Está en la página 1de 1

#

! "

HOWARD BECKER: LA
REACCIÓN SOCIAL
ANTE EL DELITO
! Publicado: 30 Noviembre -0001

Por
Francisco
Bompadre

HOWARD
BECKER
escribe en el
año 1963 el
libro central
sobre la
Teoría del

Etiquetamiento o Labelling Approuch:


Outsiders. Hacia una sociología de la
desviación, donde describe la vida de los
músicos de jazz y de los fumadores de
marihuana. Si bien el mismo autor reconoce
que su texto no inició el camino en este tipo de
interpretaciones en torno a la reacción social
del delito, sí acepta es el libro de mayor
prestigio en este campo. En efecto, tanto
EDWIN LEMERT en 1951, como FRANK
TANNENBAUM en el año1938, ya habían
publicado ideas similares a las de Outsiders.
Incluso, podemos identificar el viejo teorema de
WILLIAM THOMAS (la profecía autocumplida)
de 1928, como premisa estructurante de todo
el libro:
“Las situaciones que los hombres definen
como reales, tienen consecuencias reales”
(BECKER, 2009:14). Sobre estos
antecedentes es que Outsiders cambia para
siempre la mirada acerca del delito y las
respuestas que genera en el resto de la
sociedad. Si hasta ahora se sostenía que el
control social era una respuesta a la
desviación/delito, ahora, por el contrario, se
establece que el propio control social es el
que genera o produce la desviación/delito.
De allí que se vuelve fundamental estudiar a
los agentes del control del delito: policías,
jueces, psiquiatras, trabajadores sociales,
penitenciarios, etc. (LARRAURI, 1991:28).

En el libro anteriormente referido, BECKER


estudia el proceso de desviación de un
sujeto, y pone en cuestión el postulado –
derivado del “sentido común” instaurado por
el positivismo criminológico– de que exista
algo inherente a la desviación
(cualitativamente distintivo) en el acto de
transgresión de las reglas sociales; e incluso,
cuestiona también la idea acerca de que el
sujeto infractor de la norma social posee
algún tipo de características en su
personalidad que lo impulsa inevitablemente
a realizar este tipo de acciones (2009: 23).
BECKER desecha –por considerarlas
limitadas– las definiciones de “desviación”
desde el punto de vista estadístico
(entendiendo por tal aquello que se aparta
demasiado del promedio) y aquella que la
considera una enfermedad abordándola
desde una mirada patológica, la llamada
analogía médica (2009: 24).

BECKER nos previene acerca de los


numerosos grupos que conforman nuestras
sociedades actuales, muy heterogéneas, y
nos recuerda además que cada uno de estos
posee sus propias reglas. Sostiene que
cuando nos preguntamos por el sujeto que
rompe las normas sociales e indagamos
sobre su personalidad y los motivos que lo
llevaron a cometer ese acto –buscando que
den cuenta del acto realizado–, estamos
presumiendo que estos sujetos constituyen
una categoría homogénea, pues
consideramos que han cometido el mismo
acto desviado. Y ante esta situación nuestro
autor nos brinda una de sus tesis más
importantes: la desviación es creada por la
sociedad como consecuencia de su propia
respuesta a las acciones del sujeto (2009:
28).

En efecto, expresa BECKER que:


[…] los grupos sociales crean la
desviación al establecer las normas
cuya infracción constituye una
desviación y al aplicar esas normas a
personas en particular y etiquetarlas
como marginales. Desde este punto
de vista, la desviación no es una
cualidad de acto que la persona
comete, sino una consecuencia de la
aplicación de reglas y sanciones sobre
el “infractor” a manos de terceros. Es
desviado quien ha sido exitosamente
etiquetado como tal, y el
comportamiento desviado es el
comportamiento que la gente etiqueta
como tal (2009: 28, subrayado en el
original).

