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Era ei m ejor de los tiempos, era el p eor de los tiem pos; era la edad de L a claridad

la sabiduría, era la edad de la locura; era la época de las creencias, era la L a claridad, recomendada en capítulos anteriores, es la base preliteraria
época de la incredulidad; era la estación de la luz, era la estación de las del estilo, pues no es fácil que este aparezca donde la escritura no se en­
tinieblas; se vivía la primavera de la esperanza, se vivía el invierno de tiende. L a cita de Nietzsche en el epígrafe pone de presente que la clari­
la desesperación; lo teníamos todo delante de nosotros, no teníamos dad tiene un defecto y es el de desnudar lo que uno quiere decir. Puede,
nada delante de nosotros; todos íbam os directo al cielo, todos íbamos por lo m ism o, delatar nuestras miserias. Sin embargo, la ambigüedad es
derecho en el sentido opuesto. peor porque debilita el discurso de entrada y aburre.
E l m anual Strunk & White sugiere lo siguiente:
Este es el fam oso párrafo inicial de Historia de dos ciudades, la novela
de Dickens, que inserta al lector en el epicentro de la Revolución Fran­ C laridad, claridad, claridad. C u an d o una determ inada oración se le
cesa, del cual no saldrá sino cientos de páginas después. Una adverten­ com plique hasta lo im posible, m ejo r empiece de nuevo; no intente
cia es de rigor; el drama puede exagerarse o deformarse en melodrama y ganarle la batalla a las malas a un em brollo sintáctico contra el que sus
entonces se obtendrá el efecto contrario. Abra el lector cualquier novela posibilidades son nulas. Por lo general, lo que no funciona es porque
rosa y tendrá ejem plos abundantes de ello. se ha enredado demasiado; parta m ejor esa oración y conviértala en
En materia de seducción “hay la manera” como dicen los franceses. dos o tres oraciones independientes.
Resulta revelador equiparar el juego de las formas sucesivas de la es­
critura con el funcionamiento de una cámara de filmación. Si usted la El diablo está en los detalles, dice un viejo proverbio aplicable a la
deja quieta en una sola posición, causará un desastre de m onotonía; si la escritura. G ana un escrito, por ejem plo, cuando en vez de decir hace un
mueve a lo loco, el espectador terminará mareado. Pues bien, al escribir tiempo usted pone el año pasado, lo que puede convertirse en el pasado
hay que variar lo que podríam os llam ar los encuadres y hay que enfo­ mes de septiembre o en el 1 1 de septiembre del año pasado. Deje, por lo
car, evitar los saltos de eje, sostener el discurso con firm eza y empatar tanto, las turbiedades supuestamente poéticas a los novelistas de ceño
con cuidado las secuencias. En cuanto a la variedad, a veces querremos fruncido y escriba con la m ayor claridad posible. Reem place cuando
ver las cosas en close-up —una anécdota, un detalle-, a veces en plano pueda las palabras genéricas —cosa, vaina, trasto, tiesto, problema, perso­
medio -u n desarrollo concatenado de ideas o episodios concretos- y a na, sitio, lugar, tema, etc.- por otras más específicas. U n abanico no es
veces en plano general, o sea un ocasional ejercicio de abstracción. una cosa, es un abanico; un pleito contra el diputado O rdóñez no es un
problem a, es un pleito contra el diputado Ordóñez; el arzobispo Miguel
R odríguez no es una persona, es el arzobispo M iguel Rodríguez. Hablar
32. Procure ser claro, simple y breve de 1989 es m ás claro que decir ajines del siglo xx. A sim ism o es preferible
referirse a los 5 9 comensales que lo acompañaron en la cena, a decir que
íi eran aproximadamente cinco docenas. Las generalidades se valen solo
H ay espíritus que enturbian sus aguas para parecer profundos". cuando no se tienen cifras o lugares exactos.
N IE T ZSC H E

