Está en la página 1de 38

TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA

SALA PENAL
AUTO SUPREMO Nº 685/2018-RRC
Sucre, 17 de agosto de 2018

Expediente                        : La Paz 1/2018


Parte Acusadora                : Ministerio Público y otra
Parte Imputada                : Guillermo Dunois Velasco y otro
Delito                                : Lesiones Gravísimas
Magistrado Relator        : Dr. Edwin Aguayo Arando

RESULTANDO

Por memoriales presentados el 31 de octubre y 3 de noviembre del 2017,


Guillermo Dunois Velasco, de fs. 2303 a 2323 vta. y Roberto Nivardo Mantilla
Mena, de fs. 2325 a 2340, interpusieron recursos de casación contra el Auto de
Vista 61/2017 de 25 de septiembre de fs. 2241 a 2254, pronunciado por la Sala
Penal Tercera del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz, dentro del
proceso penal seguido por el Ministerio Público y María Nieves Quispe Choque
de Pacari contra los recurrentes, por la presunta comisión del delito de Lesiones
Gravísimas, previsto y sancionado por el art. 270 del Código Penal (CP).

I. DEL RECURSO DE CASACIÓN

I.1.  Antecedentes.

a. Por Sentencia S-23/2016 de 1 de junio (fs. 1216 a 1225), el


Tribunal Quinto de Sentencia de El Alto del Tribunal Departamental de
Justicia de La Paz, declaró a Guillermo Dunois Velasco y Roberto Nivardo
Mantilla Mena, autores de la comisión del delito de Lesiones Gravísimas,
previsto y sancionado por el art. 270 del CP, imponiendo la pena de cinco
años de reclusión, más costas a favor del Estado y de la víctima, así como
la reparación del daño civil a favor de la última.

b. Contra la mencionada Sentencia, Guillermo Dunois Velasco,


Roberto Nivardo Mantilla Mena, y la acusadora particular María Nieves
Quispe Choque de Pacari, opusieron recursos de apelación restringida,
que fueron resueltos por Auto de Vista 61/2017 de 25 de septiembre,
dictado por la Sala Penal Tercera del Tribunal Departamental de Justicia
de La Paz, que declaró procedente el primer agravio denunciado por el
imputado Roberto Nivardo Mantilla Mena, fundado en la existencia del
defecto de sentencia previsto por el inc. 1) del art. 370 del Código de
Procedimiento Penal (CPP), improcedente el recurso de Guillermo Dunois
Velasco e inadmisible la apelación de María Nieves Quispe Choque de
Pacari, confirmando en parte la Sentencia, señalando que el delito por
cual se emitió condena, es el que se encontraba vigente la fecha de los
hechos -2008- concretamente la Ley 2494 de 4 de agosto del 2003,
siendo rechazada la solicitud de complementación y enmienda de
Guillermo Dunois Velasco, mediante Resolución de 23 de octubre del 2017
(fs. 2269 y vta.), motivando la interposición del presente recurso de
casación.

I.1.1. Motivos de los Recursos de Casación.


Esta Sala en conocimiento de las impugnaciones antes citadas, en juicio de
admisibilidad, pronunció el Auto Supremo 020/2018-RA de 1 de febrero,
mediante el cual delimitó el análisis de fondo de las cuestiones traídas a
casación bajo los siguientes criterios:
I.1.1.1. Recurso de casación de Guillermo Dunois Velasco.

Denuncia que pese a que el Tribunal de apelación reconoció que en las


intervenciones quirúrgicas no hubo conducta dolosa, alegó existir dolo eventual,
confirmando con ello la Sentencia de grado, determinación que no estaría
dentro de sus facultades, asumiendo una orientación contraria a la doctrina
legal aplicable establecida por los Autos Supremos 316 de 28 de agosto del
2006, 97/2005 de 1 de abril y 67 de 27 de enero del 2006, referidos a los
principios de tipicididad y taxatividad, señalando como contradicción que el
Tribunal de apelación confirmó la sentencia y no hizo un análisis del elemento
subjetivo del tipo penal previsto por el art. 270 del CP.

Refiere que el Tribunal de apelación faltó al art. 124 del CPP, al no brindar
razones respecto: 1) Por qué razón no fueron aplicables al caso de autos, los
precedentes invocados; 2) La falta de configuración del dolo directo; 3) La
Iatrogenia como causa de exclusión del dolo; y, 4) La defectuosa valoración
probatoria, motivo en el que cumplió con la carga procesal de invocar como
precedentes contradictorios, los Autos Supremos 385/2013 de 31 de diciembre,
287/213-RRC de 4 de noviembre, 044/2012-RRC de 22 de marzo y 65/2013 de
11 de marzo, precisando como contradicción, la falta de resolución de los
aspectos cuestionados de la sentencia y la transcripción y citas de hechos
parciales sin exposición de argumentos y razonamientos valederos.

El recurrente cuestiona al Tribunal de alzada afirmando que no se pronunció


expresamente sobre la denuncia de defectuosa valoración probatoria,
identificando para ello pruebas sobre las cuales recaería el defecto;
manifestando que tal situación es contraria a los Autos Supremos 444 de 15 de
octubre de 2005, 014/2013-RRC de 6 de febrero y 176/2013-RRC de 24 de
junio, precisando como contradicción que el Tribunal de alzada confirmó una
resolución que no valoró de manera integral todos los elementos de prueba,
conforme al sistema de valoración de la sana crítica.

I.1.1.2. Recurso de casación de Roberto Nivardo Mantilla Mena.

Denunció que el Tribunal de apelación después de establecer la errónea


aplicación de la norma sustantiva, no fundamentó la razón por la cual no
debería modificarse la pena, precisando que este aspecto es contradictorio al
Auto Supremo 389/2012 de 21 de diciembre, que estableció que por principio
de legalidad debe aplicarse la norma sustantiva vigente en el momento de la
comisión del hecho delictivo; sin embargo, el Tribunal de apelación,  pese a
evidenciar la aplicación retroactiva de una ley gravosa en cuanto a la pena, no
se pronunció respecto a la sanción impuesta.

El recurrente precisando los argumentos que sustentaron su denuncia sobre la


existencia del defecto de sentencia previsto por el inc. 5) del art. 370 del
CPP, manifestó que el Tribunal de alzada incurrió en falta de fundamentación al
no resolver punto por punto los motivos en los que fundó la existencia del
defecto referido precedentemente, incumpliendo con el deber previsto por el
art. 398 de la norma adjetiva penal e incurriendo en incongruencia omisiva; al
efecto, invocó como precedente contradictorio el Auto Supremo 073/2013 de 19
de marzo de 2013, señalando como presunta contradicción que en el caso de
autos, no se estableció el grado de responsabilidad de cada acusado y el
elemento doloso.

Denuncia que el Tribunal de alzada a tiempo de resolver el motivo de apelación


restringida, fundado en la presunta existencia del defecto de sentencia previsto
por el inc. 6) del art. 370 del CPP, incurrió en insuficiente fundamentación e
incongruencia omisiva, pretendiendo que previo a plantear recurso de apelación
restringida hiciera uso de la facultad conferida por el art. 125 del CPP, además
de señalar que el defecto denunciado no sería relevante ocasionando
vulneración a su derecho a la defensa. Este motivo fue admitido por
cumplimiento de requisitos de flexibilización.

I.2.3. Petitorios.

Los recurrentes solicitan que se deje sin efecto el Auto de Vista impugnado y se
disponga que se emita uno nuevo conforme a la doctrina legal aplicable al caso
de autos.
    
II. ACTUACIONES PROCESALES VINCULADAS A LOS RECURSOS

II.1.  Objeto del proceso.

Conforme la acusación fiscal y la determinación de objeto del proceso, en


juicio oral, público y contradictorio se sometió a debate el siguiente
hecho: El 27 de noviembre de 2008, la víctima fue presente en el Centro
Médico Adolfo Kolping de la ciudad de El Alto, con el antecedente de
sangrado y la persistencia de su ciclo menstrual por un tiempo
aproximado de 7 días. En la Unidad de Ginecología fue atendida por el
Ginecólogo Obstetra Guillermo Dunois Velasco, que luego de revisarla y
ordenar la realización de una ecografía sugirió intervención quirúrgica
inmediata, pues los resultados daban muestra de la existencia de un
mioma en el cuello del útero y abundante sangrado. La cirugía fue
llevada a cabo el 29 de noviembre de ese año. Terminado el
procedimiento y a tiempo de despertar la víctima quiso orinar, sin ser
posible dado que a ese momento su vagina se encontraba conectada a
sondas, ante lo que Guillermo Dunois Velasco ordenó una nueva
ecografía que fue revisada por el Urólogo Roberto Mantilla Mena,
detectando el corte de los uréteres en ambos riñones y una fístula,
sometiendo a la víctima a una nueva intervención quirúrgica, esta vez,
con el fin de reparar los cortes de los uréteres mediante la implantación
de catéteres Doble J.

Tal procedimiento no surtió los efectos esperados, motivando que la


víctima sea traslada a terapia intensiva. El 24 de diciembre de 2008, un
día después de haber sido dada de alta, presentó un cuadro de dolor
agudo en el abdomen, cuyo diagnóstico dio el resultado de plastrón,
situación por la que fue sometida a una nueva intervención, esta vez con
el fin de extraer aquel plastrón. En enero de 2009, ante la presencia de
dolores persistentes acude a otro centro médico, en el que previo
examen ecográfico, diagnosticó daños internos severos, los que
degeneraron en la atrofia y posterior pérdida del riñón izquierdo y el
riesgo de pérdida del riñón derecho. El 2011, mediante la intervención de
un cuarto galeno, la víctima es intervenida quirúrgicamente, esta vez con
el fin de reparar una fístula detectada en la vejiga de aproximadamente
1 cm de longitud. Finalmente ante la presencia de fuertes dolores se
origina una última intervención quirúrgica con el fin de la extracción de
un plastrón de orina ubicado en el uréter derecho, que inicialmente fue
considerado tumor.

II.2.  De la Sentencia.

El Tribunal de Sentencia Quinto de El Alto en el Tribunal Departamental


de Justicia de La Paz, pronunció la Sentencia S-23/2016 de 1 de junio,
que declaró a Guillermo Dunois Velasco y Roberto Nivardo Mantilla Mena,
autores y culpables de la comisión del delito de Lesiones Gravísimas
descrito en la sanción del art. 270 del CP, imponiendo a ambos la pena
privativa de libertad de 5 años de reclusión, más costas a favor del
Estado, costas y reparación del daño civil a la víctima a ser calificados en
ejecución de Sentencia. Dicho fallo tuvo como hechos probados y no
probados:

“…en fecha 29 de noviembre de 208 a horas 14:55 la [víctima] es


sometida a intervención quirúrgica en el Centro Médico Adolfo Kolping a
causa de un mioma en el útero…en la que el Dr. Guillermo Dunois
Velasco, ligó ambos uréteres e hizo un orificio en la vejiga y que después
de 17 horas recién realizan acciones médicas para solucionar estas
complicaciones, siendo intervenida por el Dr. Roberto Nivardo Mantilla
Mena en fecha 30 de noviembre de 2008 a horas 20:30, secciona ambos
uréteres y hace un reimplante y cierra el orificio, sin embargo estos actos
quirúrgicos no solucionaron la fístula besico vaginal, que posteriormente
provocaron la pérdida del riñón izquierdo.

El Dr. Guillermo Dunois Velasco y Roberto Nivardo Mantilla Mena no


hicieron el seguimiento necesario, ni recomendaron la realización de
ningún tipo de exámenes que ayuden a detectar de forma oportuna las
complicaciones que surgen en este tipo de intervenciones puesto que al
detectarse de forma oportuna se hubiera solucionado y la paciente no
hubiera perdido el riñón izquierdo, por el contrario ambos acusados
evitaban el encuentro con la paciente con el pretexto de que debía
hacerse el examen de urograma excretor que le pidió el Dr. Mantilla, no
obstante que la misma les indicó que tenía dolores y que no podían
hacerle el examen.

Los tratamientos médicos y las cirugías practicadas posteriormente a la


[víctima] tienen relación con complicaciones relativas a la atención
médica y cirugías practicadas por [los imputados].

No hay prueba suficiente para sostener que la [víctima] haya incumplido


las recomendaciones o tratamiento indicado puesto que si bien la
paciente tenía que realizarse el examen de urograma excretor como
señala el Dr. Mantilla, sin embargo el mismo no podía realizar a causa de
las complicaciones post operatorias al que no dieron solución los
acusados, simplemente se limitaron a esperar que la paciente se haga el
examen.

El actuar de los acusados ocasionaron la debilitación permanente de la


salud, la incapacidad permanente para el trabajo y el peligro inminente
de perder la vida a causa de la lesión causada en ambas intervenciones
quirúrgicas, que derivó a la extirpación quirúrgica del riñón izquierdo.”
(sic).
 
