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My Hero Academia

Felices de tenerte

Ese día había sido como cualquier otro. Justo cuando terminaba su jornada laboral, recibió una llamada.
Su pareja acababa de dar a luz. El mundo de Shōto Todoroki se desestabilizó por unos instantes pero
sus piernas se movieron solas cuando se dirigió a toda velocidad hacia el hospital.
Él y Midoriya habían estado saliendo desde que se graduaron de U.A. Ambos mantenían sus carreras
como pro-héroes a tiempo completo, no tardaron en empezar a convivir juntos para poco tiempo
después casarse en una íntima ceremonia. El embarazo de Nozomi los tomó por sorpresa, aunque en el
fondo ambos estaban felices por ello. Con una profunda insistencia de su pareja, la símbolo de la paz
tuvo que tomarse una licencia maternal.
Para los futuros padres, la espera resultó eterna. Y ahora para Shōto esa espera había concluido.
Corriendo entre los pasillos del nosocomio, entró a la habitación llamando a su esposa. Con esa sonrisa
radiante pero con una expresión cansada Nozomi le sonrió y le invitó a hacer silencio.
—Ven rápido. —Pidió Midoriya. Shōto quedó congelado en el marco de la puerta pero lentamente
avanzó hacia la criatura. —Acaba de quedarse dormida. —Agregó Nozomi. Los ojos de Todoroki se
posaron sobre ella. Tan pequeña y hermosa que no podía creer que era suya. Midoriya sonrió.
—Es una hermosa niña, se parece mucho a ti. —Dijo. —Tócala. —Shōto iba a hacerlo pero se detuvo.
Por su mente se le pasó el episodio en el cuál se creía el "Hand Crusher" pero no, iba más allá de eso.
—No quiero hacerle daño. —Suspiró —No soportaría herirla, no sé cómo hacerlo. —Dijo, añadiendo
un imperceptible: "Tengo miedo". La sucesora de All Might sostuvo su mano.
—Shōto, esta mano es fuerte, firme y valiente... —Midoriya apretó su agarre y continuó: ...es la mano
de un valioso héroe, el mejor de todos.
El corazón de Todoroki era estrujado lentamente por sus palabras. No pudo evitar abrazarla. Nozomi se
rió levemente pero aún no había terminado. Palmeando su cabeza le dijo: Por eso no le harás daño,
porque tu mano la va a proteger. Shōto terminó por estrujarla más y cuando la voz le volvió pudo
responderle.
—Sí, gracias por traerla al mundo. —Midoriya besó su mejilla y Shōto se acercó nuevamente a su hija.
Con uno de sus dedos en su mano, Todoroki le dedicó sus primeras palabras: —Ambos estamos muy
agradecidos de que hayas nacido.— El agarre de su hija se hizo más fuerte al escuchar a su padre. Sus
progenitores se limitaron a sonreír.
IT'S TOO COLD FOR YOU HERE

