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ARTÍCULO O LIBRO

CONTENIDO:La aplicación de la ley en el espacio es una consecuencia del principio de soberanía del Estado que obliga a todos los habitantes
nacionales y extranjeros.

AUTOR:Esteban Pizarro
PAÍS DE ORIGEN:Colombia
TEMAS GENÉRICOS:Derecho laboral
REVISTA ACTUALIDAD LABORAL N°:154, jul.-ago./2009, págs. 10 a 15

La aplicación del ‘principio de la territorialidad de la ley laboral’ en Colombia

Revista Nº 154 Jul-Ago. 2009


Esteban Pizarro Jaramillo(*)
En este artículo vamos a analizar la postura de la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de
Justicia en torno al principio de la territorialidad de la ley laboral en Colombia, específicamente respecto
a dos temas concretos: i) el tratamiento frente a los contratos de trabajo ejecutados en diferentes
países y ii) la inmunidad de jurisdicción en materia laboral de los Estados y de sus agentes
diplomáticos.
En lo tocante al primer punto, como lo expresó el maestro Guillermo López Guerra hace más de diez
años en un muy importante escrito que es una de las bases fundamentales de este artículo (1) , debido a
la apertura económica, los tratados de libre comercio, etc., se requiere de una aplicación diáfana y
moderna del principio de la territorialidad de la ley laboral en los países.
Para ello, en ausencia de una disposición expresa en dichos tratados, es necesario que la Sala de
Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia realice una labor interpretativa del artículo 2º del
Código Sustantivo del Trabajo, ajustada a esta nueva realidad mundial, ya que la mencionada
disposición fue redactada hace más de cincuenta años.
Las normas vigentes que regulan la materia son el artículo 4º, inciso segundo, de la Constitución
Política (“Es deber de los nacionales y de los extranjeros en Colombia acatar la Constitución y las
leyes, y respetar y obedecer a las autoridades”), el mencionado artículo 2º del Código Sustantivo del
Trabajo (“El presente código rige en todo el territorio de la república para todos sus habitantes, sin
consideración a su nacionalidad”), el artículo 18 del Código Civil (“La ley es obligatoria tanto a los
nacionales como a los extranjeros residentes en Colombia”) y, finalmente, el artículo 57 del Código de
Régimen Político y Municipal (“Las leyes obligan a todos los habitantes del país, inclusive a los
extranjeros, sean domiciliados o transeúntes, salvo, respecto de estos, los derechos concedidos por los
tratados públicos”).
Al analizar la disposición constitucional, el doctor Luis Carlos Sáchica expresó que se consagró en la
Carta la “necesaria obligación política de obedecerla [se refiere a la Constitución y a las leyes] para
todos los que vivan bajo la jurisdicción del Estado”(2). Y, al estudiar el artículo 2º del Código Sustantivo
del Trabajo, el doctor Francisco Yesid Triana consideró:
“La aplicación de la ley en el espacio es una consecuencia del principio de soberanía del Estado que
obliga a todos los habitantes nacionales y extranjeros a vivir sometidos tanto a la Constitución como a
las leyes y a respetar a las autoridades del país. En desarrollo de este principio se debe afirmar que a
los trabajadores contratados en el exterior para prestar sus servicios en Colombia forzosamente se les
ha de reconocer y garantizar la plenitud de los derechos laborales (…). Respecto de los trabajadores
nacionales contratados inicialmente en Colombia y trasladados con posterioridad a otros países para
continuar desarrollando su actividad laboral, conviene observar que la aplicación estricta del principio
de la territorialidad puede conducir a discriminaciones injustas” (3).
Y el Doctor Guillermo González Charry, citado en el mencionado artículo del profesor López Guerra (4),
manifestó sobre la aplicación del principio de la territorialidad de la ley laboral:
“... Es un movimiento contemporáneo de todas las legislaciones laborales el de extender su acción
protectora a todo el que preste un trabajo asalariado dentro del territorio nacional, sin tener en cuenta
su origen. A ese principio obedece el mandato del código, según el cual sus reglas comprenden a todas
las personas que presten un trabajo subordinado en el territorio de la República, sea cual fuere su
nacionalidad.
(…) Conforme a lo anterior, la aplicación de la ley pertinente se rige por el lugar donde se haya
ejecutado el trabajo o donde se haya prestado el servicio, y por consiguiente, según este principio, las
leyes de la competencia, esto es, las que determinan los jueces idóneos para desatar los conflictos que
tales contratos ocasionen, son las del territorio donde se haya cumplido el contrato (…).
(…) En Colombia, la jurisprudencia del Tribunal Supremo del Trabajo se ha orientado (…) por la tesis
absoluta de la territorialidad de la ley, aplicando el principio de la lex loci solutionis, esto es, de que la
ley del país donde el contrato se cumplió en todo o en parte, debe ser la aplicada, y acogiendo la tesis
tradicional que interpreta los artículos 19 y 20 del Código Civil.
Dicha tesis, así interpretada, nos parece injusta, pues deja por fuera una serie de situaciones que
conducen al desamparo de los trabajadores nacionales. Debe tenerse presente que, por razón de la
