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Los fenómenos cadavéricos son los cambios producidos en el cuerpo sin vida a partir del

momento en que se extinguen los procesos bioquímicos vitales, sufriendo pasivamente la acción de
las influencias ambientales. Se desarrollan en forma temprana o tardía, los tardíos pueden ser
destructores o conservadores del cadáver. Estos fenómenos se producirán con cierto orden
cronológico, preparando al cuerpo en una forma tal que finalmente se destruya.

PROCESOS CADAVERICOS DESTRUCTIVOS


1.- AUTOLISIS:
La autólisis es el más precoz de los procesos dentro de los fenómenos destructores o
transformativos del cadáver, se puede definir como el conjunto de procesos fermentativos que tienen
lugar en el interior de la célula por la acción de las propias enzimas celulares, sin intervención
bacteriana aeróbica o anaeróbica

Al iniciar el proceso de destrucción cadavérica el cuerpo sufre modificaciones intracelulares, además


de la depleción de oxígeno, el papel protagónico está en las enzimas de la propia célula, por lo que
se inicia en los tejidos la desintegración y fermentación gradual autógena. Los órganos y tejidos se
reblandecen, algunos se fluidifican, como encéfalo y médulas ósea y espinal, respectivamente.

Schryver y De Launay describieron la cronología de la autólisis de la siguiente forma:


• etapa ultravital o periodo latente, en el que las alteraciones celulares se limitan sólo en el
citoplasma celular, quedando inalterado el núcleo.
• Periodo anárquico o de muerte confirmada en el cual las alteraciones son nucleares, observándose
en un inicio hipercromatosis (picnosis) seguida de una hipocromatosis o decloracion.
• Periodo de cromatólisis o desaparición del núcleo.

Finalmente se observa una pérdida de la morfología celular. Estos periodos inician antes de las 6
horas postmortem hasta completarse días después teniendo cronología variable que depende de
factores intrínsecos y extrínsecos; por ejemplo, causa de muerte, temperatura ambiental, etcétera.

MULLER y cols., mucho más recientemente, observan un primer período que comprende sólo unas
horas, en el que tiene lugar la desaparición
de las mitocondrias y la fragmentación de la reticulina. En un segundo período, que corresponde a
los 3 o 4 primeros días post mortem, tienen lugar las alteraciones celulares sin afectarse el núcleo;
mientras que cuando la autólisis afecta al núcleo y se va fraguando la desaparición de la morfología
celular, la autólisis tiene una duración de más de 4 días.

la autolisis es el primer cambio postmortem; sin embargo, sólo es posible diagnosticarlo por medio
de estudios microscópicos. En efecto, desde el mismo momento que la persona fallece, las
presiones parciales de oxígeno intracelular disminuyen. Algunos autores consideran que cuando
existen periodos agónicos prolongados, este catabolismo genera aún mayor daño intracelular, al
grado que inicia con cambios acelerados del pH.

Ciertas estructuras, como la membrana celular, el núcleo y las mitocondrias, “sufren” alteraciones al
grado de desarrollar un proceso de necrosis tisular

Dependiendo del órgano del que se trate es el grado de destrucción; entre los más pronto afectados
están la glándula suprarrenal y el cerebro; el páncreas y el bazo, al ser órganos con tejido hasta
cierto punto friable, son los siguientes en sufrir alteración; los órganos con componente sólo
muscular, como el corazón, el útero o incluso las asas intestinales y el colon tienen una mayor
resistencia a la autolisis.
Las enzimas responsables de la autólisis proceden de los lisosomas; estos orgánulos, en la célula
viva, se caracterizan por la impermeabilidad de su membrana. Si esta propiedad sufre un deterioro
(en este caso por La falta de oxigenación que condiciona los cambios del pH e hidroelectrolíticos)
tiene lugar el paso al citoplasma de las enzimas que contienen, originándose la digestión de la propia
célula.

