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Bioética, pluralismo y relativismo

BIOÉTICA, PLURALISMO Y RELATIVISMO

José Ramón Ayllón


Filósofo
jrayllon@edunet.es
www.jrayllon.com

Mi propósito es analizar tres concep- vacía el contenido y se conserva la etique-


tos fundamentales en el actual debate bio- ta, según la vieja estrategia de la manipu-
ético, estrechamente relacionados entre lación.
sí: el pluralismo, el relativismo y el con- Sin embargo, a todo el que desee ape-
senso. Me moveré, por tanto, en el ámbi- lar a la ética se le debería recordar que la
to de la reflexión filosófica. En primer ética no es una palabra, ni un adorno del
lugar, analizo la distinción entre pluralis- discurso bienpensante. Es una necesidad:
mo y relativismo. la distinción que nos salvaguarda de ver-
nos reducidos a la condición de monos
1. Pluralismo y relativismo con pantalones. Los valores éticos repre-
sentan lo que hay de más humano en el
Los grandes discursos del siglo XX se hombre, y también lo más diferenciador,
han construido con grandes palabras: jus- porque sin ellos el hombre queda reduci-
ticia, libertad, democracia, tolerancia, paz... do –como dice Shakespeare– a mera arci-
Encontramos en ellas un denominador lla pintada, barro brillante.
común: carecen de sentido fijo. Por eso Ahora bien, esta función radicalmente
–decía Larra– hay quien las entiende de un humanizadora de la ética sólo es posible
modo, hay quien las entiende de otro, y cuando se reconoce un contenido objeti-
hay quien no las entiende de ninguno. La vo, no subjetivo y arbitrario. Si tal preten-
ética es uno de los ejemplos más actuales. sión nos parece razonable, también nos
Goza entre nosotros de una significación parece que choca contra el pluralismo y el
tan generosa que, a menudo, sirve para relativismo de las democracias occidenta-
designar una cosa y su contraria: es ético les. ¿Es inevitable ese choque? ¿Se trata
respetar los derechos y la dignidad de las de una contradicción insalvable? La res-
personas, pero a los que atentan a diario puesta es diferente para cada caso, pues,
contra tales derechos, también se les llena aunque pluralismo y relativismo convi-
la boca con apelaciones éticas. Se abusa ven como hermanos gemelos, las aparien-
del prestigio de la palabra para justificar cias engañan: ni son hermanos ni son ge-
lo que muchas veces es injustificable. Se melos. Analicemos ambos conceptos.

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El pluralismo supone el reconocimien- o nos conviene que sean. Lo cual no es


to práctico de la libertad humana, y con- nada sencillo. Pongo un ejemplo literario:
sagra la convivencia de conductas dife- Lo que para Sancho Panza es bacía de
rentes. Sin embargo, sólo es posible cuan- barbero, para Don Quijote es el yelmo de
do las diferencias se apoyan sobre valo- Mambrino. Pero los dos no pueden tener
res comunes. Eso significa que el plura- razón, sencillamente porque la realidad
lismo debe afectar a las formas, no al fon- no es doble. De igual manera, lo que para
do. Porque el fondo en el que se apoya la Don Quijote son gigantes enemigos, para
libertad debe ser un fondo común, que Sancho son molinos de viento.
hace las veces de fondo de garantías: las Son ejemplos suficientemente grotes-
exigencias fundamentales de la naturale- cos como para no sentirnos aludidos. Nos
za humana. El pluralismo –a modo de parece que nadie en su sano juicio ve la
ejemplo– puede admitir diferentes for- realidad tan distorsionada. Pero, por des-
mas de manifestar respeto a las mujeres, gracia, no es así: entre un terrorista y un
a la justicia, a la virtud y a la razón. Lo ciudadano pacífico, entre un defensor del
que no puede es aprobar la conducta de aborto y un defensor de la vida, entre un
Don Juan Tenorio: nazi y un judío, entre un vendedor de
droga y un vendedor de helados, entre el
Por dondequiera que fui que vive fuera de la ley y el que vive
la razón atropellé, dentro, entre el que conduce sobrio y el
la virtud escarnecí, que conduce borracho, las diferencias
a la justicia burlé pueden ser mayores y más dramáticas
y a las mujeres vendí. que las diferencias entre Don Quijote y
Sancho.
Así como el pluralismo es manifesta- La conducta ética nace cuando la li-
ción positiva de derecho a la libertad, el bertad puede escoger entre formas dife-
relativismo representa el abuso de una li- rentes de conducta, unas más valiosas
bertad que se cree con derecho a juzgar que otras. El relativismo atenta contra la
arbitrariamente sobre la realidad. Al no ética porque pretende la jerarquía subje-
admitir el peso específico de lo real, el rela- tiva de todos los motivos, la negación de
tivismo deja a la inteligencia abandonada cualquier supremacía real. Abre así la
a su propio capricho, y por eso viene a ser puerta del «todo vale», por donde siem-
un virus parecido a un SIDA que invade la pre podrá entrar lo más descabellado, lo
estructura psicológica del ser humano y le irracional. Con esa lógica de papel, el
impide reconocer que las cosas son como drogadicto al que se le pregunta «¿por
son y tienen consistencia propia. qué te drogas?» siempre puede respon-
El primer paso de la ética es, precisa- der «¿y por qué no?». Entendido como
mente, ver correctamente la realidad, re- concepción subjetivista del bien, el relati-
conocer las cosas como objetivamente son, vismo hace imposible la ética. Si quere-
no como subjetivamente pueden parecer mos medir las conductas, necesitamos

