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© Del texto Vanessa Ravira.

Primera edición: diciembre 2020, Granada.

Basado en el documento “Las energías de la luna”. Por mucho que he buscado, no

he encontrado el nombre de la autora.

Este documento es la base del trabajo que hacemos en el grupo continuo “La espiral

de la luna”. Tienes más información aquí.

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[La luna] Delegada y rebelde, revolucionaria,

cumple sus fases exactamente, es todo lo que obtuvo del sol,

al querer una órbita propia y diversa (…)

María Zambrano

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ÍNDICE

Presentación. 4

ENERO. Luna del bienestar. 13

FEBRERO. Luna de la fortaleza. 16

MARZO. Luna de la semilla. 19

ABRIL. Luna de la siembra. 22

MAYO. Luna de las fores. 25

JUNIO. Luna de miel. 28

JULIO. Luna de las bendiciones. 31

AGOSTO. Luna de las hierbas. 34

SEPTIEMBRE. Luna de la cosecha. 37

OCTUBRE. Luna de la sangre. 40

NOVIEMBRE. Luna blanca. 43

DICIEMBRE. Luna sabia. 46

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PRESENTACIÓN

Antes de nada, quiero darte la bienvenida. Estás a punto de iniciar un recorrido por

las 13 lunas del año. A través de ella podrás también hacer un recorrido hacia tu

interior para recuperar partes olvidadas de ti misma o descubrir otras desconocidas.

Hace unos cuantos años, a través de una amiga, me llegó esta información sobre el

signifcado dado a las distintas luna del año en relación con lo que ocurre en la

tierra y los cambios que en ella se van dando con el pasar de las estaciones. En este

recorrido, cada luna llena es un recordatorio para mirar a la naturaleza y ver lo que

está sucediendo, entendiendo que igual que es afura, es adentro. De esta forma, a

medida que pasamos por cada una de las lunas del año, recorremos las estaciones,

los equinoccios, los solsticios y, con ellos, el ciclo continuo de creación y recreación

de la vida.

El documento que estás empezando a leer está basando en antiguas tradiciones

europeas en las que a cada luna le era dado un sentido concreto siempre en

relación con el aspecto cíclico de la vida. Las pocas referencias que he encontrado

sitúa esta rueda lunar en la tradición celta. A mi entender y a mi sentir, su origen,

como casi todo lo que tiene que ver con la luna, es femenino y como tal muestra los

misterios de la vida en su continua creación y recreación.

Desde que conocí este ciclo hace ya años, ciclo-espiral que no acaba nunca, lo sigo

como mapa que me ayuda a continuar descubriéndome y recreándome;

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como una guía que me lleva a conectar con lo más profundo de mí misma y a

recuperar en cada luna aspectos olvidados o perdidos de mi interior.

Los temas que destaco en cada luna son puntos que se han ido repitiendo en los

cursos y talleres que imparto desde el año 2013 como fundamentales en la vida de

las mujeres. Son aspectos que han ocupado a muchas otras mujeres a lo largo de los

tiempos y de las que nos llegan sus testimonios en escritos, en poemas, en cuadros.

Aspectos que tienen que ver con la vida, con su cuidado, con atenderla y hacer

todo lo que está en nuestra mano para que se muestre y desarrolle en su máxima

potencia. Aspectos que nos ayudan también a descubrirnos en todo lo que somos, a

reconocer nuestra capacidad creativa y creadora, a descubrir nuestro placer, a

echar raíces por dentro y a reconocer el origen y la grandeza de la vida.

El ciclo es en realidad una espiral porque cada vez que pasamos por uno de estos

aspectos, al regresar a él el año siguiente estamos en otro lado. Nunca se pasa dos

veces por el mismo lugar si realmente hemos interiorizado algo de él. Es un viaje

que va de la oscuridad a la luz para regresar de nuevo a la oscuridad y así

continuamente.

La distribución de los puntos que presento para trabajar en cada luna es

completamente personal. La elección está basada en la relación que encuentro entre

lo que la luna muestra de la tierra y aspectos que nos ocupan a las mujeres en el

camino de descubrirnos internamente en todo lo que somos.

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¿Qué vas a encontrar?

En este documento vas a encontrar 12 apartados, uno sobre cada luna del año. En

cada uno de ellos hay información sobre las características de esa luna y de lo que

nos muestra del proceso de creación y recreación de la vida en la naturaleza, así

como sobre el aspecto interior a recuperar o potenciar que relaciono con esa luna.

Sólo el hecho de leer la información ya hará que te preguntes cosas y algo interno

se ponga en acción. Si te acercas con atención verdadera, es fácil que se activen

sueños y que aparezca información en la que no habías caído anteriormente.

Para profundizar en estos aspectos está el grupo de seguimiento online “La espiral

de la luna”. Al unirte, cada semana recibes información más específca sobre el

aspecto que trabajamos cada mes. Además, hay un encuentro mensual online para

exponer dudas, profundizar en algunos aspectos e ir compartiendo el viaje. Si

sientes curiosidad y quieres saber más, aquí tienes el enlace a la información.

Ahora, comenzamos el viaje.

Las etapas de este recorrido.

Te muestro aquí el mapa que seguiremos con las distintas etapas. Cada luna es una

etapa distinta con un aspecto a atender de ti misma o de tu vida. Lo que verás aquí

es un esquema. En los capítulos dedicados a cada luna tienes los contenidos más

desarrollados.

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Al hablar del ciclo de la naturaleza, lo hago refriéndome a un tiempo que nos

parece más lejano de lo que es; a un tiempo en el que se vivía diariamente sin

electricidad, lo que hacía que se estuviera en sincronía con el ritmo y la danza entre

la luz y la oscuridad, el frío y el calor. Se comía lo que había o lo que podía

guardarse para cuando no la tierra no lo daba. La luz era la del sol, la de la luna o

la de los fuegos que pudiéramos hacer y mantener. La temperatura y las horas de

luz parecían gobernar la vida.

Esta forma de vida nos queda un poco lejos a las gentes de las sociedades

modernas, a pesar de que en nuestra historia evolutiva sea algo que sucedió hace

apenas un momento.

Cada luna y sus aspectos están presentadas en relación a lo que está sucediendo

fuera en la naturaleza, al viaje de la luz desde su plenitud hasta su declibe, teniendo

en cuenta que lo que sucede afuera, sucede de alguna forma dentro de cada cuerpo,

en nuestro mundo interior, en nuestra psique y en nuestra alma.

Los meses a los que corresponde cada luna son los del hemisferio norte. Como he

dicho antes, estos nombres parecen venir de la tradición celta. Sinceramente no sé

si sirve hacer un traslado directo de los meses al hemisferio sur. En cada zona las

lunas tienen nombres distintos. Si vives en el hemisferio sur, te animo a que hagas

esa búsqueda para encontrar los nombres propios de tu zona para cada luna.

Te recomiendo leer todo el material seguido de una vez para hacerte una idea del

viaje completo. Después, puedes regresar a él en cada luna, cuando te apetezca o

cuando lo necesites.

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LUNA DEL BIENESTAR

Así es como se llama a la luna del mes de enero. Es la época del año en la que el

frío nos lleva a permanecer resguardadas. Por eso lo que te planteo aquí es la

importancia de tener “un cuarto propio”, un lugar donde poder apartarte del mundo

y atender a tus necesidades y deseos.