—El entrenamiento de hoy parece sencillo —dijo Todoroki-kun en un hilo de voz, casi como si lo
dijese para sí mismo, aun así lo escuché claramente y quizá eso se debía a que la atmósfera era
realmente calmada, sobretodo porque éramos solo nosotros dos.
—Sí, pienso lo mismo —respondí colocándome a un lado de él, se le veía demasiado concentrado
buscando.
En realidad el entrenamiento de hoy casi parecía un chiste comparado con los que habíamos tenido toda
la semana; simplemente debíamos sobrevivir a través del bosque hasta encontrar una bandera, llegar al
campamento —el cual nadie sabía exactamente dónde estaba— y ahí los Profesionales estarían
esperando por nosotros. Habíamos sido divididos en equipos de dos y cada equipo debía encontrar una
bandera de un color diferente, la nuestra era dorada.
Y había una regla muy importante, Aizawa la dejó muy en claro antes de comenzar.
"Si no encuntran la bandera, no piensen que los recibiremos en el campamento"
No sabía si tomarme aquello como una advertencia o una amenaza, sin embargo dudaba mucho no
encontrarla.
Una capa blanca cubría el suelo y los pinos y arbustos estaban tapizados de nieve, el ambiente era
realmente relajante, gracias al ocaso el cielo estaba colorándose de tonos naranjas y rosados, los rayos
de sol filtrándose por las ramas de los árboles hacían que la nieve brillase como si fuesen pequeños
diamantes.
—¿Tienes frío, Midoriya? —preguntó serenamente mientras yo me asomaba bajo un arbusto, sin
encontrar nada aún—. Sabes que puedes decírmelo y yo te haré entrar en calor.
Sonreí con ternura ante sus palabras.
—Gracias, pero estoy bien. Hace frío pero puedo soportarlo.
Todoroki-kun asintió sonriéndome de vuelta, aquello provocó que mis mejillas se tiñeran de rojo de
inmediato.
No entendía cómo era posible que alguien pudiera tener una sonrisa tan bonita.
Tampoco entendía cómo era posible que ese tipo de sonrisas siempre me las diera exclusivamente a mí.
Nuestra relación pasó de ser una simple amistad a algo mucho más intenso en poco tiempo. Todoroki-
kun y yo llevábamos seis meses como pareja, así que por esa razón él no titubeó ni un segundo al notar
mi rostro sonrojado y juntó sus labios con los míos.
No me había percatado de lo fría que estaba mi piel hasta que sentí la suya, tan cálida y suave, que me
hizo desear acercarme un poco más a él.
Solté un suspiro de alivio al sentir su piel aún más cerca y mi corazón latió con rapidez cuando el calor
me recorrió completamente.
—Creí que no tenías frío —susurró contra mis labios.
Apenas pude soltar un sonido casi parecido a un ronroneo y me acurruqué pegándome más y más a su
lado izquierdo.
Era tan cálido, tan cómodo, tan diferente a lo que demostraba ante los demás.
Sus brazos me sostuvieron fuerte y me elevaron apenas un poco haciendo que mis pies dejaran de tocar
el suelo, su boca volvió a buscar la mía y su lengua acarició levemente mi labio inferior.
Gemí y sentí como el calor comenzó a aumentar.
Su lengua se topó con la mía cuando separé mis labios para recibirlo, estaba tibia, su tacto era
realmente suave y pude sentir ligeramente un sutil sabor a arándanos.
Mi cuerpo tembló ante el cumulo de sensaciones que las manos de mi novio me brindaban al apretarme
fuertemente, casi como si quisiera fundirme en su piel.
A medida que nuestros besos se volvían más húmedos y ruidosos me percaté de que él comenzaba a
perder el control, pues su respiración era demasiado agitada y su cuerpo comenzaba a despertar. Podía
sentir como su miembro se endurecía bajo la ropa y supuse que él se había dado cuenta de que me
percate de ello, pues un gruñido surgió de su pecho como una advertencia de que no podría soportarlo
más.
Estaba a punto de dejarme llevar, pero recordé fugazmente un pequeño detalle.
—¡La bandera! —fue lo único que atiné a gritar cuando empujé su rostro lejos del mío, obligándolo a
soltarme, lo cual hizo con poca delicadeza debido a lo insistente que fui, caí al suelo de sentóna y
arrastrándome en la nieve me alejé lo suficiente de él hasta que mi espalda chocó con un árbol—.
¡Tenemos que encontrar la bandera! ¡No debimos besarnos durante el entrenamiento! ¡No deberíamos
hacer ese tipo de cosas en situaciones como estas! ¡Si nos portamos así en una verdadera emergencia
podríamos distraernos y miles de personas morirían a causa de nuestra imprudencia! ¡Niños atrapados
en escombros morirían porque no llegamos a tiempo o un villano podría asaltar a una pobre mujer
indefensa porque no había nadie cerca, ya que nosotros estábamos demasiado ocupados compartiendo
fluidos!
Con lo último mi cara se tiñó tan roja como un tomate maduro.
El rostro de Shouto era tan indiferente a la situación, supuse que él no había entendido del todo lo que
dije y eso me hizo sentir de cierta manera aliviado.
—Sólo quería ayudarte a entrar en calor —dijo tan tranquilo.
—Exageraste un poco —dije levantándome del suelo, mi rostro aún seguía rojo, y por lo tanto, caliente.
—Ya veo... Lo lamento —fue lo último que dijo antes de reanudar la búsqueda de la bandera dorada.
Suspiré con cierta angustia, aquellas caricias me habían dejado alterada y me era realmente difícil
concentrarme.
Intenté caminar tranquilamente a su lado, sin embargo sentía que él andaba demasiado despacio y se
tomaba su tiempo inspeccionando con ojo crítico el blanquecino panorama.
Mientras tanto, yo estaba inquieta, mi cuerpo ardía ligeramente, a Shouto se le veía tan tranquilo a
pesar de que hace segundos estaba a punto de perder los estribos.
Mi cabeza no dejaba de recordar su tacto cálido, sus brazos tomándome fuertemente, sus suaves y
dulces labios, la suave ola de calor que emanaba de su cuerpo, su respiración acelerada, su lengua
húmeda colándose por mis labios, el sabor de su saliva y lo duro que comenzaba a ponerse su...
—¡Midoriya!
—... Tan duro...
Mis ojos se abrieron de sobremanera y Todoroki me miró extrañado ladeando la cabeza.
—¿Qué?
—¡Nada! ¡Solo pensé en voz alta!
—¿En qué pensabas? —preguntó con verdadera curiosidad, mi cara comenzaba a quemarme de lo roja
que ya estaba.
—N-nada importante... ¿Qué ibas a decirme tú?
Se tomó unos segundos en recordar y rápidamente señaló con euforia las ramas de un enorme pino.
—¡La bandera! ¡Está atorada entre esas ramas!
Miré hacía donde su dedo señalaba, y efectivamente, un trozo de tela parecida a la seda brillaba atada a
una rama realmente alta.
Sonreí con ganas y me lancé con emoción a sus brazos.
—¡Bien hecho! ¡Ahora solo falta subir por ella, encontrar el campamento antes de que anochezca y
habremos pasado la prueba!
Quizá me pegué demasiado a él, pues se tensó de momento.
—Midoriya, estas exitada... —sentí los nervios golpeándome fuertemente—. ¿Necesitas ayuda con
eso? —susurró cerca de mi oído y su lengua rozar con sutileza mi oreja.
Tal movimiento me generó escalofríos en todo el cuerpo.
—¡T-tenemos que llegar arriba y tomar la bandera! —grité separándome de él con urgencia y sin
pensármelo demasiado comencé a saltar de rama en rama.
Necesitaba llegar lo más rápido posible a esa tela dorada, necesitaba que aquel entrenamiento acabara
de una buena vez para poder llegar al campamento, y sabía que sería casi imposible estar a solas con mi
novio, así que debía desaparecer aquel sentimiento que acrecentaba cada que me tocaba.
Quizá había sido una mala idea no haberlo hecho con él antes de ese viaje estudiantil.
—¡La tengo! —grité triunfal al estirarme para alcanzarla.
—¡Midoriya! ¡Ten cuidado, esa rama está...! —ni siquiera terminó la oración cuando el estridente
sonido de una rama romperse sonó y dejé de sentir el soporte bajo de mí.
Quizá el problema no estaba en que hubiese caído casi cuatro metros, ni tampoco que cayese por un
barranco, ni el hecho de que Todoroki-kun no pudo ayudarme pues no tuvo una visión completa de
hacia dónde caía, más bien fue que mi pierna impactó contra una roca, la sentí quebrarse y un dolor
agudo llegó de pronto causándome un escalofrío que me hizo gritar de verdadero dolor.
Mi cuerpo al final impactó contra una fina capa de hielo que separaba el agua que estaba debajo, la cual
se destrozó y el agua helada me recibió de inmediato causando que todos mis huesos se entumieran.
Mi vista se nubló, tenía arcadas y también necesitaba respirar.
Todoroki-kun de inmediato me sacó de ahí, la fina capa de hielo se endureció gracias a su quirk, mi
cuerpo reposaba ya sobre ella, la cabeza me daba vueltas, todo se escuchaba tan lejano y el dolor de mi
pierna cada vez era más fuerte.
Quería gritar, pero temía que si lo hacía podía también vomitar así que me mantuve quieta, viendo la
borrosa silueta de mi novio y escuchando su voz llamándome. Estaba a escasos centímetros de mí, pero
yo lo escuchaba tan lejano.
Me mantuve unos segundos más así, hasta que sentí como todo mi cuerpo comenzaba a despertar de su
letargo, incluso el dolor, cada vez se hacía más insoportable.
—¡Midoriya! ¡Por favor, di algo! —el rostro de Todoroki-kun realmente estaba descompuesto, me
sorprendió la intensidad de su mirada y lo mal que se sentía por haberme dejado caer—. ¡Lo siento, de
verdad lo siento! ¡Fue mi culpa!
Shouto tenía solamente el cabello mojado que goteaba sobre sus hombros, su sudadera estaba algo
húmeda a comparación de toda mi ropa, deduje que él simplemente había metido su cabeza y brazo
para sacarme, por lo que entendí que no me había hundido demasiado.
Él había sido demasiado rápido al sacarme y aun así se culpaba de todo.
—No —me costó un poco alzar la voz, se escuchaba horriblemente ronca y deseé que él no se diese
cuenta—. No es tu culpa, estoy bien.
Su rostro de inmediato se transformó al escucharme y una sonrisa nerviosa se cruzó por su rostro
durante un segundo.
—Midoriya... —dijo con la voz temblorosa, casi como si fuese a llorar—. Me has asustado.
Me reí intentando tranquilizarlo más, lo cual funcionó pues su rostro se suavizó.
—Está anocheciendo —comenté—. Tenemos que buscar el campamento.
Todoroki negó con la cabeza.
—Será peligroso si buscamos ahora, un lugar nevado por la noche es algo problemático, además, tu
estado lo dificulta más —señaló mirándome fijamente—. Tenemos que refugiarnos en algún lugar.
—De acuerdo —asentí intentado levantarme, tan pronto como moví mi pierna el dolor se volvió aun
peor obligándome a tirarme al suelo de nuevo.
—¿De verdad creías poder levantarte tú sola? —dijo serio. Lucía preocupado, sin embargo la culpa
había sido completamente mía, me había dejado llevar por mi frustración sexual, sin siquiera detenerme
a pensar en las consecuencias de ello—. Te llevaré yo, así que no te esfuerces, amor.
Se posicionó de cuclillas dándome la espalda, entendí de inmediato que debía montarme sobre él.
—Pero estoy mojado —dije dubitativo.
Chasqueó la lengua.
—Tu ropa se secará y te haré entrar en calor, si no lo haces te dará neumonía, por favor, sujétate bien.
Asentí aun sabiendo que no me veía y me abracé fuertemente a él.
Todo el paisaje se había pintado de un color azul, era realmente precioso, pero poco podía disfrutarlo
debido al dolor de mi pierna.
—Tengo frío —dije temblando, mis dientes castañeaban sonoramente.
—Lo sé, sólo espera, si uso más calor podría quemarte —apreté mi agarre a su cuello mientras dejaba
caer todo mi peso sobre su espalda, él no se quejó ni un poco, ni siquiera vi algún signo de cansancio.
Estaba demasiado serio y no sentía que eso fuera bueno.
Caminó unos minutos más conmigo encima hasta que una cueva se vislumbró justo frente a nosotros,
ahí podríamos pasar la noche.
Fue demasiado cuidadoso cuando me colocó en el suelo, soltó un largo suspiro y se quedó observando
mi pierna con detenimiento.
—Es solo una torcedura —dije restándole importancia—. Ya no me duele tanto.
—Te ayudaré con ello —luego tan tranquilo como siempre se desnudó cintura para arriba.
—T-todoroki ¿Qué haces?
—Me quito la sudadera.
—Eso es lo que veo... —sonreí nervioso y desvié mi mirada—. Pero ¿Por qué?
Se encogió de hombros y se acercó a mí.
Cerré los ojos un poco avergonzado y mi respiración se agitó cuando su mano se posó en mi muslo.