Al momento de fallecer la persona, existe un estado de total atonía, la totalidad de los músculos se
relajan, al grado que puede presentarse incluso salida de algunos líquidos corporales tales como
orina, materia fecal; sin embargo, entre las 3 y 4 h postmortem inicia un proceso de contracción de
los grupos musculares, conocido como rigidez cadavérica, que incluye todos los músculos, los
primeros son los lisos y después el estriado, en forma cefalocaudal,(es decir, que inicia por los
músculos de cara, cuello, tórax, abdomen y miembros torácicos y pélvicos).

La rigidez muscular tiene que ver directamente con la presencia de adenosintrifosfato (ATP) en la
placa neuromuscular; mientras se conserve o se siga resintetizando, los músculos se mantendrán
flácidos y al disminuir los niveles empezarán a endurecer. Alrededor de 24 h después se inicia de
nuevo la reinstalación de la flacidez de todos los músculos, con las mismas características de rigidez
de la primera vez, esto es consecuencia ya no del ATP, sino de la destrucción por las enzimas
hidrolíticas, de las moléculas de actina y miosina, por lo que el cadáver puede adquirir total flacidez
muscular alrededor de 48 h después, lo que suele coincidir con el inicio de los fenómenos biológicos
de destrucción.

2.- PUTREFACCION

Consiste en una serie de cambios de fermentación y desintegración pútrida y húmeda en el cuerpo


inerte, con influencia directa de gérmenes intrínsecos y extrínsecos de origen bacteriano. Los
gérmenes responsables se desarrollan en la materia orgánica cadavérica, produciendo enzimas que
actúan selectivamente sobre los principios orgánicos (prótidos, grasa, glúcidos), dando lugar a
modificaciones profundas y nauseabundas del cadáver que conducen a su destrucción. Una vez
terminado este proceso, sólo persisten las partes esqueléticas de naturaleza calcárea, los dientes,
las uñas y los pelos, mientras que las partes blandas se reintegran al ciclo bioesférico.

Los gérmenes responsables de la putrefacción pueden proceder directamente del exterior a través
de la boca, nariz y órganos respiratorios. Pero el papel principal es desempeñado por los gérmenes
existentes en el tramo intestinal, cuya flora es relativamente fija.

Según se deduce de los trabajos experimentales llevados a cabo, la putrefacción se inicia por la
acción de las bacterias aerobias (Bacillus subtilis, B. fluorescens, Proteus vulgaris, B. coli), que
absorben el oxígeno con gran rapidez. A continuación se desarrollan ciertos gérmenes aerobios
facultativos
(B. putrificus coli, B. liquefaciens magnus, Vibrio septicus), que acaban de consumir el oxígeno,
permitiendo el desarrollo de los anaerobios, que se consideran, desde los estudios de BIENSTOCK,
TISSIER, etc., como los de máxima acción desintegrativa (B. perfringens, B. putridus gracilis,
B. magnus anaerobius, Clostridium sporogenes, etc.).

Además de los gérmenes citados, otros microorganismos exógenos y, sobre todo, los agentes
patógenos responsables de la infección que causó la muerte intervienen de hecho en la putrefacción
cuando se trata de muertes de etiología infecciosa (B. de Koch, estafilococo, estreptococo, etc.), lo
Las condiciones que influyen en el tiempo que tarde la putrefacción en manifestarse serían:
1.- Factores ambientales
• Temperatura ambiental. Influye de manera relevante en el tiempo de inicio de la putrefacción.
Temperaturas cálidas la aceleran, temperaturas frías la retrasan; por tanto, la putrefacción se
manifiesta más rápido en primavera y verano, y más lento en otoño e invierno.
• Humedad ambiental. Influye en ambientes húmedos, la putrefacción se manifiesta más rápido.
• Naturaleza del lugar (terreno). En suelos secos el cadáver se conserva por más tiempo.
• Profundidad del foso de destino final del cadáver. A mayor profundidad, menor putrefacción.

