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Ponencia 7

Tema: La sociedad del riesgo, Anthony Giddens.


Por: Daniel Felipe Suárez Vargas y Samuel Mauricio Abril Peñuela
Escritura Académica, Universidad del Rosario

“Cuando el último árbol sea cortado, el


último río envenenado, el último pez
pescado, sólo entonces el hombre
descubrirá que el dinero no se come”
Proverbio Cree

El mundo en que vivimos: El Antropoceno

La industrialización y el progreso desmedido de las sociedades actuales comprenden parte de sus


rasgos característicos. El objetivo de producir de la manera más eficiente, rápida y barata para
obtener la mayor ganancia posible, constituye la industria moderna. Es decir, la manera de poder
maximizar cada vez más sus beneficios netos con relación a sus costos, cantidad y beneficios. Sin
embargo, no se tiene en cuenta un factor externo a la producción, a saber, la naturaleza. Sólo
ahora, cuando el factor externo de la naturaleza representa una amenaza para la economía y la
industria mundial, se vuelve un asunto de vital importancia. Incluso, los empresarios actúan por
la vulneración de sus ganancias; ya que, ante una humanidad que reconoce -casi en su mayoría- la
incidencia de la acción humana en el cambio climático, no les queda más que fingir su
preocupación para salvar sus ganancias.

El capítulo II RIESGO del libro de Anthony Giddens “Un mundo desbocado” nos muestra la
incidencia del riesgo a lo largo de la historia, en especial, en el capitalismo. El objetivo de
Giddens es demostrar que la presencia del riesgo en nuestras vidas es imponderable; así mismo,
que este no sólo viene de un factor externo, sino que también es producido por nosotros mismos.
Puesto que, “estar vivo es, por definición, un asunto arriesgado […] además, el capitalismo
moderno se planta en el futuro al calcular el beneficio y la pérdida y, por tanto, el riesgo, como
un proceso continuo” (Giddens, 2007, págs. 36-37). El riesgo es una incertidumbre de cara al
futuro, en otras palabras, es un conjunto de posibilidades futuras analizadas desde el ahora.

Para Giddens, no conocemos los cambios ni los peligros que nos depara el futuro; pues, el riesgo
tiene como propiedades inherentes la probabilidad y la incertidumbre. Para materializar el riesgo
-posiblemente para hacer más fácil su comprensión - lo relaciona con el cambio climático. De ahí
que, Giddens comience suponiendo la incidencia de la acción humana en dicha problemática

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vinculada a la noción del riesgo. Ahora bien, el concepto del riesgo se ha ido modificando a
través de las épocas; a saber, tiene un origen marítimo que se remitía al espacio; posterior, a la
banca y a la inversión; y, por último, a toda situación que no conozca con certeza lo que el futuro
depara. No obstante, el riesgo forja una gran envergadura en las sociedades orientadas hacia el
futuro que tratan de romper con su pasado. En estas sociedades no hay un destino, no hay una
suerte, no hay una voluntad de un ente sobre natural. Sólo hay riesgo.

El riesgo vende la idea de poder estructurar el futuro; sin embargo, siempre encuentra la forma
de volver a la incertidumbre. Porque, a pesar de no querer reconocer las implicaciones externas
de la naturaleza sobre el futuro; el riesgo hace parte de ese factor externo, es decir, hace parte de
los rasgos de este plano físico impredecible. En la medida que, no sabemos con certeza que
pasará hoy, ni que pasará mañana. Por tal razón – y así lo profiere Giddens-, queremos reducir la
vulneración tanto como queramos; en ese sentido, se crean sistemas de gestión de riesgo. Se
redistribuyen los riesgos y, digno de una sociedad capitalista moderna, se vende seguridad para
que las personas no sientan el peso del riesgo bajo sus hombros. Acción que sólo es concebible
por la creencia a un futuro diseñado por los hombres.