Entreabrí mis labios dejando escapar un suspiro, ansioso.
Pero no sucedió lo que yo esperaba, pues no me besó, sino que rasgó la tela de mi pantalón dejando al
descubierto mi pierna derecha en donde estaba la fractura y la envolvió con la tela de su prenda.
—Con el vendaje estarás un poco más cómodo.
—Gracias —me sentí un poco desilusionado al ver a Todoroki apartarse de mí, se recargó en una roca
al otro extremo del refugio improvisado y su brazo se prendió en llamas.
—No es una fogata, pero esto te mantendrá caliente —cuando lo escuché noté en su voz algo que no
me gustó.
¿Por qué de pronto lo sentía tan lejano a mí?
—¿Estás bien?
—Mejor que tú, sí —dijo con amargura e hizo un mohín, me miraba con demasiada intensidad, como si
quisiese cuidarme de todo y de todos.
Y ahí lo entendí.
—No puedes protegerme, no del todo —susurré mirando mi pierna herida y luego le miré a él—. Te
agradezco por hacerlo, pero la vida no se trata de estar culpándote de lo que sale mal, sino de intentar
hacerlo mejor. Y lo que pasó no fue tu culpa, fue simplemente un accidente, pudo haberme pasado en
cualquier momento, es normal, después de todo también somos humanos —él abrió la boca para decir
algo, pero lo interrumpí a propósito—. Además, me salvaste al final ¿No? No dejaste que me ahogara y
ahora estoy seco y tibio, gracias a ti.
Sonreí con ganas e irremediablemente me sentí bien al decirle todo aquello, pues pude ver como sus
mejillas se sonrojaban levemente y las comisuras de sus labios se estiraron para sonreír de vuelta.
—Gracias, Midoriya.
—Tengo frío —comenté y él me miró extrañado, no se percató de mis verdaderas intenciones. Era tan
lindo—. Ven aquí, necesito más calor.
Obedeció de inmediato, el fuego se apagó dejándonos a oscuras, el ruido del aire soplando fuertemente
era lo único audible en ese momento.
Sentí sus manos —una más tibia que la otra— tantear mi cuerpo con demasiado cuidado en la
oscuridad, al final se acomodó como pudo a mi lado, sus brazos se cernieron alrededor de mí, ahí
estaba de nuevo, su instinto de protegerme constantemente relució una vez más.
Reí con dulzura.
—¿Así estás mejor?
—Hum, creo que necesito algo más.
—Lo que quieras... —ni siquiera le dejé terminar la frase y posé mis labios en los suyos, aun sin poder
distinguirlo con claridad supe que lo había sorprendido.
Lo sentí moverse con lentitud, como si evitara tocar mi pierna herida. Se acomodó de tal forma que
terminé sobre su regazo.
Estábamos uno frente al otro, con las piernas casi enredadas.
Sus labios volvieron a conectarse con los míos, aquellas sensaciones de hace unas horas volvieron a
despertar y me encontraba desesperado por sentirlas más y más.
Ahora fui yo quien acarició con la lengua el labio inferior de Todoroki, éste se estremeció y dudoso
abrió lentamente la boca. Deseaba comérmelo, no me importaba el dolor de mi pierna, había tenido
peores heridas, pero para Shouto era un poco más complicado, no quería hacer un movimiento en falso
y lastimarme.
Lo entendía.
—Todavía tengo frío, cariño —le dije cerca del oído y lamí el lóbulo de su oreja—. Eres demasiado
cálido.
—Midoriya —soltó en una súplica—. Tu pierna está...
—Estoy bien —le corté—. Deja de preocuparte por eso y caliéntame.
Cuando mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad pude ver su rostro preocupado mirando mi
pierna de nuevo.
Bufé, estaba un poco frustrado, ya ni siquiera sabía qué había pasado con la bandera y el solo
recordarlo era peor.
Todoroki se quedó absorto en sus pensamientos unos segundos más y al final lo vi asentir con lentitud.
No había entendido del todo su acción hasta que se lanzó a mis labios tal y como yo lo deseaba.
.
—Midoriya... ¿Cómo estás? —me preguntó con la respiración agitada, su voz era realmente ronca, eso
sólo me excitaba más.
Recargué mi cabeza en su hombro intentando controlar mi voz. Ya era demasiado vergonzoso el sonido
de mi intimidad siendo frotada, no quería añadir mi voz aguda, era casi como el de una mujer y eso me
causaba ciertos conflictos internos.
—C-caliente —dije cerrando los ojos con fuerza.
La mano de Todoroki mantenía un ritmo asombroso sobre mi duro pene, la fricción me causaba
escalofríos, comenzaba a estar fuera de mi control.
Todoroki solamente estaba desnudo de la cintura para arriba, mientras que yo solo conservaba mi
verdosa sudadera, y mi pantalón yacía roto en el suelo por el simple hecho de que mi novio no quería
lastimarme quitándomelo como debía de ser.
Necesitaba tocarlo, brindarle caricias tales como las que él me brindaba en esos momentos.
—T-Todoroki, quiero tocarte.
—No es necesario...
—Lo es... Estás duro, te siento a través de la ropa.
Él gimió cuando mi mano se posó sobre ese lugar que emanaba más calor que cualquier otro, su
estómago se contrajo apenas un poco y tomó mi mano entrelazándola con la suya.
Lo miré a los ojos, su rostro estaba levemente sonrojado a comparación del mío.
—Midoriya... —susurró y sus movimientos en mi pene aumentaron, mi voz salía en pequeños gemidos
que aun trataba de controlar, besó mi cuello, mis mejillas y mis parpados con demasiada ternura—. Lo
haré todo yo, estás herido ¿Recuerdas?
Solté una risita que terminó siendo un jadeo cuando su dedo índice tocó mi punta y la frotó.
—Lo sé, pero al menos déjame tocarte —mi voz era realmente aguda en esos momentos, me molesté
un poco de ello.
Soltó mi pene con suavidad, quise gruñir, sin embargo me callé cuando se bajó el pantalón apenas un
poco liberando su erección. Una pequeña gota de presemen se asomaba por la punta, esta brillaba con
la luz de la luna que apenas y se filtraba.
Me quedé mirando su miembro fijamente, solo con tocarme se había puesto de esa manera, mi pecho se
llenó de orgullo de inmediato.
Me gustaba saber que causaba ese tipo de reacciones a Todoroki, me hacía sentir realmente importante.
—¿Satisfactorio? —preguntó divertido, de pronto sentí que mi cara explotaría, me era difícil digerir
que una persona normal se sonrojara de la manera en la que yo lo hacía.
—Y-yo sólo —intenté explicar la razón de estar comiéndomelo con los ojos—. Verás... Mi mirada se
posó ahí por accidente... Yo no...
Me ofreció una sonrisa tranquilizadora y acarició mi mejilla ligeramente con el dorso de sus dedos,
sintiendo como ésta emanaba calor.
—No te avergüences —dijo—. Si alguien tiene derecho de estar mirando, eres tú.
—Lo siento —susurré respirando cada vez con más dificultad—. No suelo ser tan pervertido.
Se rió con ganas y mis ojos se iluminaron al escucharle. Amaba cuando reía de esa manera, era algo tan
esporádico y eso lo volvía fascinante.
—Lo sé, aunque me gustaría que lo fueras —su cuerpo se movió suavemente acercándonos todavía
más—. También me gustaría que dejaras salir tu voz, Izuku.
Negué varias veces con la cabeza y mi respiración se volvió pesada.
—Suena realmente extraña, es vergonzoso.
Su nariz rozó la mía y un poco de vapor escapó de sus labios tocando con delicadeza mi piel.
—No es extraña —sus manos se posaron en mis hombros y fueron resbalando con lentitud hasta llegar
a mis manos—. Me gusta escucharte.
—¿Te gusta? —me tensé, nervioso.
Sus labios rozaron levemente mi oído causándome un estremecimiento, sobre todo en mi miembro, el
cual comenzaba a doler.
—Sólo déjala salir —tomó mi mano y casi con nerviosismo la colocó sobre su pene, jadeé ante la
sensación—. Quiero escuchar esa lasciva voz tuya.
Tragué saliva cuando comencé a masturbarle, su pene latía en la palma de mi mano y de sus labios
salían suspiros.
En cambio, yo estaba siendo ruidoso, pues estaba al límite, Todoroki apretaba y soltaba ligeramente mi
pene, moviéndolo de arriba hacia abajo y mientras más fuerte me tocaba más fuerte gemía su nombre.
Era vergonzoso, pero por la mirada llena de oscura lujuria de Shouto y su miembro creciendo cada vez
más en mi mano supe que él realmente estaba disfrutando del espectáculo.
—Me vengo —dije con la voz temblorosa—. Basta, te mancharé.
Su cuerpo tembló un poco y soltó un gruñido.
—Eso no importa —su cuerpo comenzaba a sentirse cada vez más caliente, su lado izquierdo
comenzaba a expulsar pequeñísimas nubes de vapor—. Estás muy mojado, tu pene escurre demasiado
en mi mano, tu cuerpo también está tenso, sé que no podrás aguantar más, sólo hazlo.
Los movimientos de mi mano se aceleraron causando que de su voz saliese un gemido grave que ahogo
en mi hombro, su vocabulario me había excitado demasiado, ni siquiera reparé en mis movimientos
hasta que mi mirada se nubló apenas un poco.
Me corrí de inmediato manchando su pecho descubierto, mi mano detuvo todo movimiento en su
entrepierna y me dediqué a disfrutar del orgasmo.
Pero aun no era suficiente, mi cuerpo aun necesitaba de él, necesitaba tenerlo en mi interior.
Solté un gimoteo cuando mi mirada volvió a posarse en su intimidad, ésta goteaba, pero por lo visto
necesitaba más atenciones para poder correrse.
Admiraba de cierto modo el aguante de mi novio.
—Todoroki...
—Lo sé, no te preocupes, yo me encargaré de eso, tú deberías descansar.
Torcí mi boca cuando él intentó alejarse, yo no quería eso, quería continuar.
Y sabía que para eso primero debía incitarlo más que nunca.
Mi cuerpo temblaba de ansiedad cuando lo abracé con fuerza, escondiendo mi cara en su cuello. Si iba
a hacer aquello no quería que viera mi rostro, ya era bastante bochornoso el hecho de estar llenando
mis dedos de espesa saliva para meterlos a mi entrada.
Él no se enteraba de lo que estaba pasando por mi cabeza en esos instantes, lo cual hacía que un
montón de sensaciones se agolparan en mi estómago.
Entre ellas estaba el inminente miedo a su rechazo.
—¡Ah! ¡Todoroki! —me permití gritar cuando metí un dedo de golpe.
Su cuerpo tembló fuertemente cuando me escuchó.
Me había empalmado de tan solo imaginar el gesto que habría puesto.
—M-Midoriya ¿Qué haces?
—Q-querías que fuese pervertido ¿No?... Bueno... Este es un buen momento... —dije mientras
intentaba meter el segundo dedo, mi voz era cada vez más intensa y Todoroki realmente estaba
sorprendido.
El segundo dedo al fin entró y mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Si sigues haciendo eso no podré controlarme.
—N-no te controles... ¡Ah! Yo solo... —mi voz se quebró cuando mi ano comenzó a dilatarse más—.
¡Todoroki, te necesito dentro de mí!
—... T-tu pierna está... —estaba perdiendo la razón, me di cuenta de ello cuando sus manos tomaron mi
trasero y separaron mis nalgas—. Un movimiento mal y te podría lastimar...
—Sé que no lo harás —fue lo único que pude decir, mi cuerpo estaba temblando demasiado.
Lo escuché tragar saliva.
—Sácalos —ordenó con un tinte de molestia en su voz.
Mi corazón latió aún más rápido ¿Acaso no iba a hacerme ya nada?
De pronto tuve ganas de llorar ¿No había sido lo sufiente para él y por eso me rechazaba?
Estuve a punto de hablar pero al alejar mi rostro de su cuello me encontré con su potente mirada.
—Con eso es suficiente —¿a qué se refería exactamente con eso?
Le obedecí y para mi pesar un sonido acuoso surgió al sacarlos, mi rostro se coloreó de carmín.
—L-lo siento —intenté excusarme por intentar seducirle, pero él me ignoró.
Tomó con fuerza mi cadera y me alzó lo suficiente como para que su erección se frotara
descaradamente en mi trasero.
—Tú... —comenzó a decir elevándome un poco más, la punta se colocó justo en mi agujero—. Vas a
volverme loco —y me dejó caer con lentitud sobre él—... En el buen sentido.
Iba a reír, pero mi cuerpo estaba fuera de sí, como si todo se desconectara y solo funcionara para recibir
aquellas sensaciones embriagadoras que se acumulaban en mi bajo vientre.
—¡T-Todoroki! —grité sin poder controlarlo.
—Tendré cuidado, lo prometo.
Y comenzó a moverme sobre él, una de sus piernas se mantenía sujeta a mi muslo evitando que mi
pierna herida se moviese demasiado.
Dolía, pero no era algo insoportable como cuando abusaba del One For All.
La cueva caldeaba, el calor era realmente asfixiante, el lado izquierdo de mi novio parecía quererse
prender en llamas y por supuesto eso me ponía demasiado.
