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Cholitas luchadoras del siglo XXI: Un nuevo modelo de masculinidad femenina

Article · April 2015

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Antonio A. Caballero-Galvez
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1
Investigación

Cholitas luchadoras
del siglo XXI
Un nuevo modelo de
masculinidad femenina
Antonio A. Caballero Gálvez/ Observatorio Andaluz de Violencia Machista en los
Medios Audiovisuales/Universidad de Málaga, España

L a unión entre hombre y masculinidad tiene


como consecuencia material el poder políti-
co, económico y cultural del varón. La mu-
jer dentro de este esquema social, no tiene ningún
acceso al poder, ya que sus estructuras están regi-
hasta la llegada de las “cholitas luchadoras” gracias
a las mujeres. Este deporte se ha convertido en
uno de los más seguidos, y actualmente se pre-
senta como uno de los iconos identitarios del país
tal y como se refleja en filmes como Cholita Libre
das y salvaguardadas por estructuras patriarcales. (Jana Richter & Rike Holtz, 2010) y Mamachas del
Con este artículo, se intentan cortar los lazos de Ring (Betty M. Park, 2011).
esta unión y superar el miedo al empoderamiento
de las mujeres, reivindicando la masculinidad de Desde la óptica occidental recibimos una ima-
las mujeres, en este caso cholas, quienes subvier- gen de la “mujer de pollera” o “cholita” que dista
ten uno de los deportes machistas por excelencia mucho de la actual situación de la mujer andina.
como es el caso de la lucha libre. Una vez asumido que ciertas actividades masculi-
El presente artículo surge a partir del proyecto nas pueden ser realizadas por mujeres y viceversa,
de investigación llevado a cabo en el Posgrado de la originalidad del proyecto parte de este princi-
Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor pio pero aplicado a la inversión del modelo mas-
de San Andrés gracias a la financiación del progra- culino de lucha libre en Bolivia, conocido como
ma de Becas “Jóvenes Investigadores y Profesores” “Titanes en el Ring” o “Gladiadores del Ring”, a
de la Fundación Santander 2014. Parte de nuestro través de la lucha libre de las mujeres aymaras.
interés por romper con el estereotipo de la mu- Para ello, tendremos en cuenta el cambio icono-
jer indígena boliviana –popularmente conocida gráfico que este hecho supone dentro de la nume-
como “cholita andina” o “mujer de pollera”- como rosa comunidad indígena boliviana. De esta for-
modelo de mujer pasiva y sometida en contrapo- ma, la “mujer de pollera” o “cholita” deja atrás su
sición al modelo antagónico representado por la imagen de mujer sometida a la dictadura del pa-
“cholita luchadora”. La lucha libre practicada por triarcado y resurge a través de una imagen fuerte
hombres ha pasado desapercibida dentro del país y autónoma, sin perder ninguno de los atributos
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Investigación
femeninos de la estética aymara que las caracteri- literatura. Si bien, a finales del siglo XIX, dentro
zan (sombrero bombín, falda pollera, chales bor- de la corriente “antimestizaje” la chola era consi-
dados y trenzas hasta la cintura). derada una prostituta, cuerpo del deseo criollo y
madre de bastardos, a partir de la segunda mitad
Abordamos este proyecto de investigación del siglo XX, la chola será considerada la madre
sobre las “cholitas luchadoras” desde una pers- simbólica de la nación dentro del discurso predo-
pectiva de género que no parta solamente del minante a favor del mestizaje. El estudio de So-
feminismo sino que incluya los estudios sobre ruco permite continuar la figura y cuerpo de la
masculinidades, ya que concebimos a la “cholita chola en la actualidad, no ya como madre de la
luchadoras” como un nuevo modelo de masculini- nación sino como icono de todo el país.
dad femenina.
No se trata ya de la emergencia de una cultura
Cholitas del siglo XXI chola sino de la consolidación de ella. Actualmen-
te, se puede afirmar la existencia de un “nosotros
La chola habita en el imaginario urbano crio- colectivo” diferente al indígena, y por supuesto al
llo, su presencia desdibuja las fronteras de la so- criollo.
ciedad estamental, no es completamente criolla
ni india, urbana ni rural, occidental ni andina, he- Dueña del ring
gemónica ni subalterna sino que es una identidad
en constante transformación. Su propia indumen- La socióloga Ximena Soruco realiza un rigu-
taria, a medio camino entre la tradición indígena roso estudio sobre la “cultura chola” a través de la
y la tradición colonial del siglo XVIII, son un re- aparición de estas figuras en la literatura de los si-
flejo inmediato de su identidad mestiza. glos XIX y XX sin llegar a la década de los ochenta
y los noventa, momento en el que se produce la
En La ciudad de los cholos (2011), Ximena Soru- explosión de “cholo” especialmente en las ciuda-
co hace una especie de genealogía de la figura de des del altiplano –Potosí, Oruro, La Paz y espe-
la chola durante los siglo XIX y XX a través de la cialmente El Alto-. Este vacío es empelado aquí
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Investigación