II.3.  Del recurso de apelación restringida.

Guillermo Dunois Velasco a través de memorial de fs.1231 a 1256, opuso


recurso de apelación restringida, exponiendo como
agravios: i) inobservancia y errónea aplicación de la ley sustantiva, por
inexistencia del elemento dolo en la conducta desplegada, apoyando esa
afirmación a través de varias alegaciones referidas a los hechos y
poniendo énfasis que ellos acontecieron en su desempeño como médico,
apuntando al contenido de deposiciones testificales, informes periciales
sobre el caso en cuestión y arguyendo que al haberse presentado la
figura de iatrogenia mal podía reprochársele conducta penal
alguna; ii) Defecto de la sentencia contenido en el art. 370 inc. 1) del
CPP, al considerar que la ausencia de dolo hizo que su conducta fuese
atípico existiendo por ende errónea aplicación del art. 270 del
CP; iii) inexistencia de fundamentación en la Sentencia, expresando que
no existió fundamentación sobre cuestiones de hecho referidas al
consentimiento de la víctima para ser sometida a la intervención, el
abandono de tratamiento que ésta hubiera realizado, fundamentación
sobre la valoración de prueba documental inherente a los informes
periciales y la historia clínica de la víctima; iv) Que, la sentencia se
basase en hechos inexistentes y no acreditados en juicio, afirmando que
la conducta posterior a la operación no había sido acreditada, teniendo
presente la emisión de un alta médica no hospitalaria y que la víctima
habría sido quien acudió a otro centro médico abandonando el
tratamiento de manera voluntaria, asimismo se propusieron otras
cuestiones relacionadas a la acreditación de hechos en la fase post-
operatoria; vii) Defectuosa valoración de la prueba, al no haberse
considerado ninguna prueba de descargo, al igual que otros aspectos
relacionados a deposiciones testificales orientadas a hacer soporte las
condiciones en las que la víctima fue sometida a las intervenciones, la
existencia de resultados vinculados a la posibilidad de daño en la práctica
de los procedimientos médicos no atribuibles al profesional, la actitud de
la víctima con posterioridad a su alta médica; e, viii) Incongruencia
entre la acusación y la sentencia, por cuanto la acusación tipificó el acto
quirúrgico y la sentencia criminaliza los actos post-operatorios.

A su turno Roberto Nivardo Mantilla Mena, por memorial de fs. 1269 a


1279, acude en apelación restringida, exponiendo: a) Incursión en el
defecto del art. 370 inc. 1) del CPP, en razón que la condena impuesta
fue realizada con una norma no vigente al momento de la comisión del
hecho, siendo que el trámite debió ser realizado sobre la base de las
modificaciones al art. 270 del CP efectuadas por la Ley 2494; b) Defecto
de la sentencia contenido en el art. 370 inc. 5) cuestionando una
supuesta falta de argumentos que sostengan las conclusiones de la
Sentencia, principalmente referidos a las consecuencias inmediatas de
los actos quirúrgicos, entre otros; c) Defectuosa valoración de la prueba,
señalando que no se habría valorado la prueba de descargo presentada
por su persona, las declaraciones de Fernando Valdez Valdez, la víctima,
la prueba pericial de Antonio Torrez Balanza, y las codificadas como PD2,
PD7 y PD8, que darían cuenta sobre el consentimiento de la víctima para
ser intervenida quirúrgicamente, el supuesto abandono suscitado al
tratamiento post-operatorio y las acciones supuestamente realizadas por
el imputado en ese ínterin.

Finalmente en memorial de fs. 1283 a 1285, María Nieves Choque de


Pacari, interpuso recurso de apelación restringida acusando la
“inobservancia de la ley sustantiva en cuanto a la imposición de la pena
accesoria de inhabilitación especial” (sic) solicitando que en la emisión
del Auto de Vista se imponga la pena accesoria de inhabilitación especial
de 10 años para el ejercicio de la profesión médica.

II.4.  Del Auto de Vista impugnado.

La Sala Penal Tercera del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz,


en conocimiento de las acciones recursivas enunciadas emitió el Auto de
Vista 61/2017 de 25 de septiembre, admitiendo y declarando la
improcedencia del recurso de apelación restringida de Guillermo Dunois
Velasco; admitiendo y declarando la procedencia parcial del recurso
opuesto por Roberto Nivardo Mantilla Mena en lo que fue el defecto de
sentencia contenido en el art. 370 inc. 1) del CPP considerando “que el
delito de lesiones gravísimas descrito por el art. 270 del CP, es el vigente
al momento del hecho, más concretamente en la gestión 2008 y que
sancionaba dicho ilícito con la pena privativa de libertad de 2 a 8 años;
empero al no haberse cuestionado el quantum de la pena impuesta y
respecto al resto de los agravios invocados [se declaró su
improcedencia]” (sic); y, sobre el recurso de apelación restringida
presentado por la víctima fue rechazado y declarado inadmisible con
base al segundo periodo del art. 399 del CPP, habiéndose considerados
incumplidos los requisitos de los arts. 407 y 408 de la misma norma
adjetiva.

       III. FUNDAMENTOS DE LA SALA

III.1. RECURSO INTERPUESTO POR GUILLERMO DUNOIS VELASCO.

III.1.1. Inobservancia y errónea aplicación de la Ley


sustantiva - Primer motivo en el recurso.

Para el ejercicio del ius puniendi, alega el recurrente, es necesario


exista un precepto legal que contemple una conducta antijurídica. El
Tribunal de Sentencia al condenar su acción y el Tribunal de
apelación, al confirmar la resolución de mérito, incurrieron en
infracción de la ley sustantiva penal, por falta de análisis del elemento
doloso que requiere la comisión del delito de Lesiones Gravísimas y se
traduce en la intencionalidad de causar daño. En autos el dolo no fue
evidenciado con ninguna prueba, por el contrario los estudios
periciales concluyeron que la lesión ocasionada a la víctima, fue un
acto accidental propio de las complicaciones del tipo de intervención
quirúrgica practicada; incluso las auditorías establecieron que el
procedimiento aplicado fue el adecuado y el correcto. Además el
propio Tribunal de apelación sostuvo que en las intervenciones
quirúrgicas no existió dolo y pese a dicha afirmación, generaron
contradicción al determinar la responsable de un delito doloso,
alegando que existe dolo eventual, sin que ello fuera mencionado en
la acusación ni la sentencia y conforme lo previsto por el art. 414 del
CPP, se tratase de un aspecto fuera de las competencias de los de
apelación.

Se afirmó también que el Tribunal de apelación dejó en la


incertidumbre a los acusados al expresar que con posterioridad a las
intervenciones quirúrgicas, no realizaron acción alguna para evitar el
resultado, lo que no esclarece si lo que se criminaliza es el acto
quirúrgico o el tratamiento post operatorio (que hubiera sido
abandonado por la víctima) lo cual también sería un argumento
contradictorio advertido en la sentencia y que el Tribunal de alzada no
reparó.

Invocó como precedentes contradictorios los Autos Supremos 97/2005


de 1 de abril y 67 de 27 de enero del 2006, referidos al principio de
tipicidad y taxatividad; el Auto Supremo 290/2012 de 19 de octubre
(ningún hecho imprudente puede subsumirse a un tipo penal que
tenga como elemento subjetivo el dolo y el Auto Supremo 316 de 28
de agosto del 2006 (sobre los requisitos para el ejercicio del ius
puniendi).

Por cuestión metodológica, la Sala ve por conveniente en primer


término desarrollar la doctrina legal aplicable contenida en los
precedentes contradictorios invocados, seguidamente reseñar los
antecedentes procesales vinculados al presente motivo, para después
realizar el análisis del caso en concreto y determinar la existencia o no
de la contradicción pretendida.

III.1.1.1.        Doctrina legal contenida en los precedentes


contradictorios invocados.

El recurrente proyecta en casación que mal pudo condenársele por el


delito de Lesiones Gravísimas; por cuanto, en su caso no se
determinó la existencia de dolo en su conducta, desprendiéndose
una erróneamente aplicación de la Ley sustantiva. El soporte
procesal de esta aseveración se basó en la invocación de tres Autos
Supremos que según el recurso contendrían una situación de hecho
en la que en similares condiciones fácticas se habría dispuesto la
preeminencia del principio de legalidad en la subsunción de la
conducta al tipo penal, así como la imposibilidad de sancionar una
conducta que no fuera dolosa con un tipo penal que posee esa
característica. A continuación serán extractados los fundamentos de
hecho y derecho contenidos en los precedentes contradictorios
invocados:

Auto Supremo 316 de 28 de agosto de 2006, pronunciado con


motivo al recurso de casación interpuesto por MCR, impugnando un
Auto de Vista que confirmó una sentencia condenatoria por el delito
de Patrocinio Infiel (art.  176 del CP) y cuestionando que se
consideró con profundidad “que en ningún momento se habría
demostrado que realizó un acto deliberado para causar perjuicio”
(sic). En tal ámbito, la Sala Penal Segunda del Tribunal Supremo de
Justicia razonó que el Patrocinio Infiel es una: “conducta entendida
como un atentado al bien jurídico "administración de justicia"; en
cuanto, al correcto comportamiento de los auxiliares de la misma…se
debe precisar que una parte de la doctrina ha interpretado que se
trataría de un delito compuesto ya que contempla dos acciones
distintas, la primera referida a un delito de acción o formal
propiamente dicho, consistente en el hecho de "defender o
representar, partes contrarias en un mismo juicio", poniendo en
evidente peligro la correcta gestión de los intereses que le fueron
encomendados; por otra parte, la segunda forma comisiva, no
considera el elemento mediático o formal, y se constituye en un
delito de carácter material, sancionando el resultado dañoso
objetivo; es decir, la afectación directa al elemento inmediato. En
ambas circunstancias debe concurrir el dolo directo, admitiendo
distintos grados de participación; orientando este análisis al sub lite,
se tiene que el núcleo de la conducta delictiva contemplada en la
segunda parte del tipo penal en examen, será pues cualquier forma
de actividad dolosa y perjudicial que logre una afectación objetiva y
directa en los intereses que fueron confiados por la víctima al sujeto
activo que es propio -abogado o mandatario-; admitiendo en
consecuencia, cualquier medio comisivo.”

El Auto Supremo en descripción dispuso dejar sin efecto el fallo


inferior sentando doctrina legal aplicable que aúna criterios sobre la
definición clásica del principio de legalidad penal y una incipiente
opinión sobre la línea básica de la Teoría Finalista del Derecho Penal,
así:

“el recurso de apelación restringida es el medio legal para impugnar


errores de procedimiento o de aplicación indebida de normas
sustantivas en los que se hubiera incurrido durante la sustanciación
del juicio o en la emisión de la sentencia, pues tal recurso está
destinado a garantizar los derechos constitucionales y velar por la
aplicación de los principios del debido proceso.

El derecho penal moderno, además del principio de legalidad, se rige


por los principios de intervención mínima, lesividad y
proporcionalidad, de ahí que cuando un precepto resulte tan
impreciso como el que nos ocupa, su interpretación debe
ser restrictiva, pues sólo aquellas conductas que llegan a ser muy
graves y dolosas deben ser sancionadas como delitos, salvando las
excepciones expresamente previstas por ley y la sanción a imponerse
debe ser proporcional a la afectación del bien jurídicamente
protegido.

El principio de legalidad, determina que no hay delito sin tipo penal


previo, ya que éste resulta ser la descripción de la conducta
repudiada por el Estado y que en consecuencia será prohibido
legitimar la acción del derecho penal, por ello únicamente esa
conducta puede ser punible, dicha norma de carácter sustantivo
debe observar además, el principio de taxatividad.

Sin embargo no todas las conductas van a constituir un delito, sino


únicamente aquellas que se adecuen exactamente a la conducta
descrita, bajo el principio de interdicción de la analogía; no pudiendo
constituirse como delitos, conductas parecidas o similares a las
previstas expresamente; en consecuencia, sólo lo típico o sea, las
conductas descritas como tales en los Códigos Penales son
constitutivas de delitos, ya que lo que no es típico no interesa a la
valoración jurídico-penal.

En Autos, la imprecisión del tipo, no reside en el medio empleado, si


no en el perjuicio o afectación como resultado de la conducta y que
se traduce en la afectación a los intereses confiados; por ello,
realizando una interpretación restrictiva conforme a los fundamentos
arriba señalados, debemos considerar que la conducta desarrollada
por el actor, es relevante en la medida en que se vincule de manera
directa al resultado perjudicial causado, debiendo concurrir
necesariamente el dolo. Simultáneamente la afectación o perjuicio
causados con esa conducta a los intereses confiados, debe ser
objetiva, directa y grave.