LUNA DE LA FORTALEZA

Este es el nombre de la luna del mes de febrero. Es un momento en el que las horas

de luz van aumentando. A pesar de esto aún hay que tener cuidado porque pueden

caer heladas. La presencia y la fortaleza interna son necesarias en este momento

para atravesar estas situaciones difíciles. Lo que te propongo en esta luna es habitar

tu propio cuerpo hasta llegar a tus propias raíces, el lugar de la fortaleza interna.

LUNA DE LA SEMILLA

Esta es la luna que corresponde al mes de marzo. Es la llegada de la primavera, el

momento en el que dentro del ciclo de cultivo se seleccionan las semillas que

queremos plantar. Las semillas hablan de los deseos, de aquello que queremos

conseguir en la vida, ya sean cosas cotidianas como proyectos más existenciales.

LUNA DE LA SIEMBRA

La siembra llega en el mes de abril del hemisferio norte. Es un momento en el que

la tierra se abre a ser cultivada y los primeros brotes de las plantas están saliendo.

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Esto lo relaciono con el momento de ponerse manos a la obra para hacer eso que

una tiene que hacer en la vida para conseguir que los propios deseos se

materialicen.

LUNA DE LAS FLORES

El mes de mayo es reconocido como el mes de las fores. Tal y como ellas hacen, la

propuesta es trabajar sobre eso que hace que te muestres o no al mundo, que te

muestres tal y como eres sin pretender encajar en ningún molde, siendo

sencillamente tú misma. Es el momento de atender también a las palabras y a lo

que decimos al mundo.

LUNA DE MIEL

Así es como llaman a la luna del mes de junio. Tradicionalmente es un mes

relacionado con la fertilidad. Nosotras lo enfocaremos como un momento de

redescubrir tu propio placer en toda su grandeza.

LUNA DE LAS BENDICIONES

El mes de julio, comenzado ya el verano, es un mes en el que los frutos son

abundantes. Es un momento de recogida de alimentos a la vez que la tierra sigue

generándolos. Nos centraremos en reconocer nuestra propia potencia creadora así

como nuestras creaciones. Reconocerlas, valorarlas y disfrutarlas.

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LUNA DE LAS HIERBAS

A la luna del mes de agosto se la conoce como luna de las hierbas. Es el primer mes

de la cosecha, donde se empiezan a recoger alimentos que necesitaremos a lo largo

del invierno. Lo primero a recoger son las hierbas, que conforman el botiquín. Entre

ellas, hay que saber distinguir las que aportan algo de las que no. Este es un saber

al que atenderemos en esta luna: el de reconocer lo que realmente me está

aportando, me está ayudando, de lo que no para dejarlo ir.

LUNA DE LA COSECHA

El mes de septiembre es el mes de la cosecha. Aunque cada alimento tiene su

tiempo de cosecha, en este mes se aglutina el trabajo de preparar los campos,

recoger el cereal y hacer las conservas de las frutas y verduras del verano. Es un

momento de decidir qué se puede guardar y qué hay que soltar de cara a los meses

de frío. Nosotras haremos lo mismo internamente.

LUNA DE LA SANGRE

Con el mes de octubre llega la luna llamada “de la sangre”. En el calendario celta

era considerado el último mes del año de ahí que fuera entendido como un

momento propicio para mirar atrás y agradecer todo lo recibido, no sólo durante

este año, sino hacia atrás en la vida de cada una. Nosotras aprovecharemos este

momento para reconocer el camino de las mujeres que anduvieron antes que

nosotras y recoger su legado.

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LUNA BLANCA

En el mes de noviembre las noches comienzan a ser más largas y más oscuras. Con

el invierno cerca y el frío aumentando, en un tiempo donde no había luz eléctrica,

cada vez pasábamos más tiempo en el interior de las casas. La propuesta en este

momento será la de dirigir la mirada hacia dentro para verte por dentro con la

ayuda de lo que otras mujeres dicen del mundo y de sí mismas.

LUNA SABIA

Después del viraje hacia dentro de la luna pasada, diciembre y su luna sabia se

consideraba un tiempo en el que esperar el nacimiento de la luz en el solsticio de

invierno. Es un momento para cuidar la poca energía disponible (horas de luz y

calor) y atender bien a qué acciones hacer pues la vida dependía de ello. Nosotras

nos centraremos en contactar con nuestro sentir más profundo para poder distinguir

qué es lo realmente importante de lo que no.

LUNA AZUL

A esta luna yo la llamo “el más bajo la falda”. La llamo así porque es una luna extra

que, según el año, aparece en un lugar distinto de la espiral.

Se considera luna azul a la segunda luna llena que se da dentro del mismo mes del

calendario. El año de 12 meses contiene 13 lunas por lo que un mes tendrá dos. La

segunda de ese mes, sea cual sea, es la llamada luna azul.

Su característica es que potencia la energía de la luna a la que acompaña. El año

2020 ha tenido dos lunas llenas en el mes de octubre. La segunda de ellas es la luna

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azul y se entiende que, además de ampliar el sentido y el trabajo hecho en la luna

de la sangre, la potencia con un segundo ciclo. Este es el más que trae.

Visto el recorrido por encima, vamos ahora a detenernos algo más en cada una de

ellas.

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ENERO.

Luna del bienestar o luna fría.

Enero es un mes en el que suelen registrarse las temperaturas más bajas del todo el

año. Son también muy comunes las heladas y las nevadas más grandes. Gripes,

constipados y virus varios se mueven a sus anchas de casa en casa buscando un

lugar donde anidar para pasar el invierno.

Las horas de oscuridad siguen siendo más que las horas de luz cada día. Por ello, el

ritmo de la naturaleza sigue siendo lento. El frío nos lleva a poner intención en

mantener y cuidar el calor interno y la propia energía pero, pese a esto, la sociedad

de producción y consumo nos pide que actuemos como si nada estuviera

ocurriendo. Con este perfl, el hecho de que la luna de este mes sea conocida como

la “luna del bienestar” puede parecer paradójico.

Al mirar a la naturaleza esta luna nos refeja la necesidad de cuidar de la vida ante

el peligro del frío. Más allá del deseo, de las ganas que tengamos de hibernar y de

la posibilidades, es un buen momento —por eso del frío y de que hay más horas de

oscuridad— para llevar la atención hacia dentro y escuchar con sinceridad y

honestidad los deseos que nos hacen sentir cosquillas internas. Podemos decir que

esos deseos son el fuego que nos ayudarán a mantenerte con vida atravesando el

frío de este mes y del siguiente.

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La luna de enero me habla de procurarnos el bienestar haciendo las cosas que

sabemos que nos sientan bien al cuerpo y nos alimentan el alma, manteniendo así

el calor interno que nos ayuda a pasar estos días de frío. No es casualidad que, a

principios de año, hagamos una lista de propósitos de año nuevo.

Muchas veces sabemos que estas listas se quedarán ahí. Otras veces logramos

llevarlas las llevamos a cabo. El que consigamos materializarlas depende de muchos

y variados aspectos. Cuando esos propósitos salen de las entrañas, el simple hecho

de pensar en ellos ya activan internamente, hacen que la sangre se ponga en

circulación y esto, cuando el frío apremia, es fundamental para mantener la vida.

Si seguimos la rueda, para entender el bienestar de este mes hay que mirar a la luna

anterior: la luna sabia, la de diciembre, aquella que nos regresaba al espacio

interior, a nuestras entrañas para poder encontrar ahí la luz, el deseo que nos llena

de ánimo para seguir adelante.

Tal y como sucede cuando estamos en el útero materno, el bienestar del que habla

la luna de enero es interno. Nada tiene que ver con las consecuciones externas, con

tener esto o con hacer aquello. Habla de tener lo básico y fundamental para que la

vida continúe su curso alimentada por el deseo que nos mantiene con el calor

sufciente. De ahí que la mirada, en esta luna, esté dirigida a nuestro interior.

