin embargo, influyen
para agravar o atenuar la responsabilidad del mandatario.
La indicada responsabilidad "recae más estrictamente sobre
el mandatario remunerado" y será menos estricta "si el
mandatario ha manifestado repugnancia al encargo, y se h a
visto en cierto modo forzado a aceptarlo, cediendo a las
instancias del mandante" (art. 2 1 2 9 , incs. 2? y 3 ° ) .
No ha establecido el legislador que el mandatario re­
munerado responda de la culpa levísima y de la culpa gra­
ve o lata el mandatario que se lia resistido a aceptar el
encargo. A la postre, es el juez quien decide y la dispo­
sición es una simple recomendación para que se muestre
más severo o benévolo, según las circunstancias apuntadas.

605. Responsabilidad del mandatario por la insol­


vencia de los deudores.—No es responsable el mandatario,
por regla general, del incumplimiento por los terceros d e
las obligaciones contraidas para con el mandante por su
intermedio; en otros términos, no responde de la insol­
vencia de los deudores.
Es natural que así sea; el mandatario es un simple
intermediario y los actos que ejecuta generan obligaciones
entre el mandante y terceros.
Sin embargo, en virtud de una expresa estipulación,
puede el mandatario "tomar sobre su responsabilidad la
solvencia de los deudores y todas las incertidumbres y em­
barazos del cobro" (art. 2 1 5 2 ) .
En verdad, en tal caso, no existe verdadero mandato,
puesto que el mandatario no actúa por cuenta y "riesgo"
del mandante.
El art. 2152 previene que, como consecuencia de este
pacto especial, el mandatario se constituye "principal deu-
372 Ramón Meza' Bartot

dor pata con el mandante, y son de su cuenta hasta los


casos fortuitos y la fuerza mayor".

606. Delegación del mandato.—¿Puede el mandata-


rio confiar a otra persona la ejecución del encargo, esto es,
delegar el mandato?
La delegación está permitida, salvo que el mandante
prohiba al mandatario delegar; pero las consecuencias de
la delegación son sustancialmente diversas, según que el
mandante simplemente no la haya prohibido o bien la haya
autorizado de un modo expreso.
Es menester pasar revista a las diversas hipótesis que
pueden presentarse:
a) La delegación no ha sido autorizada ni prohibida
por el mandante. El mandatario puede delegar el mandato,
pero los terceros carecen de acción contra el mandante por
los actos del delegado (art. 2 1 3 6 ) .
El art. 2135 dispone que el mandatario "responderá
de los hechos del delegado, como de los suyos propios".
b ) La delegación Ha sido autorizada sin indicación de
la persona del delegado. Si el mandante autoriza simple-
mente al mandatario para delegar, no es responsable el
mandatario de los actos del delegado, a menos que haya
escogido a una persona "notoriamente incapaz o insolven-
t e " (art. 2135, inc. 2?).
c) La delegación ha sido autorizada con indicación de
la persona del delegado. No responde el mandatario, en
tal caso, de los actos del delegado porque es entiende cons-
tituido un nuevo mandato entre mandante y delegado.
El art. 2137 previene: "Cuando la delegación a de-
terminada persona ha sido autorizada expresamente por el
mandante, se constituye entre el mandante y el delegado
un nuevo mandato que sólo puede ser revocado por el
mandante, y no se extingue por la muerte u otro accidente
que sobrevenga al anterior mandatario".
Manual de Derecho Gvil 373

d ) La delegación ha sido prohibida por el mandante.


£1 mandatario no puede delegar. Los actos del delegado
no obligan al mandante, a menos que éste ratifique.
En todo caso, aunque la delegación no haya sido auto-
rizada por el mandante, éste podrá ejercer contra el dele-
gado las acciones del mandatario que le confirió el encargo
(art. 2 1 3 8 ) .

607. Delegación del mandato judicial.—La delega-


ción del mandato, que no ha sido autorizada, no da dere-
cho a terceros contra el mandante por los actos del dele-
gado, a menos que aquél la ratifique en forma expresa o
tácita.
En el mandato judicial la situación es diferente. El
mandatario judicial puede delegar, a menos que se le haya
prohibido hacerlo, y los actos del delegado obligan al man-
dante.
El art. 1 ° del Código de Procedimiento Civil dispone
que el procurador puede delegar el mandato "obligando al
mandante, a menos que se le haya negado esta facultad".

2. Obligación de rendir cuentas

608. Rendición de cuentas.—"El mandatario es obli-


gado a dar cuenta de su administración", dispone el art.
2155.
La obligación de rendir cuentas se justifica porque el
mandatario no obra por su cuenta, sino por cuenta del
mandante El mandante debe ser enterado de la forma
como se han gestionado sus negocios.

i»t Por este motivo la obligación de rendir cuentas pesa, también,


sobre los guardadores (art. 415), albaceas (art. 1309) y se-
cuestres (art. 2255).
»74 Ramón Meza Barros

Las partidas importantes de la cuenta deben ser do-


cumentadas, si el mandante no ha relevado al mandatario
de esta obligación (art. 2 1 5 5 , inc. 2?).
Puede el mandante relevar al mandatario de la obli-
gación de rendir cuentas; pero no queda por ello exone-
rado de los cargos que contra él justifique el mandante
(art. 2155, inc. 3?).

609. El mandatario debe restituir al mandante cuan-


to hubiere recibido por él, en el desempeño del mandato.—
El art. 2157 prescribe que e l mandatario es responsable
" d e lo que ha recibido de terceros en razón del mandato".
La restitución comprende aun lo que el mandatario
recibió y que no se debía al mandante. Toca al mandante
decidir la suerte de lo que recibió el mandatario y que no
se le debía.
Todavía más, la restitución debe incluir lo que el
mandatario "ha dejado de recibir por su,culpa". Así, en-
cargado de cobrar las rentas de arrendamiento de bienes
del mandante, deberá restituir lo que haya percibido por
este concepto, así como las rentas que dejó de percibir
por descuido o negligencia.

610. Suerte de las especies metálicas que el manda-


tario tiene por cuenta del mandante.—Debe el mandatario
restituir al mandante Jas especies metálicas que tuviere en
su poder, por cuenta del mandante.
El art. 2153 previene que tales especies "perecen para
el mandatario aun por fuerza mayor o caso fortuito, salvo
que estén contenidas en cajas o sacos cerrados y sellados
sobre los cuales recaiga él accidente o la fuerza o que por
otros medios inequívocos pueda probarse incontestablemen-
te la identidad".
El mandatario es, en verdad, depositario de los dine-
ros del mandante; por tratarse de un depósito irregular,
a menos que se encuentren en sacos o cajas cerradas y se-
Manual de Derecho Gvil 375

Hadas, se hace dueño de estos dineros, con cargo de res-


tituir otro tanto (art. 2 2 2 1 ) .
La fuerza mayor o caso fortuito no extinguen esta
obligación de género o, en otros términos, las cosas pere-
cen para el mandatario.

6 1 1 . Intereses que debe el mandatario.—Debe el


mandatario intereses sobre los dineros del mandante que
haya empleado en su propio beneficio y sobre el saldo que
en su contra arroje la cuenta.
a) £1 mandatario debe intereses corrientes por los
dineros del mandante " q u e haya empleado en utilidad pro-
pia" (art. 2156, inc. 1?).
b) Debe asimismo el mandatario "los intereses del
saldo que de las cuentas resulte en contra suya, desde que
haya sido constituido en mora" (art. 2156, inc. 2 ? ) .
Los intereses, en este caso, serán los que resulten d e
la aplicación de la regla del N? 1 del art. 1559 y prácti-
camente los intereses legales.
De este modo, por los dineros del mandante que em-
pleó en su beneficio debe el mandatario intereses corrien-
tes-, por el saldo de sus cuentas debe, generalmente, inte-
reses legales.*

5. OBLIGACIONES DEL MANDANTE

612. Enunciación.—Las obligaciones del mandante


emanan del contrato mismo o de circunstancias posterio-
res, derivadas de su ejecución; estas últimas, en consecuen-
cia, pueden o no llegar a existir.
Estas obligaciones son:
1. Cumplir las obligaciones contraídas por el manda-
tario:

En virtud del artículo 19 de la ley 18.010 (D. Of. 27 de junio de 1981) las
referencias fe los intereses legales deben entenderse efectuadas a los inte-
reses corrientes (N. del E.).
76 Ramón Meza Barro»

2. Proveer al mandatario de lo necesario para cumplir


el mandato;
3. Indemnizarle de los gastos y perjuicios en que ha­
ya incurrido por causa del mandato, y
4. Pagar la remuneración convenida o usual.

Cumplimiento de las obligaciones contraídas


por el mandatario

613. El mandante debe cumplir las obligaciones que


contraiga el mandatario, a su nombre, dentro de los limi­
tes del mandato.—El art. 2160, inc. 1?, dispone: "El man­
dante cumplirá las obligaciones que a su nombre ha con­
traído el mandatario dentro de los límites del mandato".
La disposición es una lógica consecuencia de la repre­
sentación que el mandatario inviste; los actos que ejecute
se reputan actos del mandante.
Dos condiciones han de reunirse para que el mandan­
te quede colocado en la necesidad de cumplir las obliga­
ciones contraídas por el mandatario: a) que el mandatario
obre a nombre del mandante, y b ) que actúe dentro de
los límites del mandato.

614. El mandatario debe obrar a nombre del man­


dante.—Ante terceros, con quienes contrata, el mandata­
rio no representa al mandante y no le obliga, por consi­
guiente, sino a condición de obrar en su calidad de tal
mandatario.
El art. 2160 es concluyeme: el mandante debe cum­
plir las obligaciones que " a su nombre" contraiga el man­
datario. Ya lo había dicho el art. 1448: lo que una per­
sona ejecuta "a nombre de otra", estando debidamente fa­
cultada, produce iguales efectos que si el representado hu­
biera actuado él mismo.
iManual de Derecho Civil 377

Por su parte, el art. 2151 establece que el mandatario


puede obrar a su propio nombre y, en tal caso, "no obliga
respecto de terceros al mandante".
£1 mandatario que obró a su propio nombre se obliga
personalmente a terceros y el mandante no contrae obliga-
ciones. Pero en sus relaciones con el mandante, el manda-
tario se reputará haber obrado por cuenta de aquél; a ello
se obligó al aceptar el mandato.
En consecuencia, deberá rendir cuentas de su gestión,
y además, el mandante puede exigirle que le ceda las ac-
ciones que le competan contra terceros con quienes con-
trató en su propio nombre.

615. El mandatario debe obrar dentro de los límites


del mandato.—Otra condición es menester para que el man-
dante se obligue y deba cumplir las obligaciones contraídas
a su nombre por el mandatario: que éste obre dentro de
los límites del mandato.
En cuanto excede de tales límites, carece de poder y,
por lo mismo, no obliga al mandante.
Pero el mandante puede aceptar las obligaciones con-
traídas por el mandatario, fuera de los límites del mandato,
mediante una ratificación. El art. 2160, inc. 2?, dispone
que "será, sin embargo, obligado el mandante si hubiere
ratificado expresa o tácitamente cualesquiera obligaciones
contraídas a su nombre".
Expresa será la ratificación que se hace en términos
formales. Es tácita la ratificación que resulta de la ejecu-
ción de actos del mandante que importen su inequívoco
propósito de apropiarse de lo hecho por'el mandatario.

616. Efectos de la extralimitación del mandato.—


Establecido que el mandatario que se extralimita no obliga
al mandante para terceros, cabe averiguar si resulta él mis-
mo obligado personalmente.
378 Ramón Meza Barros

En principio, el mandatario tampoco se obliga perso­


nalmente o, como dice el art. 2134, " n o es responsable
a terceros".
Para que el mandatario responda ante terceros es me­
nester que concurra alguna de las dos siguientes circuns­
tancias: a) que s e haya obligado personalmente (art. 2154,
N ? 2 ? ) ; o b ) que no les haya dado suficiente conocimiento
de sus poderes (art. 2154, N? 1?).
a) Quedará el mandatario responsable a terceros si ha
asumido esta responsabilidad, por ejemplo, para el caso de
que el mandante no ratifique lo obrado fuera de los lími­
tes del mandato.
b ) La circunstancia de no dar a conocer debidamente
a terceros sus poderes ha podido inducir a estos a creer
que los límites del mandato no eran sobrepasados. Es justo
que el mandatario responda de las consecuencias de un
error que le es imputable.
Nada puede reprocharse al mandatario que ha dado
a conocer sus poderes; los terceros han tenido ocasión de
percatarse de la insuficiencia de los poderes del mandata­
rio y probablemente contrataron en la esperanza de una
ratificación del mandante.

