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Tema 55
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Necesidades Específicas de Apoyo Educativo II
Preparador Oposiciones
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TEMA 55
EL AUTISMO Y LAS ALTERACIONES DE LA COMUNICACIÓN EN LA
INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA. INTERVENCIÓN EDUCATIVA ANTE
ESTOS PROBLEMAS
Introducción
Bibliografía
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Javier Palma
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INTRODUCCIÓN
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) constituye una de las modalidades más severa
de los trastornos del desarrollo neurológico (DSM-5) que son objeto de atención educativa. En
efecto, las personas incluidas en lo que se denomina como “espectro autista” presentan severas
discapacidades en el procesamiento de la información, en la atención, la memoria y la capacidad
de abstracción, y en el lenguaje. Además, presentan una evidente inadaptación para establecer
relaciones interpersonales y vínculos emocionales con las personas de su entorno. Tanto el
autismo como otras alteraciones del desarrollo son trastornos complejos y en numerosos casos
difíciles de clasificar. La investigación neurobiológica ha revelado que los graves déficits
cerebrales de estos individuos impiden establecer un pronóstico positivo, a corto plazo, en
relación con los aprendizajes académicos y los hábitos de autonomía. Y sin embargo, la
experiencia educativa también ha mostrado que una intervención temprana e intensiva puede
mejorar la competencia de dichas personas a largo plazo.
Partiendo de estas breves reflexiones, hemos organizado la exposición del tema en estos
apartados. En el primer apartado exponemos el debate científico y conceptual acerca del
significado del autismo. Subrayamos los indicadores del desarrollo humano que están
severamente alterados en estos alumnos. En el segundo apartado, estudiaremos las
características del desarrollo evolutivo de las personas TEA, desde la infancia a la vida adulta.
En el tercer apartado tratamos los aspectos relacionados con la evaluación psicopedagógica de
las necesidades educativas especiales en las situaciones de autismo. El cuarto apartado analiza
los organizativos y curriculares que son necesarios para llevar a cabo la atención educativa de
los alumnos con trastornos generalizados del desarrollo en los centros escolares. Y finalmente,
tratamos la cuestión de las adaptaciones curriculares individuales de acceso o significativas, que
constituirán el punto de partida para la atención educativa del autismo
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Consideramos que el tema que nos ocupa es muy importante para el trabajo del
orientador/a en los centros educativos. Sabemos que la atención a la diversidad ocupa buena
parte de las energías de este profesional, y de otros recursos humanos y materiales con que
cuenta el Departamento de Orientación y los Servicios Psicopedagógicos Escolares (SPE) La
experiencia nos dice que la organización de la atención educativa a las personas con
discapacidad se ha convertido en un campo de actuación preferente. En este ámbito las tareas
habituales del orientador son, entre otras, las siguientes:
- El asesoramiento organizativo y curricular sobre las NEAE tanto al equipo directivo del
centro, como al profesorado. Se trata de introducir los cambios necesarios para que se
ofrezcan una enseñanza adaptada a estos alumnos, además de poder contar con los
recursos materiales y humanos necesarios para su atención educativa
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Por último cabe destacar que la Comunitat Valenciana desarrolla anualmente, por medio
de instrucciones, unas aulas específicas en centros ordinarios para atender a los alumnos TEA y
con trastornos de la comunicación. Estas son conocidas como las Aulas de Comunicación y
Lenguaje (Aulas CyL)
Desde que Leo Kanner en 1943 definió el autismo, este trastorno del desarrollo se ha
presentado como un mundo lejano, extraño y lleno de enigmas. Enigmas que se refieren a la
propia definición del autismo, a sus causas y a la forma de tratar a las personas con esta
problemática. Durante más de medio siglo se han realizado muchas investigaciones tanto para
explicar su naturaleza como para abordar la intervención educativa y terapéutica. En este
apartado vamos exponer brevemente las teorías y la evolución que ha sufrido la explicación del
autismo. Constituirá un marco de comprensión para el resto del tema
- La gran soledad de los niños autistas (no se relacionaban con las personas y parecían felices
cuando se les dejaba solos...)
- El deseo obsesivo de que no cambie el ambiente que le rodea (se enfadaban con los
cambios de rutina, o cuando cambiaban de sitio los objetos que les rodeaban...)