En la naturaleza podemos observar que mucho parece “muerto” pues toda la

energía está concentrada en el interior y en mantener la vida latiendo para, cuando

llegue el momento, hacer que forezca.

Si bien la mirada la tenemos dirigida al interior desde la luna de noviembre, esta

luna me recuerda la importancia de delimitar con claridad mi espacio, lo que s

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simbólicamente puede ser mi cuarto propio. Cuando hablo del cuarto propio, lo

hago teniendo en mente a Virginia Woolf.

En 1929 fue publicado por primera vez el ensayo de Virginia Woolf tcon este mismo

título, Un cuarto propio . Aunque el ensayo estaba dedicado a las mujeres y la

literatura, la tesis principal que defende se ha hecho extensiva hacia múltiples

campos.

Afrma la autora que las mujeres, para poder dedicarse a la escritura, necesitan “un

cuarto propio y 500 libras al mes”, una cantidad de dinero que cubría las

necesidades básicas de la época en Inglaterra. Afrma esto después de hacer

evidente las tendencias educativas que llevaban a las mujeres a la obligación de

dedicarse a otras personas y sus necesidades, frente a la educación de los hombres

dirigida a hacer su propia vida tomando sus propios deseos como faro.

Hoy en día el “cuarto propio” ha tomado diferentes y variadas formas, desde la

habitación tal cual, con cuatro paredes y una puerta con cerradura, hasta una

parcela de tiempo en la que nos damos la oportunidad de estar para nosotras sin

interrupciones. Habrá mujeres que lo necesiten para llevar a cabo su deseo laboral,

otras, el deseo de su alma, y otras para simplemente estar con ellas mismas, que

probablemente responda también a una necesidad de las entrañas.

Este es el bienestar que me recuerda esta luna: un espacio, un tiempo en el que

poder dedicarme a la mirada y la escucha interior para recuperar las parcelas de la

realidad que son necesarias para mantener encendida mi llama interna en estos

momentos de frío; un lugar donde poder ir descubriéndome, recogiendo las partes

de mí que me he ido dejando por el camino y soltando aquellas que ya no necesito.

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FEBRERO.

Luna de la fortaleza.

A pesar de en febrero los días ya son más largos, de que estamos pasando el

ecuador del invierno y de que la primavera ya se intuye en el cambio de luz y en el

canto de los pájaros, aún hace frío y a ratos, mucho. Es común que este mes

aparezcan heladas que pueden hacer perder los primeros brotes de la primavera.

Esto, en un tiempo lejano, ponía en peligro la subsistencia ya que era fácil llegar a

estos momentos del año con poca reserva de víveres.

En la tierra en la que vivo, donde están las montañas más altas de la península

ibérica, no es raro que caigan nevadas en esta época y que, a pesar de que algunos

días parece oler a primavera, la nieve sigue presente en la sierra al fondo de la

ciudad. Esto que ocurre en nuestros campos, ocurre igualmente en nuestras vidas y

en nosotras mismas.

Si la luna anterior me recordaba la importancia de mantener viva la llama interna,

en esta luna encuentro ecos antiguos y profundos que me siguen llevando a las

entrañas como único lugar del que puede nacer algo nuevo. Me refero al útero,

nuestra fortaleza interna: el espacio interno donde una puede sentirse segura y

confada, donde se pueden encontrar las raíces que nos sostienen y la energía

necesaria para traspasar estos momentos del año en los que, aunque parece que ya

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ha pasado lo malo, puede que quede lo peor.

Entiendo la fortaleza interna como el lugar donde podemos resistir cualquier ataque

de las inclemencias del tiempo o de lo que sea. Son esos espacios a los que una va a

beber cuando tiene sed, esa sed que pareciera viene de la propia alma. Son lugares

en los que nada más llegar una se siente como en casa e intuye, sabe que nada

malo va a pasar, sabe que puede ser ella misma al completo.

Si ese lugar interno tuviera una localización concreta, si fuera un órgano del cuerpo

humano, hace un tiempo pensé que sería el útero. Esta asociación no surge de la

nada. Que pueda recordar, está infuenciada por la primera imagen que vi hace

años de la cavidad pélvica. Los huesos conforman algo que podría parecer una

catedral, una iglesia. Por dentro, los tendones y músculos hacen de arcos y vigas.

Esta luna a mí personalmente me habla de los miedos, de las dudas y de las

inseguridades. Dudas, miedos e inseguridades que se presentan cuando un deseo va

creciendo por dentro. ¿Podré hacerlo? ¿Lo haré bien? ¿Será acogido? Cuando me

dejo atrapar por estos miedos, me pierdo. A veces una no hace lo que tiene que

hacer y esto va pesando por dentro. Con lo que “tengo que hacer” me refero a eso

que una sabe que es importante hacer, que es importante de verdad para una

misma.

A veces una se despista por hacer otras cosas, puede que incluso relacionadas o

conectadas directamente con eso que quieres. A veces parece incluso que lo estás

haciendo pero en el fondo no es así, no lo es porque lo haces desde otro lugar, lo

haces sin poner en ello todo lo que eres, sin ponerte de lleno en lo que haces.

Hacer lo que una tiene que hacer no es fácil, por eso esta es la luna de la fortaleza.

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Además, creo que, aunque una consiga hacerlo una y muchas veces, es un lugar al

que siempre se regresa cada vez que quieres ponerte en juego en el mundo. Me

vienen a la cabeza unas palabras de la flósofa malagueña María Zambrano en las

que explicaba que, después de llevar años escribiendo, seguía temblando como el

primer día cuando se ponía a escribir.

Por eso hablaba del útero y de la matriz. Lo traía como ese lugar en el que tuvimos

lo necesario para atravesar momentos de fragilidad, de máxima fragilidad me

atrevería a decir. Si estás leyendo estas palabras es porque en ese momento, una

mujer, tu madre, decidió ofrecerte ese espacio interior, su fortaleza, para que tu

vida siguiera adelante, atravesando los miedos, las dudas, el peligro, las esperanzas

y todo lo que vivió hasta darte a luz. Ese lugar que está fuera de ti también está

dentro. A él puedes regresar siempre que lo necesites.

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MARZO.

Luna de la semilla

En marzo aumentan las horas de luz. Llegan incluso a ser la misma cantidad que las

horas de oscuridad. La temperatura también empieza a subir, lo que lo convierte en

un mes propicio para preparar las semillas y comenzar a sacarlas del armario donde

estaban guardadas. En nuestro caso, del cofre de los tesoros escondido en la

habitación más recóndita del castillo.

Cuando una necesita semillas hay varias formas de obtenerlas. No soy experta de

esto. Tengo una amiga desde hace muchos años que es jardinera. Durante un

tiempo trabajó en un semillero. Ella era la encargada de recoger las semillas de las

plantas ya sembradas en el jardín, de comprar las nuevas, de seleccionar las que se

plantarían y de sembrarlas en el semillero. Ahí pasaban un tiempo. Las que

agarraban bien pasaban a la tierra. Tomar conciencia de todo esto me abrió una

puerta en el proceso que la luna de este mes me recuerda.

Las semillas son los deseos, lo que guarda toda la potencia de creación. Al elegir las

semillas podemos estar respondiendo a nuestro propio deseo o al que hemos

aprendido de quién sabe quién. Este es un factor determinante en todo el proceso

que no viviremos igual si la semilla sale de nuestras entrañas, si es resultado de esa

llama que me ayudó a ir hacia delante los meses anteriores, o si viene traída por

algún que otro viento de lugares externos.