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una unidad de medida compartida por te: del que tiene poder para promulgar-
todos. Porque si el kilómetro es para ti las y hacerlas cumplir, por las buenas o
1.000 metros, para él 900, y para otros por las malas.
1.200, 850 ó 920, entonces el kilómetro no Otra experiencia cotidiana nos dice
es nada. Si la ética ha de ser criterio uni- que hay acciones voluntarias que ame-
ficador, entonces ha de ser una en lo fun- nazan la línea de flotación de la conduc-
damental, no múltiple. ta humana, y que pueden hundir o llevar
Si la ética fuera subjetiva, el violador, a la deriva a sus protagonistas: los hospi-
el traficante de droga y el asesino po- tales, los tribunales de justicia y las cár-
drían estar actuando éticamente. Si la éti- celes son testigos de innumerables con-
ca fuera subjetiva, todas las acciones po- ductas lamentables, es decir, impropias
drían ser buenas acciones. Y también po- del hombre. Al enfrentarse a esta eviden-
drían ser buenas y malas a la vez. La cia, el relativismo moral hace agua y que-
propuesta «haz bien y no mires a quien» da descalificado por los hechos. Defen-
no tendría sentido: «haz bien» significa- derlo a pesar de sus consecuencias es una
ría «haz lo que quieras». postura irresponsable.
Igual que el pluralismo, la ética es rela- Entonces, ¿hay absolutos morales? Se-
tiva en las formas, pero no debe serlo res- gún Campoamor, «En este mundo trai-
pecto al fondo. De la naturaleza de un re- dor, / nada es verdad ni mentira, / todo
cién nacido se deriva la obligación que tie- es según el color / del cristal con que se
nen sus padres de alimentarlo y vestirlo. mira». Estos versos reflejan perfectamen-
Son libres para escoger entre diferentes ali- te esa sagacidad rudimentaria del que sólo
mentos y vestidos, pero la obligación es sabe barrer para casa. Si «nada es verdad
intocable. Subjetivamente pueden decidir ni mentira», la Ética sencillamente no exis-
no cumplir su obligación, pero entonces te, pero tampoco la Medicina. Lo cierto,
están actuando objetivamente mal. sin embargo, es que existen múltiples ver-
Hay una experiencia cotidiana a fa- dades, que coexisten con múltiples dudas
vor de la objetividad moral: la inmorali- y múltiples errores. Y también es cierto
dad que se denuncia en los medios de que existen absolutos morales, que no son
comunicación y se condena en los tribu- dogmas ni imposiciones: son criterios in-
nales, no sería denunciable ni condena- teligentes, necesarios como el respirar. Los
ble si tuviera carácter subjetivo, pues sub- encontramos en ese fondo común, dema-
jetivamente es deseada y aprobada por siado común, de todas las legislaciones y
el que la comete. Con otras palabras: si códigos penales: no robar, no matar, no
los juicios morales sólo fueran opiniones mentir, no abusar del trabajador, no abu-
subjetivas, todas las leyes que condenan sar del niño o del débil...
lo inmoral podrían estar equivocadas. Y, Hasta aquí he intentado explicar los
en consecuencia, si la moralidad no se dos tipos de juego que puede desarrollar
apoya en verdades, las leyes se convier- el hombre sobre la cancha de la libertad:
ten en mandatos arbitrarios del más fuer- el pluralismo, conforme al reglamento; y