para poder hacer una interpretación propia reac- deres públicos y políticos. Insertar a la chola en
tualizada de este modelo social a partir del empo- el imaginario colectivo como “puta” hace que la
deramiento de los “cholos” a partir de la llegada sociedad reniegue de su condición “mestiza”. La
al poder del MAS (Movimiento Al Socialismo) y obra principal que materializa este discurso anti-
el surgimiento de la conocida como “burguesía mestizaje sería Pueblo enfermo (Alcides Arguedas,
chola”, cuyo máxima expresión de orgullo esta- 1909), aunque las obras donde se incluyen más
ría representada por su propia “arquitectura cho- “cholas prostitutas” serían El cholo Portales (Enri-
la” o más comúnmente conocido como “cholets”, que Finot, 1926) y Celeste (Armando Chirveches,
máxima expresión de la reivindicación obsesiva 1905). Su cuerpo (in)desado por el varón crio-
de “lo cholo” como identidad única. llo inscribe a la chola el deseo sexual económico,
deseada y repudiada finalmente como una mujer
Es curioso como a lo largo de la historia de Bo- híbrida-mestiza que produce el rechazo y la re-
livia, aunque no actualmente, “lo cholo” siempre pugnancia de la sociedad urbana.
ha sido repudiado tanto por los criollos como por
los indios, un discurso mucho menos radical en Del mismo modo que la chola era interpreta-
cuanto al reconocimiento de “la chola” vinculada da por la figura de una prostituta en la literatura
a uno de los espacios más importantes de las ciu- de principios del siglo XX, a partir de la Guerra
dades: el mercado. Al contrario que los hombres, del Chaco (1932-1935) y la Revolución Nacional
las mujeres “cholas” están orgullosas de su condi- de 1952 comienza a desarrollarse una nueva co-
ción tanto por su propia autoafirmación identita- rriente caracterizada por el “neoindianismo” y la
ria como por su insistencia en la distinción de lo reivindicación del mestizaje como identidad boli-
“indígena”. viana por excelencia; todo ello se configurará en
torno a la figura de la chola como madre simbó-
Este estigma hacia lo cholo no limita las posi- lica de la nación, tal y como defiende el propio
bilidades de la apropiación terca y cotidiana de la Carlos Medinaceli: “La chola es el elemento bási-
ciudad inhóspita. […] Las posibilidades de cons- co de la nacionalidad. Ella representa el elemento
titución de una cultura intermedia y de una ‘élite más sano, laborioso y próspero de la patria” (Gu-
chola’ que configure patrones alternativos de as- mucio, 1984, 164). Pero, ¿cómo la chola pasa de
censo social se deben a su inserción exitosa en el “puta” a “madre de la patria”?
mercado. Por eso, constituye una amenaza para
el monopolio criollo y su discurso nacional cuya La conversión dentro del imaginario tradicio-
base de constitución no es solamente ‘el problema nal boliviano de la chola como enfermedad a ser la
indio’ sino que este problema tiene su origen en cura nacional no fue inmediato sino que se realizó
el cholo, culpado de su explotación y degenera- gradualmente principalmente por tres razones: la
ción racial y moral. (Soruco, 2011, 29) más relevante sería la exaltación del mestizaje en
Latinoamérica a partir de los años treinta; el ele-
Siguiendo con la retrospectiva histórica de vado porcentaje de participación femenina en la
Soruco, a principios de siglo XX, tras el estable- actividad económica en la época, por lo tanto, el
cimiento de la sede de gobierno en la ciudad de acceso de la chola al ámbito profesional fuera del
La Paz, las elites criollas intelectuales inauguraron hogar; y por último, la consideración de la chola
una nueva corriente literaria que más adelante se como la imagen original de la identidad boliviana:
conocería como “antimestizaje” en primer lugar “ya no es la indígena correspondiente al pasado
para contrarrestar el poder de la literatura indíge- prehispánico ni la criolla, heredera de la coloni-
na y por otra parte, desprestigiar el poder de los zación española; la chola es el presente […] un
nuevos lideres ciudadanos, en su mayoría cholos. producto nuevo y flexible” (Soruco, 2011, 161).
Es ahí donde aparece la figura de la “cholita pros-
tituta” con la intención de deslegitimarla dentro Wrestling cholitas: entre la
del mercado-ciudad. Su papel de prostituta im- lucha y el espectáculo.