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El punto fundamental de esta cuestión ha sido y es para muchas la difcultad de

reconocer el propio deseo y distinguirlo de esos otros que tenemos interiorizados

que pensamos que es lo que queremos.

La historia está llena de mujeres que han puesto su propio deseo en el centro de sus

vidas ya sea en cuestiones cotidianas como existenciales. Hay algunas mujeres que

han pasado a la historia por vivir dejándose guiar por él, generalmente un deseo

que era más grande de lo que la época les tenía previsto. Son presentadas como

excepcionales y aunque sin duda lo fueron, no son las únicas: el mundo está lleno

de mujeres que siguen su deseo.

Rescatar el deseo, oírlo, cuidarlo, atenderlo, dejarlo mostrarse y dejarlo decirse me

parecen tareas equivalentes a cuidar de la semilla antes de plantarla. Como sucede

en los cuentos de hadas, antes de que se resuelva el conficto que lleva a la

consecución del deseo, son muchas las tareas pequeñas a realizar.

¿Cuáles son tus semillas? ¿Cuáles los frutos que has visto en los meses anteriores

que estás necesitando? ¿De qué te habla tu llama? ¿Con qué se enciende? ¿Qué es

eso que necesitas y las semillas que vas a sembrar para ello?

A veces la tarea es, precisamente, descubrir el deseo, poder reconocerlo. En esto,

para mí y para muchas mujeres ha sido y es fundamental escuchar a otras, leer a

otras, saber de otras mujeres que han hecho de su deseo el centro de su vida. Tal y

como una hace cuando quiere confgurar un jardín o decorar una casa, que suele

ver revistas o ir a visitar jardines, se puede buscar inspiración para descubrir los

propios deseos en las vidas y la historias de otras mujeres.

En caso de no tener claro qué semillas quieres escoger para plantar en tu jardín,

esta es una fabulosa tarea. Es algo que sigo haciendo cuando me despisto. Me

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ayuda a encontrar el camino de regreso a esa llama interna que cada vez crece más

y más por dentro y a tener algo más de claridad para cuando llegue el momento de

la siembra. No vaya a ser que queriendo plantar un olmo, salga un peral.

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ABRIL.

Luna de la siembra.

La luna de la siembra suele comenzar después del inicio de la primavera. Aunque

no puede considerarse una regla, generalmente se corresponde con la luna que se

muestra llena en Semana Santa es decir, la primera luna llena después del

equinoccio.

Que este es un mes de apertura, lo dice su mismo nombre. Abril viene del término

romano aperire, del que derivó en castellano “abrir”. Ambos términos tienen

relación con el nombre de la diosa griega del amor: Afrodita. Así es: al parecer en la

antigüedad veían algo de relación entre la apertura y el amor.

Abril es el nombre dado a este mes principalmente por la apertura de la naturaleza:

mientras que en algunos árboles ya se empiezan a intuir los primeros frutos, otros

están comenzando a brotar y algunas fores están comenzando a salir. Todo implica

el mismo movimiento de apertura hacia fuera. A mí, personalmente, eso de que se

relacione la apertura con la diosa del amor es algo que me fascina.

Esta potencia que lleva a la apertura manifesta en la naturaleza me recuerda que es

momento de sembrar aquello que quiero y necesito que crezca los meses siguientes,

es decir, es el momento de abrirme a la posibilidad de que suceda y actuar para

ello. Sobre todo pensando en lo que necesitaremos los meses de frío donde la

naturaleza hace el movimiento contrario: plegarse sobre sí misma.

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Si hemos hecho el trabajo del mes pasado, el que traía la luna de las semillas, las

tendremos ya seleccionadas según nuestros deseos y necesidades. Puede que

también hayamos previsto el tipo de tierra que necesitamos, la cantidad de agua, de

luz y la temperatura adecuada para que las semillas echen raíces y crezcan. Es este

momento también de preparar la tierra y, en caso de que haya, quitar las hierbas

que no sirven para dejar el espacio que las semillas necesitan.

Una vez recogidas y seleccionadas las semillas, cuidadas y nutridas con lo necesario

para reconocer y verifcar que esos son los deseos en los que queremos enfocarnos,

llega el momento de sembrarlas, de comenzar el camino para que se materialicen y

cojan cuerpo nuestros deseos.

A muchas nos ocurre que nos facilita y nos ayuda a ponernos a andar, a iniciar el

camino hacia el deseo y la meta elegida, tener el apoyo de otra. Este sostén y

acompañamiento hace la labor de la tierra y el abono en los primeros momentos de

la siembra.

En relación a esto María Zambrano hablaba de la “acción verdadera”: una acción

que se lleva a cabo partiendo del propio deseo en relación a lo que está sucediendo

en el mundo. No tener esto en cuenta de alguna forma puede convertirse en una

imposición de lo que hacemos. La acción verdadera es la que trae un más al

mundo, es la semilla sembrada en tierra fértil.

Quizás te preguntes qué necesita tu tierra para ser fértil. Eso lo sabe cada una. El

sostén concreto de personas concretas, palabras de reconocimiento, un grupo con el

que trabajar mano a mano, mover el cuerpo, darles rienda suelta a tu

pensamiento... sea lo que sea, es un momento en el que puedes atender a ti misma

y a qué necesitas para llevar a la acción aquello que deseas.

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MAYO.

Luna de las flores.

El cambio más llamativo en la naturaleza cuando llega el mes de mayo es la

apertura de las fores. Aunque también las hay en invierno y son fores, como dice

la poeta Nieves Muriel, que “imponen con descaro su belleza”, en mayo este

aspecto de la naturaleza se potencia. Los jardines se vuelven llamativos tanto por

los colores como por el olor que desprenden las fores regalándonos su máximo

esplendor.

Mayo es tradicionalmente un mes asociado a la fertilidad. Es de sobra conocida la

frase hecha “la primavera, la sangre altera”. El mayor número de horas de luz que

supone la llegada de la primavera aumenta la secreción de hormonas y

neurotransmisores que nos llevan a una apertura hacia lo diferente. Para muchas

especies animales es su momento de apareamiento y muchas son las tradiciones

humanas de diferentes culturas que han desarrollado rituales de fecundidad en estas

fechas.

Cuando una for se abre, además de mostrarse llamativa para atraer a los insectos e

iniciar así su ritual de fecundación, pone accesible su parte más íntima, el lugar

donde se custodian las semillas para la reproducción. Cada for abierta funciona a

nivel simbólico como un recordatorio de que la recreación y el mecanismo de

regeneración de la vida está en el aire. Florecer es mostrar el propio esplendor al

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mundo. Mostrarnos, he aquí para mí el quid de la cuestión. Esto es abrirse a lo otro

y también a una misma tal y como somos; permitirnos ser las que somos. Aunque

pueda sonar sencillo, puede llegar a ser algo bastante complejo. Cuando digo “ser

las que somos” me refero fundamentalmente a permitirnos sentir lo que estamos

sintiendo en cada momento en toda su potencia.

Me gusta plantear en los círculos cómo nos llevamos con algunas palabras o, más

bien, con aquella parcela de la realidad que señalan las palabras. En este caso, la

palabra hacia la que dirijo mi atención es MOSTRAME, dejarme ver en mi máximo

esplendor, abrirme, hacer visible mis semillas, mis proyectos, mis deseos y

compartirlos. DESCUBRIRME al mundo y a mí misma.