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el relativismo, sin reglas y sin arbitraje, La relativización de la ética afecta de


es decir, negando la propia esencia del lleno, como es lógico, a la bioética. Hoy
juego. Si Wittgenstein rechaza la tesis de asistimos a un importante progreso en
que el discurso ético sea precientífico, los conocimientos biomédicos sobre el
Hilary Putnam explica que «la razón fun- origen, la naturaleza y las patologías y
damental por la que defendemos que hay tratamientos de la vida humana. Pero
juicios morales correctos y equivocados, también constatamos el perfeccionamien-
y perspectivas morales mejores y peores, to de las técnicas para manipularla y su-
no es sólo de carácter metafísico. La ra- primirla. Conviene recordar, por ello, que
zón es, sencillamente, que así es como uno de los pilares de la ética afirma que
todos nosotros hablamos y pensamos, y el fin no justifica los medios. De lo con-
también como todos nosotros vamos a trario, y a modo de ejemplo, la necesidad
seguir hablando y pensando. Hume –aña- de ganar dinero justificaría en muchos
de Putnam– confesó que se olvidaba de casos la venta de droga. Esta subordina-
su escepticismo sobre el mundo material ción de los medios a los fines hace que la
tan pronto como salía de su despacho; y investigación biomédica y sus posibili-
los filósofos más escépticos y relativistas dades técnicas no estén justificadas a cual-
se olvidan de su escepticismo y relativis- quier precio, de la misma manera que
mo en el mismo momento en que co- una buena investigación policial no justi-
mienzan a hablar de algo que no sea Fi- fica la tortura.
losofía». Paso a comentar, en segundo Los seres humanos no somos iguales
lugar, la problemática concreta del relati- en estatura o peso, no tenemos el mismo
vismo en el campo de la bioética. color, ni la misma lengua, ni la misma
forma de pensar, ni la misma historia.
2. Relativismo y bioética Sin embargo, por tener en común la con-
dición humana, gozamos de los mismos
En este mundo, dice Shakespeare, ha- derechos fundamentales. El primero de
cer el mal está a menudo bien visto, y esos derechos protege la vida y la inte-
obrar bien puede ser locura peligrosa. El gridad física. Para gran parte de la hu-
que defiende una ética a la carta –eso es manidad, el respeto a la vida deriva di-
el relativismo– tiene siempre sus razo- rectamente del más escueto mandamien-
nes, pero sobre todo le sobran intereses. to bíblico: No matarás. Pero la defensa de
La invocación universal a los derechos la vida humana no es monopolio de la
humanos, seguida de cerca por su uni- Biblia, pues se presenta a lo largo de la
versal incumplimiento, es una prueba Historia como exigencia estrictamente ra-
irrefutable de que el hombre, por una cional y natural. Desde su agnosticismo,
parte, sabe perfectamente lo que debe Umberto Eco expresaba así su opinión
hacer, y por otra, tiene la libertad sufi- sobre el respeto al embrión humano:
ciente para no hacerlo. Ésa es la condi- «Tal vez estemos condenados a saber
ción humana. Y ése nuestro problema. únicamente que tiene lugar un proceso