617. Casos en que el mandatario se convierte en


agente oficioso.—En determinadas circunstancias el manda­
tario se convierte en un agente oficioso.
a) Se convierte en un agente oficioso el mandatario
que ejecuta de buena fe un mandato nulo. La buena fe
ha de consistir, en este caso, en la ignorancia del manda­
tario de que es nulo el mandato.
b ) Asimismo se convierte en un agente oficioso el
mandatario que excede los límites del mandato por causa
de una imperiosa necesidad.
El art. 2122 dispone: " E l mandatario que. ejecuta de
buena fe un mandato nulo o que por u n a necesidad impe-
Manual de Derecho Civil 379

riosa sale de los límites de su mandato, se convierte en un


agente oficioso".
618. Ejecución parcial del mandato.—El mandatario
debe ejecutar íntegramente el encargo. ¿ Y si lo ejecuta
parcialmente?
La ejecución parcial del mandato n o obliga al man-
dante, sino en cuanto del cumplimiento del encargo repor-
tare beneficio. El art. 2161 dispone: " C u a n d o por los tér-
minos del mandato o por la naturaleza d e l negocio apare-
ciere que no debió ejecutarse parcialmente, la ejecución
parcial no obligará al mandante sino en cuanto le aprove-
chare".
Además, el mandatario deberá indemnizar al mandan-
te los perjuicios que la ejecución parcial le irrogare (art.
2 1 6 1 , inc. 2?).

2. Provisión de lo necesario para cumplir el mandato


619. Provisión de fondos.—Con arreglo a lo preve-
nido en el N° 1 del art. 2158, el mandante es obligado
"a proveer al mandatario de lo necesario para lá ejecución
del mandato".
De este modo, si encarga al mandatario la realización
de una compra, deberá el mandante proveerle de los dine-
ros necesarios para pagar el precio.
No está obligado el mandatario a emplear recursos
propios en el cumplimiento del encargo. La falta de pro-
visión de fondos autoriza al mandatario para desistir del
l í e
encargo (art. 2 1 5 9 ) .

El art. 272 del C. de Comercio dispone: "Cuando la comisión


requiera provisión de fondos, y el comitente no la hubiere
verificado en cantidad suficiente, el comisionista podrá renun-
ciar su encargo en cualquier tiempo o suspender su ejecución,
* no ser que se hubiere obligado a anticipar las cantidades
necesarias al desempeño de la comisión bajo una forma deter-
minada de reintegro".
380 Ramón Meza Barros

La obligación de proveer los fondos al mandatario reviste


excepcional importancia en la letra de cambio que, por definición
del art. 632 del Código de Comercio, es un mandato solemne por
el cual el librador ordena al librado pague una determinada canti-
dad de dinero a la persona designada o a su orden. £1 librador
está obligado "a poner en manos del librado antes del vencimiento
los fondos destinados al pago de la cantidad librada" (art. 648 del
C. de Comercio).*"
Del mismo modo, el girador de un cheque r—orden dada a
un banco para que pague a su presentación, todo o parte de los
fondos que el librador tenga-disponibles en cuenta corriente— debe
igualmente proveer de fondos al librado. El art. 22 de la Ley sobre
Cuentas Corrientes Bancadas y Cheques dispone: "El librador de-
berá tener de antemano, fondos o créditos disponibles suficientes
en cuenta corriente en poder del banco librado".

3. Obligación de indemnizar al mandatario

620. Contenido de esta obligación.—Tiene el man-


dante la obligación de procurar que el mandatario quede
totalmente indemne de las resultas del desempeño del
mandato.
La obligación se justifica porque el mandatario obra
por cuenta del mandante, y muy especialmente en el man-
dato gratuito.
La indemnización comprende:
a) El reembolso de "los gastos razonables causados
por la ejecución del m a n d a t o " (art. 2158, N? 2?).
b ) El reintegro de "las anticipaciones de dinero con
los intereses corrientes" (art. 2158, N° 4 ° ) , y
c) El pago " d é las pérdidas en que baya incurrido
sin culpa, y por causa del mandato" (art. 2158, N? 5 ° ) .

Derogado por la ley 18.092 (D. Of. 14 de enero de 1987) que regula las
letras de cambio y los pagarés (N. del E.).
Manual de Derecho Civil 81

4. Obligación de remunerar al mandatario

6 2 1 . Pago de honorarios.—Tiene el mandante, ade-


más, la obligación de pagar al mandatario "la remuneración
estipulada usual" (art. 2158, N? 3?).
En consecuencia, el mandante debe pagar la remune-
ración acordada, antes o después del contrato; a falta de
estipulación, la remuneración será la usual, esto es, la que
se acostumbra pagar por la clase de servicios de que se
trate.
En caso de desacuerdo de las partes, la remuneración
será fijada por el juez.

622. Ineludibilidad de las obligaciones del mandan-


te.—¿Puede el mandante excusarse de pagar honorarios,
de reembolsar gastos, anticipos o perjuicios a pretexto de
que no resultó exitosa la gestión del mandatario?
El art. 2158, inciso final, responde negativamente a
esta pregunta: " N o podrá el mandante dispensarse de cum-
plir estas obligaciones, alegando' que el negocio encomen-
dado al mandatario no ha tenido buen éxito, o que pudo
desempeñarse a menos costo; salvo que le pruebe culpa".
Es natural que así ocurra; el mandatario n o se obliga
a llevar al éxito el negocio que se le ha confiado, sino a
poner lo que esté de su parte para conseguir tal resultado.
No puede hacérsele responsable del fracaso sino a condi-
ción de que provenga de su culpa, por no haber empleado
en la gestión el cuidado de un buen padre de familia.
6 2 3 . Incumplimiento del mandante.—La infracción
del mandante de las obligaciones que le impone el man-
dato autoriza al mandatario para excusarse del desempeño
del cargo.
El art. 2159 dispone: " E l mandante que no cumple
por su parte aquello a que es obligado, autoriza al man-
datario para desistir de su encargo".
82 Ramón Meza Barros

Parece obvio que la renuncia del mandatario, motiva-


da por este incumplimiento del mandante, no puede oca-
sionarle ninguna de las responsabilidades que, en otras cir-
cunstancias, suele acarrear la renuncia.

6 2 4 . Derecho legal de retención del mandatario.—


Para garantizar al mandatario sus créditos por el concepto
de gastos, anticipos, pérdidas y honorarios, la ley le otorga
el derecho legal de retención.
El art. 2162 establece: "Podrá el mandatario retener
los efectos que se le hayan entregado por cuenta del man-
dante para la seguridad de las prestaciones a que éste fuere
obligado por su parte".

6. EXTINCIÓN DEL MANDATO

625. Causales de extinción del mandato.—Señala el


árt. 2163 las causales de extinción del mandato.
El mandato termina:
1* Por el desempeño del negocio para que fue cons-
tituido;
2? Por la expiración del término o por el evento de
la condición prefijados para la terminación del mandato;
?
3 Por la revocación del mandante;.
4? Por la renuncia del mandatario;
5? P o r la muerte del mandante o del mandatario;
6° Por la quiebra o insolvencia de uno u otro;
7? Por la interdicción del uno o del otro;
8? Por el matrimonio de la mujer mandata ría;
9? Por la cesación de las funciones del mandante, si
el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas.

626. Cumplimiento del encargo.—Termina obvia-


mente el mandato por el cumplimiento del encargo para
que fue conferido. El mandatario ha terminado su misión,
pagado su obligación.
Manual de Detecho Civil 383

De esta manera termina, como se comprende, sólo el


mandato que se ha otorgado para un negocio concreto y
determinado.

627. Llegada del plazo o cumplimiento de la condi-


ción prefijados.—£1 vencimiento del plazo o el cumpli-
miento de la condición estipulados ponen término al man-
dato.
£1 efecto propio de estas modalidades es la extinción
de la relación jurídica en que inciden.

628. Revocación del mandato.—El mandato es un


contrato de confianza y, por regla general, cede en exclu-
sivo beneficio del mandante.
Ambas circunstancias justifican que el mandante pue-
da ponerle unilateralmente fin, cuando crea convenirle. El
art. 2165 deja en claro que la revocación es una facultad
discrecional del mandante: "puede revocar el mandato a su
arbitrio".
Tiene el mandante esta facultad aunque el mandato
sea remunerado; la estipulación de un honorario no im-
porta que el mandato ceda, a lo menos en parte, en favor
del mandatario. Por otra parte, el art. 2165 no distingue
entre mandato gratuito y remunerado.
a) En cuanto a sus formas, la revocación del mandato
puede ser expresa o tácita, total o parcial.
La revocación tácita se produce por " e l encargo del
mismo negocio o distinta persona" (art. 2 1 6 4 , inc. 1?).
Será parcial la revocación si ella se refiere sólo a una
parte de los negocios confiados al mandatario. El otorga-
miento de un mandato especial después de haberse confe-
rido uno de carácter general importa revocación del pri-
mero solamente en aquello sobre que versa el segundo.
El art. 2164, inc. 2?, dispone: "Si el primer mandato es
general y el segundo especial, subsiste el primer mandato
para los negocios no comprendidos en el segundo".
384 Ramón Meza Barros

b ) La revocación, bien sea expresa o tácita, "produce


su efecto desde el día en que el mandatario ha tenido co­
nocimiento de ella" (art. 2 1 6 5 ) .
La noticia al mandatario de la revocación puede darse
en cualquier forma; pero será prudente darla por medio
de una notificación judicial para que de ella quede cons­
tancia auténtica.
Pero la revocación, aunque notificada al mandatario,
no puede oponerse a terceros que, ignorantes de ella, tra­
taron de buena fe con el mandatario. Por este motivo el
mandante tendrá interés en notificar también a los terce­
ros que, como consecuencia de sus relaciones con el man­
datario, conocen la existencia del mandato y podrían ser
inducidos a contratar nuevamente con él, por ignorancia
de la revocación.
c) Revocado el mandato, el mandante tiene derecho
a reclamar del mandatario la restitución de los instrumen­
tos que haya puesto en sus manos para la ejecución del
encargo.
Pero de aquellas piezas que puedan servir al manda­
tario para justificar sus actos, debe el mandante darle
"copia firmada de su mano", cuando el mandatario lo exi­
giere (art. 2 1 6 6 ) .
629. Renuncia del mandatario.—Al igual que el
mandante, el mandatario puede unilateralmente poner fin
al mandato.
La renuncia deberá ponerse en conocimiento del man­
dante, por cualquier medio; pero no surte sus efectos sino
al cabo de un tiempo prudente para que el mandante pueda
adoptar las medidas adecuadas para la atención del negocio
que había confiado al mandatario.
El art. 2167 expresa: "La renuncia del mandatario no
pondrá fin a sus obligaciones sino después de transcurrido
el tiempo razonable para que el mandante pueda proveer
a los negocios encomendados".
Manual de Derecho Ovil 385

De esta manera, el mandatario que ha renunciado debe


seguir atendiendo los negocios del mandante por un tiem­
po prudente o, en otros términos, la renuncia no pone tér­
mino instantáneo al contrato.

A propósito del mandato judicial, el art. 10 del Código de


Procedimiento Civil dispone que el mandatario debe poner la re­
nuncia en conocimiento de su mandante junto con el estado del
juicio, "y se entenderá vigente el poder hasta que haya transcurrido
el término de emplazamiento desde la notificación de la renuncia
al mandante".

El mandatario que no continúa prestando atención a


los negocios que se le encomendaron, deberá indemnizar
los perjuicios que la renuncia cause al mandante.
Cesa esta responsabilidad del mandatario cuando la
renuncia es motivada: a) por la imposibilidad en que se
encuentra de administrar por enfermedad u otra causa, y
b ) a consecuencia de que la gestión le causa "grave per­
juicio de sus intereses propios" (art. 2167, inc. 2?).
Entre las causas que imposibiliten al mandatario para
administrar, se cuenta, por ejemplo, el incumplimiento de
las obligaciones del mandante, como la de proveerle de los
medios adecuados para cumplir el mandato. El art. 2159
autoriza al mandatario para "desistir de su encargo" y es
claro que tal renuncia no le acarreará responsabilidad por
los perjuicios que experimente el mandante.

630. Muerte del mandante o del mandatario.—La


consideración de las personas es decisiva en el mandato.
El mandante otorga el mandato en razón de la confianza
que le inspira el mandatario; el mandatario es movido a
aceptar el encargo por la estimación o afecto que le inspira
el mandante.
Tal es la causa d e que la muerte de una de las partes
ponga fin al mandato. El mandante no tendrá la misma
'4
386 Ramón Meza Barro» J
confianza en los herederos del mandatario; los herede
del mandante no inspirarán probablemente al mandat
los mismos sentimientos de afecto y estimación.
La muerte del mandatario pone siempre términcrf
mandato; la muerte del mandante pone fin al mandáé
salvas excepciones.
a) N o termina por la muerte del mandante el
dato llamado a ejecutarse después de ella; los herede
suceden en los derechos y obligaciones del mandante (l
2169)
b ) Tampoco termina por la muerte del m a n d a n t e ' e l l
mandato judicial (art. 396 del C. Orgánico de Tribunales)^
Pese a que el mandato termina siempre con la mué
del mandatario y que sus obligaciones no pasan a sus*
rederos, la ley ha adoptado medidas para proveer a-
los intereses del mandante no queden abandonados.
Con este objeto, los herederos del mandatario q u e |
fueren hábiles para la administración de sus bienes,'lo
albaceas, los tutores o curadores y, en general, todos Je
que sucedan en la administración de los bienes del m i
datario difunto, deberán cumplir una doble obligación;^
1
a) dar aviso inmediato al mandante de la muerte
mandatario, y
J
b) hacer en favor del mandante lo que puedan y lV)||
que las circunstancias exijan. ; |
Las omisiones en que incurran al respecto los harán |
responsables de los perjuicios que, por tal motivo, sufran 1
los negocios del mandante (art. 2 1 7 0 ) . ; . sj
631. Quiebra o insolvencia del mandante o manda­
tario.—La insolvencia y con mayor motivo la quiebra~d»j|
mandatario pone fin al mandato; no merece confianza.oí
mo gestor de negocios ajenos quien no ha sido capaztírjfi
gestionar los propios.
En cuanto al mandante que se encuentra en la misma
situación, estará impedido para cumplir las obligaciones dej
Manual de Derecho Civil 387

mandato o, como en el caso de quiebra, la administración


de sus bienes pasa al Síndico de Quiebras (art. 61 de la
Ley de Quiebras). *

632. Interdicción del mandante o del mandatario.—


La interdicción hace incapaz al mandante y al mandatario.
Se comprende que si el mandatario no puede admi­
nistrar sus propios bienes, tampoco podrá administrar los
1 5 7
ajenos . Por lo que toca al mandante interdicto, la ad­
ministración de sus bienes corresponde a un curador; ade­
más, como no puede administrar sus bienes personalmente,
es lógico que tampoco pueda hacerlo por intermedio de un
mandatario.