Auto Supremo 97 de 1 de abril de 2005, pronunciado dentro de


un proceso penal seguido por el delito de Lesiones Gravísimas (art.
270 del CP), cuya Sentencia fue condenatoria, y en apelación
restringida, ratificada por el Auto de Vista. En casación fueron
propuestos dos motivos, referido el primero a una insuficiencia de
prueba para la calificación y subsunción de tal delito; y, el segundo
cuestionando a los de apelación al haber mantenido el error de la
calificación jurídica del hecho imprudente al tipo penal doloso. La
Sala Penal Primera de la entonces Corte Suprema de Justicia, dejó
sin efecto el Auto de Vista impugnado considerando la existencia de
contradicción con la doctrina legal invocada en los Autos Supremos
209 de 24 de mayo de 2000 y 383 de 13 de agosto de 2003, a cuyo
efecto se pronunció la siguiente doctrina legal aplicable:

…la insuficiencia de la prueba da lugar a la duda razonable, situación


que merece la aplicación del principio in dubio pro reo. La prueba
plena despeja la duda razonable y genera convicción en el juzgador.
El hecho atribuido al imputado tiene características de no tener el
debido cuidado y no puede ser subsumido al delito doloso de
lesiones gravísimas.

El Código Penal en su artículo 13 Quater indica: "Cuando la ley no


conmine expresamente con pena el delito culposo. Sólo es punible el
delito doloso". En consecuencia, ningún hecho calificado como
imprudente puede subsumirse a un tipo penal que tenga como
elemento subjetivo el dolo como es el delito de lesiones gravísimas
previsto en el artículo 270 del indicado código penal sustantivo.

Siendo evidente la insuficiencia de prueba que llevó a la duda


razonable al juzgador, causando error en la calificación del hecho
imprudente como delito de lesiones gravísimas.”

Auto Supremo 67 de 27 de enero de 2006, pronunciado dentro


del proceso penal seguido por el Ministerio Público y JPUVF contra
SCM por el delito de Homicidio por Emoción Violenta (art. 254 del
CP), ocasión en la que la Sala Penal Segunda de la extinta Corte
Suprema de Justicia, detectó incongruencia en la forma de resolución
de la Sentencia de mérito por cuanto “en la fundamentación en
forma unánime [se] llega a la conclusión de que el imputado es
autor de la comisión del delito de "homicidio por emoción violenta"
previsto en el artículo 254 primera parte del Código Penal, sin
embargo en la parte resolutiva se lo declara culpable del delito de
homicidio por emoción violenta previsto y sancionado por el artículo
254 segunda parte del mismo código sustantivo aspecto que
erróneamente fue ratificado por el Auto de Vista”, ante lo cual dejó
sin efecto el Fallo recurrido en casación y sentó la siguiente Doctrina
Legal Aplicable:

“El `principio de tipicidad´ se establece en materia penal a favor de


todos los ciudadanos y se aplica como una obligación a efectos de
que los jueces y Tribunales apliquen la ley penal sustantiva
debidamente, enmarcando la conducta del imputado exactamente en
el marco descriptivo de la ley penal a efectos de no incurrir en
violación de la garantía constitucional del `debido proceso´, la
calificación errónea del marco descriptivo de la ley penal deviene en
defecto absoluto insubsanable, tal como sucede en el caso de autos
en que los Tribunales de sentencia y apelación subsumieron la
conducta del procesado en el tipo penal de homicidio en emoción
violenta párrafo segundo cuando debió ser el mismo artículo en su
párrafo primero. Evidenciándose violación al principio de `legalidad´
que además se complementa con los principios de `taxatividad´,
`tipicidad´, `lex escripta´ y `especificidad´. Violando además la
`galanía constitucional del debido proceso´ por su errónea aplicación
de la Ley sustantiva.”

III.1.1.2.        Relación procesal de antecedentes vinculados a la


calificación del dolo.

La Sentencia S-23/2016 de 1 de junio, sobre la presencia del


elemento subjetivo del tipo penal de Lesiones Gravísimas
expresó:

“En cuanto al dolo de conformidad con el art. 14 del Código


Penal, está relacionado fundamentalmente con el actuar del
sujeto activo en la comisión del delito, este elemento subjetivo
nos sirve para delimitar la comisión del delito de lesiones
gravísimas que es el de ocasionar lesión, en el caso concreto,
los acusados…con su actuar han ocasionado la debilitación
permanente de la salud de la víctima y acusadora particular…
la incapacidad permanente para el trabajo, el peligro
inminente de perder la vida a causa de la lesión causada en
ambas intervenciones quirúrgicas, que derivó a la extirpación
quirúrgica del riñón izquierdo.”

Más adelante en el trámite, Guillermo Dunois Velasco, opuso


recurso de apelación restringida, con un planteamiento
basado principalmente en la inexistencia de dolo en la
conducta subsumida al delito de Lesiones Gravísimas, ante lo
que el Tribunal de apelación manifestó:
“… en conclusión se advierte la concurrencia del art. 13 del
CP, por cuanto los dos médicos acusados y que a su turno
intervienen ene l tratamiento y operaciones quirúrgicas en la
víctima, por el grado académico y las especialidades con las
que cuentan bien podrían haber obrado de distinta manera a
lo actuado, porque las posibilidades con las que contaban y
cuentan, estudios en medicina y especialidades en ginecología
y urología respectivamente, estaban en la obligación de obrar
más allá de sus posibilidades, para ello un médico especialista
debe obrar con absoluta responsabilidad en el diagnóstico,
tratamiento, intervenciones quirúrgicas y posterior
recuperación hasta el total restablecimiento de un paciente,
más no deslindar responsabilidades como se lo ha hecho
acudiendo al sencillo expediente de alta voluntaria. Es más, de
los datos contenidos en la sentencia y de las dos operaciones
quirúrgicas practicadas primero por el médico ginecólogo y
posteriormente por el médico urólogo se ha podido advertir
absoluta falta de responsabilidad por las secuelas de sus
intervenciones, del Dr. Guillermo Dunois el corte de los
uréteres de ambos riñones y una fístula; de la segunda
intervención el colocado de implantes, situaciones que derivan
a la postre en el plastrón, el mal colocado de los implantes, la
atrofia en el riñón izquierdo  y la fístula en la vejiga,
posteriormente en extirpar el riñón izquierdo. Entonces estos
hechos hacen a la concurrencia del juicio de reproche por
cuanto los acusado bien pudieron obrar de otra manera,
tomar sus previsiones para evitar las consecuencias anotadas
y no lo hicieron, por lo tanto sus previsiones para evitar las
consecuencias anotadas y no lo hicieron, por lo tanto el actuar
de los medios es a ellos imputables, actuar que es a su vez
antijurídico porque se afecta a un derecho protegido como es
la salud y se puso en riesgo la vida de la acusadora particular,
a la par como médicos especialistas estaban en la obligación
de demostrar otra conducta con calidad y calidez humana
precisamente respaldado por el grado de educación
profesionalismo y especialidad que arguyen tener.

Respecto al elemento del dolo, en su caso la intención de


causar daño físico o corporal, en este caso las lesiones, de los
datos presentados líneas arriba se tiene que en las
intervenciones quirúrgicas intervinieron los galenos ahora
acusados se entiende que para la mejora de la víctima, sin
embargo, se tiene también que dichas intervenciones no
fueron buenas, dejando algunas secuelas y al caso presente
son esas secuelas las que interesan…afectaron la salud y
pusieron en riesgo la vida de la paciente al extremo de haber
permitido con su actitud la debilitación permanente de la
salud, la pérdida de una función como es el riñón izquierdo,
una incapacidad permanente para el trabajo llegando al
extremo del peligro inminente para perder la vida. Sobre este
mismo particular, si bien para las intervenciones no existe el
dolo porque otra fue la motivación de las mismas, no es
menos evidente que con posterioridad a dichas intervenciones
se advierte no haberse tomado los recaudos de rigor para
reparar las malas prácticas hechas como el corte de los
uréteres de ambos riñones y una fístula; de la segunda
intervención el colocado de implantes, situaciones que derivan
a la postre en el plastrón, el mal colocado de los implantes, la
atrofia en el riñón izquierdo y la fistula en la vejiga, lo mismo
que extirpar el riñón izquierdo.

Es más el iter criminis concluye con el delito agotado, por lo


que el elemento del dolo debe ser analizado no solo a
comienzo de la vida del delito, sino en todos los pasos que
este sigue, por lo que en esa base, luego de las intervenciones
quirúrgicas con la conducta desplegada por los dos galenos se
desprende la existencia del dolo eventual que reconoce la
segunda parte del art.14 del CP, que se presenta cuando el
resultado ha sido previsto por el agente con posterioridad a
las intervenciones quirúrgicas para evitar el resultado descrito
supra, ello atendiendo que ambos conocían las prácticas
quirúrgicas conocían los resultados, por ello es que el segundo
galeno inclusive encuentra en un estudio ecográfico que se
cortaron los uréteres de ambos riñones y una fístula
motivando una segunda intervención. Por su parte el segundo
galeno, también tenía pleno conocimiento de los implantes
mal colocados, porque se acude a él directamente para
extraerlos y se pueda efectuar nuevos colocados de implantes
en una tercera intervención. En conclusión, el conocimiento de
los hechos, el no haber evitado las consecuencias que ahora
se conocen hacen a la concurrencia del dolo.” (sic).
     
III.1.1.3. Verificación de la contradicción.

La doctrina legal asumida en los precedentes contradictorios


invocados a primera vista abordan una situación de hecho
similar al planteamiento expuesto en casación; sin embargo
en el caso del Auto Supremo 316 de 28 de agosto de 2006,
ello no es evidente, por cuanto la doctrina legal aplicable
brinda entendimientos sobre el alcance y comprensión del art.
176 del CP, es decir, los elementos que componen el tipo
penal de Patrocinio Infiel, lo que no es aplicable en absoluto al
caso de autos; no siendo cierta la contradicción pretendida
sobre aquel Auto Supremo en particular.
Situación similar es la presente en torno al Auto Supremo 67
de 27 de enero de 2006, que pronunciado en el trámite penal
emergente de la comisión de un delito de Homicidio por
Emoción Violenta, generó doctrina legal inherente al principio
de congruencia de las resoluciones judiciales, más
precisamente en la determinación de defecto absoluto
vinculado a la disimilitud entre las partes considerativa y
resolutiva de la Sentencia, aspecto que es a la par disímil a la
situación de hecho planteada por Guillermo Dunois Velasco,
haciendo que la contradicción pretendida no sea evidente.

Finalmente, lo que toca al Auto Supremo 97 de 1 de abril de


2005, a criterio de la Sala posee un parangón de relevancia
con el caso de autos, cuando no idéntica situación de hecho
similar. El fallo en cuestión explicita criterio sobre la
imposibilidad de subsumir una conducta culposa al tipo penal
de Lesiones Gravísimas contenido en el art. 270 del CP, que
por su naturaleza reprime una conducta dolosa. El precedente
contradictorio en cuestión consideró que siendo la situación de
hecho una conducta emergente de un acto médico calificado
como imprudente mal podría ser calificada por aquel delito y
en el supuesto de insuficiencia de prueba para la imposición
de una sanción el acto procesal aplicable es el in dubio pro
reo.

Sobre esa situación de hecho son aplicados criterios sobre la


imposibilidad de calificación jurídica de Lesiones Gravísimas en
torno a un hecho calificado de imprudente, figura que según
amplio consenso en la doctrina se trata de una manifestación
de una conducta culposa. En efecto la situación de hecho es
análoga al caso que ocupa autos; ciertamente en ambos casos
se encuentran situaciones similares con tratamientos jurídicos
diversos y contradictorios, lo que por un lado da la razón al
recurrente, así como vincula a la Sala a ejercer la facultad
delegada por el segundo párrafo del art. 420 del CPP y el art.
43.I.3 de la Ley del Órgano Judicial (LOJ).

III.1.2. Análisis jurídico de la problemática de fondo.

III.1.2.1. Especificación del problema jurídico.

Ciertamente el contenido del presente motivo resume el


principal aspecto de tensión en el proceso: la calificación del
tipo penal Lesiones Gravísimas (art. 270 del CP) en su faz
subjetiva, vale decir la determinación de la existencia de dolo
en el objeto del proceso, aspecto que ronda la subsunción
realizada por el Tribunal de sentencia y el fundamento de
derecho que sobre el particular contiene el Auto de Vista
61/2017. La determinación de este elemento, más allá de las
aseveraciones sostenidas por ambas partes, incide no solo en
la adecuación al tipo penal y la subsiguiente imposición de una
pena (evidentemente más gravosa por la caracterización
dolosa) sino primordialmente en la identificación del reproche
jurídico sobre una conducta emergente de un acto médico.
Con ese marco, se plantea a la Sala prever cual el alcance en
la aplicación del art. 270 del CP al caso concreto, teniendo
presente la eventual existencia de una conducta inherente a la
relación médico-paciente y los antecedentes sobre los que el
Tribunal de apelación sostuvo que en efecto existió un actuar
típicamente doloso, penalmente reprochable y puniblemente
posible.