—¡Ahí! —grité cuando su pene rozó aquel punto que ansiaba que tocara, se dio cuenta de inmediato de
ello y repitió el movimiento provocando que me fuese difícil respirar—. ¡Más, T-Todoroki!
Disminuyó sus movimientos y lloriqueé ante ello.
—¿Mas de qué? —comenzó a torturarme pasando su lengua por todo trozo de piel descubierto, le
ayudé subiendo mi sudadera, dejándole mis pezones a su merced, él no perdió el tiempo y se dispuso a
brindarles atención—. Estoy esperando tu respuesta.
Mordisqueó mi rosado botón con la fuerza suficiente como para hacerme enloquecer, mi espalda se
arqueó y un grito se ahogó en mi garganta.
—¡F-fóllame duro, joder! —incluso a mí me sorprendió la manera tan vulgar en que sonó aquello, abrí
los ojos como platos y cubrí mi boca dejando caer mi camisa sobre mi novio.
Un fuerte gruñido surgió de lo más profundo de su pecho y se alejó de mis pezones para verme
fijamente.
El rostro de Todoroki estaba realmente rojo y sus ojos completamente oscuros.
Y con una gran estocada que me obligó a arquear mucho más mi espalda, aceleró sus movimientos.
—M-Midoriya —su voz era casi un murmullo.
—T-Todoroki —le respondí de la misma manera.
Estábamos tan cerca, palpitaba tan fuerte dentro de mí.
—M-me vengo —dijo con angustia—. Tengo que sacarla.
Enredé mis piernas alrededor suyo tanto como el dolor me lo permitió.
Shouto gimió confundido.
—C-córrete dentro —dije casi al borde.
Noté como sus ojos se iluminaron de pronto.
—¿Estás seguro? Ya no puedo contenerme —su voz estaba temblando, realmente estaba en su límite.
Le sonreí.
—Llena cada parte de mí, Shouto.
Me corrí yo primero, ensuciando una vez más su pecho, mi mirada se nubló y todos mis sentidos
explotaron de tal forma que casi me hacen colapsar. Mi cuerpo entero sucumbió ante la potencia del
orgasmo, me vi incapaz de mantenerme derecho, cuerpo se tambaleó hacia un lado, estuve a punto de
caer si no fuese porque Todoroki me sostuvo con fuerza y me recargó en su cuerpo.
Sentí el espeso líquido caliente llenar cada espacio de mi interior, mi novio se había corrido en cuanto
sintió mis paredes apretarse a su alrededor, su respiración tardó más tiempo en estabilizarse que la mía.
Me abrazó aun más fuerte, y aún sin salir de mí, comenzó a besar cada centímetro de mi rostro.
—Esta vez no me dejaste caer —bromeé esperando su reacción.
Me puse nervioso al recordar que él no se tomaba del todo bien ese tipo de bromas.
Sin embargo sonrió con ternura y comenzó a acariciar mi cabello desde la raíz, arrullandome.
—Nunca más... —susurró.
De pronto le escuché tararear algo suavemente, su voz era tan aterciopelada que me hizo sentir
cómodo.
Los párpados me pesaban, pero anhelaba seguir escuchándolo cantar, era la primera vez que él hacía
algo así.
—Todoroki —dije deseando que, a pesar de haberle hablado, no parase su nana—. Te amo.
Dejé de escucharlo cuando sus labios se frotaron contra la punta de mi nariz.
—Yo también te amo, Izuku —le escuché reír un poco y luego se removió un poco.
—¿De qué te ríes? —estaba tan exhausto que fui incapaz de sonreír, pero era agradable oír su risa.
—Pienso que pasar demasiado tiempo con Bakugou comienza a afectarte.
No comprendí, mi cabeza sólo se concentraba en sus dedos jugueteando con los mechones de mi
cabello.
—¿Huh?
—Hoy estuviste demasiado provocativo con ese lenguaje vulgar.
Mi cara se tiñó de rojo cuando lo recordé, si no hubiera sido porque de verdad estaba a casi nada de
quedarme dormido me hubiera excusado de mil formas, y por supuesto, hubiera gritado desesperado.
—Lo... Siento —atiné a decir, mi voz cada vez perdía fuerza, sabía que en cuanto despertara tendría la
garganta inflamada.
—No te disculpes, lo disfruté demasiado —comentó con su habitual calma.
—Mmmh, también yo.
Hubo unos segundos de silencio y después Todoroki volvió a cantar, su voz se coló en mis sueños
haciéndome sentir a salvo.
Esa noche sólo pude soñar con él.
.
Todo mi cuerpo me punzaba cuando abrí los ojos, además, sentía como si no tuviese huesos, pero
definitivamente no sentía frío, pues mi novio me abrazaba con su brazo izquierdo.
Alcé mi cabeza con cuidado de no despertarlo e inspeccioné todo.
Lo primero de lo que me percaté fue de que Shouto ya no estaba dentro de mí y que, además, yo tenía
puesto un bóxer de color azul marino.
Interesante.
No recordaba haberme puesto ropa interior, ni siquiera recordaba usar de ese color.
Muy interesante...
Quise gritar, pero tapé mi boca con fuerza.
La ropa interior de Todoroki.
Estaba usando la ropa interior de Todoroki.
No sabía si sentirme halagado o avergonzado, dada la circunstancia, preferí no sentir nada.
Fijé mi mirada a afuera de la cueva, había una ventisca, por lo que no estaba muy seguro de la hora.
Hice un mohín cuando vi como Todoroki dormía plácidamente, no podía despertarlo viéndolo así.
Era tan tierno.
Me removí un poco, la pierna dolía, quizá más que ayer, aunque Todoroki había sido muy cuidadoso no
pudo evitar del todo el dolor del día siguiente.
Sin embargo, me sentía irremediablemente feliz.
Y así era cada vez que hacía el amor con él.
Cuando me tocaba de esa manera yo sólo podía ser infinitamente feliz.
Toqué con suavidad la cicatriz en su rostro, él ni se inmutó, estaba completamente perdido.
—Eres como un bebé —susurré cerca de su oído y besé su sien.
Esta vez se movió un poco, torció el gesto en una mueca y después abrió los ojos, en cuanto su mirada
se posó en la mía me sonrió con ganas.
—Buenos días, Bello Durmiente —musité mientras él se tallaba los ojos.
—Buenos días, Midoriya.
—¿Tú noche ha sido buena? —pregunté quitando de su frente algunos mechones blancos y rojos.
—Contigo todas mis noches son buenas —me miró con intensidad y luego pareció recordar algo—.
Quizá deberíamos emprender la búsqueda al campamento.
Y ahí lo recordé.
—¡Espera! —dije con angustia y levanté la espalda hasta quedar completamente sentado—. ¡No nos
dejarían estar ahí! ¡Las órdenes han sido claras! ¡No podemos llegar ahí sin la bandera!
Todoroki me miró extrañado y ladeó la cabeza con una ceja alzada.
—Lo sé, tranquilo...
—¡No puedo estar tranquilo! —lo interrumpí temblando—. ¡Pero para este momento la bandera debe
estar congelada como los peces bajo una gruesa capa de hielo!
—Izuku, la capa de agua de arriba se congela antes que la de abajo, dando la oportunidad de que el
agua del fondo se mantenga liquida, por lo tanto no creo que los peces estén...
—¡Ahora no es momento de una clase de biología! ¡Necesito la bande...!
Shouto buscó en los bolsillos de su pantalón y sacó de uno de ellos un trozo de tela dorada.
Era la bandera.
La dichosa bandera dorada.
Estaba a punto de explotar, casi literalmente como Kacchan, aunque estaba más aliviado que molesto.
Aun así un tic se instaló en mi ojo derecho.
—Aquí está.
Bufé para evitar gritar.
—¿Por qué no me dijiste que la tenías?
Todoroki se encogió de hombros.
—Porque no me lo preguntaste.
—Vale, tiene sentido.
Asintió sereno.
—La saqué del agua al mismo tiempo que a ti —comentó levantándose con la intención de cargarme—.
Entonces... ¿Nos vamos?
Con cuidado me acunó entre sus brazos.
Me sentía como una princesa.
Qué bochornoso.
—¡Espera! —dije sosteniéndome fuertemente de su cuello—. Todoroki, aún tengo frío.
Sabía que era contradictorio y una mala idea, pero no tenía la certeza de cuándo volvería a estar a solas
con él en todo el período de campamento.
—Pero tu cuerpo está tibio.
Giré muy levemente los ojos y le sonreí ampliamente, tomé su barbilla y deposité un casto beso en sus
labios.
—Amor, hace demasiado frío —sonreí malicioso—. Por favor, caliéntame.
Y ahí él comprendió perfectamente.
—¿Y el campamento?
—Sólo estaremos aquí un rato más, no pasará nada.
El entrenamiento realmente era sencillo, sabía que en cuanto llegáramos seríamos reprendidos por
haber tardado tanto.
Pero poco me importó en el momento en el que el calor se intensificó.
En ese momento sólo lo deseaba a él.
—¿Puedes volver a hacer lo de ayer?
Me carcajeé con ganas.
—No lo creo...
Junto a ti (TodoDeku) One-shot
No había podido salvarla… no pudo devolverle el favor. Si tan solo no hubiera tardado tanto en
encontrar su ubicación, habría llegado a tiempo para salvarla, para ser un héroe, para ser su héroe…
Aún podía recordar esa noche, la que por siempre sería la peor de su vida.
El aire se sentía viciado entre los fragores de la lucha, los Noumus atacaban las cercanías de aquella
pequeña ciudad. La gente huía desesperada, tratando de escapar de la destrucción y buscar la salvación
bajo el resguardo de los héroes pero él no se atrevió a detenerse ayudarlos, alguien más lo necesitaba y
cada segundo podía significar la diferencia entre la vida y la muerte, así que apretó los puños tratando
de no distraerse en el camino y con la preocupación constante de que aquel mensaje a medias de
Midoriya, solo podía significar que se encontraba en graves problemas, apresuró sus pasos, sabiendo
que su presencia era requerida.
Vagó desesperado entre varios callejones oscuros cerca de la ubicación que Midoriya le había enviado,
pero por mucho que corría no parecía encontrar el lugar adecuado. No fue hasta que un grito
desgarrador inundo el aire que supo donde exactamente se desarrollaba la pelea. Conocía el sonido de
aquella voz que no paraba de rasgar el aire, era Midoriya que gritaba como si le arrancaran el alma.
Shoto sintió como si le estrujarán el corazón y corrió con todas sus fuerzas hacia aquel lugar y lo que
encontró lo dejo helado; incapaz de pronunciar algo o despegar su vista de aquella grotesca escena.
Entre Iida y Stain El asesino de héroes, se encontraba Midoriya, que se había colocado entre los dos
para convertirse en un escudo humano y proteger así, a su compañero y amigo. Las dagas de Stain no
tardaron en atravesar su espalda y antes de que Shoto pudiera lanzar la primera ráfaga de fuego sin
herir a Midoriya y a Iida en el camino, Stain en un abrir y cerrar de ojos atravesó a Midoriya con su
katana haciendo que éste se arqueara de dolor y profiriera un lastimero grito.
—¡Midoriya! —Gritaron tanto Shoto como Iida, al ver como su amiga había recibido todo el daño. Y
Todoroki perdió la calma, uso el hielo para cercarlo pero Stain se levantó de un brincó con el cuerpo de
Midoriya en una mano y cuando Shoto estuvo a punto de lanzarle una ráfaga de fuego, Stain le lanzó el
cuerpo para evadir su ataque. Shoto ni siquiera intento esquivarlo, lo atrapó en el aire y cayó de
espaldas con él. Su cuerpo había amortiguado la caída de ambos y Stain aprovechó para escapar de ahí
brincando, apoyándose de los marcos de las ventanas de los edificios cercanos.
Shoto se quejó por el impactó de su hazaña y cuando abrió los ojos descubrió a Midoriya encima de él.
—Midoriya… Midoriya… —Comenzó a llamarlo frenéticamente y sus manos temblaron sopesando si
debía retirarle los cuchillos de su espalda o debía dejárselos hasta que llegará la asistencia médica.
—Todoroki… -kun. —Susurró Midoriya con voz lánguida y sangre en la boca. Sus ojos vidriosos y
cansados lo miraban, aun así tuvo la fuerza para erguirse y verlo de frente.
—No, Shoto… Shoto-kun. —Se corrigió evocando una triste sonrisa. —Tendría que haberte llamado
más veces por tu nombre… Me gusta, tú me gustas… lamento no haberlo dicho antes… Shoto… —Y
se inclinó para besarlo pero antes de que sus labios llegarán a siquiera tocarlo, Midoriya se desplomó
hacia un lado y Todoroki supo que ya no respiraba.
Rápidamente se irguió para acunarla entre sus brazos y luego de palmear un par de veces la mejilla de
Midoriya supo que ésta ya no iba a despertar jamás. Él, así como estaba, hincado en el piso sin soltar el
cuerpo de su amiga, pegó su frente con la de ella y un par de lágrimas se escaparon de sus ojos mientras
asió su cuerpo con fuerza. Entonces sintió como si todo lo malo que le había pasado en su vida se
debiera a su simple existencia, como si las personas que se relacionaban con él y lo amaban resultarán
heridos por su culpa; como si estuviera maldito.