naturaleza misma del contrato de trabajo, que es de tracto sucesivo, él puede ser ejecutado en distintos
países, sin que por ello se rompa la unidad contractual. Si en tal caso se obliga al trabajador a
perseguir, en cada país, al amparo proporcional al tiempo servido en su territorio, de acuerdo con sus
leyes, se le remitiría a una serie de procesos imposibles de cumplir, por razones de distancia y de
dinero. Para estos casos especiales la jurisprudencia y la doctrina internacionales se inclinan a admitir
como principio básico el de la aplicación de la lex loci contractus, es decir, de la ley del territorio en que
el contrato fue celebrado (…).
(…) Solución injusta sería negarle la protección de la ley y de los jueces nacionales, o restringirla al
tiempo servido en el territorio nacional, so pretexto de que parte del contrato se cumplió fuera de sus
límites”.
La jurisprudencia de la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia ha sufrido una muy
lenta evolución de la aplicación absoluta o estricta del principio de la territorialidad de la ley laboral a
una postura relativa. El primer fallo que se ocupó del tema, o la sentencia hito, fue del 9 de abril de
1959, Magistrado Ponente Jorge Vélez García, donde dicha corporación expresó que “habiendo sido
rendido tal servicio en el país colombiano, era de rigor aplicar la legislación colombiana debido a su
vigencia territorial casi absoluta…”.
Esta postura jurisprudencial en torno a la aplicación del principio de la territorialidad de la ley laboral la
reafirmó dicha Sala en las sentencias del 23 de mayo de 1970, Magistrado Ponente Reynaldo
Arciniegas; del 23 de julio de 1974, Magistrado Ponente Miguel Ángel García B. y del 29 de julio de
1982, Magistrado Ponente Jerónimo Argáez Castello, Radicación 6551. En este último fallo, la Sala de
Casación Laboral manifestó:
“... Es indudable que, en virtud del principio de la territorialidad de la ley, el contrato celebrado en
Colombia se rige por las leyes propias de ese Estado y el celebrado en Panamá por las de ese país. No
puede haber prolongación de ninguno de los regímenes jurídicos de una Nación a otra. Esa tesis de la
territorialidad de la ley, basada en el principio del locus regit actum, es la que informa nuestro derecho
laboral…” (CST, art. 2º).
Sin embargo, esta decisión contiene un interesante salvamento de voto del doctor Juan Hernández
Sáenz, quien manifestó:
“... Si un colombiano es contratado en el exterior por [una] empresa nacional domiciliada en el país, o
por [una] filial suya constituida y domiciliada en el exterior, y luego le sirve en Colombia a la sociedad
matriz, de aquellas características, me parece que las relaciones laborales de allí emanadas deben
regirse integralmente por la ley colombiana, puesto que culminaron en Colombia (…).
(…) De otra suerte, quedaría en desamparo un viejo servidor, nacional colombiano de empresa criolla
con filial foránea, por causa de una tímida exégesis del artículo 2º del Código Sustantivo…”.
La Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia mantuvo la tesis de la aplicación absoluta
o estricta del principio de la territorialidad de la ley laboral hasta 1987(5), año en el cual, mediante el fallo
del 17 de febrero de ese año, Radicación 0692, Magistrado Ponente Jorge Iván Palacio Palacio, acogió
una postura relativa, reiterada en la decisión del 18 de julio de 1989 (proceso de Édgar Fonseca Onofre
en contra de Sam y Avianca), al manifestar:
“Es, entonces, la territorialidad de la ley un principio que ha sido aplicado por la jurisprudencia nacional
en sentido estricto (…).
(…) Ha consagrado, entonces, la jurisprudencia de la Corte la tesis absoluta de territorialidad de la ley
al acoger el principio de la lex loci solutionis esto es, que la ley del país donde el contrato se cumplió,
en todo o en parte, debe ser la aplicable; se desarrolla así el mandamiento del artículo 2º del CST (…).
(…) Empero, el precedente principio no debe ser tan riguroso ni absoluto, por cuanto que, a pesar de
consagrarse que el principio de la territorialidad de la ley sea la regla general, pueden darse casos, y de
hecho se dan, en los cuales sea factible la aplicación de la ley extranjera (…).
(…) La aplicación exegética de la tesis del lex loci solutionis (…) conlleva a situaciones de desamparo
para el trabajador, como lo sería el tener que recurrir a la legislación de los distintos países donde
laboró para reclamar sus derechos, lo que es engorroso por motivos de dinero y distancias (…).
Así mismo, se rompería la unidad contractual por cuanto que en cada Estado debería invocar el
derecho por el periodo allí trabajado…” (negrillas en el texto original).
A partir de esta sentencia del 17 de febrero de 1987, la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema
de Justicia ha tenido una variante postura respecto del principio de la territorialidad de la ley laboral. Por
ejemplo, en las sentencias del 26 de septiembre de 1994, Radicación 6773, Magistrado Ponente
Manuel Enrique Daza Álvarez; del 22 de abril de 1998, Radicación 10461, Magistrado Ponente
Francisco Escobar Henríquez; del 28 de octubre de 1999, Radicación 11243, Magistrado Ponente Luis