Pierre Aubenque, en su interpretación de la teoría de la deliberación prudencial de Aristóteles,


refuerza el concepto de riesgo en las sociedades actuales. Pues, nos habla que sin la contingencia
la acción de los hombres sería imposible; es decir, existe una disposición de que algo pueda o no
pueda pasar. Por una parte, la acción de los hombres se lleva a cabo para un fin particular; por
otra parte, la acción de los hombres abre la ventana a diversos fines que, tal vez, no son el
pensado. Estamos inmersos en el azar de la vida. Por tanto, “No se delibera sobre todas las cosas,
sino sólo sobre aquellas que dependen de nosotros” [CITATION Pie10 \p 124 \l 9226 ]. Se delibera
sobre todo lo que es obra del hombre, esto es, “cosas que suceden frecuentemente, pero de tal
manera que su resultado es incierto y comportan indeterminación” [CITATION Pie10 \p 125 \l 9226 ].

En este orden de ideas, “empezamos a preocuparnos menos sobre lo que la naturaleza puede
hacernos y más sobre lo que hemos hecho a la naturaleza” (Giddens, 2007, p.39). Lo natural ya
no es completamente natural, pues, es evidente la intervención humana en casi todos los aspectos
de la sociedad. Cuando un río se desborda de su cauce y genera una inundación, eso es un riesgo

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externo; es decir, un riesgo sujeto a las condiciones auténticas de la naturaleza. Mientras que, un
río que se desborda por la desviación de su cauce original hacia uno nuevo, hecho por los
hombres, constituye un riesgo manufacturado; a saber, una situación sujeta a la acción y el
conocimiento humano sobre la naturaleza.

Por todos es conocido que en la inmensa historia del planeta la naturaleza ha generado y
continuará generando sus propios cambios en la atmósfera terrestre; pero el cambio climático al
que aluden las preocupaciones de los científicos especializados y los ciudadanos en la actualidad
es el causado por la acción del ser humano (IPCC, 2014, como se cito en Castro 2018, pág. 243).

Con el riesgo manufacturado no sabemos el nivel de los riesgos, ya que, estos se caracterizan por
la poca información que se tiene frente a ciertos ámbitos. Para ilustrar, el cambio climático en los
70´s visto como una fase de enfriamiento global; esto es, un cambio natural de la temperatura de
la tierra. Pero, el problema no es ese. El problema radica en que la acción humana está
acelerando, por las emisiones de gases de efecto invernadero, un cambio en la temperatura global.
En ese sentido, la trascendencia del problema yace en los gobiernos, la comunidad científica y, en
los avances tecnológicos que puedan existir. En las manos de ellos están los peligros que una
población pueda tener; ahora bien, si estos peligros son manufacturados su “propia existencia es
una cuestión a debatir” (Giddens, 2007, pág.43).

También, al reconocer que la ciencia y la tecnología son variables, esto es, una serie de
descubrimientos con relación a las problemáticas de nuestro tiempo; alarmar o prevenir es
concientizar a las personas sobre los riesgos que puedan llegar a acoger. Pues, no se puede
escapar de la gestión del riesgo. No hay nada certero. Por tal razón, hacemos un análisis sobre las
circunstancias y, escogemos el mal menor para nuestra sociedad. Hay un bienestar colectivo
implícito; ya que, casi no hay riesgos que no sobrepasen los límites de las naciones. Mejor dicho,
estamos en un tiempo donde las acciones que tomen las grandes industrias y los gobiernos
influyentes, afectan a todo el mundo. Por tal razón, la deliberación sobre las situaciones actuales
para, de alguna u otra manera, escoger el escenario que más logre reducir el riesgo, es esencial.

El riesgo estará presente siempre y, por más avanzadas que estén la ciencia y la tecnología, no
dejarán de tener un mínimo margen de vulnerabilidad. Así pues, en algunos casos, habrá que ser
audaces y atreverse. Nadie nos asegura que el escenario más favorable en el futuro, no lo sea

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cuando estemos en él. Pero, ¿No podría haber un mínimo de certeza en al menos un ámbito de
nuestra realidad que permita la adopción general de una decisión en pro de nuestro futuro?

Bibliografía
Aubenque, P. (2010). La prudencia en Aristóteles. En "La deliberación prudencial" (págs. 123-
137). Las cuarenta.
Castro, A. (2018). EL CAMBIO CLIMÁTICO. En "El desafío de un pensar diferente:
Pensamiento", sociedad y naturaleza (págs. 243-256). Argentina: CLACSO. Retrieved October
22, 2020, from http://www.jstor.org/stable/j.ctvnp0jz2.16
Giddens, A. (2007). RIESGO. En A. Giddens, "Un mundo desbocado" (págs. 33-48). Mexico:
Taurus.

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