posibilita su figura simbólica de madre de la na-
ción al desquitarle su propiedad reproductiva y Aunque no es un deporte que dependa de una
convertir a sus hijos en bastardos de la sociedad, organización o institución oficial, ni este regido
y por lo tanto, inhabilitados para ejercer los po- por algún tipo de legislación gubernamental o ad-
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Investigación
ministrativa, la lucha libre de cholitas surge en el Tras un año de entrenamientos, en octubre de
año 2003. Desde ese año, son muchas las leyendas 2003 se celebró el primer espectáculo de “cho-
alrededor de su origen. Por una parte, hay quie- litas luchadores” coincidiendo con el “Día del pe-
nes consideran que es una actualización de la san- riodista”. En ese día, todos los medios del país y
grienta lucha de mujeres “Tinku”1, otros creen en algunos peruanos se hicieron eco de aquel evento,
que fue una cholita la que retó a un luchador du- que a partir de ese momento se convertiría en
rante uno de los espectáculos y comenzó a luchar. elemento imprescindible de cualquier espectácu-
Sin embargo, tal y como aparece en la entrevista lo de lucha libre en Bolivia. Nacían las “cholitas
realizada a Carmen Rosa “la campeona”2 y en el cachascanistas” o “mamachas del ring” –termino-
documental Por mi pollera (2013), la lucha libre de logía utilizada por los medios peruanos para de-
cholitas surge en 2003 durante la conocida como signarlas-.
“Guerra del Gas.”3 “Al final de la guerra del gas,
en 2003, la lucha libre en Bolivia había decaído. Si bien existen mujeres luchadoras en otros
Fue en el “Multifuncional” de El Alto cuando por países e incluso un grupo de luchadoras transe-
megafonía pidieron que tanto hombres y mujeres xuales –male-female- en una de las ligas de lu-
estaban invitados a entrenar, en un intento por re- cha libre de Estados Unidos, la originalidad de las
armar de nuevo la lucha libre en Bolivia.” cholitas luchadoras viene dada porque ellas no to-
man el atuendo de los hombres, sino que defien-
Carmen Rosa “la campeona” fue una de las pri- den y llevan su propia indumentaria, tanto abajo
meras mujeres en comenzar a luchar en Bolivia. como arriba del ring, sin importar el pudor que
No sólo fue de las primeras mujeres que también les pueda causar mostrar la ropa interior durante
fue la primera en defender su vestimenta chola sus luchas. Fue este uno de los motivos por el que
durante los entrenamientos y los espectáculos. A muchas fueron excluidas de sus propias comuni-
partir de entonces, la lucha libre se abrió a todo dades e insultadas, para pasar a ser actualmente
tipo de mujeres, convirtiéndose en un reclamo un símbolo de la fuerza y el poder la chola dentro
tanto para hombres como para mujeres. Si bien de la sociedad boliviana. De hecho, no fue está la
los hombres iban atraídos por las piernas y los única discriminación que sufrieron sino que tam-
cuerpos que dejaban ver las cholitas en sus saltos; bién fueron negadas por los propios luchadores
las mujeres aymaras acudían allí para controlar 1.1 La danza “Tinku” es un ritual, celebrado por la comunidades indígenas del norte
quienes eran las mujeres que estaban rompiendo de Potosí y el sur de Oruro. En ellas, tanto hombre como mujeres y niños deben enfren-
con la tradición aymara y estaban “profanando” las tarse y luchar hasta que uno de los contrincantes caiga, e incluso muera. Actualmente,
el rito se ha convertido en un evento turístico, y está regulado por el Gobierno de
tradiciones “cuasi-sagradas” de la indumentaria Bolivia.
chola, como serían el aguayo o la propia “pollera”. 2 Carmen Rosa “la campeona” es considera la primera cholita cachascanista –lu-
chadora- en el documental Mamachas del Ring (2009). Entrevista en La Paz, 10 de
septiembre de 2014 (realizada por el autor).
3 La Guerra del Gas da nombre a los conflictos que se vivieron en Bolivia durante
2003 tras el descubrimiento del yacimiento de gas en Tarija (Bolivia). Fue uno de los
conflictos sociales más importantes de la historia reciente boliviana, que acabaría en el
año 2006 con la llegada al poder de Evo Morales y la nacionalización del gas ese año.
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Investigación