633. Matrimonio de la mujer mandataria.—El ma­


trimonio de la mujer mandataria pone fin al mandato.
El matrimonio determina, por regla general, la inca­
pacidad de la mujer casada; si bien los actos suyos pueden
obligar al mandante para con terceros, las obligaciones en­
tre mandante y mandatario no pueden tener efecto sino
"según las reglas relativas a las mujeres casadas".
El mandante, en consecuencia, quedaría colocado en
una desmedrada situación ante la mujer mandataria que
contrae matrimonio. Por este motivo la ley ha resuelto
que, en tal caso, termina el mandato.
Muy diverso es el caso de que se confiera el mandato
a una mujer actualmente casada; el mandante procede a
sabiendas y con conocimiento de los riesgos a que le ex­
pone la incapacidad.

Aunque La ley se refiere, en general, al matrimonio de la mujer


mandataria, preciso es limitar la regla al caso de contraer matri­
monio bajo el régimen de sociedad conyugal. La mujer casada bajo
1 5 7
Recuérdese la excepción que establece la ley, cuando el mandatario es un
menor o una mujer casada, en su art. 2128.
* Derogado por la ley 18.175 (D. Of. 28 de octubre de 1982). Vid. actual
art. 64 de esta ley (N. del E.).
388 Ramón Meza Barro»

el régimen de separación de bienes es plenamente capaz, y no rigen


para ella las razones que han movido al legislador a establecer la
terminación del mandato por el matrimonio sobreviniente de la mu-
jer mandataria. *

En cambio, no termina el mandato por la muerte de


la mujer mandante; "pero el marido podrá revocarlo a su
arbitrio, siempre que se refiera a actos o contratos rela-
tivos a bienes cuya administración corresponda a éste"
(art. 2 1 7 1 ) .
En consecuencia, el marido no podrá revocar el man-
dato otorgado por la mujer totalmente separada de bienes
ni de la mujer mandante que casó bajo un régimen de
separación parcial, cuando el mandato se refiere a actos
relativos a la administración separada.

634. Cesación de las funciones en cuyo ejercicio se


otorgó el mandato.—Termina el mandato por el hecho de
cesar las funciones del mandante, si el mandato ha sido
otorgado en el ejercicio de tales funciones. •
Se comprende que si el mandante cesa en las funcio-
nes en cuyo desempeño otorgó el poder se extinga el man-
dato. De otro modo, las funciones en que el mandante
cesó, en verdad, se prolongarían en el mandatario.

635. Falta de uno de los mandatarios conjuntos.—


A las causales que señala el art. 2163 debe añadirse la falta
de uno de los mandatarios cuando éstos son varios y de-
ben obrar de consuno.
El art. 2172 previene: "Si son dos o más los manda-
tarios y por la constitución del mandato están obligados
a obrar conjuntamente, la falta de uno de ellos por cual-
quiera de las causas antedichas pondrá fin al mandato".

636. Actos ejecutados por el mandatario después de


expirado el mandato.—Los actos ejecutados por el manda-
* •* Derogado por ley 18.802 (D.Of. 9 uejuriio de 1989) (N. del E).
Manual de Derecho Civil 389

tario, después que el mandato ha tenido fin, no obligan al


mandante, no le son oponibles.
Tal es la regla general. Este principio tiene excepcio-
nes que encuentran su fundamento en la buena fe de los
terceros con quienes el mandatario contrata.
a) Si el mandatario ignora que ha expirado el man-
dato y cree, por consiguiente, que el mandato subsiste, los
actos que ejecute obligarán al mandante para con los ter-
ceros que, por su parte, ignoraron la extinción del mandato.
El art. 2173, inc. 1?, dispone: "En general, todas las
veces que el mandato expira por una causa ignorada del
mandatario, lo que éste haya hecho en ejecución del man-
dato será válido y dará derecho a terceros de buena fe
contra el mandante".
Se supone, en consecuencia, que tanto el mandatario
como los terceros están de buena fe.
En tales circunstancias, la situación del mandante y
del mandatario será la misma que si el acto se hubiera
realizado antes de la expiración del mandato.
b) Si el mandatario no ignoraba la expiración del
mandato, pero esta circunstancia era ignorada por los ter-
ceros, se obliga igualmente el mandante.
El art. 2173, inc. 2?, añade: "Quedará asimismo obli-
gado el mandante, como si subsistiera el mandato, a lo
que el mandatario sabedor de la causa que lo haya hecho
expirar, hubiere pactado con terceros de buena fe; pero
tendrá derecho a que el mandatario le indemnice".
En consecuencia, lo decisivo es la buena fe de los ter-
ceros; esta buena fe determina que el mandante se obligue
"como si subsistiera el mandato".
La mala o buena fe del mandatario es indiferente en
las relaciones del mandante y terceros. Importa solamente
en las relaciones de mandante y mandatario. En ambos
casos debe el mandante cumplir las obligaciones contraídas
390 Ramón Meza Barros

por el mandatario; pero tiene derecho a demandar perjui­


cios al mandatario de mala fe.
Toca al juez decidir acerca de la buena o mala fe de
los terceros.
El art. 2173 concluye: "Cuando el hecho que ha dado
causa a la expiración del mandato hubiere sido notificado
al público por periódicos, y en todos los casos en que no
pareciere probable la ignorancia del tercero, podrá el juez
en su prudencia absolver al mandante".

9. LA TRANSACCIÓN

GENERALIDADES

637. Concepto.—En el lenguaje cotidiano, transac­


ción es sinónimo de trato, convenio o negocio. Se habla,
en tal sentido, de transacciones bursátiles o de que tales
o cuales' medidas gubernativas facilitan o entorpecen las
transacciones.
Pero, en el lenguaje jurídico, el término transacción
tiene un significado mucho más restringido porque designa
una especie de contrato que las partes celebran para poner
fin a una contienda judicial o prevenir un juicio futuro.
Un viejo adagio expresa que "más vale un mal arre­
glo que un buen pleito". Por medio de la transacción las
partes sacrifican, parcialmente sus pretensiones, a trueque
de vivir en paz. »• ..- •
Define la transacción el art. 2446: "La transacción
es un contrato en que las partes terminan extrajudicial-
mente un litigio pendiente, o precaven un litigio eventual".

638. Elementos característicos del contrato de tran­


sacción.—La transacción debe reunir los requisitos o ele­
mentos propios de todo contrato y, además, algunos que
le son peculiares.
Manual de Derecho Civil 391

Tales elementos típicos son dos:


a) que exista un derecho dudoso, y
b ) que las partes hagan mutuas concesiones o sacri­
ficios.

639. Existencia de u n derecho dudoso.—De la de­


finición del art. 2446 resulta claramente que la transacción
requiere la existencia de un derecho dudoso, actualmente
controvertido o susceptible de serlo. La transacción tiende,
justamente, a poner fin a la controversia ya producida o a
impedir que se plantee en el porvenir.
El carácter dudoso del derecho es un concepto pura­
mente subjetivo; el derecho será dudoso cuando las partes
le atribuyen este carácter, al tiempo de celebrar la transac­
ción. La ley no distingue si la controversia actual o posi­
ble es o no fundada.
Por este motivo, no es transacción la simple renuncia
"de un derecho que no se disputa" (art. 2 4 4 6 , inc. 2?).
Como lógica consecuencia, no puede ser eficaz la tran­
sacción que se celebra en circunstancias de que el litigio
a que las partes se han propuesto poner fin ha terminado
por sentencia firme.
El art. 2455, en efecto, dispone que es nula la tran­
sacción si "al tiempo de celebrarse, estuviere ya terminado
el litigio por sentencia pasada en autoridad de cosa juzga­
da, y de que las partes o alguna de ellas no haya tenido
conocimiento al tiempo de transigir".

640. Mutuas concesiones o sacrificios.—La definición


legal omite consignar un segundo elemento característico
de la transacción: es preciso que las partes se hagan mu­
tuas concesiones y realicen sacrificios recíprocos.
La ausencia de estas mutuas concesiones o sacrificios
importaría la renuncia de un derecho, la remisión de una
deuda.
392 Ramón Meza Barros

Por este motivo no importa transacción el desistimien-,


to liso y llano de la demanda, que extingue las acciones
o derechos a que se refiere (art. 150 del C. de P . Civil).
N o es menester, ciertamente, que el sacrificio a que
cada parte se somete sea de la misma magnitud o impor­
1 5 8
tancia .

6 4 1 . Naturaleza del contrato.—La transacción es un


contrato consensual, bilateral y oneroso.
a) La transacción es un contrato consensual porque
la ley no lo ha revestido de ninguna forma externa; se
perfecciona, por consiguiente, por el solo consentimiento
de las partes.
b ) La transacción es un contrato bilateral como con­
secuencia de las recíprocas concesiones que se hacen las
partes. Las obligaciones resultantes, que en los demás con­
tratos tienen siempre un carácter determinado, pueden ser
de diversa índole y consistir en dar, hacer o no hacer.
c) La transacción, por último, es un contrato oneroso
puesto que cada parte hace sacrificios en provecho de la
otra.
De la prestación a que las partes se obliguen depen­
derá que el contrato sea conmutativo o aleatorio.

2. QUIÉN PUEDE TRANSIGIR

642. Capacidad para transigir.—El art. 2447 formu­


la esta regla: " N o puede transigir sino la persona capaz de
disponer de los objetos comprendidos en la transacción".
Por sus resultados la transacción conduce a una ena­
jenación. Ello es evidente cuando transfiere el dominio de

158 La transacción p o d r í a mejor d e f i n i r s e c o m o " u n contrato en


q u e las partes, s a c r i f i c a n d o parte de sus pretensiones, ponen
f i n a u n l i t i g i o pendiente, o p r e c a v e n u n l i t i g i o eventual".
Manual de Derecho Civil 393

objetos no disputados y constituye un título translaticio


de dominio. Cuando se limita a reconocer derechos pre­
existentes, envuelve siempre la renuncia de un derecho, a
lo menos parcial.
La transacción es, por tanto, un acto de disposición
y es lógico que el legislador exija la capacidad necesaria
para disponer de los objetos comprendidos en ella.
De este modo, la mujer casada no podrá celebrar una
transacción relativa a sus inmuebles que el marido esté o
pueda estar obligado a restituir en especie, sino con auto­
rización marital y del juez con conocimiento de causa (art.
1754).*
Asimismo, no se puede transigir sobre los bienes raí­
ces del pupilo, sin previo decreto de juez, debiendo some­
terse la transacción celebrada a la aprobación judicial, so
pena de nulidad (art. 4 0 0 ) .

643. Poder para transigir.—La facultad de transigir


es de aquellas que no se entienden conferidas a un man­
datario sin especial mención. En otros términos, "todo
mandatario necesitará de poder especial para transigir"
(art. 2448, inc. 1?).
Pero no es suficiente la expresa manifestación de vo­
luntad del mandante que invista al mandatario de la fa­
cultad de transigir. Es preciso, además, que en el poder
se especifiquen "los bienes, derechos y acciones sobre que
se quiera transigir" (art. 2448, inc. 2?).

Cuando el poder con la facultad de transigir se confiere en


juicio, no será menester que se indiquen, en el acto de la consti­
tución, los bienes, derechos y acciones sobre que puede versar la
transacción.
Estos derechos y acciones han quedado individualizados en los
escritos fundamentales del pleito.

* Modificado por leyes 18.802 (D. Of. 9 de junio de 1989) y 19.335 (D. Of.
23 de septiembre de 1994) (N. del E.).
394 Ramón Meza Barros

3. OBJETO DE LA TRANSACCIÓN

644. El objeto de la transacción debe ser comercia­


ble.—Cuando el art. 2447 dispone que para transigir se
requiere ser capaz de disponer, implícitamente establece
que los objetos comprendidos en la transacción deben ser
susceptibles de disposición.
Por consiguiente, no son susceptibles de transacción
las cosas que no están en el comercio. Tal es la regla ge­
neral; la ley hace de ella diversas aplicaciones.

645. Transacción sobre acciones que nacen de un


delito.—Del delito nace una acción penal para el castigo
del delincuente y puede nacer una acción civil para la res­
titución de la cosa o su valor y para el pago de las, indem­
nizaciones en favor del perjudicado (art; 21 del C. de P .
Penal).
El art. 2449 dispone: "La transacción puede recaer
sobre la acción civil que nace de un delito; pero sin per­
juicio de la acción criminal". La disposición claramente
significa que no se puede transigir sobre la acción penal
derivada del delito.