- Una memoria excelente (los niños tenían una gran capacidad para memorizar grandes
cantidades de información sin sentido práctico: por ej., una página de una guía telefónica)
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A partir del estudio de Kanner la investigación sobre el autismo ha conocido tres épocas,
según Ángel Rivière (2001) En cada una de estas épocas el punto de partida y los resultados de
las investigaciones han sido diferentes, aunque complementarios. Veámoslo
En la primera época del estudio del autismo (1943 a 1963), el autismo se concibe como
“un trastorno emocional, producido por factores emocionales o afectivos inadecuados en la
relación del niño con las figuras de crianza”. Se trata de un trastorno de la personalidad cuyo
origen está en la incapacidad de los padres para ofrecer el afecto necesario para un crecimiento
psicológico equilibrado. Actualmente esta teoría se considera esencialmente falsa, pues no
existe una demostración que explique que el autismo sea una perturbación emocional. Además,
hoy sabemos que los padres no son el origen de esta alteración en el desarrollo, puesto que la
causa se encuentra vinculada más bien a factores de tipo biológico
La segunda época del estudio del autismo (1963 a 1983), se centró en el estudio de los
factores neurobiológicos y cognitivos. En esta etapa se comprende el autismo a partir de la
hipótesis de que existe alguna alteración de tipo cognitivo (más que afectivo) que explicaría las
dificultades de los niños autistas para la relación social, el lenguaje y la comunicación, o para
adquirir la flexibilidad mental. Por otra parte, durante esta época comenzó el interés por
desarrollar métodos educativos para atender a estos niños. Los avances en el tratamiento
educativo se manifestaron en dos cuestiones: la primera, es la aplicación de la modificación de
conducta para ayudar a estos niños (la creación de programas para desarrollar el lenguaje, para
eliminar conductas alteradas, para fomentar la comunicación y las habilidades sociales, o para
promover la autonomía y los aprendizajes funcionales) Y la segunda, consistió en la creación de
centros educativos específicos para niños autistas, y la organización de asociaciones de padres
y familiares
La tercera época del estudio del autismo (desde los años ’80 hasta finales Siglo XX), ha
tratado de consolidar la investigación precedente desde una perspectiva evolutiva. Hoy en día se
considera el autismo a partir de los que se denomina el espectro autista y los trastornos
generalizados del desarrollo. La investigación sobre el autismo ha ofrecido nuevos datos sobre
su etiología y sobre sus posibilidades de tratamiento educativo y/o médico. En general, los
estudios actuales consideran que el autismo supone una desviación cualitativa importante en el
desarrollo normal de los niños. El autismo expresa la ausencia de capacidades que son básicas
e imprescindibles para un desarrollo psicológico normal. En este sentido, en los últimos años se
han producido diversas explicaciones psicológicas y neurobiológicas rigurosas sobre este
trastorno del desarrollo. En relación con los tratamientos para las personas TEA, en los últimos
años se avanza hacia un estilo educativo que podemos considerar más pragmático y natural,
más integrador y menos “artificioso” (tal como se planteaba por el conductismo) Se trata de
métodos centrados en la comunicación como núcleo esencial del desarrollo, y a partir de la
misma se pretenden potenciar todas las capacidades de las personas autistas. En algunos
casos, la investigación farmacológica está apoyando la mejora de algunas alteraciones
asociadas al autismo... De entre todas las explicaciones actuales sobre el autismo vamos a
reseñar las siguientes teorías:
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- La teoría de la coherencia central. Según U. Frith (1991) los niños autistas son incapaces
de integrar, en un todo coherente y con significado, los fragmentos de la información que
están desorganizados. Ante una situación dada o ante la conducta de una persona, los niños
autistas son incapaces de distinguir las causas de las consecuencias, tampoco saben
interpretar el significado de los gestos de las manos o de los ojos de la persona como pistas
sobre sus intenciones. En definitiva, los niños autistas pocas veces tienen una comprensión
acertada del significado de las acciones humanas. Su comprensión fragmentada explicaría
las conductas repetitivas, la monotonía, o las habilidades extraordinarias de estos niños
- La teoría de la función ejecutiva. Esta teoría defendida, entre otros, por Duncan (1986) y
Ozonoff (1995) sostiene que los niños TEA manifiestan las mismas conductas que las
personas con lesiones en los lóbulos frontales. Según la neurobiología, esta parte del
cerebro es la que permite el desarrollo de las conductas con una función ejecutiva
(conductas como la planificación, el control de los impulsos, la inhibición de respuestas
inadecuadas, la organización de nuestras ideas, o la flexibilidad de pensamiento) En este
sentido, se ha comprobado que la conducta de los niños autistas a menudo es rígida e
inflexible (se muestran ansiosos cuando se cambian las rutinas de vida, o los objetos de su
lugar habitual...) A menudo también manifiestan conductas estereotipadas y nada creativas,
o bien manifiestan pensamientos sin sentido alguno...