2.- Factores intrínsecos fisiológicos


Edad. La putrefacción se manifiesta más tardíamente en edades extremas de la vida.
Constitución física. Se manifiesta más en personas obesas que en delgadas.

3.- Factores intrínsecos patológicos


• Las muertes rápidas e inesperadas con buen estado de salud previo propician que la putrefacción
tarde más en aparecer.
• Las muertes por enfermedades crónicas que cursan con agonías previas lentas provocan una
rápida putrefacción.
• Las muertes por enfermedades infecciosas graves cursan con putrefacciones tempranas.
• Las muertes que cursan con administración de grandes cantidades de antibióticos antemortem
cursan con putrefacciones tardías.

Evolución de la putrefacción
La putrefacción evoluciona en el cadáver en cuatro fases o períodos bien caracterizados:

1. Período colorativo o cromático.


2. Período enfisematoso o de desarrollo gaseoso.
3. Período colicuativo o de licuefacción.
4. Período de reducción esquelética.

.- Fase cromática Se produce por acción directa del ácido sulfhídrico originado por la putrefacción de
los tejidos al actuar con la hemoglobina en presencia de aire, produce sulfohemoglobina, que tiene
color
verdoso.

La coloración verdosa se inicia a nivel de intestino grueso, pero por las características anatómicas y
topográficas del ciego, además de que es el sitio donde es más abundante la flora intestinal, el
primer signo en el cadáver es a nivel de fosa iliaca derecha, produciéndose la “mancha verde
abdominal” Se manifiesta entre las 24 a las 48 horas postmortem, a su vez se identifican olores
característicos (fetidez) originados por la descomposición pútrida de la sustancia orgánica en el
cadáver.

La mancha verde es, en principio, de color verde claro; sin embargo, ésta cambia de color con el
tiempo tornándose en color verde oscuro. Además de su cambio de coloración aumenta sus
dimensiones hasta tornar todo el cadáver de color verde pútrido-negruzco en el pico máximo de la
fase cromática, a veces se acompaa también con un matiz rojizo por la hemólisis concomitante
Estos cambios cromáticos también se observan en los órganos internos, inicia a nivel de cavidad
abdominal y se extiende al tórax y resto del cuerpo. La mancha verde puede presentarse en otros
sitios como primer signo de putrefacción, dependiendo de algunos factores como:

• Muerte por ahogamiento (sumersión). La putrefacción se inicia por la acción directa de gérmenes
que penetraron por vías respiratorias, se manifiesta a nivel de cara anterosuperior de tórax a
través de mediastino anterior.

• Muertes intrauterinas. La mancha verde se manifiesta en tórax anterosuperior, cuello y cara


.
• Procesos infecciosos localizados. En éstos la putrefacción se inicia a nivel local por gérmenes que
provocan putrefacción temprana.

La fase cromática tarda entre 3 y 15 días para llegar a su pico máximo y a él se van añadiendo, poco
a poco, los fenómenos propios de la segunda fase.

.- El período enfisematoso se caracteriza por el desarrollo de una gran cantidad de gases (por parte
de las bacterias anaerobicas) que abomban y desfiguran todas las partes del cadáver (enfisema
putrefactivo o abombamiento cadavérico).

Esto inicia en cavidad abdominal a nivel de luz intestinal, luego los gases vencen la resistencia de la
pared tornándose intraabdominal (abdomen globoso), después, al vencer la resistencia de los tejidos
(primero los más laxos hasta los firmes) se desplazan hacia el tejido celular subcutáneo. el tórax y el
abdomen están distendidos, dando un sonido timpánico a la percusión. En la cabeza ocurre
protrusión de ojos, (con un exagerado exorbitismo), y lengua (aparece proyectada al exterior de la
boca); los genitales masculinos, por la capacidad de distensión del tegumento de esta región, llegan
a adquirir volúmenes verdaderamente monstruosos; en pocas palabras, el cuerpo se convierte en
una verdadera masa de gas (macrosomía cadavérica). Tambien se inicia desprendimiento
dermoepidérmico.