646. Transacción sobre el estado civil.—Otra conse­


cuencia del principio general se consigna en el art. 2450:
" N o se puede transigir sobre el estado civil de las per­
sonas".
De este modo, no puede transigirse sobre el estado
de matrimonio, sobre la calidad de hijo legítimo o natural.
Pero son susceptibles de transacción las consecuencias pe­
cuniarias resultantes de un determinado estado civil, como
el derecho de suceder.
Es menester tener presente, sin embargo, que la apli­
cación de esta norma presenta, a menudo, arduas dificul­
tades; es difícil discernir entre el estado civil mismo y los
Manual de Derecho Civil 395

derechos que de él emanan porque media entre ambos una


íntima conexión.

647. Transacción sobre el derecho de alimentos.—


El derecho de alimentos es incomerciable. No puede trans­
mitirse, cederse o renunciarse (art. 334) y la obligación de
darlos no es compensable con los créditos que el alimen­
tante tenga contra el alimentario (art. 3 3 5 ) .
Pero los arts. 336 y 337 dejan en claro que las reglas
indicadas son aplicables sólo a las pensiones alimenticias
futuras que se deban por ley. Son comerciables, por tanto,
las pensiones forzosas atrasadas y las pensiones alimenti­
cias voluntarias, atrasadas o futuras.
Concordante con estas normas, el art. 2451 dispone:
"La transacción sobre alimentos futuros de las personas a
quienes se deban por ley, no valdrá sin aprobación judi­
cial; ni podrá el juez aprobarla, si en ella se contraviene
a lo dispuesto en los arts. 334 y 3 3 5 " .
Autoriza el legislador la transacción porque es útil
poner fin o precaver litigios sobre alimentos; pero debe
ser autorizada judicialmente. El juez prestará su autoriza­
ción a condición de que no encubra una cesión, renuncia
o compensación.
La disposición es aplicable sólo a los alimentos futu­
ros y forzosos.

648. Transacción sobre derechos ajenos o inexisten­


tes.—El art. 2452 establece que " n o vale la transacción
sobre derechos ajenos o sobre derechos que no existen".
a) Es indudable que no puede ser válida la transac­
ción que recae sobre derechos inexistentes porque carecería
de objeto.
b ) No es propiamente nula, en cambio, la transacción
sobre derechos ajenos; solamente no empece al verdadero
titular del derecho.
396 Ramón Meza Barrea

4. NULIDAD DE LAS TRANSACCIONES

6 4 9 . Principios generales.—La transacción es nula


por las causas que generalmente invalidan los contratos.
En el titulo d e la transacción el Código se ha ocupado
de la nulidad producida p o r dolo o violencia y, muy espe­
cialmente, p o r error.
En verdad, n o se ha apartado el legislador d e los prin­
cipios generales. A propósito del error ha abordado ciertas
hipótesis particulares que podrían suscitar dificultades.

6 5 0 . Dolo y violencia.—El a r t . 2 4 5 3 dispone: " E s


nula en todas sus partes la transacción obtenida p o r títulos
falsificados, y en general por dolo o violencia".
La nulidad q u e los vicios de dolo y violencia acarrean
es relativa. La frase "nula en todas sus partes" significa
solamente que es nula íntegramente la transacción y que
no adolecen de nulidad sólo aquellas estipulaciones obte­
1 U
nidas por fuerza o d o l o .

6 5 1 . Error en el objeto.—Conforme a los principios


generales, vicia el consentimiento el error que recae sobre
la identidad de la cosa específica que es materia del acto
o contrato ( a r t . 1 4 5 3 ) .
A propósito de la transacción, el Código reproduce
esta norma: " E l error acerca de la identidad del objeto
sobre q u e se quiere transigir anula la transacción" (art.
2457).

. 6 5 2 . Error d e cálculo.—El error d e cálculo n o inva­


lida la transacción; "sólo da derecho a que se rectifique
el cálculo" ( a r t . 2458).

1S
* Véase J. Ramón Gutiérrez, "Estudio sobre los testamentos".
R. de D. y J., t. XV, 1» parte, pág. 178.
Manual de Derecho Civil 397

Esta clase de error no muestra una equivocación en


el juicio; es un error de carácter material, resultado de una
inadvertencia o falta de atención de los contratantes.

6 5 3 . Error en la persona.—El error en la persona


invalida la.transacción. "Si se cree, pues, transigir con una
persona y se transige con otra, podrá rescindirse la tran­
sacción" (art. 2456, inc. 2 ? ) .
Conforme a las reglas generales, el error sobre la per­
sona vicia el consentimiento cuando la consideración de
ésta sea la causa principal del contrato.
En la transacción, entre tanto, el error subjetivo vicia
siempre el consentimiento porque "se presume haberse
aceptado por consideración a la persona con quien se tran­
sige" (art. 2456, inc. 1?).

Esta presunción no se justifica. La transacción se acepta más


por temor a las consecuencias del litigio pendiente o eventual que
por consideraciones de afecto, respeto o reconocimiento hacia la otra
i n o
parte .

654. Transacción celebrada en consideración a un


título nulo.—El art. 2454 dispone: " E s nula en todas sus
partes la transacción celebrada en consideración a un título
nulo, a menos que las partes hayan tratado expresamente
sobre la nulidad del título".
El título, para estos efectos, es el acto d e que emana
el derecho sobre que se transige y no el documento que
lo constata.
En verdad, en este caso existe un error porque es de
suponer que las partes han transigido en.la creencia de la
validez del derecho. Tal sería el caso de un heredero que
transige con un legatario en circunstancia de qué es nulo
el testamento en que se instituye el legado.
o u
' Baudry-Lacantinerie, ob. cit., t. III, N* 1003.
398 Ramón Meza Barro*

Pero la disposición va más lejos. Será nula la transac-


ción aunque las partes hayan conocido el vicio de nulidad
del título. El art. 2454 reputa válida-la transacción sólo
cuando las partes han "tratado expresamente sobre la nu-
lidad del título".
Para la validez de la transacción no basta, pues, que
las partes hayan conocido y tenido en vista la nulidad; es
preciso que las partes hayan abordado expresamente la
cuestión.

655. Transacción obtenida por títulos falsificados.—•


Con arreglo al art. 2453, es nula la transacción "obtenida
por títulos falsificados".
Esta vez la expresión " t í t u l o " designa el documente,
en que consta el derecho que se transige.
También la transacción es, en este caso, producto de
un error; se ha transigido porque se creía legítimo el do-
cumento, w

656. Transacción de un proceso terminado por sen-


tencia firme.—Según el art. 2455, "es nula asimismo la
transacción, si, al tiempo de celebrarse, estuviere ya termi-
nado el litigio por sentencia pasada en autoridad de cosa
juzgada, y de que las partes o alguna de ellas no haya 'te-
nido conocimiento al tiempo de transigir". , |
Se trata, en verdad, de una nueva forma del error.
Las partes no han podido transigir sino en la equivocada
creencia de que su derecho era dudoso. La existencia de
un fallo firme aparta toda duda. ".¿
¿Y si las partes conocieron la existencia del fallo y,
no obstante, transigieron? • i»
El art. 2455 es claro en el sentido de .que no es. nula
la transacción; para ello es preciso que una de las partes,
o ambas ignoraran la ¡ dictación de la sentencia. Pero es
igualmente claro que si supieron la existencia del fallo ¿ir-,
1
me, no hay transacción. .
Manual de Derecho Civil 399

El acto, posiblemente válido, importará, por ejemplo,


la renuncia de un derecho.

657. Transacción sobre objetos que títulos posterior­


mente descubiertos demuestran que una de las partes no
tenía derecho alguno.—El art. 2459 dispone que "si cons­
tare por títulos auténticos que una de las partes no tenía
derecho alguno al objeto sobre que se ha transigido y estos
títulos al tiempo de transacción eran desconocidos de la
parte cuyos derechos favorecen, podrá la transacción res­
cindirse".
La nulidad de la transacción supone, pues:
a) que aparezcan con posterioridad títulos auténticos
que demuestren que una de las partes no tenía ningún
derecho;
b ) que fueran desconocidos de la parte cuyos dere­
chos favorecen.
Con todo, no será nula la transacción que no ha re­
caído sobre determinados objetos en particular, "sino sobre
toda controversia entre las partes, habiendo varios objetos
de desavenencia entre ellas" (art. 2459, inc. 1?).
En este caso, el descubrimiento posterior de los tí­
tulos no es causa de rescisión, "sino en cuanto hubiesen
sido extraviados u ocultados dolosamente por la parte con­
traria" (art. 2459, inc. 2?).
Si la transacción comprende varios objetos y el dolo
se refiere a alguno de ellos, "la parte perjudicada podrá
pedir la restitución de su derecho sobre dicho objeto"
(art. 2459, inc. 3?).

5. EFECTOS DE LA TRANSACCIÓN

658. Principio general.—La transacción, como todo


contrato, produce efecto sólo entre las partes. El art. 2461
formula innecesariamente esta regla: "La transacción no
surte efecto sino entre los contratantes".
400 Ramón Meza Barros

Dos consecuencias desprende el Código expresamente


de este principio:
a) Si son varios los interesados en el negocio sobre
el cual se transige, la transacción consentida por uno no
aprovecha ni perjudica a los otros (art. 2461, inc. 2?).
Esta regla debe entenderse sin perjuicio de los efectos
de la novación en caso de solidaridad. En otros términos,
cuando la transacción importa una novación de la obliga­
ción solidaria, consentida por uno de los varios deudores
o acreedores, afecta a los demás.
b) Si se transige con el poseedor aparente de un de­
recho, "no puede alegarse esta transacción contra la per­
sona a quien verdaderamente compete el derecho" (art.
2456, inc. 3?).

659. Relatividad de los efectos de la transacción en


cuanto al objeto.—Los efectos de la transacción se limitan
a los derechos sobre que se ha transigido.
Dos consecuencias particulares de esta regla general
ha establecido el Código expresamente:
a) Si la transacción recae sobre uno o más objetos
específicos, la renuncia a todo derecho, acción o pretensión,
"deberá sólo entenderse de los derechos, acciones o pre­
tensiones relativas al objeto u objetos sobre que se tran­
sige" (art. 2 4 6 2 ) .
Es ésta, más bien, una regla de interpretación de las
transacciones, concordante con la disposición general del
art. 1561.
b ) Sí una de las partes ha renunciado al derecho que
le correspondía a un determinado título y después adquie­
re a otro título derecho, sobre el mismo objeto, "la tran­
sacción no la priva del derecho posteriormente adquirido"
(art. 2 4 6 4 ) . •

660. La transacción produce el efecto de cosa .juz­


gada.—La ley equipara los efectos de la transacción a los
Manual de Derecho Gvü 401

de un fallo judicial firme. El art. 2460 proclama que "la


transacción produce el efecto de cosa juzgada en última
instancia".
La transacción es, en verdad, un sustituto del fallo
judicial; las partes juzgan por sí mismas las diferencias
que las separan o amenazan separarlas.
Engendra la transacción una excepción análoga a la
de cosa juzgada; el pleito que se transigió queda definiti­
vamente terminado y vedado a las partes reabrir el debate;
las cuestiones que amenazaban arrastrar a las partes a un
litigio quedan igualmente zanjadas e inhibidas las partes de
abrir debate a su respecto.
Pero median entre la sentencia judicial y la transac­
ción diferencias notorias.
La sentencia judicial no es susceptible de atacarse por
la vía de la nulidad, conforme a las reglas generales del
Código Civil; deoe impugnarse por medio de los recursos
legales. La transacción, en cambio, está sometida al régi­
men propio de los contratos. El art. 2460 se cuida de ad­
vertir que la transacción se asimila a la cosa juzgada, " p e r o
podrá impetrarse la declaración de nulidad o la rescisión,
en conformidad a los artículos precedentes".
Por otra parte, la sentencia judicial firme constituye
un título ejecutivo; la transacción, entre tanto, traerá o no
aparejada ejecución según el título de que conste.

La verdad es que la asimilación no te justifica; los efectos de


la transacción quedan suficientemente explicados con la aplicación
de las reglas generales que rigen los contratos.

6 6 1 . Estipulación de una cláusula penal.—El art.