Al pensar en esta palabra una bandada de preguntas aparecen con sus alas aiertas y

todas sus plumas: ¿me muestro al mundo? ¿cómo lo hago? ¿hay naturalidad y

disfrute en mi forma de mostrarme? Una for no se plantea que se está mostrando,

simplemente lo hace cuando llega el momento de hacerlo.

Unida intrínsecamente a la palabra mostrar, tanto como dos hermanas gemelas, está

el verbo MANIFESTAR. Tanta es esta unión que en su defnición aparece como la

primera acepción del verbo “mostrar”: manifestar, poner a la vista algo, o enseñarlo

o señalarlo para que se vea. Desde que descubrí lo que esta palabra trae a mi vida

como mujer, la tengo muy presente.

Las mujeres en la historia hemos buscado la forma de manifestar aquello que

tenemos por dentro, de ponerle palabras y decirlo al mundo. Este es el que siento el

trabajo fundamental de esta luna: decir eso que tenemos por dentro, esa verdad que

se está obviando y que es importante para cada una decir. Manifestar es, al igual

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que mostrarse, presentar nuestro mensaje al mundo, presentar nuestras intenciones,

nuestro camino a seguir y dejarlo claro.

Hay una larga tradición de manifestaciones femeninas a lo largo de la historia,

manifestaciones que se caracterizan por ser en pro de la vida. Mujeres

manifestándose para paralizar guerras, para reclamar a sus familiares

desaparecidos, para controlar las subidas del precio de los alimentos, para mostrar

al mundo la injusticia del llamado sistema de Derecho, un sistema fundamentado en

leyes que siguen dando por hecho que el cuerpo femenino es un territorio a ocupar

por los hombres. Me gusta pensar en todas estas mujeres como fores, grandes

ramos de fores que juntas consiguen mostrar lo mejor de sí y embriagar el mundo

de vida.

A ellas, a nosotras, a todas y cada una de las mujeres que se manifestan en su

propia vida y que muestran orden y belleza, las tengo siempre presentes en esta

luna llena de las fores. Que cada una de nuestras palabras y nuestros actos

encaminados hacia el propio deseo sea lanzado al mundo como las fores lanzan al

mundo su color, su aroma y su belleza.

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JUNIO.

Luna de miel.

Estamos en el mes de junio, a las puertas del inicio del verano. Alrededor de esta

luna las horas de sol llegan a su punto máximo. En esta época del año tenemos los

días más largos y las noches más cortas. Esto, junto al aumento de la temperatura,

hace que la vida se desarrolle mucho más tiempo en el exterior que en el interior.

Cuando me pongo a pensar en porqué se le llama a la luna llena de junio la luna de

miel (o del sol fuerte) me vienen a la cabeza, como os pasará a muchas, las

relaciones, en concreto las relaciones matrimoniales. El motivo es más que evidente

ya que hoy en día este sintagma —luna de miel— es asociado a la época de retiro

que pasa la pareja tras el matrimonio generalmente realizando un viaje que les

aparte de los quehaceres cotidianos y de sus conocidos para estar en soledad y sin

nada que hacer salvo estar juntos.

Sobre el origen del sintagma “luna del miel” explica Mithu Sanyal que “existía el

antiguo ritual matrimonial hindú consistente en untar la vulva de la novia con miel

para que su esposo pudiera arrodillarse ante ella y adorar su delicioso yoni, de allí

la idea de honeymoon o luna de miel”. Esta expresión ha llegado hasta nuestros

días manteniendo la idea en sí de que es un tiempo para las relaciones sexuales en

las pareja con el fn de la reproducción.

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Tirando del hilo de la historia y del tiempo se descubre que este retiro viene de

tiempos antiguos. La historia europea está llena de rituales de fecundidad realizados

en los meses de mayo y junio, los meses aún predilectos para contraer matrimonio.

Estos era rituales en los que hombres y mujeres mantenían relaciones sexuales con

la intención de despertar la fecundidad de la tierra.

Es el momento de máxima fecundidad. Así está la naturaleza, así la vemos:

exuberante, mostrando lo más bello de sí misma para activar el mecanismo de

atracción que hará posible que la vida continúe la creación y recreación de sí

misma. El mecanismo que mueve todo esto es el placer.

En esta luna vamos a desgranar cómo el placer es un mecanismo a través del cual

la vida se recrea a sí misma y para lo cual no es necesario tener pareja ni estar con

un hombre. Veremos la función biológica y fsiológica del placer en el cuerpo así

como el órgano que es la sede de placer original femenino cuya única función es

generarlo: el clítoris.

Atenderemos también a un proceso fsiológico que sucede cuando estamos con otras

mujeres en un ambiente de confanza. Aquí cobran especial interés y atención las

relaciones sinceras y honestas entre mujeres que se muestran libremente. En estos

caso aparece la oxitocina, la llamada “hormona del amor” que nos hace sentirnos a

gusto, relajadas y entregadas.

En ese estado de relajación que ofrece el placer, pareciera que es más sencillo ver

la importancia real de las cosas. Con el cuerpo activo y la sangre recorriendo

fuidamente nuestras venas, las cosas parecen situarse más en su lugar y nosotras

estar más centradas. Centrarnos en el cuerpo y lo que sentimos es una vía de

enraizamiento que será fundamental para el trabajo de las próximas lunas.

29
Lo que propongo aquí va enfocado a que reconozcamos la cantidad de momentos

placenteros que ya existen en nuestra vida. Cuando trabajamos esto en los grupos,

muchas son las mujeres que se sorprenden de tomar conciencia de cuántos

momentos de placer tienen al día y de lo fundamentales que son para poder seguir

adelante. Tomar conciencia de ello nos facilita el camino para cuidarlos y

potenciarlos.

30
JULIO.

Luna de las bendiciones.

En este tránsito lunar del mes de julio sobre la tierra, nos encontramos con que las

semillas sembradas en primavera están dando los primeros frutos. La naturaleza

comienza a mostrar su cara más exuberante: variedad de frutos, de colores,

tamaños, formas, sabores, olores y texturas. A poco que hayamos cuidado de

nuestra semilla, la tierra nos ofrece algo a cambio.

Quizás algo ha sucedido por el camino y de las semillas plantadas no recogemos

nada por el motivo que sea (se ha ahogado de tanta agua, se ha secado, la ha

destrozado un temporal...). Esto, aunque parezca no recoger nada, también es algo

a recoger. Puede que se dé el caso, como le sucedió a mi antiguo casero, de que

pensando haber plantado manzanas, aparecieron peras. Sea lo que sea que

obtengamos de nuestra semilla, la luna nos habla de su reconocimiento. Es por esto

que este mes lo dedico a reconocer y valorar todas y cada una de nuestras

creaciones.

El patriarcado se ha constituido tapando, ocultando y usurpando la potencia

creadora femenina. De ahí que simbólicamente en nuestra sociedad sea

“excepcional” la presencia de mujeres creadoras.

Las mujeres no solo creamos, sino que estamos creando todo el tiempo y lo

llevamos haciendo toda la vida desde el principio de los tiempos. Hasta hace muy

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poco tiempo sólo unas cuantas creaciones de mujeres han sido reconocidas por la

historia ofcial. Estas han conseguido llegar hasta nuestros días bien porque porque

eran tan grandes (en cualquiera de sus sentidos) que ha sido muy difícil ocultarlas.

A pesar de esto, el hecho de que hayamos visto o hayamos conocido pocas

creaciones de mujeres no implica que no existan. Están, y están por todas partes.

Están en ti y en mi pues la primera creación de las mujeres para la vida es el cuerpo

que habitamos.