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Mediante el aprendizaje, las personas con TEA pueden desarrollar “la empatía cognitiva”,
una empatía aprendida. Sin embargo, nunca será ni intuitiva ni primitiva, como la de las
personas neurotípicas. También existe la empatía afectiva, que es el elemento reactivo de la
empatía cognitiva, es decir, darse cuenta si una reacción emocional se ajusta a los
pensamientos y sentimientos de otra persona.
El estudio de las causas del autismo ha sido una de las cuestiones más polémicas sobre
este síndrome. En general existen dos líneas explicativas del autismo. En la primera línea están
los defensores de una causalidad basada en factores de tipo genético (alteraciones genéticas
como el cuadro de X frágil...), u otros factores de tipo biológico prenatales (rubéola congénita,
anomalías de metabolismo como la fenilcetonuria, factores nutricionales, consumo de drogas...),
o perinatales (encefalitis, meningitis, traumatismos, etc.) En la segunda línea están los
defensores de una causalidad de tipo psicológico (vinculada a la teoría psicodinámica), que ha
propuesto que en el origen del autismo influyen las alteraciones emocionales graves en los
padres, o los problemas en las relaciones entre madre-hijo, etc.
Sea como fuere, podemos decir brevemente que la investigación sobre la etiología del
autismo dibuja la imagen de un trastorno que tiene orígenes múltiples. Sin embargo, en general
hoy se admite que el autismo está causado en gran medida por alteraciones neurológicas (del
cerebro y el cerebelo) A partir de aquí, el sistema nervioso alterado va a dar lugar a otras
alteraciones en el desarrollo de las diversas capacidades básicas del ser humano (la
comunicación y el lenguaje, las relaciones sociales, la motricidad, etc.) Vamos a exponer, con un
poco más de detalle, el conjunto de causas que pueden influir en mayor o menor grado en la
aparición del síndrome autista
Causas del autismo vinculadas con la maduración del sistema nervioso (cerebro y
cerebelo):
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llamado “sistema límbico”, tales como la amígdala y el hipocampo. Algunos estudios han
revelado que el cerebro de muchos autistas es de un tamaño mayor que el normal. Otros
trabajos han revelado que las personas autistas pueden presentar zonas del cerebelo con un
tipo de neuronas de un tamaño menor al normal...
Causas del autismo relacionadas con factores genéticos y otras factores biológicos:
La idea de que muchos casos de autismo pueden deberse a causas genéticas tiene
bastante soporte empírico. Estas causas se basan en la investigación de gemelos,
preferiblemente monozigóticos, que presentan este trastorno (concordancia de autismo en los
dos miembros del par gemelar)
Numerosos estudios consideran que los niños TEA presentan trastornos en los procesos
receptivos que sirven percibir y relacionarse con el mundo. De hecho, sabemos que dos de los
rasgos esenciales en el autismo son el llamativo aislamiento del entorno y la incapacidad para
reaccionar ante los estímulos de su ambiente
Causas del autismo asociadas con factores psicodinámicos y con factores patológicos
de los padres:
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resultado de la percepción que tiene el niño (que se convierte en un estado mental) de una fuerte
hostilidad y desapego por parte de las figuras significativas, en los primeros momentos de su
vida. En una línea similar, M. Mahler piensa que el autismo infantil crea en el niño una angustia
de tal magnitud que llega a destruir la percepción de la madre como “representante” del mundo
exterior. Y por lo tanto, desarrolla en el niño autista una negación psicológica del mundo
Durante los años 70, algunos autores explicaron la etiología autista a partir del papel
jugado por los padres, que son descritos como individuos fríos, inmaduros, narcisistas, perplejos,
intelectualistas, esquizofrénicos... En todo caso, se trata de personas que son incapaces de
ofrecer el vínculo afectivo positivo que tan necesario es para que el niño desarrolle
equilibradamente las diversas capacidades...