Hay otro fenómeno igualmente característico: la red venosa superficial se hace muy aparente en
todas las regiones corporales; se debe a que la sangre es empujada hacia la periferia por la
circulación post mortem, que se origina, por un lado, por la contracción del ventrículo izquierdo,
consecuencia de la rigidez cadavérica, y, por otro, por la presión que los gases putrefactivos ejercen
desde las cavidades esplácnicas.El resultado es que la red vascular superficial queda rellena de la
sangre cadavérica y se marca a través de la piel en un color rojizo debido a la trasudación e
imbibición de la hemoglobina.

Este período tiene una duración de varios días, a veces hasta un par de semanas.

.- Fase colicuativa. En esta fase hay una transformación líquida de los tejidos blandos (se licuan) con
pérdida de la morfología cadavérica.

Su primer signo se manifiesta por reblandecimiento y desprendimiento dermoepidérmico con


formación de flictenas (ampollas) de dimensiones variables, que se tornan secas en un inicio como
consecuencia de la fase enfisematosa, pero luego son ocupadas por un líquido de color pardusco.
La epidermis está bastante conservada y puede desprenderse fácilmente del plano subyacente por
la simple presión de los dedos, formando colgajos. El aspecto de estos colgajos y de las zonas
húmedas dérmicas que dejan al descubierto tienen el aspecto de una quemadura de segundo grado;
debe evitarse confundirlos.
La licuefacción va instaurándose, y el líquido producto de esta, comienza a escapar por los orificios
naturales, además de que los anexos cutáneos (pelo y uñas) se desprenden.

Los gases de la fase enfisematosa encuentran sitios de escape, provocando que el cuerpo pierda el
aspecto macrosómico que tuvo en el periodo anterior.

Los ojos, lengua y recto, anteriormente protruyentes, se tornan hundidos.

Los tejidos blandos se destruyen como consecuencia de la licuefacción, se aplastan las alas de la
nariz, se desnuda el cráneo y, más tarde, se destruyen las partes blandas de la cara.

los órganos se reblandecen hasta perder su morfología, y dejan escapar una serosidad sucia. Esta
fase dura de días a varios meses, de 8 a 10 generalmente.

.- Período de reducción esquelética. Esta fase es responsable de la desintegración final del cadáver,
iniciando por los tejidos más laxos hasta los tejidos firmes incluyendo el hueso, avanzando hasta la
esqueletización o transformación cadavérica en polvo.

La destrucción empieza por los órganos y tejidos más laxos con escaso tejido conectivo, luego los
tejidos intermedios y hasta finalizar por los tejidos más firmes, como ligamentos, cartílago y hueso,
por lo cual el esqueleto permanece unido durante todo este período, aunque al final también llegan a
destruirse estos elementos y las articulaciones se separan al desaparecer las estructuras que las
unen.

En la cabeza resisten más tiempo las mejillas y orejas, hasta que llega un momento en que sólo
quedan unos residuos en la región malar. La cabeza se desprende del tronco cuando desaparecen
los elementos de unión, lo que tiene lugar al final de este período.

El tórax, aunque tardíamente, se deprime, y se desinsertan las costillas y el esternón, que pueden
llegar a separarse en sus distintas piezas. Los pulmones están sembrados de múltiples y desiguales
vesículas pútridas y después se hunden en los canales raquídeo-costales, bañados en un líquido de
trasudación, de color negruzco; los bronquios y la tráquea se reconocen durante mucho tiempo. El
músculo cardíaco suele resistir considerablemente a la licuefacción.