III.1.2.1.        Criterios de calificación penal sobre lesiones a la


integridad corporal.

III.1.2.1.1. Dolo y Culpa en el Código Penal Boliviano.


Orientación dogmática

El Sistema Penal Boliviano, como todo sistema es un conjunto de


componentes que se relacionan o interactúan al menos con algún otro
componente, además de poseer composición propia y autónoma para
actuar sobre y dentro un determinado entorno social. Se quiere decir que
la interpretación y aplicación de los institutos jurídicos que forman parte
de la normatividad penal en el país, poseen una lógica propia y
sistémica, orientada por un conjunto de cuerpos normativos específicos,
por lo cual entendimientos desvinculados de esa línea, es decir,
interpretaciones sobre institutos y figuras jurídicas provenientes desde
sistemas distintos al nuestro, tenderán a enervar la aplicación armónica
de la Ley. De esa forma la aplicación y eventual interpretación de la Ley
penal primeramente deberá guardar correspondencia tanto con el
paradigma jurídico al cual el sistema penal se acogió, que en el caso
boliviano se trata de la Teoría Finalista del Derecho Penal, así como
armonizar con los postulados dispuestos por la Constitución Política del
Estado.

El profesor Hans Welzel, intelectual de referencia dentro de la Teoría


Finalista del Derecho Penal, comprendió que la misión de éste "no es…de
índole preventiva, sino ético-social. Más esencial que el amparo de los
bienes jurídicos concretos, es la misión de asegurar en los ciudadanos el
permanente acatamiento legal ante los bienes jurídicos, es decir la
fidelidad frente al Estado, el respeto de la persona [de la vida ajena, la
salud, el honor, etc.]. Estos valores del sentir son el verdadero
fundamento sobre el cual se basan el Estado y la Sociedad" (WELZEL
Hans; Teoría de la Acción Finalista; 1951) postura que no solo enfrasca
el espíritu dogmático que impregna el Código Penal Boliviano, sino que
en consideración de la Sala posee cercanía con la orientación del modelo
de Estado Constitucional de Derecho.
La conceptualización del elemento dolo en la norma penal boliviana,
tiene el hito más cercano en las reformas promovidas en el año
1997. El soporte epistemológico de estas modificaciones se encuentran
en la Escuela Finalista del Derecho Penal; el Prof. Guntër
Stratenwerth, consultor externo en esa reforma planteaba:
“Según el concepto final de acción el tipo es objetivo y subjetivo,
y la culpabilidad es puro juicio de reproche, en cuanto a la
acción, no es suficiente la simple voluntariedad de la conducta,
sino que es necesario indagar el contenido de esa voluntad que
siempre es final, no solo en las acciones lícitas sino también en
las ilícitas. Quiere decir lo anterior que la dirección de la
voluntad tiene un fin” (CHIVI VARGAS, Idón; Diagnóstico del Código
Penal Boliviano desde la Pluralidad y el Pluralismo Jurídico, 2008).

Conceptualización del dolo en el Código Penal.

Las reformas en el Código Penal promovidas por la Ley 1768 de 10 de


marzo de 1997, a tiempo de elevar a rango de Ley el Decreto Ley 10426
de 23 de agosto de 1972, introdujeron modificaciones conceptuales
dentro de la Parte General del Código Penal. Entre ellas resalta el art. 13
del CP, en la que se estipuló que la culpabilidad y no el resultado es el
límite de la pena, denotando el abierto y explícito posicionamiento hacia
la Teoría Finalista del Derecho Penal; de ahí en más los arts. 14 y 15,
definen los entendimientos y alcances del elemento subjetivo del tipo
penal, estos son el dolo y la culpa. En cuanto al primero la norma señala
que: “Actúa dolosamente el que realiza un hecho previsto en un tipo
penal con conocimiento y voluntad. Para ello es suficiente que el autor
considere seriamente posible su realización y acepte esta posibilidad.”; y,
en torno a la segunda figura se señala que “Actúa culposamente quien
no observa el cuidado a que está obligado conforme a las circunstancias
y sus condiciones personales y, por ello: 1) No toma conciencia de que
realiza el tipo legal. 2) Tiene como posible la realización del tipo penal y,
no obstante esta previsión, lo realiza en la confianza de que evitará el
resultado.”        

Señalar que “El dolo, según la definición más clásica, significa conocer y
querer los elementos objetivos del tipo penal. En realidad, la voluntad de
conseguir el resultado no es más que una manifestación de la modalidad
más frecuente del dolo en el que, el autor persigue la realización de un
resultado, pero no impide que puedan ser tenidas por igualmente
dolosas aquellas conductas en las que el autor quiere realizar la acción
típica, representándose la posibilidad de la producción del resultado. Esa
voluntad se conecta en la acreditación de la existencia de una decisión
dirigida al conocimiento de la potencialidad de los medios para la
producción del resultado y en la decisión de utilizarlos. Si además,
resulta acreditada la intención de conseguir el resultado, concurrirá la
modalidad dolosa intencional en la que el autor persigue el resultado
previsto en el tipo en los delitos de resultado. Pero ello, no excluye un
concepto normativo del dolo basado en el conocimiento de que la
conducta que se realiza pone en concreto peligro el bien jurídico
protegido, de manera que en esta segunda modalidad, el dolo radica en
el conocimiento del peligro concreto que la conducta desarrollada supone
para el bien jurídico” (Auto Supremo 322/2014-RRC de 15 de julio).

Si bien es cierto que el elemento volitivo de una conducta, núcleo para el


establecimiento del dolo, dada sus características inmateriales brinda
complicaciones para su determinación y probanza, es también cierto que
a efectos de sustentar su existencia para la labor de subsunción “no es
necesario que exista prueba directa, pues al ser un elemento
enteramente subjetivo su concurrencia se evidencia de la valoración del
material probatorio producido en el juicio” (en Auto Supremo 246/2012
de 11 de septiembre). Partiendo de la premisa que el dolo yace en la
voluntad del agente, debe también tenerse presente que esa voluntad se
exteriorice hacia la lesión del bien jurídico protegido, esta distinción
dentro del Sistema Finalista del Derecho Penal sostiene que la diferencia
entre la acción humana y otro tipo de acciones o procesos en la
naturaleza, radica en que el hombre se fija objetivos y prevé las
consecuencias de su actuación. Conforme el art. 14 del CP, para que una
conducta pueda calificarse de dolosa debe haber una correspondencia y
congruencia entre la conducta desplegada y el elemento doloso
-subjetivo del tipo penal-, de tal forma la conducta será típica siempre y
cuando se haya consumado con la finalidad típica dolosa; es decir, que el
agente haya tenido como finalidad o meta de su conducta la lesión del
bien jurídicamente tutelado.

Conceptualización de la culpa en el Código Penal.

La culpa en cambio, comporta una desatención o descuido de la


diligencia necesaria para no causar un daño contrario, un menosprecio
de la prudencia exigida por las circunstancias, con resultado por lo
general similarmente perjudicial al bien jurídico protegido que en la
comisión de los tipos dolosos. Ahora bien, si la tendencia dogmática en
nuestro Código Penal se encuentra adscrita a la Teoría Finalista del
Derecho Penal, saltará a la vista que una conducta culposa sea de igual
forma considerada final. Los delitos culposos conforme las posibilidades
que otorga el art. 15 del CP, deben su existencia al hecho de que el
agente no es capaz de prever y disponer lo que está por venir en el
futuro teniendo simplemente una posibilidad potencial de un resultado,
ni previsto ni deseado; en síntesis la comisión de un delito culposo se
asienta en la realización de un hecho o acto que lesiona un bien jurídico
por la inobservancia de la debida diligencia, como muestra el numeral 2)
de aquella norma.

El art. 15 del CP, ordena que la conducta culposa típicamente consiste en


la inobservancia consciente de un cuidado al cual el agente está obligado
por las circunstancias o sus condiciones especiales, este deber de
cuidado es definido como “una medida objetiva que está en función de
la necesidad social de proteger los bienes jurídicos fundamentales y de
satisfacer las exigencias de la vida en sociedad. Tiene como fundamento
legal, la pretensión jurídica que obliga a todas las personas a observar
un determinado cuidado o diligencia al momento al momento de realizar
las diversas actividades de la vida social”  (VILLAMOR, Fernando; Derecho
Penal Boliviano – Parte General Tomo I; 2003).   

III.1.2.1.2. Consideraciones sobre la relación médico-paciente.

La eventual calificación jurídica de un hecho que repute lesión a


un bien jurídico penalmente protegido relacionado con la vida, la
salud y la integridad corporal, debe ser considerada dentro de las
condiciones particulares en las que se habría suscitado, sin que
ello quiera traducirse como una cuestión eximente de
responsabilidad penal. Resulta necesario en este punto referir que
el caso que ocupa autos no atañe en sus antecedentes a un hecho
concreto vinculado al azar o el caso fortuito; sino a una relación
especial que es la de médico-paciente.

De esa relación no solo emerge el hecho específico que pudo


haber afectado el bien jurídico tutelado, sino a la vez, un análisis
sobre ella dará luces sobre la existencia o no de la intención
manifiesta, consciente y voluntaria de causar daño en la salud de
la víctima. Cualquier circunstancia emergente de la relación
médico-paciente que sea ventilada en la jurisdicción penal, como
sucede en el caso de autos, debe exigir a la autoridad
jurisdiccional tener esa distinción particular como margen del
análisis jurídico, pues en esa relación se distinguen no un devenir
casual y fortuito de hechos, sino el ejercicio de un deber especial
(ejercido por los médicos) ante una situación de minusvalía (en la
que se hallase una eventual víctima). En esta relación, el médico
asume el compromiso -visto de un plano genérico- de brindar al
paciente conocimiento especializado, destreza y habilidad
empírica, empeño y diligencias necesarias para lograr un
diagnóstico y tratamiento en la meta de lograr el mejor estado de
bienestar físico y mental del paciente, mismo que en contrapartida
de mutuo proprio o a través de terceros directos, asume el
sometimiento a las recomendaciones otorgadas por el o los
galenos; entonces ¿podría considerarse que tal obligación sea
vinculada a los resultados de la labor? de hecho no
necesariamente, pues en medio varios factores bien podrían
alterar positiva o negativamente aquel resultado, debiéndose
comprenderse que el médico se halla ante el cumplimiento de una
obligación de medios y no de fines, por lo que los primeros
determinarán por una parte la afectación directa al bien jurídico
protegido (vida y salud del paciente) así como a efectos jurídicos
distinguirán la presencia del elemento subjetivo del tipo penal.
El Código Penal no prevé de manera expresa la situación
particular del médico como sujeto pasible a una responsabilidad
especializada por el ejercicio de su profesión, (como es el caso de
los servidores públicos), lo que hace inviable abordar un esquema
jurídico partiendo de tal elemento; sin embargo, a fines de la
determinación o exoneración de autoría sobre un delito que
merme la vida o salud de una persona acaecida por su actuación o
intervención, debe acudirse, a pautas generales para establecer la
responsabilidad ya sea por imprudencia, negligencia, impericia en
el ejercicio de la profesión, inobservancia grave de los deberes a
su cargo, y en ciertos casos a la evaluación de la conducta final
del agente a efecto de la determinación de la existencia de dolo
en su conducta.

III.1.2.1.3. La salud e integridad corporal como bien jurídico


penalmente tutelado.

Todo Bien Jurídico, a partir de un acercamiento a su


conceptualización teórica se encarga de precautelar un interés
particular de la sociedad dentro del Estado y es visto dentro de las
condiciones necesarias para el desarrollo de la vida del individuo y
de la sociedad en ese Estado. Si bien, en apariencia tales Bienes
hallan resguardo en la norma positiva por medio de la articulación
de medidas de salvaguarda y represión para su cuidado, no debe
perderse de vista que en esencia son “…
intereses vitales, intereses del individuo de la comunidad: los
intereses no los crea el ordenamiento jurídico sino la vida,
pero la protección jurídica eleva el interés vital a bien
jurídico” (MEINCKE, María José; “La mala praxis médica.
Relaciones entre ética, derecho y medicina. Consecuencias
penales e imputación objetiva”; Ediciones AD-HOC).

