Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTRODUCCIÓN
En este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos recuerda de
forma especial algo que está muy presente en el Evangelio:
que el camino hacia la Resurrección pasa necesariamente
por la Pasión, no hay otro.
Próximas ya las celebraciones de la Semana Santa, nos
fijamos en la figura de María, mujer creyente y modelo de
seguimiento a Jesús. Ella encarnó en su vida esa realidad: el
camino hacia la alegría de la Resurrección pasa por el dolor
de la Pasión. Los “dolores” que vamos a recordar en este
septenario nos hablan precisamente de esto. Aprendamos de María a vivir nuestra
fe y caminemos con ella hacia la Pascua.
PRIMER DOLOR: LA PROFECÍA DE SIMEÓN
Lucas (Lc. 2, 33-35): “María y José estaban admirados por lo que se contaba del niño.
Simeón los bendijo y añadió a su madre: «Mira: éste está puesto para que muchos en Israel
caigan y se levanten; será como una bandera discutida; así quedará clara la actitud de
muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma».
«Las palabras de Simeón dan nueva luz al anuncio que María había oído del ángel:
Jesús es el Salvador, es luz para iluminar a los hombres… El anuncio de Simeón parece
como una segunda anunciación a María, pues le indica la dimensión histórica en la que el
Hijo cumplirá su misión, es decir, en la incomprensión y en el dolor. Es cierto que este
anuncio confirma su fe en el cumplimiento de las promesas divinas de la salvación, pero le
revela también que deberá vivir en el sufrimiento su obediencia de fe al lado del Salvador que
sufre, y que su maternidad será oscura y dolorosa». (Redemptoris Mater, nº 16)
En contraste con el anuncio del ángel lleno de gloria, las palabras de Simeón
indican a María que no será nada fácil el camino de la fe que ha emprendido.
¡Si el camino estuviera siempre claro! ¡Si se entendieran siempre bien los
signos! Pero muchas veces el camino de la fe es oscuro.
María, antes y después de la profecía de Simeón, asume para sí el auténtico
estilo del creyente según la Biblia: «Tú no quieres ofrendas ni sacrificios… Aquí estoy,
Señor, para hacer tu voluntad». (Sal. 40, 7-9; Hb. 10, 5-7)
Aprendamos de María a ofrecer al Señor no ofrendas y sacrificios, sino
aquello que los sustituye: la obediencia de la fe, viviendo de acuerdo con la
voluntad de Dios, manifestada definitivamente en Jesucristo.
PRECES
María, feliz porque has creído, Ruega por nosotros
María, Virgen de Nazaret, Ruega por nosotros
María, esclava del Señor, Ruega por nosotros
María, unida a Jesús hasta la cruz, Ruega por nosotros
ORACIÓN
María, llena de gracia, tú que has estado presente en el misterio de Cristo por la fe:
ayúdanos a tener una fe firme, que nos lleve a vivir con fidelidad el camino de
Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén
SEGUNDO DOLOR: LA HUIDA A EGIPTO
Mateo (Mt. 2, 13-15): “Apenas se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en
sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y huye a Egipto; estate
allí hasta que yo te diga, porque Herodes busca al niño para matarlo». Él se levantó, tomó
de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto. Y permaneció allí hasta la muerte de
Herodes, para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé
a mi hijo».