Entonces, gritó como nunca lo había hecho, dejando que su dolor y sus lágrimas salieran libremente de
él y se materializaran en forma de enormes pilares de hielo que lo rodearon; bloqueando cualquier
acceso. Se encerró ahí por quien sabe cuánto tiempo hasta que llegaron los héroes profesionales que
tardaron en abrirse camino a través de aquella tumba congelada que él había convocado y cuando
llegaron, lo encontraron hincado sin dejar de abrazar el cadáver de su amiga. Estaba inmóvil,
petrificado en su mismo hielo y con la mirada vacía, cualquier intento que hicieron los héroes
profesionales para acercarse a él, resultó en vano. Shoto a pesar de estar en ese estado catatónico,
atacaba de forma mecánica a cualquiera que intentará acercarse. Sus movimientos eran lentos pero
letales a pesar del grave estado de hipotermia en el que se encontraba; se negaba a entregar el cadáver
de Midoriya. Tuvieron que inducirle el desmayó para que ambos pudieran ser llevados al hospital,
aunque nada había que hacer con la joven pupila de All Might, quien al enterarse de la noticia quedó
devastado.
A partir de ahí, Shoto estuvo internado en el hospital. No pudo asistir al funeral de Midoriya y aunque
hubiera podido tampoco deseaba estar ahí. Estaba apenado por lo sucedido y sentía que no merecía
estar en ese lugar. ¿Cómo podría ver a la cara a sus compañeros o a la familia de Midoriya cuando no
hizo nada para impedir que ella muriera? Tan solo se había quedado ahí, inmóvil, mientras Stain la
mataba y huía. Sus maestros y compañeros lo visitaron casi a diario, trataban de dejarle en claro que su
ayuda había salvado a Iida pero para ser sincero Shoto ni siquiera había pensado en él. En cuanto vio a
Midoriya herido, olvido ser profesional y dejó que sus sentimientos nublarán su juicio. Un error que a
opinión de su padre, era una vergüenza para la empresa de Endeavor. Así que antes de que se corriera
el rumor y Shoto se volviera un jugoso tema para la prensa, lo mandó a vivir a un pequeño pueblo en lo
que "se enfriaban las cosas" y luego, mandaría de regreso por él. Shoto ni siquiera se quejó por la
decisión de su padre aunque eso significará que no podría visitar a su madre. De cualquier forma, no
deseaba que ella lo viera así; la mente de su madre era tan frágil como el cristal y era mejor no
molestarla con sus problemas.
Fuyumi, su hermana mayor, trató de defenderlo ante la decisión de su padre de enviarlo a otro lugar
pero Shoto la tranquilizó diciéndole que estaba bien de esa forma y él estaba de acuerdo. Su hermana,
sin estar del todo convencida, le hizo prometer que la llamaría una vez al día para contarle como se
encontraba sin excusa, iría por él para traerlo de regreso. Shoto aceptó aunque en el fondo deseaba estar
solo; necesitaba pensar sobre lo que había sucedido y si era posible encontrar la paz para perdonarse y
seguir adelante.
El pueblo que su padre había elegido para él, recibía el nombre de Tsuki no Tamashi, también
conocido como "el pueblo que atrapó el alma de la luna". Shoto tuvo que hacer dos escalas para llegar a
su destino, primero un viaje en avión y luego un largo y cansado viaje en tren, que tan solo lo acerco a
unas horas de su camino verdadero. Su residencia ya estaba arreglada, viviría solo en una pequeña y
modesta casa a orillas del bosque. Un lugar retirado de las actividades del pueblo pero lo
suficientemente cerca para que Shoto pudiera acceder a él para ir al Konbini* y llenar su despensa.
Llegó durante la noche para no llamar la atención y evitar las miradas curiosas de los habitantes del
pueblo. El taxista que lo llevaría ya lo esperaba afuera de la estación del tren y al verlo, lo reconoció
como el chico que se había desempeñado con excelencia en el festival deportivo de la Academia de
Héroes. Shoto de haber podido hubiera tomado otro medio para llegar a su destino pero no había otra
opción, así que dejo parlotear al taxista libremente hasta que tocó el tema del asesino de héroes Stain.
Y si no fuera porque ya habían llegado al que sería su nuevo hogar, hubiera caminado toda la noche de
ser necesario. No deseaba tocar el tema, lo ponía demasiado sensible y de mal humor; se sentía
culpable de no haber podido salvar a la persona que lo había salvado y también, a la que secretamente
había amado.
Sí, nadie sabía eso, no entendían por qué el dolor de perderlo le había afectado tanto. Nadie se imaginó
que no solo admiraba a Midoriya si no también que la amaba. Tenían poco de conocerse pero desde
aquel día en el Festival Deportivo o tal vez antes, algo se había empezado a revolver en su interior y se
dio cuenta que de un momento a otro no podía dejar de verla. La manera en la que se esforzaba a pesar
de sus limitaciones, la pasión con la que defendía su sueño de ser héroe y sobre todo la forma en la que
se había preocupado por él, había conmovido su corazón lo suficiente para abrirse y mostrarle lo mejor
de sí mismo; fue cuando Shoto lo entendió: que Midoriya no era solo una amiga sino la persona a la
que quería dirigir su sentimientos.
Pero no pudo decirle nada, a pesar de que ella se le había confesado al final, no pudo decirle que sentía
lo mismo por ella y eso era lo que más lamentaba…
Pasó un año desde lo sucedido. En aquel tiempo, Shoto vivió recluido en su propia casa y poco sabían
de él, los habitantes del pueblo. Si salía era porque era meramente indispensable y eso provocó que los
niños crearan rumores acerca de su existencia; muchos lo describían como el espíritu de un joven
atormentado y otros tantos como un demonio que te convertía en hielo si te veía. Por lo que comenzó a
ser tradición que en Obon (Día de muertos) los pequeños se retaran para tocar a su puerta y hacerlo
salir para encararlo. A Shoto no le molestaba aquello, incluso pareció divertirle que crearan esas
historias acerca de su persona pero el Obon le hacía recordar a Midoirya y prefería no ser molestado
ese día en especial, por eso cuando escuchó el timbre de su casa, prefirió ignorarlo y encerrarse en su
cuarto. Y así hubiera continuado de no ser que los niños parecían insistentes en hacerlo salir, tocando el
timbre de forma molesta y continúa. Shoto soltó un suspiro y abrió la puerta decidido a pedirles que se
detuvieran pero cuando abrió la puerta, se encontró a una anciana de estatura pequeña, cubierta por una
larga y abrigadora capa que le cubría la mitad del rostro, en una de sus manos sostenía una canasta de
manzanas y en otra un quinqué en donde ardía una pequeña vela.
—¿Todororki-kun? —Preguntó la vieja mujer con voz suave al verlo.
Al escuchar su nombre, frunció una ceja. Aquella voz le resultaba conocida pero no pudo reconocer de
dónde.
—Soy yo ¿Puedo ayudarle? —Preguntó ecuánime.
—He venido a entregarte esto. —Le extendió la canasta de frutas y el quinqué.
Shoto confundido tomó las cosas y las examinó con la vista.
—Disculpe pero… ¿Para qué es esto? —Preguntó el joven.
La anciana sonrió debajo de su capa y le señaló el bosque fuera de su casa.
—¿Sabes por qué a este pueblo le llaman Tsuki no Tamashi? —Le preguntó la anciana caminando
fuera del marco de la puerta.
Shoto no respondió y la dejo continuar.
—Este es el pueblo que atrapó el alma de la luna y cada día de Obon, la Luna se siente sola y pide la
compañía de los espíritus en este día. Por ello, la gente de este lugar sabe que sus difuntos vendrán a
hacer compañía a la Luna y llevan quinqués al bosque para alumbrar sus caminos, esperando que
puedan visitarlos y verlos una vez más. ¿Así que… Todoroki-kun no tardes mucho, sí? Ella te está
esperando para que alumbres su camino como ella iluminó el tuyo… —Dijo la anciana, internándose al
bosque en la oscuridad de la noche.
Shoto intentó alcanzarla pero su vista se clavó en los objetos que la anciana le había entregado. Tal vez
era alguna clase de broma cruel por parte de los pobladores del pueblo pero ella había dicho "Ella" ¿Y
si se refería a Midoriya? Solo tenía una manera de averiguarlo. Así que sin pensarlo más, se internó en
la parte profunda del bosque hasta donde nacía el lago, con la esperanza y el deseo, de que tal vez, por
una noche podría ver una vez más a su amada y decirle por fin, lo que no había podido hace un año.
Shoto fue consciente que tal vez era ingenuo pero era la primera vez en mucho tiempo, que volvía a
sentir esperanza, por lo que debía tratar aunque eso le implicará una decepción mayor.
Encontró un roble de buen tamaño y ahí se sentó con el quinqué entre sus manos, alzó su rostro para
aspirar el frío aire de la noche y recuperar el aliento perdido en su carrera. Espero alrededor de una hora
y en varias ocasiones tuvo que hacer uso de su quirk para calentar su cuerpo. Estaba a punto de perder
la esperanza cuando la luz del quinqué brilló de forma cegadora y frente a él, apareció Midoriya con su
brillante sonrisa. Vestía un lindo vestido blanco y su cabello estaba suelto, estaba tan feliz de verla que
se quedó inmóvil y sin una palabra en la boca.
—Todoroki-kun ¿Ya ha pasado un año, verdad? —Preguntó Nozomi con su típica voz alegre,
regresando a Shoto a la realidad, que al fin pudo reaccionar y se lanzó a abrazarla, temiendo que
cuando lo hiciera Midoriya desapareciera de sus brazos como un sueño pero no sucedió, podía sentir su
cuerpo que aunque frío, sintió tranquilidad al contacto.
—Tenía tantas ganas de verte, no sabes cuánto. —Alcanzó a pronunciar Shoto envolviéndola entre sus
brazos, tratando de controlar sus lágrimas que amenazaban con salir.
—Yo también te extrañe… —Le susurró Nozomi al oído. —Shoto.
Duraron un buen tiempo así, abrazados y luego Nozomi un tanto apenada, lo soltó y se sentó a un lado
de él.
— ¿Y cómo has estado…? ¿Te va bien en la academia? —Preguntó de forma torpe.
Shoto guardo silencio, se encontraba apenado y bajó su mirada a la altura del piso. Nozomi que pareció
darse cuenta, enarcó una ceja y lo miró un momento.
—¿Sucedió algo? —Preguntó confundida.
—Moriste. —Pensó Shoto.
—¿Dejaste tu sueño de ser héroe por mi culpa? —Preguntó preocupada Nozomi.
—Yo… lo lamento tanto. —Dijo Shoto cubriéndose la cara. —Cuando más me necesitaste yo no pude
salvarte… Lo lamento, lo lamento tanto…
—Shoto… —Susurró Nozomi y lo jaló hacia ella para abrazarlo. Pasó su mano entre sus cabellos,
tratando de consolarlo y sorprendida se dio cuenta que él lloraba.
—No pude hacer nada por ti. —Lloró Shoto.
—Claro que lo hiciste, tú viniste por mí. Eso me hizo muy feliz. —Sonrió Midoriya con un rastro de
lágrimas en sus mejillas.
—Tal vez estoy siendo egoísta pero… —Continuó. —Me haría muy feliz si pudieras volverte un héroe
por los dos.
Todoroki abrió grande los ojos y sonrió de lado.
—Debí saber que eso querrías… —Río Shoto.
Midoriya se separó de él y ambos se limpiaron las lágrimas. Pasaron varios minutos en silencio, uno a
lado del otro observando la noche y cuando los primeros rayos del sol comenzaron a acercarse, el fuego
del quinqué se hizo pequeño.
—…Lo siento, ya casi es la hora de irme. —Dijo Midoriya mirando de reojo la luz del quinqué.
Todoroki suspiró, no quería que ella se fuera, aún tenía tantas cosas que decirle, sobre todo darle una
respuesta por su confesión pero Midoriya se le adelantó y se levantó del piso. Se acercó hacia él y tocó
su mejilla para atraer su rostro hacia ella para besarlo y él le correspondió, esperando que con ese beso
pudiera transmitirle los sentimientos que tenía hacia ella.
—Aunque no me veas, aunque no esté contigo. Eres mi compañero por lo que si estiras tu mano yo la
alcanzaré… —Escuchó la voz de Midoriya en su mente mientras se besaban y gradualmente, con la luz
del nuevo día, Midoriya desapareció aunque sus palabras jamás lo harían porque cada una de ellas
había tocado en lo profundo del alma de Shoto.
—Hasta el próximo año… Nozomi. —Pronunció Shoto antes de volver a su casa en el pueblo. Se
sentía expiado y con una nueva motivación para salir adelante, sabiendo que la persona que más amaba
estaría siempre a su lado a través de los recuerdos y sueños que compartían.
LA ESTRELLA QUE FlORECIÓ (ONE SHOT) (TodoDeku)