2463 consigna una norma peculiar a la transacción cuyo
cumplimiento se cauciona con una cláusula penal.
La pena compensatoria, conforme al precepto general
del art. 1537, no puede acumularse con la obligación prin­
cipal sino cuando se ha estipulado expresamente que por
402 Ramón Meza Barre*

el pago de la pena no se entiende extinguida dicha obli­


gación principal.
El art. 2 4 6 3 , en cambio, dispone: "Si se ha estipu­
lado una pena contra el que deja de ejecutar la transac­
ción, habrá lugar a la pena, sin perjuicio de llevarse a
efecto la transacción en todas sus partes".
N o hace falta, pues, una estipulación expresa para
demandar al mismo tiempo la pena y el cumplimiento de.,
la transacción.
ÍNDICE D E ARTÍCULOS

CÓDIGO CIVIL

Art N» de la obra Art. N« de la obra

35 495 580 108, 280


46 11 645 172
47 393 646 172
94 57 648 172
98 97 680 233
165 57 682 136, 138. 164
240 152 683 136, 184
246 152 684 165
255 112. 152 698 165
256 365 699 263
SS4 647 703 100
335 647 747 475
336 647 765 101
537 647 789 539
391 395 793 301
393 112 794 349
394 112 908 230
400 642 909 230, 315
407 365 910 230
412 156 911 230
484 112 912 230
488 112 1004 586
489 112 1097 27. 357
566 280 1294 157
570 173 1335 314
571 111 1409 125
578 260 1437 13
índice de Artículos

NO de la obra Art. No deíla obra

3 1587 169, 22o, 307


7, 100 1588 169, 226, 307
9 1589 169, 307
10, 100 1659 273
11, 100 1671 170, 578
13, 100, 393 1684 272
17, 100 1689 250
5, 149 1701 107
149 1703 55, 270
149 1707 54
19, 36, 581, 582, 1708 270, 571
614 1709 270, 575
35, 38, 40, 46 1710 579
49, 50 1749 578
103, 651 1754 112, 280, 578, 642
103 1757 299, 365
102 1761 299
123. 124, 127, 146 1787 90
275 1793 99, 140, 142, 162
92, 212 1794 254
97 1795 149
391 1796 151, 152
230 1797 153
230 1708 154, 155
7, 181 1799 156
231. 232. 242 1800 157
231, 232. 242 1801 100, ¡103, 105, 108,
11, 48, 551 109, 111, 112, 117
18, 20, 22 '
N 1802 24, 113
23 ' 1803 115
174 18U4 116
7. 386 1805 117
98. 1806 119
88. 80. 00. 08 1807 158
611 1808 147, 303
67, 70, 600 1809 148
67, 71 1810 92, 122
67, 72 1811 125, 126
67, 73. .1813 100, 131
67, 74, 75. 76 1814 128, 29, 130
67. 77 1815 30, 59. 153, 164
67, 78 1816 132, 172
Manual de Derecho Civil 405
Art. N"> de la obra Art. N* de la obra

1818 137 1858 211, 212, 213, 214,


1819 138 216, 219, 221
1820 174 1859 219
1821 159 1860 215, 216
1822 159 1861 216
1823 160 1862 216
1824 163, 165, 182 1863 211
1825 170 1864 217
1826 167, 168, 181 1865 220
1827 224 1866 221
1828 , 171 1867 221
1829 172 1868 216, 221
1830 173 1869 221
1831 175 1870 221
!832 176, 178, 179 1871 225
1833 177, 178, 179 1872 190, 226, 227
1834 179 1873 228, 230
1835 178 1874 143, 233
1836 180 1875 230, 232
1837 182, 184, 210 1876 231, 232
1838 187 1881 236, 238
1839 187, 191, 207 1882 242
1840 185, 198, 208 1883 241
1841 195 1884 243
1842 207 Í885 238, 239
1843 191, 192, 193, 1886 244
196/209 1887 234
1844 196 1888 247
1845 197, 202, 209 1889 228, 248
1846 209 1890 254, 255
1817 200, 201, 202, 203, 1891 247
204, 205 1892 252
1848 200 1893 249, 250
1849 204 1894 256
1850 204 1895 256
1851 209 1896 251
1852 136, 205, 207 1897 257
1853 205 1898 258
1854 205 1899 258
1855 198 1900 258
1856 190, 208 1901 263, 265, 284
1857 210, 215 1902 54, 268
406 índice de Artículos

ART. N« DE LA OBRA ART. N« de la obra


1903 265, 269 1947 SS2. 533, 897
1905 267 1948 534
1906 2 7 2 1949 335
1907 263, 274 1950 84. SS7, 562
1908 264 1951 401
1909 2 7 8 1952 342
1910 277 1953 340
1911 282 1954 3S9
1912 283, 2 a 5 , 287 1955 344
1913 283, 285, 289 1956 345
1914 289 1957 347
1915 291, 304 1958 349
1916 301 1959 350
1917 302. 370, 418 1960 351
1918 303, 418 1961 353
1919 294 1962 355, 356, 357, 358,
1920 306 359, 361, 381
1921 24, 300 1963 354
1922 310 1964 360
1924 304 1965 361
1925 3 1 1 1966 364
1926 3 1 2 Í967 364
1927 313, 331 1968 363
1928 317. 364 1969 365
1929 317 1970 294, 397
1930 318. 320, 351 1971 397
1931 320 1972 397
1932 309, 338 1973 395
1933 309 1976 401
1934 309 1978 421
1935 S14 1979 423
1936 315 1980 425
1937 321 1981 425
1938 327 1982 423
1939 328, 329 1983 422, 423
1940 331 1981 426
1941 329 1985 427
1942 323, 330, 336 1996 446. 447. 448
1943 324 1997 449. 467
1944 73, 325 1998 450. 467
1945 326, 338 ¡999 455. 457, 467
1946 301, 330, 424 2000 448. 463
Manual de Derecho Gvil 407
An. N ' de la obra Art. N ° de la obra
2001 452 2042 485
2002 454. 455, 467 2043 489
2003 459, 460. 461. 462, 2044 490
463. 464 2045 491
2004 465 2046 492
2005 458 2047 •192
2006 467 2048 493
2007 468 2049 495
2008 468 2050 494
2009 468 2051 496
2010 468 2052 497
2011 468 2053 500
2012 469 2054 500
2013 470 2055 503. 504, 505, 506.
2014 471 535
2015 471 2056 125, 505
2016 471 2057 514
2017 472 2058 6 0 , 514
2018 472
2059 515
2019 471. 472
2060 515
2020 473
2021 470
2061 516. 517, 519. 520,
2022 474 521, 524
2023 476 2002 520
2024 480 2063 520
2025 478 2004 498
2026 479 2066 509
2027 476 2067 509
2028 479 2068 509, 511
2029 484 2069 510, 511
2030 484 2070 511
2031 481 2071 522. 523
2032 479 2072 523. 524
2033 481 2073 524
2034 481 2074 525
2035 481 2075 528
2036 486 2076 529
2037 487 2077 530
2038 483 2078 530, 533
2039 484 2079 530, 532
2040 484 2080 532
2041 482 2081 526, 533
40S í n d i c e de A r t i c u l o *

Art. N« d e l a o b r a Art. N« de la o b r a

2082 5S7 2125 602


2083 549 2126 590
2084 848 2127 580
2085 542 2128' 590
2086 508 2129 580, 604
2087 536 213(1 592
2088 549 2131 600
2089 508, 548, 556 2132 594, 595. 596
2000 547 2133 594
2091 545 2134 600. 601
2092 546 2135 606
2093 544 2137 606
2094 551, 552, 556 2138 606
2095 554 2141 597
2096 5 0 0 . 5 5 5 . 556 2142 595
2U97 519. 520 2144 157. 603
2098 84, 558 2145 603
2099 559 2146 603
2 1 0 0 561 2147 603
2101 541, 562 2148 601
2102 561 2149 601
2103 84. 5 6 3 , 564 2150 601
2104 564 2151 579, 5 8 3 . 614
2105 565 2152 605
2106 567. 568 2153 610
2107 569 2154 616
2 1 0 8 80. 570 2155 608
2109 571 21'.l¡ 611
2110 571 2157 609
2111 571 i 2158 619. 6 2 0 . 621, 622
2112 571 2159 619, 623
2113 572 : • 2160 5 9 . 6 1 3 , 614, 615
2114 54. 574 2lfil 618
2115 573 2162 624 r
2116 575 2163 625. 635
2117 580 2164 628
2118 469, 585 2165 80, 84, 628
2119 587 2166 628
2120 587 2lfi" 629
2122 617 2169 630
2123 109. 577, 578. 579 2170 631
2124 575 2171 653
Manual de Derecho Civil
409
Art N« de la obra Art. N» de la
2172 635 2453 650. 655
2173 636 2454 654
2191 8 2455 639. 656
2221 610 2456 653. 658
2235 8 2457 651
2381 11 24:18 652
2396 8 2459 657
2434 11 2460 660
2446 637. 639 2461 658
2447 642 2462 659
2448 643 2463 661
2449 645 2464 659
2450 646 2468 9. 61
2451 647 2513 54
2452 648 2524 251

CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL


6 578 531 98
7 596, 607 584 193
10 629 585 193
47 269 586 193
150 640 587 196
454 361 588 341
485 112 589 341
495 112 590 341
497 112

CÓDIGO DE COMERCIO

3 515 357 60
107 118 361 60
108 118 362 61
126 247 363 514
139 147 365 500
153 224 370 554
164 264 379 541
166 470 380 556
171 470 383 511
350 558 385 510, 595
352 505 387 595
410 ndice de Articulo*

ART. N» de LA OBRA ART. N« de LA OBRA

589 533 515 90


J95 530. 595 632 619
S96 530 648 619
397 595 655 264
424 554 823 173
427 500, 519 824 173
464 560

C Ó D I G O D E L TRABAJO
16 464 109 469
17 16 665 25
18 16, 31

C Ó D I G O PENAL
470 263

C Ó D I G O DE MINERÍA
11 154 77 10, 247
76 97

C Ó D I G O O R G Á N I C O D E TRIBUNALES
321 155 396 631

C Ó D I G O D E PROCEDIMIENTO PENAL
238 165 239 165

L E Y D E QUIEBRAS

29 157 61 631

D E C R E T O LEY N? 964, D E 1975


367, 370 5 371. 383. 387
I 368, 370 7 375. 383, 387
8 368, 370 8 374. 387
Manual de Derecho Civil 41
Art. No de la obra Art. N » de la o b r a

9 379. 387 26 413. 414


10 371 27 411. 412
11 382. 383. 387 28 413
12 383. 387 29 378, 382, 394
1S 380. 387 31 412
14 387. 388. 389. 390, 32 396
391. 392. 399, 405 33 379. 385
15 376. 378 34 385
16 381 35 385
17 376 53 385
18 384. 387 54 393
19 400. 411 55 386
20 400, 411 62 390
21 387, 402. 403. 405 lt 369
22 408 2t 399
23 405 3t 377
24 406. 407 4i 388. 392
25 409, 410

LEYES C I T A D A S
Ley N» 3.918 — 498, 500, 516, 554
Ley No 4.448 — 475, 485
Ley N ' 4 J O S — 578
Ley N» 6.977 — 168
Ley. N o 9.135 — 389, 399
Ley N» 11.622 — 366, 371, 382, 402
Ley N» 14.171 — 108
Ley N« 16.640 — 4 1 5 . 416, 420
L e y No 17.410 - 403
L e y NO 17.600 — 366, 371. 402
L e y NO 17.729 — 415
Decreto L e v No 993. de 1975 — 415. 416, 417 . 428, 4 3 6 . 437. 438.
439. 440
D e c r e t o c o n F u e r z a d e L e y N o 126, d e 1955 — 359
Decreto c o n F u e r z a de L e y NO 386. d e 1953 — 4
D e c r e t o S u p r e m o N o S.815, d e 1941 — 359
D e c r e t o S u p r e m o NO 880. d e 1963 — 463. 464
R e g l a m e n t o d e l C o n s e r v a d o r d e B i e n e s Rafees — 301
índice de materias

INTRODUCCIÓN

Mg.

1. Fuentes de la*, obligaciones 7


2. División de la materia . 7

SECCIÓN I

LOS CONTRATOS
Primera Parte

LOS CONTRATOS EN GENERAL

1. GENERALIDADES

Concepto del contrato . 9


Campo de acción del contrato 1(1
Elementos del contrato . 10

2. CLASIFICACIÓN DE LOS C O N T R A T O S

G. Ditersas clases de contratos . II


7. Contratos unilaterales y bilaterales 11
8. Contratos sinalagmáticos imperfectos 12
9. Contratas gratuitos y onerosos . . 1S
0. Contratos conmutativos y aleatorios 14
414 índice de Materia

11. Contratot principales y accesorios . . . 15


12. Contratot dependientes 16
13. Contratos consensúales, solemnes y reales 17
14. Contratos nominados e innominados . . 19
15. Contratos de libre discusión y de adhesión 19
16. Contratot individuales y colectivo* . . 19

S. COSAS Q U E S E D I S T I N G U E N E N L O S C O N T R A T O S

17. Cotas de la esencia de los contratos, de su naturaleza


y accidentales . 20

4. E F E C T O S DE L O S C O N T R A T O S

8. Distinción 21

EFECTO* ENTRE LAS PARTES

19. Concepto de partes . . . . . . . . . . . . 22


20. La ley del contrato ': . . 'j . . . . . 22
21. Limitaciones al principio 23
22. Infracción de la ley del contrato 23
23. Ejecución de buena te 24
24. Principio de la autonomía de la voluntad 25
25. Limitaciones al principia de la autonomía de la .voluntad 26

2. EFECTOS RESPECTO DE TERCXROS

26. Quienes son terceros ., . , >. '." 27


27. Herederos o sucesores a titulo universal . . . . •'. V 27
28. Sucesores a titulo singular 28
29. Acreedores de las partes . . . . . . . . . . 29
30. Los terceros extraños 30
31. Excepciones al principio de la relatividad de los efectos
del contrato 31