El abdomen se deprime y no tarda en excavarse, quedando su pared unida a la columna vertebral;


más tarde queda reducido a residuos negruzcos que se fijan en las estructuras óseas vecinas. El
conjunto de órganos y vísceras se va destruyendo al mismo tiempo, con diferencias en cuanto a su
resistencia según su estructura: el aparato digestivo, en líneas generales, puede durar hasta más de
1 año y medio después de la muerte; el bazo se destruye muy rápidamente y algo menos el hígado;
el riñón está protegido durante bastante tiempo por su celda grasa; en cuanto al útero es, sin duda,
uno de los órganos más resistentes, lo que permite establecer el sexo de un cadáver, aunque hayan
desaparecido por la putrefacción los órganos genitales externos.

Paulatinamente, durante un período que oscila entre 2 y 3 años, hasta un máximo de 5, todas las
partes blandas del cadáver irán desapareciendo por licuefacción hasta convertirse en putrílago
(estructura opaca, oscura y seca que se deposita a los lados de la columna vertebral). Todos estos
restos acaban por desaparecer también, llegando así el cadáver a su total esqueletización, que
estará establecida por completo después de 5 años.

PROCESOS CADAVERICOS CONSERVATIVOS


1.- MOMIFICACION
La momificación consiste en la desecación del cadáver por evaporación del agua de sus tejidos, lo
que da lugar a que éstos sufran una transformación especial, gracias a la cual persisten sus formas
exteriores de un modo prolongado, a veces notablemente. El hecho esencial de este proceso radica
en la rápida desecación del cuerpo, que al estar privado de agua hace imposible el desarrollo de los
gérmenes, por lo cual detiene e impide que continúe la putrefacción ordinaria.

La momificación puede ser natural o artificial, la primera es la única que posee interés médico-legal y
puede ser parcial o total según la extensión que afecta al cadáver. La momificación natural total es la
más frecuente al contrario de lo que sucede con la adipocira.

La momificación natural comienza por las partes expuestas del cuerpo, como la cara, manos y pies,
extendiéndose luego, sucesivamente, al resto del cadáver, incluso los órganos internos. La piel se
adapta a las prominencias óseas y se torna dura ofreciendo dificultad al corte en la práctica de
la autopsia. Conforme van afectándose las partes, se observa cómo se encogen y asumen una
coloración parda, que muestra todas las transiciones, desde el pardo claro hasta el negro, lo que
depende de que los tejidos estén anémicos o congestionados. Algunas de las células adiposas del
tejido subcutáneo estallan debido a la contracción de la piel y la grasa líquida es forzada en el tejido
dérmico, que se hace más o menos translúcido. El globo ocular pierde su turgencia y, por tanto, su
forma redondeada, tornándose flácido. Los órganos internos se endurecen, se encogen y toman
igualmente una coloración parda oscura o negra.

El cuerpo entero disminuye de volumen, pierde peso y se hace tieso y quebradizo. Si el cadáver
momificado no está protegido, se va desmoronando gradualmente en polvo por efecto de la erosión
ambiental, pero si está protegido, puede mantenerse preservado durante muchos años. Al contrario
que las otras formas de conservación, su extensión suele comprender la totalidad del cadáver.

El período de tiempo necesario para que se realice la momificación no está bien documentado.
Generalmente, la falta de referencia exacta del momento de la muerte, ya que suele ocurrir en
cuerpos que han fallecido por causas naturales y permanecen ocultos hasta que son descubiertos de
manera accidental o bien son deliberadamente ocultados en casos de homicidio o muerte violenta.
La totalidad del proceso de momificación tiene lugar en un período de 1 a 12 meses, lo que depende
de las condiciones ambientales y del volumen corporal.

La momificación natural tiene lugar en determinados ambientes:


1. En la arena caliente de los desiertos.
2. En ciertos subterráneos, criptas o grutas naturales.
3. En algunos cementerios ordinarios (el de los Inocentes, en París, y el de San Eloy, en Dunkerque).
4. Jamás ha sido vista en los cadáveres de los sumergidos.
De ello se ha deducido la existencia de unas condiciones necesarias para su producción, de las que
unas se refieren al medio ambiental y otras son de carácter individual.

