Está en la página 1de 2

Constitución de 1979

La Constitució n Política aprobada en 1979 por la Asamblea Constituyente, que nos rige
plenamente desde el 28 de Julio de 1980, reconoce al trabajo como hecho social y econó mico y
al Derecho del Trabajo un rol de gran importancia dentro del Estado peruano y su
ordenamiento jurídico y social. En este sentido, la Constitució n de 1979 otorga a la materia
laboral un tratamiento amplio y variado, superando largamente a las otras dos constituciones
del presente siglo, las de 1920 y 1933, que abordaron el tema de manera má s o menos dispersa
y genérica. Nuestra actual Constitució n, dedica al trabajo no só lo íntegramente el Capítulo V del
Título Primero, título consagrado a los derechos fundamentales de la persona, sino que en otros
títulos y capítulos del texto, incluyendo en el recuento al propio Preá mbulo, se hallan conceptos
y definiciones que se sustentan en el trabajo. Así, por ejemplo, el segundo pá rrafo del Preá mbulo
declara: "Que el trabajo es deber y derecho de todos los hombres y representa la base del
bienestar nacional". La abundancia de normas referentes al trabajo hace necesario abordar, con
el mayor detenimiento, el estudio de la significació n que encierra, tanto para el Derecho
Constitucional como para el Derecho del Trabajo, la presencia en nuestra Constitució n de
declaraciones, principios y derechos sobre materia laboral.
La Constitució n destina el Capítulo V de su Título I al trabajo. Como sabemos, el Título se
denomina "Derechos y Deberes Fundamentales de la Persona" y en sus siete capítulos
desarrolla el enunciado de aquellos derechos bajo los rubros de derechos de la persona, de la
familia, de la seguridad social, salud y bienestar, de la educació n, la ciencia y la cultura, del
trabajo, de la funció n pú blica y derechos políticos. La ubicació n que se ha dado al capítulo sobre
el trabajo indica la significació n que la Constitució n otorga a los derechos derivados o
vinculados a él como derechos fundamentales de la persona. Como ya lo señ alamos
anteriormente, nuestra actual Constitució n es innovadora en el hecho de agrupar las normas
constitucionales sobre el trabajo en un capítulo especial, lo que no sucedió con las
Constituciones de 1920 y de 1933 que incluyeron sus escasas normas laborales en sus títulos
sobre Garantías Sociales, la primera, y sobre Garantías Nacionales y Sociales, la segunda. Las
normas incluidas en el Capítulo V, a diferencia de aquellos principios que hemos analizado en el
punto anterior, constituyen, salvo algunas pocas excepciones, normas referidas al trabajo
subordinado, esto es, a aquél que generalmente se considera como objeto propio del Derecho
del Trabajo. En este sentido, aquellas normas constituyen fuentes formales del Derecho del
Trabajo. Como lo señ ala Tissembaú m, tales normas "Constituyen disposiciones fundamentales y
rectoras del ordenamiento jurídico y político, debiendo ajustarse a las mismas las otras fuentes
formales"
Pero, no existe plena uniformidad en la doctrina del Derecho Laboral respecto al valor y
significació n de la Constitució n como fuente formal. Para Cabanellas, "lo má s comú n es que esos
principios y preceptos carezcan de vigencia inmediata, por requerir para aplicarse en la práctica
y por los tribunales, una ley especial, que no siempre se dicta después o que restringe en exceso
el propó sito de los constituyentes". Caldera sostiene opinió n parecida, aunque admite que, por
excepció n, puedan darse normas constitucionales de aplicació n inmediata.
Entre las normas constitucionales hay algunas de claro sentido programá tico como las·
contenidas en los artículos 42, 43 -salvo lo referente a remuneraciones mínimas vitales- 45, 46,
47, 50, 52, 53 y 56. Otras, podemos considerarlas como de aplicació n inmediata o directa, lo que
no implica, como lo señ ala Tissembaú m, que no puedan dictarse leyes que regulen su ejercicio
no precisen otros detalles necesarios para su aplicació n. No obstante, por importar el
reconocimiento de derechos subjetivos no podría sostenerse que la falta de regulació n legal