La Ley protege la vida humana, siendo el bien jurídico que ocupa


el primer lugar entre los valores tutelados penalmente, es
protegida no solo por el interés de la persona, sino también por el
interés de la sociedad, de ahí que la eventualidad de actos que
atenten contra la vida causando la muerte son graves y castigados
con rigor; con igual atención, se desprende la tutela contra la vida
que si bien no la extingan, sí le causen perjuicio ya sea por su
merma o generen condiciones que afecten su normal y natural
desenvolvimiento. Sobre este particular el Magistrado Willman R.
Durán Ribera, relator de la Sentencia Constitucional 687/2000-R
de 14 de julio, dentro de una demanda de amparo constitucional
cuya base de hecho se refirió a la restricción de tratamientos de
hemodiálisis por inconveniencias surgidas sobre prestaciones del
seguro médico, manifestó “el derecho a la vida es el bien jurídico
más importante de cuantos consagra el orden constitucional, de
ahí que se encuentre encabezando el catálogo de los derechos
fundamentales…Es el derecho de toda persona al ser y a la
existencia, siendo su característica esencial la base para el
ejercicio de los demás derechos. Es decir, la vida misma es el
presupuesto indispensable para que haya titularidad de derechos
y obligaciones. Es un derecho inalienable de la persona que obliga
al Estado en dos sentidos: su respeto y su protección. La
autoridad estatal está constitucionalmente impedida de hacer cosa
alguna que destruya o debilite el contenido esencial de esos
derechos y debiendo crear las condiciones indispensables para
que tengan cabal observancia y pleno cumplimiento.”

Las actos que afecten la salud o integridad corporal de las


personas, dentro del espacio que la norma penal comprende ese
tipo de supuestos no contempla régimen especial o figura que
denote especialización en los sujetos que compongan el tipo. Sin
embargo, las lesiones producidas por actos que involucren
atención o intervención médica en la perspectiva del Derecho
Penal, en lo general y con amplio consenso en la doctrina y
jurisprudencia comparada, son considerados como actos culposos,
al comprenderse que la relación médico-paciente se origina y
desarrolla dentro de la prestación de una labor técnica y
especializada que actúa en pos de la recuperación de un eventual
malestar corporal o mental, se entiende que en tales
circunstancias no hay voluntad ni intención de dañar, salvando las
situaciones en los que el dolo sea presente; sin embargo debe
aclararse que el análisis legal y jurídico en esas circunstancias
debe partir de las condiciones fácticas y particularidades
especiales que cada caso en específico posea. Antelando que la
intervención de un galeno no surge ni opera en la mera casualidad
o el fortuito, deberá tenerse presente, a fines de valoración
integral de la norma penal, que el médico en el ejercicio de sus
labores se encuentra reatado a una obligación de triple índole,
que en un mismo plano implica responsabilidad profesional y
compromiso moral, individual y colectivo con las personas y con la
sociedad.

Por integridad corporal, debe entenderse no sólo una cuestión


cuantitativa que comprometa el número de componentes de un
cuerpo, sino también una dimensión cualitativa sobre el normal
funcionamiento de esos componentes. El Estado propende a
proteger de manera integral la vida y salud de cuyo seno se
desmonta la protección a la integridad corporal, censurando
acciones suscitadas en la relación médico-paciente que denoten
negligencia, imprudencia u omisión de deberes propios de esta
profesión, así el art. 39.II Constitucional que precisa: “La ley
sancionará las acciones u omisiones negligentes en el ejercicio de
la práctica médica.” Resulta claro la preponderancia con la que el
derecho a la vida y la integridad corporal han sido asumidos por la
norma boliviana, dado que el menoscabo de las condiciones físicas
e incluso su pérdida no se agotan en las solas lesiones, sino
repercuten –en algunos casos de manera perenne- en todas las
esferas del individuo y su familia; de ahí que la magnitud de la
lesión de este bien jurídicamente tutelado, dotará de un
complemento al análisis sobre  la calificación y subsunción de un
supuesto hecho que afecte a la integridad corporal como bien
jurídicamente tutelado.

Valga como apunte señalar que las conductas consideradas delitos


que atenten la vida y salud de las personas se hallan descritas en
el Código Penal, Libro Segundo; Título VIII Delitos Contra la Vida
y la Integridad Corporal; en el cual aquellas que vulneren la salud
o integridad física sin llegar a la muerte se hallan contenidos en el
Capítulo III Delitos Contra la Integridad Corporal y la Salud, entre
los artículos del 270 al 277 bis.

Ahora bien, el resultado inesperado sobre un determinado


procedimiento médico aplicado, no necesariamente significa que
se haya cometido un delito, sino en medio debe demostrarse a
través de la actividad probatoria y utilizando los mecanismos que
la propia norma procesal dispone la existencia ya sea de una
conducta dolosa o bien la existencia de una que por imprudencia,
negligencia, impericia o graves inobservancias a deberes
reglamentarios específicos al ejercicio de un cargo, que degeneren
en la lesión a un bien jurídicamente protegido, es decir, se pruebe
existió conducta culposa.  

Debe quedar claramente establecido y abiertamente explícito que


las cuestiones debatidas en la jurisdicción penal, son tendientes a
la determinación o no de circunstancias pasibles de ser
subsumidas a una conducta reprimida en la Norma Sustantiva
Penal para la correspondiente aplicación de una pena, conforme a
Ley, por lo cual otro tipo de debates sobre la existencia de figuras
no contempladas en el espectro de la Ley penal, no son
susceptibles de discusión en esta jurisdicción, como lo fuera el
caso de secuelas de tipo colateral y adversas en un paciente
resultantes de una práctica médica que si bien fuera llevada a
cabo correctamente pero por sí misma deja un defecto no
deseado ni esperado (figura conocida como Iatrogenia; del
griego yatros –médicos- y genos  –producir-).

III.1.2.1.4. Determinación de la pena – fines y objetivos.

El delito dentro de una concepción básica es entendido como el


acto típicamente antijurídico, culpable, imputable a una persona y
castigado con una pena o sanción penal.  El Código Penal boliviano
en su art. 25 define que la sanción comprende las penas y las
medidas de seguridad. Tiene como fines la enmienda y
readaptación social, así como el cumplimiento de las funciones
preventivas general y especial; a continuación el art. 26 cataloga
como penas principales el presidio, la reclusión, la prestación de
trabajo y la imposición de días multa, para después referir que la
inhabilitación especial constituye una pena accesoria.

Las posibilidades punitivas derivadas del Código Penal, hacen


pasible que sobre la imposición de una pena (esta es la principal,
descrita en el texto de la norma) sea aplicable una pena accesoria
en los casos que el delito cometido importe violación o menosprecio
de los derechos y deberes correspondientes al mandato, cargo,
empleo o comisión, incompetencia o abuso de las profesiones o
actividades que supongan ejercicio de mandato, cargo, empleo o
comisión públicos, incluyendo los supuestos por elección o
nombramiento; y, el ejercicio de una profesión o actividad cuyo
ejercicio dependa de autorización o licencia del poder público.
Catálogo de posibilidades cuyo nexo común se asienta en el
desempeño de labores que comprometan derechos de terceros, así
los mandatos, el ejercicio de una profesión o bien los supuestos en
los que el desempeño dependa de autorización del poder público,
es decir actividades que por su naturaleza y características no sean
de libre desarrollo. 

La sanción consistente en la inhabilitación mencionada, constituye


una pena accesoria, que es consecuencia de la responsabilidad
deducida dentro del trámite penal, y que exige la coetánea
imposición de una pena principal. Los arts. 25, 34 y 36 del Código
Penal, distinguen por una parte que la pena no comporta
únicamente una sanción dirigida a la represión de un imputado en
específico, ahí se tiene su función preventiva especial, sino también
tiene como meta la función preventiva general, que importa el
resguardo del bien jurídicamente tutelado, en posibles hechos o
conductas que de manera ulterior posea características análogas a
las que se castiga. En el caso de la pena accesoria de inhabilitación
especial, tal cual destaca la redacción de los arts. 34 y 36 del CP, si
bien se distinguen por no ser penas independientes a un tipo penal
en específico (de ahí su denominación de accesorias), a la par
determinan que son aplicables solo en casos en los que el delito
tenga condiciones especiales en su comisión, tal es así que el
margen de aplicación de este tipo de sanción se orienta a aquellos
tipos penales que comprometan en su comisión o bien el ejercicio
de un mandato expresado como cargo público, o el ejercicio de
labores que por su naturaleza sean desempeñadas dentro de un
conglomerado social, en ese sentido los numerales 1) y 2) del art.
36 del CP. Debe tenerse presente que la inhabilitación especial “en
su esencia, tiene el carácter de una sanción de seguridad
preventiva, pues se aplica para limitar la actividad del sujeto en el
terreno en que se cometió el delito…para que la inhabilitación
especial proceda…si bien no es requisito indispensable que se trate
de una profesión reglamentada, es esencial que el delito se haya
cometido en el ejercicio de un cargo, arte o profesión” (Tratado de
Derecho Penal; C. Fontán Balestra; Segunda Edición Actualizada;
ISBN 950-20-0512-0).

La Sala tiene como evidente que el legislador ordinario ha orientado


las posibilidades y la escala sobre imposición de penas, teniendo
presente por un lado la función preventiva especial de la pena, es
decir la reprochable eminentemente al agente y contenida en el
texto de cada tipo penal en específico, así como la función
preventiva general, que procura no solo imponer una medida
ejemplificadora, sino también reprimir que eventuales futuras
conductas típicas sean repetidas en el tiempo. En cuanto es la
Inhabilitación Especial, conforme la descripción del art. 36 inc. 2)
del CP, es aplicable en los casos en los que se haya demostrado
una conducta criminosa (indistintamente de la existencia de dolo o
culpa) basada en la falta de capacidad o negligencia en el
desempeño de labores susceptibles de ser potencialmente un riesgo
general; siendo que, en los supuestos que su aplicación sea viable
por las condiciones fácticas del caso en concreto, teniendo presente
los alcances y magnitud del hecho y la gravedad del daño al bien
jurídicamente tutelado, será deber de la autoridad jurisdiccional
proceder a su fijación en las mismas condiciones que los
parámetros de los arts. 37, 38, 39 y 40 del CP orienten.

Por último, en la inhabilitación especial debe tenerse presente que


el texto de los arts. 34 y 36 del CP, no distinguen ninguna condición
especial para ser aplicada salvo las condiciones de ejercicio de una
profesión o mandato, lo que significa que su aplicación no
discrimina tipos penales culposos o dolosos; y cuando la norma
hace referencia que la inhabilitación especial es inherente al tiempo
de cumplimiento de la pena privativa de libertad, transmite que su
carácter accesorio hace que una vez cumplida la pena principal
(cuyo tipo más gravoso es justamente la privación de libertad) el
cómputo para la inhabilitación especial inicia. En ese sentido se ha
pronunciado la doctrina nacional precisando que la inhabilitación
especial “regula el carácter normativo reglamentario de la pena
accesoria de la inhabilitación especial, la cual determina que no es
de aplicación posterior a la pena principal una vez cumplida la
misma. En caso de haber sido beneficiado el condenado con un
beneficio penitenciario comenzará a correr desde que el condenado
recupera su libertad, o tendría la posibilidad real de ejecutar la
acción, cargo o profesión, que con la inhabilitación especial se le
prohibió. Esta misma norma establece que, el tiempo de
inhabilitación es inherente a la fijación de la pena principal. Lo cual
de ninguna manera significa que será un tiempo igual al de la pena,
el que deberá ser inhabilitado. El ámbito de la inherencia refiere
principalmente a la proporcionalidad determinando la misma en los
casos en lo que por mayor o menor gravedad el ilícito, temeridad
del agente, afectación al bien jurídicamente protegido, se debe
inhabilitar al condenado por un tiempo, proporcional al fijado en la
pena principal”. (Código Penal Boliviano Comentado; VALDA DAZA,
Jorge José; Edit. El Original San José).

La jurisprudencia, tanto de la extinta Corte Suprema de Justicia


como de este propio tribunal Supremo sobre este tópico en
particular emitió criterio sobre las consideraciones para la aplicación
de penas accesorias, así el Auto Supremo 093 de 24 de marzo de
2011, refiere: “Una vez que el Tribunal determinó la existencia del
hecho y la responsabilidad del imputado en el mismo, corresponde
ingresar al análisis del elemento de la punibilidad y el quantum de
la pena para lo cual ésta, será determinada tomando en cuenta las
circunstancias agravantes y atenuantes; pero además, deberá
observar si al caso concreto es aplicable una pena accesoria. Bajo
esta delimitación normativa, la previsión contenida en el artículo 36
del Código Penal establece la aplicación de la inhabilitación especial
cuando el delito cometido importe un abuso de las profesiones o
actividades a que hace referencia el inciso 2) del Artículo 34 del
Código Punitivo, por lo cual deberá aplicarse la pena accesoria de
inhabilitación especial a todos los delitos cometidos por funcionarios
públicos, mandatarios, comisionados en el ejercicio de sus
funciones, estableciendo el tiempo de inhabilitación para la función
pública dentro de los límites establecidos por el artículo 36 del
Código Penal…Si la pena accesoria no fue aplicada por el Tribunal
de Instancia, corresponde al Tribunal de Alzada corregir el vicio in
indicando conforme a la atribución contenida en el artículo 413
párrafo último del Código de Procedimiento Penal”. Criterio
reiterado por –entre otros- el Auto Supremo 037/2013-RRC de 14
de febrero.

III.1.2.2. Análisis de los argumentos del Auto de Vista 61/2017.