Los únicos recuerdos que tenía Shoto Todoroki de la Navidad, era la soledad que lo envolvía cada que
regresaba a su habitación, luego de un arduo entrenamiento con su padre. Ni en esa fecha ni en su
cumpleaños se le permitía descansar de la pesada carga que reposaba sobre sus hombros: Superar a All
Might; la eterna obsesión de su padre. Con cada día que avanzaba odiaba más las maneras de su padre
pero en esa fecha solía afectarle más porque extrañaba de forma irremediable a su madre. A pesar de
que su hermana mayor, Fuyumi solía esforzarse en mantener el espíritu navideño en su hogar,
colocando un lindo arbolito y preparando una deliciosa cena; él prefería no participar con la familia y
aislarse.
En esos momentos de breve paz, en el silencio agradable de su habitación solía recargarse en la orilla
de su ventana y se entretenía viendo a través del vidrio como los pequeños copos de nieve caían sobre
la tierra hasta besarla, cubriendo todo de un blanco puro e inmaculado. Su madre solía contarle que los
copos eran estrellas danzarinas enviadas por el cielo que venían a cubrir de blanco a su novia que
era la tierra porque solo en invierno podía enviarle regalos y en primavera ella le mostraba su
sonrisa, brotando flores de colores sobre su cabeza.
Entonces su madre usaba su quirk para crear una hermosa estrella de hielo entre sus manos que al
volverla a ocultar entre sus palmas la convertía en una flor que ella depositaba sobre sus pequeñas
manos.
—Ves Shoto-kun, el amor es maravilloso— decía mostrándole la estrella convertida en flor— Al
principio puede mostrarse frío pero cuando es tocado por la mano adecuada el calor del amor puede
hacerlo florecer.—
A pesar del tiempo, la historia de la estrella convertida en flor se quedó en su memoria y cada Navidad,
como un ritual bien aprendido, trataba de recrear la majestuosa flor que su madre le había enseñado
pero por más que lo intentaba, no era igual. La estrella aunque poseía la misma estructura y el mismo
número de picos, simplemente carecía de esa belleza que lo había cautivado de niño y cuando procedía
en convertirla en flor, terminaba deformándola.
Seguramente, aquella navidad también fracasaría…
— ¡¿Todoroki kun tienes algo planeado para hoy?!— le preguntó Midoriya en un grito nervioso
mientras se refugiaban de la lluvia bajó la amplia marquesina de una cafetería.
Todoroki que estaba ensimismado en sus recuerdos, se obligó a ponerle atención. Recordó que durante
su paseo en la ciudad se había topado con Midoriya y éste le había invitado a tomar un café para
platicar un rato. Aquel chico le resultaba interesante y el sonido alegre de su voz lo embelesaba cuando
le platicaba con tanto ahínco y pasión sobre sus nuevas teorías y descubrimientos sobre los quirks de
algunos héroes famosos. Su naturaleza curiosa y vivaz era todo lo contrario a él y su estoica
personalidad, que bien podía comprarla con el invierno mismo. Ante sus ojos, Midoriya parecía lleno
de vida… como la tierra, incluso tenía su cabello de color verde…como el pasto.
—No. En realidad…—contestó él aclarándose la garganta y bajó su mirada para evitar ver a Midoriya.
Todoroki no sabía cómo había llegado a la conclusión de que ambos eran como el cielo y la tierra de la
historia de su madre; se sintió tonto de tan solo pensarlo.
—De ser posible no quisiera ir a casa hoy…—suspiró en voz baja pensando en el entrenamiento que su
viejo tendría preparado para él al regresar. No deseaba verlo.
—Ya veo…— contestó Izuku con nerviosismo cuando se percató de la triste expresión en el rostro de
Todoroki. Siempre parecía taciturno, casi impasible tras una mueca de tranquilidad pero hoy no era así;
parecía que en medio de esa lluvia que los había atrapado, sus ojos lloraban sin realmente hacerlo. Sus
palabras tan solo acentuaron aquella aura que le hizo comprender que el chico realmente no se
encontraba bien. Conocía de sobra las actitudes de Endeavor, su padre, así que tampoco le sorprendió
su renuencia de regresar a su casa.
—Ven a mi casa Todoroki-kun— dijo Izuku regalándole las más afable de sus sonrisas. — Si quieres
puedes pasar Navidad conmigo en mi casa…—
— ¿Eh?—soltó Todoroki confundido, abriendo grande los ojos. Aquella expresión acobardo las
intenciones de Izuku, que sintió su cara arder de pena mientras evitaba temblar mientras sus ojos se
encontraban.
—Mi… mi madre salió a encontrarse con mi padre para una cena especial y… en mi casa no, no hay
nadie. Si.. si no quieres ir a tu casa, pue…puedes ir a la mía…pero si te desagrada puedes negarte—
explicó tartamudeando Midoriya mientras agitaba de forma graciosa sus manos. Sentía que su cuerpo
no le respondía como debía y su corazón se aceleraba. No entendía bien por qué se ponía tan nervioso
frente a Todoroki.
— ¿Me estás invitando a tu casa? ¿De verdad?— preguntó Todoroki sin poder creer lo que le decía y
atrapó sus manos entre las suyas haciendo que Midoriya tirará los paquetes que sostenía. Su tacto era
cálido a pesar de la fría lluvia que los envolvía, Shoto pensó que era la primera vez que alguien lo
invitaba a pasar la Navidad lejos de su casa.
Midoriya se petrificó al sentir el contacto de Todoroki y se limitó a asentir con la cabeza como si se
tratará de un muñeco descompuesto.
La lluvia arreció y un fuerte viento los regreso a la realidad.
—Creo que deberíamos marcharnos—sugirió Izuku tomando sus paquetes nuevamente.
Todoroki asintió y comenzaron a correr en dirección a la casa de Midoriya.
— ¡Sígueme Todoroki kun, es por aquí cerca!—le gritó Izuku adelantándose.
Al poco tiempo, Todoroki lo alcanzó y corrían a la par en medio de la lluvia que amenazaba con
volverse una tormenta. Izuku llegó al portón de su casa cuando resbaló con el piso mojado y perdió el
equilibrio, Todoroki alcanzó a sujetarlo pasando sus brazos debajo de sus axilas para evitar su caída y
lo termino atrayendo hacia él en un abrazo.
— ¡Midoriya! ¿Estás bien?—le preguntó muy cerca de su oído haciendo que el corazón de Izuku se
acelerara.
—Que no lo escuche, que no lo escuche— pensó Izuku cerrando los ojos y tapando su boca para evitar
que él no mirara su ya inevitable sonrojo sobre sus pecosas mejillas.
—Midoriya…—La voz de Todoroki llamándolo de nuevo lo sacó de su estupor.
—Sí, entremos— dijo enderezándose como si fuera un robot y camino de esa forma hasta la puerta
principal de la casa con Todoroki detrás de él.
Sacó las llaves de su abrigo y abrió la puerta con torpeza; no podía evitar pensar que los ojos de
Todoroki revisaban cada uno de sus movimientos. Seguramente había sentido su fuerte palpitar en su
pecho y debía pensar que era raro que se sintiera tan ansioso en su presencia.
—Pasa Todoroki kun— le invitó a pasar Izuku primero y Todoroki obedeció.
—Con permiso—dijo Todoroki entrando.
Al adentrarse en la casa, ambos se despojaron de sus abrigos empapados por la lluvia y los colgaron en
el perchero para que se secaran. Izuku se adelantó al pasillo para prender la luz y alumbrar un poco la
habitación pero…
"Click-click" pasó la mano una y otra vez sobre el interruptor; a medida que no funcionaba su miedo
crecía. Nada, no había luz. Lo que menos quería era quedarse a oscuras con Todoroki en la soledad de
su casa.
—No puede ser—susurró casi en un chillido.
— ¿Qué sucede?—preguntó Todoroki iluminándose con la luz de su celular.
—Parece ser que con la lluvia se dañó la energía eléctrica—explicó desanimado Izuku. —Lo
lamento…—
—No pasa nada. No me molesta estar en la oscuridad—contestó Todoroki acercándose a él.
Izuku lo miro con semblante preocupado y notó que de su cabello escurría agua al igual que el suyo,
ambos estaban empapados por la lluvia.
—Espera aquí Todoroki kun, iré por unas toallas secas—dijo Izuku dirigiéndose al pasillo que daba a
las habitaciones. —Toma asiento— dijo señalando el sillón de la sala antes de desaparecer en la
oscuridad del pasillo.
Todoroki tomó asiento y alumbró la sala de estar con el celular. La estancia era pequeña; había un
pequeño sillón frente al televisor y la mesa del comedor se encontraba a su espalda, contaba con tan
solo tres sillas a su alrededor. Creyó recordar que Midoriya alguna vez mencionó que su padre casi no
volvía a casa y la mayoría del tiempo, solo eran él y su madre. Sus vidas eran muy diferentes así como
sus personalidades, de pronto sintió una terrible curiosidad de conocer la manera en que Midoriya
celebraba la festividad ¿Si era diferente a él que se aislaba sumido en sus recuerdos?
Una suave toalla cayó sobre su cabeza y alguien empezó a masajearle el cabello para secárselo.
—Midoriya— pronunció con sorpresa al sentir el contacto de sus manos sobre su cabeza.
—Déjame ayudarte—Escuchó la voz de Izuku esforzándose por no sonar nervioso.
Todoroki dejó que lo ayudará y suspiro tranquilo. Era agradable que alguien tuviera tantas atenciones
con él.
— ¿Por qué me ayudas tanto Midoriya?— soltó pensativo.
— ¿Por qué…?— repitió Izuku como si apenas notará sus propias acciones. Guardó silencio y meditó
bien sus palabras.
—Tal vez porque hoy que te encontré tenías de nuevo esa mirada vacía y cuando mencionaste que no
querías ir a tu casa. Supe que algo le pasaba a Todoroki…sentía que no podía dejarte así y…—
Izuku fue incapaz de decir una palabra más cuando Todoroki se giró y lo tomó del brazo para asirlo
hacia él y atraparlo en un abrazo.
—Todoroki-kun—dijo Izuku sorprendido sin poder moverse. Sintió de nuevo su corazón acelerarse y
agradeció en silencio, la oscuridad que los envolvía para que ocultara su pena.
—Gracias, gracias. No había podido decírtelo desde aquella vez en el festival cuando me animaste a
luchar…—dijo Todoroki con una voz quebrada.
"Ves Shoto-kun, el amor es maravilloso. Al principio puede mostrarse frío pero cuando es tocado por
la mano adecuada el calor del amor puede hacerlo florecer"
—Tenías razón mamá— pensó.
—Siempre te has sentido solo ¿No es así Todoroki? Entonces, creo que estoy listo para decirtelo…—
pensó Izuku despegándose suavemente de él.
—Todoroki kun yo… te amo—bajó la voz al pronunciar lo último sintiendo que su minuto de valor se
esfumaba.
— ¿Eh?—pronunció Todoroki confundido e Izuku sintió un pavor apoderarse de él. ¿Acaso había
hecho mal en confesarle sus sentimientos? ¿Había echado a perder la mágica conexión que habían
logrado ambos?
—Olvídalo, no dije nada— río nervioso Izuku sentándose al otro extremo del sofá y alzando sus
antebrazos para cubrirse su rostro como si con eso pudiera olvidar las palabras vergonzosas que
acababa de soltar.
—Como me atreví a hacer algo tan vergonzoso. Todoroki kun creerá que tenía segundas intenciones y
no me preocupaban sus problemas. Lo he echado todo a perder…—comenzó a murmurar.
Todoroki dibujó una sonrisa en sus labios y gateo en el sofá para llegar hasta él.
—Yo también— se inclinó a susurrarle al oído y en sus manos formó con cuidado una estrella hecha de
hielo.
— ¿Qué?—dijo Midoriya casi estoico bajando los brazos y abriendo bien los ojos.
Todoroki alzo la estrella frente a él y la colocó en sus manos; igual que su madre había hecho con él
años atrás.
—Solo en invierno el cielo puede hacerle regalos a la tierra, porque los demás meses no puede tenerla
cerca. Entonces, él la cubre de blanco con sus copos que parecen estrellas; su primer y único regalo
hacia ella—
Izuku miró cautivado su creación, la estrella parecía realmente una, irradiaba un aura casi sobrenatural
que podía que se debiera a la luz lunar que se colaba por la ventana. Todoroki le dirigió una sonrisa y
colocó sus manos sobre las suyas para ocultar la estrella, deseando en su mente que esta vez la estrella
floreciera.
—Por ello la tierra…— continuó un poco azorado. —En primavera, le regala flores de hermosos
colores para alegrarlo y decirle que recibió su regalo…—
Cuando retiró sus manos de las de Izuku, descubrió que en las palmas de este una flor había nacido,
una flor hecha de hielo.
—Lo logré— celebró Todoroki bajando la mirada hacia la estrella hecha flor que por fin, después de
muchos años logró hacer florecer adecuadamente.
—Es hermosa— dijo Midoriya con la flor entre sus manos y se recargo ligeramente en el hombro de
Todoroki.
—Lo es, floreció en las manos, en la tierra correcta— contestó él rodeándole con el brazo.
Midoriya se le quedo mirando sorprendido y con una sonrisa entre sus labios.
—Feliz Navidad Todoroki kun—
—Feliz Navidad Midoriya— le susurró antes de besarlo.
Melted
Todoroki cierra los ojos. Inspira y espira como quien le cuesta coger fuerzas para emprender la
carrera de su vida. Se pasa la lengua temblorosa por la cara interna de los dientes y se concentra. Se
concentra de nuevo. Se concentra hasta que las pestañas le hacen daño en el globo ocular pero nada. No
consigue recordar algo tan básico.