Que un acto sea entonces desviado o no lo


sea, depende de la forma en que los otros
reaccionan ante él. Y ésta respuesta de los
otros, la reacción social frente al acto, debe
ser considerada como parte del problema.
Por el solo hecho que el sujeto cometa una
infracción a la regla no se desencadena
necesariamente un proceso de desviación
exitoso, e incluso puede darse el caso de
que sin cometer ninguna infracción el sujeto
termine siendo exitosamente rotulado como
desviado. Por ello la desviación no es una
cualidad presente en determinados tipos de
comportamientos y ausentes en otros, sino
que se trata en todo caso, del producto de
un proceso que involucra la respuesta de los
otros (BECKER, 2009: 31, 33 y 39).
BECKER sostiene que la respuesta de la
gente frente a un acto considerado como
desviado varía enormemente, por ejemplo
entre otras:
1) La variación del tiempo es digna de
tenerse en cuenta, dado que el sujeto que
ha realizado un acto desviado en cierto
momento puede en otro momento recibir un
trato diferente por la comisión del mismo
hecho (se trataría de los llamados “embates”
frente a ciertos comportamientos), y
2) La intensidad con que un acto será
tratado como desviado dependerá también
de quién es el sujeto que lo comete y a
quién perjudica con la realización del mismo,
a pesar de que se trate de la misma
infracción (las reglas suelen ser aplicadas
con más fuerzas sobre determinadas
personas que sobre otras: el caso
paradigmático es la aplicación de procesos
legales contra los jóvenes pobres y negros
en relación a los blancos de clase alta o
media) (2009: 31-33).

Como decíamos al principio, las reglas


sociales son creación de grupos sociales
determinados. Nuestras sociedades actuales
no son organizaciones simples, por el
contrario, “están altamente diferenciadas en
franjas de clase social y en franjas étnicas,
ocupacionales y culturales. Estos grupos no
necesariamente comparten siempre las
mismas reglas, de hecho, no lo hacen”
(BECKER, 2009: 34). Y de aquí se desprende
el desacuerdo acerca del tipo de
comportamiento adecuado según la clase de
situación que se trate, porque las normas de
los diversos grupos entran en conflicto y se
contraponen unas a otras. Y sostiene
BECKER que: “la persona puede sentir que
la juzgan de acuerdo a normas en cuya
factura no participó y con las que no está de
acuerdo: reglas que le son impuestas desde
afuera por marginales” (2009: 35). En este
punto aparece otra caracterización
importante en el esquema beckeriano. En
efecto, no todo el mundo está todo el
tiempo haciendo cumplir las reglas que
considera que se han violado. Por el
contrario, HOWARD BECKER expresa que:
Sólo quienes efectivamente forman
parte de un grupo pueden tener
interés en hacer e imponer ciertas
reglas. Si un judío ortodoxo
desobedece las normas del kosher,
sólo otro judío ortodoxo lo
considerará una transgresión. Los
cristianos y los judíos no ortodoxos no
lo verían como una desviación de la
norma y no tendrían interés en
interferir […] La cuestión de hasta
dónde está dispuesto a llegar un
grupo que intenta imponer sus reglas
sobre otros grupos de la sociedad nos
plantea un problema diferente: ¿quién
puede, de hecho, obligar a otros a
aceptar sus reglas y cuáles serían las
razones de su éxito? Ésta es, por
supuesto, una cuestión de poder
político y económico (2009: 35 y 36;
subrayado personal).

Las diferencias de poder (legal y/o


extralegal) y las distinciones de edad, sexo,
etnia y clase explican el grado y la capacidad
que tiene cada grupo de crear e imponer sus
reglas a otros grupos sociales, como parte
del proceso político de toda sociedad
(BECKER, 2009: 37).

BECKER señala que en muchas ocasiones el


primer paso en una carrera desviada es la
realización de un acto de inconformismo, y
que la mayoría de la gente considera que
este tipo de actos son intencionales y a
propósito, y que si bien la intención puede
ser plenamente consciente o no, siempre
existe un motivo detrás del accionar. Aquí
nuestro autor nos vuelve a llamar la
atención cuando nos aclara: “debo señalar
que muchos actos de inconformismo son
cometidos por gente que no tenía la menor
intención de hacerlo” (2009: 45). Y agrega
que las personas integrantes de ciertas
subculturas pueden llegar a ignorar que no
todos actúan “de esa manera” y por ende,
incurrir en la falta (ibid.). Pero también nos
aclara BECKER que “la persona que se
desvía de la norma una vez no nos interesa
tanto como quien mantiene un patrón de
comportamiento desviado durante un
período largo de tiempo, quien hace de la
desviación un modo de vida, quién organiza
su identidad alrededor de un patrón de
comportamiento desviado” (2009: 49;
subrayado personal). Y nos señala que uno
de los pasos cruciales en ese camino es la
experiencia de haber sido identificado y
etiquetado públicamente como desviado:
“Que la persona transite por esa experiencia
no depende tanto de lo que haga o deje de
hacer sino de la reacción de los demás, de si
deciden o no aplicar la ley que se ha violado”
(2009: 50, subrayado propio).