El mundo está lleno de creaciones de mujeres, son más de 7 millones de creaciones

andando y recordándonos todo el tiempo el poder creador del cuerpo femenino. Las

creaciones femeninas no se limitan a esto, que es lo fundamental para para la vida

humana continúe. El mundo está lleno y siempre lo ha estado de mujeres que crean

su propia vida, que crean proyectos, recetas, vestidos, libros, danzas, ecuaciones,

medicamentos, máquinas y cualquier otra cosa que pueda ser creada.

No es cierto que fueran pocas y privilegiadas las mujeres creadoras. No llego a

imaginarme las creaciones que tuvo que hacer mi bisabuela materna para dar de

comer a 3 hijos, viuda, a principios del siglo XX en la zona rural de Málaga. No

llego a imaginármelas pero sé que dieron resultado pues aquí estoy yo, escribiendo

y pensado en ella y su potencia creadora.

A las creaciones históricas de las mujeres el patriarcado no les ha dado ningún

valor, tanto es así que no se lo da a la propia vida. Esto no signifca que las mujeres

no hayamos creado y que no podamos hacerlo. Lo hemos hecho siempre, lo

llevamos haciendo desde el principio de los tiempos.

Esta luna me trae el recuerdo de una oportunidad para ampliar mi mirada y

recorrer con ella las creaciones de mujeres en este museo que es la vida. Un tiempo

32
para reconocer mis propias creaciones y las de otras, por pequeñas o grandes que

sean. Reconocerlas y celebrarlas. Celebrar las decoraciones de las casas; las frases

hilvanadas en este texto y de otros antiguos; las lentejas de mi madre que saben

siempre igual de buenas aunque les ponga ingredientes diferentes; las ecuaciones y

las fórmulas; los avances científcos; el cuerpo creado por mi madre que soy,

reconocerlo y disfrutar de él.

33
AGOSTO:

Luna de las hierbas.

Agosto es el mes en el que la luz comienza a cambiar. Aunque aún estamos en

verano, comienzan a aparecer indicios de que el otoño se va acercando y la energía

comienza a virar del exterior hacia el interior. También se va haciendo más

evidente que están disminuyendo las horas de luz. Justo en este cambio de lo que

Marianna García Legar llama “del reino del día” al “renio de la noche”, la luna

señala a las hierbas.

El hecho de que esta luna esté dedicada a las hierbas no signifca que agosto sea el

momento de cogerlas todas. Cada hierba tiene su tiempo a lo largo del calendario.

Lo que a mí me señala es la tarea de recolección hecha durante todo el año y la

relación de las mujeres con ellas.

Las hierbas forman parte de la historia de las mujeres. Son y han sido siempre una

herramienta básica en los trabajos de creación y recreación de la vida a la que las

mujeres se han dedicado.

Este es un mes en el que tradicionalmente, a la vez que estábamos disfrutando de

los frutos que la tierra nos ofrece celebrándolos y compartiéndolos, empezábamos a

hacer acopio para los meses venideros. Lo primero en lo que se pone el énfasis es

las hierbas por ser la medicina que nos ayudará a curar y sanas las enfermedades

que vayan apareciendo.

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Las hierbas y la cocina están en el inicio de la medicina tal y como la conocemos

hoy. Antes de que existieran las farmacias cualquier alteración física era tratada y

remediada con plantas. Esta es una costumbre que nunca ha desaparecido del todo

y que desde hace un tiempo está resurgiendo con fuerza. ¿Quién no tiene en su

casa manzanilla para los dolores de estómago? ¿o tila para ayudar a conciliar el

sueño? En concreto estas dos plantas las podemos encontrar casi en cualquier

cafetería, lo cual muestra lo fuertemente implantado que está en nuestra memoria

estos usos ancestrales de las plantas.

Suman gran cantidad ya los estudios que afrman que el inicio de la medicina es

femenino: fueron las mujeres las que la desarrollaron, mucho antes de los primeros

tratados médicos, precisamente por su relación con la alimentación, con el

nacimiento y con la muerte. Se reconoce también como femenino el origen de la

agricultura lo cual va directamente ligado al reconocimiento de las plantas.

Las hierbas, su recolección y preparación, reviven en muchas mujeres esa sabiduría

ancestral de los miles y miles de años en los que recurríamos a ellas cuando algo no

iba bien en nuestro cuerpo. Una sabiduría que se fue elaborando entre experiencia,

observación así como con intuición y conexión con las propias plantas y que se fue

transmitiendo de generación en generación hasta que sufrió un corte en la Edad

Media. En este momento las mentes pensantes europeas desarrollaron los estudios

de medicina y situaron su conocimiento y traspaso en la universidad, lugar

prohibido a las mujeres. Se legalizó la profesión de “médico” que únicamente podía

ejercerse con el título universitario, así las mujeres que desarrollaban este saber

ancestral fueron perseguidas y condenadas en el proceso conocido como “la caza

de brujas”. Cada vez que una mujer decide regresar a la tierra para encontrar en

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ella el remedio con el que sanar o seguir creciendo está recuperando ese hilo

rasgado, que no roto del todo, en la caza de brujas.

Plantar, recolectar, preparar y usar hierbas despierta ese conocimiento de nuestras

abuelas en nosotras a la vez que es un gesto de respuesta por todas aquellas

mujeres que perdieron su vida por hacerlo; es una forma de continuar fortaleciendo

ese hilo borrado entre ellas y nosotras y de traer de regreso todo ese conocimiento

y sabiduría.

De un tiempo a esta parte muchas son las mujeres que han retomado el camino de

recurrir a las hierbas y plantas como una herramienta que nos da la tierra para

ayudarnos en nuestro camino de crecimiento y sanación. Esto se manifesta en la

cantidad de mujeres que se hacen sus propios cosméticos, tisanas, tinturas y

ungüentos a base de plantas. Las hierbas, como los animales, nos traen la sabiduría

de la vida que está dentro de nosotras.

Puede que las hierbas no sean lo tuyo. No importa. Esta luna nos habla también de

todas esas tradiciones femeninas que están sosteniendo la vida y que no hemos

aprendido a reconocer como tales. Al inicio de prácticamente todas las profesiones

hubo una mujer haciendo algo para el cuidado de la vida y su recreación. Esta es

una llamada a investigar y a recuperar en ti esa tradición, ese acto que te conecta

con el misterio y la continuidad de la vida.

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SEPTIEMBRE.

Luna de la cosecha.

Llegado el mes de septiembre nos encontramos con muchos frutos recogidos y

muchos otros por recoger. Algunos fueron plantados en los meses anteriores, otros

fueron plantados años atrás. Es el momento de ponerse manos a la obra con la

cosecha pues si dejamos pasar los días, los frutos se echarán a perder o serán

comidos por otras criaturas. De lo que recojamos dependerá, en gran medida, el

abastecimiento de los próximos meses en los que las horas de luz van

disminuyendo, las temperaturas van bajando y la tierra entra en su momento de

regeneración con su consiguiente descanso. Así como le sucede a la tierra, de

alguna forma le sucede a nuestra psique, a nuestra alma.

Junto a la recolección se realiza la selección, pues no todo lo que se puede recoger

está en un estado adecuado para ser guardado para los meses venideros. Por ese

motivo es momento, a la vez que recolectamos, de revisar los frutos y elegir,

seleccionar y desechar aquellos que no sirve a nuestro propósito o disponerlos a ser

usados para otros fnes. Igual que hacemos con los frutos que nos ofrece la tierra,

podemos hacer con lo frutos internos.