La ettipulación a favor de otro

32. Precedentes históricos SI


Manual de Derecho Civil 415

SS. Importancia de la estipulación a favor de otro . . . 32


34. Personal que intervienen en la estipulación . . . . 33
35. Nuestra ley positiva 33
36. Es menester que el tercero sea extraño a la convención 33
37. Es preciso que el estipulante obre a nombre propio . . 34
38. Sólo el tercero puede demandar lo estipulado . . . . 34
39. Revocación de las partes 35
40. Aceptación del tercero 33
41. Naturaleza jurídica de la estipulación 36
42. Doctrina de la oferta 36
43. Doctrina de la agencia oficiosa 37
44. Doctrina de la creación directa del derecho 38
45. Efectos de la estipulación 38
46. Relaciones entre el tercero y el prometiente . . . . 39
47. Relaciones del tercero con el estipulante 39
48. Relaciones del estipulante con el prometiente . . . . 39

2. L apromesa por otro

49. Concepto 40
50. La promesa no es una excepción al principio de la rela-
tividad de los contratos 40
51. Estipulación de una cláusula penal 41

3. Teoría d e la inoponibilidad

52. Concepto 41
53. Clasificación de las causas de inoponibilidad . . . 42
54. Inoponibilidad por falta de publicidad 43
55. Inoponibilidad por falta de fecha cierta . . . . 45
56. Inoponibilidad por fraude 45
57. Inoponibilidad por lesión de derechos adquiridos . 45
58. Inoponibilidad por lesión de las asignaciones forzosas 46
59. Inoponibilidad por falta de concurrencia . . . . 47
60. Inoponibilidad de la nulidad de un acto . . . . 47
61. Sujetos activos y pasivos de la inoponibilidad . . . 48
62. Forma de hacer valer la inoponibilidad 48
63. Efectos de la inoponibilidad 49
64. Extinción de la inoponibilidad 49
65. Inoponibilidad y nulidad 50
416 índice de Materia*

Pag.
INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS

66. Concepto SO
67. Carácter de las regla* légale» de interpretación . . .'. . 50
68. Misión de la Corte Suprema 51
69. Métodos de interpretación 51
70. La intención de los contratantes 52
71. Alcance de los términos generales del contrato . . . 52
72. Interpretación del contrato en el sentido dé que' sus
cláusulas produzcan efectos . . . . . . . . . 53
73. Interpretación conforme a, la naturaleza del contrato . 53.
74. Interpretación armónica de las cláusulas del contrato . 54
75. Interpretación de un contrato por otro . . . . . . 54
76. Aplicación práctica del contrato 54
77. Casos especiales previstos en el contrato 55
78. Interpretación de las cláusulas ambiguas cuando son
inaplicables otras reglas interpretativas 55

6. DISOLUCIÓN DE LOS CONTRATOS

79. Causas de disolución de los contratos 56


80. Consentimiento mutuo o rcsciliación . 56
81. Efectos de la rcsciliación . . . . 56
82. Resolución del contrato 57
83. Nulidad y rescisión 57

84. Otras causas legales 58

Segunda Parte

LOS CONTRATOS EN PARTICULAR

Capítulo I

CONTRATOS CONSENSÚALES Y SOLEMN


LA PROMESA

85. Concepto . . . . . . 59
86. La promesa es un contrato 60
Manual de Detecho Ovil 417

87. Promesa y contrato prometido 60


88. Originalidad del Código Civil 61
89. Requisitos de la promesa 62
90. La promesa debe constar por escrito 63
91. El contrato prometido debe ser válido 63
92. Promesa de compraventa de bienes embargados . . . 64
93. Estipulación de un plazo o condición 64
94. Estipulación de un plazo para fijar la época de la cele­
bración del contrato prometido . 65
95. Estipulación de una condición para fijar la época de la
celebración del contrato prometido 66
96. Especificación del contrato prometido 66
97. Promesa unilateral de celebrar un contrato bilateral . 67
98. Efectos de la promesa 69

2. LA COMPRAVENTA

GENERALIDADES

99. Concepto 70
100. Caracteres del contrato <le compraventa . . . . 70
101. La compraventa es un título translaticio de dominio 72
102. Elementos del contrato de compraventa 73

2. FoftMAS DEL CONTKATO DE CoM FUÁ VENTA

103. I J regla general 73


104. Consentimiento en las ventas forzadas . 74
105. Por excepción la compraventa es solemne 75
106. Diversas clases de solemnidades . . . 75

Solemnidades legales

107. Solemnidades legales ordinarias 76


108. Casos en que la ley exige escritura pública para la validez
de la- venta 76
109. Compraventa por intermedio de mandatarios . . . . 77
110. La inscripción no es Tequisito de la compraventa de
bienes raices 78
111. Es solemne sólo la venta de inmuebles por su naturaleza 78
112. Solemnidades legales especiales 79
418 índice de Materias,

Mg.

2. Solemnidades voluntarias

113. Solemnidades estipuladas por las partes 80

S. Las arras

114. Concepto de las arras y sus clases . . 81


115. Las arras como garantía . . . 81
116. Tiempo en que las partes pueden retractarse 82
117. Las arras en señal de quedar convenidos o como parte
del precio 82
118. Las anas en el Código de Comercio . 83

~ 4. Gastos del contrato de compraventa

119. Los gastos son de cargo del vendedor 83

3. LA COSA VENDIDA

120. La cosa vendida, requisito esencial de la compraventa , 84

121. Requisitos de la cosa vendida . . . . . 84

1. I M cosa vendida debe ser comerciable

122. Cosas que no pueden venderse 85

2. La cosa vendida debe ser determinada y singular

123. Determinación de la cosa . 85


124. La cantidad de la cosa vendida puede ser determinablc 86
125. La cosa vendida debe ser singular . . 86
126. Es válida la venta de todos los bienes de una persona,
especificándolos 87

3. La cosa vendida ha de existir o esperarse que exisla

127. Necesidad de la existencia actual o futura de la cosa


vendida 87
Manual de Derecho Civil 419
Pág.

128. V e n t a de l a cosa q u e d e j ó de e x i s t i r a l t i e m p o d e l c o n -
trato 87
129. C o n s e c u e n c i a s d e l a m a l a fe d e l v e n d e d o r 88
130. V e n t a de cosa f u t u r a o q u e se espera q u e e x i s t a . 89
131. V e n t a d e l a suerte 89

4. La c o s a no debe pertenecer al comprador

132. L a c o m p r a d e cosa p r o p i a n o v a l e 90
133. V e n t a de cosa a j e n a 90
134. E f e c t o s d e l a v e n t a d e cosa a j e n a 91
135. E f e c t o s c o n r e l a c i ó n a l d u e ñ o d e l a cosa 91
136. E f e c t o s entre las partes 91
137. V e n t a d e cosa a j e n a r a t i f i c a d a p o r e l d u e ñ o . . . . 92
138. Adquisición ulterior del d o m i n i o por el vendedor . 93
139. S i s t e m a d e l C ó d i g o C i v i l francés 93

4. EL PRECIO

140. E l p r e c i o es esencial e n l a c o m p r a v e n t a 95
141. Requisitos del precio 95

I. El precio debe consistir en dinero

142. E l p r e c i o d e b e ser e n d i n e r o 95
143. C u á n d o hay compraventa y cuándo permuta . . . 96

2. El p r e c i o d e b e ser real

144. R e a l i d a d y seriedad d e l p r e c i o 96
145. Precio justo y precio vil 96

3. El p r e c i o d e b e ser determinado

146. Determinación d e l precio 97


147. D e t e r m i n a c i ó n d e l p r e c i o p o r las partes 97
148. D e t e r m i n a c i ó n d e l p r e c i o p o r u n tercero . . . 98
420 índice de Materias

Pig.
5. CAPACIDAD PARA CCLEHAK EL CONTRATO DE COMPRAVENTA

149. Reglas generales . . . . . 99


150. Clasificación de las incapacidades 99

Incapacidades d e comprar y vender

151. Compraventa entre cónyuges 100


152. Compraventa entre el padre y el hijo de familia 100

2. Incapacidades para vender

153. Prohibición a los administradores de establecimientos


públicos 101

3. Incapacidades para comprar

154. Prohibición a tos empleados públicos 102


155. Prohibición a los jueces y funcionarios del orden judicial 102
156. Incapacidad de los tutores y curadores 101
157. Incapacidad de los mandatarios, síndicos y albaceas . . 101

6. MODALIDADES DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA

158. Generalidades 106


159. Venta al peso, cuenta o medida 106
160. Venta a prueba o al gusto 108
161. Otras modalidades del contrato de compraventa 109

7. E n e r o s DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA

162. Generalidades 109

Obligaciones del vendedor

163. Enunciación 110


Manual de Detecho Civil 421

A) Obligación de entregar la cosa vendida

164. Alcance de la obligación del vendedor 110


165. Forma de la entrega 112
166. Obligación de entregar materialmente la cosa US
167. Época en que debe efectuarse la entrega 113
168. Derecho de retención del vendedor 113
169. Lugar de la entrega 115
170. Gastos de la entrega 115
171. Qué comprende la entrega 115
172. Frutos de U cosa vendida 116
173. Accesorios de la cosa vendida 117
174. Riesgos de la cosa vendida 117
175. IJL entrega en la venta de predios rústicos . . . . . 119
176. Efectos de la venta con relación a la cabida . . . . 120
177. Efectos de la venta de un predio como cuerpo cierto . 122
178. Aplicación de los arts. 1832 y 1833 a cualquier conjunto
de mercaderías 123
179. Prescripción 123
180. Acción rese ¡soria por lesión enorme 124
181. Consecuencias de la falla de entrega de la tosa vendida 124

B) Obligación de saneamiento

182. Ideas gencruk-s 124


185. Caracteres <lc la obligación de saneamiento 125

a) .Saneamiento de la evicción

184. Objeto de la obligación de saneamiento de la evicción 126


185. Naturaleza de la obligación de saneamiento . . . . 127
186. Requisitos para que sea exigible la obligación de sanea-
miento 127
187. Concepto de la evicción 128
188. Elementos de la evicción: enunciación .128
189. Privación total o parcial 129
190. Necesidad de una sentencia judicial 129
191. 1.a evicción debe tener una causa anterior a la venta . 131
192. Citación de evicción 131
193. Forma y oportunidad de la citación 131
194. La citación de evicción procede en toda clase de juicios 132
•22 índice de Materias

195. A quien puede citarse de evicción 152


196. Desarrollo de la obligación de saneamiento del vendedor
citado de evicción 13)
197. Actitudes que puede adoptar el vendedor que comparece
al juicio 134
198. La obligación de indemnizar al comprador evicto . . 135
199. Indemnizaciones en caso de evicción total . . . .136
200. Restitución del precio T 136
201. Pago de las costas del contrato 136
202. Pago de frutos 137
203. Pago de las costas del juicio . 137
204. Pago del aumento de valor de la cosa . . . . '". 137
205. Evicción parcial 1 . 139
206. Extinción de la acción de saneamiento 140
207. Renuncia de la acción de saneamiento 140
208. Prescripción de la acción de saneamiento 141
209. Casos en que se extingue, por disposición de la ley, la
obligación de saneamiento de la evicción 142

b) Saneamiento de los vicios redhibitorios

210. Objeto de ta obligación de saneamiento de los vicios


redhibitorios 143
211. Concepto de los vicios redhibitorios 143
212. El vicio debe ser contemporáneo de la venta . . . . 144
213. El vicio debe ser grave 144
214. El vicio debe ser oculto 144
215. Efectos de los vicios redhibitorios 145
216. Casos de excepción . . . 146
217. Caso en que el objeto vendido se compone de varias
cosas . .147
218. Extinción de la obligación de saneamiento por vicios
redhibitorios 147
219. Renuncia del saneamiento de lo* vicios redhibitorios . 147
220. Ventas forzadas 147
221. Prescripción de las acciones que originan los vicios redhi­
bitorios . 148

2. Obligaciones del comprador

222. Enunciación 149


Manual de Derecho Civil 423

Mg
A) Obligación de recibir la cosa comprada

22S. En qué consiste esta obligación . 149


'¿24. Mora en recibir la cosa comprada 150

B) Obligación de pagar el precio

225. Pagar el precio, obligación fundamental del comprador 151


226. Lugar y época del pago del precio . 151
227." Derecho del comprador para suspender el pago del precio 152
228. Consecuencias de la falta de pago del precio . . . . 15S
229. Electos de la resolución del contrato por falta de pago
del precio 153
230. Efectos entre las partes 153
231. Efectos respecto de terceros 155
232. Declaración en la escritura de venta de haberse pagado
el precio 156
233. Cláusula de no transferirse el dominio tino por el pago
«leí precio 157

X. PACTOS Acosónos DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA

234. Ctiicralidadcs 158

Pacto comisorio

235. Concepto, sus clases y sus efectos 159

2. Pacto de retroventa

236. Concepta 159


237. Ventajas c inconvenientes del pacto de retroventa . 160
238. Requisitos del pacto de retroventa 161
239. Condiciones para ejercitar el derecho que emana del
pacto de retroventa . . 162
240. Efectos del pacto de retroventa 163
241. Efectos entre las partes 164
242. Electos contra terceros 16»
243. El derecho que nace del pacto de retroventa es intrans-
ferible 161
424 índice de Materias

Pág.