La definición del autismo ofrecida por Kanner en 1943 sigue estando vigente actualmente
sobre todo porque identifica los tres ámbitos del desarrollo que están alterados en las personas
TEA:
Estos tres ámbitos se incluyen en las definiciones diagnósticas más empleadas por los
profesionales actualmente: la del DSM-IV (2002) y DSM-5 (2013) de la Asociación Americana de
Psiquiatría, y la de los Criterios Diagnósticos CIE –10 (1993) de la Organización Mundial de la
Salud. Estas clasificaciones no deben utilizarse como fundamentos rígidos del diagnóstico
clínico, puesto que la evaluación siempre tiene que basarse en una observación rigurosa de las
conductas del niño y en una interpretación fina de su significado.
- Trastorno importante en muchas conductas de relación no verbal, como la mirada a los ojos,
la expresión facial, las posturas corporales y los gestos para regular la interacción social
- Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales adecuadas al nivel evolutivo
- Ausencia de conductas espontáneas encaminadas a compartir placeres, intereses o logros
con otras personas (por ejemplo, de conductas de señalar o mostrar objetos de interés)
- Falta de reciprocidad social o emocional
- Retraso o ausencia completa de desarrollo del lenguaje oral (que no se intenta compensar
con medios alternativos de comunicación, como los gestos o la mímica)
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Es un trastorno que debe manifestar, antes de los tres años, retrasos o alteraciones en una
de estas tres áreas: (1) interacción social, (2) empleo comunicativo del lenguaje, o (3) juego
simbólico
Uno de los rasgos más peculiares del autismo es una profunda falta de respuesta social.
Los niños autistas tienen enormes dificultades para el establecimiento de vínculos sociales.
Frecuentemente el niño autista no llora ni grita para llamar la atención de sus padres; no sólo no
buscan contacto físico (besos, caricias...), sino que lo suelen rechazar cuando se intenta
mantener; sólo parecen estar contentos cuando están solos... En resumen, muestran una
implicación afectiva mínima con su entorno fruto del aislamiento social en el que viven
Algunos datos han señalado que en torno al 50% de los niños autistas no llegan a
adquirir nunca el lenguaje. En el 50% restante, el lenguaje que aparece presenta numerosas
anormalidades. Por ejemplo, un rasgo habitual es la ecolalia, o tendencia a repetir palabras y
frases dichas por los demás: la repetición suele aparecer inmediatamente detrás de cada
palabra dicha por el otro o después de una demora que puede ser breve o incluso de días,
careciendo de intención comunicativa alguna. Otras características que aparecen en el lenguaje
autista son el uso del pronombre tú o del nombre propio para referirse a sí mismo. Es decir, el
autista suele dirigirse a otras personas hablándoles como si aquellos fueran él mismo (por ej.
preguntándole a la madre “¿quieres leche?”, cuando es él quien la quiere) Otras características
del lenguaje son: la frecuencia del habla con una finalidad autoestimuladora, también las graves
dificultades de comprensión verbal, o bien la falta de tono afectivo en la expresión lingüísticas...
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Al igual que sucede con su conducta social, el niño autista manifiesta respuestas
anormales ante los estímulos sensoriales. Esta anormalidad (sobre todo en el caso de estímulos
auditivos) consiste en responder exageradamente ante estímulos insignificantes o con
indiferencia ante estímulos intensos (a veces se piensa que tienen sordera). Esta característica
se relaciona con un fenómeno típico del autismo conocido como “hiperselectividad estimular”,
consistente en el hecho de que cuando se le presentan al niño simultáneamente varios estímulos
sensoriales, éste sólo responde a una porción muy limitada de ellos. Esta realidad estará en el
origen de las dificultades de aprendizaje de algunos niños autistas, ya que el aprendizaje exige
que el niño atienda, al mismo tiempo, a un rango amplio de estímulos (visuales, auditivos,
táctiles...)
Los niños autistas presentan una preocupación compulsiva por mantener el entorno
invariable en su disposición. Además, reaccionan con gran irritación ante los menores cambios
en el mismo. En relación con este fenómeno suele aparecer otra conducta que consiste en que
el niño autista muestra un apego exagerado hacia algunos objetos, que necesita tener
constantemente junto a sí, sujetándolos con fuerza. La desaparición de estos objetos suele
acarrear intensas pataletas. Por otra parte, la exigencia de invariabilidad afecta no sólo al
espacio físico, sino también a las rutinas familiares, cuya alteración le provoca al niño un
malestar enorme. En resumen, el niño autista suele desarrollar numerosos ritualismos, tales
como: la memorización sin ninguna finalidad de horarios, calendarios, reglas, etc., la insistencia
en comer siempre determinado alimento, en vestir determinada prenda o en tocar determinado
objeto, o también, la insistencia en preguntar la misma cosa una y otra vez exigiendo siempre la
misma respuesta, etc.