El caso que ocupa esta Resolución trae consigo una serie de rasgos
relacionados, no a las condiciones particulares del tipo penal de Lesiones
Gravísimas; sino, al escenario y características en la que los hechos se
habrían suscitado, que más allá de cualesquier hipótesis fáctica, obliga a
un análisis más riguroso sobre sus condiciones distintivas, por cuanto
debe tenerse presente que la peculiaridad del hecho juzgado conlleva un
mayor y más profundo análisis dada la existencia de una relación
especial entre víctima e imputados así como las condiciones anteriores al
hecho objeto del proceso.

Resulta claro y sobre ello no hubo contienda alguna, que el hecho fue
originado a partir de una consulta médica realizada por la víctima al
Centro de Atención Kolping en la ciudad de El Alto, que ante un
diagnóstico ginecológico otorgado por Guillermo Dunois Velasco (tumor
cérvico uterino hemorrágico) procedió a intervenirla quirúrgicamente
(histerectomía); que por complicaciones provenientes de esta
intervención se originó una nueva cirugía, esta vez de tipo urológico,
practicada por Roberto Nivardo Mantilla Mena. En ambos casos se ve con
claridad la relación médico-paciente antes enunciada, condición particular
que es reconocida en el Auto de Vista 61/2017.

En consideración del Auto de Vista impugnado, son dos los parámetros


en los que el hecho debe ser analizado, por un lado la determinación del
grado de culpabilidad, utilizando para ello la figura del juicio de reproche,
y, por otro lado la integralidad perenne del dolo “no solo a comienzo de
la vida del delito, sino en todos los pasos que este sigue” (textual a fs.
2247 vta.). Si bien es cierto que el presente caso posee una seguidilla de
intervenciones médicas que degeneraron en la salud de la víctima,
también es cierto que el establecimiento de un supuesto de dolo, debía
poseer actos específicos y explícitos con los cuales se demuestre no solo
la voluntad y decisión de los agentes en lesionar la integridad de la
víctima, sino que esa haya sido el fin o meta final de sus acciones. El
Auto de Vista impugnado, a partir de lo concluido y determinado en la
Sentencia (respetando fielmente el principio de intangibilidad de los
hechos y las pruebas) consideró que las actuaciones de los imputados
“luego de la intervenciones quirúrgicas para evitar el resultado
atendiendo que ambos conocían las prácticas quirúrgicas, conocían los
resultados en conclusión, el conocimiento de los hechos, el no haber
evitado las consecuencias hacen a la concurrencia del dolo” (ídem); la
conclusión que precede, en síntesis no despeja con claridad cuál fue la
intencionalidad final de los actos de los imputados que hayan tenido
como meta vulnerar de manera deliberada la salud o integridad corporal
en la víctima; si bien la resolución que se analiza hace una breve
descripción a la figura típica de dolo eventual, la misma no es
debidamente canalizada sobre las conclusiones de la Sentencia, por
cuanto la aseveración sobre una conducta final del tipo doloso
exteriorizada por ambos imputados en su negativa a prestar habilidades
médicas especializadas hayan incurrido en dolo eventual no condice a los
propios hechos probados determinados en la Sentencia de grado que
dan cuenta de conductas negligentes y omisivas (así el numeral 2 a fs.
1218), que generaron un evidente menoscabo en la integridad corporal
de la víctima y la orillaron al peligro inminente de perder la vida.

Incluso si se tiene presente la utilización de los parámetros de la Teoría


del Dominio de Hecho (únicamente como mecanismo teórico de apoyo
interpretativo de la realidad) no queda resulta verosímil que los
imputados hayan podido tener en el caso presente dominio de los
acontecimientos y devenir del hecho, por cuanto las complicaciones del
tipo físico, fisiológico y orgánico en la víctima, según el propio objeto del
proceso son tenidas como consecuencias emergentes de una
cuestionada práctica médica en la que no cómo se detalla en los datos
del proceso no fue eximida de responsabilidad de tipo omisiva; es decir,
la eventualidad del suceder de las complicaciones en la víctima,
derivaron no de una intención manifiesta o actos concretos, voluntarios y
conscientes encaminados a la pérdida de su riñón izquierdo, sino ese
resultado fue la acumulación de complicaciones físicas originadas en
prácticas cuestionadas en el procedimiento de su realización.

En todo caso la fundamentación sostenida por el Auto de Vista sobre lo


que es la existencia del dolo, se torna voluble frente a la consideración
de la intención final en los imputados; ya que, en todo el curso del relato
fáctico que sirvió de apoyo para la fundamentación jurídica expuesta en
la resolución en censura, es visible el ejercicio de una profesión, en la
que si bien se hallan aspectos profundamente cuestionables, no es
menos cierto que una objetiva e integral calificación jurídica deberá
centrarse en las determinaciones del acervo probatorio sobre si las
prácticas, intervenciones, diagnósticos y recomendaciones o la falta de
ellas, tuvieron como finalidad generar la lesión a la integridad de la
víctima o en su caso tal resultado (cuya evidencia es en exceso cierta) se
deba a cuestiones de impericia, negligencia, imprudencia u otro tipo de
inobservancia que haya provocado la cadena de malestares e
inconveniencias físicas sopesadas por la víctima, ello en el marco de la
doctrina legal aplicable antes desarrollada, tanto en la fase de
subsunción de los hechos al tipo penal, como en la imposición de la
pena, tarea en la que el Tribunal de apelación deberá tener presente la
gravedad del resultado, esto es la lesión de la integridad corporal de
María Nieves Choque Quispe de Pacari, las contingencias que dicha lesión
tuvo para el normal desarrollo de su vida y finalmente tener presente los
fines preventivos especiales y los fines preventivos generales de la pena.
Por estas razones este motivo será declarado fundado con los efectos
procesales que correspondan.

III.1.2. Inexistencia de fundamentación del Auto de Vista - Quinto


Motivo en el recurso.

Denuncia que el Tribunal de apelación restringida no había invocado,


ni explicado las razones jurídicas de la razón por la cual los Autos
Supremos que invocó, no serían aplicables al presente caso, lo cual a
decir del recurrente viola el art. 124 del CPP, pues el Tribunal de
alzada habría omitido fundamentar el aspecto hoy reclamado, así
como tampoco se había pronunciado sobre todas las cuestiones
apeladas como la: i) Falta de configuración del dolo directo; ii) La
iatrogenia como causa de exclusión de dolo; y, iii) La defectuosa
valoración probatoria, omisión del Tribunal de alzada que sería
contrario a lo dispuesto por los Autos Supremos 385/2013 de 31 de
diciembre, 287/213-RRC de 4 de noviembre, 077/2012-RRC,
064/2012-RRC de 19 de abril, 044/2012-RRC de 22 de marzo,
073/2013-RRC, 073/2013-RRC, 65/2013 de 11 de marzo y 65/2012,
los cuales fueron transcritos parcialmente, para señalar que la
resolución impugnada es contraria a dichos precedentes, al no
resolver los aspectos cuestionados de la sentencia y limitándose a
realizar transcripciones y citas de hechos parciales, sin exponer
verdaderas argumentaciones y razonamientos valederos.

Toda vez que la problemática planteada en este motivo apunta a un


ejercicio de revisión formal de contenidos (supuesta incongruencia
omisiva), teniendo presente la doctrina legal emitida antes en este
Auto Supremo y previendo la forma en la que la Sala emitirá su
decisión final, cualesquier pronunciamiento o labor de contraste sobre
esta temática en específico resulta innecesaria cuando no
impertinente.

III.1.3. Defectuosa valoración probatoria - Sexto Motivo en el recurso.

El Tribunal de alzada no se había pronunciado expresamente en


cuanto, a la denuncia de defectuosa valoración probatoria, por la cual
reclamó que la Sentencia no había valorado de manera íntegra las
pruebas consistentes en, la declaración de Fernando Valdez Valdés y
María Nieves Quispe de Pacari, el dictamen pericial médico forense de
los José Hoyos Sánchez y Ariel Arancibia Alba, el dictamen pericial de
Antonio Torrez Balanza y el documento de consentimiento informado,
limitándose el Tribunal de alzada a señalar que se valoró la prueba
integralmente; al respecto, invoca los Autos Supremos 444 de 15 de
octubre de 2005, 014/2013-RRC de 6 de febrero y 176/2013-RRC de
24 de junio.

Auto Supremo 444 de 15 de octubre de 2005, fue pronunciado


por la Sala Penal Primera de la otrora Corte Suprema de Justicia, y
analizó la denuncia expuesta en casación en la que se cuestionó al
Tribunal de apelación haber refrendado una incorrecta valoración de la
prueba en Sentencia en torno a los defectos contenidos en el art. 370
incs. 5) y 6) del CPP. El precedente contradictorio en cuestión, dejó
sin efecto la resolución inferior, considerando que incurrió en
vulneración del art. 48, definido por el inc. m) del art. 33 de la Ley
1008, por no haberse observado la valoración defectuosa de la prueba
en sentencia que condujo a la errónea aplicación de la Ley sustantiva.
El Tribunal de casación, razonó que “para la adecuación de la
conducta, no es imprescindible que el agente sea propietario del
estupefaciente previsto en la Lista I del Anexo de la Ley 1008,
tampoco se requiere que se acredite, que se dedicaba a la fabricación
o producción o que estaba suministrando a otros; que cuando
concurren los elementos del tipo penal y la conducta del imputado se
adecua o subsume al tipo penal endilgado, se procede a determinar la
responsabilidad penal, sin tomar en cuenta otros elementos penales
como el de fabricación de sustancias controladas (art. 47) de
suministro (art. 51), porque el articulo 33 inc. m) de la Ley 1008, que
tiene sus propios elementos constitutivos, como son: poseer
dolosamente, tener en depósito o almacenamiento, delito que pone en
riesgo el bien jurídico protegido ya que puede producir daño no sólo al
que consume, sino a sus descendientes y amenaza a toda la
sociedad”. Aspectos que propiciaron la siguiente Doctrina Legal
Aplicable:

“Que se consideran defectos absolutos cuando en la sentencia no


existen razones ni criterios sólidos que fundamenten la valoración de
las pruebas, omisión que se constituye en defecto insalvable, porque
genera incertidumbre a la parte acusadora, este defecto, además se
inscribe en el inc. 1) del art. 370 del Código de Procedimiento Penal,
por afectar a la aplicación de la ley sustantiva.

Que la falta de precisión en términos claros, sobre la adecuación del


hecho ilícito a los elementos constitutivos, sancionado en el art. 48 de
la Ley del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas de 19 de julio
de 1988, contraviene el principio de legalidad por cuanto en autos, se
colige que la resolución emitida por el tribunal de sentencia, no
cumplió con la subsunción del hecho al tipo penal de tráfico de
sustancias controladas; vicio o defecto que ha surgido en la emisión
de la sentencia, por la inobservancia o errónea aplicación de la ley
sustantiva, en la concreción del marco penal para la calificación del
hecho, la insuficiente fundamentación del fallo y la valoración
defectuosa de las pruebas, conforme el articulo 370 incs. 1), 5) y 6)
de la Ley 1970, lo que convierte en una indebida resolución de
reposición de juicio, así se declara.”

Auto Supremo 014/2013-RRC de 6 de febrero, e l Auto Supremo


014/2013-RRC de 6 de febrero, fue emitido por la Sala Penal Segunda del
Tribunal Supremo de Justicia, dentro del proceso seguido por el delito de
Violación a Niño, Niña o Adolescente, en relación a un recurso de casación
en el que el Tribunal de Sentencia, declaró al imputado autor, condenándolo
a sufrir pena de presidio de veinte años sin derecho a indulto, ante el
recurso de apelación restringida, el Tribunal de alzada al momento de emitir
el Auto de Vista impugnado, realizó una mala interpretación de la sentencia
recurrida en torno a la valoración de los elementos de prueba producidos en
Juicio Oral, desconociendo la comunidad probatoria admitida, puesto que se
demostró convencimiento suficiente en el Tribunal de instancia sobre la
culpabilidad del imputado, razón por la que lo condenó; empero, el Tribunal
de apelación anuló totalmente la Sentencia de primera instancia, ordenando
la reposición del juicio por otro Tribunal, en lo pertinente a la presente
problemática se tiene como doctrina legal:

“Una vez introducida la prueba de cargo y descargo al proceso,


desarrollados  los actos y pasos procesales inherentes a la
sustanciación del juicio oral, realizados los actos de cierre por las
partes y clausurado el debate, corresponde al Juez o Tribunal dictar
una Sentencia, cimentada en la decisión asumida en la deliberación,
sobre la base de lo visto, oído y percibido en la audiencia de juicio,
efectuando la labor de valoración e interpretación siguiendo las reglas
de la sana crítica, apreciando individual e integralmente las pruebas
desfiladas y sometidas a la contradicción ante sus sentidos.
Aquellas expresiones y la exposición de las razones que hacen a la
decisión asumida permitirá al Tribunal de alzada, establecer si la
sentencia recurrida responde a cánones de racionalidad en la decisión
sobre los hechos sometidos al debate de juicio, o bien entrar en la
corrección de la aplicación del derecho con el objetivo de que sea
posible su control por los órganos judiciales superiores competentes,
para evitar toda posible arbitrariedad en el ejercicio de la función
jurisdiccional y, al mismo tiempo, ofrecer satisfacción al derecho de
los ciudadanos del Estado a la tutela judicial efectiva.