varones que las veían como una amenaza para el cidas por el Gobierno Autónomo de la ciudad de
propio espectáculo en el momento en el que ya El Alto así como por la Dirección Local de Cultu-
no atraían las peleas de varones sino de “cholas”. ras. Sus espectáculos se centran en el “Coliseo 12
La espectacularización del show fue muy de octubre” de El Alto. Es por lo tanto, el único
pronto aprovechada y explotada por los empresa- grupo de cholitas luchadoras autogestionado y
rios responsables del “Multifuncional” –principal controlado por mujeres.
coliseo de celebración de lucha libre en El Alto- Ellas mismas se encargan de la promoción y
. Tal y como aparece reflejado en el documental producción del evento. En este grupo no todas
Mamachas del Ring, las cholitas luchadoras fueron son cholas, o se reconocen como tal, sino que
explotadas laboralmente por los responsables del muchas de ellas, son mujeres “de vestido” –no
centro, siendo infravoladoras por el simple hecho cholas-, que visten falda de “pollera” únicamente
de ser mujer. Es a partir de entonces, cuando un en el ring. Aunque este hecho se pueda considerar
grupo de cholitas luchadoras constituye la que como una “farsa” o un “aprovechamiento burdo”
será la primera de lo cholo, no
“Asociación Li- sería así, ya que
bre de Cholitas es tal la consoli-
Luchadoras de dación de la lu-
Bolivia” con sede cha libre de cho-
en el “Coliseo 12 litas, que ciertas
de octubre” de acrobacias y ac-
El Alto. ciones tan sólo
se pueden reali-
La controver- zar portando la
sia y las disputas famosa falda de
dentro del gru- “pollera”, ya que
po de cholitas sin ella, todo el
luchadoras ha efecto conocido
sido una cons- como “cholita
tante. De las voladora” desa-
cuatro conocidas parecería.
como “luchado-
ras antiguas”, es Por lo tanto,
decir, las prime- podemos esta-
ras cholitas lu- blecer tres gru-
chadoras; mien- pos de cholitas
tras que Yolanda luchadoras que
“la amorosa” y controla la ex-
Marta “la alteña” plotación de la
permanecen fieles al precursor de esta especiali- lucha libre –enfrentadas entre sí, por su control
dad, Juan Mamani, actual encargado del espacio turístico-. En estos grupos, además de la lucha fe-
del “Multifuncional”, explotado turísticamente menina se incluye lucha de varones. Tal y como
en exclusividad por la empresa “Andean Secrets”; reconoce Juanita “la cariñosa”: “Debemos incluir
tanto Carmen Rosa “la campeona” como Julia “la varones porque ellos son los que nos entrenan
paceña” se han consolidado como luchadoras in- y además, no queremos enfrentarnos con ellos.
dependientes y actualmente no trabajan ni en el La lucha libre le debe mucho a los varones; ellos
“Multifuncional” ni en el “Coliseo 12 de octubre” fueron muy generosos cuando comenzamos a lu-
sino que realizan sus luchas de forma intinerante.
char.” Este dato es curioso cuanto menos, ya que
tal y como ellas mismas reconocen, son realmen-
La “Asociación Libre de Cholitas Luchadoras” te ellas la verdadera atracción y reclamo de la lu-
se compone de quince mujeres luchadoras enca- cha libre en Bolivia.
bezadas por su presidenta, Juanita “la cariñosa”.
Se constituyeron en mayo 2014 y fueron recono-
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Investigación
La cholita luchadora como La Teoría Queer entiende la identidad como una
nuevo modelo de masculinidad construcción social que está en continúo proce-
femenina so de redefinición y transformación. Y es en este
sentido donde el género es performativo, siguien-
Mirar a los hombres de cerca y nombrarlo do el discurso crítico elaborado por Judith Butler
como “hombres” significa que la masculinidad se sobre la producción preformativa de la identidad
ha convertido por fin en una categoría visible, y sexual.
por lo tanto, criticable. Michael Kimmel en su
texto “Masculinidades globales: restauración y re- Del mismo modo, consideramos de que algo
