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Con el titular “El gran movimiento obrero bajo el terror”, el pie del dibujo
muestra al Jefe de Policía sobre una pila de cadáveres y se lee “Proyecto de
monumento ideado por los obreros para el Centenario”
La fuerza a la que se confió las operaciones represivas estaba dotada de
profesionalismo militar y era concebida como un cuerpo de élite escindido
del resto de la tropa. La visibilidad de este cuerpo armado y a caballo, la
intención de colocarlo en un lugar de prestigio dentro de la policía fueron
elementos que acompañaron el éxito de la acción concreta en la calle. Y así
parece entenderlo el propio Falcón, quien concibió la importancia que fuera
reconocido y percibido como tal pues “la inteligente dirección de esta
unidad (…) se ha puesto siempre de manifiesto y hoy ya felizmente el público
se apercibe que la existencia de este cuerpo no es con el objeto de
amedrentarlo, sino para garantir a cada uno el ejercicio de sus derechos
cuando estos no alteran el orden publico o atacan la moral” (Memoria
Falcón, 1906-1909: 25 y ss). Mostrarlos en la calle, movilizarlos,
destinarlos a la custodia de las manifestaciones obreras era sin duda en
beneficio de la construcción de una imagen de fuerza. El servicio de
caballería como fuerza de choque fue popularizado entre los obreros como
los “cosacos” (Salessi 2000: 155). Pero también lucirla, pues fue en los
festejos y desfiles del Centenario donde estos cosacos lucieron ataviados
con sus trajes de gran gala, encargados de escoltar a las visitas más
ilustres.
Del mismo modo, la División de Investigación ocupó un lugar central en la
organización de la policía del período.(19) Esta división consolidó la noción
de que la policía tenía derecho a registrar identidades en prontuarios
(vigentes desde 1901) con la adopción de la dactiloscopía como técnica de
identificación, conservar los datos de forma secreta en archivos y
eventualmente canjearlos con otras policías del mundo como establecer que
todo detenido podía ser derivado a sus oficinas para la obtención de datos
de identidad (García Ferrari, 2007:186 y ss).(20) Es decir, en los años
anteriores al Centenario se fortaleció un área central para la identificación
policial que acrecentó y cobró importancia con la escalada del conflicto
obrero. Las acciones de los agentes de Investigaciones fueron clave para la
obtención de información, elaboración de informes y la fundamentación de
los pedidos de expulsión bajo la Ley de Residencia. Las tareas de vigilancia
e investigación (muchas de ellas secretas) se desarrollaban en reuniones
gremiales, congresos partidarios, en oficinas de publicaciones y
manifestaciones.
En contexto, se celebró en 1905 la Conferencia Policial Internacional que
sentaba las bases para el intercambio de información y cooperación entre
policías regionales.(21) Los gabinetes de Seguridad Pública y Orden
Socialatendían uno la vigilancia “del elemento que se caracteriza por sus
tendencias políticas” y el otro especialmente de “anarquistas y
socialistas”.Con Falcón esta sección se reorganizó y pasó a depender
directamente de la Jefatura de Policía, hecho que generó un conflicto con el
jefe de esta división José G. Rossi. En la voz crítica de Fag Libert, la
División de Investigaciones era como el “WC de la Policía”, por fomentar
la delación y entender que la “semiprueba del delito es ser suscriptor de La
Protesta, adherirse a un paro obrero, negarse a ser alcahuete de la policía,
concurrir a una manifestación, usar corbata roja” (Federico Gutiérrez,
1907:8 y ss.) El archivo de esta división contaba con la capacidad de
centralizar la información de capturas de las policías de las principales
ciudades del interior y Montevideo como con Chile e Italia. Una diversidad
de comunicaciones evidencian su actuación dinámica, que bajo directa
dependencia de Falcón, respondía pedidos de informes desde Europa,
mostraba la plena vigencia del acuerdo de cooperación de 1905, limitaba la
circulación de prensa anarquista por ser un canal de difusión y
adiestramiento criminal y la fundamental implementación de las acciones
comprendidas en la ley de Residencia con el cumplimiento de listas y
trámites para la expulsión de extranjeros.(22) En sólo cuatro años incrementó
sensiblemente la cantidad de antedecentes con el objetivo final de que todos
los individuos quedaran registrados por la Policía.(23) En suma, la
diversidad de temas que manejaba laDivisión de Investigaciones parece dar
cuenta de la prolífica actividad y dinamismo de una de las áreas más
influyentes en las decisiones y actuaciones policiales del período y de quien
dependían gran parte de las detenciones de militantes y obreros. Ahondar
más aún en el proceso que va dotando de centralidad tanto el área de
Investigaciones como de Seguridad, revisar estadísticas, formas de operar y
demás, por lo menos del 900 en adelante, dará cuenta de una definición más
precisa del alcance de las prácticas represivas de esa policía del
Centenario.