Gonzalo Toro Correa y del 28 de junio de 2001, Radicación 15468, Magistrado Ponente José Roberto
Herrera Vergara, se aceptó que, entre otros, por motivos relacionados con la autonomía contractual y el
domicilio del trabajador, excepcionalmente se podía aplicar la legislación laboral nacional a un contrato
ejecutado total o parcialmente en el exterior.
Pero, en otros casos, por ejemplo en la sentencia del 15 de abril de 1997, Radicación 9003, Magistrado
Ponente Ramón Zúñiga Valverde, a pesar de aceptarse la validez en Colombia de los pactos sobre
beneficios extralegales consagrados en normatividades foráneas, se expresó que “la Corte ha
sostenido reiteradamente (…) la tesis de la territorialidad absoluta conforme al principio denominado lex
loci solutionis”, vaivén jurisprudencial que, por lo menos en esa determinación, acogió la postura
estricta.
Frente al segundo punto, lo mismo que sucedió respecto del primero, la Sala de Casación Laboral de la
Corte Suprema de Justicia moderó su tesis. Es decir, durante muchos años —más de 30—, dicha
corporación adoptó la teoría absoluta de la inmunidad jurisdiccional de los Estados y de sus agentes
diplomáticos en materia laboral, noción que actualmente se encuentra en un grado restringido o
relativo.
Inicialmente, dicha Sala consideró, de acuerdo con la tesis de la inmunidad jurisdiccional absoluta, que
por ningún motivo era viable demandar en Colombia a los otros Estados o a sus agentes diplomáticos
por aspectos laborales. La aplicación de dicha consideración condujo a la condena del Estado
colombiano por parte del Consejo de Estado con base en la tesis del daño especial, debido a que se
presentaba una denegación de justicia y, además, se le imponían al ciudadano unas cargas anormales
que no tenía el deber de soportar individualmente.
Debido a ello, por ejemplo, la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado,
mediante la sentencia del 25 de agosto de 1998, Radicación IJ-001, consejero ponente doctor Jesús
María Carrillo Ballesteros, expresó:
“... La garantía de acceder a la administración de justicia (C.P., art. 229), no puede sufrir excepción y
para que se haga efectiva (…) se abre paso la demanda contra el Estado colombiano quien
legítimamente conduce sus relaciones internacionales, asume obligaciones de la misma estirpe
mediante tratados (…).
(…) En síntesis, puede afirmarse que el título de importación jurídica sobre el cual se edifica el juicio de
responsabilidad para el Estado, lo constituye el rompimiento del equilibrio de las cargas públicas,
ocasionado por la actividad legítima de autoridades estatales (Congreso y Presidente de la República),
que causa daño antijurídico, respecto del cual, el administrado no está en el deber de soportar, pues la
carga pública que debe ser colectiva, no debe correr a cargo de una persona en particular. De ahí que
sea equitativo, imponer al Estado en representación de la sociedad, la obligación de reparar el perjuicio
irrogado a los actores. Esta solución no es cosa distinta que el cabal desarrollo y ejecución lógica del
principio de la igualdad ante la ley, previsto en el artículo 13 de la Constitución Política”.
La jurisprudencia de la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia respecto de la
inmunidad jurisdiccional de los Estados y de sus agentes diplomáticos en materia laboral varió
sustancialmente, el 13 de diciembre de 2007, a través de la Sentencia 32.096, con ponencia del
magistrado Camilo Tarquino Gallego, de una postura absoluta a una restringida.
Es decir, se acogió la tesis que formula que los actos que realizan los Estados y sus agentes, cuando
actúan como cualquier particular, no son inmunes. Simplemente opera un fuero especial, pero no la
inmunidad de jurisdicción. En el mencionado fallo la Corte consideró:
“Esta Sala de la Corte, de tiempo atrás, ha sido del criterio de la impertinencia de la admisión de
demanda y trámite de proceso laboral, contra embajadas de países extranjeros acreditados en
Colombia, bajo el argumento de que ello contrariaría los principios de independencia, soberanía y
libertad con que el derecho internacional ha rodeado a los representantes nacionales en otros Estados.
No obstante lo anterior, en torno a la discusión de si la jurisdicción laboral era la competente para
conocer de asuntos en los que interviniera un agente diplomático extranjero, han gravitado dos tesis
diametralmente opuestas: la primera, referida a la interpretación del artículo 31 de la Convención de
Viena de 1961, aprobada por el Estado colombiano a través de la Ley 6ª de 1972, que predica la
existencia de la inmunidad de jurisdicción en materia laboral, al equiparar la jurisdicción del trabajo a la
civil, y que la citada convención se encargó de regular; la segunda, según la cual el derecho laboral
goza de plena autonomía como disciplina jurídica, por lo que, al no aparecer mencionada dentro de las
consagradas en la Convención de Viena, en una interpretación restrictiva de la norma, se podía,
válidamente, someter a la jurisdicción del trabajo, el conocimiento de los asuntos laborales que
comprometieran a agentes diplomáticos extranjeros. Así, esta última recibió aceptación de la Sección
Primera de la Sala, en providencia del 9 de julio de 1986, en la que (…) dijo:
‘La norma internacional aplicable, o sea la Convención de Viena (…) consagra únicamente la
inmunidad de los agentes diplomáticos en materia penal —sin excepción alguna— y la inmunidad frente
a la jurisdicción civil y administrativa con algunas excepciones (…).
Debe tenerse en cuenta que, de acuerdo con una regla universal de lógica jurídica, las excepciones (a
lo cual equivale la exención o inmunidad) deben ser expresas y taxativas, y están sujetas a la
interpretación restrictiva. Entonces, si la citada Convención de Viena hubiese querido consagrar la
inmunidad diplomática en relación con la jurisdicción laboral o del trabajo, así lo hubiera consagrado
expresamente’.
‘Considérese también que el derecho laboral (…) es rama autónoma desde fines del siglo pasado,
plenamente reconocida como tal por la doctrina y la legislación. (…) No es dable entonces pensar que
los redactores de la Convención de Viena de 1961 ignoraran tal hecho, y hubiesen pretendido englobar
en la jurisdicción civil o administrativa, lo correspondiente específicamente al nuevo derecho laboral
(…)’.
‘Confirma lo anterior el hecho de que el artículo XXXIII de la citada convención internacional regula de
modo especial lo atinente a las responsabilidades del agente diplomático en materia de seguridad
social, que como es sabido es materia afín al derecho laboral, hasta el punto que en ocasiones se
confunden. Y a tal respecto, en cuanto a ‘criados particulares’ al servicio del agente diplomático que
sean nacionales del Estado receptor, establece expresamente la obligación del agente diplomático de
cumplir con las disposiciones vigentes en este (…)’.
‘Y no podía ser de otro modo a juicio de la Sala, teniendo en cuenta (…) la necesidad de proteger el
trabajo humano (…)’.
Sin embargo, el 2 de julio de 1987, la Sala Plena de Casación Laboral rectificó la tesis, con las
siguientes reflexiones, pertinentes:
‘(…) los agentes diplomáticos acreditados ante el Gobierno colombiano gozan de inmunidad frente a
toda especie de litigios entre particulares, sean ellos mercantiles, laborales o puramente civiles, desde
luego que, cuando el artículo XXXI de la Convención emplea las palabras ‘jurisdicción civil’ no es para
restringir el término ‘civil’ al ámbito exclusivo de ese derecho sino para diferenciar la rama de la justicia
que dirime los conflictos de intereses que se presenten dentro del ámbito de las leyes que regulan las
conductas recíprocas de los habitantes del país en el aspecto patrimonial y del estado civil de las
personas, de aquellas otras ramas de la justicia que tienen a su cargo reprimir los delitos o juzgar sobre
la validez de los actos o hechos de la administración pública’.
‘De lo anterior se desprende necesariamente que conforme a las disposiciones que acaban de
mencionarse, esta Sala carece de competencia para conocer de la presente demanda, por cuanto el
agente diplomático extranjero contra el cual se dirige goza de inmunidad ante la justicia del trabajo,
como parte que es manifiestamente de la llamada ‘jurisdicción civil’ (…)’.
Resulta ahora, para esta Sala, de imperiosa necesidad reestudiar el tema, pues en estos últimos veinte
años, múltiples argumentos han surgido, para revaluar las vigentes consideraciones con relación a la
inmunidad de jurisdicción de los Estados en materia laboral (…).
Si bien, como algunos lo sostienen, para señalar la competencia de la Corte, respecto del conocimiento
de demandas laborales, bastaría con predicar que la misma Convención de Viena de 1961 (…) no se
ocupó de la inmunidad de jurisdicción de los Estados en materia laboral, dada la autonomía de esta
rama del derecho adquirida desde comienzos del siglo pasado, existen otras consideraciones que en el
momento actual cobran vigencia.
(…) Innegablemente, si durante el siglo XIX imperó la tesis de la inmunidad de los Estados (…), con el
advenimiento del siglo XX, tal postura se ha morigerado ante la irresistible necesidad de mejorar las
relaciones comerciales entre los Estados, quienes no solo empezaron a actuar conforme a las
potestades soberanas que les correspondían, sino que asumieron un rol como si se tratara de cualquier
otro individuo.
Esta modificación en el universo jurídico, indudablemente, generó diversas diferencias en el ámbito
internacional, (…) pasándose de una concepción de la inmunidad absoluta de jurisdicción, a una
aplicación relativa, en la que el Estado debía responder por los actos que, como particular, hubiera
realizado.
Y no podría ser de otra manera, pues surgía evidente que, de seguirse admitiendo la referida
inmunidad absoluta, el individuo acreedor, quedaría en situación de desigualdad y desventaja, al no
poder obtener una respuesta eficaz frente a la eventual demanda que llegase a presentar, acorde con
los ordenamientos legales internos.
(…) Esta nueva orientación, conlleva la necesidad de responder a los ciudadanos del Estado, cuando,
como en este caso, a pesar de ser habitantes nacionales, y haber prestado servicios a misiones
diplomáticas de otros países, esta Corte ha venido negando la posibilidad de verificar mediante un
proceso, si les asiste un derecho salarial o prestacional, basada en el respeto a la soberanía inviolable
de los Estados. Realmente, en la actualidad no existe fundamento alguno de orden constitucional o
