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Durante mi reciente estancia en México, pensé que al fin lograría entender en que

consistían los “Tepetates”, vocablo relacionado con un hipotético tipo de suelo


reiteradamente citado en la literatura edafológica de este país. Por tal motivo, charlé con
diversos colegas de aquella nación, así como con otros geógrafos y taxónomos. De hecho,
alguna de las contribuciones de la Conferencia Internacional versaba sobre el tema.
Empero no alcancé ninguna conclusión. Se trata de un término indígena ambiguo,
relacionado con la aparición (por la causa que sea) de horizontes más o menos
endurecidos en la superficie del suelo, o próxima a ella. Posiblemente tal vocablo se
encuentre más relacionado con el uso de suelos diferentes, pero que padecen tal
propiedad, por las culturas aborígenes. Frecuentemente, se asocian a materiales
volcánicos más o menos alterados y/o edafizados, sin excluir que la acción humana
participe en su constitución (según autores). Sin embargo, en otras regiones, dan cuenta
de horizontes petrocálcicos expuestos en superficie por la erosión, e incluso de
afloramientos rocosos (materiales parentales). Hablamos pues de un “concepto difuso”
posiblemente asociado al uso de suelos someros. Algunos colegas mexicanos intentaron
profundizar en su génesis (especialmente en los de naturaleza volcánica), como veréis en
varias publicaciones de acceso libre en Internet que os muestro más abajo. A pesar de
todo, son muchos los colegas consultados de aquél país que prefieren desvincular el
término de las clasificaciones de suelos y procesos edafogenéticos. ¡Mi gozo en un pozo!  
 
 
Paleosuelo enterrado y fosilizado bajo un presunto
tepetate de naturaleza volcánica. Foto: Juan José Ibáñez
 
Llevaba tiempo intrigado por saber más sobre la naturaleza de los Tepetates. Pero no lograba
averiguar en el ciberespacio más que su endurecimiento y frecuente asociación con
materiales volcánicos u otros tipos de suelos asociados e ellos. El vocablo, de origen
aborigen aparece también en la literatura etnoedafológica, y especialmente en las formas
de uso que utilizaban para su explotación las culturas indígenas. Como veréis,
actualmente se siguen mejorando y/o rehabilitando para su uso agrícola.  Y poco más puedo
decir.  En los casos de su aparición sobre materiales volcánicos, algunos atesoran propiedades
de fragipan y otros de duripan. No se decir exactamente si dan lugar a durisoles y andosoles,
como defienden algunos autores. Tal vocablo no ha sido usado ni en la WRB de 1998, ni en la de
2006-2007. Posiblemente, existan diversos procesos que puedan dar lugar a los Tepetates
sobre materiales volcánicos. Pero………. no lo sé con exactitud. En casos como este, lo mejor es
que los interesados lean la bibliografía. Abajo os dejo unos cuantos artículos de libre acceso en
Internet. Allí podréis indagar un poco más (o acumular incertidumbres también) sobre la
naturaleza de los mismos, o la ambigüedad del concepto. Reitero que los edafólogos mexicanos
con los que entablé conversación se inclinaban a hacer caso omiso del vocablo en sus
menesteres profesionales. Empero en la descripción del suelo muy evolucionado (ver
fotografías 1 y 3), enterrado bajo una capa endurecida de origen volcánico, varios asistentes
retornaron a usar el vocablo de marras. Y es que cuando una palabra que hace referencia a
“algo” enraíza una cultura, es muy difícil de erradicar, lo cual no signifiqua que este a
favor o en contra de su uso o desuso.  Ahora bien, debe definirse con precisión con vistas a
que los colegas alcancen un consenso de mínimos.
 

 
 
Tepetate. Fuente: Proyecto REVOSO
 
Juan José Ibáñez
 
 
Paisaje del paleosuelo enterrado y fosilizado bajo un presunto
tepetate de naturaleza volcánica. Cuando el segundo se desmorona,
la erosión hace presa del primero. Foto: Juan José Ibáñez

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