Cuando escribo sobre un concepto concreto, a veces busco la etimología de la

palabra. De “cosecha” he descubierto un par de aspectos que me dan pistas sobre

aspectos a recuperar o potenciales en esta luna. Uno de ellos es el prefjo “co-”, que

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signifca “junto a”. El otro es la raíz latina de la que proviene “-secha”, que viene de

“lecta, legere” y signifca “leer y elegir”. He hecho este breve viaje al origen de la

palabra para exponer un aspecto que para mí es de mucha importancia en esta

luna, un aspecto intrínseco a la cosecha: se hace en grupo. Es gracias a las

relaciones ( recordemos “junto a + acumular”) que podemos llegar a abastecernos

para el tiempo del frío.

Antes de tener frigorífco, teníamos muchos y variados métodos de conservación de

los alimentos para poder ir haciendo uso de ellos sin que llegaran a estropearse. Se

realizaban en compañía de otras personas, en concreto, entre mujeres.

Que las mujeres han sido a lo largo de la historia las principales trabajadoras del

campo y las primeras agricultoras, hoy poca gente lo niega. El mismo James Frazer

hace referencia a este hecho en La rama dorada al cuestionarse la elección griega

de una fgura femenina, Deméter, como deidad de la agricultura.

La relación de la mujer con la nutrición y el uso de ciertas herramientas para

recolectar raíces parecen ser el origen de los primeros cultivos. Aquí está el aspecto

que me interesa de esta luna de la cosecha pues, antes de ser agriculturas, ya

éramos las recolectoras, es decir, las que llevábamos a cabo las “colectas”, las

cosechas de lo que la tierra nos iba ofreciendo. Esto era en una época en la que la

recolección de alimentos era la base de la alimentación.

La tierra siempre ha estado ofreciéndonos frutos y ha sido trabajo femenino su

reconocimiento y recogida. Primero, aquello que nos encontrábamos seguramente

guiadas por la observación de los animales y por el reconocimiento de la sabiduría

instintiva. Después, aquello que nosotras mismas plantábamos con un fn específco.

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Llevando la práctica de la colecta y la recolecta a nuestra vida, la reconozco con

mucha claridad en los encuentros de mujeres como espacio al que nos dirigimos

precisamente a recoger aquello que quizás hemos sembrado o que quizás nos

encontramos sin saber que era justamente lo que necesitábamos.

La reunión con amigas o con mujeres en un ambiente de confanza y entrega genera

un espacio en el que poner en común lo que cada una trae, los frutos que cada una

ha ido recogiendo en su propia vida, aquellos que tiene para ofrecer a las demás,

así como un espacio del que recoger aquello que cada una necesita para continuar

su camino en estos meses en los que la oscuridad va creciendo. Es, para muchas,

una verdadera cosecha.

Esta luna es un momento que me habla de atender a esos espacios para tomar

conciencia de lo que suponen para mí, de lo que recojo en ellos que me sirve y que

es fundamental en mi vida.

39
OCTUBRE.

Luna de la sangre.

Octubre es un mes donde el aumento de las horas de ocuridad se deja notar. Los

días se van haciendo cada vez más cortos y las noches más largas. Es un momento

para dejar atrás la época de calor y de los días largos. En esta ocasión la luna nos

recuerda la importancia de mirar atrás para recoger todo aquello de otros tiempos y

otras gentes que pueda ayudarnos a entrar en el mundo de la oscuridad y

atravesarla. La sangre que nos señala esta luna para mí es la sangre del linaje, el

hilo rojo que me une a una o a otra mujer de la que siento que, de alguna forma,

me ha ayudado a crecer y a través de la cual algo nuevo de mí ha venido a este

mundo.

Esta época del año es considerada mágica en muchas tradiciones. Es una época en

la que se dice que el velo entre la vida y la muerte se levanta, se hace más fno o

desaparece; es una época de transición pues se considera que acaba el reino del día

e inicia el reino de la noche. Así era considerada en la Europa precristiana donde se

pensaba que a partir de Samaín (31 de octubre) “el año regresa al vientre oscuro de

la Tierra, lugar del Otro Mundo, para recomenzar un ciclo completo”. Cuenta

Marianna García Legar en su libro La rueda de Izpania que, al debilitarse las

barreras entre los mundos sucede que, en esta época, todos los miembros de la

comunidad pueden unirse, los que están encarnados y los que no. De ahí que en

40
esta época nos encontremos con varias festividades que tienen como protagonistas a

aquellas personas de nuestro linaje que partieron, festividades en las que se les

rememora y se trae de nuevo su presencia.

Ellas, ancestras y ancestros, fueron los que caminaron antes, las que abrieron paso,

los que hicieron parte del camino. Recordar que no estoy sola y que soy “hija de”

una mujer ha sido especialmente importante para mí y para muchas otras. Este hilo,

esta cadena forma parte de un continuum que a nosotras nos llega de nuestras

ancestras, camino que, por obvio que parezca, es importante reconocer pues a nivel

simbólico el patriarcado lo ha borrado.

Al reconocimiento de las mujeres de nuestra sangre que estuvieron antes que

nosotras y, en especial, a reconocer a la propia madre como mujer de la que cada

una procede, como lugar de origen, Luce Irigaray lo llamó “genealogía femenina”.

La genealogía femenina consiste en restituir el vínculo con la madre tapado en

nuestra sociedad. La genealogía femenina, partiendo de la madre, va más allá de

ella, y llega hasta los linajes culturales femeninos, hasta cualquier mujer de la que

hayamos bebido y nos haya hecho seguir creciendo: cualquier mujer que haya sido

origen en algún aspecto de la vida para nosotras.

Es común que las mujeres nos encontremos huérfanas de linajes culturales

femeninos, huérfanas de genealogías femeninas. Los motivos son de sobra

conocidos. Y a la vez que esto ocurre, ocurre también que cada vez son más las

mujeres con linajes y genealogías femeninas reconstruidas, mujeres que reconocen

la fuente y el origen femenino de su vida, así como de sus creaciones.

¿Cuántas mujeres te han inspirado? ¿por cuántas mujeres te has dejado inspirar?

Quizás hay una a la que no le echamos sufciente cuentas porque fue la que más

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nos inspira en nuestra vida: nuestra madre. La cantidad de horas que la hemos

mirado y la calidad de esa mirada difícilmente será superada por ninguna otra

inspiración. A través de ella, quizás sin reconocerlo, nos llegaba también

inspiración de nuestra abuela y nuestra bisabuela y nuestra tatarabuela y así hasta

el infnito, pues una se ha inspirado en la otra como una cadena que en esto días

venimos a recordar.

Hace un tiempo, una abuela de un famoso valle de Granada me hizo partícipe de un

secreto. Los hombres serán más fuertes, me dijo, podrán con mas peso, pero las

mujeres, hilo a hilo, cosemos un mantel. En ese momento me vino a la cabeza que

cogiendo el hilo de la que vino es como cosemos ese mantel.

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NOVIEMBRE.

una blanca o de nieve.

Una cosa que siempre me ha llamado la atención de esta luna es la paradoja que se

presenta en su nombre. Los pueblos que la observan y la han nombrado también la

llaman luna de las nieves, por ser el mes en el que generalmente caen los primeros

copos.

Noviembre se caracteriza por ser un mes en el que las horas de oscuridad ganan

terreno a las horas de luz, horas de oscuridad que seguirán aumentando hasta la

llegada del solsticio de invierno. Aunque en número las horas de oscuridad sean las

mismas que tenemos en las semanas posteriores al solsticio, hay una diferencia

importante: mientras que en noviembre la oscuridad crece, en diciembre y enero, es

la luz la que aumenta. Esta pequeña variación hace que todo sea diferente.