Es así que, el Tribunal de alzada al resolver el recurso de apelación


restringida, tiene el deber, dentro de un juicio de legalidad, de ejercer
el control de la valoración de la prueba realizada por el Juez o
Tribunal de Sentencia, a efecto de constatar si se ajusta a las reglas
de la sana crítica y contenga una debida fundamentación; además,
que las conclusiones contenidas en la sentencia no sean
contradictorias o conducentes a un absurdo lógico en desmedro de la
parte imputada, no correspondiendo la anulación de la sentencia, por
ende la reposición del juicio, cuando aquella contiene la debida
fundamentación fáctica, descriptiva e intelectiva, conforme las
exigencias previstas en el art. 173 del CPP, por tanto expresa la
razonabilidad y motivación de parte del Tribunal o Juez de Sentencia”.

Auto Supremo 176/2013-RRC de 24 de junio, dictado dentro del


trámite penal seguido por el Ministerio Público y SNCO contra CMO y
otros por el delito de Violación en estado de inconciencia (art. 308 ter
del CP) y en el que se analizó el planteamiento de contradicción sobre
temáticas inherentes a revalorización de la prueba y apreciación
subjetiva de los hechos por parte del Tribunal de apelación. La Sala
Penal Segunda del Tribunal Supremo de Justicia, concluyó que “el
Tribunal de alzada evidentemente incurrió en revalorización de prueba
como denuncia el recurrente, pues en el contenido de la Resolución
impugnada, efectuó un análisis de la prueba introducida en el juicio
oral más aún, cuando examinando la prueba testifical recibida en el
contradictorio, llegó a la conclusión de que existió el delito”, efecto por
el que se sentó la siguiente Doctrina Legal Aplicable:

“En el régimen procesal penal vigente, la valoración de la prueba está


regida por el sistema de valoración de la sana crítica, así, el art. 173
del CPP señala: “El juez o tribunal asignará el valor correspondiente a
cada uno de los elementos de prueba, con aplicación de las reglas de
la sana crítica, justificando y fundamentando adecuadamente las
razones por las cuales les otorga determinado valor, en base a la
apreciación conjunta y armónica de toda la prueba esencial
producida.” Ahora bien, la sana crítica implica que en la
fundamentación de la Sentencia, el juzgador debe observar las reglas
fundamentales de la lógica, la psicología y la experiencia.
Esta fundamentación o motivación sobre la base de la sana crítica,
consiste en la operación lógica fundada en la certeza, observando los
principios lógicos supremos que gobiernan la elaboración de los juicios
(conclusiones) y dan base cierta para determinar si son verdaderos o
falsos. Las leyes del pensamiento son leyes que se presentan en el
raciocinio como necesarias, evidentes e indiscutibles a momento de
analizar esas conclusiones. Leyes que, como es conocido en la
doctrina, están regidas por los principios lógicos de identidad,
contradicción, tercero excluido y razón suficiente.

Siendo así que, ante la impugnación de errónea valoración de la


prueba, es decir, incorrecta aplicación de los anteriores criterios en la
fundamentación de la Sentencia por el Juez o Tribunal de Sentencia,
es el Tribunal de alzada el encargado de verificar si los argumentos y
conclusiones de la Sentencia, reúnen los requisitos para ser
considerados lógicos, esto es, que no contengan afirmaciones falsas,
incoherentes o absurdas, lo que se podrá verificar, haciendo un
análisis respecto de la valoración de la prueba, contrastando
justamente con las señaladas leyes del pensamiento humano. Luego,
si el Tribunal de alzada encuentra que se ha quebrantado estas leyes,
es decir existe errónea aplicación de la ley adjetiva, por inadecuada
valoración de la prueba por parte del Juez o Tribunal de sentencia,
corresponde la nulidad de la Sentencia y ordenar la reposición del
juicio por otro Juez o Tribunal, al estar prohibido de corregir
directamente el defecto, como consecuencia del impedimento a la
revalorización de la prueba, conforme el art. 413 del CPP, ello en
resguardo de los principios de inmediación, oralidad, concentración,
contradicción, que son rectores del proceso penal y a los que está
sometida la prueba, para el resultado final de resolución del hecho
sometido a juzgamiento.

Estos criterios han sido asumidos de manera uniforme y reiterada por


este Tribunal, al señalar que la facultad de valoran la prueba
introducida en el juicio oral, es competencia exclusiva de los Jueces y
Tribunales de Sentencia, en resguardo y coherencia con los principios
del juicio oral de inmediación, oralidad y contradicción;
correspondiendo al Tribunal de alzada ejercer la labor de control sobre
la valoración de la prueba realizada por el inferior.”

La argumentación del presente motivo tiene una inclinación clara, no


al reclamo sobre pronunciamiento o no de parte del Auto de Vista,
sino censura las conclusiones del Tribunal de sentencia,
confrontándolas con una propia interpretación de las pruebas, esto es
en términos más sencillos, una conclusión frente a otra. Así están
expuestas por ejemplo, el detalle de las declaraciones de Fernando
Valdez Valdez, la víctima, y los dictámenes periciales producidos en
juicio, siendo que en cada una de ellas son expuestas no los yerros
que se censuren en la construcción de las conclusiones de la
Sentencia (e incluso el Auto de Vista) sino el solo descontento con
ellos. Debe tenerse presente que una Sentencia reconstruye un hecho
acaecido en la realidad, de ahí que se hable de verdad histórico; esta
aproximación es basada a partir de los elementos de prueba
producidos en juicio oral y expuesta en el fallo a partir de
razonamientos lógicos reflejados en premisas, es decir, conclusiones
que por efecto de pensamiento lógico conduzcan a una determinada
conclusión o rechacen otra; la forma en la que se realiza dicha
construcción, es precisamente la base procesal que activa el control
de legalidad o logicidad de la prueba de parte de los tribunales de
alzada, ello por respeto a los principios de intangibilidad de las
pruebas y la sacramentalidad del principio de inmediación que nutre
fuertemente el actual sistema procesal.

En tal coyuntura, la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia ha


sido congruente y coherente en respetar aquellos lineamientos,
aportando en otorgar a los tribunales inferiores insumos para la
realización de ese control de legalidad, ahí por ejemplo, se halla la
doctrina legal contenida en el Auto Supremo 014/2013-RRC de 6 de
febrero, de cuya lectura es fácilmente advertible precisamente el
desarrollo de criterios de actuación procesal para los tribunales de
alzada, precautelando el respeto al principio de inmediación y por
ende vedando cualesquier reconstrucción de la valoración de la
prueba. En efecto, la gama de posibilidades para recurrir en apelación
restringida se reprimen a criterios de diseño procesal, que en los casos
en que es presente el sistema de juicio de reenvío, la valoración de
prueba en segunda instancia queda prohibida.

Con tal preámbulo, la contradicción planteada por Guillermo Dunois en


torno a la actuación del Tribunal de alzada y los Autos Supremos 444
de 15 de octubre de 2005, 014/2013-RRC de 6 de febrero y 176/2013-
RRC de 24 de junio, no es evidente pues partiendo de un argumento
basado más en la simple afirmación que en la censura de la logicidad,
pertinencia y legalidad de las conclusiones de la Sentencia, en el caso
del primer precedente invocado no es evidente dado que la
problemática central vinculante es atinente a las consideraciones
sobre la labor de subsunción en un delito contenido en la Ley 1008, no
correspondiendo situación de hecho similar sobre la que se haya
aplicado una norma distinta o una misma norma con diverso alcance.
Para el caso del segundo precedente invocado, si bien aduce a las
labores de valoración de la prueba de parte de la instancia de mérito y
distingue límites para el caso de los tribunales de apelación, es
también cierto que expresa de modo taxativo que cualesquier forma
de modulación, reinterpretación o valoración de la prueba en
apelación restringida está prohibida, aspecto éste que se desprende
de lo expresado por el Auto de Vista 61/2017 a fs. 2250, en la que
basa su decisión sobre los alcances de los arts. 173 y 359 del CPP, así
como amplifican esa idea a partir del razonamiento jurisprudencial del
Auto Supremo 623 de 26 de noviembre, inherente a las posibilidades
procesales sobre la revisabilidad de la prueba, no existiendo en esa
consecuencia, contradicción alguna, más cuando como se explicó el
rumbo argumentativo asumido por el recurrente en esa fase procesal
se basó en afirmaciones propias contrapuestas con las conclusiones de
la Sentencia. Por último en lo que toca al Auto Supremo 176/2013-
RRC de 24 de junio, tampoco es cierta la contradicción planteada por
cuanto el Tribunal de apelación fue respetuoso de los límites de su
competencia y de las posibilidades de análisis que ofrecieron los
recursos, lo que condice las expresiones vertidas en el precedente
contradictorio antes señalado, y en el que también son presentes los
mismos lineamientos contenidos en el Auto Supremo 014/2013-RRC
de 6 de febrero.

III.2 RECURSO DE CASACIÓN DE ROBERTO NIVARDO MANTILLA


MENA.

III.2.1. Violación del art. 370 inc. 1) del CPP - Primer Motivo en el
recurso.

Se denuncia falta de fundamentación de las razones sobre la no


modificación de la pena, pues al haberse adecuado la sanción en torno
a la norma aplicable, se mantuvo el quantum de la pena impuesta en
sentencia, sin antes haber fundamentado las razones de esa fijación.

De igual manera, teniendo presente los efectos de la doctrina legal


aplicable en el presente Auto Supremo, la Sala considera que un
pronunciamiento sobre esta temática es innecesario.
    
III.2.2. Violación del art. 370 inc. 5) y art. 124 del CPP - Segundo
motivo. 

El recurrente precisando los argumentos que sustentaron su denuncia


sobre la existencia del defecto de sentencia previsto por el art. 370
inc. 5) del CPP, manifestó que el Tribunal de alzada incurrió en falta
de fundamentación al no haberlos resuelto, incumpliendo con el deber
previsto por el art. 398 de la norma adjetiva penal e incurriendo en
incongruencia omisiva; invocó como precedente contradictorio el Auto
Supremo 073/2013 de 19 de marzo de 2013.

Auto Supremo 073/2013 de 19 de marzo de 2013, el Auto


Supremo  073/2013-RRC de 19 de marzo, con el antecedente de una
denuncia de infracción al art. 124 del CPP, en las dos fases anteriores
del proceso, estableció que “la Sentencia dictada carece de una
adecuada fundamentación al resultar insuficiente la fundamentación
fáctica, por cuanto no se efectuó una descripción clara, precisa y
circunstanciada de los hechos establecidos como verdaderos tampoco
se observa que la Sentencia haya concluido con una fundamentación
jurídica pues el Tribunal de Sentencia transcribió los tipos penales
previstos por los arts. 331 y 332 del CP, hizo referencia con un apunte
doctrinal de los elementos configurativos de ambos delitos y concluyó
que el imputado fue autor del delito sin efectuar el trabajo efectivo de
adecuación de los hechos con la descripción de los elementos
constitutivos del tipo penal”. de igual forma la Sala pronunciante
estimó que “el Tribunal de apelación, no ejerció su función de control
de verificación de la correcta fundamentación, siendo equivocado el
justificativo del Tribunal de alzada, en sentido de que el ejercicio de
esa labor importaría una revalorización de la prueba, pues éste
Tribunal, en el Auto Supremo 167/2012-RRC de 4 de julio, ha
remarcado la obligación que tiene el Tribunal de apelación de hacer el
trabajo de control de la debida fundamentación de la Sentencia, en el
sentido de los arts. 124 y 360 inciso 3) del CPP”. La doctrina legal
aplicable sentada en esa oportunidad es la siguiente:
 
“Una vez desarrollado el acto de juicio oral y agotadas las distintas
actividades descritas por el Código de Procedimiento Penal, que hacen
a su sustanciación, el Juez o Tribunal de Sentencia, en observancia del
derecho al debido proceso, en su vertiente de debida fundamentación
de toda resolución judicial, deberá emitir la Sentencia que
corresponda, a través de una resolución debidamente motivada que
comprenda una fundamentación descriptiva, fáctica, analítica o
intelectiva y jurídica, lo que supone la precisión del conjunto de
hechos que se tienen por ciertos o debidamente probados con los
requisitos de claridad, precisión y en términos positivos; la trascripción
sintética pero completa del contenido de la prueba; la valoración
propiamente dicha de la prueba o el análisis de los elementos de juicio
con que se cuenta, esto implica que en la Sentencia debe dejarse
constancia sobre el merecimiento o desmerecimiento de la prueba, así
como su relevancia o no; la calificación jurídica de la conducta
desplegada por el imputado, lo que importa analizar los elementos del
delito como la tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, esto es la labor,
a partir de los hechos estimados probados, de adecuar o no el hecho
al presupuesto normativo aplicable; y, en caso de optarse por la
responsabilidad del imputado, la determinación de la pena;
incurriéndose en fundamentación insuficiente la ausencia de
cualquiera de las fundamentaciones señaladas; por ende, en el
defecto previsto por el art. 370 inc. 5) del CPP.