Para BECKER, una vez que el sujeto es


descubierto y etiquetado como desviado
tendrá importantes repercusiones en la
imagen que se hacen las personas sobre sí
mismas y en su futura vida social: pasa a
adquirir un nuevo status, que revela que es
diferente a los que se suponía que era, a
partir de ahora será una “loca”, o un
“fumón”, o bien un “adicto”, y se lo va a
tratar acorde a este status maestro, es decir,
un status que tiene más fuerza que los
demás, que se convierte en dominante y que
conlleva toda una serie de rasgos
indeseables asociados (2009: 51-52). Y
BECKER sostiene que a partir del
etiquetamiento comienza entonces la
profecía autocumplida en el sujeto desviado,
proceso en el cual se ponen en vigencia una
serie de mecanismos que terminan dándole
forma a la imagen que el resto tiene del
sujeto desviado: el individuo identificado
tiende a aislarse de las actividades
convencionales para finalmente integrarse a
un grupo desviado organizado. A partir de
allí, pasan a tener en común la desviación y
se solidifica la identidad desviada,
aprendiendo a racionalizar su conducta y a
justificar racionalmente la línea de acción
tomada (2009: 56-57).

Respecto al grupo creador y aplicador de las


normas, BECKER señala que la aplicación de
una norma requiere iniciativa para castigar
al culpable (de la infracción); además de
esto, el grupo con iniciativa debe hacer
pública la infracción al resto, dando la voz de
alarma; y esta voz de alarma surge cuando el
grupo ve algún tipo de beneficio en dar la
alerta, siendo ese interés personal el que los
lleva a tomar la iniciativa; por último,
sostiene BECKER que “el tipo de interés
personal que desencadena la aplicación de
la norma varía de acuerdo a la complejidad
de la situación en la que es aplicada” (2009:
142). BECKER sostiene que el prototipo del
creador de normas es el cruzado reformista,
al que le interesan los contenidos de las
normas: las reglas existentes no lo satisfacen
porque existe un mal que lo perturba
profundamente y el mundo no va a estar
bien hasta que las normas o puedan
corregir. El cruzado opera sobre una ética
absoluta, y lo que ve en el mundo es malo,
sin matices; e incluso utilizaría cualquier
medio para eliminar ese mal. Los cruzados
reformistas se creen generalmente
superiores en términos morales, pertenecen
a los niveles más altos de la estructura social
y consideran que su misión es sagrada,
aunque muchos de ellos tienen un fuerte
sesgo humanitario. Asimismo, el cruzado no
suele ocuparse de la elaboración de las
normas legales; delega en otros su
implementación satisfecho con saber que ya
está ganada la partida (2009: 167-171). Sin
embargo, como bien expresa BECKER sobre
el asunto, al dejar la elaboración de una
norma específica en otras manos, los
cruzados morales “dejan la puerta abierta a
influencias impredecibles. Pues quienes
redactan los borradores de las leyes para los
cruzados también tienen intereses propios,
que pueden afectar la legislación que están
elaborando” (2009: 171-172).

La consecuencia más obvia de una cruzada


exitosa es la creación de una nueva norma
(aunque puede darse el supuesto de que
fracase estrepitosamente), al tiempo que
supone entonces un nuevo conjunto de
agencias y funcionarios para su aplicación:
“el resultado final de una cruzada moral es la
creación de una fuerza policial” (BECKER,
2009: 175). Y con ella, un nuevo grupo de
marginales para etiquetar. Sin embargo, la
actitud de la policía, necesariamente
selectiva si consideramos la cantidad de
violaciones normativas a las que debería
conjurar y los medios disponibles que tiene
a su mano para realizar su trabajo, puede
poner en jaque el sentido original de
quienes iniciaron la cruzada moral: la policía
se va a fijar prioridades en su tarea,
ocupándose de los caso más importantes y
urgentes, y además carece del ingenuo
fervor moral de los cruzados. En resumidas
palabras, la escala de prioridades del agente
policial puede diferir notoriamente de las de
los cruzados morales. Y es aquí justamente
donde el cruzado moral puede volver con su
tarea sosteniendo que el resultado de la
última cruzada no ha sido satisfactorio
(BECKER, 2009: 175-181). También habría
que decir, por otro lado, que a veces el
sujeto infractor logra evitar el proceso
exitoso de etiquetamiento. No obstante, es
sólo a modo de comentario, dado que la
parte más interesante del modelo
beckeriano se aprecia justamente cuando la
reacción social logra su cometido.