Y aquello sí que era extraño. Todoroki siempre se ha enorgullecido de su buena memoria –o, al menos,
ha sido consciente de que tenía una facilidad mayor que los demás para recordar detalles–. Recuerda
cuántos osos había en el zoo cuando su madre lo llevó tras aprender a andar –siete grises y dos
marrones, el más grande era como diez veces su altura– y recuerda todos los libros sobre meditación y
Taichi que ha leído hasta el momento, incluso aquel folleto de Cómo sobrevivir con un padre abusivo:
Edición para principiantes.

Así que no entiende por qué los recuerdos del incidente están difusos en su mente, como si el recuerdo
hubiera decidido saltar en trampolín a la licuadora y ahogarse en un mar de leche y frutas del bosque.

Está seguro de que fue a finales de agosto. Hacía calor, mucho más de lo normal incluso para vivir en
la costa –las gaviotas estaban todas en el agua incapaces de poner una pata en la arena incandescente
para robar los restos de la bolsa de patatas que habían dejado un par de niños con tres dientes de
leche menos– por ello había decidido llevar a Midoriya a la playa.

¿Que por qué había quedado con ella en primer lugar? Ahí es cuando Todoroki se pierde y se despista
en una bruma nebulosa violeta enjoyada. Sabe que aquella no era la primera vez que estaban juntos –a
solas– y hablaban distraídamente de los deberes, los profesores y las prácticas. Muy poco después,
como si fuera algo natural, fueron pasando de tema en tema y se sorprendió al ver que podía tratar con
ella sobre asuntos tan delicados como por qué estaba su madre en el hospital y las esperanzas vanas que
tenía su padre en un futuro. Midoriya escuchaba atenta, se callaba y dejaba que Todoroki expresara –
con dificultad por la falta de práctica– lo frustrado e inseguro que se sentía. Renegando del camino en
el que su padre lo había instruido y sin tener ni idea de hacia dónde ir. Desconociendo cómo separar las
obligaciones impuestas con sus propios sueños.