sistencia” (2001), nos recuerda que los individuos está cambiando y quizás este cambio proceda de
privilegiados mantienen los términos de su pri- la mayor visibilidad de las mujeres masculinas en
vilegio invisibles. El privilegio de la invisibilidad la sociedad contemporánea. No hay que dejar de
confiere a esos individuos “no marcados” el dere- reconocer el trascendente rol desempeñado por
cho a poder representar lo humano, lo universal y las mujeres masculinas en la construcción de la
por lo tanto, natural. masculinidad contemporánea. Aunque esta mas-
culinidad femenina, quizás no es tan reciente, ya
No hay un solo tipo de masculinidad, más bien que tal y como apunta Eve Kosofsky Sedgwick
se produce una masculinidad hegemónica que se (1998, 36), la existencia de mujeres masculinas
crea y recrea en relación con otras. Por ello, usa- han existido a lo largo de la historia de la huma-
mos el termino plural “masculinidades” frente al nidad. Esta constatación hace inconsistentes los
singular “masculinidad”. Los iconos de mármol presupuestos más básicos sobre las funciones y re-
han caído de sus pedestales y las figuras erguidas presentaciones de la masculinidad, y a su vez, nos
y pulcras están dejando paso a unas más frágiles y hace cuestionar el por qué entonces la conexión
vulnerables, pero también más ricas y plurales. entre la masculinidad y los nacidos biológicamen-
te hombres permanece inmutable.
En la base del patriarcado estaría la valoración
y defensa de lo masculino frente a la desvaloriza- Judith Halberstam (2008) identifica en la ma-
ción y menosprecio por la mujer y lo femenino. yoría de los cuerpos que analiza el lesbianismo
De esta forma, el patriarcado se asegura el man- con la masculinidad femenina. En el caso de las
tenimiento de una masculinidad pulcra; y es este cholitas voladoras, está correlación se rompería.
mismo patriarcado, el que no va a permitir las No hemos encontrado en nuestro estudio lesbia-
masculinidades alternativas. nas dentro del grupo de las luchadoras. Del mis-
mo modo, la masculinidad femenina defendida
Desde nuestra perspectiva “descategorizadora” por Halberstam se identifica con el aspecto físico
consideramos que la masculinidad femenina no masculino de las mujeres, todo lo contrario que
es una nueva categoría de masculinidad sino que en el caso de las cholitas, quienes no pierden ni un
defendemos la masculinidad como un conjunto ápice de su feminidad encima del ring. No sería
heterogéneo de masculinidades. No sólo existiría una cuestión de aspecto sino de actitud mascu-
una masculinidad femenina como tal sino que hay lina.
una gran pluralidad, que va desde el chicazo a la
butch o la drag king, entre otras. La cholita luchadora rompe con el estereotipo
otorgado a la mujer identificado con la pasividad,
Entendemos la masculinidad como una iden- el sometimiento, la debilidad y lo sofisticado para
tidad de género que es construida y aprendida, adquirir atributos que se presuponen masculi-
tanto por sujetos nacidos biológicamente hom- nos como son la rudeza, la fuerza, la violencia y
bres como mujeres, que se articula a través de es- la lucha, además de otros como sería la falta de
tructuras lingüísticas y culturales en un acto per- pudor, un aspecto realmente relevante en cuanto
formativo basado en la repetición e imitación de la cultura de la mujer chola. La cholita luchadora
los movimientos corporales, gestos, expresiones, vendría a reforzar el concepto de “identidad múl-
tono de voz e indumentaria marcados por una tiple” definido por Teresa de Lauretis, emegiendo
masculinidad hegemónica, erigida en oposición a como una identidad mudable y a menudo en con-
la feminidad, respecto a la cuál se crean diferentes tradicción consigo misma.
masculinidades que la sustentan o la subvierten.
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Investigación