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cuyo resultado final es el milagro del re- nes vivos si no existe la certeza moral de
cién nacido, y que decidir hasta qué mo- que no se causará daño alguno a su vida
mento se tiene derecho de intervenir en y a su integridad, ni a la de la madre. Los
ese proceso y a partir de cuál ya no es embriones vivos merecen el respeto que
lícito hacerlo, no puede ser ni aclarado ni se debe a cualquier persona humana, y
discutido». tanto crearlos como mantenerlos en vida
Las intervenciones biológicas y médi- para fines experimentales o comerciales
cas sobre el cuerpo humano tocan algo es contrario a la dignidad humana. Hay
más profundo que los órganos, los teji- una razón de peso, y es que todo ser
dos y las funciones: tocan a la persona humano tiene derecho a ser concebido,
misma. El problema tan actual de la ma- llevado en las entrañas y educado en una
nipulación y eliminación de embriones familia, pues sólo dentro de la referencia
consiste en saber si son o no son perso- conocida y segura de sus padres pueden
nas. Quienes niegan la condición perso- los hijos descubrir su identidad y alcan-
nal del embrión aducen que ser persona zar la madurez. Por el contrario, es in-
es tener autonomía vital y capacidad de digno ser tratado como un objeto que se
relación inteligente. Pero eso les pone en manipula por un extraño en un laborato-
la difícil tesitura de negar la condición rio, con la misma técnica de la produc-
personal no sólo al embrión, sino tam- ción industrial en serie.
bién al recién nacido, al deficiente men- Incluso si ponemos en duda el esta-
tal profundo y al hombre que duerme. tuto humano del embrión, esa misma
Quienes afirman la condición personal duda tiene también una enorme fuerza
del embrión aportan el testimonio de la argumental: ¿no será el embrión una
biología: el óvulo fecundado tiene indi- persona llamada a la autonomía y al pro-
vidualidad genética y es capaz de presi- tagonismo de su propia vida? Podrá dis-
dir su propio destino hasta la vejez y la cutirse. Habrá que sopesar los argumen-
muerte natural. La biología pone así de tos. Pero si algo está claro es que, en la
manifiesto la verdad de una intuición duda, es obligatorio respetar: nadie pue-
universal: que el embrión es un ser hu- de disparar en el bosque cuando duda
mano en estado embrionario. si lo hace sobre un hombre. Es el mismo
Por tratarse de un ser humano, son criterio que emplea el derecho penal
éticas las intervenciones médicas sobre desde hace dos mil años: in dubio pro
el embrión cuando –con el consentimien- reo, y que Hans Jonas formula de esta
to de los padres– tienen como fin su cu- manera:
ración, la mejora de sus condiciones de Una regla fundamental para el trata-
salud o su supervivencia, y cuando res- miento de la incertidumbre es in dubio
petan su vida y su integridad, sin expo- pro malo: en caso de duda, presta oídos al
nerlo a riesgos desproporcionados. Por peor pronóstico antes que al mejor, por-
el contrario, la investigación biomédica que las apuestas se han vuelto demasia-
debe renunciar a intervenir sobre embrio- do elevadas como para jugar. Paso al ter-