La autoestimulación se entiende como una conducta que tiende a ser repetida una y otra
vez de manera estereotipada, y que tiene como finalidad aparente proveer al niño de un refuerzo
sensorial o cinestésico. Las conductas autoestimuladoras son de diverso tipo en el niño autista:
en el plano de la motricidad gruesa, son frecuentes los balanceos repetitivos, saltos, carreras
cortas, pasos medidos, giros de la cabeza, aleteo de los brazos y posturas extravagantes. Otras
conductas autoestimuladoras del niño autista son también: ofrecer miradas persistentes a
determinadas luces, miradas de reojo, movimientos circulares de los ojos, realizar la conducta de
tensión/distensión de la mano, miradas persistentes de la mano, etc. Desde el punto de vista
educativo, las conductas autoestimuladoras son uno de los mayores problemas que tienen estos
niños para poder aprender conductas más complejas y aceptadas socialmente (puesto que limita
su capacidad de atención y de respuesta a los diversos estímulos a través de los que se realiza
el aprendizaje...)
Definimos la conducta autolesiva como aquella conducta que ocasiona algún tipo de
daño físico al propio sujeto. Las dos formas más frecuentes de autolesión en el niño autista
suelen ser el golpearse la cabeza y el morderse las manos o los puños. Tampoco son raros los
comportamientos consistentes en golpearse los codos y piernas, arrancarse los pelos, arañarse
o darse bofetadas, presionarse los ojos, desgarrarse las uñas con los dientes, etc. Es preciso
tener en cuenta que la frecuencia y la gravedad de este tipo de comportamiento varían
enormemente según los casos y las circunstancias, desde los más leves hasta aquellos otros en
que ponen en riesgo su salud
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En relación con esta dimensión del desarrollo se han investigado tres cuestiones. La
primera tiene que ver con la frecuente coexistencia del autismo y el retraso mental. La segunda
ha estudiado la existencia de "habilidades especiales" en niños autistas. Y la tercera, ha
considerado las peculiaridades que tiene el procesamiento de la información en las personas
autistas. Vamos a verlas:
Cuando analizamos las características de los niños autistas comprobamos que existen
otras alteraciones del desarrollo que comparten algunos de los indicadores de este trastorno.
Para aclarar posibles confusiones, la investigación sobre el autismo de Lorna Wing (1995) ha
establecido el concepto de “espectro autista”. En este apartado vamos a estudiar, en primer
lugar, los tipos y grados de autismo que podemos encontrar en este espectro. Y en según lugar
vamos a describir otros trastornos del desarrollo que, a veces, manifiestan conductas típicas del
autismo
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La segunda, es que hay muchos retrasos y alteraciones del desarrollo que se acompañan
de síntomas autistas, sin ser propiamente cuadros de autismo. Por lo tanto, el autismo puede
considerarse un “continuo” de diferentes dimensiones que se presentan en diverso grado de
alteración. Este continuo en las conductas que son consideradas autistas ha sido estudiado por
Martos y Rivière (2001) Estos autores consideran las siguientes dimensiones alteradas en las
personas con el espectro autista (en cierto modo confirman la definición ya expuesta del DSM-5.
La incluimos no obstante, porque existen algunos matices descriptivos interesantes):
Trastornos de la flexibilidad:
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- Predominio masivo de conductas sin propósito (correteos sin meta, deambulación sin
sentido, etc.)
- Actividades funcionales muy breves y dirigidas desde fuera. Cuando no, se vuelve a
conductas sin propósito
- Conductas autónomas y prolongadas de ciclo largo, cuyo sentido no se comprende bien
- Logros complejos (por ejemplo, de ciclos escolares), pero que no se integran en la imagen de
un “yo proyectado en el futuro”. Motivos de logro superficiales, externos y poco flexibles
Una posible forma de entender las relaciones que se establecen entre el autismo, como
trastorno nuclear y específico, los antiguos trastornos generalizados del desarrollo del DSM-IV, y
los trastornos de espectro autista en el DSM-5 es la representación gráfica que presentamos a
continuación:
ESPECTRO AUTISTA
AUTISMO
Aunque es una categoría del anterior DSM-IV no queremos dejar de hacerle referencia
pues es muy popular su utilización y todavía forma parte de nuestras valoraciones
psicopedagógicas. El DSM-5 ya no lo recoge y lo podríamos entender como un TEA sin
afectación intelectual ó como algunos autores lo denominan de alto funcionamiento (C. Hortal,
2010)
Siguiendo el DSM-IV las características más definitorias de este síndrome eran:
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- Los niños y adultos con Síndrome de Asperger tienen unas capacidades mentales que
podemos como de una “inteligencia impersonal fría”. Además, frecuentemente muestran
competencias extraordinarias en algunos campos del aprendizaje (por ejemplo, es el caso
de un niño de seis años con Síndrome de Asperger y con CI de 140 que antes de los tres
años sabía leer, pero no conversar. O aquellos niños que a los seis años se entretienen
inventándose crucigramas como los que aparecen en las revistas de pasatiempos...)