“Un sujeto que no está di-


vidido por el lenguaje sino en
discordancia con él; una iden-
tidad compuesta por represen-
taciones heterogéneas y hteró-
nomas de género, raza y clase,
y frecuentemente, compuesta
de hecho a través de lenguajes
y culturas; una identidad que se
reclama partiendo de una histo-
ria de asimilaciones múltiples
y en la cual se insiste a manera
de estrategia”. (De Lauretis,
1989).

Esta reivindicación y asimi-


lación de lo masculino no que-
da en su propia lucha sino que
además, en sus enfrentamiento
a los hombres, les ridiculizan,
haciéndoles más débiles, y si-
guiendo la misma lógica patriar-
cal, afeminándolos. En el propio
espectáculo, la lucha de cholitas
es mucho más ruda y cruel que
la propia lucha entre hombres.
El Bargueño indígena
Casa de la Libertad

Moxos y Chiquitos
El Departamento de Archivo
de la Casa Nacional de Mone-
da de Potosí, viene trabajando
en una interesante y necesaria

y misional de
investigación documental, re-
ferida a los esclavos traídos del
África que trabajaron en la pri-
mera Casa Real de Moneda, en
los siglos XVI al XVIII, durante
el período colonial de nuestra
historia. La investigación que
se encuentra ya muy avanzada,
tendrá como resultado y plata-
forma de muestra, una exposi-
ción en ese centro cultural en la
ciudad de Potosí en los siguien-
Esta exposición fotográfica tes meses.
y su correspondiente catálogo, Asimismo, el Departamento
recientemente editado, tienen de Museo de dicha Casa, trabaja
la finalidad de compartir y di- arduamente en la proyección y
fundir la belleza que se alcanzó consolidación de las exposicio-
en el controversial pero prolífi- nes Del Real al Boliviano y La
co período virreinal, en el cual Ruta de la Plata, ambas relacio-
la mayoría de sus obras de arte nadas con la acuñación de mo-
tenían una peculiar impronta nedas en Potosí entre los años
netamente indígena america- 1574 a 1951, así como con las
na que hace un substancioso rutas que seguía la plata, lingotes
aporte a la riqueza del arte uni- y monedas acuñadas en Potosí
versal. Esta muestra se limita rumbo a Europa.
a concentrar la atención en los
motivos más extraños, signi-
ficativos y bellos del mobilia-
Investigación documental
Moneda
Casa Nacional de la
rio barroco mestizo (hispano-
indígena) La fe católica
encontró en el arte un medio
de evangelización muy efectivo,
descubriendo que los conceptos
religiosos los comprendían me-
jor a través del canto, la música,
la pintura y la escultura. El de-
sarrollo intelectual y artístico,
a pesar del paso de los años, se
mantuvo vivo en los talleres que
en otros tiempos fueron parte
de las reducciones jesuíticas.
La tradición de los oficios que
los indígenas habían aprendido,
las expresiones musicales, las
tallas de madera y el mobilia-
rio permanecen como testigos
del aporte del nuevo hombre
americano al esplendor de las
Misiones Jesuíticas Moxeñas y
Chiquitanas.

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