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cer y último punto de esta exposición: la tiene el consenso de una sociedad donde
relación entre ética y consenso. hay acuerdo general respecto al asesina-
to en masa de los judíos? Él mismo se
3. Pluralismo y consenso responde que el consenso sólo es legíti-
mo cuando todos aceptan normas bási-
En una sociedad pluralista, con diver- cas de conducta moral.
gencias en cuestiones fundamentales, se Aceptar normas básicas de conducta
requiere un esfuerzo común de reflexión moral quiere decir, entre otras cosas, que
racional: por el diálogo al consenso y a la el debate no es el último fundamento de
convivencia pacífica. Siempre el diálogo es la ética, pues un fundamento discutible
mejor que el monólogo. La sabiduría po- dejaría de ser fundamento. Por eso dice
pular sabe que hablando se entiende la Aristóteles que quien discute si se puede
gente, y que cuatro ojos ven más que dos. matar a la propia madre no merece argu-
Pero Antonio Machado escribió que, de mentos sino azotes. La ética sólo se pue-
diez cabezas, nueve embisten y una pien- de fundamentar sólidamente sobre prin-
sa. Su poética exageración esconde una cipios no discutibles. Así lo entienden
advertencia: que la conducta ética podría Brentano, Scheller, von Hildebrandt, Har-
establecerse por mayoría siempre y cuan- tmann, Moore. Pero la interpretación de
do esa mayoría sustituyera la embestida los valores como fundamento previo del
por la mirada respetuosa sobre la realidad. debate y de la conducta moral se encuen-
Las éticas del diálogo se llaman tam- tra hoy bajo sospecha. La objeción más
bién procedimentales porque piensan que frecuente estima que apelar a una supues-
lo justo sólo puede ser decidido cuando ta evidencia de los valores hace imposi-
se adopta el consenso como procedimien- ble un debate racional, pues la evidencia
to. Apel y Habermas consideran que si moral es subjetiva. Esta objeción olvida
las normas afectan a todos, deben ema- –entre otras cosas– el reconocimiento uni-
nar del consenso mayoritario. Sin ser una versal, por evidencia objetiva, de los va-
solución perfecta –porque tal perfección lores recogidos en la Declaración Univer-
no existe–, el consenso es quizá la mejor sal de Derechos Humanos, de 1948.
de las formas de llevar la ética a la socie- Así pues, aceptar principios incondi-
dad, la menos mala. Pero es preciso acla- cionales por encima de cualquier procedi-
rar que la ética no nace automáticamente miento no es consecuencia de una postu-
del consenso, pues hay consensos que ra acrítica y subjetiva. Es, por el contrario,
matan. MacIntyre, en su Historia de la éti- consecuencia de una reflexión imparcial
ca, propone este sencillo problema: si en sobre nuestras intuiciones morales elemen-
una sociedad de doce personas hay diez tales. La responsabilidad materna, de la
sádicos, ¿prescribe el consenso que los que hablábamos antes, no se funda en una
dos no sádicos deben ser torturados? Y, predisposición sentimental, ni en un prin-
para no ser acusado de jugar con lo inve- cipio teórico, sino en una percepción bási-
rosímil, hace otra pregunta: ¿qué validez ca: dado que el niño necesita de la madre,

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la madre se debe a él, sin otros razona- con distinta letra: eso que a ti te parece
mientos ni necesidad de consensos. asesinato, al terrorista le parece justicia,
La aceptación de normas básicas de al que aborta le parece interrupción del
conducta también implica rechazar una embarazo, y a otro le parecerá otra cosa,
argumentación puramente estratégica, como a Bruto le pareció el asesinato de
interesada o ideológica. En el famoso César amor a Roma y legítima defensa.
cuento de Andersen, entre los que ala- Para conjurar las malas artes de los
ban los vestidos del rey hay un consenso encantadores cervantinos, Apel pide a los
absoluto, pero todos mienten. Un sólo dialogantes que piensen seriamente y no
individuo, y además niño, tiene razón vayan racionalmente a lo suyo. Rawls,
frente a la mayoría: «El rey va desnudo». más optimista, da por supuesto que, al
Ante la posibilidad de un consenso equi- aplicar los procedimientos, todos los im-
vocado o hipócrita, las éticas dialógicas plicados actuarán con justicia. Habermas,
piden como condición necesaria que el menos ingenuo, es consciente de que los
debate esté integrado por sujetos impar- consensos pueden ser injustos; por eso
ciales, bien informados y rigurosos en la acepta que sólo en una situación ideal de
reflexión. Casi como pedir la luna, pues comunicación podrían resultar equivalen-
ni siquiera en Atenas, la Asamblea más tes el consenso y la legitimidad. Pero lle-
democrática de la Historia consiguió esa gar a esa situación ideal requeriría una
utópica integridad. Sócrates, el mejor de educación ideal y un comportamiento
los atenienses, murió condenado por sus ideal por parte de la mayoría: algo –por
sabios y envidiosos compatriotas. Pare- lo que podemos comprobar– reservado
cían, dijo el acusado, un grupo de niños al mundo platónico de las Ideas.
manipulados por la promesa de unos ¿No es sospechoso de fanatismo pen-
dulces. Y también dijo a una postura ino- sar que las mayorías pueden equivocar-
cente pensar que la justicia emanaba de se y se equivocan de hecho? Si lo es, no
la mayoría, pues era someterse a quienes debería serlo. Cuando la policía peruana
podían crear artificialmente el consenso atrapó al creador y líder del grupo terro-
con los medios que tenían a su alcance. rista Sendero Luminoso, Mario Vargas-
Un Cervantes bastante socrático no Llosa se apresuró a declarar su oposición
exagera cuando nos avisa de que «andan a la pena de muerte. Y, cuando el perio-
entre nosotros siempre una caterva de dista le recordó que la mayoría de los
encantadores que todas nuestras cosas peruanos aprobaban esa pena, el escritor
mudan y truecan, y las vuelven según su respondió tajante: «La mayoría está equi-
gusto, y según tienen la gana de favore- vocada. La minoría lúcida debe dar una
cernos o destruirnos; y así, eso que a ti te batalla explicándole que la pena de muer-
parece bacía de barbero me parece a mí te es una aberración».
el yelmo de Mambrino, y a otro le pare- Shakespeare, en un tiempo que no
cerá otra cosa». Si Sancho levantara la imaginaba la omnipotencia de los me-
cabeza, hoy podría oír la misma música dios de comunicación, sabía que las ma-