Con los ojos puestos en el Centenario
Cuando el célebre periodista francés Georges Clemenceau reconstruyó su
visita en la Argentina del Centenario dedicó unas líneas para la policía de
la Capital y destacó la acción de “un gobierno decidido a terminar por
todos los medios con atentados que no pueden provocar sino un mismo
sentimiento de horror en todo el mundo civilizado expresado en una policía
fuertemente constituida y bien dirigida por jefes enérgicos contra los
autores de violencia, todos o casi todos extranjeros”. Sorprendido aún por
el atentado al Teatro Colón durante los festejos patrios celebró la rápida
captura de su autor material. (Clemenceau, 1999 (1911): 49).(23) El viajero
captó bien el rol de la policía porteña de esos años, no sólo la vio como
espectador en los desfiles sino actuar y desempeñarse exitosamente en su
recorrido por Buenos Aires, que incluyó también una rápida visita por el
Departamento de Policía. Es decir, celebrar la Argentina del Centenario
incluía también a su policía.
La policía era algo para mostrar y lucir y así lo entendió el Cnel. Luis
Dellepiane, flamante jefe de Policía, quien ante el destacado papel que le
tocaría a su institución gestionó con éxito el aumento de 900 vigilantes, 100
agentes de investigación y 100 bomberos con el objetivo de prevenir
cualquier acción que pudiera perturbar los actos oficiales como atender los
desfiles, espectáculos y festejos. La sección afectada a las celebraciones se
encargó de diseñar cuidadosamente la actuación en los desfiles, la custodia
de las visitas ilustres, la atención a las embajadas, la acreditación de
periodistas hasta la limpieza de la ciudad. También, fue convocada para
participar en los actos más significativos como cuando la banda de músicos
de la Policía de la Capital acompañó a un nutrido coro de niños de las
escuelas porteñas en la entonación del Himno Nacional, acto que en sí
mismo expresaba los símbolos más fuertes de los festejos.