impide o posterga su ejercicio hasta que ésta se dicte. Es el caso del artículo 4 ( en lo referente a
la jornada de trabajo y a algunos otros beneficios individuales allí previstos, pues respecto a
otros el artículo tiene un carácter programá tico); del artículo 48 ( estabilidad laboral) ; del
artículo 49 (pago preferencial de beneficios sociales y plazo de prescripció n) ; del artículo 51
(derecho de sindicalizació n); del artículo 54 (convenciones colectivas); del artículo 55 (huelga);
y, del artículo 57 (principios de interpretació n).
Por lo demá s, todas estas instituciones del Derecho Laboral se encuentran, en el Perú , normadas
por disposiciones legales, tanto por leyes en sentido estricto cuanto por normas de cará cter
reglamentario, con la excepció n del artículo 57 que, por su naturaleza, no requiere mayores
desarrollos y ha tenido manifestaciones en la jurisprudencia laboral. De modo que la verdadera
funció n que tendrá n las normas constitucionales, tanto las de carácter programá tico como las
de ejecució n inmediata, será servir de criterio para juzgar y establecer las modificaciones,
adecuaciones o eventuales ampliaciones que requiera la legislació n vigente. El hecho de que la
Constitució n no sea mayormente innovadera en materia laboral no resta a sus normas valor o
significació n, pues como lo señ aló la ponencia de la Comisió n Especial de la Asamblea
Constituyente N° 12, sobre Trabajo, " ... la inestabilidad política del país, la provisionalidad de
los gobiernos democrá ticos, el desconocimiento cuando no la violació n de Inconquistas sociales,
son razones suficientes para proponer la elevació n de los derechos relativos al trabajo al rango
de normas constitucionales.”
De esta manera, debemos concebir a los derechos laborales consignados en la Constitució n
como garantías mínimas, que en modo alguno pueden impedir su mejoramiento por la
legislació n o la creació n, en el futuro, de otros derechos y beneficios no previstos en la norma
fundamental. En este sentido, los derechos que hoy aparecen en la Constitució n só lo reflejan o
representan el momento en el desarrollo social y econó mico del país y no pueden interpretarse
como restrictivos respecto a aquellos nuevos derechos que surjan como consecuencia de un
mayor desarrollo social y econó mico. Finalmente en relació n a las fuentes constitucionales, cabe
mencionar un significado má s que se les puede otorgar.
Sin postular una separació n absoluta e inconveniente, por lo demá s, del Derecho Laboral y el
Derecho Civil, creemos que el disponer de fuentes constitucionales propias, entre las cuales
figuran declaraciones bá sicas, principios de interpretació n y derechos fundamentales, robustece
la autonomía del Derecho del Trabajo como disciplina jurídica y representa un importante
estímulo para que en el Perú se pueda avanzar hacia la progresiva unificació n de la legislació n
laboral, como segú n parece fue el intento de la Comisió n de Trabajo de la Asamblea
Constituyente, para no mencionar sino el má s reciente de los numerosos proyectos existentes
en esa direcció n.
Constitución de 1993
Esta ley fundamental es la base del ordenamiento jurídico nacional: de sus principios jurídicos,
políticos, sociales, filosó ficos y econó micos se desprenden todas las leyes de la Repú blica. La
Constitució n organiza los poderes e instituciones políticas, ademá s de establecer y normar los
derechos y libertades de los ciudadanos peruanos. Prima sobre toda ley y sus normas son inviolables
y de cumplimiento obligatorio.

En cuanto a materia Econó mica, estuvo adscrito a un modo liberal, que podía llamarse
innecesario al momento de regular las relaciones econó micas del Estado y los particulares.
Pretendiendo de esta manera reducir al má ximo la actividad econó mica del Estado, priorizando
la participació n del Sector Privado; se critica este á mbito por cuanto carece de proporció n entre
la iniciativa privada, el libre mercado y el rol del Estado para proveer de los mas elementales
servicios a la població n.

También podría gustarte