A lo largo del mes las noches son cada vez más largas, el sol cada vez se pone antes

y a la luna se la nombra como blanca. Dicen que le pusieron ese nombre porque al

ser tan oscura la noche, la luna llena reluce mucho más y, al ocultarse antes el sol,

su luz está visible más tiempo en el frmamento. Es por eso que parece más blanca,

como ocurre con la nieve en las noches de luna llena.

Desde que pasó el equinoccio la naturaleza se está preparando para resguardarse. El

aumento de las horas de oscuridad y, con ella, del frío, nos lleva a cuidar de

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nuestra energía, de nuestra actividad, pasando de actividades externas a otras más

internas, pasando de estar más tiempo en el exterior a resguardarnos. Es por eso

que esta luna abre la puerta a la mirada interior.

Siguiendo el ciclo de la tierra este es un momento que me trae la oportunidad de la

recapitulación. Ahora que hay menos energía, menos horas de luz, menos vida

activa, pareciera que la vida nos lleva a mirar hacia dentro y, con la despensa llena

de lo recogido en la cosecha, entregarnos a descansar, dejando que se vayan

abriendo paso en nuestro interior las actividades, los propósitos o deseos a los que

daremos formas en el próximo ciclo.

Este cambio de mirada hacia nuestro interior, algo que de primeras puede parecer

sencillo, presenta cierta difcultad, una difcultad que puede explicarse en el poco o

nulo espacio que ofrece la sociedad y el modo de vida occidental a los espacios que

el alma y el ser necesitan para mostrarse.

A pesar de la difcultad, encontramos a lo largo de la historia muchas fguras

femeninas que dedicaron su vida a esta mirada interna, encontrando ahí el motor y

el sentido de su vida. Son muchas. La mayoría de ellas, anónimas. Otras tantas, con

nombres y apellidos. De todas las que lo han hecho, quiero traer ahora un

movimiento de mujeres que llegó a ser muy amplio a lo largo de Europa feudal. Son

conocidas como las mujeres de libre espíritu. Ellas encontraron, en lo más profundo

de su ser, el mayor tesoro buscado: la divinidad.

Es una característica femenina en la historia el reconocimiento de la divinidad

interior. Frente a la exteriorización de lo divino, característica del patriarcado y del

pensamiento dual, que coloca a los dioses de forma externa y en lugares bien

alejados de los mortales, la mirada interior de estas mujeres (como beguinas, beatas,

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muradas) nos lleva al encuentro directo con Dios, con lo divino, con lo más

sagrado, directo pues lo sitúan dentro de ellas nosotras hecho cuerpo. Las mujeres

de espíritu libre establecieron un contacto directo con lo divino, tan directo, que

fueron las primeras en usar la lengua vernácula para hablar con él. Sin

intermediarios y en su propia lengua, no podía haber otra forma de hablar con el

interior de ellas mismas.

Desde ellas hasta nosotras, muchas han sido y son las estrategias, fórmulas y

caminos que hemos desarrollado las mujeres para poder guardarnos ese momento

del exterior y mirar hacia dentro. Algunas son tan sutiles que lo hacen en un

minuto, entre plato y plato, llamada y llamada o justo al apagar el despertador. Son

formas femeninas de estar en presencia. La parada, la retirada, la mirada interna se

hace, de esta forma, en cualquier momento, sin necesidad de nada especial, de

ningún objeto ni de ninguna mediación, pues la mediación primera está en nuestro

interior.

De esto y de muchas más cosas sobre el alma y el cuerpo me habla esta luna.

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DICIEMBRE.

Luna sabia.

A la luna de diciembre se la conoce también como luna fría o luna de la oscuridad,

pues es, fnalmente, la que reina en el cielo durante las noches más largas. En esta

época del año las horas de oscuridad superan con creces a las de luz siendo las

protagonistas de estos días.

Muchas son las culturas y cosmovisiones que entienden la oscuridad como el lugar

de fertilidad absoluta donde toda creación puede darse. Por muy obvio que sea, al

menos una vez que ha sido dicho, todas las personas de este mundo venimos de un

lugar oscuro. Oscuro, caliente, húmedo y acogedor. Este lugar es el útero de nuestra

madre, el lugar en el que se da la máxima creación.

La oscuridad es el origen de todo y, en el caso de las personas, la oscuridad dentro

de un cuerpo de mujer. No es casualidad, como nada en la vida, que la oscuridad y

el misterios sean aspectos que hablan de lo femenino.

La oscuridad es fuente de creación, como lo es el útero en el que todas las personas

hemos sido engendradas. A lo largo de la historia, hombres y mujeres hemos

buscado reproducir ese momento primero de la salida de la oscuridad a la luz

dándole signifcados de renacimiento, de volver a la vida después de haber pasado

por un proceso de muerte y renovación. Lo hicimos primero entrando en las cuevas

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y después a través de numerosos y variados rituales.

En la oscuridad, hay poco lugar para la lógica y el orden, poco lugar para el

razonamiento. Antes que todas estas herramientas de conocimiento, lo que se

mueve en la oscuridad es la intuición y la corazonada, la sensación y la certeza de

una voz que nos habla a través del cuerpo sin necesidad de comprobaciones

científcas, morales, económicas o políticas. Es una voz que se escapa de las

instituciones creadas con el fn de controlar lo que se puede o no hacer, de lo que

se debe o no hacer, de lo que se sabe o no hacer.

Esta voz que habla desde el lugar más profundo de la oscuridad es la voz de la

sabiduría. Los cuentos populares lo recuerdan: en el bosque, en lo más oscuro del

bosque, hay una casa habitada por una vieja que siempre sabe la respuesta a los

dilemas que ningún otro experto ha conseguido solventar. Ella, sin que importen sus

títulos o si saber leer ni escribir, es la que sabe la vía para llegar a la repuesta. No

puede ser de otra forma pues quien vive y convive con la oscuridad de la noche es

dueña de la luz del amanecer.

Si a esta luna se le llama de la “oscuridad” así como luna “sabia” es porque entre

ambas palabras existe relación ya que en la oscuridad reside la sabiduría del cuerpo

y la luz que surge de ella. Es el cuerpo el que da una clave de comprensión que, sin

pasar por la parte analítica del pensamiento, necesita ser reconocida por él,

escuchada, para poder ser motor de actuación en coherencia con lo sentido.

Esta luna de oscuridad, silencio y noches largas, siento que es un momento en el

que la naturaleza y sus ciclos nos invitan a profundizar en la mirada interna hacia

esas perlas de sabiduría que todas guardamos dentro.

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Cuerpo, silencio, oscuridad, calor... una descripción bastante similar al lugar de

origen de cualquier persona de este mundo: el útero materno, el lugar de la

creación primera.

De ese lugar me habla, entre otras muchas cosas, esta luna de la sabiduría. Si

entramos ahí, abrimos la puerta de nuestro universo creativo para dejar que los

deseos, las ensoñaciones, las fantasías y las creaciones de todo tipo nos visiten. La

llegada y el aumento de la luz de las siguientes semanas después del solsticio irán

ampliando la claridad para poder trazar el camino que las lleve a la materialización.

Regresamos aquí al punto de inicio de esta rueda.

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Este texto se concluyó el 21 de diciembre de 2020

en la villa de Otura, provincia de Granada.

Tienes más información sobre lo que aquí se cuenta y

sobre el grupo mensual online “La espiral de la luna” en

https://nesavira.com/la-espiral-de-la-luna/

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