Pero, la historia de la policía en el Centenario también debe incluir la
construcción de una relación – ilusoria quizás – entre policía y ciudadano,
entre agente y vecino que incluyera la vocación de ayuda de aquellos que
quedaban lógicamente excluidos del campo sobre el que se practicaba una
atenta vigilancia. Por ello, la creación de la Policía del Centenario tuvo
como finalidad captar colaboradores civiles con la policía, a quienes se los
facultó para observar y suministrar datos de “individuos sospechosos de
tramar complots para interrumpir los festejos del Centenario a fin de
atentar contra las personas, la propiedad, la moral o la cultura”. Sus
integrantes fueron seleccionados entre voluntarios de diferentes barrios,
portaban una credencial de identificación para participar en procedimientos
e intervenciones en su condición de “miembros honorarios” de la Policía de
la Capital con la capacidad de proceder y entregar arrestados a la
autoridad policial. (Orden del día, 16 y 17 de mayo de 1910). El temor por
la falta de personal sumado a los “trastornos sociales” era una
preocupación instalada desde varios meses antes de los festejos (Revista de
Policía, 16/01/10). Las amenazas de acciones destinadas a boicotear los
festejos, la proclamación de una huelga general para los días previos al 25
cómo la predisposición a movilizarse en la calle en contra de las
celebraciones eran temores no solo policiales sino más profundos y que
excedían los sucesos mismos de mayo.(25)
Año 1910. Credencial de “miembro honorario de la policía” para cooperar
con los componentes de la Repartición y detalle de las instrucciones para
los miembros honorarios
(Cortés Conde, 1936: 265)
El reconocimiento a la colaboración policial se estampó en un diploma de
honor y medalla de oro o plata más el beneficio de ser recomendado “muy
especialmente a la consideración de todo el personal de policía”. La prensa
elogió el comportamiento de la policía durante esos días y el mismo
presidente envío una felicitación al Jefe de Policía por el desempeño y
conducta ofrecidos durante la semana de festejos, premiado con un mes de
sueldo para el personal. Los ecos de las fiestas y el servicio policial
perduraron por varios días en la prensa dónde también se visualizó la
impresión que dejó aquella movilización urbana sin precedentes.
De todos modos, la cooperación con la policía tenía antecedentes a los
festejos. A finales de 1907 Falcón lanzó la iniciativa de conformar una Liga
de Honor que consistía en la colaboración de miembros de la sociedad
porteña para “velar por la moral y las buenas costumbres en las calles”. En
esa oportunidad también se pensó en la confección de un carnet que
acreditara dicha conducta para facilitar las denuncias ante el personal
policial. En este caso el objeto de atención eran las conductas inmorales en
la calle, los comentarios procaces e indecentes cuyas victimas serían
mujeres y niñas, señalándose a los cocheros como los sujetos más
perniciosos. La Liga de Honor fue pensada como un poderoso
podero auxiliar de la
policía, autoridad encargada por ley de velar por la moralidad pública
(Revista de Policía, 16/12/07).
Estos casos nos hacen reflexionar sobre el curioso contacto entre policía y
sociedad por estos años. Una convocatoria a la sociedad como asistente y
ojo controlador parecían definirse en lo que se denominó Policía del
Centenario yLiga de Honor. En ambos casos se convocó a la sociedad civil
para colaborar con la policía en lo que pareció ser un juego de miradas y
visibilidades y sutil línea divisoria entre colaboradores y enemigos de la
policía. Lo que puede entenderse a simple vista como un pedi pedido de ayuda y
colaboración a la población frente a la magnitud de los festejos y las
movilizaciones urbanas en el mes de mayo de 1910, también funcionó como
una extensión de ciertas aptitudes policiales hacia un grupo de vecinos de la
ciudad que bien quisieran
eran colaborar con la sencilla y fundamental tarea de
“informar”. Multiplicar los ojos policiales por la ciudad reportaría
beneficios para la acción policial pero también para la construcción de un
lugar de atención hacia esa la policía. Acreditarse como “colaborador”
“ era
mostrado como un honor que podría reportar beneficios – nada desdeñables
- a futuro y aceptar incluirse en los objetivos de una institución cuyo rol
represivo era clave en los conflictos sociales de esos años.
En suma, los discursos e ideass planteados por la reforma policial entre 1906
y 1909 proyectaron un modelo de policía fuerte que adquirió notoria
visibilidad en los años del Centenario. El rol represivo de esa policía,
profundizado desde principios de siglo (con el aumento de detenciones,
detencio
deportaciones y represión callejera) se definió en un contexto mayor de
transformaciones que proyectaban una policía más moderna y
profesionalizada. Más allá de materializarse esos cambios en el corto plazo,
los logros al parecer se cimentaron en un plano
p simbólico, que canonizó y
colocó a esa policía como fundacional para la construcción institucional en
el devenir del siglo que se iniciaba. Tanto la vida como la muerte del mismo
Falcón se emplazaron en ese sentido.
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