Ahora bien, el Tribunal de apelación, en ejercicio de la competencia


asignada por el art. 51 inc. 2) del CPP, y ante el reclamo del apelante
en su recurso de apelación restringida, tiene el deber de verificar que
el Tribunal inferior al emitir la Sentencia haya desarrollado la debida
labor de motivación, por lo que, de constatar la concurrencia de
fundamentación insuficiente; en consecuencia, del defecto
insubsanable señalado por el citado art. 370 inc. 5) del CPP, debe
disponer la reposición del juicio por otro Juez o Tribunal de Sentencia
en observancia del art. 413 del CPP.

De inicio deben clarificarse dos elementos, por una parte los alcances
del juicio de admisibilidad y por otro el lugar y posición que
procesalmente hablando ocupa el recurso de casación en el trámite
penal. En lo primero, el requisito procesal exigido por el segundo
párrafo del art. 417 del CPP, precisa que en el recurso de casación se
exprese la contradicción pretendida en términos claros y precisos, es
decir, se describa cual la situación de hecho similar vinculante en
ambas resoluciones y cual la eventual infracción legal en su
tratamiento, con el fin de aperturar competencia y proceder a un
análisis de fondo. Por otro lado, debe quedar claro que el recurso de
casación, responde a una configuración de tipo legal y positiva, por
ende de imposible variación en su ejercicio, de tal cuenta esta fase
procesal por disposición del art. 416 del CPP, procede para la
impugnación de Autos de Vista originados en la Resolución de
apelaciones restringidas planteadas contra sentencias, cadena
procesal que impide que en casación un análisis de cuestiones
contenidas en los fallos de mérito sea procedente.

Lo anterior sirve de plataforma para manifestar que la consideración


de los argumentos expuestos por el recurrente sobre cuestiones de
hecho y contenidos del fallo de mérito en casación no tiene acogida,
más cuando en la situación presente, la respuesta otorgada por el
Tribunal de apelación en este particular tanto condice los
antecedentes del proceso como se ajusta a la norma procesal que rige
ese tipo de casos. En lo demás, la contradicción pretendida entre el
Auto de Vista 61/2017 y el Auto Supremo 073/2013-RRC de 19 de
marzo, no es evidente pues si bien se aduce una línea de argumentos
sobre la actividad de confección de la sentencia manifestando que la
ausencia de elementos que expliquen su decisión constituye defecto,
tal aspecto no estuvo presente en el caso que ocupa autos como
tampoco en el planteamiento del recurso de apelación restringida que
a partir de alegatos genéricos no atacó –como bien sostuvo el Tribunal
de apelación- la construcción lógica de las conclusiones en sentencia,
haciendo que los de apelación ajusten su actuación a la
correspondencia de la norma procesal y las premisas aportadas por los
recursos interpuestos, lo que hace que la situación de hecho similar en
ambos casos sea inexistente.

Como se adelantó, al recurso de casación lo antecede y básicamente


lo explica un Auto de Vista, siendo que las cuestiones o argumentos
que contenga son los pasibles a ser recurridos en casación, no
pudiendo desde esta fase procesal procederse a una revisión de
actuaciones anteriores, como se deduce de los planteamientos del
recurrente en este motivo en específico, pues se reitera la base fáctica
expuesta en apelación restringida, con la añadidura de que el Tribunal
de apelación habría incumplido su deber procesal de respuesta
proporcional y fundada a los agravios planteados, infringiendo el art.
398 del CPP, en suma un aspecto de incongruencia omisiva, que de
manera paralela constituye una situación de hecho distinta a la
abordada en el precedente contradictorio invocado, fallo en el que se
consideró fallas en sentencia toleradas en apelación, más no una
ausencia de respuesta u situación de incongruencia omisiva alguna, no
siendo evidente la contradicción denunciada.

III.2.3. Violación del art. 370 inc. 6) del CPP - Tercer Motivo. 

El recurrente denuncia incongruencia omisiva en la actuación del


Tribunal de apelación a tiempo de resolver el motivo de apelación
restringida previsto por el art. 370 inc. 6) del CPP, incurrió en falta de
fundamentación e incongruencia omisiva, pretendiendo que previo a
plantear recurso de apelación restringida hiciera uso de la facultad
conferida por el art. 125 del CPP, además de señalar que el defecto
denunciado no sería relevante.

La incongruencia omisiva, vicio denominado por la jurisprudencia


también fallo corto,  se presenta en los casos en los que la autoridad
jurisdiccional vulnera el deber de atención y resolución de aquellas
pretensiones que se hayan traído al proceso oportuna y
temporalmente, restringiendo el derecho de la parte de acceso a la
justicia obteniendo una respuesta fundada en derecho sobre la
cuestión formalmente planteada. En la legislación boliviana este
defecto tiene directa correspondencia con la observancia del art. 398
del CPP; por consiguiente, este vicio se manifiesta en las situaciones
que la falta o ausencia de respuesta del Juzgador se refiera a
cuestiones de derecho, sin que esta figura genere espacio para el
debate o revisión de cuestiones de orden fáctico, cuyo marco procesal
será atendible a través de otra figura impugnativa, como lo es el caso
del contenido del art. 370 inc. 6) de la Norma Procesal Penal

Cuestiones que se basen en este vicio, no serían pasibles a ser


declaradas fundadas, cuando el argumento medular de un fallo de por
sí brinde una respuesta explícita a la pretensión realizada y de cuya
medida se estime también una desestimación de las argumentaciones
efectuadas en sentido contrario a esa respuesta; también, como se
reitera, tampoco encontrará fundamento positivo las denuncias de
incongruencia omisiva que apunten a la censura de un elemento u
omisión fáctica, pues el defecto procesal de incongruencia omisiva en
ningún caso se refiere a cuestiones de hecho.

Expresiones varias con las que se trata de decir lo mismo: los


extremos concretos que deban resolverse en toda sentencia, para
excluir las meras cuestiones fácticas y también las simples
argumentaciones utilizadas en apoyo de cada pretensión deducida por
la parte. Las partes activas y pasivas de cualquier proceso realizan sus
peticiones al tribunal correspondiente. Estas peticiones se amparan en
determinados planteamientos jurídicos. Podemos decir que cada uno
de estos planteamientos son los "puntos" que deben resolverse en la
sentencia. "Puntos" que, se diferencian, por un lado, de los hechos en
que esa petición se apoya y; por otro lado, de los meros argumentos o
razones especulativas con que se trata de justificar desde el punto de
vista del Derecho la necesidad de aplicar una norma determinada al
caso correspondiente.

Sin embargo, acude también a esta problemática los supuestos de


consideración excepcional de dicho vicio en casación, atendiendo
criterios desarrollados por la jurisprudencia del Tribunal Supremo de
Justicia -inspirada en la emitida por su homólogo español- y
contenidos en el Auto Supremo 314/2016-RRC de 21 de abril, que
precisó: “En razón de que el vicio de incongruencia debe ser
entendido como un desajuste material entre el fallo judicial y los
términos en los cuales las partes formulan sus pretensiones; lo que
significa, que la congruencia exigible, desde la perspectiva del respeto
al derecho fundamental, comprende la obtención de una respuesta
razonada a los planteamientos de las partes, el Auto Supremo
297/2012-RRC de 20 de noviembre, asumió el siguiente
entendimiento: “…la autoridad jurisdiccional al no pronunciarse sobre
el contenido de las pretensiones solicitadas por el denunciante incurre
en una incongruencia omisiva o fallo corto (citra petita o ex silentio);
sin embargo, debe exigirse el cumplimiento de los siguientes
requisitos para la concurrencia del fallo corto: i) Que la omisión
denunciada se encuentre vinculada a aspectos de carácter jurídico y
no a temas de hecho o argumentos simples; ii) Que las pretensiones
ignoradas se hayan formulado claramente y en el momento procesal
oportuno; iii) Que se traten de pretensiones en sentido propio y no de
meras alegaciones que apoyan una pretensión; y, iv) Que la
Resolución emitida no se haya pronunciado sobre problemáticas de
derecho, en sus dos modalidades; la primera que la omisión esté
referida a pretensiones jurídicas, y la segunda cuando del conjunto de
los razonamientos contenidos en la Resolución judicial puede
razonablemente deducirse no sólo que la autoridad jurisdiccional ha
valorado la pretensión deducida, sino además los motivos que
fundamentan la respuesta tácita.”

En el caso en concreto, ante la denuncia de presencia del defecto de


sentencia del art. 370 inc. 6) del CPP, en apelación restringida
expresó que el Tribunal de Sentencia, en la fundamentación de hecho
de la sentencia, refirió que las otras pruebas descritas y/o valoradas
no tienen mayor relevancia ni influyen sustancialmente en su decisión;
que el mismo Tribunal no valoró las pruebas PD2, PD7, PD8 y
aspectos de los testimonios de Fernando Valdez Valdés y Antonio
Torrez Balanza; que en la descripción de las pruebas, los de sentencia
realizaron un listado de las mismas, sin darles valor alguno.
Por su parte el Auto de Vista 61/2017, en la parte pertinente a este
motivo se pronunció en sentido: “en la misma línea invocada por el
apelante, si el mismo pretendía que se consignen otros fundamentos
sobre las inquietudes expuestas, estaba en la obligación de demandar
los alcances del art. 125 del CPP, sin embargo no se lo hace, más por
el contrario pretende ahora sorprender usando terminología médica,
cuando en su momento y en base a la prueba producida tenía también
la oportunidad de demandar su complementación al mismo tribunal de
sentencia responsable del fallo apelado y no hacerlo ante un tribunal
de apelación que no participó en la producción de la prueba” (textual
a fs. 2252).

De inicio debe quedar descartada cualquier suposición sobre


incongruencia omisiva, por cuanto como se ha dicho anteriormente tal
vicio compete a aspectos formales vinculados a la respuesta sobre los
reclamos de las partes, debiendo distinguirse (sin que ello ocurra en el
presente) que una cosa es la falta de respuesta y otra distinta que la
respuesta sea considerada errada en su planteamiento o argumento.
De hecho si bien lo expresado por el tribunal de alzada puede ser
situado en un plano de austeridad en la cantidad de términos, ello no
reporta que la respuesta sea o inexistente o no se halle expuesta de
manera expresa. Tal es así que de la simple lectura se comprende que
los de apelación no dieron lugar a ese reclamo por considerar que se
trataba de una insinuación extemporánea por la cual el principio de
inmediación sería violentado. Una revisión a la plataforma
argumentativa del recurso de apelación restringida opuesto por
Roberto Nivardo Mantilla Mena, se tiene que si bien se acude al
amparo del art. 370 inc. 6) del CPP, los cuestionamientos se enfrascan
más al posicionamiento propio que en las posibilidades contenidas en
esa norma, ocurriendo que de haberse dado curso a esa pretensión,
en efecto la posibilidad de reingresar a la revalorización de la prueba
sería inminente. Aspectos por los que la reclamada vulneración a los
derechos al debido proceso y la seguridad jurídica, arts. 115.II y
180.II Constitucionales, denunciados en casación por el nombrado
recurrente no son evidentes.

POR TANTO

La Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia, ejerciendo la facultad conferida por el


art. 42.1 de la Ley del Órgano Judicial y aplicando la disposición contenida en el art.
419 del CPP, DEJA SIN EFECTO el Auto de Vista 61/2017 de 25 de septiembre,
disponiendo que la Sala Penal Tercera del Tribunal Departamental de Justicia de La
Paz, previo sorteo y sin espera de turno, pronuncie nuevo Auto de Vista, en
conformidad a la doctrina legal establecida en la presente Resolución.

A los efectos de lo previsto por el art. 420 del CPP, hágase conocer mediante
fotocopias legalizadas el presente Auto Supremo a los Tribunales
Departamentales de Justicia del Estado Plurinacional, para que por intermedio
de sus Presidentes, pongan en conocimiento de los Jueces en materia Penal de
su jurisdicción.

En aplicación del art. 17.IV de la LOJ, por Secretaría de Sala, comuníquese el


presente Auto Supremo al Consejo de la Magistratura.

Regístrese, hágase saber y cúmplase.

Firmado

Magistrado Relator Dr. Edwin Aguayo Arando 


Magistrado Dr. Olvis Eguez Oliva
Secretario de Sala Dr. Cristhian G. Miranda Dávalos

También podría gustarte