Según Carme Hortal (2010) los rasgos del autismo aparecen en edades muy tempranas,
aunque es bastante difícil detectarlos durante el primer año de vida. Hasta el primer año es
desarrollo del niño sigue unos patrones de desarrollo muy normales, aunque ya podemos
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observar algunas conductas que manifiestan cierta alteración en el crecimiento. Las conductas
más características del niño TEA en esta etapa son las siguientes:
Siendo bebé, cuando es cogido en brazos por sus familiares, el niño manifiesta que no se
acopla bien al cuerpo del adulto y que no suele anticiparse estirando los brazos para que le
cojan
Se retrasa la sonrisa social como respuesta a algo que le resulta agradable. Así, por
ejemplo, puede no manifestar alegría cuando juegan con sus padres y familiares
Tampoco tiende a establecer contacto visual con las personas que se le acercan,
mostrándoles poca atención y poco interés
Tiene dificultades en las conductas en las que hay que compartir experiencias por medio de
la mirada, donde el bebé primero mira al adulto y posteriormente al objeto (lo que se conoce
como atención conjunta)
No suele mostrar conductas comunicativas como señalar con el dedo índice una cosa que le
interesa, ni pedirla por medio de gestos, ni alarga el brazo para que otra persona le acerque
lo que pide
La aparición del gorjeo se puede ver retrasada y suelen ser escasas las ocasiones en las
que emite sonidos adaptados al contexto. En el balbuceo, que aparece alrededor del 8° mes
de vida, también se aprecian diferencias. Esto es debido fundamentalmente a la dificultad
que presenta en la imitación de conductas, sonidos o gestos.
Algunos padres manifiestan que es algo más pasivo que los demás. Casi no reclama nada y
puede permanecer despierto durante mucho tiempo sin demandar la atención del adulto
No suele orientar la cabeza hacia una fuente de sonido ni hacia la voz de una persona;
parece indiferente al mundo sonoro, como si fuera sordo
Puede presentar alteraciones del sueño, tanto en la duración como en la frecuencia, lo que
repercute en su descanso y desarrollo
No suele participar en interacciones sociales sencillas como, por ejemplo, decir adiós con la
mano para despedirse o cuando alguien se va. Es complicado compartir con él intereses y
acciones
No tiende a buscar a sus padres cuando están en casa ni su consuelo, bien porque se ha
caído y se ha hecho daño o porque algo le sale mal
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Puede evitar la mirada de los demás y el contacto físico, con lo que será difícil establecer
una relación con él sin que se irrite o muestre un rechazo a ser tocado
El niño a esta edad puede tener una gran confusión en sus actividades. Muchas veces
prefiere estar solo, aunque necesita a otras personas para que le cuiden, jueguen con él y
compartan momentos agradables. Le cuesta reconocer sus propias emociones y
expresarlas. En ocasiones no comprende lo que otros le piden y cómo se sienten cuando no
hace lo que esperan de él
No han desarrollado a esta edad un lenguaje oral que les permita comunicarse. Cuando
dicha dificultad no desemboca en un mutismo casi total, algunos tienden a desarrollar un len-
guaje muy básico y poco adaptado al contexto
Tampoco suelen mirar los objetos hacia los que le señalan otras personas y piden
normalmente las cosas cogiendo de la mano a los demás
Suelen gustarle los juegos de luz, se interesa mucho por un punto de la habitación o por
algunos movimientos repetitivos, por ejemplo, de rotación o vaivén
Pueden ser frecuentes los movimientos estereotipados como balanceos, aleteos, frotarse las
manos, girar sobre sí mismo y ordenar reiteradamente los objetos. Pueden permanecer muy
pasivos o hiperactivos
No realiza o le cuesta mucho actuar en juegos sencillos de imitación como, por ejemplo,
poner caras, hacer como si fuera un león o mover su cuerpo a la vez que otra persona
No practica un juego de tipo simbólico con sus muñecos y juguetes. En este juego se
simulan acciones de la vida diaria
Sus juegos son repetitivos. Suele fijarse más en algunas partes de los objetos, como las
ruedas de un coche, con las que puede pasar largos períodos de tiempo haciéndolas girar
En esta etapa las señales más evidentes del autismo suelen estar ya detectadas. Es una
etapa muy complicada para la familia. Continúan las alteraciones de su conducta, y cada vez son