—Pero tú quieres ser un héroe, ¿verdad, Todoroki? Acudir cuando alguien te necesita, salvar a
inocentes, detener a los ladrones antes de que se marchen con los maletines llenos de joyas...

—Sí. Claro que sí.

Midoriya le ofreció una sonrisa que merecía estar exhibida en un museo.

—Siempre puedes empezar por ahí.

Y llegó el día del incidente. Agosto, calor, una brisa marina que traía fuego en vez del diminuto soplo
de aire fresco que ambos ansiaban.

Midoriya saboreaba su helado embutido en un cartón cilíndrico mientras observaba el mar. Pensativa y
en silencio, con la mente en calma, tomándose un descanso de esos análisis que tantísimo tiempo le
robaban.
—¿Seguro que no quieres un poco? —Preguntó entrelazando sus piernas encima de la barandilla del
paseo marítimo. El helado empezaba a deshacerse en una cascada de vainilla y cola. —Venga, que lo
has pagado tú. Es muy dulce, te gustará.

—Estoy bien. —Contestó Todoroki secamente, arrepintiéndose de inmediato de su tajante respuesta.

Aunque no lo pareciera, Todoroki era una persona muy curiosa y durante todo el curso había estado
observando el comportamiento de sus compañeros de cerca. Aquella era la primera vez que lo dejaban
a solas con personas de su misma edad así que había estado estudiándolos antes de acercarse a ellos. Y
vio la camaradería que compartían. Esa confianza casi ciega en la que volcaban todas sus esperanzas
para seguir hacia delante. Esas bromas que se gastaban entre sí sin temer las consecuencias.

Y Todoroki lo intentaba. De verdad que ponía todo su esfuerzo en insertarse en el grupo y conseguir
que lo tratasen como un igual y no como el hijo de Endeavor. De que lo reconocieran como a uno más
y así poder sentarse con ellos en la cafetería sin la constante aprehensión de decir o hacer algo
inadecuado. Pero era extremadamente difícil abrirse con ellos hablando con frases de no más de cuatro
palabras, tal y como le había insistido su padre durante toda su vida «El tiempo es muy valioso para
gastarlo en chiquilladas». Era algo más fácil con Midoriya que siempre esperaba pacientemente a que
Todoroki ordenara sus pensamientos y los expresara de alguna forma algo más detallada, pero aun así
tenía mucho por recorrer antes de poder sentirse normal.

—Tú mismo. —Sin duda, Midoriya era la única que lo entendía. O al menos parecía intuir que
Todoroki no comprendía del todo los gestos y las pullas que se lanzaban Kirishima y Bakugo después
de la hora del almuerzo. Así que trataba de explicárselo con una amabilidad absoluta, lejos de las
miradas del resto para que nadie más supiera lo mucho que le costaba diferir de una broma entre
amigos y una pelea de verdad. —Es como tú, ¿sabes?

—¿Disculpa?

—El helado. Es como tú. Y no, no me refiero al color de tu pelo. —Midoriya había conseguido una
destreza extremadamente certera en cuanto a adivinar lo que Todoroki pensaba incluso cuando no había
movido un músculo de su cara. —Me refiero a que... es vainilla y cola, ¿vale? A nadie se le habría
ocurrido que quedarían bien juntos y de repente es lo mejor que he probado nunca. Como tú.

—¿Como yo?

—Sí. Hielo y fuego. Tus gestos amables escondidos en tu expresión tallada en piedra. O cuando tienes
el poder para destruir rascacielos en un chasquido y prefieres pasar la tarde meditando a las orillas del
río. Creando el equilibrio perfecto sin apenas pretenderlo.

Fue ahí cuando el cuerpo de Todoroki decidió moverse por instinto sin que él pudiera hacer nada para
evitarlo. Porque así, de repente, se encontró con los labios de Midoriya a milímetros de los suyos. Y ya
no había espacio entre ellos.

Fue un beso corto, suave, de los que permanecen en la memoria cristalizados en ámbar y plata. Pero
Todoroki no era tonto y sabía que si alargaba ese momento perfecto mucho más, Midoriya se sentiría
tan avergonzada que no podría mirarle a la cara nunca más. Así que se separó y trató de no mencionar
nada al respecto.
—Tenías razón. —Afirmó Todoroki volviendo el rostro hacia el mar de nuevo, fingiendo que no había
visto la anonadada expresión de Midoriya. —Está muy dulce.

Y el tiempo fue pasando. Y pasando un poco más.

Todoroki solía tomarse los problemas con estoicismo y filosofía, así que solo tenía que esperar. No
sabía exactamente qué era lo que esperaba –al igual que no sabía a qué se refería Mineta cuando decía
«Con paciencia y saliva...»– pero no podía hacer nada más que eso.

Durante aquel periodo de tiempo –semanas, meses, no sabía exactamente cuánto– se dio cuenta de que
le gustaba Midoriya, razón por la cual le había besado en primer lugar. Y aceptó aquello con
tranquilidad, como quien aceptaba que los viernes era el día de la pizza en el comedor de la Academia.
No había nada más que considerar; ni por qué gustarle una chica enfermiza cuando eso no era lo
normal, ni cuándo había pasado, ni cómo es posible que eso le hubiera ocurrido a él. Le gustaba
Midoriya. Le gustaba la forma en la que hablaba y se expresaba para tratar temas delicados, le gustaba
su sonrisa impetuosa que regalaba a todo el mundo sin escatimar en gastos, le encantaba su manera de
escribir, reflexionando en su propio mundo de tranquilidad, cuando observaba algún nuevo héroe en
acción. A veces, Todoroki le hacía comentarios en voz baja con miedo a romper la burbuja de
concentración en la que se hallaba envuelta y Midoriya solo le había contestado una de ellas,
aceptándolo así en su paraíso personal de estrategias sin precedentes y cálculos milimétricamente
diseñados.

Pero, de nuevo, Todoroki no era tonto. Sabía que, aunque Midoriya podía hablarle mientras analizaba
las destrezas de un héroe, eso no significaba que sintiera lo mismo que él. Así que esperaba a obtener
una respuesta –ahí estaba la clave–, una reacción por su parte después del momento que habían
compartido a la orilla del mar. Algo que no fuera aquel mutismo infinito en el que Midoriya estaba
sumida últimamente. Algo que no fueran miradas de refilón y excusas absurdas para no quedarse a
solas con él en el mismo cuarto.

Sin embargo, Todoroki siempre había valorado el poder de la paciencia. A dejar que la naturaleza
siguiera su flujo constante de energías para que la vida continuara evolucionando, creando lazos entre
sí y creciendo hasta alcanzar el mismísimo cielo. No tenía ninguna prisa, así que esperaba. Se contenía
para no hacer ningún movimiento brusco ni intentaba acercarse a Midoriya más de lo necesario.
Ignoraba –muy a su pesar– su existencia al verla hacer cola en la cafetería y se mostraba indiferente a
la expresión de horror que tenía la pelinegra al cruzarse con él en la puerta de la Academia.

Bueno, quizás no indiferente del todo. Aquello era como si su parte helada y su parte volcánica se
hubieran fusionado para crear una nueva sensación dentro de él, mucho más dolorosa que la
congelación absoluta o las quemaduras de segundo grado.

Pero no había nada que pudiera hacer salvo esperar.

Y esperaba.

Y no sabía cuánto tiempo más podría soportar estar lejos de ella sin volverse loco.

Y no sabía cuánto tiempo había pasado, sin más.


Pero un suspiro sale de sus labios en cuanto ve a Midoriya levantarse de su pupitre para dirigirse a él.
Decidida y temblorosa a partes iguales. Y la espera llega a su fin.

—¿Quieres... un... helado...? —Tartamudea con una sonrisa mal dibujada en su boca. Y su pequeño
cuerpo cubierto de tela esmeralda vibra como una cuerda de piano en un concierto de Beethoven. —Te
debo un helado. Te invito yo. Vamos juntos a la playa. Por favor.

Todoroki ni se molesta en ocultar su tenue carcajada. Ni en sus más locas predicciones –ni en sus muy
detalladas fantasías– sobre lo que pasaría con Midoriya había pensado que esta le ofrecería un helado,
un helado, con Halloween a la vuelta de la esquina.

—Me encantaría. —Dice para borrar la expresión avergonzada de Midoriya. —Pero, ¿lo probarás como
yo probé el tuyo?

La cara de Midoriya adquiere un nuevo tono rojizo jamás visto antes en la piel de alguien.

—No... no sé...

—Tranquila. —Afirma Todoroki llevando su cartera al hombro. —Un helado. Lo prometo. Nada más.

«Y lo que quieras que surja. Yo estoy abierto a todas las posibilidades»

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