legal para persistir en dicha tesis, porque de esta forma, eventualmente, se desconocerían los
enunciados beneficios, y las normas del derecho laboral. Ello es así, dado que, frente a una relación
laboral, acorde con las normas del trabajo del Estado receptor, para este asunto el de Colombia, ese
servicio es distinto de las actividades que el país extranjero desarrolla dentro del ámbito de sus
funciones soberanas, es decir, que aquellas no son gubernamentales…”.
Nuestra opinión
Ante la falta de claridad en materia laboral respecto de la aplicación del principio de la territorialidad de
la ley laboral, lo ideal es que las partes del contrato de trabajo —trabajadores y empleadores—, regulen
en forma flexible, creativa y justa este tema. Sugerimos que si el traslado del trabajador al extranjero es
transitorio, por ejemplo, de menos de un año, las partes suspendan el contrato de trabajo en Colombia.
De esta forma, el vínculo en nuestro país se mantendría “vivo” y, por lo tanto, el empleador tendría que
realizar su aporte patronal para el sistema de seguridad social integral en salud y pensiones, para
efectos de una eventual terminación unilateral y sin justa causa, caso en el cual la indemnización
cobijaría toda la antigüedad, etc.
Pero, si el empleado decide radicarse en el extranjero, después del año, el nexo en Colombia se
debería terminar de común acuerdo. Así, sólo se mantendría un contrato vigente, el foráneo, en el cual,
en aras de la justicia, se debería reconocer alguna bonificación si este finaliza sin justa causa. Es decir,
las partes deberían acordar un monto extralegal respecto de la legislación del segundo país si el
contrato termina allá, sin que necesariamente dicha cuantía coincida con la suma legal por la
indemnización del primer contrato, porque el traslado implica otros beneficios como conocer más
países, aprender o perfeccionar otros idiomas, etc.
Si el contrato finaliza en Colombia, porque el empleado regresa y continúa laborando para el mismo
empleador, es justo que las partes acuerden que, solo para efectos de una eventual indemnización del
artículo 64 del Código Sustantivo, ha existido una única relación laboral.
Si la persona se traslada en forma periódica a otro u otros países en desarrollo de sus labores, no se
puede aplicar en forma estricta el principio de la territorialidad de la ley laboral. La solución más
adecuada para este tipo de casos es la consagrada en la ya mencionada sentencia de la Sala de
Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia del 22 abril de 1998, Radicación 10461:
“... La jurisprudencia de la Sala ha reconocido que el artículo 2.º del Código Sustantivo del Trabajo
contiene la teoría del (…) lex loci solutionis (…). Sin embargo, la recepción de esa teoría (…) no puede
ser llevada al extremo de entender que la respectiva relación de trabajo queda automáticamente
excluida de la regulación de la ley laboral colombiana, en lo que hace a los servicios prestados en el
exterior, en el evento de que el empleado se vea obligado a abandonar accidentalmente el país por
razones del servicio prometido y durante periodos más o menos largos y frecuentes, sin que deje de ser
habitante del territorio nacional, ni se altere el lugar donde se cumple la actividad patronal (…).
(…) Mas desde luego, si la labor del trabajador es requerida para una actividad, negocio,
establecimiento o empresa que se desenvuelve fuera del territorio nacional y adicionalmente se ve
comprometido a fijar su habitación en el mismo lugar, se hace inaplicable sin la menor duda la ley
laboral colombiana.
Importa también aclarar que (…) la voluntad de las partes no determina (…) la norma aplicable, pues se
trata de un problema de soberanía definido en la propia ley, de forma que los contratantes carecen de
la potestad de convenir que quedan cobijados o excluidos del estatuto laboral colombiano…”.
La regulación en materia de seguridad social es más clara: los extranjeros, que están afiliados en otro
país, están eximidos del deber de afiliación al sistema general en pensiones en Colombia. Claro está
que, desde el punto de vista práctico, el empleador debe verificar que dicha afiliación sea cierta.
Y si es un colombiano quien se radica en el extranjero, lo ideal sería que cotizara al sistema de
seguridad social integral en salud y pensiones como trabajador independiente en Colombia, para poder
mantener a sus beneficiarios en la EPS y/o para poder pensionarse acá, si desea regresar y vivir su
vejez en nuestro país. Esto último debido a la escasez de convenios interestatales en materia pensional
y a la dificultad práctica de su implementación.
Finalmente, hay que celebrar el cambio jurisprudencial de la Sala de Casación Laboral de la Corte
Suprema de Justicia, en el aspecto de la inmunidad en materia laboral de los Estados y de sus agentes
diplomáticos, y la capacidad de dicha Sala de acoger la tesis que niega la inmunidad sobre los actos
que realizan los Estados y sus agentes cuando actúan como cualquier particular. De esta forma se
garantizará el derecho constitucional fundamental del acceso a la administración de justicia en
Colombia, y se evitará el Estado nuevas condenas por parte del Consejo de Estado.