S. Pacto de retracto

244. Concepto y efectos 165

9. D E LA RESCISIÓN DE LA VENTA roa LESIÓN ENORME

245. Concepto y fundamento de ia lesión enorme . . 165


246. Requisitos 'de la rescisión por lesión enorme . . 166
247. Ventas rescindióles por causa de lesión . . . . 166
248. Cuándo la lesión «s enorme 187
249. Pérdida de la cosa por el comprador 168
250. Enajenación de la cosa por el comprador 168
251. Prescripción de la acción rescisoria por lesión enorme . 169
252. Irrcnunciabilidad de la acción rescisoria 169
255. Efectos de la rescisión por lesión enorme 170
254. Efectos si el demandado opta por evitar la rescisión . 170
255. Frutos y expensas . .171
256. Efectos si el demandado consiente en la rescisión del
contrato 172

8. LA PERMUTA

257. Definición 173


258. La permuta se rige por las reglas de la compraventa 173

4. LA CESIÓN DE DERECHOS

259. División de la materia 174

I. CESIÓN DE Catorros PERSONALES

260. Concepto de créditos personales 174


261. Créditos nominativos, a la orden y al portador . . . 174
262. El Código Civil rige sólo la cesión de créditos nominativos 175
263. Naturaleza jurídica de la cesión 176
264. Formalidades de la cesión 176
265. Perfeccionamiento de la cesión entre las partes . . . 176
266. Cesión de créditos que no constan por escrito . . . . 177
Manual de Derecho Civil 425

P*f>

267. Perfeccionamiento de la ce>ión respecto del deudor y


tercero! 177
268. Formas de perfeccionarse la cesión respecto del deudor
cedido y de terceros 178
269. Notificación del deudor 178
270. Aceptación del deudor 179
271. Erectos de la cesión . . . 180
272. Extensión de U cesión . . . . . . . . . . . 180
273. La excepción de compensación . . . . . . . . 180
274. Responsabilidad del cedente . . . . . . . . . 181

2. CESIÓN DEL DERECHO DE HERENCIA

275. Presupuesto necesario de la cesión 182


276. Maneras de efectuar la cesión 182
277. Efectos de la cesión 183
278. Responsabilidad del cedente 183
279. Responsabilidad del cesionario ante terceros . . . 184
280. Cómo se efectúa la tradición del derecho de herencia 184

3. CESIÓN DE DERECHOS LITIGIOSOS

281. Concepto del derecho litigioso .186


282. Cuándo hay cesión de derechos litigiosos . . . . . 187
283. Quién puede ceder el derecho litigioso 187
284. Forma de la cesión 188
285. Titulo de la cesión 188
286. Efectos de la cesión 188
287. Efectos de la cesión entre cedente y cesionario . . . 188
288. Efectos de la cesión respecto del demandado. Derecho de
rescate o retracto litigioso 189
289. Requisitos para que proceda el derecho de retracto liti­
gioso 189
290. Casos en que no procede el beneficio de retracto . .190

5. El. ARRENDAMIENTO

291. Definición 191


292. Importancia del arrendamiento 192
293. Caracteres generales del contrato 192
;6 índice de Materias

Pag-

1. ARRENDAMIENTO DE COSAS

1. Ideas generales

1. Concepto 192
5. Diferencias entre el arrendamiento de cosas y la com­
praventa 193
5. El arrendamiento de cosas y el derecho de usufructo . 194

2. Elementos del contrato

7. Enunciación 194

a) El consentimiento

i. El arrendamiento de cosas es consensual 194


). Solemnidades especiales del contTato . 195
). Solemnidades voluntarias 195

b) La cosa arrendada

I. Requisitos de la cosa arrendada 196

cj El precio

l. Caracteres del precio .197


5. Forma de determinar el precio . 198

3. Obligaciones del arrendador

i. Enunciación 198

a) Obligación de entregar la cosa

j. La obligación de entregar es de la esencia del contrato 198


5. Forma de la entrega 199
7. Tiempo y lugar de la entrega 199
S. Estado un que debe entregarse la cosa 200
3. Garantía por los vicios de la cosa 200
Manual de Derecho Civil 427

Pág.

310. Arrendamiento de una cosa a varias personas . . . . 201


311. Incumplimiento de la obligación de entregar . . . . 202
312. Mora en el cumplimiento de la obligación de entregar . 202

b) Obligación de mantener la cosa en estado de servir


para el fin del arrendamiento

313. Contenido de esta obligación , . . 203


314. Reparaciones necesarias 203
315. Mejoras útiles 204

c) Obligación de librar al arrendatario de toda


turbación en el goce

316. Contenido de la obligación 205


317. Obligación de no turbar el arrendador al arrendatario 205
318. Obligación de sanear las turbaciones que sean obra de
terceros 207
319. Turbaciones de hecho 207
320. Turbaciones de derecho 207
321. Derecho de Tetención del arrendatario 209

4. Obligaciones del arrendatario

322. Enunciación 210

a) Obligación de pagar el precio

323. Pago del precio 210


324. Fijación del precio en caso de discordia de las partes . 210
325. Época del pago del precio 211
326. Falta d e pago del precio o renta 211

I ) ) Obligación de usar de la cosa según los términos


o el espíritu del contrato

327. Forma de usar la cosa 212


428 ndice de Materias

P*g.

c) Obligación de cuidar de la cosa como un buen


padre de familia

528. Grado de cuidado que debe emplear el arrendatario 213


329. Sanción del incumplimiento de esta obligación . 213
330. Cestón y subarriendo . . 214

d) Obligación de efectuar las reparaciones locativas

331. Concepto y alcance de esta obligación 215

c) Obligación de restituir la cosa arrendada

332. Carácter temporal del goce del arrendatario 215


333. Estado en que debe restituirse la cosa . • . 216
334. Forma de la restitución . 216
335. Incumplimiento de la obligación de restituir 217
336. Derecho legal de retención del arrendador . 217

5. E x p i r a c i ó n del contrato d e arrendamiento

337. Causales de extinción del arriendo 218

a) Destrucción de la cosa

338. Pérdida total de la cosa arrendada 219

b) Expiración del tiempo estipulado

SS9. Contrato por tiempo determinado 219


340. Contrato por tiempo indeterminado 220
341. El desahucio. Sus formas 220
342. lrrcvocabilidad del desahucio 221
343. Anticipación con que debe darse el desahucio . . . 222
344. Momento en que se extingue el contrato . . . . 222
345. Tácita reconducción 223
346. Casos en que tiene lugar la tácita reconducción . . 223
347. Suerte de las cauciones en caso de tácita reconducción 224
Manual de Derecho Civil 429

Wg.
c) Extinción del derecho del arrendador

548. Principio general y causas de extinción del derecho del


arrendador 225
549. Efectos de la extinción involuntaria . . . . . . . 225
550. Responsabilidad del arrendador 226
551. Extinción por causa de expropiación 227
352. Extinción del derecho del arrendador por causa que le
es imputable 228
353. Consecuencias si el sucesor no está obligado a respetar
el arriendo 228
354. Indemnizaciones que debe pagar el arrendador . 228
355. Obligación del causahabiente del arrendador de respetar
el arriendo 229
356. Casos en que el sucesor debe respetar el arriendo . . 230
357. Sucesores a titulo gratuito 230
358. Sucesores a titulo oneroso 231
359. Caso de los acreedores hipotecarios 231
360. Cláusula de no enajenar la cosa arrendada . . . . 232
361. Embargo de la cosa arrendada . 233

d) Otras causas de extinción del arrendamiento

362. Sentencia judicial de terminación del arriendo . . . 234


363. Insolvencia del arrendatario 234
364. Caso en que deben hacerse reparaciones en la cosa arren­
dada 234
365. Arrendamiento de bienes de sus representados hecho por
el padre, marido o guardador 235

G. Reglas particulares al arrendamiento de predios urbanos

366. Disposiciones aplicables 236

a) Ámbito de aplicación del Decreto Ley N° 964

367. Contratos a que se aplica 236


368. Contratos que se excluyen 237
369. Retroactividad de las normas del D.L. N° 964 238
430 ndice de Materias

P*8

S70. La renta debe pactarse en moneda chilena . . 238


371. La renta máxima legal 239
372. Determinación de la renta máxima . . . . . 240
373. Arriendo parcial de un inmueble 240
374. Inclusión de muebles en el arriendo •. . . .241
375. La renta en el subarriendo .241
376. Excepción para los inmuebles adquiridos con prestamos
hipotecarios. 241
377. Excepción relativa al arriendo por entidades del sector
público 242
378. Gastos.y servicios 242
379. Pagos anticipados • • 243
380. Pago de las rentas en Dirínco . . . .243
381. Pago de la renta expirado el contrato .• . . . . . 243
382. La garantía 244
383. Nulidad de los actos violatorios de la ley . . 2 4 5
384. Prescripción 245
385. Sanción a quienes intervienen en un contrato que viole
las normas legales 246
386. Reajuste de los pagos y devoluciones 246
387. Contratos excluidos: alcance de la exclusión . . . . 2 4 7
388. 1» Nuevas edificaciones 248
389. 2» Edificios construidos de acuerdo con el DFL N» 2
y la Ley N» 9.135 .248
390. 3o Viviendas con un avalúo superior a 35 sueldo* vitales 248
391. 4« Viviendas con un avalúo entre 20 y 35 vitales . . . 249
392. 59 Locales comerciales, oficinas, etc 249
393. Presunción en favor del arrendatario 249

c) Obligaciones de las partes

394. Obligación de librar al arrendatario de toda turbación


o embarazo 250
395. Obligación de usar .de la cosa según los términos o es­
píritu del contrato 251
396. Subarriendo . . -. . . .251
397. Obligación de cuidar de la cosa y de efectuar las repa­
raciones locativas . . . . . . . 252
Manual de Derecho Qvil 431
W f .

d) Expiración del contrato

398. Causales de expiración del contrato 252


399. Cuándo el desahucio debe ser motivado . . . . 253
400. Los motivos plausibles 254
401. Plazo del desahucio 255
402. El plazo normal 256
403. Suspensión del lanzamiento 256
404. Reducción del plazo en los casos del art. 14 . . . . 257
405. Reducción del plazo, en razón de los motivos plausibles
alegados 257
406. Reducción en razón de traslado o regreso al lugar en que
está situado el inmueble 258
407. Reducción del plazo por remodcladoncs del Ministerio
de la Vivienda 258
408. Reducción judicial de los plazos 258
409. Restitución por extinción del derecho del arrendador . 259
410. Restitución por expiración del plazo del contrato . . 259
411. Cumplimiento de la causal alegada . 259
412. Indemnización por el incumplimiento 260
413. Garantía del pago de la indemnización 260
414. Consecuencias del rechazo de la demanda 261

7. Reglas particulares al arrendamiento de predios rústicos

415. Disposiciones aplicables 261


416. Ámbito del Decreto Ley N« 993 y d d Decreto con Fuerza
(le Ley N» 9 262

A) Arriendo de predios rústicos en el Decreto Ley N° 993

a) Elementos del contrato

417. Forma y prueba del contrato 263


418. La renta 263
419. Duración del contrato . 263
420. Incapacidades especiales 264
432 ndice de Materias

Pág.
b) Obligaciones de las partes

421. Obligación de entregar la cosa 264


422. Obligación de pagar el precio o Tenia 265
423. Obligación de cuidar de la cosa 265
424. Subarriendo y cesión del arrendamiento 266
425. Obligación de usar de la cosa conforme a los términos
i y espíritu del contrato . . . . ... 266
426. Obligación de restituir la cosa 267

c) Expiración del contrato

427. Desahucio 267


428. Extinción del derecho del arrendador 268

B) Arriendo de predios rústicos en el DFL N«- 9

a) Elementos del contrato

429. Forma y prueba del contrato 268


430. El precio o renta . . . . 269

b) Duración del contrato

431. Plazo del contrato 270


432. Prórroga del plazo 270

c) Derecho preferente de compra

433. Preferencia del arrendatario para comprar la finca arren­


dada 271

d) Expiración del contrato

434. Causales de expiración del contrato . . 272


435. Mejoras indemnizables 272

C) Medicrfa o aparcería

436. Concepto 273


Manual de Derecho Civil 433

Mg.
a) Mediería en el Decreto Ley Ji9 903

4S7. Contenido del contrato . . . . . . . 273


438. Obligaciones del mediero 274
439. Cesión y submediería 274
440. Fallecimiento e imposibilidad física del mediero 274

b) La .mediería en el Decreto con Fuerza de Ley N» 9

441. Duración del contrato 275


442. Anticipo* 275
443. Obligaciones previsionales 275
444. Reparto de utilidades y liquidación del contrato 275

2. CONTRATOS PARA LA CONFECCIÓN DE UNA OBRA MATERIAL

445. Concepto 276


446. El contrato importa compraventa o arrendamiento, según
las circunstancias 276
447. Confección de obra material y compraventa . . . . 277
448. La confección de obra material y el arrendamiento . . 278
449. Fijación del precio 278
450. Fijación del precio por un tercero 279
431. Obligaciones de las partes 279
452. Obligación de pagar el precio 279
453. Obligación de declarar la aprobación o rechazo de la
obra 280
454. Obligación de ejecutar fiel y oportunamente la obra . 280
455. Incumplimiento de las obligaciones de las partes . . . 280
456. Extinción del contrato 281
457. Extinción por voluntad del que encargó la obra . . . 281
458. Extinción por muerte del artífice 281
459. Contratos para la construcción de edificios 282
460. Modificaciones en el precio 282
461. Reajuste de precio por imprevisto* 283
462. Responsabilidad posterior a la recepción de la obra . . 283
463. Responsabilidad por los vicios que afectan a la estabili­
dad del edificio 284
464. Responsabilidad subsidiaria del que encargó la obra . . 285
465. Responsabilidad de los arquitectos 285
434 índice de Materias