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más evidentes las diferencias de tipo social en relación con los niños de su edad. Para algunos
niños comienza su escolarización en un centro específico o en la escuela ordinaria, en función
de las necesidades de cada niño. Los signos más evidentes del síndrome autista se detectan en
el ámbito de las capacidades sociales y emocionales y en las conductas lingüísticas. Veamos
algunos indicadores concretos del desarrollo evolutivo:
Les cuesta comprender las reglas sociales, o mirar a los ojos cuando hablan a alguien, o
saber cuando tienen que hacer algo o cómo expresarlo
Mantienen un pensamiento inflexible y poco adaptado a los cambios. Por ejemplo tienen a
ceñirse al contorno de un dibujo cuando lo colorean, o ir siempre por el mismo camino a la
escuela
Las personas con trastorno de Asperger muestran más interés por sus iguales, desean tener
amigos. Aunque no entienden la amistad de sus amigos con otros amigos
No comprenden bien que los sentimientos de alegría, enfado o tristeza de los demás se
pueden expresar con la palabra, o bien con los gestos o las expresiones faciales
No son capaces de expresar con palabras sus sentimientos. Son frecuentes las rabietas sin
motivo aparente
Presentan miedos específicos e infundados. Por ejemplo, pueden tener miedo a un teléfono
o a ir al supermercado (un espacio amplio y poco controlable) En general no tienen miedo a
los animales, les gusta su compañía. Por eso puede ser útil para la terapia
Les resulta difícil expresarse mediante el lenguaje corporal, las expresiones faciales, los
gestos o la mirada. No saben guardar el turno en un diálogo
Es frecuente que la conducta de ecolalia vaya cambiando con la edad: primero estas
repeticiones suelen ser inmediatas (donde el niño oye algo curioso para él, lo repite), y con el
tiempo se emiten mucho después de haberlas oído
En las actitudes y los comportamientos de los niños autistas manifiestan un deseo de que
nada varíe en su entorno. Pueden enfadarse mucho si cambia la disposición de los objetos
Necesitan ayuda para vestirse, y son reacios a cambiar la ropa que les gusta ponerse
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Pueden parecer insensibles al dolor (cuando se queman, por ejemplo) o bien manifiestan
una hipersensibilidad al más mínimo roce o caída
Les cuesta mucho imitar las conductas motóricas, y es preciso estimular su psicomotricidad
No tienden a jugar con otros niños, puesto que prefieren divertirse solos explorando un
objeto concreto
Su juego suele ser pobre, poco creativo. Disfrutan, por ejemplo, ordenando o alineando
cosas en casa, en la escuela o en la playa...
Tienen dificultad para imaginar y simbolizar, y por eso no disfrutan con las historietas y los
cuentos
Los niños experimentan entre los 6 y 12 años notables avances en los procesos
madurativos. Sobre todo es notable el cambio en los aprendizajes escolares (se notan los
avances en las capacidades como la memoria, la atención, la concentración y la capacidad de
solucionar problemas sencillos), y también en las relaciones sociales (los niños son capaces de
imaginar estados mentales que tienen otras personas, sus sentimientos y pensamientos;
intentan comprender lo que piensan los otros) Sin embargo, los niños TEA muestran un
desequilibrio en su desarrollo. Por una parte mejoran en algunas capacidades como las de tipo
viso-espacial (por ejemplo, hacer puzzles o copiar modelos con cubos) Pero tienen dificultades
en las actividades de juego simbólico, la compresión de las relaciones y las normas sociales, en
el aprendizaje de la atención conjunta, o en las tareas que hay que utilizar el lenguaje tanto
comprensivo como expresivo. Podemos describir, siguiendo a Cuadrado y Valiente (2005) las
conductas sociales, afectivas, comunicativas, y las actitudes más evidentes de los niños TEA
durante esta etapa:
Les cuesta aprender habilidades para mejorar sus relaciones sociales (por ejemplo, tienen
muchas dificultades para reconocer las expresiones emocionales de los demás)
Suele persistir la indiferencia hacia otros niños. Por este motivo no tienen iniciativa en los
juegos y en las actividades de grupo
Los niños autistas con poco uso del lenguaje oral, y con algún grado de discapacidad
intelectualapenas se relacionan con sus compañeros de clase
La expresión de las emociones suele ser bastante inadaptada (sonrisas, rabietas, reacciones
de evitación ante desconocidos…) al contexto en el que se encuentra.