(*) Abogado de la Universidad Externado de Colombia, Especialista en Derecho Laboral de la Universidad del Rosario y
Especialista en Seguridad Social de la Universidad Javeriana. Docente de la Especialización de Derecho Laboral y de la
Seguridad Social de la Universidad del Rosario, y socio de la firma de abogados laboralistas Jaime Cerón Coral y Compañía
Ltda.

(1) LÓPEZ GUERRA, Guillermo, “Territorialidad de la ley laboral colombiana”, en: El derecho del trabajo y la seguridad
social, Bogotá, Colegio de Abogados del Trabajo y Legis, 1.ª edición, 1998, páginas 41-78.

(2) SÁCHICA, Luis Carlos, Constitución Política de la República de Colombia (comentada), Bogotá, Biblioteca Jurídica
Dike, 1991, página 8.

(3) TRIANA, Francisco Yesid, Código Sustantivo del Trabajo (comentado), Bogotá, Temis, 1997, página 112.

(4) LÓPEZ GUERRA, Guillermo, óp. cit. Páginas 44-46.

(5) Ver, por ejemplo, las sentencias del 30 de enero de 1984, Magistrado Ponente Ismael Coral Guerrero, y del 13 de
junio de 1985, Magistrado Ponente Nemesio Camacho Rodríguez.

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