L a simplicidad
“Mientras menos se entienda una situación, Albert Einstein tenía una fórm ula elocuente sobre la simplicidad: “Todo
más pretenciosa será la form a de expresarla". debe simplificarse hasta donde se pueda simplificar, no más allá”. M en­
JOH N ROMANO cionemos aquí la noción de la navaja de Ockham o ley de la parsimonia,
según la cual en igualdad de condiciones las explicaciones más sim­
ples son preferibles, y la exégesis de lo desconocido debe partir de lo Por favor suban al escenario en este momento. / Por favor suban ahora
conocido. Estos principios científicos son relevantes para el estilo. N o al escenario.
se trata de simplificar por simplificar, porque entonces llegaríam os al
monosílabo. Se trata de simplificar para resaltar y para com unicar lo Sí, querida, nos encontram os en el interior. / Sí, querida, nos en co n ­
esencial. M uchas veces la expresión com plicada es en realidad signo de tramos adentro.
que quien escribe no comprende lo que escribe. Prefiera, p o r eso, las
palabras simples a las complejas, sobre todo cuando estas últim as no N o obstante el hecho de que ayer me despidieron, querían que h o y v i­
agreguen ningún matiz esencial. niera a trabajar. / A unque ayer me despidieron, querían que h o y v i­
La siguiente lista le dará una idea. E l ejem plo final es siem pre (para niera a trabajar.
nosotros) preferible:
E l parlam entario había citado a sus numerosos invitados. / El parla­
Ale gusta experim entar los restaurantes a nivel personal. / A le gusta mentario había citado a sus muchos invitados.
experim en tarlos restaurantes personalm ente.
La problemática de las basuras ameritaba una solución distinta. / El
Estuve en ese país con anterioridad. / Estuve antes en ese país. problem a de las basuras ameritaba una solución distinta.

N o asistí dado el hecho de que no m e llam aron a tiempo. / N o asistí Nota bene: la palabra problemática es útil com o adjetivo: A na es una
debido al hecho de que no me llam aron a tiem po . / N o asistí toda vez chica problemática.
que no m e llam aron a tiempo. / N o asistí porque no m e llam aron a
tiempo. Invitam os al público en general a salir en forma ordenada. / Invitam os al
público a salir en orden.
Y ahora vam os a dar comienzo a la con ferencia../ La conferencia va a
comenzar. El m agistrado renunció sin condicionamiento de carácter temporal. / E l
magistrado renunció por tiempo indefinido.
Es m ejor dar cumplimiento a las reglas. / E s m ejor cum plir las reglas.
Yo soy de la opinión de que es m ejor hacer exám enes de adm isión en
De conformidad con la opinión del profesor, esa ley es in con stitu cio ­ esta universidad. ,/ Yo creo que es m ejor hacer exámenes de adm isión
nal. / Según el profesor, esa ley es inconstitucional. en esta universidad.

Fue necesario posponer el curso debido a la carencia de alum nos. /


Fue necesario posponer el curso po r falta de alumnos.

Es necesario cjectuar cambios en los planos. / E s necesario hacer cam ­


bios en los planos.
]_,a brevedad Es más fácil perderse en el bosque cuando este ha sido talado.
Sj Á
Es extraño: ahora tengo ¡a manía de la brevedad; E l m undo es bello. E so es justamente lo triste.
nada de lo que leo, mío o ajeno,
me parece lo suficientemente breve". E l beso de Ju d a s les cierra la boca a los poetas.
A N T Ó N CHEJOV
Prohibido hacer reír a los tiranos sin dientes.
“Si escribí una carta tan larga, es porque no tuve
el tiempo suficiente para escribir otra más corta". ¿La explotación del hom bre por el hom bre? Pues bien, es humana.
B LAISE PA S C A L
Uno puede cam biar de fe sin cambiar de D ios. Y viceversa.
La brevedad es un recurso poderoso y, por ende, escribir pasa por apren­
der a editar los textos propios, quitándoles un cuarto, un tercio, la mitad Cuentan que en una clase universitaria de escritura creativa el profe­
o hasta más. Reduzca, saque material y pode, porque casi siempre algo sor les pidió a los alum nos escribir un cuento que contuviera los siguien­
sobrará en su escrito. Som étalo a dieta. Recobrará las curvas perdidas. tes elementos: i ) religión 2) realeza 3) sexo, y 4) misterio. E l ganador
¿Que por ahí se le ocurre una idea fértil de última hora? N o hay proble­ utilizó doce palabras:
ma, siempre y cuando agregue una cosa por cada tres que suprima.
Sin la brevedad, Lichtenberg, La Rochefoucauld o Jerzy Lee no “D ios m ío”, dijo la reina, “estoy embarazada. ¡M e pregunto de quién
tendrían el prestigio que tienen. Va una docena de aforismos de este será!”.
último, quizá el más parco de todos. Ensaye a quitar o agregar palabras
y verá que no se puede.
33. Privilegie los sustantivos
Los ideales no son para idealistas. E l Padrenuestro es una oración poderosa. C itém osla in extenso:

"Solo lo amenacé con el d ed o ”, dijo, poniéndolo sobre el gatillo. Padre nuestro


que estás en el C ielo,
La cara del enemigo solo me asusta cuando veo lo m ucho que se pa­ santificado sea tu N om bre;
rece a la mía. venga a nosotros tu R eino;
hágase tu voluntad
Allá donde la risa está prohibida, con frecuencia uno tampoco tiene en la tierra com o en el Cielo.
derecho de llorar. D anos hoy nuestro pan de cada día;-
perdona nuestras ofensas,
¡Piense antes de pensar! com o también nosotros perdonam os
a los que nos ofenden;
Lástim a que el viaje al Paraíso sea en ataúd. no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal. Am én.
Un ejemplo más sencillo sería que en vez de decir que alguien es un
45. M uestre, no enuncie
avaro, es preferible m ostrarlo mientras va al baño cuando llega la hora
de pagar la cuenta en un restaurante.

No me diga que la Luna brilla: muéstreme


su destello en un trozo de cristal roto".
46. M antenga el tono, distinga entre niveles de form alidad
A N T Ó N CHEJOV
y no violente los contextos
Se puede variar m oderadam ente el tono, m ezclando una cierta candi­
El principio que form ula el padre del cuento m oderno en el epígrafe ha
dez personalizada con las ideas de fondo. Una buena anécdota debe ilu­
sobrevivido incluso a su propio cliché. L a fórm ula usual es la que usa­
m inar y com plementar estas ideas. Sin embargo, una forma infalible - y
mos en el título: muestre, no enuncie.
m uy com ú n - para destruir un escrito es saltar a la loca de un tono a otro.
Este consejo aplica sobre todo a los principiantes que tienen la
E s importante m antener constante la form a de tratamiento con un
tendencia natural a enunciar mucho y m ostrar poco. Por eso, invierta
tercero en las com unicaciones escritas. Si su relación con el prójim o
las proporciones que de form a natural le vengan a la mente. R aym ond
acude al tuteo, no pase abruptamente al tratamiento, m enos íntimo, de
C arver describe aquí el m om ento en que un botones entra a la habita­ usted. L o mismo al revés, si su relación con el vecino es de usted, no lo
ción donde acaba de m orir Chejov, y se encuentra con Olga, ahora su tutee. Eso de le ruego que me mandes el informe o dame el boli o se lo quito es
viuda. una mezcla de intim idad y distancia que solo funciona en un program a
de humor.
La mujer parecía distraída. M ientras el joven hablaba, apartó la mi­ Algunas palabras adm iten por extensión m etafórica la asociación
rada y la fijó en algo que había sobre la alfom bra. C ruzó los brazos y arriesgada. Por ejem plo, queda bien hablar de la elegancia de una palm e­
se cogió los codos con las manos. El joven, entretanto, con el jarrón ra, pese a que esta virtud suele referirse a personas, no a plantas. A rries­
entre las suyas a la espera de una señal, se puso a contem plar detenida­ gando más, cabe hablar de la proverbial prudencia de los gatos. Pero se
m ente la habitación. L a viva luz del sol entraba a raudales por las ven­ pasan de la raya aquellos que se refieren al raciocinio de un perro, o que
tanas abiertas. La habitación estaba ordenada; parecía poco utilizada sugieren que se puede sobornar a un caballo o persuadir a un gato. M u ­
aún, casi intocada. N o había prendas tiradas encim a de las sillas; no se cho m enos tiene sentido hablar del alma de una piedra. En todos estos
veían zapatos ni medias ni tirantes ni corsés. N i m aletas abiertas. N in ­ ejem plos se están violentando los contextos.
gún desorden ni em brollo, en suma; nada sino el cotidiano y pesado Otro abuso de los contextos ocurre cuando alguien habla en térm i­
m obiliario. Entonces, viendo que la mujer seguía mirando al suelo, el nos genéricos de algo que en realidad es preciso. Una oveja bala, un toro
joven bajó también la m irada, y descubrió al punto el corcho cerca de brama o muge, una gallina cacarea, un gato maúlla o maya y un burro
la punta de su zapato... rebuzna. Use esos verbos y no los genéricos: canta, grita o alborota.