El proceso de momificación posee una gran importancia médico-legal debido a que en los cadáveres
momificados puede, en algunos casos, reconocerse la causa de la muerte durante largos períodos
de tiempo, en particular cuando se debe a causas mecánicas. La piel y las partes blandas desecadas
conservan de forma muy neta los caracteres de las heridas de corte, de punta, de proyectiles de
arma de fuego, etc. A veces es asimismo reconocible el surco de ahorcadura o de estrangulación. Es
recomendable practicar un estudio radiográfico de las momias. Sin embargo, cuando se trata de
lesiones viscerales, el diagnóstico anatomopatológico es mucho menos satisfactorio y resulta
imposible en muchos casos. KNIGHT señala que los tejidos rígidos pueden ablandarse para
un posible estudio histológico empapándolos en una solución de glicerina al 15 %durante varios días
(tomado de EVANS).
De la misma manera, la identificación del cadáver es, a menudo, posible por la conservación de las
facciones y otros datos de identidad, teniendo en cuenta la distorsión provocada por el encogimiento
y pérdida en los ojos y la disminución en los labios gruesos que alteran los rasgos
considerablemente. En zonas con tatuaje, el área puede ser tratada con peróxido de hidrógeno al 3
%, poniéndolo en evidencia temporalmente. En algunas momias se ha logrado obtener su
dactilograma, en el que eran reconocibles los surcos y crestas papilares. Con técnica depurada
algunos autores han conseguido establecer el grupo sanguíneo de momias de gran antigüedad. Hoy
día, el análisis del ADN, sobre todo el mitocondrial más resistente a la degradación y particularmente
en los dientes cuando esto es posible, puede resolver el problema de la identidad del cadáver
momificado.

2.- EMBALSAMIENTO

El embalsamamiento representa en Medicina legal una inapreciable ayuda, pero también un grave
inconveniente. En efecto, la conservación de la morfología y, parcialmente, de la estructura del
cadáver, aumenta de modo considerable el tiempo disponible para estudiar, identificar y realizar
un diagnóstico de la causa de la muerte, si ésta ha tenido lugar por mecanismos violentos o agentes
vulnerantes. Como contrapartida, el embalsamamiento hace desaparecer elementos de juicio de
diagnóstico médico-legal (borra y detiene los fenómenos cadavéricos y los procesos transformadores
del cadáver) y hace imposible la apreciación de la data de la muerte; la embolia gaseosa es
indemostrable en el cadáver embalsamado, y desaparece toda posibilidad de estudios
hematológicos (diagnóstico de la sumersión vital, de la uremia, etc.). Finalmente, puede crear
gravísimas dificultades para la investigación toxicológica, que sólo se resuelven parcialmente con la
prescripción legal de introducir en el féretro un frasco con una muestra del líquido empleado
para el embalsamamiento.

En las Facultades de Medicina se conservan cadáveres para la enseñanza, procedentes de


donaciones. La responsabilidad de la captación, conservación y ulterior inhumación del cadáver es
asumida generalmente, en nombre de la Universidad correspondiente, por las Cátedras de
Anatomía, las cuales reciben las donaciones en documento ad hoc, firmado por el donante o por sus
derecho habientes, con la asistencia de dos testigos. Producido el fallecimiento, se traslada el
cadáver lo más rápidamente posible al centro docente, a fin de proceder a su preparación antes de
que se ponga en marcha la putrefacción. El procedimiento de conservación es, como en el
embalsamamiento, la inyección intraarterial de líquido conservador, generalmente solución de
formalina, con meticuloso lavado de todo el sistema circulatorio para sustituir la sangre en su
totalidad. Por último, se sumerge el cuerpo en un baño de la misma solución de formalina, donde
permanece hasta el momento de su utilización docente. Una vez terminado su empleo en la
enseñanza, se procede a la inhumación del cadáver en el cementerio municipal correspondiente,
previa licencia de enterramiento expedida por la oficina del Registro civil.

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