5. ARRENDAMIENTO DE SERVICIOS INMATERIALES

466. Generalidades 286


467. Obra intelectual aislada 286
468. Servicios que consisten en una larga serie de actos 287
469. Servicios profesionales 287

4, ARRENDAMIENTO DE TRANSPORTE

470. Generalidades 288


471. Obligaciones del acarreador . . . 289
472. Obligaciones del cargador o consignante 289
47S. Muerte de las partes . 290

6. EL CENSO

474. Concepto . . 290


475. Breve síntesis histórica . . . . . r . T ; 291
;

476. Constitución de censo .-.,>, 292


477. Elementos o requisitos del censo . . . . '. >¡. W > « 29S
478. Capital acensuado . >...-...; . 295
479. El rédito , . , . ,r ,• 293
480. La finca acensuada - 294
481. Obligación de pagar el censo o canon . . •• 294
482. Causa* de extinción del censo . . . . .. -295
483. Redención del censo.. . . 296
484. Caracteres de la redención del censo .296
485. Prescripción .. , . ••• 297
486. División del censo . Y 297
487. Reducción y traslación del censo 298
488. Transmisión del censo , 299
489. Censo de transmisión ho forzosa 299
490. Censo de transmisión .forzosa . . . . . . . . . 299
491. Orden regular de sucesión 300
492. Caso de agotarse la descendencia legitima de todos los
llamados .301
493. Alcance del llamamiento o exclusión de una persona al
goce del censo 302
494. Descendencia natura) c ilegitima 502
495. Hijos legitimados . ^ -*Q5.
Manual de Derecho Gvil 435
Pig.
496. Concurrencia de hermanos gemelos SOS
497. Censos incompatibles . . . . SOS

7. LA SOCIEDAD

GENUAUDADCS

498. Disposiciones aplicables 304


499. Caracteres del contrato de sociedad SOS
500. La sociedad es una persona jurídica distinta de los socios 306
501. Sociedad y comunidad 307

2. ELEMENTOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD

502. Enunciación 309

1. Aporte de los socios

503. Necesidad de un aporte 309


504. Objeto del aporte 309
505. Requisitos del aporte 310

2. Participación en las utilidades

506. Todos los socios deben participar en los beneficios . 311


507. Los beneficios deben ser estimables en dinero . . . 3 1 1
508. El derecho del socio supone que la sociedad obtenga
utilidades SU
509. Forma en que se distribuyen los beneficios 312
510. Participación del socio industrial 313

3. Contribución a las pérdidas

511. Forma de la contribución 313


512. Regla del art. 2070 314

4. Intención de formar sociedad

513. La affeclio socictatis 315


514. Sociedad de hecho 316
436 índice de Materias

S. DIFERENTES ESPECIES DE SOCIEDAD

515. Sociedades civiles y comerciales 316


516. Clasificación de las sociedades según su organización 817
517. Sociedades colectivas 317
518. Sociedades de responsabilidad limitada 318
519. Sociedades anónimas 319
520. Sociedades en comandita 320

4. ADMINISTRACIÓN DE LA SOCIEDAD COLECTIVA

521. A quién compete la administración .321


522. Caso, en que la administración se confía a uno o varios
administradores 321
523. Designación del administrador en el pacto social . . . 3 2 1
524. Consecuencias de la renuncia o remoción del adminis­
trador 822
525. Nombramiento del administrador por acto posterior al
contrato de sociedad 322
526. Caso en que no se haya designado administrador . . . 323
527. Formas de la administración: distinción . . . 323
528. Administración por un administrador . . . . 323
529. Administración por varios administradores . . . . 324
530. Facultades de Jos administradores ; 325
531. Efectos de los actos del administrador .320
532. Obligación de rendir cuenta . . . . . v . 826
533. Administración por todos los socios . . . 326

5. OBLIGACIONES DE LOS SOCIO*

534. Distinción 828

O b l i g a c i o n e s d e los s o c i o s b a r a c o n la s o c i e d a d

535. Enunciación 328

a) Obligación de efectuar el aporte

536. El aporte es obligación esencial de la sociedad 329


537- Aportes en propiedad y en usufructo . . . 329
Manual de Derecho Civil 437

Pag.
538. Aporte en propiedad . . 329
539. Aporte en usufructo . . . 330
540. Riesgos de la cota aportada 330
541. Incumplimiento del aporte . 332

b) Obligación de saneamiento

542. Saneamiento de la evicción del cuerpo cierto aportado 333

543. Contenido de esta obligación 333


544. Indemnización de los perjuicios causados a la sociedad 334
545. El producto de la actividad de los socios cede en exclu­
sivo provecho social 334
546. Caso del socio que es acreedor de un deudor de la so­
ciedad 334
547. Caso del tocio que recibe integra su cuota de un crédito
social, permaneciendo impagos sus consocios . . . . 335

2. O b l i g a c i o n e s d e la s o c i e d a d p a r a c o n los s o c i o s

548. Obligación de reintegrar anticipos y pagar perjuicios 336


549. Incorporación de un tercero a la sociedad . . . . 336

3. O b l i g a c i o n e s d e los s o c i o s p a r a c o n terceros

550. Obligación a las deudas 337


551. Contratos que el socio celebra a su propio nombre . 337
552. Contratos que el socio celebra a nombre de la sociedad 338
555. Efi-ctos de las obligaciones contraídas con terceros . 538
554. Forma en que lo» tocio» responden' por las deudas sociales 339
555. Situación de los acreedores de los socios 340
556. Derechos de los acreedores personales de los socios . 341

6. DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD

í57. Causas de disolución de la sociedad 342


>58. Expiración del plazo o cumplimiento de la condición
prefijados , . 342
559. Termino <icl negocio 344
500. Insolvencia de la sociedad S44
561. Pérdida total de los bienes sociales 544
562. Incumplimiento de la obligación de efectuar el aporte
prometido . S45
563. Muerte de uno de los socios 346
564. Casos de excepción en que la muerte de un socio no
disuelve la sociedad 846
565. Efectos de la estipulación de continuar la sociedad con
exclusión de los herederos del socio difunto . . . . 347
566. Efectos dé la estipulación de que continúe la sociedad
con los herederos del socio difunto 347
567. Incapacidad sobreviniente de un socio 348
568. Insolvencia sobreviniente de un socio . . . . 548
569. Acuerdo unánime de lo* «ocio* . . .348
570. Renuncia de cualquiera de lo» tocio* . . . . 348
571. Requisitos de la renuncia . 349
572. Retiro de hecho de un socio . . . . . . . . 350
573. Efectos de la disolución de la sociedad . . .951
574. Efectos de la disolución respecto de terceros . . . ."' . 351

8. EL MANDATO

1. CAHACTFSXS DEL MANDATO

575. Definición 351


3 5 2
576. Caracteres del contrato ,> *
577. El mandato es generalmente consensual . . . . 352
578. El mandato solemne 354
579. Mandato para ejecutar actos solemnes . . . . 354
580. El mandato es oneroso por su naturaleza . . . . 356
581. El mandato es un contrato bilateral 357
582. El mandatario obra por cuenta y riesgo del mandante 357
583. Mandato y representación 358

2. REQUISITOS DEL MANDATO

584. Objeto del mandato 359


585. Servidos profesionales 359
586. Acto* jurídico* a que es aplicable el mandato .' 359
587. El negocio no debe interesar sólo al mandatario 360
Manual de Derecho Civil 439

Pág.

588. Capacidad de las partes . 360


589. Capacidad del mandante 360
590. Capacidad del mandatario 360

3. DIVERSAS CLASES DE MANDATO

591. Clases de mandato 361


592. Mandato general y especial 362
593. Mandato definido e indefinido 362
594. Facultades del mandatario 362
595. Concepto del acto de administración . . . . 363
596. Actos que requieren un poder especial . 365
597. Facultades especiales que el Código reglamenta 366

4. OBLIGACIONES DEL MANDATARIO

598. Enunciación 366

Obligación de cumplir el mandato

599. Ejecución del mandato 366


600. El mandatario debe ceñirse a los términos del mandato 367
601. Excepciones 367
602. Pluralidad de mandatarios 369
603. Prohibiciones impuestas al mandatario en la ejecución
del mandato 369
604. Responsabilidad del mandatario 370
605. Responsabilidad del mandatario por la insolvencia de los
deudores 371
606. Delegación del mandato 372
607. I>kgación del mandato judicial . . . . . . . . 373

2. Obligación de rendir cuentas

608. Rendición de cuentas 373


609. El mandatario debe restituir al mandante cuanto hubiere
recibido por él, en el desempeño del mandato . 374
610. Suerte de las especies metálicas que el mandatario tiene
por cuenta del mandante 374
611. Intereses que debe el mandatario 375
40 índice de Materias

5. OBLIGACIONES DEL MANDANTE

112. Enunciación 375

1. Cumplimiento de las obligaciones contraídas


por el mandatario

¡13. E l m a n d a n t e debe c u m p l i r las o b l i g a c i o n e s q u e c o n t r a i g a


e l m a n d a t a r i o , a s u n o m b r e , d e n t r o de los l í m i t e s d e l
mandato 37G
¡14. E l m a n d a t a r i o debe o b r a r a n o m b r e d e l m a n d a n t e . . 376 ,
515. E l m a n d a t a r i o debe o b r a r d e n t r o de los l í m i t e s d e l
mandato 377
516. E f e c t o s de l a e x t r a l i m i t a c i ó n d e l m a n d a t o 377
517. Casos e n q u e el m a n d a t a r i o se c o n v i e r t e e n agente oficioso 378
518. E j e c u c i ó n parcial del mandato 379

2. Provisión de lo n e c e s a r i o para cumplir el mandato

519. P r o v i s i ó n de fondos 379

3. Obligación de indemnizar al mandatario

620. C o n t e n i d o d e esta o b l i g a c i ó n 380

4. Obligación de remunerar al mandatario

621. P a g o de h o n o r a r i o s . .381
622. I n e l u d i b i l i d a d de las o b l i g a c i o n e s d e l m a n d a n t e . . .381
623. I n c u m p l i m i e n t o del mandante 381
624. Derecho legal de retención del mandatario . . . . 382

6. EXTINCIÓN DEL MANDATO

625. Causales de extinción del mandato 382


626. C u m p l i m i e n t o del encargo 382
627. L l e g a d a del p l a z o o c u m p l i m i e n t o de l a c o n d i c i ó n pre-
fijados 383
628. Revocación del mandato 383
Manual de Derecho Civil 441
Pag.

629. R e n u n c i a del mandatario 384


630. Muerte del mandante o del mandatario . . . . 385
631. Q u i e b r a o insolvencia del mandante o mandatario . . 386
632. I n t e r d i c c i ó n del- m a n d a n t e o d e l m a n d a t a r i o . . . . 387
633. M a t r i m o n i o de la m u j e r mandataria 387
634. C e s a c i ó n de las f u n c i o n e s e n c u y o e j e r c i c i o se o t o r g ó e l
mandato . 3 8 8
635. F a l t a d e u n o de los m a n d a t a r i o s c o n j u n t o s 388
636. A c t o s ejecutados p o r el m a n d a t a r i o después d e e x p i r a d o
el m a n d a t o 388

9. LA TRANSACCIÓN

1. GENERALIDADES

637. Concepto 390


638. E l e m e n t o s característicos d e l c o n t r a t o d e t r a n s a c c i ó n . . 390
639. E x i s t e n c i a de u n d e r e c h o d u d o s o 391
640. M u t u a s concesiones o s a c r i f i c i o s 391
641. Naturaleza del contrato 392

2. Q U I É N PUEDE TRANSIGIR

612. Opacidad para transigir 392

643. Poder para transigir 393

3. OBJETO DF. LA TRANSACCIÓN

644. E l o b j e t o de la transacción debe ser c o m e r c i a b l e . . 394


645. T r a n s a c c i ó n sobre acciones q u e n a c e n de u n d e l i t o . . 394
646. T r a n s a c c i ó n sobre el estado c i v i l 394
647. T r a n s a c c i ó n sobre el d e r e c h o de a l i m e n t o s 395
648. T r a n s a c c i ó n sobre derechos ajenos o inexistentes . . 395
4. NULIDAD DE LAS TRANSACCIONES

649. P r i n c i p i o s generales 396


650. Dolo y violencia 396
651. E r r o r en el o b j e t o 396
652. Error de cálculo 390
índice de MaterU»

655. Error en la persona 397


654. Transacción celebrada en consideración a un titulo nulo 597
655. Transacción obtenida por iliulo* falsificados . . . . S98
656. Transacción de un proceso teirninado pof sentencia hnne 596
657. Transacción sobre objeto» que' títulos poitrriormente des-
cubiertos dcmuesiran que una de las p a n a no tenia
derecho alguno

1
5. F n c r o s :J LA l a * MACO Ó!»

6'»8. Principio genera) . '

. faiipuUtloo de* una cláusula penal . . ^ J¿J

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