El corcho del final vale por mil abstracciones. Sucede que el m édi­
co alemán que atendía a C h ejo v en su lecho de m uerte en Badenweiler 4 7 . Ap roveche los detalles, las anécdotas y los ejem plos
pidió champaña. “ ¿Cuántas copas?”, le preguntaron. “ ¡Tres copas!” res­ L a anécdota, erudita o casual, es una forma m uy potente de enriquecer
pondió: una para él, otra para Olga y la tercera para el moribundo. Así, un escrito y no sobra ilustrar con ejemplos lo que se quiere decir. Oscile
las últimas palabras del gran Antón fueron: “ H acía tanto tiempo que no entre lo particular y lo general, entre lo concreto y lo abstracto.
bebía champaña...”
M irem os el comienzo de esta columna de A lb erto Salcedo R am os,
llam ada “E l elogio del patacón” :
labras es la m arca de casi cualquier escritor de mérito. A q u í una cita de
M anuel V icent:
E l escritor Eduardo Galeano contó la siguiente h istoria: un niño dis­
tinguió un bloque de m árm ol en el taller de su tío escultor. Tiem po En el M editerráneo los dioses de mármol criminalm ente enterrados
después, el niño vio un caballo en el m esón donde antes estaba el tro ­ solo han generado paredones de ladrillo de una brutal ordinariez, que
zo de mármol. Entonces, con la m ayor inocencia del m undo, le pre­ te obligan a ver el mar a través de los calzoncillos del vecino tendidos
guntó al tío cómo adivinó que dentro de la piedra había un animal. en la terraza.

Q uisiera creer que a algún niño le sucedió algo sim ilar cuando, en En la cita el escritor español logra que una sola palabra de contraste
el m esón de una de sus tías, distinguió prim ero un plátano verde - calzoncillos- dé potencia al resto.
y luego un patacón. Q uizá entonces se pregu n tó có m o pu do su tía El detalle bien escogido casi nunca aburre al lector. Por una vez, si
h aber descubierto tamaña delicia dentro de aquella cosa de cáscara cuenta con el espacio suficiente, peque por exceso de detalles, no por
ordinaria. defecto.

A Jberto podía haber preferido una descripción exacta de cóm o se


logra un patacón a partir de un plátano verde, pero para nuestra fortuna 48. Editorializar, pros y contras
recurrió a una anécdota m uy elocuente. Distinga cuando esté editorializando y sepa por qué lo hace; de lo contra­
O tra forma paralela del m ism o principio es utilizar un giro, una fra­ rio, no editorialice. Los hechos suelen ser más emocionantes que las opi­
se o incluso una palabra inesperada. C on cualquiera de ellos se logra el niones y, com o muchos periodistas veteranos lo saben, ya hay una opinión
m ism o efecto que con una anécdota y el proceso puede ser más sintéti­ m uy eficaz camuflada en la form a de seleccionar, organizar y contar los
co. E s incluso posible com binar am bos procedim ientos. hechos. Estos, bien relatados, tienen fuerza, mientras que las opiniones,
si no están basadas en hechos sólidos, caen en el vacío. U no no siempre
L a m ujer se desesperó. es tan suprem am ente importante.
- Y mientras tanto qué com em os -pregun tó, y agarró al coronel por el En Strunk & White se explica así la manía de editorializar:
cuello de franela. L o sacudió con energía.
-D im e , qué com em os. Si usted ha recibido una carta en la que lo invitan a dar el discurso de
inauguración de un nuevo hospital para gatos y odia a los gatos, su
E l coronel necesitó setenta y cinco años -lo s setenta y cinco años de
respuesta negándose a asistir no tiene por qué cubrir necesariam en­
su vida, minuto a m in u to - para llegar a ese instante. Se sintió puro,
te la totalidad del rango de sus em ociones. Debe dejar claro que no
explícito, invencible, en el m om ento de responder:
irá, pero no hay razón para ensañarse con los gatos. Q uien escribió
-M ie rd a .
la carta le hizo una propuesta civilizada. Ataque entonces a los gatos
si y solo si puede hacerlo con humor, buen gusto y de tal m anera que
Este final de E l coronel no tiene quien le escriba es uno de los más
su respuesta sea cortés y elegante. Dado que no le agradan los gatos,
fam osos de la literatura en español y deriva su fuerza de una palabra
puede citar este hecho como razón para no hacerse cargo del discurso
escatológica en extrem o común. N o obstante, el uso acertado de las pa­
principal eta la ceremonia de inauguración de un hospital para gatos.
Pero tenga en cuenta que su opinión sobre los gatos no le fue pedida,

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