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En esta etapa suele haber ciertos progresos en la intención comunicativa (en el interés por
expresar y comprender a los otros) Aunque no existe un lenguaje espontáneo. Persiste la
ecolalia como forma alterada de comunicación
Al hablar cometen un error llamado “inversión pronominal” como, por ejemplo, decir “Ana
come”, en vez de “yo como”
Tienen dificultades en la narración; sólo describen de forma objetiva lo que ven, de un modo
literal. No saben crear relaciones entre unos hechos y otros. Tampoco pueden seguir el hilo
conductor de una historia
En relación con el juego existe una mayor flexibilidad, pero normalmente le gusta seguir unas
rutinas centradas obsesivamente en unos objetos
También continúan las conductas compulsivas y ritualizadas, como apagar y encender luces,
o abrir y cerrar puertas, así como posibles agresiones y autoagresiones
Es una etapa en la vida donde aprenden, con mucha dificultad, a ser autónomos en diversas
tareas: vestirse, alimentación, pequeña colaboración en las tareas de casa…
Sabemos que el autismo tienen cura hoy por hoy. Sin embargo, en muchos casos estas
personas experimentan una mejora en su vida. De hecho, pueden disminuir sus conductas
estereotipadas, mejorar su lenguaje y su comprensión de las relaciones sociales, aunque en la
vida adulta estas personas necesitan también apoyos y tratamientos. Existen muchas diferencias
en el desarrollo evolutivo durante la vida adulta. Aquellas personas que tienen unas capacidades
cognitivas normales y que han desarrollado el habla pueden ser más autónomas en la vida social
(es el caso de los alumnos con el síndrome de Asperger) En general, podemos realizar el
siguiente pronóstico en el desarrollo durante la adolescencia:
Se relacionan mejor con sus compañeros porque han mejorado en su forma de comunicarse.
Pueden desear el contacto social, aunque muchas veces no saber cómo iniciarlo
Los cambios hormonales y morfológicos propios de la etapa pueden hacerles sentir más
agitados, nerviosos y preocupados por el orden y las rutinas. También pueden aparecer, en
algunos casos, posibles ataques de epilepsia
Les cuesta darse cuenta de las situaciones que implican un engaño o un doble sentido,
debido a su rigidez de pensamiento
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Su lenguaje, en el caso de que haya desarrollado el lenguaje oral, suele ser demasiado
formal y literal (muy ligada a lo concreto)
Le cuesta mucho participar en las conversaciones porque tienen muchas dificultades para
atribuir que estará pensando la persona con la que hablan. También les es difícil respetar los
turnos de palabra
Pueden tener dificultades para controlar su propia conducta, como en el caso de las
autoagresiones
Muchos superan las estereotipias, y si las tienen son más breves (el caso de las personas
con Asperger)
Sus intereses intelectuales suelen ser restringidos. Aunque pueden profundizar muchos en
los temas a los que tienen afición (aviones, coches, animales...)
Suelen desarrollar hábitos de planificación de la vida bastante rígidos. Las agendas les
ayudan a tener seguridad en las tareas planificadas...
Finalizamos este apartado señalando que existen muchas diferencias entre las
manifestaciones y la evolución de las personas TEA. Esta amplia variabilidad se produce debido
a la asociación de estas alteraciones con otros síndromes y discapacidades (retraso mental,
discapacidad física...), o bien, debido al grado de afectación, al nivel comunicativo. En todo caso,
la atención temprana y los programas de mejora establecidos desde la primera infancia van a
condicionar el pronóstico y el desarrollo evolutivo y escolar de estos alumnos
BIBLIOGRAFÍA
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Editorial
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niños con trastornos generalizados del desarrollo. Madrid. Pirámide
- VERDUGO, MA (2009) Como mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.
Amaru Ediciones
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