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yorías eran masas amorfas sumamente cer no es malo por consenso, y el alimen-
manipulables. En Julio César, después de to tampoco es bueno por consenso. Así
oír la justificación de Bruto, todo el pue- pues, lo importante no es el consenso,
blo romano aprueba el asesinato y cele- sino que el consenso respete la realidad.
bra la acción justiciera. Pero toma la pala- Por eso ha dicho Fromm que «el hecho de
bra Marco Antonio y consigue que la opi- que millones de personas padezcan las
nión pública, sin solución de continuidad, mismas formas de patología mental no
gire en redondo y acuse a Bruto como hace de esas personas gente equilibrada».
asesino. Los discursos de Bruto y Marco Con otras palabras: una postura no se con-
Antonio son ejemplos antológicos de alta vierte en buena por ser mayoritaria.
retórica al servicio del manejo de masas. En Macbeth hay un curioso diálogo en-
El error por mayoría es una de las limi- tre Lady Macduff y su pequeño hijo. El
taciones patentes del consenso. Para ilus- niño pregunta si su padre, que ha huido
trar esta posibilidad, José Antonio Marina sospechosamente, es un traidor. Lady Ma-
nos cuenta en su Ética para naúfragos que cduff responde que sí, y que los traidores
un esclavista, tocado por las ideas ilustra- merecen la horca. El niño pregunta enton-
das, decidió poner en libertad a sus escla- ces quién debe ahorcar a los traidores, y la
vos. Pero muchos de ellos pensaron que la madre contesta que los hombres de bien.
libertad sería un yugo más gravoso que su Con la ingenuidad de sus pocos años, el
acostumbrada esclavitud. Así que lo some- niño comenta: «Entonces los traidores se-
tieron a votación, y los que rechazaron la rían imbéciles si se dejaran ahorcar, porque
oferta ganaron por mayoría absoluta. Por ellos son mayoría y pueden ahorcar a los
esta ironía del procedimiento, el amo se hombres de bien». Tal conclusión puede
convirtió en esclavista por sufragio univer- ser correcta, pues es posible una mayoría
sal. La paradoja de esta situación muestra de traidores. Lo que no sería posible es
las limitaciones del consenso. Conocemos que, por el hecho de ser mayoría, los trai-
consensos tan absolutos como injustos, que dores se convirtieran en leales.
han durado milenios: el antiguo consenso De cualquier forma, ya hemos dicho
sobre la movilidad del sol y la inmovilidad que promover la ética social por consen-
de la Tierra, sobre la carencia de derechos so es el más humano de los procedimien-
del niño y de la mujer, y otros muchos. De tos. Y también el más democrático. Pero
hecho, «los hombres han estado mayorita- en esto, las actuales éticas del diálogo no
riamente de acuerdo en colosales dispara- han inventado nada. Los diálogos plató-
tes», y por eso, concluye Marina, «el sim- nicos, celebrados y escritos hace más de
ple acuerdo no garantiza la validez de lo dos mil años, son grandes debates mo-
acordado». derados por Sócrates, donde se habla de
El error, patrimonio constante de la la excelencia individual y social con to-
humanidad, afecta por igual a minorías dos los matices de la vida misma. Y des-
y mayorías. Y el consenso no garantiza la de entonces, por fortuna, Occidente se
ética porque no crea la realidad: el cán- desliza sobre esa estela.

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