Críticas a la Teoría del Etiquetamiento.


Muchas fueron las críticas a la teoría del
etiquetamiento: la falta del lugar (central) del
Estado en el proceso de reacción social, o
del poder y la estructura social; la ausencia
de investigaciones en delitos con víctimas
(se analizó más que nada al fumador de
marihuana, el músico nocturno de jazz, la
persecución a las brujas, la homosexualidad,
la prostitución, etc.); la falta de especificidad
acerca de si todos los delitos son producto
de la reacción social; la toma de posición de
acuerdo al sujeto investigado (¿qué
sucedería si se estudiase el delito de cuello
blanco o la desviación de los poderosos?); la
reafirmación de los estereotipos al estudiar
las desviaciones típicas; no habría ningún
efecto positivo en el control social (no hay
prevención delictiva nunca); etc. Pero quizás
la crítica más feroz a la interpretación de
estos autores provino de parte de ELLIOTT
CURRIE, quién les criticaba la concepción
del desviado como “siempre bueno, siempre
es un luchador rebelde, no importa cuán
inarticulada, ininteligible y equívoca sea su
forma de protesta”, y sobre todo la crítica
que apuntaba a la imposibilidad de aplicar
esta categoría a los delincuentes de “cuello
blanco”, quienes no se rebelan ante el
sistema sino que en todo caso se benefician
del mismo (LARRAURI, 1991: 126).

Bibliografía

BECKER, Howard (1963). Outsiders.


Hacia una sociología de la desviación.
Buenos Aires: Siglo XXI, 2009.

LARRAURI, Elena (1991). La herencia de


la criminología crítica. Madrid: Siglo XXI.

TAYLOR, Ian, WALTON, Paul y YOUNG,


Jock (2001). La nueva criminología.
Contribuciones a una teoría social de la
conducta desviada. Buenos Aires:
Amorrortu.

SOBRE EL AUTOR

Tweets por ​@replicaenlared


Eduardo Luis Aguirre
@replicaenlared
Las complejidades del coronavirus, un territorio
incógnito derechoareplica.org/index.php/filo…

Las complejidades del coronavir…


Espacio crítico sobre Control Social,
Sociedad y Conflictos Globales
derechoareplica.org

21 dic. 2020

Eduardo Luis Aguirre


@replicaenlared
Representaciones en disputa sobre las
dimensiones de la realidad
derechoareplica.org/index.php/filo…

Representaciones en disputa so…


Espacio crítico sobre Control Social,
Sociedad y Conflictos Globales
derechoareplica.org

13 dic. 2020

Eduardo Luis Aguirre


@replicaenlared
Eugenio Raúl Zaffaroni en Multitud: "Quienes
defienden el statu quo se sienten amenazados,
porque este sistema no se
sostiene"derechoareplica.org/index.php/2-un…

"Quienes defienden el statu quo …


Espacio crítico sobre Control Social,
Sociedad y Conflictos Globales
derechoareplica.org

30 nov. 2020

Insertar Ver en Twitter

Derecho

Conjeturas sobre la concepción jurídica de la


"Confederación Indígena" de Juan Calfucurá

Los pensadores malditos y el olvido sistemático de la


academia

Aforo

El Virrey litigante

Extraños a la comunidad

Filosofía

El racismo en la Argentina. Analogías desde Sartre y la


cuestión judía

Las complejidades del coronavirus, un territorio


incógnito

El Defensor y las palabras

"En estos tiempos parece haber una revitalización de los


sistemas de creencias trascendentes"

Peter Handke, el Premio Nobel al escritor maldito

También podría gustarte